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Las 5 consecuencias principales de la delincuencia

1- Desintegración familiar
Una de las consecuencias más nocivas de la actividad delictiva es la desintegración
familiar, debido a que las conductas criminales crean trastornos en el hogar.
Esto genera conflictos permanentes en el seno de la familia, que pueden terminar
en divorcios y en el desarraigo de los hijos.
Por ejemplo, un padre que es detenido y procesado judicialmente se tiene que
separar de su familia.
La desintegración familiar a su vez crea un círculo vicioso, porque los hijos se
forman sin hogar para su orientación y sostenimiento económico. En la calle son
presa fácil de la delincuencia juvenil.
2- Muertes prematuras o violentas
Los delincuentes están más expuestos que cualquier otra persona a la muerte
violenta, debido justamente a las actividades peligrosas en las que están
involucrados.
Algunas veces mueren en enfrentamientos armados con los agentes de la ley o con
otras pandillas de delincuentes.
La delincuencia es resultado de la suma de diversos factores de riesgo sumado al
cultivo de antivalores. En consecuencia, la vida del delincuente suele ser más corta
que la de las demás personas.
3- Promiscuidad sexual
Otra consecuencia de la conducta delincuencia es la promiscuidad sexual, porque
en los ambientes criminales carentes de valores la promiscuidad es una práctica
permanente.
Los criminales suelen ser personas con trastornos y traumas psicológicos, que dan
poco valor al concepto de familia y a las relaciones monogámicas.
Por otra parte, la promiscuidad sexual expone a las parejas delincuentes a contraer
enfermedades venéreas, al VIH y al embarazo precoz.
4- Pérdidas económicas
La actividad delictiva genera cuantiosas pérdidas económicas a la sociedad. Ya sea
por la comisión de delitos comunes como atracos y hurtos a personas, o cuando los
delitos son cometidos contra el Estado por parte de funcionarios públicos.
La corrupción administrativa contra el Estado es una forma de criminalidad que se
observa a escala mundial, en casi todo el planeta.
Las pérdidas para la sociedad son multimillonarias. Por ejemplo, debido a la
corrupción es posible que no quede dinero necesario para realizar programas
sociales u obras de infraestructura, entre otras acciones de beneficio colectivo.
5- Desequilibrio mental
Entre las consecuencias individuales de la delincuencia está el desequilibrio mental
que produce en las personas generado por el tipo de delitos que comete.
En estos ambientes es usual el consumo de drogas. Los efectos de estas también
van minando su estabilidad y su sistema de valores personal.
CAUSA Y CONSECUENCIAS DE LA DELINCUENCIA
En nuestros tiempos, los que habitamos nuestra nación al igual que de los demás
países que conforman la población mundial, tenemos conceptos bastantes definidos
en torno a la definición de la delincuencia,al considerarla como el fenómeno de
delinquir o de cometer actos fuera de las reglas y normas conductuales que impone
y requiere toda sociedad para asegurarse una existencia fecunda y luminosa.

Sin embargo, es poco lo que conocemos sobre las verdaderas causas por las que
un joven pueda quedar atrapado en un modo de vivir que le sumerge
perjudicialmente en un estado delincuencial. Las causas pueden ser orgánicas,
fisiológicas, patológicas, o sociales debido a las influencias externas como el medio
en el que se desarrollan los primeros años de su vida, la carencia de afectos y
atención por parte de los padres o simplemente por una mala orientación.

Las actividades ilegales que desarrollan jóvenes, cuyas conductas no discurren por
las normas sociales aceptadas, ni siguen las mismas pautas de integración que la
mayoría, no surgen repentinamente, sino que forman parte de un proceso gradual
de socialización desviada que poco a poco se va agravando. Este proceso se
manifiesta más agudamente en la adolescencia, cuando el joven está más
capacitado para realizar acciones por cuenta propia.

Entre adolescentes no se puede considerar la existencia de un solo tipo de


delincuente, ya que se observan entre ellos diferentes modos de comportamiento y
actos de distinta gravedad. En algunos jóvenes la delincuencia es transitoria,
utilizándola para llamar la atención, mientras que para otros se convierte en una
norma de vida.
Cuanto más joven sea el delincuente, más probabilidades habrá de que reincida, y
los reincidentes a su vez son quienes tienen más probabilidades de convertirse en
delincuentes adultos.

