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INSTALACIÓN DE LA AUDIENCIA

Manizales, 12 de febrero de 2019 Hora: 10:10 am.

LA SALA LABORAL DEL TRIBUNAL SUPERIOR DE MANIZALES se


constituye en audiencia de alegaciones y fallo de segunda instancia, en el
proceso ordinario laboral de primera instancia, con radicación general 17001-
3105-003-2017-00264-00 y radicado interno 15242, promovido por JORGE
ELIECER OSPINA SÁNCHEZ, MARÍA CELMIRA DELGADO SALAZAR,
EDWIN OSPINA DELGADO, WILSON OSPINA DELGADO, ALEJANDRO
OSPINA DELGADO Y DANIEL OSPINA DELGADO en contra de
TRANSPORTADORA COMERCIAL DE COLOMBIA TCC. S.A.S.

Objeto de la Audiencia:
La presente audiencia tiene por objeto 1. Escuchar las alegaciones de la partes.
2. Desatar el recurso de apelación interpuesto por el apoderado de los
demandantes, frente a la sentencia proferida en primera instancia por el
Juzgado Tercero Laboral del Circuito.

Presentación e identificación de las Partes (Constatar asistencia):

Demandantes. Apoderado.
Jorge Eliecer Ospina Sánchez Dr. Andrés Julián Alzate Mejía
C.C.10.241.687 T.P.229.346 del CSJ
María Celmira Delgado Salazar C.C. 1.053.797.460
C.C.30.292.717
Edwin Ospina Delgado
C.C. 1.053.781.029
Alejandro Ospina Delgado
C.C. 1.053.860.178
Daniel Ospina Delgado
T.I. 99087810245
Wilson Ospina Delgado
Demandada: Apoderado sustituto:
TCC S.A.S Dra. Juan David Morales A.
NIT: 860.016.640 T.P. 244.702
C.C. 1.053.

Acto seguido se corre traslado a los apoderados judiciales de las partes para
que presenten sus alegatos, si a bien lo tienen.
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SE CONSIDERA:

Con el escrito gestor, pretendieron los señores JORGE ELIÉCER


OSPINA SÁNCHEZ, MARÍA CELMIRA DELGADO SALAZAR, EDWIN OSPINA
DELGADO, WILSON OSPINA DELGADO ALEJANDRO OSPINA DELGADO, y el
menor DANIEL OSPINA DELGADO, que se declare que entre el primero de ellos
y la sociedad TRANSPORTADORA COMERCIAL DE COLOMBIA TCC. S.A.S.
existe un contrato de trabajo desde el 31 de julio de 1979, en el que el señor Jorge
Eliécer Ospina Sánchez desarrolló una enfermedad laboral diagnosticada como
“otras degeneraciones especificadas de disco vertebral” por la omisión,
negligencia y violación del cumplimiento de normas de seguridad social y salud
en el trabajo por parte de la empleadora; para que en consecuencia, se condene a
la demandada a pagarle al trabajador la indemnización de perjuicios materiales,
perjuicios morales y perjuicio fisiológico, y a sus familiares codemandantes los
perjuicios morales que presuntamente les fueron causados, con la respectiva
indexación.

A estas pretensiones se opuso la sociedad demandada, manifestando


que en todo el tiempo que ha durado el contrato de trabajo, en su condición de
empleadora, ha respondido fielmente con todas las obligaciones que le
corresponde y que las imputaciones que hace el trabajador son exageradas y van
en contra de la realidad, pues no es cierto que haya estado conminado a levantar
por el mismo y sin herramientas, unas cargas tan altas que un ser humano común
no podría aguantar. Adicionalmente, en un dictamen del 20 de junio de 2017, la
Compañía Suramericana de Seguros de Vida S.A. calificó la pérdida de capacidad
laboral del empleado con un 34.09% de origen común, de suerte que ni es
inválido, ni los padecimientos que sufre son derivados de sus condiciones de
trabajo. Aun así, la empresa ha estado haciendo seguimiento a su estado de salud
y al cumplimiento de las restricciones y recomendaciones implementadas para su
puesto de trabajo y el mejoramiento de su salud, dotándolo siempre de las
herramientas necesarias para un trabajo seguro. Con esos planteamientos
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formuló las excepciones de “ inexistencia de culpa patronal”, “falta de
legitimación en la causa por pasiva en cuanto a la indemnización de
perjuicios”, “falta de acervo probatorio para demostrar el perjuicio o
ineptitud de la cuantificación del daño”, “temeridad”, “indebida y excesiva
valoración del daño”, y “buena fe”.

Tales posturas litigiosas emergen de la demanda de folio 7 al 32 y la


contestación del 451 al 461.

Mediante la sentencia proferida el 27 de septiembre de 2018,


registrada en el Cd de folio 608, el Juzgado Tercero Laboral del Circuito de
Manizales absolvió a la demandada, tras considerar, en síntesis, que no se acreditó
la culpa patronal en la enfermedad que tiene Jorge Eliécer Ospina Sánchez, pues
en la enfermedad laboral que padece, no se observó negligencia por parte de la
empleadora, no existe prueba de la falta de diligencia y cuidado para con su
trabajador, y en general, la empleadora cumplió con todas las obligaciones que le
ha impuesto el legislador en materia de seguridad y salud en el trabajo,
capacitándolo sobre seguridad en el trabajo antes de la estructuración de su
invalidez, y suministrándole elementos de protección como guantes de carnaza y
botas de seguridad, carreta metálica, carretón y gato mecánico, de los que se
hablaron en un informe de puesto de trabajo; además, a partir del año 2016 la
demandada cuenta con reglamento interno de trabajo, y de higiene y seguridad
industrial.

