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La pobreza en Colombia:

medidas de equivalencias de escala y la


dinámica del ingreso per cápita del hogar
Investigadora: Natalia Millán Uribe

[]

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I. Introducción

Los estudios de pobreza, especialmente aquellos enfocados en su inciden-


cia (v. gr., el porcentaje de personas que se encuentran bajo una designada
línea de pobreza), son por naturaleza normativos y están basados en una

función de bienestar social escogida según políticas específicas . La po-
breza es un término creado por el ser humano, no puede ser científica-
mente medida y cualquier definición es de por sí arbitraria. Por ejemplo,
las líneas de pobreza frecuentemente son designadas en términos de po-
breza relativa –en este sentido está relacionada con la distribución del
ingreso–; una línea de pobreza relativa puede representar el % del va-
lor de la media o la mediana del ingreso per cápita de una población. De
antemano se diría que en el caso de países en desarrollo como Colombia
–donde, además de la pobreza relativa, claramente existe la pobreza ab-
soluta, y el índice de pobreza medido con la línea de pobreza calculada
por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, está
por encima del %– puede tener más sentido usar líneas de pobreza

absolutas que usar líneas relativas . Sin embargo, escoger una línea de
pobreza absoluta basada en el ingreso mínimo considerado adecuado
para satisfacer necesidades “básicas” sigue siendo arbitrario, al igual que
una línea relativa (estas necesidades básicas son también escogidas arbi-

. Cuanto más cóncava es esta función, más peso es puesto sobre la pobreza (Kaplow,
Sen).
. En un país desarrollado como los Estados Unidos, la línea de pobreza relativa es
bastante útil en el sentido de que la definición de la pobreza tiende a variar más con los
cambios en el estándar de vida y la distribución del ingreso, que en un país como Colombia.
Sin embargo, Sen argumenta la teoría de “relative deprivation” o que las personas no evalúan
su bienestar exclusivamente con respecto al consumo o ingreso absoluto, sino también al
relativo, comparándose con su vecino o con lo que, según las normas de la sociedad en que
vive, es considerado como una vida digna y de estándar adecuado.



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trariamente, pues lo que es considerado como una necesidad básica puede


variar según esquemas culturales y socioeconómicos).
Pero aun si una sociedad logra establecer una línea de pobreza con
la cual está satisfecha, aunque sea arbitraria, ésta no logrará capturar el
fenómeno en su totalidad pues al estimar la pobreza en términos de in-

greso (o aún en términos de consumo ), hay que tener en cuenta que es
un fenómeno mucho más complejo que no se puede capturar con una
sola variable. La pobreza no es homogénea, es un fenómeno social
multidimensional, cuya definición varía según género (por ejemplo, las
mujeres tienden a enfatizar más la salud y la violencia), edad, cultura,
localización geográfica, y otros contextos sociales y económicos (Narayan
et al., ). Una variable como el ingreso jamás lograría capturar la
complejidad de la pobreza. Adicionalmente, las personas que se encuen-
tran por encima pero muy cerca de una determinada línea de pobreza
quedan por fuera del análisis al no ser consideradas como pobres. Este
hecho puede ser particularmente grave. La pobreza es un estado diná-
mico, es decir, muchos de quienes se encuentran un poco por encima de
la línea de “pobreza” se podrían considerar pobres en el sentido de que
son especialmente vulnerables a la pobreza.
No obstante, aunque las medidas por línea de pobreza no siempre
son las más adecuadas para la investigación y el análisis político, los es-
tudios enfocados en la incidencia de pobreza son útiles para la comuni-
cación con el público ya que estas medidas son bastante claras, específi-
cas y fáciles de entender (Kaplow). Igualmente, las encuestas de ingresos
(a diferencia de las de consumo o tenencia de activos, por ejemplo) se
hacen con bastante frecuencia y de esta manera son útiles para dar una
aproximación del bienestar de una población a través del tiempo. Así, en
este estudio se utilizan tanto el ingreso de los hogares (basado en la En-
cuesta Nacional de Hogares, ENH) como las líneas de pobreza designa-
das por el DANE.

. El consumo de una persona, más que su ingreso, da una mejor idea de su estado de
bienestar, dado que es una medida más directa del bienestar. Por ejemplo, una persona que
tenga un nivel de ingreso considerablemente alto puede que no logre transformar este ingre-
so en bienestar, si a su vez es drogadicto y no logra cubrir ciertas necesidades por el consumo
de drogas.

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La pobreza en Colombia

Sin embargo, este estudio trata de aproximarse más a la pobreza


“verdadera” utilizando dos métodos. El primero mide el ingreso per cápita
de los hogares con economías de escala y escalas de equivalencia, con el
fin de aproximarse más a la capacidad de un hogar para convertir sus
recursos en bienestar. Vale la pena destacar que aun estas medidas si-
guen siendo arbitrarias, pero intentan corregir el sesgo que se crea al
suponer que el ingreso per cápita de un hogar en términos absolutos es
un buen estimador de su bienestar. El segundo método examina el in-
greso per cápita de los hogares a través del tiempo según características
del jefe del hogar, analizando la pobreza como un fenómeno dinámico
que varía según el ciclo de vida de un hogar.

II. Economías de escala y escalas de equivalencia

Los estudios de pobreza en Colombia basados en ingreso monetario rea-


lizados hasta el momento no tienen en cuenta las economías de escala
con las que se beneficia una familia multipersonal —por ejemplo, cua-
tro personas pueden alcanzar el mismo bienestar que
un hogar unipersonal con un menor ingreso per La pobreza es un estado
dinámico, es decir,
cápita—. Esto se debe a que el hogar multipersonal muchos de quienes se
puede compartir, por ejemplo, una cocina y un baño encuentran un poco por
por el mismo costo del hogar unipersonal o, en el encima de la línea de
ejemplo de un hogar de cuatro personas, por menos “pobreza” se podrían
considerar pobres en el
de cuatro veces el costo del hogar unipersonal. Igual- sentido de que son
mente, los estudios de pobreza no han tenido en especialmente vulnera-
cuenta las diferencias en la composición demográfi- bles a la pobreza.
ca (en términos de edad y sexo) de los hogares. Su-
poner que todos los hogares tienen la misma composición demográfica
(que todos los hogares equivalen a un hogar promedio) no corrige el
hecho de que los niños requieren menos ingresos para alcanzar el mis-
mo nivel de bienestar que un adulto, especialmente en términos de nu-
trición, ni que puede haber diferencias en el ingreso requerido por un
hombre o por una mujer para satisfacer las mismas necesidades básicas.
¿Qué tan sensibles son los índices de pobreza y desigualdad del in-
greso en Colombia a ajustes por economías de escala y equivalencias de



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adultos? En esta sección se calculan medidas de pobreza y desigualdad


que se controlan por economías de escala y equivalencias de adultos, y se
hace un análisis de sensibilidad, es decir, se comparan estas medidas con
aquellas sin estas correcciones. La idea no es necesariamente establecer
nuevas medidas de pobreza sino más bien enfatizar el hecho de que las
medidas de pobreza basadas en el número absoluto de miembros de un
hogar pueden llevar a un sesgo hacia arriba que se debe corregir, dada
una definición (de por sí arbitraria) de pobreza.
Vale la pena destacar que una de las muchas definiciones de la po-
breza es la carencia de un logro mínimo de capacidades (Sen, ). Pero
tener cierta cantidad de recursos no significa alcanzar cierto nivel de
capacidades, ya que pueden existir variaciones a través de individuos en
la conversión de estos recursos en capacidades. Por ejemplo, existen di-
ferencias en la conversión de alimentos en nutrición debido a diferentes
metabolismos: género, edad, embarazo, clima, ambiente, enfermedades
parasitarias, etc. Así, sería ideal corregir los ingresos per cápita de todos
los hogares por su capacidad de convertir estos ingresos en bienestar. No
obstante, dicha corrección requeriría una recolección de datos en extre-
mo extensa y específica. Igualmente, sería ideal
Las medidas de pobreza tener una medida de desigualdad de consumo den-
basadas en el número tro de los hogares –no se puede asumir que los
absoluto de miembros de hogares repartan sus recursos equitativamente
un hogar pueden llevar a
entre sus miembros–. Pero para tener una buena
un sesgo hacia arriba que
se debe corregir, dada medida de esta desigualdad de repartición de re-
una definición (de por sí cursos, además de encuestas de consumo, necesi-
arbitraria) de pobreza. taríamos estudios cualitativos y/o participativos,
para establecer si la repartición de recursos lleva a
desigualdades en bienestar entre los miembros del hogar. Por el momen-
to, las economías de escala y equivalencias de adultos intentan corregir
un poco las diferencias que existen en la conversión de ingresos moneta-
rios en bienestar.
Las medidas del ingreso per cápita que toman en cuenta las econo-
mías de escala según el tamaño del hogar y las escalas de equivalencia de
adultos según su composición demográfica, tratan de corregir el sesgo
que sucede al calcular el ingreso per cápita de los hogares simplemente

