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Coleccion: Gaceta Penal - Tomo 54 - Numero 26 - Mes-Ano: 12_2013

EL JUZGAMIENTO Y LA CONDENA DEL IMPUTADO


SIN SU PRESENCIA FÍSICA CONFORME AL NUEVO
CÓDIGO PROCESAL PENAL
Fernando Vicente NÚÑEZ PÉREZ *

[-]

CRITERIO DEL AUTOR

El autor desarrolla la trascendencia de la presencia del imputado durante el


juzgamiento y la audiencia de lectura de sentencia condenatoria en el marco del nuevo
modelo procesal. Así, sobre la base de una diversidad de pronunciamientos de la
jurisprudencia nacional, examina los distintos escenarios que pueden suscitarse por la
ausencia del imputado en estas etapas procesales. Considera, al respecto, que es
importante la presencia del imputado en caso de una condena privativa de libertad
efectiva para que el juez pueda merituar si impone medidas restrictivas como
comparecencia o dispone la inmediata ejecución de la sentencia.

MARCO NORMATIVO

 Código Procesal Penal de 2004: arts. 288, 396, 423 y 424.

I.LA IMPORTANCIA DEL TEMA

El juzgamiento y la condena del imputado sin su presencia física es una de las


novedades que introduce el nuevo Código Procesal Penal a través del proceso penal
común, tanto en primera como segunda instancia; existiendo un nivel de polémica,
discrepancia y contradicción respecto a su operatividad en el ámbito del proceso por
delitos de ejercicio privado de la acción penal y del proceso por faltas.

Nuestra Corte Suprema ha tenido la oportunidad de pronunciarse sobre este tema en


la sentencia de Casación N° 183-2011-Huaura, del 5 de setiembre de 2012, y en el
precedente vinculante derivado del Recurso de Nulidad N° 4040-2011-Lima, del 29 de
noviembre de 2012, rechazando la posibilidad de que ello vulnera la prohibición de la
condena en ausencia prescrita en la Constitución Política1 2.

Estos pronunciamientos jurisprudenciales serán materia de análisis y de comentario en


el presente artículo, sin perjuicio de que actualmente se viene debatiendo en la
doctrina si la presencia física del imputado se puede convalidar o sustentar en forma
virtual3.

II.EL JUZGAMIENTO EN SEDE DE PRIMERA INSTANCIA SIN LA PRESENCIA


FÍSICA DEL IMPUTADO
Conforme a las reglas del proceso penal común, cuando el juez penal dicta el auto de
citación a juicio, el respectivo emplazamiento al imputado-acusado se le deberá
realizar bajo apercibimiento de declararlo reo contumaz en caso de inconcurrencia
injustificada. Se debe entender que la audiencia de juzgamiento solo podrá instalarse
con la presencia obligatoria, entre otros, del imputado y de su defensor.

Debe tenerse en cuenta que en el sistema procesal anterior, cuando el imputado no


asistía a la instalación de la audiencia, el órgano judicial disponía una nueva citación-
notificación, pero bajo el apercibimiento de que si el imputado no asistía por segunda
oportunidad, se le tenía que declarar reo contumaz, por lo que, de acuerdo a lo
descrito, existen diferencias en ese sentido con el nuevo Código Procesal Penal.

La nueva legislación precisa que no es necesaria una orden posterior en donde se


declare la contumacia y se ordene la comparecencia, bastando la mera ausencia
injustificada del imputado para que este sea apercibido por grado o fuerza, siempre y
cuando se haya consignado dicha consecuencia al momento del emplazamiento4.

Si bien uno de los principios del juzgamiento oral es la presencia obligatoria del
imputado, el nuevo Código Procesal Penal permite afirmar que si el imputado ha
prestado su declaración en esta etapa procesal o ha decidido acogerse al derecho al
silencio (como parte de su derecho de defensa material) y deja de asistir a la
audiencia, esta podrá continuar sin su presencia, siendo representado por su abogado
defensor.

Con esa aseveración, se entiende que el desarrollo o la continuación del juzgamiento


se podrá realizar sin la presencia física del imputado, permitiéndose la actuación de
pruebas sin su presencia. Esto, llegado el caso, significará que el imputado renuncia
en forma voluntaria a poder ejercer su derecho fundamental a la última palabra, como
parte del derecho a la defensa material o autodefensa.

