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Hace ya casi tres años les listaba una serie de actividades que, a pesar de lo obvias y
comunes, eran consideradas ilegales por nuestra ley de propiedad intelectual (LPI) en Chile.
Así bibliotecarios, profesores, estudiantes e incluso algunos autores, gracias a inexplicables
vericuetos legislativos, en lugar de ser protegidos eran considerados piratas por una ley que
tenía su origen en el año 1970.
Pero, a pesar de lo que pudiera pensarse, los absurdos de esta ley no sólo se explicaban por
ser un vetusto cuerpo normativo. Hasta hoy, sus sucesivas reformas se habían realizado con
el sólo fin de aumentar la protección que gozan los titulares de derechos de autor, en
detrimento del interés del público, de todos nosotros. Ninguna de estas reformas, de estos
cambios cosméticos, pretendieron agregar siquiera una excepción adicional que beneficie a
quienes, sin ser creadores, son sin duda alguna actores claves en el desarrollo cultural del
país.
Eso hasta mayo de 2007. La última reforma, promovida por la presidenta Bachelet y
promulgada por el presidente Piñera la semana pasada, pretendía -entre otras cosas, claro-
equilibrar los intereses en juego, agregando excepciones y limitaciones hasta el momento
inexistentes. Prácticas de nuestras bibliotecas, de nuestros profesores o prácticas comunes
dejarían de ser consideradas ilícitas y pasarían a tener la venia de la ley. Pero no todo el
mundo estuvo de acuerdo, fundamentalmente debido a la fuerte presión de grupos
vinculados a la gestión colectiva y al cobro de derechos (como la SCD o la IFPI). El
gobierno pasó de ser un defensor del equilibrio a comprometerse a la eliminación de
excepciones que beneficiaban a bibliotecas y a la eliminación de la, hasta hoy
célebre, excepción de usos justos. Campañas tanto en internet como en el ‘mundo real’
lucharon contra esta fuerte presión, con resultados francamente notables si uno ve la
tendencia legislativa de otros países que, como si de una fusta invisible se tratara, siguen el
ritmo de la sobre protección de derechos a costa de los derechos de los ciudadanos.
Finalmente, tendremos una nueva ley, que actualiza el régimen de sanciones, establece un
sistema de limitación de responsabilidad de los ISP y que contempla un nuevo sistema de
excepciones y limitaciones, casos en los que, sin mediar pago ni complejos sistemas de
autorización, se encuentran ahora autorizados por la ley. En resumen, podríamos decir que
son:
Pendientes
Por supuesto que hay muchas cosas que faltan. Esta reforma sólo nos hace salir
del vergonzoso lugar en que nos encontramos comparativamente en el concierto
internacional. Se extraña, sin ir más lejos, un tratamiento más ordenado y un compromiso
público para con la protección y difusión de aquellas obras pertenecientes al dominio
público. También se extraña una norma explícita que se haga cargo de los graves problemas
derivados de las denominadas obras huérfanas, aquellas obras que si bien se encuentran
bajo protección, resulta materialmente imposible determinar quiénes son sus titulares de
derechos para así obtener los permisos que se requieran. Y evidentemente se extrañan más
excepciones, pero esta vez vinculadas con los usos de los usuarios en el marco de las
nuevas tecnologías.
A pesar de lo que algunos sostienen, esta reforma es la más importante que se le haya hecho
a la ley de 1970. Aunque insuficiente, después de casi tres años tenemos una ley que
finalmente logra un precario equilibrio, un primer paso, para tener una ley que ya no nos
avergüence, sino que permita generar mejores condiciones de acceso en un mundo
globalizado.
Guía legal sobre:
Propiedad intelectual (derechos de autor)
Enseña cómo funciona la ley chilena sobre propiedad intelectual y
derechos de autor, en especial los llamados “usos justos” o “usos
libres”.
Última actualización : 04-05-2010
o Libros y escritos.
o Conferencias, discursos y memorias.
o Obras teatrales y coreográficas.
o Composiciones musicales.
o Programas de radio y TV, sean originales o adaptaciones de obras literarias.
o Fotografías, grabados y litografías.
o Obras cinematográficas.
o Proyectos, bocetos y maquetas arquitectónicas.
o Trabajos relativos a topografía y geografía.
o Pinturas, dibujos, ilustraciones.
o Videogramas, diaporamas.
o Esculturas.
o Escenografías y sus bocetos.
o Adaptaciones, traducciones y otras transformaciones de una obra, autorizadas
por su autor.
o Software.
¿Por cuánto tiempo el autor mantiene derechos sobre su obra?
La protección de la ley a los derechos de autor se extiende por toda la vida del autor y
hasta 70 años después de su fallecimiento.
Si yo hago una obra de teatro basada en una novela que escribió otra
persona, ¿quién tiene derechos sobre esa obra?
Quien hace la adaptación o transformación es el titular de los derechos de esa obra
específica, siempre y cuando haya contado con la autorización del titular de los
derechos de la obra adaptada al teatro.
¿Existen obras que sean de dominio público, que sean “de todos”?
Sí, hay obras del llamado “patrimonio cultural común”, que pueden ser utilizadas por
cualquiera, siempre que se respete la paternidad y la integridad de la obra. Tales obras
son: