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Agradecimientos
Staff de Traducción
Moderadora: Niii
Staff de Corrección
Mari NC LizC
Nanis maia8
Pimienta
Índice
Sinopsis Capítulo 17
Prólogo Capítulo 18
Capítulo 1 Capítulo 19
Capítulo 2 Capítulo 20
Capítulo 3 Capítulo 21
Capítulo 4 Capítulo 22
Capítulo 5 Capítulo 23
Capítulo 6 Capítulo 24
Capítulo 7 Capítulo 25
Capítulo 8 Capítulo 26
Capítulo 9 Capítulo 27
Capítulo 10 Capítulo 28
Capítulo 11 Capítulo 29
Capítulo 12 Capítulo 30
Capítulo 13 Capítulo 31
Capítulo 14 Capítulo 32
Capítulo 15 Capítulo 33
Sinopsis
Traducida por Niii
C
omo la mayoría de las chicas en la secundaria Rosemound, Lily
Crane de diecisiete años de edad está muy consciente de Ryder
Kingscott. Por mucho el chico más lindo del colegio, Ryder es
genial, misterioso, y completamente intocable... especialmente para Lily.
Porque en el momento en que toca a alguien, Lily aprende inmediatamente
todo sobre sus vidas. Y aunque tal habilidad pueda parecer ingeniosa, en
realidad, está arruinando la vida de Lily.
Así que ella está sorprendida cuando Ryder la invita a salir... e incluso
más sorprendida de descubrir que él tiene un rival. Lucian Bell es el
magnífico chico nuevo que no puede quitar sus ojos de Lily. Ser perseguida
por dos chicos guapos debería hacer feliz a una chica, pero Lily se muestra
escéptica. Los chicos actúan como si se hubieran conocido antes,
odiándose mutuamente con una pasión que sólo podría tener sus raíces en
un pasado oscuro y peligroso. Un pasado lleno de terribles secretos. La
clase de secretos que podrían matar a una chica.
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Prólogo
Traducido por Susanauribe
E
l sol ya había pasado el cenit cuando un caballo negro se hizo
visible detrás de la escénica pradera verde. Galopando
salvajemente, el caballo seguía su paso por el montículo de hierba
con una extraña precisión y luego se desvaneció en el bosque, detrás de un
enredo de ramas y hojas muertas.
Pero fue demasiado tarde. Rayos iluminados cayeron del cielo sin nubes,
confinando a la hermana de cabello oscuro dentro de un anillo de estática
y cegadora luz blanca. Hojas muertas y ramas se elevaron y giraron
alrededor del círculo en un ritmo infernal. Truenos rugieron desde encima,
donde el cielo se abrió y sangró rojo sólo en el bosquecillo. La tierra tembló
una y otra vez.
Pero él no la notó. No podía importarle nada más allá que el cuerpo sin
vida que sostenía en sus brazos.
Capítulo 1
Traducido por xAVEr y Little Rose
C
riar una hija hoy en día es algo muy difícil. Mucho más complicado
que, digamos hace 600 años, cuando una familia podía, por
ejemplo, enviar a sus jóvenes hijas a un convento. Allí, tras gruesas
paredes y bajo la vigilancia constante de monjes vestidos de negro, la
castidad de la muchacha estaba asegurada, al menos en teoría. Pero eso
era entonces, ahora, la revolución sexual, y la explosión de la Internet, nos
llevaría a lo que es el ahora. Los intereses de las personas cambiaron. El
tema de la castidad es algo ¡tan pasado de moda! Nuestra era es muy
buena en mantener todo de forma casual cuando se trata de las relaciones
—o la capa de ozono, o la adición de productos químicos para el
suministro de alimentos, pero esa es otra historia— y desterrar a las niñas
hacia los conventos, pasó de moda hace mucho tiempo. Por otra parte,
siempre hay campos de entrenamiento.
Claro que tan pronto como mi mente procesó todo, dejé de mirarlo al igual
que el resto de la escuela.
Estaba mirando, pero no me sentía mal por ello, todo el mundo con dos
cromosomas miraba a Ryder. De hecho, estaba dispuesta a apostar que
incluso algunos chicos le miraban de vez en cuando, cuando creían que
nadie los estaba viendo. Porque él era así de sexy. La viva imagen de todo
un modelo, alto, con extremidades largas, llamativo en todos los lugares
adecuados, combinado con una cara de absoluto pecado, debería el
concepto del pecado alguna vez tomar una forma física. Tenía de buena
fuente que sus labios sólo provocaban deseo y un montón de fantasías
eróticas en toda la ciudad.
Se quitó los lentes de sol, liberando su mirada de ojos claros sobre mí. —
Hola, Lily.
Así como así, con una lengua como la de una serpiente a lo largo del labio
superior, hizo que mi nombre sonara con énfasis de todo lo que él era,
sexy y peligroso.
—Si sigues mirándome así, me voy a sonrojar, eso es seguro —dijo él, y
sus dientes destellaron de nuevo. Estaba siendo despectivo y burlón y yo
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estaba hipnotizada, lo que, supongo, hizo que se me trabara la lengua
como a una idiota.
—Sí, me gustaría.
—Pero, eh, no nos conocemos. En absoluto. Creo que las personas deben
conocerse un poco si van a ir como pareja a los bailes.
—Define “conocernos”—exigió.
—Eres lista, abierta a los errores, consistente. Algunos incluso dicen que
te tomas a ti misma demasiado enserio—añadió con una sonrisa.
—¿Qué estás…?
—No eres realmente una solitaria, pero sí estás sola. Extrañas a tu papá y
todo eso. Y eres especial, en más de una manera, y no es como si te
esforzaras mucho por ocultarlo. Esa parte de ti misma que pones en tus
velas. La razón por la que sales a buscar plantas en el bosque a
medianoche, cuando hay luna llena. —Hizo una pausa—.Así que, supongo
que buscas estudiar horticultura. En Cornell o la Universidad de Ohio.
Cornell es más prestigiosa, pero Ohio te dejaría más cerca de tu padre, así
que supongo que esa está llevando la delantera.—Otro momento para
respirar—. Y tienes un gato. Raisin, ¿cierto?
—Sí lo hago.
—No lo haces.
—No lo creo.
Ahí estaba, el chico más hermoso que jamás había visto, tan genial y de
ensueño como siempre, pero oh-tan-triste. Y a pesar de toda mi
bravuconería no podía ver su rostro tan desolado sabiendo que yo había
causado eso y que tenía ese poder en él sin que me afectara. ¿Qué mujer
con ojos y un corazón no reaccionaría al ver esos ojos avellana-plateados
tan tristes? ¿O ese suspiro amargado saliendo de unos labios tan
besables?
—Mira Ryder, voy a hacer de cuenta que puedes comprender que todo esto
me asusta bastante. ¿Lo entiendes, cierto?
—Esa es una cita equivocada, por cierto—dije sin pensar. Lo que podría
haber tenido más impacto si hubiera dejado de sonreír como una cretina.
—¿Ves? Diez minutos y ya sabes que leo Sherlock Holmes. Sólo imagina
todo lo que descubrirías si tuviéramos una cita real.
—Sir Arthur Conan Doyle. Lees a Sir Arthur Conan Doyle. Sherlock Holmes
es sólo un personaje.
El esfuerzo por contener una risita le daba una forma exquisita a su labio
inferior. Naturalmente, ya que yo soy yo, me dieron ganas de mordérselo.
Volvió a fruncir los labios. —Esa es una forma de verlo. Tú y J —que sería
mi mejor amiga, Jane Archer— discuten todo tipo de cosas. Pero hay
fisgones, y luego hay más fisgones. Quiero decir, incluso el mismísimo
Casanova pasó unos años espiando para la Inquisición, añadió
dramáticamente.
Ignorando la burla, insistió suavemente. —Sólo di que sí, Lily. ¿Por qué
quieres evitar lo inevitable?
Capítulo 2
Traducido por Niii (SOS)
—Más fuerte, por favor —siseé—. No creo que te hayan oído en el sistema
solar vecino.
Con cuidado, me arriesgué a echar un vistazo a Ryder. Dos filas más atrás
y a nuestra derecha, estaba él, por supuesto, mirándome, una sonrisa de
auto satisfacción se encrespaba en su boca. ¡Fantástico!
Dejando mi cabello caer sobre mi hombro para bloquear esa vista, marqué
mi punto al darle un codazo a J.
—Nada. Nada de nada. Pero la cosa es que, bueno, él sabía cosas sobre mí.
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—¿Cosas? ¿Cómo qué?
Muy bien, antes que todo, dejando de lado los peculiares arreglos
familiares y a mi madre excéntrica, no me gusta pensar en mí misma como
algo más que una típica chica de diecisiete años proveniente del medio de
ninguna parte, Michigan. Más que nada, odio las palabras tales como
bruja, vidente o psíquica que a menudo aparecen casualmente en las
conversaciones junto a mi nombre. ¡Porque eso era tan poco yo! Y ¿qué si
puedo “ver” toda la vida de una persona, y algunas veces pedazos de su
futuro sólo tocándolos por un segundo? ¿Qué si virtualmente puedo
arreglar cualquier problema mezclando ciertas plantas y cera? ¿Qué si mis
velas realmente funcionaban? Eso no me hacía una bruja; simplemente
era más sensible a la energía de la gente y a los regalos que la Madre
Naturaleza nos da.
¿Raro? Puedes apostarlo. Excepto que para mí había más que sólo talentos
raros. De hecho, en mayor parte, era sólo una chica promedio, de una
pequeña ciudad. No mucha gente entendía eso.
—Uh-oh.
—Doble Uh-oh. Pero espera, tal vez lo dijo en el sentido de “eres genial”.
Tal vez él no…
La clase se calmó. Fue un esfuerzo, sin embargo. Con los SAT6 detrás de
nosotros y las vacaciones de verano acercándose rápidamente,
simplemente estar aquí era una hazaña de fuerza de voluntad. Todos
estaban o cansados o distraídos, deseando estar bajo el sol en el exterior y
aprovechando el clima inusualmente cálido. La única cosa que hacía
parecer atractiva a la escuela era la próxima fiesta de graduación. Lo que
me recordó…
Hoy, como parte del tema secretaria-sexy, lucía un conjunto que yo veía
como una mezcla entre el período gris de Victoria Beckham y el look de
Lady Gaga: Una camisa a botones de un fiero color carmesí, mayormente
desabotonada, una falda de cuero hasta la rodilla tan ajustada que apenas
podía sentarse, unos tacones de punta metálica de altura vertiginosa, y un
sombrero futurista con forma de estrella de mar. El atuendo se
complementaba con labios rojos y ojos exageradamente ahumados. La
sorpresa con la que respondió a mi noticia de algún modo desentonó con
—No dije que sí, todavía —añadí, antes de que pudiera preguntar.
Sin mencionar que, durante los últimos doce meses había estado
constantemente en mi radar. El mismo radar que había dejado de registrar
cualquier forma de vida masculina casi al mismo tiempo en que brotaron
mis pechos. Pero J no sabía del momento Zen. No sabía que Ryder había
estado en mi mente desde entonces.
Así que no podía decirle sobre mi momento Zen, no sin arriesgarme a que
ella reservara en ese mismo instante la iglesia donde inmediatamente
debería casarme con Ryder, sólo minutos después de que ella hubiera
elegido los nombres para nuestros cinco o siete hijos no nacidos, pero
definitivamente en camino.
Miré de nuevo al futuro novio que aún desconocía ese hecho. Estaba
leyendo un libro, actuando de forma completamente indiferente ante todo
lo que lo rodeaba. La luz del sol se aferraba a su pelo, dándole a la
oscuridad de él un brillo azulado. Había algo tan cuidadoso, delicado
incluso, sobre la forma en que sus largos dedos estaban curvados sobre la
cubierta del libro. Me hizo suspirar de una forma que contrajo mi pecho
dolorosamente.
—¿Pero? —presionó J.
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Me giré en la silla para enfrentarla.
—Él ha estado aquí, ¿cuánto?, ¿un año? Ni siquiera tenía idea de que él
supiera que yo existía.
—Lo que yo crea no es relevante aquí. Lo único importante es, ¿te gusta?
Miré sobre mi hombro otra vez. Todavía estaba leyendo, pero cuando
cambió de página, sus ojos se deslizaron a un lado y su mirada se trabó
con la mía. No sonrió, incluso aunque acababa de atraparme espiando, y
hubo algo increíblemente intenso en la forma en que sostuvo mi mirada. Y
luego, deliberadamente, dejó caer la suya otra vez, volviendo su atención al
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libro con una expresión casi de aburrimiento. Hablando de señales
mixtas…
Con el ceño fruncido, respondí: —Tal vez. Tal vez creo que vale el esfuerzo.
—Amén a eso. Pero obviamente Ryder no es nada de eso. Así que ve a por
ello. Quiero decir, ¿qué es lo peor que puede pasar?
—Um, vamos a ver… ¿él podría ser un Ted Bundy7, Jr.? En su tiempo, Ted
Bundy era bastante atractivo, sabes.
Ella rió con su risa sensual, profunda, que tenía a tantos chicos babeando
por ella. No es que le importara mucho. Si su sentido de la moda se movía
a través de patrones semanales, su vida amorosa cambiaba por estaciones.
Sólo eran dos: la “estoy aburrida así que saldré con alguien para ayudar a
pasar el tiempo” y la “todos los chicos apestan y estoy pensando en unirme
a un convento y adoptar la abstinencia de por vida”. Actualmente, estaba
pasando a través de esta última.
Ante el sonido de su risa, la nariz del Señor García emergió de las páginas
del libro que estaba leyendo. Nos echó otra mirada asesina, su fino bigote
sufriendo espasmos por la provocación, a la que J respondió levantando
sus brazos en señal de disculpa. Se suponía que teníamos que terminar de
traducir alguna pieza oscura de literatura que estaba garabateada en el
pizarrón, ya que la preparatoria Rosemund era uno de esos lugares que
todavía estaba atascado en la era de los pizarrones. J y yo todavía
teníamos que escribir la primera palabra, pero un breve vistazo alrededor
del aula reveló que difícilmente éramos las únicas evitando la tarea. Por
suerte, dada su falta de reacción, el Señor García no iba a llamar la
atención a nadie por ello.
—Sabes que tengo que tocar a alguien antes de poder decir cualquier cosa.
No hubo contacto.
J me chasqueó la lengua.
—Te diré qué, J. Deberías reconsiderar esa carrera médica tuya. Tu trato
con los pacientes apesta.
—Se llama amor duro, Lil. Te he observado hacer esto durante años. Sabes
que tengo razón.
Imagina esto: posible novio X lleva a una chica normal versus una chica
rara, digamos yo, a casa a conocer a su madre. Después de un apretón de
manos, la chica normal comenta. Oh, qué linda manicura, Sra. X. ¿Mi
comentario? Luego de que limpie la espuma de mi boca y por fin se hayan
acabado las convulsiones, Sra. X, usted morirá en un accidente
automovilístico en dos semanas a partir de hoy. Bien puede comenzar a
hacerse cargo de los arreglos porque nunca me equivoco. ¿Y vivimos felices
por siempre? Sí, claro.
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—Vas a tener que intentarlo alguna vez, Lil —continuó J—. Bien puede ser
con él. Quiero decir, es magnífico y le gustas. ¿Qué más podrías querer?
Capítulo 3
Traducido por LizC
P
ara la profunda, y declarada en voz alta, molestia de J, no pasó
mucho durante el próximo par de semanas. Cada día volví a la
escuela, pensando: Bueno, hoy voy a hablar con él. Le diré que he
decidido... Y ahí es donde se pone bochornoso; algunos días quiero decirle
que sí, otros días quiero decir que no, pero sobre todo me pasó de un
extremo a otro, incapaz de detenerme en ninguna de las dos.
“Cuando estés lista para salir conmigo, me avisas, ¿de acuerdo?” Había
sido su primer y único mensaje para mí. Desde entonces, nos saludamos
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siempre y cuando nos cruzamos en la escuela, pero nada más. Ni una sola
vez desde aquel día que había intentado presionarme por una respuesta.
Y en un primer momento, funcionó para mí; sólo hay cierta presión que
puede guardar la bicicleta en los neumáticos antes de estallar, ¿verdad?
Pero a medida que los días pasaron volando, la absoluta falta de empuje
me asombraba. ¿Había cambiado de opinión? Después de todo, ¿cuán
paciente puede ser un chico? Peor aún, no estaba sin teorías y
explicaciones posibles, y cuanto más lo pensaba, más profundizaba en
ello, bueno, la locura. Antes de darme cuenta, mi rutina diaria comenzó a
parecerse mucho a esto:
Sábado: Pesadilla larga y aburrida. Pasé por la cochera de Dave dos veces,
con la esperanza de ver a Ryder.
Domingo: Véase más arriba, menos el paseo. Sin embargo, ¡yupi, mañana
voy a ver a Ryder en la escuela!
Ryder, Ryder, Ryder. ¡Cada maldito segundo de cada maldito día! No era
como si me gustara caminar en esta versión acosadora de mí. De hecho,
tenerlo en mi cabeza, sin parar ahora, estaba segura de que me llevará a
una apoplejía por la exasperación. Pero, ¿podría sacarlo de una patada de
mis pensamientos? Ni en una podrida casualidad.
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Entonces, ¿qué me traería jugar a Nancy Drew8? Bueno, para empezar,
una seguridad absoluta de que él, de hecho, no se ha interesado en otra
persona, lo que, como es lógico, me ha mantenido despierta en más de una
noche. Aparte de eso, mientras más aprendía sobre él, menos sabía
realmente.
Está claro que le gustaban los libros, porque siempre estaba leyendo,
dentro y fuera de clase. Por lo que podría decir, prestaba cero atención a lo
que sea que se pusiera, pero se las arreglaba para verse increíblemente
caliente todos los días; eso simplemente era injusto y molesto. En clases
siempre ha actuado regiamente aburrido, y estaba empezando a sospechar
que no era un acto. Las clases realmente lo ponían a dormir y, a juzgar por
las pocas veces que en realidad había honrado a un profesor con una
respuesta a alguna pregunta, su aburrimiento parecía justificado. Porque
él era inteligente, sin duda. Él habría sido un estudiante de honor, si tan
sólo le importara lo suficiente. Pero, después de hacer de Inspector
Clouseau-ción 9 con él durante semanas, mi conclusión fue que no le
importaba, nada, de hecho, excepto tal vez su bicicleta y los libros que
siempre llevaba.
—Por favor, dime que hoy es el día —rogó J, cuando nos habíamos cruzado
en el estacionamiento de la escuela y nos dirigíamos hacia la entrada.
9Clouseau-ción: Juego de palabras con Inspector Clouseau, personaje que está tras la
pista de la Pantera Rosa.
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Ella tendió una mano, mostrando dedos vestidos de algodón.
Arqueando mis cejas suplicante, traté de utilizar el viejo truco del gatito-
sin-hogar-en-necesidad-de-un-abrazo y bombardeé. Ella simplemente me
ignoró.
—Voy a hablar con él hoy. Tal vez vamos a salir este fin de semana.
—Ya lo tengo.
Eso me dejó caminando hacia el salón de clases sola, en otro caso de pan
comido. No voy a verlo, no voy a verlo, no voy a... ¡oh, mierda! Por
supuesto, mis ojos se negaban a ver a nadie más que él. Luego vino el
calor en mis mejillas, las palmas sudorosas, la camisa pegándose al
instante a mi espalda sudorosa. ¿Entrar en el salón de clase sola? ¡Ah, sí,
muy fácil!
Él, en cambio, era la viva imagen de lo genial. El eterno libro en una mano,
levantó esos ojos de plata de las páginas y, con un rasgo irresistible de los
labios, me dio un guiño y una perezosa inspección. Tenía mis jeans
favoritos con una camiseta de béisbol y zapatillas deportivas, como de
costumbre para ir informalmente cómoda, pero la forma en que su mirada
se arrastró lentamente sobre cada último pedazo de tela que cubre mi
cuerpo me dejó deseando haberme vestido más como una chica. No era
sólo una novedad para mí, pero si vagamente molesto.
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Cambiando mi peso incómoda, toqué la correa del bolso descuidadamente
colgado sobre mi hombro y rechiné los dientes en frustración, incapaz de
romper el contacto visual.
Después de tropezar con mis pies una vez y finalmente caer pesadamente
en mi silla, me vi obligada a hacer frente a una verdad triste pero evidente:
que ya no tenía otra opción. Tenía que salir con él, aunque sólo sea para
deshacerme de parte de la tensión que me estaba convirtiendo en un
personaje de dibujos animados de un programa de televisión. Estaba a
una parada de distancia del ortodoncista de convertirme en Betty la Fea.
Irónicamente, si no me hubiera hablado, si no me hubiera esperado en el
estacionamiento ese día, nada de esto habría pasado. Habría estado bien
sólo mirándolo desde la distancia con el resto de la multitud. Sabía que
Ryder Kingscott sería un problema desde el día que apareció por primera
vez en Rosemound, cuando literalmente detuvo mi mundo. Pero yo tenía
diecisiete años y había tenido mucho tiempo para perfeccionar mi técnica
de evasión. Las personas, los temas, incluso los pensamientos al azar, era
muy buena en direccionarlos lejos de todos los objetos peligrosos.
—Nació en Minnesota.
—Era un alcohólico.
El ruido era un procedimiento estándar. El Sr. Evans nos dio una semana
de anticipación antes de que empezáramos con un nuevo libro, en el cual
se esperaba que investigáramos al autor. No sobre sus trabajos, sino sobre
sus vidas. El Sr. Evans cree que la comprensión de cómo los escritores
vivieron era la clave para entender de que van ellos y su trabajo. Fue muy
divertido, casi como un concurso, la forma en que todos hicimos nuestro
mejor esfuerzo para desenterrar hechos poco conocidos acerca de los
autores. Los nombres vacíos se convirtieron en personas reales que
vivieron, amaron y lucharon, al igual que el resto de nosotros. Todo a su
alrededor, era un ejercicio interesante.
Era en medio de este caos familiar que la puerta del salón se abrió,
revelando el marco enorme de un desconocido rubio. Había alrededor de
doscientos cincuenta alumnos en la Secundaria Rosemound; una cara
nueva, como la del sujeto de pie en la puerta, no pasa desapercibida. Es
un hecho de interés periodístico.
Estaba atrapada en una mala película del Lejano Oeste, esperando que
uno de ellos sacara una pistola y volara al otro en mil pedazos en
cualquier momento. Muy a lo Deadwood10. Finalmente, el Sr. Evans habló,
con lo que la extraña cosa-duelo llegó a su fin.
—No, no puedes… —fue todo lo que pude decir, antes de que Ryder
simplemente se materializara a mi lado.
Todo el mundo tenía puesto el ojo en la escena, pero con una especie de
mirada vidriosa en sus rostros, una mirada imposible de lograr sin la
ayuda de potentes narcóticos.
Con los ojos como pozos de nubes de tormenta furiosas, Ryder siseó: —¡No
vas a ir a ninguna parte cerca de ella!
Lucian sonrió con calma. —Lo siento, ¿ella es tu novia? Porque sólo asumí
que ya que está sentada sola…
—No lo es.
El rostro de Ryder era una máscara vigilante y llana, pero por un momento
algo brilló en sus ojos; ¿había sido dolor?
Capítulo 4
Traducido por Kernel y ZAMI
E
l resto de la jornada escolar fue un gran paquete de diversión, si tu
idea de diversión consiste en, por ejemplo, vivir una depilación
brasileña sin fin. Entre las preguntas de J: —¿Crees que se
conocen entre sí? ¿Por qué Ryder lo agarraría contra él de esa forma? ¿Qué
quieres decir, toda la clase parecían ser estatuas vivientes momificadas? —
Y el tiempo que había malgastado inútilmente buscando en cada
centímetro cuadrado de la escuela a Ryder, el día realmente, realmente
apestó. También me las arreglé para meter la pata en el examen de
álgebra, en el que casi me maté estudiando durante varios días, y encendí
la ira del Señor García, de nuevo, con mi aparente falta de interés en su...
lo que fuera que estaba hablando en ese momento. Al fin y al cabo, la
gente asándose en el fuego del infierno era mucho mejor de lo que estuve
haciendo hoy.