Inconforme con lo decidido, el vocero judicial de los actores interpuso


recurso de apelación, argumentando el tema de seguridad y salud en el trabajo no
es nada novedoso, sino que desde el año 1979 hay normatividad que regula el
factor de riesgo ergonómico para labores como las desempeñadas por el señor
Ospina Sánchez, concretamente la Resolución 2400, pero la Juez pasó por alto
que de acuerdo con los testigos, antes del año 1997 éste se desempeñó como
ayudante de bodega manejando las cargas que se mencionan en el informe técnico
de la ARL Sura, en la que se habla de sobrecarga laboral en el tiempo; además los
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elementos de seguridad para la hora de levantar cargas referenciados por los
declarantes, esto es, carretón y gato hidráulico, no son suficientes para laborar
dentro de las instalaciones sin un riesgo ergonómico, en especial, en la anterior
sede de la empresa donde no había como descargar las mercancías a nivel y no
había montacargas, por lo que los empleados debían alzar la mercancía por sí
mismos, sin que para esa época TCC les suministrara elementos necesarios para
minimizar el riesgo ergonómico. Finalmente, el apoderado rogó que se tuviera en
cuenta el documento denominado matriz de riesgo por cargo, aportado por la
demandada, donde ésta reconoce el riesgo que existe por el desnivel de la
plataforma de descargue con los camiones y en ese caso el gato y el carretón eran
insuficientes.

Así las cosas, en acatamiento a lo dispuesto en el artículo 66 A del


Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social, el Tribunal se ocupará en
determinar conforme a los reparos blandidos, si la razón está de lado de los
recurrentes al insistir en que en el caso de autos, quedó plenamente acreditada la
culpa patronal en las afectaciones de salud que padece el demandante, y en caso
afirmativo, si hay lugar a acceder a las pretensiones condenatorias imploradas en
la demanda.

Para un mejor entendimiento de la decisión a adoptar, se precisa que


a estas alturas de la contienda ya no se discute que el señor Jorge Eliécer Ospina
Sánchez se encuentra vinculado con TCC S.A.S. mediante un contrato de trabajo a
término indefinido desde el 31 de julio del año 1979, y que en la actualidad
presenta una patología de “otras degeneraciones especificadas de disco
intervertebral” , calificada por la Junta Regional de Calificación de Invalidez de
Caldas y confirmada por la Junta Nacional de Calificación de Invalidez, como de
origen laboral, enfermedad que le ha representado una pérdida de capacidad
laboral del 25%, estructurada el 17 de enero del año 2016.
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Estos hechos que encuentran respaldo probatorio en los documentos
de folio 54 al 73, se tuvieron por acreditados en la sentencia de primera instancia
y no fueron objeto de reparo por ninguna de las partes.

Establecido lo anterior, se tiene que atendiendo los principios de la


carga de la prueba, en nuestro ordenamiento jurídico se ha reconocido que
cuando el accidente de trabajo se predica causado por culpa imputable al
empleador, le corresponde al trabajador o en defecto de éste a sus causahabientes,
demostrar tres elementos, a saber: a) la ocurrencia de la enfermedad o el
accidente de trabajo, b) El nexo de causalidad entre la culpa del
empleador y el daño , y, c) La existencia de los perjuicios y el valor de
éstos.

Tanto la jurisprudencia del Juez Límite Laboral como la doctrina


especializada en la materia, han sostenido que a la luz de las responsabilidades y
obligaciones que tiene el empleador frente a sus trabajadores, principalmente las
contenidas en el artículo 56 del Código Sustantivo del Trabajo, en tratándose de
accidentes de trabajo o enfermedades profesionales, el empleador responde hasta
por la culpa leve, que se establece según el artículo 63 del Código Civil, cuando las
pruebas demuestran “la falta de aquella diligencia y cuidado que los
hombres emplean ordinariamente en sus negocios propios” , de manera que
sólo se puede exonerar de la indemnización total y ordinaria de perjuicios, si
demuestra que el accidente o la enfermedad profesional acaeció por culpa
exclusiva de la víctima, o que en todo caso, tuvo la diligencia y cuidados
requeridos para evitar su ocurrencia.

A partir de los conceptos de “diligencia” y “cuidado” puede decirse


que el empleador incurre en culpa ya sea por impericia, imprudencia o por
negligencia.

Habrá impericia cuando se desarrollan actividades sin los


conocimientos básicos necesarios; un empleador es imprudente cuando obra sin
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aquella cautela que según la experiencia corriente, se debe emplear en la
realización de ciertos actos para evitar accidentes de trabajo o enfermedades
profesionales, como cuando no se adoptan, o cuando se disponen malas medidas
preventivas o de disminución de riesgos; y por último, se muestra negligencia por
parte del empleador, cuando no cumple con normas preestablecidas en el
ordenamiento nacional relacionadas con las obligaciones o deberes en salud
ocupacional, no toma medidas preventivas, no proporciona elementos de
protección, o no se capacita al trabajador para la ejecución segura de sus labores.

