Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
1- Desintegración familiar
Una de las consecuencias más nocivas de la actividad delictiva es la desintegración
familiar, debido a que las conductas criminales crean trastornos en el hogar.
Esto genera conflictos permanentes en el seno de la familia, que pueden terminar
en divorcios y en el desarraigo de los hijos.
Por ejemplo, un padre que es detenido y procesado judicialmente se tiene que
separar de su familia.
La desintegración familiar a su vez crea un círculo vicioso, porque los hijos se
forman sin hogar para su orientación y sostenimiento económico. En la calle son
presa fácil de la delincuencia juvenil.
2- Muertes prematuras o violentas
Los delincuentes están más expuestos que cualquier otra persona a la muerte
violenta, debido justamente a las actividades peligrosas en las que están
involucrados.
Algunas veces mueren en enfrentamientos armados con los agentes de la ley o con
otras pandillas de delincuentes.
La delincuencia es resultado de la suma de diversos factores de riesgo sumado al
cultivo de antivalores. En consecuencia, la vida del delincuente suele ser más corta
que la de las demás personas.
3- Promiscuidad sexual
Otra consecuencia de la conducta delincuencia es la promiscuidad sexual, porque
en los ambientes criminales carentes de valores la promiscuidad es una práctica
permanente.
Los criminales suelen ser personas con trastornos y traumas psicológicos, que dan
poco valor al concepto de familia y a las relaciones monogámicas.
Por otra parte, la promiscuidad sexual expone a las parejas delincuentes a contraer
enfermedades venéreas, al VIH y al embarazo precoz.
4- Pérdidas económicas
La actividad delictiva genera cuantiosas pérdidas económicas a la sociedad. Ya sea
por la comisión de delitos comunes como atracos y hurtos a personas, o cuando los
delitos son cometidos contra el Estado por parte de funcionarios públicos.
La corrupción administrativa contra el Estado es una forma de criminalidad que se
observa a escala mundial, en casi todo el planeta.
Las pérdidas para la sociedad son multimillonarias. Por ejemplo, debido a la
corrupción es posible que no quede dinero necesario para realizar programas
sociales u obras de infraestructura, entre otras acciones de beneficio colectivo.
5- Desequilibrio mental
Entre las consecuencias individuales de la delincuencia está el desequilibrio mental
que produce en las personas generado por el tipo de delitos que comete.
En estos ambientes es usual el consumo de drogas. Los efectos de estas también
van minando su estabilidad y su sistema de valores personal.
CAUSA Y CONSECUENCIAS DE LA DELINCUENCIA
En nuestros tiempos, los que habitamos nuestra nación al igual que de los demás
países que conforman la población mundial, tenemos conceptos bastantes definidos
en torno a la definición de la delincuencia,al considerarla como el fenómeno de
delinquir o de cometer actos fuera de las reglas y normas conductuales que impone
y requiere toda sociedad para asegurarse una existencia fecunda y luminosa.
Sin embargo, es poco lo que conocemos sobre las verdaderas causas por las que
un joven pueda quedar atrapado en un modo de vivir que le sumerge
perjudicialmente en un estado delincuencial. Las causas pueden ser orgánicas,
fisiológicas, patológicas, o sociales debido a las influencias externas como el medio
en el que se desarrollan los primeros años de su vida, la carencia de afectos y
atención por parte de los padres o simplemente por una mala orientación.
Las actividades ilegales que desarrollan jóvenes, cuyas conductas no discurren por
las normas sociales aceptadas, ni siguen las mismas pautas de integración que la
mayoría, no surgen repentinamente, sino que forman parte de un proceso gradual
de socialización desviada que poco a poco se va agravando. Este proceso se
manifiesta más agudamente en la adolescencia, cuando el joven está más
capacitado para realizar acciones por cuenta propia.
