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El Mercado de Futuros es aquel en el que se tranzan contratos en los cuales las partes se
comprometen a comprar o vender en el futuro un determinado bien (producto agrícola, mineral,
activo financiero o moneda), definiendo en el presente la cantidad, precio y fecha de vencimiento
de la operación.
Por ejemplo, si usted compra un contrato de un producto en enero que tiene vencimiento en mayo,
a un precio de $ 1.000, significa que se compromete a recibir una cantidad predefinida de ese
producto en la fecha de vencimiento, por la cual deberá pagar $ 1.000.
En la práctica, un porcentaje muy pequeño de todos los contratos de futuros llegan al vencimiento,
dado que en cualquier momento antes de esa fecha, el compromiso de comprar o vender puede ser
extinguido realizando la operación inversa en la Bolsa. En ese caso, la diferencia entre el precio al
que fue abierto el contrato y el precio al que se realizó la operación inversa representa la utilidad o
pérdida de su participación en futuros.
1. Hedgers: Son aquellos agentes que desean protegerse de los riesgos derivados de
eventuales fluctuaciones en los precios de los productos que lo afectan, de los instrumentos
financieros que conforman sus activos, o de las monedas extranjeras en que han pactado
sus transacciones o compromisos. En consecuencia, los hedgers son adversos al riesgo.
2. Inversionistas en general: Son agentes que están dispuestos a asumir el riesgo de la
variabilidad en los precios, motivados por las expectativas de realizar una ganancia de
capital. El reducido monto de inversión necesario para operar en este mercado es un
incentivo para los inversionistas que desean actuar en él.
En este mercado, los participantes ya tienen información acerca de las características del
producto y pueden decidir con seguridad si comprar o vender el activo financiero en
cuestión.
Este segmento de negociación debe respetar el anonimato de las partes que intervienen en
la operación y la transparencia de sus precios. Además, debe exigir un mínimo de liquidez
debido a que hoy en día no se produce, y esto hace que el coste en las operaciones sea
mayor ya que la diferencia entre el precio de compra y el precio de venta, en algunos casos,
es muy elevada e incide directamente en el volumen negociado del activo y en su
capitalización, además de que traslada al inversor este coste y hace más difícil obtener un
beneficio en la operación.
COMPAÑIAS OFFSHORE
Una sociedad offshore es una empresa cuya característica principal es que están
registradas en un país en el que no realizan ninguna actividad económica. Los países en
los que están radicadas suelen ser paraísos fiscales, para beneficiarse de las ventajas fiscales
que éstos ofrecen. Las personas extranjeras que controlan la sociedad utilizan el paraíso
fiscal como domicilio legal. A grandes rasgos, tres son las grandes ventajas que
aporta: protección de activos, confidencialidad y privacidad, y ventajas fiscales.
Respecto a estas últimas, los tributos que pueden evitarse con una sociedad offshore se
encuentran el impuesto de sucesiones, el del patrimonio, los impuestos al consumo o el de
la renta. Mientras que los costes se reducen a una cuota de registro, que los sitios
especializados cifran entre 200 y 600 dólares al año. Además de un coste de constitución
que tampoco suele exceder de los 1.000 dólares.
Por ejemplo, podemos optar por Belice, un país del Caribe Centroamericano que se ubica
entre México y Guatemala. Así se resumen las ventajas que acarrea: «No pagará ningún tipo
de impuesto al gobierno de Belice incluyendo el Sello de aduana, el único pago será una
tasa anual mantenimiento de la compañía que será de 595 euros, fácil y rápida constitución
de la sociedad, en 24 horas podríamos tener su corporación. No hay que registrar cuentas,
las cuentas no son auditadas, no hay registro público del accionista».
Para actuar dentro de la ley, una empresa offshore debe cumplir ciertas condiciones: en
primer lugar, los directores de la sociedad no deben tener su domicilio en el país de la sede
social. La empresa no podrá ejercer actividades comerciales en este país y no utilizar la
mano de obra local. Por contra, sí se permite tener un representante de la compañía en el
sitio. La sociedad no podrá utilizar la economía de los países de acogida, en particular, en
materia de inversión, subsidios y transferencias bancarias.
Varios territorios han sido etiquetados por el Fondo Monetario Internacional como centros
financieros offshore. Los siguientes son los que están siendo evaluados por la entidad para
mejorar criterios como la transparencia y la cooperación: Andorra, Anguila, Aruba,
Bahamas, Belice, Bermuda, Islas Vírgenes Británicas, Islas Caimán, Islas Cook, Chipre,
Gibraltar, Guernsey, Isla de Man, Jersey, Liechtenstein, Macao, Malasia, Mónaco,
Montserrat, Antillas Holandesas, República de Paulau, Panamá, Samoa, Seychelles,
Vanuatu.
Las motivaciones. Quienes recurren a la creación de estas empresas, suelen evitar el pago
de impuestos. Sin embargo, también pueden facilitar la preservación de patrimonio en caso
de herencias y divorcios. En otros casos, los dueños o creadores de offshore administran en
ellas dinero cuyo origen es ilícito.
Los delitos. Las empresas ‘offshore’ se crean generalmente para administrar las ganancias
de empresas con base en otros países, pero el secreto bancario con el que protegen esos
ingresos permite el blanqueo de dinero, el lavado de activos, etc.
El control. Los esfuerzos por controlarlas han llevado a la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) a señalar a los paraísos financieros para una vigilancia más estricta. Los más
próximos al Perú son Panamá, Aruba, Bahamas, Bermuda y Belice.