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Asimetrías,
tensiones e implicaciones
Alexis Castellanos Escobar1*
Resumen
El presente texto evidencia uno de los debates más intensos de los últimos años con
respecto a los tránsitos, cambios y diversas transformaciones de la sociedad
contemporánea en relación con la tecnología, la comunicación y la política. Estos han
permitido la mudanza de las nociones2 de ciudadanía, como consecuencia a una serie de
crisis, dislocaciones, descentramientos en los Estados y el ingreso de nuevos sujetos en
la esfera pública, sumados a la eclosión de manifestaciones de parte de la sociedad civil.
Se propone una problematización de la noción de ciudadanía y su migración a
ciberciudadanía, también denominada ciudadanía digital. Se revisarán las implicaciones y
tensiones dadas con este desplazamiento y el cómo las configuraciones propias de
nuestro contexto pueden reducir la visión de ciudadanos a consumidores.
*
Diseñador Gráfico de la Universidad Nacional de Colombia y Magíster en Comunicación de la Pontificia
Universidad Javeriana, con conocimiento en el área de Estudios Culturales de la Universidad de Los Andes.
Ha sido ponente en numerosos encuentros académicos a nivel nacional e internacional. Tiene experiencia en
gestión educativa desempeñando cargos de coordinación y dirección en programas académicos. Investigador
en temas de diseño, comunicación, cultura visual, política, estética y tecnologías. Miembro de la Asociación
Latinoamericana de Investigadores en Comunicación ALAIC. Vinculado como tutor en el programa de
Comunicación Social de la Corporación Universitaria Minuto de Dios UNIMINUTO Virtual y a Distancia.
2
Es pertinente hablar de noción(es) en plural de ciudadanía. Por términos de contraste en el ensayo se
hablará de noción en singular, pero con la claridad y conciencia de que no existe una sola eliminando la
diversidad de aristas y apuestas sobre la ciudadanía desde diferentes enfoques, campos y disciplinas.
1
¿Displacement of citizenship to cybercitizenship? Asymmetries, tensions and
implications
Alexis Castellanos Escobar
Abstract
This paper highlights one of the most intense debates in recent years regarding the
transits, changes and transformations of contemporary society regarding technology,
media and politics. These have allowed the transit from the notions of citizenship, due to a
series of crises, dislocations, offsets in the States and the entry of new subjects in the
public sphere, coupled with the emergence of protests from civil society.
A problematization of the notion3 of citizenship and migration to cybercitizenship is
proposed, which is also called digital citizenship. The implications and tensions given to
this shift will be reviewed, as wells as how our own context configurations can reduce the
vision of citizens to consumers.
Key words: changes, technology, communication, politics, citizenship, cybercitizenship
3
It is pertinent to mention notion(s) in plural about citizenship. By contrast in terms of testing it will be
discussed in singular notion, but with the clarity and awareness that is not single, eliminating the diversity of
edges and betting on citizenship from different approaches, fields and disciplines.
2
Ciudadanía: debates clásicos
Gracias a la mutación que ha tenido la política en América Latina, y los debates
inacabados que se han sostenido en la región en los últimos años, el tema es abundante
en perspectivas y diferentes enfoques. Se podría partir de una definición clásica de
ciudadanía elaborada por Thomas H. Marshall4 donde la noción está estrechamente
ligada al surgimiento de los derechos civiles, renglón seguido a la autonomía en la
incidencia política. Pero dados los cambios sociales y los fuertes procesos de
globalización emerge la discusión sobre derechos económicos, sociales y culturales
evidenciando así las crisis y grietas de los gobiernos y la fortaleza de lo transnacional.
Por su parte la filósofa Hannah Arendt alentada por el contexto de la Segunda Guerra
Mundial concibe la ciudadanía como “el derecho a tener derechos” (Hopenhayn, 2005);
mientras que por su parte el debate latinoamericano estará marcado por períodos de
transición, huellas de dictaduras, cambios y reconfiguraciones en la región. Aparecen
nuevas constituciones que bajo nuevos marcos normativos de derechos y deberes
redefinen la noción de ciudadanía. Bajo estos precedentes Evelina Dagnino5 y Martín
Hopenhayn6, centran su mirada a la ciudadanía desde el ámbito sociocultural, logrando un
análisis muy pertinente, consciente con las demandas sociales crecientes y posibilidades
limitadas de una respuesta pública debido a la crisis económica que ha sufrido el
continente. Para Dagnino la ciudadanía es una estrategia política donde la autora da
cuenta de una construcción histórica de la noción. Mientras para Hopenhayn América
Latina es una región desigual y descentrada, además resalta que: “en la medida en que
se redefina la ciudadanía sobre la base de la nueva centralidad de lo cultural en muchos
movimientos de defensa y promoción ciudadanas, lo cultural reemerge de lo político con
mayor fuerza y vocación democrática” (Hopenhayn, 2005). Para MenéndezCarrión7 la
ciudadanía se concibe como una idea, práctica, y campo de reflexión.