Tirar por completo la buena vibra del día no parecía posible hasta que se
hubieran terminado las clases, sea como sea. Y hacer una breve parada en
el lugar de J camino a mi casa, reveló que Delilah Archer, su madre, se
desmayó en el sofá, borracha, y, por tanto, estaba poco dispuesta a hacer
algo por el desorden en la casa. O la falta de comida en la cocina. O la ropa
en espera para ser tratada.
11BFF: Siglas en inglés para Best Friend Forever, mejor amigo(a) por siempre en español.
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la vieja Delilah para siempre. Lamentablemente, su salida no había curado
el anhelo de la mujer por la compañía masculina; los hombres todavía
iban y venían a la casa de Archer con una frecuencia que recuerda a la
hora de mayor tráfico en cualquier metrópolis.
—Hola, mamá.
Llegamos a casa justo antes de las ocho. Nuestra casa era un testimonio
de cómo puedes sacar a una chica del Sur, Carrollton, Georgia, donde la
abuela Charlotte había desatado por primera vez a mamá al mundo
Pero, comoel poeta confiesa, todavía hay “promesas que mantener y millas
que recorrer antes de dormir”. Esta noche era luna llena, así que tenía
planes de ponerme en marcha dentro del bosque más tarde. Como de
costumbre, mi trabajo consistía en encontrar y embolsar ciertas plantas,
mientras que susurraba en un idioma que no entendía, sino que siempre
hablaba de alguna manera. Era algo raro, seguro, pero también liberador.
Por una vez, pude disfrutar de mis rarezas y ser tan feliz como un cerdo en
el barro, lejos de ojos que me condenen. Rendida o no, no lo podía dejar,
las provisiones de vela en la tienda eran escasas y esperaba reponerlas.
Además, el momento realmente no apestaba, considerando todas las
cosas. Moldear las velas funcionó mejor que una respiración profunda
para mí, me tranquilizó. Fue una lástima que sólo podía trabajar de noche,
pero por suerte era lo suficientemente extraña para sobrevivir con tan sólo
unas horas de sueño cada noche sin ningún problema. Igual de bien. Con
todo el tiempo que pasé privándome de mi sueño embellecedor en favor de
modelar las velas o reuniendo suministros en el bosque, la privación del
sueño debería haberme matado hace mucho tiempo. Sin embargo, ahí
estaba yo.
La luna llena provee de mucha luz y yo sabía los caminos como la palma
de mi mano, así que llevar una linterna no tenía sentido. No fue fácil, pero
hice todo lo posible para mantenerme enfocada en la tarea, es decir,
recoger las plantas y no desviarme hacia el camino de tierra que iba más
allá de la cabaña de McArthur. Y, hombre, luché para forzar las piernas
para alejarse de y no llegar a él. Porque el hecho era que yo tenía
preguntas —por no hablar de hormonas en ebullición, pero esa es otra
historia— y la persona que podría responder a todas, Ryder, vivía a pocos
pasos de distancia. No había nada que quisiera más que tomar por
sorpresa la cabaña y arrancar mis respuestas, y posiblemente otros
elementos capaces de arrancar, también, a modo de conversación
tranquila o no. En este punto, estaba casi lista para sacarle la verdad a
Ryder.
Un último paso, y él estaba parado tan cerca que nuestros cuerpos casi
podían tocarse. Sus labios se curvaron en otra sonrisa súper segura. El
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tipo de sonrisa que reduce todo lo demás en el mundo a un mero sonido de
fondo. El tipo de sonrisa que se iba directo a tus rodillas. El tipo que podía
hacerte desmayar.
—Descubrirás que soy muy posesivo con las cosas que quiero.
—No me digas.
Su aliento penetró mis fosas nasales, menta fresca, pero cálida, mis
huesos se licuaron. Mis párpados revolotearon hasta cerrarse. Me balanceé
sobre mis pies. A continuación su boca se cernía sobre la mía, aún tímida
de tocarme.
Tal vez porque mis sentidos giraban sin control, dudé. Sin embargo él bajó
su boca hasta la mía, tan cerca que nuestros labios casi se rozaron por un
milisegundo, antes de deslizarse por mi mejilla, su aliento dejando un
rastro de fuego desde la esquina de mi boca hasta mi oreja.
—¿Oh, no? —Él aún estaba relajado, casi como si estuviera disfrutando
esto—. ¿A quién debo culpar entonces?
Verdadero humo salía de mis orejas, estaba tan enojada. Con él, porque
tenía razón; conmigo porque no lograba entender las razones por las que
me había estancado. Y porque estaba perdiendo el sueño por él. Pero más
que nada, porque él, poco a poco, me estaba sacando de mi zona segura, lo
que era más aterrador que morir en los anillos de una Boa constrictor.
Yo le refuté.
—¿Qué quieres que haga Lily? ¿Que empiece a salir con ciertos grupos?
¿Qué cree un blog detallando mi vida diaria? ¿Qué pierda mi tiempo con
cosas y personas para así poder parecerme más a un tipo común? ¿Eso lo
haría? ¿Te llenaría eso de pronto con suficiente confianza como para que
me des una oportunidad?
—Eso no es…
—¿Cómo lo sabes?
Su propia ira había superado la mía por mucho. Quería responder, pero mi
boca se abrió sólo para volver a cerrarse un segundo después. Mi molestia
había cambiado a sorpresa, la que rápidamente se convirtió en
desesperación debido a que, una vez más, tenía razón. Yo no lo sabía. Él
me había dado la posibilidad de descubrirlo, pero yo había elegido no
tomarla. Porque era así de valiente.
Era un camaleón, concluí. En tan sólo unos minutos había ido de burlón a
arrogante, de seductor a discutir conmigo, de furioso a gentilmente
irresistible.
¿Cómo se suponía que pudiera mantenerme a su paso con todo eso? Más
importante, ¿cuál de todos era el verdadero Ryder?
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Lo miré, alto y enfundado en cuero negro, su oscuro pelo balanceándose
suavemente con la brisa y atrapando la luz de la luna. Mis ojos se
detuvieron en su absurdamente atractiva boca.
Era la mezcla para atraer el amor que usaba para esa tanda de velas, o tal
vez la forma del seven-knob, el concepto de “enciende uno cada día
durante una semana y el deseo de tu corazón se hará realidad” lo que
hacía el truco. Si pudiera quedarme con una de estas velas, ¿qué es lo que
desearía?
Un beso.
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Mi mayor deseo era que él me besara. Esa debía ser la peor idea desde
1912, cuando se inauguró el primer restaurante de comida rápida en New
York, sin mencionar lo peligroso.
Capítulo 5
Traducido por Bautiston
D
esde que apareció por primera vez en la Preparatoria Rosemound,
Ryder nunca había estado fuera de la atención de las mujeres,
incluida la mía. Pero hay una diferencia entre sentir algo por
alguien y enamorarse completamente. No tenía idea de cuándo de mi
enamoramiento había llegado al máximo nivel, pero una cosa era cierta: no
era reciente. Tal vez sólo debía considerar las últimas semanas, porque la
metida de pata había estado a los largo de ellas. Algo acerca de él atravesó
mis defensas. Probablemente la misma cosa que demostró ser muy eficaz
para mantenerme despierta por el resto de la noche. Después de todo,
¿cómo puedo dormir cuando hay disponibles tantas cosas con las que
obsesionarse?
Y luego estaba esa cosa caliente y fría que hacía. Los momentos en que
sonreía y me miraba como si estuviera dentro de mí, y las veces que ponía
cara de aburrido y el interés suficiente para hacer que las capas de hielo
del Ártico parecieran calientes en comparación. ¡Sin hablar de la actitud!
Había algo casi aterrador sobre la forma en que me miraba a veces, como
si intentara asustarme, asegurarse que mantuviera distancia. ¿Y lo de
Lucian Bell? Después de la escena en la clase, estaba segura de que, por
alguna razón, no quería a Lucian cerca de mí, y sin embargo cuando le
pregunté en busca de respuestas en el bosque, se ofreció a contar lo que
podía. Si se estaba refiriendo a Lucian, casi sonaba como si estuviera
tratando de protegerlo, o cualquier secreto que lo rodeara y a su relación.
Si era compatible con cualquier forma de comportamiento racional,
entonces alguien debería haberme sellado “Idiota” en la frente, porque no
lo veía.
Alrededor de las seis AM, agotada de tener mi cabeza dando vueltas con
todo tipo depreguntas sin respuesta, me desplomé, casi aterrizando en la
pobre Raisin y aplastándola en el proceso. Debo de haberme quedado
dormida en cuestión de segundos. Seguro que se sentía como un segundo
cuando, menos de dos horas más tarde, mamá se abalanzó con su alegre:
—Es de mañana, el sol brilla. Es hora de levantarse.
Al final resultó que solo pasé unos minutos tirando de unos vaqueros y
una camiseta de algodón amplia; ¿cómo podría haber perdido mucho
tiempo ayer por la noche preocupándome por qué iba a usar? Ahora,
parecía positivamente ridículo. Zapatillas deportivas Adidas, una sudadera
con capucha con cremallera frontal, y estaba lista paraatacar mi
desayuno. Eso porque tenía el apetito de una ballena azul. Muy bien, así
que tal vez no iba a devorar exactamente ocho toneladas de krill en una
52
sola sesión —que por cierto, qué asco— pero me tragué la pila de
panqueques antes de que Raisin tuviera tiempo de decir miau dos veces y
quejarse porque no compartí lo suficiente.
Estaba a punto de salir de casa cuando sonó el teléfono. Eso sería la línea
de la casa, ya que Rosemound no era precisamente el mejor lugar del
mundo para la recepción celular. Frunciendo el ceño porque era muy
tarde, volví a la cocina con una rabieta.
Me ruborice con tal violencia que mis mejillas seguro tendrían marcas de
quemaduras, balbuceé: —¿R-Ryder?
—Estoy como…
Gruñí, sin dejar de sonreír, sin embargo. —¿Tienes que ser tan
reprobatorio?
¡Oh, maldición! Acababa de golpear por debajo del límite aceptado del
factor genialidad. —No es tu problema.
—¡Ay, otra vez! Supongo que no eres una persona de la mañana, ¿eh?
—En el porche.
—En mi po...
—Buenos días, señorita Crane. —Me saludó con una sonrisa asesina
asomando en las esquinas de su —suspiro— todavía muy besable boca.
—¿En tu moto?
—¿Por qué?
—Te ves bien —me aseguró, con una expresión suave, en una manera que
hizo que en mi estómago revoloteara. Parpadeé las lágrimas—. Sólo
necesitas el iPod —insistió.
Mis párpados cerrados. Dulces ángeles en el cielo, ¡era tan bueno tocar a
alguien sin ser despedazada por su mente!
—¿Cómoda?
—Mucho.
Aquí está la cosa: no importa lo que digan los demás, ser un adolescente
no es fácil. Hay que estudiar todos los días, las espinillas, los problemas de
estatus social, tu propio sistema en ruinas y en anarquía total y absoluta
cuando uno se enamora, por lo que a menudo es difícil tener una idea
clara de qué es qué. Pero mientras montaba esa moto, agarrada al chico
57
más hermoso en el que había puesto jamás los ojos, pensé: Cada persona
de diecisiete años de edad, debería probarlo al menos una vez.
Muy bien, así que tal vez fue la inesperada libertad de poder estar cerca,
sin tener cada pulgada de mí temblando de dolor mientras hablaba, pero
aun así. No recordaba haber experimentado la libertad como esto antes: el
calor del sol, el viento acariciando su cuerpo cálido y firme bajo mis
brazos, un cielo azul perfecto sobre nosotros. ¿Cliché? Tal vez, pero
¿adivinen qué? También lo más cercano a la perfección como cualquier
persona puede aspirar a conseguir. La felicidad puede ser tan
absurdamente simple a veces.
58
Capítulo 6
Traducido por rihano
Y
o tenía miedo de que la euforia se desvaneciera una vez que
llegáramos al estacionamiento, pero no sucedió. Poco después de
que apagó el motor, yo seguía caminando en el sol. De hecho, mi
estado mental clasificado en algún lugar en la región de alejado-de-un-
traje-de-conejito de la adecuada-área-para-tratamiento-siquiátrico. ¡Estaba
tan aturdida sin razón!
—Respira, Lily, respira —me dijo en voz baja, con los dedos suavemente
amasando el interior de la palma de mi mano.
Extrañamente, sin embargo, sólo había dos pares de ojos que llamaron mi
atención. Un par pertenecía a J, que estaba sonriendo de oreja a oreja, lo
cual llevaba a su maquillaje pastel a una perfección casi inquietante. Sus
rizos negros estaban metidos debajo de un pañuelo blanco de época y se
veía apropiadamente vestida para montar en un convertible. La segunda
persona era Lucian Bell, quien de alguna manera había impuesto su
propiedad sobre la silla detrás de la mía, usualmente ocupada por Mike
Carter. Él no sólo estaba claramente sin sonreír; sus ojos brillaban en
realidad como esferas de hielo azul.
Ryder debe haber trabajado su magia en la señora Flint porque ella nos
hizo un gesto a los dos para que nos moviéramos a nuestros escritorios.
Me metí en mi silla, sintiéndome tan agradecida como un beduino llegando
finalmente a un oasis después de varios días a la deriva a través del
desierto. Con todo el alivio, un par de momentos pasaron antes de darme
cuenta de que Ryder estaba demorándose a mi lado. Eso encendió toda
una conversación que realizamos con sólo nuestros ojos. Fue algo como
esto:
Al girarme sobre mis talones como me instruyó, ¿qué otra cosa descubriría
más que una perfecta rosa roja yaciendo inocentemente sobre mi escritorio
desvencijado?No sólo una al azar, sino una exquisita rosa Mia Cara,
pasando idealmente a estar en ese preciso momento cuando una flor se
convierte de un brote en una flor, de color rojo oscuro en el exterior, sólo
insinuando escarlata en el centro.
Yo, mis ojos ampliándosecon sorpresa: ¡Lo siento, no tengo ni idea de qué
se trata!
61
Él, suspirando: Por supuesto que tú no. Es de él. Hizo un gesto con la
cabeza discretamente hacia mi nuevo “vecino” norteño, Lucian.
Apuéstalo.
Sacó su brazo mientras yo, echando una mirada desesperada a Ryder por
encima del hombro, era obligada a huir de este. Él estaba vestido en rojo y
negro, muy presuntuoso, y con su corto pelo rubio y su mirada azul
helada, era fácilmente agradable a los ojos.Pero la forma en que se
alzaba... Ryder era alto también, pero de una manera que te hacía querer
acurrucarte junto a él y dejar que su fuerza fuera tu fuerza, también. Su
tamaño no era intimidante, sino tranquilizador.La energía de Lucian era
diferente, más oscura y controlada de alguna manera, a pesar de la
brillante sonrisa que había pegado en su cara en el momento. Se sentía
como si estuviera montando un espectáculo para mi beneficio, como si
estuviera trabajando duro para ocultar sus verdaderos sentimientos de mí.
Yo estaba perpleja.
—¡Oh! —Dejó caer su brazo, sin ocultar la decepción—. ¿Te gustó la rosa?
—preguntó, animándose un poco.
Tragando saliva, dije: —Claro. Sin embargo, no creo que deba aceptarla.
Lucian siguió el gesto con esos ojos que se volvieron más vacíos al
momento en que Ryder me tocó.
—Pensé que no era tu novia —dijo, con una suavidad que hizo eco de la
calma antes de una tormenta.
—¡Pero algunos nunca lo hacen! —agregó Lucian, en un tono tan duro que
me estremecí.
Mi cara cayó. No pude reunir el coraje para mirar a Ryder. ¿Esto iba a
convertirse en una pelea? ¿Porras y palos para ser sacados en un
momento?
—Por favor, discúlpanos —le dije, amable hasta las puntas de mis uñas.
La abuela Charlotte habría estado tan orgullosa.
—Ah, yo... —me ahogué, aferrándome a la mano de Ryder tan fuerte como
pude.
—Por supuesto que sí. Esta es una rosa poco común. Se llama Cara Mia,
en italiano significa “mi querida” —explicó Lucian, los ojos fijos en los
míos—. Y algo me dice que Lily conoce de flores. Ella puede apreciar un
regalo como este.
Por lo menos hemos tenido éxito en poner, una muy necesaria, distancia
entre nosotros y el atormentador Sr. Bell. Esperé hasta que estuvo fuera
del alcance del oído antes de arrinconar a un todavía mal humorado
Ryder.
—Es una rosa rara —suspiré—. Me gustó lo suficiente como para tener a
mi mejor amiga disfrutándola. Pero no lo suficiente como para tenerte
molesto por ello.
Él procedió a hacer la cosa para evadirlo una vez más, y cuanto más se
alejaba, más difícil se hacía respirar. Lo había hecho. Había hecho la
primera pregunta, la primera de muchas, sin duda, por lo tanto, listo o no,
no había vuelta atrás ahora.
—Hay cosas acerca de las que no puedo hablarte, Lily —respondió en voz
baja.
—Lo siento —dijo en voz baja, evitando mis ojos—. Pero tú no entiendes.
No es que no quiera decirte, es que físicamente no puedo.
—Mira. —Tomó una simple respiración profunda, su piel tensa sobre los
altos pómulos, los músculos agarrotados en su lugar. Casi como si se
estuviera preparando a recibir un golpe—. Lucian Bell es…
Capítulo 7
Traducido por Emii_Gregori
P
ersonalmente, pensé que era pura suerte que él eventualmente se
recuperara, pero replicó, murmurando algo sobre regresar siempre
de lo mismo. Eso significaba que el ataque no había sido el primero,
y la idea de que Ryder se enfermara vaciaba el aire de mis pulmones.
Hasta que me detuve y consideré lo que había visto, llegué a entender que
el episodio no había sido un ataque en absoluto. No cuando todo
habíacomenzado con mi estúpida pregunta, que, aun sabiendo lo que
pasaría, él había elegido responder. ¿Ataque? ¡Sí, claro! Probemos con un
embrujo místico, uno realmente malo. Él se había ahogado literalmente en
la magia, algo lo suficientemente poderoso como para hacerle daño
físicamente si rompía todas las reglas con las que no se suponía que se
entrometiera. Como responder mis preguntas. Sobre Lucian Bell.
Se negó a decirme a dónde íbamos, pero eso lo hizo aún mejor. Mi instinto
cantó, alentándome, dándome a entender que me estaba acercando a algo
grande. Se suponía que debía estar aquí, con él. Además, cuando puedes
asimilar la vida de las personas mediante un simple toque, siempre podrás
despertarte un día en medio de una ola extraña, como en la que estaba
nadando ahora. Cuando todo el fingimiento en el mundo, todos los yo-
68
sólo-soy-otro-chico-anormal-de-Michigan deja de funcionar. En algún
nivel, me lo esperaba. Tal vez no quería creerlo, pero sabía que iba a venir.
Incluso Timbuktu, estaba bien para mí, con tal de que estuviéramos
juntos. Llámalo instinto, llámalo el inicio de una demencia temprana, pero
al estar con él sentía como si nos perteneciéramos el uno al otro. Nunca
había experimentado algo así antes. Diablos, nunca había sido capaz de
tocar a alguien más, sin tener mis sesos licuados dentro de mi cráneo.
¿Cómo no voy a confiar en él?
Ahora, Lucian, por otra parte, era una historia diferente. Al principio lo
había descartado como una mala noticia, ¿pero lo era realmente? No
parecía tan malo cuando me miró. Sus ojos se calentaban siempre que se
fijaban en los míos. Pero no, no me estaba convirtiendo en una zorra, mi
interés en él era estrictamente práctico. Porque estaba claro que los tres
estábamos relacionados, aunque estaba por verse precisamente de qué
manera. Tenía que ser algo metafísico. Si no, ¿por qué giraría a mí
alrededor, el propio residente anormalmente mágico de Rosemound? Esa
era la razón por la Ryder se había enfermado cuando intentó hablar de
ello. Probablemente la razón por la que Lucian había llegado a Rosemound
en primer lugar, y por qué había tomado un interés tan visible en mí. Los
tres éramos parte de algo. Un asunto oculto realmente malo.
Frente a nosotros, Lake Superior se extendió hasta donde mis ojos podían
ver, azul como el cielo sin nubes, con olas suaves que sólo besaban la
orilla aquí y allá. Y una vez que Ryder silenció el motor, nada perturbó la
paz inesperada de aquel gustoso lugar. Era tranquilo y sereno. Perfecto.
—¡Hombre, me encanta!
Mi garganta se anudó.
—Te traje aquí para estar contigo, pero no del modo en que tienes miedo.
Nunca te presionaría en nada que no quisieras hacer.
—Porque tú lo haces.
—¿Por qué?
72
Se echó a reír y salió como un sonido triste y cortado que apretó alrededor
de mi corazón como dientes.
—Si tienes hambre, podría prepararnos algo para comer. Hay una señora
en Gay que viene a limpiar y reponer la nevera, así que debe haber un
montón de alimentos en su interior. O, si lo prefieres, podríamos sentarnos
aquí. Traeré unos cojines para las sillas. No tenemos que entrar.
—Eh... bueno, ¿no tienes miedo de que tus inquilinos la arruinen? ¡El
lugar es increíble!
73
—Soy cuidadoso con la gente que la alquila. Por lo general, vienen
recomendados por los anteriores, y también cobro un depósito de
seguridad al principio. Ellos pagan la factura de todo lo que se destruyó.
—No lo entiendo. ¿Cómo puedes ser dueño de todo esto? No eres más que
un… niño. —De inmediato me estremecí en mi pobre elección de palabras.
Desde luego, eso no me dice mucho. Pero antes de que pudiera pedir una
explicación, él ya había apilado un cartón de huevos, tocino, queso
cheddar, cebolla, pimientos y otros dulces crudos en la brillante superficie
de la isla, y estaba preguntando: —¿Música? ¿Soda?
—Um... seguro.
74
Una alegre canción pop llenó la sala y un vaso de Coca-Cola helada cayó
delante de mí, poco tiempo después. Tomé un sorbo de mi refresco y me
enfoqué en retener las toneladas de preguntas que quemaban mi garganta.
Capítulo 8
Traducido por Carmen170796 (SOS) y Niii
C
ocinar con Ryder era la maldita cosa más linda en el mundo. La
más natural, también, lo cual era un poco raro. Había tenido un
año para acostumbrarme a leer con Ryder, bromear con Ryder,
fulminar o mirar con la boca abierta a Ryder; ya no estaba atolondrada por
esto. El dulce Ryder, incluso el Ryder triste, todo era bueno. ¿Pero él en la
cocina? ¿Cocinando? Debió haber sido al menos un poco inusual. No lo
fue. Mis ojos lo siguieron con atención, dándose cuenta de la manera fácil
con la que se movía, la agilidad de sus delicados dedos, el calmado estilo
con el que maniobraba comida y utensilios por igual. Y en algún lugar en
medio de esa ostentación desvergonzada de magnificencia activa me di
cuenta de que esto era tan familiar que casi se sentía como un recuerdo.
Él había cocinado para mí antes, podía haber jurado que lo había hecho.
—¿Qué tipo de sensación? —Éste, sin dar vuelta. No hay ninguna razón
para echarse atrás ahora. Tenía la oportunidad de callarme y disfrutar el
momento y lo arruiné.
—Como si tal vez ya hubiéramos hecho esto antes. Excepto que pienso que
recordaría si ya cocinaste para mí.
—¿Eso te asusta? —Su voz era tan suave que apenas descifré la pregunta,
pero atestar tanto sentimiento, me dejó sin aire. Me reveló exactamente
cuánto le importaba mi respuesta. ¿Cómo le podía importar tanto?
76
Eso no era importante, sin embargo. Qué importaba se reduce a mis
palabras, capaces de herirlo, algo que tenía que asegurarme que no
sucediera porque un Ryder herido, especialmente por mí, no era alguien
que alguna vez quisiera conocer.
—Bien —dijo finalmente, con tono grave, calmadamente—. Eso está bien.
—Imposible optar por uno sólo para siempre. Para mí eso sólo funciona
con las chicas —enfatizó eso con una mirada significativa en mi dirección y
mi corazón demostró mi fuerte reacción—. Ahora me gusta realmente Qué
sueños pueden venir de Richard Mathoson.
—¡Oh!
Sonríe.
—Tal vez, pero también indudable. Inocente. Sin mencionar que, lo hizo
interesado por la poción de amor que lo empieza todo. Siempre me he
preguntado que llevaría —mascullé, más para mí misma.
Pero en respuesta, me examinó con una cara tan seria, mi humor reflexivo
se transformó instantáneamente en un completo estado de alerta.
