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2.3.5. Licitud en el objeto.

Licitud en el objeto, motivo o fin o en la condición del acto.

La licitud en el objeto es uno de los elementos de validez para el acto jurídico y a su


vez, licitud en términos generales debe entenderse legalidad, o sea todo aquello con
apego a lo establecido por la ley, es lo que no contraría y respeta lo ordenado o
prohibido por aquella.

Cuando se habla de licitud en el objeto no es algo como tal, ya que solo las
conductas humana puede recibir esta calificación. Las cosas en sí mismas no
pueden ser lícitas o ilícitas, pero su adquisición o enajenación como formas de
conducta y procederes si pueden estar permitidos o prohibidos. Esta conducta debe
ser lícita y en ese sentido debe entenderse el objeto lícito.
En este sentido la compraventa no puede recaer sobre bienes declarados
inalienables por la ley al estar fuera del comercio, en razón a su naturaleza física o
la ley los declara irreductibles a propiedad particular, en este caso la compraventa
sería inexistente.
En nuestro Derecho cuando los bienes inalienables están dentro del comercio, su
venta debe considerarse afectada de nulidad absoluta, pues en rigor se trataría de
una enajenación ilícita o prohibida por la ley.
Los artículos 1795, fracción tercera y 2225, nos dicen que no solo el objeto, el
motivo o fin, o la condición en su caso, del negocio jurídico, deben ser lícitos para
satisfacer el requisito legal que nos permite la participación del elemento de validez
en el negocio jurídico.
Artículo 1795. El contrato puede ser invalidado:
III. Por su objeto, o su motivo o fin sea ilícito;
Artículo 2225. La ilicitud en el objeto, en el fin o en la condición del acto produce su
nulidad, ya absoluta, ya relativa, según lo disponga la ley.
El artículo 1824 nos habla de la cosa que el obligado debe dar y el hecho que en su
caso debe hacer o no hacer, son los dos posibles objetos sobre los que los efectos
del negocio pueden recaer.
Artículo 1824. Son objeto de los contratos:
I. La cosa que el obligado debe dar;
II. El hecho que el obligado debe hacer o no hacer.
Para las exigencias a satisfacer por la cosa está destinado lo contenido en el
artículo:
1825: La cosa objeto del contrato debe: 1o. Existir en la naturaleza. 2o. Ser
determinada o determinable en cuanto a su especie. 3o. Estar en el comercio.
O sea, debe existir en la naturaleza, debe ser determinada o determinable en cuanto
a su especie y debe estar en el comercio.

Gutiérrez y González apunta que la licitud en el objeto, es sólo un requisito de


validez que exige la ley, ya que no obstante que sea ilícito no deja de ser un objeto
posible del contrato, independientemente de las de las consecuencias que ello
deriven.

Leyes de orden público y buenas costumbres.

Leyes de orden público. Bajo el rubro de leyes de orden público, no sólo cabe
considerar a los dispositivos correspondientes al Derecho Público, como el
constitucional, el administrativo, el penal, el procesal, etc. , y en cuyo contenido se
atiende la estructura y organización del Estado, las relaciones de éste con otros
Estados y también las relaciones de éste como entidad soberana con los
particulares, sino también a disposiciones que aun cuando su contenido está
enmarcado por el Derecho Privado, son motivadas por preservación del interés
general.
En general son, todas aquellas regulaciones legales que por ir encaminadas a
proteger y preservar intereses generales, no pueden ser objeto de derogación por la
voluntad de los particulares, pues se trata de leyes imperativas y preceptivas.

-Buenas costumbres. Podemos entender por buenas costumbres el conjunto de


hábitos generalizados y aprobados por el núcleo social de una época y un lugar
determinados.

Según Gutiérrez y González. “Son el conjunto de hábitos, prácticas o inclinaciones


observadas por una agrupación humana en un lugar y momento determinado y a las
cuales deberá atender el juzgador para sancionar el acto.”

No se trata de la moral individual, sino de la moral social. No es tampoco la de cierto


credo religioso, sino la conciencia que predomina en el común denominador. Para
ser lícitos, los actos jurídicos deben ser congruentes con las buenas costumbres.