4
Para ampliar las apuestas de éste importante sociólogo véase: Marshall, T. (1998). Ciudadanía y clase
social. Madrid: Alianza.
5
Para revisar las propuestas completas de la autora consulte: Dagnino, E. (2008). Los significados de la
ciudadanía en América Latina, en: Chaparro, A.; Salgado, C.; et al. Edit. Estado, Democracia y Populismo en
América Latina. Buenos Aires: CLACSO, Universidad del Rosario.
6
Sobre este autor véase: Hopenhayn, M. (2005), América Latina desigual y descentrada. Buenos Aires:
Norma.
7
Sobre la propuesta puede revisarse: MenéndezCarrión, A. (2003). El lugar de la ciudadanía en los entornos
de hoy. Una mirada desde América Latina, núm. 58, Centro Andino de Acción Popular.
3
Por su parte Adela Cortina la noción de ciudadanía la pondrá a discusión desde: 1) el
conjunto de derechos (lo que la autora menciona como status legal) 2) el conjunto de
responsabilidades (lo denomina como status moral) y 3) la identidad. Este último es un
ingrediente fundamental para la lucha en esa puja cultural que se desarrolla en nuestras
sociedades y que será utilizado a lo largo del capítulo como leitmotiv (Cortina, 1997).
Recordemos también que parte del debate sobre las identidades surge de un
desplazamiento del marxismo y su énfasis económico a la cultura y sus apuestas. La tesis
de la que parte Cortina es: visualizar la ciudadanía como el “vínculo de unión entre grupos
sociales diversos” (Cortina, 1997), además apuesta por una ciudadanía compleja,
pluralista y diferenciada.
Ciberciudadanía: ciudadanía digital
Definida por José Manuel Robles la noción de ciudadano digital, se entiende como “aquel
individuo, ciudadano o no de otra comunidad o Estado, que ejerce la totalidad o parte de
sus derechos políticos o sociales a través de internet, de forma independiente o por medio
de su pertenencia a una comunidad virtual” (Robles, 2009). Noción que está condicionada
por tres factores. El primero es el acceso a internet. En segundo lugar el “ciudadano
digital” debe tener las habilidades de manejo de la tecnología. Por último es importante
que reconozca la utilidad de los servicios ofrecidos por internet.
Estas condiciones básicas, aunque necesarias, son insuficientes para el desarrollo de la
ciudadanía digital o también denominada ciberciudadanía. Según Robles los usos
políticos de internet tienen que ver, principalmente, con cuatro categorías de acciones. La
primera incluye la defensa de derechos políticos o sociales en relación con la
administración pública. En segundo lugar, existe la posibilidad de realizar los trámites
administrativos vía web. La última categoría incluye las actividades ciudadanas, tanto las
que surgen en la red como las que se apoyan en ella, y que tienen como fin la defensa de
derechos.
Según el “Manifiesto del ciudadano digital”8 se enuncian los siguientes derechos del
ciudadano digital:
8
Para una lectura completa puede consultarse: Manifiesto del Ciudadano Digital. (2005), recuperado de:
http://www.madrimasd.org/cienciaysociedad/documentos/doc/ManifiestoCiudadanoDigital.pdf (Consultado:
enero 23 de 2015).
4
Derecho al acceso donde se hace un énfasis en la promoción para que cada ciudadano
tenga acceso a Internet. También hay una preocupación por la infraestructura y la
cobertura en redes.
Derecho de apropiación donde cada ciudadano tiene la posibilidad de lograr las
habilidades adecuadas para el uso de las herramientas y aplicaciones de las tecnologías.
El énfasis aquí es un acceso a la una educación y formación que permita las
capacitaciones pertinentes para utilizar las herramientas y aparatos con la finalidad de
producción de contenidos.
Derecho de la información donde se debe garantizar la seguridad y privacidad de
cualquier información personal difundida a través de la Red.
