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I. CONCLUSIONES ................................................................................................................ 10
Constitución Política, Estado democrático de derecho y ciudadano independiente, han sido ayer y
continúan siéndolo hoy en día, los pilares fundamentales del constitucionalismo moderno.
Para conseguir este fin esencial, el constitucionalismo moderno tuvo que enfrentar duras luchas
contra el arbitrario poder de los señores feudales, el despotismo irracional de los monarcas
absolutos, así como contra la explotación del hombre por el hombre, contra la discriminación racial,
contra la opresión nacional y contra las guerras de anexión imperialista.
En este contexto se ubica la revolución inglesa del siglo XVII, que pugna por la instauración de la
monarquía constitucional; la revolución independentista norteamericana de 1776, que rompe su
dependencia política y económica respecto de Inglaterra, su metrópoli opresora; la revolución
francesa de
1789, que procura la universalización de los derechos del hombre y del ciudadano; la revolución
independentista latinoamericana de 1810 - 1825, por materializar su derecho a la
autodeterminación; la revolución europea de 1848, en busca reivindicar los derechos democráticos
de las masas populares; la revolución mexicana de 1947, que abre las puertas del
constitucionalismo social en América Latina; la revolución rusa de 1918, intentando el acceso de los
trabajadores al poder del Estado; la revolución alemana de 1919, procurando los derechos de las
clases medias; la revolución española de
1930, que brega por la democracia contra el fascismo amenazante; la independencia de la India de
1947, que libera al país del pesado a ignominioso yugo inglés; la revolución china de 1949, que
busca nuevas horizontes para hacer realidad los derechos sociales; la revolución cubana de 1959,
esforzándose por reivindicar sus recursos nacionales; la independización africana de la década de
los años 60, que pone fin al régimen del apartheid y el movimiento democratizador de Europa
Oriental de 1987, que va a la reivindicación de los derechos ciudadanos. Todos estos y otros
movimientos político sociales, a escala universal, han sido impulsados por el constitucionalismo
moderno, para remover los obstáculos opuestos por el totalitarismo a la convivencia pacífica de los
hombres, pueblos y naciones del mundo.
Hablar de constitucionalismo significa referirse a una larga tradición del pensamiento político y
jurídico que encuentra sus raíces en los primeros autores del siglo XVII, de John Locke en adelante
y en las primera batallas ideológicas libradas por la burguesía en contra del poder absoluto de los
monarcas y sus sostenedores.
En ese sentido resulta interesante ver como, a lo largo de los tiempos, ha ido cambiando la
concepción sobre la Constitución política y el Estado. Respecto de la Constitución se ha dicho
primero que es una forma de gobierno; luego se afirmó que se trata de la dinámica de interactuación
en la comunidad estatal de los factores reales de poder; más tarde se sostuvo que es la norma de
más alto rango que da unidad y validez a todas las demás normas del ordenamiento jurídico y, por
último, que es un sistema de garantías que sirven para limitar el uso del poder.
En lo que atañe al Estado las variaciones no han sido pocas. De Maquiavelo a Hobbes, se
sostuvo que la monarquía absoluta era la forma más acabada de Estado moderno. Locke,
Rouseau, Montesquieu y Sieyés, se esforzaron por fundamentar ideológica, política y
jurídicamente la instauración y prevalencia del Estado liberal. Marx, Engels, Lenin y otros, pugnarán
por materializar el Estado Social. Luego de la II
Guerra Mundial, se abre paso a la constitución de organismos supranacionales con miras a forjar
una comunidad internacional, iniciándose de esta forma los avatares de la globalización.
Este fenómeno también ha ido avanzando paulatinamente. Empezó por flexibilizar las fronteras
estatales para el libre paso de los trabajadores extranjeros, continuó con posibilitar el libre paso de
las mercancías, siguió adelante con el libre paso de los capitales y coronó este trayecto con el libre
paso para los servicios de todo.
Todo sistema político, por muy perfecto que parezca, lleva en sus adentros una feroz pugna entre lo
tradicional y lo nuevo; entre lo que muere y lo que nace; entre lo que ha pasado y lo que viene.