—¿Puedo alimentarte?
79
¿Alguna vez han tenido uno de esos momentos cuando el mundo alrededor
de ti baja la velocidad hasta casi una pausa completa? ¿Cuándo el tiempo
se siente plegable e insignificante, y no hay nada, nada con la excepción de
la persona en frente tuyo, que parezca real y se explique por sí mismo ya?
Pero una vez que él empujó el primer bocado dentro de mi boca, un trozo
de tortilla picante con tajadas de tomate fresco y pepinos, algo cambió y
repentinamente estaba famélica. La manera en que sus ojos se aferraban a
mis labios, en un intento de memorizar cada última curva, me hizo querer
comer hasta que el planeta entero se quedara sin comida. Justamente así
yo pude observarlo mirándome hacerlo.
Porque nunca había habido cualquier cosa más sensual. Íntima. Sin poner
un dedo sobre mí, sin decir una palabra, él hacia cosas dentro de mí que
me tensaban, flexionaba, y me iniciaban en un suave canturreo. Mi cuerpo
cantó por él.
Así que así es como se siente el amor, me maravillé, y a pesar de todos mis
esfuerzos no pude ser frívola al respecto. Demasiada magia estaba
sucediendo entre nosotros. Por primera vez en mi vida, la sentí
aumentando y permanecí observándola con asombro, por primera vez
desde el marco y no siendo la raíz de la misma.
—¿Quién eres?
—¿William?
—¡Oh!
Pero funcionó. Se detuvo en seco, perforándome con sus ojos como dos
agujeros negros de desesperación. Mi corazón se rompió. ¿Yo había hecho
eso?
—Todo.
—No puedes decirme algo como eso y luego no decir nada más.
Pensarías que no hay forma de decir algo como eso de forma plana, como
un jodido extraterrestre del planeta Vulcano, pero Ryder lo hizo. El
destacamento me fastidió; sus palabras decían una cosa, su actitud, otra,
y ninguna de ellas tenía sentido.
Totalmente indigno, lo admito, pero por otro lado, ni toda la dignidad del
mundo podía darme lo que deseaba, que era que él me besara. Si no lo
hacía, mi cuerpo entraría en shock, sin lugar a dudas. Kaput. Acabado.
Cuando una superficie se volvió sólida debajo de mí, su frente tocó la mía
y sus manos se deslizaron bajo mi camiseta, las puntas de sus dedos
revoloteando sobre mi piel como las alas de una mariposa. Como plumas
que hacían que cada célula de mi cuerpo temblara y cantara.
Todo cambió.
Capítulo 9
Traducido por Caamille y Kernel
—E
l mundo se sacudió cuando nos tocamos —suspiró cerca
de mi oído, todavía sosteniéndome cerca.
Me reí.
—Si estás tan seguro de ti mismo, entonces ¿por qué tardaste una
eternidad en invitarme a salir?
85
Sus brazos se movieron una vez más cerca de mí, antes de caer como
miembros de una muñeca de trapo. Sin realmente quererlo, pero ahora
nerviosa, separé mis brazos de alrededor de su cuello. No perdió el tiempo
en alejarse, lo que sólo me preocupó más.
—Er… ¿qué?
Hizo una pausa delante de mí, relamiéndose los labios. Sus ojos cayeron a
mis piernas, que todavía estaban entrelazadas, poniendo una barrera
entre nosotros. Mis rodillas empujaron sus muslos.
—Tú no eres de razones, Lily, eres toda instinto, ¿por qué no dejas que te
guíe para variar?
—Cierra tus ojos —dijo, bajo y suave—. Mira dentro de ti y no pienses por
un segundo, sólo… dime, ¿cómo te sentiste cuando te besé?
Mis ojos se cerraron, no tanto por lo que había preguntado, sino porque
me estaba mareando. La mano en mi espalda dio un suave empujón y un
suave sonido acelerado pasó por mis labios. Mi cara se calienta a un
millón de grados. Su pulgar como una pluma pasó a través de mi labio
inferior, trazando suavemente una línea.
Me convertí en ceniza.
Igual de lejos podría decir, que mi cerebro, ahora estaba totalmente fuera
de servicio, no tenía absolutamente nada que ver con la palabra que salió
de mis toscos labios.
—Intacta.
Hice una mueca, dándome cuenta lo extraño que debe haber sonado. Pero
era verdad. Su toque arregló algo dentro de mí. Una abolladura en mi
alma. Una grieta en mi corazón. Me hizo maravillosamente desvergonzada
88
de ser una tonta con magia-sin-limites por una vez. Me hizo feliz ser yo
porque, imperfecta como era, encajé, perfectamente.
Desde que estaba completamente muda, sin aliento, sólo podía mirarlo
fijamente con mi boca congelada en una silenciosa O, mientras él siguió
suplicando suavemente.
—He esperado un largo tiempo para estar contigo… y estamos bien juntos,
Lily. ¿Por qué perder el tiempo en entender por qué es esto?
La última cosa que quería era un lío con lo que sea que estaba pasando
entre nosotros.
Gimió.
—¿Alguna vez oíste del efecto del observador, Lily? Es lo que llaman
reactividad en psicología: personas que alteran su comportamiento cuando
saben que están siendo observados. ¿Alguna vez has oído de ello?
Asintió.
—Un poco.
Sólo de una cosa estaba todavía segura, y tenía que ver con que mi boca se
negara a cerrarse. Y, sí, mirándolo a él con la boca abierta, básicamente
pintó “idiota” en mi frente, pero al menos lo entendí. Podría procesarlo. El
resto era borroso, sólo salvaje, como aguas turbias barriéndome lejos. No
sabía si reír o llorar, poner mis brazos alrededor de él o correr.
—Está bien —pronuncié, una vez que pude formular palabras de nuevo—.
En primer lugar, si crees que vas a vivir para ver ciento diecisiete años, te
vas a llevar un chasco. A menos que te mudes a Japón. He leído acerca de
un pueblo de pescadores donde la gente tiene una esperanza de vida muy
larga. ¿Estás pensando en mudarte a Japón?
—No lo entiendes.
¡Hmm! Un acertijo. Esto era todo un acertijo muy complejo, concluí, todo lo
que salió de su boca, hasta la última palabra. Por lo que era sólo cuestión
91
de resolverlo. Decodificando a Ryder; un tipo reservado, misterioso, y,
seamos sinceros, un poco raro este Ryder Kingscott. Claro, decodificarlo
sería sencillo. ¿A quién engañaba?
—No es justo.
—Lo mismo.
Su sonrisa se ensanchó.
—Ahí, también.
Debería haber sonado cursi, cuando dijo eso, si no fuera por toda la
honestidad desnuda en sus ojos. Y a la par con el resto de su expresión
adorable, que, de manera muy eficaz, me dejó sin aliento. Como si
intentara detener mi corazón por completo, procediendo a acariciar mi
mejilla, también, subiendo el calor en mi cara a, por ejemplo, miles de
grados.
—Me encanta que me dejaras introducir esa ternura en ti. Siempre has
sido un soldado un poco difícil, pero en ese acto rápido en el que te pones
firme, eres mantequilla suave. Dulce como la miel. ¡Y puedo llegar hasta
allí! Hacer que esa ternura llegue. Estoy muy… honrado por ello.
—Por qué, Lily, eres sólo tan irresistible, bebé —Mi cabeza nadó en una
incredulidad enorme, y su respuesta fue la última gota de nitroglicerina
que hizo que todo hiciera boom. Lo había dicho en broma, con un destello
de corta duración que nunca llegó a sus ojos. Pero era mentira, los dos
sabíamos que lo era, y yo no podía aceptar eso.
—¿Donde iba a...? Bebé, tú me posees, todo yo! Soy tuyo, para bien o para
mal.
Finalmente, una confirmación sin ambigüedades. Sólo con eso, con dos
frases, se limpió la herida. Unas pocas palabras y el mundo dejó de girar
asquerosamente, mi pulso lento y mis músculos crecieron sólidos. Unas
palabras de él y todo estaba bien otra vez. O, al menos, tan bien como
podría ser.
94
No me importaba demasiado lo agridulce, había aprendido hace mucho
tiempo a aceptar lo bueno y lo malo. Lo que estaba pasando entre nosotros
era más dulce que amargo de todos modos. ¿Preguntas? Claro, todavía
había miles de ellas, pero no, no pregunté. ¿Cuál era el punto? A Ryder no
le importaba que fuera un monstruo. Sentía algo por mí. Tocarlo no me
dejaba fuera de combate. Y sí, había algo raro, pero lidiaría con eso toda la
vida. Podría manejarlo. Siempre y cuando pudiera tenerlo, podría aprender
a vivir con el resto.
¿Y lo mejor todavía? ¡No era sólo yo! Cuando nos detuvimos en un cruce,
Ryder giró y gritó su emoción.
Podría haber señalado que la cita estaba errónea. Todo el mundo elige la
famosa frase de Humphrey Bogart en The Maltese Falcon 17 , cuando las
palabras son en realidad “Estamos hechos de la misma materia que los
sueños” perteneciente al maestro Shakespeare, pero ¿sabes qué? Con todo
el respeto debido al movimiento de las mujeres, lo cierto es que, en raras
ocasiones, el silencio la mejor garantía de una chica.
17The Maltese Falcon: El halcón maltés es una película estadounidense de 1941, dirigida
por John Huston, basada en la novela del mismo nombre de Dashiell Hammett.
95
Capítulo 10
Traducido por xAVEr y daianandrea
A
partir de ahí, salté de alegría a causa de lo que J definió como “la
época dorada de mi adolescencia”. Pero ese era el estilo de J, un
tanto exagerado en realidad, a veces bueno y a veces malo. El lado
bueno, ¿acaso necesito nombrarlo? Un novio sexi, pegado a mi brazo como
pegamento, prácticamente cada segundo de mi vida diurna. ¿Y lo mejor?
Que no importaba cuanto tiempo pasáramos juntos, nunca era suficiente
para ninguno de los dos. ¿Lo malo? En general, todo lo que no se decía
entre nosotros. Todo ese sigilo, siempre decidiendo que temas podíamos
tocar. Aceptando que me mantenía cosas ocultas. Vivir con el miedo del
misticismo que rodeaba esos secretos. Aterrada de despertar un día y
encontrar que todo había terminado.
Mi novio, sentado frente a mí, sonrió relajadamente, con una mirada que
parecía transmitir: “que comience el juego”. Bueno, al menos él no estaba
nervioso. Por otra parte, no había conocido a mi padre antes de esa noche.
—Ninguno de los dos Sr. Crane. Soy algo más que un aficionado al
baloncesto. Los mates tienen algo que no creo que sea posible repetir.
—Te entiendo. Hay mucha energía en esos juegos. Hay quien comenta que
es tremendamente poético.
Suave papá, pensé con tristeza. Ryder nunca había insinuado querer
entrar en el tema, así que había asumido que era demasiado doloroso para
él entrar en ello. Pero para mi sorpresa, no se inmutó ante la pregunta. Su
expresión se mantuvo, con la mirada fija en la de papá.
—No recuerdo mucho de ellos —dijo Ryder, al igual que en voz baja—. Fui
criado por un primo hasta que me emancipé.
—Lily me dijo que eran sus favoritos —dijo finalmente, de mala gana por
redirigir su atención de nuevo a papá.
—¡Papá! —gemí.
—Es complicado.
—Complicado ¿cómo? —La voz de papá era tan dura como el acero.
—No puedo.
—Señor, ¡yo amo a Lily! —respondió Ryder con fiereza, mirando a mi padre
directo a los ojos—. Quiero sea feliz y esté a salvo. —Bajó un poco los
hombros y la mirada, casi con timidez—. Es todo lo que tengo en el mundo
—añadió en voz baja.
—Si los niños nos lo permiten, me gustaría hablar con mi marido. Nicolás,
por favor, ven conmigo a la cocina. ¡Ahora!
Esa última palabra era tan fuerte como un látigo y papá hizo una mueca
apresurándose. Me levanté de la silla, para moverme al otro lado de la
mesa en un instante. Envolví mis brazos alrededor de su cuello, él los
cubrió con los suyos, y nos quedamos así, con los dedos entrelazados, sin
decir nada. El miedo se aprisionaba contra mi pecho, sin duda contribuyó
en algo, y sentía una batalla dentro mi ser. Pero ser una cobarde nunca
había formado parte de mi estilo. Eso no iba conmigo.
—Se vería muy bien con tu piel cremosa —agregó, por diversión, sin duda.
—Entonces, ¿sí?
—Aparentemente no.
—¿Demasiado arrogante?
—En realidad no. Sólo honesto. Por lo general consigo lo que quiero.
102
—No es agradable para ti.
—¿Para qué?
—Aparentemente, a mí.
—¿A pesar de todo has comenzado a sentir el frío? —gritó detrás mío—.
Dile. Pregúntale qué piensa al respecto.
¿Cómo hizo alguna de las cosas que hizo? ¿Cómo sabía que iba a estar en
Rayuela el viernes por la noche cuando, después de derramar algunas
gotas de capuchino en mi suéter e ir corriendo hacia al baño para hacer
frente a la mancha, fui testigo de cosas peores? Estaba en el cubículo
cuando Rosalie Miller y Cat Cole entraron.
El agua del grifo ahogó cualquier sonido que Rosalie hizo para confirmarlo.
—Quiero decir, en serio. ¿Por qué sino un bombón como Ryder perdería el
tiempo con un monstruo como ella?
—Eso es cierto
—¡Oh, por favor! Una cosa es tomarse de las manos y otra completamente
diferente a tener la piel sobre piel —se rió de nuevo—. ¡Imagínatela
cubierta de látex, como una de esos pervertidos de S&M18!
—Bruta, Ross.
S&M: Sado masoquismo. Personas que practican sexo de una manera diferente.
18
¿Tal vez? ¡Huh! Entonces, con tan sólo una semana para la graduación,
Rosalie Miller no tenía cita aún o iría con quien claramente no era el
“alguien” indicado.
Hola, ¡injusticia!
—¿Qué?
—¿Crees que podrías perder algunos kilos antes del próximo viernes?
—¡Idiota!
—Ahora, tú, Cat preciosa, tú, por otra parte, eres perfecta. Infinitamente
más hermosa que… digamos, ¿cuál era tu nombre?
—¡Cat! ¡Ahora!
105
Se oyó un vago ruido de protesta, algo entre un maullido y un silbido, y
luego los pasos.
—En realidad, Cat, pensándolo bien, eres tan gorda como ella. Así que
olvida de lo que dije —Lucian llamó, y se echó a reír burlonamente.
Sin decir una palabra, giró sobre sus talones, a punto de irse.
Pero absurdo se aplicaba a menudo a Lucian Bell. Lo más extraño era que
no importaba lo mucho que tratara de negarlo, compartíamos una
conexión. Nada como los destellos de deja vú que tenía con Ryder, no, esto
era otra cosa. Cuando Lucian estaba cerca, podía sentirlo. Sentirlo. Tenía
esta imagen de un grumo azul de óleos pastel arrojándose al agua y poco a
poco disolviéndose; reducidos, delicados tentáculos finos extendiéndose
106
por el agua como una red de los mejores encajes de Chantilly19. Era algo
así como estos delicados tentáculos azules que sentía parpadeando entre
nosotros, tirando hacia mí, haciéndome saber que él estaba cerca. Mi piel
siempre se erizaba con ellos.
20
Larry, Moe y Curly: Se refiere a la serie de televisión de los tres chiflados.
107
Capítulo 11
Traducido por Akanet y Whiteshadow
M
e sentía atraída por Lucian. Encima de todo. Creo que mi
primera pista fue la risa de ella, porque siempre reía
nerviosamente a su alrededor de esa forma coqueta, como
diciendo “oh-Lucian-eres-maravilloso”. Además, se había ocupado
lanzando su pelo sobre el hombro, con fuerza suficiente para hacer que
espectadores inocentes, o sea yo, nos estremezcamos con esa vista. ¿Quien
en su sano juicio haría eso a su cuero cabelludo, sino una chica tratando
seriamente de llamar la atención de un chico? No es que esta chica en
particular tuviera que trabajar muy duro en ello, Lucian estaba siempre
juntándose con nosotros en la escuela, hablando con ella, pero mirándome
a mí y disgustando a Ryder. ¿Adivina dónde me dejaba eso? Así es: entre
Ryder, mi novio, quien odiaba a Lucian con una legendaria pasión ardiente
y J, mi mejor amiga, que quería a Lucian alrededor, por lo que,
básicamente, en el infierno.
Pero no iba a hacerlo. El miedo es más fácil de ignorar cuando está sin
objetivo, cuando no lo expresas, entonces trataba de no ponerlo en
palabras, ni siquiera en mi cabeza. Porque en el fondo, sabía que Lucian
tenía respuestas. Respuestas que podrían estropear potencialmente la
mejor cosa que alguna vez me había pasado: estar con Ryder.
Mientras tanto, la interacción entre nosotros cuatro era algo como esto:
Yo, harta y lista para golpear algo: Y, J, me gustabas más cuando eras mi
mejor amiga.
Lucian, que resultó, vivía no muy lejos del Café Rayuela, en una tranquila
callesinsalida que alojaba sólo otra casa junto a la suya. Me había pasado
la mayor parte de mi vida en Rosemound, pero no podía recordar notar ni
la calle ni su casa, una casa de dos niveles de un atractivo blanco situada
en el centro de un patio bien cuidado que se fundía con el bosque
circundante.
Por supuesto, él sabía que tenía muchísimo miedo. Porque era Ryder y no
necesitaba decirle cuando algo andaba mal. No necesitaba decirle que el
número de personas avanzando lentamente a nuestro alrededor, ruidosas
y demasiado entusiasmadas para preocuparse por el daño permanente que
estaban infringiendo a sus propios tímpanos, así como a los nuestros, me
mareaba. Era Ryder. Él lo sabía.
Y Lucian... bueno, no era más que Lucian, vestido para matar, luciendo
menos como un chico rico de lo habitual en unos pantalones vaqueros
oscuros desteñidos y un polo blanco, y sonriendo con esa sonrisa
reservada, suave, sólo-para-Lily.
—¡Me mordió! ¡Esa maldita cosa me mordió! ¡Oh, Dios mío, me voy a morir!
—Tu presión arterial... entre más te muevas, más rápido el veneno llega a
tu corazón.
Tan pronto como le gritó la advertencia ella se cayó. Sin hacer ruido, con
elegancia, como una princesa mágica de cuento de hadas, se deslizó en un
montón de rizos de seda blancos y negros.
Debo haber estado luchando duro contra su agarre, lo cual era una
estupidez ya que no había ningún camino hacia ella con tantos cuerpos
cerrándome el paso. Pero esto estaba sólo vagamente registrado en las
afueras de mi conciencia: los brazos Ryder a mi alrededor, llanto, sus
palabras. Todos estaban gritando órdenes.
114
—Hazle una incisión.
—Torniquete.
—Extrae el veneno.
—La gangrena.
—Perder miembros.
No hubo respuesta.
—Muerta.
—¡Dios mío! ¡El corazón casi se detuvo! —susurró, pero con el silencio que
se había hecho cargo de todo el mundo, al parecer, todo el mundo escuchó
cada palabra.
Al igual que los médicos, que variaban entre los que felicitaban a Lucian y
los que lo regañaban bruscamente por intentar hacer lo que hizo, mis
propios sentimientos eran bastante contradictorios.
¿Le Había salvado realmente la vida, o casi la había matado? ¿Por qué su
patio trasero, de todos los patios en Rosemound, tenía que tener una
monstruosa y negra cascabel serpenteante rondando, la misma noche que
hizo la fiesta? ¿Había evitado una tragedia, o había estado muy cerca de
causar una?
22Kit.Sawyer: Equipo dotado de una bomba de vacío que permite remover veneno de
animales ponzoñosos, así también como de insectos.
116
con mesas y bancos de piedra dispersos, algunos de los cuales estaban
cubiertos de musgo. Eran fríos, pero hermosos, y los estudiantes siempre
se sobrepasaban unos a otros para tomar un buen asiento.
Ella se animó un poco. —Él dijo que me veía bien el otro día. Ya sabes,
cuando estaba con ese vestido azul corto.
—¿Y por qué no iba a decir que sí? Es decir, el chico me salvó la vida. En
realidad, ¡salvó mi vida! Si así no se deletrea “destino” entonces no sé que
lo hace. Por no hablar de que sé que él no se lo ha pedido nadie. Y sólo
faltan tres días para baile de graduación.
117
Asentí con la cabeza otra vez, tragando saliva. Tenía algunas ideas de por
qué diría que no. Pero, ¿cómo podía decirle a J que cada vez que me daba
vuelta, allí estaba él? En la floristería, rogándome que aceptar el ramo de
rosas que había comprado para mí. En el salón de belleza, ofreciendo
sugerencias sobre mi nuevo corte de pelo. En el supermercado,
recomendando los más frescos panes disponibles.En la ferretería, tratando
de convencerme de que era un chico capaz con las manos y ofreciendo
felizmente sus servicios de forma gratuita.
—Esto apesta.
—Pero bueno, ¿no te han preguntado un millón de chicos ya? ¿Qué pasa
con Mike Carter? ¿Por qué no ir con él?
Me atravesó con sus ojos marrones de cervatillo, tan triste que me revolvió
el estómago.
—Mira—dijo en voz baja—. Yo sé que él siente algo para ti. ¡Toda la escuela
lo sabe! Pero tienes a Ryder, ¿verdad? no estás interesada. ¿O sí?
Su voz se quebró al final, no quería que ella dudara de mí. Porque si ella
dudaba, posiblemente otras personas también lo hacían, lo que significaba
que no estaba siendo lo suficientemente clara respecto a que Lucian no me
interesaba de ese modo.
—Las cosas son muy extrañas, J. Con Ryder, quiero decir. Hay tanto que
no sé, e incluso más que no entiendo.
—Creo que tengo miedo de las respuestas. Por primera vez en mi vida, soy,
ya sabes, feliz. Tengo un novio que puedo besar y tocar y que me ama y
quiere a pesar de… Todo.
—No sé lo que haría. Yo no creo que pueda volver a estar sola otra vez.
Con un suspiro, ella me lanzó una compasiva mirada, casi con lágrimas en
los ojos.
La sala de estudio era un espacio con forma de media luna, equipado con
cómodos sofás y funcionales mesas, en torno a una gran pantalla de
proyección a menudo utilizada para mostrar los “instructivos”
documentales de educación sexual que se impartían a todos los alumnos
de Rosemound, o que alguna vez se les impartirían. Estaba en la planta
baja, pero había una segunda entrada en el nivel superior, que conducía a
la terraza, donde se encontraba el proyector. También era donde los
maestrosa veces descansaban, manteniendo un ojo en los alumnos que
escudriñaban sus libros en la planta baja.
—¿Y por qué no? —respondió Lucian—. ¡Ella es la única maldita cosa en
este mundo que vale la pena seguir!
—¿Por qué puedo tocarte? ¿Por qué no hay dolor? —le pregunté aturdida.
—¿No es esto como en los viejos tiempos? —le preguntó a Ryder, con voz
dura y la sonrisa desapareciendo a medida que hablaba—. Ella cae,
gritando tu nombre.
23
Smallville: Serie de TV, ambientada en la ciudad donde transcurre su juventud Clark
Kent/Superman.
122
—Seamos realistas, hombre c—ontinuó Lucian, ambos casi cara a cara
frente a mí—.No puedes traerle nada más que dolor. No puedes hacer otra
cosa que lastimarla.
Ambos me ignoraron.
Ryder se volvió hacia mí, sus ojos plateados muy abiertos, con miedo. Toda
la culpa descendió sobre mí, y para el momento en el que me recuperé
Lucian ya se estaba alejando. Ryder parecía que apenas podía mantenerse
en pie. Me acerqué, aún cautelosa ante sus ojos.
123
—¿Es cierto? ¿Has sentido frío últimamente? —preguntó con voz áspera.
Todos los que nos rodean y los de la galería superior, rostros atentos,
todos y cada uno se encontraban congelados. Ryder se quedó de rodillas.
Nadie dijo una palabra. La escena era salida directamente de Hamlet: “El
resto es silencio”.
