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. Cuanto más cóncava es esta función, más peso es puesto sobre la pobreza (Kaplow,
Sen).
. En un país desarrollado como los Estados Unidos, la línea de pobreza relativa es
bastante útil en el sentido de que la definición de la pobreza tiende a variar más con los
cambios en el estándar de vida y la distribución del ingreso, que en un país como Colombia.
Sin embargo, Sen argumenta la teoría de “relative deprivation” o que las personas no evalúan
su bienestar exclusivamente con respecto al consumo o ingreso absoluto, sino también al
relativo, comparándose con su vecino o con lo que, según las normas de la sociedad en que
vive, es considerado como una vida digna y de estándar adecuado.
. El consumo de una persona, más que su ingreso, da una mejor idea de su estado de
bienestar, dado que es una medida más directa del bienestar. Por ejemplo, una persona que
tenga un nivel de ingreso considerablemente alto puede que no logre transformar este ingre-
so en bienestar, si a su vez es drogadicto y no logra cubrir ciertas necesidades por el consumo
de drogas.
compuestas por más niños . Esto quiere decir que los ingresos de los
hogares pobres son especialmente subestimados cuando no se tienen en
cuenta las equivalencias de escala y de adultos al medir el ingreso per cápita,
pues el número absoluto de personas del hogar es relativamente alto en
comparación con el número de unidades de consu-
Se puede especular que
mo. También pueden resultar cambios en las medi-
la pobreza y la desigual-
das de pobreza y desigualdad del ingreso cuando, dad de ingreso deben
como estrategia para enfrentar una caída de ingresos, cambiar significativamen-
dos o más hogares se juntan para formar un solo ho- te cuando el ingreso per
cápita se calcula por
gar y de esta manera compartir gastos y beneficiarse
economías de escala y
de equivalencias de escala. Si esto ha sucedido frente a escalas de equivalencia,
la recesión, se puede esperar que los índices de pobre- dado que las familias de
za sean aún más sensibles a las medidas de ingreso los pobres tienden a ser
más numerosas y tam-
por equivalencia de escala . Igualmente es posible
bién a estar compuestas
que la disminución de pobreza sea cada vez de menor por más niños
magnitud a través del tiempo, ya que el tamaño del
hogar colombiano ha disminuido debido a menores tasas de fecundidad;
lo anterior será más seguro si estos cambios en fecundidad se producen de
manera significativa en la parte baja de la distribución del ingreso, es decir
entre la gente pobre. Qué tan influyentes sean estos cambios sobre las me-
diciones de pobreza depende de cómo hayan variado estos cambios en el
tamaño de los hogares según la distribución del ingreso.
En términos de índices de pobreza, la sensibilidad de ajustes por
equivalencia de escala dependerá en gran medida de la elasticidad de la
pobreza, es decir, entre más familias numerosas y con niños se encuen-
tren cerca de la línea de pobreza más bajará el porcentaje de pobres al
medir sus ingresos de esta manera .
. Por ejemplo, en el , el tamaño absoluto promedio de los hogares que se encon-
traban bajo la línea de pobreza era de . y la edad promedio de estas personas era .,
mientras que estas mismas cifras para los no pobres eran . y . (Encuesta Nacional de
Hogares, cálculos de la autora).
. Claramente, juntarse más de un hogar en una sola vivienda puede resultar en haci-
namiento crítico, condición que deteriora el bienestar de las personas pero que no es tenida
en cuenta en las medidas de pobreza de este estudio.
. Es posible que la línea de indigencia sea aún más sensible a un ingreso per cápita
medido por equivalencias, si estos hogares son aún más numerosos y jóvenes.
En la tabla se puede ver que para los años , , , y
, las estimaciones del porcentaje de personas que se encuentran bajo
las líneas de pobreza del DANE cambian drásticamente al calcular los
ingresos per cápita con equivalencias de escala y adultos, tanto las esti-
madas por la OCDE, como por Lasso . El porcentaje de pobres baja es-
pecialmente con las equivalencias de Lasso para el año , donde solo
el % de los colombianos (en siete ciudades) son considerados como
pobres bajo esta equivalencia, mientras que esta cifra es cuatro veces más
alta si se calcula el ingreso per cápita con el número absoluto de perso-
nas del hogar. En los años y , el cambio ya no es tan drástico,
pues la pobreza queda un poco por debajo de la mitad de lo que es sin
equivalencias; sin embargo, esto es todavía un gran contraste. El hecho
de que el cambio en pobreza sea menor en los años más recientes se
puede deber o a una elasticidad menos alta de la pobreza (menos hoga-
res que se encuentran cerca de la línea de pobreza y, entonces, menos
. Es importante tener en cuenta que las equivalencias de escala y adultos estimadas
por el modelo de Lasso se basan en la Encuesta de Ingresos y Gastos de -. De por sí,
estas equivalencias pueden variar a través del tiempo, lo cual indica la posibilidad de que
sean solo verdaderamente adecuadas para la ENH de . Habría que volver a estimar estas
equivalencias para otros años, pero hasta el momento no se ha hecho otra Encuesta de Ingre-
sos y Gastos para Colombia.
