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24-06-2019
Se trató de una victoria increíble, pero la trayectoria del racismo sistémico en Estados Unidos no
terminó allí, como bien sabemos. De hecho, el impacto de la esclavitud en la población
afroestadounidense actual ha estado en el centro de la escena en Washington D.C. esta semana,
donde se realizaron históricas audiencias y encuentros públicos para debatir, deliberar y organizar
acciones en torno a la pobreza de este sector de la población y las reparaciones necesarias, así
como para ofrecer panoramas para una nación más justa y equitativa.
Entre los que dieron testimonio en apoyo a la ley se encontraban el senador Cory Booker, quien
patrocina el proyecto de ley complementario en el Senado; el actor y activista Danny Glover; la
economista Julianne Malveaux; Katrina Browne, que proviene de una acaudalada familia de
traficantes de esclavos de Rhode Island y el escritor Ta-Nehisi Coates. Un artículo de Coates de
2014 publicado en la revista The Atlantic, "Argumentos para una reparación histórica", reavivó la
discusión sobre cómo nosotros, como sociedad, debemos reparar el horror de la esclavitud.
El martes, una joven periodista afroestadounidense, Eva McKend, le preguntó al líder de la mayoría
del Senado, Mitch McConnell, si el gobierno debería emitir una disculpa pública por la esclavitud. La
respuesta de McConnell fue contundente: "No creo que [otorgar] reparaciones por algo que sucedió
hace 150 años, de lo cual ninguno de los que vivimos actualmente somos responsables, sea una
buena idea"
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Ta-Nehisi Coates abrió su testimonio ante el Comité Judicial de la Cámara de Representantes
haciendo referencia a la declaración de McConnell: "El líder de la mayoría del Senado, McConnell,
ofreció una respuesta familiar. Estados Unidos no debe ser considerado responsable por algo que
sucedió hace 150 años, ya que nadie que vive actualmente es responsable. Esta refutación
presenta una extraña teoría de la gobernanza, según la cual las cuentas a rendir de Estados Unidos
están ligadas de alguna manera a la vida de quienes las generaron. Pero bien entrado el siglo,
Estados Unidos todavía pagaba pensiones a los descendientes de los soldados de la Guerra Civil.
Honramos tratados que datan de unos 200 años atrás, a pesar de que ninguna de las personas que
firmó esos tratados continúa con vida. A muchos de nosotros nos encantaría que nos cobraran
impuestos solo por las cosas de las que somos individualmente responsables. Pero somos
ciudadanos estadounidenses y, por lo tanto, estamos unidos en un proyecto colectivo que se
extiende más allá de nuestro alcance individual y personal. Reconocemos nuestro linaje como una
herencia generacional, un legado, y el verdadero dilema que plantean las reparaciones es justo
eso: un dilema de legado. Es imposible imaginar a América sin el legado de la esclavitud".
El 19 de junio también se realizó otra audiencia particular. La denominada "Campaña de los Pobres:
un llamado nacional para un renacimiento moral" presentó ante el Comité de Presupuesto de la
Cámara de Representantes un "presupuesto moral de los pobres". Dicho presupuesto rechaza las
medidas de austeridad y exige recortes masivos en el gasto militar, impuestos justos sobre los
acaudalados, las grandes corporaciones y Wall Street, y señala el ahorro de miles de millones más
si se pusiera fin a la encarcelación en masa, se tomaran medidas contra el cambio climático y otros
objetivos progresistas.
La audiencia sobre el presupuesto fue parte de un "Congreso de Acción Moral" de tres días,
convocado por la Campaña de los Pobres, presidida por el reverendo William Barber y la reverenda
Liz Theoharis. Es una renovación de la Campaña de los Pobres lanzada por el Dr. Martin Luther King
Jr. en el último año de su vida.
En la audiencia, el Reverendo Barber declaró: "Resulta trágico que en una sociedad donde nuestro
primer deber constitucional es establecer la justicia y promover el bienestar general permitamos la
injusticia de la pobreza. El 43,5% de las personas [en Estados Unidos] son pobres o de bajos
ingresos, y las personas reunidas aquí, que podríamos dar una lección a esta sociedad, nos
alejamos de nuestros valores constitucionales y de nuestros valores espirituales, que nos dicen que
es peligroso para una nación no aliviar de su situación a los pobres".
Para su crédito, el ex vicepresidente Joe Biden fue el primero en hablar. Sin embargo, para sorpresa
de muchos, la noche siguiente asistió a un evento de recaudación de fondos de alto perfil para su
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propia campaña en la ciudad de Nueva York, donde se remontó a sus primeras épocas en el Senado
y recordó el "respeto" de los días de antaño, cuando trabajaba con dos segregacionistas, los
senadores Herman Talmadge y James Eastland. Según un reporte conjunto, Biden expresó: "Estuve
en un bloque junto con James O. Eastland. Él nunca me llamó chico; siempre me llamaba hijo".
Por supuesto, para Eastland, senador demócrata por Mississippi entre 1943 y 1978, la palabra
"chico", así como otras mucho peores, estaba reservada para los afroestadounidenses, a quienes
Eastland se refería como una "raza inferior". Las críticas que le llovieron a Biden por sus
comentarios han sido intensas.
Podemos imaginarnos la alegría que sintieron hombres, mujeres, niños y niñas al ser liberados en
Galveston, Texas, en ese Juneteenth original, el 19 de junio de 1865. Pero esta semana, en los
pasillos del Congreso y en todo Washington D.C., los ecos de sus celebraciones estuvieron
presentes en la lucha de tantos por la tan largamente esperada justicia racial y económica.
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now!
en español, spanish@democracynow.org
Fuente: http://www.democracynow.org/es/2019/6/21/estados_unidos_debe_reparar_los_horrores
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