Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Introducción
Uno de los aspectos más interesantes del pensamiento bergsoniano, en lo que hace a su
conceptualización de la imagen, que implica también al afecto y la intuición, radica en
sus posibilidades de aplicabilidad para pensar la política de hoy. Es que, en su
utilización del término “imagen”, Bergson brinda un sentido más amplio y preciso de
aquel que es habitual en nuestra contemporaneidad. Bergson es sagaz al decir que “el
conjunto de las imágenes no nos da la imagen”. Es porque la imagen siempre puede ser
pensada desde otro lugar que no es el meramente visible y cuantificable. El conjunto
cuantitativo de las imágenes- representación no es capaz, nunca, de alcanzar esa otra
cualidad que solo se da en y por la imagen. Vivimos en una época donde la sumatoria
de las imágenes nos desborda por completo. Nunca, en la historia de la humanidad se
asistió a tal proliferación de representaciones. Sin embrago, estamos muy lejos de vivir
en una cultura de la imagen. Por el contrario, vivimos cada vez más en una cultura del
tópico, en una cultura de la opinión común cristalizada por el lenguaje y la
representación cliché. Pareciera que una filosofía crítica de la imagen dista mucho
todavía por advenir. ¿Cómo ir desde la imagen subjetiva más profunda a las
articulaciones políticas imaginarias que determinan en gran medida nuestro existir
social? Asistimos cada día a la potencia de todas las formas reactivas conservadoras y a
la entronización del fascismo como psico- mecánica del pensamiento. Porque el
fascismo no es otra cosa más que eso, una mecánica del pensamiento, pero que como
tal, posee una historia determinada y determinante. Todo esto plantea interrogantes
precisos en tanto y en cuanto presentimos que existe una relación intrínseca entre el uso
que hacen estos movimientos radicales de las nuevas tecnologías de la imagen en la
conformación de nuevas configuraciones de instancias fantasmáticas a nivel social que,
lógicamente, inciden a nivel personal. Pero, ¿cuáles son y, cómo se plantean dichas
relaciones?, y mejor aún: ¿Cómo definir al fascismo en su relación orgánica con la
imagen? Veremos, veremos… Podremos, ¿podremos?
IMAGEN REPRESENTACIÓN
Imaginario Ideología
Fantasma Iconografía
Alucinación Lógica
Deseo Objeto
MEMORIA RECUERDO
VIRTUAL ACTUAL
De más está decir que los nombres planteados en el cuadro sólo
buscan servir como indicación hacia un posible acercamiento a la intuición de la
imagen, partiendo de unas claves mínimas, y que no tienen por sustento al lenguaje sino
a la imagen en sí misma. Tal vez, desde allí, pueda surgir la pregunta: ¿Cómo puedo
acercarme a un cierto conocimiento de la imagen?
Imagen y afecto
Se sabe que el rostro de Hitler fue construido. Para ello baste recordar
las famosas e interminables sesiones de fotos donde, a instancias del Dr. Goebbels, el
rostro de Hitler debió ser erigido tomando como modelo el bigotito de Chaplin. Chaplin
se lo reprocharía una y otra vez. El rostro como la encrucijada de caminos donde el
plano de significancia, la pantalla blanca de tu faz, se cruza con el plano de
subjetivación, la insondable subjetividad de tus ojos.
El mayor éxito del cine nazi fue “Die große Liebe” (El gran amor,
1942) de Rolf Hansen, un candoroso melodrama de amor que fue visto por más de siete
millones y medio de espectadores en plena guerra. De hecho, el 53% de las películas
producidas durante ese período fueron “Heimatfilms”, pequeñas comedias brillantes
que transcurren en alejados poblados aún intocados por la ciudad y la civilización, y que
remiten a la “patria del alma” (forma en que comúnmente suele traducirse el término
“Hiemat”). Ese es el verdadero cine subjetivista nazi, no el de Leni Riefensthal (“El
triunfo de la voluntad” y “Olimpiada”), quién no volverá a filmar luego que Goebbels
asuma el control total de la U.F.A. (“La señora Riefensthal hace películas para
convencer a los ya convencidos”, decía Goebbels), la mayor productora de cine alemán
y de toda Europa, en manos de la FOX estadounidense desde 1926. La misma FOX de
los Simpson y que proveyó los equipos móviles de filmación para apoyar la llegada al
poder de Hitler, a pesar de que su director y fundador, William Fox, era de origen judío,
pero “business are business”, entonces no importaba el discurso antisemita de los nazis.