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Objetivo
Proporcionar las herramientas generales para la evaluación de los mecanismos
utilizados en el sistema penitenciario para su correcto funcionamiento en concordancia
con las Reglas mínimas para el tratamiento de reclusos establecidas por la Organización
de las Naciones Unidas, así como por los distintos tratados internacionales para el
tratamiento de personas en reclusión, incluyendo menores de edad y los códigos de
conducta de los funcionarios públicos encargados de hacer cumplir la ley.
Por todo ello, al evaluar el sistema penitenciario será preciso tener en cuenta que
la gestión eficaz y las condiciones satisfactorias de las cárceles no dependerán
únicamente de las autoridades penitenciarias. Lo que ocurra en las cárceles estará
intrínsecamente relacionado con la gestión del sistema de justicia penal en su conjunto
y con las presiones que reciba dicho sistema de parte de los políticos y los ciudadanos
en general. Por esa razón, cualquier intento de reforma del sistema penitenciario
deberá formar parte de un programa amplio dirigido a hacer frente a los desafíos que
plantee la totalidad del sistema de justicia penal.
Ahora bien , todos los servicios penitenciarios deberían regirse por un conjunto
de principios claramente definidos, los cuales han de figurar en la legislación
fundamental a la que estén sujetos los servicios penitenciarios, es decir, la ley
penitenciaria u otras leyes equivalentes. La manera de aplicar esos principios en la
práctica debería quedar definida en el derecho derivado, como el reglamento de
prisiones, que pueden complementarse con otros reglamentos penitenciarios más
específicos. Cuando los orígenes de los servicios penitenciarios de un país se remontan
a la época colonial, es posible que conserven, íntegra o parcialmente, vestigios de la
“legislación colonial”. Muchas de esas disposiciones pueden haber quedado obsoletas
o resultar irrelevantes en el contexto actual. Además, la mayoría de ellas habrá sido
redactada antes de la entrada en vigor del marco de normas internacionales de
derechos humanos que rigen la detención y el tratamiento de los reclusos. Además,
para asegurar una gestión humanitaria de los sistemas penitenciarios, es preciso, que
las políticas y la legislación nacionales respeten las diversas normas internacionales
adoptadas, para garantizar la protección de los derechos humanos de los reclusos y
que el tratamiento dispensado a ellos esté dirigido a garantizar, con carácter prioritario,
su reinserción social.
Debido a ello, este manual se basa en las Reglas mínimas de las Naciones Unidas
para el tratamiento de los reclusos, junto con otras observaciones tomadas de los
siguientes manuales: “Manual de buena práctica penitenciaria” (Reforma Penal
Internacional: 2000); “Los derechos humanos y las prisiones, Manual de normas
internacionales de derechos humanos para funcionarios de instituciones
penitenciarias”, de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, Ginebra, 2000; “A Human Rights Approach to Prison
Management”, Centro Internacional para Estudios Penitenciarios, Andrew Coyle, 2002;
y “Managing Prisons in a Time of Change”, Centro Internacional para Estudios
Penitenciarios, Andrew Coyle, 2002.
Para lograr dicho objetivo, el manual se divide en siete secciones, al final de los
cuales se adjuntan dos anexos, conteniendo éstos lo siguiente: