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1871/1914
Autora: Susana Murillo
• Introducción
La ponencia representa un avance de investigación de un aspecto de mi tesis de maestría
en Política Científica, del Centro de Altos Estudios (CEA)de la UBA. El Objetivo general
de la tesis es determinar si la formación profesional de la Facultad de Ciencias Médicas de
la UBA, durante el período considerado fue o no acorde a los problemas sociales del país.
Los Objetivos específicos de esta ponencia son: a) Describir los discursos explícitos del
higienismo médico a nivel nacional e internacional durante el período. b) Describir algunos
de los problemas sanitarios de la ciudad de Buenos Aires durante el período. c) Describir
algunas de las prácticas efectivas del higienismo argentino. d) Analizar la influencia de esos
discursos y esas prácticas en las políticas sociales de la época. La metodología utilizada es
de tipo cualitativa. La unidad de análisis, son documentos relacionados con el tema. Censos,
tesis doctorales, libros de la época , Memorias Oficiales y publicaciones periódicas.
1. El higienismo médico y las políticas sociales a partir del siglo XIX.
Desde fines del siglo XIX, en la Argentina, sobre la base del pensamiento positivista, se
construye una triple dimensión de política científica en el área social: a) de carácter
discursivo, formada por la producción de teorías, b) la formación de profesionales en las
universidades y c) las prácticas institucionales. El discurso médico alienista e higienista
fueron centrales en la formación de esos profesionales y en la construcción de instituciones
encargadas de llevar adelante políticas sociales. Las mismas intentaron dar respuesta a los
acuciantes problemas sanitarios que crecían con el desarrollo de las ciudades.
Estos discursos y prácticas, que se expresaron en diversos ámbitos, emergieron en un proceso
en el cual el Estado llevó adelante políticas sociales, articulado con organizaciones privadas,
en una estrategia donde el poder se ejerció con un carácter crecientemente individualizante.
La matriz teórica que posibilitó tal individuación, la produjo la ciencia médica, la cual en
base a parámetros de normalidad, posibilitó el diagnóstico exacto de los sujetos. Como
consecuencia de ello, a los que caían fuera de la media esperada, en el ámbito del desvío, se
trató, al menos en lo discursivo, de regenerarlos, de readaptarlos socialmente.
Junto a este prestigio médico emergerá el valor del espacio como agente de ordenamiento
social, no sólo el del espacio abierto de los intercambios y a partir de allí el valor del
urbanismo, sino también el del espacio cerrado, al cual se le asignará un valor terapéutico;
asistimos así al nacimiento de hospitales especializados, prisiones y manicomios en el
sentido moderno del término. En ellos la clausura del espacio tiene carácter instrumental
terapéutico, posibilitará la regeneración. El prestigio científico de la medicina hará que se
vea como razonable el secuestro de ciertas personas en un contexto en que la libertad es
vista como un atributo inalienable del hombre.
El modelo de intervención médica surgió del alienismo que fue un movimiento de carácter
hospitalario. Se caracterizó por el desarrollo de una triple estrategia. 1) Una precisa
distribución del espacio hospitalario en relación a su población y sus funciones, en
relación a los grandes síndromes. 2) Una creciente clasificación de las enfermedades. 3)El
establecimiento de una relación particular entre el médico y el paciente, la cual consistió en
el tratamiento moral. Para ello la tecnología alienista, planteó que es necesario aislar al
enfermo del mundo exterior. Una vez aislado debe confinarse en un orden asilar
rigurosamente constituido en base a la disciplina. En ese orden asilar la relación de
autoridad entre el médico y el enfermo tendrá un valor terapéutico, pues permitirá
reconstruir en el aislamiento el orden familiar externo que fue fallido y causó la
enfermedad. Ese procedimiento será transferido a diverso tipo de instituciones. El
alienismo progresa en momentos en que la fisiología y la psicología, también lo hacen, su
método es tomado de Condillac: el riguroso empirismo que tiene como objetivo eliminar
toda metafísica a partir de la observación de los síntomas.