Y justamente, lo que se afirma desde el libelo introductorio, es que la


sociedad demandada no cumplió con sus deberes para mantener la salud y la
seguridad del trabajador, pues presuntamente, desde el inicio del contrato no
capacitó en debida forma al señor Jorge Eliécer para la ejecución de cada una de
las funciones que le fueron encomendadas, específicamente para el manejo y
transporte de materiales; no realizó actividades de prevención en factores de
riegos ergonómicos, no le entregó todos los elementos de protección necesarios, y
no lo capacitó para la utilización de los que le suministró, y adicionalmente,
implementó en forma tardía un programa de pausas activas, del cual sólo pudo
beneficiarse el actor luego de manifestarse su enfermedad, omisiones éstas que
llevaron a desarrollar graves lesiones en la columna del demandante.

De lo dicho se desprende entonces que, la culpa endilgada, lo es por


omisión y ello conlleva a que se aplique la regla jurisprudencial reiterada en la
sentencia SL-1757-2018 donde se dijo que “si bien es cierto el trabajador en un
comienzo debe demostrar suficientemente la culpa patronal, lo cierto es que
cuando se le imputa al empleador una actitud omisiva como causante del
accidente o la enfermedad profesional, en este evento a quien le corresponde
demostrar que no incurrió en la negligencia que se le endilga es al empleador,
mediante la aportación de pruebas que acrediten que sí adoptó las medidas
pertinentes y oportunas en dirección a proteger la salud y la integridad física de
sus trabajadores”.
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En esa perspectiva, para establecer si le asiste razón a la recurrente, o
si por el contrario, atinó el Juez de primera instancia al declarar no probada la
culpa del empleador en la enfermedad profesional que padece el demandante, se
hace necesario sintetizar lo que informan las abultadas pruebas obrantes en el
plenario.

Aunque no se objetó que la relación laboral inició el 31 de 1979, a


folio 69 al 72 reposa un contrato de trabajo a término indefinido suscrito entre
Jorge Eliecer Ospina y la Transportadora Comercial Colombia TCC, el día 20 de
septiembre de 1980.

Del folio 192 al 197, y del 128 al 135 reposa en desorden un informe
de estudio de puesto de trabajo para la definición de riesgo osteomuscular del
trabajador, realizado el 14 de mayo de 2015 por una fisioterapeuta de una
empresa de consultoría en gestión del riesgo. En él se destacan como
antecedentes ocupacionales, que el señor Ospina Sánchez inició a laborar en la
empresa en el cargo de ayudante de bodega, trabajando 114 meses hasta enero de
1988 cuando pasó a ser operario de montacarga, función que cumplió 60 meses
hasta febrero de 1993; desde marzo de 1993 laboró como estibador, y a partir de
octubre de del año 1997 y hasta la actualidad, ostenta el cargo de conductor de
acarreo local.

Mientras cumplió propiamente con las funciones de este último


cargo, le suministraron guantes de carnaza, botas de seguridad y dotación, y le
asignaron una carreta metálica, un carretón y un gato, para ocuparse del
descargue de tractomulas y realizar chequeo de mercancía, arrumar paquetes en
carretas, cargar el vehículo, organizar la carga en el vehículo, y desarrumar el
vehículo para entregar la mercancía en la bodega, manipulando pesos que
variaban entre 2 gramos y hasta 120 kilos aproximadamente, advirtiéndose que
un mes y medio antes, esto es, aproximadamente para marzo de 2015, le fueron
aplicadas restricciones para manipular cargas, de modo que desde ese momento
solamente chequeaba la mercancía antes de salir y conducía el vehículo.
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Como rutina laboral para ese puesto de conductor de acarreo local


que ocupa desde octubre de 1997, se explicó que ingresaba a la empresa a las
7:15 A.M, descansaba 20 minutos para almorzar, y seguía laborando hasta las 9:00
P.M, para un total de tiempo laborado efectivo, descontando el tiempo de descanso
y el de inactividad, de 757 minutos diarios, que equivalen a 12.61 horas al día, de
lunes a viernes, y los sábados de 8: 00 A.M. a 4:00 P.M.

Importa resaltar, que con la documental de folio 105 al 175, se


encuentran acreditadas una serie de capacitaciones, controles médicos periódicos
e instrucciones de seguridad industrial y salud en el trabajo implementadas en
TCC, en las que estuvo presente el señor Jorge Eliécer, remitiendo la primera de
las acreditadas, a la del 8 de mayo de 2012 que se realizó para la manipulación de
productos Samsung.

De otro lado, en la extensa historia clínica aportada de folio 198 al


435, se observa una primera consulta médica en la que el empleado reportó dolor
lumbar, calendada el 20 de diciembre del año 2011 y visible a folio 390.

Para el 30 de julio de 2014 acudió a cita de salud con cuadro clínico


de dolor lumbar de origen mecánico con 15 días de evolución; desde allí empezó a
consultar con mayor frecuencia, siendo diagnosticado inicialmente con lumbalgia
crónica y trastorno de disco cervical con radiculopatía, quebrantos de salud que
conforme se desprende del folio 479 al 549, han llevado a que le sean concedidas
múltiples incapacidades médicas entre los años 2015 y 2017.

