Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Resumen
El trabajo analiza algunas de las principales perspectivas, tanto conservadoras como críticas, que
buscan explicar el tema de la masculinidad . Partiendo de que los supuestos conceptuales que subyacen
a estas propuestas son sustantivamente distintos, se busca analizar al menos una parte de las implica-
ciones políticas que de tales planteamientos se derivan. Con esta reflexión se pretende, por una parte,
llamar la atención sobre la imposibilidad de usar indistintamente propuestas conservadoras y propues-
tas críticas. Por otra, busca analizar las implicaciones políticas que se derivan de estas propuestas en
cuanto a la posibilidad de avanzar hacia masculinidades distintas a las tradicionales.
Palabras clave: Cultura, Masculinidad, Implicaciones políticas, Masculinidad tradicional, Capitalismo
patriarcal.
Abstract
This study analyses some of the main conservative and critical perspectives looking up to explain the
topic of masculinity. Considering that the conceptual assumptions underlying these proposals are subs-
tantially different, an attempt was made to analyze at least some of the political implications deriving
from such propositions. This reflection pretends to draw the attention on the imposibility of using indis-
tinctly conservative and critical propositions. In addition, it looks to analyze the political implications
coming from these propositions in terms of the possibility of advancing to masculinities quite different
from the traditional ones.
Key words: Culture, Masculinity, Political implications, Traditional masculinities, Patriarchal capitalism.
movimiento de corte conservador y neo-misógi- el Amante, quien está “cerca del inconsciente
no3, uno de cuyos textos traducidos al español se [lo que] significa estar cerca de los fuegos de
titula “La Nueva Masculinidad”4. la vida, a nivel biológico...” (Moore y Gillette;
Moore y Gillette, autores de este libro, han 1993: 137).
planteado que la crisis de la identidad masculina Es evidente que los arquetipos no entrañan
de nuestro tiempo tiene que ver con una falta de nada distinto al patriarcado, pues reproducen los
“conexión adecuada con las energías masculinas estereotipos de la masculinidad tradicional, así
profundas e instintivas, con los potenciales de la como su justificación biológica. Resulta curioso
masculinidad madura”. Según ellos, las conexio- en este planteamiento la forma contradictoria
nes masculinas con esos “potenciales están blo- en la que se mezclan los argumentos de tipo
queadas por el patriarcado mismo y por la crítica ahistórico con los de tipo pretendidamente his-
feminista a la poca masculinidad a la que pueden tórico. En efecto, por una parte ubican algunos
aferrarse (...) Este bloqueo se debe a la falta de fenómenos históricos, como el patriarcado y
un proceso de iniciación, significativo y trans- el feminismo, como presuntos inhibidores de
formador en sus vidas, mediante el cual podrían la “masculinidad madura”. Por otra parte, su
haber logrado un sentimiento de masculinidad”. propuesta política es ahistórica: la de despertar
Ubican a los rituales tribales de iniciación como “la masculinidad profunda e instintiva”. Así, el
la manera de potenciar la masculinidad madura presupuesto de los arquetipos en la propuesta
(Moore y Gillette; 1993: 18). de Moore y Gillette es de tipo esencialista. Este
En este proceso de iniciación, basado en la tipo de razonamiento se caracteriza por plantear
homosocialización, se excluye “lo femenino”. los hechos sociales de manera deshistorizada, es
Es de aquí que surgen los arquetipos de la mas- decir, como si no tuvieran un contexto social y
culinidad, los cuales son, según esta corriente, un tiempo concretos, a la manera del mundo de
“estructuras profundas de la psique masculina las ideas de Platón. Cambiar la masculinidad, en
madura”. Aquí aparecen el Rey, todopoderoso esta perspectiva, es más bien reforzar la existen-
y centro del universo. También el Guerrero, a te, es decir la patriarcal.
quien, a la manera del marine de guerra norte- Cabe agregar que estos autores no reconocen
americano, le concierne la “habilidad, el poder la degradación que ha significado para muchos
y la precisión”, “el control de lo psicológico y lo hombres los rituales de iniciación practicados de
físico, lo interior y lo exterior... la capacidad de manera particularmente cruel en ciertas culturas.
soportar el dolor...” (Moore y Gillette; 1993: 99). Efectivamente estos rituales han cobrado dimen-
La tercera forma de “masculinidad madura” es el siones de tortura y vejación, según las evidencias
Mago, arquetipo del pensamiento y la reflexión, retomadas por David Gilmore (1994).
cuya conformación de sí mismo “es inamovible Además de esta perspectiva conservadora,
en su estabilidad, centralizada y emocionalmente existe otra que ya ha sido reseñada en otro lugar
fría” (Moore y Gillette; 1993: 124). Finalmente (Gomáriz; 1997: 21). Se trata igualmente de un
movimiento surgido en los Estados Unidos bajo
el apelativo de Men’s Rights. Estos compartirían
3 La misoginia es el “odio o desprecio de lo femenino” con Moore y Gillette la idea de que el feminis-
(Jiménez y Quesada; 1996: 51). Esta corriente neo- mo sería nocivo para la masculinidad y del cual
misógina ha sido llamada “corriente mito-poética”
habría que defenderse. Los autores proponen que
(Cazés: 2001:43).
el sexismo perjudica a los hombres, por lo que
4 Resulta interesante hacer notar que el título original de habría que proponer normas que los protejan
la versión en ingles es “King, Warrior, Magician, Lover: “de las consiguientes injusticias, especialmente
Rediscovering the Archetypes of the Mature Masculine” en áreas como el divorcio, custodia de hijos y
(Rey, Guerrero, Mago, Amante: Redescubriendo los
violencia doméstica”.