El establecimiento de tales criterios, se tornó central, dado el creciente papel que la
medicina toma durante el siglo XIX, en relación al Estado y la sociedad. El médico
comenzó a investirse de un rol político central. El mismo comenzó a ser visto como alguien
que podía reducir la miseria, educar al pueblo a través de proporcionarle un plan de vida
racional e higiénico, luchar contra las fuerzas del oscurantismo y en última instancia
imponer un orden racional en lo social. En esta matriz teórico-política emerge el
Higienismo, el cual vinculó el iluminismo, con el empirismo inglés y con la teoría de la
influencia de la moral en lo físico (del alienismo). Todo lo cual llevaba a la idea de
controlar el medio social, a fin de que la vida fuese más racional y por ende más sana
(tanto en un sentido físico, como moral). Se constituye así, según especialistas de la época
como Prunelle, una “especie de ciencia intermedia entre la Legislación y la Medicina”, la
misma es denominada “medicina política”. Los hombres que organizarán este movimiento
provienen de los hospitales de alienados y fundan en Francia en 1829, los Anales de
higiene pública y de medicina legal. En esta revista en Enero de 1829 se define el concepto
de higienismo: “La medicina no sólo tiene por objeto estudiar y curar las enfermedades
sino que tiene también íntima relación con la organización social; algunas veces ayuda al
legislador a concertar leyes, frecuentemente ilustra al magistrado en su aplicación, y
siempre vela, junto con la Administración, por el mantenimiento de la Salud Pública”(1).
De modo que el higienismo postula dos puntos de aplicación de su tarea social: por un lado
a toda enfermedad que pueda afectar al cuerpo social en sus aspectos físicos (epidemias),
pero además a todas aquellas enfermedades vinculadas con los aspectos morales de la
sociedad y por aquí se articula con el rol del legislador, el jurista, el criminólogo, el
reformador social, el psicólogo y el psiquiatra. Su objetivo es la planificación social
poniendo el acento en la idea de prevención. Todo esto hace necesario organizar la ayuda
pública y reformar el sistema de asistencia de las poblaciones pobres.
Desde el punto de vista higienista el progreso genera necesariamente desigualdades
económicas, debido a las desigualdades naturales y a la existencia del trabajo libre que es la
fuente de la prosperidad. En ese enfrentamiento, que hace al triunfo de los más aptos, es
necesario socorrer a los menos aptos que quedan excluidos, a fin de reinsertarlos si es
posible, y si no, separarlos de la libre circulación. El alienismo aporta a este movimiento,
una de las primeras tecnologías aplicadas a cuestiones sociales, que no se basan en la
violencia sino en la persuasión. Ello explica porqué, el tratamiento psiquiátrico se
transformará progresivamente en matriz de otras formas de tratamiento, por ejemplo el de
los criminales en las prisiones(2).
El higienismo en Europa, tuvo diversas líneas una de ella, tomada por la socialdemocracia,
postuló un sistema de Higiene dividido en cuatro ramas: higiene moral, dietética, social y
policía sanitaria. La higiene social, tiene por objeto el bienestar de la sociedad. Las
estadísticas deben jugar un rol fundamental en ello, a través de un riguroso seguimiento de
la vida social. En nuestro país, el censo de Buenos Aires de 1887, está elaborado, siguiendo
este criterio. La tarea de la higiene social tiene que ver con la prevención de enfermedades
sociales y el sostenimiento del bienestar de la comunidad. Para ello hay dos requisitos: la
constitución global del individuo y las relaciones de propiedad, ya que estos dos elementos,
a criterio del higienista, interactúan recíprocamente, puesto que la vida social depende de la
constitución física y moral de los individuos y de la propiedad. Por ello es menester que la
1 - Prospecto de Annales d’ hygiene publique et de medecine légale, num. 1, Enero de 1829, citado
por Castel, 1880, pag. 148.
2- Melossi, Darío, 1992.
higiene social termine con la pobreza(3). No obstante, en las últimas décadas del siglo estas
ideas no fueron hegemónicas, en parte por razones políticas y en parte porque debido al
extraordinario éxito de las Ciencias naturales y la bacteriología, se pensó que se podía tratar
la enfermedad y obviar al paciente y sus condiciones, tal era la postura expresada por E.
Behring en 1893.
2. Salud y población en Argentina para el período considerado.
Entre el último tercio del siglo pasado y los comienzos de la Primera guerra mundial, la
población en Argentina creció aceleradamente. Las ideas alienistas e higienistas difundidas a
partir de la facultad de Ciencias Médicas de la UBA, intentaron plasmarse en políticas
sociales.
Cuadro Nº 1: Población rural y urbana según los censos nacionales.
Censo Total Población
Urbana Rural
Número % Número %
6
Carretero, Andrés, 1995.
Total de la población 429.558
Fuente: Censo de la Ciudad de Buenos Aires, 1887.
Para 1887, en Buenos Aires había 2835 conventillos y 30.313 casas, de modo que la
proporción de conventillos era de 9,35 %. La mayor parte de ellos eran de madera y pisos
de tierra. Sus ocupantes eran fundamentalmente jornaleros y operarios.
Cuadro Nº 4- Habitantes por tipo de vivienda para Buenos Aires en 1904
Cantidad de:
Habitantes de conventillos 138.188
Habitantes de casas de familia 812.703
Total 950.891
Fuente: Juan Carretero, Prostitución en Buenos Aires.
