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El amparo directo adhesivo en la reforma

constitucional en materia de amparo*

Juan José Rosales Sánchez**

Sumario: Introducción. I. Precisión del conjunto normativo objeto de


examen. II. Determinación de los fines y valores que consagra el amparo
directo adhesivo. III. Identificación, descomposición, descripción y
jerarquización de los elementos que componen ese conjunto normativo.
IV. Descripción de las relaciones entre esos componentes. V. Semejanzas
y contrastes con otros conjuntos normativos relevantes. Conclusiones.
Referencias.

Introducción

Lo que me propongo en esta exposición es examinar, desde un punto de vista dog-


mático, la reforma constitucional en materia de amparo concretada en el decreto en
que se reformaron, adicionaron y derogaron diversas disposiciones constitucionales,
publicado en el Diario Oficial de la Federación el 6 de junio de 2011, específicamente
la parte en que se estableció el amparo adhesivo.
Califico como dogmático este trabajo porque mi pretensión es dar algunas orien-
taciones prácticas en relación con el amparo adhesivo que permitan conocerlo, trans-
mitir ese conocimiento, operarlo, optimizarlo y mejorarlo.

*
Trabajo elaborado en la Materia Improcedencia y Sobreseimiento que forma parte de la Especialidad de Derecho
Constitucional y de Amparo, de la Universidad Panamericana, Campus Guadalajara.
**
Magistrado adscrito al Tercer Tribunal Colegiado de Circuito del Centro Auxiliar de la Tercera Región, con resi-
dencia en Guadalajara, Jalisco.

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200 REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL

Para ese fin me propongo cumplir con una tarea expositiva, ordenadora y siste-
matizadora dirigida a describir el amparo directo adhesivo introducido en la reforma
constitucional en materia de amparo, para dar cuenta de su contenido y sentido,
proporcionar un marco interpretativo a partir del cual derivar soluciones para casos de
indeterminación, además de un esquema documental que permita el conocimiento
de las normas en cuestión.
La utilidad que advierto consiste en hacer comprensible ese aspecto de la reforma
constitucional, a partir de una labor, primero de descomposición de sus elementos y
características principales, de la explicación de su sentido y de los principios que la ri-
gen, y del examen de las relaciones entre sus partes y componentes, y entre el conjunto
examinado y otros conjuntos normativos.
De acuerdo con lo anterior, este trabajo se encuentra dividido en las siguientes
partes: a) precisión del conjunto normativo objeto de examen; b) determinar los fines
y valores que consagra el amparo directo adhesivo; c) identificar, descomponer, des-
cribir y jerarquizar los elementos que componen ese conjunto normativo; d) describir
las relaciones entre esos componentes; e) señalar semejanzas y contrastes con otros
conjuntos normativos relevantes; y conclusiones.

I. Precisión del conjunto normativo objeto de examen

Mediante decreto publicado el 6 de junio de 2011 en el Diario Oficial de la Federación


fueron reformadas, adicionadas y derogadas diversas disposiciones de los artículos 94,
103, 104 y 107 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Ese decreto representa la culminación de un proceso legislativo originado con
la iniciativa que tenía como objetivos, de acuerdo con lo que se afirma en la expo-
sición de motivos, llevar a cabo una reforma integral del juicio de amparo a fin de
fortalecerlo a partir de la eliminación de tecnicismos y formulismos extremos que
han debilitado su accesibilidad, y fortalecer y perfeccionar la estructura del Poder
Judicial de la Federación y consolidar su órgano superior, la Suprema Corte de Jus-
ticia de la Nación, como un tribunal garante de nuestra Constitución, y permitirle
que pueda concentrarse en la resolución de aquellos asuntos que revistan la mayor
importancia y trascendencia para la totalidad del ordenamiento jurídico nacional y
del Estado Mexicano en su conjunto.
Uno de los instrumentos concebidos para lograr el primero de esos objetivos fue
la inclusión del amparo directo adhesivo, en el artículo 107, fracción III, inciso a),
que establece lo siguiente:
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Art. 107. Las controversias de que habla el artículo 103 de esta Constitución,
con excepción de aquellas en materia electoral, se sujetarán a los procedimientos
que determine la ley reglamentaria, de acuerdo con las bases siguientes:
(…)
III. Cuando se reclamen actos de tribunales judiciales, administrativos o del tra-
bajo, el amparo sólo procederá en los casos siguientes:
a) Contra sentencias definitivas, laudos y resoluciones que pongan fin al juicio,
ya sea que la violación se cometa en ellos o que, cometida durante el procedi-
miento, afecte las defensas del quejoso trascendiendo al resultado del fallo. En
relación con el amparo al que se refiere este inciso y la fracción V de este artículo,
el Tribunal Colegiado de Circuito deberá decidir respecto de todas las violacio-
nes procesales que se hicieron valer y aquéllas que, cuando proceda, advierta en
suplencia de la queja, y fijará los términos precisos en que deberá pronunciarse
la nueva resolución. Si las violaciones procesales no se invocaron en un primer
amparo, ni el Tribunal Colegiado correspondiente las hizo valer de oficio en los
casos en que proceda la suplencia de la queja, no podrán ser materia de concepto
de violación, ni de estudio oficioso en juicio de amparo posterior.
La parte que haya obtenido sentencia favorable y la que tenga interés jurídico
en que subsista el acto reclamado, podrá presentar amparo en forma adhesiva
al que promueva cualquiera de las partes que intervinieron en el juicio del que
emana el acto reclamado. La ley determinará la forma y términos en que deberá
promoverse.
Para la procedencia del juicio deberán agotarse previamente los recursos ordina-
rios que se establezcan en la ley de la materia, por virtud de los cuales aquellas
sentencias definitivas, laudos y resoluciones puedan ser modificados o revocados,
salvo el caso en que la ley permita la renuncia de los recursos.
Al reclamarse la sentencia definitiva, laudo o resolución que ponga fin al juicio,
deberán hacerse valer las violaciones a las leyes del procedimiento, siempre y
cuando el quejoso las haya impugnado durante la tramitación del juicio median-
te el recurso o medio de defensa que, en su caso, señale la ley ordinaria respectiva.
Este requisito no será exigible en amparos contra actos que afecten derechos de
menores o incapaces, al estado civil, o al orden o estabilidad de la familia, ni en
los de naturaleza penal promovidos por el sentenciado;

Como esa fracción se relaciona con la fracción V, conviene tener en cuenta que
el texto de ésta es el siguiente:
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V. El amparo contra sentencias definitivas, laudos o resoluciones que pongan


fin al juicio se promoverá ante el Tribunal Colegiado de Circuito competente de
conformidad con la ley, en los casos siguientes:

a) En materia penal, contra resoluciones definitivas dictadas por tribunales ju-


diciales, sean éstos federales, del orden común o militares.
b) En materia administrativa, cuando se reclamen por particulares sentencias
definitivas y resoluciones que ponen fin al juicio dictadas por tribunales ad-
ministrativos o judiciales, no reparables por algún recurso, juicio o medio
ordinario de defensa legal.
c) En materia civil, cuando se reclamen sentencias definitivas dictadas en juicios
del orden federal o en juicios mercantiles, sea federal o local la autoridad que
dicte el fallo, o en juicios del orden común.
En los juicios civiles del orden federal las sentencias podrán ser reclamadas en
amparo por cualquiera de las partes, incluso por la Federación, en defensa de
sus intereses patrimoniales, y
d) En materia laboral, cuando se reclamen laudos dictados por las Juntas Lo-
cales o la Federal de Conciliación y Arbitraje, o por el Tribunal Federal de
Conciliación y Arbitraje de los Trabajadores al Servicio del Estado.
La Suprema Corte de Justicia, de oficio o a petición fundada del corres-
pondiente Tribunal Colegiado de Circuito, o del Procurador General de la
República, podrá conocer de los amparos directos que por su interés y tras-
cendencia así lo ameriten.

El conjunto normativo que me interesa examinar es el formado por la dispo-


sición en que se indica que la parte que haya obtenido sentencia favorable y la que
tenga interés jurídico en que subsista el acto reclamado, podrán presentar amparo en
forma adhesiva al que promueva cualquiera de las partes que intervinieron en el jui-
cio del que emana el acto reclamado, el cual se ha identificado como amparo directo
adhesivo.
Y aquella en que se puntualiza que al reclamarse la sentencia definitiva, laudo o
resolución que ponga fin al juicio, deberán hacerse valer las violaciones a las leyes del
procedimiento, siempre y cuando el quejoso las haya impugnado durante la tramita-
ción del juicio mediante el recurso o medio de defensa que, en su caso, señale la ley
ordinaria respectiva.
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II. Determinación de los fines y valores que consagra el amparo


directo adhesivo

De acuerdo con la exposición de motivos que dio lugar al conjunto normativo que
destaqué, la razón principal que originó la creación del amparo directo adhesivo fue el
exagerado crecimiento del juicio de amparo.
Las propuestas originales para enfrentar ese problema fueron la de reestructurar
el juicio de amparo directo, de manera que los tribunales colegiados de circuito solo
admitieran el amparo directo cuando a su juicio resultara importante y trascendente
conforme a los criterios establecidos en los acuerdos generales que emitiera el Pleno de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación; y la creación del amparo directo adhesivo.
La primera de las indicadas propuestas no fue aprobada, pero la segunda sí.
Aun así, resulta pertinente tener en cuenta que para demostrar el exagerado cre-
cimiento del juicio de amparo y la necesidad de encontrar una solución al respecto, en
la exposición de motivos de la iniciativa se indicó lo siguiente:

- Cuando el amparo directo nació en 1917, estaba reducido al examen de viola-


ciones constitucionales en que pudieran haber incurrido los tribunales estatales
al dictar sentencias definitivas en materias civil y penal, pero desde entonces
a esta fecha se han incrementado notablemente los juicios de amparo directo,
hasta el punto que las sentencias dictadas al respecto por los Tribunales Colegia-
dos de Circuito constituyen el más alto porcentaje de las emitidas por el Poder
Judicial de la Federación.

- El amparo directo se ha venido ampliando constantemente, lo que ha requerido


el establecimiento de un mayor número de tribunales colegiados de circuito, así
como la multiplicación de especializaciones. Ya no sólo se resuelven en dicha vía
las acciones constitucionales en contra de sentencias definitivas de los tribunales
judiciales estatales en materia civil y penal, sino también las emitidas por tribu-
nales administrativos, del trabajo, y aun militares.

- En suma, la totalidad de las sentencias definitivas y resoluciones que ponen fin


al juicio dictadas por los tribunales ordinarios de la República, sean judiciales o
administrativos, federales o locales, son susceptibles de ser examinadas a través
del amparo directo.
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- Las estadísticas de los últimos años muestran que en un gran porcentaje de las
sentencias de fondo dictadas en vía directa se niega la protección constitucional.
De hecho, la cifra de expedientes en los que se concede el amparo solicitado
es menor al 30%, cantidad ésta que, por mucho, resulta menor a la relativa al
número de asuntos en los que se negó, se declaró la incompetencia, o bien, el
sobreseimiento del juicio.

