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A BIBLIOTECA NEGRA DO CAOS

Background de Warhammer 40,000


(em espanhol)

PARTE 29
La Biblioteca Negra del Caos (también conocida simplemente como la Biblioteca Negra) es el repositorio
Eldar de conocimientos prohibidos.

LOS DIOSES DEL CAOS

La Guarida del Placer de Slaanesh


- Nº Sagrado: 6.
- Slaanesh es el más joven de los Dioses del Caos, y es conocido como el príncipe del Caos. Apareció cuando
los Eldars cayeron en desgracia, creado por la decadencia que había que había corrompido el basto imperio
galáctico de los Eldar. En el momento del nacimiento de Slaanesh, los Eldar se convirtieron en una raza
condenada, en una diminuta raza de refugiados dispersos por el espacio. Y lo peor es que sabían que de no
ser por ellos, el Dios del Caos Slaanesh el Depravado, la Perdición encarnada de los Eldar, nunca habría
nacido.

Slaanesh es el Señor del Placer cuyos seguidores abandonan todo freno e inhibición para abrazar las
incontables posibilidades placenteras de mente y cuerpo. Slaanesh no es masculino ni femenino, sino una
desconcertantemente bella amalgama de ambos. Se dice que cualquier mortal que mire a la imagen de
Slaanesh quedará esclavizado por la belleza y obedecerá con fervor cualquier pequeño deseo del dios. El
simple toque del aliento del dios sobrecargará los sentidos mortales con miles de delicias, disolviendo la
resolución de los guerreros más duros y sumergiendo sus mentes en oleadas de puro placer. El más leve
ronroneo de su voz es suficiente para estimular los sentidos hacia un olvido y dejadez eternas. Para los
seguidores de Slaanesh el mundo mortal es gris e insípido comparado con el paraíso sensual del cariño de su
dios.

De todos los Dioses del Caos, Slaanesh es el único que es divinamente bello. Slaanesh es seductor como
solo puede serlo un inmortal, cautivador en su inocencia, y completamente engañoso a pesar de sus
encantadoras formas. Es el señor de la lujuria y la indulgencia, de pasiones ocultas y antinaturales, de los
escondidos y terroríficamente corruptores vicios, y de todas las terribles tentaciones que tan sólo un dios
puede ofrecer. Slaanesh es el Poder del Caos dedicado a la consecución de los placeres hedonísticos y el
derribo de todos los códigos de conducta y de comportamiento decente. Reina sobre un vasto y lujoso palacio
en medio de la nada, donde sus seguidores más favorecidos alfombran los suelos mientras se entregan a los
placeres más perversos de la carne.

Slaanesh adopta la forma de un humanoide bisexual, masculino en su mitad izquierda y femenino en la


derecha, con una belleza divina, innatural e inquietante. Dos pares de cuernos se alzan desde su dorado
cabello ondulante, y se viste con una cota de malla larga ribeteada con seda. Su mano derecha sostiene el
mágico cetro de jade que es su mayor tesoro. Es símbolo de Slaanesh combina los gráficos convencionales
que identifican lo masculino y femenino, aunque muy raras veces es lucido abiertamente por sus seguidores.
En su lugar pueden llevar piezas de joyería adornadas con motivos eróticos. Sus seguidores se visten con
túnicas abiertas para dejar la parte derecha de su pecho al descubierto, un requisito de muchos de los rituales
de adoración. Los tonos pastel y las sombras eléctricas son los colores principales, aunque también se
emplea mucho el blanco. Estos colores se llevan a las ropas diarias, aunque pueden ser modificados para
ajustarse a las modas del momento. Sin importar otras consideraciones, lo que más prima en sus seguidores
es lucir sensuales ropas de altísima calidad.

Slaanesh mantiene una actitud neutral hacia los demás Poderes del Caos, y generalmente está demasiado
ocupado con sus propios placeres como para interesarse en alianzas o cooperación. Sin embargo son
particularmente odiados los seguidores de Khorne, cuya creencia en el dolor, la muerte y una devoción
marcial por su dios chocan directamente con las enseñanzas de Slaanesh de una vida placentera y sin
códigos de conducta.

