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DOMINGO 17 DE MARZO DE 2019

FORMACION MINISTERIO DE LITURGIA


TEMA: Naturaleza de la Liturgia y vida eclesial / Sacrosanctum Concilium
nn. 5 – 20

Las orientaciones y principios de la Constitución litúrgica ponen a toda la Iglesia


en un estado de movilización general (reforma general de la liturgia S.C. n. 21).

 FORMACIÓN LITÙRGICA DE LOS FIELES

Desde esta perspectiva podemos afirmar que la formación de los fieles laicos sobre
la liturgia pode en relación diversos matices entre ellos la socialización de los fieles a las
nuevas disposiciones que se dan en conclusión del Concilio Vaticano I y el Concilio de
Trento, hay una necesidad de responder a la liturgia que se realizaba en aquellos tiempos
y tomar de punto de partida el movimiento litúrgico naciente en la década de los años 20
y a los aportes que acompañaron este movimiento entre ellos

 FAMILIARIDAD CON LA SAGRADA ESCRITURA

La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y


compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma divina fuente, se funden en cierto
modo y tienden a un mismo fin. Ya que la Sagrada Escritura es la palabra de Dios en
cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada
Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la palabra de Dios, a
ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo para que, con la luz del Espíritu de
la verdad la guarden fielmente, la expongan y la difundan con su predicación; de donde
se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de
todas las verdades reveladas. Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo
espíritu de piedad. (DV 9).

El estudio de las Sagradas Escrituras debe ser una puerta abierta a todos los
creyentes. Es fundamental que la Palabra revelada fecunde radicalmente la catequesis y
todos los esfuerzos por transmitir la fe. La evangelización requiere la familiaridad con la
Palabra de Dios y esto exige a las diócesis, parroquias y a todas las agrupaciones católicas,
proponer un estudio serio y perseverante de la Biblia, así como promover su lectura orante
personal y comunitaria. Nosotros no buscamos a tientas ni necesitamos esperar que Dios
nos dirija la palabra, porque realmente «Dios ha hablado, ya no es el gran desconocido
sino que se ha mostrado».

 PARTICIPACIÓN ACTIVA EN LAS CELEBRACIONES –


escucha, canto, oración, aclamaciones y respuestas

La participación de todos debe surgir de las convenientes disposiciones personales


de cada uno de los asistentes. Cuando se habla de participación plena hace referencia a
ese ser complejo que es el hombre. “Mas, para asegurar esta plena eficacia es necesario
que los fieles se acerquen a la sagrada Liturgia con recta disposición de ánimo, pongan
su alma en consonancia con su voz y colaboren con la gracia divina, para no recibirla en
vano. Por esta razón, los pastores de almas deben vigilar para que en la acción litúrgica
no sólo se observen las leyes relativas a la celebración válida y lícita, sino también para
que los fieles participen en ella consciente, activa y fructuosamente.” (SC 11), la
participación activa de todos es de acuerdo a la propia pertenencia al pueblo de Dios. Y
supone la vivencia concreta de los ritos que se están celebrando. La participación piadosa
tiene que ver con esa virtud que inspira, en el orden del amor a Dios, la tierna devoción a
las cosas santas.

Para hacer esto realidad es necesaria una educación litúrgica. La participación


consciente viene de saber que se está celebrando el misterio de Dios a través de ritos
concretos. Para esto es necesario la educación litúrgica: “Al reformar y fomentar la
sagrada Liturgia hay que tener muy en cuenta esta plena y activa participación de todo el
pueblo, porque es la fuente primaria y necesaria de donde han de beber los fieles el
espíritu verdaderamente cristiano, y por lo mismo, los pastores de almas deben aspirar a
ella con diligencia en toda su actuación pastoral, por medio de una educación adecuada.
Y como no se puede esperar que esto ocurra, si antes los mismos pastores de almas no se
impregnan totalmente del espíritu y de la fuerza de la Liturgia y llegan a ser maestros de
la misma, es indispensable que se provea antes que nada a la educación litúrgica del
clero.” (SC14).

 TRADUCCIÓN DE LOS LIBROS LITÚRGICOS: un campo


nuevo, dificultoso y de mucha responsabilidad.

