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d d PRÓLOGO
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d dónde estamos, y aunque el mundo es peligroso, su belleza es
fascinante. Incluso un hombre perdido al que apenas le queda un
vestigio de algo semejante a la vista sabe que las lágrimas de felicidad
son para esto: para este preciso minuto de inmovilidad en este lugar,
contemplando el aire como si fuera un circo viviente.
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d d LA VILLA DE SAINT-OVIDE
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d llevé en secreto al jardín y las enterré bajo las anchas hojas de un
ruibarbo. Un año después las encontró una familia que subalquiló la
casa mientras mis padres y yo estábamos en Escandinavia. No
podían explicarse cómo aquellas pequeñas gafas de montura
dorada habían acabado bajo tierra.
d d 18
d d Me monto.
d d
En un mundo matemático hay tantas variables: ¿Fueron mis años
de ciclista un regalo actuarial? ¿Quién más estaba en la calle
mientras yo iba en dirección opuesta? ¿Me detuve precisamente el
día señalado, el día en que debía llegarme la hora?
d d 19
d
d obedecía a la necesidad instintiva de parecerme a otros.
Naturalmente, fue mi madre quien me regaló la bicicleta, un regalo
hecho de culpa. La quiero porque me obsequió con la velocidad y a
la vez sigo enfadado con ella. La mía fue una infancia de emociones
fuertes y náuseas.
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d
d Todavía hoy vivo en la «caseta de aduanas», entre el mundo de
los ciegos y el de aquellos que poseen una mínima capacidad para
ver. Es un lugar transitorio, con cimientos movedizos, con la
promesa de estabilidad siempre bajo sospecha. En ciertos
momentos veo mejor que en otros porque las condiciones de la luz
son decisivas y poderosas. Los caprichos de los arquitectos influyen
muchísimo en mi experiencia visual: un centro comercial
posmoderno con sus suelos en distintos niveles y sus paredes
espejadas todo iluminado por luces indirectas y bombillas de alta
intensidad puede obligarme a aflojar el paso. La oscuridad de los
restaurantes y los bares me produce una opresión en el pecho.
Camino lentamente, sin elegancia, sintiendo los súbitos
estremecimientos de alarma que acompañan a la incapacidad de
ver. En una estancia diseñada para personas elegantes y atractivas,
siento un pánico infantil imaginándome como un viejo que se
acerca los objetos a la cara. ¿Cómo se acostumbra uno a los
impredecibles momentos de indefensión? Al doblar una esquina me
topo con la luz directa del sol, y de improviso soy un niño asiéndose
a cualquier cosa con desesperación en medio de una tremenda
ventolera.
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¿Por qué no les dicen que jueguen conmigo?
d d 23
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d d Hampshire rural. Sin embargo hay prejuicios: la ceguera es una
desgracia terrible; de hecho, una calamidad, porque no hay sitio
para ella en la vida cotidiana. Para mis padres esta paradoja será
aun más difícil de desentrañar, porque mi falta de vista es una
forma de «ceguera oficial», una frase confusa que significa que
puedo ver fragmentariamente pero no lo suficiente para ver de
verdad. No lo suficiente para conducir, manejar máquinas o leer un
libro normal.
d d 24
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d d se cuece algo. Me quedo en lo alto de la escalera, con la oreja
pegada a la puerta.
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d d fyluy cerca mis compañeros de clase juegan a «matar
alemanes»: corren gritando a voz en cuello en un noviembre lleno
de alborozo. Discuten repetidamente quiénes han resultado
muertos. A veces agacho la cabeza como un defensa de fútbol y
me lanzo contra ellos.
d d Ahora
aprieto la nariz contra una página indescifrable, tratando de leer
alguna inscripción entre el polvo de las retinas dañadas, y aquí
viene un niño para mirar por encima de mi hombro. Está girando en
órbita.
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d
d do páginas ilegibles. El desván es mi estudio de televisión. Me
siento bajo el alero, y con la lluvia como acompañamiento, me
dirijo a mi público. i
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d imposible de medir. Han pasado más de treinta años desde aquel
día, pero todavía me atormenta esa sensación de per- \ tenecer
por completo a otros, de ser, en efecto, su propiedad. Debería
haber un libro de protocolo para aquellos que se ven obligados a
interpretar el papel de monstruos. Privado de mis gafas, yo ya no
era un niño minusválido a ’ quien se ha prohibido participar en los
deportes. Era un anfibio.
