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(Mateo 8:18-23)
Debo comentar respecto a las enseñanzas del costo del discipulado que el mismo Señor Jesús enseñó
y que estamos a punto de iniciar, que son los textos bíblicos menos predicados al interior de la iglesia
contemporanea, caracterizada por la comodidad y la ensoñación de un mundo perfecto donde solo hay
privilegios para el cristiano y ninguna demanda por parte de Dios.
Fundamento Bíblico:
Mateo 8:18-23 RV60 Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. (19)
Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. (20) Jesús le dijo: Las
zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde
recostar su cabeza. (21) Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y
entierre a mi padre. (22) Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.
(23) Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron.
Introducción:
- Después del primer bloque de narraciones de las sanaciones realizadas por el Señor Jesucristo,
Mateo inserta la primera ENSEÑANZA sobre el seguimiento a Cristo.
Esa es la pregunta que Mateo, con su narración y la organización de su evangelio, busca que los lectores
se planteen.
Judios:
Los lectores originales del evangelio de Mateo son judíos.
Los judíos esperaban al Rey-Mesías.
Ellos no eran ajenos a este tema
La esperanza de ellos era que el Rey-Mesías llegara pronto para instalar su reino, librarles del yugo
opresor de sus enemigos y gobernarles para siempre.
Gentiles:
No sabíamos nada de las Escrituras y de las promesas hechas al pueblo de Israel.
Esa esperanza no la teníamos nosotros.
Los gentiles no sabíamos nada de esto.
A lo sumo nuestra esperanza era que cuando muriéramos existiera un mundo mejor, por lo menos un
cielo, y que allí lográramos entrar con nuestro buen comportamiento, o por lo menos no siendo tan
malos.
Pero, ¿qué sabíamos nosotros de un Mesías prometido?
¿Qué sabíamos nosotros de un Rey que vendría a gobernar para siempre a su pueblo?
Absolutamente nada.
De allí que la Escritura diga claramente en la carta de Pablo a los Efesios que nosotros vivíamos sin
esperanza y sin Dios en el mundo.
- Los lectores de Mateo, aquellos a quienes él dirige su evangelio, eran judíos de pura cepa.
- Los judíos esperaban un Rey-Mesías que les librara del yugo de Roma, porque pensaron que ese
era su problema, por eso no concebían un Rey-Mesías que al mismo tiempo fuera un siervo
sufriente.
- Mateo dirige a sus lectores de una manera muy sabía, por supuesto, porque Él está escribiendo
inspirado por el Espíritu Santo.
- Así mismo, si nuestro concepto del seguimiento a Cristo se ve nublado o distorsionado por
nuestra conveniencia y comodidad, es probable que terminemos siguiendo a un Cristo que no
existe.
- El creyente que nosotros vemos en las epístolas de todo el Nuevo Testamento no es perfecto,
pero sin lugar a dudas no vemos a ningún creyente allí que sea incompleto, que esté mutilado,
fragmentado. El cristiano del Nuevo Testamento se somete al Señorío de Cristo, no carece de él.
- Ahora nos muestra su autoridad y demanda a ser seguido por encima de cualquiera, y el costo
de este seguimiento.
Demandas que espero, no vaya a ser esto tropiezo para muchos de los que escuchamos el evangelio
el día de hoy.
Y si es así, las puertas están abiertas para que se marche el que se quiera marchar de aquí.
No sé si ustedes se han percatado de una aparente contradicción entre los relatos de las sanidades y
este relato acerca del seguimiento.
Porque cuando leemos las sanidades realizadas por Jesús, vemos al Dios hecho hombre acercándose
a los marginados, consolándoles de sus aflicciones, lo vemos a Él llegándose a ellos, casi que tenemos
una imagen como de Él abierto de brazos recibiéndoles.
Pero aquí encontramos a unas personas que quieren seguirle y en lugar de hacernos una imagen como
la anterior, nos encontramos con un contraste.
Ahora Jesús parece cerrar las puertas, poner freno hacia Él.