Arquetipos de la Masuculinidad Madura). Muy posi-
blemente el título refleje el interés comercial de los Llama la atención que en Costa Rica se haya
editores de la traducción al español. Esto no lo exime conformado una asociación que parte de supues-
de su posición conservadora. tos análogos a los de Mens’ Rights, apelando al
100 Rev. Reflexiones 83 (1): 97-106, ISSN: 1021-1209 / 2004 Mauricio Menjívar Ochoa
evidencia que ser marido, padre, amante, provee- Género y cultura: debates
dor y guerrero, lejos de depender de una estruc- y perspectivas dentro de las posturas
tura arquetípica sin historia y sin contexto, es críticas de la masculinidad tradicional
más bien una demanda social que puede variar.
Se trata de un artificio de la cultura. No todos los planteamientos que visualizan
El autor señala que su enfoque es “funcio- la masculinidad como una construcción social
nal”, pues argumenta que “los ideales mascu- conllevan conclusiones conservadoras como la
linos representan una contribución indispen- de Gilmore. Por el contrario, del argumento de la
sable tanto a la continuidad de los sistemas construcción social se derivan conclusiones críti-
sociales como a la integración psicológica de cas que abren posibilidades de cambio. Nuestro
los hombres a su comunidad”. Estos fenóme- interés en este último apartado es analizar algu-
nos son parte del “problema existencial del nos de los planteamientos que, bajo esta premisa,
orden que todas las sociedades deben resolver nos permiten “historizar” la masculinidad, es
animando a los individuos a actuar de cierta decir, entenderla como producto social en cons-
forma que faciliten tanto el desarrollo indi- tante transformación y sujeto de cambio en el
vidual como la adaptación del grupo. Los marco de relaciones sociales conflictivas.
papeles de cada sexo constituyen una de esas Habría que señalar que el punto de partida
conductas de resolución del problema” (Gil- sobre la construcción social de la masculinidad
more; 1994: 17). es el mismo supuesto que se encuentra en la
Ahora bien, ¿es posible cambiar esta virili- base de la propuesta feminista de Simone de
dad orientada por el logro?, o como lo plantea- Beauvoir, quien planteara en 1949 respecto de
ría el mismo Gilmore (1994: 224): “¿Significa la feminidad que “no se nace mujer, una se con-
(...) que nuestra masculinidad occidental es un vierte en mujer” (Carabí; 2000: 19). De manera
fraude innecesario y prescindible, como afir- análoga, el supuesto de fondo de los estudios que
man algunas feministas y ciertos defensores a continuación reseñaremos es que el hombre no
de la emancipación del hombre? ¿Estamos pre- nace, se hace.
parados para deshacernos de ella?”. La fuerte Michael Kimmel (1997: 49), por ejemplo,
influencia funcionalista de este autor le lleva- considera “a la masculinidad como un conjunto
ría a concluir que “mientras haya batallas por de significados siempre cambiantes que construi-
ganar, alturas por esclarecer y trabajo duro mos a través de nuestras relaciones con nosotros
por hacer, algunos de nosotros tendremos que mismos, con los otros, y con nuestro mundo”. Es
“actuar como hombres”. precisamente el carácter relacional de la mascu-
De su planteamiento se derivaría que, en linidad lo que le brinda su carácter de género.
la medida en que la virilidad es una cons-
Efectivamente, tanto la masculinidad como la
trucción altamente funcional es además una
feminidad son construcciones relativas; su cons-
construcción necesaria, al menos hasta que las
trucción social solo tiene sentido con referencia
condiciones sociales cambien. Sin embargo, la
al otro (Badinter; 1993: 25-26). En tanto históri-
trampa de esta conclusión radica en que, para
que las condiciones cambien, es necesario que ca, “la virilidad no es ni estática ni atemporal”
se constituyan sujetos sociales que impulsen (Kimmel; 1997: 49).
transformaciones y que realicen rupturas. Al A pesar de que estos son supuestos comu-
evadir abordar preguntas “para filósofos” (Gil- nes, algunas propuestas críticas recurren a defi-
more; 1994: 225), Gilmore pareciera llevarnos niciones esencialistas, mezcladas con definicio-
a un callejón sin salida. Y si bien con sus evi- nes normativas o de “deber ser” de la masculi-
dencias se invalida la pretendida universalidad nidad (Connell; 1997: 34-35). Tal es el caso de
del patriarcado de Goldberg, al igual que este Michael Kimmel, quien retoma la definición
esgrime una supuesta neutralidad de la ciencia, de virilidad de Robert Brannon que señala:
al pretender dejarla fuera del terreno de la pro- “¡Nada con asuntos de mujeres! (...) ¡Sea el
puesta de soluciones. timón principal! (...) ¡Sea fuerte como un roble!