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d
d incluso las cosas más cercanas se me escabullen; los objetos
pasan vertiginosamente ante mí como las imágenes rápidas de las
películas antiguas. Aunque quiero ver, pasar por alguien que ve, la
vista me elude.
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d
d más allá, donde quiera que mirara, la concentración de los
colores se deshacía y me inundaba la caleidoscópica neblina
circense de sombras y tonalidades gitanas.
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d una lente tras otra de sus cajones, como si fueran mariposas
enmarcadas, y las sostiene delante de mi cara. Veo círculos
rosáceos de color, los reflejos irisados del grueso cristal, pero por
mucho que me esfuerce soy incapaz de descender por esos
oscilantes túneles de prometida claridad.
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d d M:
d
d naval lleno de pájaros y hermosas criaturas. Contaba histo-¡ rias
graciosas, complicadas y bien argumentadas sobre el mundo que
inventaba para pasar las horas. Los cuentos eran una distracción, el
equivalente intelectual a un juego de naipes, un solitario pictórico
susceptible de ser compartido, una demarcación entre el arte y la
salud mental.
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d d vocales’ j r j i u
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d Dorada Mezquita de las doce puertas tratando de no hacer í ni el
más mínimo ruido. No veo si me ven, y debo fiarme ] del antiguo
truco tribal de pisar ramitas sin permitir que crujan.
d d 42
d d para
d d beber.
d d 43
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d
d tación he estado comiendo como Elvis Presley, atiborrándome de
galletas y helado. Sin ningún programa de actividad física, me he
puesto como un globo. Al llegar al cuarto curso estoy enterrado en
mi propia grasa, gordo de angustia y derrota.
d d 44
d d
¡Han lanzado un bote salvavida, señor! ¡Todo a estribor! v ’
d d 45
d
d gritamos en reconocimiento de los seres humanos que se ahogan,
cuyos botes salvavidas se hunden con el barco. Más tarde bajamos
por la escalerilla de manzano y fingimos ser buceadores, moviendo
los brazos, explorando los camarotes hundidos. Llevamos palos,
preparados a presentar batalla a las barracudas.
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d bellino del amor y el odio/ de las deidades que crean», es. cribe
Kenneth Rexroth.
d d 48
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d d Viajar en coche con un mal conductor/exige confianza y r
Cuando uno es ciego, el conductoplns/eguro es un tras¡sor humano,
las palpables frecuend(ias/ie la mala conduc¡ón vibran en nuestro
interior; el amalgama de luz y oscuf ridad, carretera y metal,
atraviesa los empastes de nuestras muelas. Por las ventanillas del
coche veo una inconmensurable tarta de varios pisos de estratos
grises, luces furiosas, un implacable oleaje. Y mi madre pasa de un
carril a otro. En el coche la tensión crece como aire forzado desde
una bomba de vacío y súbitamente, con un topetazo, llegamos al
aparcamiento de la biblioteca, los frenos se enganchan y se sueltan
una docena de veces^ntes de que nos detengamos.
d d 49
d
d A menudo pasa la noche en vela. La oigo moverse en la planta
baja; el ruido de los platos, de armarios que se abren y se cierran.
De vez en cuando bajo a investigar, y aunque son las dos de la
madrugada, me lee el Drácula de Bram Stocker o algún libro sobre
naufragios. El Lusitania, el Titanic, el Andrea Doria, el Hinderburg,
las fallidas expediciones al Ártico. Leemos historias de muertos en
plena
d d * noche.
d d Empiezo yo:
d d ticos.
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d
d XV
d d ¿Por qué soy incapaz de confesarle que veo muy poco? ¿Qué hay
de malo en una vida de color y luz, de inferencias que manan de mi piel
como el agua de los sueños?
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d d La clase ríe.
d d Más risas.
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d d 55
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d pero toda mi atención está centrada en las ilustraciones ma-J
cabras.
d d ¡Dios mío!
d d Yo soy Quasimodo.