Por otra parte, para justificar específicamente la creación del amparo adhesivo en
lo particular en la iniciativa de que se trata se expuso lo siguiente:

- Por mandato del artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos


Mexicanos, toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribu-
nales que estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las
leyes, emitiendo sus resoluciones de manera pronta, completa e imparcial.

- La garantía individual de acceso a la justicia establecida en dicho precepto cons-


titucional consagra a favor de los gobernados los siguientes principios:

1. Justicia expedita, que se traduce en el imperativo de que los tribunales estén


libres de cualquier obstáculo o estorbo para impartir justicia en los plazos y tér-
minos que fijen las leyes;

2. Justicia pronta, que implica la obligación de las autoridades encargadas de


su impartición, de resolver las controversias ante ellas planteadas, dentro de los
términos y plazos que para tal efecto se establezcan en las leyes;

3. Justicia completa, consistente en que la autoridad que conoce del asunto emita
pronunciamiento respecto de todos y cada uno de los aspectos debatidos, cuyo
estudio sea necesario, y garantice al gobernado la obtención de una resolución
en la que, mediante la aplicación de la ley al caso concreto, se resuelva si le asiste
o no la razón sobre los derechos que le garanticen la tutela jurisdiccional que ha
solicitado.

4. Justicia imparcial, que significa que el juzgador emita una resolución no sólo
apegada a derecho, sino, fundamentalmente, que no dé lugar a que pueda con-
siderarse que existió favoritismo respecto de alguna de las partes o arbitrariedad
en su sentido.
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- De lo anterior, se desprende que el poder público –en cualquiera de sus mani-


festaciones: Ejecutivo, Legislativo o Judicial– debe garantizar a los gobernados–
en el ámbito de su competencia– una efectiva tutela judicial, que cumpla con los
principios a que se ha hecho alusión.

- Algunos de los temas más importantes de la actual discusión pública en materia


de impartición de justicia son los relativos a la expeditez, prontitud y completi-
tud del juicio de amparo, en específico, del amparo directo, a través del cual es
posible ejercer un control de la regularidad, tanto constitucional como primor-
dialmente legal, de la totalidad de las decisiones definitivas o que pongan fin al
juicio dictadas por los tribunales del país, sean éstos federales o locales.

- En este contexto, un tema recurrente que se ha venido debatiendo en los úl-


timos años es el relativo a la necesidad de brindar una mayor concentración al
juicio de amparo directo.

- La discusión aquí tiene que ver fundamentalmente con el hecho de que el


amparo directo en algunas ocasiones puede llegar a resultar un medio muy lento
para obtener justicia, por lo que se considera necesario adoptar medidas enca-
minadas a darle mayor celeridad, al concentrar en un mismo juicio el análisis de
todas las posibles violaciones habidas en un proceso, a fin de resolver conjunta-
mente sobre ellas y evitar dilaciones innecesarias.

- En la práctica, se dan numerosos casos en los que la parte que no obtuvo reso-
lución favorable en un procedimiento seguido en forma de juicio, promueve am-
paro directo en contra de dicho acto. Cuando se le concede la protección federal
solicitada, la autoridad responsable emite un nuevo acto en cumplimiento de la
ejecutoria de amparo, el cual puede resultar ahora desfavorable para la contrapar-
te que no estuvo en posibilidad de acudir inicialmente al juicio de garantías, por
haber obtenido sentencia favorable a sus intereses. En este supuesto, al promover
su amparo contra esa nueva determinación, la parte interesada puede combatir
las violaciones procesales que, en su opinión, se hubieren cometido en su contra
en el proceso original, en cuyo caso, de resultar fundadas dichas alegaciones,
deberá reponerse el procedimiento para que se purgue la violación, no obstante
que el tribunal colegiado de circuito haya conocido del asunto, pronunciándose
en cuanto al fondo, desde el primer amparo.
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- Para resolver esta problemática, se propone la adopción de las siguientes reformas:

Primera, establecer la figura del amparo adhesivo, esto es, dar la posibilidad a la
parte que haya obtenido sentencia favorable y a la que tenga interés en que sub-
sista el acto, para promover amparo con el objeto de mejorar las consideraciones
de la sentencia definitiva, laudo o resolución que pone fin al juicio que determi-
naron el resolutivo favorable a sus intereses.

Segunda, imponer al quejoso o a quien promueva el amparo adhesivo la carga de


invocar en el escrito inicial todas aquellas violaciones procesales que, cometidas
en el procedimiento de origen, estimen que puedan violar sus derechos. Con esta
solución se tiende a lograr que en un solo juicio queden resueltas las violaciones
procesales que puedan aducirse respecto de la totalidad de un proceso y no,
como hasta ahora, a través de diversos amparos.

De acuerdo con lo anterior, quien promueva el amparo adhesivo tendrá también


la carga de invocar todas las violaciones procesales que, cometidas en el procedimiento
de origen, puedan haber violado sus derechos. Lo anterior impondrá al tribunal cole-
giado de circuito la obligación de decidir integralmente la problemática del amparo,
inclusive las violaciones procesales que advierta en suplencia de la deficiencia de la
queja, en los supuestos previstos por el artículo 76 bis de la Ley de Amparo.
Sobre el particular, es importante destacar que se pretende, si la parte interesada
no promueve el amparo adhesivo, impedir que posteriormente acuda a un nuevo jui-
cio de garantías para alegar las violaciones cometidas en su contra, siempre que haya
estado en oportunidad de hacerlas valer en el primer amparo.

III. Identificación, descomposición, descripción y jerarquización


de los elementos que componen ese conjunto normativo

El conjunto normativo que se examina forma parte de la disposición constitucional


que prevé el juicio de amparo directo, esto es, el artículo 107, fracción III, inciso a).
Pues bien, al descomponer esa disposición se puede advertir que tiene los si-
guientes elementos:

- Cuando se reclamen actos de tribunales judiciales, administrativos o del tra-


bajo, el amparo sólo procederá en los casos siguientes:
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- Contra sentencias definitivas, laudos y resoluciones que pongan fin al juicio,


ya sea que la violación se cometa en ellos o que, cometida durante el proce-
dimiento, afecte las defensas del quejoso trascendiendo al resultado del fallo.
- El tribunal colegiado de circuito deberá decidir respecto de todas las violacio-
nes procesales que se hicieron valer y aquéllas que, cuando proceda, advierta
en suplencia de la queja, y fijará los términos precisos en que deberá pronun-
ciarse la nueva resolución.
- Si las violaciones procesales no se invocaron en un primer amparo, ni el
tribunal colegiado correspondiente las hizo valer de oficio en los casos en
que proceda la suplencia de la queja, no podrán ser materia de concepto de
violación, ni de estudio oficioso en juicio de amparo posterior.
- La parte que haya obtenido sentencia favorable y la que tenga interés jurídico
en que subsista el acto reclamado, podrá presentar amparo en forma adhesiva
al que promueva cualquiera de las partes que intervinieron en el juicio del
que emana el acto reclamado.
- La ley determinará la forma y términos en que deberá promoverse.
- Para la procedencia del juicio deberán agotarse previamente los recursos or-
dinarios que se establezcan en la ley de la materia, por virtud de los cuales
aquellas sentencias definitivas, laudos y resoluciones puedan ser modificados
o revocados, salvo el caso en que la ley permita la renuncia de los recursos.
- Al reclamarse la sentencia definitiva, laudo o resolución que ponga fin al juicio,
deberán hacerse valer las violaciones a las leyes del procedimiento, siempre y
cuando el quejoso las haya impugnado durante la tramitación del juicio me-
diante el recurso o medio de defensa que, en su caso, señale la ley ordinaria
respectiva. Este requisito no será exigible en amparos contra actos que afecten
derechos de menores o incapaces, al estado civil, o al orden o estabilidad de la
familia, ni en los de naturaleza penal promovidos por el sentenciado.

Como se puede advertir, en la fracción mencionada, relacionada con la V del


mismo artículo 107 constitucional, en la que se indican los casos en los que el am-
paro contra sentencias definitivas, laudos o resoluciones que pongan fin al juicio se
promoverá ante el tribunal colegiado de circuito competente, se estructura el juicio de
amparo directo, de acuerdo con las siguientes bases ordenadas de manera jerárquica:

• La competencia para conocer de él corresponde a los tribunales colegiados de


circuito, aunque la Suprema Corte de Justicia de la Nación podría de oficio o
a petición fundada del correspondiente tribunal colegiado, o del procurador
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general de la República, conocer de los amparos directos que por su impor-


tancia y trascendencia así lo ameriten, y por lo mismo del o los amparos
adhesivos relacionados.
• El amparo directo procede contra sentencias definitivas, laudos y resolucio-
nes que pongan fin al juicio, ya sea que la violación se cometa en ellos o que,
cometida durante el procedimiento, afecte las defensas del quejoso trascen-
diendo al resultado del fallo.
• Antes de promover el juicio de amparo directo, deberán agotarse los re-
cursos ordinarios que se establezcan en la ley de la materia, por virtud de
los cuales aquellas sentencias definitivas, laudos y resoluciones puedan ser
modificados o revocados, salvo el caso en que la ley permita la renuncia de
los recursos.
• Al reclamarse la sentencia definitiva, laudo o resolución que ponga fin al
juicio, deberán hacerse valer las violaciones a las leyes del procedimiento,
siempre y cuando el quejoso las haya impugnado durante la tramitación del
juicio mediante el recurso o medio de defensa que, en su caso, señale la ley
ordinaria respectiva.
• Este requisito no será exigible en amparos contra actos que afecten derechos
de menores o incapaces, al estado civil, o al orden o estabilidad de la familia,
ni en los de naturaleza penal promovidos por el sentenciado.
• La parte que haya obtenido sentencia favorable y la que tenga interés jurídico
en que subsista el acto reclamado, podrá presentar amparo en forma adhesiva
al que promueva cualquiera de las partes que intervinieron en el juicio del
que emana el acto reclamado.
• El tribunal colegiado de circuito deberá decidir respecto de todas las violacio-
nes procesales que se hicieron valer y aquellas que, cuando proceda, advierta
en suplencia de la queja, y fijará los términos precisos en que deberá pronun-
ciarse la nueva resolución.
• Si las violaciones procesales no se invocaron en un primer amparo, ni el
tribunal colegiado correspondiente las hizo valer de oficio en los casos en
que proceda la suplencia de la queja, no podrán ser materia de concepto de
violación, ni de estudio oficioso en juicio de amparo posterior.