102 Rev. Reflexiones 83 (1): 97-106, ISSN: 1021-1209 / 2004 Mauricio Menjívar Ochoa
que las relaciones de dominación están inscritas propuestas, hemos visto, evaden las implicaciones
en el orden de lo natural y no de lo social. Es políticas que se derivan de sus planteamientos.
decir, tiene un referente en lo objetivo y en la sub- En el marco de una organización social
jetividad, en la forma en que conocemos. Es un fundamentada en la inequidad, el poder contar
factor clave en la “asimilación de la dominación” con argumentos cada vez más sólidos, coheren-
(Bourdieu; 2000: 36 y subs.). tes y fundamentados constituye un imperativo
De esta manera se inscriben las relacio- para avanzar hacia la igualdad de género, una
nes de dominación masculina en la naturaleza igualdad ajena a los esencialismos. Poner en
biológica, cuando en realidad se trata de la evidencia el carácter histórico de la dominación
naturalización de la dominación. Es una domi- masculina, y entender que a esta lógica responde
nación que responde a una construcción social la manera en que nos explicamos todas las cosas
(naturalizada) de relaciones históricas basadas del mundo, nuestra relación cotidiana con las
en la división sexual del mundo (Bourdieu; mujeres y con otros hombres, es un paso decisivo
2000: 37). Es una realidad construida antes en nuestra construcción como hombres sujetos de
de nacer, que nos recibe al momento del alum- cambio hacia masculinidades no patriarcales y
bramiento y nos configura desde el inicio de efectivamente igualitarias. De ahí que una revi-
nuestras vidas. sión crítica de los estudios y posturas sobre la(s)
Este es un imaginario que es necesario
masculinidad(es) sea una tarea siempre necesaria
trastocar si se desea apuntar hacia la alteridad.
para nuestra propia reconstrucción.
Y precisamente porque planteamientos como los
En este proceso de búsqueda queda claro,
de Bourdieu evidencian que la masculinidad es
de acuerdo con las perspectivas criticas, que
parte de un imaginario construido socialmente,
el significado de ser hombre es históricamente
y no una inherencia biológica de los cuerpos de
construido y que, en tanto tal, está en constan-
hombres y mujeres ni una esencia, es que tal rea-
te querella. Y aunque este conflicto no siempre
lidad puede ser trastocada a partir de la acción
humana. Ella puede abrir paso a la búsqueda de ha estado asociado a la emergencia de formas
formas de ser hombre que no propicien la opre- no-patriarcales de ser hombre, nos resulta
sión de otras ni de otros. evidente que la búsqueda de la alteridad nece-
sariamente implica entrar en el campo político,
es decir, en el terreno de la disputa. Es en este
Conclusión terreno en que se debe abonar a la creación
de nuevos significados, nuevos contenidos y
Particularmente a partir de la última década,
en nuestro medio se ha experimentado un inci- nuevas prácticas asociadas al hecho de “ser
piente aunque creciente interés en el tema de la hombre”.
masculinidad. Algunas personas han visto en esta Nos alienta la premisa de que no es posible
tendencia la posibilidad de contar con una inter- ampararnos en la supuesta neutralidad de la
locución crítica y receptiva que permita redoblar ciencia y que por lo tanto esta puede abonar a la
los avances hacia la equidad. Si bien esto ha sido discusión. Así, nos queda pendiente, por ahora,
así en algunos casos, la revisión de algunas de profundizar en la reflexión de los supuestos
las tesis de tales propuestas nos muestra que esta conceptuales, mecanismos concretos y expe-
interlocución no siempre está abierta. riencias ya avanzadas, que puedan contribuir a
Más bien, una parte de estos planteamientos la búsqueda de formas más satisfactorias y no
apuntan a perpetuar el estado de cosas. Posible- opresivas de ser hombre.
mente cualitativa y cuantitativamente estas pro-
puestas sean las menos, pero no por esto gozan Bibliografía
de menor aceptación. Aún más, son las que más
asidero poseen en la cultura patriarcal, y de ahí Badinter, E. 1993. XY, la identidad masculina.
que tengan más adeptos en ciertos medios. Otras Editorial Norma, Colombia. 346 p.
106 Rev. Reflexiones 83 (1): 97-106, ISSN: 1021-1209 / 2004 Mauricio Menjívar Ochoa
Gomáriz, E. 1997. Introducción a los estudios Quirós, E. 2003. ¡Aprendiendo una nueva
sobre Masculinidad. Centro Nacional para forma de vivir!. Estudio sobre mandatos
el Desarrollo de la Mujer y la Familia: San identitarios y Módulo para promover y
José, 127 p. defender el derecho a vivir una vida y
una sexualidad segura, co-responsable
Jiménez, R. y Quesada, E. 1996. Construcción de la y placentera en grupos de hombres que
identidad masculina. ILANUD, Programa tienen sexo con hombres (HSH). CIPAC.
Mujer, Justicia y género. San José. Diseño Editorial, San José. 80 p.