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El todo tiene que contener todo, con lo cual si hubiere un «afuera», esto solo nos
demostraría que este todo, no lo es todo…
2. MANERAS DE PENSAR
3. EXTRAÑAMIENTO
Es importante buscar la esencia de las cosas y la explicación del porqué son como son y
no de otra manera.
Concebir la nada, sería contradictorio en la medida que podría decirse que “es” y dejaría
de ser la nada.
El ser fluye, avanza y cambia, por lo que la nada deja de existir cuando se asume el ser
cambiante.
El ser es todo cuanto existe. El ser es un ente que da existencia a la realidad de las cosas
y en la medida que se estudia, se comprende su dinámica.
El ser” no puede ser reducible solamente a un predicado (es más bien el sustantivo que
afirma o niega el atributo. El cual corresponde al suceder, al estar y al tener); y, más aún,
no se puede probar la existencia de una cosa solamente porque la imaginamos más
cuando es factible que lo que imaginamos está dentro de nosotros. Como una necesidad
de imaginar y de proyectarlo afuera, y como otra posibilidad del ente “ser”.
6. LA FILOSOFÍA COMO SABER INÚTIL
La filosofía es ese querer en estado puro, o como decía Platón, ese amor por el saber y
nunca el saber mismo. Quiere seguir queriendo y por eso no tiene que ver ni con la paz, ni
con la felicidad, ni con la seguridad. No hay amor seguro.
La filosofía se asume un saber inútil, no porque no sirva para nada, sino porque denuncia
que todo tenga que servir para algo. Pero sobre todo, que todo tenga que servir para
alguien. Y si es un saber inútil es un juego de niños, o de delirantes, o de mentes
alteradas. Es una actividad improductiva: ¿a quién se le ocurre analizar lo obvio? ¿Para
qué sirve? Y sin embargo con solo de construir el concepto de obviedad encontramos que
la palabra “obvio” etimológicamente remite a las vías que se me colocan enfrente de
modo tan cercano que nos imposibilitan vislumbrar que para cualquier camino, siempre
hay otros caminos posibles.
La inminencia de la muerte es demasiado. Una cosa es saber que nos vamos a morir y
otra es ir viendo al verdugo preparar nos la muerte. En ambos casos nos vamos a morir,
pero lo difuso de su venida hace que podamos escabullirle un poco. Escabullirle a
pensarla que no es lo mismo que huirle a la muerte misma. Además, en realidad si uno se
pusiese a pensar más lógicamente el tema, no hay gran diferencia entre el verdugo
preparando la cicuta y la fecha promedio de nuestras muertes naturales: sabemos que va
a llegar, aunque a veces entendamos que llega a destiempo.
En definitiva, no es lo mismo saber que se morirá alguna vez, pero sin conocer fecha,
lugar y causa, a saber que se va a dejar de existir por una determinada decisión y
conociendo casi que los detalles.
La muerte, esa otredad infinita. Radical. Extraña. Imposible. Y un ser humano que intenta
sin eficacia vencer los obstáculos para incorporar esas cosas y suprimirles su
particularidad. El día que comprendamos a la muerte, dejará de ser la muerte. Y
seguramente emergerán otras otredades.
La muerte significa el final de la conciencia. Como sueño sin ensueños, como antes de
nacer, sin recuerdos.
9. AMOR AL SABER
El conocimiento es lo que nos permite saber sobre las cosas, sus propiedades y
aplicaciones. La filosofía en su etimología hace referencia a amar el saber.
El ser humano ha de enfocarse en su diario vivir a conocer, a querer saber todo lo que
pueda.
La esencia de la filosofía, ese amor al conocimiento que nos lleva a querer entender, es
una necesidad vital; no basta con vivir, sino que queremos saber para qué se vive; no es
suficiente con seguir un destino, o unas leyes de la naturaleza, o unos instintos que a
veces tiran hacia acá y a veces hacia allá: queremos saber por qué aquí, para qué aquí.
En la vida solemos preguntarnos acerca de la causa que origina las cosas, el origen. La
existencia misma tiene un comienzo y en muchos casos, el origen no está claro o no es
revelado a todos.
La búsqueda del origen supone un retorno lineal hacia el pasado, hacia esa estación
primera desde la cual este tren proviene. ¡Qué hora extraña para que pase el tren! Pero
ahí viene.
