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Propuesta preliminar informe final práctica inicial

1.2 Aspectos sociales de la comunidad escolar


1.2.1 Introducción
El siguiente análisis acerca del aspecto social de la cultura escolar tomará como
base el texto de Molina y Sandoval (2006) Cultura escolar y cultura juvenil: la
(re)construcción simbólica del espacio escolar en la mutación cultural, el cual tiene
bastantes objetivos; uno de los más relevantes, y el más útil para nosotros consiste en
develar algunos de los aspectos más fundamentales de la cultura escolar y de la juvenil.
La forma de abordar la cultura escolar, tanto en este apartado como en el siguiente será
con la intención de contrastar lo establecido por las reglas o sellos propios del
establecimiento con su aplicación práctica, y en ese sentido, se pondrá en tela de juicio la
relevancia que esta formación valórica tiene para el establecimiento mismo (por ejemplo,
que la omisión voluntaria de algún reglamento por parte del colegio puede dar cuenta de
que quizás no es algo prioritario y que solo existe en el papel). Se comenzará aclarando
algunas de las bases teóricas fundamentales para el análisis, con el fin de hacerlo mucho
más claro y preciso. Habiendo realizado esto, se dará paso a una enumeración de algunos
reglamentos del establecimiento que dan cuenta de dinámicas de diversa índole, como el
rol que tienen los alumnos en el establecimiento, las reglas a las que estos se verán
sometidos, cómo abordan conflictos, cuáles son los conductos regulares en caso de uno,
los límites de los diversos profesionales, etc. En síntesis, el sentido en que serán tomados
los elementos del componente social serán siempre desde una óptica que someta a examen
el carácter normativo de la relaciones interpersonales y grupales, tomando como foco lo
descrito por el texto: los roles de los integrantes (directivos, profesores, alumnos, etc.),
las normas (reglamentos de conducta, de evaluación, de acciones en caso de emergencia,
etc.) y las instituciones sociales, predominando los dos primeros dada la relevancia que
el mismo establecimiento les da.
Antes de comenzar, es necesario aclarar algunas cuestiones relevantes para
comprender la intención de nuestro análisis. En primer lugar, y preparando el terreno para
el siguiente análisis (a saber, el del aspecto ideacional), se operará bajo la perspectiva de
que el aspecto social (normativo) es el encargado de otorgarle un sustento práctico a las
intenciones manifiestas del sello valórico del colegio y sus demás creencias; es el medio
para ponerlas en práctica y lograr establecer la comunidad a la que se aspira de forma
satisfactoria, estableciendo el modo de actuar ante diversas situaciones que puedan atentar
contra estos ideales, y allí mismo de devela la otra función de las normas: defender los
ideales de esta cultura escolar. Como apuntan Molina y Sandoval (2006), la cultura
escolar tiene una doble funcionalidad: establecer los límites de la institución y
proporcionar elementos de identidad y sentido de pertenencia a los miembros que la
componen. Esta cultura, naturalmente no puede preservarse por sí misma, sino que
necesita de una serie de normas que aseguren la estabilidad institucional, y allí es donde
entran en juego lo que serán nuestros elementos que servirán como sustento empírico
(además de nuestras propias experiencias en el centro de práctica): el Proyecto Educativo
Institucional y el Reglamento Interno de Convivencia Escolar1, quienes se encargan de

1
Ambos documentos se encuentran presentes en la siguiente dirección:
http://colegiomisericordia.cl/reglamentos.php
dejar claros los límites de la institución y de sus actores. En segundo lugar, consideramos
que lo más apropiado será comenzar describiendo el rol de cada integrante de la
institución para así hacer mucho más comprensible la existencia y aplicación de ciertas
normas, las cuales no podrían existir sin alguien que esté sometido a ellas o que las haga
cumplir; junto a esto también creemos que uno de los ejercicios fundamentales que deben
hacerse a la hora de analizar una cultura es estudiar sus estructuras jerárquicas: saber
quiénes están al mando y la naturaleza de su gobierno en la cúspide permite aclarar de
mejor manera qué es lo que se espera de cada integrante y cuáles son los límites que estos
tienen. Una micro cultura como la de un establecimiento es ideal para este ejercicio,
principalmente por lo pequeña que es y por lo claramente delimitados que están casa uno
de los cargos existentes. En tercer lugar, el análisis funcionará del siguiente modo: se
describirán y enumerarán algunas de las normas más fundamentales del establecimiento
(puesto que son demasiadas) y el orden de estas, teniendo siempre en mente que están
hechas para defender el sello valórico del centro educativo, por lo que gran parte de lo
que será discutido aquí se abordará con otra visión más adelante, otorgándole cierta
unidad al texto mismo. Posterior a eso, se comentará cada una de las reglas, contrastando
lo dicho en el documento con la realidad del establecimiento, intentando dar la mayor
cantidad de evidencia empírica posible. Finalmente, y un punto trascendental que no
discutimos en el informe anterior es que el colegio depende directamente de una
fundación, por lo que muchos de sus valores clave dependen directamente de aquella, y
es muy probable que no se hayan establecido en la medida en que el establecimiento se
desarrollaba, sino que ya hayan venido establecidos en base a los ideales de esta
fundación, aunque este tema se verá más adelante.