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La pobreza en Colombia

dividiendo el ingreso total por el número absoluto de personas. Utili-


zando economías de escala se intenta corregir la subestimación de in-
gresos de los hogares más grandes y/o con mayor proporción de niños
para así obtener una aproximación más cercana a su verdadero bienes-
tar, ya que es evidente que el ingreso monetario no es un estimador per-
fecto del nivel de pobreza, o bienestar de un hogar, pues el ingreso puede
ayudar a satisfacer necesidades, pero de por sí no define estas mismas
necesidades. Si en vez de dividir el total del ingreso de un hogar por el
número absoluto de los miembros que lo componen, se divide por lo
que se podría llamar el número de unidades de consumo (o sea, ajustan-
do el número absoluto de personas a sus equivalencias por escala y adul-
tos), se puede aproximar un poco al grado en que un ingreso puede sa-
tisfacer las necesidades de un hogar.
En el análisis de sensibilidad se utilizan tanto la escala de equivalen-

cia usada por la OCDE –la cual cuenta al primer adulto del hogar como
una persona, a cada adulto adicional como . y a cada niño menor de 
años como .– como las medidas elaboradas específicamente para Co-
lombia (área urbana) por Lasso (). Lasso estima el gasto requerido
para un nivel de bienestar equivalente en Colombia con un modelo
paramétrico basado en la Encuesta de Ingresos y Gastos de -, y
encuentra que es importante hacer ajustes por equivalencia de adultos,
es decir, los gastos que se requieren para llevar a un niño por encima de
la línea de pobreza son menores que los requeridos para llevar a un adulto
por encima de esta línea. En los gastos requeridos para llegar a un cierto
nivel de bienestar también influyen el tamaño del hogar, el sexo de sus
miembros, el porcentaje de personas ocupadas y la ubicación geográfica
(en este caso, ciudad).
De antemano se puede especular que la pobreza y la desigualdad del
ingreso deben cambiar significativamente cuando el ingreso per cápita
se calcula por economías de escala y escalas de equivalencia, dado que
las familias de los pobres tienden a ser más numerosas y también a estar

. Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Es importante desta-


car que dicha equivalencia de escala y adultos ha sido estimada para países desarrollados.

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La pobreza en Colombia


compuestas por más niños . Esto quiere decir que los ingresos de los
hogares pobres son especialmente subestimados cuando no se tienen en
cuenta las equivalencias de escala y de adultos al medir el ingreso per cápita,
pues el número absoluto de personas del hogar es relativamente alto en
comparación con el número de unidades de consu-
Se puede especular que
mo. También pueden resultar cambios en las medi-
la pobreza y la desigual-
das de pobreza y desigualdad del ingreso cuando, dad de ingreso deben
como estrategia para enfrentar una caída de ingresos, cambiar significativamen-
dos o más hogares se juntan para formar un solo ho- te cuando el ingreso per
cápita se calcula por
gar y de esta manera compartir gastos y beneficiarse
economías de escala y
de equivalencias de escala. Si esto ha sucedido frente a escalas de equivalencia,
la recesión, se puede esperar que los índices de pobre- dado que las familias de
za sean aún más sensibles a las medidas de ingreso los pobres tienden a ser
 más numerosas y tam-
por equivalencia de escala . Igualmente es posible
bién a estar compuestas
que la disminución de pobreza sea cada vez de menor por más niños
magnitud a través del tiempo, ya que el tamaño del
hogar colombiano ha disminuido debido a menores tasas de fecundidad;
lo anterior será más seguro si estos cambios en fecundidad se producen de
manera significativa en la parte baja de la distribución del ingreso, es decir
entre la gente pobre. Qué tan influyentes sean estos cambios sobre las me-
diciones de pobreza depende de cómo hayan variado estos cambios en el
tamaño de los hogares según la distribución del ingreso.
En términos de índices de pobreza, la sensibilidad de ajustes por
equivalencia de escala dependerá en gran medida de la elasticidad de la
pobreza, es decir, entre más familias numerosas y con niños se encuen-
tren cerca de la línea de pobreza más bajará el porcentaje de pobres al

medir sus ingresos de esta manera .

. Por ejemplo, en el , el tamaño absoluto promedio de los hogares que se encon-
traban bajo la línea de pobreza era de . y la edad promedio de estas personas era .,
mientras que estas mismas cifras para los no pobres eran . y . (Encuesta Nacional de
Hogares, cálculos de la autora).
. Claramente, juntarse más de un hogar en una sola vivienda puede resultar en haci-
namiento crítico, condición que deteriora el bienestar de las personas pero que no es tenida
en cuenta en las medidas de pobreza de este estudio.
. Es posible que la línea de indigencia sea aún más sensible a un ingreso per cápita
medido por equivalencias, si estos hogares son aún más numerosos y jóvenes.



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Resultados del análisis de sensibilidad


de economías de escala y escalas de equivalencia

El análisis de sensibilidad de economías de escala y escalas de equivalen-


cia se hace respecto a las áreas metropolitanas de las siete ciudades tradi-

cionales de la Encuesta Nacional de Hogares (ENH) para los años ,
, ,  y . Las líneas de pobreza que se utilizan son aquellas
calculadas por el DANE, basadas en las necesidades nutricionales per
cápita de un hogar promedio en términos de su composición por edad y
sexo. Por lo tanto, el hecho de que las líneas de pobreza se basen en un
hogar promedio causa sesgos en las medidas de pobreza, al asumir que
todos los hogares tienen la composición demográfica promedio. Como
estas líneas se midieron por las necesidades per cápita de dicho hogar
promedio, es importante destacar que no son las ideales para medir la
pobreza al tener cálculos de ingreso per cápita con equivalencias de es-
cala y adultos. Por esto las medidas de pobreza usando equivalencias de
escala de adultos y las líneas de pobreza del DANE se deben observar
solamente en términos de la sensibilidad de las líneas de pobreza a dicha
corrección. No se deben tomar en cuenta como
El hecho de que las líneas medidas de pobreza de por sí, dado que la línea
de pobreza se basen en un
de ingreso per cápita contra la cual se está midien-
hogar promedio causa
sesgos en las medidas de do la pobreza muy probablemente esté subesti-
pobreza, al asumir que mada para una medida con equivalencias de es-
todos los hogares tienen la cala y adultos, pues cuenta a cada individuo del
composición demográfica
hogar promedio como una persona, mientras que
promedio.
cuando se utilizan economías de escala y adultos,
únicamente el primer individuo es contado como tal, queriendo decir
que el ingreso requerido para que un solo individuo llegue a la línea de
pobreza debe ser mayor al ingreso per cápita requerido para que un ho-
gar multipersonal llegue a esta misma línea. Es decir, se está midiendo
un índice de pobreza con ingresos calculados con equivalencias de esca-
las y adultos frente a una línea de pobreza medida con un número abso-

. Barranquilla, Bucaramanga, Bogotá, Manizales, Medellín, Cali y Pasto.