Las ciudades como Buenos Aires, eran lugares donde abundaban los prostíbulos, ello
entre otras cosas, aumentaba el número de sifilíticos, al punto que en 1880, los hospitales
se encontraban excedidos en su capacidad de atención de estos enfermos. Al mismo tiempo,
en 1887, ante noticias de nuevos casos de cólera y sobre una población total de 433.375
habitantes, en Buenos Aires, sólo fueron vacunadas 14.143 personas y revacunadas 6.594.
No obstante, es constante la insistencia de médicos y funcionarios para que se efectúen
campañas de vacunación.
Hacia fines de siglo, era deficiente la infraestructura sanitaria de las ciudades. Indicador de
ello es el servicio de provisión de agua potable en Buenos Aires. En 1887 sobre un total de
33.148 viviendas, sólo 11.600 eran servidas con agua. (7).
La deficiente estructura sanitaria, era vinculada por los médicos higienistas al peso que las
enfermedades infecto- contagiosas tenían en la mortalidad. Como consecuencia de ello, se
tomarán una serie de medidas de carácter higiénico, como veremos más adelante y esto,
tuvo como probable consecuencia el descenso de la mortalidad, tal como se consigna a
continuación.
Cuadro Nº 5 Defunciones en la ciudad de Buenos Aires debidas a enfermedades
infectocontagiosas.
Fuente Defunciones debidas a enfermedades
Año infectocontagiosas
7
Censo municipal de 1887, Pag. 530, Tomo II.
Censo Municipal 1887 27 por mil
Censo nacional 1895 22 por mil
Censo nacional 1904 14,5 por mil
8
Censo de la capital Federal del 18 de Septiembre de 1904, pag. XXVIII.
memoria consigna que hay otras enfermedades infecciosas endémicas que reagravan la
enfermedad: la viruela, la fiebre tifoidea, la tuberculosis , la lepra y el paludismo
3. El discurso higienista en Argentina.
En ese contexto, el higienismo argentino difundido desde la facultad de Ciencias Médicas
de la UBA, trazó un plan de política científica, aplicada fundamentalmente al área de lo
social. Vinculó discursos y prácticas en una estrategia que se aplicó por un lado a los
espacios urbanos en los que se desarrollaba la vida cotidiana de la población normal y por
otro a las instituciones de encierro de los desviados. Todo lo cual llevaba a la idea de
controlar el medio social, a fin de que la vida fuese más racional y sana (tanto en un
sentido físico, como moral).
El higienismo argentino, comienza a desarrollarse como consecuencia de una serie de
epidemias que culminan con la de fiebre amarilla en 1871. Ante ello, los círculos
periodísticos y las comunidades extranjeras, constituyen comisiones destinadas a suplir la
“ineficiencia de las autoridades” (9). Fundan el 10 de marzo la Comisión popular de
Salubridad Pública. Comienzan a funcionar el Consejo de Higiene, las Comisiones
parroquiales de higiene y la Comisión municipal.
El Consejo de Higiene, tuvo como finalidad promover el establecimiento de reglas
higiénicas en la población. A partir de 1871 todo vecino tiene obligación de denunciar
lugares de acumulación de suciedad o de enfermos. Se pide el incendio de conventillos y se
ordena la disolución de reuniones en pulperías, bodegones e inquilinatos, que se realicen
luego de las nueve de la noche. Las personas, deben ser obligadas a tener métodos de vida
acordes a la Higiene.
El 9 de abril de 1871, el diaro La Nación consigna que el primer peligro radica en los
saladeros. El Riachuelo es una llaga de podredumbre. Hay, se dice, corrientes subterráneas
envenenadas, aire corrompido, putrefacción proveniente de cementerios, hospitales,
mataderos y de “acumulaciones humanas”(10). El higienismo, se subordinó a menudo al
darwinismo social: “El mejor gobernante(...) será el que cortando la corriente de
inmigración, que no vuelve, haga bajar las tablas de mortalidad de Buenos Aires, atacando
11 Ibid.
12 Censo general de la ciudad de Buenos Aires de Septiembre de 1887, Tomo I, pag. 128
13 Ibid, pag. 266.
14 Ibid, pag. 110.
El discurso higienista no se impuso sin resistencias y de modo homogéneo. A pesar de que
en 1870 Emilio Castro, elevó un proyecto para proveer agua filtrada y cloacas a Buenos
Aires, todavía en 1888 “En la cámara de senadores, algunos miembros están en contra de
las cloacas, y otros las confunden con los caños de desagüe”(15).