hogares que al ser calculado su ingreso per cápita con equivalencias tras-
pasan esta línea) o a una más baja relación entre el número absoluto de
personas en el hogar y el número de unidades de consumo para los ho-
gares más pobres. Por lo tanto hay que destacar que lo más sorprendente
es el incremento en el índice de pobreza registrado entre los años y
cuando es medido con equivalencias de la OCDE; los otros dos ín-
dices muestran más bien una caída en la pobreza.
de pobreza
de pobreza
Incidencia
Incidencia
Incidencia
relativo
relativo
relativo
Riesgo
Riesgo
Riesgo
Total hogares pobres 51.3% NA 39.7% NA 27.5% NA 100%
C ar ac
arac terístic
acterístic as de hogares
terísticas
Género del jefe
Mujer 49.9% -0.4% 38.8% -0.2% 24.9% -1.3% 49.9%
Hombre 52.0% 0.5% 40.0% 0.1% 28.6% 0.5% 52.0%
Edad del jefe
Menor de 30 59.2% 1.0% 47.6% 1.9% 34.6% 3.0% 59.2%
Entre 30 y 50 57.6% 3.2% 44.8% 1.3% 31.2% 1.7% 57.6%
Mayor de 50 40.4% -4.1% 30.3% -1.9% 20.1% -3.7% 40.4%
Educación del jefe
Sin educación o
primaria incompleta 72.4% 3.3% 60.6% 6.0% 43.8% 6.4% 72.4%
Primaria completa 65.0% 2.5% 51.6% 3.5% 35.7% 3.7% 65.0%
Secundaria incompleta 65.8% 3.0% 52.1% 3.6% 37.0% 4.2% 65.8%
Secundaria completa 48.6% -0.6% 34.5% -1.4% 22.6% -2.6% 48.6%
Superior incompleta 26.2% -1.8% 16.5% -3.9% 9.6% -11.3% 26.2%
Superior completa o más 10.0% -6.2% 6.0% -2.0% 4.1% -13.8% 10.0%
Número de personas
1 21.3% -2.5% 21.3% -0.5% 18.6% -1.2% 8%
2 32.5% -2.9% 25.8% -2.0% 17.8% -4.4% 15%
3 46.8% -1.0% 35.1% -1.0% 24.9% -1.2% 22%
4 56.3% 1.2% 42.4% 0.7% 29.4% 0.9% 24%
5 63.0% 1.8% 48.5% 2.6% 33.5% 2.8% 15%
6 70.3% 1.4% 54.4% 5.1% 35.9% 4.1% 8%
7 y más 77.7% 1.9% 60.3% 8.2% 37.9% 5.3% 7%
de pobreza
de pobreza
Incidencia
Incidencia
Incidencia
relativo
relativo
relativo
Riesgo
Riesgo
Riesgo
cápita sin equivalencias. Eso sí, esta vez los cambios no son tan drásticos
como aquellas medidas de pobreza. Es de esperar que los cambios en la
desigualdad del ingreso no sean tan grandes. En parte, la razón por la
cual el porcentaje de personas bajo la línea de pobreza fue bastante sen-
sible puede ser que si ocurre una alta densidad de ingresos alrededor de
la línea de pobreza, es muy posible que al “corregir” por equivalencias de
escala, el ingreso per cápita de muchos de estos hogares traspase la línea
de pobreza.