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La pobreza en Colombia

luto de miembros del hogar, representando este número el tamaño del


hogar promedio.
La tabla  muestra preliminarmente los cambios que ocurren cuan-
do se mide la pobreza con equivalencias de escala. Por ejemplo, en tér-
minos del tamaño del hogar, la razón entre el tamaño de aquellos que
quedan por debajo de la línea de pobreza y los que quedan por encima es
mucho más alta cuando no se mide el ingreso per cápita con equivalen-
cias. Esta razón es de . sin equivalencias, y de . y . con equivalen-
cias de OCDE y Lasso, respectivamente. Lo anterior implica que al me-
dir el ingreso por equivalencias, el tamaño del hogar de quienes quedan
clasificados como pobres tiende a caer, mientras que el tamaño del ho-
gar de los no pobres tiende a subir a medida que algunas familias relati-
vamente numerosas que antes se consideraban pobres dejan de serlo. Si
las razones se miden en términos de unidades de consumo, no en el nú-

mero absoluto de los miembros del hogar , la razón de la medida con
equivalencia OCDE baja a .; el impacto de la equivalencia OCDE en
la medida de unidades de consumo del hogar es mayor para los hogares
pobres que para los no pobres debido a la existencia de hogares más
numerosos y jóvenes dentro de los considerados como pobres cuando la
pobreza es medida sin equivalencias. Sorprendentemente, dicha razón
de la equivalencia de Lasso permanece en ., pues las unidades de con-
sumo para los pobres y no pobres son equivalentes a la mitad de los
tamaños absolutos promedio de los hogares; es decir, la equivalencia de
Lasso tiene el mismo impacto sobre las unidades de consumo promedio
del hogar para los pobres y no pobres. Por último, se observa que la edad
promedio del hogar baja para los pobres y los no pobres con ambas equi-
valencias, siendo aún más baja para la equivalencia de Lasso.

. Si el ingreso per cápita se mide sin equivalencias, entonces el número de unidades de


consumo de un hogar es equivalente al número absoluto de sus miembros.



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La pobreza en Colombia

Tabla 1. Tamaño promedio, unidades de consumo y edad promedio para


hogares pobres y no pobres, según equivalencia, siete ciudades, 2002

Sin Equivalencia Equivalencia


equivalencias OCDE Lasso

Pobre No pobre Pobre No pobre Pobre No pobre


Tamaño
5.3 4.1 5.3 4.3 5.2 4.6
promedio hogar
Unidades de consumo
5.3 4.1 3.7 3.2 2.6 2.3
promedio hogar
Edad promedio 26.5 34.9 26.0 33.2 25.6 31.9

Fuente: Encuesta Nacional de Hogares, cálculos de la autora.

En la tabla  se puede ver que para los años , , ,  y
, las estimaciones del porcentaje de personas que se encuentran bajo
las líneas de pobreza del DANE cambian drásticamente al calcular los
ingresos per cápita con equivalencias de escala y adultos, tanto las esti-

madas por la OCDE, como por Lasso . El porcentaje de pobres baja es-
pecialmente con las equivalencias de Lasso para el año , donde solo
el % de los colombianos (en siete ciudades) son considerados como
pobres bajo esta equivalencia, mientras que esta cifra es cuatro veces más
alta si se calcula el ingreso per cápita con el número absoluto de perso-
nas del hogar. En los años  y , el cambio ya no es tan drástico,
pues la pobreza queda un poco por debajo de la mitad de lo que es sin
equivalencias; sin embargo, esto es todavía un gran contraste. El hecho
de que el cambio en pobreza sea menor en los años más recientes se
puede deber o a una elasticidad menos alta de la pobreza (menos hoga-
res que se encuentran cerca de la línea de pobreza y, entonces, menos

. Es importante tener en cuenta que las equivalencias de escala y adultos estimadas
por el modelo de Lasso se basan en la Encuesta de Ingresos y Gastos de -. De por sí,
estas equivalencias pueden variar a través del tiempo, lo cual indica la posibilidad de que
sean solo verdaderamente adecuadas para la ENH de . Habría que volver a estimar estas
equivalencias para otros años, pero hasta el momento no se ha hecho otra Encuesta de Ingre-
sos y Gastos para Colombia.



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hogares que al ser calculado su ingreso per cápita con equivalencias tras-
pasan esta línea) o a una más baja relación entre el número absoluto de
personas en el hogar y el número de unidades de consumo para los ho-
gares más pobres. Por lo tanto hay que destacar que lo más sorprendente
es el incremento en el índice de pobreza registrado entre los años  y
 cuando es medido con equivalencias de la OCDE; los otros dos ín-
dices muestran más bien una caída en la pobreza.

Tabla 2. Porcentaje de personas bajo la línea de pobreza,


con y sin equivalencias de escala y adultos, siete ciudades

1985 1991 1995 2000 2002


Sin equivalencias 53.5% 47.6% 42.9% 61.8% 58.5%
Equivalencia OCDE 28.6% 21.8% 26.0% 48.7% 45.0%
Equivalencia Lasso 23.8% 18.7% 12.4% 33.9% 30.5%

Fuente: Encuesta Nacional de Hogares, cálculos de la autora.

El perfil de los pobres, con y sin equivalencias de escala y adultos

Se ha visto que los cambios en la medida de pobreza con equivalencias


son bastante drásticos, especialmente cuando ésta es medida con las equi-
valencias de Lasso. La pregunta adecuada ahora sería de qué manera cam-
bia el perfil de los pobres al calcular la pobreza con equivalencias. La
tabla  muestra la incidencia de pobreza y el riesgo relativo de caer en
ella para diferentes tipos de hogares en el , mientras la tabla  mues-
tra esto mismo por edades y género. El riesgo relativo nos muestra de
qué manera es pobre un subgrupo con respecto al total de la población
pobre. Si estos riesgos cambian al medirse la pobreza con equivalencias,
se puede decir que también cambia el perfil de los pobres.
La tabla  demuestra que cuando la pobreza es calculada con equiva-
lencias de la OCDE y de Lasso, los riesgos relativos de caer en la pobreza
mantienen sus mismos signos; es decir, aquellos grupos con menos riesgo,
o con más riesgo de caer en la pobreza que la población total, mantienen
sus posiciones relativas; igualmente, en general, sus magnitudes no cam-



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La pobreza en Colombia

bian significativamente. Con las equivalencias de la OCDE, el género del


jefe del hogar no tiene influencia sobre cambios en el riesgo relativo de
caer en la pobreza, pues los riesgos no cambian vis-à-vis cuando no se
calcula la pobreza con equivalencias. Esto implica que los hogares con je-
fatura masculina o femenina no se “benefician” en términos de salir de la
pobreza a medida que su ingreso per cápita es calculado con equivalencias
de la OCDE. Sin embargo, este no es el hecho cuando se utilizan las equi-
valencias de Lasso; en este caso se benefician los hogares de jefatura feme-
nina (su riesgo relativo de caer en la pobreza es -%, mientras que es %
sin equivalencias; sin embargo, se debe tener en cuenta que un cambio de
 punto porcentual no es significativo bajo intervalos de confianza con-
vencionales). Esto indica que algunos hogares con jefes mujeres se “bene-
fician” de alguna manera cuando su ingreso es calculado con las equiva-
lencias de Lasso, quizás por su tamaño o edad promedio. Lo mismo se
puede decir para los hogares con jefes entre  y  años y con jefes con
secundaria completa, y especialmente para hogares con jefes con educa-
ción superior incompleta y completa, cuyo riesgo de caer en pobreza baja
 y %, respectivamente, cambio que sí es significativo. Quedan con ma-
yor riesgo de caer en la pobreza los hogares con jefes con menos de secun-
daria completa, especialmente aquellos cuyos jefes no tienen educación
primaria y los hogares con jefes menores de  años.
Los cambios en riesgo relativo no son muy diferentes cuando se mide
el ingreso per cápita con equivalencias de la OCDE; se benefician los ho-
gares con jefes mayores de  años (con equivalencia de Lasso no hay dife-
rencia) pero aquellos jefes con menos de educación secundaria también
se perjudican. Una diferencia drástica es la de hogares con jefes con secun-
daria incompleta, pues con las equivalencias de Lasso se encontraban muy
beneficiados pero, con las de la OCDE, su riesgo de caer en la pobreza es 
puntos porcentuales más alto. En términos del tamaño del hogar, el riesgo
relativo de aquellos hogares con seis o más personas se incrementa cuan-
do el ingreso per cápita se calcula con cualquiera de las dos equivalencias.
Intuitivamente se pensaría que este riesgo caería, pues los hogares nume-
rosos se benefician algo de equivalencias de escala. Eso sí, el tamaño del
hogar ya no tiene una influencia tan importante en la pobreza, pero ésta
sigue monótonamente creciendo con el número de personas del hogar.



