Vous êtes sur la page 1sur 2

Liturgia y Reforma protestante

Daribel E. González
“En la verdadera concepción Reformada de la adoración a Dios es, en su esencia algo
espiritual. Esto quiere decir que no consiste en actos externos, sino que surge del
núcleo mismo del ente del hombre, su corazón”

W. Stanford Reid

Como es sabido, nos encontramos en vísperas de conmemorar los 500 años de


la Reforma Protestante del siglo XVI, por tanto, es nuestra responsabilidad como
herederos de este movimiento reflexionar más que en años pasados, sobre la
pertinencia que esta tuvo y tiene para nosotros hoy. A lo largo de la historia, se
han dado múltiples definiciones acerca de la Reforma Protestante, sin embargo;
Reforma es una palabra que consciente o inconscientemente estará presente a
través de todos los tiempos, como una necesidad apremiante, tanto dentro y
fuera de la iglesia, de manera que, las generaciones presentes y futuras deberán
de atender las realidades, o bien, desatender la responsabilidad histórica. El Dr.
Justo L González en una de sus definiciones de Reforma Protestante dice lo
siguiente:
Al estudiar la vida y obra de Lutero, una cosa resulta clara, y es que la tan ansiada reforma se
produjo, no porque Lutero u otra persona alguna se lo propusiera, sino porque llegó en el momento
oportuno, y porque en ese momento el Reformador, y muchos otros junto a él, estuvieron
dispuestos a cumplir su responsabilidad histórica.

Ahora bien, la Reforma afectó en diferentes aspectos de la iglesia, y uno


de ellos fue la liturgia; la palabra liturgia en su definición etimológica se forma de
dos palabras: laos (pueblo) y de ergon (obra). La obra del pueblo, o bien, el
trabajo de la comunidad; es una labor que surge de la necesidad interior y
exterior del ser humano, a partir de esta necesidad que en muchas ocasiones
está cargado de tristezas y alegrías. La comunidad se reúne como un solo
cuerpo y se escucha una sola voz que adora y es confortada en el amor de Dios
a través del culto.
Una de las definiciones de culto es la expresión griega “Proskyneo” que
literalmente quiere decir: “inclinarse” “prosternarse” o “doblar la rodilla” es una
actitud de honrar el valor del otro, en este caso de Dios. Por ello, habremos de
decir en términos prácticos que la liturgia es una elaboración comunitaria de
todos y todas que se manifiesta en el culto a Dios, a través de las Escrituras
como fundamento de nuestra adoración.
Es importante que ahora echemos un vistazo al culto en la iglesia
medieval, ya que esto dará las pautas para ubicar los principales aportes de la
Reforma Protestante a la liturgia. Conviene señalar y puntualizar algunos
aspectos que Juan J. Varela señala en su libro: el culto (origen, evolución,
actualidad), Viladecavalls, Clie, 2002. La cena del Señor se había convertido en
un espectáculo que ponía su énfasis no en la comunión, sino en la participación
literal de comer el cuerpo y tomar la sangre de Jesús. (transubstanciación) donde
la congregación no era invitada más de una vez al año para comulgar, por otro
lado, el sermón había caído en grave declinación, muchos de los párrocos eran
demasiado ignorantes para predicar, ya que el lugar de las Escrituras había sido
usurpado en muchos días de fiesta por pasajes de las vidas y leyendas de los
santos, las personas no tenían acceso a las Escrituras porque no estaban en los
idiomas vernáculos.
Cada vez más, la misa se iba transformando en un ritual sacerdotal más
que un culto del pueblo de Dios y en este sentido el pueblo era solamente
espectador y no se estaba haciendo liturgia. Cabe señalar que, muchas de las
misas se hacían en privado en capillas anexas a la iglesia que privilegiaba a los
sectores más pudientes. Este contexto ayuda a entender la decadencia del culto
a través de la poca participación del pueblo, la adoración se había centralizado
en los líderes de la iglesia a costa del desconocimiento del pueblo, por ello, la
reforma llega oportunamente.
Ahora, debemos preguntarnos ¿de qué manera la reforma contribuyó en
el quehacer litúrgico? Aquí algunas consideraciones. Primero debemos partir de
una de las premisas fundamentales de la reforma, Sola Scriptura a partir de esta
afirmación se recupera el carácter cúltico de la iglesia, todo es realizado para la
gloria de Dios y la adoración, ya no es una obra meritoria para alcanzar la
salvación, hay un rescate del canto congregacional que antes de esto era
monopolio clerical del coro, y lo que viene hacer el sello de la liturgia es la
predicación de la Palabra de Dios, un mensaje que ya no tiene barreras para
llegar al pueblo.
Lo hasta ahora descrito, conduce necesariamente a vernos como iglesia
el día de hoy, no podemos evadir nuestra responsabilidad como cristianos en
este siglo XXI, por tanto, considero que hay algunas actitudes con las que
debemos romper, existe también la tentación permanente de copiar modelos
cúlticos que sirvan de atracción a las generaciones de hoy. El culto se encuentra
en este momento atravesando por varias transformaciones que se van
consolidando en formas muy variadas de adoración en distintas
denominaciones. Pero de forma general, el culto ha perdido su carácter
comunitario, se ha centralizado en un conjunto de personas que selecciona y
artícula los contenidos para que sean atractivos, no importando los medios
empleados para tal cometido. El teólogo Plutarco Bonilla dice lo siguiente:
Son preocupantes algunos fenómenos que están proliferando entre la iglesia evangélica, uno es
particular de esos fenómenos es sobremanera inquietante. Nos referimos al desplazamiento de la
Sagrada Escritura hacia posiciones secundarias a favor de la entronización de la experiencia
cristiana: los sentimientos.

Hoy es necesario recuperar el carácter comunitario del culto, donde cada


niño, joven, adulto y anciano sea partícipe de esta experiencia, los líderes de hoy
debemos crear espacios para que dicha participación sea posible, no solamente
en la alabanza y la predicación, sino a través de las diferentes artes podemos
glorificar a Dios. Por otro lado, debemos cuidar que nuestro culto tenga
contenidos sólidos, y no sea una satisfacción de nuestras emociones. De tal
forma que, no perdamos la relación entre corazón y razón. Somos reformados y
el principio de nuestra adoración debe estar regido por medio de las Escrituras.

Vous aimerez peut-être aussi