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Si observamos cómo se han ido resolviendo las fallas en las industrias vemos que, al
principio, con la aparición de las primeras máquinas, eran los propios usuarios quienes
realizaban las reparaciones. La técnica no estaba tan evolucionada y las intervenciones se
realizaban tras la falla o cuando ésta estaba a punto de producirse. La responsabilidad de la
producción y del buen funcionamiento recaía sobre el propio operador de la máquina.
Con el aumento del tamaño de las fábricas y viendo la importancia que suponía el
mantenimiento de las instalaciones, los talleres se fueron integrando dentro de las
organizaciones. Se empezó a diferenciar entre personal de producción y personal de
mantenimiento. Como consecuencia, el de producción intervenía cada vez menos en la
ejecución de las reparaciones.
A partir de los años setenta y con las crisis económicas, Mantenimiento debe hacer
un esfuerzo para reducir costos. Las organizaciones y métodos de trabajo se comienzan a
estudiar no sólo bajo el punto de vista técnico, sino también bajo el económico.
Todos tenemos clara la idea de que una empresa crea un producto porque existe
una serie de clientes a los que les interesa. Cuanto más se adapte este producto a sus
necesidades más satisfechos estarán, atrayendo a nuevos clientes. El éxito de muchos
productos se basa en estudiar tanto las necesidades de los clientes para poder lograr su
satisfacción, como el proceso productivo para lograr el máximo beneficio. Cuando hablamos
de producto nos referimos tanto a un servicio como a cualquier objeto y cuando hablamos de
clientes nos referimos a quien recibe el producto.
Empezaremos por definir qué es una falla, más tarde los diferentes tipos y las
clasificaciones que podemos hacer de ellas.
A nivel industrial se suele entender como falla aquello que impide que la instalación
mantenga el nivel productivo. Esta idea debemos ampliarla a las fallas que ocasionan falta de
calidad del producto, falta de seguridad, pérdidas energéticas y contaminación ambiental.
Los equipos deben ser capaces de alcanzar la producción para la que se diseñaron
pero, además, deben hacer el producto que se esperaba. Si la calidad del producto depende
del estado de la instalación, cualquier hecho que haga descender esta calidad será
igualmente una falla.
Por otra parte, si el estado de las máquinas puede ocasionar algún riesgo para las
personas o el resto de la instalación, también debe considerarse como una falla.
Con lo dicho hasta ahora, nos encontramos ante una primera clasificación de las
fallas: las que afectan directamente al producto (cantidad-calidad) y las que afectan al
entorno (seguridad-medio ambiente). En la práctica nos encontramos con fallas que pueden
ser combinación de varios de estos tipos.
Hemos hablado hasta ahora de las fallas y sus diferentes clasificaciones. Nos interesa
conocer también qué relación existe entre el tiempo de uso y la aparición de las fallas. La
teoría más desarrollada sobre la falla es la probabilística, con el concepto de confiabilidad.
Para poder llevar esta definición a la práctica nos vemos obligados a definir
perfectamente el fallo y a controlar las variaciones en las condiciones de trabajo. El intervalo
de tiempo que fijamos puede ser sustituido por el número de ciclos u operaciones que realice
el sistema pero, en cualquier caso, debemos disponer de un contador. Si falta rigurosidad en
la definición o medición de cualquiera de estos parámetros, difícilmente obtendremos unos
resultados válidos.
La segunda zona de la
gráfica se caracteriza por un
índice de falla constante o
normal, se denomina vida útil
del equipo o madurez. Las
averías que se producen
durante este intervalo suelen
ser aleatorias y las causas que
las originan son sobrecargas,
mal empleo de la instalación y
variaciones en las condiciones
de trabajo del equipo.
Por último, tenemos la zona de envejecimiento y/o desgaste donde el índice de fallas
pasa a ser creciente. Las fallas provienen principalmente de los desgastes y de las
degradaciones.