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Tabla 3. Incidencia de pobreza y riesgo relativo para


diferentes tipos de hogares, siete ciudades, 2002

Sin Equivalencia Equivalencia Porcentaje


equivalencias
de pobreza OCDE Lasso de población

de pobreza

de pobreza
Incidencia

Incidencia

Incidencia
relativo

relativo

relativo
Riesgo

Riesgo

Riesgo
Total hogares pobres 51.3% NA 39.7% NA 27.5% NA 100%
C ar ac
arac terístic
acterístic as de hogares
terísticas
Género del jefe
Mujer 49.9% -0.4% 38.8% -0.2% 24.9% -1.3% 49.9%
Hombre 52.0% 0.5% 40.0% 0.1% 28.6% 0.5% 52.0%
Edad del jefe
Menor de 30 59.2% 1.0% 47.6% 1.9% 34.6% 3.0% 59.2%
Entre 30 y 50 57.6% 3.2% 44.8% 1.3% 31.2% 1.7% 57.6%
Mayor de 50 40.4% -4.1% 30.3% -1.9% 20.1% -3.7% 40.4%
Educación del jefe
Sin educación o
primaria incompleta 72.4% 3.3% 60.6% 6.0% 43.8% 6.4% 72.4%
Primaria completa 65.0% 2.5% 51.6% 3.5% 35.7% 3.7% 65.0%
Secundaria incompleta 65.8% 3.0% 52.1% 3.6% 37.0% 4.2% 65.8%
Secundaria completa 48.6% -0.6% 34.5% -1.4% 22.6% -2.6% 48.6%
Superior incompleta 26.2% -1.8% 16.5% -3.9% 9.6% -11.3% 26.2%
Superior completa o más 10.0% -6.2% 6.0% -2.0% 4.1% -13.8% 10.0%
Número de personas
1 21.3% -2.5% 21.3% -0.5% 18.6% -1.2% 8%
2 32.5% -2.9% 25.8% -2.0% 17.8% -4.4% 15%
3 46.8% -1.0% 35.1% -1.0% 24.9% -1.2% 22%
4 56.3% 1.2% 42.4% 0.7% 29.4% 0.9% 24%
5 63.0% 1.8% 48.5% 2.6% 33.5% 2.8% 15%
6 70.3% 1.4% 54.4% 5.1% 35.9% 4.1% 8%
7 y más 77.7% 1.9% 60.3% 8.2% 37.9% 5.3% 7%

Fuente: Encuesta Nacional de Hogares, cálculos de la autora.



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La pobreza en Colombia

La tabla  tampoco muestra diferencias muy grandes en los riesgos


relativos con equivalencias o sin ellas. Los menores de  años se encuen-
tran con un punto porcentual más de riesgo de caer en la pobreza si el
ingreso per cápita de sus respectivos hogares es calculado con cualquiera
de las dos equivalencias. Esto es sorprendente ya que a los menores de 
años se les asigna una menor unidad de consumo y, entonces, menos
ingresos para alcanzar la línea de pobreza. Como se esperaría, el riesgo
relativo también incrementa para los mayores de  años,  puntos por-
centuales para la equivalencia OCDE y  para la equivalencia Lasso. Para
hombres y mujeres sube el riesgo, un poco más para las mujeres con
equivalencias OCDE, y un poco más para los hombres con equivalencia
Lasso, pero los cambios siguen siendo relativamente leves.

Tabla 4. Incidencia de pobreza y riesgo relativo por


edad y género, siete ciudades, 2002

Sin Equivalencia Equivalencia Porcentaje


equivalencias OCDE Lasso de población
de pobreza

de pobreza

de pobreza
Incidencia

Incidencia

Incidencia
relativo

relativo

relativo
Riesgo

Riesgo

Riesgo

Total pobres 58.5% NA 45.0% NA 30.5% NA 100%


Menores de 18 años 71.8% 4.3% 57.4% 5.6% 40.1% 5.6% 32%
Mayores de 18 años 51.9% -4.4% 38.8% -0.2% 25.8% -0.9% 66%
Mayores de 60 años 39.4% -1.7% 29.6% -2.0% 19.6% -4.0% 9%
Mujeres 58.5% 0.0% 45.0% 1.5% 29.9% 1.2% 53%
Hombres 58.5% 0.0% 45.0% 1.4% 31.2% 1.7% 47%

Fuente: Encuesta Nacional de Hogares, cálculos de la autora.

El uso de equivalencias intenta perfeccionar un poco la identifica-


ción de quiénes son los pobres, pero es importante destacar que al calcu-
lar la brecha de pobreza o la desigualdad del ingreso, se pueden crear
sesgos si no se toman en cuenta las diferencias en las composiciones de-
mográficas de los hogares. Según Milanovic (), al usar equivalencias



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Cuadernos pnud • mps

de escala y adultos para medir la pobreza se puede sobrestimar la brecha


de pobreza, la cual mide el ingreso que se requeriría para llevar a los

pobres a la línea de pobreza . Esto ocurre ya que cuando se utilizan
equivalencias de escala y adultos, el ingreso requerido para llevar a un
hogar multipersonal con determinado ingreso per cápita sobre la línea
de pobreza es menor que aquel valor necesario para medir el ingreso per
cápita absoluto; esto quiere decir que hay que tomar en cuenta la com-
posición demográfica del hogar para corregir este sesgo. En los países en
desarrollo, donde las familias pobres tienden a ser más jóvenes y más
numerosas, el sesgo creado es aún mayor. Al calcular la desigualdad del
ingreso per cápita de toda la población utilizando equivalencias tam-
bién ocurren sesgos, ya que las equivalencias de escala intentan igualar el
bienestar.
Teniendo en cuenta la existencia de los sesgos mencionados, se dará
una mirada a lo que ocurre con la desigualdad del ingreso cuando se
miden los ingresos per cápita de los hogares con equivalencias. En este
caso, estamos más interesados en lo que ocurre en la parte baja de la
distribución, es decir, al ajustar por equivalencias de escala y adultos,
¿qué ocurre dentro de la población más pobre?
Estamos más interesados Quizás se podría especular que al ser los hogares
en lo que ocurre en la pobres más numerosos, su ingreso per cápita me-
parte baja de la distribu- dido con equivalencias se aproximaría más a aquel
ción, es decir, al ajustar
por equivalencias de
de los hogares más ricos. Sin embargo, para los
escala y adultos, ¿qué hogares con más altos ingresos, el dividir su in-
ocurre dentro de la greso total por un número menor que el número
población más pobre? absoluto de personas del hogar tendrá un efecto
mayor sobre su ingreso per cápita que para un
hogar con las mismas características demográficas pero con un menor
ingreso total. Los resultados que se encuentran en la tabla  demuestran
lo esperado; las medidas de desigualdad del ingreso como el coeficiente
Gini e índice Theil (el cual pone más peso sobre la distribución en la
parte baja de ingresos) caen con respecto a las medidas de ingreso per
. Una aproximación para corregir este sesgo es multiplicar la brecha por el cociente
del tamaño promedio de los hogares pobres con y sin equivalencias. Por ejemplo, en el caso
de las equivalencias de la OCDE, este cociente sería . (o ./.).



