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¡¡ EL MAESTRO . A L F R E D O . T O R E R O !!

FALLECIÓ HACE 15 AÑOS - LUEGO DE 12 AÑOS EN EL EXILIO.- ..Torturado por


esbirros de fujimori y Toledo que le negó el retorno.

Antropólogo y Lingüista peruano. Fundó la Lingüística Andina en el Perú con su


artículo "Los dialectos quechuas". Investigó y con trabajo de campo en contacto
con las comunidades. Además estudió la lengua quechua y la aimara y lenguas
extintas como mochica, puquina, quingam y cholón.

*** Fue detenido por la Dircote (Dirección contra el Terrorismo) en la casa de su


pareja de entonces, la Dra. Ruth Shadi en 1990 acusado de formar parte del
movimiento terrorista Sendero Luminoso. Se vio obligado a abandonar su patria, y
desde entonces se le impidió regresar con procesos penales abiertos con orden
de detención.

El lingüista radicaba en Holanda en condición de asilado político y últimamente


viajó a la ciudad hispana de Valencia, donde no sólo prodigó conocimientos sino
que también supo ganarse el reconocimiento de profesores y alumnos de las
universidades de Valencia, Salamanca y Valladolid.

TESTIMONIO :
MIS RECUERDOS DE ALFREDO TORERO /Antonio Rengifo Balarezo.
Reescrito: 12/07/2011
Yo pensé que Alfredo iba a morirse rápidamente en el exilio, consumido por la
nostalgia debido a su profundo arraigo al Perú y especialmente al Perú
quechuahablante. Si se hubiera quedado en nuestra patria habría muerto
masacrado en la prisión como le sucedió a tantos otros compatriotas.

Felizmente, para el pueblo quechua, no ha ocurrido ni lo uno ni lo otro. Alfredo se


sobrepuso y dejó una obra para reivindicar un legado ancestral. No he dicho
felizmente para él porque Alfredo, hombre de principios, sabía arriesgar su vida
por un ideal.

Lo ayudó a sobrevivir la esperanza de retornar a la patria y su instinto de


investigador. Una de las glorias del profesorado sanmarquino a quien Arguedas
consideraba con autoridad para corregirle sus traducciones del quechua, continuó
investigando en el exilio a partir de 1992.

Anidé nueve años el deseo de visitar a Alfredo. Hasta que un suceso inusitado me
condujo a Lovaina y aproveché para ir a su encuentro en Ámsterdam. Me recibió
en la estación del tren con su sonrisa de siempre, entre dulce y tímida con la
permanente esperanza de retornar al país y la satisfacción de haber concluido de
redactar un libro. Lo observé con un ligero aumento de peso (lo cual era positivo
en él).
Se había resistido a aprender el idioma holandés –y con ello obtener algunos
privilegios- porque eso le hubiera significado, según sus palabras, enraizarse en
Holanda y perder la esperanza de retornar a su querido Perú. Sin embargo, a
nuestro eminente lingüista que ostentó los más altos grados académicos y que
dictó cátedra e investigó en las principales universidades europeas, le esperaba
una lóbrega prisión si hubiera retornado a su patria. Y esa espada de Damocles se
mantuvo afilada aunque el régimen sanguinario y corrupto de Fujimori hubiera sido
cambiado por el del presidente Toledo. ¡Qué tal paradoja! Por decir lo menos.

Alfredo Torero, 1999El gobierno holandés, prevenidamente, le había


proporcionado un bastón de ciego porque su visión estaba limitada. A pesar de ello
Alfredo me esperó en la estación del tren de Ámsterdam sin el bastón. Y, ya en su
casa, noté que usaba computadora (¡Ese Alfredo, no se rezagaba!).

Me dijo que la limitación de la visión era una secuela de la presión ocular y del
tiempo que estuvo vendado en la Dirección contra el terrorismo en Lima
(DIRCOTE).

Aun en condiciones adversas permanecía inquebrantable, enhiesto a sus 71 años.


Se mantenía actualizado con lo que sucedía en nuestra patria. Todo un día con su
noche conversamos, sinópticamente, de todo; hasta de asuntos personales,
íntimos. (Sus amigos sabemos que era un insomne consumado). Dispuse
únicamente de un día para visitarlo por razones ajenas a mi voluntad. Al
despedirse nos tomamos unas fotos y me dijo en broma que le avisara como
estaba la situación en el Perú; porque si no era favorable a su retorno le haría
“ojitos” a su vecina, una simpática holandesa que vivía sola. También me encargó
que viera el estado del juicio que le había abierto el Estado.