IV. Descripción de las relaciones entre esos componentes

Aunque del texto constitucional se aprecia que el amparo adhesivo está previsto para
la parte que haya obtenido sentencia favorable y la que tenga interés jurídico en que
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subsista el acto reclamado, debe entenderse que igualmente procede contra laudos y
resoluciones que ponen fin al juicio.
La legitimación para promover el amparo adhesivo recae en las partes en el juicio
de que emane el acto reclamado, bien sea la contraparte del quejoso o quien tenga in-
terés en que subsista el acto reclamado. Con esto se suspende temporalmente el prin-
cipio de instancia de parte agraviada previsto en la fracción I del artículo 107 cons-
titucional. La promoción del juicio de amparo adhesivo no tiene como presupuesto
la existencia de un agravio personal y directo, sino que se permite su promoción ante la
sola posibilidad de que el amparo principal prospere, pues quienes hubieran obtenido
resolución favorable en el juicio natural, o tengan interés en que subsista, podrían
verse afectados si se concediera el amparo solicitado inicialmente.
Esto último pone en claro la naturaleza accesoria del juicio de amparo adhesivo,
pues la trascendencia de examinar las cuestiones que se planteen en él depende de
la eficacia del amparo principal. Por tal razón, la suerte procesal del amparo directo
adhesivo depende de la del juicio principal; mientras que en lo que concierne al fon-
do, regularmente la posibilidad de examinar las cuestiones planteadas en el amparo
adhesivo dependerán de que prosperen las violaciones alegadas en el principal, o de las
advertidas en suplencia de la queja.
En la iniciativa que dio lugar al amparo adhesivo se hizo énfasis en que éste es
una medida encaminada a dar mayor celeridad al juicio de amparo directo porque
procura concentrar en un mismo juicio de amparo el análisis de todas las posibles
violaciones de procedimiento a fin de resolverlas conjuntamente y evitar dilaciones
innecesarias, y que su objeto es mejorar las consideraciones de la sentencia definitiva,
laudo o resolución que ponga fin al juicio que determinaron el punto resolutivo favo-
rable a sus intereses.
Pero en dicha iniciativa no se mencionaron las violaciones cometidas en el
acto reclamado como tampoco se hizo en la norma constitucional aprobada que es
objeto de este examen.
En mi opinión, a reserva de la manera en que se desarrolle en la ley reglamenta-
ria, el amparo adhesivo no sólo procura concentrar el estudio de todas las violaciones
procesales en un solo juicio de amparo, sino también las cometidas en la sentencia,
laudo o resolución que ponga fin al juicio, puesto que la materia del juicio de amparo
comprende tanto las violaciones cometidas en el curso del procedimiento como en el
propio acto que se reclame. Por tanto, ambas violaciones deben ser reclamadas tanto
en el amparo principal como en el adhesivo a fin de evitar que se estimen consentidas
y que considerar que operó la preclusión para reclamarlas en amparos posteriores,
pues pesa sobre los tribunales colegiados de circuito la obligación de que al dictar
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sentencia se pronuncien no sólo respecto de todas las violaciones procesales alegadas


y aquellas que, cuando proceda, adviertan en suplencia de la queja, como se indica en
el texto constitucional, sino también de las violaciones cometidas en el propio acto
alegadas o que advierta oficiosamente, en los casos en que proceda la suplencia de la
queja, y así fijar los términos precisos en que deberá pronunciarse la nueva resolución.
En suma, estimo que con la reforma constitucional que examino se impone al
quejoso, y a quien promueva el amparo adhesivo, la carga de invocar todas las viola-
ciones, tanto procesales como cometidas en el acto reclamado, que estimen realizadas
en perjuicio de sus derechos, y a los tribunales colegiados de circuito decidir sobre
todas las alegadas y advertidas al suplir la queja, en los casos que proceda
Claro está que la falta de promoción del amparo adhesivo tendrá como conse-
cuencia estimar que las violaciones procesales o las cometidas en el propio acto, que se
pudieran haber cometido en perjuicio de la contraparte del quejoso o de quien tenía
interés en la subsistencia del amparo, quedaron consentidas.
Este requisito recoge los criterios de la Segunda Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, en el sentido de que son inoperantes los conceptos de violación
referidos a violaciones cometidas en un acto anterior y que no fueron impugnadas
oportunamente ni advertidas oficiosamente, en los casos en que era procedente suplir
la queja, porque debe entenderse que esas violaciones se consintieron, y por ende el
derecho a reclamarlas en amparos posteriores precluyó.1
El objeto del amparo directo adhesivo merece algunos comentarios. En la ini-
ciativa se precisa que es mejorar las consideraciones de la sentencia definitiva, laudo
o resolución que ponga fin al juicio que determinaron el resolutivo favorable a los
intereses de quien promueva el amparo directo adhesivo.
Aunque por regla general la adhesión a algún recurso o medio de defensa tiene
como objeto dar oportunidad a la parte que obtuvo resolución favorable para que
exprese argumentos para fortalecer la resolución recurrida, considero que éste no es
propiamente el objeto del amparo directo adhesivo, porque la naturaleza del juicio de
amparo directo de la que participa aquél, no es la de un recurso, sino la de un medio
de defensa extraordinario de control constitucional que se tramita como un verdadero
juicio.
Desde luego no desconozco que la forma en que se tramita el juicio de amparo
directo tiene más semejanza con la sustanciación de un recurso, y las cuestiones que
se examinan en él regularmente son de mera legalidad y se tienen en cuenta, para ese

1
Véase la tesis de jurisprudencia 2a./J. 57/2003, publicada en la página 196 del Semanario Judicial de la Federación y
su Gaceta, Novena Época, tomo XVIII, julio de 2003, y la tesis 2a./J. 135/2007, en la página del 487 del Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta, tomo XXVI, agosto de 2007.
JUAN JOSÉ ROSALES SÁNCHEZ 211

fin, los sujetos, objeto y causa del juicio ordinario correspondiente, pero esto no basta
para variar la naturaleza de juicio que tiene el amparo directo.
Por tales motivos, los tribunales colegiados de circuito no podrían sustituir a los
ordinarios para mejorar o fortalecer las consideraciones del acto reclamado, como lo
hace la autoridad competente para resolver el recurso, en aquellos casos en los que no
se regula el reenvío, cuando estudia y resuelve las cuestiones indebidamente omitidas.
Esto se debe a que las partes en el juicio de amparo son distintas de las del juicio de
origen (la acción de amparo se endereza contra una autoridad), su objeto igualmente
es diverso (a través del amparo se persigue provocar el examen de la legalidad y consti-
tucionalidad del acto reclamado), y la causa es distinta de la que fue materia del juicio
natural (en el amparo la causa está constituida por la posible violación de derechos
fundamentales en perjuicio del quejoso).
Lo anterior se puede expresar diciendo que en el juicio de amparo directo lo que
se examina, a la luz de los derechos fundamentales, aun así sean sólo los derivados
de los artículos 14 y 16 constitucionales, es el contenido del acto reclamado y las
violaciones cometidas en el curso del procedimiento que hubieran dejado sin defensa
al quejoso y trascendido al resultado del fallo, con independencia de que las partes
son distintas. Por tanto, en el amparo directo no se da propiamente un reexamen de
la cuestión debatida en el juicio ordinario, ni hay una sustitución de facultades que
pudiera dar pie a que los tribunales de amparo mejoraran o fortalecieran las consi-
deraciones del fallo, pues el amparo directo no es una extensión o instancia más del
juicio ordinario.
Además, no se puede considerar que el objeto del amparo directo adhesivo sea
dar oportunidad a la parte que obtuvo resolución favorable para que exprese argu-
mentos para fortalecer la resolución recurrida, porque no es compatible con el objeto
del juicio de amparo directo, que es el examen de la constitucionalidad del acto re-
clamado o de la violaciones cometidas en el curso del procedimiento, pero en modo
alguno el fortalecimiento de las consideraciones del fallo.
Estimo que el erróneo señalamiento de que el objeto del juicio de amparo directo
adhesivo es mejorar las consideraciones en que se sustenta el acto reclamado, deriva
de que indebidamente se pensó en el amparo directo como un recurso, cuando no lo
es: el juicio de amparo directo no se origina por el ejercicio de una acción que tenga
por propósito directo e inmediato la declaración del derecho sustantivo de las partes,
como lo hacen los tribunales ordinarios.
En otro aspecto, la posibilidad de que en el amparo adhesivo se impugnen
con éxito las violaciones procesales, está condicionada a que previamente se hayan
promovido, en el curso mismo del procedimiento, los recursos o medios ordinarios
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procedentes, desde luego con las excepciones que se precisan en el mismo texto cons-
titucional. Esta exigencia responde al principio de definitividad del juicio de amparo,
conforme al cual, previamente a promover el juicio de amparo se requiere que se ha-
yan interpuesto los recursos o medios ordinarios conforme a los cuales se pudo haber
revocado, modificado o anulado el acto reclamado.
Una cuestión de importancia estriba en determinar si existe o no el derecho, o la
obligación de promover el juicio de amparo adhesivo, cuando no ha sido promulgada
aún la Ley de Amparo que debe regular la forma y términos en que debe promoverse.
Esa importancia radica en la bilateralidad de la norma que prevé la posibilidad
de promover dicho juicio: quien lo vea como un derecho y siendo parte en un juicio
haya obtenido sentencia favorable, o bien tenga interés jurídico en que subsista el
acto reclamado, podrá estimar que está legitimado para promover el amparo directo
en forma adhesiva al que promueva cualquiera de las partes que intervinieron en el
juicio del que emana el acto reclamado, y exigir su admisión, con apoyo en el texto
constitucional.
Pero también puede ser visto como una obligación impuesta por dicho texto sin
que igualmente su promoción esté condicionada a que la ley reglamentaria prevea la
forma y términos en que debe promoverse, y quien haya promovido un primer ampa-
ro durante la vigencia de la norma constitucional que se estudia, exija que se tenga por
precluido el derecho de su contraparte u otro interesado de impugnar las violaciones
cometidas en algún juicio concluido después de la vigencia del conjunto normativo
que se comenta, que no se hubieran impugnado oportunamente mediante el amparo
directo adhesivo que pudo promoverse en un amparo anterior.
Cualquiera que sea la interpretación que se dé, implicará el reconocimiento de
un derecho y el de una obligación, o bien el desconocimiento de un derecho y de una
obligación, pues si se admite que es posible promover el amparo adhesivo sin contar
con la ley que debe prever la forma y términos en que deberá promoverse, se debe
admitir que igualmente puede operar la preclusión del derecho a impugnar las viola-
ciones que no se hubieran hecho valer en el amparo adhesivo que pudo promoverse
y no se promovió. En cambio el criterio de que no puede operar dicha preclusión
implica admitir la imposibilidad de promover el amparo directo adhesivo sin contar
con la ley correspondiente.
Una tercera alternativa consiste en estimar que sí se tiene el derecho a promo-
ver el amparo directo adhesivo, pero no es posible aplicar los efectos previstos en la
propia Constitución relativos a la preclusión para reclamar las violaciones cometidas
en un amparo anterior, por su falta de regulación en la ley, lo que origina tener que
salvar otros obstáculos, principalmente el término para promoverlo. Es decir se puede
JUAN JOSÉ ROSALES SÁNCHEZ 213

interpretar que se tiene derecho a promover el juicio de amparo adhesivo, pero no la


obligación de hacerlo sino hasta que entre en vigor la ley que establezca la forma y
términos en que debe promoverse.

