Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Cristóbal Videla-Hintze
10 de febrero de 1973
Como gerente de una empresa grande, Pérez Cruz, actúa determinado por su
función de administrador del capital, lo que Carlos Marx llamaba actuar como
burgués. Lo importante aquí es recalcar que la conducta de ese señor no está
determinada por su psicología, sino por la función de administrador del capital;
la psicología juega su rol cuando Peña habla de “la escena ridícula y
vergonzante”, juicio en el que concordamos, pero no es lo relevante.
Por otra parte, “las tres mujeres” agraviadas y acosadas por este energúmeno, si
bien son ciudadanas, en su función económica en la sociedad, no cabe duda que
son trabajadoras, es decir, están desposeídas de la propiedad privada de bienes
productivos, pero no necesariamente desposeídas de bienes privados, por
ejemplo, alguna de ellas puede, casi con seguridad, ser propietaria de una casa
habitación. Entonces, la división de Peña es confusa, pues tanto Pérez Cruz
como una de sus víctimas serían “propietarios”, pero en sentidos radicalmente
dintintos: uno, el bruto, es propietario del capital, que por definición genera
ganancias, que Carlos Marx analíticamente llamaba plus-valor; y una de las
víctimas, es propietaria de un bien de uso privado, su casa habitación, que
seguramente ha pagado con un sacrificio de largos años de endeudamiento.
¡Puchas! Se complica la cosa: los rotos “sienten” que tienen derechos que
amenazan a los dueños del capital. Aquí está la cuestión: ¿hay derechos o no?
¿los derechos los tenemos como seres humanos o los “sentimos”? ¿”Personas
alérgicas a la propiedad privada”?
Don Carlos Peña en su tarea mercurial puede lograr confundir a más de uno que
su retórica es correcta y esto lo lograra en la medida que sea capaz de confundor
la mente de los trabajadores. Los socialistas y comunistas somos “alérgicos a la
propiedad privada” o luchamos contra la “propiedad privada de los medios de
producción”. Pero nunca he pensado que mi cepillo de dientes lo puedan usar
otras personas, ni siquiera mi pareja.
Para cerrar por hoy, entonces, podemos decir que la cuestión no es entre
propietarios y cidadanos, sino entre capitalistas y trabajadores, y que nunca
hemos puesto en duda la “propiedad privada” sino que la “propiedad privada de
los medios de producción”, y que la discusión no es sobre los aspectos
psicológicos de los participantes, sino que sobre el modo de dominación de una
clase a la otra, en tres palabras, ¿capitalismo o socialismo?