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1 N o 1 e E
La revoluei6n verdadera,
La violencia y el fatalismo
geo·polftieo 54 Fabricio Ojeda
PerG: Rovoluci6n,
insurrecei6n, guerrillas 74 Américo Pomaruna
Contra la tendencia
conservadora en el
Partido 130 julio del Valle
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ARMAS DE FUEGO
• •
•
La violencia y los
cambios sociales
CAMILO TORRES RESTREPO
8
2.-V ARI1\BLES CONSIDERADAS
J.-Variablcs co1nuncs a toda sociedad rural.
a) FalH1 de división del tr:ibajo, de especialización y cscast"Z d e roles.
b) 1\ islan1iento social.
e) I 1nportai:cia de los vecindarios en la vida social.
d) Indi\·idualis1no.
e) Conflicto con el extra-grupo.
C) Scntir:1iento de iníeriori<lad.
2.-\iariablcs propias de las so::ic<ladcs rurales de paises subdesarrollados.
n) l\11scncia ele n1ovilidad Ycrtical ascendente.
b) Agresividad la tente.
3.-Variables características de la sociedad rural colombiana.
a) Sectarismo polit ico.
b) Falta de conciencia de clase.
<·) Rc'sp:!IO a la p ropied ad privada.
9
tanto entre si como con los grupos guerrilleros, todas aquéllas impuestas
en el caso de las migraciones forzadas, etc.
Para cada una de estas necesidades ha sido indispensable destacar ele-
•
mentes de la comunidad rural para que las ejerzan habitualmente, llegando
asi a un género de especialización que, aunque rudimentario, es impor-
tante respecto de las relaciones sociales.
Estas relaciones en la sociedad rural, como consecuencia de la falta de
división y especialización del trabajo, son de características más intimas,
frecuentes y personales.
Este tipo de relaciones conduce a un tipo de sociedad folk, también des-
crita por Redfield:
<Esta sociedad es pequeña, aislada, iletrada y homogénea, con fuerte
sentido de solidaridad. El modo de vida está convencionalizado dentro
de un sistema coherente que llamamos "una cultura". La conducta es
tradicional, espontánea, nocrítica y personal. No hay legislación, hábito
de experimentación, ni reflexión para fines intelectuales. El parentesco,
sus relaciones e instiruciones son del tipo de categorías empíricas, y el
grupo familiar es la unidad de acción. Lo sagrado prevalece sobre lo
secular. La economia es de autocon.sumo más bien que de mercado.>º
Todas estas características se aplicaban exactamente a nuestra sociedad
rural antes de haber pasado por la violencia.
Dentro de esto tenemos que señalar: la conducta tradicional, espontá-
nea, no critica y personal como un efecto de la preponderancia de las
relaciones secundarias. Ahora bien, la falta de división del trabajo y de
espcciolizaci6n lleva a esta preponderancia, ya que la persona que realiza
muchas funciones es Ja base de la interacción social mucho más que la
función misma. La falta de especialización hace que no exista una exi-
gencia ni una expectación social respecto del progreso por la instruc-
ción form al.
La solidaridad de grupo es otro efecto de la falta de división del trabajo,
si nos referimos a la solidaridad mecánica dentro de la teoría durkhei-
niano.0
~ Robcrt Redfield: <The Foil: Societ),, Thc American Journal of Sociology, 52.
(Enero 1947) p~g. 293.
o E. Ourkheim: e.De la di\·isi6n du Travail Social> ( 1902) XXXll.
10
Esta solidaridad mecánica produce naturalmente un sistema coherente de
vida basado en la tradición y eJ sentimiento.
Dentro de la teorla de Tonnics nuestra sociedad rural se acerca mucho
más a Ja comunidad (gcmeinschaft) que a la sociedad (gesellschaft).
Por otro lado, Ja cconomia de autoconsumo estimula mucho más las
relaciones primarias que sccundarins y es una de las causas de la falta
de división del trabajo.
Los efectos de estos fenómenos sobre la actitud respecto del cambio social
son de una gran importancia. La predominancia de lns relaciones pri-
morias sobre las secundarias comienza a desaparecer por Ja mayor divi-
sión del trabajo, la mayor espcciali7.ación y por consiguiente la multi-
plicación y diversificación de los ro.les sociales.
En las comunidades afectadas por la violencia, las interacciones sociales
comienzan a basarse más en las funciones de las personas que en la
persona misma. La solidaridad de grupo comienza a ser más orgánica
que mecánica, es decir, más basada en la complementaricdad de los roles
diversos que en la homogeneidad de éstos. Las relaciones sociales comien-
zan a basarse más en la razón que en la t radición y el sentimiento. La
c:ondueta deja de ser tradicional y espontánea y pasa a ser critica e im-
pcrsonal.7 La «comunidad:. se transforma en «sociedad:.. Podrlamos decir
que nuestra sociedad rural afectada por la violencia comienza a urbani-
zarse en el sentido sociológico, en el sentido de que comienza a odquirir
un comportamiento urbano.
Este proceso de urbanización se realiza exclusivamente por la apl\rición
de actividades terciarias (servicios personales, comercio, tronsporte, ser-
vicios bélicos, etc.) sin ninguna conexión con la actividad secundaria de
industrialización.
Los efectos socio-económicos son evidentes: el modo de vida urbano im-
plica una actitud racional, anti-tradicional respecto del cambio social.
Sin embargo, en este caso esta actitud no va acompañada de una indus-
trializoción que permita elevar los niveles de vida. En una pnlabra, pode-
V LOC'. Cit.
.
16
Con la violencia los relaciones humanas entre In sociedad rural se trnns-
fonnaron fundarncntahncntc. Lns instituciones oficiales, cclcsi:ísticas y
civil~-s. aun de c:ir:íctcr local, fueron consideradas en muchas ocasionC$
conto instituciones extragrupos rompiendo In integración de éstas al grupo
cnntpl'sino. Con10 por otro lado las relaciones con los mis:nas instituciones
al nivel dcJ>artn1ncntal o nncional se hicieron de conllicto nblerto y muchas
\ '<X"<'S violento, t:unbién con estas instituciorn::s al nivel l<>"....11, se estableció
u?ta relación de confl icto.
1.a aco1nodación respecto del gobierno, l:i iglesia y los patronos se des-
truyó. Esta misma relación de acomodación entre l:i vereda y el pueblo
1111nbit.'n sufrió un cambio. Algunos elementos del pueblo se aliaron con
)as ins1iu1ciones ofkiales, cclcsi:isticas y civiles que cstabnn C'n conflicto
con el grupo campC'Sino y otras se solidnri:1.aron con este grupo en contra
<le los antcrior(.'S. Los elementos del <pueblo; entraron en unn relación
de cooperación con los elementos de la vereda por una parte o con la~
instituciones cxtraiías por otra.
l .n~ relaciones entre las veredas han tenido vnrins etapas; los ligeros con·
fl ictos anteriores a la violen,;ia se agudi7.aron, adquiriendo un cnri7. ne-
tnn1cnte político al com!cn7.o. El campesinado de base se agrupó bajo los
símbolos de los partidos tradicionales, liberal y conservador, en actitud de
confl icto violento. Los grupos comunistas surgieron como tercer elemento,
en oc:isioncs como grupo campesino de aqu~llos que no deseaban un con-
flicto con otros campesinos sino con las autoridades formales e informales.
el J>ritncr efecto <le In violcncin fu e di\'idir al cnmpC'Sinado. A medida que
el <-St:ido de violencia se hi?.o crónico, se presentó un importante fenó·
1ncno de cambio SOtial; en el roso de que la presión violenta del cxtragrupo
dis1ninuye y las ne<:csidad('S socio-económicas crecen, se cre:i un nuevo
tipo de solidnridatl <'tttrc los c:impcsinos liberales, conservadores o comu-
nist:is. F.sto ocurrió, por cjc»lplo, en el \ 1a11e del Cunday a principios del
aiio 1961.
Este nuevo tipo de solid:iridatl es n1ás orgi nico que rnccánico, m{ls racional
que scntilncntal y l>orrn no solanlcnte las di\"isiones existentes entre los
grupos cainpcsinÓS antes de la aparición de este fcnó1neno.
F.n rel:ición a los líderes, antes del fenómeno de la violc~ia se encontraba
en las sociedades rurales una concentración del lidernzgo en el cpueblo> o
cnlx-ccra del municipio. 1\lli se encontraban los lideres burocráticos,, tra·
17
dicion:alcs y carisn1áticos. 10 Algunos de <'S tos últimos se cncontrnbnn tanl·
bién en las veredas, pero no tenían mucha inílucnci::i en las decisiones
oficiales, en el gobierno de 1::1 comunidnd rural a la ~al a n1uoicip:il, re·
scrv:·1ndosc unn pequeña cuota de poder infonnal a la cscnln <vcrcdnl •.
Ln cs1ruc1ura del liderato cnn1pci;ino cambió con la implantnci<'>n de la
violencia. Los lideres carisniálicos de In vereda adquirieron una in1por1nnciR
muchas ,·<:<:es rnayor que In de los lidcr<'S del cpucblo> o cnbcccrn 1nuni·
cipnl. l.os lidcr('S tradicionales o g1nnonnlcs del pueblo, que se adhirieron
a los instituciones patrocinadoras de una violencia advcrsn perdieron su
lidcro:cgo dentro del resto del campesinado, lo mismo sucedió o los lideres
carism&ticos y por lo tanto dejaron de ser lideres carismáticos en el sentido
propio del con~pto.
Es muy lógico que en los pr()C('SOS electorales haya surgido un nuc,·o tipo
de g:unonalismo ,·crcdal con el cunl necesariamente tienen que pnctnr los
directorios políticos, en vista a obtener una colaboración de In n1asn com·
pcsinn.
Con rclnción n otras personas del cxlragrupo, podemos afirmar que el
sentilnicnto de solidaridad o de desconfianza con respecto de ellas cstaba
cstrechon1cnte condicionado Q In aC'titud que éstas observaron dur11ntc la
violcncin. En efecto, muchos elementos cxtrngrupo, inclusive de clase
alta y origen urbano fueron nceptodos dentro del grupo c:1mpC$ino, sie1npre
Y cunndo se nlanifcstaran solidnrios en su lucha a rmada; y muchos ele.
mentos genuinamente rurales (ucron rechnitldos si se manifcstab:in solí·
dorios con grupos ad\·crsos en esta misn1:t lucha.
Lo solidaridnd con las personas se hi:-.o n1:"1s a base de intcrcsC'S comunes
que de origen ecológico, mucho nl:ÍS por n1oti\'OS racionales que por mo·
tivos trodicionolcs.
El conflicto ron los cleincntos cxtrogrupo y la reestructuración de las
relaciones sociales en las co1nunicl:idcs rurales cambia f11ndan1cnt11hncntc
la cslructurtl de nueslro cn1t1pcsinado. crcnndo un nuc,·o tipo ele solidnri·
dod cnrnpcsina más racion::il y que <:!I In bnse de un conflicto con lo.~ ele-
mentos extragrupo que no se idcntificl\11 con los intereses de cstn co-
municlnd.
11 cLa Violencia en Colo1nbia>, 2:1. &!.., Op. cit. p:í¡:. 27-1 et passim.
1 = llmplean1os las p3labrns normal }' anormal con relación a los patrortcs cultur:ilcs
" l).'I '>< t< n13dv\ de !a cf.)::c:is:1<"3 de la &.li:<:»ei6!l n!>{'t ior, . l9.5S. ·'"v.c:~t'; · :1
C"ll<-rnbi:ina de l ;nÍ\'t'a¡¿3Jcs, Bo;;o:j, O. E.. !Nil.
25
Es necesario hnccr notar que en el nivel profesionnl es muy dificil poder
ascender sin un criterio conformista respecto de las élites culturales en los
paises en desarrollo. Estas élites, por tener el control de ascenso, es raro
que lo toleren por individuos que quieran mermar ese control. Claramente
vemos en la universidad cómo el nivel de conformismo asciende a medida
que se acerca el fin de la carrera y se necesita ser aceptado por la élite
profesional que se mantiene como tal gracias a las estructu ras vigentes.
Estos requisitos de ascenso hace n que In mo,•ilidad social por este canal sea
más de carácter material que ele car:ictcr sociocuhurnl, lo que in1plica una
ausencia de cambio en las estructuras sociales del pnis.
Respecto de lns áreas rurnlt'S, sería intcr<'santc h:tcer un estudio m:ís a
fondo del porccntnjc de estudiantt'S de origen campesino que está en la
u nh·crsidad,,. y en la enseñnnza secundaria. Dada la estructura antes
descrita, podrlnmos afirmar que es unn 1ninorla. En esta forma, la obs.
trucción del cnnnl cultural es aún mús proíunda respecto del canlpesinado.
No obstante algunas exigencias esporádicas de instrucción formal que los
grupos guerrilleros h acían a sus mien1bros, no podernos decir que la vio·
lencia hubiera constituido un nuevo canal en el ascenso social por la vía
cultural formal. Por el contrario, la ya precaria instrucción de nuestras
zonas rurales fue afectada por la dest rucción de las escuelas, lo fuga de
los maestros, y la iinposibilidad de los niiios para asistir a los planteles
educacionales. Sin embargo, t'S importante anotar que, dcspuc'.·s de hab<'~
s uírido el pro~o. los campesinos tienen una conciencia m ayor de la
necesidad de educarse y si, por los otros factores antes anotados, el cam.
pcsinado se ha constituido en un grupo de presión, esa OC«$idad s<>ntida
de instrucción y de progreso será uno de los objetos primordiales de su
acción.
Durante las encuestas h~has para llevar a cabo proyectos de Reforma
Agraria, se ha podido constatar como quizá la prirnera n ecesidad sentida
por el campesinado colombinno de las zonas de violencia, es In necesidad
de una escuela prrra poder mandar a sus hijos. La violencia no ha cons-
tituido un progreso en la i nstru~ión formal del campesino sino por la
reacción que hn producido y por e\ deseo de progreso que ha sembrado
entre los can1pcsinos azotados por el fcnó1lleno.
SS e l.a Yiolcr.C'Í3 en Co!ombia>, ()¡). c:i1. c~pin•lo YI, Sc-~hl;uuas C(' j<-ÍCi &•«·::illero&
30
Como lo dijimos antes, no es de extrai\ar que Jos dircctorios polltlcos
traten de pactar con los nuevos lideres. El ga1nonalismo tradicional comien-
za a ~rder inrluencia en fa\'Or de un liderazgo guerrillero, n1ucho lnenos
conforrnista. f-.sta transforrnación ele pocler ha influido sobre la estructura
social de nuestras cornunida<les rurales. La clase media que habita en los
núcleos centrales de los 1nunicipios (e pueblos>) que usufructuaba lo¡
beneficios del poder, de In ad1ninistr11ción y del control cconónlie<> y social
er\ general, ha perdido su fuerza por la in1portancia ndquirida de esos
grupos pcrifl'ricos capitaneados por llllC\'OS jefes en las vcrcdns de los mu-
nicipios.
