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CONSEJO DE ESTADO
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO
SECCIÓN TERCERA
Subsección C
“RESUELVE
ANTECEDENTES
1. El laudo impugnado
“PRETENSIONES DECLARATIVAS
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Almaviva S.A. Vs. DIAN
La convocante señaló que suscribió con la DIAN el contrato de depósito No. 026-
067 de 2005, cuyo objeto fue “el depósito, guarda, conservación, custodia y pago
de las mercancías ingresadas a las bodegas y demás lugares de la Convocante, que
se encuentren en cualquier (sic) de las dos circunstancias previstas en su cláusula
primera.”. Hacían parte del objeto contractual las mercancías aprehendidas,
decomisadas, abandonadas, retenidas e inmovilizadas a favor de la Nación. El plazo
de ejecución vencía el 31 de diciembre de 2005 o hasta el agotamiento de la
partida presupuestal y “… En todo caso, las partes dejaron la puerta abierta para
que el Contrato de Depósito se prorrogara por un período igual al inicialmente
pactado, ‘siempre y cuando las partes manifiesten su intención de prórroga,
mediante comunicación escrita por lo menos con 15 días de antelación a la fecha
de su vencimiento’ ”. –fl. 3, cdno. ppal.-. El valor del negocio ascendió a
$570’000.000.
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Almaviva también se refirió al requerimiento que la DIAN le hizo para aclarar por
qué se presentó la inconsistencia entre el número de rollos de tela y el número de
metros cuadrados de la misma. La DIAN no aceptó la respuesta que recibió de
Almaviva, devolvió el acta y expidió la cuenta de cobro No. 0007, del 30 de
diciembre de 2009, por medio de la cual le cobró $101’438.767, luego los descontó
de los pagos a los cuales tenía derecho.
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mercancía se mantuvo almacenada hasta el año 2009…, caducaron (sic) por cuanto
ya transcurrieron más de dos años desde la fecha en que se configuró el faltante, lo
cual se dio el día 09 de julio de 2009, mediante Acta No. 00003 y comunicada al
accionante mediante oficio No. 1-48-235-407-001071-1280 del 20 de octubre de
2009’ siendo la demanda radicada el 3 de agosto de 2012.” –fl. 9 vlto. cdno. ppal-.
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En conclusión, la acción que motivó el proceso se derivó del contrato No. 026-067
de 2005 y no del contrato No. 026-002-2010, a pesar que el descuento por la
mercancía faltante se hizo con cargo a este último. En este orden, la convocante
demandó con fundamento en el primer contrato y, además, el segundo negocio
fue objeto de liquidación de mutuo acuerdo, donde se dejó la siguiente constancia:
“La ENTIDAD declara encontrarse a PAZ Y SALVO con el Contrato de Prestación de
Servicios número 026-002 suscrito con ALMAVIVA (…), declaración cuyo efecto
transaccional se presume, al estar contenida en la liquidación bilateral del
contrato.” –fl. 18, cdno. ppal.-.
Finalmente, sostuvo que no era admisible el argumento según el cual por las
reclamaciones formuladas por Almaviva a la DIAN, en el 2011, el término de
caducidad debía contarse desde el momento en que decidió que no había lugar a
la devolución. En efecto, “El hecho que da base a la acción no es otro que el
descuento de los valores ya indicados, no el hecho de que las discusiones que se
presentaron a raíz de los mismos no hayan llegado a feliz término.” –fl. 19, cdno.
ppal.-. Por las razones expuestas, el Tribunal de Arbitramento declaró la caducidad
de la acción.
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Norma vigente al tiempo en que empezó a contar el término de caducidad de la acción de
controversias contractuales.