124
Capítulo 12
Traducido por Niii y Vettina
E
l resto fue silencio, está bien, por lo menos hasta que las clases se
terminaron. Ryder y Lucian consiguieron una suspensión por una
semana. No estaba claro si a cualquiera de ellos se le permitiría
aparecer en el baile de graduación. J chilló de consternación sólo por si
acaso. La escuela rugía con el nuevo lote de cotilleos. Y yo, bueno,
mayormente realicé mis mejores esfuerzos para volverme invisible.
Era imposible encontrar algo que pudiera explicar todo el asunto. Pero
parecía como si: uno, mis olas de frío igualaran a las enormes malas
noticias, y dos, yo hubiera tenido algún tipo de historia terrible con Ryder
y Lucian, una en la que las cosas no resultaron demasiado bien para mí.
Las palabras de Lucian habían sido: Elige su vida por una vez. Como si, en
otro tiempo, Ryder no lo hubiera hecho. Como si me hubiera dejado…
¿morir? Incluso peor, como si la historia estuviera a punto de repetirse.
—¿Qué? ¿Te refieres a una locura como “ver dentro de la cabeza de las
personas simplemente por el hecho de tocarlas”?
Con sus dedos presionando sus sienes, apretó los ojos con fuerza.
—Bien, porque yo no. Quiero decir, si morí, ¿qué estoy haciendo aquí?
—¿Parezco muerta?
—Eso sigue sin explicar por qué Ryder y Lucian parecen recordar cosas
que yo no. Como toda esta historia entre nosotros de la que nadie me dice
nada.
—Tiene que ser algo mágico, sin embargo, ¿verdad? A menos… ¿crees que
son vampiros o algo así? ¿Ya sabes, como hombres que viven para
siempre?
—¿Qué, entonces?
Fue su turno para exclamar: —¡Por favor! Ryder jamás hubiera hecho eso.
Está loco por ti. —Se quedó en silencio y la escuché luchar contra una
respiración rota—. Ambos lo están —añadió en voz baja.
Fruncí el ceño.
—Bueno…
—Sabes, Rosalie, Lucian dijo que incluso si perdieras diez kilos seguiría
sin llevarte al baile. Algo sobre ti le recuerda a los cerdos y al tocino.
—¡Fenómeno! —siseó.
—Lo que sea. —Giré sobre mis talones, el pulso resonando con fuerza en
mis oídos.
—Si no fueras una bruja, Ryder ni siquiera te hubiera mirado dos veces.
Todos saben que pusiste un embrujo sobre él.
Mi sangre se congeló. Me giré hacia ella otra vez, y cuando abrí mi boca, lo
que salió de ella me sorprendió incluso a mí. Sonó como una camada de
serpientes.
Ella palideció, bajando la vista y tambaleándose lejos son decir nada más.
El resto de la multitud se dispersó con una rapidez impresionante
también.
Ella asintió, indicando algo detrás de mí. Cuando miré, ahí estaba Ryder,
de espaldas a nosotras, esperando junto a mi propio coche, el que, a
menos que de repente hubiera sufrido un ataque de amnesia, estaba
segura había dejado en casa. Estaba al teléfono, gesticulando
salvajemente. Su moto no se veía por ningún lugar.
—Llámame más tarde —dijo J—, para decirme lo que sucedió. Buena
suerte.
—Hola, bebé —me saludó, y esa suavidad con la que estaba familiarizada
se deslizó de nuevo en su voz. ¿Tal vez únicamente me hablaba de esa
forma a mí?
Él forzó una sonrisa, una que podía decir había requerido de esfuerzo.
Había algo entre nosotros, un espesor en el aire, una evasión en nuestros
ojos. Como un grito silencioso o un agujero negro.
—Por favor, Lily —pidió, con una voz tan estrangulada que mis ojos se
llenaron de lágrimas—. ¡Necesitamos esto! Yo necesito esto.
Los tentáculos tiraron de mí más fuerte. ¿Cómo podía ser tan suave la
electricidad? Obviamente, me estaba volviendo loca.
—No —lo dejé quejarse—. ¿Qué significa el frío, Ryder? ¿Por qué estás
asustado de él?
130
Él respiró entrecortadamente.
—No importa. ¡Por favor, sólo vámonos! Vamos a hacer de este el mejor de
los días.
Casi me senté sobre el libro que él había dejado sobre el asiento del
pasajero, una copia maltratada de Más Allá de los Sueños. La levanté y la
sujeté contra mi rostro. Olía a él.
Él tosió, como para corregir su voz, y me pareció una cosa tan extraña y
adulta que hacer en ese momento.
—Continúa.
—El personaje principal, Chris, quiere rescatarla del infierno. Por lo que
desciende y trata de convencer a Ann de lo que está pasando. Ves, ella no
sabe que está muerta. No tiene idea de que está en el infierno. Ella no
recuerda... —Su voz se quebró.
131
Con un chasquido seco, mis dientes se cerraron. La heroína no podía
recordar, al igual que yo no podía recordar. ¿Había una conexión? ¿Era
por esto que le gustaba el libro?
—¿Lo hace?
Como nosotros.
Me reí.
Una mano se deslizó debajo de mí y me tiró contra él, sus ojos nunca
dejando los míos.
—Oh, Lily. Sabes como uno de esos perezosos días de verano, dulce con el
aroma de los melocotones maduros, nena.
Nada se movía en él. ¿Su corazón aún latía? A primera vista, parecía casi
frío e insensible, pero era sólo una capa, manteniendo lo que había debajo
de la piel.
Sus ojos se fijaron en mí, cambiando de color tan rápido que era
fascinante.
—Si alguna vez hubo un “yo”, Lily, nada de esto habría sucedido. Pero no
hay “yo”. Sólo “nosotros”.
Sin duda. Sin acobardarse. Me lo había dado tan directo como viene. Mi
boca se secó.
—Bueno, ¿sabes qué? ¡Ese estúpido dicho viene de una tonta canción de
1940 por Doris Fisher y Allan Roberts, y significa exactamente nada! —
Estaba balbuceando de nuevo. Porque podrías contar conmigo para hacer
eso en los peores momentos—. ¡No es ciencia de cohetes volviendo! Ya sea
que amas a alguien o no, no puedes hacer ambas cosas. Entonces, ¿cuál
es?
Se había levantado, también, y me miraba con una calma que era mucho
más alarmante que mi explosión. ¿Qué estaba pasando, por llorar?
135
—Nunca he amado nada más.
Bueno, ¡eso lo aclaraba todo! Y, por si fuera poco, su rostro se puso más
duro, sus rasgos reprimidos bajo ese aire trágico que llevaba tan seguido.
—¿Ves? Esto es exactamente por qué me mantuve lejos por todo el año.
Porque él tiene razón, todo lo que siempre te traigo es dolor. —Hizo una
pausa y preguntó muy suavemente—. Si yo pudiera decírtelo, ¿no crees
que lo haría?
—Todos los flashes y los deja vú que tengo cuando estoy contigo, son
reales, ¿no es así? Y la forma en que puedo sentir a Lucian, esa cadena
eléctrica tirando de mí hacia él, no está en mi cabeza, tampoco. ¡Todo es
real! Ryder, ¿de dónde viene? ¿Por qué no puedo recordar a ninguno de los
dos? ¿Cómo estamos conectados?
Asentí. Por supuesto que recuerdo el discurso críptico que me había dado
de vuelta en la casa de playa. Había pasado muchas horas desde entonces
tratando de descifrar su código. Yo estaba lista para informar que de esa
traducción una lengua extinta tenía que ser infinitamente más fácil.
—Es por eso que me gusta el libro, por qué lo encuentro tan esperanzador.
Dado que el personaje realmente lo cambia. Se establece un nuevo rumbo
para la vida de su esposa.
—Nuestras vidas hoy pueden parecer más que ondas, pero confía en mí,
que siempre conducen al mismo final. Crees que las cosas no están
escritas en piedra, pero estás equivocada, Lily. ¡Tú no puedes cambiar lo
que ya sucedió! Sólo se puedes sacar lo mejor de lo que se ha acordado. Y
si tienes suerte, tal vez un día que tomes ese camino al infierno y de
alguna manera despiertes en el cielo.
—No puedo prometer el cielo, nena, pero te juro que voy a hacer lo mejor
que pueda. Hasta el día que muera, nunca dejaré de tratar de hacer todo
lo que pueda. Pero, por favor... ¡entiende! Mis decisiones, al igual que las
tuyas, son muy limitadas.
Para evitar estallar en sollozos, apreté los dientes duramente. ¿Por qué
estaba pasándome esto a mí? ¿Por qué no podía ser como la estúpida
Rosalie Miller, sólo esta vez? Una idiota, seguro, pero una felizmente
normal. Pero no, tenía que ser mágica. Tan mágica, de hecho, que no podía
estar alrededor de las personas. ¡Y especial! Pero no en un genio juvenil, o
incluso en esa manera tonta más probable de ser modelo, no.
137
Tenía que ser el maldito Harry Potter en un mundo que trata a Harry
Potter como la peste.
Y lo hacía, yo sabía que con cada poro de mi ser. Pero aun cuando sus
brazos me rodeaban, mi mente se preguntaba: ¿Estoy dentro de un refugio
o una trampa?
Pasamos el resto del día del modo que me había pedido, disfrutar de él.
Riendo y besándonos y comiendo y jugando como niños. ¿Lo malo? Sí,
todavía estaba por venir.
Capítulo 13
Traducido por Susanauribe y LizC
E
ra el crepúsculo para el momento que él se detuvo frente a mi casa.
No había luces encendidas dentro, así que Mamá seguía en la
tienda. La manejada de vuelta había sido una callada, y ahora que
estábamos frente a frente en el pie del porche, el silencio creció casi
incómodo.
Sin movernos, sin besarnos, sin hablar. Solamente estando con el otro.
Nada me hacía más feliz en ese entonces.
Pero…
No había dicho mucho en nuestro camino a casa por una razón. El frío
había vuelto; había estado luchando con él por los pasados treinta
minutos. Hasta ahora, tan bueno, en el sentido de que, después de barajar
varias energías dentro de mí, había sido capaz de contenerlo. Lo contuve
de expandirse. De todos modos, mis pantallas de humo se estaban
volviendo delgadas y sabía que sería sólo cuestión de minutos, de eso,
antes de que mis dientes comenzaran a castañear. Sólo sabía que si Ryder
me viera así, entendería cuan malo el frío se había vuelto, sufriría un dolor
peor que el mío, frío o no frío.
—No frunzas el ceño, nena —pidió calladamente, pasando sus dedos sobre
mis líneas de preocupación en mi frente que se deberían haber mostrado.
139
Forcé una broma. —¿Preocupado por mis futuras arrugas?
Eso debería haberme llenado con alivio. Quería que se fuera mientras el
frío pasaba, ¿verdad? Pero él estaba haciendo algo más que dejarme, él se
estaba alejando de algún modo. De mí. Lo sentía, pero cuando la segunda
racha de estremecimientos se expandió por mi escudo interno, estuve
forzada a admitir que ahora no era el momento para entrar. Tenía que
dejarlo ir y correr dentro antes de mi carruaje se volviera una calabaza.
Así que, a través de mis dientes apretados en una tensa sonrisa, dije: —
Seguro, no hay problema.
Él estaba distraído, decidí, incluso mientras sus suaves labios pasaban por
los míos, todavía tensos, muy diferentes a los besos que habíamos
esparcido en nuestro picnic. Luego, con la promesa de verme por la
mañana, se había ido.
Apenas me arrastré dentro de la casa, mis pies tan pesados y fríos como
mi corazón. Para el momento que llegué a mi habitación, estaba lidiando
con un ataque y temblor incontrolable.
24Red Bull: Es una bebida energética distribuida por la compañía Red Bull GmbH.
140
Parada frente al armario abierto, busqué por algunas sudaderas para
ponerme encima de mis vaqueros y el jersey más pesado que poseyera.
Pero era muy tarde. Cada centímetro de mí tembló tan violentamente que
era claro que ya no tenía control sobre mis funciones motoras. Los dedos
encorvados en garras como plaga de artritis. Mis dientes golpeaban,
golpeaban,golpeaban tan fuerte que mi lengua estaba peligrosamente cerca
de ser amputada. Mis rodillas se volvieron suaves y me fallaron un minuto
después de que los músculos en mi pierna se volvieran gelatina. Me sentía
en un montón de deshuesada y temblante papilla.
—Regresa, Katherine —una voz llamó desde lejos—. Vuelve a mí, mascota.
Sigue mi voz. ¡Vuelve a mí!
¡Ryder! Su voz era tan débil y, por alguna razón, él me estaba llamando
por otro nombre, pero estaba segura de que era él. Mi estomago se tensó
dolorosamente. Él me estaba buscando. Había vuelto por mí. ¡Tenía que
encontrarlo! Estaría preocupado y…
—¿Por qué viniste a casa sola? Ya estabas enferma cuando llegaste aquí.
¿Dónde está él?
—Él. —Su voz era tan gélida como mi frialdad—. ¿Y qué hay de ti? ¿Y yo
qué? ¿Por qué su sufrimiento tiene prioridad sobre el tuyo? ¿O incluso el
mío? No puedes ser tan ingenua como para pensar que sólo le estás
haciendo daño a él.
—Oh, ya veo. No somos extraños, así que por supuesto que está bien para
ti estar al acecho en mi habitación.
—Entonces, ¿cómo fue tu día, bonito? Se está haciendo tarde y te has ido
por horas. ¿Seguro que estás bien?
Su voz era suave, musical, y esa máscara suave que siempre llevaba y la
llamaba expresión facial ya se había roto y regresado de nuevo. Traté de
ignorar a ese Raisin, el pequeño traidor, que se mantuvo frotándose contra
sus piernas, ronroneando con satisfacción.
—No es que sea de tu incumbencia, pero sí, estoy bien. ¿Por qué no lo
estaría?
—No me iba a permitir entrar, pero tu gato sonaba hambriento, así que
pensé en darle de comer.
¡Ah! Eso explica por qué Raisin se la pasa coqueteando con él. El pequeño
traidor felino vendería a su propia madre por comida.
—Así que pensaste, ¿qué? Oh, voy a darme una vuelta por la casa.
—¿Qué quieres?
—Advertirte.
—¿Qué pasa?
144
—Tu… novio. —Escupió la palabra como si fuera basura ensuciando su
boca.
—Él no es quien dice ser. ¡Estás en peligro! Permití que esto continúe
mucho tiempo. Tiene que parar.
Capítulo 14
Traducido por Sheilita Belikov
D
espués de que el dolor se calmó y mi visión se aclaró, la realidad
volvió a tomar consistencia lentamente. Pronto, mi cerebro se
despabiló, aunque gimiendo y rechinando como una vieja pieza de
maquinaria en extrema necesidad de lubricación.
¿Dónde estaba?
—Oiga, Lady Katherine, ¿está soñando despierta otra vez? ¿Se siente bien?
Pero las dos preguntas más importantes eran: ¿cómo y por qué me trajo
Lucian aquí?
—Lady Elizabeth —dijo en voz baja, antes de que sus labios hicieran
contacto con el dorso de su mano.
Luego los ojos de Lucian se encontraron con los míos y todo cambió. Un
fuego se encendió y la llama me consumió desde adentro. El sudor cubrió
las palmas de mis manos y el aire, pegajoso y denso, me obstruyó la
garganta. Era el mismo Lucian, y sin embargo, el verlo ahora era una
especie de epifanía. Simplemente, no podía apartar la mirada.
Cuando fue posible ver más allá de la neblina que ocultaba mis
alrededores momentáneamente, la escena era muy diferente. La música, la
compañía, además de la ropa increíblemente elaborada, parecían indicar
fuertemente que estaba en una fiesta. No sólo cualquier fiesta, tampoco,
¿sino un baile de, um, mascaras? Cualquiera que fuera la ubicación, era
una catedral majestuosa: techos abovedados, paredes de nichos
intrincadamente adornadas, un montón de candelabros y espejos, suelos
150
de mármol brillante, y toda la historia. En cuanto a mí, estaba toda
emperifollada con un vestido tan extravagante que probablemente valía lo
suficiente como para alimentar a un pequeño país. El vestido era de color
verde lima, de corte tan bajo en el frente que mis pechos estaban
básicamente afuera, paseando por su cuenta. La mayoría de mis rizos
rojos estaban recogidos en un moño alto y mi cuello estaba adornado con
un collar muy pesado hecho de grandes piedras rojas que parecían rubíes.
Antes de que pudiera tratar de tener una idea de lo que estaba pasando,
ya estaba bailando con alguien cuyos rizos rubios hacían que mi estómago
diera una abrupta voltereta. Aunque detrás de la máscara de gato se
escondía la mitad de su rostro, todavía lo reconocía fácilmente. Lucian otra
vez. Y déjame decirte que, para alguien que nunca había tomado una
simple clase de baile de salón, estoy segura de que podía hacer giros.
¿Cómo pude evitar marearme y, posteriormente, vomitar? El más profundo
de los misterios.
Tal como en una película vieja, él dio vueltas y me hizo girar hasta que
hicimos piruetas a la derecha del salón de baile y hacia una gran terraza,
la cual estaba convenientemente desierta. Sin embargo, no se detuvo, sino
que tiró de mi mano, asegurándose de que lo siguiera al oscuro jardín de
abajo. La noche era fría y la luna estaba fuera de la vista. No era
precisamente el mejor momento para dar un paseo por el jardín. Luego me
presionó contra el tronco de un árbol, con la áspera corteza hincándose
dolorosamente en mi espalda a través de la tela fina de mi vestido, y
estaba besándome. ¡Peor aún, mis labios estaban devolviéndole el beso!
Y así fue como yo, Lillian Marie Crane, obtuvo un entendimiento profundo
instantánea e inesperadamente en el tema de la posesión demoníaca. Sí,
podría haber explicado fácilmente el fenómeno, ya que era más o menos
cómo me sentía. Mi mente gritaba: ¡No! ¡Novio de J! ¡No me toques,
sinvergüenza! Mi cuerpo estaba feliz, feliz, feliz y con ganas de más. Mi
boca todavía no hablaba por mí. Y mi instinto advertía en gritos cada vez
más fortísimos que éste seguía siendo Lucian y que lo que estaba pasando
tenía que estar mal en muchos, muchos niveles. Mi voz interior, la del siglo
veintiuno, gritaba: ¡Corre! Sólo que, por supuesto, no podía; estaba
atrapada.
Me sacudió por los hombros. —No... Por favor, ¡te lo suplico! No puedo
vivir…
Y ahí fue cuando todo se volvió borroso. Las palabras de Ryder saliendo de
boca de Lucian, borraron la línea entre ellos y ahogaron mi propia
percepción, hasta que no había distinción que hacerse. Nada más que
labios y piel. Sin lugar para la culpa, ni la conciencia, nada más que una
necesidad dulce y entumecedora.
Mis labios, yo, lo besaron y se sintió bien, familiar, algo que había hecho
antes. ¿Cuál era el punto de cuestionarlo?
Volvió sus ojos hacia el cielo, y al fin entendí por qué mi pasado yo estaba
tan asustado. Esta J del pasado no era una chica simple. Era muy
poderosa. Poderosa en una forma que no podía recordar, y sin embargo
temía más que a nada en el mundo.
Yo morí.
154
Capítulo 15
Traducido por Niii
F
ue en enorme alivio encontrarme de regreso en el siglo XXI, viva y
en el medio de la decoración familiar de mi propia habitación,
aunque todavía estuviera sujetando la mano de Lucian. El contacto
me hizo estremecer, así que lo solté y di un paso atrás, enfocándome en
ocultar los sonidos de jadeo realmente vergonzosos que demostraban
exactamente cuán asustada estaba.
—Lo siento.
—¿Qué fue eso? —pregunté con voz áspera, sonando como guijarros
raspando metal—. ¿Cómo hiciste eso?
Quise ser fuerte y estar lista para pelear con él y con todo lo que había
visto, pero mis piernas temblaban terriblemente. Así que me dejé caer en
la silla más cercana y junté mis manos firmemente en mi regazo. Mi
cabeza sonaba como si un millón de células vibraran amontonadas en mi
cerebro. Cuando Ryder me había hablado de lastimar a la gente que
amaba, había asumido que se refería a romper mi corazón, ¡no a rebanarlo
fuera de mi pecho! No, esto no estaba ocurriendo realmente. Era un
error… una mentira… algo…
—No de esta forma, no. Esta era otra vida. Y no estaba simplemente
mirándola, estaba literalmente ahí. ¿Cómo hiciste eso? —Él dejó escapar
un chirriante sonido exasperado e hizo el intento de acercarse. Cuando
retrocedí instantáneamente, se detuvo, su expresión conteniendo un borde
de dolor.
Él asintió, y ahora, por primera vez, noté los oscuros círculos bajo sus
ojos. ¡Se veía tan agotado! Imágenes de lo que había visto en el pasado,
fragmentos de cómo se sentía el ser sostenida por él se filtraron en la
realidad del presente y algo se retorció en mi pecho. Me recordé que, a
pesar de las tranquilizantes cosas que había descubierto recientemente en
su casa, no confiaba en Lucian. Que, especialmente luego de presenciar la
pelea entre él y Ryder en la tarde, no tenía ningún motivo para creer si
quiera una palabra que saliera de su boca. Canté en mi cabeza una
pequeña letanía y esperé que fuera suficiente para evitar que perdiera mi
enfoque.
—Se suponía que tenía que casarme con tu hermana —suspiró, mirando el
techo—. No quisimos que sucediera, no tuvimos intenciones de lastimar a
Elizabeth. Sin mencionar que yo, por mi parte, no tenía idea de que fuera
una bruja. Cuando nos encontró, conjuró a un monstruo.
Abrí mi boca para hablar, pero solo aire emergió de la parte posterior de mi
garganta. Mi cuerpo era un vacío anestesiado, ya no podía sentir dónde
comenzaba y dónde terminaba. Ni siquiera podía sentir el latido de mi
propio corazón; ¿estaba muerta ya?
Con los hombros caídos, el rostro sombrío, Lucian era un eco de mi propio
irreconocible ser. Tenía una mirada desesperada en sus ojos, y ningún
rastro de su habitual desprecio parecía haber sobrevivido a su confesión.
Sólo un par de veces cuando me había mirado a través de una multitud
había parecido tan tierno. Nunca tan perdido, sin embargo. Podía decir
que le hubiera gustado estar más cerca, pero no quería asustarme otra
vez. Lo más raro era que no podía decidir si eso me ponía feliz o triste.
Se tensó, pero sus ojos se volvieron tan cálidos como un cielo de verano.
¿Era esto real? Imposible de decir a estas alturas. Pero las sensaciones se
arrastraban en mi interior. El zumbido en mis oídos dolía de una forma no
muy de “ensueño”, lo que parecía indicar que estaba completamente
despierta. Lucían, de pie a sólo tres pasos de distancia se sentía muy real,
también, de una forma vagamente inquietante y confusa. ¿Pero el resto?
¿Cómo podría haber estado tan equivocada sobre Ryder? ¿Cómo podía algo
que se sentía tan correcto, ser de hecho, tan equivocado? A menos que no
lo fuera, a menos que Lucian estuviera mintiendo. ¿Pero cómo podría
haberme llevado al pasado, entonces? Tal vez las imágenes que había
157
visto, lo que él quería que pensara era mi pasado, eran falsas. Pero…
¿cómo?
Sólo una respuesta cumplía con contestar las interrogantes. Magia. ¿Tal
vez Lucian era un hechicero? No se sentía como uno para mí.
Una y otra vez giré en círculos en mi mente hasta que me sentí mareada y
agotada. ¿Cuál de ellos era un mentiroso? ¿Quién era yo? ¿Cuál era la
verdad? ¿Estaba a punto de morir? Si era así, y si Ryder realmente estaba
destinado a ser mi verdugo, ¿por qué no había intentado lastimarme aún?
Dios sabe que le había dado muchas oportunidades para hacerlo.
¿Por qué no puede él hablar sobre ello? Quiero decir, intentó decirme
quién eras y casi se ahogó.
—Lo que es más, al emparejarse con ellas, los ángeles le dieron a estas
mujeres algunas habilidades extraordinarias.
—Los Halflings.