Por esa razón, se dio inicio al proceso de calificación de pérdida de


capacidad laboral, encontrándose en un primer momento, de acuerdo con lo
transcrito en el dictamen de folio 60 al 62, que la Empresa Promotora de Salud
Salud Total E.P.S, calificó sus patologías de lumbago y trastorno de disco
intervertebal como de origen laboral, considerando que “ es evidente la presencia
de varios factores de riesgo causal ocupacional, en este caso ergonómico por
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levantamiento de carga física, exposición a vibraciones, movimientos de flexión y
rotación del tronco y posturas mantenidas por fuera de ángulos de confort de la
columna lumbosacra, factores psicosociales y de organización por largas jornadas
laborales de 12 horas al día, en el sitio de trabajo que se encuentra relacionado
con su enfermedad”; que “el tiempo de exposición de 431 meses a los factores de
riesgo ergonómico, es suficiente para demostrarlos como desencadenantes de la
patología osteomucular que demuestran su relación causa efecto laboral”, y que “
no se encuentran otros factores de riesgo externos que pudieran estar asociados a
la génesis de su patología”.

Tal calificación de su enfermedad fue ratificada por la Junta Regional


de Calificación de Invalidez mediante el dictamen No. 8746 del 11 de agosto de
2015, en el que se anotó como conclusiones que se trata de un “ paciente con
enfermedad degenerativa de columna lumbosacra, con exposición a factores de
riesgo de tipo ergonómico como manipulación de cargas por encima de los límites
permisibles y movimientos de flexión y rotación de columna lumbar… las labores
de manipulación de cargas se alternan con conducción, lo que no representa un
periodo de recuperación”, y que “la empresa en la certificación de actividades
anota que el levantamiento de cargas entre 50 y 70kg se realiza de manera
individual, y pesos mayores se realiza en equipo superando los límites máximos
permitidos”, lo que se considera exposición suficiente para explicar la
enfermedad, conclusiones que fueron confirmadas por la Junta Nacional de
Calificación de Invalidez, mediante el dictamen del 18 de diciembre de 2015 (folio
60 al 62), en el que bajo esos términos se analizó únicamente el origen de su
patología.

Ya para 13 de septiembre de 2016, la Junta Regional de Calificación


de Invalidez de Caldas, declaró que su pérdida de capacidad laboral de origen
profesional asciende al 25%, decisión que también fue confirmada por la Junta
Nacional en el dictamen de folio 55 al 58.
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Ahora bien, nada distinto emerge de la prueba testimonial, que valga
decir, concuerda con llamativa espontaneidad, claridad y fluidez, con lo que
informan los documentos a los que se acaba de hacer alusión, observándose así en
todos los testigos que trabajaron con el demandante en TCC, un fiel compromiso
con la verdad de los acontecimientos, encaminado a narrar únicamente sobre los
hechos que conocieron directa y personalmente.

Fue así como se escuchó a Jorge Giovanni Parada, quien dijo haber
trabajado con Jorge Eliécer desde el 2008 hasta el 2017; a Luis Alfonso Hurtado
Gallego, persona que trabaja en TCC desde hace 31 años y laboró en la misma ruta
con el trabajador codemandante por un tiempo aproximado de 10 años; y a José
Humberto Hoyos López, quien dijo que trabajo para TCC desde hace 25 años,
fungiendo ahora como auxiliar de recolección de mercancía.

A partir de esas especiales condiciones laborales y de cercanía con el


señor Ospina Sánchez, explicaron con total espontaneidad, que éste comenzó a
trabajar en TCC como estibador o auxiliar logístico, teniendo la responsabilidad
de recoger y entregar la mercancía; pero luego pasó a ser conductor de vehículos,
cargo en el que siempre ha trabajado de manera continua desde las 7:00 A.M
hasta las 8:00, 10:00 y 11:00 de la noche pero sin hora de salida determinada,
sino que su jornada terminaba sólo cuando acababan de repartir las encomiendas
y descargar los camiones; que como conductor de la ruta era el encargado de
cargar las cajas, a él le daban la responsabilidad de todas las entregas, debiendo
además de conducir, ayudar a arrumar y desarrumar las cajas en los camiones, o
hasta ayudar a entregarlas, pero luego de sus incapacidades, lo pasaron para una
bodega con restricciones de labor, encargándose de cuestiones varias y en
especial del estampillado contratado por TCC con otra empresa.

Comentaron que las cargas a las que refieren que todos debían mover
y entregar, incluyendo a Jorge Eliécer, podían ser sobres de menos de 1 kilo hasta
cajas de 90 o 150 kilos, precisando que todos los días debían manipular
manualmente cargas de más de 80 kilos, para lo cual, a veces tocaba entre todos
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los que estaban en el camión de la ruta, que eran 3 o 4, hacer toda la fuerza para
subir y descargar las cargas. Según Jorge Humberto, es regla de la empresa que el
conductor también colabore pasando a la fuerza la mercancía a los ayudantes
para que rinda el proceso.