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2. El recurso de anulación
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Esas disposiciones establecen: “Art. 163. Son causales de anulación del laudo las
siguientes: (…)
“8.Haberse recaído el laudo sobre puntos no sujetos a la decisión de los árbitros o haberse
concedido más de lo pedido y”
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2.1. Causal No. 8 del artículo 163 del Decreto 1818 de 1998:
“Haberse recaído el laudo sobre puntos no sujetos a decisión de los
árbitros o haberse concedido más de lo pedido”
Recordó que el laudo concluyó que la norma que regula la caducidad de la acción
es el art. 136 de C.C.A. -modificado por el artículo 44 de la Ley 446 de 1998-, y de
acuerdo con él vencía en 2 años, contados desde la ocurrencia de los motivos de
hecho o de derecho que la fundamentaban. En consecuencia, la DIAN formuló la
excepción de caducidad porque se configuró el 6 de diciembre de 2008, habida
cuenta de la estipulación quinta del contrato de depósito No. 026-067 de 2005, en
virtud de la cual el contrato terminaba: i) por expiración del plazo o ii) por
agotamiento de la partida presupuestal, y atendiendo a ello el contrato finalizó el
6 de diciembre de 2006, cuando se agotó la partida presupuestal destinada a su
ejecución. No obstante, la convocante precisó que si sucedió del modo expuesto,
el descuento que hizo la DIAN era ilegal, porque el contrato que lo sustentó expiró
tres años antes.
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De otra parte, el laudo llegó a una conclusión errada, porque afirmó que los
contratos celebrados a lo largo del tiempo entre ALMAVIVA y la DIAN eran
autónomos, a pesar de que las partes consideraron que se trató de la misma
relación jurídica.
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2.2. Causal No. 9 del art. 163 del Decreto 1818 de 1998: “No
haberse decidido sobre cuestiones sujetas al arbitramento”.
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Señaló que este cargo tampoco debe prosperar, porque si el Tribunal declaró
probada la excepción de caducidad no era posible pronunciarse sobre las demás
pretensiones.
CONSIDERACIONES
Advierte la Sala, antes de realizar el estudio que corresponde al caso concreto, que
el laudo no se anulará. Para fundamentar esta conclusión analizará los siguientes
temas: i) la competencia del Consejo de Estado para conocer del recurso, ii) las
causales de anulación invocadas: numerales 8 y 9 del art. 163 del Decreto 1818 de
1998, y su aplicación al caso concreto, y iii) la condena en costas.
1. La competencia
“7. Del recurso de anulación contra laudos arbitrales proferidos en conflictos originados en
contratos celebrados por una entidad pública, por las causales y dentro del término prescrito en las
normas que rigen la materia. Contra la sentencia que resuelva este recurso sólo procederá el recurso
de revisión.”
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2.1. Primer Cargo: Causal No. 8 del art. 163 del Decreto 1818 de
1998: “Haberse recaído el laudo sobre puntos no sujetos a la decisión
de los árbitros o haberse concedido más de lo pedido.” que corresponde
a la causal 9 del art. 41 de la Ley 1563 de 2012: “Haber recaído el laudo
sobre aspectos no sujetos a la decisión de los árbitros, haber concedido
más de lo pedido o no haber decidido sobre cuestiones sujetas al
arbitramento.”
Según dicha norma: “Son contratos estatales todos los actos jurídicos generadores de
obligaciones que celebren las entidades a que se refiere el presente estatuto, previstos en el derecho
privado o en disposiciones especiales, o derivados del ejercicio de la autonomía de la voluntad, así
como los que, a título enunciativo, se definen a continuación: (…)”
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Esto, de conformidad con el artículo 72 de la Ley 80 de 1993 –modificado por el artículo 22
de la Ley 1.150 de 2007-, que establece: “Contra el laudo arbitral procede el recurso de anulación.
Este deberá interponerse por escrito presentado ante el Tribunal de Arbitramento dentro de los
cinco (5) días siguientes a la notificación del laudo o de la providencia que lo corrija, aclare o
complemente.
