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Acercamiento mitocrítico a El triunfo del Día sobre la Noche precedido de la

Aurora de Antonio Caba

Cuauhtémoc Díaz González Domínguez


En este trabajo pretendo hacer un acercamiento a la obra El triunfo del Día sobre la Noche

precedido de la Aurora de Antonio Caba desde la metodología mitocrítica, para develar la

densidad mítica-simbólica que reviste la pintura del artista catalán.

Antonio Caba nació en 1838 en Barcelona, España, fue pintor, acuarelista, muralista,

dibujante, retratista y catedrático de la Escuela de Bellas Artes de Barcelona. Estudió en

Madrid en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado y en París en la Escuela

Imperial de Bellas Artes, además fue miembro de número de la Academia Provincial de

Bellas Artes de Barcelona.

El triunfo del Día sobre la Noche precedido de la Aurora es un óleo al lienzo pintado

en 1882 y adquirido y resguardado por el Museo Nacional de Arte de Cataluña, su tema

central es una alegoría de la diada de opuestos del día y la noche, la luz y la oscuridad y un

momento liminal personificado por la aurora; sin embargo, detrás de los personajes se

guardan símbolos y mitos que rebasan lo alegórico.

A continuación puntualizaré las nociones, conceptos y la metodología que es

necesaria para este acercamiento.

La mitocrítica es una metodología desarrollada por el antropólogo francés Gilbert

Durand, obviamente nutrida por otros estudiosos, aquí me ceñiré a definirla como él la

planteó1. En primer lugar, se parte de que toda narración tiene una relación estrecha con el

1
Sigo la traducción que Blanca Solares hizo del artículo original Durand, Gilbert (1996), Champs de
l’imaginaire. Textos reunidos por Daniele Chauvin, ELLUG, pp. 229-242. Francia: Université de Grenoble.
mito, el cual es su modelo matricial. El mito se estructura de manera esquemática y

arquetípica, este lenguaje en el cual se comunica desde su pasado prestigioso hasta nosotros

anima otro tipo de lenguaje que ya no es mítico, puede ser lingüístico, visual, musical,

etcétera y da fe de obsesiones de la psique humana .

La mitocrítica requiere, generalmente, un terreno vasto (un corpus considerable) para

poder localizar obsesiones, recurrencias, repeticiones en el discurso que se esté analizando

(p. 106). La redundancia de palabras con cercanía semántica es la que orienta a perseguir el

discurso mítico, para rastrear esas redundancias, Gibert Durand considera seis niveles en la

escala de información: 1) los títulos de las obras pueden ir perfilando una obsesión, 2) obras

pequeñas del autor, poemas o bosquejos, por ejemplo dan información de la recurrencia

temática; 3) una obra de gran dimensión (novela o pintura), es el terreno fértil para identificar

elementos semánticos que empiezan a evidenciar la latencia mítica, 4) obra completa o

parcial de un autor, de una época de su creación, por ejemplo, ya define casi por completo

una dominante que ha sostenido durante mucho tiempo, 5) contextualizar la obra en una

época ayuda a entender la recurrencia y, finalmente, 6) si existe una dimensión espacial muy

grande, y es imposible contextualizar una época histórica, el mito puede haber dejado su

influjo en muchos discursos culturales (Gilles Lipovestky considera que Narciso es el

símbolo de nuestro tiempo) (p. 108).

Ya que se obtienen los datos, en este caso, recurrencias temáticas, obsesiones,

redundancias, Gilbert Durand introduce un paso al que le llama cualificación, que consiste

en otorgar una valoración definida a un objeto, acto o situación (p.110); es decir, el discurso,

, mediante la cualificación de las recurrencias podrá ir revelando redes de imágenes de

coherencia sincrónica (isotopías), dentro de una narración diacrónica (p.111).


Debo precisar que, si bien, estas disposiciones parecen estar en función de los textos,

propiamente dichos, son perfectamente plausibles para leer otros textos culturales, como la

pintura, la danza, la escultura, el cine, etcétera, ya se observará mejor más adelante.

El mitema es la reducción de un símbolo a relación entre fonemas, siguiendo a Gilbert

Durand, puedo establecer su particularidad: articulan a los mitos a partir de secuencias porque

presentan una virtual constancia en el tiempo y en una determinada cultura (De la mitocrítica

p. 342); es decir, son los enunciados en los que se puede descomponer un relato mítico. Se

puede decir que el mitema es la parte-unidad mítica más pequeña de significado, la cual se

puede manifestar y desarrollar de dos maneras, patente y latente. Patente “por la repetición

explícita de su o sus contenidos (situaciones, personajes, emblemas, etc.)” (p.345), y latente

“por la repetición de su esquema intencional implícito” (p. 345).

