Scel dle di Mong aba
-Dia-de-arribo-\
Lat. N. $252. Long. E. 69° 39.
Nuevamente me aproximo al ‘meridiano, vinien:
do esta vez por el Norte. Estamos en fos ocho gra-
dos de latitud, y después de una semana de alta
mar, pasado mafana a medio dia, el y derrama fos esplendores’ de
fa primera mafiana de los tiempos, engendrando yi
exterminando -al igual de Siva, y el sentimiento
Teligioso de la naturaleza, sobrecdge como en nin~
guna parte. ‘
Me la figuro mortifera esa India, como un bos-
que sagrado, verdadero templo abierto a todas las
creencias. Ella es de todos modos, la cuna de todo
y sera tal vez el sepulcro; presente su ciencia en
&1 fondo de las religiones mas diversas y de cuanta
civitizacion ha ensayado 1a humanidad. Desde sus
Dakkmas, sus seis Torres del Silencio donde los
muertos esperan la suprema disolucién, sube cada
dia at infinito, una plogaria panteista, la tiniea po-
sible, y postrarse y hollar con la frente su polvo,
es recobrarse y erecer. Oh, aquella fuente y pis-
cina, en cuyo’ centro florece solitario el toto sa-
grado; de donde surge conforiada el alma humana!
facia’ ella marcho yo, descubierto y con los pies
desnudos; hacia et Oriente de donde nos viene toda
luz: et sot y las religiones.. Y ahora comprendo
gque ini porpienia desitusion de poeta no valdra' nada,
si como hombre logro sentir lo que hay de inmutable
bajo este todo frigil y etimero. Entonces adqui-
riré, puede ser, la desinteresada filosofia def des-
tino, hecha de amor sin fe y de fe sin esperanza,
Pero mientras. tanto, ¢qué (se me reserva allé
arriba, en las-tierras ‘allas donde no sé cuanto
tiempo viviré, m si moriré? Largo abandono en-
tre extrafios, 0 bien (por qué to?) un poco de
ese algo que engafla Ia desolacién del destierro:
familia ffeil que los parias nos venimos haciendo
por doquiera y que jay! pasa cuando pasamos;
amistades, amores y adopciones de ocasién... In-
itilmente’ se oprime-as manos y se abraza, in-
lhlmente se camblan juramentos: ;pasamos ¥ pa-
san!
Ast se sique por ef mundo, dando at viento, di-
sipando-Sobre tierras estériles este pufiado de se-
millas que es todo nuestro tesoro... La vispera de
abandonar mi tierra, mi buena Petrona me sofié