“El recurso se surtirá ante la Sección Tercera de la Sala de lo Contencioso Administrativo del
Consejo de Estado.
“Son causales de anulación del laudo las previstas en el artículo 38 del Decreto 2279 de 1989 o las
normas que lo modifiquen, deroguen o sustituyan.” (Negrilla fuera del texto)
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Esta causal se configura siempre que se esté ante una de las siguientes
circunstancias: i) que el laudo recaiga sobre materias no susceptibles de ser
sometidas a arbitramento, contrariando con ello la Constitución y la ley, ii) que se
aborden asuntos que las partes no dejaron sujetos a la decisión de los árbitros,
desconociendo que la competencia está limitada y restringida a la materia que
señalen las partes, y iii) que se exceda la relación jurídico procesal delimitada por la
demanda y su contestación, violando el principio de congruencia. Estos criterios han
sido analizados en varias providencias de la Sección, en las cuales se ha expuesto
que:
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De un lado, expresa que las partes pueden renunciar a la justicia ordinaria, por
autorización de la Constitución y la ley, para elegir la arbitral, quien asume la tarea
de juzgar y definir los conflictos que se presenten entre ellas.
Esta posibilidad modificatoria del juez natural, en todo caso, no supone que las
partes puedan quedarse sin juez, ni que se entorpezca para alguna de ellas el
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De otro lado, esta potestad modificadora e innovadora que tienen las partes expresa
la inmensa riqueza que la autonomía de la voluntad ofrece en la contratación de las
entidades públicas, la cual también rige en este ámbito, y aún de manera más fuerte
tratándose de entidades que se gobiernan por el derecho privado.
En este sentido, queda claro que las partes de un contrato pueden, con libertad
relativa, porque el legislador se los autoriza, conservar el juez natural o adoptar la
justicia arbitral para solucionar sus controversias, pudiendo escoger entre una u otra
opción, con amplia libertad de decisión.
En tercer lugar, y como una variante del anterior punto, es decir, en caso de que se
acoja la opción arbitral, es necesario que el contrato defina cuáles controversias se
someterán a este mecanismo judicial extraordinario, pudiendo las partes escoger
entre llevar a esa instancia todas las controversias que surjan del contrato, o sólo
algunas de ellas, en cuyo caso subsistirían las dos jurisdicciones, una para unas
materias y otra para las demás. Esta segunda alternativa refleja, con más claridad, la
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Vale la pena aclarar, no obstante, y a título de regla general, que en caso de que la
cláusula arbitral no señale, concretamente, cuáles conflictos quedan a su cargo, se
entiende que todos los transigibles que surjan de la relación contractual están
incluidos, siendo necesario, en caso de que las partes sólo quieran someter algunos,
especificar claramente cuáles escaparán a la jurisdicción arbitral.
Sin embargo, se deduce de las anteriores ideas, que no es posible que el tribunal
conozca de conflictos que no estén autorizados por las partes, o lo que es igual,
tampoco es factible que una de ellas proponga controversias que no encajen en lo
dispuesto en la cláusula, ya que sin pacto expreso no opera esta justicia excepcional.
Sobre el particular, señaló la Sala, en mayo de 2002, que:
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Sentencia de 20 de junio de 2002. Rad. 19.488.
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En esta misma línea, la Corte Constitucional precisó que la voluntad de las partes
establece los límites de la jurisdicción arbitral. Así, en la sentencia C-1.037 de
2002, al pronunciarse sobre la exequibilidad de los numerales 3 y 4 del artículo 15
del decreto 2651 de 1991 -modificado por el artículo 119 de la ley 446 de 1998- y
los artículos 120 y 121 de esta última ley, señaló que:
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De acuerdo con esto, no basta con que el art. 116 contemple la posibilidad de que
los particulares sean investidos, transitoriamente, de la calidad de jueces, para que
automáticamente lo hagan, toda vez que la norma agrega, a continuación, que
esto procede “en los términos que determine la ley”. De esta forma la Constitución
Política condicionó esta posibilidad a la valoración que el legislador hiciera,
pudiendo ocurrir que: no lo autorice; o que lo haga en forma generalizada; o que
lo permita de forma puntual, es decir, para algunos conflictos.