Como ya ha sido mencionado, trabajaremos sobre dos documentos oficiales del
establecimiento: el PEI y el RICE. El primer documento es uno con el que todos los
establecimientos del país (con reconocimiento oficial) deben contar, y que define la visión
y misión de la institución educativa, abordando también las funciones de cada integrante
de la institución y algunas normativas propias de este. Precisamente por esto nos
encargaremos de él. En lo concerniente al RICE, las razones para utilizarlo son evidentes:
se encarga de profundizar en los aspectos administrativos y disciplinares del
establecimiento, además de funcionar como el arquetipo que todas las partes del colegio
deben seguir para hacer funcionar el ideal cultural de este mismo, abordando cosas tales
como los derechos y deberes de la comunidad educativa, la participación y
responsabilidad de la comunidad escolar, las normas de funcionamiento interno, gestión
de convivencia escolar, los tipos de faltas, etc. De hecho, la definición de RICE dad por
el colegio sirve mucho para nuestro propósito: tiene como objetivo general promover y
desarrollar un clima de buena convivencia, según reglas y criterios que regulen y orienten
el ejercicio de deberes, derechos y roles de todos los miembros de la comunidad
educativa. Naturalmente esta será nuestra piedra de tope y el principal ejemplificador,
además de la evidencia empírica recogida por nosotros mismos.
1.2.2 Orden jerárquico del establecimiento e instituciones internas
Como ya ha sido mencionado, la mayor parte de la información que será
comentada en este apartado está presente en el RICE y en el PEI del establecimiento.
Cuando el colegio Nuestra Señora de la Misericordia describe su jerarquía se encarga de
hacerlo de la forma más clara y transparente posible, esto es hecho mediante un esquema
que hemos adjuntado en el anexo. Este colegio, tal como la mayoría de los del país, cuenta
con un director en la cúspide administrativa, quien cumple con diversas labores que van
desde lo disciplinario hasta lo académico. El PEI lo establece como un individuo que tiene
las funciones de ejecutar y fiscalizar la actividad educacional del colegio, la que se
desarrollará conforme al PEI, a las enseñanzas y directrices del Magisterio de la Iglesia
Católica y a las orientaciones señaladas por el MINEDUC. A su vez es el líder del equipo
de gestión que lidera, guía y moviliza los procesos de la comunidad educativa para
concretar objetivos y metas comunes. En este equipo de gestión trabaja junto a la jefa de
UTP, la inspectora general, la coordinadora de pastoral y otros líderes institucionales en
caso de ser necesario (centro de alumnos o de padres). El director es, además, junto a la
inspectora general el principal encargado de disciplina y la persona con mayor poder a la
hora de tomar decisiones de esta índole. Es el principio del esquema anexado y nadie se
encuentra por sobre él (en el papel), y tiene bajo su mando a toda la comunidad educativa.