Al ser indagados por los elementos de protección personal y


herramientas para el manejo de carga, dieron cuenta del suministro de guantes,
guayos, carretas, carretones y gato hidráulico; empero, Jorge Giovanni adujo que
en la bodega les daban la carreta pero cuando tenían que subir las cajas a
arrumarlas al carro, las carretas no sirven, y que dentro del camión no hay como
utilizar la carretilla entonces toca acomodar las cajas con la fuerza de cada uno;
Luis Alfonso Hurtado aclaró que el gato hidráulico y el carretón se los entregaron
apenas hacía 4 o 5 años porque anteriormente solo manejaban carretas y la
fuerza física, “de todas maneras a veces hay desniveles entre las mulas y las
bodegas, entonces nos toca pasar la carga a punta de fuerza” y “ese carretón no es
suficiente porque hay mercancía muy pesada que requiere es un montacargas,
pero nunca ha habido acá en Manizales; y José Humberto, precisó que los guantes
y los guayos también se los empezaron a dar por ahí hace 5 años y que a pesar de
que hay carretas y carretones, a los empleados les toca hacer fuerza para ubicar la
mercancía manualmente.

Y finalmente, cuando se les preguntó por algún tipo de instrucciones,


capacitaciones o asesoramiento en trabajo seguro y métodos para mantener la
seguridad y la salud física de los trabajadores, Jorge Giovanni adujo que cuando
empezó en el año 2008 no les daban nada de eso ni hacían revisiones a los
puestos de trabajo, pero cuando empezaron las incapacidades de Jorge Eliecer,
aproximadamente en el año 2014, ya se empezó a implementar la salud
ocupacional y les capacitaban en como cargar y descargar; Luis Alfonso Hurtado
aseguró que esas capacitaciones solo las han tenido desde hace por ahí 4 años,
pero anteriormente “desde que uno entraba a trabajar era el que más fuerza
tuviera y el que más corriera… si nos decían que mucho cuidado pero todo era
manual y el esfuerzo físico era para levantar desde media libra hasta 150 kilos”; y
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José Humberto Hoyos, comentó que si les han dado capacitaciones sobre el
manejo de carga, pero eso solo ha sido desde hace aproximadamente 5 años, antes
no tenían ninguna especificación acerca de cómo hacerlo de manera segura.

Auscultados detenidamente y en conjunto todos esos elementos de


acreditación, en el marco del fuero de valoración probatorio fijado en el artículo
61 del Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social, el Tribunal llega a la
convicción de que en el caso de autos si quedó acreditada, por negligencia y
omisión, la culpa de la empleadora TCC S.A.S. en la causación de la enfermedad
profesional que padece el señor Jorge Eliécer Ospina, y por ende, a diferencia de lo
concluido en primera instancia, lo procedente es analizar la viabilidad de las
demás pretensiones de condena.

Así se dice, porque si bien como lo aseguró la a-quo, fue acreditado


que a partir de los años 2012 y 2013 fueron suministrados al trabajador
elementos de protección personal como guantes y guayos, herramientas de
trabajo como carretas, carretones y gato hidráulico; que desde esa misma época la
sociedad demandada comenzó a implementar un sistema de seguridad y salud en
el trabajo, capacitando en varias oportunidades a los empleados en materia de
seguridad, pausas activas, prevención de accidentes de trabajo y manejo de
cargas; y que en el año 2016 se expidió el reglamento de higiene y seguridad
obrante de folio 114 al 118; para la Sala, esos mecanismos de prevención y
protección a los empleados, resultaron tardíos para el caso del trabajador
demandante, de modo que fue su ausencia en la mayoría de los años en que ha
laborado para la empresa, y su inoportuna implementación o puesta a disposición
frente al él, lo que en conjunto dio pábulo para que desarrollara la enfermedad
profesional que padece, y que lo ha llevado a una pérdida del 25% de su
capacidad laboral..

De lo anterior no queda asomo de duda, si se recuerda que en el


dictamen realizado por Salud Total E.P.S., sobre el origen de sus padecimientos, se
concluyó que “el tiempo de exposición de 431 meses a los factores de riesgo
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ergonómico, es suficiente para demostrarlos como desencadenantes de la
patología osteomuscular”, tiempo que si se contabiliza desde al año 1979 en que
iniciaron las labores del trabajador, lleva hasta el año 2014 cuando comenzó
agravarse su enfermedad.

En este punto el Tribunal comulga con los planteamientos de la


alzada, en el sentido que precisamente desde el año 1979 existen múltiples
normas de seguridad y salud en el trabajo que han debido ser acatadas por TCC a
partir de esa anualidad en la que empezó Ospina Sánchez a laborar en la empresa,
pero que en este asunto, solo se avizoran atendidas cuando llevaba más de 30
años de labores.

Es más, dentro de las obligaciones especiales de los empleadores,


enlistadas en el artículo 57 del Código Sustantivo del Trabajo, se encuentran entre
otros, la de poner a disposición de los trabajadores, los instrumentos adecuados y
las materias primas necesarias para la realización de las labores, procurarles
locales apropiados y elementos adecuados de protección contra los accidentes y
enfermedades profesionales en forma que se garanticen razonablemente la
seguridad y la salud; por supuesto, desde el inicio de su contrato, y no al epílogo
de su vida laboral, como sucedió en este caso.