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Una, que sólo las partes del conflicto pueden acordar la exclusión del juez natural
de las controversias, con el fin de acercarse al arbitramento, lo cual hacen a través
de la suscripción de un pacto arbitral, que adopta dos modalidades: cláusula
compromisoria o compromiso.
En este orden, los terceros no pueden ser llevados a un proceso de estos, por falta
de voluntad manifestada en tal sentido. Por el contrario, las partes quedan
vinculadas al mecanismo libremente acordado, porque deben cumplir los pactos
que suscriben.
La otra, que ni siquiera la ley puede obligar a las partes de una controversia
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Entre las materias intransigibles se encuentran las controversias sobre las cuales
se configura la caducidad de la acción, porque la ley procesal ni permite conciliar
cuando este término ha vencido, y porque se trata de una excepción procesal que
incluso se declara de oficio –art. 306, CPC.-, aún contra la voluntad del
demandante o la del demandado.
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La Sala recuerda que en la Sección Tercera existen dos tesis -compatibles- sobre
la posibilidad de revisar, a través del recurso de anulación, la decisión que adopta
un tribunal de arbitramento sobre la caducidad de la acción de controversias
contractuales, según pasan a explicarse:
“En ese caso, el juez para la decisión del recurso no debe hacer
estudios de fondo, de tipo valorativo respecto de la decisión, en
tanto ese papel corresponde a los árbitros, quienes habrán decidido
con base en las pruebas aportadas al proceso y con efecto de cosa
juzgada material, no sujeta a revisión a través de este recurso
porque no se trata de una segunda instancia.
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(…)
“Tercer escenario: La cosa juzgada no se propuso como
pretensión ni como excepción en el proceso arbitral, pero el
Tribunal oficiosamente se ocupó del tema.
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Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera. Exp. 32.398. Junio 8 de 2006.
C. P. Ruth Stella Correa.
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“De allí que, aplicadas estas ideas al caso sub iudice, la caducidad de
la acción contractual –de ninguna manera la Sala alude a la eventual
acción ejecutiva- empezó a correr el 5 de agosto de 2007 y por tanto
los dos años vencieron el 5 de agosto de ese mismo año, y como la
demanda se presentó el 28 de agosto de 2009, había caducado la
acción.
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Además, no cabe duda que el tema lo podía –y debía- abordar el tribunal -bien
para declarar la caducidad (como en efecto lo hizo) o bien para negarla- porque
no sólo la propuso la convocada, como excepción, al contestar la demanda 11, sino
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La DIAN formuló, al contestar la demanda, la excepción de caducidad, en los siguientes
términos:
“Es decir que los hechos que nos ocupan se dieron en ejecución del contrato 026-067 de
2005, en cuya ejecución ingresó la mercancía al depósito de ALMAVIVA, la cual se
mantuvo depositada durante la vigencia y ejecución de dicho contrato.
“Es de anotar que el Contrato de Depósito de Mercancías Código 026-067 de 2005, entre la
DIAN y la sociedad ALMAVIVA., fue suscrito el 04 de octubre de 2005, cuya duración se
estableció hasta el 31 de diciembre de 2005º hasta el agotamiento de la partida. Sobre este
contrato no se realizó liquidación, por cuanto fue suscrito bajo la Ley 6° de 1992 y no bajo
la Ley 80 de 1993.
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que el juez tiene la obligación de referirse a ella, de oficio. Desde este punto de
vista es inadmisible cuestionar el laudo por referirse a la caducidad de la acción
como si se tratara de un aspecto no sujeto a la decisión del árbitro o por haber
concedido más de lo pedido.