V. Semejanzas y contrastes con otros conjuntos normativos


relevantes

El amparo directo adhesivo guarda cierta semejanza con el recurso de revisión adhe-
sivo previsto en el último párrafo del artículo 83 de la Ley de Amparo, adicionado
a dicha ley mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 1 de
febrero de 1988; ese párrafo establece lo siguiente:

… En todos los casos a que se refiere este artículo, la parte que obtuvo resolución
favorable a sus intereses, puede adherirse a la revisión interpuesta por el recurren-
te, dentro del término de cinco días, contados a partir de la fecha en que se le
notifique la admisión del recurso, expresando los agravios correspondientes; en
este caso, la adhesión al recurso sigue la suerte procesal de éste.

Al respecto la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha interpretado que la


adhesión al recurso de revisión prevista por el artículo 83, fracción V, último párrafo, de
la Ley de Amparo, tiene por finalidad que quien obtuvo sentencia favorable pueda expresar
agravios que integren la litis de segunda instancia, cuando su contrario a través del recurso
de revisión impugnó la parte que le perjudica, y que dichos agravios pueden relacionarse
con una materia diversa a la que es objeto de los argumentos vertidos por el recurrente,
en tanto que al interponerse el recurso de revisión surge para quien obtuvo sentencia
favorable el derecho a expresar agravios encaminados a fortalecer las consideraciones de
la sentencia que orientaron al resolutivo favorable a sus intereses.2
Asimismo nuestro Máximo Tribunal ha indicado que como la adhesión al re-
curso de revisión no es autónoma, y tiene por objeto mejorar y reforzar las conside-
raciones que condujeron a un punto resolutivo favorable, los argumentos tendentes
a desvirtuar un argumento específico de la resolución recurrida que cause perjuicio al
recurrente no pueden ser planteados a través de la revisión adhesiva, sino a través del
recurso de revisión principal.
La Suprema Corte también ha considerado que la finalidad de la revisión adhesiva
es diversa de las obligaciones impuestas al tribunal que debe conocer de la revisión,
2
Véase la tesis aislada P. CXLIII/96 del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en la página
141 del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, tomo IV, noviembre de 1996.
214 REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL

establecidas en las fracciones I, II, III y IV de la Ley de Amparo, de examinar oficio-


samente los conceptos de violación omitidos, o de revocar la sentencia recurrida y
ordenar la reposición del procedimiento cuando se advierta una violación que haya
dejado sin defensa al recurrente o que indebidamente no se ha oído a alguna de las
partes que tenga derecho a intervenir en el juicio.3
Y que la dependencia al destino procesal, o situación de subordinación proce-
sal de la adhesión al recurso de revisión, derivada de que los agravios expuestos en
la revisión adhesiva carecen de autonomía en cuanto a su trámite y procedencia, pues la
adhesión al recurso sigue la suerte procesal de éste, lleva a determinar que la naturaleza
jurídica de la revisión adhesiva no es la de un medio de impugnación –directo– de un
determinado punto resolutivo de la sentencia, pero el tribunal revisor está obligado,
por regla general, a estudiar en primer lugar los agravios de quien interpuso la revisión
y, posteriormente, debe pronunciarse sobre los agravios expuestos por quien se adhirió
al recurso.
Por tanto, de acuerdo con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la adhesión
no es, por sí sola, idónea para lograr la revocación de una sentencia, lo que permite
arribar a la convicción de que no es propiamente un recurso, pero sí un medio de
defensa en sentido amplio que garantiza, a quien obtuvo sentencia favorable, la posi-
bilidad de expresar agravios tendientes a mejorar y reforzar la parte considerativa de la
sentencia que condujo a la resolutiva favorable a sus intereses, y también a impugnar
las consideraciones del fallo que concluya en un punto decisorio que le perjudica.4
Por otro lado, como en la parte final del último párrafo de la fracción V del
artículo 83 de la Ley de Amparo se indica que la adhesión al recurso sigue la suerte
procesal de éste, es evidente que la revisión adhesiva carece de autonomía, por lo que si
la revisión principal se declara improcedente la misma suerte debe seguir la adhesiva,5
por lo mismo, si la revisión resulta infundada, la revisión adhesiva debe declararse sin
materia, por su naturaleza accesoria.6
Esta naturaleza influye también en el estudio de los agravios, pues si el recurso de
revisión es procedente, el orden del estudio de los agravios vertidos mediante el adhe-
sivo se funda en la regla general de que primero se analizan los agravios expuestos en la

3
Véase la tesis aislada P. CXLIV/96 del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en la página
143 del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, tomo IV, noviembre de 1996.
4
Véase la tesis aislada P. CXLV/96 del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en la página
144 del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, tomo IV, noviembre de 1996.
5
Véase la tesis de jurisprudencia 1a./J. 70/99 de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pu-
blicada en la página 383 del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, tomo X, noviembre de 1999.
6
Véase la tesis de jurisprudencia 2a./J. 166/2007 de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
publicada en la página 552 del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, tomo XXVI, septiembre
de 2007.
JUAN JOSÉ ROSALES SÁNCHEZ 215

principal y luego, de haber prosperado, se analizan los de la adhesiva, en el entendido


de que si los agravios en la revisión no prosperan, es innecesario el examen de los ex-
presados mediante la adhesión. Lo que admite dos excepciones: la primera consiste en
que si mediante este medio de impugnación adherente se alegan cuestiones relativas a
la improcedencia del juicio de garantías, deben analizarse previamente a los agravios
de la revisión principal, por tratarse de un aspecto que conforme a la estructuración
procesal exige ser dilucidado preliminarmente al tema debatido; la segunda excepción
emana del hecho de que si en este recurso adherente se plantearon argumentos para
mejorar las condiciones de quien en primera instancia obtuvo parcialmente lo preten-
dido; es decir, no con el afán de que se confirme la sentencia impugnada, sino con el
objetivo de que se modifique en su favor, justamente en la parte que primigeniamente
le fue adversa, al grado de provocar un punto resolutivo contrario a sus intereses, pues
en este caso, el revisor deberá abocarse al estudio de esos motivos de disconformidad,
con independencia de lo fallado respecto a lo planteado en los agravios de la revisión
principal; lo cual implica que incluso pueda abordarse el análisis de un argumento
de la adhesión en forma previa a los de la revisión, si el orden lógico jurídico así lo
requiere.7

De lo anterior se aprecia que las semejanzas que comparten la revisión adhesiva


y el juicio de amparo directo adhesivo, son las siguientes:

• Ambos son accesorios al recurso o juicio de amparo directo que los origina,
por tanto no tienen autonomía, por lo que su suerte depende de la revisión
principal o del amparo principal, respectivamente.
• Tienen como presupuesto una resolución favorable para quienes están legi-
timados para interponer el recurso de revisión adhesiva o el amparo directo
adhesivo.
• La existencia de esa resolución es lo que legitima al recurrente para inter-
poner ese recurso, y proporciona interés jurídico para promover el juicio de
amparo adhesivo.
• La finalidad perseguida tanto por el recurrente adhesivo, como por quien
promueva el juicio de amparo directo adhesivo es que subsistan las resolucio-
nes que les son favorables.
• De ser improcedente el recurso o el amparo principales, o de ser infundados
los agravios o conceptos de violación, será innecesario pronunciarse en cuan-
7
Véase la tesis aislada 1a. L/98 de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en la
página 344 del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, tomo VIII, septiembre de 2007.
216 REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL

to al recurso de revisión adhesiva interpuesto o el juicio de amparo directo


adhesivo, por lo que el primero deberá declararse sin materia y el segundo
deberá ser sobreseído.
• Tanto en la revisión adhesiva, como en el juicio de amparo directo adhe-
sivo, los argumentos tendentes a desvirtuar un argumento específico de la
resolución recurrida o el acto impugnado que causen perjuicio al recurrente
o a quien promueva dicho amparo, no pueden ser planteados a través de la
revisión adhesiva o del amparo directo adhesivo, sino a través del recurso de
revisión y amparo directo principales.
• Por regla general primero deberán examinarse los agravios expuestos en la
revisión principal y los conceptos de violación expresados en el juicio de
amparo directo.
Esa regla tiene como excepción, en cuanto al recurso de revisión, lo mismo
que respecto del juicio de amparo directo, que en ambos el estudio de la
improcedencia del juicio es preferente.

La principal diferencia que encuentro entre la revisión adhesiva y el amparo directo
adhesivo, es que quien interponga aquélla debe expresar agravios encaminados a forta-
lecer las consideraciones que sustenten la resolución recurrida, o refutar los agravios o
conceptos de violación expresados por su contrario. Mientras que en el amparo direc-
to adhesivo los conceptos de violación deben estar dirigidos a poner de manifiesto las
violaciones cometidas en perjuicio del promovente durante el curso del procedimien-
to, o en la resolución reclamada, y a pesar de que en la iniciativa correspondiente se
dijo que su objeto era fortalecer las consideraciones que sustenten el acto reclamado,
dicho objeto es incompatible con el que corresponde al juicio de amparo.
Otra diferencia radica en que la revisión adhesiva puede ser interpuesta sólo
por la parte que obtuvo resolución favorable a sus intereses; mientras que el amparo
directo adhesivo puede ser interpuesto, de la misma manera, por la parte que haya
obtenido sentencia favorable, y la que tenga interés jurídico en que subsista el acto
reclamado.