Adicionalmente, la Resolución 2400 de 1979, por medio de la cual se


establecieron algunas disposiciones sobre higiene y seguridad en los
establecimientos de trabajo, prevé como obligaciones del patrono en el literal “G”
de su artículo 2°, suministrar instrucción adecuada a los trabajadores “antes de
que se inicie cualquier ocupación, sobre los riesgos y peligros que pueden
afectarles, y sobre la forma, métodos y sistemas que deben observarse
para prevenirlos o evitarlos”.

En su artículo 388, exige que en aquellos establecimientos de trabajo,


en los cuales los trabajadores tengan que manejar y transportar materiales o
carga, se debe instruir al personal sobre métodos seguros para el manejo de
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materiales, y se tendrán en cuenta las condiciones físicas del trabajador, el peso, el
volumen de las cargas y el trayecto a recorrer, para evitar los grandes esfuerzos en
estas operaciones; haciendo énfasis en que junto a esos deberes, los patronos
tienen que elaborar un plan general de procedimientos y métodos de trabajo; se
debe seleccionar a los trabajadores físicamente capacitados para el manejo de
cargas; y vigilar continuamente a los empleados para que manejen la carga de
acuerdo con las instrucciones y usen en forma adecuada las ayudas mecánicas
disponibles.

De igual modo, el canon 392 de esa normativa, prescribió que la carga


máxima que un trabajador podrá levantar será de 25 kilogramos de carga
compacta, y que se debe conceder a los trabajadores dedicados constantemente al
levantamiento de transporte y cargas, intervalos de pausa o periodos libres de
esfuerzo físico extraordinario.

A decir verdad, ninguna de estas obligaciones patronales fue atendida


por la TCC S.A.S., o por lo menos, no se acreditó su cumplimiento frente al
empleado Jorge Eliecer Ospina Sánchez, desde el inició su vida laboral en la
empresa, en los años subsiguientes y hasta los años 2012 o 2014 cuando ya la
exposición acumulada del trabajador a múltiples factores de riesgo ergonómico,
por el cargue y descargue continuo de materiales con pesos que superaban los 80
kilos, sin tiempos libres de recuperación y por aproximadamente 12 horas diarias,
durante más de 30 años, había deteriorado su columna, causándole múltiples
“degeneraciones especificadas de disco intervertebral”, afectándolo no sólo
física, sino social y psicológicamente.

No se desconoce que a partir del momento en que se empezaron a


evidenciar los quebrantos de salud del trabajador la empresa dio estricto
cumplimiento a las órdenes de restricciones de labores y reubicaciones de sus
puestos de trabajo, pero eso no resulta suficiente para exonerarla del pago de la
indemnización de perjuicios reclamada, debido a las flagrantes omisiones en que
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incurrió durante la mayor parte del tiempo en el que se ha mantenido vigente el
contrato laboral.

De esta manera, habiéndose encontrado responsable al empleadora


de la culpa patronal que se le endilgó, lo decidido al respecto en la sentencia de
primera instancia, deberá ser revocado, para condenarla a indemnizar a los
codemandantes, por los daños que les ocasionó, en los términos que lo ordena el
artículo 216 del Código Sustantivo del Trabajo.

Antes de entrar a cuantificar los perjuicios ocasionados a la parte


actora, habrá que decirse que en consonancia con la conclusión precedente,
deberán declararse no probadas las excepciones de inexistencia de culpa patronal,
falta de legitimación en la causa por pasiva en cuanto a la indemnización de
perjuicios, falta de acervo probatorio para demostrar el perjuicio y temeridad
formuladas por TCC.

DEL LUCRO CESANTE

Es la privación del aumento patrimonial, que padece una persona que


por un accidente o una enfermedad profesional no podrá producir lo que antes
generaba; a su vez el lucro cesante es dividido en consolidado, que es lo adeudado
por el empleador desde el momento del accidente de trabajo o enfermedad
profesional, hasta el momento del fallo del Juez laboral; y el lucro cesante futuro
es lo que debe pagar el empleador desde el momento del fallo hasta la
terminación de la obligación que se reclama. En los términos del artículo 1614 del
Código Civil el lucro cesante es “la ganancia o provecho que deja de reportarse a
consecuencia de no haberse cumplido la obligación, o cumplido imperfectamente,
o retardado su cumplimiento”.

Para la determinación del lucro cesante se deben tomar en


consideración algunos factores que intervienen en su cuantificación: a) periodo
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indemnizable; b) duración de la incapacidad, que en los casos de incapacidad
permanente se toma la vida probable de la víctima de acuerdo con las tablas de
supervivencia dadas por Superintendencia Financiera; c) la edad de la persona; y
d) sus ingresos.

En el presente asunto se tiene que las lesiones que ha sufrido el


trabajador codemandante en su columna, fueron calificadas con una pérdida de
capacidad laboral del 25% estructurada según el documento de folio 55 al 58, a
partir del 17 de enero de 2016, con base en lo cual procederá la Sala a liquidar
tanto el lucro cesante consolidado, como el futuro.

En cuanto al período de tiempo a indemnizar, éste va desde el


momento en el cual el perjuicio se evidenció, esto es, el 17 de enero de 2016, y se
extenderá hasta el límite de vida probable del trabajador.