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La pobreza en Colombia

cápita sin equivalencias. Eso sí, esta vez los cambios no son tan drásticos
como aquellas medidas de pobreza. Es de esperar que los cambios en la
desigualdad del ingreso no sean tan grandes. En parte, la razón por la
cual el porcentaje de personas bajo la línea de pobreza fue bastante sen-
sible puede ser que si ocurre una alta densidad de ingresos alrededor de
la línea de pobreza, es muy posible que al “corregir” por equivalencias de
escala, el ingreso per cápita de muchos de estos hogares traspase la línea
de pobreza.

Tabla 5. Desigualdad del ingreso, con y sin equivalencias


de escala y adultos, siete ciudades

1985 1991 1995 2000 2002


Sin equivalencias
Coeficiente Gini 0.52 0.55 0.58 0.58 0.58
Índice Theil 0.56 0.60 0.86 0.73 0.72
P90/p10 9.0 12.4 9.6 14.3 15
P75/p25 3.0 3.6 3.1 2.0 4.0
Equivalencia Lasso
Coeficiente Gini 0.49 0.48 0.53 0.56 0.55
Índice Theil 0.48 0.48 0.66 0.68 0.61
P90/p10 8.6 7.6 7.8 12.7 12.5
P75/p25 2.9 2.7 2.7 3.6 3.6
Equivalencia OCDE
Coeficiente Gini 0.50 0.49 0.54 0.57 0.56
Índice Theil 0.50 0.51 0.72 0.69 0.67
P90/p10 9.4 8.7 8.3 12.6 13.3
P75/p25 3.0 2.8 2.9 3.6 3.7

Fuente: Encuesta Nacional de Hogares, cálculos de la autora.

Aunque las anteriores medidas de pobreza y desigualdad con equi-


valencias de escala y adultos no se pueden tomar como medidas absolu-
tas (por las múltiples razones ya discutidas, como el hecho de que las
líneas de pobreza utilizadas no tienen equivalencias, y que las mismas



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Cuadernos pnud • mps

equivalencias usadas podrían ser actualizadas), este ejercicio ha demos-


trado que la sobreestimación de pobreza cuando ésta no se mide con
equivalencias puede ser de niveles altamente elevados. No obstante, en
este ejercicio, el perfil de los pobres no cambia drásticamente al tener en
cuenta equivalencias de escala y adultos. Sin tratar de descifrar qué tan
adecuadas son las equivalencias aquí usadas, se puede decir al menos
que es importante tener en cuenta las unidades de consumo de los hoga-
res, ya que ellos varían en su composición demográfica, y de manera aun
más importante para el tema de la medición de pobreza, estas diferen-
cias están correlacionadas con el nivel total de ingreso de los hogares.

III. La vulnerabilidad o las dinámicas de la pobreza

Según estudios del Banco Mundial los pobres consideran la vulnerabili-


dad como una característica definitiva de la pobreza. Sin embargo, este
aspecto ha sido generalmente ignorado por políticas enfocadas más que
todo los actuales niveles de ingreso y consumo de la gente, y no en la
pobreza como un estado dinámico.
La vulnerabilidad se define como la probabilidad de caer en la po-
breza –o de caer en una pobreza más aguda– en el futuro y está fuerte-
mente ligada con los activos físicos (tierra, vivienda y pertenencias mate-
riales), humanos (salud, educación, capacidad laboral), ambientales (agua,
bosques, etc.), sociales (familia, vecinos, pertenencia a asociaciones, etc.) y
económicos (ahorros, crédito, seguros). Es decir, cuanto más activos tenga
el individuo u hogar, más protección tiene frente a la vulnerabilidad si
estos activos se pueden utilizar para generar ingresos y, en consecuencia,

más capacidad de suavizar el consumo a través del tiempo . De por sí,
la carencia de activos también puede hacer que una persona no pueda
salir jamás de la pobreza, es decir, permanecer en un poverty trap.
Ciertos activos tienen características especiales, como por ejemplo
la educación, la cual no es solamente un activo humano con un impor-
tante rol en la generación de mayores ingresos en el mercado laboral;
. Los activos sirven como generadores de ingreso o mecanismos para suplir ingresos,
pero también son importantes al tener el rol de símbolos de poder, estatus o jerarquía. Lo
último es claramente más específico del ambiente socioeconómico y cultural.



pobreza-02.p65 80 08/11/2000, 0:41


La pobreza en Colombia

cuanto más educada es una persona, más capacidad tiene para evadir el
riesgo al poder utilizar de manera eficaz diferentes estrategias para en-
frentar momentos económicamente difíciles. Asimismo, la educación,
especialmente la de las mujeres, está altamente
correlacionada con bajos niveles de fecundidad, los Los pobres consideran la
cuales reducen el tamaño del hogar y por ende vulnerabilidad como una
incrementan su ingreso per cápita, ceteris paribus. característica definitiva
de la pobreza. Sin embar-
La vulnerabilidad tiene importancia por sus go, este aspecto ha sido
efectos tanto sobre el comportamiento de las perso- generalmente igno-rado
nas, en términos de inversión, producción y estrate- por políticas enfocadas
gias para enfrentar caídas de ingreso (coping más que todo a los
actuales niveles de ingre-
strategies), como sobre su autopercepción de la si- so y consumo de la gente,
tuación. Por ejemplo, puede impedir la inversión en y no en la pobreza como
actividades altamente rentables pero igualmente un estado dinámico.
riesgosas, impedir la inversión en el capital huma-
no, forzar la diversificación de fuentes de ingreso, y crear estrés y ansie-
dad ante la incertidumbre, especialmente en momentos de descenso eco-
nómico. La vulnerabilidad destaca términos como “desamparo, inseguridad
y exposición al riesgo, shocks y estrés” (Chambers, citado en Narayan et al.,
, p. ). Durante épocas de descenso económico, también es posible
que justo aquellas personas con menos acceso a activos sean quienes su-
fran las más grandes caídas de ingreso. Por ejemplo (según SISD : Im-
pacto social de la crisis, , de  a ), los hogares más pobres tuvie-

ron mayores caídas de ingresos durante la crisis económica .

¿Cómo medir la vulnerabilidad?

Como se ha mencionado, el concepto de vulnerabilidad está fuertemen-


te ligado a los activos a los cuales puede acceder una persona o un hogar
para generar ingreso. Esto implica la existencia de mucha gente que no
es considerada como pobre pues tiene suficientes ingresos para encon-
trarse por encima de la línea de pobreza, pero carece de activos acumu-
lados, lo cual implica que al enfrentar, por ejemplo, una recesión econó-

. Este hallazgo es corroborado por la Encuesta Social de Fedesarrollo.



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Cuadernos pnud • mps

mica que cause un descenso en los ingresos, fácilmente puede caer en


estado de pobreza.
De esta manera, un estudio sobre pobreza que considere fuertemente
la pertenencia y el acceso a activos como educación, afiliación a sistema
de seguro social o posesión de vivienda y distribución de estos activos,
más la capacidad de las personas para utilizarlos como fuente de ingre-
sos, captaría de manera importante la vulnerabilidad. Un estudio cuali-
tativo sería útil al contribuir con información sobre los vínculos infor-
males a los que acuden las personas vulnerables en momentos de
necesidad (como el informal insurance sector y el sector de trabajo infor-
mal), el nivel de satisfacción que existe hacia las instituciones formales y
gubernamentales, la variación a través del tiempo en el consumo y los
ingresos, y las percepciones del riesgo y las estrategias para enfrontarlo.
Esta información daría una amplia visión sobre la vulnerabilidad de una
población.
Por ejemplo, estudios del Banco Mundial han encontrado que la
propiedad física personal es uno de los pocos activos que tienen los po-
bres como red de protección y ésta es generalmente usada como único
recurso pues en general no tienen acceso a activos económicos como el
ahorro o el crédito. El capital humano y la fuerza laboral que tiene un
hogar sirven como activos para enfrentar caídas de ingreso. La muerte,
discapacidad o pérdida de empleo del mayor proveedor de ingresos de
un hogar puede llevar a una familia súbitamente a la pobreza. Por esto
otro indicador de vulnerabilidad puede ser el nivel de dependencia eco-
nómica de un hogar; los hogares con alto nivel de dependencia (por ejem-
plo un alto porcentaje de personas que no están en edad de trabajar)
tienen una probabilidad relativamente alta de caer fácilmente en la po-
breza, en especial aquellos hogares que viven en zonas precarias debido a
cuestiones ambientales (terremotos, inundaciones, sequías, etc.) o vio-
lencia, o en zonas con alto desempleo, pues la muerte, discapacidad o

pérdida de trabajo del mayor proveedor de ingresos es más probable .
En Colombia, la Encuesta Social de Fedesarrollo, que cubre cuatro ciu-
. Asimismo, las ocupaciones de los pobres son muchas veces físicamente riesgosas,
exponiéndolos a un alto riesgo de discapacidad, la cual puede crear un nuevo gasto y/o im-
pedir la generación de ingresos.