—Sí. Las leyendas afirman que eran gigantes y monstruosos y que Dios le
pidió al Arcángel Miguel que los persiguiera y capturara. Que fueran
encerrados en una prisión mística, para esperar hasta el día de su juicio
para ser arrojados al infierno. Pero… —dejó escapar un suspiro y me dio
una mirada directa y abrumadoramente intensa—, no todos los
descendientes eran monstruos. Las mujeres más fuertes, aquellas con
mayores talentos mágicos, dieron a luz a esos Halflings. Humanos, de
apariencia casi ordinaria en el exterior, pero bendecidos con los poderes de
sus padres en el interior. Seres fríos, distantes, temibles. A diferencia del
resto de los de su clase, a diferencia de los monstruos, los Halflings no
160
cometieron ningún pecado que justificara su encarcelamiento. Así que se
les permitió vagar libres, por decirlo de algún modo.
—Una de esas pocas mujeres que dieron a luz a los Halflings era
especialmente mágica. Con muchos dones, y por lo tanto, muy poderosa.
Por eso, su poder no murió con ella sino que fue preservado y heredado
por algunas descendientes femeninas en su linaje. —Inspiró
profundamente—. Este linaje en particular tiene autoridad sobre los
Halflings. Algunas de las mujeres descendientes de su linaje pueden
convocar e incluso doblegar a los Halflings a un dominio mortal por largos
períodos de tiempo.
Puede que estuviera medio loca con todo lo que mis oídos estaban oyendo,
pero lenta, no era.
—Lo siento —me calmó él—. Elizabeth, tu hermana, heredó una enorme y
rara cantidad de poder, incluso para los de tu clase. Y en lugar de
161
liberarlo, pasándolo a una hija o bueno… muriendo, lo encerró en ti.
Mientras la persona con la maldición viva, también lo hace su poder. Sin
haber sido diluido por el tiempo, al margen de factores externos,
terriblemente puro. Cuando ella llamó al Halfling, tu sangre ya estaba
llena de su magia. Y ella lo utilizó, utilizó tu sangre, para atarlo a este
mundo. No permanentemente, como dije, pero abrió la puerta para que él
regrese cada vez que sea tiempo de cazarte otra vez. El resto… ya te dije
que él descubrió por sí mismo que un poco de ayuda de tu magia es
suficiente para permitirle permanecer aquí incluso cuando no esté
cazando. Y cada vez que él obtiene un bocadillo de tu poder antes de
matarte, su agarre sobre el dominio humano es renovado. Obtiene un poco
más de un siglo, otra vez. No puede dejar de cazarte, porque la maldición
lo obliga a ello. Negarse lo enviaría instantáneamente al lugar entre los
reinos otra vez, sufriendo una terrible agonía. Y aun así no te salvaría. El
frío que has sentido últimamente es a prueba de fallos, que golpeará de
inmediato si el cazador no tiene éxito, y te mataría de una manera muy
desagradable y prolongada; no es que vaya a llegar a eso. El cazador
nunca fallará porque regresar al lugar entre los reinos es algo que nunca
hará por su propia voluntad.
¡GOLPE! Tormento. Vivir era cazarme. Humano o no, eso tenía que ser al
menos… inconveniente.
¡GOLPE! Alivio. Yo era la única que podía darle lo que quería. Podía
mantenerlo en nuestro mundo.
—En cuanto a por qué no ha intentado nada aún, tienes que entender que
no puede acercarse a tu poder a la fuerza. Tiene que ser una ofrenda
voluntaria de tu parte. Tienes que dárselo voluntariamente.
—Está jugando contigo porque necesita que te enamores de él. Quiere que
confíes en él. Necesita que le importes.
Capítulo 16
Traducido por kathesweet
E
ra imposible manejar un pensamiento básico con él respirando en
mi cuello, así que lo eché. Se fue tranquilamente, un aire sombrío
oscureció su perfecto rostro y tiñó sus ojos de un color carbón
fangoso. Pero cuando la puerta se cerró detrás de él, aún así sólo fue una
puerta. No me golpeó como un disco arrojado a mi cabeza por un lanzador
gigante, la manera en que me sentía cuando Ryder dejaba la habitación.
Sólo, observar irse a Lucian me llenaba de algo similar al alivio. ¿Pero a
qué se debería eso? Él no me había hecho nada, ¿así que por qué debería
sentirme aliviada de verlo partir? Después de todo, si creía su historia, él
era mi alma gemela, la persona por quién literalmente morí, en repetidas
ocasiones. Seguramente debería haber sentido algo por él. Algo más que
alivio al verlo irse, eso es.
—Adivina qué pasó —rió entre dientes. Para alguien que estuvo a punto de
morir hace sólo una semana, ella seguro sonaba alegre estos días.
J no pareció notarlo.
—¿Qué no es?
Traté de concentrarme.
—¡Lo hice! ¡Le pedí ir al baile! Al que, para tu información, ha decidido que
debería permitirse hacer acto de presencia. ¡Y dijo que sí! —más chillidos
emocionados siguieron.
—¿Dijo… sí?
—Ajá.
—De acuerdo, después de que tú y Ryder se fueran… oh, por cierto, ¿cómo
estuvo tu día? ¿Hablaste con él? ¿Está todo bien?
—¿Complicada cómo?
¡Hmmm!
Locas fue la mejor palabra, decidí. Sí, habíamos pasado una hermosa
tarde juntos y había regresado a casa tan segura de mis sentimientos
como puede estarlo una chica de diecisiete años locamente enamorada de
su novio. El mismo novio que, resulta, podría preocuparse por mi corazón
por más razones prácticas. Razones prácticas del tipo sacarlo de mi pecho.
Eso supone un nuevo giro en mi rollo de locamente enamorada y segura de
ello; quité el final y me quedé mirando la ortografía más honesta de los
hechos. Locura.
—Así de mal, ¿eh? —se detuvo—. ¡Eso es! Voy para allá. Tengo noticias, y
obviamente necesitas hablar, y mamá está fuera con Beau así que mi cena
parece que es mantequilla de maní y jalea ahora mismo. Así que voy.
—De acuerdo.
—Estaré aquí.
Pero todavía era Ryder de quien estaba hablando. Incluso si había algo
pasando entre nosotros, locamente complicado y extraño, no creía que
mentirnos mutuamente también fuera parte del trato. Quizás no podría
decirme ciertas cosas, pero no mentirme. No jugar con mis sentimientos.
¡No maquinar para matarme, por el amor de Dios! Traté de respirar el
dolor en mi pecho, donde lo sentía como si un cuchillo estuviera siendo
retorcido lentamente, justo en medio de mi corazón. ¡Pero no podía
respirar! El pensamiento de que Ryder, mi Ryder, pudiera… ¡No! No podía
desmoronarme. Tenía que arreglar esto de alguna manera. Llegar al fondo
y arreglarlo.
Toda una vida de mantener un estricto control en mis emociones fue muy
práctico. Rechiné mis dientes y respiré, lentamente, hasta que mi pulso
regresó a la normalidad. De acuerdo, todo esto estaría bien, mientras lo
mantuviera unido.
Resultado final, ¿de verdad creía que él podía ser un asesino? ¿El chico
cuyo toque curaba las grietas de mi alma? No. Absolutamente no. ¿Pero
estaba siendo objetiva? ¿Lo había observado y sentido tomar mi vida?
¿Incluso lo creería si lo hacía de nuevo?
Sin una clara idea de cuánto tiempo había pasado tratando de averiguar
las cosas, principalmente como un medio para evitar caerme a pedazos,
eventualmente se me ocurrió que, a pesar de la última hora, mamá y J
todavía estaban perdidas. Aturdida, tomé mi portátil y me arrastré al piso
inferior.
—¿No mencioné que el pacto de limpieza de Miranda iba a ser esta noche?
Automáticamente, repetí.
—Estoy bien. Es solo que J va a venir a cenar, y supongo que ahora tendré
que cocinar.
Cocinar, seguro. ¿Por qué no? ¿Qué mejor manera de recibir mi inminente
muerte que con espagueti hirviendo? El mundo desmoronándose a mi
alrededor, mi novio detrás de mi sangre… eso no tenía importancia. Tenía
el espagueti. Podía hacer que la pasta arreglara mi camino a través de
esto.
—Nos vemos.
170
La línea hizo clic y después quedó en silencio. Después de una mirada a
medias alrededor de la cocina, tuve que admitir que mamá tenía razón; la
pasta parecía la opción más obvia. Penne a la Arrabiata, probablemente,
ya que era fácil de hacer y lo suficientemente condimentada para gustarle
a J.
Menos mal que podía cocinar la salsa con mis ojos cerrados, considerando
que mi mente ponía cero atención en lo que mis manos estaban haciendo.
Me encontré sonriendo ante la comprensión de que lo que había
ocasionado todo el problema era de hecho una historia de amor prohibido.
Aparentemente, alguna tátara-tátara-tátara-tátara-abuela mía se había
enamorado de un ángel y viceversa. A causa de su enlace yo estaba en esta
posición hoy. Y quizás no debería haber sonreído, pero siempre he sido
fanática de los romances condenados.
Era sólo ahora que las implicaciones de esto caían sobre mí. Mi ancestro
tuvo algo con un ángel; como resultado, se había convertido en bruja. Su
magia, la que él, el ángel, le había dado, era pasada a través de
generaciones y, debido al maleficio, ahora la mayoría vivía en mí. Sólo que
no era magia en absoluto, ahora lo entendía. Venía de él, del ángel. Era
divina hasta el centro. Eso significaba… ¿yo también era parte ángel?
Pequeñas estrellas azules flotaron ante mis ojos. ¡Esto no estaba
pasándome! ¡No, debía haber algo mal! No podía ser, ¿cierto? Detuve a mi
cerebro de tomar otro paso firme ante la necesidad de investigar el tema
primero. ¿Qué sabía sobre ángeles? Un gran y gordo nada. Investigar me
salvaría, sin duda. Eso probaría que Lucian había mentido, o que yo
estaba equivocada asumiendo que mis poderes tenían algo que ver con
ángeles rebeldes emparejándose con mujeres mortales y una de esas
siendo encontrada en mi propio árbol genealógico. Con suerte, probaría
que todo esto no tenía sentido. De lo contrario, no me gustaría mi
pronóstico. “Pecados de nuestros antepasados” y etc.; eso ponía todo el
concepto del karma completamente en una luz nueva. Quizás estaba
siendo castigada, sólo que no por mis errores.
Capítulo 17
Traducido por Susanauribe
“
De la unión ilícita” un sitio web afirma, refiriéndose al apareamiento
entre los ángeles rebeldes y mujeres mortales “resulta el vástago, el
cual a menudo es llamado abominación. Los monstruos gigantes eran
carnívoros y cuando terminaban de consumir a los demonios y desalmados
que se atrevían a oponerse a ellos, combatían entre ellos”.
Era tarde para el momento que terminé de buscar los reclamos de Lucian.
Tenía la sensación de bajar el calor debajo de la salsa en algún punto y el
173
Penne todavía estuviera esperando para sumergirse en el tazón de agua
que estaba hirviendo suavemente.
—¡J!
Con una mano alejé un poco de pelo manchado de sangre cubriendo parte
de su rostro. Hasta que encontré un gran y abierto corte, sucio y todavía
sangrando. Con la otra mano, agarré el teléfono y marqué el 911.
—Sí, ¿hola? —luché por controlar mi voz—. ¡Mi amiga está herida!
Mentí.
—Estás equivocada, J. Ryder estaba aquí. Sólo se fue hace unos minutos.
Capítulo 18
Traducido por: Xhessii
M
ientras espero que a J la cosan, miento un poco más, a nada
menos, que al Sheriff Robinson, luché contra la incontrolable
urgencia de encontrar un sacerdote y confesarle mis pecados.
Mira, fue algo así: cuando J se desmayó en mis brazos, vi lo que pasó. J
estaba manejando y estaba girando la última esquina rumbo a mi casa
cuando un venado saltó por delante del carro. Incluso más extraño, no se
movió. Maldita cosa, todo hermoso e inofensivo, sólo se paró ahí,
bloqueando su camino. Así que J salió del carro y caminó hacia él, hasta
que fue agarrada por detrás. Un trapo húmedo cubrió su boca y su nariz,
olía dulce, como alcohol y acetona, y casi inmediatamente se sintió
desvanecer. Aún así, mientras luchaba, se las arregló para girar, pero de
alguna manera se desplomó en el suelo, donde, desafortunadamente, su
frente se golpeó contra una roca de borde afilado. Pero justo antes de que
perdiera la consciencia, se las arregló para ver un poco a su atacante.
Había sido Ryder, lo vi claramente.
Así que, ¿por qué entre todas las cosas cuerdas del mundo lo protegía?
¿Por qué mentí sobre la herida en la frente de mi mejor amiga y al Sheriff
Robinson sobre el paradero de Ryder en el ataque? Después de todo, ver se
supone que es para creer, ¿verdad? Y había visto a Ryder atacar a J, sin
duda alguna. Pero… había una diferencia sutil, casi imperceptible entre
176
todas las imágenes que miré y sobre el rostro de Ryder. Era casi como una
niebla, como un fino velo sobre sus rasgos. ¿Lo imaginé? No,
absolutamente no. ¿Significaba algo? No tengo idea. ¿Debí haberle mentido
a todos por eso? No, no, y otra vez no; consecuentemente, mi urgente
deseo de encontrar a un sacerdote y confesarle todo lo que he hecho
aumentó.
—¡No seas idiota! —me regañé—. ¿Por qué querría herir a J? ¿Podría hacer
alguna vez algo como eso?
Mi carcelera y mi libertad.
Te pertenezco, completamente.
178
Giranen mi cabeza, más y más rápido, hasta que no estoy simplemente
asustada, sino también con náuseas.
La puerta se abrió.
¡Y, Dios, era una visión! Una playera blanca y jeans decolorados, descalzo,
tenía el cabello suave, despeinado y esponjado. No podía quitarle los ojos
de encima, no podía respirar, no podía moverme. Él me gritaba “hogar”.
¡Yo era el hogar! Lo sé.
Así que, en lugar de hacer lo que había previsto, yo, como si estuviera
perfectamente cuerda, como la criatura equilibrada que era, me tiré en sus
brazos antes de que alguno de nosotros dijera una palabra. E incluso
cuando sólo había estado unos cuantos momentos, el contacto me estaba
consumiendo.
¿Yo? Todo estaba pasando en cámara lenta. Puse mis manos en su pecho
y lo empujé, luchando por liberarme de él, todo mientras me giraba y
contorsionaba, luchando por encontrar un ángulo que me permitiera ver
más allá de él, y la alta figura.
Y luego…
Ella vino a la puerta, abriéndola más, permitiéndole a mis ojos tomar todos
los detalles que podía. Extrañamente, no era el hecho de que apenas
estuviera cubierta por esos shorts y esa camisola lo que más me
179
molestaba. No era que tuviera las piernas más largas que un sueño —del
tipo Barbie—. O que su largo cabello rubio fuera tipo comercial de
televisión, o que sus ojos fueran tan azules que hacíaque las aguas del
Caribe fueran descoloridas en comparación. No, no era el hecho de que ella
fuera algún tipo de maravillosa modelo comparada conmigo.
—¡Suéltame! —gruñí.
—Debí haber llamado —dije con voz calmada. No tenía idea de dónde vino
eso.
Oh, sí, su abogada, ¡mi cola! Aunque realmente no dije niuna palabra, mi
cara debió haber reflejado un montón, porque incrementó su agarre en mí.
Cuando pasó eso, Ryder finalmente me soltó. ¿Corría? Sí, era una
fabulosaidea, si tuviera doce años, pero desafortunadamente no. Así que
me quedé y en cambio le di una mirada más de cerca a Blondie. Sí, todavía
era magnífica, pero tenía unas finas líneas de expresión en las esquinas de
sus ojos. ¿Cómo me perdí eso? Así que o Ryder se estaba convirtiendo en
Ashton o me estaba diciendo la verdad. Porque una cosa segura, era que
180
Blondie no era una adolescente. Aparte de eso, los shorts y el top no era lo
que yo llamaba un atuendo de abogado.
Más pequeñas perlas de risa. Bueno, ella no era del tipo molestoso de “me
duele el cuello”.
—Sí, tienes razón. Tiene diecisiete —hizo una pausa—. Desde hace
muchos, muchos años.
El “¿qué?” nunca salió de mi boca, porque Ryder puso final con su pie en
el suelo y rompió nuestra maliciosa explosión.
A los chicos de mi edad les importaba el Xbox, las chicas desnudas y las
fiestas. Eran superficiales, egoístas e impacientes. Ellos no se
comportaban como Ryder. Pero… tal vez los Halfling lo hacen. De hecho
las criaturas inmortales en los que su linaje se remonta a los verdaderos
ángeles de seguro lo hacen. Podían tener magníficas mujeres mayores que
rogaban su perdón. Podían tirarse de los balcones sin romperse nada.
Podían tocarme sin causarme dolor.
182
Podían hacerme pensar y sentir cualquier cosa que quisieran. Para lo que
sea que me necesitarán. Ellos… ellos… él… todo encajaba.
Capítulo 19
Traducido por Alba M. Grigori y Adrammelek
P
or segunda vez en la noche, quise huir. Correr tan rápido como mis
piernas pudieran llevarme.
Inhalo profundamente, luego dejo escapar un sonido roto que coincide con
el nivel de terror como un contratiempo de ensueño. Mis ojos corren entre
los dos, queriendo hablar, pero totalmente no recuerdo cómo. No hay
palabras. Ninguna. No hay nada.
—¿Por qué no me pongo algo menos casual y paseo por el senderoun rato?
He oído que caminar de noche por el bosque tiene ventajas terapéuticas.
Su sugerencia fue recibida con un total de cero interés, quizá porque todo
su enfoque parecía estar encaminado a mantener mi mirada fija. Sin
querer, retrocedí un paso y luego me pregunté si me perseguiría. ¿No
había decidido huir aún? No podía recordarlo. Fue como si alguien tomara
mi cerebro y lo colocará en una licuadora de alta velocidad. Mi mente era
una maraña de callejones sin salida.
184
—Tú no envejeces, tú... no mueres —finalmentesusurré, retrocediendo otro
paso más.
¡Bueno, Duh! ¡Eso no lo hubiera hecho todo más fácil! Si nunca lo vi venir.
Nunca lo vi venir.
¡Su cuerpo estaba tan caliente contra mi espalda! Tan familiar, real y
fuerte. Juraría que su corazón palpitaba tan fuerte, que casi ahogaba el
sonido del mío.
Y se movió lejos.
Las imágenes que tomé de su mente, ¿habían sido reales? Porque lo vi, a
través de sus ojos, agarrándola. A lo mejor era que no quería hacer frente
a la verdad. ¿Todo había sido sólo sugestión?
Pero, ¿realmente eso fue, un efecto secundario? Tal vez. Había sido una
noche extraña. O tal vez estaba perdiendo mi toque. Pero, en todo caso,
significaba, que no tenía la energía para empujar más. Aceptar la verdad
acerca de Ryder dolía tanto, que habría hecho cualquier cosa para
demostrar que era errónea, lo que probablemente estaba haciendo.
Tentando a la suerte.
Capítulo 20
Traducido por Polilla
L
ucian estaba en su forma mortalmente sexy habitual en él. En otro
de sus atuendos típicos que consistía en pantalones, una camisa
rosa pálido debajo de un chaleco abotonado, una corbata delgada
morado real, y la infaltable chaqueta al estilo británico, se veía descansado
y fresco. En la esquina de su boca, una azulada cicatriz fina era el único
indicio de que unas doce horas antes había estado en una pelea. Era una
buena vista, admití a regañadientes, y no tenía nada que ver con sus
innumerables atuendos de muy buen gusto, no obstante impresionantes, y
aún más maravillosamente modelados.
—Ni siquiera voy a preguntarte cómo sabías que estaba aquí, pero sólo
para ser claros: ¡lo que hago, a dónde voy, y cuya cabecera elijovigilar no
es asunto tuyo!¿Lo entiendes?
—Una vez más—le dije, cruzando mis brazos sobre mi pecho—, ¿qué estás
haciendo aquí?
Mi tono, filoso como una navaja, lo atravesó. Con una sonrisa como el gato
de Cheshire, gesticuló vagamente hacia mi derecha a la fila de sofás
revistiendo el corredor.
Si no hubiera estado tan cansada, le hubiera dicho que no, y eso sólo me
sacudió más, porque…exactamente, ¿qué tenía en su contra? No me había
hecho nada.
Ah Ryder de nuevo.
Katherine era la chica que había empezado todo esto. Ella era yo. Pero
mientras nadie me llamara Katherine, todavía había una cierta distancia
entre nosotras. Todavía tenía tiempo.
—¿Por qué dices eso, Katherine? Si no te conociera mejor, diría que estas
celosa.
De pronto luce sombrío, con los ojos clavados en los míos de la forma que
siempre lo hacían, como si el interminable azul fuera de pronto sólido.
Dedos. Probó con sus ojos, pero mi piel sintió dedos reales deslizándose a
través de ella. Los tentáculos azules me dieron un nuevo jalón y respondí
moviéndome un poco más lejos de él. Me estaba quedando sin aliento.
Sedosamente, dijo: —No tengo que soñar nada, Katherine. Recuerdo una
época cuando te ponías celosa si tan sólo miraba a alguien más.
Tosí sin necesidad, para reparar mi voz, la cual estaba perfectamente bien.
—¿Qué?
—Me imagino que todavía siente el jalón de magia que una vez le
perteneció. Siempre y cuando renazca al mismo tiempo que tú, no podrá
resistirlo. Tu poder la atraería hacia ti. Hacia eso. Como una especie de
lazo. Como una cuerda.
No tenía que admitirlo, no ahora, ni nunca, pero por alguna razón, cuando
abrí mi boca y traté de mentir, nada salió. Y él tomó ventaja de eso,
moviendo sus palmas abiertas sobre una de mis manos, las cuales
estaban agarrando el borde del sofá con tanta fuerza que mis nudillos
estaban blancos. Suave calidez, picando ligeramente, se extendió a través
de todo mi brazo. Se sintió bien, tan bien, que no podía siquiera imaginar
no alcanzar su mano para tomarla.
Por una vez agradecí que en vez de insistir en el asunto él hubiera elegido
directamente burlarse de mí, me apresuré a cambiar de tema.
—¿Cascarón? J no es…
—Me refiero que sólo luce como Elizabeth, pero eso es todo—dijo, con las
manos levantadas en el aire—. Almas completamente diferentes. Una
mejor también, probablemente.
Sin querer, me estremecí ante eso. Ante la tristeza detrás de sus palabras,
ante la soledad, el dolor brillando débilmente en sus ojos.
Palabras, recortadas con alarma, pasaron a través de mis labios antes que
ninguno de los dos pudiera pestañear.
No por supuesto que no lo hacía. No tuvo nada que ver con eso. Entonces,
no estaba teniendo ningún sentido. ¿Y qué?
Traté de hablar.
—Eso es…
Pero me interrumpió.
Me dio otra mirada de soslayo, sus ojos reluciendo con fría cólera y algo
parecido a decepción.
—Te guste o no—añadió en tono bajo, moderado—, soy el indicado para ti.
El hecho de que tengo que estar aquí explicándote esto…
—Yo…
Me senté ahí pensando tontamente: ¿Por qué? ¡Si hoy no he sido la abeja
más ocupada! Entonces aparentemente, era una auténtica bruja, con un
linaje que se remonta a un grupo de ángeles rebeldes.
Sí, todavía estaba segura de mi amor por Ryder, pero eso no cambiaba
nada. Todavía iba a morir. En sus manos.
199
200
Capítulo 21
Traducido por Liseth_Johanna
B
alanceando una humeante taza de café sobre el pastel de manzana
de Drake en una mano y un paquete de maní butter&cheese de
Austin bajo una segunda taza de café en la otra mano, Lucian me
dio una avergonzada sonrisa.
—J dijo eso.
—No tengo idea —admitió él—. Es tu mejor amiga, pero además de eso, es
irrelevante. Para él, para nosotros, para toda la situación. Luce como
Elizabeth, pero sólo por fuera. No es mágica. No tiene sentido que él la
haya visto como una amenaza.
—Yo… no… —Él siguió sacudiendo la cabeza, sus ojos amplios y salvajes,
brillando como un par de lágrimas con forma de almendra.
202
Con nuestras narices pegadas contra la ventana, observamos al doctor y a
las enfermeras intentando ayudar a J. El sonido altamente chillón se
detuvo. Ella sólo lucia dormida, pero el nudo en mi estómago me dijo lo
contrario. Un sudor frío se filtró por mi columna vertebral mientras
esperaba, inmóvil, que alguien me explicara qué estaba pasando. Toda la
cosa parecía irreal.Pero no lo era. Algo horrible estaba sucediendo. Y todo
era mi culpa.