Alfredo era un ejemplo paradigmático de resiliencia. Tenía un gran poder de


recuperación y superaba las limitaciones. El ejemplo a la mano: los nueve años en
el exilio que ya llevaba en el 2001 cuando nos reunimos por última vez. No se
arredraba ante las empresas difíciles. Todo lo que logró le costó un gran esfuerzo.

Cuando los jóvenes con aspiraciones profesionales postergaban la edad para el


matrimonio, él se casó, tan igual como lo hacía entonces un obrero o un joven de
mi barrio, la Unidad Vecinal Nº 3. Estudiando Derecho en San Marcos enamoró a
Anita Navarro y se casaron. Asistían a la universidad llevando a su hijo (En la
universidad no había guardería infantil, como tampoco lo hay ahora).

Luego de concluir sus estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos


(1950-1956) partió a París sin beca, con su esposa, Anita Navarro, y dos hijos
pequeños. Trabajó en la Agencia France-Press de 1961 a 1965. Antes lo había
hecho en Lima. En Paris tuvo como compañero de labores a nuestro máximo
cuentista: Julio Ramón Ribeyro. Simultáneamente estudió una Licenciatura de
Letras en la Universidad de París (Sorbona) de 1960 a 1963 y el Doctorado en
Lingüística, en la misma universidad de 1963 a 1965. El enorme esfuerzo
desplegado le produjo un surmenage. Sin embargo, obtuvo el título de Doctor en
Lingüística en 1965, con la tesis: Le puquina, la troisième langue générale du
Pérou bajo la dirección de André Martinet (grado convalidado en el Perú por la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

En 1964 aparece su primer artículo "Los dialectos quechuas", en la revista Anales


Científicos de la Universidad Agraria. Como lo ha dicho el mismo Alfredo:
condensaba ya en él unos veinte años de investigación. Ahí aparece el primer
mapa lingüístico del Perú. Ese artículo, realmente, sorprendió. Es un artículo
subversivo. Dejemos que el mismo autor nos lo diga: Como en la época se tenía al
quechua como el idioma extendido por los incas desde el Cuzco y al habla
cuzqueña como la única 'pura'; y, en las conclusiones de mi artículo se sostenía,
en cambio, que el quechua se había originado en la costa central, en torno a Lima,
y que el habla cuzqueña era un dialecto tan 'puro' como el ancashino o el huanca,
o cualquier otro.
(Algunas veces los grandes descubrimientos o los aportes al conocimiento no
aparecen bajo el formato de un libro. Basta un artículo, como lo hizo Alfredo. O un
simple folleto, como el del médico rural inglés Edouardo Jenner con el que
trasmitió su trascendental descubrimiento, hace ya más de doscientos cincuenta
años: la vacuna contra la viruela).

Concluidos sus estudios en París, retorna a Lima y se incorpora a la actividad


docente en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos 1965-1992. Y en la
Universidad Nacional Agraria La Molina, 1965-1972. Fue un profesor carismático,
con influencia en el alumnado. Frecuentemente estaba rodeado de alumnos que
luego devenían en amigos que frecuentaban su casa. Recuerdo a Angélica
Aranguren de San Marcos; de la universidad agraria La Molina a Francisco Bazo,
Nelson Manrique, Fano, Susana Uzátegui, Darío Alejandro Benavides Loayza y
Alberto Gálvez Olaechea. Pancho Bazo estuvo requisitoriado un tiempo, Susana
partió a Santiago de Chile al asumir el gobierno Salvador Allende, luego del
sangriento golpe militar del general Pinochet se enrumbó hacia Nicaragua; Darío
fue a Buenos Aires para integrarse a la guerrilla urbana que luchaba contra la
sangrienta dictadura de Videla y murió en acción de armas; Beto Gálvez se integró
muy joven al MRTA y ahora lleva en prisión 23 años. Nelson Manrique es un
sociólogo de renombre. Otra joven a quien Alfredo le tenía mucho cariño y le
dispensaba un trato paternal fue Cecilia Oviedo, quien fue empleada del Ministerio
de Comercio y Secretaria General de la Confederación Intersectorial de
Trabajadores Estatales (CITE) por los años 1982-1983; poco después, tuvo que
verse forzada a exilarse en México. Bueno, hasta ahí las relaciones de Alfredo con
los jóvenes.