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La pobreza en Colombia

dades (Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla), mide aspectos de interés


en este sentido, como el comportamiento del ahorro, crédito, venta de
activos, gasto de los hogares y percepción de la situación económica ac-
tual, pasada y futura del hogar propio y del país. La Encuesta de Consu-
mo de Fedesarrollo y la Encuesta de Calidad de Vida también se podrían
utilizar para tener una idea sobre la vulnerabilidad.

La vulnerabilidad como dinámica del ingreso


Dado que la información de activos es escasa en Colombia , este estudio
examina la vulnerabilidad a partir de la dinámica del ingreso a través del

tiempo como una aproximación . De esta manera se puede dar una
mirada a los tres tipos de pobreza definidos por el Banco Mundial:

a. Transitoriamente pobre: baja probabilidad de caer bajo


la línea de pobreza, no muy vulnerable, aun si experi-
menta la pobreza de vez en cuando. (En promedio
sobre la línea de pobreza, pero a veces bajo ella).
b. Crónicamente pobre: alta probabilidad de caer en la
pobreza, vulnerable (en promedio, a veces bajo y a
veces sobre la línea de pobreza).
c. Persistentemente pobre: pasa la mayoría del tiempo en
la pobreza, alta probabilidad de caer en la pobreza,
muy vulnerable (siempre bajo la línea de pobreza).

Estas tres definiciones de pobreza (o vulnerabilidad) son importan-


tes porque las diferentes variabilidades en el ingreso pueden requerir

. Salvo la educación.


. Es importante notar que una medida del consumo sería aún mejor como aproxima-
ción, pues el consumo no sólo es una medida más precisa del bienestar, sino que un hogar
puede suavizar su consumo a través del tiempo (por ejemplo, si tiene acceso a activos como
el crédito y el ahorro) a pesar de que su ingreso varíe. Sin embargo, a falta de datos que
midan el consumo a través del tiempo, miramos el ingreso.



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Cuadernos pnud • mps



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La pobreza en Colombia

diferentes tipos de soporte del Estado. Teniendo muy en cuenta que el


ingreso es solamente un aspecto del bienestar, se pueden utilizar las En-
cuestas Nacionales de Hogares al crear semipáneles establecidos por ca-
racterísticas comunes de los hogares para medir la dinámica del ingreso.

Perfil de ingreso per cápita por cohortes y educación del jefe del hogar

Como se ha mencionado, una manera de examinar la vulnerabilidad


–vista en este momento como cambios en ingresos a través del tiempo y
la dinámica de la pobreza– es medir el nivel de in-
greso per cápita de los hogares según ciertas carac- De manera más impor-
terísticas que, se estima, deben influir en ella como tante, al seguir los patro-
nes de ingreso per cápita
edad, nivel de educación, cohorte y género del jefe de hogares según la
del hogar. La idea es mirar la dinámica del ingreso a cohorte del jefe, se puede
lo largo del tiempo, como una aproximación a la di- ver cómo han cambiado
námica de la pobreza. De esta manera se puede ver estos patrones para
distintas generaciones y
en qué medida los hogares experimentan caídas y categorías de educación,
subidas de ingreso a través del tiempo, especialmen- según el género del jefe
te en qué momento se encuentran más cerca o deba- del hogar.
jo de la línea de pobreza y cuánto tiempo permane-
cen en esta situación, tratando la pobreza como un fenómeno dinámico
en el cual ciertos hogares se pueden encontrar según su composición
demográfica a través del tiempo. De manera más importante, al seguir
los patrones de ingreso per cápita de hogares según la cohorte del jefe, se
puede ver cómo han cambiado estos patrones para distintas generacio-
nes y categorías de educación, según el género del jefe del hogar. Se pue-
den entonces identificar los hogares que más requieren asistencia del
Estado según edad, educación, género y cohorte del jefe. Hay que notar
que en este caso se está midiendo la vulnerabilidad en términos de la
dinámica de los ingresos, no en términos de activos o en términos de la
probabilidad de que un hogar caiga en la pobreza mañana. No obstante,
el hecho de que se miren los ingresos por nivel de educación del jefe,
implícitamente mide el efecto de la educación –quizás uno de los activos
más importantes en la generación de ingresos– en el ingreso per cápita
de un hogar a lo largo del tiempo.



pobreza-02.p65 85 08/11/2000, 0:41


Cuadernos pnud • mps

En esta sección se emplea la metodología de Sánchez y Núñez en “A


Dynamic Analysis of Household Decision Making in Urban Colombia,
-” y de Attanasio en “Personal Saving in the United States” (),
al crear cohortes basadas en las características de individuos, y suavizar –
utilizando una regresión de ingreso per cápita contra edad (exponenciada
hasta el quinto grado) y dummies para cada cohorte y, finalmente, para
cada año, cuyos coeficientes son restringidos a la suma de cero– sus in-
gresos medios a lo largo del tiempo. Este estudio en vez de mirar los
ingresos de individuos a través del tiempo, examina los ingresos per cápita
de los hogares, según características del jefe.
El estudio de Sánchez y Núñez destaca varias
Para las cohortes más conclusiones sobre el perfil del ingreso de indivi-
jóvenes, las mujeres tienen
más altos niveles de educa-
duos por cohorte, educación y género, y sobre los
ción y más alta participa- cambios demográficos de los hogares colombia-
ción laboral, y una brecha nos a través del tiempo que sirven como referen-
de ingresos más baja con cia para este análisis. Por ejemplo, del estudio se
respecto al ingreso de los
hombres.
concluyó que las cohortes más jóvenes tienden a
tener menos hijos, diminuyendo así el tamaño de

los hogares cuyos jefes pertenecen a estas cohortes ; esta disminución
en fecundidad se ve especialmente en aquellos con mayores niveles de
educación (entre las cohortes más viejas no se ve tanta diferencia en el
tamaño del hogar debido al nivel de educación del jefe; en las más jóve-
nes, la educación sí es un factor que aparentemente disminuye la fecun-
didad). En términos del tamaño del hogar a lo largo del ciclo de vida, los
hogares tienden a alcanzar su tamaño máximo cuando el jefe tiene alre-
dedor de  años, edad en la cual el tamaño del hogar comienza a des-
cender; no obstante, este tamaño nunca llega a ser tan pequeño como
cuando el jefe tiene alrededor de  años (una o dos personas).
Igualmente se destaca que para las cohortes más jóvenes, las muje-
res tienen más altos niveles de educación y más alta participación labo-
ral, y una brecha de ingresos más baja con respecto al ingreso de los
hombres. Los hombres también han incrementado su nivel de educa-
. Por ejemplo, el tamaño promedio de un hogar cuyo jefe nació en la década de  o
 es de siete personas, mientras que este tamaño para las nuevas generaciones es de casi
cuatro (Sánchez y Núñez).