Según emerge de las pruebas documentales, el demandante nació el


15 de enero de 1958, por tanto, para la fecha en que se estructuró su pérdida de
capacidad laboral contaba con 58 años de vida. Así entonces, de conformidad con
la tabla de mortalidad contenida en la Resolución No. 1555 del 10 de julio de
2010, expedida por la Superintendencia Financiera, la esperanza de vida del actor
para el momento en que se empezaron a materializar sus perjuicios, era de 24,6
años, equivalente a 295.2 meses.

Como ingreso base para llevar a cabo la liquidación, se tomará la


suma de $1.627.000 que según el documento de folio 503, era a la que ascendía
su salario para el 2016, que al indexarse a la fecha equivale a $1.824.231,41; y
se aumentará en un 25% por concepto de prestaciones sociales, para un total de
$2.280.289,27 conforme el principio de reparación integral contenido en el
artículo 16 de la Ley 446 de 1998, y ha de suponerse que por lo menos esta
cantidad sería la que obtendría en caso de seguir ostentando plena fuerza de
trabajo.
S15242XVII

______________________________________________________________________
Sin embargo, como su pérdida de la capacidad laboral es del 25%, el
cálculo del lucro cesante no se puede realizar sobre el total del salario que se
acaba de obtener, sino que es menester reducirlo a ese porcentaje, obteniéndose
la suma de $570.072,32 como renta mensual.

El lucro cesante consolidado o vencido.

Se calculará entre el 17 de enero de 2016 y el 31 de enero de 2019,


último día del mes anterior a esta sentencia.

Realizados los cálculos aritméticos de rigor, el valor del lucro cesante


vencido que corresponde al señor Jorge Eliecer Ospina Sánchez es $22.170.040,
cantidad a la que se condenará a su empleadora por este concepto.

El lucro cesante futuro.

Este se proyectará desde el primer día del mes de febrero de 2019, y


hasta el día final del último mes de la vida probable del actor. De ahí que el lucro
cesante futuro a favor del peticionario es de $ 83.773.823.

Con lo anterior, se tiene que el monto total por concepto de lucro


cesante, para el señor Ospina Sánchez, es de $105.943.863.

DEL PERJUICIOS FISIOLÓGICO

En cuanto a este tipo de resarcimiento, es relevante citar la sentencia


SL1110-2018 que, a su vez, citó la sentencia SC885-2016 para concluir que “el
daño fisiológico consiste en el mismo “daño a la vida de relación”, definido
como “la afectación a la <vida exterior, a la intimidad, a las relaciones
interpersonales> producto de las secuelas que las lesiones dejaron en las
condiciones de existencia de la víctima”.
S15242XVIII

______________________________________________________________________
Para su acreditación, en el presente caso se tiene el testimonio que
rindió la señora Cenobia Delgado Salazar, cuñada del trabajador, quien dio
cuenta que, debido a las patologías de origen laboral que sufre aproximadamente
desde el año 2013, la interacción con su familia se ha visto seriamente afectada,
pues por sus dolores y limitaciones, se pone de mal genio, se estresa, y se aísla de
su esposa y sus hijos Edwin, Alejandro y Daniel; que anteriormente salían todos a
pescar juntos y salían de paseo, pero todo eso cambió con sus padecimientos,
porque ya comparte con ellos muy poco, aclarando que el empleado y su cónyuge
María Celmira Delgado, con quien se ha también afectado la relación conyugal,
tienen otro hijo de nombre Wilson, pero él vive en Medellín.

Con ello, fue demostrado que la vida exterior y las relaciones


familiares del señor Ospina Sánchez se vieron resquebrajadas en razón al
malestar que han causado en él sus padecimientos de salud, lo que abre paso a
condenar a TCC S.A.S a pagarle el equivalente a 15 SMLMV que para el año 2019
ascienden a la suma de $12.421.740.

DEL PERJUICIO MORAL

Frente al monto del daño moral, se sabe que el Juez está facultado
para señalarlo discrecionalmente. También se conoce que este tipo de
indemnización es simplemente compensatoria y en algo busca mitigar el dolor y
sufrimiento que un accidente de trabajo o una enfermedad profesional como el
sub lite, produce en el empleado, que en el caso del demandante, le genera
impacto a nivel ocupacional en la ejecución de sus actividades, al punto que ha
tenido que ser incapacitado y reubicado en varias oportunidades, lo que ha no
dudarlo, le ha significado el padecimiento moral, estrés y los cambios en el estado
de ánimo que describió la declarante.

En consecuencia, esta Sala, en el marco de la discrecionalidad que


sobre la tasación de este tipo de perjuicio han otorgado al juez laboral la
jurisprudencia y la doctrina, reconocerá al demandante la suma de
S15242 XIX

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$6.000.000.oo, compensatoria del daño moral derivado de la enfermedad
profesional en él acaecida por culpa del empleador.

No se accederá a la condena por daño moral respecto a la señora


María Celmira Delgado Salazar, Wilson Ospina Delgado, Edwin Ospina Delgado,
Alejandro Ospina Delgado, ni Daniel Ospina Delgado, toda vez que el fundamento
fáctico de sus pedimentos, reseñado en el hecho séptimo, consistente en que las
patologías del señor Jorge Eliécer, les “ha causado mucho dolor y pena al tener
que ver sufrir a Jorge Eliécer por la desmejoría del estado de salud”, no resultó
siendo acreditado por ningún medio.