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d d En mayo de 1970 mi padre decide aceptar el cargo de director de
Hobart and William Smith Colleges, dos pequeñas escuelas de arte en
Geneva, Nueva York. Describe la zona residencial universitaria como un
conglomerado de edificios ruinosos en lo alto de una colina que se alza
sobre el lago Séneca. Dice que el lugar tiene un halo de decorosa
decrepitud, y tiene razón.
d d 59
d
d 1880 esta zona de Nueva York era famosa por las reuniones m
celebradas para hablar con los muertos. El fundador de la 1
universidad local vio a víctimas de naufragios encesta habí-1
tación, vio a Aristóteles, vio un fuego tembloroso con forma de
mujer. Imaginó unas ruedas girando en el cielo, como 1 las
circunvoluciones de Yeats. 1
d d 6o
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d d Ahora siguen los ciegos de los templos de Epidauro, to. dos
ellos convencidos de que verán después de una noche de inhalar
los vapores egipcios.
d d Aquí están los mendigos de Roma a los que han arrancado los
ojos como castigo por sus perversos crímenes. Y también las
prostitutas ciegas romanas.
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d
d Más allá del amanecer hay un castillo donde viven los Nmuertos
le digo. Es una leyenda gitana. Los muertos ekán todos cabeza
abajo. De vez en cuando se ponen en pie y se dan palmadas; así es
como se besan.
d d rificantes
d d Iftí
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d
d cos acordes de luz, oleadas de gloria. Fuman, se tumban y las
ratas les mordisquean las orejas.
d d 66
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Yo pillé a un murciélago en el garaje dice Darrell. Maldito bicho. Lo
clavé a la^puerta. Lo crucifiqué.
d d ¿Estaba vivo?
d d Comienzo a recitar: /
d d 67
d
d Salta al canal con los pantalones puestos para que no se los
roben.
d d ¡Un poli!
d d como.
d d 69
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d d ¿Qué me pasa?
d d 7°
d d so ins-
d d 7i
d
d En la primera noche de nieve me encuentro a Ted y a Moira junto
a la fuente. No me han visto, se están besando, cada uno con las
manos metidas bajo el abrigo del otro. Cuando me acerco no
parecen molestarse. Es como si los besos fueran a durar para
siempre, como si el tiempo no tuviera importancia.
d d 72
d d Lo único que
quiero hacer es conducir, llevar a Moira a un huerto y allí
desabrocharle los pequeños botones de la blusa. Quiero poner la
oreja sobre su pecho izquierdo, oír los latidos de su corazón, besar
sufragante cuello blanco.
d d M’
d d 73
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d d ¿Eso es todo? i
d d Dijo que pesas sólo cuarenta y cinco kilos y que hace un mes
que no vas a clase. Que has estado en el hospital. Nos pidió que
rezáramos por ti.
d d No.
d d ¿Recuerdas que Huck Finn rezó para que Dios le die” ra una
caña de pescar? Lo único que consiguió fue un trozo de cuerda.
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d Creo que en la imaginación de toda persona ciega hay paisajes. El
mundo es gris y azul mar; luego los rayos del sol revelan un grupo de
casas de tejas marrones, que ahora parecen un bisonte peludo e
inmóvil. Son lugares aprendidos a fuerza de rutina, cuyos múltiples
efectos de color se vuelven extraños cuando las nubes se mueven con
rapidez. Lo desconocido es peor, un territorio épico que, visto con la
imaginación, podría impedir que un ciego saliera de casa.
d d 77
d
d ríos, los inaccesibles libros de la biblioteca son problemas que se
dejan a mi arbitrio.
d d ¡Leer es peligroso!
d d 79
d
d ¿Qué habría pensado él en el demencial crepúsculo púrpua 11 ra
en el que yo habito? ¿Se visitaría a sí mismo?
d d ventanas abiertas. 1
d d curvas. 1
d d hacer las palabras cuando las dispongo una junto a otra, co- I
d d Puede ser culpa del teléfono. Llama una amiga diciendo que 1
d d 8o
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d
d cura como en una mazmorra. Me detengo en los haces de sol,
bajo los tragaluces ovales, y observo cómo el mundo se deshace en
arcoiris, luego giro hacia una vasta oscuridad abovedada donde hay
un cuadro importante colgado detrás de un velo, negro como un
faro abandonado.
d d Pero he viajado desde tan lejos para ver los cuadros y detesto
verme vencido por los trucos de la luz, así que me uno a un grupo
de turistas norteamericanos. Ellos siguen obedientemente a una
española, una guía que describe los cuadros de la galería donde
estoy. Sin embargo, la mujer se percata de que soy un impostor, un
oyente que no ha pagado, y mientras yo me esfuerzo para ver el
espolón de un caballo pintado, me echa del grupo.
d d 82
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d d una madeja enredada, una borla/de súbito azul aquí, con una
aguada de rojo allí. El propua^ire sejiarconvertido en vidrio
soplado, con sus impefectas burbujas de amatista o azul castaño.