Ahora bien después de esta pléyade de autores y teóricos, ¿qué implica pensar esto de la
ciberciudadanía o ciudadanía digital? ¿Cuáles son los desafíos que se hacen latentes?
¿Es válido centrar la discusión en el tema de derechos y participación en la Sociedad de
la Información? ¿Se podría hablar de un desplazamiento de la ciudadanía clásica a la
ciudadanía digital?
Asimetrías, tensiones e implicaciones
Introducir el concepto de ciudadanía en el debate de la Sociedad de la Información y la
Comunicación involucra acercarse a aspectos complejos como son las relaciones de
poder en estos nuevos escenarios sociales, además de revisar las posibilidades de la
libertad, igualdad, la justicia y la puja por el conocimiento, la democracia, los deberes y
derechos. Reflexionar sobre la presencia de la ciudadanía digital o ciberciudadanía
también implica que debemos evitar el pensamiento “mágico” que sostiene que el mero
uso de la tecnología solucionará todos los problemas y defectos de la política y sociedad.
Como afirma Alejandro Prince las nuevas tecnologías “no son causa suficiente y menos
causa eficiente” (Finquelievich, 2005). De igual manera se debe zanjar la discusión
polarizada y exacerbada acerca de si la tecnología es buena o mala en sí misma, como
hemos visto en las disputas de tecnófilos y tecnófobos9, donde muchos toman partido con
5
un optimismo desmesurado a pensar en la tecnología y sus aportes como la configuración
de una nueva sociedad, democrática, equitativa e inclusiva (tecno optimistas) mientras
otros con una visión más denuncista y melancólica ven en los artefactos y aparatos
maldad y la llegada del apocalipsis (tecno pesimistas)10.
Se convierte por tanto en un nuevo reto social, cultural y político pensar en la tecnología
desde una perspectiva que la reivindica como parte de una dimensión humana, evitando
la separación que propone el paradigma dualista y con él, sus suscitados problemas
epistémicos y epistemológicos. Uno de los autores cercanos a esta tesis es Pierre Lévy
quien propone en su texto presentado al Consejo de Europa, “Cibercultura”, entender las
implicaciones culturales de las actuales Tecnologías de la Información y las
Comunicaciones (TIC) sus alcances y sus consecuencias. Tanto él, como la investigadora
colombiana Rocío Rueda retoman la relación existente entre el ser humano y la “técnica”,
ya discutida por teóricos desde la filosofía como Régis Debray y el alemán Martin
Heidegger. Los autores Lévy y Rueda también critican la visión “determinista” con la cual
nos acercamos a revisar el tema de la tecnología en relación con los cambios sociales,
económicos y políticos. Cabe anotar que el “determinismo tecnológico” es un modelo de
interpretación unidireccional que separa y distingue la sociedad de la tecnología,
olvidando que la tecnología es un producto cultural y por tanto humano. Los aparatos,
artefactos e instrumentos no son solo productos físicos del desarrollo humano, también
son productos simbólicos, sociales, y con implicaciones económicas y políticas. En
palabras de Lévy existe más bien un “condicionamiento” entre la sociedad y las técnicas;
y hablar del “impacto” es utilizar una metáfora balística donde “la tecnología sería
comparable a un proyectil y la cultura o la sociedad a un blanco viviente” (Lévy, 2007).
Por los argumentos anteriores difiero de la apuesta hecha por María Saffon donde de
entrada es un desfasaje hablar de NTIC como lo menciona en su escrito del 2007: "El
surgimiento y desarrollo reciente de las nuevas tecnologías de la información y la
9
O como señala Gordon Graham, neoludditas frente a los tecnófilos. El neologismo neoluddita lo acuña el
autor basado en Ned Ludd uno de los líderes de las revueltas en las fábricas de Yorkshire y Nottinghamshire
quienes temían que los “nuevos aparatos” pusieran en peligro sus trabajos a comienzos del siglo XIX. Sobre
esta historia y discusión puede revisarse: Graham, G. (1999). Internet una indagación filosófica. Madrid, pp.
1731.
Esta dialéctica entre “tecnooptimistas” y “tecnopesimistas” es una idea que retomo del profesor Mario
10
Morales en: Morales, M. (2010), "Hacia la democratización narrativa. Del hipertexto a la creación colectiva".
Rev. Signo y Pensamiento N° 57, pp. 192 – 215.