Uno de sus aportes como lingüista fue la recuperación de idiomas andinos


desaparecidos; y haciendo uso de sus conocimientos se divertía haciendo algunas
tretas como si fuera un geniecillo travieso del bosque. Así develó el origen nativo
de determinados personajes cuyos apellidos: Llontop, Kapsoli, etc.; no eran del
pretendido ancestro europeo. Otro de sus aportes fue historiar el quechua,
clasificar los dialectos y localizarlos geográficamente; por tal motivo, sus
conocimientos de los idiomas de los Andes le permitían “adivinar” de qué pueblo
de la Sierra eran originarios los migrantes en Lima cuando los escuchaba hablar
en quechua. Se sorprendían de tal manera que lo creían “brujo”.
No sólo conocía idiomas extintos precolombinos y la historia del quechua; sino,
también la historia del español. En ese sentido, era una autoridad para opinar
sobre la correcta escritura de la palabra “Cuzco” que suscita encendidos debates,
como también ocurre con la escritura de “Méjico”. Para Alfredo, la capital del
Tahuantinsuyo se debe escribir con z, según me lo manifestó en una conversación
coloquial. Si su opinión la hubiera hecho pública, habría ocasionado escozor en
los cuzqueños antihispanistas a ultranza.
Alfredo ameritaba, por sus contribuciones en Congresos y publicaciones en
nuestro país y en Europa, un sillón en la Academia Peruana de la Lengua; aunque
yo creo que a él no le interesaba tal cosa, como no le interesó adquirir algún bien
patrimonial; solo fue propietario de un viejo Volkswagen. Tampoco le interesó
hacer carrera académica. Llegó a vicerrector por circunstancias fortuitas.

De sus publicaciones referentes al quechua destaco el libro que apareció en


primera edición en 1974 en Lima y la segunda en 1980 en La Habana: El Quechua
y la Historia Social Andina. Ambas ediciones agotadas. (En el 2007 salió en Lima
una nueva edición). El libro se divide en dos partes. La primera es para lingüistas y
en ella emplea la jerga y la simbología propia de especialistas (por lo tanto, yo
quedé fuera de juego). Y la segunda, es una sabrosa crónica explicativa de los
procesos sociales en donde se combina la etnohistoria, la arqueología y la
geografía. Está accesible a cualquier profano. (Debemos aprender el método de
exposición alfrediano). Para la referida obra se valió de su conocimiento
multidisciplinario, unificado por el enfoque marxista. (A esta modalidad
epistemológica, Alfredo la llamaba pensamiento sanmarquino). Y pensando como
sanmarquino, según sus palabras, escribió su voluminoso libro: Idiomas de los
Andes Lingüística e Historia (1ra. edición2002; 2da. edición 2005).
En los conocimientos de arqueología lo inició su padre; quien había sido un gran
aficionado a la arqueología y había caminado desde Barranca hasta Huaral
haciendo exploraciones. Caral era conocido como Chupacigarro (Alfredo supone
que en ese asentamiento hacían ofrendas, de ahí su nombre).

Alfredo era un maestro de estilo peripatético, caminando o paseando, irradiaba


conocimientos a sus alumnos y amigos. De esta manera, lo hemos disfrutado. Al
respecto, recuerdo que una vez invitó únicamente a Cecilia, mi esposa en ese
entonces, y a mí, a pasar la noche de Año Nuevo en la casa de la arqueóloga
sanmarquina Ruth Shady, que en esa época era su pareja. Luego de los abrazos y
del brindis con un licor de jengibre (kion) que elaboraba su hermano Domingo, y
cuando Ruth y Cecilia se recostaron en los muebles para dormir, salimos los dos a
caminar al parque del frente y amanecimos “conversando”; mejor dicho, yo
solamente escuchaba y de vez en cuando lanzaba una pregunta.

Su actitud de investigador afloraba en cualquier momento. Así ocurrió cuando le


dije que viajaba a Chulucanas debido al fallecimiento del papá de mi amigo y
extraordinario ceramista José Luis Yamunaqué, me encargó que anotara todos los
nombres nativos que figuraban en el cementerio de Chulucanas para entregarle la
lista al retornar a Lima.
Una vez le dije en broma: ya sé la clave explicativa de tu gusto por la universidad y
de que aún no te retires, pues he observado que cuando te encuentras rodeado de
alumnas, el azul de tus ojos se intensifica. A pesar que Alfredo respondía al
estereotipo del sabio distraído, su relación con las mujeres ha ocupado un lugar
importante en su vida. Si bien, algunas mujeres le han causado desasosiego, en
cambio, otras han sido sus ocasionales hadas madrinas, lo han salvado de
situaciones difíciles o le han dado apoyo emocional para sobrellevar los
sinsabores de la vida. Alfredo consideraba la amistad como un alto valor supremo
y ha dado muestras de ello.