Podernos decir que, en cierta rnaner:i, el poder político infonnal se ha
den1ocratizado en nuestras úreas rurnlcs .Y hu adquirido una actitud fran-
can1ente anticonlormista. Actuahncnte en forrna patológica y t'l nónima.
Sin e1nbargo, constituye una base para la pron1oción del ca1npcsinado
Yeredal que hasta entoncc-s habht sido un grupo marginal. tanto respecto
del país como de la 1nis111n con1unidad rurnl.
Si la Acción Comunal, la Refonna 1\graria y los dem:ís rno\lhnientos po·
pularcs encauzados por el gobierno den1ro de l;is co1nunidad<'S agrícolas, no
logran abrir canales normnles (claro está inclirectarnen1c) para el ascenso
politico de los lideres cnn1pcsinos de base, In violencia seguirá siendo el
único canal político de ascenso, efectivo parn el campC"Sinado colon1biano
no co11forn1ista.
De todas n1ancras, aunque surjan nuevos cnnnlcs de nscenso normal la
estructura de ~stos será necesariamente diferente de la de los caualcs ac-
tual111cntc existentes. F.I requisito pnra el ascenso futuro no podra ser más
el conformismo político; los nuevos pactos con los lideres campesinos
tendran que ser hechos a hase de In inrluencin popnlar que éstos tengan.
Influencia que, a la \·e7. est11rá cin1entnda n1:ls en la eficacia que en criterios
subjetivos.
CANAL BUI~OCRA'l'ICO
F.l canal burocr:'uico de nscenso social <'S el que se renliz:i a travl·s de los
cargos exclusivamente administrativos como en parte lo explicamos antes.
F.s decir, con cargos que tengan funciones ejecutivas dentro de norma.e;
pr<'c·stable<.'i das y <'n el catnpo de la orgnnización tanto pública como
privnda. Por lo tanto <'S necesario considerar el ascenso burocrático dentro
de la ad1ninistración pública }' dentro de la ndn1inistrnción privada.
31
BU llOCRACIA PUBLIC:\
Los criterios de nscenso socinl dentro d e lt1 burocracia oficial siguen (como
los definirnos en el caso del canal político) criterios más ~ubjeti vos que
objeti \•os como sucede en los paises subdesarrollados, en genernl, y en los
lntinoan1ericanos muy cs¡~ia l1ncnte. 1 ~ Dentro de estos criterios subjetivos
es1:\ el de la influencia política, socinl y cconó1nicn que pucdn tener el
candidato a ernpleado a los ojos del funcionario emplead or. No quiere
decir que estas influencias no puedan ser controladas objctiv:inicntc, por
ejen1plo por n1edio del número de votos puestos cn la zona de influencia,
por el prestigio familiar, por el ingreso percápita, cte., cte. En lo que
trotamos de insistir nqul, es en que esos criterios se reflejan n través del
sujeto que hace In elección.
Tnn1bién entr11n dentro de estos criterios subjetivos, la simpatía personal
del candidato, la afin idad ideológica y los compromisos fan1iliarcs y de
amistad.
Del concepto de criterio subjetivo se excluye el de In calificación profesional
rclntiva a la función por llenar. No q uercmos en ninguna forma, excluir
totalmente los criterios objetivos, de los criterios de movilidnd nsccndentc.
Lo único que queremos estnbl~r es ln prioridad de los criterios subjetivos
Dentro de (-stos creemos q ue los que cst:in condicionados por ln influencia
política y por la económica son los m:ls iniportantes para el oscenso social.
Ln burocracia es, en los paises subdesarrollados, el medio n1ás común
para trabajar. En ello encontramos el porcentaje proporcionnltnente más
fuerte de inversiones del presupuesto nacional20 y la menor exigencia de
calificación profesional. Por esta razón el número de candidatos a la
burocracia olicial excede al n(nnero de oportunidndcs. Este excedente en
ln ofert3 de trnbnjo es aprovechado por el e1nplendor medionte la exigencia
de aquellas cualidades en el candidato que le den una seguridnd respecto
a la estabilidad de su propio empleo.
Corno lo explicamos atr:ls, las posiciones ocupnd:ts gracias a criterios
subjeti \'os son posiciones inseguras por depender 111;\s de liis personas que
de los requisitos universtlles pre-establecidos (cotno sucede en los países
I? Cfr. J f3ndlin: cCl3~ Srci:1:r< en :\1né1i1:1 l.:uin;l.> CicnlÍ3$ Socialcs. t•,::611 P;tn·
:in:cricana. \\':i~roi:1¡:1on. f). C.
20 En 1961 el p rcS.i()UC.>10 1>:1r11 bur~r<id:t <"' :111roxim:id :111:cn1c rl Y.I~: del Pr~u
pues10 :Xaci•>no l. E11 B•>¡;o!.i es apro1dn1gdan1c::1c el 60fe p.~r.1 el r"i~:r.o :liio.
32
des:irrollados. cu doudc hny una carrera administrativa relativamente
cstrict:i ~: cfi<·:tz). J.:is calicladcs que da n 1n{1s seguridad son las pro\'enien-
tts tic l:i inlltic:ncia política y de la posición cconón1ica del candidato al
C!ll p(t·<>.
La ii::!ul·r:cia polí:icn del c1n¡>leatlo gnrantizn ni cmpleedor el rCSJX'IO de
los politic<>s q ue partit·ipan en el gobierno clirccta1nentc co1no funcionarios,
e incl:rl'Ctantl't1te por los órgnnos de los partidos de los cuales depende
. . ..
su propia J>0~1l·1 on.
I.:i ii:í!.tt•1 ..·i:1 cconi>n1i~a. udent:\s de obrar indirectamente sobre los po.
Jitil'<>5 (sC't;ú11 lo Yin10~ cuando tratantos el canal político) garantiza una
posihil!datl el:: !IS<'c11so dentro <le la c1nprcsn privada, en el caso de retiro
de l:i b::rc~·raci:1 públic:i.
Podrn1os co1:::luir que, cspccial1nente en los países subdesarrollados, el
cril<'r:o l'."onú1nlco de Jo-, que otorgan los puestos, influye predominnnte-
me1:tc por y con el criterio poiitico. Esto produce el hecho de que en estos
paisc:i;. gran p:irtc de la !L:cha política esté motivada por la pcrspecti,·a de
rcp:irlo d<'l hotín burocrático y de que In idcologia político de los em-
picados , ~fi ci;ilcs siga lo,; vaivenes de los resultados electorales y politicos
en gcn<'rnl. E<: intcrcsnntc, desde el punto de vista de In sociologia politica,
el cfr..-cto p:oducido en Colombia por el cstable<:in1iento de la p:iridad
admini<:?rat:-.·n. J.a hrcha burocrática se desplazó :il seno de c:ida uno
de los part ido~ tradi::ionalcs, produciendo escisiones profu ndas en éstos con
clnras t·ors"ct1 l'll~i:is burocr;\ticr.s paro las fracciones internos.
En esta fora1:1. e! as.:r:1so socinl por el canal burocrático cstú conclicionndo
por l:is t::! u~:. ::<-s existentes en los con:iles económico y politico. Es decir,
que el ;1s~t'ª'º burot:r:'ttico oficial depende, en gran parte y en última
instnncin. d ·! lOnfon:1isrno con la rninoría que detenta los poderes eco·
nó1ni co~. p<ilitit·o r cullurnl.
nul~OCRACI A PRTV1\DA
Para c-.!:ih!:· :·t los criterios ele ascenso dentro de la burocracia privnda
('S l'C<",'liario d ¡,tin~ui r el género de empresa prh·ada en que t'.•sta se en1plec.
Si. st'. trata <il· unn cn1prcsa ele carácter m;\s feudal que cnpitalistn, los
cnten<1s scrún n1ás subjetivos que objetivos.
Si_ se. trata de ur.a t·1~1prc.>:i de carúcter n1:ís capitalista que íeudal. los
criterios sc-··n
.. . o b'JCll\'OS
111::.; . que su b'¡etl\'OS.
. r. 'd 1 • .
1~n este sent1 o os criterios
33
subjeti\'os tcndr:in una orientnción n1ás negatÍ\':1 que positi\'n. F.s decir,
se usarún 1n~s corno criterios de exclusión que de pro1noción. Dentro de
éstos, uno de los principales es el confor1nis1no del cnndid:uo. Seria bas·
tante dificil que un individuo c11lificaclo ~ro inconfonnista logranl t1s-
eender en la esenia burocn'tticn privadn. Esto nos hace concluir que aun
a esta escala, la 1ninoria prh·ilegiada mnntendrá el control de la situación
sosteniendo la estabilidad de las estructuras actuales e irnpidiendo el as-
censo que no estabilice su propia posición.
De los efectos principales que ht\'O la Yiolencia sobre la ad1ninistraci6n
pública, queren1os nnotar los tres siguientes: lo. Establecimiento de un
sisten1a n1ilitar a<l1ni11istrn1h·o irifonnal. 2o. Descentralización de la nd·
n1inistraci611. 3o. Aparición de nuevns presiones para controlar los cargo!t
adn1 i nist ra tivos.
a ) Establcei111iento ele un sistenu1 n1ilitar ndn1inistrati\'O informal.
Las guerrillas tuvieron un sisten111 militar administrativo informal. Con10
nos lo narra el libro de cla Violencia en Colon1bin:t, había d iversos niveles
en In organización guerrillera, desde la guerrilla propian1cnte dicha o
escuadra, hasta la sección, la co111pniíía, la agrupación guerrillera y la
división guerriílera. 1"oda la administración 1nilitar 111,·o que desarrollarse
dentro de esta jera1quia y se crearon cargos no 1nilitares de adinitlistración
como el de Con1isario Politico, Jete de la Cornunidad, Parcclador, Res·
ponsnble de cada \ 1ere<ln y Sccretnrio General."
J.as norin:is in1puestns a los guerrillC'ros contenían, adcn1:is de prescripciones
bélicas, una serie de principios adrninistrnti\'os elcrnentales. En los CS·
tnble<:idos por el Frente Den1ocr:ítico de Liberacion Nacional de Colon1bia,
se exigía p:1ra oseendcr ni grado de oficial, adernús ele los conocimientos 1ni-
litares, co11oci1nien1os politicos ele ti po n1nrxista, saber leer y escribir.
tener nocionc.~ n1ininii1s de ortografk1 y saber las cuatro operaciones de
nritn1ética; disponer de buena conducta en su \'ida pública y pri\'ada.
La aeln1inistración de j~isticia con1ie117.11 a practicnrse entre los gue-
rrilleros, y aun dentro de aquellos grupos cnn1pcsi11os que eran ohjeto
de In irnpunid3d. l.os códigos inforrnalcs sobre san<"ioncs y cstin1ulos eran
forn1as militares y ndn1inistrati,·as de <"ontrolar la pobladón can1pcsina en
general y en especial los grupos de co1nb:itientcs.
...
•• " 1.a \'.1n.tr:,
. • .1~1 i-11
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011l . ) t:l • .
o¡>. t .a1 . Jl.:l~.
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-ª· 1:(· ..1
>. ')
35
centrales adn1inistrath·os de la ad1ninistración oficial. La oportunidad
<le 1.-sta dcscentrnlizacion y la n1ovilidacl d escendente se incren1entn res:
¡>C.'<'lO de los ('Strntos 1n:':s bajos de In ~ociedacl rural col<>n1biana.
13 Cír. t i.a \ 'iolencia en <:olombia•, 2a. Ed., Op. cit., rfgs. 163 • 16t
:1 c;La \"iolenC'in en Colombia•, 2(1. F.<1., Op. cit. p;igs 1!'>8 - 159. ~:'iJ:ir.d:unicntos
del b11cn gucrrillcroJt )' • Condiciones para a~ccndcr al Rrado de oíiC'i"I~.
39
I .a violencia abrió en esta fonn<\, otro <.«\lti'l de ascenso soci:il. En éste, con10
en el cáso de los canales nnterior1n<!ntc nnalizndos, podernos afirm<ir que
la neccsid:id <le ascenso se crea por vias :inótnicns o pntológicas cuando es
lnir.osib!e realizarla por \'Ías nonnalcs.
No podernos afirrnar que 1:1 creación ele 1111 autentico nst:cnso rnasivo r
popular por el canal rnilit:ir sea la solución para cvitnr In creación ele
estos C!j(·rcitos infonnall's. Co1~10 lo reprlirl'n\os l'n la cot1clusión, lo iin-
porlantc c.~ Yer la nec<.'sidad ~cneral de as<:(·11so (l:.tl', cuando i.e \'e obstruida
por las \' Í:IS nonnalt?s, buscn Yins anorninlc:;. sin que l:\ t·l:ise de cannl
sea 1nuy iniportantc para renlizar ese ascenso.
Respecto d el ca1nbio soeinl. es necesario nnota:· que las C'S trueturas 1nisn1as
de ese cj(·rcito !nforinal c:ani hiaron los valores. las actitudes y 111 conducta,
no solan1cn1c ele los c111npcsinos que en el cjrrcito hnn pnrlicipado, sino
de los <"nni;~csi nos que hnn tenido contacto con ese ejército.
Las gu<'rrillas h:in impuesto disciplin:is exigidas por los 1nismos ~arnpc·
sinos: han clcinocratizndo la autoridad. hnn dado confi:1nz:1 y seguridad o
nuestras ro1n11nidades rurnll's. con10 lo incncionamos al tr:it nr d(!I espíritu
de iníerioridnd. desapnrceiclo en las úreas ca1npcsinas en clon<lc el ícn6·
meno de In violcnci11 se hn inanifcs!ndo.
T odas estas tninsfonnacioncs socio-culturnlcs en el c:unpc-sinado. lo <lis·
ponen 11 ser 1111 grupo d(! prcsiiin para u11 t:a1nbio gcncrnl ele estructurns,
co1no lo n11nlizarctnos n1:'1s ndclantc.
41
El canal de as~nso, en su primera etapa (el scrninario) tiene un carác.
ter prcdon1inantcnH.•ntc cultural formnl. Ese ascenso se efectúa general-
mente desde la escuela prin1aria (escuela apostólica) hast:1 la escala uni-
versitaria (Sc1ninario Mayor).
Los criterios de asocnso en est:1 c:-tapa son predominantemente los de
cap:1cidad intc:-lcctual y confonnisnto en la conducta.=,; .
En lns etapas siguientes. el criterio primordial de ascenso en la cstruc·
tura actual de lo Iglesia latinoamericana, es el conformisn10. Por ejem·
plo, en algunos paises, los obispos no son elegidos sin In aceptación del
candidato por todo el episeopndo nacional. Esto itnplica una nivelación
del candidato sobre la base del conformismo, pri ncipalmente.
