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Las estadísticas de los últimos años en EEUU se hacen teniendo en cuenta factores
antes olvidados. Y las conclusiones son sorprendentes
Lo cuenta Conor Friedersdorf en 'The Atlantic', quien explica que allí, como aquí,
la violación se entiende sobre todo como el acceso sexual a una mujer a la fuerza y en
contra de su voluntad. La RAE define hoy "tener acceso carnal con alguien en contra de
su voluntad", pero en casi todas las menciones a la violación, en manifestaciones,
proyectos legales, servicios sociales, etc., se da por hecho que partimos de un escenario
de poder incontestable del hombre y que el agresor es apabullantemente masculino. En
cualquier debate sobre la cuestión no falta quien cree que, por naturaleza, las mujeres
no violan.
Si ser obligado a penetrar a otro (por ejemplo, a punta de arma blanca) es violación, el
violador no tiene por qué ser un hombre
El problema (para nuestros prejuicios) es que si ser obligado a penetrar a otro (por
ejemplo, a punta de arma blanca) es violación, el violador no tiene por qué ser un
hombre. ¿En qué proporción es una mujer, si es que ello sucedenbsp;
La compasión no se acaba
La periodista Hanna Rosin es la autora de 'Cuando los hombres son violados', una
revisión de un estudio de Stemple, llamado 'Los abusos contra hombres en América,
nuevos datos que desafían los viejos prejuicios', publicado en 'American Journal of
Public Health' y que contaba con la colaboración de Ilan Meyer. Allí decía Rosin: "En
algunas formas de acoso, hombres y mujeres tienen experiencias básicamente
iguales".
Stemple, explica Friedersdorf, tiene un largo historial feminista y comprende
plenamente que los hombres han usado históricamente la violencia sexual para subyugar
a las mujeres y que en la mayoría de los países aún lo hacen. Tal como ella lo ve, el
feminismo ha luchado mucho y muy duro para luchar contra los mitos de la violación -
que si una mujer es violada es, de alguna manera, culpa suya, que ella lo consentía
de alguna forma...-. "Pero hace falta que abramos ese mismo debate con los hombres".
Entonces, ¿hay que dejar de considerar el machismo o la violación a mujeres una lacra
horrible? No hay duda de que no para Stemple, y es que, en sus palabras, "la compasión
no es un recurso finito". Podemos abrir nuestro corazón y ser comprensivos con los
hombres sin que eso reste ni un ápice de nuestra consideración hacia las víctimas
mujeres.
Otro estudio, que también cuenta con Lara Stemple y Ilan H. Meyer entre sus autores, es
el reciente 'Abuso sexual cometido por mujeres: los datos federales revelan una
prevalencia sorprendente'. Estos datos oficiales confirmaron que era bastante común.
Entre las conclusiones se puede leer: "Los estereotipos de género interfieren con el
complejo proceso de entendimiento de los crímenes sexuales. Los enfoques feministas
más extendidos pueden ensombrecer la luz de esta realidad".
¿Cómo?
¿Las mujeres acosan y es comúnnbsp;¿Cuáles son los números detrás de tan chocantes
conclusiones? Los investigadores continúan desgranando datos: si bien es cierto que,
durante su vida, es mucho más probable que una mujer experimente abusos sexuales
con penetración cometidos por un hombre, también hay hombres que son implicados en
estos actos sin su consentimiento. Lo sorprendente es que, en esos casos, la mayoría de
abusadores no son otros hombres. Concretamente en el 68% de las veces las agresoras
fueron mujeres, según los datos extraídos de 'The National Intimate Partner and Sexual
Violence Survey', una estadística dirigida por los Centros para el Control y Prevención
de Enfermedades.