Por otro lado y sin ser contradictorio con lo anterior, se establece que si su presencia
resultare necesaria para practicar algún acto procesal –como, por ejemplo, para
realizar un careo, una inspección o una reconstrucción–, será conducido
compulsivamente. Así, también, se le deberá hacer comparecer cuando se produjera la
ampliación de la acusación5. Se añade que el imputado-acusado no podrá alejarse de
la audiencia sin el permiso del juez, por lo que, existiendo este, se podrá alejar de la
audiencia.

III.LA LECTURA DE LA PARTE DISPOSITIVA Y LA LECTURA INTEGRAL DE LA


SENTENCIA SIN LA PRESENCIA FÍSICA DEL IMPUTADO

Se entiende que, cerrado el debate, los jueces deberán pasar a deliberar en sesión
secreta por un tiempo no mayor de dos días. En tanto que si el proceso ha sido
declarado complejo el plazo podrá duplicarse. En el caso de que exista enfermedad del
juez, el plazo no podrá superar los tres días, y si el caso fue declarado complejo, el
plazo también se duplicará. Luego de ello, el juez penal, unipersonal o colegiado, se
deberá constituir nuevamente a la sala de audiencias, tras convocar verbalmente a las
partes, para que la sentencia sea leída ante quienes comparezcan.

Se debe entender que inmediatamente después de la deliberación, la sentencia deberá


ser redactada por el juez o por el director de debates, según sea el caso. A pesar de lo
afirmado, en la institución procesal del acto de lectura sentencia, conforme al artículo
396.2 del nuevo Código Procesal Penal, se puede diferenciar entre lo que es la lectura
de la parte dispositiva de la sentencia y lo que es la lectura integral de la sentencia.

En lo que se refiere a la lectura de la sentencia, puede suceder que ante la


complejidad del caso materia de juzgamiento o por lo avanzado de la hora, sea
necesario diferir la redacción de la sentencia, por lo que, en esa oportunidad se deberá
leer tan solo la parte dispositiva. En tal caso, uno de los jueces deberá relatar
sintéticamente los fundamentos que motivaron la decisión, anunciándose el día y la
hora a fin de que se lleve a cabo la lectura integral de la sentencia, en el plazo máximo
de los ochos días posteriores al pronunciamiento de la parte dispositiva, ante quienes
comparezcan6.

En la línea de destacar sus diferencias, se debe entender que en el caso de la lectura


de la parte dispositiva de la sentencia, esta no se encuentra redactada, impresa ni
firmada, por lo que, a lo mucho, se podrá obtener una copia del audio o video del
resumen oralizado. Cuando existala lectura integral de la sentencia, este
pronunciamiento judicial se encontrará totalmente redactado, impreso y firmado, y al
final de su lectura, las partes recibirán inmediatamente una copia de aquella.

Debe tenerse presente que la sentencia deberá entenderse notificada con su lectura
integral en audiencia pública. Sin perjuicio de lo señalado, debe tenerse presente que
el nuevo Código Procesal Penal se pone en el supuesto de que en el acto procesal de
la lectura de la sentencia no se encuentre físicamente condenado el imputado por lo
que se establece que para los imputados no concurrentes a la audiencia, el plazo para
poder interponer el recurso de apelación empieza a correr desde el día siguiente de la
notificación en su domicilio procesal.

Como un tema de interés procesal, debe hacerse destacar que si el condenado se


halla en libertad y se le impone una pena o medida de seguridad privativa de la libertad
de carácter efectiva, el juez penal, según la naturaleza o la gravedad y el peligro de
fuga, podrá optar por su inmediata ejecución o imponer algunas de las restricciones
previstas para la comparecencia que se encuentran reguladas en el artículo 288 del
nuevo Código Procesal Penal, mientras se resuelva el recurso de apelación ante la
Sala Penal de Apelaciones7.

IV.EL JUZGAMIENTO EN SEDE DE SEGUNDA INSTANCIA SIN LAPRESENCIA


FÍSICA DEL IMPUTADO

Una audiencia de juzgamiento en segunda instancia en la cual se revise la sentencia


dictada en la primera, es un gran cambio a favor de la oralidad, la inmediación y la
contradicción, que supera a la simple vista de la causa donde, si las partes lo desean,
podían informar oralmente.

No obstante, si bien en el artículo 424.1 del nuevo Código Procesal Penal se establece
que en la audiencia de apelación de la sentencia se observarán, en cuanto sean
aplicables, las normas relativas al juzgamiento realizado en sede de primera instancia,
esta no es más que una afirmación literal que, conforme lo demostraremos, no es tan
cierta.