Croemos que el cnn:1I eclesiástico no es m;is utiliiado con10 canal de aseen·
so social, en los países latinoamericanos. por dos r:1zoncs funda1ncntales:
1a.) La lentitud de nscenso en In primera etnpa (6 a 7 ni1os de Scrninario
Mnyor).
2o.) Lo alta niortalidad educacional. (En Colon1bia mñs o menos el 50%
de los ingresados al primer año de Seminario Mayor) .
Estos frenos hacen que se necesite un grado nito de conformismo y de
madurez intelectual y emocional en la fa1n ilin de origen o en el individuo
(si se trata de un candidato adulto).
El ingresar a un sc1ninario supone una serie de pntrones culturales (deseo
de enmhio, de progreso, de lidera7.go), que se deben realizar n largo plazo.
Estos patrones, como protnedio. no se encuentran en In clase baja. Se
necesita partir de la clase media baja o clase media en general.
De todas manerns, poden1os concluir que el canal eclesiástico de ascenso
social, es un canal clica7., con oclusiones m:\s culturales que económicos,
políticas o burocníticas.
Sin cinbargo. c.-s necesario mc<lir el alcance de las oclusiones culturales;
las exigencias de con1pctencia intelectual son exigencias ohjetiv::is, aunque
siempre limitndas por el género de exigencia que se hRga. Si la prueba
se h ace bnsánclose en un sistema no apto paro las ncccsidnclcs actual~.
triunfar en ella no es tan significativo de eficiencia, corno si se trata de
\In sistema :ipto.
-----·
•• i\llnqt:e ~onr.3lmcn1c se habla de ,-virt..:d• en el scn:ido <!e ( ;'.lll!odo1nini!l# en
):1 pr:íctie3, con:o pmrncdio, se 1r313 Je ~run(<1ri1:i>.'I~.
42
Las exigencias de conformismo pueden crear, en un país subdesarrollado,
unn 111ovilidad social material y no socio-culturnl. En otrns pnlabrns puede
ser que un individuo de clase media baja, o aun de clase bnjn, llegue a ser
arzobispo o cardenal. Sin e1nbargo, es f ;lcil que sola1nente se le tolere en
ese cargo a costa ele un conforrnisrno absoluto con los valores de la nlinoria
dominante. Entonces tendríamos que el canal ecleskistico de ascenso social
resultaría ser más material que socio-cultural. Esto se agra\'a en aquello.s
paises en que tiene una ingerencia fom1al o infonn nl el poder político
sobre los non1bra1nientos de los obispos y sobre la pastoral general de Ja
Iglcsia.
No es que en los paises desarrollados el cambio de e-Jase no in1plique un
cambio de valores; sin embargo, no es la condición <sine qua non> del
cambio, como parece serlo en el c9n9l eclesiástico.
Obvian1ente, el an~lisis anterior es bastante simplista. Lo.~ factores econó-
micos, familiares, políticos, cuhuralcs y burocr:íticos inciden en diversos
grados y en diferentes composiciones, con el canal eclesiástico de ascenso.
Sin embargo, quisi1nos únicamente destacor los rasgos que parecen prin-
cipales.
Actualincnte la presión popular influye poco en el ascenso por el canal
C?clcsiástico. Es cierto que la aceptación del sacerdote en una determinada
co1nunidad o el rechazo por parte de ~sta tiene alguna influencia para el
ascenso. Sin embargo, es necesario anotar que antes del fenómeno de la
violencia la acepta(:ion o re<:hazo que eran tenidos en cuenta para el ascen-
so o descenso social no era la de la 1nayoria de la comunidad sino, funda-
mentalmente, la de los líderes tradicionales o burocniticos de ésta. Es fácil
que un sacerdote popular entre la mayoría de sus fieles sea trasladado por
la presión ele una minoría influyente.
F..ste fenó1neno se produjo especialmente porque la 1na)'Oria del campesi-
nado no constituía un grupo de presión y porque su actitud, cspccialn1ente
en las úreas rurales, respecto del sacerdote, era una actitud pasiva y sin
critica.
Naturahnente qi1e la unión de intereses entre la alta jerarquía y la clase
dirigente produce que los ascensos eclcsiústicos tengon con10 u110 de los cri-
terios básicos el confor1nismo con las cstructurns, que se 1nanifiesta en la
esenia local en el confom1is1no con los grupo~ 1nínori111rios dirigentes de
las coinunidadcs de base.
43
Durante la violencia asistintos a la muerte de varios sacerdotes,~: a pro.
fanaciones y a actos iconoclastas, lo cual revela un cambio en la actitud
del campesinado respecto de l:t institución eclesiástica.
Es muy posible que la desafección del campesino a esta institución no se.
producida solamente por aquellos elementos del clero que estimularon en
alguna forma las matcni:i.s de cnmpesinos. Sería interesonte hacer un
estudio sistemático sobre las actitudes religiosas del campesinado colom...
biano en las áreas de violencia.
Sin embnrgo, con10 hipótesis de trabajo, podemos decir que el campesinado
colombiano tuvo una actitud de rechazo al sacerdote en esas áreas en·
dónde no encontró esa solidaridad franca por parte de éstos, respecto de
los i tuer~cs campesinos.
Es muy posible que los crítcrios de popularidad del sacerdote en. las comu..
nidadcs rurales hayan cambiado. Y no basta que éste sea un buen admi-
nistrador o que no haga nada malo. Es necesario que el campesino lo
sienta solidario con sus intereses.
En el caso de que la 1nayorla del can1pesinado se constituya en grupo. de
presión, ~ muy posible que a largo pla7.o los criterios de ascenso por el
canal eclcsióstico hayan cambiado. Sin embargo, para un cambio funda·
mental en los criterios de ascenso, es necesario que los criterios de la alta
jerarquia no estén necesariamente ligados a l0$ criteri0$ e intereses de les
clases dirigentes y, por lo tanto, al mantenimiento de las estructuras actuales.
Si el grupo de presión campesino, adem6s de llegar n ser el más efectivo
por la exprcsi6n de su aprobación o rccharo del sacerdote, llegara a pro-
ducir u1\ divorcio entre l~ intereses de la clase dirigente y los intereses de
la Igll'Sia, cambiaría fundan1cntalmente la estructura del ascenso social
por el canal eclesiástico, imponiendo para el ascenso social criterios basados·
en los intercsC's campesinos en lugar de los criterios basados en los jntere-
ses de la clase dirigente.
A nadie escapa In trascendencia que para el cambio social tiene, en un
país como Colombia en el cual la institución religiosa tiene aún mucha
influencia, el que los dirigentes eclesiósticos tengan uno actitud de cambio
basado en los intereses de la mayorln.
Como conclusión general pod1:1nos ofirn\Rr:
t: Cfr. cl.'l Vi< 0 l~1~ci~ Cl\ C ·lomb::.... ~ Et!. ;...:Ñ 171, e:¡:. di.
44
1 ~ Q ue en los paL~ subdesarrollados, en los latinoamericanos y en Colom-
bia en ¡>articular, los canales de movilidad social ascendente están estruc-
turalnit·nte obstru;dos para la mayoria de la población.
2t Que el factor que condiciona en fomla más determinante la oclusión y
con•rol de los demtis canales, es el económico.
3q Que la 1nin<1rla de la poblaci6n que controla la movilidad social aseen·
dente <'!:! :\ interesad:\ en mantener la obstrucción de los canales de ascenso
y por <.~o el confonnistno es una condición indispensable para que és1a . se
cfcctút:.
4t Qu~ la n1ovilidad social ascendente es más de tipo minoritario que
mosi\·o, nl:\s material que sociocultural y, por tanto, sin efectos a corto
plv.o, sohre el cambio social.
S'> Que : st:\ i11 1~ovilid:id se presenta en forma más aguda en las Arcas
rurales de dichos p31ses.
6'> Que In 'iolen<:ia sí:i1uháneamen1e produjo una conciencia de clase y
dio instrun~entos :inoml:il<.>S de ascenso social. .
7• Que IRS csttucturas del ascenso anonnal establecidas por la violencia
cnn1bíaron las actitudes del campesinado colombiano, transíonnando el
cam~s int1do en un grupo mayoritario de presión.
b) Agr<.'Siv!dntl latente.
I.a agresividad puede ser individual o social. La agresividad individual es
el rC'S ultnc?o de un deseo de destrucción originado en una frustración. La
dc:s1ru-:-.·i:ín <:~ h~ca como una compensación y como un medio de recons-
tru~íún de lo que no se ha logrado.
La ngrcsh·idad so~ial tiene )as mis1nas caracterlstica.s pero extendidas al
grupo soci:il.
Ln agrc:;ividad pue<tc ser moniHcsta o latente; segón que el deseo de des-
11:\lrción sC' puedo realizar o no.
1A agrcsividn<l social en general se encuentra en aquellos palscs en los
cunlcs hn:· írustrnclón de aspiraciones. Si eso frustración de aspiraciones
forn1a pa~tc de l:i conciencia social y dentro de las instituciones sociales
e~contramc-.s instrurnentos violentos y eficaces de re:ilización,:• la agresl-
vidod se h:trá n1onHiesta.
---··--·
:t
• Tt..,li: ·i. ~. '"" el ~=-·¡Jo qr-: 1-<pll<'ll 1·. P:'l!'Vlt\S de ~rfoma!l<'c:- (Cl r. T.
\ . :•<• ... o-.•~
P.,"" " "• n t:
, ,. .-. s•.::,
.I ..
ntl~ • \"o
. .. ..... 1:•• •~., ,y l.· "
rí\ln,.. ru,-..rs •i:t 1·tt,.A T },t.11....-. "14
n..,.,.. -<
ni'; ;., ·~. , l ~.53. C·l. \ 1 • & : .. V; Pa·St>ns )' N. f. s~~lr~r. (.~nor.ly :ind socioty1·.
"'..:• \:<.' :e ;;n1l i<.e:;n:: J>:111l l.:d. J.nnd rcs. 1!156.
45
Según lo expuesto anteriormcnlc, en las ;ircas rurales de los países en
desarrollo, cncontran1os una gran inmovilidad social nsccndcnte que pro-
duciría una frus1 ración de aspiraciones en el caso de que haya conciencia
de ella. Esa conciencia se adquiere por un cambio sociill indut:ido. Cuando
las co1nunicaciones hun1anas se extienden y aumen tan, la conciencia
social a umenta y si se conocen puntos de comparación, las frtistraciones
aparecen.
Ahora bien, si existe la conciencia, pero no se conocen los instrumentos
institucionales de realización, la agresividad seguirá en su estado latente.
Si los ins trumentos institucionales eficaces se conocen y esos instrumentos
están den tro de las estructuras vigentes, la agresividad latente se resolverá
en una acción institucional que no violente las estructuras. Si, por el oon-
tTario, los instrumentos institucionales que se conocen están contra las
estructuras vigentes, la agresividad latente se convertirá en agresividad
manifiesta. Esta agresividad manifiesta se hará tanto más intensa cuanto
más conciencia haya de las frustraciones y cuanto por un lado sean más
eficaces los instrumentos oontra las estructuras y, por otro menos efica~
los instrumentos de acuerdo con éstas.
En las :\reas rurales de los países latinoamericanos encontramos los dife-
rentes grados de frustración y de conciencia y las diferentes combinaciones
de instrun1entos normales y anormales (de acuerdo o no con las estruc-
turas). En todo caso la fa lta de movilidad social en estas áreas es un ele-
mento de agresividad latente.
En Colombia la agresividad socinl latente se h a vuelto manifiesta en forma
intennitente a todo lo largo de su historia. Desde las guerras precolombi-
nas entre los indígenas, pasando por las luchns de la conquista, las revuel-
tas de In <'poca colonial, la guerra de Independencia, las guerras civiles
posteriores a ésta y las 1nanifestnciones de violencia que se ha solido llcnnar
política (coino la del año 30) hasta el fenómeno de violencia act ual que
hemos deíinido ten1ativan1entc al principio de este estudio.
Ya se ha ,·is to, al considerar las varia bles anteriores, como Ja violencia
introdujo sirnultá nearnente:
1? J.a conciencia de la frustración.
2° La agudiz<ición de la frustración.
3'> Los instrumentos eficaces, pero nnormnles para resol,·er la frust ración .
La acción annada de las h1er1.as oficiales, fue el elemento de cambio social
inducido por el cual se produjeron los tres efectos anteriores.
46
Podemos por lo tanto afírrnar, que el fenó1neno coinún a las áreas rurales
subdesarrolladas descrito corno agresividad latente, se ha expresado en
nul'stras comunidades c:unpcsinas haciéndose agresividad manifiesta en el
fenó1neno de la violencia.
3. Variables características de la sociedad rural colon1biana.
a) Sectarisrno político.
Lo que se ha solido llamar e.sectarismo político>, es una forma de agresi-
vidad de grupo y en concreto, de un grupo que hace parte de una organi-
zación que ejerce o pretende el poder estatal. Además del elemento de agre·
sividad, debernos incluir en la expresión csectarismo politico>, las nociones
correlativas de seguridad intragrupo e inseguridad extragrupo.
Toda pertenencia a un grupo es un efecto y una causa a la vez de la nece-
sidad de seguridad social que tiene todo individuo. Esa función de segu-
ridad que da el grupo, será tanto más intensa cuanto mayor sea la inse-
guridad de permanencia fuera del grupo. En los paises desarrollados,
además, existen instituciones que garanti7.an la seguridad social en forma
independiente de la pertenencia a un grupo. Por esto, la necesidad de per-
tenencia a grupos es mucho menor en estos países que en los nuestros. Como
por otra parte, la agresividad social, es mayor en el pat.s subdesarrollado
porque las frustraciones son, en general, mayores, podemos afirmar que
el sectarismo político es un subproducto de la falta de desarrollo socio
' .
econon1100.
En los paises no industriali7.ados la pequeña minoria que detenta el poder,
constituye un grupo en si bastante cerrado (como lo vimos antes) y que
tiene la mayor cuota de seguridad dentro de la sociedad. La única forma
de perder esta seguridad serla el cambio de estructuras que acarreará. la
pérdida del control social.
Evidentcn1ente, dicho ca1nbio no podrá provenir sino del extra-grupo, es
decir, de la mayorla de la población que no puede asoondcr. Con todo, el
hecho mismo de ser una minoría constituye un elemento de inseguridad
en el caso de que la mayoría se muestre descontenta. Por consiguiente, es
necesario algún mecanismo que satisfaga n la 1nayoría, 1nantenga las
estructuras y si es posible, haga peligroso cualquier carnbio de éstas.
El partido político puede cumplir con las (unciones anteriores, siempre y
cuando llene dcterrninados requisitos: l'n priiner lugar, debe dar algunas
satisfacciones suíicientes para evitar el descontento. En segundo lugar,
debe relacionar las satisíaccioncs de necesidades al mantc11imicnto de las
47
estructuras, y en tercer luga r, debe crear sistc.m as para hacer peligroso el
cambio de éstas.