Los niños colocados en un medio muy pobre o que viven en condiciones difíciles
están fuertemente tentados a descifrar su existencia por el robo o por la búsqueda
de consolaciones dudosas, ya que el medio en que se han formado ejerce en ellos
una influencia disolvente golpeadora de la vida moral.
Hoy en día los medios y familias más afortunadas en cuanto a riquezas materiales
cultivos para la formación de delincuentes, debido a los tristes dramas y los vacíos
espirituales y familiares que padecen, en estas familias los niños disponen de
mucho más dinero y comodidades que otras clases, lo que dá por resultado que la
sociedad haga nacer nuevas y grandes necesidades que sólo pueden ser
satisfechas por actos reprensibles y delictuales.
Estos actos nos llevan naturalmente a denunciar los errores de la educación como
causa esencial de la delincuencia juvenil, comenzando con la severidad excesiva,
que tiene por resultados que cuando los padres son muy
exigentes o estropean al niño a fuerza de quererlo hacer perfecto,hacen nacer la
rebeldía en vez de favorecer la honradez y la delincuencia. Y así vemos a estas
víctimas de la disciplina fría o brutal aprovechando la primera ocasión favorable para
liberarse de toda tutela y hacer lo que les dá la gana.
En tal sentido debemos señalar, que los niños que ven a sus padres disputarse
entre sí, juzgan a la sociedad en su conjunto sobre el mismo modelo, y llegan
a creer que ellos también deben defender violentamente su
punto de vista si no quieren ser aplastados.
Nos debe llevar a preocupación, que una gran proporción de los padres en nuestra
sociedad descuidan
la vigilancia sobre sus hijos, obnubilados en el espejismo y la falsa creencia de tener
una familia que está unida, lo que lleva a cometer el grave error de dejarlos solos y
con una libertad que les hace perder la
vergüenza a tal extremo que se hunden en el libertinaje.
Para enfrentar con eficacia la delincuencia y evitar que nuestros hijos caigan en ella,
estamos obligados a formar padres y madres responsables, también debemos
construir una nueva sociedad que edifique mejores familias y por medio de ellas a
ciudadanos que tengan por norte la práctica permanente de los valores morales, del
amor al prójimo y de la vocación de bien, como instrumentos esenciales de la justicia
y la paz social,para así lograr la fe, la
templaza y la solidez que urgimos para solucionar los males que nos abaten,
estancan y agobian
La delincuencia consecuencias económicas y los costos que
ocasionan, y el capital que deja de percibir la economía para la
Región Callao
Torres Paz, Ángel Arnulfo
Resumen:
El tema de investigación sobre la delincuencia se refiere a un conjunto de actos que
van en contra de la ley, Este tipo de acciones atentan contra el normal
funcionamiento de nuestra sociedad chalaca, poniendo en peligro de diferente
naturaleza a sus miembros. Sin duda la delincuencia en el Callao es uno de los
temas que más preocupa a la sociedad actual, debido principalmente al aumento
del número de delincuentes, los delitos cometidos pueden ser de carácter menor o
también llegar a ser graves y clasificados. Se han realizado muchas investigaciones
para tratar de descubrir los factores que han influido en aquellos que delinquen,
llegando a destacar problemas como la pobreza y la exclusión social, el desempleo
y la vagancia, la deserción escolar, las desigualdades, la personalidad, Ja disfunción
en la familia, entre otros. Otras teorías apuntan también a problemas biológicos o
genéticos. Desde el punto de vista de la seguridad se debe emprender programas
para reducir la violencia intrafamiliar, violencia escolar y el maltrato, prevenir el
consumo problemático de alcohol y drogas, detectar precozmente problemas
conductuales, apoyar tempranamente a niños y jóvenes en situación de riesgo,
intervenir en barrios vulnerables, capacitar a jóvenes en oficios que les permita su
desarrollo económico, generar oportunidades de empleo.