Los mitologemas, para Kérenyi, están contenidos en el mito y “sirven de explicación,

en la medida en que contienen aspectos del mundo”, además son originadores de relato mítico

(La religión antigua p. 45). Para Lilia Leticia García Peña el mitologema es una unidad

icónica y simbólica (p. 75); esta categoría es un núcleo que condensa diferentes elementos

de un mito; es una imagen que comparten diferentes pueblos, culturas, y permanece

virtualmente idéntico no importa su tránsito en el tiempo, ni los géneros narrativos que lo

acompañen. Siguiendo a Lévi-Strauss, el mitologema es esa unidad imperecedera, que se

encuentra presente en diversos tejidos mitológicos, por ejemplo: la virgen.

En líneas anteriores adelantaba que la obra expone una oposición diádica del día y la

noche y un espacio liminal, la aurora. Y aunque el título no lo expone, considero que se

presentan tres personajes mitológicos que, a su vez, son mitologemas de los mitos asociados

al transcurrir del día, del amanecer y del anochecer, entre las culturas grecolatinas, me refiero

a Eos o Aurora, Helios, su hermano, y Nyx, la noche; además, aparecen tres personajes más
que, aunque alados y angelicales, en el relato mítico plasmado en la pintura evocan a los

vientos, hijos de Eos.

Para comprender mejor este acercamiento mitocrítico me remitiré a dos relatos

míticos, el que tiene a Eos y a Nyx por protagonistas, ya que Eos está enlazada narrativamente

a Helios, y Nyx no tiene una relación filial con ellos en los mitos.

Hesíodo en la Teogonía narra que la Noche o Nyx y el Erebo surgieron de Caos y de

estos dos hermanos nacieron el Día y el Éter. La Noche sola, es madre de Ker, Tanato,

Hipnos, la tribu de los Sueños, la Burla, el Lamento y las Héperides; pero también de las

Moiras, las Keres, Némesis, Eris, el Engaño, la Ternura y la Vejez (p. 80). La Noche tiene su

vivienda en las cercanías de los abismos del Tártaro cubierta por tinieblas, en ese palacio la

Luz y la Noche se saludan pero nunca conviven en la misma morada, pues se alternan,

mientras la primera ofrece la claridad, la otra envuelve a los seres en el sueño (p.105). Un

punto importante en el mito que ofrece Hesíodo es que Helios jamás lanza sus rayos

luminosos a La Noche ni a sus hijos: “nunca el radiante Helios les alumbra con sus rayos al

subir al cielo ni al bajar del cielo” (p.105); por eso es que se necesita otra divinidad que se

encarga de este espacio límite entre ambas deidades: Eos o la Aurora.

También en la Teogonía Eos aparece como hija de Tea e Hiperión, es hermana de

Selene y de Helios, es decir, dos divinidades astrales luminosas, uno la emite la luz y la otra

la refleja. Eos junto con Astreo, tuvo a los vientos: Céfiro, Boreas y Noto. Pero también es

madre de Eósforo y de las demás estrellas; con el mortal Titono tuvo a Memnón y Ematión.

Pero me detendré en el romance con Titono, pues explica el origen del rocío matutino, que

se encuentra presenten en la pintura que, en esta ocasión, me convoca a esta reflexión. La

diosa Eos se enamoró a tal grado del mortal Titono que pidió a Zeus la inmortalidad de su

amante, pero olvidó pedir la juventud, y conforme pasó el tiempo, Titono envejeció, pero en
lugar de morir se arrugó y disminuyó tanto que se convirtió en cigarra, por eso cuando la

diosa abre el cielo para avisar a la Noche que es tiempo de que su hermano Helios alumbre

el firmamento, llora para que su amado Titono se alimente de sus lágrimas. Puntualizaré un

detalle más sobre Eos, pero ahora con la Ilíada, pues llama la atención los naturales colores

que le asocia Homero; en el canto XIX, por ejemplo el poeta anuncia: “La Aurora, de

azafranado velo, se levantaba de la corriente del Océano para llevar la luz a los dioses y a los

hombres” (p. 427), y en el canto XXXIII se lee “ despuntó la Aurora de rosáceos dedos” (p.

508). A lo largo del poema siempre se refiere a la diosa como la del velo azafranado o dedos

rosáceos, mismos colores que aparecen tanto en nuestros amaneceres cotidianos como en la

Pintura protagonista de este trabajo.

La otra imagen mitologemática es el día, personificado como un hombre que lleva

una antorcha que ilumina, tras de sí el cielo azul y las nubes tranquilas anuncian la claridad

matutina que se impone a la oscuridad nocturna. En la clasificación isotópica de las imágenes

que bosquejó Durand en Las estructuras antropológicas del imaginario (2012) el sol es una

imagen diurna que sigue la dominante postural y remite a la cima y a lo alto; en la

constelación de la espada, el cielo, el padre, y de los arquetipos de oposición de luz y tiniebla,

de la separación y la mezcla; y al ser representado con un hombre, cumple la isotopía de los

símbolos fálicos, que en este caso se evoca con la antorcha, que por sí misma, “se identifica

con el sol y constituye el símbolo de la purificación por la iluminación” ( Sirlot, p. 75); por

ello considero que evoca a Helios, con lo que se completarían los relatos míticos del día; es

decir, anochecer con los velos de Nyx, la abertura de los cielos con la claridad rosácea de

Aurora y el advenimiento de Helios y su antorcha luminosa.