El partido politico en Colombia, es un instrumento para la satisfacción
de algunas necesidades de la 1nayoria de los colo1nbianos. Dadn In impor·
tancia del botín burocrático en un país subdesarrollado (con mano de
obra poco calificada, alto porcentaje de ingreso nacional declicado a la
administración y pocas exigencias técnicas por parte de ésta), el partido
político es una importante fuente no solamente de subsistencia de inuchos
colo1nbianos ya que de él depende la repartición de este botín. En otra~
palabras, n1nchos mós dependen de los empleos públicos, aunque no los
ejer.lon, por la expectativa que tienen de cjereerlos. Por lo tanto, son
rnuchos los colombianos que dependen directa o indir~tamente del partido
político. ,
Sin cn1bargo, para que esa dependencia implique a la vez una garantia
para el tnllntenimiento de las estructuras socioeconómicas, es necesario
que exija una dependencia a la clase dirigente. Por esta razón, para qu~
el partido sen un instruincnto apto de conservación para esta clase, debe
ser poli-clasista, es decir, debe estar estructurado a base de Ja pertenencia
de todas Iris necesidades sociales a esa clnse dirigente. Como es lógico, si
la pertenencia no trae ventajas técnicas ni ra::ionales es necesario buscar
n101ivacioncs scntin1entalcs que la jus•ifiquen. De allí la base trt1diciona1
o sentilnental que tienen los sistemas de partido, ya que el botín buro-
crático, que de hecho es repartido por la clase dirigente, podrla ser ad1ninis-
tr11do por In mayorin ele la población, en forma n1ós técnica y racional.
Para que este mantenimiento de las estructuras sea sólido y duradero, es
necesario que su rompirniento entrañe un peligro para la clase que no se
beneficia con el sistema \'igente. El sectarismo poJitico es el instrumento
por el cunl la clase dirigente logra que esa mayorin encuentre una segu-
ridad intragrupo, proporcional a una inseguridad extrngrupo.
En resun1en, el partido político tiene funciones respecto tanto de In clase
dirigente con10 de la n1ayoría de los dirigidos; para In clase dirigente cons-
tituye un elc1nen10 de conscr\·aclón de las estructuras por el sentünenta·
Jisrno partidista y ¡x:>r el scctaris1no político, y no perrnitiendo la reestruc-
turación de los partidos sobre buses racionnlcs que transfonnen !ns estruc-
turas irnplantando el gobierno de las n1ayorins.
Parn In clase dirigida el ninbicntc social de illscguridad que produce el
sectarismo politico, el partido constituye un grupo de rerugio y el único
48
capaz de relacionarlo con la clase dirigente, es decir, con la fuente de su
propia seguridad. F.sta relación debe cstableccrse con la condición indis-
pensable del conformismo respecto del propio partido. Coníormismo que
se demuestra y se afianza más con n1anifcstaciones de sectarismo contra
el partido contrario. El sectaris1no político es pues el instrumento de doble
filo que refuerza el conformismo de la clase dirigida y garantiza la esta-
bilidad d e las estructuras a la clase dirigente.
La violencia fue desatada como un instrumento del sectarismo para que
cumpliera las funciones que hemos a tribuido a éste. De ahl que la violencia
no se produjo cnrrc las clases dirigentes, sino entre la masa de los campe-
sinos sentilncntalmente divididos en Jos. partidos tradicionales. padeciendo
una mayor inseguridad social, que los aferraba aún más a esos partidos.
Por eso también una vez hcclla la unión polltica entre las clases dirigentes,
la violencia ha continuado para garantizar el sectarismo necesario que
impide la reesrructuración de los partidos sobre bases racionales capa~ de
transformar .las estructuras. Dentro de esta polltica es lógico que cualquier
individuo que se arriesgue a disentir de las direcrivas y de los partidos tra-
dicionales, sea considerado como marginal y casi como fuera de la ley. Es
sinto1nó.tica la aparición d e las sociedad(>$ macartistas, compuestas por ele-
mentos de la clase dirigente de ambos partidos. La función formal d e estas
sociedades, es la de perseguir al comunismo y la funcjón infonnal es la
de marginar a todo individuo o movimiento onticonformista que aparezca
en el escenario político, social Q coonómico. La violencia, por lo tanto, no
favorece a uno u otro partido político en particular; en ocasiones, puede
fnvorcccr más a un partido minoritario nivelando con el terror las fuerzas
políticas desniveladas por diferencias electorales. Sin enlbargo, la violen-
cia fayorcce fu ndamcntnlmente a toda la clase dirigente de cualquier par-
tido que ésta seo.
A pesar de todo, la violencia h a desencadenado un proceso social impre-
visto por las clases dirigentes. H a despertado la conciencia del campesino,
le ha d3do solidaridad de grupo, sentimiento de superioridad y seguridad
en la acción; ha abierto posibilidades de ascenso social, y ha insrituciona-
·lizado la agresividad, haciendo que los canlpcsinos colombianos comien-
cen a prcfc1·ir los intereses del canlpcsinado a los intereses del partido. Esto
tendrá como efecto la constitución de un grupo de presión social, econ6-
mica y aun politica capaz de cambi¡¡r las estructuras en la forma menos
prevista y menos deseada por la clase dirigente. Es muy posible que, debido
49
a la violencia, el sectarismo poHtico se can1 bic en sectarismo d e clase co1no
se ha visto en muchas áreas rurales colo1nbinnns.
b) Falta de conciencia de clase.
Escapa a los fines del presente análisis, el entrar en disquisiciones sobre
la deHnición de clase social. Para nuestros objetivos basta tener una defini-
ción generalmente aceptada. Cuando hablamos de la clase carnpesina nos
referimos a un cierto grupo social del status económico más bajo dentro
de la sociedad colombiana. Consagrado a una ocupación dentro del sector
primario de la producción, localizado predominantemente en las áreas
rurales del pais. Conciencia de clase es la que existe respecto de una serie
de relaciones sociales existentes dentro del grupo antes definido, relaciones
de tipo exclusivo respecto del extragrupo. Cuando esta conciencia de clase
se une a la iniciativa en, y a la organización para la acción del grupo que
la posee, es capaz de influir en las decisiones gubernamentales y, por lo
tanto, es capaz de volverse un grupo de presión.
En muchos países subdesarrollados, el campesinado se ha organ izado en
diversas formas. Los movirnientos agrarios en Latinoamérica, han tenido
una importancia que contrasta con la que han tenido en nuestro pais.
El carácter más pronunciado de las variables arriba señaladas, especial-
mente la del individualisrno y la del aislamiento, han hecho que el cam-
pesinado colombiano no haya tenido una conciencia de clase. Por otra parte
el aislamiento cultural de nuestro país, junto con el atraso en el equipo
técnico de comunicaciones, han impedido las interacciones culturales nece-
sarias para un can1bio social capaz de crear una conciencia de clase. La
ausencia de contactos ha producido una falta de conciencia sobre las pro-
pias necesidades, por falta de conocimiento de otros grupos de referencia.
La falt a de n1ovilidad social ascendente ha tenido por efecto la institucio·
nalización de un fatalismo respecto de la solución de algunas pocas nece-
sidades sobre las cuales hay conciencia. Aun en el caso en que· por alguna
circunstancia, h aya conciencia de las necesidades y el fat alisn10 haya sido
reemplazado por una actitud de inciativa en la acción, generalmente esto
h a sucedido a la escala individual. Los conflictos con los extragrupos
campesinos, han impedido la creación de una solidaridad rural, y el secta-
rismo polltico ha agudizado la desunión.
Aun despul'S de la aparición de la violencia, podemos observar las comu-
nidades rurales que no han sufrido el influjo de ¿-sta ni directa ni inclirec-
tan1ente y encontran1os las características de conciencia rc.~pccto de las
50
nc"---sidadcs, fntalis1no ante el progreso y falta de seguridad colectiva entre
los carn¡x>sinos.
Al considerar los efectos de la \'iolencia, sobre la creación de In conciencia
de clases en el carnp<..-sina<lo colornbiano, podemos recapitular el análisis
sobre los carnbios acaecidos de las otras variables.
La dcn1asiada in1portancia del vecindario local, el aisla1niento, el indivl-
dualisn10, los conflictos intra y extra grupo, el sentimiento de inferioridad,
la ausencia de n10,·ilidad social vertical ascendente, la agresividad latente,
in1plican una falta ele conciencia de clase. La violencia, al alterar las ante-
riorcs variables, comienza a crear una conciencia de clase; generaliza las
relaciones sociales entre los can1pesinos de casi todo el país, da conciencia
de que esas relaciones son exclusivas del grupo campesino, y además da
solidaridad para la acción comenzando a influir inforn1almcntc en las
decisiones gubernamentales y por rnedio de pactos políticos, en las estruc-
turas vigentes. De la falta de esa conciencia de clase, el campesino está
pasando paulatinarncnte a ser un grupo de presión que será definitivo
en el can1bio social de las estructurns colornbianas.
e) llespccto a la propiedad privada.
De los diversos infonncs de los Cronistns de Indias, los h istoriadores de
la colonia y de los historiadores latinoa1nericanos, podc;mos concluir que
la (orina mas generalizada de propiedad dentro de las comunidades indi-
gcnas era la forma de posesión colectiva de la tierra.
La obra colonizadora espaiiola no afectó fundamentalmente la mentali-
dad indígena respecto de la propiednd. Las organizaciones rurales colec-
tivas continuaron bajo nuevos patrones <.x:lcsiásticos, n1ilitares o civiles.:º
Con el n1ovirniento e111ancipador se introdujeron las idens liberales, den-
tro de !ns cuales la idea de la propiedad privada con10 hru;e de la estructura
política y social colo1nbiana. El respeto n In propiedad privadn pa~ó a ser
patrirnonio de los valores culturales colo1nbianos. Antes de la violencia,
nuestro ean1pcsinado tenia un respeto fonnal a la propiedad privada,
respeto que infor111nlrncnte era desconocido en algunas ocasiones por la
conducta de éste. Durante Ja \'iolencia se introdujo la institución del <jus
prirno possi dcnt is> .~
Z) Ü">lr.O r,:ud:o~ sobre Ja C\'C!UC'iÚn di'! t'IHlC'<'p:o tic l:t p~opi('()od (':l \ .olombia,
C'Oll~Úh('...;> :t :\ JfO!lS(l U.pez i\lichl'IM>n: e h ll roduC'<'ÍÓ!l al t:'Studio ti<' J:t \,.un~:itudÓn
dí.' Cvlor.1l:i:1>.
•~ el.a \" iokncia en Col<J:nbi:i>. Op. ti:.
51
Las expropiaciones ejercidas o 1ncnor precio. las in,·asionl'S, C'l control sobre
cosechas y mercadeo, cjcrciclas por !os grupos gocrriilcros, hicieron pcrtlcr
a nuestros ccnnpesinos ese v:llor cultural que habían adquirido en el último
cíclo.
En los comunidades en donde surgió este fcnón1eno se han or¡;nni;-:ado
invasiones de tierras, con unn fac ilidad que no solainentc puede ser cxpli·
cada por la presión cconon1ica, sino que tiene con10 base la práctic<1 , durante
la \'iolcncia, ele hacer uso <le la propiedad ajena para los fi n~ in1ncdiatos
de subsistencia. Aunque este efecto <le i:i violencia es acc~orio y :iparcn-
te1ncntc intrascendente, es iinportnntc respecto del carnbio social; s:, como
vin1os tUHes, el ctu·11pcsi11;1clo se está constituyendo paulntinal't1cntc en u11
grupo de presión, <:s in:por1ante conocer lo~ patrones culturales de e.s{'
grupo. Sí <:l respeto de In propiedad privada ha dejado de ser un elcn1cnto
dentro de ~os pa1ron<'s, es n1uy posible que en el cambio de estructuras
que pueda lle\lar a cabo In presión <le este grupo se ataqu<' <lir<:clamt•nH·
la estr uctura de la propiedad.
CONCLUSION
Bosodos en el análisis nntcrior, podemos d~ir que la violencia hu \.'VllSli·
tui do pnra Colonlbia <:l can1hio soc!o-culturnl más importante en las :'1 reas
canlp<'$inas desde la conquista efectuada por los españoles. Por conducto
de ellas las 001nunidadcs rurales se han integrado dentro de un proceso
de urbanización en el sentido sociológico, con todos los elen1entos que C-Ste
i1nplica: la clh·isión <le! tr:ilx1jo, cspccializacion, contacto sociocult ural,
soci:1lizoc:ón, n1cni:.1liclad de can1bio, clespcrt:ir de expectaciones so.:iales y
utiliz:icióu de n1étodos de acción para re:11i;-::ir una n1ovilidad socinl por
can:i lc~ no prc\•istos por las c.~11ucturos vigentes. La violencia adc1n~s ha
establecido los ~is'ccn1 us necesarios para la cs1 r11c1 ura~ión de una subcultura
rurul. de una clase cn1nprsina y de un grupo de presión constituido por
es1n n1isrna clase, de cn r~cter re,·olucionario. Sin embargo, ia \'iolcncia ha
open1do todos c'> tC$ e:t:n bios por canalc:s patológicos y sin ningunn nnnoni11
respecto del proc<:"so <le dcsarroilo econóinico del pais.
J\unq~tc es 1nuy diíí::il predecir, es n1uy poco probable que haya cambios
estructurales lo suficientcn1t.·nrc profundos, reuli:t.ados por la soln inic¡ativo
de la clase <lit1gente nctuul, para cncauxnr to<lns csus fucr1.as nnún1icas
dentro de un proc<.:so de· de~:1r:-<>llo plonificado t(·cnicamen:c. Sin c111b::rgo,
la orientación hac?r. }c)s p:ohlcn1iis agrarios que han tenido los últ in:os
gobiernos, podría prodncir el cfécto de la creación de un lidcn1zgo de hn!'c
52
capaz de dirigir las presiones del campesinado hacia objetivos de desarrollo
social y econ6n1ico. Si estas presiones se ejercen en forma suficientemente
técnicas y enérgicas, podrian cambiar la estructura de nuestra clase diri-
gente, sien1pre y cuando kta sea capaz de valorar a ticn1po el peligro de
una transformación que la destruya complctan1ente, por no haber podido
adaptarse a un cambio social que se presenta como inevitable.
Ton'!ado <le 111 rc-vist:t LA Gacct:t, ai10 111, l'\o. 16·17, sep:.-oct.-no,·.-diC'. 1966.
Bogo1á, Colombio.
