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EL LEÓN DE NEMEA

En la zona de Nemea existía un enorme león que aterrorizaba a sus habitantes. Su piel era muy gruesa por lo que era difícil de
matar. Hércules intentó abatirlo usando su arco y sus flechas, un garrote hecho de un olivo y una espada de bronce, pero fue
inútil ya que todas se quebraron. Entonces el héroe decidió arrinconar al animal y se enfrentó a él en un terrible combate el cual
consiguió estrangularlo con sus fuertes brazos.
No obstante, para poder desollarlo necesitó la ayuda de la diosa Atenea, que le informó que para lograrlo debía utilizar las
propias garras de la bestia. Gracias a ello, Hércules cubrió su cuerpo con la piel del león a modo de armadura.
Hércules llevó los restos del león para que los viera el rey Euristeo, pero este se asustó tanto al verlo que le ordenó que mostrase
las pruebas de sus futuras victorias desde fuera de la ciudad.

LA HIDRA DE LERNA

En la ciénaga de Lerna vivía un monstruoso de muchas cabezas con forma de serpiente y aliento venenoso,. En esta ocasión le
acompañaba su sobrino Yolao, quien le ayudaría a vencer al temible ser.
Hércules disparó flechas en llamas para que hidra a saliera de su escondite. Cuando por fin salió, Hércules comenzó a cortarle
una cabeza tras otra. Por cada cabeza que cortaba otras dos volvían a crecer. Entonces Yolao quemo los muñones que dejaban
las cabezas al separarse de la hidra y así evitaron su regeneración. Al final el monstruo perdió todas sus cabezas.
Tras la lucha, Hércules aprovechó para mojar las puntas de sus flechas con la sangre derramada de la Hidra para que así fueran
mucho más mortíferas.

LA CIERVA DE CERINEA

La Cierva de Cerinea era un animal de la diosa Artemisa. Tenía pezuñas de bronce y astas de oro y era tan veloz que la propia
Artemisa se había visto incapaz de capturarla para engancharla a su carro.
Hércules se dio cuenta que sus flechas no podían alcanzar al animal, le costó mucho capturarla, un año entero estuvo
persiguiéndola. Hasta que logró atraparla mientras abrevaba en una charca. Para ello utilizo una flecha que hizo pasar entre el
tendón y el hueso de dos de sus patas. Con ello evitó que se derramara una sola gota de sangre de la cierva.

EL JABALÍ DE ERIMANTO

En el monte Erimanto, vivía un jabalí que se alimentaba de hombres y causaba el terror en la región.
Hercules cuando lo encontró, tuvo que perseguirlo durante horas y horas hasta que lo arrinconó en un desfiladero lleno de nieve.
Entonces, sin temor alguno a los fuertes colmillos que podían arrancar un árbol de cuajo, saltó sobre el lomo del jabalí y lo
apresó con un cadena.
Cargándolo sobre sus hombros, consiguió llevarlo vivo a Micenas.

LOS ESTABLOS DE AUGÍAS

Euristeo decidió encargarle un trabajo cuyo único objetivo era ridiculizarle y humillarle.
Le ordenó limpiar los establos del rey Augías, que llevaban más de treinta años sin ser limpiados, la suciedad y los malos olores
eran insoportables.
Augías prometió a Hércules una parte de su ganado si realizaba la tarea en un sólo día. Parecía que esto era imposible pero no
para la astucia de Hércules, el cual abrió un canal para desviar el cauce de los ríos Peneo y Alfeo, aprovechando la fuerza del
agua, consiguió que toda la suciedad fuera arrastrada.
Entonces Augías se enfurecio ante la hazaña de Hércules y se negó a darle lo prometido, alegando que el agua había hecho su
trabajo. No obstante, al final los jueces dieron la razón al héroe gracias al testimonio de Fileo, hijo del rey, el cual fue desterrado
en castigo.

LOS PÁJAROS DEL ESTÍNFALO

Los pájaros del lago Estínfalo eran aves con alas y garras de bronce que causaban la desolación por toda la zona cercana al
lago. Se alimentaban de carne humana y sus venenosos excrementos arruinaban bosques y cosechas enteras.
Hércules intentaba abatir a todos los pájaros con sus flechas pero, por más que caían, parecía que su número no era mermado en
absoluto. Al ver que nada funcionaba, decidió pedir ayuda a la diosa Atenea, la cual le entregó un cascabel y le dijo que lo
hiciera sonar. Así lo hizo Hércules y el extraño ruido provocó un terrible espanto en los pájaros y les obligó a irse para nunca
volver. El Mar Negro quedó cubierto por muchos de sus cuerpos mientras Hércules los abatía durante su huida.
EL TORO DE CRETA

