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Nada ha sido fácil para la UDI. Sufrimos el ataque constante de una prensa
mayoritariamente de izquierda que nos acosa sin piedad, quizás por no
tenerles miedo. Pese a ello, ni siquiera nuestros aliados se explican cómo -
según las encuestas- nos hemos transformado en el partido más influyente al
interior del Gobierno. Y es que la izquierda encontró en nosotros a su principal
contradictor en la lucha de ideas, sólo en la UDI, no en otros.
Nuestra virtud radica en que no tememos señalar en forma prístina que somos
un partido de derecha, en que poseemos el coraje para defender nuestras
ideas, para velar por la libertad, el progreso, el orden, la seguridad y el mérito;
en que entendemos que hay una clase media que teme perder su condición,
ya que –tal como han indicado algunos autores- nuestra clase media es rica
para el Estado y pobre para el mercado, y a ellos nos debemos, pues sus logros
han sido producto de la economía social de mercado que defendemos y
propiciamos.
La irrupción del Partido Republicano, liderado por José Antonio Kast, debe
llamarnos a reflexionar sobre en qué momento alguien con nuestro ADN
decide formar una coalición política distinta. Si debemos o no propiciar su
incorporación a Chilevamos es una decisión política-electoral que debemos
analizar entre todos buscando los mejores resultados para nuestro sector y
sobre todo lograr obtener un parlamento que permita sacar adelante un
programa de gobierno, ya que es un hecho de la causa que en la actual
legislatura, la obstrucción le ha ganado a la razón.