53
· La revolución verdader~,
la violencia yel fatalismJ
geo-político
FABRICIO OJEDA
59
Y aunque c11dn país, ro1no. el nuestro en este caso, actúa confonnc a su3
propias rc:ilidndes y realiza C'I tipo de revolución que histórica1ncnte Ic
corresponde, no puede eludir. ni ello seria correcto, su integración ron
otros ntovitnicntos sin1ilares. No ~ culpa ele los re\'olucionnrios venezolanos
que su lucha s~a en prin1cr t~rn\ino contra los i1np::rialistns, en lo cual
gua:-dn pcrfe<-tn identidad con las luchns que sc r<.>a.lizan en Viet-Nam, en
Angola, Cll (') C'..ongo o las que !'e libraron en Cuba y en .1\rr~cl ia. r.a culp~
C'n <'i:t~ C<l$0 C'S de los i111 per i~ l istns, que no b~n rcspctndo fronteras ni
conticle:itcs pnra e:-;tender su explotación.
\ l<'ne?.uela lu<'ha hor contr:t el ~·ugo nortenn1ericnno, con10 lo hizo nyer
contra el coloniaje cspaiíol; coino lo hic:eron los nortea:neric:n1os contra
la dorninaci<Jn inglc~a y los hr:isilcños contra cl in1pcrio portugués.
Hay gente todíl\'¡n apegada 1\ lns ieorías del f:u nlisrno gcogr:'lfi<'o que creen
<·I ntundo rn la úpoca de la ~Joc trina l\·1onroc, cuya síntesis de <Américo
pnra los :'\n1cric:nlOS> constituín el reflejo de una sit uación con1plcta1ncntc
d istin:n, en la cunl nuestro co1Hincnte tenia que protegerse contra la
c·xpansi(111 i111¡X'rial!st:i curopcn; en U!~ n111Htlo ele Krandcs distancias y ron
n: clit~;cr. t:iri os n1cdios de co1n11nicación. Estt1 circunstancia. totahncnle su-
perada por los cnntbios o~urridos con10 consecuencia de :n ubicación del
cncn1igo coniún en nuestro propio continente; dc-1 progrt•so de la cicncin
y la tec?1ica que prftctic:iinentc ha clin1inndo l:is d:stnnci3s: del dominio por
c-1 h11?~1brc, de armns intcrcontinent;i!es <¡ ltC í:1ncionan a control rernoto,
<">n un alto poclcr de dcstrncción; y el íor111lccin1icnto dci cnn1po de lo~
paises Jibl.'1·aclos y socialistas con una pobla<'iún que supera las dos terceros
partes ele l:i hun1anidnd. colocn a dicha gente en un n1undo incierto, dC'
<-spnldas a l:t rcnlid:Hl; dentro de una concep::iiin politicn equivocada que
s6!o contribur<' n apuntalar la dontinnción col<lnial y s•; ~c·cucla ele suh·
dC'sarrollo. explotación y 1niscrin.
Las tesis de la S<'Opolítica h nn s:tlo superadas por la tlin:'1micn de la his-
loria. I-os propios itnpcrialist ns nortc:1111cricanos hnn borrado las fron·
leras continenta){'s. El Prcsidctltc Johnson hn dicho rc~icntc-1nentc -por
si alguna clud:t q~1cc.lnrn - que las íuer7.ns 1nilitnres de Estados Unidos
estarán presentes en cu:ilquil'r úrea del n1u11Clo, en cualquier pnis, donde
<'sté en <peligro la libcrtacl frente o lo agresión con1 unistn>. J:stn ngrcsiva
<'Onduc:a del in1peri11lis1no yanqui revela fr:incn111cntc la quiebra de los
esc¡urmas interrontinentalislni:. Para el gobierno nortea1ncricano lo misn10
<la que Venezuela o Santo D1i1ni11go est~ n geográ ficamente ubicados en
60
América, que si lo estuvieran en In Conchinchinn (1·egión que hasto
hace· poco l'ra sinónin10 de insondable lejanía) con10 lo están \ ' iet-Nntn,
Camboya y Laos.
El análisis del conjunto político 1n undial; de la corrclnción <le (uer1.as
intcn1acionnl<>S ('S c·le:nento obligado para el ('Studio de nucstro:c; problcn1ns
corno país colonizado, y de sus posibili<lad..-s reales para la liberación.
Los venczolnnos progrcsis1ns, cuyos int:!rcst!S coincidentes con los intereses
1nisrnos de la nacion, cstún restringidos <:n S\1 dcs:irrollo por la desleal
c-01npc<cncia del c:ipit:il y los prod ~;.;;os norica1ncrica11os, en prin1er lugar
y, por el control del Poder Polícico que ejerce In olig:lrquia criolla, no
pueden desc-stirnar en ninguno de sus :rspcctos la sit urición prl'~cnte en el
rnundo, ni conteniplarla en forn1n sin1plis1a o sup~ r!icial. Es necesario
nhonda» en el coniplejo ¡l\1licico del n1on1en10 y n1irar hacia el futuro pnra
coinprenclcr el panor:una pro1nisor c¡uC" se pr<-senta a nacslro pueblo en su
lucha libc·rndora. 1\ ln luz de estos hc~ilos, de l ~s rcrili<lades historic:1s,
nadie puede dudar que el c:irnino de la acdóu r-:,·olucionaria, S<•:ut cualci;
lu<'r<.:n lns d;ficuhadcs ein:unstnncinles, es 1:1 única \ ' Í(I, In 111:'i s ~cgu r:1.
¡::ira el ca1nbio l'Slruct~:ral <¡l!C tiene plantc:iclo IH tcslro país.
En );\ crcl\cion de 1::1n firrne 1nent:11id;\d de P<)der por parte <le Jns clases
JX•¡>ulares. patriótic:ls )' pi·ogresistns, ~1 prinicr pa~o es libcrnrsc del ía-
1a :i~mo gcogr:ífico }' d~ las tesis d~ la invcncibilidnd del in1pcrialismo y
dt· rn:is iucr1.as rc:tcl·ionnri:'.ls. Y el otro, con,·cnccrse defi:1iti\'nmcntc de que
!:in la torna del Poder Poli1ico :10 pcxlni ser rcali7.ado ningún ciln1bio que
nic..:ic );1s cnusas de la crisis nncionn!. 1.a re¡¡Jizn<·ión de una R<'forrna :\ grn-
rin !Jara liquidar C'I réginicn latifttndi:1rio y n1o<lificar el aet~1n ! sist~nia de
!t'ncncin d<' la 1:crra - ::OilH> nspirnn los carnpcsinos e in1portan1cs sectores
:-íiliadc.s n Fcdeagro- no es posiblC' -~llo t·stá dcn1os1rndo ::n seis afios
de \'lgc ¡~::'iri de una Ley de Refonnn Agraria progrcsist:i- sin transfonnnr
r:1cli<·a!n1cntc el prop¡o sisterna e<:ono:nico )' político de In r1:1ción; sin
c-:t111 biin· la coinposiciún social del gobierno, donde hasta ahorn ha pre-
<ion inndo el scx:tor partidr.rio del latifundio r la concen tración de l:i
propiedad de la ti{•rra en ),)<>cas manos.
Los hoinhr<-S que han pa$ac\o por el Ministerio de Agricultura y Crin
-instruatento fu!1eional de la Reforrna Agraria- en la últirna d~cada
han sido in\·arinhlcrnente representantes ele las clases ad\·crsas a la Reforma
Agrt1ria integral y verdadera; pero aunque perteneciesen o los clases pro·
grcsistas no podl'ian hacer nnda distinto a lo que se ha hecho, debido a que
61
la política agraria no es una parte independiente del complejo económico
nacional. Ella forma en un todo, en un sistema, en una unidad indestruc-
tible, que comprende inscparable1nente el conjunto de la actividad gu-
bcrna1ncn1ol en función del control del Poder Politico por parte de las
clases reaccionarias.
Lo mismo ocurre con el desarrollo industrial del país. Ningún cambio po-
drá operarse en este importante rubro de la economla nacional que no
sea consecuencia de la 1nodificación de todo nuestro sistema de depen-
dencia. Los plantean1ientos nacionalistas que desde la fundación de
Pro-Venezuela vienen ratificando 1nuchns de los orgAni7.aciones miembros,
quedarán, c.'Omo han quedado, sustancialmente en el vacío. No se puede
pretender que la industria venC?.olana sea distinta a la de una silnple
!actorln subtitutiva de in1portacioncs, sin profundizar, para erradicarlas,
en las causas que la manúcnen relegadas a esa función. El imperialismo
que tiene en Venezuela uno de los m:is i1nportantes mercados de América
Latina, y la burguesía ilnport11dora que deriva jugosas gan11ncins de su
actividad intermediaria, no podrán nunca, por si solos, auspiciar desde el
Poder, cuyo control ejercen hegemónicamente, una modificación que
remotan1cnte pueda significar perjuicio o desaparición de tales privilegios.
El actual Ministro de Fo1nento que ca1nbió su profesión de obrero y Ji.
notipista por la de abogado; de origen social distinto al de los oligarcas,
fundador y dirigente de uno de los partidos autollamados de iiquicrda, y
Secretario General de Pro-Venezuela -asociación abanderada del desa-
rrollo industrial independiente- hasta su arribo al cargo que dcseinpeña,
no ha podido jugar otro papel que el que corresponde con10 integrante de
un gobierno cntrcguista, mediatizado por los sectores in<is reaccionarios
y vinculado a los intereses del gran capital vcnozolano y extranjero.
Como la polilica industrial es tambicn parte integrnnte del cornplejo
económico bajo el control del sistema colonial, el Nlinistro de Fo1nento,
a la manera de los anteriores, pertenecientes a clases y partidos diferentes,
h a tenido que son1eterse, a riesgo de su posición gubernamental. el conjunto
predotninante en la composición clasista del gobierno.
N inguno ele los problcn1as que afectan a nuestro país y a las clases po-
pulares y progresistas( concentración de la propiedad de la tierra en pocas
manos, bajo desarrollo industrial, desempleo, atraso tccnico y cientifico,
sub-alimentat'iún, reducido n1crcado de consumo; falta de vi\'iendas, _CS ·
cuelas, centros de salud y hospitales; bajo salario real; explotación cxtranje-
62
ra de las principal<'S fuentes de rique-¿a; soberania rnc<liatizada, cte., etc.),
pueden ser resueltos sin 1nodificnr todo el complejo nncionnl, o lo que <'S
lo rnisn10: sin crrndicnr su~ cnusns. No se trata, pues, de cnn1bios periféricos,
de n1o<lific:iciones s uperficiales en el equipo gobernante que pod rían ser
logrados a tra\'és de l:ls fonnas tradicionales de la lucha política, <sin
violentar el estado 11ctunl de cosas>; csin chocnr de frente contra lns
fuen.as opresoras,; cen un procc:-so 11 rra\'és de la e\·olución del estado actual
q ue transforme progresivan1c11te el régi1ncn ele las instituciones políticas.. ·>
La propi11 experiencia, adeni:is ele! estudio de l:i teoría política, dcn1ucstra
que a esta a ltura de In historia, nnda tiene que btiscar nuestro país en
el ca1nbio de una ca1narilln por otra; o ele un partido o grupo de partidos
por otro partido o grupo de partidos. Lo que se trata de lograr es un
cambio re\'olucionario, de fondo, en la con1posición social del gobierno
que sea capaz de n1odiíicnr las (·Structuras 1nisn111s del país }' consolidar un
rcgirnen independiente, liberado del in1perialis1no y la oligarquia. La
1nagnitud y causas de los problen1as nacionales requiere, sin d\1da 1 la
conquist:i del Poder por una alianza de las clases populares, dc1nocráticas
}' progresistas, con facr1.a suficiente en lo político y lo 1nilitar, para hacer
fren te a las fucr1.as de In reaccion.
Está den1ostr:ido -}' la maroria de los densos sectores del país así lo
acepta- que Vcnczueln \'i\'C una crisis integral y progrcsi\'a cuya graved ad
requiere grandes esfuerzos para ponerle fin . Ni la Alianza para el Pro-
greso, ni las rcforrnas circunstanciales han podido conjtirar el tremendo
n1al. Sin embargo 1nuchos sectores, conscientes ele la necesidad revolu-
cionaria, no acaban ele salir del ca1npo de la infl uencin reformista, de la<;
ilusiones. contribuyendo con su actitud a la prolongación en el tie1npo
de la situación que agobia el pais. Creen. ingcnuarncntc, toda\•ín -y ello
es cons~uencia de una indefinida mentalidad de pod er- que <'Xisten otros
1ne<lios pnra resol\'er los proble1nas n:lcionalcs, sin necesidad ele exponer
sus "idas. su libertad }' S\1S intereses específicos.
No es posible continuar cngaiiaclos o seguir \'iviendo en el mundo de las
ilusiones. La rc\'olución tiene que hacerse cueste lo que cueste; sean cuales
fueren los peligros y dificultades a que haya que exponerse; ele lo con-
tra rio, el proceso de pauperización , de desaparición d e las pcqueiias e1n-
p resas absorbidas por el capital rnonopolistR, conti n uará su pendiente ine·
luctahle. con su corolario de desempleo. atraso y miseria. · J.a burguesla
nacional (agrnri:l e industrial}, la pcqueiia burguesía (cstudinntcs, pro.
63
fcsionales, pequeños comerciantes y empicados), junto con la clase obrera
y c1unpcsina, cura vanguardia avanza por el ca1nino de la insurrección ar-
mada (Gu<-rra clel Pueblo), deben aglutinnr, como una sola voluntad, el
frente liberador, fuer7.a decisiva para la victoria.
~
Clp. Jll del libro iní•rli:o ele Fabrido Ojcda .-Hada 111 C,onqu ista del Poder>.
Perú: Revolución,
.
insurrección,
•
guerrillas
AMERICO PUMARUNA
AJgunoa antecedentes
El signo del Fideli&mo preaidc los últim03 siete aiíos de ex¡leriencia
revolucionaria peruana. DificiJn1cntc podría haber sido de otra ma-
nera.
La c~deblez teórica y organizativa de Ju agrupacione. de i~quierda.
combinndas con Ja vebe1nencia y las ansias de Jtacer juaticia han hecho
eu experiencia. La herencia del Fidcliamo n1al entendido es el foquie·
mo guerrillero y loa ejemplos clúiooa peruanos eon también parte del
bagaje revolucionario latinoamericano.