Estas contradicciones intrínsecas deben ser resuellas para evitar la disgregación de la comunidad
política que las contiene.
libertad. Ese orden eran la dependencia, la esclavitud y la servidumbre a perpetuidad, Ese orden se
erigía sobre la base de la más completa desigualdad social, económica, política y cultural. Ese
orden garantizaba todo tipo de privilegios para los poderosos y todo tipo de injusticias para los
desposeídos. Se resolvió con cruentas luchas revolucionarias, que dieron nacimiento a un nuevo
orden en todos los aspectos de la vida social.
Es Estado liberal se caracterizaba por promover la más absoluta libertad individual, la igualdad
ante la ley, la división de poderes, así como el fomento a la iniciativa privada en las actividades
económicas y empresariales. Pero como todo aquello estaba fundado únicamente en la capacidad
personal de cada individuo, lo que en realidad pasaba es que, solo podían gozar de las libertades
públicas y los derechos fundamentales, unos cuantos potentados, quedando una enorme mayoría
de la población al margen de todos los beneficios de este orden estatal. En el fondo, el Estado
liberal no se diferenciaba de las monarquías absolutas a las que había combatico, por cuya
razón fue blanco de enconadas y virulentas oposiciones, cuyo punto culminante fue la revolución
europea de 1848, impulsada esencialmente por las reivindicaciones obreras y campesinas,
cansadas de esperar la ansiada libertad, igualdad y fraternidad que, a su tiempo, ofreciera la
revolución francesa.
sellaron su alianza estratégica con miras a mantenerse en el poder y evitar, por todos los medios a
su alcance, que las masas populares accedan a la función pública en todos sus niveles. La
revolución mexicana de 1917, la alemana de 1919, la española de 1930, entre otros movimientos
político-sociales, nos muestran a las masas populares y a las clases medias bregando por sus
específicas reivindicaciones.
De otro lado, la victoriosa revolución rusa de 1918 dio inicio a la implantación de regímenes
socialistas, poderoso movimiento ideo político, que con la revolución china y la traumática
culminación de la II Guerra Mundial, alcanzó gran extensión llegando a dominar el 50% del planeta.
Se instauró así el sistema socialista, cuyo principio fundamental fue la dictadura del proletariado. Su
éxito radicó en la prioridad que le dio a la satisfacción de las necesidades materiales de la
población; pero su debilidad radicaba en el menoscabo de las libertades individuales. Ello, a la
postre, trajo grandes movimientos reivindicacionistas, que a finales de la década de los ochenta del
siglo pasado, con el simbólico acto de destruir el muro de Berlín, dieron término a este sistema.
No hay constitucionalismo blanco. Todo sistema constitucional defiende los intereses de una clase
concreta y determinada. Empezó enarbolando los intereses de la burguesía, posteriormente
continuó garantizando los derechos de las clases medias y, en los estados socialistas, los intereses
de los trabajadores del campo y la ciudad. Esto hay que aclararlo, para comprender su actual rol.
Ya dijimos que, hoy en día, la globalización persigue la eliminación de las fronteras geopolíticas
para facilitar el libre paso de trabajadores, mercancías, capitales y servicios de un ligar a otro sin
tener que pagar impuestos ni observar tramitaciones burocráticas. Las modernas vías de
comunicación, la intensa aplicación de la ciencia y la tecnología en las actividades productivas, así
como la cada vez más grande utilización de las telecomunicaciones, parecen dar luz verde al
proceso mundializador.
En este macro contexto debemos distinguir dos sectores bien diferenciados. El primero es el de las
grandes potencias industriales y comerciales; el otro, es el de los países en vías de desarrollo.
Ambos sectores tienen intereses opuestos. Las potencias buscan el dominio mundial y el
sometimiento de los Estados subdesarrollados. Éstos últimos pretenden seguir viviendo en libertad
e independencia, haciendo realidad su derecho a la autodeterminación.
El constitucionalismo que enarbola cada sector, tiene un sello determinado y opuesto al otro. El
constitucionalismo de las grandes potencias aspira a gobernar el mundo, a someterlo, a trabajarlo
para sí y de modo perpetuo. El constitucionalismo de los países en vías de desarrollo, en
cambio, es una herramienta de liberación, de independencia, de libre desarrollo de las
potencialidades de cada pueblo y de un futuro sin sujeción a ninguna potencia imperialista.