—¿De nuevo? —Lucian estaba afligido al verme temblando una vez más—.
¿Dos veces en la misma noche?
—¿Q-q-qué…es-estás…?
Puede que él haya dicho o no esa última cosa, era difícil de decir a este
punto. Luché para mantener los ojos abiertos. Su energía y aquellos
incansables tentáculos azules conectándonos ya estaban haciendo su
magia. Era como si me hubiera tropezado en un incendio abierto después
de andar torpemente a través de la nieve y el hielo por días. Mi cuerpo se
relajó instantáneamente, haciéndose perezoso y suave. Dedos, decenas,
203
cientos, o quizás miles de ellos, me trajeron de vuelta a sentir, pulgada por
pulgada, arteria por arteria. Y entre más duraba, más difícil se hacía
considerar apartarlos.
Tal vez si sólo cerrara mis ojos por un segundo. Podía hacer eso, ¿verdad?
Sólo una pequeña siesta.
** *
—No. Gracias.
La alerta me inundó.
Sostuve el aliento.
—¿Qué hago?
Con los ojos brillantes como si tuviera fiebre, cuadró los hombros y
respondió en un ritmo entrecortado.
—Eso, no lo sé. —Abrí la boca para protestar, pero continuó antes de que
pudiera hablar—. Pero imagino que tendrías que preparar una poción de
alguna clase.
—Posiblemente.
Miré por la ventana en donde el día estaba abriéndose paso gentil pero
notablemente.
—Rayos, ya es de mañana.
—¿Y?
—Y, sólo puedo trabajar en la noche. Probablemente tengo las plantas que
necesito en casa, pero la mezcla sólo funciona si la preparo en la noche.
—Esta noche.
—Tienes que tener cuidado, Katherine —urgió él—. Lo que estas a punto
de hacer es exactamente lo que él necesita. Una probada voluntaria, de tu
poder.
—En el pasado, cualquier hechizo que alguna vez se hiciera, uno que
involucrara tu sangre, eso es… no sé cómo explicártelo. Una enorme
ráfaga de poder se libera cuando sangras por voluntad propia con la
intención de salvar la vida de alguien. Potentes fuerzas entran en marcha.
Estás a punto de ir en contra de La Parca, Katherine.
El suelo pareció deslizarse por debajo de mí. Me agarré al borde del sofá y
cerré los ojos por un segundo, pidiendo al mundo que dejara de girar tan
rápido. Cuando los abrí y eché un vistazo al rostro congelado de mi amiga
una vez más, vi más que sólo un terrible tubo saliendo de su boca. Vi
sentido.
—Así que eso es por lo que él fue tras J. Este era su plan todo el tiempo.
—No si no quieres que sea así. Todavía puedes… no tienes que hacer el
hechizo, sabes. Retrasarlo debería mantenerte a salvo. Al menos, por un
tiempo.
Capítulo 22
Traducido por kathesweet (SOS) y Niii (SOS)
D
ejé a Lucian en el hospital y, después de prometerle ser cuidadosa
y correr a la otra acera si veía a Ryder, me fui a pasar mi último
día en la Tierra. Debería haber estado aterrorizada; sólo estaba
asustada. Nadie sabe cuándo él, o ella, morirá; supongo que es lo
desconocido lo que asusta a todos tanto. Sin embargo, difícilmente es mi
caso; tenía conocimiento sólido del “cuándo” y el “por qué”. Seguro, todo
era una locura hasta cierto punto, pero había un significado que podía
extraerse de esto. No sólo no moriría por nada, a diferencia de la mayoría
de las personas, sino que ni siquiera me tomaría por sorpresa. Y, como
valor añadido, iba a pagar de la misma manera que había vivido: con una
gran explosión sobrenatural. ¿Morboso? Probablemente. Pero entonces,
¿quién no se volvería un poco morboso con menos de veinticuatro horas de
vida?
Tenía que decirle sobre J. Pero, ¿cómo lo haría sin mirarla? Porque
encontrarme con sus ojos sin estallar en lágrimas parecía imposible.
Apretando mis dientes me giré lentamente, escogiendo un lugar justo bajo
su barbilla y cuidadosamente evitando mirar sobre éste.
Papá.
—En realidad, Lillian Marie está despierta también, así que te pondré en el
altavoz, ¿de acuerdo?
Así lo hizo antes de que pudiera intentar lograr una salida de emergencia.
—Buenos días, pequeña. —La voz de papá llenó la cocina—. ¿Y cómo están
mis chicas en este día encantador?
—Hola, papá. Estamos bien. ¿Cómo está tratándote la vida por allí?
—Sin quejas. He estado ocupado con este nuevo cliente sobre el que te
conté la semana pasada.
—Algebra, ¿eh? Bueno, tal vez tu viejo pueda darte una mano con eso este
fin de semana.
Sarcasmo. Su especialidad.
Mi garganta se apretó.
Observé las lágrimas correr por mis mejillas, como arroyos sin fin. No
lloriqueé. No hice ningún sonido. Cuando estuve lista para hacer frente a
mamá otra vez, me eché agua fría en la cara, cepillé mis dientes
mecánicamente, y respiré profundamente. Entonces me dirigí hacia la
cocina nuevamente.
Por suerte, ella no era tan frágil como parecía. No pasó mucho tiempo
antes de que entrara en acción como si estuviera siendo impulsada por
docenas de baterías Duracell porque, al igual que yo, ardía con la
necesidad de hacer algo al respecto. Algo concreto. Por supuesto, siendo
ella, eso significó armar un paquete de cristales de sanación, incienso,
algunas de mis velas,y de inmediato dirigirse al hospital, intentando
asesinar a quien fuera que se atreviera a prohibirle llenar la habitación de
J con toda su parafernalia Wicca. ¡Dios ayudara al tonto que se le cruzara!
Pero supongo que todos los milagros tenían un precio. ¡Y Dios sabía que
había compartido mi cuota suficiente de ellos! Las vidas que había
salvado, las personas que había sanado, las familias que había vuelto a
214
unir —toda mi vida adulta se había basado en sembrar esperanza donde
antes no había ninguna. A mi manera, había intentado y realmente había
hecho del mundo un mejor lugar. Incluso llegué a besar a un chico.
Milagros… me regocijaba por completo en ellos.
Pero nada venía de forma gratuita; el mundo caería en un caos total sin
esa clase de balance. Una parte de mí ni siquiera estaba sorprendida de
que ya fuera hora de pagar la cuenta.
Capítulo 23
Traducido por Dangereuse_
A
pesar de que mamá salió volando por la puerta, decidí no
malgastar mis últimas horas durmiendo. Sin embargo, comprobar
mis suministros, era un consejo que merecía la pena. El inventario
reveló una amplia cantidad de lavanda, salvia, incienso, aceite de clavel,
eucalipto, y diversas bayas de modo que cubría prácticamente todo lo que
necesitaba. Agujas de pino fresco y agua de primavera, apunté
mentalmente, y estaría todo listo. ¿Daría de verdad con la mezcla? Nunca
hubo una fórmula mágica que pudiese seguir, ningunas instrucciones en
algún libro mustio y viejo mantenido oculto en el ático. Sólo estábamos mi
mente, mi sangre y yo. Siempre lo habían hecho muy bien; con suerte,
tampoco me abandonarían ahora.
Una de las cosas que siempre hice antes de montar una nueva fórmula fue
pasar algo de tiempo sola. Además, quemaba un poco de incienso,
normalmente resina y benzoína25, porque me ayudaba a despejar la mente.
Supuestamente impulsaban las habilidades psíquicas, pero no sabía nada
de eso. Principalmente, sólo me gustaba cómo olían.
Mientras que la larga ducha se llevó las lágrimas, no lo hizo mucho con el
miedo, el cual esperaba secretamente que se fuese por el desagüe,
también. Cuando fue el momento de vestirme, permanecí delante del
armario pensando que nadie había escrito nunca un libro acerca de la
ropa adecuada para llevar el día en el que mueres. Intenté encontrar mis
pensamientos graciosos en su morbosidad, pero no apareció ninguna
sonrisa. Supongo que realmente no quedaba nada divertido en la chica
divertida, después de todo.
Pero mientras alcanzaba unos jeans, me detuve. No, pensé, negando con la
cabeza, nada de esto hoy. Nada de jeans, nada de sudaderas con
capuchas, nada de ropa holgada,nijuvenil. Se acabó intentar ser invisible.
Era mi oportunidad de dejar que el mundo me viese como era, una chica y
una bruja, ninguna de las cuales parecían tener mucho futuro, por
desgracia. ¿De qué servía seguir escondiéndose?
Fue entonces cuando escuché por primera vez la moto. El estruendo del
motor se hacía cada vez más fuerte hasta que pude oírlo justo debajo de
mi ventana, donde se detuvo. Tres segundos después, el timbré sonó
insistentemente. No me moví. La chica del espejo parecía petrificada, con
los ojos ampliados y brillantes de lágrimas, sus manos amasando
nerviosamente los pliegues de la falda, con la boca abierta en un sollozo
mudo. Ya apenas me reconocía.
Gimiendo, me mordí los nudillos y pegué las rodillas con más fuerza a mi
pecho. El corazón me retumbaba en los oídos.
Incluso después de todo lo que había hecho y todo lo que haría a J, a mis
padres y a mí, todavía anhelaba su cercanía. Su toque y la paz que sentía
cuando me besaba. Anhelaba sentirme entera otra vez. Ser arreglada por
él.
Cuando el empuje vino a arremeter, nunca le habría dicho que no. Nunca
habría dejado de amarle, tampoco, incluso mientras soltara mi último
aliento. Esta noche, mientras me adentraba en la innecesaria trampa que
inteligentemente me había tendido, iría amándole todavía.
Tan rápido como mis desgastados pies podían llevarme, bajé por las
escaleras, arrepentida por no seguir el consejo de mamá de descansar un
par de horas. Tomando una chaqueta de mezclillaligera de la sala de estar,
seguida de las llaves del auto, abrí la puerta de una forma tan brusca que
las bisagras crujieron, quejándose en señal de protesta.
Capítulo 24
Traducido por kathesweet
E
n su defensa, Mary Kate se veía muy parecida a una abogada esta
vez con un traje de pantalón negro y una camisa de seda blanca.
Por supuesto, la cosa estaba tan hermosamente cortada, que el
efecto era, una vez más, asombroso. En cuanto a sus tacones aguja
Christian Louboutin, bueno… imagínate la imagen.
Sonrió.
¡Ahora bien! Supongo que eso explicaba la vibra aristocrática con la que
vestía igual que algún perfume caro. Tenía dinero viejo. Por supuesto, gruñí
internamente.
—Hay unas cosas inusuales sobre William Kingscott, Lily. A pesar de vivir
tan modestamente, vive completamente. Muy activamente. Mi familia le ha
seguido la pista desde el Tíbet a la India, desde Suráfrica hasta el Este de
Europa. Donde sea que haya un tsunami, un terremoto, un tornado, o
generalmente donde haya personas heridas, allí está él. Siempre en las
líneas frontales, ofreciendo más que sólo dinero, la clase de alivio que uno
puede dar sólo con sus propias manos. Algunas veces, desapareció en
algún monasterio solitario, pero nunca descansaba por más que un par de
meses. Luego volvía a hacerlo otra vez.
—No un Boy Scout, sino una persona muy inteligente y preocupada. ¿Te
das cuenta que posee al menos media docena de títulos legítimos? ¿Qué
también es abogado? Doctor y…
Sus ojos azul Caribe me miraron de una manera tan dirigida que provocó
que me encogiera.
223
—Bien —respondió fríamente—. Quieres la versión corta, aquí está. En
nuestra opinión, dos cosas hacen a William Kingscott verdaderamente
extraordinario. Una, no tiene edad. Y dos, nuestros registros muestran que
tres veces durante los pasados siglos hizo unas disposiciones legales que,
en caso de su muerte, todo lo que posee debería pasar automáticamente a
una mujer. Marion Frost fue la primera, Sarah Manbeck la que siguió.
¿Puedes adivinar quién podría ser la tercera beneficiaria?
—Hay mucho contacto entre nosotros, Srta. Davis. —Me obligué a sonreír.
Ella me ignoró. —¿Entonces por qué debería dejar una fortuna para cada
una de ellas? Curioso, por decir lo menos. ¿Pero sabes qué es incluso más
curioso, Lily?
La miré al otro lado de la mesa de café, pero supe que mi cara era dura. Lo
que sea que estuviera esperando obtener por soltarme esto, no iba a
obtenerlo. —¿Hay un punto en esta historia, Srta. Davis?
Casi podía sonreír en este punto. —Le contestaré eso, si me contesta esto.
¿Cuál es su interés en él?
Me miró a los ojos de frente. Una sola palabra salió de su boca, cortada y
firme: —Personal.
Sentí mis labios adelgazarse con ira. Celos. Y cualquier otra emoción
igualmente desagradable que quemó el interior de mis ojos como derrames
venenosos. Y entonces, de alguna manera, mi mente también se puso a
trabajar. Sí, Mary Kate Davis era hermosa, sofisticada y lista, pero hombre
¡era fría! Allí sentada en frente de mí, habiendo llegado a la conclusión por
ella misma que estaba a punto de morirme, pero aun así preocupada por
sus propios intereses. Sólo estaba preocupada por saber si la persona de la
que se sentía atraída era un asesino. Me obligué a mirar más allá de esta
noche, más allá de lo que sucedería, más allá de mi muerte. ¿Quería que
Ryder estuviera solo? Mi corazón se rompió con eso, pero la verdad
permaneció. No, no quería eso para él. Sabía por experiencia cuánto
apestaba la soledad. ¿Pero quería que se involucrara con un tiburón como
Mary Kate Davis? Ni en un millón de años.
Mis labios se movieron para revelar mis dientes apretados, que descubrí
ante ella mientras siseaba. —Ryder es mi novio. Lo amo muchísimo. Y esa
es la única respuesta que va a recibir.
Sus fosas nasales llamearon con ira, pero no podía haberme importado
menos. Mary Kate Davis era el menor de mis problemas. La vi ir a la
puerta con un silencio intenso y luego sin decir adiós se apresuró a
cerrarla detrás de ella. Sólo entonces me permití acostarme en el suelo y
enfrentar realmente a la última información. Averiguar todas esas cosas
sobre Ryder dejó mi pecho pesado con el conocimiento, e incluso con más
emociones contradictorias. Mi asesino era verdaderamente un ángel. Un
ángel de misericordia, en cuanto a lo que el resto del mundo concernía.
226
¿Cómo podía odiarlo?
¿Cómo no podía?
227
Capítulo 25
Traducido por Vettina y Alba M. Grigori
A
fuera de la habitación de J, Mamá gritaba como una loca.
—Ah, Lillian Marie, ¡bien! —gritó, a manera de saludo—. Debes ser testigo
de mi persecución.
—Se metieron en una pelea terrible —prosiguió, sus ojos me buscaban con
atención.
—Fueron afuera, así que no escuché todo. Pero estoy segura que era sobre
ti. Escuché tu nombre varias veces. Además, ¿alguien llamado Katherine?
—Es complicado.
230
Desde que tomó eso con un sonoro resoplido, lo intenté más fuerte.
—Ryder es mi novio.
Con una mirada herida en su cara, apartó los ojos, mirando a la cama J de
nuevo.
Tragué.
Si tan sólo supiera cuan más grande las consecuencias realmente eran.
Pero no cambiaba nada; el corazón sabe lo que el corazón quiere.
—Por supuesto que sí, cariño. Por supuesto que sí —dijo, rápidamente
poniéndose de pie y saliendo de la habitación.
El tallo era largo y liso, sin espinas o las hojas que brotan de él, así que
estaba sorprendida cuando, de repente, una espina apuñaló mi dedo.
Enderezándome, vi la única gota de sangre que caía hasta el suelo de
mármol, maravillada por la forma en que parecía crecer y cortar a través
de la extraña, esponjosa luz, creando un vacío mientras caía.
—¿J?
Sin levantar la vista, dobló mi mano en la suya, que estaba helada, y luego
la habitación a nuestro alrededor había desaparecido y estábamos en otro
lugar. Reconocí la corriente; era donde a veces íbamos, si el clima era
bueno, cuando estábamos decaídas, o cansadas, o simplemente aburridas.
En el mundo real, las dos amábamos este solitario parche de bosque.
—Lo siento por las funciones de teatro del Anillo —se rió—. A veces es
difícil controlar la configuración, ¿sabes?
—¿J? —presiono.
—¿Dónde estamos, J? ¿Cómo estás? ¿Tú eres la que está haciendo esto?
—¡Duh! —ella rió de nuevo, tronando sus dedos. La sombra de los árboles
creció por encima de nosotras. Creció más gruesa, por lo que los rayos de
sol no lo penetraban ya. La sombra se sentía suave y tranquila.
Ella se rebeló.
Una escalofriante ráfaga de viento aulló a través de los árboles y ella tiró
de mis manos, acercándoseme.
—¡Él no es quien crees que es! —chilló, sus ojos quemando ferozmente.
—Yo sé…
—¡No! —interrumpe, apretando mis dedos tan duros que yo hago una
mueca de dolor—. ¡No debes hacerlo! ¡Tú no debes sacarme!
—Elizabeth —susurré.
Se filtraron lágrimas en su rostro y ella miró hacia atrás, a mis ojos, con
una tristeza que sentía como la cosa más antigua jamás de la que he
estado cerca.
—¡Shh! —me detuvo—. Lo que hiciste fue humano, algo que ha sucedido y
va a suceder, una y otra vez. ¡Pero lo que hice fue imperdonable! Una
aberración, soy la mala de los hechos. Merezco mi destino plenamente.
Tomó mis manos otra vez, fuertemente, con sus ojos mirando a su
alrededor el bosque tormentoso como los de un animal maldito. Como una
presa. Con miedo.
235
—¿Qué está pasando?
—Yo no he dejado mucho, pero te lo que tengo que dar, libremente y con
todo mi corazón. —Subió la cabeza y gritó—. Sangre de mi sangre, ¡me
oyes! Encuéntrala. ¡Abre su mente!
Una luz blanca grisácea nos cubrió como una nueva capa de piel, pulsante
y tarareando como si estuviera viva. A continuación, con nuestros ojos
bloqueados nuevamente, vi la luz moviéndose, inundándome y sentí algo
parecido a fuego líquido, conocimientos y secretos de los que no tenía
ninguna esperanza de desembarazarme. Poder. Magia, de lo que había sido
y fue, y lo que podría llegar a ser una vez más, todos vertiéndose y
fluyendo dentro de mí.
—¿Por qué?
Suspiró.
—Si sólo…
Por suerte, todo lo que quería añadir consiguió cancelarse por la llegada de
mamá.
237
—Oh, qué bueno, estás levantada —pronunció, tan pronto como llegó a
través de la puerta—. Es la hora —asintió con la cabeza hacia las
ventanas, donde, mientras tanto, el sol había caído completamente en el
horizonte.
—Sí, lo es.
Estuve de acuerdo con ella, y aunque fue difícil, sonrió. Por última vez la
miré fijamente y luego a la cara pálida de J, di la vuelta, lista para salir,
238
cuando me di cuenta de que Lucian esperaba en la puerta. No se elevaba,
ya que era una cosa ridícula Ya que, teniendo en cuenta que no podía
haber disminuido en las últimas horas. Era el mismo chico atlético, alto,
pero algo dentro de él parecía roto. Si fuese posible, parecía como... frágil.
—Estoy yendo contigo —anunció, con sus ojos azules brillantes más
agudos de lo habitual, todo testarudez.
¡ARGH!
—Tengo mi coche.
Capítulo 26
Traducido por Akanet y Caamille
H
asta que estuvimos a las afueras de la Clínica Rosemound,
ninguno dijo alguna palabra. Es lo que parecía como un patrón a
estas alturas, el silencio entre nosotros era ensordecedor. Era
denso, como bloques de concreto lloviendo sobre nosotros.
Pero incluso en la luz tenue pude ver brillando sus ojos azules, volviéndose
oscuros, enfureciéndose. Él estaba enojado. Oh, bueno, justo lo que
necesitaba.
—Para hacer esto de nuevo. Perderte. No puedo... es... que necesito más
tiempo para...
Las lágrimas burbujearon bajo el tono feroz. Entonces miré su cara, esos
rasgos cincelados que me recordaban a una estatua griega y a los dioses
del Olimpo. Cada centímetro de él estaba perfectamente curvado, lleno y
sin grasa. Sus ojos... el color pudo haber sido nombrado por sus ojos, tal
vez en francés: le bleu de Lucien. Él era devastadoramente hermoso.
241
¿Cómo podría alguien mirarlo y no sentir la más pequeña de las chispas?
Negué con la cabeza, resignada. Chica rara, qué puedes hacer, yo debería
ser la única inmune a sus encantos. Sí, él era caliente. ¿Y qué?
—¡Auu!
Hasta que... lo hizo. Sus dedos aún entrelazados con los míos fueron el
primer detalle que noté. Y cuando eso sucumbió, simplemente sabía que
en realidad era yo quien me encerraba en el dolor. No sabía por qué
motivos, o incluso cómo lo sabía, pero lo hacía, lo que significa que, una
vez más, él me había dicho la verdad. No importaba, sin embargo. Yo no
tenía ganas de pensar en ello. Sin ninguna otra necesidad que causarle
dolor, para que él sufriera, también. Así que le di una bofetada. Le di una
bofetada con la ferocidad de una leona, en esa cara impecable, y suave
como los pétalos.
—¿Tienes alguna idea de cómo se siente ser dejado atrás? ¿Y ahora, peor
aún, ser rechazado por ti, una y otra vez? Sólo necesitaba que tú me
recuerdes. A Nosotros. Quiero que... me quieras de nuevo, Katherine —
terminó en un tono ahogado.
Los tentáculos azules daban tirones entre nosotros y sus ojos se cerraron
lentamente. —Pero no eres la única, eso es lo que no entiendes. Y todo
sigue ocurriendo simplemente porque eres demasiado terca para escuchar.
Hizo otro ruido tipo aullido. —Cuatrocientos años, Katherine. ¿No crees
que hayamos tenido suficiente?
—Lo que creo, lo que creas, en cuanto a eso, no significa nada. Todavía
estamos bajo una maldición.
—¿Qué significa?
Sus ojos se convirtieron en dos orbes de hielo azul, pero no fue la frialdad
lo que más me molestó. No, lo que me molestó fue su absoluta falta de
duda. Él no estaba en conflicto por esto. Todo contra lo que él luchaba era
la molestia de tener que, aparentemente, explicármelo otra vez. Y ahí es
cuando finalmente me di cuenta. Por qué no podía sentir nada por él, por
qué no podía siquiera estar de pie respirando junto a él por más de unos
pocos minutos sin estar inquieta. Lucían… tenía esta clase de retorcida
sensación sobre él. Es casi como si hubiera caminado en la tierra por tanto
tiempo bajo el poder del maleficio, que lo convirtió en algo ya no
completamente humano. Había un hambre en él, una desesperación
mortal que me recodaba a los tigres al acecho en sus jaulas que había
visto en el zoológico; sólo sabía que si alguna vez se liberaban, habría una
carnicería involucrada.
Me enfurecí.
—¿Poder? ¿Pero no fue exactamente ese “poder” el que nos puso en este
difícil problema para empezar? Y ahora, qué, ¿hacemos lo mejor por
meternos con más de esto? Seguro, ¿por qué no? Siempre estoy lista para
cavar un poco más mi propia tumba. Actualmente es un pasatiempo
agradable. Si eres lo suficientemente estúpido para intentarlo.
—La idea de que todo el poder corrompe fue introducido por alguien
inteligente, alguien que quería que todos estuvieran de acuerdo —
respondió fríamente—. En las manos correctas, el poder puede ser una
herramienta útil. No tienes que dominarlo. Puede ser dominado. Puede ser
liberador, estimulante, pero no necesariamente embriagador.
—No seas estúpida. No hay tal cosa como los hombros lobos o los
vampiros. Con respecto a otros brujos, que yo sepa, son los más poderosos
en el mundo. ¿Ángeles? —Entonces, soltó una amarga risa—. No, no lo
creo.
—Eso deja fuera a los demonios —dije con sequedad—, lo que me lleva a
mi punto inicial. Es estúpido.