Me detengo en la esquina de una calle vulgar como si acabara de
despertar en el fondo de una copa. El rosa fundido del vidriero ha
caído en mis ojos.
d d 83
d
d Escuchando a Ramona mi habitual timidez ante las mujeres
comienza a desvanecerse. Fuera de la biblioteca, me sorprendo
charlando tranquilamente con mis compañeras de clase. Descubro
que la conversación entre hombres y mujeres puede ser como una
templada pastilla de jabón disolviéndose en la bañera.
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d d jvle tira al suelo, me baja los pantalones, me guía a su nterlor.
La rapidez con que lo hace me resulta^Lncreíble. Mi cerebro
todavía está atascado en la/palabra «zanahorias»- _ /
d d Lo siento, yo...
d d Calla.
d d 85
d
d pequeñas ballenas del corsé que una vez tuve en mis manos en
una tienda de antigüedades. ¡El plumaje de un pájaro vivo no
puede tener esta textura! Estas aves son especímenes duros,
Victorianos, consumidos.
d d Jim sabe que no veo, pero supone que puede señalarme los
colores, hacer que me fije en una brillante piedra de Rávena, en un
jilguero posado en una valla.
d d 89
d
d Yo miro en mi propio disco de un verde cada vez má denso y digo:
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d Sí.
d d ¡Claro que leeré para ti! pronunciaré mal los nombres de todos
los héroes de La Hunda.
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d
d Me pasa un cigarrillo ridículo, un pececillo de papel.
d d 94
d d Del ríe.
d d Risas.
d d regazo de Del.
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d d 95
d
d Wí
d d Del ríe.
d d Bonito dice.
d d Es falso digo.
d d 96
d d Los cascos tienen forma de pera y no son más grandes que una
lata de coca-cola.
d d 97
d
d Hí
d d Eso es todo.
d d 99
d
d Me prometo que no voy a ahogarme. No en el hotel Hermes.
d d Quiero explicarle a esta joven que lee para mí que cada forma
y color es una limitación, que mi problema no se reduce a las
páginas de los libros. Pero no encuentro las palabras, tan frágiles
son las raíces de la masculinidad, sus primeras hojas.
d d Bettina despierta.
d d Soy ciego.
d d DDDDDDDDDDD.
d d Dame la mano, por favor. Guíame entre las rocas. | Hay fuego
en el mar y las colinas huelen a salvia.
d d 100
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d d Éstos son los leones de Délos dice ella. Parecen saltar hacia el
cielo.
d d Pero lo hago.
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d dor flotan las tumbonas de la cubierta. Pero reina una pa>
misteriosa. Hay una jaula enorme con un loro en el interior El agua
y el cielo son de color gris hierro. A mi lado pa$a flotando un cesto
con flores. Ahora un perro nadando Sumerjo la cabeza y comienzo a
bajar hacia el fondo.
d d Un teléfono.
d d Una nevera.
d dI
d d Lee y las palabras flotan. Arrepentimiento. Olvido. Ausencias.
Las inmensidades del tiempo. La culpa, eLafnor, el sexo, las
milagrosas curaciones de los cristianos./
d dI
d d 104
d d 105
d
d teria prima común, son tan reales como fideos en la sopa
d d 106
d d cursos de lectura rápida. Antes era como/tú, una desgraciada
que quería leer a Proust. / ^^/
d d centro.
d d ¡Puf!
d d B 107
d
d en una banda, arrastra el enorme instrumento y su banquito en
un hilarante esfuerzo por no quedarse atrás en el desfile
d d 108
d d ieer. Yo necesito un acompañante. ¡Maldita sea! ¡Detesto a los
acompañantes! Hablan, ríen, luego se quejan o quieren alg°- ¡N°
naY nada Peor °lue l°s deseos de otros!
d d Léemela.
d
d En la ciudad de Iowa me pregunto cómo encontrar lectores que me
guíen a través de mi arcano privado de la sabiduría popular egipcia, las
leyendas finlandesas, las complejas divagaciones de Ezra Pound, las
concordancias, los pequeños-diarios literarios y los poemas
mimeografiados.
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d d1
d
d ligeramente ominoso, como si se tratara de un grupo destinado a
investigar a Alger Hiss. Pero está hablando de la Comisión para
Invidentes, una organización creada por el estado.
d d Sí.
d d Sí. <
d d letra ampliada.
d d Sí. Yo...
d d ¡Deshazte de ella!
d d Bueno, yo...
d d ”3
d
d detesto porque durante varios días las aceras son como sue. los
enjabonados.
d d Dime dice más tarde, cuando salimos a tomar una taza de té.