Conclusiones

La razón principal que sustentó la creación del amparo directo adhesivo fue el exage-
rado crecimiento del juicio de amparo.
En relación con el amparo directo, específicamente se atendió a que un tema
recurrente en los últimos años es el relativo a la necesidad de brindar mayor concen-
JUAN JOSÉ ROSALES SÁNCHEZ 217

tración al juicio de amparo directo, que se funda a que en ocasiones puede resultar un
medio muy lento para obtener justicia, lo que hacía necesario adoptar medidas para
darle mayor celeridad al concentrar en un mismo juicio el análisis de todas las vio-
laciones habidas en un proceso, para resolverlas conjuntamente y evitar dilaciones
innecesarias.
El amparo adhesivo puede ser promovido por la parte que obtuvo sentencia defi-
nitiva, laudo o resolución que haya puesto fin al juicio, favorable y la que tenga interés
jurídico en que subsista el acto reclamado.
El amparo directo adhesivo no sólo procura el estudio de todas las violaciones
procesales en un solo juicio de amparo, sino también las cometidas en la sentencia
definitiva, laudo o resolución que haya puesto fin al juicio.
Esos dos tipos de violaciones deben ser reclamados tanto en el amparo adhesivo
como en el principal a fin de evitar que se estimen consentidas y que operó la preclu-
sión del derecho a reclamarlas en amparo posteriores.
Los tribunales colegiados de circuito deben decidir sobre las violaciones proce-
sales y de fondo alegadas, o aquellas que, cuando proceda, advierta en suplencia de la
queja, y fijar los términos precisos en que deberá pronunciarse la nueva resolución.
Es indebido considerar como objeto del amparo directo adhesivo dar oportuni-
dad a que la parte que obtuvo resolución favorable exprese argumentos para fortalecer
la resolución recurrida.
El retardo en la promulgación de ley en que se debe precisar la forma y términos
en que se debe promover el juicio de amparo directo adhesivo provoca inseguridad
jurídica, en cuanto a determinar si es posible o no promover dicho amparo aun sin
que esté vigente esa ley.
El amparo directo adhesivo guarda cierta semejanza con la revisión adhesiva,
pero difiere en cuanto al objeto, pues a pesar de que en la iniciativa correspondiente
se dijo que el objeto del amparo directo adhesivo era fortalecer las consideraciones
que sustenten el acto reclamado, lo cierto es que es incompatible con el que corres-
ponde al amparo. En cambio ese objeto sí es compartible con el perseguido en el
recurso de revisión.
En mi opinión, el juicio de amparo directo adhesivo cumple con los fines y
valores destacados al proponer su inclusión, principalmente el consistente en brindar
mayor concentración al juicio de amparo y propiciar el examen de todas las violacio-
nes alegadas por la partes y advertidas por tribunales colegiados de circuito, al suplir
la queja, cuando así proceda legalmente.
218 REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL

Referencias

Beltrones Rivera, Manlio Fabio, et al., Exposición de motivos de la Iniciativa con proyec-
to de Decreto que reforma los artículos 94, 100, 103, 107 y 112 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Courtis, Christian (2006). “El juego de los juristas. Ensayo de caracterización de la


investigación dogmática”, en Observar la Ley. Madrid, Editorial Trotta.

Suprema Corte de Justicia de la Nación (2012), IUS 2011 Jurisprudencia y Tesis Aisla-
das junio 1917 – Diciembre 2011, México.
Organismos constitucionales autónomos y su legi-
timación activa para promover controversias cons-
titucionales, previstas en la fracción I del artículo
105 constitucional

Christian G. Segovia*

Sumario: I. Planteamiento del problema. II. Introducción. III. Orga­


nismos constitucionales autónomos. IV. Controversias constitucionales.
V. Legitimación de los organismos constitucionales autónomos para la
promoción de controversias constitucionales. Conclusión.

I. Planteamiento del problema

Determinar si un organismo constitucional autónomo que no está expresamente con-


templado en la fracción I del artículo 105 constitucional, cuenta con legitimación
activa para promover controversias constitucionales, para lo cual, habrá de dilucidarse
si dicho numeral prevé un listado taxativo de entes legitimados para su promoción
o bien una mención enunciativa de sujetos que puede ser ampliada a través de un
ejercicio hermenéutico.

II. Introducción

El principio de la división de poderes en México tiene una larga historia y, como to-
dos sabemos, se funda en la necesidad de evitar que el poder público del gobierno se
encuentre tan concentrado que pueda someter y subordinar al pueblo a sus dictados;

*
Secretario adscrito al Décimo Octavo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito.

219
220 REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL

la división de poderes en su concepción tripartita tradicional (ejecutivo, legislativo y


judicial) ha dejado de ser concebida como la organización única del Estado que fije
el sistema de pesos y contrapesos para controlar al poder público; pues, en épocas
modernas, se han incluido nuevos esquemas o poderes mediante la distribución cons-
titucional de funciones o competencias a órganos diferentes, para hacer más eficaz el
desarrollo de las actividades encomendadas al Estado, lo que ha beneficiado o podrá
beneficiar la consolidación democrática de éste, por virtud de los nuevos actores que
intervienen en esa nueva concepción de distribución y detentación del poder.
Estos organismos se crean principalmente, por la necesidad de desarrollar fun-
ciones nuevas, que el Estado no realizaba en tiempos pasados y que por sus caracte-
rísticas no pueden llevar a cabo los órganos incluidos en las tradicionales teorías de
la división de poderes, y además, pueden surgir por cuestiones coyunturales de un
Estado, determinadas por sus particulares necesidades de acción política;1 además, son
generalmente órganos técnicos de control que no se guían por intereses partidistas o
circunstanciales.
Es de señalar, que una de las manifestaciones más destacadas de avance de la re-
forma del Estado ha sido la proliferación de organismos constitucionales autónomos
pro-rendición de cuentas. Estos organismos son instituciones públicas en las cuales se
delega la operación de elementos medulares del orden democrático liberal; es de preci-
sar que en los sistemas presidenciales, estos organismos independientes han contribui-
do a que la división de poderes se extienda más allá de la aludida estructura tripartita
tradicional, pues han mejorado la gobernabilidad democrática y han fortalecido la
estructura de pesos y contrapesos.2
El sistema jurídico mexicano no ha sido la excepción a esta nueva concepción de
distribución del poder público, pues, a través de diversas reformas constitucionales se
han establecido órganos autónomos cuya actuación no está sujeta ni atribuida a los
depositarios tradicionales del poder público, a los que se les ha encargado funciones
estatales específicas, con el fin de obtener una mayor especialización, agilización, con-
trol y transparencia de esas funciones, para atender eficazmente las demandas sociales;
sin que con ello se altere o destruya la tradicional doctrina de la división de poderes,
pues si bien, la misma ha sido una concepción acertada, no hay razón para suponer
que los autores clásicos agotaron su bondad.3
Ahora bien, esa nueva concepción no debe ser sólo hipotética o ideal, sino que
debe estar revestida de una autonomía real y con fuerza hacia los demás poderes lega-
1
CARBONELL, Miguel, Elementos de Derecho constitucional, México, Fontamara, 2004 (reimpr).
2
ACKERMAN, John M., Organismos autónomos y democracia: el caso de México, México, Siglo XXI Editores en
coedición con el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, 2007, p. 18.
3
ACKERMAN, Bruce, La nueva división de poderes, México, Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 124.
CHRISTIAN G. SEGOVIA 221

les y fácticos. Como John Ackerman ha señalado: “interesa la construcción de orga-


nismos que cuenten con lo que se podría llamar una ‘autonomía empoderada’”,4 ese
concepto lo inspira en el famoso concepto de “Embedded Auntonomy” de Peter Evans,
en cuanto a que busca afirmar de manera simultánea la importancia de los elementos
de independencia, profesionalismo y experiencia; ese señalamiento de que los orga-
nismos autónomos deben estar empoderados, se justifica en que con ello se obtendrá
la posibilidad de actuar con plena fuerza y de manera efectiva, dotándolos así de las
atribuciones legales e instrumentos que les permitan ejercer eficazmente la función
constitucional de relevancia por la que fueron creados.
Es de señalar que para cumplir con efectividad ese mandato, no sólo se puede
contemplar o dotar a esos organismos constitucionales de autonomía, capacidad y
estructura, en cuanto a su aspecto básico, ni mucho menos pensar en su desarrollo
institucional consolidado por virtud de los elementos que constituyen sus elementos
esenciales como su mandato, legitimidad y proactividad en el desarrollo de su fun-
ción, sino que deben contar a su alcance con los medios jurídico procesales que permi-
tan ejercer en su beneficio un control constitucional, respecto de actos o normas que
hayan sido dictados o ejecutados por otros poderes en su perjuicio, so pena de hacer
nugatoria la función misma que tienen encomendada.
Ello se justifica en el hecho de que, como acertadamente lo refiere el Ministro
Cossío Díaz,5 de qué sirve contar con un derecho si no es factible reclamar su descono-
cimiento a fin de que una autoridad anule la norma o el acto trasgresor y sancione, en
su caso, a quien hubiere actuado ilícitamente; y más aún, de qué le sirve a un órgano
constitucional tener reconocida autonomía a nivel constitucional y que dicho ordena-
miento los haya colocado fuera de los poderes tradicionales, cuando dicha autonomía
puede ser vulnerada por otro ente o poder por el hecho de limitársele acudir a la de-
fensa o salvaguarda de sus intereses, quedando en juego así la subsistencia misma de
una función esencial del Estado.
En el caso de México, el medio de control constitucional que por antonomasia
podrían ejercer los organismos constitucionales autónomos para demandar la repa-
ración de un agravio producido por una norma general o un acto que, en ejercicio
excesivo de sus atribuciones constitucionales, haya sido responsabilidad de alguno
de los órganos de gobierno –horizontal o vertical– que prevé la propia Constitución,
sería el de las controversias constitucionales que se encuentran previstas en el artículo
105, fracción I, constitucional, pues la naturaleza jurídica en que descansa permite la
salvaguarda y protección de lo que ese ente público autónomo pretendería obtener
4
ACKERMAN, John M., op. cit., p. 120
5
COSSÍO DÍAZ, José Ramón, Bosquejos constitucionales, México, Porrúa, 2004.
222 REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL

atinente a la protección del federalismo, el reparto de competencias fijado en la Cons-


titución y la soberanía popular.
En contraposición a lo antes afirmado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación
ha estimado que los organismos constitucionales autónomos carecen de legitimación
activa para promover controversias constitucionales,6 por virtud de que a su parecer,
el artículo 105, fracción I, constitucional hace referencia a un número cerrado y limi-
tado de actores o de entes legitimados para la promoción de una controversia consti-
tucional; además, de referir que no se traducen en órganos originarios del Estado, al
estimar que éstos sólo son aquellos que derivan del sistema federal y del principio de
división de poderes, entre los cuales, no encuadran aquellos órganos que dada la evo-
lución del Estado, se han ido estableciendo con la finalidad de auxiliar en el ejercicio
de ciertas funciones estatales.
Sin embargo, considero que los organismos constitucionales autónomos sí son
órganos originarios del Estado, dada la nueva concepción que nuestra Constitución
ha efectuado sobre la división de poderes y el ejercicio del poder, ya que esa división
no puede seguirse interpretando en el esquema tradicional de los tres poderes ejecuti-
vo, legislativo y judicial, sino ampliada o en consonancia con los primeros.
Además, respecto a la legitimación de esos entes para la promoción de contro-
versias constitucionales, es posible a través de un ejercicio hermenéutico, y de cuyo re-
sultado, puede ampliarse el listado de sujetos legitimados y expresamente reconocidos
para su promoción, ya que su intelección no debe partir de una forma estrictamente
literal y cerrada, como lo realizó la Suprema Corte, sino que deben congraciarse hi-
pótesis de procedencia, que aunque no estén previstas expresamente en el texto del
artículo 105 constitucional, sean acordes con la finalidad manifiesta de este medio
de control constitucional, que es precisamente salvaguardar la esfera de competencia de
los órganos y poderes cuya existencia se prevé en la Constitución Federal.
Máxime que lo congruente es que dichos órganos puedan defender la autonomía
que la propia Constitución les otorga, para que no permanezcan indefensos, pues de
sostener lo contrario, se traería como resultado que las funciones que ejercen dichos
órganos, que son de trascendencia para el funcionamiento del Estado, queden sojuz-
gadas por otro poder u órgano, sin que ello pueda tener reparo en sede constitucional.