Después del director, esquemáticamente hablando, tenemos al equipo de secretaría, al
encargado de patrimonio y logística y a recepción. Estos tres cargos cumplen labores
administrativas alejadas de la normatividad disciplinar o académica del establecimiento;
no gobiernan a nadie y funcionan, en cierta medida como un ente completamente apartado
de la formación de los estudiantes (aunque secretaría se encarga de ser el puente
comunicacional entre dirección y los estudiantes, un ejemplo claro de esto es la cantidad
de agendas de diversos cursos que se encuentran siempre en secretaría, en las cuales se
comunican directrices de los altos mandos del establecimiento). De estas tres partes,
ninguna tiene a alguien a su cargo, ratificándose el alejamiento que tienen en el esquema
de los demás componentes. El organigrama se complejiza más cuando llegamos a los
siguientes estadios: en ellos se manifiestan algunos de los cargos más relevantes dentro
del establecimiento. En una primera rama, tenemos a la Unidad Técnico-Pedagógica,
cuya principal labor es el asesoramiento de dirección en la planificación, organización,
supervisión y evaluación del desarrollo de las actividades curriculares, además de ser
quien supervisa la implementación de los programas de clases, estando a cargo de la
supervisión de la calidad de la educación en el aula. Las planificaciones, fechas de
evaluaciones, ausencias, justificativos, situaciones extraordinarias, problemas
disciplinarios o situaciones puntuales en la mayoría de los casos deben pasar por aquí
(aunque estos tres últimos también llegan al director). La concordancia entre lo dispuesto
por el ministerio de educación y las planificaciones docentes es examinada por este
agente, y por ello, podríamos decir que una parte fundamental de la formación estudiantil
depende, en gran medida, de UTP: en cuanto a la cantidad de funciones que le son
delegadas, podría decirse que tiene tantas como el director, tanto así que el RICE
establece que en los casos más graves, los conflictos deben conversarse ante UTP (en
conjunto a dirección e inspectoría). Otros dos elementos relevantes de la jerarquía que
viene después del director son el encargado de convivencia escolar y la inspectora
general. Según el RICE, el encargado de convivencia escolar es el profesional que vela
por la correcta implementación de los reglamentos y protocolos del establecimiento,
puede ejecutar acuerdos, decisiones y planes de buena convivencia escolar, así como
investigar los casos de conductas que afecten o lesionen la buena convivencia escolar,
trabaja en coordinación con la dirección del colegio y los equipos multidisciplinarios. Lo
interesante de este rol es que asemeja mucho (en la práctica) al de la Inspectora General,
y en el caso de esta, nada está definido. En cualquier caso, se puede intuir que es la
principal figura encargada de los casos disciplinares, al ser (después de algún profesor
jefe o testigo de cierta situación) la persona con la que se debe conversar primero en caso
de existir una situación que sea perjudicial para algún integrante de la comunidad. Es,
además, el ente que se encarga de hacer cumplir la mayoría de las reglas del colegio y
tiene un contacto mucho más directo con los alumnos si se compara con el director o con
UTP, de hecho, el reglamento indica que en caso de un problema disciplinar, tanto
alumnos como apoderados deben acercarse primero a ella después de haber ocurrido.
Finalmente, tiene bajo su mando al inspector de patio (un profesor seleccionado al azar),
al auxiliar de servicio y al auxiliar de mantención. Estos son los cargos más relevantes
del establecimiento en cuanto a materia normativa; el componente social de la cultura
especial es preservado gracias a estos roles, y son la cúspide de la cultura. Todas las
decisiones, y gran parte de las condiciones del colegio se dan gracias a ellos. Después de
estos roles existe uno que, valóricamente hablando, es fundamental: la coordinación de
pastoral. Forma parte del núcleo religioso del colegio, y se compone de los encargados
de llevar a la práctica el sello valórico-religioso del colegio. Ya no tienen, en el papel, el
cargo disciplinar que antes poseían, pero aun así sus miembros (monjas) tienen gran
presencia en el establecimiento. Coordinan la mayor parte de las actividades religiosas
del establecimiento y tienen bajo su mando las asignaturas de orientación y religión, al
depender el colegio de una fundación (el Instituto Hijas de Nuestra Misericordia, que
tiene a cargo otros establecimientos) la existencia de estos roles es inamovible, y
garantizan que una parte del itinerario ideacional esté normativamente presente. El
colegio cuenta con un equipo multidisciplinario compuesto por tres profesionales: una
psicóloga educacional, una asistente social, una psicopedagoga y una educadora
diferencial. Están a cargo de las diversas problemáticas que los estudiantes puedan tener,
y en cierta medida garantizan la existencia de un ambiente escolar que sea atento con sus
estudiantes y hacen posible la educación personalizada prometida en el PEI.