El Salón de la Plaga de Nurgle


- Nº Sagrado: 7.
- Nurgle es el Señor de la Podredumbre, y se regocija en la corrupción física y la morbosidad. Las
enfermedades y la putrefacción atraen a sus demonios como un cadaver descompuesto atrae a las moscas.
Para divertirse, Nurgle crea terribles enfermedades que libera sobre los mortales. Muchas de las
enfermedades más horribles son creaciones de Nurgle. Los mortales que perecen a causa de estas
enfermedades son reclamados por el Señor de las Plagas, y sus almas quedan eternamente atrapadas en la
eterna y burbujeante mugre de su reino.

Nurgle es el dios de la plaga, la pestilencia, la decadencia y la corrupción física. Su cuerpo es grande y


abotargado, su carne putrefacta marcada por las enfermedades, las pústulas y las lesiones. Pequeños
demonios llamados Nurgletes reptan por toda su pútrida carcasa introduciéndose por entre la carne
desgarrada o sorbiendo el pus de sus heridas. Nurgle está repleto de mórbida energía y entusiasmo, y sus
demonios viajan por el tiempo y el espacio llevando plagas y corrupción mientras llevan a cabo su Danza de la
Muerte alrededor de las ciudades que desean infectar. Los mortales que mueren a causa de alguna plaga de
Nurgle nunca se liberan de su agonía, ya que sus almas son reclamadas por el dios de la plaga y se
convierten en nuevos sirvientes suyos. Un mortal tocado por un demonio de Nurgle contraerá alguna
enfermedad mortal, y está condenado desde ese mismo instante a morir de forma horrible. También se cree
que un mortal que está muriéndose de alguna enfermedad natural puede aplazar su destino invocando a
Nurgle y poniendo su alma a disposición del Señor de la Decadencia.

Nurgle es el Gran Señor de la Descomposición y el Maestro de la Plaga y la Pestilencia, y su cuerpo está


plagado de enfermedades e infestaciones. Nurgle también recibe el nombre de Señor de Todo porque todo,
sin importar cuan duro o permanente parezca, es susceptible de ser corrompido físicamente. De hecho, el
mismo proceso de construcción y creación atrae a la destrucción y la decadencia. El palacio de hoy es la ruina
de mañana, la doncella de la mañana es la vieja de la noche, y las esperanzas de un momento no son sino la
primera piedra de un arrepentimiento eterno. ¿Cuál es la respuesta de los hombres ante la innegable e
inevitable futilidad de la vida? ¿Acaso se tumban, aceptando la muerte y que todos sus esfuerzos se vuelvan
nada? ¡No, no es así! Encarados ante lo inevitable de la muerte no queda otro remedio más que pasar a
través de la vida con pasos rápidos e imparables, aceptando cada día con nuevas esperanzas, risas, ruido y
grandes acciones. Así, la alegría y el comportamiento humano igualan la balanza con la futilidad y la
perversión. Esta comprensión es la clave para entender al Gran Señor de la Decadencia y sus adoradores.
Una vez que comprendemos qué es lo que representa el Poder del Caos Nurgle, se hace más fácil
comprender lo que de otra forma podría parecer una naturaleza perversa o contradictoria. Por una parte es el
Señor de la Decadencia, cuyo cuerpo está arrasado por las enfermedades; por otra parte está lleno de
inesperada energía y de deseos de organizar y disfrutar.

Los vivos saben que morirán, y muchos saben que deberán vivir con enfermedades u otros tormentos, pero
todos arrinconan estos pensamientos en una esquina de su cerebro y los mantienen allí cubiertos con todos
sus sueños, proyectos y actividades. Nurgle es la personificación de tal conocimiento fatal y de la respuesta
inconsciente a él, los miedos ocultos a la enfermedad y la vejez, y el inmenso poder vital que esos miedos
generan.