6
Recurso de reclamación 58/2007, relativo a la controversia constitucional 11/2007, promovida por el Instituto
Federal Electoral, resuelto por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en sesión de 12 de junio de 2007.
CHRISTIAN G. SEGOVIA 223

III. Organismos constitucionales autónomos

Por razón de orden, es necesario precisar en primer término la naturaleza jurídica de


los organismos constitucionales autónomos.
Los organismos constitucionales autónomos surgen al mundo jurídico a partir
de la Segunda Guerra Mundial7 en Europa, tomado de Jellinek, de su sistema de los
derechos públicos subjetivos y de su teoría general del Estado.8 Su establecimiento se
expandió por Asia y América, como resultado de una nueva concepción del poder,
bajo una idea de equilibrio constitucional basada en los controles de poder, evolu-
cionando con ello la teoría tradicional de la división de poderes, pues el poder ya no
solamente es el poder público que describía Montesquieu al trazar su teoría clásica,
sino que, actualmente el Estado Leviathan, que soñó Hobbes ya no es tan omnipoten-
te como antes ni es la única fuerza que domina las sociedades contemporáneas;9 ante
ello, se ha dejado de concebir la organización del Estado derivada de los tres poderes
tradicionales (ejecutivo, legislativo y judicial), incluyendo nuevos mediante la distri-
bución constitucional de funciones o competencias a otros órganos diferentes, para
hacer más eficaz, el desarrollo de las actividades encomendadas al Estado.
La inspiración básica de su creación es la de aislar políticas considerablemente
delicadas, altamente técnicas y particularmente polémicas de las presiones egoístas,
populistas e inexpertas de los actores sociales y políticos; las características esenciales
de los organismos constitucionales autónomos, según Manuel García Pelayo,10 son:

a) Configuración inmediata en la Constitución, esto es, deben estar estableci-


dos y configurados directamente en la Constitución.
b) Su configuración resulta central al modelo del Estado.
c) Participan en la dirección política del Estado, esto es, deben atender fun-
ciones propias y de importancia del Estado que requieran ser eficazmente
atendidas en beneficio de la sociedad; además, al ser órganos de equilibrio
constitucional y político, sus criterios de actuación no deben pasar por los
intereses inmediatos del momento sino que preservan la organización y el
funcionamiento constitucional.

7
CARBONELL, Miguel, op. cit.
8
CÁRDENAS GRACIA, Jaime, Una Constitución para la democracia. Propuestas para un nuevo orden constitucional,
México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1996, capítulo séptimo.
9
CARBONELL, Miguel, Constitución, reforma constitucional, y fuentes del derecho en México, 5ª ed., México, Porrúa,
2004.
10
GARCÍA PELAYO, Manuel, Las transformaciones del Estado contemporáneo, 2ª ed., Madrid, Alianza, 1993 (re-
impr.).
224 REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL

d) Se ubican fuera de la estructura orgánica de los poderes tradicionales, ade-


más, no sólo deben ser independientes de estos poderes tradicionales sino
de los partidos o de otros grupos o factores reales de poder.
e) No se encuentran subordinados a algunos de dichos poderes, ya que deben
contar con autonomía e independencia funcional y financiera, para el ejer-
cicio eficaz de sus funciones.

Los organismos constitucionales autónomos se crean principalmente, por la ne-


cesidad de desarrollar funciones nuevas, que el Estado no realizaba en tiempos pasa-
dos y que por sus características no pueden llevar a cabo los órganos incluidos en las
tradicionales teorías de la división de poderes, y además, pueden surgir por cuestiones
coyunturales de un Estado, determinadas por sus particulares necesidades de acción
política;11 además, son generalmente órganos técnicos de control que no se guían por
intereses partidistas o circunstanciales.
El sistema jurídico mexicano no ha sido la excepción a esta nueva concepción de
distribución del poder público, pues, a través de diversas reformas constitucionales,
se han establecido órganos autónomos cuya actuación no está sujeta ni atribuida a los
depositarios tradicionales del poder público, a los que se les han encargado funciones
estatales específicas, con el fin de obtener una mayor especialización, agilización, con-
trol y transparencia de esas funciones, para atender eficazmente las demandas sociales;
sin que con ello se altere o destruya la tradicional doctrina de la división de poderes.
La circunstancia de que los referidos organismos guarden autonomía e inde-
pendencia de los poderes primarios, no significa que no formen parte del Estado
Mexicano, pues su misión principal, radica en atender necesidades torales tanto del
Estado como de la sociedad en general, conformándose como nuevos organismos que
se encuentran a la par de los órganos tradicionales.

Los organismos constitucionales que en México prevé la Constitución son:12

1. Los Tribunales Agrarios, artículo 27 fracción XIX.


2. El Banco Central (Banco de México), artículo 28 párrafos sexto y séptimo
de la Constitución.
3. El Instituto Federal Electoral, artículo 41, fracción III, de la Constitución.
4. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos, artículo 102 apartado B.

11
CARBONELL, Miguel, Elementos de Derecho Constitucional, cit.
12
Idem.
CHRISTIAN G. SEGOVIA 225

5. Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica, artículo 26, in-


ciso B, de la Constitución.13

El reconocimiento de ellos en la doctrina jurídica y el derecho extranjero ha ido


evolucionando, principalmente a la luz de los conflictos competenciales o conflicto
de atribuciones entre ellos o con los poderes tradicionales, y por eso aún no hay
un tratamiento sistemático sobre cuáles y cuántos son los órganos constitucionales
autónomos. Cada país, constitucionalmente y a veces a través de la legislación secun-
daria o la decisión jurisprudencial, ha extendido o limitado su número. Los órganos
constitucionales autónomos o auxiliares de las funciones del Estado como también se
les llama, o de relevancia constitucional que es otra de sus denominaciones en lengua
española, son especie del género órganos constitucionales.14
Ahora bien, como se indicó en la parte introductoria del presente ensayo, los or-
ganismos autónomos deben estar empoderados, para obtener la posibilidad de actuar
con plena fuerza y de manera efectiva, para lo cual deben tener elementos o atribucio-
nes imprescindibles con las que se les debe dotar, pues con ello se les permitirá ejercer
eficazmente la función constitucional de relevancia por la que fueron creados.
Siguiendo esa línea argumentativa, es de esclarecer la referencia de “fuerza” y
“eficacia” para un organismo autónomo. Es claro que un organismo autónomo re-
quiere de mucho más que libertad de actuación, necesita facultades legales que le den
“herramientas” y le permitan hacer valer su autoridad, además, de tener una estruc-
tura institucional que fomente tanto la profesionalización como el comportamiento
“proactivo” de sus empleados, ya que sin estas características éstos podrían convertirse
en instituciones inservibles.
En cuanto a los elementos básicos para conformar ese empoderamiento, es
oportuno referirnos en un primer momento, a la distinción que realiza John M. Ac-
kerman,15 respecto a la “Autonomía Empoderada”, la cual divide en tres elementos
básicos: autonomía, capacidad y estructura, cuyos indicadores específicos atienden a
lo siguiente:

• Autonomía: Se refiere al estatus legal del organismo (autonomía política,


financiera, técnica, de gestión); reglas para el nombramiento y la destitu-
ción de los titulares del organismo; tipo y nivel de influencia del órgano
supervisor o de vigilancia.
13
Es oportuno señalar que este organismo constitucional no lo señala el Dr. Carbonell, en el libro citado en la
precedente nota al pie, sin embargo, en las clases de la Maestría de Derecho Procesal Constitucional impartidas en la Uni-
versidad Panamericana, las incluye como tal, lo cual se comparte atendiendo las características propias de dicho organismo.
14
CÁRDENAS GRACIA, Jaime, loc. cit.
15
ACKERMAN, John M., op. cit., p. 41.
226 REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL

• Capacidad: se refiere al alcance de la autoridad delegada, capacidades de


investigación, de sanción, presencia o ausencia de áreas “reservadas” en las
que el organismo carece de competencia legal.
• Estructura: Se refiere al presupuesto y a otros recursos; profesionalización
del personal; estructura administrativa optimatizada y racional; libertad de
aprovechar fuentes externas de apoyo y trabajar con la sociedad civil.

Por su parte, ese mismo autor refiere que el desarrollo institucional de esos orga-
nismos debe atender a tres indicadores de consolidación a través del tiempo, los cuales
capturarán la esencia de un organismo público vigoroso y exitoso.

• Mandato: ¿persigue el organismo su mandato enérgicamente o cae en el


equivalente burocrático de una trampa de bajo equilibrio?
• Legitimidad: ¿alcanza el organismo un alto nivel de legitimidad pública o
desconfianza hacia los ciudadanos, por virtud de sus acciones o intenciones?
• Proactividad: ¿es capaz el organismo de ampliar sus capacidades más allá de
aquellas establecidas según una interpretación formalista de la Ley?

Además de los elementos apuntados, estimo, adicionalmente, que un elemento


fundamental que vigoriza la eficacia y actuación de un organismo constitucional au-
tónomo está en el concerniente al acceso a la justicia constitucional, ya que éste debe
contar a su alcance con los medios jurídico procesales que permitan ejercer en su
beneficio un control constitucional, respecto de actos o normas que hayan sido dicta-
dos o ejecutados por otros poderes en su perjuicio. De no estimarse así, su actuación
podría vulnerarse o mermarse con motivo de revanchismos o componendas políticas
que pongan en riesgo su propia actuación.