Anteriormente no mencionamos quiénes son regidos por UTP por un tema de orden, pero
ahora podemos hablar con plena libertad de ello. UTP está a cargo de su asistente, de los
encargados de bibliotecas y fotocopias y de todo el plantel docente y técnico del
establecimiento. La labor de los docentes es variada, y a su vez limitada. En estricto
sentido, y según las normas del colegio, la tarea de los docentes es educar y trasmitir los
valores del establecimiento a cada estudiante, poniendo énfasis en el carácter humano de
cada alumno, estando preocupado de sus condiciones particulares para y con el
aprendizaje, y en algunos casos debe mediar entre dirección y los alumnos, o entre los
apoderados y los alumnos, pero en la práctica la cosa se matiza un poco. Finalmente, no
debajo de todos, sino en un “esquema” completamente aparte está el universo de
estudiantes, el grupo mayoritario y fundamental del colegio, gracias a los cuales este
puede seguir con vida.
En un plano normativo, los estudiantes tienen muchos derechos garantizados, y a
su vez muchos deberes, dentro de los que se incluyen los siguientes: recibir una educación
integral y cristiana, desarrollarse en un ambiente que resguarde su seguridad en todos los
sentidos posibles, ser tratado con dignidad, ser escuchado, recibir atención profesional en
caso de necesitarla, etc. En cuanto a los deberes (que es un ámbito mucho más normativo),
los estudiantes deben reconocer y respetar en otros los derechos dados a ellos mismas,
tener disposición al diálogo, solucionar conflictos por vías no violentas, obrar en virtud
del bien común, ser solidarios, etc. Un fenómeno interesante que se da entre estos dos
estadios es que todos los estudiantes tienen 17 derechos y poco más de 30 deberes,
muchos de ellos relativos al componente disciplinar y moral de la cultura escolar. Ya en
los principios más básicos del establecimiento se nos revela una intención de construir o
de preservar cierto ideario, con la finalidad de consumar los objetivos establecidos en el
PEI. Si se comparan los derechos y deberes de los estudiantes con lo de los funcionarios
el fenómeno se vuelve mucho más interesante. Mientras el aparato normativo que rige a
los estudiantes consta de 48 puntos, el que rige a los consta de apenas 12. Las razones
para esto jamás están explicadas, pero puede asumirse que esto es a causa del gran número
de estudiantes (en comparación al de trabajadores) con que cuenta el establecimiento,
llevando de inmediato a concluir que la parte más importante del colegio son los propios
alumnos, dado que ellos son los encargados de llevar todo el ideario del colegio a la
práctica, y en ese sentido, son los principales actores culturales, a pesar del poco poder
que tienen. Existe en el RICE un centro de estudiantes que garantiza la libre expresión
del estudiantado y la conversación abierta con las autoridades, pero en general el poder
que tienen a la hora de tomar decisiones es escaso, y sus funciones, de nuevo, según el
RICE, están orientadas más al ocio que a los problemas de la comunidad estudiantil; esto
último se debe a que los conductos regulares en caso de algún problema pasan
directamente de un alumno a algún trabajador, nunca por el centro de estudiantes.
Llegando a este punto, podemos decir que, normativamente hablando, el rol del estudiante
en la cultura escolar es mucho más pasivo que activo, y en cierta medida son un producto
de la propia cultura escolar, teniendo poca incidencia en la formación y el funcionamiento
de esta, dado que al fin y al cabo esto depende de lo dictaminado y fiscalizado por entes
como dirección, inspectoría y el profesorado. En cualquier caso, ¿esto es así en la
práctica?