- Mucho de aquello que se llama evangelio al día de hoy es una versión aguada del verdadero
evangelio.
David Burt
“Las sanidades nos enseñan que nadie necesita ser excluido del reino a causa de consideraciones de raza, sexo o
condición social. Nadie está demasiado enfermo como para ser sanado por Jesús; nadie es demasiado pecador
como para ser perdonado por él. Sin embargo, esto no quiere decir que no haya nada que pueda excluirnos del
reino. Negarnos a acercarnos a Jesús para ser sanados y perdonados nos excluye. Aferrarnos a nuestro
egocentrismo nos excluye. Y, además, muchos que se acercan a él en un momento determinado, luego se alejan al
comprender el precio que hay que pagar para seguirle.
Así pues, la invitación a seguir a Cristo es para todos; pero a Jesús no le interesa engañar a nadie. Su invitación
es sincera, pero también franca y sin fraude. Desde el primer momento nos dice que el discipulado es costoso
(Lucas 14:28–33). Por un lado nos invita a venir; por otro, pide que contemos de antemano el precio y no
aceptemos con ligereza su invitación. Las sanidades pueden habernos dado, correctamente, la impresión de que
las puertas del reino están abiertas de par en par. Ahora Mateo establece la contrapartida: todos son bienvenidos;
pero hay un precio que pagar”.
¿Significan estas palabras y la enseñanza de hoy que tenemos un precio que pagar para ser
salvos?
NO
Dios nos libre de responder “SÍ” a esa pregunta.
Ya comprenderemos bien durante el estudio del día de hoy la demanda y su razón.
Mateo 8:18 Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado.
- Dos cosas nos muestra Mateo del Señor Jesucristo en este versículo.
“Todos te buscan”.
¿Cómo le hacen para saber que en una campaña evangelística 147.930 se salvaron?
No lo sé, hasta el momento yo pensaba que eso era una capacidad exclusiva de Dios.
Las multitudes le causaban compasión al Señor.
Nunca las vio como una excusa para exaltarse.
No se dejó llevar por la euforia del momento.
Él sabía que la multitud no le proporcionaban una lectura real acerca de la efectividad de su ministerio.
Juan 2:23-25 Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales
que hacía. (24) Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, (25) y no tenía necesidad de que
nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.
Jesús sabía que la emoción pasajera, el ser saciados por la curiosidad del momento o el hecho de ver
satisfecha una necesidad, lograba despertar los ánimos de la multitud,
Pero era solo eso, una emoción. Los pastores conocemos esas reacciones de primera mano también.
En fin, las multitudes, sea por la razón que fuera que le siguieran, nunca impresionaron a Jesús:
Juan 6:24-26 Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y
fueron a Capernaum, buscando a Jesús. (25) Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste
acá? (26) Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las
señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.
Segundo: El otro punto que aprendemos de este versículo 18 es el aspecto que ya se ha venido
resaltando en todo este capítulo: LA AUTORIDAD DE JESÚS.
- Pero esperen, esto suena muy bonito y alentador, pero hemos de calcular el costo del
discipulado, hemos de calcular primero el costo de seguir a Cristo.
Cuántas veces no he escuchado predicar acerca de ser cristiano como una cuestión emotiva.
- Con esto no estoy enseñando que el hombre tiene la última palabra en su salvación,
El que ha sido impactado por la gracia de Dios en Jesucristo tendrá que hacer un cálculo y obviamente
por la obra de Dios en Él dirá:
“Vale la pena dejarlo todo, Cristo es suficiente para mí y nada más deseo en la tierra sino a Él”,
Pero ojo, esta respuesta es solo la respuesta que surge de un corazón transformado por Dios.
Y ojo también, el tal ha hecho un cálculo.
Lucas 14:28-33 Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos,
a ver si tiene lo que necesita para acabarla? (29) No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda
acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, (30) diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y
no pudo acabar. (31) ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede
hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? (32) Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos,
le envía una embajada y le pide condiciones de paz. (33) Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo
lo que posee, no puede ser mi discípulo.