Los niños colocados en un medio muy pobre o que viven en condiciones difíciles
están fuertemente tentados a descifrar su existencia por el robo o por la búsqueda
de consolaciones dudosas, ya que el medio en que se han formado ejerce en ellos
una influencia disolvente golpeadora de la vida moral.

Hoy en día los medios y familias más afortunadas en cuanto a riquezas materiales
cultivos para la formación de delincuentes, debido a los tristes dramas y los vacíos
espirituales y familiares que padecen, en estas familias los niños disponen de
mucho más dinero y comodidades que otras clases, lo que dá por resultado que la
sociedad haga nacer nuevas y grandes necesidades que sólo  pueden ser
satisfechas por actos reprensibles y delictuales.

Estos actos nos llevan naturalmente a denunciar los errores de la educación como
causa esencial de la delincuencia juvenil, comenzando con la severidad excesiva,
que tiene por resultados que cuando los padres son muy
exigentes o estropean al niño a fuerza de quererlo hacer perfecto,hacen nacer la
rebeldía en vez de favorecer la honradez y la delincuencia. Y así vemos a estas
víctimas de la disciplina fría o brutal aprovechando la primera ocasión favorable para
liberarse de toda tutela y hacer lo que les dá la gana.

Asimismo, podemos afirmar que muchos padres se convierten en actores de la


formación de los delincuentes por olvidar inculcar a sus hijos los valores
morales,  la integridad moral y la dignidad que todo hombre y mujer debe
tener;  además, por su falta de inteligencia para dar soporte a sus hijos
engendrados en familias disociadas o en las que priman la falta del entendimiento
y diálogo entre sus dos principales cabezas: El Padre y la Madre.

En tal sentido debemos señalar, que los niños que ven a sus padres disputarse
entre sí, juzgan  a la sociedad en su conjunto sobre el mismo modelo, y llegan
a creer que ellos también deben defender violentamente su
punto de vista si no quieren ser aplastados.

Nos debe llevar a preocupación, que una gran proporción de los padres en nuestra
sociedad  descuidan
la vigilancia sobre sus hijos, obnubilados en el espejismo y la falsa creencia de tener
una familia que está unida, lo que lleva a cometer el grave error de dejarlos solos y
con una libertad que les hace perder la
vergüenza a tal extremo que se hunden en el libertinaje.

Para enfrentar con eficacia la delincuencia y evitar que nuestros hijos caigan en ella,
estamos obligados a formar padres y madres responsables, también debemos
construir una nueva sociedad que edifique mejores familias y por medio de ellas a
ciudadanos que tengan por norte la práctica permanente de los valores morales, del
amor al prójimo y de la vocación de bien, como instrumentos esenciales de la justicia
y la paz social,para así lograr la fe, la
templaza y la solidez que urgimos para solucionar los males que nos abaten,
estancan y agobian
La delincuencia consecuencias económicas y los costos que
ocasionan, y el capital que deja de percibir la economía para la
Región Callao
Torres Paz, Ángel Arnulfo
Resumen:
El tema de investigación sobre la delincuencia se refiere a un conjunto de actos que
van en contra de la ley, Este tipo de acciones atentan contra el normal
funcionamiento de nuestra sociedad chalaca, poniendo en peligro de diferente
naturaleza a sus miembros. Sin duda la delincuencia en el Callao es uno de los
temas que más preocupa a la sociedad actual, debido principalmente al aumento
del número de delincuentes, los delitos cometidos pueden ser de carácter menor o
también llegar a ser graves y clasificados. Se han realizado muchas investigaciones
para tratar de descubrir los factores que han influido en aquellos que delinquen,
llegando a destacar problemas como la pobreza y la exclusión social, el desempleo
y la vagancia, la deserción escolar, las desigualdades, la personalidad, Ja disfunción
en la familia, entre otros. Otras teorías apuntan también a problemas biológicos o
genéticos. Desde el punto de vista de la seguridad se debe emprender programas
para reducir la violencia intrafamiliar, violencia escolar y el maltrato, prevenir el
consumo problemático de alcohol y drogas, detectar precozmente problemas
conductuales, apoyar tempranamente a niños y jóvenes en situación de riesgo,
intervenir en barrios vulnerables, capacitar a jóvenes en oficios que les permita su
desarrollo económico, generar oportunidades de empleo.

Orígenes de la delincuencia
Drogas, disfuncionalidad y criminalidad van de la mano en el Perú, un país que no
termina de asumir la prevención como medio para mejorar las condiciones de vida
de quienes se muestran propensos a asumir el camino delictivo como la única vía
posible.