Respecto a las figuras de autoridad, administrativas y docentes del establecimiento
hay mucho que decir. En primer lugar, según lo dictaminado, se establece al director como
la cabeza de la regencia del colegio, sin embargo, y según el testimonio de nuestra
mentora, quién verdaderamente está a la cabeza de casi todos los ámbitos del colegio es
la sostenedora, partícipe integral de la fundación que es dueña del colegio. Ella se encarga
de dictaminar casi todas las decisiones de corte administrativo y normativo que se dan en
el establecimiento. Los cambios curriculares y de formación, a pesar de ser discutidos con
los profesores y otras autoridades, en última instancia deben ser aprobados según sus
deseos, dado que el colegio siempre debe mantener su línea en concordancia con la propia
fundación que impone su sello valórico. En síntesis, todo el colegio debe rendirle cuentas
a la sostenedora. Tenemos, entonces, un primer aspecto referente a los roles que no se
aborda completamente, y que puede dar luces de la real importancia que estos tienen en
el establecimiento. Respecto al director, todo lo referente a su cargo, según lo que hemos
visto, se cumple al pie de la letra. Las labores administrativas más complejas son resueltas
por él, los conflictos más escabrosos finalizan con su palabra, conoce casi todas las
problemáticas del establecimiento, y se preocupa por el orden del establecimiento y el
respeto por las reglas. Un ejemplo de esto último se dio una vez en tercero medio, cuando
por primera vez vimos al director. Ingresó a la sala a revisar la vestimenta y pintura de
uñas de los estudiantes. Sacó de la sala a todos los que no tenían justificativo, escuchó
sus razones, y dependiendo del caso notificó a los apoderados; por la propia reacción de
algunos estudiantes, se puede intuir que, por un lado, no era la primera vez que esto
sucedía y, por otro, que el director se ha establecido como una figura de autoridad casi
incuestionable. Sin embargo, eso es lo único que hemos visto del director o escuchado
respecto a él, dado que la mayor parte del tiempo está en su oficina, y muchas veces lo
vemos solo en la entrada recibiendo a estudiantes. El cargo de UTP se nos ha hecho
mucho más explícito; el primer día que estuvimos en el colegio pudimos ver que se estaba
encargando de revisar las planificaciones de los docentes, realizando muchos escolios a
los documentos de índole desconocida para nosotros. Dos semanas después de eso, el
mismo día en que el director ingresó a la sala de clases de tercero medio, ella estuvo
durante dos horas pedagógicas supervisando la clase de nuestra mentora, examinando el
cumplimiento de las planificaciones que ella le había hecho llegar. Además de eso, en
numerosas ocasiones la profesora nos comunica que muchos de los cambios de
evaluaciones debe comunicárselos directamente a UTP, pidiendo además autorización
para llevarlos a cabo, puesto que de lo contrario, podrían sancionarla. Nunca la hemos
vista involucrada en un caso de problemas disciplinares, sin embargo, a raíz de dos
situaciones podemos concluir que efectivamente ella cumple su rol. Por un lado, el primer
día de clases vimos escritos en la pizarra de su oficina numerosos casos de diversos cursos
en los que se manifestaban varios problemas, y las vías para poder solucionarlos y con
quiénes se debía hablar. El Segundo caso fue cuando el curso comentó un conflicto con
la psicóloga del establecimiento, en ese instante nuestra mentora mencionó que lo que
deberían haber hecho en primer lugar es conversar la situación, por lo menos, con UTP,
porque de lo contrario no estarían siguiendo el conducto regular establecido para enfrentar
todos estos problemas. Al menos en esos aspectos más fundamentales, podemos afirmar
que sí se cumple con lo definido para el rol. Respecto a la inspectora general siempre la
hemos visto en los patios y en algunas salas vigilando e interviniendo cuando suceden
conductas que vayan en desmedro del RICE (y en ese sentido, de la integridad de la
comunidad escolar), pero sinceramente nunca se le ha visto en algún otro rol, aunque
puede que sea por tiempo. Algo completamente distinto a los dos casos anteriores sucede
con el encargado de convivencia escolar, a quien nunca hemos visto y de quien nada
hemos oído, por lo que cualquier afirmación que hagamos carecerá de sustento. En
síntesis, casi todas estas figuras con cierta autoridad dentro del colegio cumplen casi al
pie de la letra con lo propio de su cago, y además velan siempre por el cumplimiento de
los objetivos del centro educacional, y con la preservación del ideal cultural, por lo que
claramente son el pilar fundamental que sostiene la estabilidad de esta cultura escolar, y
son, además, los agentes encargados de mantener a raya a todos los demás participantes
del centro para que obren en concordancia con lo buscado.