El inmenso cuerpo de este dios está abotargado por la corrupción, y rezuma un hedor enfermizo y malsano.
Su piel es verdosa, coriácea y grangenosa; su superficie está completamente cubierta de llagas abiertas,
furúnculos hinchados y y numerosas marcas de infestaciones. Sus órganos internos, malolientes por la
descomposición excremental, sobresalen a través de su agrietada piel, colgando como racimos de uva
putrefacta de su voluminoso cuerpo. De estos órganos surgen pequeños demonios que mastican y sorben los
nauseabundos jugos de su interior. Esta es la apariencia del Dios del Caos Nurgle, aunque las palabras
apenas pueden hacer justicia a su verdaderamente monumental repugnancia.

Aunque Nurgle está considerado como inferior a Khorne y Tzeentch, la verdad es que su poder es más
variable que el de los otros dioses. Su pasión es provocar espantosas pestilencias en el universo material, y
en esos momentos su pode llega a su punto culminante. Como una plaga, su poder crece y puede llegar a
niveles de epidemia, superando temporalmente el poder combinado de todos los otros dioses, para
posteriormente declinar de nuevo. En tales momentos, las inmensas legiones de la corrupción del Dios de la
Podredumbre son engrosadas por incontables millones de muertos que han perecido a causa de la plaga,
oxidadas máquinas de guerra entonan un canto funebre de destrución, y los andrajosos estandartes hechos
jirones de Nurgle son enarbolados en contra de la vida misma. Nurgle es el enemigo eterno del Poder del
Caos Tzeentch, el Señor del Cambio. Nurgle y Tzeentch extraen sus energías de creencias opuestas.
Mientras que la energía de Tzeentch viene de la esperanza y el deseo de una fortuna mejor, Nurgle se
alimenta de la desesperación y la falta de fe. Estos dos Poderes del Caos nunca pierden la oportunidad de
lanzar sus fuerzas unas contra otras, desde inmensas batallas en las Planicies del Caos hasta intrigas
políticas entre mortales.