Antes de caer CJl el riesgo de no ecr bien interpretados. expliquemoe
en doe pelabra& con qué concepto de foquismo vamoa a trabajar eata
76
cl:ilioración tcór icR. La idea pr incipal e;1 ton1ada equ ívocamente del
lihro de Ché G u c\'at·a: La s ucrr(l de ¡;ucrri{las, en ta nto J e allí 5C en·
tiende q ue no es 11c~ari o <JU C cgtÓn d adas toda$ las condicion es que se
re qu ¡e1·cn p a1·n cn1prcndcr la lu ch a, y11 que el foc.o guerrillero las
puede ir ca:e:uulo. ¿ ExactanH..•11tc ele q ué r.ond icion es se trata, y J e
1¡ué w aucr a .;e r c::iliza la proyección y :ul::iptaeión correcta cJc 1::stc c nnn·
e indo a cnda Jihre ~itu<tción concre ta ? es el aspecto antoj a dizo y de lae
i11 tcr pr ct:1cionCi!. Naturahucnlc hay a!guno3 e le1oentos nclieiou;1lci, ta111-
hié11 in1port<tntes para r edond ear l a noción . Entre éstos por ej cn1plo :
la n ecc:iJad d e cr<!er en la onn nnip otm1cia del foco, que, claro está,
- - con10 en la Revolución Cuhann, tiene c1ue tener como final lógico ln
h u ida clcl e11c 111igo y el tr iunfo en n1cJ io d el ulh o1·o?!O gener ali?!tHlo;
Ja necc,;iJad ele q ue e l v roct'so se dé en ausencia de \ 10 n1ovimic nto de
u1asas, porque éste - una d e las condiciones neee$ar ias - - no exi, t<:
ol p3rtir y se t iene la esp er anzn de crearlo sobre Ja 1narch a. Es decir,
to cJo lo cual dcl,c cxpJicarse 111 n ivel de una jntcrprcta ción incompleta
y d eícctuo~ a 1lcl p roce, o re\'olucio11:1rio cuh:u10. A nn1ch os conu1r:11l:1s
cuban os les cabe cul¡H1 en t anto olloR infor1nnh nentt', incon:;cicntc1n en te
y por fa ~ t a de u na cont p rc n~ió n caba l, d ifund ían consign as c11u ívocns
corno aquellas de Jos doce ho rubrcs d e la sierra, la.s condiciones de w ·
perhon1hrc d e Ficlcl y el par alcli 1no entre la Sierra ~[ae.i:¡tra y la Cor-
d!l:e r11 el e J o~ :\ndcs. Esto a i nn11n1crabl e~ r evolucionarios perua11os,
~ana d os por el ton isn10 del 1no1nen to y faltos J e capacidaJ d e unálisis
y forn1aeión tcóricn, les h acía pcnsnr que h astaba r eunirse doce y que
nu~:\ c¡uizá~ sobraron, que era &uíicienle sentirse predestinad~ y con
cond icio nes su pcrh uit1a11us o p or ú lt i1no si1nple1n entc instal arse en
cu alc1uie r con tra fuerte andino, p ara repet ir la h azaña d el puehlo de
Cu ba q ue d errocó a Batista y en u na sola operación ini11terrun1piJa
l>rodujo el pa rto socialista en la l il a Glo1·iosa.
Clor111ncntc se puede " e r ento nces cónio ec co1nplcn1cntao y se ent1·e lo·
zan los d ife rentes clc111cntos para dar los fund nrnentos teó r icos del
concepto de fo<¡u i:.1no r;ucr riJJcro. ,\ todo el lo elche :•f)regárscle una
noción que ta111hié11 h a ~i do difundida por un sector d e opinión cuba-
n o; la de h1 ""º cxccpeionnlitla cl de Ja coyuntu ra cuba !~ ª " · Así pues
los r evolu ciona rios pcr uaraos que llevaron a caho los p roceso.o in9urrCC·
c ionales 1¡uc c.'\'.an1inarc1110$ a con tin uación , se sentían si tua do~ tlf!ntro
77
de condiciones coruo las cubanas del 58 y ellos miembros de un movi·
miento como .el 26 de JuJio y su ubicaeión como 111 de un paraje de
la Sie1-ra ~faeatra en )3 próv~ncia de Oriente., y eus propias capacidades
como lae de Fidel, el Ché, Camilo y Raú1 y más no, porque más no
era sino el caJibre, la cántidad y tipo de loa armas y algunos aspectos
1ogíaticoa, a vccc11 ni e$to misn10.
Loa procesos que vamos a examinar a continuación, a manera de ante·
cedente, &<>n los siguiente: 1) Jauja, en Mayo de 1962; 2) Convcncion
y Lare3. entre 1962 y 1963; 3) Buacrachuco, a principios de 1963 y 4)
Puerto l\faldonado, en !\>layo de 1963. Examinaremos brevemente tres
de ellos y dejaremos sin tocar el de Buacrachuco, del cual se sabe
bien p0C0 1 }º go)O indicareDl08 que, a nues tro entender, el grupo de
aproximadftmcnte una docena de univereitarioa que realizó' la a«ión,
fue debc!ado en el curro de uoaa hÓraa y ain pérdid~ de vidaa por nin·
guno de los doa bandos. De los cuatro íue indiscutiblemente : e1 de
menor importancia y proyecciones, a h vez que también el más ele-
mental y f oquieta.
l) Jauja, Mayo de 1962. La experiencia de Jauja e& foquiamo pnro .
.
El d eaarr0l.Jo de los acontecimientos íue el eiguieote: lJ.n cuadro de
izquierda,, en eac entonces m.ilitante del POR, una de laa fracciones
trotskista' existentes en esa época, ae conectó primero a nivel amical
y luego a niv~l conspirativo con un oficial, coo grado de subteniente,
de la Guar<lia Republicana, que ltacia servicio en la cárcel de Jauja.•
El oficial, que tenía a su cargo Ja . cárcel y un dt'Btacamento de unos
quince hombree, fue quien propuso el leva.atamiento, y para ello queria
contar con el reapaldo de una organización política. El dirigente aindi·
cal efectuó dos o tres intentos de conseguir el compromiso de au orga·
nización, pero . ésta se resistió manteniendo &eriae reservas aobre todo
el proyecto. Aniboa tenían grao coraje y voluntad revolucionaria, muy
ei;casa formación teórica y nula capacitación guerrillera. En el cuno
de unos sei& meses, entr~ Jauja, rcaidencia del oficial revolucionario
y Litna, reaidencia del dirigente sindical, te realizaron tres o cuatro
78
viajes, en ~da uno de los cualea converaaron 111gunll$ horas sobre
•todo•, animándoJ1e y conjar4ndose uno al otro. El plan era por lo
dmnáa elemento] y simple; coneietía en compron1ete.r el respaldo de
determinados dirigentes c11mpesinoa de la ~na, alzarse en Jauja y cons-
tituirse como foco gqerrillero en las inmediaciones de la Selva Alta.
El oficial J1abía tomado contacto con dos dirigC'Dtea campesinos y
había eun1plido con el mínimo de convereacionee. Todos asentíant todos
•
estaban de acuerdo en Ja necesidad de producir accione$ iusurreceioua-
Jee y constituir focos guerrilleros. Surgió entonces con10 muy decidido
un dirigente comunalª con cierta trayectoria de lucba, aunque igual-
mente de nula capacitación guerrillera y de aún más escar.a formación
teórica. Cumplidos t-atos compromisos se extendió )a participación ia
un grupo de estudiante. de secundal'ia de la ciudad d& Jauja que, aun·
que no se tenía intención de que participaran armados. SCI'\•irían de
aoompañanÍiento agitotivo en Ja prin1era f~e de J~ acciones. Este grupo
lo contituían unos doce muchachos llenos de coraje.
Un día antes de la fecha fijada p1tr3 comenzar )as acciones el dirigente
sindical ~·iajó de Lio1a a Jauja y esa nocl\e se reunió con el oficial
revolucionario y con el más combativo de .los dirigentes campesinos.
Se hizo conocer que dos n1ae1tro&, que dul'ante un tiempo habían vaci-
lado reepecto de participar o no, finalmente habían <tecidido echane
atrás aludiendo un.a serie de razon~s personalea. Se aregurú, sin embar-
go, la porticipación de otros dil'igentes campesinos y !C' acordó que todos
loa insurrectos se reunirían a las 5 a.m., en el ponto prefijado, para
comcnz3r las accione.a.
Las acciones planteadas eran elementalee: el oficial ton1aba la cárcel
y con ayada de loa conjurados deearmabii y encarcelaba a los soldados
y con eetas armas ee dotaba a loa combatientes revolucionarios. Se ton1a·
ban luego las otras dos conüaaríaa de policía, se expropiaban los dos
bancos y con arma& y din.ero se partía en retirada hacia las quebralltts
de las lnderas orientales de Joa Ande.a a instalar el foco . ·
El de-aenlace fue también elemental: a la mañana siguiente no se presen ·
taron sino dos de los dirigente.a caxnpe.inos, cuando, a través de éstos,
aproximadamente unos diez habían asegurado hasta el día anterior eu
63
en el cal5o Je J auj a, u n aiío antes, puc<.lcn ser re petido~ par11 este
segun1lo p ro rc,;o cx;1111inado, p a rece i 11t c1·c~ante ~eiíaln r nlg1111u11 J ife.
re ncia::i c1t1c ~crían (') fruto ,Je u11 11 cierta 111a c1ul':.cióu p o r \' Ía d e l as
a p1·oxi1n acion cl'. Así por cj c1n plo, e l grup o de l'ucl'to i\laldonado con·
cchía ~u desarro llo a; ini ilado (o n1ás hi<.,1 poc11·ia dccir:\lc inctu:;t:tdOJ,
d entr o tic u n n1ovin1icu to de 111 :t i'a~ que el l o~ con:>:dcr alian c:11 con<li-
ciones de ~er suple111enta<lo por :1ceion c~ d e tipo 111ili1ar re\'oluciouario.
}>ero, c il'rt:i111cn te no ~e
ha h í:an d1' tc11i<lo a cx:u ninar la rclneióu entre
la situación y• c i l'cun~ tan cia~ (le In zona C:ouvcnció11-Larc;. "• e l rc::.to
d el pn í~, n i t;u11 pol'-O la,. contlieio1H'.:\ ¡i ar ti r11la1·e~ y lle d í'tnllo t¡uc s<.'
duha11 en la propia zona. J•:I ~rup o h ah ía incorporadl"I :1 Slt l.,a~ajc
re,·olucionario in1 port a11tcs conoci1u ic11tos en el aspecto tic la t:ícric.a
guel'rillcr;e. pl'ro (·ier tiln1rnlc 110 h:1J, í;i t!:111:11lo en ¡H·ri: p <"<: li v a i 1•n co 11·
c('p ción 1111cio11:tl, <.' n atu p !itud 1lc 1n ir:is y en la in r orpo r:\civ11 <le: una
p roh lc1nát ic:i que e:< propia y oh l i ~;1t ori a a todo grupo r1r~·uh1c: io11a
r io. Gn procc~o rt'\·uluciouario 11uc ~e fru ~t ra porque a lguien olvi1.lv la
));i, ·c par:i .ih1·ir la puer ta <1ue le pcr111it ir;i a la r cvo!ución pa:tar n !lt1
e ta pa ~ i¡;u icnte, e:>. rier t;uucnte un p rocc::<o que se t.-ncucntrn e nc:tt•~nrlo
1n u y J cjo~ to (la\'Ía <le la con cepción 111a 1·xi~ 1 a y J e ) desarrollo J e Ja3 rcyo-
luciones soc ia l i st a ~. 'l'o tlo p1·of-C u tlehc 1cnc1· u n 1n íni1110 (le h n pulso
vital que no ¡>u edc ser proporcionado por las accione~ táctico·111i lit ar es
(gi1erriller a:: o no), y q ue clc\·icn o <le las conJicion cs obj et iva~ y i1u1Jj ~ ·
ti\'as <lel paí11.
:'\o :>.<: t ie11c co11oci111ir11to ele n Í11lttÍn \lecu1ncto rrítico protluc:id o por
e l gru po de Puerto :.\la hlo11ado u i p or s u herede ro politioo, el ~ [ov i
ln iento }5 de: .\layo )" e l F.J.:\, )" ~(; \'c r;Í tn:Ís ;u)clantc có1110 e te h echo
cicr t:intcntc Jchc J e haber contr ihuido ;1 l a reproJucción <lr J etc1·n1i ·
ua dos n:'p Cctos tic una línea t:\ cticn e quÍYoca .
" Lo~ \":l ile~ de la Cu1h·.:11ciú11 y l .:ir·~~ t¡u cd~ 11 cf\ la 11ro\'inl'ia d.: !;, C<111\·1·nción.
del U.:11:1rlr11nc-nto de Cu ~ro. La p ru \ ind a clP. l:i <.:on\•cu dún. C'll)"a l'J VÍla l \.",
Q11illah;11uha. ~e: cxli.:ndc o ¡i;.o r lir 11« I" S.:h·:a .-\ h;: (t lli: >e p rc.c111:1 1lc la .-iu 1la d
clc l Cui:1·0. lta<'i:l el n orh· l :'1!:1r.-ltu l ' i ct'lt u ¡ e• 11 n i1 :r.un :i :igr.:.ic. 111).." 11<>hla da.
11 c)(l'C'll l'ÍÚn de Jo5 \'allcs 111io1110•.
84
de 1962, fecha ea que ee comienzan a detarroÜar deterwinadaa accionea
conexas en Lin1a, a abril-mayo de 1963, fecha en que •on apresados
109 dirigentes cawpetinos má• importaates iacluyendo el Jider indis-
cutible: Hu;;o Blaoeo.
Para entender bien el proceso es necesario tener presento diferentes
eJe1ncntos. Por un lado, el 11parato político del FIR que funcionaba
en Lima y que, como hemos dicho, tenía ramificaciones internaciopa-
les de importanci3. Por otro lado, }as condicions especiales que ae
p~scntaban eu IGS relaciones entre clases en Ja zon3 de Convención
y por últiruo la ligazóa que se p r~entaba entre las masas campe!inas
de Ja zona y el apar ato político, a tra..,·és de la persona de Hu¡¡o Dlanco,
cuadro revolucionario firista.
En Lima, el FIR había juntado un equipo teórico de regular calidad
y había montado una organitac:ión miUtar, aún de carácter solamente
urbano, que llegaba, aproximadamente a unos fesento cuadroe. Con
una concepción internacionalieta, un tanto exageradamente ortodoxa,
la organización internacional trotskista había desplazado -por acuer-
do- su s mejores cuadros al Perú. Se habían hecho presentea en Lin1a
y niiJitaban acti vamente cuadros trot11úetas de origen foráneo que
cumplían celosamente los consignas de au organización. Periódicamente
ac h acían presentes loa dirigentes máximoa del aparato internacion:i~
que normalmente tenían residencio en e} extrao.jero. Todo eato era abso·
lutamente nuevo en el p aís y estaba rebasando rápidamente lae condi-
ciones políticomente suhduarrolladaa a laa cuales se encuentran acos-
tumbradas las organizaciones peruanas de izquierda. Todo el aparato
político se encontraba extraña y equívocamente iutermezclado con el
com11ar11tivamente poderoso aparato militar y el conjunto tuuy débil·
me~te conectado oon el otro extremo de eete eje revolucionario, el extre·
mo campesino: los dirigente. cuzqueños y las tnasas de la provincia de.
l:a Convención.