En la actual crisis litúrgica, la traducción de los textos litúrgicos y de los


leccionarios ocupa un lugar central. A partir del progresivo abandono del latín, la lengua
litúrgica por excelencia de la Iglesia, y la creciente adopción de las lenguas vernáculas -
adopción que muchas veces se ha hecho y se hace con descuido y aún desprecio de las
normas establecidas en los mismos documentos conciliares- se plantean una serie de
dificultades no menores. En efecto, las traducciones defectuosas son una fuente constante
de confusión, de empobrecimiento y aún de graves distorsiones del precioso tesoro de la
lex orandi.

Con toda razón, Pío XII, en la Carta Encíclica Mediator Dei, en 1947, advertía
acerca de quienes introducen intencionalmente nuevas costumbres litúrgicas aún en
cuestiones de gravísima importancia; y enumeraba entre ellas el uso de la lengua vulgar
en la celebración del sacrificio eucarístico; destacaba el Papa que si bien en muchos ritos
el uso de la lengua vulgar puede ser útil para el pueblo (siempre que la Santa Sede lo
autorice debidamente), el empleo de la lengua latina, vigente en una gran parte de la
Iglesia, “es un claro y hermoso signo de la unidad y un eficaz remedio contra la corrupción
de la auténtica doctrina.

La Instrucción Liturgiam authenticam constituye la guía más precisa y completa en


orden a la traducción de los textos litúrgicos a las lenguas vernáculas. Sin duda, el
progresivo y masivo abandono de la lengua latina a partir de la reforma de la liturgia
promovida por el Concilio Vaticano II- abandono que ha ido, incluso, bastante más allá
de la letra y del espíritu de la misma Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium– dio
lugar como era de prever a una multitud de nuevos problemas, y hasta de peligros, a los
que era preciso afrontar del modo más seguro a fin de salvaguardar, quebrada de hecho
la unidad lingüística, la integridad e incorruptibilidad de la liturgia universal de la Iglesia.
Se imponía, por tanto, una guía clara y segura de parte de la suprema autoridad
eclesiástica. En este sentido la Instrucción vino a cubrir esa necesidad.

Así, respecto de la función y sentido de los textos litúrgicos y de su versión a las


lenguas vernáculas, afirma: Las palabras de la Sagrada Escritura, así como las otras que
se pronuncian en las celebraciones litúrgicas, especialmente en la celebración de los
sacramentos, no se dirigen en primer lugar a reflejar las disposiciones internas de los
fieles, sino a expresar unas verdades que superan las fronteras del tiempo y del lugar. Los
textos litúrgicos latinos del Rito Romano, mientras recogen la secular experiencia eclesial
de trasmisión de la fe de la Iglesia recibida de los Padres, son, también, fruto de la
renovación litúrgica que se ha realizado recientemente. Para conservar un patrimonio tan
grande y rico, y para trasmitirlo a los siglos venideros, es necesario que la traducción de
los textos litúrgicos de la Liturgia Romana sea, no tanto una labor de creación nueva, sino
de traducción fiel y cuidada de los textos originales a las lenguas vernáculas.

GRANDES LÍNEAS DE LA REFORMA

 Acercar la acción litúrgica a los fieles quitando barreras de escalinatas y


rejas y poniendo el altar de cara al pueblo.
 Potenciar el papel de la asamblea frente al monopolio del presidente.
 Asamblea participa más en las oraciones, respuesta al salmo, aclamaciones,
posturas
 Dar unidad y relieve a la acción litúrgica prohibiendo otra Eucaristía u otro
acto de culto en el mismo espacio celebrativo.
 Fomentar el canto de toda la asamblea frente al monopolio de la Schola, los
corales y los solistas
 Potenciar los ministerios diversos frente al único ministerio del presidente:
diácono, acólito, lector, salmista, monitor, maestro de coro, ingreso de
laicos no ordenados, y más tímidamente a las mujeres.
 Potenciar la estética de la sencillez y de la verdad frente a simulaciones
barrocas y ostentaciones
 Fomentar la inteligibilidad de las palabras frente a los signos puramente
mecánicos: se añaden lecturas y moniciones, se prescribe la homilía los
domingos y se recomienda entre semana
 Ensamblar mejor la vivencia del culto con el resto de la vida, trayendo a la
Eucaristía la realidad de lo que los participantes viven en ese momento
 Articular mejor la comunión dentro de la Eucaristía, prohibiendo que se
administre fuera de la Misa, salvo en casos urgentes como es el del viático
 Insistencia en el valor de los actos subjetivos, la intención de los
participantes, las disposiciones interiores, la atención, la focalización de la
devoción en la acción litúrgica y no en otras devociones que se realizan
paralelamente en ella.

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