Es posible que ahora vengan a la mente de muchos todas esas situaciones confusas,
ambiguas, en que las culpas podrían parecer repartidas. Igual que algunos insinúan que
una falda corta o una invitación a casa es, de alguna forma, un atenuante para violar a
una mujer, a otros les puede dar la sensación de que esos hombres que denuncian
exageran. Quizá ellos dieron señales confusas, quizá se podían defender y no lo
hicieron, quizá querían pero se arrepintieron cuando ya había comenzado la relación
sexual...
Pero las agresiones no siempre son leves. La siguiente fuente que consultaron también
tiene bastante credibilidad; se trata de la Encuesta de Crímenes Sexuales Nacional
estadounidense, 'National Crime Victimization Survey', que se encarga en concreto de
los crímenes sexuales violentos. Analizando los datos de esta encuesta de los años 2010
a 2013, los autores encontraron que un 28% de incidentes de asalto sexual contra
hombres se achacaron a agresoras en solitario. Un 4,1% de las veces, las mujeres
agredidas lo habían sido por otras mujeres. Y quizá el dato más sorprendente: hasta un
34,7% de las agresiones violentas contra hombres fueron perpretadas por mujeres.
Si el procedimiento ha sido objetivo y se han hecho bien las cuentas, nos queda mucho
camino por recorrer para adaptarnos a esta realidad.
Hay un prejuicio extendido que es obviamente falso: que los hombres están siempre
preparados para aprovechar cualquier oportunidad sexual
Si optamos por no confiar de entrada en los testimonios de las víctimas, quizá demos
más crédito a las declaraciones de los propios abusadores. En un estudio de 2012 con
datos del 'U.S. Census Bureau', que analizaba los asaltos sexuales, se contó con una
muestra de 43.000 adultos, hombres y mujeres, a los que se preguntó si alguna vez
habían abusado sexualmente de alguien, obligándolo a tener relaciones contra su
voluntad. El 56,4% de los que contestaron que sí eran hombres. El 43,6 restante, cerca
de la mitad de la muestra, eran mujeres.
¿Cómo puede ser entonces que se denuncien tan poconbsp;El periodista de 'The
Atlantic' referencia varios estudios que podrían explicarlo. Por un lado, las víctimas de
abusos sexuales en la infancia, niños y niñas, tienden a ocultar los asaltos cometidos
por mujeres. Lo perturbador que les resulta informar de un abuso por parte de una
mujer puede hacer que digan que quien lo ha hecho ha sido un hombre, aunque no sea
verdad. Otro motivo es la hombría herida, relacionada con los estereotipos de género.
Hay un prejuicio extendido que es obviamente falso: que los hombres están siempre
preparados para aprovechar cualquier oportunidad sexual. Si una mujer acosa a un
hombre, él puede interpretarlo después de una forma que encaje con esa idea
preconcebida y negarse lo sucedido, viéndolo como un rito de paso del que
debe enorgullecerse. Además, según van dejando atrás la infancia y entrando en la
adolescencia, es común que se les culpe por los encuentros con mujeres adultas,
desconfiando de cualquier versión que contradiga la tradicional.
Según este nuevo estudio, las mujeres pueden ser "manipuladoras, dominantes, e
incluso violentas" en lo sexual y estar implicadas en "un amplio espectro de actos de
abuso sexual". Los autores creen que estos casos están "minimizados por los
profesionales de salud mental, asistencia social, salud pública y leyes" y que ello es
totalmente compatible con una visión feminista que busque la igualdad y el fin del
dolor de las víctimas femeninas. De hecho, denuncian, "el heterosexismo puede hacer
que las víctimas lesbianas sean invisibles". La meta, una lucha contra las agresiones que
no deje a nadie fuera y que no trate de forma diferente a los distintos sexos.
En España es hoy bastante difícil acceder a estos números. Incluso en las estadísticas
oficiales sobre hombres agredidos sexualmente o asesinados que se publican, es
complicado averiguar cuántas de las perpetradoras son mujeres. ¿Es necesario
cambiar el enfoque? Solo un detenido análisis de los datos podrá confirmarlo.