En los valles de la Convención y Larea la cetructura agraria determi-
naba una suerte J e relación de producx:i6u suniomcnte interesante. Por
un lado, los hacendados propietarios de extensos latifundios, mayor·
mente incultivados (un total de 136 propiedades Jatif11odiarias cuya
extcu~ión varia entre las 2,000 ho. y laa 152,000 ha. y en )aa cuale.. sólo
85
un 8 a 10% de ·l a exteJ1sión se encuentra cultivada), y p or el otro lado
los •a.rrendires, los allega<los y los habilitados•,' el r.ampetinado pobre
de la 7.ona que sufre increíbles condiciones de expl.otación cconó111Íc¡1,
de injuria, ~1netimiento y miseria. Allí se- pregcnto muy hicn a~i1ni·
lado y encubierto el aparato re\·olucionario del Fllt y co1nicnza el
trabajo de organización sindical. En 1962, en inornc ntos en que en
Lima el aparato militar y político 11e encontraba e n condicione!. de
p asar a l a acción co l os \'alles de 111 Convención y La1·c$., ca~i todas
las haciendas contabaD con una organitación campesina en estado de
ebullición. Los dirigent ea d el FIR en e l campo, iniciaron la agitación
por mejore.e condiciones, difundieron la consigna •Ticrrn o !\fuerte•,
decretaron las huelgas, conm~viCl'Qn toda In región y condujeron el
¡¡roceso h11st n e l borde. n1isnlo de la insurrección can1pc~ina. LA3 masas
descontentas de orrendires, allegados y habilitados, 10:1 11ignieron, re!I·
paldándolos absolutan1cntc, y por la naturaleza de las condiciones y
de la lucha obtuvieron una })rimcra serie de resonado!' éxitos. Es fácil
explicarse qué· es lo que ocurre cuando m111iv111ne11te ea111pe8inos, au_je·
tos a una estructura como la dc&erita, entran en •huclg110. Esto sigoific11
no dar más trabajo gratuito al propietai:io, pero ocuparse en sus propias
p aicelas y para eu propio beneficio, signifi<'a no pagar nuis a rriendo,
no entregar >nás producto& al dueño. pero utilizar ese dinero para
,·ivir n1ejor y esos productos para incrementar sus ingresos. No era lo
n1ismo para loa habilitados, 11cro éstos se J>liegan sobre todo en 111
e!>peranz• de qne el proceso terminaría por dotarlos d e t ierra a e:los
tamb!én. Los hacendados huyen y a las fuer.ta~ rcpre~h· us i.e les hace
difícil controlar un movimiento de esta envergadur.A, y e n 1londe los
infractorc&de la Constitución y el orden burgués eran, en pri1ner lugar,
vi~ihlementc, Jos propios latifundistas que estaban pcrpctrilndo una
•
exp lotación 110 sftocion11da por las leyes capitalistas de la rcpúhHca.
" Ta l~~ 1:oino vitjo• tituloi c:olooialca aobze tierru act111 lmcnte en poder de
hat"lcnd:a•; o art(cuJo, coo•litucio,,.fe1 rcrc:eidoa a la propiedad, al trab1jo o al
ltatu• de Jaa comwúdadtt de indigen1s.
91
Julio de 1963, (al eubir al gobierno la alianza AP/DC. con u11a plata·
forma programática que incluía la Reforma Agraria), ya el proceao de
movilinción campe-si.o.a pasó, d e estar situado al nivel de loe diri-
gentes comunQ.lee y sus asesores legales, a ser preocupación fundamen -
tal y parte de la línea táctica de algonae organizaciones de izquierda.
E atae, ~mo el FlR en Ja provincia de la Convención y el Partido Co·
monista (antea de au división en dos organizacionea separadas), en la
zona de Ja sierra central, destinaron algunos de 8tle cuadros y de au1
act.Wistas para impulsar el movimiento campesino. Flnalmcnte, ent~
julio de 1963 y enero de 1964., se da un proceso espectacular en todo
el ámbito de la Sierra,12 que detertnina Ja ocupación •
de tierras en
íorma masiva, fenómeno que abarcó uoae 300 haciendas y al cual eetu-
vicron . ligados aproximadementc ºmedio millón de campesinóe mdíge-
n a~. El gobierno vaciló entre la$ actitudes brutalmente reprCllivas y
masscradoraa de Jos regímene.$ anteriores y eu plataforma electoral
refomlieta y de reivindicación campesina; pero la posición de loa con·
ciliadorcs no podía ser sostenida por mucho tiempo y espantados por
el t error que lee p roducían las m:i!as populares en ascenso y presiona-
dos por los grupos de poder u1tradim:clüstae, iniciaron la represi6o
1naeiva en cne1•0 Je 1964 con la m~acre de 17 campesinos en Sicua.ai,
dep:artamento del Cuzoo:13 En esta fase· de la lacha por la tierra ya
no se habían argumentado .cueation~ de orden legal y la consigna
más difundida había sido: •Tie1·ra o ?.fuerte•. Bastó ,;n embargo, que
el Estados hurgué& tomara la ofensiva y que loa deatac·amentoa poli·
cia1ea desarrollaran sue métodos represivoe para que en pocas &ema·
nas se hubiese pueato fin al flujo r evolucionario. Nnevamente en e3ta
última etapa Jos acontecimientog habían desbordado a la.s organi.zacion"
p oJiticas de i1quierda y a s113 · dirigentes más calificados. Todos elloa,
9S
.
atención al proceso desde- su inicio; h) Lae organir.aciones de izquier-
da, en general dieron el asunto como por no ocurrido. Cerraron loa
ojos a la insurrección que tocaba 11 sus puertas y, con las excepciones
que mencionaremos a continuación, en esto e tapa no cnlitieron pronun·
ciamiento algUDo. El FlR, la or;;anizaciún de l a cual hcn1os hablado
auteriormeote y que quedara hecha ¡,edazoi; Jes¡>ués de Ja represión
que se de!!ató contra ella, pudo producir un míniino de re11grupan1iento
para emitir una opiniún sobre las inteucioues ineurreccioi1ale$ del lflR:
e1 planteamiento <tue difundió íue '1ue se trataha de • Ull aventureriemo
irretpoN ablc.o y que ellos lo denuuciahan. El PROC, 1 ~ <l<'batia con
vehemencia si pronunciarse en pro o en contra, fi11al111c11te se hicieron
públicos ambo$ tempera1nentos y alrededor de é~te y ·otros puntos en
diacrepancia, se dividió en dos fraccione&. ~lás adelante., an1bas termi·
nar-on por disolverse, pero en se.n tido in verso: la fracción que en
Ja prixnera etapa eo&tenia la posición uui& izquic1·dizaute u poco devino
terrorista y quedó disuelta por lo$ esh·ago& de Ja rcpre~ión, inicntrae
que- la Iracciól\ que aparecía con10 menos izquierdista, ~e disolvió por
propia voluntad, solicitando su incorporación indi\'idual al ~tlR, c11
momentos en que la represión se desarrollaba salvajemente- contra tste.
El único pronunciamiento que ge produjo en esta etapa, ex:1111iuan<lo en
exten.sión y en profundidad a la 01·ganizacióu insur1-ecta y las condicio·
o.ce en wedio de las cualC$ se había de desci1,•olve1·, fue emitido por
Van&U<1rdi4 Revoilucionaria,'Gen su publicación \ 1 R No. 4. LA izquierda
C$taba pecando 1nortalo1ente de oportunismo, todos los sectore$ anon11·
dados esperaban que de alguna 111anera (ueaen ilu1uinado~ para saber
a qué aten~ y mientras tanto ae escol\dÍtu\ a la espera de futuros
acoutecin1icntos que les permitiese ooportunau1entco acoplar~e al carro
" Frote Jieeha po¡inl<lr por Bclaunde y 6u sobicmo a traves del Program:i E&ui·
to) de Cooperación l'opal:ir, consisu!ntc co dar ayuda técnica • lus ~Oru\lnid•dt•
<.-.mpc~in11• para 111 obru de infrae$1rn<tura que ejecutan colectivamcnlc.
t 10
L11 Federación de Estudiantc9 del Pe-rú, que agrupa aproximadamente
11 60,000 catudionte$ de unas 30 universidtldes y eecuelaa eupuiorea distri-
buidas por todo e) país, había convocado 11 un Congreso Nacional que
se celebro en Lin111 con una asistencia ampliamente mayoritaria de
delegados estudiantiles de izquierda. El Congreso tenía Ja responsahi·
lid:id de examinar ponencias que abarc3btln desde el campo estricta·
mente c,,tudiantil hasta cu~tiones de interés e importancia nacional
e internacional. El Congreso nor:ubrci, en ~u primera sesión plenaria y
por efecto de la apli$taute mayoría de izquierda, a Luis de la Puente,
máximo dirigente miriatll muerto en con1bote en su zona guerrillera sur,
preaidentc de honor. Así, en nombre de decenas de miles de estudiantes
univer:1i111rioe, se le rendía homenaje al fallecido jefe de las fuerza$
insurreccionales. Se trataba de un aeto simbólico de proyecciones inte-
re1antc1, cuya noticia produjo un impacto real y concreto en el país.
M:ía odelante, sin embargo, al tratarse del onáliaia de las ponencias en
aí, se observó <Fle Ja maduret de las masas eatudiautiles era sólo a1la·
rente y que el nivel de su comprensión no les permitía aún centrarse
corrcct3mcntc sobre loa problemaa eseneialca de la hora revolucionaria.
No aparecían los trabajos de análisis y critica ni 11111 líneas que ae
proyectasen sobre el desarro1Jo futuro de Ju tareas a éste u otro nivel
De esta manera, f inalmente, al llegar al punto crucial del certamen
y tratarse de Ja e lección del nuevo pretidento y la directiva de Ja FBP,
la aplaetoote niayoría izquierdist11 expresó una vez más, la naturaleta
viva de uno de los aspectos {undamcntales a resolver dentro de la
problemótic:i de la lucha revolucionaria peruana: la cuestión de la
unidad. Los delegados de izquierda se dividieron en las siguientes frac·
ciones e.n orden de importancia mayoritaria: Partido Comunista pro·
chino que publica el periódico Bandera R oja, Partido Comunista pro·
soviético que publico el periódico Unidad, Vangua rdia Revolucionaria,
l\fIR y F ALN ; y en dos bloques, uno intcgT11do por sólo la fracción
com:indadn por e) Partido Cou\unista prochino, el otro por todas lae
demás organizaciones. El scguudo bloque era ompliame.n te mayoritario
sobre el prin\ero y los do1 en conjunto mayorit:irioa en el Congrego
pero, ap3reotemcntc, ni uno ni otro podían, ~eparadamente, imponer
au demión. El plante3miento del bloque unitario era. otorgar la pre.si·
dencia al representante del ~IIR y <:onforn\ar la directiva proporcio·
111
.
nalmente al número de delegados de cada una de las fracciones, dejan-
do un número pequeño a r epartirse entre las fracciones burguesas que
también participaban en el Congreso. El planteam.ic.n to del grupo del
Partido Comunista· prochino, exigía una mayoría absoluta prochina
en la conformación de la nueva directiva. Frente al impuse, la izquierda
concurrió dividida a la sesión electoral y . en circunstancias en que Jos
d irigentes estudia~tiles del Partido Comunista p rochino descubrían que
.la votación habría de resultarles adversa, se retiraron de la sesión
dejándola sin quorum. El desenlace fue simple: la FEP quedó sin
dirección, el Congreso se disolvió y el panorama estudiantil se proyectó
sombrío sobre las próximas jornadas de lucha y responsabilidad revolu·
cionarias. E ste acto de masas, aparte del hecho simbólico de reconocerle
a Luis de la Puente el mérito de su heroísmo y su martirio, no había
hecho sino reflejar la n aturaleza .de los problemas a resolver dentro
de la misma izquierd a e.n el curso de la lucha insurrecciona} si se busca
proyectar ésta resueltamente sobre el futuro.
22
lltovim ir.nlo de lz r111 i1!rd~ Rcvolu ci on3ria. Rases J) ortrin ar iss y Pro1tri1111 j1icas;
Edicioned Vo~ ltcLclde, l.ima·Pcrú, Febrero de 1963. Lo 9 $ULrny;1 J o1 ~011 t otl O!
nuestros.
114
J. ltc~ pcc:o d e h1 car:tct cr ización de l:i sociedacl p<'rua11n.
Zl Oltr3 t i • ~ cl3. •
f>'t ¡r• -••
:e e ir:uJ:i , p:;¡t. 8.
t~
º'""
Ohrn til:id:a,
.
llª~ · JO.
•
Zf. Olir11 titad:>, ll~ lt. J i.
115
ampliación (sic) ,t 1 mecánica e incompleta del método ruarxista. En
p aíses como el nuestro, en su actual etapa, la burguesía industrial es
una prolongación de la oligarquía y el proceso que conduce es media·
tizado p or esta relación de p arentesco. Además, la penetración impe·
r.ialista es múltiple, ágil, diná mica.
El invcr: ionisruo extranj ero en Jos últinios años p en etra en el campo
industrial con las limitaciones que impone el interés in1p criali~to. y
gencraln1cnte em pieza por coo1prometcr a la burguesía n ativa, neulr~
lizancfu de esrc m.o<l() s11s atisbos de indepcmlencia,...2 •
S• C:lic Cuc\·ar:i: lo $""''º tic sucr1ill.11, p .ig. 11. Jnnilulv F.xc11ui.:I Z:irnor>,
Cur.ie~~ . 1960.
119
a la p ráctira o <le ott·o 1nodo no los ha autocri ticado rcempl ar.ándol oa
de$pnés de su cor resp ondiente análisis.
E n julio de 1965, i nstalado en su ozona d e seguri dad•» y en p leno auge
insu rrcccionnl, e l '11Il dio a conocer, a través de J\1oruhly Re vietv, un
do cu1nento de grao interé~. E~te ap areció firn1ad o por Lu is de Ja Puen te
y con e l tít ul o «La Rfl\·olución en P erú : concep ciones)' pcrspecti"·as• .••
Siendo un d ocu111cnto t nn rico en p la n teamie nto~, nociones y con ceptos,
se h ace difícil efectua r un anál isis resumido y enfrenta rlo con la reali-
d a d <1uc hemos d escrito. pero dada su importancia, y siendo e l últi mo
documento de este n h·el producido por e l ~1 JR y por provenir d el p ropio
jefe de l a insurrcceió!1 l e h emos d e dedicar la últilna parte d e e;te
ensayo.
El d ocumento n1 i ri~t 11
se plantea con toda cl nridad y absoluta franqueza
sobre una serie de aspectos fundanien tales. ¡ Co1110 1>uC'dc concehirse,
h abiendo si do escrito d esde un foco gu errillero, con e) arma co una
m ano y lo pluma en la otra !