Cuando el Grupo de Investigación en Drogas, Seguridad y Convivencia Ciudadana,


del Departamento de Psicología, empezó a elaborar el perfil de adolescentes
infractores, a la primera conclusión que llegó fue que todos estos eran consumidores
de drogas.

La relación entre el consumo de drogas y delincuencia no es nueva, pues diversos


estudios y diagnósticos han mostrado ya el vínculo entre ambas problemáticas, y
así lo percibe la gente. Por ejemplo, una encuesta realizada recientemente por el
Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso de Drogas
(Cedro), muestra que el 45.3% de entrevistados considera que el uso de drogas
incrementa la inseguridad ciudadana.
A tomar en cuenta
Si bien la Dra. Cecilia Chau, docente del Departamento de Psicología y jefa del
grupo de investigación mencionado, apoya esta afirmación, también considera que
no es un prerrequisito haber consumido drogas para delinquir, y que hay otros
factores que se deben de tomar en cuenta en el análisis, sobre todo si hablamos de
jóvenes y adolescentes.

“No podemos dejar de ver a los adolescentes infractores como adolescentes.


Centrarnos solamente en la infracción o en el consumo hace que perdamos la
perspectiva de lo que hay alrededor, pues al hablar de adolescentes nos referimos
a un grupo que está evolucionando de cierta manera, que se enfrenta a cambios y
está pasando por un periodo por el cual estas conductas de consumo pueden ser
también temporales. Hay un análisis importante que hacer al evaluar si un
consumidor va a prevalecer como tal o si se trata de conductas periódicas”, explica.

El Mg. Hugo Morales, docente del Departamento de Psicología y especialista en


delincuencia juvenil, añade que los adolescentes experimentan transformaciones
neurológicas, cambios en el comportamiento social y no siempre tienen la capacidad
de asimilar los cambios. “Los adolescentes se muestran impulsivos y poco reflexivos
porque el cerebro les pide que tengan hambre de experiencias, por lo que los
cambios propios de esta edad favorecen este tipo de búsqueda. Cuando se es niño,
se busca el porqué a todo; y cuando se va creciendo, se necesita testear,
experimentar lo aprendido, hacer sus tareas evolutivas. Pero cuando los chicos no
tienen ayuda y soporte, la forma en la que se enfrentan a esas necesidades o
cambios no es adaptativa, y afrontan las situaciones de forma equivocada”, explica
Morales.

La doctora Chau considera que dejar de lado el factor adolescencia ayuda a no


enfrentar adecuadamente el problema: “Creo que es importante también ver al
infractor como tal, como adolescente, no hay que satanizarlo. Esto va a sonar
discrepante con algunas posiciones, pues la sociedad los ve como personas que ya
delinquieron, por lo que ya no hay que ocuparse de ellos, y eso los marca de por
vida”.

Al respecto Milton Rojas, especialista de Cedro, considera que el tema de la


violencia no es solo resultado de las drogas, es también un tema de salud mental.
“A la gente no le pasa por la cabeza que el problema de la delincuencia tiene que
ver con la salud mental. El presupuesto que los gobiernos le asignan a salud mental
es bajísimo y la importancia que se le da al tema es casi invisible, aunque esté
contemplado dentro del plan antidrogas”, señala.
Entornos condicionantes
Es aquí donde entra a tallar la importancia del entorno. ¿Qué hace que un típico
chico adolescente se inserte en círculos infractores? La Dra. Chau desmenuza los
factores de riesgo: “Por ejemplo, el estar en una comunidad donde están más
expuestos a comportamientos delictivos es condicionante: que los padres tengan
una carrera de comportamientos antisociales o vivir en una barrio donde hay
microcomercialización de drogas. No quiero generalizar, pero sin influencias
positivas es muy difícil que los chicos salgan de estos entornos sin mayores
problemas”.

El profesor Morales añade que consumir sustancias ilícitas es un factor de riesgo


adicional a la exposición de comportamientos antisociales, pues “hay algunos
adolescentes que tienen ambientes de riesgo en el barrio y la familia, además de
experiencias de maltrato, y esos son factores de complejos, independientemente de
la experiencia de drogas. Por ejemplo, ante el maltrato o el contacto constante con
ambientes delictivos, la figura de los padres o cuidadores se puede convertir en una
figura ansiógena”, dice.