Este tipo de curvas será más o menos alargado en el tiempo en función del equipo a
que corresponda. Para los equipos puramente mecánicos el desgaste comienza desde la
puesta en marcha, por lo que la zona de vida útil tenderá a ser creciente y no muy larga. Los
equipos eléctricos presentan, sin embargo, una vida útil proporcionalmente más larga.
• Análisis de datos: Utilizan los datos que se han recogido para buscar patrones,
tendencias y otras diferencias que puedan sugerir, apoyar o rechazar teorías sobre
las causas de los problemas.
• Análisis de procesos: Examinan a fondo los principales procesos que intentan
cumplir con los requisitos de cliente para identificar su tiempo de ciclo, retrabajo,
tiempos muertos y otros pasos similares que no añadan valor para el cliente.
Cualquiera que sea el camino que elija, existen tres etapas para el análisis de las
causas:
1. Exploración: Investigar los datos y/o el proceso con la mente abierta para ver
qué puede aprender sobre ellos.
2. Generación de hipótesis sobre las causas: Utilizar sus nuevos conocimientos
para identificar las causas más probables de los problemas.
3. Verificación o eliminación de las causas: Utilizar los datos, la experimenta-
ción o un análisis más detallado del proceso para comprobar cuáles de las po-
tenciales causas contribuyen de manera significativa a los problemas.
Aunque es muy fácil representar estas tres etapas de manera secuencial en la tabla
siguiente, en la realidad no está siempre tan claro. Es posible que un equipo de mejora tenga
ya algunas teorías antes de comenzar la primera exploración; por el contrario, si tiene
problemas a la hora de generar teorías, es posible que tenga que retroceder de nuevo a la
etapa de exploración, etc. En realidad, la mayor parte de los equipos tendrán que pasar por
Herramientas: Herramientas:
Gráficos de Pareto Diagrama de flujo básico.
Patrones de Fallas Diagrama de flujo de despliegue.
Histogramas
Gráficos de Tendencia
Estrategia: Estrategia:
Utilizar todo lo aprendido en la fase de Utilizar los mapas de proceso para identificar
Gereneración de hipótesis
exploración para generar ideas sobre la causa áreas donde no estén claras las etapas del
de los probemas. proceso, las responsabilidades, las salidas,
etc., o donde no produzcan un valor añadido
para el cliente. Analice el proceso para
determinar qué etapas añaden valor y cuáles
sólo añaden costos.
Herramientas: Herramientas:
Tormenta de ideas. Tormenta de ideas.
Diagramas causa-efecto. Análisis de valor
Diagrama de Relaciones
Análisis de causa-raíz
Estrategia: Estrategia:
Recoger datos adicionales o utilizar un Recoger nuevos datos para cuantificar los
Varificación de las causas
experimento o prueba piloto para comprobar si retrasos o las pérdidas de tiempo en algunas
las sospechas se confirman etapas del proceso. Introduzca algunos
cambios en el proceso para comprobar si los
problemas desaparecen. Hágalo a pequeña
escala por si no funciona como espera
Herramientas; Herramientas:
Diagramas de dispersión. Herramientas de recogida de datos.
Versiones estratificadas de las herramientas Mapas y documentación de los procesos
de «Exploración»
Incluso en el caso de que tenga que recorrer estas etapas en otro orden o que deba
repetir alguna de ellas, tener claro cuál es su objetivo en cada momento será de gran ayuda
para mantener sus reuniones controladas: «Estamos aquí para generar teorías sobre las
causas»... «Estamos aquí para discutir cómo podemos verificar las tres causas»... «La
reunión de hoy se centrará en cómo vamos a analizar los datos».
Las herramientas que se utilizan de forma más habitual en esta etapa son el
diagrama causa-efecto, el diagrama de relaciones y el análisis causas-raíz. Todas ayudarán a
su equipo a asegurarse de que ha conseguido aislar las causas ocultas o raíz del problema.
Dos comentarios importantes sobre estas herramientas:
Cada año, la industria americana gasta bastante más de $500 mil millones de dólares
en el mantenimiento de las plantas y sus operaciones. Un estimado 80% de ese dinero se
gastan en corregir fallas crónicas en las máquinas y sistemas así como errores humanos.