RcE>pccto de la caracterización d e la sociedad, sostiene el ?lilR las mismaa
equívocas tesi& que en au primera publicacíón, ya co1ne11tada, aunque
e~la vez con 1nuch a 1nayor in te nsidad y error. I nsiste en las tesis del
feudalismo : impku1tación de éste en Perú por e fecto J e Ju conquista, au
cxi.> tcncia y 'l'igencia actual y la influcnci11 J ctern1inanle que tiene. Se
llega :i cxl remos corno el de llanu1r a Ja Sierra, de p lano, región <lcl
•Perú real, <1! l'erií f e1uü1l, P.l Perú indi.o D,•• De a qu í deduce una bur-
guc~ ia feudal <JUC se cou1ple1neota luego de la e laboración tic la noción
d e oligarq uía y el concepto de i ruperialie1no p ara estuhleccr : «El 1>od er
pol ítico ~t á en 111ao os d e }a o ligarquía-feudal-burguesa·iru p crialista•.3 '
Sin c111hargo, reconociendo que se instala e n la r<'g ión de lo sierra p :ira
lucha r por e l socia liti.n10 po r ~· i:i d e las acciones guerrilleras; proclanla
«Una rc,·olución 11acional y poi>ul11r antioligárquica y a ntin1perialh ta,
Jlan111da a estnhlcccr el ¡;obic1·no democrá tico que siente las bases p ara
3
~ Luis de la Puente, • Ln Rt\'olución en el P crli: Conrepc ionet y Pcrtperti\'QS•,
1\l onthfr Xrl'ic1r. cdi cione~ en c:16tcllono, No. 26, No\'icmhre <11' 1965, JI. J\irer..
3' Ohr3 (i13cJ:1, p.i~. 6. J::I >u hr.,)·ado c6 nueMro.
:1: Obr3 ( it~cl3, 1>:i¡¡. 22.
•
120
la i n~t auración del socinliamo en nuestra pa tria • .ll ¿ Ea decir que, r eco-
nociendo q ue lucha por e l socialismo en plena zona feudal, no lu cha
cont ra e l feu dalisn10, ' istcma <¡ue según ellos explot a y oprirne a los
con1pci-ínos ~erra 11os ? Cie rtamente 11sí e ~, no p odía ser sino aei pues
luclu1r cnntc:a el fe11<l ali$1110 en el P erú, seria algo así corno Q u ijote y los
u1 oli no~ lle viento. Coincidimos con los editores de ;lfont hly R c11il>1v
( Hul1c1·n1an y Swcczy) , cuando en el prólogo eoati<'n cn : • ... no puede
,¡ino iuducir a la con fu~ión el introducir terminos como " feud al" y
•·feuda li~1110 " ...• .'' P ero no roden1os d ejar de enírcnt ar l a ~iguiente
, cfl<'xión: ¿ Y si no .e trat ara ~ólo de •té rn1inO$º sino de •conceptos•, y
s i alrededor de estos concc1>101 ~e h a fo rmulado unn estra tegia y una
tñctico? ¿Y ~ ¡ r cal n1cotc e l )llR h ub iese pensado que, sólo cu e$t a
e tap o intcrn1cdia, 1ult11raln1cnte, se enco ntrab a co111hat iendo por <:I capi ·
tnl i ~n10 ~· contra e l fC'\11lalis1no 'JUe men ciona y <¡no le sirve d e hase
fun<l an:cnta) p ar a ~u un:ilisi$?•0 ¿Y si, p or tanto, d edu jo que no deb ía
e11p crt1 r u111t rcprc~ ióo tan trc1nenda o quizás sí, h :ieta l a • hurgucsia
ll:lCional pro~ci! Í• t an o a lgun o$ sectores ntcd io& de ésta inte rvcn<lrí:in
p a ra frcn:ir l:i acción rcp rc.ivn y q ue todo ello p ermit ir ía un a eonsoli·
J ac·ión y de11a r rollo cÍC<'t ivo de la l uch a insurrecciona!? N uestra opinión
c:c1 qu(·, ~i Lien ffio no fue u ~i, n o poco daiio h a h ech o u una con1prensión
cah nl d e l:i ~ociecJ nd p eru an a por el l\'I IR (y de nllí las tcsi:s política9,
In e; trntcgia y la tácti ca) , el te11er conceptos t an e rrados soLre la
rculid ud C$lntctu1·11l del pu i~. L o qu e el l\.llR n o h:ihía llegado u
cvrnp r cndcr l1ien , la burguc~ín p eru ana (si n entend erlo mayor nt<'n te ) ,
si h aliía as:ntilad o; f.sta p or tanto r eaccionaba e1i defensa de sus intP.rc.
~<'.r n b j i:tÍIJOS. A;i deino~trnha, cu la práctica, cón10 es que en r ealidad
lt 4)" uu n i ntc~ración e >lr uctu ral, de n a turaleta r e:il y fund amental. que
los 1:e,·a a defender el orden capi talista y burguée, a llí clonde el ) 1IR
no ve sino un P erú feudal y co ndiciones feuda les d e producc ión y
exigtc ncia.
H Ci J>é ClOde )a cat'QCterizaCÍÓD del proCCf:O revoluciona rio, sobre t odo
C'll cuant o a Ja c3trat cgia y táctica ínsurreccional, el i\IIR rechaza la
o El 1ubrayado es nueatro.
•S Obra ci1ad11, pág. 33.
123
E l MIR trabajó sus análisis teóricos completamente aislado y al 1nargen
de la confrontación con los demás grupos políticos de la izqnierda
peruana (a todos ellos h abía estigmatizado) . Esto fue en parte comp en-
sado por la elaboración qu e se b acía en relación con las concepciones
de diferentes experiencias extranj eras.
E l ~!IR se lanzó a la lucha mostrando uu inoorrccto descuido por las
inasas obreras y estudiantiles de las ciudades en r az·ó n de que el esquema
estratégico conside1·aba sólo la necesidad de prestarles atención en una
etap a muy posterior, y dejaba entrever que se esperaba muclio de la
esp ontaneidad de éstas para su1na1·sc a la lucha, ]J11scando su propia
ubicación.
El planteamiento enunciado en el p árrafo anterior debe ser confrontado
con Ja hipótesis de que el MIR en realidad no haya hecho sino formular
un csqu.cn1a esti-atégico-táctico expre~anclo, no las necesidades reales de
la lucha, sin o su s propias limitaciones. E sto querría decii: que, tal vez
fundamentalmente en razón de no contar con un ap arato nacional d e
fuerte arraigo y ligazón con la clase obrera y el estudiantado, se
dejaba de lado a éstos h asta una etap a posterior. Un proceso de toma
ele decisiones de este tjpo no se da jan1ás químicamente puro, ni se
presenta en blanco y negro: si b ien creemos que elementos como los
enunciados h an ju gado su p apel, ciertamente, se ban presentado dentro
de uu conjunto estructttral que es el que, finalmente, ha determinado
el sentido de las decisiones.
0
t2e
Contra la tendencia
conservadora en el Partido
JULIO DEL VALLE
' En el cditnri(ll clcl primer número del periódico <tCua:ema!:i en luchs>, titulado
c:C.I. PGºf y la.~ F.'\ R>, Por Antco, el úhimo docun:cnto ~n1arxista-lcninis1n> que
~e ei:11 es 111 rcsolut'ión Je J3 Comisión Política a:npliatl:i -:.Conclusiones del ClCamcn
ce l:lS e\'.pcl'icnd3.S de lucho \'ÍQ]Cnt:I C intentos g11crriJlcros de principios de 1962.,
de n1ayo 17 de 1962. que apa.r e« con el titulo de c:Ex:unen y conclusiones de la
c<pcricn<'i3 de: !:i Guerrilla ~ de Oc:tubre> r de fe<:ha julil) de 1962. En cuanto
n la , ·ida Je Partido, cs1im11n que ~ ni:1:11u,·o c.lerllro de lns norm:ts h3s1a la
:tprvbaci,jo de la linc~ de la Guerra ltc\·olucionari:i del P11c!>lo. m:tr11) de 196.'\,
<'~ dC\:it, h:1~1., la crcadon d el Centro Provisional <i::- Ol rC(~·itin Rc'.'oludonaria de
la~ F1.1cr1:1~ A11:-:1,!as Rebeldes (FAR), (Doc. l.'i\. P~r.. ) I, pá rrafo 4).
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como una maniobra táctica: pasar del empleo de una lucha pacifica a seca~
al de una lucha pacifica con n1anlfcs1aciones de violencia. Y a la inversa:
pasar de una lucha pacifica con manifcsiaciones de violencia a una lucha
pacifica a secas. La maniobra consisle en saber cuándo emplear y cuándo
dejar de emplear las formas violenlas de lucha deniro de un ca1nino ancho
y fundamental: la via pacifica.
Para nosotros significa, en su esencia, el paso de las forn1as pacifk-as de
principales a secundarias, en un proceso en que apa recen las forn1as \•iolcn.
las, se desarrollan y se convierten en principales. E.s, por así decirlo, un
cambio de estrategia. Y dentro de esta nueva estrategia, en que lo básico
es el impulso constante a la lucha armada, pasar de unas formas de lucha
a otras significa determi nar en cada caso concreto, según las circunstan·
cias que viva cada sector de la masa, si es correcto penetrar por medio
del trabajo politico o si sólo el trabajo armado puede darle paso allí. Dt:ter·
minar las ocasiones en que deben desenvolverse simultáneamente. Apro·
veehar en los ~mbi tos nacional y local los éxitos de la lucha armada para
impulsar la organización y movilización de las masas y aprovechar lll
organización y movilización de las masas, en esos m ismos ámbitos, para
i1npulsar la l ucha armada.
Significa, primero, un cambio de estrategia el paso de la vla paclfica ante·
rior a la via armada. E.ste tránsito ha venido ocurriendo en la práctica,
desde 1962, haciéndose consciente en sucesivas resoluciones, cspccialmenll:,
en las de Marzo de 1965, del PGT y de Ja FAR. Significa, adentás, la ma-
niobra táctica: la determinación correcta del empleo de unas u otras for·
m as, o de unas y otras y el aprovechamiento del impulso que la prác tica
de unas da a las otros.
Cuando nos hablan de volver a Jos principios marxista-lcninistas en mate·
ria -de vía de desarrollo revolucionario, quieren decir: restablecer en todA
su vigencia los planteamientos de via pacífica anteriores a 1962, cuyo.-;
resabios han venido perturbando la elaboración y la práctic.a de la linc:\
de la Guerra Revolucionaria del Pueblo. Parecen considerar que ésta no
ha llegado a tener amplitud suHciente pera constituir una nueva lín.:a en
la práctica y que puede asimilárselo al empleo auxilia.r de las form as vio·
lentas en la v!a pacifica, que en s u concepto es hora ya de replegar. Y.
vicndola asi, no representa un problema insoluble, grande, ni complicado.
134
Sin embargo, el hecho mismo de portir de la afirmación de que solo l&
via paciiica está encuadrada dentro del marxismo-leninismo y que la otra,
la no pncifica, la del proceso insurre<:cional, la de la lucha armada, no es
más que una desviación, es partir de una base h!lrto discutible, que la
experiencia histórica pone en ridlculo todos los dlas. Será cientlfica, mar-
xista lcninist11, nuestra afirmación acerca de cuál vla de desarrollo es la
apropiada para In revolución en nuestro pals, si esa aJirmación se corres-
ponde con la realidad, si se corresponde con la forma y grado de dcsen·
volvimiento de la contradicción de clases que se da en él. De otra manero
no es más que una afirmación subjetiva, incorrecta, anticientlfica.
Los compañeros, sin embargo, no llegaron en su análisis h astn aq uí.
La realidad nacional quedó al margen de sus apreciaciones. Dogmática-
mente nos presentan la vla pacifica como la única marxista-leninista. Y
asl, los conclusiones que se desprenden de ella son también dogmáticas: la
desviación de derecha, constituida por la negación absoluta de la necesidad
del empleo de la violencia. Y la de izquierda, la más seria, que lo exogert\
al cconfundir la táctica con la estrategia>• - reducen la lucha armada
a una táctica de apoyo a la lucha de masas- y al cunir desde ya la form a
armada de lucha a la consecusión del fin cstrat~ico>.'
1 Doc. cit. Pág. 21, Proposiciones 2o. En las conclusiones del ID Congreso se incluye
a la burguesía nacional como fuerza 1no1riz de la rcvolud6n y se habla i!el go-
bierno de las cua1ro clases.
141
tradiceiones que tiene la burguesla nacional>,' y cree que la revolución
cllO puede hacerse ignorando la fuerza polltica que tiene Ja burguesla y
lns distintas capas y masas que la siguen.,.•
Tres puntos a discutir hay en estos planteamientos. Uno, si la burguesía
nacional puede sei: considerada como fuen:a motriz. Otro, si dejando de
serlo se le ignora por completo, se olvidan las contradicciones que tiene
con el enemigo y se dejan de aprovechar en el esfuerzo revolucionario. Y
el tcn:ero, las repercusiones que sobre el carácter de la revolución tiene la
omlsión de la burguesla como (ueru impulsora. En los tres puntos la
posición conservadora es subjetiva en sus apreciaciones y revela, aqul
tambi~n. sobre todo en el segundo, un mecanicismo similar al que empleA
nl tratar la vta de desarrollo de la revolución. Entjende en un sentide
absoluto, o tergiversa deliberadamente, la exclusión de la burgucsla como
Juerza motri%. Un breve análisis es, pu~. necesario.
J) No existe en el documento ningún análisis que fundamente su criterio
de q1:1e la burguesla nacional es una fuerza motriz. Simplemente se apega
al contenido de las viejas resoluciones. Y este solo hecho es suficiente para
considerar que su posición no es el resultado de un estudio de la realidad
concreta, sino de una necesidad polltica. Ha hecho un dogma de la vfa
pacifica y no se puede pensar en ella sin que la burgucsla nacional juegue
el papel más importante en la primera etapa de la revolución.
Si su esquema ve el inicio del proceso revolucionario en el apoyQ a una
personalidad burguesa, a un sector de la burguesía, contribuyendo a que
se le abra la posibilidad de pa.rticipar en un evento electoral, a que le
entzeguen el poder y a mantenerse en él, necesita ver en la burguesla na-
cional a una clase poderosa, capaz de enfrentarse al enemigo y sin temores
a las clases revolucionarias,. aunque la realidad de la vida diga otea C06a.
En vez de evaluar la situación de las clases oprimidas y calcular sus po-
sibilidades politices, para encontrar el camino de la revolución en nuestro
país, procedió a la inversa. Aceptó ciegamente la vla pacllica y se b~
el eslabón necesario para ponerla en práctica. Se pintó asl un panorama
rosa, en que la revolución atravesarla tres etapas, una, bajo la hegemonta
156
Los
Autores
En el pr6xlmo número
- ~ral
•
Fundamentos· y objetivos de
•
la liberación. nocional en re-
lación con la :estructura social.
ilc 1 rcJI,
Breve análisis de la estructura
social de la Guinea "Portu.
guesa".
- •
Independencia nacional y Re-
volución. ,
•
•
•