Orígenes de la delincuencia
Drogas, disfuncionalidad y criminalidad van de la mano en el Perú, un país que no
termina de asumir la prevención como medio para mejorar las condiciones de vida
de quienes se muestran propensos a asumir el camino delictivo como la única vía
posible.
“Nadie se acuesta una noche y amanece delincuente al día siguiente. Hay una
trayectoria vital que las políticas públicas no gestionan de manera adecuada”,
enfatiza Morales. Y añade: “En criminología, hablamos de factores de riesgo
criminógenos, que son las situaciones traumáticas que propician relaciones
inapropiadas, y hay un binomio entre el problema del maltrato infantil y la violencia
juvenil. En casos como estos, las drogas suman un factor de riesgo adicional a
quienes ya tienen dificultades en el comportamiento social”.
Un reciente estudio del Banco Mundial aborda otra arista de un entorno complejo:
se trata de los nini. Se llama ‘nini’ a jóvenes que ni estudian ni trabajan. El estudio
define a los nini como individuos entre los 15 y los 24 años que no están
matriculados en la educación formal (pública o privada) y tampoco trabajan en el
momento de ser encuestados. En el Perú, según este estudio, los nini suman el
10.9% de la población joven.
El estudio también muestra que una incidencia de nini más alta en los hogares
pobres y vulnerables exacerba las desigualdades existentes, obstruye la movilidad
social y la reducción de la pobreza a largo plazo. Es decir, constituye un entorno
desfavorable para el desarrollo de jóvenes y adolescentes, y crea las condiciones
para la frustración, la búsqueda de rutas de escape, la drogadicción, la delincuencia
y la violencia.
Al respecto, Milton Rojas considera que si analizamos las diversas aristas de
desocupación, el ocio resulta ser un factor de riesgo para diversas patologías. “En
un entorno de alto riesgo, con un problema de desocupación y de falta de
oportunidades, es muy probable que una cantidad importante de jóvenes que no
hagan uso productivo de su tiempo libre pueden asumir la frustración y la violencia
como un estilo de vida. Nosotros somos conscientes de que la improductividad, la
falta de oportunidades, las frustraciones, la patología familiar, la oferta y la demanda
de drogas son un caldo de cultivo para la violencia”, dice.
En ese sentido, Hugo Morales reafirma que “el nivel de criminalidad tiene que ver
con situaciones de carencia acumulada y la falta de construcción de una identidad”.
¿Cómo combate el Estado esta situación para evitar que degenere en conductas
delictivas? La baja apuesta en políticas de prevención de la violencia o de uso de
drogas y alcohol nos pinta un panorama sin mayores cambios a la vista.
¿Políticas de prevención?
La Dra. Chau explica que hay diferentes tipos de prevención: “La primaria es cuando
el problema no se ha presentado. Ahí se estudian los factores protectores y se trata
de fortalecerlos al buscar amigos y comunidades saludables, así como una buena
relación con los padres. El problema con los chicos infractores es que vienen de
familias disfuncionales. Ya se han hecho programas, como Familia Fuerte, donde
se trabaja mucho el tema y buscan intervenir en nivel primario. Los chicos necesitan
un marco referencial. Por otro lado, la prevención secundaria necesita un trabajo
más específico. Hay que identificar los casos que ya tienen posibles marcadores de
riesgos, como aquellos chicos que faltan al colegio, alguien que baja sus notas, que
se escapa de su casa, etc. Ahí, es necesario trabajar estos factores de riesgo y
buscar revertirlos. La prevención terciaria es cuando el problema está identificado y
existe. En esta etapa, tenemos programas, como el sistema abierto al adolescente
infractor. La mirada del infractor en un sistema abierto y no cerrado puede ser más
efectiva porque se trabaja con la familia, se fortalece sus habilidades y se le da
estrategias para insertarse en su trabajo”, dice Chau.
Por su parte, Milton Rojas señala que “una política de prevención va más allá de dar
charlas, pues es un proceso educativo más que informativo, y eso se debe trabajar
tanto en los colegios como en las familias y en los espacios de socialización”.