El Trono de Cráneos de Khorne


- Nº Sagrado: 8.
- Khorne es el Dios de la Sangre; el dios del Caos de la violencia y el asesinato, el dios guerrero cuyos
aullidos de rabia insaciable retumban a través del tiempo y del espacio. Su gran trono de cobre está situado
sobre una montaña de cráneos, en medio de un mar de huesos partidos y lagos de sangre: los muertos de
sus seguidores muertos en batalla y aquellos ejecutados en su nombre. Khorne es el Poder del Caos que
personaliza la violencia absoluta e insensata, destruyéndolo todo y todos los que se pongan a su alcance,
matando tanto amigos como enemigos. Khorne es el dios de la ira y la destrucción, el dios guerreros del Caos
cuyos alaridos de furia resuenan a través del tiempo y el espacio. Se sienta en un gran trono de bronce sobre
una colosal montaña de cráneos blanquecinos. Siempre que un Campeón de Khorne muere su cráneo es
añadido a la pila, que crece lentamente más y más. Khorne es un dios luchador y sus demonios y seguidores
mortales se cuentan entre los guerreros más poderosos de todo el Universo. Khorne es un guerrero noble que
respeta la fuerza y el valor, que no obtiene placer destruyendo a los débiles y considera a los desamparados
indignos de su odio. Se dice que el destino respetará a cualquier bravo guerrero que invoque el nombre de
Khorne y someta su alma al Dios de la Sangre. También se cree que los demonios de Khorne cazan y
asesinan a cualquier guerrero que traicione su honor matando a inocentes indefensos o asesinando a sangre
fría. La mayor delicia para Khorne es la batalla y el derramamiento de sangre entre contendientes poderosos.
Khorne es el Dios de la Sangre, el furioso y letal dios del Caos, uno de los cuatro Grandes Poderes. Su gran
trono de bronce se asienta sobre una montaña de cráneos de aquellos que murieron luchando por él o contra
él. La creciente pila ósea refleja el éxito de sus seguidores, alimentando su gloria pero sin saciar nunca su sed
de sangre y muerte. Khorne es el Poder del Caos en su aspecto más irracional y violento, que destruye todo y
a todos a su alcance, matando a amigos y enemigos juntos. Es el Cazador de Almas que conduce a los
grandes ejércitos del Caos. Su cuerno resuena en las profundidades del Ojo del Terror, animando a sus
seguidores a avanzar siempre en busca de nuevas presas. Khorne contempla la salvaje destrucción que se
causa en su nombre, y sus alaridos de furia y placer pueden ser escuchados en toda la Disformidad.
Khorne es representado comúnmente como un humanoide tremendamente musculoso alto como una torre
que se sienta en un gigantesco trono de bronce grabado con bizarras escenas de lucha y muerte, todo ello
sobre una colosal pila de cráneos. Se viste con una coraza de bronce de diseño extraño claramente
inhumano, magistralmente labrada con siluetas de calaveras que se repiten sin cesar. Su cuerpo es robusto y
musculoso; su rostro es temible y observa con expresión bestial desde debajo de su pesado casco. Su
cabeza se cubre con un yelmo con alas que deja apenas un resquicio de su brutal y sonriente rostro a la vista.
El símbolo de Khorne es un cráneo, el símbolo de la muerte. A menudo se sintetiza en una runa con forma de
X y una barra cruzada en la parte baja. Sus seguidores favorecen el rojo, el negro y los tonos broncíneos en
sus vestidos y armaduras, los colores de la sangre, la muerte y la coraza de su Dios. Khorne es adorado tanto
por los Marines del Caos como por los Hombres Bestia. No tiene templos propiamente dichos, sino que es
adorado en los campos de batalla. Sus seguidores creen que sería una blasfemia perder el tiempo levantando
templos en su honor y rezando en su interior cuando podrían estar matando en su nombre. Cada vida
reclamada por un seguidor de Khorne aumenta el poder del Dios de la Sangre. Contempla con un favor
especial a aquellos que acaban con las vidas de sus amigos o aliados, y cuanta más muerte y destrucción
haya causado una criatura, más apreciada será la inclusión de su cráneo en la montaña de su trono.
Los seguidores de Khorne no tienen amigos o conocidos de larga duración - todos son sacrificios potenciales
a Khorne. ¡Incluso otro seguidor de Khorne puede intentar ofrecer sus vidas a su sangriento Dios como
sacrificio! Los seguidores de Khorne pueden tener aliados durante un corto período de tiempo, pero son
conscientes de que todas las demás criaturas inteligentes los temen y odian, buscando su destrucción a la
menor oportunidad. Son siempre feroces guerreros, ya que el Dios de la Sangre aborrece la magia: los
hechiceros son especialmente valorados como sacrificios a su insaciable sed de sangre. Los seguidores de
Khorne consideran que pueden justificar su vida de asesinatos de numerosas formas con el honor, la bravura
y el orgullo marcial. Sin embargo, los adoradores más fanáticos de Khorne saben que el Dios de la Sangre
sólo desea ver matanzas salvajes en su nombre, y que todo lo demás son justificaciones y parafernalia.
Las matanzas y la violencia saturan la galaxia, por lo que Khorne es el más poderoso de los Dioses del Caos.
Tiene a sus ordenes incontables ejércitos de demonios y legiones de seguidores mortales. Su principal rival
es Tzeentch, el Gran Hechicero. Tzeentch es el protector de los hechiceros de la misma forma que Khorne lo
es de los guerreros. Su mera naturaleza destructiva hace que los otros Poderes del Caos sean enemigos
potenciales de su furia, pero la actitud de Slaanesh irrita especialmente a Khorne. La vida dedicada al placer y
la auto-indulgencia que promueve el Señor del Placer enfurece sobremanera al Dios de la Sangre, que sólo
busca la muerte y el dolor. Además la ruptura con todos los códigos y ataduras que practican los seguidores
de Slaanesh choca con la lealtad marcial y la organización militar de las huestes de Khorne.

