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CUBIERTAS

José María Alcázar Pastor

Al hablar de los aleros de nuestro pueblo es hablar de sus cubiertas, de sus casas, y
como dice Giovanni Papini, en su Historia de Cristo: “Edificar una casa es una acción santa
y grande; es dar refugio contra el invierno y la noche, un ascender a lo lato. ¿Pero edificar
un alma, construir con piedras de verdad! Cuando se habla de “edificar” no se ve más que
un verbo abstracto, gastado por la costumbre. Edificar en el sentido ordinario, quiere decir
obra de albañil. ¿Quién de vosotros ha pensado nunca en todo lo que es menester para
construir, para construir bien, para hacer una verdadera casa, una casa que se sostenga, que
esté asentada en tierra con las paredes maestras a plomo y el techo que no deje pasar el
agua? Y todo lo que es menester para edificar: piedras escuadradas, ladrillos bien cocidos,
vigas no carcomidas, cal de buena hornada, arena fina y no terrosa, cemento no envejecido
ni disipado. Y poner en su sitio cada cosa, con vista y paciencia; hacer ensamblar las
piedras unas contra otras; no poner demasiada agua en la argamasa, tener húmedos los
muros; saber rellenar las hendiduras y pulir convenientemente el enyesado. Y la casa sube,
día tras día, al cielo; la casa del hombre, la casa donde llevará a su mujer, donde nacerán
sus hijos, donde podrá hospedar a su amigos”.
Esta casa que sube, día tras día, al cielo tiene un límite que es su cubierta y su alero
que la protege del tiempo día y noche, calor y frío, lluvia y nieve, etc..
Nuestra cubierta realizada con teja mala llamada árabe, término que hay que
desechar, por la cantidad de nombres que tiene y elegir otro que sea un poco más
ecuménico.
Decimos que la teja no es árabe porque tiene su origen netamente romano y está
extendido a lo largo y ancho del que fue su Imperio y allí donde los herederos de los
antiguos romanos la llevaron, como es el caso de América a donde la llevaron los
españoles.
La cubierta antigua (la romana) necesitaba dos clases de tejas: la teja grande y
plana, como losa de un canal, la tégula y para cubrir la junta de dos tégulas, las tejas de
canal llamadas por ellos imbrices.
Esta ímbrices se agrandaron y son las que se emplean, por su facilidad de
construcción y fabricación.
Esta teja es pesada, aguanta el viento; se pone y se levanta fácilmente, por cuyo
motivo el dueño puede repasar su propio tejado sin necesidad de albañiles.
La casa de Cehegín tiene tres plantas, la baja como almacén; y cuando tiene
sótanos, para bodega, cosa muy minoritaria (pues se piensa que la tierra es para los
muertos). La primera planta, llamada comúnmente principal, es la vivienda propiamente
dicha. Y la segunda la cámara, para secar los productos de la huerta (panizo, judías, trigo,
almendras, etc.. Todo ello va cubierto por la teja con el sistema que vamos a describir.
Nombres de estas tejas: árabe, de cañón, cónica, lomuda, acanalada, de canalón,
loreña, troncocónica, imbrix.

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En primer lugar se colocan los rollizos a cincuenta y cinco cm de separación,
alternando en los apoyos partes gruesas con las finas (invertir entre si los rollizos), y se
fijaban las puntas con el mismo material de la pared.
A continuación se seleccionaba la caña y cortaban las puntas dejando las liceras
para hacer una cubierta de zarzo “in situ”, atadas con las lías a los rollizos. Los recortes de
las cañas y brozas servían para hacer el alcatifado.
Una vez formado el piso, se empieza a preparar el alero de teja, después de hacer el
alero general de obra según los distintos diseños. En primer lugar se coloca la teja “abocá”
que es la que va a definir el reparto general del tejado y a continuación la “meaera” o
saliente que es la que más vuela hacia la calle, cuando esta meaera se queda en línea con
abocá se llama “meaera capá”; esta meaera es la que da principio al “río”, entre dos ríos las
tejas toman el nombre de “caballón” y donde termina en la limatesa se llaman lomera o
cumbrera, en su extremo se coloca la “pajarera”.
El conjunto de ríos que terminan las meareas que cuando llueve dan lugar a las
canaleras, que según el ruido producido indica la intensidad de las lluvias. Pero estos aleros
cuando adquieren realmente su belleza, es con los chuzos al helarse el agua de las canaleras
y toma distintas formas el hielo colgante, como si fuera un dosel entrelazado de múltiples
juegos.
Una vez realizado el replanteo a partir de las “meaeras” se empiezan por colocar los
ríos, con un cordel a escuadra para la alineación del río, estas tejas se reciben con “tierra de
tez” a la que a veces se adiciona un poco de yeso para aumentar su maleabilidad.
Entre cada dos ríos se suelen rellenar con los siguientes materiales:
a) Las puntas de las cañas cortadas para realizar el tejado.
b) Alcatifas de broza.
c) Antiguamente con zuros.
d) Y por último con trozos de la teja en mal estado.