El debate acerca de las cloacas, terminó en la curiosa redacción de la ley que dice, que las
mismas serían construidas “si resultasen ser convenientes”(16).
4. Las prácticas higienistas en Argentina.
Las prácticas higienistas impulsaron investigaciones de carácter científico, obras de
saneamiento urbano, redacción de leyes, creación de hospitales y educación popular.
La noción de “clima”, tal como la vimos en el parágrafo anterior, impulsa una serie de
estudios. Los mismos son llevados a cabo en colaboración con institutos extranjeros, tales
como el Instituto Higiénico de Leipzig y el de Berlín. Los elementos naturales son objeto
central de estudio: suelo, agua, aire.
Se estudia el suelo. Pozos excavados, permiten tomar muestras de tierra y hacer su
análisis. Los métodos usados, son de higienistas europeos, tales como la técnica para
determinar la porosidad de la tierra de Flügge (Leipzig, 1879), quien tiene a su cargo la
primera cátedra de Higiene Social en Berlín y proclama un programa de eugenesia.
El agua, es considerada fundamental en relación a las epidemias. Se estudian aguas
subterráneas, su relación con la presión atmosférica y la mortalidad por enfermedades
infecciosas. En esto se sigue la polémica de los higienistas de la época, basada en hipótesis
diversas acerca del origen de las enfermedades contagiosas(si sus causas son orgánicas o
sociales). Las opiniones son diversas, a menudo se afirma que la verdad está del lado de
Koch y su escuela, si bien diversos factores pueden colaborar a la diseminación de las
epidemias. (17)Otras veces se plantea la necesidad de producir cambios socioeconómicos
como postulaban higienistas como Wirchov en Alemania.
También se analiza la relación entre mortalidad colérica, lluvias, presión atmosférica y
aguas subterráneas. Se establecen las características de una “buena agua”. Se utiliza el
método bacterioscópico de Koch para establecer el nivel de contaminación. Siguiendo al
15 Ibid.
16 Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores de Buenos Aires, 1870.
17 Censo de la Ciudad de Buenos Aires, 1887, 285, Tomo I.
VI Congreso Internacional de Higiene de 1887, se sostiene que las aguas potables deben
ser separadas de toda substancia tóxica. Se efectúa el análisis de aljibes y se consigna que
existen en 1888 en Buenos Aires 8.063, los cuales no garantizan agua potable, en tanto que
sólo son 8476 las casas con agua corriente.
También estudian el aire. Se inicia la medición de los niveles de ozono y en 1885
comienzan las observaciones aeroscópicas.
La meteorología es considerada central, pues posibilita obtener información que puede
atraer a los inmigrantes. En la década de 1880, el Diario La Nación inicia la prestación de
un servicio meteorológico, que al comienzo provocó burlas. Se inician las observaciones
heliométricas, cuya importancia radica en que la escuela de Pasteur ha probado que la luz
del sol es un factor atenuante de la virulencia bacterial. La luz es considerada importante
también, pues, Edwards en sus estudios sobre la influencia de los agentes físicos, “ha
demostrado que es necesaria para el desarrollo de las porciones del cuerpo que
caracterizan el tipo de la especie”(18). Aquí se ve la subsunción al darwinismo, leído en
clave lamarckiana. Se analizan los fenómenos eléctricos, la humedad y presión
atmosférica, vientos, lluvias y temperatura. Se sostiene que esta última tiene influencia en
la aparición de enfermedades y en la mortalidad infantil. Los estudios, fueron
acompañados por recomendaciones a las autoridades y a la población.
Con el fin de evitar la propagación de enfermedades se comienzan a controlar diversos
espacios urbanos(tanto públicos como privados). Se aumentan los espacios reservados a
plazas. En 1875, se expide una ordenanza, que reglamenta el funcionamiento de
prostíbulos, se crea un Registro de prostitutas y se dicta un Reglamento de conventillos.
En la década de 1880 se realizan las obras de saneamiento de Buenos Aires. No obstante lo
cual, en 1891, sólo 4.344 casas tenían cloacas y 240.055 agua potable, sobre un total de
544.399. Se comienzan a construir obras de saneamiento en los mataderos de Buenos
Aires. Se ensaya por vez primera la limpieza de las calles de Buenos Aires utilizando
máquinas barredoras (19).
Toda esta tarea de salubridad, fue organizada por varias instituciones de carácter higienista.
4.1. El Departamento Nacional de Higiene.
Rosen, George en De la policía médica a la medicina social, Siglo XXI, México, 1985.
Viale, Adrián, Estudio sobre la mortalidad ocurrida en la ciudad de Bs. As. durante
1880. Tesis doctoral. Establ. Tipográfico, calle perú Nº 107. Buenos Aires, 1881.