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Colosenses 2:610; 3:117
Colosas, aquella antigua ciudad de Asia Menor (actual Turquía), se parece en muchos
aspectos a las grandes urbes cosmopolitas de nuestros días. Era una importante ruta
comercial en los tiempos del imperio romano y muchas personas de todas las
nacionalidades y formas de vida pasaban por allí. Como ocurre también en el presente,
Colosas era una ciudad con muchas religiones diferentes. Abundaban especialmente los
místicos orientales con sus creencias exóticas que ganaban el corazón de muchos. En
medio de ese ambiente pagano y de puntos de vista sobre la religión, Epafras, uno de los
compañeros de ministerio del apóstol Pablo, había plantado una iglesia en Colosas. No
era una tarea fácil porque los que se convertían a Cristo venían de transfondos muy
diferentes. En una ocasión en que Epafras fue a visitar a Pablo, quien se hallaba preso en
Roma, le compartió las noticias de la iglesia de Colosas, sobre sus luchas pero también de
sus victorias. Pablo escribe entonces la Carta a los Colosenses en la cual les da
instrucciones claves de cómo seguir viviendo una vida cristiana victoriosa. Hoy solo
quiero destacar algunos de los muchos temas importantes que contiene esta Carta
extraordinaria.
Mantenerse firme en la fe que hemos recibido. Col. 2:610. Debido a las muchas
creencias religiosas, aún dentro de los mismos que asistían a la congregación, Pablo
anima a los colosenses a no cambiar el mensaje del evangelio que oyeron desde el
principio a través de Epafras. Hoy más que nunca la iglesia de Jesucristo intenta ser
seducida por muchas doctrinas de error que han existido desde hace mucho, como el
agnosticismo, los unitarios, los judaizantes. Como creyentes en Cristo, es nuestro deber
defender el evangelio de la gracia y permanecer en él. Los hermanos nuevos en la fe que
puedan tener dudas sobre la doctrina cristiana, deben ir con los líderes de confianza y
preguntar sobre temas que puedan inquietarles. La Palabra de Dios es una lámpara segura
que nos guía siempre por el camino por el que Dios desea que andemos.
Poner la mirada en “las cosas de arriba”. 3:111. Debido a las muchas distracciones
que había en una ciudad como Colosas, los cristianos podían tener la tendencia a
olvidarse de Dios. Por supuesto, otro tanto y mucho más, puede ocurrirnos a los que
vivimos en las grandes ciudades de hoy. Estamos tan ocupados atendiendo los asuntos de
nuestra vida, que queda poco tiempo para Dios. De allí que Pablo nos exhorte a volver
nuestra mirada hacia Dios, a esconder nuestra vida en Cristo y a hacer morir toda clase de
pecado en nosotros. Como dijo John R. Stott, “Cada cristiano debe ser conservador y
radical a la vez; conservador en preservar la fe y radical en vivirla”.
Y sobre todas las cosas, vestirse de amor. 3:1217. Pablo insiste mucho en esta carta en
cómo debe vestirse el cristiano: Vestidos como escogidos de Dios. Vestidos de santidad.
Vestidos como personas que son amadas por Dios. Vestidos de misericordia. Vestidos de
bondad. Vestidos de humildad y mansedumbre. Vestidos de paciencia… “Y sobre todas
las cosas, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto” (ver. 14). ¿Qué vestido llevas
puesto hoy? ¡El vestido del carácter cristiano supera al de todas las marcas en el mundo
de la moda actual! Me llama la atención el vestido del amor, del cual indica que es el
vínculo perfecto, esto es, que produce unidad entre los cristianos de sana doctrina.
Hoy más que nunca debemos mantenernos unidos en la fe que hemos recibido desde el
principio. Debemos conservarnos puros en nuestra manera de vivir y mantener la unidad
en el cuerpo de Cristo, apoyándonos unos a otros, orando unos por otros y ganando a
aquellos que todavía no conocen a Cristo y rescatando a aquellos en el camino del error.
Ese es el llamado a todos los cristianos, y de modo muy especial a los que vivimos en las
grandes ciudades.