La Iglesia en la edad media Luces y sombras debía lucir durante su castigo siempre que saliera a la calle) o, en muchos casos,
iera a la calle) o, en muchos casos, la muerte en
Cisma de Oriente y Occidente: el Gran Cisma
Se conoce como Cisma de Oriente y Occidente, o Gran Cisma, a la separación de la Iglesia
católica romana de Occidente y la Iglesia ortodoxa de Oriente, producida en el siglo XI
(1054).
El Gran Cisma fue en realidad el resultado de un largo período de relaciones difíciles entre
estas dos Iglesias. Las causas que desencadenaron este hecho fueron, principalmente, las
disputas sobre la autoridad papal.
Luego de esta división la Iglesia adoptó diferentes líneas doctrinales, teológicas y hasta
lingüísticas (la Iglesia ortodoxa estableció el griego como idioma oficial, mientras que la
Iglesia católica romana hizo lo propio con el latín).
Las universidades
La Iglesia, por misión divina, se preocupó desde su origen por la educación completa del hombre.
La Alta Edad Media fue una época de estupenda vitalidad artística e intelectual. El periodo fue testigo del
crecimiento de las instituciones educativas, un renacimiento del interés por la cultura antigua, un
despertar del pensamiento teológico, el resurgimiento de la ley, el desarrollo de una literatura vernácula
y una explosión de actividad en el arte y la arquitectura.
Las universidades, tal como las conocemos en la actualidad (con catedráticos o profesores, estudiantes y
grados académicos) datan de la Alta Edad Media. La palabra universidad se deriva de la palabra latina
"universitas", que significa corporación o gremio, y hacía referencia a un gremio de maestros o estudiantes.
Las universidades medievales eran gremios educativos o corporaciones que formaban personas instruidas
y capacitadas.
La educación en la Alta Edad Media era impartida, sobre todo, por el Clero.
La Iglesia funda ¡unto a los templos y monasterios las primeras escuelas y centros de ciencias y artes
(arquitectura, escultura, pintura y música). Estas escuelas fueron semejantes a nuestros actuales colegios.
Para tener una idea del legado de la Iglesia en esta materia, vemos por ejemplo que, de las 40 universidades
existentes el año 1400, 31 de ellas fueron fundadas por la Iglesia: La Sorbona (París), Bolonia y Salerno
(Italia), Palencia y Salamanca (España), Cambridge y Oxford (Inglaterra).
En años posteriores, funda en Latinoamérica las universidades de San Marcos (Perú-1551) y Santo Tomás
(México), entre otras. Al amparo de las universidades nacieron dos corrientes de pensamiento de gran
influencia en toda la historia posterior de la Iglesia: La mística y la escolástica. Esta tuvo su principal
representante en Tomás de Aquino (1225-1274)
La Inquisición
La Inquisición nace cuando el poder civil y el religioso colaboran en la búsqueda (i n q u i s i t i ó )
de los herejes. Gregorio IX establece en 1231 el Tribunal de la Inquisición, que depende
directamente del Papa, y se lo confía a los dominicos y franciscanos.
En España, en el siglo xv, la Inquisición, organizada por fray Tomás de Torquemada (1420-
498) —él mismo, judío convertido—, persiguió duramente a los falsos conversos. Se trataba
de judíos que habían aceptado bautizarse por conveniencia, pero que seguían practicando su
religión, y de protestantes, a los que también se persiguió y reprimió.
A los acusados se les interrogaba, a veces mediante tortura, y las condenas eran muy diversas:
destierro, multas, cárcel, llevar el sambenito (una vestimenta infamante que el condenado
la hoguera.
De todas formas, y aunque no pueda servir como justificación, hay que tener presente la
mentalidad de aquellos hombres, que consideraban la fe católica como el máximo bien y la
herejía como el peor de los delitos.
Los actos públicos en los que comparecían los acusados y en los que se proclamaba la sentencia
recibían el nombre de "auto de fe".
A partir del siglo XVIII la actividad de la Inquisición fue disminuyendo, en parte por la
disminución de las denuncias, en parte por la mayor tolerancia de los jueces. Fue suprimida en
todos los dominios españoles por las Cortes de Cádiz en 1813, y por Real Orden quedaría
definitivamente suprimida en 1820.
Las órdenes mendicantes
El ideal de la vuelta al Evangelio va a suscitar una nueva forma de vida religiosa, las órdenes
mendicantes. Estas se pueden definir como agrupaciones de hombres cuyo fin principal era vivir
su fe y religiosidad, alejados del mundo y sin jerarquías u ordenamientos propios de la gran
institución eclesial católica.
Fueron llamadas así porque vivían de limosnas y tenían como eje común el desprendimiento
manifiesto de los bienes materiales. Las principales órdenes mendicantes de la Edad Media
fueron las de los Franciscanos, los Dominicos, los Agustinos y los Carmelitas.
Estuvieron además asociadas con la predicación, intervinieron en diverso grado en las universi-
dades y en consonancia con todo ello, sus conventos se hallaban situados en lugares que eran
centro de un mayor dinamismo: las ciudades.
Dentro de estas organizaciones estaban las llamadas órdenes de predicadores, que tenían por
objeto preparar y enviar predicadores que no cobraran por su trabajo y vivieran pobremente.
Dentro de estas órdenes están considerados los Dominicos, cuyo fundador fue Santo Domingo
de Guzmán. Los hermanos predicadores vivían pobremente en pequeñas comunidades urbanas,
repartiendo sus actividades entre la predicación y el trabajo intelectual.
En referencia con el espíritu de las comunidades populares, la organización de las órdenes es
democrática. Los cargos son electivos y temporales. Tan solo el maestro general es elegido
para toda la vida.
Durante la Edad Media, las órdenes mendicantes no dispusieron de las rentas de las grandes
abadías, sino que obtuvieron sus medios de subsistencia gracias a las limosnas. Sus funciones
estaban especialmente dirigidas a las gentes de las ciudades, a los miembros de las
corporaciones y de las universidades. Pero al pertenecer a la Iglesia católica, igualmente
fueron encargados por el Papa de la represión de la herejía y les fue confiada la
responsabilidad de la Inquisición.
Las Cruzadas
Fueron expediciones militares organizadas por los cristianos contra los musulmanes, con el fin
de recuperar la Tierra Santa. En esta empresa intervinieron, más o menos, todos los príncipes
y pueblos del Occidente cristiano. Por ser una empresa común de toda la cristiandad, el papel
directivo de las mismas recayó en los Papas, que concedieron gracias espirituales
extraordinarias e impulsaron a los príncipes cristianos a que las organizasen.