Tus padres no sabían cómo ayudarte, ¿verdad?
d d Bueno, creo que les faltaban palabras. Conocían una parte del
vocabulario necesario, como «desprendimiento de retina» o
«ceguera oficial», pero les faltaba el lenguaje emocional.
d d 115
d
d compañero poeta que se ha ofrecido a leerme las páginas de
«ejercicios». Es delgado, pálido, y abre las manos como ramas en el
aire abstracto mientras recita versos de los poetas franceses:
Mallarmé, Nerval. Es un poeta inteligente, aunque no le gustan sus
compañeros de clase. Lo descubro mientras lee. Lo recuerdo
diciendo algo así:
d d Enciende un cigarrillo.
d d ¿Café instantáneo? 7
d d Olvídalo.
d d ¿Quieres un cenicero?
d d No, gracias.
d d 116
d d Sigamos. /
d d Pausa.
d d ”7
d
d JT^q-T-
d d ¿Qué otra cosa puedo hacer? Escucho con atención pero las
luces fluorescentes me producen un bizqueo vidrioso, y en cada
discusión verborreica vuelvo a ser el niñ0 de primero de primaria,
escuchando en un esfuerzo n0r descubrir lo que hay en la pizarra.
Cuando me llega el turno de leer mi poema, lo recito de memoria,
sujetando el papel como si estuviera leyendo. En retrospectiva, me
parece tan idiota hacerme pasar por vidente. ¡Requiere tanta
energía!
d d 118
d d mente. _ f _/
d d terio.
d d Una vez
fuera me apoyo contra un muro de ladrillos y siento ganas de
vomitar. Es noviembre, pero todavía hay quiscales en las
enredaderas que cubren el edificio. Recuerdo que una vez le dije a.
¡T. J. que los quiscaks se alimentan exclusivamente de mierda. Este
pensamiento me anima. Imagino a Gambrel y a sus hombres del
siglo xvii reunidos y tomando un tentempié de excrementos.
d d 119
d
d Hola, decano, me temo que al igual que Spinoza necesito más tiempo
para mis mónadas.
d d 120
d d querer
d d recortardigo yo.
d d Ya, pero los dadaístas encuentran los libros en la calle.
d d Son las seis y cuarto de una mañana de julio y Hal canta a voz en
cuello unos versos de Bertolt Brecht.
d d in ,A!
d d 121
d
d Hal, que tiene una constitución atlética, salta con agilj. dad al
parapeto metálico del puente y empieza a andar como una figura
de un sepulcro egipcio.
d d No parecéis suicidas.
d d ¡Joder! ¡Cómo eres! grita Hal, que salta del parapeto y se ata
los cordones. Me das ganas de correr y correr, de salir pitando de
aquí. Me inspiras pavor.
d d Silencio.
d d CIEGO?
d d Ha sido una imprudencia. Pero por aquí casi nunca ftay nadie,
ni nada contra lo cual chocar/. ¿Haces esto a menudo? ’
d d ”3
d
d En un solo minuto han pasado de creer que soy un tigr rojo de la
desgracia a pensar que soy un imbécil. Y ahora está claro que soy
otra criatura, un gusano recién nacido en la primera nevada, un
espécimen imposible de clasificar.
d d 124
d d Barry se reune conmigo en la cafetería del centro de
estudiantes. Está de un humor estupendo, animado y lleno de
optimismo. La universidad ha comprado una de las primeras
máquinas lectoras Kurzweil para ciegos.
d d Bromeas.
d d Me lo tomo a broma. \
d d ¡Eso ya lo sé!
d d 125
d
d .*
d d ¡Estupendo! Gracias.
d d ¿Y eso no te molesta?
d d 126
d d 127
d
d Aquí hay cintas que describen cómo hacer funcionar a esta
preciosidad dice Barry abriendo un cajón. Y durante varias horas
jugamos con la tarjeta magnética, localizamos funciones y
finalmente escaneamos una página de texto.
d d ?L 4
d d 128
d d taria.
d d 129
d
d mentos. En el archivo de poesía de la biblioteca, el encarga, do
me pasa la edición de 1855 de Hojas de hierba. Pongo la nariz en la
página donde el propio Whitman estampó su sello y respiro.