Respecto a los profesores existen varios temas relevantes. Efectivamente se
encargan de educar a los estudiantes y de velar por su integridad, y de la del paradigma
cultural del colegio. Pero a su vez también suceden muchas dinámicas interesantes que
en cierta medida sirven para poner en duda todo esto. Por ejemplo, e intentando hacerle
frente a lo inflexible y estricto de los programas escolares emitidos por UTP, los docentes
siempre intentan arreglárselas a escondidas para hacer que el contenido avance un poco
más allá de lo estrictamente solicitado. Juegan con los nombres de las asignaturas,
involucran materias que en el papel son muy similares a lo pedido, y hacen lo que pueden
con lo que tienen. En ese sentido, el rol atribuido al docente, al menos en la práctica no
estaría concordando plenamente con lo pedido o dicho en los reglamentos, y tiene una
característica no oficial: la flexibilidad. Por otro lado, muchas veces funcionan como un
apoyo emocional a los estudiantes y como una figura más íntima y cercana. El apoyo que
deben dar los docentes, según lo escrito, parece apuntar a algo más ajeno y alejado de las
propias vivencias los alumnos. En cambio, hemos visto que muchas veces la mentora
puede funcionar como un apoyo emocional, o al menos, como alguien de confianza, digno
de apodos, digno para recibir experiencias personales, y digno para cumplir con el sello
del establecimiento. Este tipo de cuestiones tampoco están presentes en el PEI o en el
RICE y sin embargo se da, constituyendo en las aulas una cultura única que a veces
pareciera alejarse de lo pedido por el colegio, pero que sigue concordando con lo que este
mismo busca para los estudiantes. Finalmente, algo similar se da cuando los profesores
deciden no ser tan estrictos con el reglamento del colegio, pasando por alto ciertas
situaciones o dando algunas oportunidades para rectificarlo; puede que esta omisión
voluntaria de la normatividad sea una de las cosas que permite formular relaciones más o
menos estrechas con los estudiantes, volviéndolos figuras más cercanas, pero que aún
conservan poder y capacidad de acción. Finalmente, en lo referente a los estudiantes, lo
que en realidad debemos examinar es su posición como agentes pasivos ante las normas
del colegio. En la práctica, la cuestión parece ser mixta: si bien según la normatividad
ellos tendrían un rol mucho más pasivo ante la cultura escolar, teniendo muy poca
participación (centro de estudiantes y algunas actividades extracurriculares) de la
formación y el avance de la cultura escolar, en la realidad se da algo distinto. EL texto de
(2006) señala que en el colegio se puede dar un choque entre la cultura escolar y juvenil,
y la experiencia nos ha demostrado que en este establecimiento efectivamente se da.
Muchas veces los alumnos obran omitiendo algunos elementos de la normatividad del
colegio, como el uso del buzo en días no correspondido, el celular en diversas ocasiones
y el propio lenguaje. Este tipo de dinámicas de descontento terminan generando un
ecosistema único, el de la sala de clases, el cual tiene sus propias dinámicas internas y
roles con un lenguaje y características propias, por lo que puede decirse que en la práctica,
la interpretación de las normas (que intentan delimitar la propia cultura escolar) por parte
de los estudiantes, sumado a las dinámicas que se dan con profesores y otros funcionarios
terminan dando paso a una nueva cultura que toma elementos del RICE, los modifica
según las situaciones y se termina mezclando con las propias experiencias de los
estudiantes, dándole un nuevo matiz al aspecto social de la cultura escolar, yendo más
allá de lo esperado por los objetivos planteados en los programas (a veces para bien y a
veces para mal), o al menos eso es lo que podemos decir desde el análisis de los roles del
establecimiento.,

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