De acuerdo a los principios procesales que rigen todo juzgamiento, el nuevo Código
Procesal Penal afirma que el juicio es la etapa principal del proceso, donde rigen
principalmente los principios de oralidad, publicidad, contradicción e inmediación en la
actuación probatoria, agregándose los principios de continuidad del juzgamiento, de
concentración de los actos del juicio, de la identidad física del juzgador, así como de
presencia obligatoria del imputado y de su defensor.

A pesar de lo afirmado, el nuevo Código permite, por medio de su artículo 423.4, que el
juzgamiento o la audiencia de apelación de la sentencia absolutoria se pueda llevar a
cabo sin la presencia física del imputado absuelto recurrido, afectándose con ello no
solo el principio que obliga a que en todo juzgamiento se encuentre físicamente el
imputado, sino también los principios de oralidad, contradicción e inmediación, ya que
se permitiría la actuación o la producción probatoria justamente sin que el imputado se
halle presente en forma física.

Si bien se podría sostener que cuando el imputado absuelto recurrido no se encuentre


físicamente en la audiencia, su defensa será ejercida por su abogado defensor, esa
posición significaría la reducción al máximo del derecho de defensa, ya que esta no
solo se manifiesta a través de la defensa técnica o letrada ejercida por el abogado
defensor, sino también por medio de la defensa material o autodefensa que ejerce el
propio imputado8.

Además, se debe apreciar que, conforme al artículo 425.4 del nuevo Código Procesal
Penal, se permite que la sentencia de segunda instancia pueda ser pronunciada en
presencia de las partes que decidan asistir.

Por tanto, la posibilidad de realizar la audiencia de apelación y dictar sentencia


condenatoria sin presencia del imputado, es la ejemplificación máxima de que el juicio
de apelación no se regula en una audiencia oral y contradictoria, conforme a los
principios bases del modelo acusatorio9.

Si conforme lo autoriza el nuevo Código Procesal Penal, se permite llevar a cabo una
audiencia o juzgamiento en segunda instancia sin la presencia física del imputado
absuelto recurrido, más allá del cuestionamiento que pueda existir a la actuación
probatoria,

Cabe añadir que en el juzgamiento de primera instancia el imputado tiene derecho a


que el juzgador le informe de sus derechos, como la libertad de declarar o no, a que en
cualquier etapa del proceso pueda solicitar ser oído para ampliar, aclarar o
complementar sus afirmaciones, o declarar si anteriormente decidió abstenerse. Estos
derechos no podrán ser ejercidos por el imputado absuelto recurrido, por permitirse
una audiencia de apelación de sentencia absolutoria sin su presencia física.

Sin perjuicio de que la no asistencia a la audiencia del imputado absuelto recurrido


origine su orden de captura por medio de la respectiva requisitoria judicial, un derecho
fundamental que no podría ejercer el imputado es de la última palabra en juicio como
una manifestación de su derecho de defensa material o a la autodefensa.

A manera de reflexión, es pertinente tener presente que uno de los procesos


especiales que regula el nuevo Código Procesal Penal, es el proceso por delito de
ejercicio privado de la acción penal, el cual detalla en su artículo 463.2 que si el
querellado, encontrándose debidamente notificado, no asiste al juzgamiento oral o se
ausenta durante su desarrollo, será declarado reo contumaz y se dispondrá su
conducción compulsiva, reservándose el proceso hasta que sea habido10.

Conforme se puede apreciar, la etapa de juzgamiento de esta modalidad especial no


podrá ser iniciada ni continuada sin la presencia física del querellado-imputado, ya que
si ello ocurriera, el juzgamiento deberá ser reservado hasta que sea habido previa
conducción compulsiva.

Lo curioso del tema, en términos de comparación, es el hecho de que la querella –que


es el acto procesal que busca dar inicio a este tipo de proceso– se somete a las reglas
de un proceso penal de interés privado, que podría culminar en cualquier momento vía
desistimiento o transacción. A pesar de ello, el juzgamiento requiere la necesaria
presencia del querellado tanto para que se inicie como para que continúe,
rechazándose la posibilidad de que el plenario o juicio oral se lleve a cabo sin la
presencia física del sujeto pasivo.

Sin embargo, de acuerdo a lo descrito en líneas previas, en la etapa de juzgamiento de


primera instancia del proceso penal común, que es de interés público y de mayor
relevancia que el especial, no se exige la presencia física del imputado para la
continuación del juzgamiento, luego de que este haya declarado o haya ejercido su
derecho al silencio, así como para el acto procesal en que se vaya a dictar la
respectiva sentencia de condena (lectura de la parte dispositiva de la sentencia o
lectura integral de la sentencia).