“Nadie se acuesta una noche y amanece delincuente al día siguiente. Hay una
trayectoria vital que las políticas públicas no gestionan de manera adecuada”,
enfatiza Morales. Y añade: “En criminología, hablamos de factores de riesgo
criminógenos, que son las situaciones traumáticas que propician relaciones
inapropiadas, y hay un binomio entre el problema del maltrato infantil y la violencia
juvenil. En casos como estos, las drogas suman un factor de riesgo adicional a
quienes ya tienen dificultades en el comportamiento social”.

Un reciente estudio del Banco Mundial aborda otra arista de un entorno complejo:
se trata de los nini. Se llama ‘nini’ a jóvenes que ni estudian ni trabajan. El estudio
define a los nini como individuos entre los 15 y los 24 años que no están
matriculados en la educación formal (pública o privada) y tampoco trabajan en el
momento de ser encuestados. En el Perú, según este estudio, los nini suman el
10.9% de la población joven.

El estudio también muestra que una incidencia de nini más alta en los hogares
pobres y vulnerables exacerba las desigualdades existentes, obstruye la movilidad
social y la reducción de la pobreza a largo plazo. Es decir, constituye un entorno
desfavorable para el desarrollo de jóvenes y adolescentes, y crea las condiciones
para la frustración, la búsqueda de rutas de escape, la drogadicción, la delincuencia
y la violencia.
Al respecto, Milton Rojas considera que si analizamos las diversas aristas de
desocupación, el ocio resulta ser un factor de riesgo para diversas patologías. “En
un entorno de alto riesgo, con un problema de desocupación y de falta de
oportunidades, es muy probable que una cantidad importante de jóvenes que no
hagan uso productivo de su tiempo libre pueden asumir la frustración y la violencia
como un estilo de vida. Nosotros somos conscientes de que la improductividad, la
falta de oportunidades, las frustraciones, la patología familiar, la oferta y la demanda
de drogas son un caldo de cultivo para la violencia”, dice.

En ese sentido, Hugo Morales reafirma que “el nivel de criminalidad tiene que ver
con situaciones de carencia acumulada y la falta de construcción de una identidad”.
¿Cómo combate el Estado esta situación para evitar que degenere en conductas
delictivas? La baja apuesta en políticas de prevención de la violencia o de uso de
drogas y alcohol nos pinta un panorama sin mayores cambios a la vista.

¿Políticas de prevención?
La Dra. Chau explica que hay diferentes tipos de prevención: “La primaria es cuando
el problema no se ha presentado. Ahí se estudian los factores protectores y se trata
de fortalecerlos al buscar amigos y comunidades saludables, así como una buena
relación con los padres. El problema con los chicos infractores es que vienen de
familias disfuncionales. Ya se han hecho programas, como Familia Fuerte, donde
se trabaja mucho el tema y buscan intervenir en nivel primario. Los chicos necesitan
un marco referencial. Por otro lado, la prevención secundaria necesita un trabajo
más específico. Hay que identificar los casos que ya tienen posibles marcadores de
riesgos, como aquellos chicos que faltan al colegio, alguien que baja sus notas, que
se escapa de su casa, etc. Ahí, es necesario trabajar estos factores de riesgo y
buscar revertirlos. La prevención terciaria es cuando el problema está identificado y
existe. En esta etapa, tenemos programas, como el sistema abierto al adolescente
infractor. La mirada del infractor en un sistema abierto y no cerrado puede ser más
efectiva porque se trabaja con la familia, se fortalece sus habilidades y se le da
estrategias para insertarse en su trabajo”, dice Chau.

Por su parte, Milton Rojas señala que “una política de prevención va más allá de dar
charlas, pues es un proceso educativo más que informativo, y eso se debe trabajar
tanto en los colegios como en las familias y en los espacios de socialización”.