cuanto más educada es una persona, más capacidad tiene para evadir el
riesgo al poder utilizar de manera eficaz diferentes estrategias para en-
frentar momentos económicamente difíciles. Asimismo, la educación,
especialmente la de las mujeres, está altamente
correlacionada con bajos niveles de fecundidad, los Los pobres consideran la
cuales reducen el tamaño del hogar y por ende vulnerabilidad como una
incrementan su ingreso per cápita, ceteris paribus. característica definitiva
de la pobreza. Sin embar-
La vulnerabilidad tiene importancia por sus go, este aspecto ha sido
efectos tanto sobre el comportamiento de las perso- generalmente igno-rado
nas, en términos de inversión, producción y estrate- por políticas enfocadas
gias para enfrentar caídas de ingreso (coping más que todo a los
actuales niveles de ingre-
strategies), como sobre su autopercepción de la si- so y consumo de la gente,
tuación. Por ejemplo, puede impedir la inversión en y no en la pobreza como
actividades altamente rentables pero igualmente un estado dinámico.
riesgosas, impedir la inversión en el capital huma-
no, forzar la diversificación de fuentes de ingreso, y crear estrés y ansie-
dad ante la incertidumbre, especialmente en momentos de descenso eco-
nómico. La vulnerabilidad destaca términos como “desamparo, inseguridad
y exposición al riesgo, shocks y estrés” (Chambers, citado en Narayan et al.,
, p. ). Durante épocas de descenso económico, también es posible
que justo aquellas personas con menos acceso a activos sean quienes su-
fran las más grandes caídas de ingreso. Por ejemplo (según SISD : Im-
pacto social de la crisis, , de a ), los hogares más pobres tuvie-
ron mayores caídas de ingresos durante la crisis económica .
Dado que la información de activos es escasa en Colombia , este estudio
examina la vulnerabilidad a partir de la dinámica del ingreso a través del
tiempo como una aproximación . De esta manera se puede dar una
mirada a los tres tipos de pobreza definidos por el Banco Mundial:
Perfil de ingreso per cápita por cohortes y educación del jefe del hogar
ción a través del tiempo, pero estos cambios no han sido tan drásticos
como para las mujeres. Asi mismo, los retornos a la educación primaria
incompleta y completa para hombres se han incrementado para las
cohortes más jóvenes, mientras que ha ocurrido lo opuesto para hom-
bres con secundaria incompleta y completa, y superior incompleta y com-
pleta. Esto se puede explicar por un descenso relativo en la oferta laboral
de hombres con primaria incompleta y completa, pues el coeficiente de
variación para el stock de capital humano de los hombres ha caído
significativamente. Para las mujeres, las diferencias en ingresos por
cohortes muestran patrones similares pero con brechas más amplias para
todos los grupos educacionales, salvo los que tienen educación superior
completa; para este grupo, al contrario que los hombres, las mujeres que
pertenecen a las cohortes más jóvenes tienen ingresos más altos que las
que pertenecen a las cohortes más viejas a la misma edad, pero esta dis-
paridad no es tan grande como la encontrada para otros grupos educa-
cionales.
Los hallazgos del trabajo de Sánchez y Núñez demuestran que en
estos ejercicios es importante tener en cuenta que en parte las razones
por las cuales los ingresos varían a través del tiempo para un mismo
hogar son los cambios en su composición demográfica y educacional, y
que la dinámica de esta composición es diferente para las diversas
cohortes.
En este estudio se mide el ingreso per cápita de hogares por cohortes
de jefes de hogar según su edad, género y años de educación (primaria in-
completa, cero a cuatro años; primaria completa, cinco años; secundaria
incompleta, seis a diez años; secundaria completa, 11 años; superior in-
completa o educación vocacional/técnica, 12 a 15 años; y superior com-
pleta o más, o 16 años y más), usando las ENH de a para siete
áreas metropolitanas .
Adelante se encuentran los gráficos de la suavización de los ingresos
per cápita según el método de Attanasio. Los gráficos muestran la media
y la mediana del ingreso per cápita (sin y con equivalencias de escala y
adultos) de los hogares por cohortes de sus jefes hombres y mujeres, más
un corte transversal para , que mide el ingreso per cápita por educa-
ción del jefe y cuartil de ingreso, con y sin equivalencias de escala.
. Se muestra el corte transversal por educación de para jefes mujeres, ya que
aquel para demuestra una variación excesivamente alta y varios cruces entre los ingre-
sos según las diferentes categorías de educación. Es importante tener en cuenta que fue
un año de auge económico, y por esta razón los ingresos para dicho año son un poco eleva-
dos en comparación con los de .
En los gráficos de ingreso medio per cápita por cohorte y educación del
jefe suavizados, los movimientos de ingreso per cápita a lo largo del ciclo
de vida del jefe del hogar son bastante significativos, demostrando que el
ciclo de vida tiene un gran impacto sobre la situación económica de un
hogar; indudablemente este impacto es mayor si un hogar no tiene acceso
a activos que puedan ayudar a suavizar su consumo a través del tiempo.