Sin dejar de ser menos importante, en el juzgamiento en segunda instancia no es


necesaria su presencia física para que este se dé inicio, para la actuación probatoria ni
para que la Sala Penal de Apelaciones dicte la respectiva sentencia, pudiendo aplicar
la institución procesal de la condena del absuelto.

A esta contradicción e incongruencia resaltada entre el proceso penal común y el


proceso por delito de ejercicio privado de la acción penal, se deben agregar las reglas
de otro proceso penal especial, que es el proceso por faltas. En efecto, en el artículo
485.2 del nuevo Código Procesal Penal se regula que cuando el imputado no se
presente en forma voluntaria a la audiencia de juzgamiento por faltas, la judicatura
podrá hacerle comparecer por medio de la fuerza pública, señalándose que si fuera
necesario, se ordenará su prisión preventiva hasta que aquella se realice y culmine, la
cual se deberá celebrar en forma inmediata11.

Este último articulado demuestra que en el proceso penal especial de faltas también se
requiere la obligatoria presencia del imputado para que se lleve a cabo el plenario o
juzgamiento, debiéndose resaltar que el artículo 484.1 del nuevo Código Procesal
Penal hace hincapié en que la audiencia se deberá instalar con la presencia del
imputado.

Esta nueva incoherencia advertida entre el proceso penal común y el proceso penal
por faltas requerirá ser materia de reflexión por nuestros jueces supremos al expedir
un futuro acuerdo plenario o una sentencia casatoria, o en todo caso deberá ser
materia de una reforma legislativa, a fin de poder contrarrestar dichas discordancias.

V. PRONUNCIAMIENTOS JURISPRUDENCIALES
1.Análisis de la Sentencia de Casación N° 183-2011-Huaura, del 5 de setiembre de
2012

Con este pronunciamiento judicial, nuestra Corte Suprema desarrolla lo regulado en el


artículo 423.4 del nuevo Código Procesal Penal, concretamente el tema del
juzgamiento del imputado absuelto en segunda instancia, incidiendo en las
implicancias o en las consecuencias de su inasistencia a esta audiencia.

Debe tenerse presente que para la audiencia del juzgamiento en sede de segunda
instancia (audiencia del recurso de apelación de sentencia), deberán ser convocadas
tanto las partes recurrentes como las no recurrentes. Es obligatoria la asistencia de las
partes recurrentes y de los imputados no recurrentes si la impugnación fuera
interpuesta por el fiscal, estableciéndose que la no asistencia del impu-tado absuelto
recurrido no impedirá la realización de la audiencia, tanto más si concurre su defensa
técnica, por lo que la mencionada audiencia no podrá ser suspendida o reservada
hasta que el referido sujeto procesal sea ubicado y capturado.

Por lo expuesto, nuestra Corte Suprema autoriza que se realice la audiencia del
recurso de apelación de sentencia con la inasistencia del imputado absuelto recurrido,
debiendo ser convalidada con la presencia de la respectiva defensa técnica, a fin de
garantizar sus derechos y garantías procesales. Por tanto, la obligatoriedad en la
asistencia del imputado recurrido tiene una aplicación relativa.

Por otro lado, debe hacerse hincapié en que ante el hecho de que el imputado
absuelto recurrido no asista a la audiencia del recurso de apelación de sentencia, la
Sala Penal Superior o Sala Penal de Apelaciones no siempre deberá declarar su
contumacia con la consecuente conducción coactiva, ya que tal proceder deberá ser
merituado caso por caso, y no ser aplicado en forma absoluta, definitiva,
indiscriminada o general. Por ello, se asume que la no imposición de la conducción
coactiva, no significa en sí mismo la afectación del debido proceso.

En cuanto al acto procesal de la lectura de la sentencia en segunda instancia por la


Sala Penal de Apelaciones, debe tenerse presente que existen normas genéricas en el
nuevo Código Procesal Penal que regulan su desarrollo tras el juzgamiento oral
llevado a cabo por el juez penal unipersonal o colegiado en primera instancia. Así, el
artículo 396 establece que la sentencia quedará notificada con la lectura integral en
audiencia pública, en tanto que la lectura de la sentencia en segunda instancia también
se deberá pronunciar siempre en audiencia pública, acto que podrá realizarse con las
partes que asistan, conforme lo regula el artículo 425.4.