Estado de emergencia
Una referencia en donde los índices de consumo de droga, criminalidad y
disfuncionalidad son altos es el Callao, ahí se ha establecido el estado de
emergencia desde diciembre del año pasado con el propósito de combatir esta
situación. Sin embargo, los especialistas consideran que esto no es suficiente.
“El estado de emergencia solo suspende garantías a costa de la seguridad. El gran
problema de esos métodos es que se logra reducir la oportunidad delictiva a través
de lo situacional, pero no ves el nivel de vida, confianza y crianza, no analizas el
entorno completo”, dice Hugo Morales. Y añade: “El Estado reduce oportunidades
para el delito, pero no atacamos sus causas. Tenemos una política que se ocupa
de los síntomas, no de las causas. Los delincuentes no llevan en la sangre la
delincuencia: quienes adquieren un estilo de vida criminal son personas que han
experimentado una vida compleja. Un delincuente sabe lo que es un fiscal, un
magistrado y un policía, pero no sabe qué es un pediatra, un buen maestro, un
control de niño sano. Las verdaderas causas de la delincuencia tienen que ver con
la ausencia de políticas públicas preventivas, la falta del fortalecimiento de la familia
y una serie de políticas sociales que son las que mejor previenen la delincuencia”,
añade.

Entonces, ¿en qué deberían enfocarse las políticas públicas preventivas? El


profesor Morales explica que con abrir más cárceles o comprar más patrulleros no
se va a solucionar la delincuencia. “Aun cuando haya garantías y establezcamos
toques de queda, las personas van a seguir creciendo bajo las condiciones que
hemos hablado. Las políticas tienen que enfocarse, por ejemplo, en reforzar las
capacidades de los adultos para fortalecer y saber criar a los niños. Tenemos muy
pocos recursos invertidos y muy pocas políticas públicas en ello”, señala.

“El enfoque debería ser más integral y evaluar qué hacer con las familias, jóvenes
y niños afectados. Hay que hacer un trabajo de prevención de la ira y de
comportamientos agresivos y de riesgo, desarrollar la práctica de deporte, fortalecer
actividades sociales y comunitarias, invertir en salud mental”, dice Milton Rojas.

Finalmente, la Dra. Chau señala que mientras más crecemos económicamente, más
parece que el país se empeña en poner debajo de la alfombra las desigualdades, y
todo aquello que resta a la imagen de desarrollo y bonanza que se quiere sostener.
La ausencia de políticas efectivas de prevención parece darle la razón.

Autor: Katherine Subirana | Fotos: Fernando Criollo, Víctor Idrogo


Origen de la delincuencia
Por: José A. Rangel A. | Domingo, 08/03/2009 10:53 PM | Versión para imprimir
Siempre oímos hablar de la delincuencia. Delincuente es una palabrita que proviene
de otra que está en otro idioma, que es delinquir. Delinquir significa el que ha dejado
el camino recto. El camino bueno. Eso dice mucho, pero no dice todo.

Para llegar a ser delincuente sólo se necesitan dos cosas. Recibir malos ejemplos
y tener una mente para grabarlos.

Siempre oímos sobre la delincuencia. Creemos que los delincuentes son personas
locas. Incluso, que decidieron tener esa vida. Pero esto tampoco es así.

Los malos ejemplos pueden provenir de nuestros padres y de la sociedad que nos
rodea. Dentro de los malos ejemplos sociales están los programas y películas de
televisión o cine, la vida en las calles. Hasta la forma en que se resuelven los
conflictos familiares y personales, pueden ser malos ejemplos. Los malos ejemplos
son la primera educación. Ya que la vivencia es directa. Enseña con más
efectividad.

Toda esa vivencia se guarda en la mente inconsciente. Muchas veces uno no sabe
cómo va actuar ante una situación inesperada. Ya que en la mente inconsciente,
está grabada una matriz. Esa matriz está lista para responder de manera
automática. Como un resorte. Llegó a nuestra mente proveniente de afuera.

En estos días jugaba con un niño de tres años. De pronto se levantó y comenzó a
jugar de otra manera. Lanzaba golpes y puntapiés. Pude calmarlo. Encendió la TV.
Quedé asombrado. Una serie que ve mucho, usa el estilo de golpes que me
propinaba. Comprendí enseguida el mal ejemplo. La educación que estaba
recibiendo.

No hay una casa humilde en ningún barrio donde no falte una TV. Los adolescentes
escuchan muchas cosas. Pero las propagandas y la publicidad dan el ejemplo de
dónde comer, qué comprar, como ser feliz teniendo. ¿Dónde estos jóvenes
conseguirán recursos para alcanzar lo que la propaganda les dice. ¿Para quién es
esa publicidad? No es formativa. Crea la infelicidad para los que no tienen recursos.
Esa publicidad es para un mundo distinto a los de las mayorías. Eso impulsa al
delito.