—¡Oh, deja de ser tan ingenua, amiga! Estás ligada a este mundo. No
importa cuántas veces mueras, nunca verás el cielo o el infierno. Sólo
estarás esperando en algún lugar. Esperando para volver. —Hizo una
pausa—. Así como yo lo haré, en el otro lado. Esperándote.
Golpe bajo. Para ir con ello, la frialdad en sus ojos se fundió en deseo.
Tristeza. Y todo tipo de otras emociones que hicieron difícil gritarle de
nuevo.
—¡No! ¿Sabes lo que está mal? Yo, teniendo que verte enamorándote de él.
Yo, teniendo que conformarme con verte una vez en un siglo. Yo,
extrañándote. Yo, siendo forzado a mirarte morir, una y otra vez. Eso es lo
que está mal, Katherine.
247
Si la ira fuera un perfume, entonces ahora él estaría ahogándome en él. No
había tiempo para retroceder; un momento estaba mirando su cara torcida
en irritación, y al siguiente me tenía pegada contra su cuerpo, con sus
suaves, fragantes labios presionados en los míos. ¿Cuál era el sabor,
manzanas de caramelo?
No fue el beso mismo el que hizo tan difícil separarnos. Ni siquiera sus
increíbles y sedosos labios. O su dulce aroma que tenía que ser lo que olía
como la infancia, inocente y dulce. Eran los tentáculos entre nosotros lo
que me mantenía justo donde estaba. Esas invisibles yemas de los dedos,
legiones de ellos, tocando, explorando e inundándome en sensaciones.
Rico y magnético, y tanto de eso, como si buscara recuperar todos los
diecisiete años en el vacío. Estaba hundiéndome, hundiéndome hasta el
fondo en aguas de terciopelo y electricidad.
Luchar con él era nadar contra la corriente; era meter la mano en las
llamas y entonces mirar, sintiendo como se quemaba. No quería hacerlo,
pero lo hice de todos modos. Empujando, golpeando y mordiendo, lo
intenté todo, pero sus brazos moldeándome estaban más apretados que un
tornillo. No me soltaba. Estaba luchando como luchaba un maldito oso:
¡no cedía nada!
Retrocedió sólo un poco, de modo que sus labios a penas tocaran los míos.
En medio, la suave electricidad estaba ya tejiendo los bordes en el pequeño
espacio entre nosotros.
Lucía afligido. Incluso más pálido de lo normal, sus ojos vacíos, todo el
azul perdiendo color.
—Nadie, ¿eh? —preguntó, tan bajo que apenas podía distinguir las
palabras.
Por un momento, deseé retirar lo que había dicho. Era mentira de todas
maneras, y algo cruel. Lucian tenía sus problemas y muchos defectos, pero
una parte de mí, probablemente, la aspirante a Maria Antonieta, con el
alto cabello y recortadas plumas por peinado, no quería verlo sufrir. Él
estaba atrapado en esta situación por algo que habíamos hecho juntos,
ahora las cosas estaban estropeadas y estaba solo. Odiosamente
—Estás mintiendo. También por lo que sientes por mí, sé que lo haces.
Estás destinada a mí. No pretendas lo contrario. Es como deberías
sentirte, Katherine. ¡Estás destinada a estar conmigo!
Seguí caminando.
—¡Te amo! ¿Qué tiene de malo querer estar con la chica que amo? ¿Eh?
—Estaré allí.
250
Tal vez debería haberle dicho algo más, pero ¿qué más quedaba por
decir?Por ahora, era todo en vano.
251
Capítulo 27
Traducción SOS por Vannia
M
e dirigí a mi coche sintiéndome incómoda pero no del todo
segura. Tal vez cuatrocientos años atrás, Lucian y yo realmente
habíamos estado locamente enamorados el uno del otro, pero
ahora ambos éramos personas diferentes. Tal vez en aquél entonces,
obligar a una chica a besarte era la onda. ¿Quién sabe? Pero en la América
actual, que eso podría enviarte a la cárcel, ¿por qué siquiera intentarlo?
Por otra parte, había un montón de cosas que no tenían mucho sentido.
O ¿para convencerme de que él era una criatura horrible a la que nunca debí
haber considerado ayudar, que realmente pertenecía a la sombra del reino y
que yo debería enviarlo ahí?
Quería creer esa última parte porque lo pintaba más como al chico del que
me enamoré. Bueno. Dorado. Atrapado entre la espada y la pared, con la
maldición obligándolo a tomar mi vida, sin importar qué, y haciendo lo
mejor que podía con lo que tenía. Excepto que, si yo no trabajaba en el
hechizo de sangre, no podría despertar a J, tampoco. ¿Qué pasaría si moría
antes de que ella despertara? ¿Y después?
Aun así, cuando todo ya estaba dicho y hecho, Ryder no estaba actuando
como un posible mal perdedor. Él sabía que podría hundirse, y tal vez
nombrarme su heredera era su forma sutil de decir que yo debería hacerlo.
Que debería llevarlo conmigo cuando dejara el mundo. Que él estaba bien
con eso.
252
Lucian, por otro lado, estaba de cualquier modo excepto de acuerdo con
dejar que las fichas cayeran donde pudieran. Él me quería para romper el
ciclo, para terminar la maldición por cualquier medio posible.
El no sólo creía que debíamos pedir la ayuda de los demonios —lo cual,
hola, ¡es demente¡— sino que también mi instinto me decía que esta idea
tenía poco que ver con mis propios intereses. Romper la maldición era algo
que él quería, no por mí, o incluso por nosotros, sino por él mismo. Se
preocupaba más que por sí mismo estando atrapado detrás, esperando
más de cien años para su próxima oportunidad de cambiar mi forma de
pensar, que por mi muerte, de nuevo. Él había dejado muy claras sus
ambiciones que incluían la libertad y una larga y posible vida eterna para
disfrutar. La única forma de que esto pasara era si me persuadía de hacer
algunos nuevos amigos, del tipo que tenían cuernos y normalmente
residían en el infierno. Pero él estaba dispuesto a intentarlo, sin importar
el precio. ¡Que mi alma se condenara! Ahora bien, si eso describe al “amor”
en cualquier idioma, entonces obviamente no puedo entenderlo, porque
desde mi posición eso se veía como mucho egoísmo y codicia.
Siempre tuyo,
Ryder.
Pero eso no era todo por lo que lloraba. Nunca había sido alguien que
soñara despierta; ¿cuál es el punto, cuando puedes absorber los sueños de
todos los demás a través de un simple toque? No quedaba ningún espacio
para el tuyo. Pero ahora, dejándome caer sobre el sofá, me di cuenta de
algo. Había estado fantaseando. Bajo las capas de cosas, forzándome a
través de los años, recuerdos, esperanzas, lamentos y miedos que no eran
míos, justo en el fondo, había un escondite secreto creado de mis propios
sueños. Cosas que nunca olvidé rápidamente porque nunca pensé en que
ellas pudieran hacerse realidad. Pero algunas lo hicieron. Escuchar a un
254
chico, a alguien que me importa, diciéndome que me ama; ya había
pasado. Y no estaba llorando ahora porque estaba viva para verlo, sino
porque en ninguno de mis sueños ese chico decía esas tres palabras por
medio de una nota, que también era una disculpa, por el hecho de que
pronto él tendría que matarme.
Y había más.
Ryder también sufría. Como un Halfling, él no quería nada más que ser
parte del mundo de los humanos, pero en algún momento durante los
últimos cuatro siglos, algo había cambiado en su interior.
Ryder una vez me había dicho eso cuando lo dejé, su corazón necesitaba
mucho más que un siglo para regresar. Él obviamente quería parar,
excepto que la correa de la maldición sobre su cuello estaba demasiado
ajustada para ello. Tal vez la razón de que él quisiera permanecer en
nuestro mundo tenía que ver con tratar de encontrar una solución.
Probablemente buscaba una forma de salir. O… espera un minuto. ¡Por
supuesto! Él quería quedarse porque era la única manera de estar cerca de
mí. Conmigo.
Así que ¿cómo podría mostrarle algún entendimiento? ¿Qué tipo de extraña
cabeza me haría entenderlo? ¿Cómo podría sentir algo en absoluto por el ser
que pronto dejaría a mis padres sin hija? No había manera, ¿cierto?
Mi corazón estaba roto por él. Por nosotros. Me empujé hacia adelante,
instándome a no ir, pero corrí hacia él.
Corrí.
256
Capítulo 28
Traducido por: Ale Grigori y Polilla
A
l igual que alguien frenético por heroína en una novela gótica,
desvelada en la noche, en su largo y blanco camisón, su cabello
derramándose en una maraña a su alrededor, salí corriendo por el
bosque como una loca. La bata no blanca ondeaba a mí alrededor, pero la
locura definitivamente estaba allí.
No toqué; golpeé la puerta, con ambos puños tan fuerte que mis uñas
apuñalaron mis manos haciéndolas sangrar.
—Lily —fue todo lo que él pudo decir, antes de que efectivamente saltara
en sus brazos.
Mi impulso fue suficiente para llevarnos a ambos por encima del umbral.
Estaba vestido para el salón, en unos vaqueros desgastados y otra
camiseta sin mangas, y cuando mi nariz se enterró en su pecho, me di
cuenta de que su esencia no había cambiado: pinos, cuero, con una pizca
de gas o escape de gases. Familiar. Su cuerpo era fuerte, caliente, y sus
brazos me dieron abrigo. ¿Cómo podía sentirme tan segura aquí? ¿En sus
brazos? Qué gran broma cósmica era mi vida.
Era difícil dejarlo ir, e incluso más difícil considerar hacerle frente a la
música. ¡No quería encarar la estúpida música! De hecho, quería que la
música se reprodujera a sí misma en algún lugar remoto del Universo
donde yo nunca tuviera que escucharla. Mis ojos ardían por las lágrimas y
la fiebre, y probablemente me parecía muchísimo a un zombi. Muerta, y
seguía caminando. Su expresión era angustiada, la piel estirada
firmemente sobre sus pómulos, sus labios un poco partidos.
Nos miramos el uno al otro durante un latido del corazón, las manos
entrelazadas entre nosotros, los ojos hablando volúmenes más altos que
La Guerra y La Paz de Tolstoi28. Detrás de él, vi a Mary Kate, cuya molesta
28La Guerra y La Paz: Es una novela escrita por el ruso Leon Tolstoy.
258
existencia en la casa de mi novio, por una vez, no me trajo visiones de
estar sacándole los ojos. Hmm, muy civilizado de mí.
En una voz que sonaba como si viniera de una garganta forrada de papel
de lija, le pregunte:—¿De verdad me amas?
—Te amo.
Ahora, hay “Te amo” y después hay “Te amo”. Está el que Mamá se lo decía
todas las mañanas a Papá antes de colgar el teléfono, el cual
significaba,“Que tengas un buen día”, y era muy diferente del que ella le
susurraba la noche del domingo mientras él partía una vez más, queriendo
decir:“La idea de no verte por cuatro días y medio me come viva; te
extrañare cada segundo”. Las palabras pueden ser las mismas, pero hay
matices. Matices. Grados. ¿No hay casi cincuenta tonos de rojo en el
mundo?
El “Te Amo” de Ryder era la madre de todos los Te Amo. El rojo original,
del cual provenía cada variación. Me ablandó y luego se hundió en mí de
un extremo al otro, como un cuchillo caliente atravesando la mantequilla.
Esta vez, cuando él me empujó más cerca, no me detuve a preguntarme
259
cómo podía sentirme segura en sus brazos. En todo caso, la pregunta
obvia parecía ser, ¿Cómo no podía?
Sólo había hecho el salto lógico. Estar cerca de él era igual a no más dolor,
y “no más dolor” era exactamente lo que necesitaba.
Mucho de ello tenía en ese entonces un sentido confuso para mí. La mayor
parte de lo que yo recordaba era estar llorando. Recuerdo mirar esa
pintura, los cuerpos retorcidos de dolor, en el caos y la terrible
destrucción, y no lograba ver nada de la belleza de la que papá estaba
hablando. Allí no había belleza, sólo dolor, y no había relación entre ellos.
Al crecer, por supuesto, aprendí a apreciar la pintura, así como el punto
de vista de mi papá. Pero incluso hoy, cada vez que miraba Guernica, mi
corazón se detenía un momento. Y por ese momento, antes de que las
lágrimas vinieran, no podía ver la belleza. No había ningún significado más
alto para sentir cariño por la pintura. No tenía sentido. Por ese momento,
todo era sólo dolor.
260
En cierto modo, la reacción de Ryder ahora era como eso. Él tenía su
propio momento cuando su corazón se detuviera. Un momento cuando él
no podía ver el punto. Cuando él dudaba. Todo se detuvo. No me atreví a
mirarlo desde su pecho; el rechazo tenía que ser fácil de manejar si no lo
miraba a los ojos.
¿En primer lugar, la ramera descarada, No pudo haber ido allí? Cuando la
puerta se cerró suavemente detrás de ella, miré hacia arriba. Había una
tensión marcando sus facciones y su boca estaba presionada en una línea
delgada.
Difícil de creer, lo sé, pero esta era mi primera vez dentro de la cabaña.
Entre el garaje de Dave, el Café Rayuela, el cine, y mi propia casa, de
alguna manera nunca habíamos ido a la suya. El lugar era más amplio de
lo esperado y equipado con la misma elegancia sobria que había visto en la
casa de la playa. La sala de estar en forma de L, tenia oscuros pedazos de
muebles con telas de color suave, alfombras hechas a mano, y elegantes
lámparas de cuello largo dándole los últimos toques. Había incluso una
pequeña cocina negra de acero inoxidable, no es realmente lo que esperas
encontrar en una cabaña de caza. Aun fuera del lugar estaba la esquina
noroeste, una zona ligeramente elevada, yo en realidad no sabría qué
hacer con ella. Era accesible a través de tres caminos de madera, este
nicho estaba separado del resto del espacio vital por dos paredes hechas
enteramente de vidrios de colores que hacían eco del resto de la
decoración. Era tan hermosa como extraña, como el mismo Ryder. ¿Era
donde él dormía? ¿Su santuario intimo?
—Te ves hermosa hoy —susurró, e incluso sin abrir los ojos pude notar
que estaba sonriendo. Pero no realmente—. Como siempre.
Aquí viene, pensé, pero no podía echarme para atrás. En todo caso, me
apoye más profundamente en su mano.
Sus labios temblorosos vacilaron frente a mis ojos. El dorado de sus ojos
desapareció, tragados por un torrente de plata. Enfadadas nubes
tormentosas aparecieron allí de nuevo. Era duro verlo. Duro de verlo
tratando de no desmoronarse delante de mí.
—Shh, está bien —susurré, llorando con él—. Entiende esto. —Mi boca por
voluntad propia, formó las palabras—. Lo sé. Y nunca podría odiarte, ni en
un millón de años. Y estoy… bien. No tengo miedo —mentí—. Volveré.
¡Volveré a ti! —repetí ferozmente—. Y tú estarás aquí, que es lo único que
importa.
—Lily… —Él quería protestar. Sus ojos bullían como mares en tempestad.
Mares de plata fundida.
Una vez más no lo dejé terminar. —Necesito saber que puedo encontrarte
de nuevo. ¡Te amo!
En un delirio caímos en los brazos del otro. No importa que tan rápido
sucedió —y fue muy rápido, del tipo sincordura de rápido— ninguno de los
dos parecía satisfecho con el ritmo. La ropa voló alrededor como en una
tormenta. Un borroso sentido de lo incorrecto, de no-debería estar
haciendo esto, fue todo lo que quedó en mi mente, e incluso eso estaba
callado. No parecía importante. Su cuerpo era mi santuario, nada malo
nunca podría pasarme allí. Quise refugiarme dentro de él. ¡Quise usarlo
como una armadura!
Noté las paredes primeramente. El debería haber hecho adherir este rincón
de la cabaña y renovarlo completamente. Era muy espacioso, con un lado
hecho enteramente de cristal y con vista al bosque. La doble entrada de
vidrio estaba misteriosamente cerrada detrás de nosotros y eso cambió mi
atención hacia la cuarta pared. Este era un mural. Grande y hermoso,
pero oscuro, hecho mayormente en negro, gris, y verde helecho. Vides,
patrones tribales, símbolos extraños, y frases en Latín de tejían entre las
imágenes y enmarcaban todo.
Dum vita est spes est … Dulcius ex asperis … Bis vincit se vincit in victoria
...
Sentí mis manos aferrándose a las sábanas blancas como la nieve que
estaban debajo de mí con movimientos convulsivos.
—¿Qué…?
—Ábrela.
Capítulo 29
Traducido por flochi
V
iertan un cubo de agua en mi rostro y no habrían conseguido lo
que las palabras de Ryder consiguieron. Diablos, vierte la totalidad
del Lago Superior sobre mí y aún así, eso me habría impactado
menos. El mundo se tambaleó y luego se puso de cabeza. Mi cabeza
palpitaba, lo que era gracioso, considerando que nada de sangre llegaba
allí a causa de mi corazón ya detenido hace tiempo.
Por su parte, Ryder parecía como si hubiera sido alcanzado por un rayo.
Con el rostro glacial, me observó empujar la caja de terciopelo a un
costado, sin tocar el anillo, todo el tiempo interpretando una estatua
humana mejor de lo que cualquier artista callejero lo haría.
267
Debería haberme dado cuenta antes, ya que lo había estado mirando
directamente, pero mi mente había abarcado demasiado y lo escupió al
instante. Ninguna alarma se había activado, ningún diminuto blip. Hasta
ahora.
Así lo hizo.
Y ahí estaba, justo frente a mí. Sus hombros anchos hacia atrás, hermosos
y gráciles y… libres de tinta.
—Pensé que los ángeles y los Halfling tienen sus nombres tatuados entre
sus omóplatos. Un símbolo que, si es leído correctamente, hace que sus
alas se hagan visibles. Salen disparadas desde el centro del mismo.
Su voz se elevó al final y pude vislumbrar su ira. Era del tipo que hacía
parecer a los huracanes como duchas suaves. Mi boca estaba más seca
que África. No había manera de que pudiera obligarla a decir palabra
alguna, una trampa inútil. Tragué bocanadas de aire, el cual tenía el sabor
al aire de Pompeya en el día que el Monte Vesubio explotó. Las palabras
eran cenizas en mi boca, también, cuando finalmente las solté.
Aparté la vista. Sólo que no había una verdadera “distancia”, no para mí,
ya no más. Sólo estaba Ryder, de quien nunca pude apartarme.
—Entonces, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó con voz apagada—. ¿No
tienes miedo que te lastime?
29 Swarovski:
Es una marca de productos fabricados con cristal producido por varias
compañías cuyo propietario es Swarovski AG de Wattens, Austria.
269
En las esquinas de sus ojos, la humedad brillaba como gotas de rocío. Su
expresión cambió a algo diferente, algo suave que lo dejó tan expuesto
como el leve encogimiento de hombros me había dejado a mí. Pasó su
lengua sobre los labios secos y su manzana de Adán se movió, como si
estuviera conteniendo las lágrimas.
No me interrumpió ni una sola vez. Poco a poco, esa suavidad que conocía
y amaba encontró su camino de vuelta en él. Las nubes tormentosas en
sus ojos se disiparon, y al final de mi historia creí que me miraba de la
271
manera en que siempre hizo. Como si nada más importara. Y tal vez así
era. Quizás él había llegado a mi misma conclusión, sencilla y loca como
era. Nos amábamos. Sí, era tonto, insano y profundamente hiriente, pero
allí estaba. El resultado final. Nos amábamos. Lo que hacía que el resto
fuera sólo un ruido de fondo. Un doloroso y, en mi caso, letal, ruido de
fondo.
Solté una risa amarga. —Sabes, eso exactamente lo que dijo él.
—¡No, no, no! —La negación se deslizó de mi boca como un líquido caliente
escaldando mi lengua.
—¿Entonces?
Limpié mis ojos con las palmas de mis manos. —¿Cuál es la verdad
entonces? —Mi cabeza de seguro que iba a explotar.
Hizo una mueca. —No puedo hablar sobre ello, lo sabes. Lo que puedo
decir es que soy William Kingscott. Soy tu esposo legítimo. Deja de pensar,
nena, y deja que tu instinto se haga cargo. Ya sabes la verdad. Sabes
quién es él.
Capítulo 30
Traducido por Xhessii, Little Rose (SOS) y PokerF• (SOS)
M
i reacción fue tan rápida como la de un Porsche Panamera Turbo.
Ese auto va de cero a sesenta en cerca de cuatro segundos; lo
que me toma sólo un salto de mis pies y cruzar la habitación
como si de repente me hubieran crecido alas. —Oh. —Ryder se encuentra
conmigo en las paredes de cristal ahumado, las cuales no tengo ni la
menor idea de cómo abrir—. ¿A dónde crees que estás yendo?
—Pero tú no…
—Él te necesita, tan simple como eso. Y tienes que entender que él
simplemente no puede mentir. Es más que nada distorsionar la verdad.
274
Así que parte de lo que te dijo es correcto. —Tiré de mis manos confinadas,
fuerte y deliberadamente, y él las dejó ir.
—Él te dijo cómo y por qué puedes ayudar a J por más de una razón.
Primero que nada, te dejó en el camino correcto. Te explicó qué
necesitabas hacer y por qué funcionaría. Pero, al mismo tiempo, te dio un
mensaje.
Asentí; seguro, sí, eso tenía sentido, por supuesto. Pero no, no realmente.
Tenía teorías y explicaciones. Lo había pensado: las razones de Lucian, las
razones de Ryder. Había filas y columnas; tenía sentido. Lógica. Una lógica
que ahora parecía como el Stonehenge. Sólo bloques de piedra que tal vez
sí o tal vez no habían formado un círculo hace mucho tiempo. Quién los
puso, o qué significaban, era pura especulación.
—Desearía poder decirte más, Lily —ofreció—. Pero todo lo que te puedo
decir, todo lo que te puedo jurar, es esto. Tú eres la razón por la que vivo y
el por qué muero por dentro cada vez que me dejas. Todo empieza y
termina contigo. Esa es la verdad.
—Sí, por omisión. Para no distorsionar la verdad acerca de mí. Sobre quién
era.
Su boca estaba todavía abierta pero sólo pudo jadear, como un pez en
tierra firme. Ese salvaje ataque de tos, que todavía recordaba de aquel día
en la escuela, lo golpeó de nuevo. Soporté la mayor parte de su cuerpo
tanto como pude mientras su cuerpo se convulsionaba y se sacudía con
espasmos, pequeñas gotas de sangre salían de su nariz y caían en mi piel.
Pero al final, eso cambió un poquito. Seguro, estaba muy feliz que el chico
al que amaba nunca me había matado, ni que lo estuviera planeando. Pero
nuestro destino todavía seguía siendo lo que era. Él estaba aquí, pero no
realmente. Incluso mientras lo sostenía en mis brazos, se miraba como si
nos hubiéramos apenas rozado el uno en el otro, al pasar.
Y la maldición.
Otra vez no pudo responder. Ni siquiera podía asentir, lo que tomé como
una confirmación.
—¿Qué, un círculo?
—No.
—Bingo.
—¿Alrededor?
—¿Interruptor?
—Él los cambió a los dos. ¡Me mostró la historia verdadera pero con él en
el papel tuyo! —exploté.
—Estoy confundido por esto —dijo él, mientras hacía mi mejor esfuerzo
para oírlo realmente y no sólo mirar su boca sexy—. Todo lo que sé es que
eres una bruja muy talentosa. ¿Cómo pudo ser capaz de manipular tu
mente de esa manera? ¿No te diste cuenta de nada extraño?
Jadeé, cubriendo mi boca con mis manos. —¡Santo Cielo, tienes razón!
Había algo, esta… esta cosa de neblina. Su rostro y el tuyo, estaban
borrosos. Incluso cuando te vi a través de los ojos de J, en su mente, tu
rostro no era claro.
—¿Qué?
—Su rostro debió haber sido claro cuando te mostró a ella —dijo Ryder,
moviendo la cabeza en dirección al mural. Su tono de voz era
estrangulado.
Se giró hacia mí, pero no estaba molesto. Ni celoso, ni siquiera triste. Sólo
se miraba cansado.
El malvado, de dos caras, Lucian, con quien tenía un pasado. Pero bueno,
¿qué es un pequeño roce de labios entre un asesino y su víctima? Todos
respiramos el mismo aire, ¿o no?