Primero se deben señalar los efectos de la cohorte del jefe del hogar.
Para los jefes con a años y años de educación se evidencia que las
cohortes más jóvenes tienen un mayor ingreso per cápita, consistente
con los hallazgos de Sánchez y Núñez. El efecto de
cohortes es aún mayor para los hogares con jefes
A lo largo del ciclo de
mujeres, salvo que para éstos, a la cohorte de no vida, los hogares que
le va mejor que a la de . Igualmente consistente tienen jefes con primaria
con los hallazgos de Sánchez y Núñez es el hecho de o menos llegan a un
que para los hogares con jefes hombres con más que punto mínimo de ingreso
per cápita alrededor de
educación primaria, los efectos de las cohortes se los 32 años del jefe, si es
reversan: las cohortes más jóvenes tienen menores hombre, y 23 años si es
ingresos que las más viejas. Sin embargo, para las mujer.
mujeres, las cohortes más jóvenes siguen teniendo,
en general, más ingresos sucesivamente (con excepción de la cohorte de
) para todas las categorías de educación (el efecto de la cohorte es
sobre todo visible en las cohortes más jóvenes).
En general, los hogares relativamente jóvenes son los que tienen in-
gresos más bajos. Es decir, a lo largo del ciclo de vida, los hogares con
jefes con primaria o menos llegan a un punto mínimo de ingreso per
cápita alrededor de los años del jefe, si es hombre, y años si es mujer
–no coincidiendo con la edad del jefe cuando el hogar tiende a ser más
grande o a tener más hijos, la cual es alrededor de los años– (Sánchez
y Núñez). Al medir el ingreso per cápita de los hogares con equivalen-
. El gráfico para los hogares con jefes mujeres con años y más de educación mues-
tra una gran variancia en los ingresos, a pesar de la suavización de los datos. Esto se debe a
una relativamente baja frecuencia de observaciones para esta categoría de educación y gé-
nero.
cias, el mínimo llega a ser y para los hogares con jefes hombres y
mujeres, respectivamente (este valor es más alto para los hogares con
mujeres con más de años de educación).
Los hogares con jefes hombres con solo a años de educación
sufren una caída grande del ingreso per cápita entre los y años,
cuando empiezan a recuperarse. La cohorte más joven para la cual se
tienen datos () nunca entra en la pobreza (en promedio) a pesar de
esta caída de ingresos per cápita. La cohorte que sigue () se encuen-
tra en la pobreza mientras el jefe tenga de a años. Esta etapa de
pobreza se va ampliando en términos de años a medida que la cohorte es
más vieja; llega a una etapa de los hasta los
Con equivalencias, las años del jefe para la cohorte de . Quiere decir
cohortes más jóvenes que las cohortes más jóvenes, en promedio, ahora
siempre logran salir de la logran estar fuera de la pobreza alrededor de años
pobreza. Esto es aún más
más temprano, una diferencia bastante significativa.
cierto cuando el jefe ha
alcanzado educación No obstante, al medir la mediana en vez de la media
primaria. de ingreso, se observa que los promedios están eleva-
dos a causa de desigualdades en el ingreso. Aquí se
observa que más del % de los hogares están en pobreza cuando el jefe
hombre es menor de alrededor de años para las cohortes más jóvenes y
así sucesivamente hasta llegar a alrededor de años para las cohortes
mayores, pero aún más del % de los hogares de los jefes pertenecientes a
las cohortes y nunca salen de la pobreza (son persistentemente
pobres). Esta situación no mejora mucho cuando el jefe alcanza la educa-
ción primaria completa.
La caída de ingresos entre los y años no tiene una pendiente
tan grande si se toma en cuenta la composición demográfica de los ho-
gares y se calculan los ingresos por equivalencias, lo cual demuestra que
parte de esta caída es debida a un hogar más numeroso y con niños, y no
necesariamente a una caída de ingresos del jefe del hogar. Con equiva-
lencias, las cohortes más jóvenes siempre logran salir de la pobreza. Esto
es aún más cierto cuando el jefe ha alcanzado educación primaria.
Al contrario de los hogares con jefes hombres, los que tienen jefes
mujeres con primaria incompleta no sufren una caída de ingreso per
cápita grande al principio del ciclo de vida. Sin embargo, empiezan con