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La pobreza en Colombia

ción a través del tiempo, pero estos cambios no han sido tan drásticos
como para las mujeres. Asi mismo, los retornos a la educación primaria
incompleta y completa para hombres se han incrementado para las
cohortes más jóvenes, mientras que ha ocurrido lo opuesto para hom-
bres con secundaria incompleta y completa, y superior incompleta y com-
pleta. Esto se puede explicar por un descenso relativo en la oferta laboral
de hombres con primaria incompleta y completa, pues el coeficiente de
variación para el stock de capital humano de los hombres ha caído
significativamente. Para las mujeres, las diferencias en ingresos por
cohortes muestran patrones similares pero con brechas más amplias para
todos los grupos educacionales, salvo los que tienen educación superior
completa; para este grupo, al contrario que los hombres, las mujeres que
pertenecen a las cohortes más jóvenes tienen ingresos más altos que las
que pertenecen a las cohortes más viejas a la misma edad, pero esta dis-
paridad no es tan grande como la encontrada para otros grupos educa-
cionales.
Los hallazgos del trabajo de Sánchez y Núñez demuestran que en
estos ejercicios es importante tener en cuenta que en parte las razones
por las cuales los ingresos varían a través del tiempo para un mismo
hogar son los cambios en su composición demográfica y educacional, y
que la dinámica de esta composición es diferente para las diversas
cohortes.
En este estudio se mide el ingreso per cápita de hogares por cohortes
de jefes de hogar según su edad, género y años de educación (primaria in-
completa, cero a cuatro años; primaria completa, cinco años; secundaria
incompleta, seis a diez años; secundaria completa, 11 años; superior in-
completa o educación vocacional/técnica, 12 a 15 años; y superior com-
pleta o más, o 16 años y más), usando las ENH de  a  para siete

áreas metropolitanas .
Adelante se encuentran los gráficos de la suavización de los ingresos
per cápita según el método de Attanasio. Los gráficos muestran la media
y la mediana del ingreso per cápita (sin y con equivalencias de escala y
adultos) de los hogares por cohortes de sus jefes hombres y mujeres, más

. Barranquilla, Bucaramanga, Bogotá, Manizales, Medellín, Cali y Pasto.



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Cuadernos pnud • mps

un corte transversal para , que mide el ingreso per cápita por educa-
ción del jefe y cuartil de ingreso, con y sin equivalencias de escala.

Corte transversal de ingresos per cápita de los hogares

Los gráficos de corte transversal de  por nivel de educación (


para las mujeres) demuestran una muy alta variación de ingresos per
cápita de los hogares a lo largo del ciclo de vida. Sin embargo, en general
los ingresos tienen una leve tendencia a subir a lo largo del ciclo de vida.
Es notable que para las mujeres no está tan clara la relación entre dife-
rentes grupos de educación, pues estos ingresos se cruzan más que para

los hombres . No obstante, los hogares con jefes con educación supe-
rior o más tienen ingresos que superan sensiblemente los de los otros
tipos de hogares. Para ambos géneros, el ingreso per cápita de los hoga-
res con jefes con educación superior o más también demuestra un alta
desigualdad, pues la mediana del ingreso per cápita (ver anexo) es bas-
tante más baja que la media; para las otras categorías de educación, el
contraste no es tan significativo, sobre todo para los niveles de educa-
ción más bajos.
Los hogares con jefes hombres con  a  años de educación se en-
cuentran en promedio bajo de la línea pobreza mientras tienen menos
de  años, cuando logran superar esta línea (la línea de pobreza para las
siete ciudades es aproximadamente $, de ). Si el jefe ha ter-
minado la educación primaria, sólo logra salir de la pobreza cuando tie-
ne alrededor de  años o más. Para el año , los hogares con jefes
mujeres con estos mismos niveles de educación permanecen más tiem-
po en la pobreza (hasta los  y  años, respectivamente). Sin embargo,
en el gráfico aquí expuesto, que representa el año , salen de la pobre-
za a una edad un poco más temprana.

. Se muestra el corte transversal por educación de  para jefes mujeres, ya que
aquel para  demuestra una variación excesivamente alta y varios cruces entre los ingre-
sos según las diferentes categorías de educación. Es importante tener en cuenta que  fue
un año de auge económico, y por esta razón los ingresos para dicho año son un poco eleva-
dos en comparación con los de .



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La pobreza en Colombia

Con  a  años de educación primaria para el jefe se logra, en prome-


dio, superar la pobreza durante todo el ciclo de vida; sin embargo, hasta
los  años del jefe, el hogar se encuentra no muy lejos de la línea de
pobreza (un promedio de alrededor $, por encima de ella para ho-
gares con jefes hombres y solo $, para hogares con jefes mujeres).
De esta manera se podría decir que, en promedio, el hogar es transitoria-
mente pobre, en tanto en promedio está por encima de la pobreza, pero
su cercanía a esta línea lo pone en una condición de vulnerabilidad; este
tipo de hogar se empobrecería fácilmente con un shock negativo.
Es importante destacar que los promedios de ingreso esconden des-
igualdades en el ingreso; cuando se mira la mediana del ingreso en vez
de la media, se encuentra que más del % de aquellos hogares cuyos
jefes tienen menos de una educación secundaria no superan la pobreza
sino cuando el jefe tiene cerca de  años (los hoga-
res con jefes mujeres con solo  a  años de educa- Más del 50% de aquellos
ción salen un poco de la pobreza cuando el jefe tiene hogares cuyos jefes
tienen menos de una
esta edad, pero luego vuelven a entrar en ella, siendo
educación secundaria no
considerados como persistentemente pobres). Al mi- superan la pobreza sino
rar la mediana de ingreso (ver anexo), se evidencia cuando el jefe tiene cerca
la importancia de por lo menos una educación se- de 57 años.
cundaria completa del jefe del hogar para evadir la
pobreza.
Al examinar los ingresos por educación del jefe con equivalencias
de escala (ver anexo de gráficos para jefes hombres), en promedio los
hogares siempre superan la línea de pobreza con excepción de aquellos
con jefes mujeres con  a  años de educación y menos de  años. Las
diferencias entre la mediana y la media del ingreso per cápita no son
muy grandes cuando se mide el ingreso con equivalencias, es decir, no
existe suficiente dispersión en el ingreso per cápita durante los primeros
años del ciclo de vida del jefe para llevar al % por debajo de la línea de
pobreza. La tendencia del ingreso a subir a lo largo del ciclo de vida se
vuelve más leve.
Si se mira el corte transversal por cuartiles de ingreso, sigue una leve
tendencia de incremento del ingreso per cápita a lo largo del ciclo de
vida del jefe del hogar (para el cuartil más alto, sin embargo, esta tenden-



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Cuadernos pnud • mps

cia, lejos de ser leve, es evidente). El primer cuartil de ingresos siempre


está por debajo de la línea de pobreza (es persistentemente pobre); en
promedio está por debajo de la mitad de esta línea –lo cual implica ex-
trema pobreza–, especialmente si el jefe es mujer. Para el segundo cuartil,
sólo se logra salir de la pobreza cuando el jefe tiene alrededor de  años;
antes de esto es también persistentemente pobre. Ya el tercer cuartil se
encuentra muy por encima de la línea de pobreza. Es evidente la des-
igualdad que existe en la parte alta de la distribución del ingreso, pues el
cuarto cuartil tiene un ingreso promedio de alrededor  veces el del
primer cuartil, para los hogares tanto con jefes hombres como mujeres.
Al mirar la mediana de ingresos por cuartil se encuentran cambios sig-
nificativos, excepto para los ingresos del cuarto cuartil, los cuales bajan
alrededor de un %, reflejando una alta desigualdad de ingreso.
Por equivalencias de escala (ver anexo) se nota que el primer cuartil
de ingreso permanece bajo o muy cerca de la línea de pobreza, especial-
mente para los hogares con jefes mujeres. Los ingresos siguen con una
leve tendencia hacia arriba a lo largo del ciclo de vida del jefe, y no cam-
bian mucho cuando se miden por la mediana, otra vez con la excepción
del cuarto cuartil de ingreso.



