PETER Burke ea
Los historiadores y los soci6logos no son siempre
buenos vecinos. Sin duds son vecinos intleetuaes en el
sentido de que ambasdisciplias, junto con la antropolo-
seal edn sociedad econ cds
fipos de comportamiento humane. La socilogia puede
‘efinise como el estudio del sociedad humans, ponien-
do el acento en las generalizacioes sobre su estructur.
‘La historia puede definite como el estudio de las socie-
dades humana, destacando la diferencias que hay entre
ells y los cambios que se han producido en cada unaa lo
largo del dempo. Los dos enfogues soa claramence com=
plemenearios. cambio ese estrucaradoy ls extracts
fas cambian, Solo comparando una sociedad dererminada
‘on otras podemos descubrie en que aspectos es socie=
dad es snica.
‘Cada dsciplna puede ayuda la ota librase de una
> cierta fimitaciOn, Los histriadores corren este resgo en
tn sentido mis literal. Al espeializare en wn émbico y
tn periodo determinados, pueden llegar a considerar 80‘binacién Ginica de elementos con parslelos en otros &mbi-
‘0s. Los socidlogos estin limitados en un sentido mis
necaforico: la suya es una limitacién de época, mis que
de espacio, siempre que generalizan sobre Ia «sociedad»
basindose ‘inicamente en la experiencia contemporinea,
o-explican el cambio social eomando un periodo de teines
sot por semplo, sin obverar los procesos «lego
plizo.
Tanto los socidlogos como los hisworiadores ven la aja
en el ojo de su vecino, Por desgracia, cada grupo tiende
a percbir al otro en eéeminos escereotipados. En Gran
Bretaiaal menos, muchos historiadores todavia conside-
ran alos soci6logos como personas que exponen lo abvio
‘en una jerga birbara y abscracra, que catecen del sentido
del tiempo y del lugar, aprisionan 2 los individuos en
categoras rigidas y, para colmo, creen que estas activida-
des son scientificass. Por su parte, os socidlogos ven a
los historiadores como miopes aficionados que recogen
datos sin método, cuya vaguedad sélo es comparable asa
ineapacidad. para analizarlos. En resumen, a pesat de la
cexistencia de algunos bilingties, cuya obra se mencionaré
cn las péginas siguientes, los socidlogos y los historiado-
res no hablan la misma lengua. Su dislogo, como ha
sefialado el historiador francés Fernand Braudel, suele ser
tum adidlogo de sordoss.
Puede ser util observar 2 los historiadores y a los
sociélogos desde el punco de vista sociol6gico, verles no
s6lo como distineas profesiones, sino también como dis-
tintas subculcuras, con sus propior lenguaje, valores
formas de pensar, reforzados por sus rerpectivos proce
sos de aprendizaje 0 «socializacién~, Los sociélogor
aprenden 2 acudie a las tablasy las cifeas, mientras que
‘nachos historiadores las evitan e intentan exponer sus
conelusiones en palabras. Las socidlogos aprenden a
IPO» como seretorio Unio, 4s que-come una com
‘ibu de los historiadores y fade los antropSlogos'.
2, Desde un punto de vista histérico, esté claro que las
‘dos pactessufzen de anaeronismo, Parece que los soci6lo-
os piensan que la historia todavia esti en la fase de
Ranke, aarrativa sin andlsis; mieneras que para los histo-
riadores es como si fa socidlogia todavia estuviera en la
fase de Comte, grandes generalizaciones sin invesigacion
‘empirica. Ambas disciplinas han cambiado en gran medi
da desde mediados del siglo x1x. ¢Cémo y por qué se
desarroliaron las dos subculturas? La euestin es histSrica
y en Ia siguieace secciSn incentaré darle una respuesta
historica. Sera una respuesta provisional, puesto que to-
ddavia no se a escrito una historia verdaderamence histS-
rica de la sociologia?
La diferenciacion de ta bstoriay le sociologia
En el siglo Xvi no habia dispueas entre los sociélogos
y los historiadores por una razéa simple y obvia: la
Sociologia no existia como disciplina separada, Desde
entonces, los socidlogos han ceivindicado a Montesquieu,
a Adam Ferguson y a Joha Millar; realmente, algunas
veces se los describe como los «padres fundadoress de la
sociologia. Esta exiqueea puede ser equivaca (como cuaa-
do se aplics a Marx, a Durkheim o a Weber), porque da I
£ Coha, 1962; Erikson, 1970; Desing, 1971-3
* Dara la pate bricniea dels historia, wéase Burrow, 1966;
‘Calin 1978iampresin de que esos hombres intentaban encontrar uaa
‘nueva disciplina. Ellos nunca expresaron esa incencién.
Podela ser menos equivoco describir a Montesquieu, 2
Ferguson y 2 Millar como te6ricos sociales, porque El
cexpirion de las leyes (1748), el Ensayo sobre le historia de la
sociedad civil (1767) y Observations on the Distinction of
Ranks (+Observaciones sobre ls discinci6n de rangos»)
(171) son obras comparativas, analiticas y no se ocu-
ppan tanto de fs teoria polities como de la social, «la fi-
losofia de la saciedad> como la denominé Millar. No
‘obstante, también se les podria considecar historiadores
analiticos 0, usando e término del siglo xvi, historiado~
+83 efilos6ficoss, Los tres omaron sus ejempios de la his-
toria y escribizron monografias historicas: Montesquieu
sobre la grandeza y Ia decadencia de Roma, Ferguson
sobre el sdesarrollo y fin de Ia Repablica Romanae, y
Millar sobre la relacion entre el gobierno y la sociedad
desde la épocs de los anglossjones hasta al reinado de
Isabel I. En su generacign, una serie de eserivores estaban
volviendo la espalda 2 la politica y a la guerra, el tema
tradicional de la historia, para interesarse por las leyes y
{as costumbres («modos» como ellos Iss lamaban), el
comercio y las artes. Por ejemplo, el Ensayo sobre las
costumbres (1756) de Volesire trataba dela vida socal en
Europa desde la époce de Carlomnagno. El ensayo de
Voltaire no estaba basado directamente en las fuentes,
pero era una sincesis original y atrevida. Por el contrario,
la History of Omabrick («tiscoria de Osaabricke)
(1768) de Justus Maser no era sino una historia local
ceudita, eseriea a partir de documentos originales. No
‘obscante, Méser también habia leido a Montesquieu y
esto le indujo a relacionar las instvuciones de Wesefalia
on $4 entorno en vno de los primeros ejemplos de la
contribucin de la ceoria social a [a investigacion hist6xi~
2, Decline and Fall (sDecadencia y caida») (el primer
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> Nisbet, 1969, capitulo 6.