Estado de emergencia
Una referencia en donde los índices de consumo de droga, criminalidad y
disfuncionalidad son altos es el Callao, ahí se ha establecido el estado de
emergencia desde diciembre del año pasado con el propósito de combatir esta
situación. Sin embargo, los especialistas consideran que esto no es suficiente.
“El estado de emergencia solo suspende garantías a costa de la seguridad. El gran
problema de esos métodos es que se logra reducir la oportunidad delictiva a través
de lo situacional, pero no ves el nivel de vida, confianza y crianza, no analizas el
entorno completo”, dice Hugo Morales. Y añade: “El Estado reduce oportunidades
para el delito, pero no atacamos sus causas. Tenemos una política que se ocupa
de los síntomas, no de las causas. Los delincuentes no llevan en la sangre la
delincuencia: quienes adquieren un estilo de vida criminal son personas que han
experimentado una vida compleja. Un delincuente sabe lo que es un fiscal, un
magistrado y un policía, pero no sabe qué es un pediatra, un buen maestro, un
control de niño sano. Las verdaderas causas de la delincuencia tienen que ver con
la ausencia de políticas públicas preventivas, la falta del fortalecimiento de la familia
y una serie de políticas sociales que son las que mejor previenen la delincuencia”,
añade.
“El enfoque debería ser más integral y evaluar qué hacer con las familias, jóvenes
y niños afectados. Hay que hacer un trabajo de prevención de la ira y de
comportamientos agresivos y de riesgo, desarrollar la práctica de deporte, fortalecer
actividades sociales y comunitarias, invertir en salud mental”, dice Milton Rojas.
Finalmente, la Dra. Chau señala que mientras más crecemos económicamente, más
parece que el país se empeña en poner debajo de la alfombra las desigualdades, y
todo aquello que resta a la imagen de desarrollo y bonanza que se quiere sostener.
La ausencia de políticas efectivas de prevención parece darle la razón.
Para llegar a ser delincuente sólo se necesitan dos cosas. Recibir malos ejemplos
y tener una mente para grabarlos.
Siempre oímos sobre la delincuencia. Creemos que los delincuentes son personas
locas. Incluso, que decidieron tener esa vida. Pero esto tampoco es así.
Los malos ejemplos pueden provenir de nuestros padres y de la sociedad que nos
rodea. Dentro de los malos ejemplos sociales están los programas y películas de
televisión o cine, la vida en las calles. Hasta la forma en que se resuelven los
conflictos familiares y personales, pueden ser malos ejemplos. Los malos ejemplos
son la primera educación. Ya que la vivencia es directa. Enseña con más
efectividad.
Toda esa vivencia se guarda en la mente inconsciente. Muchas veces uno no sabe
cómo va actuar ante una situación inesperada. Ya que en la mente inconsciente,
está grabada una matriz. Esa matriz está lista para responder de manera
automática. Como un resorte. Llegó a nuestra mente proveniente de afuera.
En estos días jugaba con un niño de tres años. De pronto se levantó y comenzó a
jugar de otra manera. Lanzaba golpes y puntapiés. Pude calmarlo. Encendió la TV.
Quedé asombrado. Una serie que ve mucho, usa el estilo de golpes que me
propinaba. Comprendí enseguida el mal ejemplo. La educación que estaba
recibiendo.
No hay una casa humilde en ningún barrio donde no falte una TV. Los adolescentes
escuchan muchas cosas. Pero las propagandas y la publicidad dan el ejemplo de
dónde comer, qué comprar, como ser feliz teniendo. ¿Dónde estos jóvenes
conseguirán recursos para alcanzar lo que la propaganda les dice. ¿Para quién es
esa publicidad? No es formativa. Crea la infelicidad para los que no tienen recursos.
Esa publicidad es para un mundo distinto a los de las mayorías. Eso impulsa al
delito.