Así las cosas, por todo lo esgrimido en precedencia, se revocará


íntegramente el numeral primero, y parcialmente los numerales tercero y cuarto
de la sentencia de primera instancia, para en su lugar, declarar no probadas las
excepciones dirigidas a enervar la culpa del empleador en el acaecimiento de la
enfermedad profesional que padece el Jorge Eliecer Ospina, condenando a la
demandada a pagarle la indemnización prevista en el artículo 216 del Código
Sustantivo del trabajo, en los términos aquí descritos.

Consecuentemente, en vista de que se revocará parcialmente la


sentencia de primera instancia en cuanto absolvió a la demandada de las
solicitudes imploradas por el señor Ospina Sánchez relacionadas con su
enfermedad profesional, se condenará en costas de ambas instancias a TCC S.A.S.
y en favor del trabajador, aclarando a su turno, los señores María Celmira Delgado
Salazar, Wilson Ospina Delgado, Edwin Ospina Delgado, Alejandro Ospina
Delgado, y el menor Daniel Ospina Delgado, deberán pagar las costas de primer
grado a TCC, como se ordenó en esa decisión, porque ninguna de sus pretensiones
salió airosa.

Por lo expuesto, la SALA LABORAL DEL TRIBUNAL


SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE MANIZALES, administrando
justicia en nombre de la República de Colombia y por autoridad de la Ley,
XX
S15242

______________________________________________________________________

FALLA

PRIMERO: REVOCA íntegramente el numeral primero, y


parcialmente los numerales tercero y cuarto de la sentencia de primera instancia,
proferida por el Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Manizales, el día 27 de
septiembre de 2018, en el proceso ordinario laboral promovido por JORGE
ELIÉCER OSPINA SÁNCHEZ, MARÍA CELMIRA DELGADO SALAZAR, EDWIN
OSPINA DELGADO, WILSON OSPINA DELGADO, ALEJANDRO OSPINA
DELGADO Y DANIEL OSPINA DELGADO en contra de TCC. S.A.S.

SEGUNDO: DECLARA NO PROBADAS las excepciones de


“inexistencia de culpa patronal”, “falta de legitimación en la causa por
pasiva en cuanto a la indemnización de perjuicios”, “falta de acervo
probatorio para demostrar el perjuicio o ineptitud de la cuantificación del
daño” y “temeridad”, formuladas por TCC. S.A.S.

TERCERO: DECLARA que existió culpa suficientemente


comprobada de la empleadora TCC S.A.S, en el acaecimiento de la enfermedad
profesional que padece el señor JORGE ELIECER OSPINA SÁNCHEZ, por lo
que se condena a pagarle las siguientes sumas de dinero:

A) POR CONCEPTO DE PERJUICIOS MATERIALES


. - Lucro Cesante: $105.943.863
B) POR CONCEPTO DE PERJUICIOS INMATERIALES
- Perjuicios morales: $6.000.000.
- Perjuicios fisiológicos: $12.421.740
S15242 XXI

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Para un total de $124.365.603 a título de indemnización plena
y ordinaria de perjuicios.

CUARTO: CONFIRMA los demás aspectos de la sentencia apelada,


en cuanto refieren a la existencia del contrato de trabajo y la decisión
desfavorable a los intereses de los codemandantes MARÍA CELMIRA
DELGADO SALAZAR, EDWIN OSPINA DELGADO, WILSON OSPINA
DELGADO, ALEJANDRO OSPINA DELGADO Y DANIEL OSPINA DELGADO.

QUINTO: CONDENA en costas de ambas instancias a TCC S.A.S. en


favor del señor JORGE ELIECER OSPINA SÁNCHEZ, y a su turno, CONFIRMA
la condena en costas de primer grado a cargo de MARÍA CELMIRA DELGADO
SALAZAR, EDWIN OSPINA DELGADO, WILSON OSPINA DELGADO,
ALEJANDRO OSPINA DELGADO Y DANIEL OSPINA DELGADO, en favor de la
sociedad demandada.

Por su pronunciamiento oral la anterior providencia se entiende


notificada en estrados a las partes conforme a la ley. Se concluye la audiencia y
en constancia se firma por quienes en ella intervinieron, leída y aprobada en su
integridad.

GILDARDO MUÑOZ CARDONA


Magistrado Ponente

WILLIAM SALAZAR GIRALDO MARÍA DORIAN ÁLVAREZ


Magistrado Magistrada
S15242XXII

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AUTO DE PONENTE

Como quiera que mediante la SENTENCIA que se acaba de proferir se impuso


condena en costas a cargo de la demandada TCC S.A.S. y en favor de JORGE
ELIECER OSPINA SÁNCHEZ, se fija como agencias en derecho de segunda
instancia, la suma de 3 salarios mínimos mensuales legales vigentes. Tales
valores serán liquidados en primera instancia conforme al artículo 366 del
Código General del Proceso. Notificado en estrado.

GILDARDO MUÑOZ CARDONA


Magistrado.

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