De lo descrito se puede llegar a la conclusión de que, sea para la expedición de la


sentencia de primera como para la de segunda instancia, es obligatorio que se dé
lectura a la sentencia en audiencia pública. La Corte Suprema apunta que ello
garantizará el conocimiento de los argumentos y la decisión judicial en forma oral a los
justiciables presentes y al público concurrente, por lo que la sentencia de segunda
instancia, al igual que aquella que se deriva del juzgamiento de primera instancia, debe
ser obligatoriamente leída en audiencia pública y, después de ello, ser notificada a los
sujetos procesales.

2.Análisis del precedente vinculante normativo derivado del Recurso de Nulidad


Nº 4040-2011-Lima, del 29 de noviembre de 2012
La importancia del estudio de este pronunciamiento jurisprudencial radica en el hecho
de permitir que la expedición de una sentencia de condena se pueda llevar a cabo sin
la necesaria presencia física del imputado. La aplicación de esta regla, conforme al
artículo 396 del nuevo Código Procesal Penal, es posible en la etapa de juzgamiento
del proceso penal ordinario y puede ser extendida sin inconveniente alguno al proceso
penal sumario.

Debe quedar en claro que el hecho de que el imputado no asista a la sesión de la


audiencia en donde se tendrían que dar lectura las cuestiones de hecho como la
respectiva sentencia, no puede traer como consecuencia la nulidad o el quiebre del
juicio, ya que permitir que se retrotraiga todo al momento inicial del juicio oral sería
asumir un proceder perjudicial para el proceso mismo.

Por ello se debe entender que si el imputado ha asistido a todas las sesiones que
conforman la audiencia única del juzgamiento en compañía de su defensa técnica, la
sesión final en la que se tenga que dar lectura tanto a las cuestiones de hecho como a
la sentencia, representa simplemente un acto formal de notificación o de comunicación
de la decisión adoptada, la que se podrá realizar con o sin la presencia física del
imputado, lo que no afecta su derecho fundamental a la defensa, ya que en forma
previa precluyó la actuación probatoria. Por tanto, este proceder jurisdiccional no
significaría afectar el principio constitucional de la prohibición de la condena en
ausencia.

Nuestro Tribunal Constitucional, a través de la STC Exp. Nº 003-2005-PI/TC, se


pronunció sobre el derecho fundamental a no ser condenado en ausencia, cuando se
demandó la inconstitucionalidad del Decreto Legislativo N° 922, haciendo destacar lo
siguiente:

“Derecho a no ser condenado en ausencia

164. Se aduce también que el ordinal ‘c’ del artículo 12.9 del Decreto Legislativo N°
922viola el artículo 139.12 de la Ley Fundamental, ya que posibilita que la Sala Penal
pueda leer una sentencia condenatoria en ausencia del acusado, en circunstancias
excepcionales como las allí contempladas. El artículo 139.12 de la Constitución
reconoce, como principio y derecho de la función jurisdiccional, ‘El principio de no ser
condenado en ausencia’.

165. La prohibición de que se pueda condenar in absentia es una garantía típica del
derecho al debido proceso penal. Es el corolario de una serie de garantías vinculadas
con el derecho de defensa que tiene todo acusado en un proceso penal. Como ha
expresado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, si un acusado tiene el derecho
a defenderse por sí mismo, a interrogar o hacer interrogar a testigos, a hacerse asistir
gratuitamente por un intérprete si no comprende o no habla la lengua empleada en la
audiencia, el ejercicio de esos derechos ‘(...) no se concibe apenas sin su presencia”
[Sentencia del 12 de febrero de 1985, caso Colozza c/. Italia, párrafo 27; Sentencia del
1 de marzo de 2006, caso Sejdovic c/.Italia, párrafo 81].

166. La cuestión de si la prohibición de condena en ausencia se extiende a la


realización de todo el proceso penal o solo al acto procesal de lectura de sentencia
condenatoria, el Tribunal ha de absolverla en los términos que lo hace el ordinal ‘d’ del
artículo 14.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, según el cual
‘Durante el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá derecho, en plena
igualdad, a las siguientes garantías mínimas: (...) d) A hallarse presente en el proceso
y a defenderse personalmente o ser asistida por un defensor de su elección (...)’.