d d a’H’i-ifs-ífmmtmfímmmf v/i’*,/1
d d J*RJ& f >^ nf
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d d <« ’^«tww*
d d 131
d
d a Iowa para decirme que este personaje remoto, el señoj >
Saarinen, me esperará en el aeropuerto. Me intriga el hecho de que
sea director de una revista e imagino que mantendremos una
cordial conversación sobre literatura.
d d 132
d d taría la primera noche en un país desconocido, ha cambiado
¿Q planes. Me llevará a una oficina que tiene alquilada.
d d 133
d
d Una mañana se me acercan dos borrachos. Está claro que llevan
varios días bebiendo, porque sus abrigos apestan Me han pillado
mirando el cartel de una calle con el telescopio.
d d 134
d d !35
d
d para hacer creer mentiras fantásticas. Recito páginas nue soy
incapaz de leer o señalo vistas que no veo porque quiero que me
admiren. Mi condición de minusválido hace que me considere feo,
así que me cuesta entender cómo estas mujeres cultas y
equilibradas me consideran atractivo. Me siento a la vez halagado y
culpable. Así que hablo y bebo recito versos de poemas, imito las
excentricidades de los escritores que he conocido.
d d ¿De dónde eres? pregunta Jorma, uno de los horn bres que ha
ayudado a salvarme.
d d 138
d d i39
d d Mí (|5
d
d f 1J frl UTS,.
d d ¡Eres un chamán!
d d risas.
d d 141
d d :» >
d
d Tauno tarda bastante en liberarme del borracho caído Por fin él y
otro individuo hacen rodar al hombre del v<$ mito como si fuera un
tronco. Cuando me levantan, descubro que tengo la cara cubierta
de sangre, pero resulta ser del otro hombre y le pido a Tauno que
me ayude a encontrar el lavabo.
d d\ A
d d ”fVUfj^jPlf V.IHHV
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d d ^ifMéü
d d S>«f(”S>” f t’<íü| i 5 ji
d d Wí¡ » ’,
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d d 11
d d Como un personaje de un cuento de hadas que acaba de
despertar de un trance, me encuentro en Chapel Hill, Carolina del
Norte. La ciudad es calurosa como un invernadero, y en mi primer
día allí me detiene un policía que dice que estoy cruzando
imprudentemente la calle. Como siempre, he cruzado sin ver el
semáforo, guiándome por los ruidos del tránsito. Con la esperanza
de salvarme de la multa, le digo que no veo, que debería llevar
bastón. Esta información le sorprende tanto que me deja ir.
d d 143
d
d corpulento y cetrino con una pensión del ejército y alguna
propiedades. Nos detenemos bajo unos robles y él señala con el
dedo cuando le pregunto por una librería.
d d 144
d d poemas.
d d (Charles Simic).
d d
El ojo bueno... Oficialmente ciego... Defecto congénito... Demasiado
oxígeno...
d d i45
d
d La enfermera se vuelve para marcharse.
d d Me echo a llorar. Pienso que ésas son las lágrimas que se. gún
Buda forman los océanos de este mundo.
d d No, pero podrías haber probado con Estrellas que ven, estrellas
que no ven de Marvin Bell.
d d 1 i47
d
d York. Voy a visitarla y vamos juntos a Manhattan. Paradójica
mente, la ciudad de Nueva York es un sitio terrible para lo ciegos,
pero yo no lo sé.
d d 148
d d antigua.
d d ¡Los hechos son tonterías! digo en voz alta. ¡Los hechos son
tonterías!
d d s , 149
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d d «Diez, once, doce», punta y talón. Contar y memorizar i
número de escalones o de baldosas flojas en las aceras cu biertas
de escarcha me proporciona una especie de paz pro^ visional. Sé
que llegaré junto a una gran raíz de árbol que ha atravesado el
cemento. Esta mañana, mientras camino a toda prisa con un
maletín demasiado lleno, sé que no olvidaré este árbol gótico con
sus botareles y sus energías sobrenaturales. Reduzco la velocidad,
anticipando que llegaré a él dentro de exactamente siete pasos.
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d d El poeta James Wright lo dice de este modo: «La luna deja caer una
o dos hojas en el campo/ el oscuro trigo escucha.»
d d 153
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d cada calada aumenta mi ceguera, de que el daño que los ra
dicales libres causan a los cristalinos de mis ojos se agray con el
tabaco y la bebida.