6
comunicación (en adelante NTIC) han generado un cambio de gran envergadura en el
panorama global" (Saffon, 2007). Que como bien menciona Carlos Torres "la era de la
información ya no es una novedad, y la letra N con la que inicia la sigla de las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación (NTIC) tiende a desaparecer" (Torres,
2007). Sin lugar a dudas es importante el abordaje del derecho a la comunicación, como
elemento emergente pero el texto carece de espesor en el análisis. Pensar que "los blogs
atribuyen a los ciudadanos la capacidad, antes negada, de crear información" (Saffon,
2007) es reducir las reinvenciones y rediseños que la sociedad civil ha realizado los
últimos 30 años en América Latina.
En una perspectiva más radical se encuentra Armand Mattelart, quien es claro al señalar
como el paradigma “tecnoinformacional” o “tecnoutópico” que ha sido privilegiado para
hablar el discurso de lo digital y los “nuevos medios”, y todo aquello que comienza con el
prefijo “ciber”, (cibercultura, ciberciudadanía, ciberespacio, ciberdemocracia,
ciberderechos) ha permeado los discursos y representaciones, y eso tiene implicaciones
en las lógicas de producción, distribución, circulación y consumo en la sociedad. La
mirada tecnicista y tecnológica difumina los aspectos culturales y sociales, y por ende
también lo políticos. Para Mattelart la tecnología es un artefacto social pero que lleva
consigo toda una tradición ligada a la búsqueda de un lenguaje universal que cohesione y
que subsane la herida y la separación de la “torre de Babel”. El paradigma proclama
libertad e igualdad, al mismo tiempo que jalona inequidades, brechas y desigualdades;
casi de manera paradójica el matrimonio tecnologíacapitalismo ha fomentado la
innovación y creación, pero a su vez la ha ceñido a ese mercantilismo y consumo
desaforado.
Este paradigma que apuesta por una “sociedad de la información y del conocimiento”,
cumple con su cometido de plantear una manera de concebir al mundo que va a repercutir
como bien señala este reconocido sociólogo en la organización del tiempo y el territorio, la
vida social y el Estado. Sobre éste último valdría la pena preguntarse si esa
descentralización de la información, y esos nuevos modelos en red y de negocios
emergentes que hoy se propician por la Internet, sumado a otro tipo de factores sociales,
culturales y tecnológicos ha generado la democratización de la información y la inclusión
de la sociedad civil. Para Armand Mattelart la red es el “arquetipo de organización”
(Mattelart, 2007) y los conceptos en esta “Sociedad de la información” se reducen a lo
instrumental. Este teórico belga es contundente al precisar que “con cada generación
7
técnica el discurso salvífico sobre la promesa de concordia universal, democracia
centralizada, justicia social y prosperidad general. Cada vez, también, se comprobará la
amnesia respecto a la tecnología anterior” (Mattelart, 2007).
Para Néstor GarcíaCanclini vivimos en un tiempo de fracturas y heterogeneidad, de
segmentaciones al interior de las naciones y de comunicaciones fluidas. A pesar de estos
fenómenos existen códigos que nos afirman, pero ya no son únicamente los de clase,
etnia, nación. Frente a la noción de ciudadanía como fenómeno nacional, surge la
ciudadanía cultural (GarcíaCanclini, 1995).
Tristemente la visión de nuestros estados en América Latina es una noción de ciudadanía
cercana a la de consumidor, prueba de ello lo podemos ver en la propuesta del Ministerio
de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones en Colombia, donde se percibe
que existe una preocupación económica, más que una alternativa formativa para los
colombianos. Esto se hace evidente en el concepto de usuario señalado en el
Documento Vivo del Plan Vive Digital, donde se perfila al usuario como: “quienes hacen
uso de las aplicaciones, los servicios y la infraestructura. Es necesario que los usuarios
tengan acceso a las TIC, aprendan a usarlas y se apropien de la tecnología.” (Ministerio
TIC, 2011). Esta visión de ciudadano dentro del conjunto de la propuesta Vive digital,
manifiesta un tipo de ciudadano, el cual es señalado como parte de una cadena de
consumo dentro del sistema comercial de tecnologías de información, por un lado. Por
otra parte, señalando su importancia, indica la necesidad de éste, de hacer uso del
conjunto de artefactos e instrumentos tecnológicos involucrados en dicho sistema y que
suministran ciertas empresas.