IV. Controversias constitucionales

Ahora bien, tratándose de los procedimientos jurisdiccionales de controversia cons-


titucional o conflictos entre órganos y poderes constitucionales son muy recientes en
su versión moderna. La razón de ello obedece a que durante el siglo XIX los conflic-
tos entre poderes y órganos se concibieron como disputas políticas, y exclusivamente
fueron políticos los medios para resolverlos. Los conflictos entre los poderes, sobre
todo entre los poderes supremos de los Estados, no admitían fácilmente su juridifi-
cación: ahí se acababa el derecho constitucional. Después de la segunda posguerra se
aceptó con claridad de Europa que no debería haber zonas exentas para el derecho. La
CHRISTIAN G. SEGOVIA 227

Constitución italiana y después la Ley Fundamental de Bonn (Alemania) atribuyeron


al Tribunal Constitucional la competencia para resolver los conflictos que pudieran
surgir entre los poderes del Estado o entre los órganos federales superiores, además
de ventilar, claro está, los conflictos que se suscitaran con ocasión de la distribución
territorial del poder.16
Las principales características jurídicas de las controversias constitucionales en el
sistema europeo continental, principalmente en Alemania e Italia, son que los sujetos
legitimados son órganos o poderes del Estado; se tutelan intereses constitucionales de
carácter competencial; el conocimiento de las mismas se confiere a los órganos judicia-
les supremos o a tribunales constitucionales; las resoluciones suelen tener efectos erga
omnes; protegen el sistema de competencias asignado en la Constitución, y el procedi-
miento para dirimirlas posee características diferentes a los medios de impugnación de
control de constitucionalidad conferidos a los particulares; características muy simi-
lares son las que describen para el caso mexicano las controversias constitucionales.17
Interesante es el caso alemán, en el que conforme al artículo 93.I.1 de la Ley
Fundamental de Bonn: “El Tribunal Constitucional federal conoce: de la interpre-
tación de la presente ley fundamental respecto a controversias sobre el alcance de los
derechos y deberes de un órgano supremo de la Federación o de otros interesados do-
tados de derechos propios por la presente ley fundamental o por el reglamento interno
de un órgano supremo de la Federación”.
Pueden ser admitidos como partes o sujetos del conflicto no sólo los órganos
constitucionales, sino otros interesados dotados de derechos propios por la Constitu-
ción o por los reglamentos internos de los órganos supremos. Es decir, los conflictos
entre órganos pueden producirse bien entre órganos supremos de los Länder, bien
entre los órganos supremos de la Federación o bien entre éstos y algunos órganos au-
xiliares de relevancia constitucional dotados de funciones independientes y derechos
propios. Se ha entendido de esta manera como parte de estos conflictos y entre otros
a: el presidente federal, el Bundestag, el Bundesrat, las comisiones permanentes del
Bundestag, el gobierno federal, pero también fracciones de órganos como los grupos
parlamentarios, las comisiones de investigación del Bundestag, e incluso a los partidos
políticos.

16
GÓMEZ MONTORO, Ángel J., El conflicto entre órganos constitucionales, Madrid, Centro de Estudios Consti-
tucionales, 1992, pp. 25-30.
17
SÁNCHEZ CORDERO DE GARCÍA VILLEGAS, Olga, “Breve análisis comparativo de la Ley Reglamentaria
de las fracciones I y II del artículo 105 Constitucional y de la Ley de Amparo”, Lex. Difusión y Análisis, 3a. época, año I,
octubre 1995, número 4, pp. 18-23.
228 REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL

Por lo que ve a la Constitución italiana de 1947 concede a la Corte Constitu-


cional en su artículo 134 la facultad de resolver las controversias entre los poderes del
Estado. El artículo 134 de la Constitución italiana dice:

El Tribunal Constitucional juzga: las controversias relativas a la legitimidad cons-


titucional de las leyes y de los actos con fuerza de la ley del Estado y de las Regio-
nes; los conflictos de competencia entre los poderes del Estado y los conflictos
entre el Estado y las Regiones y entre las Regiones; las acusaciones promovidas
contra el Presidente de la República, con arreglo a las normas de la Constitución.

La Corte Constitucional ha considerado como “Poderes del Estado” a aquellos


entes u órganos dotados de funciones independientes reconocidas y garantizadas en
la Constitución, y capaces de emanar actos “definitivos”, es decir, ulteriormente in-
modificables, que expresan la voluntad del Estado-aparato u ordenamiento. Entre
los órganos que han sido parte en las controversias constitucionales italianas están: el
Poder Judicial, la Corte de Cuentas, el presidente de la República, el presidente del
Senado, el presidente de la Cámara de Diputados, entre otros.18
Es dable señalar que las controversias constitucionales en México han existido
desde la Constitución de 1824, por lo menos en cuanto a su esencia primigenia, ya
que en ésta se estableció un procedimiento asignado a la Suprema Corte para conocer
de diferencias entre estados de la Federación; competencia la cual fue también recogi-
da en las Bases Orgánicas de 1842.
En México no sólo el Poder Judicial de la Federación ha tenido esa función,
pues durante la primera mitad del siglo XIX, la solución de conflictos descansaba
casi totalmente en órganos de carácter político, como el Congreso General (contem-
plado en el Acta de Reformas de 1847), el Consejo de Gobierno y el Supremo Poder
Conservador (estatuido en la Segunda Ley Constitucional de 1836), los cuales fueron
órganos encargados de dirimir desavenencias entre los distintos órdenes de poder, el
papel de la Suprema Corte se constreñía a publicar el resultado de las mismas, aunque
los conflictos entre estados siguieron siendo competencia de la Suprema Corte.
No fue si no hasta la Constitución de 1857, cuando se retornó esa competencia
y hubo avances substanciales por lo que ve a esas atribuciones otorgadas al Poder Ju-
dicial Federal, sin embargo, fomentó también las facultades de los órganos políticos
para resolver conflictos competenciales, ya que el verdadero árbitro de los conflictos
internos en el país era el presidente de la República. El avance más significativo duran-
te esta etapa implicó que el artículo 98 otorgara facultades a la Suprema Corte no sólo
18
GARCÍA ROCA, F. Javier, El conflicto entre órganos constitucionales, Madrid, Tecnos, 1987, pp. 29-36.
CHRISTIAN G. SEGOVIA 229

para resolver controversias entre estados, como la Constitución de 1824, sino también
competencia para resolver controversias en que la Unión fuese parte.19
Si bien, en la Constitución de 1917, el texto del artículo 105 constitucional
hasta antes de la reforma de 31 de diciembre de 1994, preveía las controversias cons-
titucionales, sin embargo, éstas carecían de Ley Reglamentaria y los conflictos a los
que alude su competencia solían ser resueltos por el Senado, en uso de las facultades
exclusivas que le otorgan las fracciones V y VI del artículo 76 constitucional.20 lo que
también motivó la promoción de muy pocas controversias constitucionales, cincuenta
y cinco controversias en total: catorce entre la Federación y un estado, veintidós entre
poderes de un mismo Estado, una entre Estados, doce entre Municipios y Estados y
una entre un Municipio y un Estado.21
Es oportuno señalar que en cuanto al sistema para dirimir controversias que
con anterioridad a 1994 preveía el artículo 105, se actualizaba sólo de aquellas
que se presentasen entre dos o más estados, entre los poderes de un mismo estado
sobre la constitucionalidad de sus actos y de los conflictos entre la Federación y uno
o más estados, así como aquellos en que la Federación sea parte; sin embargo, por
muchos años se pretendió argumentar la legitimación de los municipios para su pro-
moción, por estimar que los mismos constituían poderes de un Estado, aun cuando
dicho precepto no establecía en forma expresa la posibilidad de que el municipio
pudiese acceder a este medio de solución de conflictos.
La Suprema Corte fijó su postura en el año de 1919, resolviendo la acción plan-
teada por el Ayuntamiento de Teziutlán en contra de la Legislatura del Estado de Pue-
bla, en el sentido de que el reconocimiento del municipio como base de la ordenación
política de los estados, no le confería el carácter de un cuarto poder estatal, criterio
que fue reiterado en el año de 1935, al fallarse la controversia constitucional planteada
por el Ayuntamiento de Motul, Yucatán, en contra de los tres poderes estatales.22
Esta postura cambió en agosto de 1994, cuando el Pleno de la Suprema Corte
falló en favor del Ayuntamiento de Ciudad Delicias, Chihuahua, la controversia plan-
teada en contra del poder ejecutivo de dicha entidad federativa, en el cual dio cabida al
municipio en la expresión “poder público” a que aludía el artículo 105 constitucional,
y por lo tanto se le reconoció legitimación activa a los municipios para su promoción,

19
GONZÁLEZ OROPEZA, Manuel, Las controversias entre la Constitución y la política, UNAM, Instituto de Inves-
tigaciones Jurídicas, 1993 (Cuadernos Constitucionales México-Centroamérica, núm. 6), p. 9.
20
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN, Elementos de Derecho Procesal Constitucional, México,
2006.
21
COSSÍO DÍAZ, José Ramón, “Comentario al artículo 105 de la Constitución”, Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos Comentada, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas-Editorial Porrúa, 1995, t. II, p. 1039.
22
COSSÍO DÍAZ, José Ramón, “Justicia constitucional”, Revista Este País, enero de 1997, México.
230 REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL

realizando la Suprema Corte una interpretación extensiva de los sujetos expresamente


contemplados en la Constitución.
Ahora bien, de la exposición de motivos de la reforma constitucional al artículo
105, constitucional, realizada en 1994, el Constituyente Permanente incluyó entre
otros sujetos, ahora sí, a los municipios como entes legitimados para la promoción de
las controversias constitucionales; ampliando, con ello, las facultades de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación para conocer de las controversias constitucionales, con
el fin de comprender una variedad de conflictos entre diversos poderes y niveles de
gobierno, incluyendo así un listado de órganos legitimados para plantear este tipo
de medio de control constitucional, ampliando así el espectro de posibilidades para
su promoción.
La Suprema Corte, por lo que respecta a las controversias constitucionales, las
ha definido como el juicio de única instancia que la Federación, un estado, el Distrito
Federal o un municipio plantean ante la Corte para demandar la reparación de un
agravio producido por una norma general o un acto que, en ejercicio excesivo de sus
atribuciones constitucionales, fue responsabilidad de alguno de los órganos de gobierno
citados, lo que conculca el federalismo, el reparto de competencias fijado en la Consti-
tución y la soberanía popular.23
La propia Suprema Corte a nivel jurisprudencial ha ampliado el alcance protec-
tor de dicho medio de control al considerar que en él se pueden aducir violaciones
a cualquier parte del texto fundamental, ya sea a su parte orgánica o dogmática,24 o
bien, violaciones indirectas al texto fundamental siempre que estén vinculadas a la
norma o acto cuya invalidez se demandan.25 El objeto de tutela en la controversia
constitucional es la salvaguarda de la supremacía constitucional.