La ilicitud en el motivo o fin.

En relación con la licitud en fin o motivo determinante de la voluntad como


condicionante de la validez del negocio jurídico, de los artículos 1795 y 2225 del
Código Civil se desprende una identidad de tratamiento, como si fuere uno solo y el
mismo concepto. El primero de dichos preceptos los menciona como sinónimos al
referirse al motivo o fin; el segundo lo confirma pues alude solamente al fin.

Artículo 2225.- La ilicitud en el objeto, en el fin o en la condición del acto produce


su nulidad, ya absoluta, ya relativa, según lo disponga la ley.
Artículo 1795.- El contrato puede ser invalidado: I. Por incapacidad legal de las
partes o de una de ellas; II. Por vicios del consentimiento; III. Porque su objeto, o
su motivo o fin sea ilícito; IV. Porque el consentimiento no se haya manifestado en
la forma que la ley establece
Motivo o fin.
Gutiérrez y González. Lo define como la razón contingente, subjetiva, y por lo
mismo de individuo a individuo, que lo induce a la celebración del acto jurídico.

Por su parte Zamora y valencia nos dice que:


-Los motivos: son las intenciones internas o subjetivas del sujeto relacionadas
directamente con la cosa o el hecho que constituye el contenido de la presentación
de la otra parte.

-Los fines: son las intenciones de destino último en que pretende utilizar al
contratante la cosa o el hecho que constituye el contenido de la presentación de la
otra parte.

El motivo implica la causa que hace al sujeto manifestar su voluntad en un sentido


determinado y el fin se refiere a los objetivos que el sujeto pretende alcanzar con su
manifestación.

Condición del acto.

Es el acontecimiento futuro de realización siempre incierta, depende del nacimiento


o resolución de los efectos del negocio.
Al evento en que consiste la condición, se le llama hecho “condicionante”. Pue­de
consistir en un suceso natural o humano.

La licitud en el objeto, su referencia al hecho positivo o negativo objeto del


acto.
Basado al artículo 1825, el hecho negativo o positivo requiere ser lícito, además de
posible.
Los hechos jurídicos pueden clasificarse en hechos positivos o negativos; los
primeros importan una transformación efectiva de ciertas circunstancias de hecho,
tales como la muerte, un delito, la aceptación de una oferta; los segundos implican
una abstención: la falta de cumplimiento de una obligación de hacer o el
cumplimiento de una obligación de no hacer.

La ilicitud en el objeto.

Artículo 1830.- Es ilícito el hecho que es contrario a las leyes de orden público o a
las buenas costumbres.
“La ilicitud en el objeto: -- apunta Gutiérrez y González -- no es elemento de
existencia, es solo un requisito de validez que exige la ley, ya que no obstante que
sea ilícito no deja de ser un objeto posible del contrato, independientemente de la
consecuencias que ello deriven. Un hecho o abstención imposible no pueden
permitir la formación del contrato en el que se pretendiera fueran objeto, en cambio
un hecho o abstención ilícitos si pueden, no obstante su ilicitud, participar como
elementos esenciales del contrato.”

Las cosas en sí mismas no pueden ser lícitas o ilícitas, pero su enajenación o


adquisición, como formas de conducta, como procederes, si pueden estar
prohibidos o permitidos. Desde este punto de vista se dice que la compraventa no
puede recaer sobre bienes declarados inalienables por la ley, toda vez que su venta
o enajenación resulta prohibida. Ahora bien, debe distinguirse el caso de bienes
inalienables por estar fuera del comercio, bien sea en razón de su naturaleza física
o porque la ley las declara irreductibles a propiedad particular, caso en el cual la
compraventa sería inexistente, de la hipótesis relacionada con las cosas ilícitas
propiamente dichas, que son aquellas que estando dentro del comercio jurídico y del
patrimonio de los particulares, por determinados motivos la ley las declara
inalienables.

Distinción entre hecho lícito y hecho jurídicamente imposible.