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d d sura.
d d 157
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d llevarme la taza a la frente, recuerdo el viaje que hice a Laponia
con mi amigo Ken.
d d Esas historias son una mentira podrida dijo. Aquí no hay nada
mágico. La gente está harta. Dame otra razón.
d d 158
d d Bromeas. Aquí hay demasiada oscuripad.
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d d gada, la magnitud de los palacios de allí, la clase de ropa q\i
necesitará para el viaje. Los templos de los antiguos eran máquinas
cosmológicas, artilugios de predicción; la forim en que las estrellas
cruzaban el techo o en que la luz del sol caía a través de la puerta
se lo decía todo.
d d Es así de sencillo.
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d d A la mañana siguiente me visita Mike Dillon, un especialista en
orientación y movilidad de Nueva York. Mike es una de esas
personas que uno supone que ya no existen. Es un humanista, un
hombre curioso, muy leído y nada pretencioso. Su humor me
recuerda a S. J. Perelman. Cuando ve todos mis libros, empieza a
hablar con entusiasmo de torn Morrison. Esto es algo que no
esperaba de la Comisión estatal para Ciegos. Salimos a caminar en
la oscuridad otoñal. Le confieso que me dan pánico los bordillos de
las aceras, las bicicletas veloces, los juguetes de los niños, las
tapas de los cubos de basura, y los agujeros de toda clase. Al
hablar con él descubro lo liberador que es revelar mi miedo a las
cosas más corrientes.
d d 161
d
d No pasa nada terrible.
d d Me gusta. «
d d 162
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Mi marido acaba de fracturarse el tobillo. Es un quejica. Le he dicho
que no es más que una fractura de tobillo. Ahora tengo que
encontrar el coche y llevarlo al hospital.
d d La otra responde:
d d 163
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d Cuando regreso a casa, decido darme un baño de espu ma
mientras escucho National Public Radio. Una muje habla de sus
experiencias con la menopausia: tiene que n0,
d diana
d d Me llevo ése.
d d 164
d d 165
d
d Y todos los muebles son blandos. Las sillas y las mes nunca se
interponen en el camino.
d d Dios es comestible.
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d d 14
d d La luz del amanecer cae entre los árboles como rayos de luz
subacuática. Me muevo sin ver la acera, confiando en lo que los
finlandeses llaman sisu: una palabra que combina fuerza y azar. El
mundo entero se cierra alrededor de mí en una espesura
impresionista. Pienso en André Bretón, el poeta surrealista, que
comprendió el erotismo del arte moderno, en el que una parte del
mundo es conocida y otra parte está sencillamente fuera de la
vista.
d d 167
d
d ta el semáforo a toda velocidad. Es una nube letal de bordes
brillantes. Mike me tira hacia atrás.
d d Pienso en un perro.
d d Ya, pero con la suerte que tengo seguro que el que consigue la
cita es el perro.
d d 168
d d Tú estás al mando.
d d Exactamente.
d d 169
d
d Pagaré una desorbitada factura telefónica por llamar mis amigos
a todas partes del país. Llamo a Bettina a Irlanda.
d d IJl
d
d »Si en Guiding Eyes el instructor llega a la conclusión de que se
resiste a confiar en el perro, le pedirá que se vende los ojos.
Necesito ver cómo se las arregla.
d d 172
d d món sobre el sacrificio, el esfuerzo, las ñoras de trabajo, la vida
con un compañero, las críticas/de los adiestradores, ja posibilidad
de que se nieguen a darme un perro.
d d La
desafiante descripción de Dave me da fuerzas. Yo seré uno de los
que sobreviven al kibbutz canino y salen con un acompañante.
Estoy absolutamente convencido. Ya nada puede hacerme
retroceder.
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d d II
d d MOVIMIENTO
d d ... si concebimos
d d puede hablar,
d
d 15
d d Todos nos hemos perdido, caído por las escaleras, conducido coches
en juergas salvajes, tenido escarceos con la glotonería, con Dios y con
un centenar de causas inútiles.
d
d mismo a volver al mundo de las palabras cantando mentalmente,
recordando letras de canciones.
d d Un mundo nuevo.
d d 178
d d i79
d
d do contenerme: comienzo a andar como un cangrejo y me salgo
de la acera mientras agito el bastón. Los seguiría incluso por las
alcantarillas, como una especie de desbocado tren humano. No les
veo las caras, ni siquiera puedo ver qué aspecto tienen, pero sé que
retroceden y se preparan para huir. ¡Es como si estuvieran en una
película de terror y los persiguiera la mosca humana!