“Soy un delincuente” fue una película estrenada en el año de 1976. Director


venezolano. Está basado en una novela testimonial de un periodista. Fue un éxito
de taquilla. Se habló de un neorrealismo italiano, porque usaba actores no
profesionales y las calles de Caracas como escenarios. Obtuvo un premio especial
en un festival internacional. Pero no dice nada del porqué se es delincuente. La
causa está velada. No se denuncia.

La mente es un “órgano” que no envejece. Ella sigue acumulando matrices. La


mente es más susceptible que el ojo, el órgano de la vista. El ojo aquí desempeña
el papel de un lacayo. Trasmite la matriz sin clasificar. Por ello es importante en
estos momentos el trabajo de la conciencia.

En estos momentos el proceso revolucionario necesita muchas cosas. Pero por


sobre todo, necesita que trabajemos la conciencia. La conciencia deslastra a la
mente inconsciente. La canaliza. Expulsa de nosotros las matrices que nos han
impuesto. Volver lo inconsciente consiente, es una tarea noble. Es la mejor ofrenda
que podemos darle a la sociedad, a nuestra familia y a nosotros mismos. Es la mejor
batalla que podemos dar por la revolución bolivariana.

REGIONES CON MAYOR CANTIDAD DE VICTIMAS DE LA DELINCUENCIA

En el semestre julio-diciembre de 2018, el 26.1% de la población de 15 y más


años de edad fue víctima de algún hecho delictivo cifra mayor en 0.6 puntos
porcentuales que en similar periodo del año 2017 (25.5%), informó el Instituto
Nacional de Estadística e Informática ( INEI).
Según el informe técnico de Seguridad Ciudadana, elaborado con los resultados
de la Encuesta Nacional de Programas Presupuestales, una tendencia similar se
observó en las ciudades de 20,000 a más habitantes , al pasar de 27.8% en el
semestre julio-diciembre de 2017 a 28.8% en similar periodo del año 2018; en Lima
Metropolitana pasó de 27.8% a 29.6%.
Por el contrario, en los centros poblados urbanos entre 2,000 y menos de 20,000
habitantes disminuyó de 19.4% a 18.7% para el semestre de estudio.
Perfil de las víctimas
En el semestre de análisis, más hombres (26.5%) que mujeres (25.7%) fueron
víctimas de algún hecho delictivo. Del total de la población de 15 a 29 años de edad,
el 34.7% fue víctima de algún hecho delictivo; de la población de 30 a 44 años de
edad, el 29.1%; de la población de 45 a 64 años de edad, el 22.6%; además, del
total de la población de 65 y más años de edad, el 11,3% fue víctima de algún hecho
delictivo.
Con relación al nivel educativo de la población con educación superior (universitaria
y no universitaria), el 32.1% fue víctima de algún hecho delictivo; seguido de
población con estudios de posgrado, el 28.1%; mientras que en menor porcentaje
figuró la población sin nivel con el 10.4%.
Según estrato sociodemográfico del total de la población del estrato D, el 28.2% fue
víctima de algún hecho delictivo; del estrato E (más bajo) y el estrato C, el 26.6%;
del estrato B, el 24.1%; y del estrato A (más alto), el 22.6%.
Los robos
En el semestre julio-diciembre de 2018, a nivel nacional urbano, 13 de cada 100
habitantes fueron víctimas de robo de dinero, cartera, celular ; en las ciudades
de 20,000 a más habitantes fue 14 de cada 100 habitantes; en Lima Metropolitana
afectó a 15 de cada 100 habitantes y en centros poblados urbanos entre 2,000 y
menos de 20,000 habitantes, a 9 de cada 100 habitantes.
Mayor cifra de victimización
En el semestre de estudio, la mayor tasa de victimización de algún hecho delictivo
se registró en la región de Puno (42.2%), seguido de Tacna (37.5%), Madre de Dios
(35%), Junín (34.6%) y Cusco (34.2%).
En cambio, los menores porcentajes se presentaron en San Martín (11.8%) y
Lambayeque (13.7%).
Fuente: INEI
Cae la delincuencia
El departamento de Junín registró la mayor disminución de población víctima de
algún hecho delictivo al pasar de 40.3% a 34.6%, seguido de Lambayeque de 17.2%
a 13.7%, San Martín de 15.1% a 11.8%, Cusco de 36.1% a 34.2% e Ica de 18% a
16.2%.
Suben las denuncias