En el fondo se está señalando algo que a continuación y dentro del mismo párrafo se
puede constatar y es que se nos plantea la visión de un “ciudadano consumidor”:
“Entre más personas usen la tecnología, se generará una mayor demanda de
aplicaciones y servicios, que estimulará el ecosistema digital. Así mismo, entre
más aplicaciones y contenidos digitales locales útiles existan, más usuarios se
8
sentirán motivados a adquirir aplicaciones y servicios, y esto, a su vez, generará
demanda” (Ministerio TIC, 2011).
En este sentido, la propuesta está centrada en un carácter económico más que formativo
y educacional que busca es responder a las lógicas del mercado haciendo caso omiso de
la realidad sociocultural del país, en la cual las necesidades básicas (alimentación, salud,
educación) aún están en búsqueda de solución y en materia de brecha digital y cultural
están presentes.
Los intereses que se encuentran en esta propuesta de carácter formativo están montados
sobre el esquema de consumodemandaproducción realmente responden a un perfil de
usuario: el recolector de información. Como consecuencia de ello, el consumo ha alterado
la manera de asumir la ciudadanía, puesto que la identidad se está configurando en
nuestras sociedades a partir del consumo. Ya no prima lo étnico o los rasgos nacionales,
y la ciudadanía se reduce a una cuestión “política” que en su visión más estrecha se limita
al voto.
Epílogo
La noción de ciudadanía ha tenido una apertura importante en los últimos años como
consecuencia del desarrollo social, estatal y como respuesta de la academia y sus
reflexiones teóricas. Por tanto la ciudadanía ya no sólo se articula en base a tres
condiciones fundamentales como lo son 1) el acceso: criterios y normas que determinan
la entrada del individuo a la vida pública; 2) pertenencia: derechos y obligaciones que
adquiere el individuo; 3) Participación: mecanismos de participación política y social. Por
tanto la discusión no se reduce a una "brecha digital".
La ciudadanía digital, requiere, estrategias de desarrollo, voluntad política, infraestructura,
fomento del acceso y capacitación más en un país donde las desigualdades sociales y
políticas han sido la constante, intentar construir “ciudadanía” ha sido difícil, el
consolidado que se ha logrado en esta perspectiva ha sido más del proteccionismo pero
aún carece de una base más sólida, y de políticas más de fondo y de estructura que
permitan la configuración de sujetos con esta visión clara. Este transcurrir incipiente nos
ha llevado a que primen los intereses particulares y el individualismo, pocas apuestas a la
educación y la escuela que generen estrategias que permiten la inclusión y la
9
participación de la sociedad que allí se está construyendo, para que a futuro incida de
manera pertinente en la decisión, acción e implementación de políticas públicas más
claras y que piensen en un bien común. Sin este tipo de espacios, decisiones, buenas
voluntades y políticas públicas, seguiremos bajo una ciudadanía desdibujada y casi
ausente, en una sociedad acrítica que no ha fomentado los debates, ni ha tenido la
repercusión en las políticas del país. En síntesis una verdadera ciudadanía “digital” sería
el resultado de un proceso y político social verdadero.
10
Referencias
Castells, M. (2006). La era de la información. Economía, Sociedad y Cultura. México:
Siglo XXI.
Cortina, A. (1997). Ciudadanos del mundo. Hacia una teoría de la ciudadanía. Madrid:
Alianza.
Dagnino, E. (2008). Los significados de la ciudadanía en América Latina, en: Chaparro,
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Finquelievich, S. (2005). Desarrollo local en la sociedad de la información. Buenos Aires:
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Mattelart, A. (2007). Historia de la sociedad de la información. Barcelona: Paidós.
MenéndezCarrión, A. (2003). El lugar de la ciudadanía en los entornos de hoy. Una
mirada desde América Latina”, núm. 58, Centro Andino de Acción Popular.
Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, (2011), "Documento
Vivo del Plan Vive Digital", [en línea], recuperado de:
http://es.slideshare.net/Ministerio_TIC/vivedigital11373367 (Consultado: enero 23
de 2015).
11
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colectiva. Signo y Pensamiento N° 57, Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana,
pp. 192 – 215.
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Roszak, T. (2005). El culto a la información. Un tratado sobre alta tecnología, inteligencia
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Saffón, M. (2007). El Derecho a la Comunicación: un derecho emergente. En: Centro de
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Torres, C. (2007). Hipermedia como narrativa web posibilidades desde la periferia, en
Signo y Pensamiento, enerojunio, año/vol. XXVI, número 050, Bogotá: Pontificia
Universidad Javeriana, pp. 148159.
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