- Mateo nos muestra dos tipos de personas, que eran discípulos de Jesús, los cuales tendrían que
calcular el costo de seguirlo.
Si tu respuesta es “sí” es porque indudablemente Dios te ha dado vida, pero ello no te exime del cálculo.
¿Cuál es tu respuesta?
Pero para que la puedas dar, mira el costo. Jesús se los dice muy claro a estos dos personajes.
Mateo 8:19 Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.
Es muy diciente.
Fueron los escribas y fariseos quienes se opusieron directamente a Jesús.
¿Será que este escriba, conocer de la Biblia, se había dado cuenta que probablemente este fuera el
Mesías?
No lo sabemos. Probablemente sí.
La pregunta es:
Mateo 8:20 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del
Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.
Dice un comentarista:
“En cuanto a la comodidad de la vida actual del discípulo, Jesús no nos garantiza nada. O, mejor dicho, promete
que el discípulo puede descansar en la fiel providencia de su Padre celestial, pero que muchas veces su provisión
llegará en medio de persecuciones, aflicciones y privaciones. De hecho, la providencia de Dios suele ser
espléndida y el discípulo, mirando atrás, da fe de cómo el Señor le ha guardado y bendecido; pero no podemos
contar con muchas bendiciones como un derecho prometido, pues lo único que nos promete el Señor es que
tendremos que pagar el precio de seguirle. Si, pues, el discípulo busca la garantía de las riquezas materiales en
esta vida, hará bien en considerar la situación del Maestro”.
“Por eso, es que Jesús en su ministerio terrenal se hizo pobre para que nosotros, los creyentes de esta época
fuésemos enriquecidos, porque así dice la Escritura”.
Pregunta:
¿Qué pasó entonces con el apóstol Pablo?
Su testimonio es que mantenía perseguido, en hambres, en escases, pero que en todo esto era
más que victorioso en Cristo.
Lo más probable y con toda seguridad es así, es que nuestro objetor se encuentra acomodando la
Escritura a sus conveniencias, torciéndola para su propia perdición.
Efesios 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual
en los lugares celestiales en Cristo.
Te dejo la tarea de leer la carta a los Efesios o mínimo ver las predicaciones donde estudiamos fielmente
este tema en su contexto.
Y te des cuenta cuáles son esas riquezas con las que hemos sido bendecidos.
Son riquezas espirituales. Incomparables.
- En el segundo caso que nos narra Mateo, no se trata de un escriba, simplemente se nos dice que
es un discípulo:
J.C. Ryle:
“Bueno sería para las iglesias de Cristo que estas frases de nuestro Señor se recordasen más a menudo. Es de
temer que con demasiada frecuencia los ministros del Evangelio pasan por alto la lección que contienen, y que se
permite a miles participar de la Cena del Señor sin que se les haya advertido previamente en ningún momento
sobre la necesidad de “calcular el costo”. De hecho, nada ha causado tanto daño al cristianismo como la práctica
de llenar las filas del ejército de Cristo de todo voluntario que esté dispuesto a hacer una pequeña profesión y a
hablar con denuedo sobre su “experiencia”. No nos dejemos en el tintero nada al hablar a quienes hace poco
tiempo que han hecho una profesión de fe y a aquellos que buscan a Cristo; no los alistemos con pretextos falsos.
Digámosles claramente que hay una corona de gloria al final, pero digámosles también, y no menos claramente,
que hay una cruz que cargar diariamente por el camino”.
- Cuando por la gracia de Dios vemos el costo de nuestra redención: LA SANGRE DE CRISTO.
Cualquier cálculo que hacemos del costo de seguir a Cristo vale la pena.
Al redimido, nada se le compara con el inmenso amor de Dios en Jesucristo.
El creyente genuino responde:
“He visto el costo, vale la pena dejarlo todo por ti. Eres suficiente Jesús”.
- Mateo no nos dejó la respuesta del escriba, porque su intención es que la dé el lector.
¿CUÁL ES TU RESPUESTA?