A nivel nacional urbano, de la población víctima de algún hecho delictivo el
16.9% realizó la denuncia, es decir, 2.4 puntos porcentuales más que en
similar semestre de 2017 (14.5%) .
Entre los principales motivos de no denuncia destacaron que es una pérdida de
tiempo (31.4%), desconoce al delincuente (24.5%), delito de poca importancia
(17.1%), desconfía de la policía (13.7%), no se consumó el hecho (11.4%) y por
miedo a represalias del agresor/a (5.3%), entre los principales.
Delitos con armas de fuego
Del total de la población de 15 y más años de edad víctima de algún hecho delictivo,
el 8.9% fue víctima de algún hecho delictivo con arma de fuego a nivel nacional cifra
menor en 0.6 puntos porcentuales que en el semestre julio-diciembre de 2017.
También, disminuyó en ciudades de 20 mil a más habitantes al pasar de 10% a
8.7% y en Lima Metropolitana de 12.9% a 10.4%. En cambio, se incrementó en
centros poblados urbanos entre 2,000 y 20,000 habitantes de 7.5% a 9.7%.
Medidas de seguridad
A nivel nacional urbano, el 25.4% de las viviendas adoptó en su zona o barrio alguna
medida de seguridad para prevenir la delincuencia, registrándose un incremento de
0.7 puntos porcentuales, respecto a similar semestre julio-diciembre de 2017
(24.7%).
Similar tendencia se reportó en ciudades de 20,000 a más habitantes de 27.3% a
29.3% y en Lima Metropolitana de 34.4% a 36.7%. Por el contrario, en centros
poblados urbanos entre 2,000 y menos de 20,000 habitantes disminuyó de 18.4% a
15.7%.
Vigilancia en barrios
A nivel nacional urbano, el 43.4% de la población de 15 y más años de edad contó
con vigilancia en su zona o barrio, lo que representó 3.1 puntos porcentuales menos
que en el semestre julio-diciembre de 2017 (46.5%), en las ciudades de 20,000 a
más habitantes de 47.4% a 42.3% y en Lima Metropolitana de 45.7% a 39.8%.
En cambio, en los centros poblados entre 2,000 y menos de 20,000 habitantes
aumentó de 44.1% a 46.3%.
Presencia PNP
En el semestre de análisis, el 25.9% de la población de 15 y más años de edad
manifestó que existe vigilancia de la Policía Nacional del Perú (PNP) en su zona o
barrio, es decir, 0.9 puntos porcentuales menos que en similar periodo del año 2017
(26.8%).
En las ciudades de 20,000 a más habitantes disminuyó de 26.8% a 24.9% y en Lima
Metropolitana de 25% a 21.7%; mientras que en centros poblados urbanos entre
2,000 y menos de 20,000 habitantes aumentó de 26.6% a 28.4%.
Serenazgo
En el semestre julio-diciembre de 2018, el 34% de la población de 15 y más años
de edad manifestó que existe vigilancia del Serenazgo en su zona o barrio, es decir,
4.5 puntos porcentuales menos en comparación con similar periodo del año 2017
(38.5%).
También, se redujo en las ciudades de 20,000 y más habitantes al pasar de 39.4%
a 33.2%; en Lima Metropolitana de 37.9% a 31.9%; sin embargo, en centros
poblados urbanos entre 2,000 y menos de 20,000 habitantes se mantuvo sin
mayores cambios (36.1%).
Patrullaje Integrado
El INEI informó que a nivel nacional urbano, el 11.6% de la población de 15 y más
años de edad manifestó que existe vigilancia del Patrullaje Integrado en su zona o
barrio y representó una disminución de 1.3 puntos porcentuales menos que en el
segundo semestre de 2017.
En ciudades de 20,000 a más habitantes disminuyó de 14.7% a 12.6% y en Lima
Metropolitana de 15.2% a 13.1%. En cambio, aumentó en centros poblados urbanos
entre 2,000 y menos de 20,000 habitantes de 8% a 8.6%.
Aumenta el temor
En el semestre julio-diciembre de 2018, el 86.6% de la población de 15 y más años
de edad percibió que en los próximos 12 meses puede ser víctima de algún hecho
delictivo, cifra mayor en 1.1 puntos porcentuales, respecto al semestre julio-
diciembre de 2017 (85.5%).
En las ciudades de 20,000 a más habitantes pasó de 87.9% a 88.7%, en Lima
Metropolitana de 89.5% a 91.2% y en centros poblados urbanos entre 2,000 y
menos de 20,000 habitantes de 79.2% a 81.1%.

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