En lo que respecta al constitucionalismo de las potencias, creemos que es y será coherente, puesto
que obedece a proyectos científica y técnicamente diseñados y dirigidos planificadamente. La
burguesía mundial buscará a toda costa no ser removida del dominio. Puede cambiar de centro, si
los EE. UU. de Norte América declinaran, lo sucederían inmediatamente los países de la Unión
Europea, que ya espera su turno, pues desde hace tiempo se ha venido preparando para asumir
esas responsabilidades.
este lamentable fenómeno. García Pérez vivió en París luego de terminar su periodo presidencial.
De qué vivía? El mismo dice que de dictar conferencias. Fujimori Fujimori, se fue a Japón, dónde
incluso cambió su nacionalidad, afirma que vivía de las aportaciones económicas de sus amigos.
Toledo Manrique vive actualmente en EE. UU. de qué? El mismo dice que es consultor de varias
instituciones financieras del mundo. Para estos tres señores ex presidentes, la Casa de Pizarro solo
es un centro desde donde sirven al capitalismo mundial.
De todo lo que hasta aquí hemos dicho, a modo de conclusión, se deduce que el constitucionalismo
ha jugado y juega un rol trascendental en la dirección de los destinos de los pueblos del mundo.
Las crisis que ha tenido a lo largo de su historia, se han derivado del hecho de no haber
encontrado solución a las contradicciones de cada momento histórico.
Si hemos de constituir una comunidad internacional, tenemos que asegurar a la humanidad que ella
será de libertad para todos, de igualdad para todos, de fraternidad para todos. La eliminación de
fronteras geopolíticas no debe ser el despótico avasallamiento de las etnias, pueblos y naciones. La
brecha existente entre las grandes potencias y los países pobres debe ser acortada. Los recursos
económicos de los países en vías de desarrollo deben garantizar la plena satisfacción de sus
necesidades presentes y futuras.
El asombroso avance de la ciencia y la tecnología, debe ser usado para eliminar definitivamente la
explotación del hombre por el hombre, la discriminación racial y la opresión nacional. Debe ponerse
coto a las guerras de anexión de los países débiles por parte de los fuertes. En fin, debe terminarse
con la presencia del capitalismo salvaje y debe darse paso a un sistema político más justo, más
equitativo, más humano.
Es, en síntesis, es el rol que debe jugar el constitucionalismo mundial en el contexto de la actual
globalización. De repente es pura utopía nuestra, pura idea, pura aspiración humanitaria. Pero nos
alienta, en este sentido, el hecho de ver que importantes estudiosos del mundo jurídico y
político, están
proponiendo la revisión del viejo contrato social de Hobbes y Locke, sugiriendo pactos entre ricos y
pobres, a efectos de lograr una comunidad internacional con el imperio absoluto de los derechos
humanos.
I. CONCLUSIONES
En ese mismo contexto, existen además, los tipos de Tipos de Normas, entre ellas las
Normas Religiosas, que son preceptos dictados por dios a los hombres, su violación está
sancionada con el premio o castigo en la vida eterna. Su principal diferencia con la norma
jurídica es la sanción que siempre se aplicará hasta después de la muerte. Asimismo, se
encuentra la Norma jurídica.- Regla de conducta sancionada por el Estado, que establece
derechos y obligaciones recíprocos. Estas normas son aquellas disposiciones que el poder
público por medio de sus órganos legislativos señala como obligatorias a la obediencia
general. Además, existen características de la norma jurídica, que hacen diferentes a las
normas jurídicas de cualquier otro tipo de normas, nos permiten distinguir unas de otras. En
fin, todo esto significa que las normas jurídicas son creadas por otra persona distinta al
destinatario de la norma, y, que ésta, además, es impuesta en contra de su voluntad; esta
característica se opone a la Autonomía que significa que la norma es creada de acuerdo a
la propia conciencia de la persona, es auto legislación (darse sus propias leyes). Es por ello,
que la fuente del derecho, jurídicamente tiene tres acepciones que son: históricas, reales y
formales.
En esta línea de ideas, el derecho constitucional, sin duda alguna, es sobre todo una rama
del Derecho, que sienta las bases del ordenamiento jurídico de un Estado y sobre él, se
construye todo el andamiaje legal de una nación. Este se refiere a la organización y al
funcionamiento del Estado, a la articulación de los elementos básicos del mismo y al
establecimiento de las bases de la estructura política del país.
II.BIBLIOGRAFÍA