Los Senderos susurrantes de Tzeentch


- Nº Sagrado: 9.
- Tzeentch es conocido por muchos nombres, incluido El Que Transforma las Cosas, El Que Cambia los
Caminos, Señor de la Fortuna, Gran Conspirador y Arquitecto del Destino. Es el Gran Hechicero, el dios de la
magia y el señor del mutable flujo del tiempo. Estos títulos reflejan su absoluta comprensión del destino, la
historia, la intriga y las maquinaciones. En su mente escucha los planes y esperanzas de cada hombre o
nación. Con su ojo infinito contempla como estos planes se convierten en historia. Tzeentch no se contenta
simplemente con observar el cumplimiento o fracaso que trae el mero paso del tiempo. Tiene sus propios
planes: patrones que son tan complejos y están tan fuertemente tejidos que afectan a las existencias de todo
ser viviente, tanto si lo saben como si no. Tzeentch guía a los inconscientes mortales por aquellos caminos
que le ayudarán a aumentar su poder, aunque estos nunca son conscientes de su función en este plan.
Muestra predilección por aquellos que traman y conspiran, especialmente los hechiceros y los políticos.
Prefiere la astucia a la fuerza, la manipulación a lo directo, el que utiliza el subterfugio sobre el que habla con
claridad, y el mentiroso sobre el que dice la verdad.

Tzeentch es el dios de la fortuna y el azar y el arquitecto cósmico del destino. Su cuerpo está cubierto con
rostros que cambian y gesticulan continuamente, reflejando el humor de Tzeentch mientras su vasta mente
sondea los infinitos senderos del futuro que unen el Universo. Tzeentch conspira e intriga para lograr sus
propios e inimaginables fines, algunas veces apoyando las causas mortales u oponiéndose a ellas, pero
manipulando siempre las complejas bifurcaciones del destino que guardan los secretos de la vida y la muerte.
Dado que los planes de Tzeentch son tan retorcidos es imposible adivinar cuál es su verdadero propósito. Sus
maquinaciones invariablemente resultan ser mucho más sutiles y complejas de lo que pueda parecer a
primera vista, e incluso sus seguidores más fieles llegan a descubrir demasiado tarde que no son más que
peones en el juego cósmico de los dioses. Tzeentch también es el dios de la energía mental y la magia - las
mismísimas fuerzas puras del cambio. Tzeentch se alimenta de la necesidad y el deseo de cambio que es
parte esencial de la naturaleza humana. También es parte de la naturaleza de enanos y elfos, pero no de una
forma tan amplia como en los humanos, que son mucho más volubles y ambiciosos. Todos los hombres
sueñan con la riqueza, la libertad y un mañana mejor. Estos sueños no son exclusivos de los más pobres o
desfavorecidos, ya que incluso los más ricos sueñan con aumentar su buena fortuna o mejorar su status.
Todos estos sueños crean un poderoso ímpetu de cambio, y las ambiciones de una nación crean una fuerza
que puede cambiar la historia. Tzeentch es la personificación de esa fuerza.

Tzeentch es el mayor mago de los Poderes del Caos. La Magia es el más poderoso de todos los agentes del
cambio, y aquellos que la usan están entre los más ambiciosos y hambrientos de poder. Muchos Campeones
de Tzeentch son también hábiles hechiceros, mientras que otros de sus seguidores reciben poderosos
artefactos u objetos mágicos de su Patrón. Algunos Demonios de Tzeentch son criaturas hechas de energía
mágica, y a menudo parecen transparentes o relucientes con un brillo interior. Los Demonios Menores, u
Horrores, lanzan conjuros a la vez que se mueven, mientras que los Incineradores proyectan llamas
multicolores de magia pura. Los Grandes Demonios, los Señores del Cambio, son más substanciales y sus
propios pensamientos aparecen como una bruma multicolor que gira alrededor de sus cabezas. Toda esta
magia da a los seguidores y Demonios de Tzeentch una apariencia colorista muy distintiva.