Siempre antes de colocar la teja se golpea para saber si tiene fisuras y el sonido nos
dará la que es buena o mala, la que sale mala se rompe para retenerla en el relleno entre los
ríos y se suplementa con “tierra de tez” amasada con un poco de yeso, aunque
modernamente se realiza con mortero pobre de cemento o cal. Estos morteros deben de ser
pobres para evitar que en su fraguado “tire” de la teja y la rompa no ejerciendo de esta
forma su acción protectora de la lluvia o nieve.
Los caballones se colocan con la teja a “galga” para que se vean perfectamente
alienadas las juntas de los distintos caballones.
Cuando se deja la cubierta sin recubrir por su parte inferior con las cañas vistas se
llama “Cubierta a Teja Vana”, es decir que da directamente sobre la habitación de uso, que
es normalmente como se han hecho hasta la fecha las cubiertas, puesto que modernamente
se hacen sobre forjados con formación de pendientes independiente para la teja que ya
forma la cubierta normal, con múltiples sismas que se emplean hoy día y que se sale del
tema.
Las lomeras del extremo de la cubierta y cumbreras se rejuntaran todas las tejas con
mortero de cal, aunque es costumbre hacerlo con yeso, para evitar que el viento las mueva.
El encuentro de la lomera medianil con el alero se llama “martillo” por la forma que
tiene al volar el ladrillo macizo 3 centímetros y sacar la escuadra del alero con la lomera
para evitar los chorreos del agua de lluvia.
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Como vemos los aleros en sus distintas formas tienen como misión proteger las
fachadas de la lluvia, sin embargo en Cehegín el propietario quiere destacar su fachada
junto al escudo nobiliario que la forma y el vuelo del alero. Vuelos que son todos distintos
en su forma al mirarlos a lo largo de nuestra calle Mayor.
Por lo tanto, son un motivo de gran valor estético y decorativo, ya que aquí no
llueve lo suficiente para que sean funcionales, son sobre todo decorativos y denotan la
personalidad del propietario, se dice “que la fachada refleja la cara de su amo; a tal fachada
tal propietario”.
Por norma general las cubiertas son a dos aguas, con cumbreras paralelas a fachada,
cuando no son paralelas, para buscar el nivel de la cumbrera “abanican” el faldón de
cubierta. Los aleros se resuelven de dos formas o de albañilería o en madera los menos.
Los de madera se resuelven generalmente por medio de canecillos, que son unas
escuadrías horizontales de mucho vuelo y gran valor decorativo solucionándolos con
influencias mudéjares o de influencia italiana.
Los canecillos son escuadrías de madera rectangulares, con volutas en forma de S de
mayor o menor simplicidad. Entre cada dos canecillos se implantan los rosetones o
artesones más o menos complicados en el trabajo o pintados.
Los canalones de cinc, siempre son volados ya que nunca pueden ser ocultados,
apoyados en horquillas de hierro forjado, el desagüe de los canelones siempre son
verdaderas obras de arte, con gargantillas de caprichosos recortes en el cinc.
Los aleros de estas cubiertas cuyo fin primordial sería la de proteger las fachadas y
los yesos de jaboncillo de sus fachadas, para evitar los arrastres del calor, cobran a veces
tanta importancia que es la que le da la personalidad a la casa.
Personalidad que a veces creo que es más sentido decorativo, que apenas tiene
justificación en este clima mediterráneo, si bien, puede suceder que sirva para destacar al
propietario de la misma ya que ninguno tiene igual forma.
Hay de todo tipo de aleros de madera, con influencias italianas y reminiscencias
mudéjares como nuestra Concepción del siglo XVI por las tallas de los canecillos.
La mayor parte de estos aleros, tienen canalones volados ante la dificultad existente
para ocultarlos; son canales de cinc que aun hoy día fabrica con verdadero arte mi amigo
Ramón Guirao, estas canales descansan en fuertes horquillas de hierro forjado y están
combinadas con gárgolas, todas ellas de cinc, en diversas formas cuyas gargantillas se
hacen con caprichosos recortes.
Sin embargo los aleros dominantes en el Barroco Murciano, se consiguen a base de
un aparejo saliente de ladrillos con la forma deseada según diseño y después con pasta de
yeso y terraja se les da forma definitiva.
Como nota final la gran definición de los aleros de Cehegín que nos ofrece el
escritor Francisco Alemán Sainz en su obra “El libro de Cehegín”:
Van desapareciendo, entre otras cosas, los aleros de Cehegín, protegidos por los
tejados, aladas casas de la ciudad que ponían ante la mirada , echada la cabeza hacia atrás,
la gran visión de esta línea volante.
Como los alerones del avión, una gran parte de estos aleros de Cehegín ha levantado
el vuelo, ha desaparecido, ya no están allí.

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VOCABULARIO

ROLLIZO: Madero de pino descortezado con longitud constante para una crujía de 3 / 5
metros. Se solían pedir por palmos de 18 a 22 palmos. Su longitud era proporcional grueso,
por lo que daba su edad. (DRAE)

LIAS: Soga fina de esparto verde, tejida en forma de trenza. (DRAE).

LICERA: Caña común, gruesa despuntada. (VDMu).

ALCATIFA: Broza o relleno que se echa entre las tejas. (DRAE).

ZARZO: Tejido de caña licera que forma una superficie plana. (DRAE).

TIERRA DE TEZ: Láguena pastosa. (Voz especial de la zona).

ZUROS: Alma que queda de la panocha al desgranar. (VNM).

GALGA: Madera de longitud de 2 /3 de la teja con un tope que sirve de apoyo al extremo y
principio de la teja siguiente. (Voz especial de la zona).

MARTILLO: Encuentro en el medianil entre el alero y la lomera. (Voz especial de la zona).

MEAERA: Teja última que forma alero y da lugar a la canalera. (Voz especial de la zona).

TEJA VANA: Dícese de la cubierta que es directa a la formación de su pendiente por los
rollizos y no existe cámara intermedia entre la habitación-cámara o falsas. (DRAE).

FALSAS: Cámara bajo cubierta que se usa de almacén. (VNM).

BIBLIOGRAFÍA.

Papini Giovanni, “Historia de Cristo”.

Alemán Sáinz, F, “El libro de Cehegín”.

DRAE: Diccionario de la Real Academia Española.

VDMu: “Vocabulario del Dialecto Murciano”, de García Soriano.

VNM: “Vocabulario del Noroeste Murciano”, de Gómez Ortín, Francisco Javier.

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