—¡Oh vamos! Es más fácil hacer que una mula baile un tap antes de
obligarme hacer algo que no quiero. Terca es mi segundo nombre. —Puse
los ojos en blanco. Otra pequeña cosita que las damiselas de Jane Austen
no podrían hacer frente a educada compañía—. Es dulce de tu parte que
quieras atribuirte todo, pero no tiene sentido. Soy lo suficientemente vieja
para saber que el tango se baila de a dos.
Nos quedamos así, entrelazados alrededor del otro como las enredaderas
de hiedra inglesa, hasta que mi mente volvió a tranquilizarse y mi cuerpo
dejó de doler. Hasta que mi alma estaba feliz y volví a sentirme recuperada
una vez más. En sus brazos, siempre volvía a estar completa. Excepcional
a pesar de mi falta de excepcionalidad.
282
—Por favor, ¿volverías a usar mi anillo ahora? —me preguntó en voz baja.
Incluso su voz me ponía la piel de gallina.
Nervioso como yo estaba, comprendiendo ahora que todo esto era real, que
él realmente se había casado conmigo, intenté pensar en un chiste.
Esconderme en el sarcasmo siempre ha sido mi mejor estrategia para
encubrir mi miedo. No era lo ideal, pero servía.
—¿Cuál es la prisa? ¿Tienes miedo de que alguien nos reproche por estar
en tu dormitorio sin que yo lo lleve puesto?
—No, cariño, no es eso. El miedo sólo puede llevarnos hasta cierto punto.
Hablando en términos generales, hacer lo correcto funciona mejor si crees
en ello.
Sonrió.
Quedé boquiabierta.
Antes de Ryder, no tenía ida de que la risa venía en colores. Pero en sus
ojos, justo en el centro de su iris negro, antes de que abriera la boca, había
una risa. Y nunca era oscura, sino gris azulada cuando la risa era de
283
verdad y placentera. Miel, cuando su corazón estaba triste o nostálgico.
Lavanda turbio, cuando era una risa amarga más que otra cosa.
Sus irises se veían de un lavanda turbio ahora mismo, y, justo como sabía
que sería, sus labios los acompañaron, curvándose ligeramente.
—Usaste un vestido blanco de satín con un corpiño tan ajustado que tenía
miedo de que aplastara tu cintura, era muy delgada. —Me dio una sonrisa
de miel—. Un encaje a punto veneciano gros en tu velo. Tuvimos que viajar
a un pueblo pequeño en medio de la nada porque era el único lugar donde
podría encontrar un sacerdote que no conociera a tu padre y que accediera
a casarnos. Todo se hizo en una sola noche, el viaje, ida y vuelta, y la
ceremonia. Cuando el sacerdote juntó nuestras manos, ambos estábamos
llorando como niños. —Se detuvo, mirando al mural—. Como los niños que
éramos. Yo tenía dieciocho y tú apenas dieciséis.
—Sé como suena. —Su voz me trajo de vuelta al presente—. En una época
famosa por su formalidad del noviazgo, por cartas de amor, y juramentos
de intercambios de almas, todo lo que teníamos era…
—La maldición es muy inteligente, Lily. Ya ves, te puedo decir mucho, pero
nada que pudiera probarlo. Sin nombres, lugares, ni fechas. Claro,
caminar hacia ti y decir: “¡Oh, por cierto, eres realmente mi esposa!”
habría sido fácil de hacer, pero sin ser capaz de explicarme, habrías
pensado que estaba loco.
Él estaba en lo correcto.
—No podía decir nada sobre la maldición. O sobre cómo nos conocimos,
cómo llegamos a estar juntos. Sin detalles sobre mi identidad en ese
entonces, la tuya, la de tu hermana. Y en especial nada de lo que ha
sucedido desde entonces.
—Sí, Astuta.
Se le oía cansado, sus ojos puestos en el anillo con el cual nuestro largo
camino junto había comenzado. La caja de terciopelo todavía estaba
esperando en mi mano, la piedra relucía suavemente en su interior. ¿Por
qué me estaba costando tanto ponérmelo?
—¿Uh?
Él sonrió.
—Permíteme.
Lo hice.
Y fue como nacer y morir, a la vez. Su amor por mí era cosa de leyendas,
no sólo intemporal, sino intocable. Absoluto. Estaba delirantemente ebria
con ello, y sin embargo me derrumbé en pedazos y los pedazos quedaron
reducidos a cenizas en el rostro de tanto dolor. Cuatrocientos años de
purgatorio. Cuatrocientos años de esperarme. Cada vez que moría, todo
moría conmigo. Ni siquiera podía ver colores cuando me iba; el mundo era
una tierra desolada pintada de gris. No era sino hasta después que renacía
que ese color empezaba a regresar, y sólo cuando estaba cerca de mí,
físicamente, era cuando podía ver el mundo tal como era. Pobre, solitario,
y condenado Ryder. Tan cansado, perdido y solo.
286
Lloré de agonía. Lloré con él, por él, por nosotros. Lloré y le ofrecí el único
consuelo que podía. Sus brazos eran mi único refugio seguro, su cuerpo
siempre me alejaba del dolor y de todas las cosas malas; ¿no era posible
que yo hiciera lo mismo para él? ¿No era justo, simétrico, comme Il faut30,
que yo pudiese ser también su santuario?
Pero una vez que mis intenciones se hicieron evidentes, porque resulta que
sólo hay tanto tiempo en el que puedes enredarte con la hebilla del
cinturón de alguien antes de levantar una bandera, tomó mis manos
ridículamente débiles en las suyas.
Y me detuvo.
—La mente es una cosa tan frágil —suspiró—. Haré cualquier cosa por ti,
Lily, te daré todo. Pero no esto. No de esta manera. No me des una
probada de lo que nunca podré tener realmente, cariño, eso me mataría
mañana.Sus dedos se aflojaron de los míos y miró a lo lejos—.Perdería mi
mente. Por favor, trata de entender.
Lo hice.
Capítulo 31
Traducido por Little Rose, daianandrea y Jo
D
espués de mucho debate consistente en que yo gritara “no” y
“definitivamente no” una y otra vez, Ryder ganó, y de mala gana
accedí a que llamara a Mary Kate. Sus argumentos eran sólidos.
Por una parte, él estaba seguro de poder confiar en ella, y por la otra,
necesitábamos a alguien que hiciera de mensajero para llevarle la poción a
J, en caso de que Lucian decidiera… bueno, sólo por si acaso.
A pesar de lo apasionado que era mi odio hacia Mary Kate, ese no fue mi
único motivo para luchar contra la idea de Ryder. Mirar en su mente me
había revelado información confidencial. Ahora sabía que cada vez que
había muerto, él había intentado detenerme, físicamente, al arrojarse
frente a mí; algo que obviamente nunca funcionó. Y aunque no murió por
el golpe de Lucian, ser herido así debía doler. La herida no se cerraría en
meses, y siempre estaban la fiebre, las alucinaciones y el dolor.
¡Oh tanto dolor! Montones de eso. Y estaba segura de que esta noche no
sería diferente; volverían a herirlo. ¿Acaso no lo había planeado ya? ¿Por
qué otra razón me dejaría todas sus cosas? En caso de que pudiera
salvarme. En caso de que muriera en mi lugar.
No puedo prometerte el cielo, bebé, pero te juro que lo intentaré. Oh, lo hará.
Lo intentará y terminará medio muerto otra vez, lo que es la razón por lo
que quiero que le lleve la medicina a J. entonces él estaría fuera de peligro.
Pero no, él insistió en quedarse. Discutir era como hablarle a una pared.
Una vez que a esa pared le salían labios, dedos suaves y… en resumen,
hizo la maldita llamada.
—Suelta —le dije en voz baja, pasando mi mano libre por su rostro—.
Tengo que conseguir mis cosas.
Otra vez.
Asintió y lo dejé en eso, por una vez feliz de tener la cabeza ocupada por
los pormenores de mi trabajo. Básicamente, bendecirlas, y evitar que me
caiga a pedazos.
Incluso si Lucian decidía aparecer, sin importar qué fuegos artificiales nos
hubiera puesto, nadie más saldría herido. Excepto quizás Mary Kate, pero
casi podía vivir con eso. Sólo bromeo por supuesto.
289
Además de mis plantas, aceites, y demás, tomé cosas de campamento:
linterna, una parrilla para el fuego, una olla, un colador y un par de
botellas de agua térmicas.
No tenía idea de cuánto le dijo Ryder a Mary Kate, pero ella estaba mucho
más pálida cuando volví. Sólo me dio una mirada rara, medio molesta,
medio aterrorizada hasta la muerte, pero no dijo nada.
Ryder, con el rostro desfigurado, los labios apretados, y esos ojos locos,
nunca se había visto peor. Comencé a pensar que poner el anillo en mi
dedo había causado una transferencia de energía entre nosotros. De un
desastre tembloroso había pasado a ser más concentrada, más fuerte en
algunas maneras. Había un propósito realista al que me aferraba y tenía la
cabeza sobre el agua.
Había hecho las paces con la muerte, y ahora mi única preocupación era
salvar a J y no dejar que Ryder saliera herido. Esas eran mis ambiciones e
iba por ellas con toda mi notabletestarudez.
A la luz de la luna, se veía frío, cazado, y apreté con fuerza su mano. Los
dos hicimos el camino, cada uno con una mochila y una linterna. Detrás
de nosotros, oía a Mary Kate luchando por mantener el ritmo y
arreglándoselas tan bien como podría hacerlo una chica de ciudad. Se me
ocurrió que ella había sido una buena amiga para Ryder, viniendo y
ayudando así.
—No hay problema —se escuchó detrás de mí. No sonaba tan asustada
como esperaba. Bien por ella.
290
Estábamos dirigiéndonos a un claro donde a veces J y yo veníamos a
recargar baterías. No podía explicar por qué elegí esta parte del boque.
Seguro, después de recoger ciertas cosillas, el agua seguía siendo
importante, pero había otros claros en el bosque. Un par de ellos más
cerca también… pero algo dentro de mí me trajo a este. Por suerte, incluso
con el abogado en el remolque, estábamos bien de tiempo.
—Lo siento, sé que no tengo todos los hechos, pero esta situación es
simplemente ridícula. ¡¿Deber ir hacia tu propia muerte, a voluntad?!
Seguramente hay algo con lo que podamos hacer para detenerlo. Esta
persona.
—Lo que no sabes —proseguí con un ojo en él—, es que yo era ambas.
Todo lo que ocurrirá ahora ya ha pasado.
—¿Qué estás…
Nadie volvió a hablar. Nos detuvimos aquí y allá a atar cintas en los
árboles para que Mary Kate pudiera regresar. Mi bosque, mis hermosos y
amados árboles, por los cuales caminé tantas veces antes, no parecían
diferentes hoy. La energía que irradiaban los árboles y las plantas era la de
siempre: pura, potente y simple. Me recibía con los brazos abiertos y me
sentía más segura por ello.
—Y para siempre —le susurré de nuevo, arrastrando las palabras por las
lágrimas.
Estaba lista.
—Voy a trazar un círculo —le dije, sin reconocer mi propia voz. Era
armoniosa, tonos bajos, como olas rompiendo suavemente contra la
orilla—. Querrás estar tan cerca de mí como sea posible, pero sin tocarme.
No te muevas hasta que lo diga. El círculo actuará como una capa y
mantendrá la magia de expandirse. Esperemos, Lucian no sienta el
hechizo hasta que esté lista para él.
—Mary Kate —canté, una vez más con esa voz increíblemente dulce.
Sus ojos estaban muy abiertos, las pupilas dilatadas y oscuras. Ella fue
cargada con la magia de mi hechizo, prácticamente embriagada, y yo sólo
podía esperar que se recuperara una vez fuera del círculo.
—Escucha con atención —dije—. Abriré la puerta para que puedas salir
del círculo, y tienes que moverte muy rápido. ¿Entiendes?
—Correrás tan rápido como puedas y no mirarás hacia atrás, ¿me oíste? Y,
bajo ninguna circunstancia, no abrirás la tapa de este contenedor hasta
que estés por llegar a la distancia de los labios de mi amiga.
—Jane Archer. Clínica Rosemound, primer piso, sala uno cero seis —
recitó.
—Bien. Mi madre estará ahí, ella es una joven rubia que pasa por
Savannah. Dile que te envié, pero no le digas ni una palabra acerca de lo
que has visto esta noche. Sólo le haces saber que estoy con Ryder, eso es
todo. ¿De acuerdo? Y asegúrate de que J tenga la poción en su sistema. Si
es necesario, inyéctalo en su IV31. ¿Lo tienes?
—Lo tengo.
31
IV: Suero intravenoso.
294
viva. Le di un pequeño empujón, susurrando otra vez las palabras con
significados que no conocía, y apareció un pequeño arco. Sin perder un
segundo, empujé a Mary Kate a través de él. Tan pronto como su segundo
pie tocó la hierba más allá del círculo, la apertura se cerró de golpe.
Sabía que ella no me podía escuchar, incluso así le grité. Así no tuve que
repetirme que ella se diera prisa. Unos momentos después de que ella se
incorporó y agarró una linterna, echó a correr. Tras el camino derecho,
también, lo que tomé como una buena señal. Muy pronto, ella se perdió de
vista.
—Tus ojos —susurró Ryder, de pie delante de mí. Alargó la mano hacia mi
cara antes de recordar que no me tenía que tocar y dejó caer su brazo—.
Son de plata, casi blancos… y tan brillantes, Lily. Ellos brillan, tú… tú…
¡estás brillado! —él lo decía literalmente, también. Mi piel estaba cubierta
de un color plateado brillante, visible incluso a través de la ropa que
llevaba puesta.
—Se extenderá.
—¿Y entonces?
—No hables más —contestó en voz baja, llegando a sentarse cerca, pero
con cuidado de no tocarme—. Guarda tus fuerzas.
Capítulo 32
Traducido por Anne_Belikov
É
l se movió lentamente hacia nosotros, y Ryder puso su cuerpo frente
a mí, brindándome refugio, como siempre. Como temía, estaba
determinado a salir nuevamente herido. Valentía y preocupación
hasta los huesos, seguro, pero definitivamente del lado kamikaze.
¿Cuántas veces se suponía que Lucian tenía que herirlo antes de que
Ryder entendiera que no podía detener a un Halfling? Parecía que al
menos una vez más. Espantada, cerré mis ojos, enfocándolos en otro
círculo mucho más pequeño, antes de gentilmente empujarlo hacia un
lado.
Me enseñó los dientes en una inquietante sonrisa que era más un gruñido.
Abrí mi boca para decirle cuán lejos de la verdad estaba, pero no me dio la
oportunidad.
—¡Tu consejo!
Sus azules ojos siberianos conectaron con los míos, y por un momento vi
ira saliendo a la superficie. Él realmente era un mal perdedor, lo que dejó
claro añadiendo:
—No importa. Mi oferta todavía sigue en pie. Puedes decidir estar con
alguien que puede manejarte. Completamente —finalizó sugestivamente.
—Si tuvieras cerebro, sabrías que preferiría morir que dejarte poner un
dedo en mí.
32
Look preppy: es el look de los buenos chicos y chicas jóvenes de la sociedad americana
que llevan un suéter, pantalón de pinza, una americana entallada y de mucha pulcritud.
Un look bien clásico pero de la vieja escuela.
300
Agarré su brazo, sosteniéndolo y manteniéndolo dentro de los confines del
círculo. Lucian se rió, obviamente disfrutando el show. Estaba
comenzando a ver rojo.
—¡Fue como tener que sacarme las amígdalas con alambre de púas
mientras estaba completamente despierta!
Él ni siquiera parpadeó.
—Lo hice . Y no tienes idea de cuán caro he pagado por mis acciones. Con
nada que demostrarlo, tampoco. Porque tú aún así te las arreglaste para
encontrar tu camino hacia él —siseó—. Tú, tus pociones, bálsamos y no sé
qué. Si no hubiera sido por ese acto de Florence Nightingale, estaríamos
casados ahora. Serías mía.
Él hizo un amplio gesto, indicando que fácilmente hacía caso omiso de eso.
Ryder sonrió.
—No tienes que hablar —dijo él, todo seda y chocolate derretido—. Justo
ahora, estoy ahogándome en ti, Katherine… —sus párpados se cerraron e
inhaló hambrientamente—. El mismo poder que me convocó aquí… está
todo a mí alrededor. Forja un lazo entre nosotros. —Sus ojos se abrieron—.
Puedo oír tus pensamientos —dijo simplemente, una loca emoción
brillando en sus ojos. Él estaba ebrio con mi energía.
Varias cosas sucedieron a la vez. Ryder se lanzó contra él, cruzando los
confines del círculo como si no hubiera nada, y el sueño que había tenido
más temprano, sobre J y Elizabeth, retumbó en mi mente, tan claro como
la luz del día. La sonrisa de J mientras me daba los cinco destelló frente a
mis ojos, su voz haciendo eco cada vez más cerca. ¡Patearemos su trasero
ahora! Todo duró un segundo y entonces mis labios se movieron,
susurrando una palabra. A mis oídos, sonó como el viento aullando, pero
de alguna forma supe que no era eso. De alguna forma sabía que era el
verdadero nombre de Lucian.
—¡Has estado siendo traviesa! ¿Te das cuentas de que eres la única en este
mundo que puede herirme así? —preguntó, acercándose.
Lamió sus labios, sus ojos nunca apartándose del contenedor en mi mano.
—Trato.
No era una petición, ni siquiera una solicitud; era una orden. Salió tan
inflexible como una espada.
305
—De ninguna manera. ¡No hay forma de que me vaya dejándote con él! —
argumentó afiladamente.
—Lily, ¡por favor, necesito estar aquí! No puedes alejarme. No puedes. ¡No!
Su rostro se endureció.
La misma delgada, plateada hoja que siempre usaba como arma, primero
como una extensión de su mano y luego como un arma completa, brillaba
amenazadoramente. Su brazo fue hacia adelante, apuntando al cuello de
Ryder, y grité, quitándolo del camino justo a tiempo. La hoja apenas lo
rozó…
Y caí.
306
Capítulo 33
Traducido por Paaau
A
mbos gritaron mi nombre al mismo tiempo. Mis dos nombres, el
pasado y el actual.
Me quedé en el pasto, mi cabeza dada vueltas, sin ser capaz de alejar mis
ojos de él. Él luchó por liberarse de mi protección, pero había aprendido mi
lección cuando rompió el círculo anterior. Me aseguré de que este
aguantara.
Desde detrás de los límites, su voz apenas llegaba, ahogada por la magia.
Pero las lágrimas, su terror, esos gritos amortiguados; la visión por si
misma era más de lo que podía soportar.
Mi propio dolor era… familiar. Había tenido mi cabeza dividida por el dolor
toda mi vida, por lo que estaba acostumbrada. Tan paralizante como la
condena eterna, pero al menos era algo conocido. Lo desconocido llegó
luego de este punto, y me asustó mucho más.
Lucian cayó de rodillas, sus ojos abiertos con conmoción y brillando con
lágrimas. Sus manos acunaron mi cara y sus alas nos envolvieron, suaves
contras mis mejillas, pero quitándome la visión de Ryder. Si hubiera
quedado algo de fuerza en mí, hubiese gritado y peleado. Pero muy poca
vida seguía siendo transmitida a través de mis venas y la estaba usando
para mantener a Ryder a salvo.
—Ay, Katherine —suspiró él—, mira lo que me has hecho hacer, estúpida,
estúpida niña.
307
El dolor que distorsionaba sus rasgos parecía muy real, y mientras las
primeras lágrimas caían de sus ojos a mi cara, me pregunté si quizás
había estado equivocada. Quizás en su propia forma retorcida, él en
verdad me había amado. Por razones que eran equivocadas, por supuesto,
ya que él era tan malo como lo ven, pero no por eso menos atractivo. Sus
lágrimas lo confirmaban.
Parpadeé una vez para dejarle saber que entendí. Quizás no estaba del
todo lista, pero al menos sabía en donde estaba parada.
—¿Por qué lo salvaste? ¿Por qué harías eso? —gritó él enfadado, y antes de
que lo supiera, sus labios rozaron los míos, rápido ysalvaje.
—¡Tu eres la magia! —escupió las palabras que yo le había dicho a Ryder.
Hice una mueca, y no sólo por el cuchillo en mi pecho.
¡Pero nunca la pedí. No quiero ser consumida por ella. No quiero serella!
—Mi Kat… mi temible y pequeño Gato, ¿Acaso no tienes claro ahora que
no puedes escapar de lo que eres?
—¿Más? Quieres decir que puedes jugar a ser mortal con él. Puedes
pretender ser una simple humana. ¿Cómo es eso “más” exactamente?
Así que, dejas inválido al chico que amo, ¿y luego esperas que te ame por
eso?
—Soy un ángel. ¿Cómo puedes elegir a un mortal en vez de a mí? ¿Te das
cuenta de lo que le hace a mi autoestima?
¡Oh, no! Lucian, ¿qué estás haciendo? Puedo sentir algo… ¡algomalo! ¿Qué…
qué quieres hacer?
Tiernamente, con toda la delicadeza que nunca pensé que tendría, aleja el
cabello de mi frente. Su toque, incluso más suave por los tentáculos
vibrando alrededor nuestro, era más calmante y ligero que una pluma.
¡Lucian, por favor! Rogué sin saber realmente por qué lo hacía. Sólo… ¿Qué
quieres hacer?
Realmente mala.
¡Lucian, espera!
Para hacer que Michael terminara el hechizo, para enviarlo de vuelta entre
los reinos.
311
Sin un cazador vinculado por magia a nuestro plan, el hechizo estaría
nulo, y Lucian estaba sacrificándose a sí mismo para darle fin. Estaba
regresando a casa por voluntad propia, al lugar al que juró nunca volver a
ver. Supe esto, de alguna forma, tanpronto como llamó al Arcángel.
La energía en el bosque cambió. Casi podía oír el crujir de las ruedas del
tiempo quedarse quitas y en silencio. Una nueva esencia llenó mi nariz,
algo infinitamente más dulce que cualquier otra cosa que hubiese olido,
como leche, galletas, miel, y especias Orientales, todo unido en algo que
era, en otras palabras, la perfección. Sonaron campanas a una distancia
indeterminada, seguidas por un sonido ahogado, el que conocí alinstante:
alas en vuelo.
—Michael.
—Arise, joven —hablo él suavemente, pero de alguna forma podía oír todos
los sonidos.
Lucian se puso de pie, orgulloso y alto, con su rostro con líneas rígidas.
La mirada de Michael descendió sobre Ryder y sobre mí, quien, ahora veía,
estaba de rodillas, manteniendo su cabeza gacha. Si no fuese por ese
molesto cuchillo aún atascado en mi pecho, habría hecho lo mismo.
—Conozco los términos. De hecho, estoy contando con que ellos rompan el
círculo. Lo acepto.
Lucian, ¡detén esto ahora mismo! Sabes que no quieres volver allá. ¡Esto es
para siempre, idiota! ¡Detente! Grité dentro de mi cabeza.
—¿Sí?
Pero cada que hiciera eso, cada vez que el nombre de Lucian se deslizara
en mis pensamientos, me recordaría también la elección que hice. Y eso
podría hacerlo menos doloroso porque nunca me había arrepentido de mi
decisión. Ryder era mi hogar. Mi refugio.
El yang para mi yin. Él era quien balanceaba las fuerzas en mí. El que
quería a la chica pero que no le importaba la bruja tampoco. Hecho a mi
medida.
Lo hizo.
—Gané.
—Así que… ¿Cuándo crees que le deberíamos decir a mis padres que
estamos casados?
Su celular sonó tan pronto como llegamos a mi porche y Mary Kate avisó
que J estaba bien. El doctor la llamaba una recuperación “milagrosa”. Ni
siquiera me había preocupado por eso, porque incluso si la poción fallaba,
tenía ahora mucho tiempo para intentarlo de nuevo. Después de todo,
conseguí mantener mis poderes. Aún era una chica rara.
El Fin
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Sobre la autora
Ramona Wray:
De origen Rumano (no se le conoce
ninguna asociación con
vampiros).Lectora compulsiva. A penas
decente, pero una esposa
extremadamente afortunada. Madre
cariñosa (de las peores). Enganchada a
la literatura de Adultos Jóvenes.
Amante de la música. De alma indie.
Con el temperamento de un guerrero.
Laboriosa escritora. De boca
inteligente. Optimista Perpetua.
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I ♥Purple Rose
www.purplerose1.activoforo.com