Solo eliminando estas fallas crónicas, puede reducir el costo de mantenimiento entre
un 40% y un 60%. Estos ahorros que alcanzarían hasta $250 mil millones de dólares cada
año, se pueden realizar sin necesidad de grandes reestructuraciones internas, o despidos de
gente o sacrificios en la calidad del producto. Lo que sí se necesita es hacer cambios en las
actitudes y formas de pensar acerca de los procedimientos aplicados en el mantenimiento de
la planta cada día.
Estos hombres y mujeres son quienes mantienen las plantas operando, su trabajo es
vital para la eficiencia y productividad, sin embargo se pasan una gran parte de su tiempo
corrigiendo desviaciones del proceso normal y componiendo fallas crónicas que se han
convertido en rutina normal. Con frecuencia desperdician también su tiempo cumpliendo con
requerimientos, reportes y procesos administrativos que están fuera de actualidad.
Esta pérdida de recursos corporativos es causada en gran parte por una aceptación o
tolerancia de esas rutinas equivocadas. Es un paradigma de auto-limitación que establece
absurdos conceptos como: "Las máquinas se descomponen", "La gente comete errores", "Los
sistemas fallan". Se acepta porque así ha sido a través de mucho tiempo. Si nos atrevemos a
enfrentar estas creencias obsoletas, si comenzamos a eliminar fallas innecesarias e
injustificadas, nuestros gerentes podrán incrementar su productividad, reducir tiempos
perdidos y aumentar dramáticamente las utilidades para beneficio de todos.
No estamos hablando de esas esporádicas catástrofes que aunque son muy costosas,
se les atiende con gran énfasis y se determinan, a veces mediante profundas investigaciones,
las causas raíz, o causas originales y luego se procede a mejorar el proceso, tal vez mediante
el rediseño, y generalmente se evita su recurrencia.
Precisamente porque no suceden con frecuencia, aún cuando su costo puede ser
muy alto, éste se amortiza a través de varios años. Por otro lado, las fallas deben ser
evaluadas no solo en base a la gravedad o a la frecuencia, sino por la mezcla de ambas
características, a esta mezcla la llamaremos Riesgo o como otros también lo denominan
“Criticidad”. Hay fallas de alta criticidad asociadas al hecho una alta gravedad con alta
Se podría decir que al corregir esas fallas se vuelve a la tranquilidad del "Status
Quo", sin embargo, al corregir de raíz las fallas de mediana y alta criticidad, se consigue
elevar ese "estatus quo" a un nivel de más alta productividad, asegurar la calidad e
incrementar los niveles de competitividad.
Una vez que logramos rechazar la idea de que "las fallas son inevitables", se nos
presentan estas interrogantes:
¿Cuáles son las acciones que traerán consigo el cambio productivo? El primer
paso es identificar las oportunidades de mejoramiento.
¿Dónde están ocurriendo esas fallas de alto y mediano riesgo o criticidad y
cuáles representan el mayor potencial de reducción posibilidades de accidentes y
costos?. Aquí se pudiera aplicar el famoso principio de la "Ley de Pareto", donde
un bajo % de las fallas son responsables de una gran cantidad de las pérdidas.
Establecer un correcto procedimiento en esos casos, nos dará gran efectividad,
el alto porcentaje restante de los problemas corresponde a causas poco
impactantes, las cuales se deberán atender también llegada la oportunidad.
¿Cuáles primero?
60
Riesgo
50
20
10
0
Tipos de Fallas
Una vez definido el orden de actuación lo que compete es actuar sobre las
verdaderas causas y según la metodología del Análisis de Causas Raíz estas ocurren en tres
niveles principales:
Con demasiada frecuencia, los gerentes están más preocupados por reanudar el
trabajo que en identificar las causas reales de una falla crítica. Su pregunta es ¿Qué tan
pronto? En vez de ¿Por qué?