Un conjunto de movimientos populares, organizaciones no gubernamentales,
asociaciones profesionales, foros y redes nacionales e internacionales de la sociedad civil, comprometidas con las luchas sociales por ciudades justas, democráticas, humanas y sustentables, construyeron una Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad que busca recoger los compromisos y medidas que deben ser asumidos por la sociedad civil, los gobiernos locales y nacionales, parlamentarios y organismos internacionales para que todas las personas vivan con dignidad en las ciudades. La carta mundial por el derecho a la ciudad es la suma de derechos individuales y colectivos ya reconocidos en tratados internacionales, contempla el derecho a la ciudad como la expresión fundamental de los intereses colectivos, sociales y económicos. Como contrapunto a la noción de ciudad como mercadería, que discrimina las personas que no tienen poder, bienes o propiedades, es necesario valorizar la ciudad como espacio social de usufructo colectivo de sus riquezas, cultura, bienes, y conocimiento por cualquier que en ella viva. Es indispensable el enfrentamiento de la supremacía del valor económico en las funciones y usos de la ciudad. La Carta debe tomar en cuenta la diversidad temática presente en las ciudades, tales como sustentabilidad, diversidad cultural, de razas y de género, seguridad, justicia y paz, juventud, portadores de deficiencia, etc., a través de redes y actores sociales urbanos. Esta carta tiene como objetivo principal ser un instrumento dirigido a fortalecer los procesos, reivindicaciones y luchas urbanas. Está llamada a constituirse en plataforma capaz de articular los esfuerzos de todos aquellos actores – públicos, sociales y privados – interesados en darle plena vigencia y efectividad a este nuevo derecho humano mediante su promoción, reconocimiento legal, implementación, regulación y puesta en práctica. Además, busca constituirse en un documento político referencial para las acciones y luchas de las organizaciones y entidades de la sociedad civil contra la injusticia y discriminación social y territorial. Busca también la construcción de un proceso internacional que luche por su transformación en un instrumento político y legal, en la forma de un tratado internacional de derechos humanos. La forma de tratado permitiría que gobiernos nacionales y locales, organismos internacionales de protección a los derechos humanos (ONU y OEA) asumieran compromisos y obligaciones con la protección del derecho a la ciudad. la Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad basa su propuesta en tres ejes fundamentales: el primero es el ejercicio pleno de la ciudadanía, es decir el ejercicio de todos los derechos humanos que aseguran el bienestar colectivo de los habitantes y la producción y gestión social del hábitat; el segundo eje es la gestión democrática de la ciudad, a través de la participación de la sociedad de forma directa y participativa, en el planeamiento y gobierno de las ciudades, fortaleciendo las administraciones públicas a escala local, así como las organizaciones sociales; y por último, la función social de la propiedad y de la ciudad, siendo predominante el bien común sobre el derecho individual de propiedad, lo que implica el uso socialmente justo y ambientalmente sustentable del espacio urbano. En cada uno de estos tres ejes se presentan puntos importantes, en el ejercicio pleno de la ciudadanía vemos que se explica la realización de todos los derechos humanos y libertades fundamentales, asegurando la dignidad y el bienestar colectivo de los habitantes de la ciudad lo que Implica crear las condiciones para la convivencia pacífica, el desarrollo colectivo y el ejercicio de la solidaridad. Busca garantizar el usufructo pleno de la ciudad respetando la diversidad de ingreso, sexo, edad, raza, etnia u orientación política y religiosa, y preservando la memoria y la identidad cultural. En la gestión democrática de la ciudad se expone el control y la participación de la sociedad, a través de formas directas y representativas, en este se incluye el derecho a la elección libre y democrática de los representantes locales, la realización de plebiscitos e iniciativas legislativas populares y el acceso equitativo a los debates y audiencias públicas. Incluye, también, el derecho a la participación equitativa y deliberativa en la definición de las políticas y presupuesto municipal, y en canales institucionales, tales como los consejos y comisiones sectoriales y territoriales. Supone la adopción de los principios de transparencia y de eficacia en la administración pública. Y en la función social de la propiedad y de la ciudad se habla sobre la prevalencia, en la formulación e implementación de las políticas urbanas, del interés común sobre el derecho individual de propiedad y en el cual se incluye la obligación de los organismos gubernamentales de regular y controlar el desarrollo urbano a través de políticas territoriales dirigidas a priorizar la producción social del hábitat privilegiando los intereses colectivos -sociales, culturales y ambientales- sobre los individuales. En conclusión, la ética que necesita la ciudad es una ética que viabiliza la vida en sociedad y la encamina por el rumbo de la responsabilidad, la solidaridad, el respeto y la integridad. Es la búsqueda del bien común, de soluciones contra los efectos negativos de la globalización, la privatización, la escasez de los recursos naturales, el aumento de la pobreza mundial, la fragilidad ambiental y sus consecuencias para la supervivencia de la humanidad y del planeta. Para esto es primordial poner en práctica principios éticos que establezcan los parámetros y reglas que describan el comportamiento que una persona puede o no exhibir en determinado momento