Cuando anteriormente he dicho que era distraído me refería específicamente a la


dificultad que tenía para ubicarse en el espacio urbano. Perdía la noción del lugar
en donde se encontraba abstraído en los planteamientos que continuamente
proyectaba. Una vez al salir de un supermercado, luego de hacer compras, no
recordaba donde había dejado estacionado su carro, creyó que se lo habían
robado. “Apareció” el auto luego de medio día de búsqueda. Sin embargo, para
otras cosas era “mosca”, como dicen ahora los muchachos.
La participación de Alfredo en los movimientos sociales data desde su época de
alumno secundario. Fue cuando estudiaba becado e interno en el colegio Nacional
Nuestra Señora de Guadalupe. Ahí participó en una huelga estudiantil que se
transformó en una protesta política. Ya de profesor en la Universidad Agraria La
Molina se adscribió a una protesta estudiantil por reformar la universidad y mejorar
las condiciones de vida de los obreros de la universidad ya que vivían
inhumanamente y los animales como humanos opulentos. La movilización fue
reprimida violentamente; la policía violó la autonomía universitaria y,
consecuentemente, Alfredo pasó un corto período en prisión en 1972. Lo fui a
visitar. En la cárcel era uno de los presos más respetados por los delincuentes. Y
no lo era por ser catedrático universitario -aspecto que ignoraban-, sino porque en
el verano los presos permanecían con el torso desnudo y Alfredo en la barriga
ostentaba las cicatrices de numerosos cortes. No hacía mucho tiempo que lo
habían operado de urgencia y le habían reducido el estómago por una peritonitis
que se le presentó. Los presos creían que era un delincuente “ranqueado”. La
universidad Agraria perdió su contenido humanista; el curso Movimientos
campesinos en el Perú, que dictaba, por iniciativa de los alumnos, fue suprimido;
lo mismo que la facultad de ciencias sociales, hasta el local fue arrasado.

Alfedo fue crítico del Instituto Lingüístico de Verano, entidad evangelizadora


yanqui, asentada en la selva y expulsada por el Gobierno de las FF.AA. presidido
por el General Velasco. (Con el cambio de gobierno, fue restablecida). También el
ILV se interesó por el quechua. Es que la lengua puede convertirse en vehículo de
penetración ideológica, de desintegración social, si poderes externos, como el
imperialismo yanqui, la vuelven contra el propio pueblo que la habla. Debe
recordarse que con la misma finalidad se creó una cátedra de quechua en la
universidad de San Marcos en la época colonial con el objetivo de extirpar las
llamadas “idolatrías” y suplantarlas por el catolicismo. Sin embargo, el quechua
también tiene otra finalidad, como la tuvo para Alfredo:

Mi interés por el estudio del quechua estuvo enteramente ligado a la preocupación


por el cambio social y político en mi país. Para participar en tal cambio, tenía que
empezar por comprender al Perú en su diversidad y complejidad; y hacia allí
estuvieron dirigidos mis empeños desde mi primera juventud. Por ello, no me limité
a hurgar en las lecturas y la realidad solamente lo relativo al quechua y a otras
lenguas nativas, sino a tratar de entender la tan varia geografía, la historia de
milenios, el hervor de culturas y las agudas tensiones sociales que hacen del Perú
países mil. (*)

Cuando fue Vicerrector administrativo de la Universidad de San Marcos (1985-


1990) lo invité a mi casa en la Unidad Vecinal No. 3; también había invitado a
Miguel Gutiérrez, novelista, y a Fernando Lecaros, sociólogo, historiador y editor.
Eran mis amigos más cercanos, pues don Emilio Choy ya había fallecido (1978).
Pasado el tiempo, Fernando me dijo: felizmente, yo he sido el único –de aquella
reunión amical- que no ha pasado por la Dirección contra el terrorismo
(DIRCOTE). Debe recordarse que siendo vicerrector, Alfredo formó una comisión
para que asistiera a los alumnos sanmarquinos en prisión con alimentos,
medicinas y defensa jurídica.

