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PARTE 29
La Biblioteca Negra del Caos (también conocida simplemente como la Biblioteca Negra) es el repositorio
Eldar de conocimientos prohibidos.
Slaanesh es el Señor del Placer cuyos seguidores abandonan todo freno e inhibición para abrazar las
incontables posibilidades placenteras de mente y cuerpo. Slaanesh no es masculino ni femenino, sino una
desconcertantemente bella amalgama de ambos. Se dice que cualquier mortal que mire a la imagen de
Slaanesh quedará esclavizado por la belleza y obedecerá con fervor cualquier pequeño deseo del dios. El
simple toque del aliento del dios sobrecargará los sentidos mortales con miles de delicias, disolviendo la
resolución de los guerreros más duros y sumergiendo sus mentes en oleadas de puro placer. El más leve
ronroneo de su voz es suficiente para estimular los sentidos hacia un olvido y dejadez eternas. Para los
seguidores de Slaanesh el mundo mortal es gris e insípido comparado con el paraíso sensual del cariño de su
dios.
De todos los Dioses del Caos, Slaanesh es el único que es divinamente bello. Slaanesh es seductor como
solo puede serlo un inmortal, cautivador en su inocencia, y completamente engañoso a pesar de sus
encantadoras formas. Es el señor de la lujuria y la indulgencia, de pasiones ocultas y antinaturales, de los
escondidos y terroríficamente corruptores vicios, y de todas las terribles tentaciones que tan sólo un dios
puede ofrecer. Slaanesh es el Poder del Caos dedicado a la consecución de los placeres hedonísticos y el
derribo de todos los códigos de conducta y de comportamiento decente. Reina sobre un vasto y lujoso palacio
en medio de la nada, donde sus seguidores más favorecidos alfombran los suelos mientras se entregan a los
placeres más perversos de la carne.
Slaanesh mantiene una actitud neutral hacia los demás Poderes del Caos, y generalmente está demasiado
ocupado con sus propios placeres como para interesarse en alianzas o cooperación. Sin embargo son
particularmente odiados los seguidores de Khorne, cuya creencia en el dolor, la muerte y una devoción
marcial por su dios chocan directamente con las enseñanzas de Slaanesh de una vida placentera y sin
códigos de conducta.
Los vivos saben que morirán, y muchos saben que deberán vivir con enfermedades u otros tormentos, pero
todos arrinconan estos pensamientos en una esquina de su cerebro y los mantienen allí cubiertos con todos
sus sueños, proyectos y actividades. Nurgle es la personificación de tal conocimiento fatal y de la respuesta
inconsciente a él, los miedos ocultos a la enfermedad y la vejez, y el inmenso poder vital que esos miedos
generan.
El inmenso cuerpo de este dios está abotargado por la corrupción, y rezuma un hedor enfermizo y malsano.
Su piel es verdosa, coriácea y grangenosa; su superficie está completamente cubierta de llagas abiertas,
furúnculos hinchados y y numerosas marcas de infestaciones. Sus órganos internos, malolientes por la
descomposición excremental, sobresalen a través de su agrietada piel, colgando como racimos de uva
putrefacta de su voluminoso cuerpo. De estos órganos surgen pequeños demonios que mastican y sorben los
nauseabundos jugos de su interior. Esta es la apariencia del Dios del Caos Nurgle, aunque las palabras
apenas pueden hacer justicia a su verdaderamente monumental repugnancia.
Aunque Nurgle está considerado como inferior a Khorne y Tzeentch, la verdad es que su poder es más
variable que el de los otros dioses. Su pasión es provocar espantosas pestilencias en el universo material, y
en esos momentos su pode llega a su punto culminante. Como una plaga, su poder crece y puede llegar a
niveles de epidemia, superando temporalmente el poder combinado de todos los otros dioses, para
posteriormente declinar de nuevo. En tales momentos, las inmensas legiones de la corrupción del Dios de la
Podredumbre son engrosadas por incontables millones de muertos que han perecido a causa de la plaga,
oxidadas máquinas de guerra entonan un canto funebre de destrución, y los andrajosos estandartes hechos
jirones de Nurgle son enarbolados en contra de la vida misma. Nurgle es el enemigo eterno del Poder del
Caos Tzeentch, el Señor del Cambio. Nurgle y Tzeentch extraen sus energías de creencias opuestas.
Mientras que la energía de Tzeentch viene de la esperanza y el deseo de una fortuna mejor, Nurgle se
alimenta de la desesperación y la falta de fe. Estos dos Poderes del Caos nunca pierden la oportunidad de
lanzar sus fuerzas unas contra otras, desde inmensas batallas en las Planicies del Caos hasta intrigas
políticas entre mortales.
Tzeentch es el dios de la fortuna y el azar y el arquitecto cósmico del destino. Su cuerpo está cubierto con
rostros que cambian y gesticulan continuamente, reflejando el humor de Tzeentch mientras su vasta mente
sondea los infinitos senderos del futuro que unen el Universo. Tzeentch conspira e intriga para lograr sus
propios e inimaginables fines, algunas veces apoyando las causas mortales u oponiéndose a ellas, pero
manipulando siempre las complejas bifurcaciones del destino que guardan los secretos de la vida y la muerte.