En oposición, la Noche, como personaje femenino conlleva la oscuridad, lo gestante

y lo frío. En la misma clasificación de las imágenes de Durand, se encuentra en la dominante


digestiva, en el esquema verbal del descenso, cercana al arquetipo de la profundidad, de lo

oculto y orbita en el mismo sistema que la madre, la copa, el recipiente, la mujer, el color.

Estas características son localizables en la pintura de Antonio Caba, pues se le coloca en la

parte inferior de la pintura, en el ámbito de lo oscuro, en oposición a lo alto de la luz del

hombre con la antorcha, envuelta en velos que la revisten de una naturaleza oculta.

Los mitemas, decía, son las secuencias narrativas, en las que un mito se descompone,

es decir, la recuperación anterior de los relatos míticos de Eos, Helios y Nyx en la Teogonía

son las secuencias mitémicas, mismas que pueden aparecen en un texto cultural como una

pintura, porque las imágenes pictóricas son textos que narran incontablemente una historia

en la imagen detenida, en el lapsus míticus, tal como ocurre en los mitos, que se narran, se

transforman, se reformulan, pero siempre ofrecen una sustancia primigenia que transita de

boca en boca, de boca a movimiento, del relato sagrado al lienzo, del lienzo al texto del texto

al filme.

El triunfo del Día sobre la Noche precedido de la Aurora de Antonio Caba puede

dividirse en tres partes, como tres viñetas del mito recuperado por Hesíodo, y la forma oval

de la pintura remite a la narración de acontecimientos: Aurora, avanza con sus hijos, los

vientos, uno de los cuales hace caer las gotas de rocío, otro tiene un gesticulación que

recuerda al acto de soplar y el último sostiene un velo oscuro de la noche, Helios, viene detrás

con su luminosidad, mientras la noche se aleja envuelta en sus oscuras sombras.

Para concluir me resta decir que los mitos perviven en el tiempo porque funcionan

como correas de transmisión que conectan culturas arcaicas con nuestro presente, y dejan su

impronta en diversos textos culturales, este acercamiento a una pintura es un ejemplo

explícito de la fascinación que ejercieron en un pintor decimonónico, pero únicamente basta

con mirar el arte hoy para darnos cuenta de su influjo en las producciones culturales
contemporáneas, si se mira la cartelera del cine más cercano se vuelve evidente cómo los

mitos de los héroes se reformulan y en batallas apoteósicas nos siguen seduciendo,

únicamente basta tener las herramientas adecuadas y estar atento para escuchar sus relatos

inmortales.

Anexo

Nombre: El triunfo del Día sobre la Noche precedido de la Aurora.


Pintura
Año:1882
158 x 220 x 1 cm
Óleo sobre lienzo
Referencias

Durand, Gilbert (2012) Las estructuras antropológicas del imaginario. México: Fondo de Cultura

Económica.

Durand, Gilbert (1993) De la mitocrítica al mitoanálisis. México: Antrhopos,

Hesíodo (1990) Obras y fragmentos. España: Editorial Gredos.

Homero La Ilíada. Biblioteca Digital Ilce, consultado el 4 de mayo de 2019 en

http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/ObrasClasicas/_docs/Iliada.pdf

García Peña, Lilia Leticia (2007) Etnoliteratura. Principios teóricos para el análisis antropológico

del imaginario simbólico mítico. México: Universidad de Colima.

Kérenyi, Karl (1972) La religión antigua. España: Revista de Occidente.

Solares, Blanca (2012) La mitocrítica paso a paso. Acta sociológica. NÚM. 57, ene-abril pp. 105-

118. México: UNAM.

Sirlot, J. (1992) Diccionario de símbolos. España: Editorial Labor.


Breve Semblanza
Nombre: Cuauhtémoc Díaz González Domínguez
Estudios: Licenciatura en Letras Hispanoamericanas, Facultad de Letras y Comunicación,
Universidad de Colima.
Maestría en Literatura Mexicana, Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias,
Universidad Veracruzana.
Actualmente estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales en la línea de Textualidades,
discursos y significados, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad de
Colima.
Intereses académicos: Novela y cuento mexicanos del siglo XIX y XX, mitocrítica, estudios
sobre el símbolo y los mitos en la literatura, representaciones de la guerrilla y la minería en
las narrativas literarias.

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