Tzeentch también es el Gran Conspirador, el maestro de las intrigas. Dado que está al corriente de los sueños
y planes de los mortales, es capaz de predecir el curso probable que el futuro tomará. Tzeentch percibe cada
evento y cada intención, y con esta información su poderosa mente puede deducir cómo influirá cada
acontecimiento en el futuro. Tzeentch no se contenta meramente con contemplar el drama de la historia
desarrollándose ante sus ojos. Tiene sus propios propósitos, aunque es imposible explicar cuales son. Sus
intenciones son complicadas, sus tramas altamente sofisticadas y sus planes a un plazo increíblemente largo.
Quizás tiene la intención de derrocar a los otros Poderes del Caos, o extender su dominio sobre los reinos
mortales. Sea cual sea su fin último, intenta conseguirlo manipulando las vidas de los hombres, alterando el
curso de la historia. Ofreciendo magia y poder puede reclutar a gente influyente para su causa, afectando a
las vidas de millares de una sola vez. Sin embargo, pocos de los planes de Tzeentch son tan simples, y
algunos incluso parecerán contradictorios con otros, o contra los intereses de Tzeentch. Sólo el Señor del
Cambio puede ver las ramificaciones de los futuros posibles como multicolores bolas de hilo que se
desenredan ante él. La piel de Tzeentch oscila con rostros en continuo cambio, que contemplan y se ríen de
cualquiera que las mire. Cuando habla, estas caras a menudo repiten lo que dice con sutiles pero importantes
diferencias, o añaden comentarios que arrojan dudas sobre lo que el dios ha dicho. Esto hace muy difícil
interpretar exactamente lo que Tzeentch está diciendo. Estos rostros aparecen y desaparecen muy rápido,
aunque la verdadera cara del dios nunca cambia. El firmamento que rodea a Tzeentch está sobrecargado de
magia. Fluye como humo líquido alrededor de su cabeza, formando intrincados caminos. Formas de personas
y lugares aparecen en el humo mientras la mente de Tzeentch contempla sus destinos.

En el Imperio existen muchos Cultos del Caos adoradores de Tzeentch, a pesar de los continuos intentos de
la Inquisición por erradicarlos. Muchos de estos cultos se formaron específicamente para practicar la
hechicería, para llevar a cabo experimentos psíquicos, o para extender la influencia de las fuerzas arcanas de
alguna otra forma. Los adoradores de Tzeentch, inspirados por el propio Maestro de la Manipulación, son muy
difíciles de descubrir, mientras que los sofisticados y retorcidos y sofisticados planes que traman son
diabólicamente astutos, sumamente insidiosos y completamente malignos.

Tzeentch posee el aspecto más extravagante e inquietante de todos los Dioses del Caos. Su piel está en
continua ebullición mostrando cientos de caras, las cuales miran de soslayo y se burlan de aquellos que les
miran. Cuando Tzeentch habla, estas caras repiten sus palabras, normalmente con sutiles pero importantes
diferencias de significado. Tzeentch es casi tan poderoso como Khorne, pero su poder adopta una forma muy
diferente. Tzeentch es el señor de la magia y la sutilidad. Es Tzeentch quien mantiene el Reino del Caos fuera
del tiempo y el espacio, y es él quien intenta diseñar el destino del universo material. Sus conspiraciones son
complicadas e interrelacionadas, y es el principal arquitecto de las alianzas secretas entre los Dioses Oscuros.
Todo Poder del Caos tiene su número opuesto, un Poder que encarna la antítesis de sí mismo. Tzeentch es el
adversario eterno de Nurgle. Su energía viene de la excitación y el deseo del cambio, de forjar el destino de
cada uno, cambiar la suerte y lograr poder. Esto está bastante alejado de Nurgle, cuyo poder viene del
abatimiento, la decadencia y la desesperación

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