Dado que los planes de Tzeentch son tan retorcidos es imposible adivinar cuál es su verdadero propósito. Sus
maquinaciones invariablemente resultan ser mucho más sutiles y complejas de lo que pueda parecer a
primera vista, e incluso sus seguidores más fieles llegan a descubrir demasiado tarde que no son más que
peones en el juego cósmico de los dioses. Tzeentch también es el dios de la energía mental y la magia - las
mismísimas fuerzas puras del cambio. Tzeentch se alimenta de la necesidad y el deseo de cambio que es
parte esencial de la naturaleza humana. También es parte de la naturaleza de enanos y elfos, pero no de una
forma tan amplia como en los humanos, que son mucho más volubles y ambiciosos. Todos los hombres
sueñan con la riqueza, la libertad y un mañana mejor. Estos sueños no son exclusivos de los más pobres o
desfavorecidos, ya que incluso los más ricos sueñan con aumentar su buena fortuna o mejorar su status.
Todos estos sueños crean un poderoso ímpetu de cambio, y las ambiciones de una nación crean una fuerza
que puede cambiar la historia. Tzeentch es la personificación de esa fuerza.
Tzeentch es el mayor mago de los Poderes del Caos. La Magia es el más poderoso de todos los agentes del
cambio, y aquellos que la usan están entre los más ambiciosos y hambrientos de poder. Muchos Campeones
de Tzeentch son también hábiles hechiceros, mientras que otros de sus seguidores reciben poderosos
artefactos u objetos mágicos de su Patrón. Algunos Demonios de Tzeentch son criaturas hechas de energía
mágica, y a menudo parecen transparentes o relucientes con un brillo interior. Los Demonios Menores, u
Horrores, lanzan conjuros a la vez que se mueven, mientras que los Incineradores proyectan llamas
multicolores de magia pura. Los Grandes Demonios, los Señores del Cambio, son más substanciales y sus
propios pensamientos aparecen como una bruma multicolor que gira alrededor de sus cabezas. Toda esta
magia da a los seguidores y Demonios de Tzeentch una apariencia colorista muy distintiva.
Tzeentch también es el Gran Conspirador, el maestro de las intrigas. Dado que está al corriente de los sueños
y planes de los mortales, es capaz de predecir el curso probable que el futuro tomará. Tzeentch percibe cada
evento y cada intención, y con esta información su poderosa mente puede deducir cómo influirá cada
acontecimiento en el futuro. Tzeentch no se contenta meramente con contemplar el drama de la historia
desarrollándose ante sus ojos. Tiene sus propios propósitos, aunque es imposible explicar cuales son. Sus
intenciones son complicadas, sus tramas altamente sofisticadas y sus planes a un plazo increíblemente largo.
Quizás tiene la intención de derrocar a los otros Poderes del Caos, o extender su dominio sobre los reinos
mortales. Sea cual sea su fin último, intenta conseguirlo manipulando las vidas de los hombres, alterando el
curso de la historia. Ofreciendo magia y poder puede reclutar a gente influyente para su causa, afectando a
las vidas de millares de una sola vez. Sin embargo, pocos de los planes de Tzeentch son tan simples, y
algunos incluso parecerán contradictorios con otros, o contra los intereses de Tzeentch. Sólo el Señor del
Cambio puede ver las ramificaciones de los futuros posibles como multicolores bolas de hilo que se
desenredan ante él. La piel de Tzeentch oscila con rostros en continuo cambio, que contemplan y se ríen de
cualquiera que las mire. Cuando habla, estas caras a menudo repiten lo que dice con sutiles pero importantes
diferencias, o añaden comentarios que arrojan dudas sobre lo que el dios ha dicho. Esto hace muy difícil
interpretar exactamente lo que Tzeentch está diciendo. Estos rostros aparecen y desaparecen muy rápido,
aunque la verdadera cara del dios nunca cambia. El firmamento que rodea a Tzeentch está sobrecargado de
magia. Fluye como humo líquido alrededor de su cabeza, formando intrincados caminos. Formas de personas
y lugares aparecen en el humo mientras la mente de Tzeentch contempla sus destinos.
En el Imperio existen muchos Cultos del Caos adoradores de Tzeentch, a pesar de los continuos intentos de
la Inquisición por erradicarlos. Muchos de estos cultos se formaron específicamente para practicar la
hechicería, para llevar a cabo experimentos psíquicos, o para extender la influencia de las fuerzas arcanas de
alguna otra forma. Los adoradores de Tzeentch, inspirados por el propio Maestro de la Manipulación, son muy
difíciles de descubrir, mientras que los sofisticados y retorcidos y sofisticados planes que traman son
diabólicamente astutos, sumamente insidiosos y completamente malignos.
Tzeentch posee el aspecto más extravagante e inquietante de todos los Dioses del Caos. Su piel está en
continua ebullición mostrando cientos de caras, las cuales miran de soslayo y se burlan de aquellos que les
miran. Cuando Tzeentch habla, estas caras repiten sus palabras, normalmente con sutiles pero importantes
diferencias de significado. Tzeentch es casi tan poderoso como Khorne, pero su poder adopta una forma muy
diferente. Tzeentch es el señor de la magia y la sutilidad. Es Tzeentch quien mantiene el Reino del Caos fuera
del tiempo y el espacio, y es él quien intenta diseñar el destino del universo material. Sus conspiraciones son
complicadas e interrelacionadas, y es el principal arquitecto de las alianzas secretas entre los Dioses Oscuros.
Todo Poder del Caos tiene su número opuesto, un Poder que encarna la antítesis de sí mismo. Tzeentch es el
adversario eterno de Nurgle. Su energía viene de la excitación y el deseo del cambio, de forjar el destino de
cada uno, cambiar la suerte y lograr poder. Esto está bastante alejado de Nurgle, cuyo poder viene del
abatimiento, la decadencia y la desesperación