El hecho es lícito cuando no es contrario sino coincidente y respetuoso de las leyes


y costumbres indicadas, su objeto es lícito y posible y él hecho jurídico imposible es
aquel hecho que ocurre, pero su objeto es imposible de realizar. Por ejemplo el
hecho de realizar un contrato por la compra-venta de cierta parte del mar.

La ilicitud en la Condición y Comentario al artículo 1943.

En base al artículo 1943, se dice que toda condición es ilícita si esta es imposible de
dar o hacer, son prohibidas por la ley y contra las buenas costumbres
Artículo 1943.- Las condiciones imposibles de dar o hacer, las prohibidas por la ley
o que sean contra las buenas costumbres, anulan la obligación que de ellas
dependa.
La condición de no hacer una cosa imposible se tiene por no puesta.

Naturaleza de la sanción por ilicitud.

Rojina Villegas señala. “Existen actos que son considerados como ilícitos por cuanto
que van en contra de una ley, pero el grado de ilicitud no es suficiente para que el
legislador los sancione con la nulidad; por esto si es ilícito todo aquello que se
ejecuta en contra de la ley, para nuestra materia, el objeto del contrato sería ilícito,
sólo cuando fuera en contra de una ley de interés público, prohibitiva o imperativa, o
en contra de las buenas costumbres”.

Hay ocasiones en las cuales no obstante la ilegalidad habida y reconocida en la


realización de un acto o negocios jurídicos, por no contrariar disposiciones de orden
público o buenas costumbres, el acto de que se trate es válido.
Los matrimonios calificados ilícitos en el artículo 264 del código civil están en la
situación apuntada.

Artículo 264.- Es ilícito, pero no nulo el matrimonio: I. Cuando se ha contraído


estando pendiente la decisión de un impedimento que sea susceptible de dispensa;
II. Cuando no se ha otorgado la previa dispensa que requiere el artículo 159, y
cuando se celebre sin que hayan transcurrido los términos fijados en los artículos
158 y 289.

Artículo 158.- La mujer no puede contraer nuevo matrimonio sino hasta pasados
trescientos días después de la disolución del anterior, a menos que dentro de ese
plazo diere a luz un hijo. En los casos de nulidad o de divorcio, puede contarse este
tiempo desde que se interrumpió la cohabitación.

Artículo 289.- En virtud del divorcio, los cónyuges recobrarán su entera capacidad
para contraer nuevo matrimonio. El cónyuge que haya dado causa al divorcio, no
podrá volver a casarse, sino después de dos años, a contar desde que se decretó el
divorcio.

La máxima “nemo auditur propiam turpitudinem allegans”. Esta máxima,


nuestros códigos civiles y la jurisprudencia.

Nemo auditur propriam turpitudinem allegans, la cual puede entenderse, como


"nadie puede ser oído a invocar su propia torpeza", "nadie puede alegar su propia
torpeza" o "nadie podrá ser escuchado, el que invoca su propia culpa". En la
sentencia se aplica cuando alguna de las partes omite en su demanda o
contestación narrar hechos precisos para que proceda su acción o excepción toda
vez que los hechos no pueden estar sujetos a pruebas si no forman parte de la Litis,
por lo que al no hacerlo, debe soportar la consecuencia jurídica. En ese contexto, la
frase Nemo auditur propriam turpitudinem allegans, no resulta ser punzante ni
hiriente, cuando sólo se invoca para poner de manifiesto la conclusión del juzgador
en el sentido de que una de las partes omitió hacer algo que le incumbe para su
beneficio.

Máxima de origen latino, empleada para significar que el juez no debe admitir a las
pretensiones de quien a sabiendas de su propia culpa, busca enmendar el error
contenido en la providencia proferida. Se presenta cuando una o las dos partes en
litigio, obligadas a ser precisas en sus pretensiones, no lo hacen.

Así las cosas, la aplicación de este principio no es una ofensa contra la parte que
cometió el error; se invoca para poner de manifiesto que quien teniendo los
elementos de juicio suficientes para defender sus derechos, al no hacerlo, está
forzada a soportar las consecuencias jurídicas de su omisión.

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