23
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN, ¿Qué son las controversias constitucionales?, 2ª. ed., Méxi-
co, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2004.
24
Las tesis de jurisprudencia correspondientes son la P./J. 98/99 y P./J. 101/99 cuyos rubros son: “CONTRO-
VERSIA CONSTITUCIONAL. EL CONTROL DE LA REGULARIDAD CONSTITUCIONAL A CARGO DE LA
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN, AUTORIZA EL EXAMEN DE TODO TIPO DE VIOLACIO-
NES A LA CONSTITUCIÓN FEDERAL”. [Pleno. Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, tomo
X, septiembre de 1999, p. 703, y “CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL. LA FINALIDAD DEL CONTROL DE
LA REGULARIDAD CONSTITUCIONAL A CARGO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
INCLUYE TAMBIÉN DE MANERA RELEVANTE EL BIENESTAR DE LA PERSONA HUMANA SUJETA AL
IMPERIO DE LOS ENTES U ÓRGANOS DE PODER”. [Pleno. Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y
su Gaceta, tomo X, septiembre de 1999, p. 708].
25
Ilustra este criterio la tesis de jurisprudencia P./J. 23/97, de rubro: “CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL.
ES PROCEDENTE EL CONCEPTO DE INVALIDEZ POR VIOLACIONES INDIRECTAS A LA CONSTITU-
CIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, SIEMPRE QUE ESTÉN VINCULADAS DE
MODO FUNDAMENTAL CON EL ACTO O LA LEY RECLAMADOS”. [Pleno, Novena Época, Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta, tomo V, abril de 1997, p. 134].
CHRISTIAN G. SEGOVIA 231

V. Legitimación de los organismos constitucionales autónomos


para la promoción de controversias constitucionales

Una vez precisados los antecedentes históricos y naturalezas jurídicas tanto de los
organismos constitucionales autónomos, como de las controversias constitucionales,
procederemos a establecer cómo es que esos organismos cuentan con legitimación
activa para la promoción de ese medio de control constitucional.
Tal y como se desprende del dispositivo constitucional en análisis, se aprecia de
su contenido un listado de entes legitimados para promover las controversias consti-
tucionales, dicho listado debe considerarse como una enunciación de sujetos activos
para su promoción, y no un listado taxativo (restrictivo), pues la intención del Poder
Reformador de la Constitución en la reforma de 1994, al establecer los sujetos legi-
timados, no fue la de diseñar un catálogo de numerus clausus sino la posibilidad de
incorporación a nuevos sujetos para su promoción.
No obstante ello, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha establecido,
mediante una interpretación realizada a la fracción I del artículo 105 constitucional,
que los organismos constitucionales autónomos carecen de legitimación activa para
promover controversias constitucionales, en esencia, por estimar lo siguiente:26

a) Dicho dispositivo hace referencia a un número cerrado y limitado de acto-


res o de entes legitimados para la promoción de una controversia constitu-
cional.
b) Si bien la tesis P. LXXII/98, de rubro “CONTROVERSIA CONSTI-
TUCIONAL. LA TUTELA JURÍDICA DE ESTA ACCIÓN ES LA
PROTECCIÓN DEL ÁMBITO DE ATRIBUCIONES QUE LA LEY
SUPREMA PREVÉ PARA LOS ÓRGANOS ORIGINARIOS DEL ES-
TADO”, prevé que la legitimación activa siempre está vinculada a que se
trate de un órgano originado del Estado, no significa que cualquier órgano,
poder o entidad por el simple hecho de estar enunciado en la Constitución,
o que tenga su origen en ella, e inclusive se delimite ahí su ámbito compe-
tencial, tenga legitimación para promover una controversia constitucional.
c) No obstante que el Instituto Federal Electoral tiene la naturaleza de ór-
gano constitucional autónomo, ello no se traduce en que sea un órgano
originario del Estado, toda vez que el Tribunal Pleno ha señalado que éstos
son aquellos que derivan del sistema federal y del principio de división de
poderes, y entre ellos, indudablemente no encuadran aquellos órganos que
26
Recurso de reclamación 58/2007, cit.
232 REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL

dada la evolución del Estado, se han ido estableciendo con la finalidad de


auxiliar en el ejercicio de ciertas funciones estatales.
d) Cuando se reformó en 1994 el artículo 105 constitucional, ya existían los
órganos constitucionales autónomos, de lo que se concluye que fue vo-
luntad expresa del Constituyente Permanente, no dotarlos de legitimación
activa para promover controversias constitucionales, pues no los incluyó
como órganos legitimados para ello.
e) No corresponde a la Suprema Corte adscribir o ampliar los supuestos de
competencia para conocer controversias constitucionales. Hacerlo consti-
tuiría un acto legislativo, que invadiría atribuciones del Poder Constituyen-
te Permanente.

En cuanto a ello, debe decirse que nuestra Constitución ha realizado una divi-
sión de funciones que excede los tradicionales poderes del Estado, creando nuevos
órganos constitucionales autónomos; por consecuencia, lo congruente es que dichos
órganos puedan defender la autonomía que la propia Constitución les otorga, para
que no permanezcan indefensos, pues de sostenerse lo contrario traería como resul-
tado que las funciones que ejercen dichos órganos que son de trascendencia para el
funcionamiento del Estado, pudieran quedar sojuzgadas por otro poder u órgano, sin
que ello tuviera remedio en sede constitucional.
En cuanto a este punto, el Ministro Cossío Díaz27 ha hecho un cuestionamiento
muy acertado: ¿De qué sirve contar con un derecho si no es factible reclamar su desco-
nocimiento a fin de que una autoridad anule la norma o el acto trasgresor y sancione,
en su caso, a quien hubiere actuado ilícitamente?, pregunta que puede ser trasladada a
los órganos constitucionales, ya que si bien cuentan con reconocida autonomía a nivel
constitucional, al grado de ser colocados fuera de los poderes tradicionales, empero,
esa autonomía no es infranqueable; puede ser vulnerada por otro ente o poder por
el hecho de limitársele acudir a la defensa o salvaguarda de sus intereses por aspectos
meramente formales, cuando lo que está en juego es la subsistencia misma de una
función esencial del Estado.
Es de señalar que la división de poderes no puede seguirse interpretando que
sólo existen los tradicionales tres poderes. El Supremo Poder de la Federación se ha
dividido en más órganos que ejercen funciones fundamentales para el Estado y que,
en atención a la autonomía que en su favor consagra la Norma Fundamental, deben
tener a su alcance la controversia constitucional para poder dar eficacia a su estatuto
constitucional.
27
COSSÍO DÍAZ José Ramón, Bosquejos constitucionales, cit.
CHRISTIAN G. SEGOVIA 233

Ahora bien, como se señaló el catálogo que refiere la fracción I del artículo 105,
no debe entenderse limitativo, sino meramente enunciativo, lo que implica que su
interpretación no debe partir de una forma estrictamente literal, sino que deben con-
graciarse hipótesis de procedencia, que aunque no estén previstas expresamente en el
texto de ese numeral, sean acordes con la finalidad manifiesta de este medio de control
constitucional, que es precisamente salvaguardar la esfera de competencia de los órga-
nos y poderes cuya existencia se prevé en la Constitución Federal.
Así mismo, es de señalar que la interpretación de la Constitución no debe partir
de una hermenéutica gramatical, ya que su contenido debe ser explicitado a través de
todas las herramientas de argumentación jurídica que estén al alcance del intérprete,
como acertadamente lo ha realizado la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en
ocasiones pasadas, en donde a través de un análisis sistemático y teleológico ha am-
pliado no sólo hipótesis de procedencia en las controversias constitucionales, como lo
hizo con los municipios antes de la reforma de 1994,28 sino que ha concluido con fines
de salvaguarda de dicho medio de control, no contenidos en un aspecto textual, como
lo fue la conclusión de que las controversias en su sentido final está la de lograr de
manera relevante el bienestar de la persona humana que se encuentra bajo el imperio
de los Poderes del Estado.29
Interpretaciones que desde luego parten de una interpretación extensiva, aten-
diendo la intención propia del medio de control constitucional, en estudio, desde
luego sin desapartarse a la intención misma del Constituyente Permanente, así como,
en su caso la del legislador ordinario.
Máxime que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha interpretado el artículo
105, fracción I de la Constitución Federal en un sentido amplio, y no de forma es-
tricta y literal, e incluso ha señalado expresamente que el listado establecido en este
precepto, no debe interpretarse en un sentido limitativo que establezca un listado
taxativo de los supuestos que pueden dar lugar a plantear esa vía, sino en armonía con
las normas que establecen el sistema federal y el principio de división de poderes,
con la finalidad de que no queden marginados otros supuestos.30
28
Tesis P./J. 29/2000, Pleno. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, tomo XI, abril de 2000, p. 811, de
rubro: “CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL. LOS MUNICIPIOS TIENEN LEGITIMACIÓN PARA PRO-
MOVERLA EN LOS TÉRMINOS DEL ARTÍCULO 105 CONSTITUCIONAL, REFORMADO POR DECRETO
PUBLICADO EN EL DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN EL TREINTA Y UNO DE DICIEMBRE DE MIL
NOVECIENTOS NOVENTA Y CUATRO; Y ANTES DE LA REFORMA, POR INTERPRETACIÓN JURISPRU-
DENCIAL DE DICHO PRECEPTO, VIGENTE EN ESA ÉPOCA.”
29
Tesis P./J. 101/99, Pleno, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, tomo X, septiembre de 1999, p. 708, de
rubro siguiente: “CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL. LA FINALIDAD DEL CONTROL DE LA REGULA-
RIDAD CONSTITUCIONAL A CARGO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN INCLUYE
TAMBIÉN DE MANERA RELEVANTE EL BIENESTAR DE LA PERSONA HUMANA SUJETA AL IMPERIO DE
LOS ENTES U ÓRGANOS DE PODER.”
30
Tesis de jurisprudencia P./J. 21/2007, de rubro: “CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL. LA FRACCIÓN I
DEL ARTÍCULO 105 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, QUE
PREVÉ LOS ENTES, PODERES U ÓRGANOS LEGITIMADOS PARA PROMOVERLA, NO ES LIMITATIVO”.
234 REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL

Es oportuno señalar que lo anterior parte de la base de elementos y cánones


imprescindibles de interpretación constitucional, conjugados con un saber pruden-
cial tanto argumentativo como retórico, por lo que el advertir supuestos no expre-
samente contemplados en la Constitución, no conlleva una reforma constitucional
cuya actuación está vedada sólo para el Constituyente Permanente, sino propiamente
una integración a través de un ejercicio hermenéutico, justificado en esos cánones
argumentativos elocuentes que se puedan utilizar al respecto, a fin de esclarecer los
supuestos implícitos que nuestro Constituyente previó tácitamente, y que pueden ser
adicionados vía interpretación, dada su congruencia con el propio postulado consti-
tucional y el sistema democrático en que descansa.

Conclusión

Los organismos constitucionales autónomos previstos en la Constitución Política de


los Estados Unidos Mexicanos sí cuentan con legitimación activa para la promoción
de Controversias Constitucionales previstas en la fracción I, del artículo 105 consti-
tucional.

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