167. De esta forma, el derecho en mención garantiza, en su faz negativa, que un


acusado no pueda ser condenado sin que antes no se le permita conocer y refutar las
acusaciones que pesan en su contra, así como que no sea excluido del proceso en
forma arbitraria. En su faz positiva, el derecho a no ser condenado en ausencia impone
a las autoridades judiciales el deber de hacer conocer la existencia del proceso, así
como el de citar al acusado a cuanto acto procesal sea necesaria su presencia física.

168. El Tribunal observa, sin embargo, que la ausencia de una persona en el desarrollo
del proceso y, en forma particular, durante el juicio, no solo puede tener por causa el
desconocimiento que tenga de aquel, sino también la rebeldía o renuncia expresa a la
comparecencia. En el ámbito del proceso penal, el desconocimiento que el acusado
tenga de la existencia de un proceso genera un supuesto de ‘ausencia’; mientras que
la resistencia a concurrir al proceso, teniendo conocimiento de él, se denomina
‘contumacia’.

169. En el caso, el ordinal ‘c’ del artículo 12.9 del Decreto Legislativo N° 922 faculta a
la Sala Penal, entre otras cosas, que pueda dictar una sentencia condenatoria sin
contar con la presencia del acusado, cuando en el acto procesal de lectura de
sentencia este incurra en una falta de carácter grave. El Tribunal aprecia que, en el
contexto en que dicha facultad puede ejercitarse, no se está frente a un supuesto de
condena en ausencia o de contumacia. El acusado no ha sido ajeno a la existencia del
proceso. Tampoco ha sido rebelde a participar en él, conociendo de la existencia del
proceso. En la hipótesis abstracta a la que se refiere la disposición impugnada, el
acusado ha estado presente en el desarrollo del proceso y aun en el acto procesal de
lectura de sentencia, en la que incluso ha podido expresar los argumentos que mejor
han convenido para su defensa. Su desalojo, que presupone su participación en la
audiencia de lectura de sentencia, por el contrario, se origina en una falta grave por él
cometida, que perturba la culminación eficaz del proceso.

170. Ciertamente, el principio/derecho reconocido en el artículo 139.12 de la Ley


Fundamental también garantiza que un acusado esté presente en el acto de la lectura
de una sentencia condenatoria. Pero este derecho no puede entenderse en términos
absolutos, al extremo de que el acusado pueda frustrar indeterminadamente la lectura,
valiéndose para ello de la realización de actos graves cada vez que se programe el
referido acto procesal. La expulsión del acusado, en tales circunstancias, no tiene la
finalidad de dejarlo en indefensión, sino de impedir indebidas perturbaciones con la
impartición de la justicia penal. En ese sentido, el desalojo de la sala, prima facie, no
puede considerarse como una exclusión arbitraria, en los términos del artículo 139.12
de la Constitución.

171. El Tribunal no pierde de vista que tras la expulsión de la audiencia y la


subsiguiente lectura de la sentencia condenatoria, se encuentra también en cuestión el
ejercicio de otros derechos fundamentales de orden procesal, que pueden resultar
restringidos. En particular, el derecho a la interposición de medios impugnatorios y, con
ello, el derecho de defensa, que, como este Tribunal ha señalado, es uno que
atraviesa transversalmente todo el proceso judicial. Sin embargo, en cualquiera de los
tres derechos intervenidos con una medida como la dispuesta en el ordinal ‘c’ del
artículo 12.9 del Decreto Legislativo N° 922, el Tribunal advierte que el legislador ha
previsto la adopción de medidas razonables que hacen que dichas restricciones no
puedan considerarse como una afectación del contenido esencial de los derechos
comprometidos.

172. Así, en primer lugar, el desalojo de la sala de audiencia está establecida como
una medida excepcional, de aplicación solo en casos particularmente graves y
extremos. En segundo lugar, se trata siempre de una medida temporal, que no
comporta la exclusión del acusado del proceso, sino solo para la realización del acto
procesal cuya realización se pretendía perturbar. En tercer lugar, siendo una medida
excepcional y temporal, adicionalmente, el legislador ha previsto que la lectura de la
sentencia condenatoria necesariamente deba realizarse con la presencia del abogado
defensor del acusado o del abogado nombrado de oficio, de modo que no se postre al
acusado en un estado de indefensión. Finalmente, se ha previsto la obligación de
notificar la sentencia condenatoria bajo determinadas exigencias de orden formal, a fin
de que el condenado decida si hace uso o no de los medios impugnatorios que la ley
procesal pueda haber previsto. Por estas razones, el Tribunal considera que este
extremo de la pretensión también debe rechazarse”.