pobreza-02.p65 90 08/11/2000, 0:41


La pobreza en Colombia

Media de ingreso per cápita para hogares, según edad y género


del jefe, corte transversal 1997, precios 1998

Por educación del jefe


Media de ingreso per cápita, jefes hombres

Media de ingreso per cápita, jefes mujeres ()



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Cuadernos pnud • mps

Por cuartil de ingreso


Media de ingreso per cápita, jefes hombres

Media de ingreso per cápita, jefes mujeres



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La pobreza en Colombia

Ingreso per cápita por cohortes del jefe del hogar

En los gráficos de ingreso medio per cápita por cohorte y educación del
jefe suavizados, los movimientos de ingreso per cápita a lo largo del ciclo
de vida del jefe del hogar son bastante significativos, demostrando que el
ciclo de vida tiene un gran impacto sobre la situación económica de un
hogar; indudablemente este impacto es mayor si un hogar no tiene acceso
a activos que puedan ayudar a suavizar su consumo a través del tiempo.
Primero se deben señalar los efectos de la cohorte del jefe del hogar.
Para los jefes con  a  años y  años de educación se evidencia que las
cohortes más jóvenes tienen un mayor ingreso per cápita, consistente
con los hallazgos de Sánchez y Núñez. El efecto de
cohortes es aún mayor para los hogares con jefes
A lo largo del ciclo de
mujeres, salvo que para éstos, a la cohorte de  no vida, los hogares que
le va mejor que a la de . Igualmente consistente tienen jefes con primaria
con los hallazgos de Sánchez y Núñez es el hecho de o menos llegan a un
que para los hogares con jefes hombres con más que punto mínimo de ingreso
per cápita alrededor de
educación primaria, los efectos de las cohortes se los 32 años del jefe, si es
reversan: las cohortes más jóvenes tienen menores hombre, y 23 años si es
ingresos que las más viejas. Sin embargo, para las mujer.
mujeres, las cohortes más jóvenes siguen teniendo,
en general, más ingresos sucesivamente (con excepción de la cohorte de

) para todas las categorías de educación (el efecto de la cohorte es
sobre todo visible en las cohortes más jóvenes).
En general, los hogares relativamente jóvenes son los que tienen in-
gresos más bajos. Es decir, a lo largo del ciclo de vida, los hogares con
jefes con primaria o menos llegan a un punto mínimo de ingreso per
cápita alrededor de los  años del jefe, si es hombre, y  años si es mujer
–no coincidiendo con la edad del jefe cuando el hogar tiende a ser más
grande o a tener más hijos, la cual es alrededor de los  años– (Sánchez
y Núñez). Al medir el ingreso per cápita de los hogares con equivalen-

. El gráfico para los hogares con jefes mujeres con  años y más de educación mues-
tra una gran variancia en los ingresos, a pesar de la suavización de los datos. Esto se debe a
una relativamente baja frecuencia de observaciones para esta categoría de educación y gé-
nero.



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Cuadernos pnud • mps

cias, el mínimo llega a ser  y  para los hogares con jefes hombres y
mujeres, respectivamente (este valor es más alto para los hogares con
mujeres con más de  años de educación).
Los hogares con jefes hombres con solo  a  años de educación
sufren una caída grande del ingreso per cápita entre los  y  años,
cuando empiezan a recuperarse. La cohorte más joven para la cual se
tienen datos () nunca entra en la pobreza (en promedio) a pesar de
esta caída de ingresos per cápita. La cohorte que sigue () se encuen-
tra en la pobreza mientras el jefe tenga de  a  años. Esta etapa de
pobreza se va ampliando en términos de años a medida que la cohorte es
más vieja; llega a una etapa de los  hasta los 
Con equivalencias, las años del jefe para la cohorte de . Quiere decir
cohortes más jóvenes que las cohortes más jóvenes, en promedio, ahora
siempre logran salir de la logran estar fuera de la pobreza alrededor de  años
pobreza. Esto es aún más
más temprano, una diferencia bastante significativa.
cierto cuando el jefe ha
alcanzado educación No obstante, al medir la mediana en vez de la media
primaria. de ingreso, se observa que los promedios están eleva-
dos a causa de desigualdades en el ingreso. Aquí se
observa que más del % de los hogares están en pobreza cuando el jefe
hombre es menor de alrededor de  años para las cohortes más jóvenes y
así sucesivamente hasta llegar a alrededor de  años para las cohortes
mayores, pero aún más del % de los hogares de los jefes pertenecientes a
las cohortes  y  nunca salen de la pobreza (son persistentemente
pobres). Esta situación no mejora mucho cuando el jefe alcanza la educa-
ción primaria completa.
La caída de ingresos entre los  y  años no tiene una pendiente
tan grande si se toma en cuenta la composición demográfica de los ho-
gares y se calculan los ingresos por equivalencias, lo cual demuestra que
parte de esta caída es debida a un hogar más numeroso y con niños, y no
necesariamente a una caída de ingresos del jefe del hogar. Con equiva-
lencias, las cohortes más jóvenes siempre logran salir de la pobreza. Esto
es aún más cierto cuando el jefe ha alcanzado educación primaria.
Al contrario de los hogares con jefes hombres, los que tienen jefes
mujeres con primaria incompleta no sufren una caída de ingreso per
cápita grande al principio del ciclo de vida. Sin embargo, empiezan con



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La pobreza en Colombia

un ingreso per cápita menor; sólo la cohorte de  supera la pobreza.


Sin embargo, por el efecto de las cohortes, cada vez logran salir de la
pobreza a una edad más temprana del jefe, empezando en los  años
para la cohorte de  y terminando en los  para la cohorte de .
Los hogares con jefes hombres con secundaria incompleta y com-
pleta llegan al mínimo de su ingreso per cápita cuando el jefe tiene alre-
dedor de  años, como se esperaría, pues en este punto del ciclo de vida
es cuando los jefes de hogar perciben el mayor número de miembros en
su hogar y también el mayor número de niños, quienes no generan in-
gresos. Para las jefes mujeres, el punto mínimo sigue siendo cuando es-
tán más jóvenes que los jefes hombres. En promedio, la secundaria in-
completa es suficiente para salir de la pobreza, pero al mirar la media del
ingreso es evidente que mientras el jefe tiene menos de  años, el hogar
es persistentemente pobre (el efecto de cohortes no es claro para los jefes
hombres con secundaria incompleta). Sorprendentemente, a las jefes
mujeres con secundaria incompleta les va mejor esta vez, pues las dos
cohortes más jóvenes superan la pobreza. Luego, sucesivamente, cada
cohorte persiste más tiempo en la pobreza; la cohorte de  sale de ella
a los , mientras que la de  solo supera la pobreza a los . El hecho
que el jefe haya completado la secundaria, en promedio, libera al hogar de
la pobreza, sin importar su género. Sin embargo, los gráficos de las media-
nas del hogar demuestran que los hogares con jefes jóvenes no se encuen-
tran muy lejos de la línea de pobreza; muchos de éstos pueden ser transi-
toriamente pobres. En los hogares cuyos jefes tienen una educación que
supera la primaria, el efecto de las cohortes se reversa, es decir, las cohortes
más jóvenes tienen en promedio más bajo ingresos per cápita.
La mayoría de los hogares, o más del %, cuyos jefes tienen alguna
educación superior, se encuentran muy por encima de la línea de pobre-
za, con un mínimo de $, pesos por encima de ella. Esto indica
que, en general, estas familias no son vulnerables, tanto al tener ingresos
altos, como al tener acceso a un alto nivel de educación. Sin embargo, en
este estudio no se mira qué otros activos tienen estos hogares. Si carecen
de activos financieros o, por ejemplo, de un buen seguro de salud, igual
pueden caer en la pobreza, aunque con más baja probabilidad frente a
los hogares con jefes menos educados.



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Cuadernos pnud • mps

Ingreso per cápita por cohorte y educación del jefe,


hogares con jefes hombres (precios 1998)

Media de ingreso per cápita



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La pobreza en Colombia

Mediana de ingreso per cápita



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