“j) En las relativas a contratos el término para demandar será de dos (2) años que
se contarán a partir del día siguiente a la ocurrencia de los motivos de hecho o de
derecho que les sirvan de fundamento
“La doctrina ha definido la caducidad como el plazo acordado por la ley, para el ejercicio
de una acción o de un derecho, lo que quiere decir que la ley establece determinados
plazos perentorios e improrrogables para intentar ciertos procesos y se presenta la
caducidad cuando se ha ejercitado el derecho dentro del término fijado por la ley para ello.
“Así las cosas, la controversia contractual que nos ocupa no procede teniendo en cuenta
que la demanda en este caso fue radicada en el Tribunal de Arbitramento el día 03 de
agosto de 2012, independientemente de que se hubiera intentado en otra oportunidad
(enero de 2011), dirimir el conflicto a través de un arbitraje que fracasó por rechazo de la
demanda, por no haber sido corregida en debida forma, tal como lo manifiesta el
apoderado de la parte demandante en su escrito de corrección de la demanda.
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Asimismo, la norma aplicable, que es el artículo 187 del CPACA –vigente cuando
inició el proceso arbitral-, reiteró la facultad oficiosa con que cuenta el juez para
declarar probadas las excepciones que no se formulen en la contestación en la
demanda. En este orden, no es suficiente resolver las propuestas por el
demandado, sino que, además, el juez, en la sentencia, debe declarar cualquier
otra que encuentre acreditada:
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“De acuerdo con lo anterior, se observa que el laudo arbitral está incurso
en la causal 8 de anulación, toda vez que en la parte resolutiva se
declaró probada la excepción de caducidad cuando está demostrado en
el expediente que dicha caducidad aún no había operado, lo que viola el
derecho fundamental al debido proceso de ALMAVIVA, y asimismo, viola
el principio de congruencia y el derecho fundamental de acceso efectivo
a la administración de justicia.” –fl. 12 del recurso-
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ii) El segmento trascrito también muestra que el recurrente cree que se encuentra
ante el recurso de apelación, porque sus razonamientos intentan mostrar una
violación al “derecho fundamental de acceso efectivo a la administración de
justicia”, como si fuera una causal de anulación.
2.2. Segundo Cargo: Causal No. 9 del art. 163 del Decreto 1818 de
1998: “No haberse decidido sobre cuestiones sujetas al arbitramento”,
que corresponde a la causal 9 del art. 41 de la Ley 1563 de 2012:
“Haber recaído el laudo sobre aspectos no sujetos a la decisión de los
árbitros, haber concedido más de lo pedido o no haber decidido sobre
cuestiones sujetas al arbitramento.”
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Ver al respecto, providencia de 5 de julio de 2006. Rad. 31.887. Textualmente señaló la
Sala en esa providencia: “Esta causal también está contemplada en el art. 72, núm. 5, de la ley 80 de
1993 y parte de una hipótesis bastante simple. Consiste en que el Tribunal ha dejado de decidir un
asunto, planteado en la demanda o en su contestación.”
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es omitir decisión sobre puntos sobre los cuales debió decidir y otra,
muy distinta, es haber negado esas súplicas procesales.
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De hecho, el inciso segundo del artículo 306 del Código de Procedimiento Civil
dispone que si el juez encuentra probada una excepción que conduce a la
negativa de las pretensiones, puede abstenerse de examinar las restantes, como
sucedió en el proceso arbitral:
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3. Costas
FALLA
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El artículo segundo define las agencias en derecho como: “Concepto. Se entiende por
agencias en derecho la porción de las costas imputables a los gastos de defensa judicial de la parte
victoriosa, a cargo de quien pierda el proceso, el incidente o trámite especial por él promovido, y de
quien se le resuelva desfavorablemente el recurso de apelación, casación, revisión o anulación que
haya propuesto, y en los casos especiales previstos en los códigos de procedimiento.”
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