Sin perjuicio de la existencia, a la fecha, de este precedente vinculante normativo, es


pertinente tener presente que nuestro Tribunal Constitucional ha venido manifestando
que es posible la invocación del nuevo Código Procesal Penal a pesar de que no esté
vigente en todo el país y para todos los temas, debiéndosele considerar como un
parámetro de interpretación que busca dar solución a casos similares evitando
cualquier tipo de arbitrariedad12.

En ese sentido, el Supremo Intérprete de la Constitución Nacional por medio de la STC


Exp. Nº 05504-2011-PHC/TC, promovido por Fulgencio Pomachahua Echevarría a
favor de Roger Fulgencio Pomachahua Arzapalo, sobre el tema en concreto y
aceptando en forma anticipada lo desarrollado en líneas precedentes, se ha
pronunciado de la siguiente manera:

“1. El objeto de la demanda es que se declare la nulidad de la resolución de fecha 14


de diciembre de 2010, que resuelve no haber nulidad en la sentencia que condena al
beneficiado por el delito contra la libertad sexual –violación– entre otros (Expediente Nº
328-2008), aduciéndose (…) que se habría aplicado el nuevo Código Procesal Penal
en la lectura de la sentencia en primera instancia, sin que el referido cuerpo normativo
estuviera vigente en el distrito judicial de Huancayo, vulnerándose así los derechos a la
motivación de las resoluciones judiciales, a la defensa, al debido proceso y a la tutela
procesal efectiva. (…) 3. Sobre la aplicación del artículo 396 inciso 2 del nuevo Código
Procesal Penal cuando este no se encontraba vigente, se tiene que en este articulado
se dispone que ‘se lea tan solo la parte dispositiva de la sentencia cuando por la
complejidad del asunto o lo avanzado de la hora sea necesario diferir su redacción, y
uno de los jueces relatará sintéticamente al público los fundamentos que motivaron la
decisión, anunciando el día y la hora para la lectura integral, la que se llevará a cabo
en el plazo máximo de los ocho días posteriores ante quienes comparezcan’. Al
respecto, no corresponde a este Tribunal Constitucional dilucidar controversias de
mera legalidad, es decir, no corresponde determinar si resultaba o no aplicable el
nuevo Código Procesal Penal, sino si su aplicación vulnera el derecho invocado. Así,
de la lectura de la demanda se tiene que el beneficiado habría cuestionado la
vulneración del derecho de defensa por la indebida aplicación de una disposición que
autoriza la lectura de la parte dispositiva de la sentencia; sin embargo, como obra de
autos a fojas 155, al beneficiado se le concedió el plazo de 10 días, compu-tados
desde la lectura de la sentencia en su integridad, para que fundamente el recurso de
nulidad, recurso que interpuso; por lo que resulta de aplicación el artículo 2,a contrario
sensu, del Código Procesal Constitucional, debiendo este extremo desestimarse”.
Así también, complementando lo anterior, debe tenerse presente que conforme a la
sentencia plenaria N° 01-2013/301-A.2-ACPP, del 6 de agosto de 2013, nuestra Corte
Suprema determinó que las sentencias que se emitan y que se lean en audiencia,
deberán ser entregadas inmediatamente a las partes para que estas, sin riesgos de
indefensión material, puedan examinarlas y fundamentar en forma debida sus
impugnaciones, debiéndose por ello entender que lo leído no son, en ese contexto
temporal, proyectos o documentos sin firma (entrega de sentencia que deberá constar
en el acta bajo responsabilidad, evitándose toda manipulación posterior).

________________________________

*Magíster en Ciencias Penales por la Facultad de Derecho de la Universidad de San


Martín de Porres. Profesor de Derecho Penal, de Derecho Procesal Penal en la
Universidad de San Martín de Porres. Docente en la Academia de Práctica Forense
del Ilustre Colegio de Abogados de Lima (2005-2013).

1Artículo 139 de la Constitución: “Son principios y derechos de la función


jurisdiccional: (…) 12. El principio de no ser condenado en ausencia”.

2Téngase en cuenta que el ya derogado Decreto Ley N° 25728, del 18 de setiembre


de 1992, permitió en su momento la condena del ausente en el caso de los
procesados por los delitos de terrorismo y de traición a la patria.

3HURTADO POMA, Juan Rolando. “Primer caso de ‘presencia virtual’ del acusado en
el juicio oral”. En: http://190.12.76.211/alertainformativa/index.php?
mod=documento&com=documento&id=308. Información obtenida el 8 de setiembre
de 2013.