Al ser capturado por la DIRCOTE los amigos más cercanos de Alfredo nos
apersonamos a la Av. España para averiguar sobre su situación y prestarle
nuestros servicios. Igualmente, cuando estuvo en una habitación de la clínica
Maison Sante bajo vigilancia policial. Nos contó que cuando rescató su carro
intentaron asesinarlo, pues le dispararon desde un puente de la Vía expresa y a su
auto le habían sacado algunas turcas del aro. Poco después partió al exilio en
1992.
Recuerdo que cuando mis hijos estaban pequeños Alfredo frecuentaba mi casa y
medio en broma y medio en serio decía que mi casa se parecía al arca de Noé y a
las clases en San Marcos porque mis pequeños hijos estaban presentes alterando
el orden e interrumpiendo las conversaciones y no solo eso sino también hasta
opinaban de manera diversa sin ningún reparo y sin el control de Lourdes, en ese
tiempo mi esposa. Cuando pasó el tiempo la amistad conmigo se hizo extensiva a
mis hijos. Tal es así que una de mis hijas fue a visitarlo en Ámsterdam cuando hizo
una gira en un electo de baile. Luego se estableció en Paris cuando se casó con
un francés. Alfredo al pasar por París se alojaba en casa de mi hija.

Existe un lingüista peruano, patrocinado por institutos norteamericanos, que se


convirtió en el Salieri de Alfredo. (No sólo Mozart tuvo su Salieri). Cuando estuvo
en una situación delicada, vulnerable, escribió un artículo en la Revista Andina del
Cuzco contra Alfredo. En cambio, Henrique Urbano, el director de la revista,
publicó un artículo haciendo un balance del contenido de las investigaciones en
ciencias sociales y, con calificativos extremistas, poco usual para nuestro medio,
no dejó títere con cabeza a excepción de Alfredo fue respetado y esta vez, por sus
reconocidos méritos de investigador.
Alfredo pertenece a la estirpe de artistas, intelectuales y científicos que han hecho
aportes a la humanidad y que a la vez han sido reprimidos por su sensibilidad
social y temperamento. Es el caso de nuestros paisanos Mariátegui y Vallejo y de
los europeos: Rudolf Virchow, (1821-1902), patólogo, arqueólogo, antropólogo y
epidemiólogo alemán, fundador de la patología celular. Autor de un informe clásico
de la Salud Pública sobre la epidemia de tifus de 1848 en Silesia Alta, Prusia. El
físico francés Paul Langevin que desarrolló en 1905 una teoría sobre la variación
con la temperatura de las propiedades magnéticas de las sustancias
paramagnéticas basada en la estructura atómica de la materia. (Por si fuera poco,
Paul le hizo sacar los pies del plato a la primera mujer que recibió el Nobel).
Norman Bethune, el médico canadiense que efectuó la primera transfusión de
sangre fuera de la clínica, en el campo de batalla durante la guerra civil española y
murió en China militando en la guerrilla maoista.

Cuando Alfredo partió al exilio ya tenía un reconocimiento académico


internacional. Por tal motivo, fue acogido como docente e investigador invitado de
las universidades de Valladolid, Valencia y Salamanca, del Instituto Cervantes,
Alcalá de Henares-Madrid, España. Netherlands Institute for Advanced Study
(NIAS), Wassemaar. Holanda. Universidad de Bonn, Alemania. Universidad de
Leiden, Holanda. Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS), Francia.
Universidad de Paris V (René Descartes). Y otras...

Poco antes que partiera de Ámsterdam hacia Valencia donde eligió morir y tenía
amigos, sostuvimos una conversación telefónica de cerca de una hora, habló de
muchas cosas, pero menos de su enfermedad; no expresó ningún asomo de
queja. Al final, me dijo: me siento algo fatigado, me despido un abrazo Antonito.
Hasta para morir supo tener dignidad.

Cuando fueron traídas sus cenizas a Lima de paso hacia Huacho, su tierra natal,
se le rindió un homenaje en San Marcos debido a la gestión del historiador Pablo
Macera. Asistieron las dos Anitas, es decir, su esposa y su hija. Finalizada la
ceremonia invité a su hermano Domingo a la cafetería. Estaba emocionado y
quería hacer mi catarsis, Domingo era la persona más adecuada para tal fin. Le
solté las aguas represadas de mis recuerdos con plena franqueza. En uno de los
pasajes acotó: Alfredo se enamoraba hasta de la mariposita que pasaba delante
de él. Este acotamiento cariñoso y elegante de su hermano no vaya a conducir a
equívocos puesto que el amor de su vida fue un Perú integral con pendón
socialista.
Reescrito: 12/07/2011

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