d d 18o
d d conduciendo en círculos en el aparcamiento. Además era un
centro comercial abandonado y no había coches, así que qué más
daba? ¡Y rtie dejo ir!
d d .No; me llevó él mismo. Creo que pensó que era el tipo más
loco que había conocido en su vida.
d d Los perros lazarillos son unos genios dice Gary, que compró su
primer perro en Guiding Eyes en 1963. Un día estaba en una playa
cerca de Santa Cruz, y dejé a mi perro suelto a pesar de que no
está permitido, y de repente apareció con el sostén de un biquini en
la boca.
d d ¡Eso es un perro!
d d 181
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d d Por desgracia para usted, hay una forma de bondad que Dante
describió como «ardor». Es una práctica espiritual, una ofrenda
para el mundo que a su vez forma parte de la eternidad.
d d Ardor.
d d 183
d
d Tengo la impresión de que en Guiding Eyes el proceso de
adiestramiento es un rito. Primero el novicio invoca a un perro
imaginario. Luego sujetamos arneses vacíos, como granjeros que
hubieran vendido sus bueyes. Finalmente después de dos días de
observación, los instructores se retiran a un lugar secreto para
emparejar a los alumnos con sus futuros perros.
d d Hablamos de Carolina.
d d Hablamos de motos.
d d Apenas si dormimos.
d d 184
d d Es el día dd perro!
d d
Los adiestradores ven a cada perro como un individuo. Cada animal
tiene unas características que deben coincidir con las de un alumno
en particular.
d d 185
d
d sonas ciegas y sordas tienen un buen dominio del lenguaje por
señas. Las perreras están llenas de lazarillos con hábil}., dades
especiales.
d d 186
d d El rabo.
d d 187
d
d Ahora mi voz corre como una ola.
d d ¡Tiéndete!
d d Por primera vez siento las depresiones del terreno bajo mis
pies.
d d 189
d
d Con la ayuda de mis compañeros e instructores, decido
firmemente ser un ciego. Hasta empiezo a disfrutar de mis
d d errores.
d d puerta!
d d bajarme.
d d La taladradora no la asusta.
d d 190
d
d gunto Corky me ayuda a sortear un enorme cesto de flores
colocado sobre un pedestal que está precisamente en el centro del
pasillo.
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d Le propongo una cosa digo: deje que el perro se éoncentre en
cruzar la calle y luego hablaré con usted.
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d d go a todas partes. Los videntes también pueden tenerlo: me
viene a la memoria José Carreras. Después de su crisis leucémica
sigue cantando, y aunque algunos críticos dicen que la voz del gran
tenor ya no es la misma, yo creo que es más conmovedora, tocada
como está con brotes de oscuridad. A veces las rosas crecen en los
áridos riscos que se alzan sobre el mar.
d d En el supermercadc
d d llamamos la atención de
un niño pe-
d d queño. \
d d 199
d
d Así es; los ciegos no ven.
d d 200
d d ,*,:)’U*,1- *
d d por mí. La cola de clientes se queda atascada detrás de
nosotros. Un niño le pisa la cola a Corky- Existe la idea
generalizada, tácita, compartida por todas los que están en la cola,
de que es natural que un ciego ^10 tenga dinero.
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d d 201
d
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d d Era una mujer hermosa dice él, con cabello bonito, dientes
bonitas, ¡preciosa! Le aseguro que era una belleza. Pero empiez4 a
salir con un hombre que hace vudú, a pesar de que él/tenía esposa.
Le cocina y lo cuida. Todo el mundo le dice/que no debería verlo,
pero ella no hace caso y pasa todo ei tiempo con él. Un día, cuando
la mujer del tipo ha salido, va a su casa y le dice al hombre que va
a limpiarla. Abre la puerta del armario del hombre, siente como si le
hubieran dado un golpe en la cabeza y se queda ciega en el acto.
d
d En una tienda de Greenwich Village una mujer me da una piedra.
d d Mientras escribo, en las noticias hablan una y otra vez del jeque
Abdel Rahman, al que siempre describen como «el fundamentalista
egipcio ciego». En marzo de 1993 varios de sus seguidores eran
sospechosos de haber puesto la bomba del World Trade Center.
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d d EPÍLOGO
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d d AGRADECIMIENTOS
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d d en la investigación.
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d Mi agente, Irene Skolnick, y mi editora, Susan Kamil, rne
prestaron una ayuda crucial.
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d d «Mis ojos bailan en un mundo privado de
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