4ORÉ GUARDIA, Arsenio. Manual de Derecho Procesal Penal. Tomo 1, Reforma,


Lima, 2011, p. 190.

5Ibídem, p. 191.

6Nuestro Tribunal Constitucional, por medio de la STC Exp. Nº 04334-2012-PHC/TC,


caso Cruz María Castillo Jiménez, se pronunció sobre el tema de la siguiente manera:
“(…) Debe precisarse que anteriormente en la audiencia de fecha 13 de diciembre de
2011, donde se leyó la sentencia condenatoria (…) no se encontraba la recurrente;
solamente estaba presente el abogado defensor antes mencionado; que no habiendo
concurrido a dicha diligencia, fue declarada reo contumaz, medida que se levantó
provisionalmente para que pudiera acudir a la audiencia de apelación de sentencia; no
obstante lo cual han demostrado su falta de interés para que se resuelva el proceso”.

7En la misma sentencia se indica: “(…) En el presente caso se advierte (…) que
mediante Resolución N° 27, de fecha 14 de marzo del 2012, se suspendió la ejecución
de la sentencia condenatoria impuesta contra la recurrente, quien tenía la condición de
reo contumaz, para que pueda concurrir a la audiencia de apelación contra la
sentencia (…)” (el resaltado es nuestro).

8El profesor ORÉ GUARDIA, Arsenio. Ob. cit., p. 191, precisa que: “(…) en el
procedimiento de apelación regulado por el Código Procesal Penal de 2004, el
derecho a no ser condenado en ausencia resulta afectado; toda vez que, podrá
llevarse adelante la audiencia incluso con ausencia del imputado recurrido (…)
pudiendo ordenar, en su caso, la conducción coactiva y declararlos reos contumaces.
No siendo suficiente con ello, el legislador ha previsto que el pronunciamiento judicial
puede realizarse únicamente en presencia de las partes que asistan (…)”. Véase
también: ORÉ GUARDIA, Arsenio. Principios del proceso penal. Reforma, Lima, 2011,
p. 134.

9ORÉ GUARDIA, Arsenio. “La condena del absuelto. Documento complementario”.


En: Jus Liberabit. Corte Superior de Justicia de Ica, Año I, Nº 6, junio de 2011, p. 114.

10En este sentido, ARBULÚ MARTÍNEZ, Víctor Jimmy. “La querella en el nuevo
proceso penal”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 34, Gaceta Jurídica, Lima,
abril de 2012, p. 248, apunta lo siguiente: “En caso de que el querellado haya sido
debidamente notificado y no asista al juicio oral o se ausente durante su desarrollo,
será declarado reo contumaz y se dispondrá su conducción compulsiva, reservándose
el proceso hasta que sea habido. Para estos efectos, aplicándose la ley de
contumacia, el juez podrá suspender los plazos de la prescripción”. Así también véase:
NEYRA FLORES, José Antonio. Manual del nuevo proceso penal & de litigación oral.
Idemsa, Lima, 2010, pp. 461-462.

11NEYRA FLORES, José Antonio. Ob. cit., pp. 484-485.

12Nuestro Tribunal Constitucional en la STC Exp. Nº 06079-2008-PHC/TC, caso José


Humberto Abanto Verástegui, expresó: “8. Si bien el nuevo Código Procesal Penal no
se encuentra vigente en el Distrito Judicial de Lima,

ello no impide para que sea tomado en cuenta al momento de evaluar la arbitrariedad
de la investigación preliminar iniciada contra el demandante, pues su función de
parámetro de razonabilidad es pertinente” (el resaltado es nuestro). Así también, a
través de la STC Exp. N° 02748-2010-PHC/TC, caso Alexander Mosquera Izquierdo,
tomando en cuenta el nuevo Código Procesal Penal como un parámetro de
interpretación que busca dar solución a otros casos en que sean aplicables así no esté
vigente en todo el país, llegó a la siguiente conclusion: “10. Por otro lado, si bien el
nuevo Código Procesal Penal de 2004 aún no está vigente en todo el país, no cabe
duda que este cuerpo legal contiene diversos dispositivos que contribuyen al
perfeccionamiento del Derecho Procesal peruano, que se erige como el programa
procesal penal de la Constitución, y que por tanto, pueden servir de parámetro
interpretativo para la solución de otros casos en que sean aplicables (…)” (el resaltado
es nuestro).

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