Euristeo mandó a Hércules hasta la Isla de Creta. Era el hogar de un pavoroso toro que echaba fuego por el hocico y que tenía
en jaque a toda la población de la isla.
Cuando Hércules arribó a sus costas se presentó ante Minos, rey de la isla, quien le indicó donde podía encontrar al animal.
Tras una dura lucha, Hércules consiguió subirse al lomo del toro y lo condujo a través del mar hasta Euristeo. Este quiso
ofrecerlo a Hera pero la diosa lo rechazó debido a su ferocidad. Por ello, Euristeo dejó libre al toro, el cual hallaría la muerte
posteriormente a manos de Teseo.

LAS YEGUAS DE DIOMEDES

Las yeguas de Diomedes estaban siempre encadenadas y eran alimentadas con la carne de los engañados huéspedes de su amo.
Ayudado por un grupo de amigos y voluntarios, Hércules logró hacerse con las yeguas, Diomedes decidió salir con su ejército.
Pero sólo consiguió servir de alimento a sus propias yeguas cuando Hércules acabó con su vida utilizando sus propias manos.
Las yeguas, libres de su cruel amo, se amansaron y pudieron ser llevadas ante Euristeo. Finalmente fueron regaladas a la diosa
Hera.
Se dice que Bucéfalo, el caballo de Alejandro Magno, descendía de estas yeguas.

EL CINTURÓN DE HIPÓLITA

Hipólita era la reina de las legendarias amazonas, poseía un cinturón mágico que fue regalado a su madre por Ares. Ese
cinturón era el trofeo que Hércules debía conseguir para completar su siguiente trabajo.
Para ello viajó hasta el Mar Negro y, tal vez porque Hipólita se enamoró de él, consiguió que le cediera su cinturón.
Sin embargo, la diosa Hera hizo propagar el falso rumor de que Hércules quería secuestrar a la reina amazona, por lo que se
produjo una cruenta batalla entre el ejército de las amazonas y el ejército de Hércules y su compañero Teseo.
Finalmente, Hipólita encontró la muerte a manos de Hércules.

EL GIGANTE GERIÓN

El décimo trabajo consistía en robar los toros rojos del gigante Gerión, que moraba en una isla en los confines del mundo.
Solamente el viaje fue una gran prueba para Hércules, que tuvo que soportar el calor en el desierto libio. enloquecio y comenzó
a lanzar flechas al sol. Para calmar su ira, el dios Helios le regaló la copa dorada que usaba para viajar por los cielos y con ello,
consiguió llegar hasta su destino.
Primero tuvo que acabar con los dos pastores de Gerión, cuyos nombres eran Euritión y Orto Después tuvo una dura batalla
contra el propio Gerión que duró mucho tiempo, finalmente lo abatió con una certera flecha. Tras esto, condujo el ganado de
Gerión hasta Euristeo, no sin antes enfrentarse a diversas calamidades que Hera le mandó durante su regreso.

EL JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES

El undécimo trabajo que Hércules debía llevar a cabo era robar las manzanas doradas de la inmortalidad.
Tenía que llegar hasta el oculto jardín y sólo descubrió su ubicación gracias a Nereo, al que amenazo para que le contara su
secreto. Después de llegar al jardín, se dio cuenta de que su fuerza no sería suficiente para hacerse con las manzanas, fue a
buscar a Atlas. Para convencerle de que robara las manzanas se ofreció a ocupar su lugar aguantando el peso del cielo y, una
vez que Atlas regreso con las manzanas, le engañó diciéndole que sujetase el cielo un momento para poder ajustarse un
momento la capa. Cuando Atlas volvió a ocupar su lugar, Hércules tomó las manzanas y huyó raudo y veloz.

CERBERO

Hércules debía adentrarse en el Inframundo y capturar a Cerbero, el demoníaco perro guardián de tres cabezas que vigilaba la
puerta del Hades. Y debía conseguir tal proeza sin blandir arma alguna.
Viajó a Eleusis, donde le enseñaron los secretos para caminar por el Hades y salir con vida. El siguiente paso era localizar la
entrada y lo ayudadon por Atenea y Hermes, los cuales le guiaron.
Durante su estancia en el infierno, libero a Teseo, luego de esto Hércules halló por fin al Can Cerbero.
Euristeo se sintió profundamente aterrorizado al ver que Hércules había completado sus doce trabajos imposibles de realizar y
decidió liberarlo de su carga, con lo cual los crímenes del héroe quedaron expiados.
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