Se suele decir que el inicio de la filosofía radica en el paso del mito al logos, es decir, en
el paso de explicaciones o respuestas tradicionales y arbitrarias a explicaciones lógicas y
racionales. Los griegos protagonistas de este paso o salto fundaron lo que llamamos
filosofía
De acuerdo a la tradición, fue Pitágoras quien inventó esta palabra («filósofo»), lo que
vendría a significar algo así como buscador y amante de la sabiduría, afirmando que
«ninguno de los hombres sabio, sino sólo Dios». Parece ser no en vano que fue en el
propio y mismo círculo socrático donde el término recibió su significación definitiva tal y
como la conocemos y entendemos a día de hoy, en la actualidad.
Dentro de este primer grupo de «filósofos primarios», existen una serie de características
tanto fundamentales como comunes, que podrían resumirse en las siguientes cuestiones:
– Viven en las colonias de Jonia o Italia meridional, aunque sin embargo se sostiene que
eran unos grandes viajeros. Pero existen excepciones: Demócrito nació en Macedonia
(Abdera), mientras que Anaxágoras marchó a Atenas, donde fue amigo de autores como
Pericles.
– Debieron ser escritores (salvo Tales), pero sus obras lamentablemente se han perdido,
no quedándonos salvo pequeños fragmentos citados por autores posteriores: Clemente
de Alejandría, Platón, Aristóteles, Diógenes Laercio, Teofrasto, Plutarco…
La metafísica es una rama de la filosofía que estudia los problemas esenciales del
pensamiento filosófico: el ser en cuanto tal, el absoluto, Dios, el mundo, el alma. Pretende
describir las propiedades, fundamentos, condiciones y causas primeras de la realidad, así
como su sentido y finalidad.
Trata también acerca de lo inmaterial, de allí su lucha con los positivistas, quienes indican
que sus fundamentos escapan a la objetividad empírica.
Por otro lado, aborda también lo divino, Dios y el absoluto, derivando en la línea teológica
y cosmológica, que ha aprovechado la religión cristiana a partir de la Edad Media con la
escolástica y Santo Tomás de Aquino a la cabeza.
Si la filosofía alcanza su objetivo, deja de ser filosofía para pasar a ser sabiduría. La
sabiduría es ese fin buscado que en su imposibilidad, enciende a la filosofía en su praxis.
Lo imposible no se nos presenta entonces como una fantasía inútil que paraliza nuestras
acciones, sino todo lo contrario: la parálisis es positiva en la medida en que lo que se
detiene es la ansiedad de un pensamiento utilitario que solo se supone que se calma
cuando alcanza sus respuestas.
La filosofía es inicialmente una búsqueda del saber sólo por el hecho de saber: FILO:
amar, SOFIA: sabiduría. Se trata, pues, de una búsqueda teórica del saber, ya que no se
pretende que sea algo productivo; sólo se busca afianzar y ampliar los conocimientos,
cuestionándolo todo: lo que somos, lo que no somos, etc… Un gran ejemplo de este amor
a la sabiduría y al conocimiento es el de Sócrates, que era un filósofo griego que utilizaba
el método de la dialéctica (un método que consiste en el contraste de ideas) para mejorar
el conocimiento a base de ir descartando posibles errores: siendo crítico, revisándolo
todo, cuestionando las cosas, despertando dudas…
Las palabras representan a las cosas. Las palabras y las cosas se encuentran separadas
por un abismo infranqueable.
Queda claro que en este mundo de lo posible todo es ordenado a partir de la lógica
binaria. Es la esencia misma del binarismo: la delimitación y por ello, la posibilidad. Y
también está claro que si hay un logos trascendente «a lo Heráclito», no se lo puede sino
pensar en términos dicotómicos. Por eso, la experiencia de lo imposible, solo se tiene
desde el mundo de lo posible que es el único mundo posible.
Aunque a la vez elogiado y odiado, este particular pensamiento tuvo efectos directos en la
concepción del pensamiento filosófico que se suceden hasta el día de hoy. Esto Powell lo
deja muy claro con este lúcido acercamiento al pensamiento propuesto por el
controversial filósofo:
Se da otro tipo de paranoia existencial, supone que lo que explica la realidad que nos
rodea no está directamente puesto sobre lo que se nos manifiesta; pero no entiende que
estas explicaciones habiten otro mundo o un lugar más profundo, y menos un lugar más
verdadero.
Dado que todo es texto, entonces, los fundamentos de la realidad no son más que otro
texto. Otro texto que se hallaría —para seguir con las metáforas espaciales— de costado.
Siempre que queremos abordar el sentido de lo que se nos presenta, viramos y nos
direccionamos a otro texto que, lejos de estar en lo profundo, se halla en la superficie,
como todo, pero al costado, detrás de la puerta en todo caso.
20. LO DESFONDADO
21. EL ASOMBRO
El tema del asombro fue algo de mucha relevancia para los primeros filósofos que
pretendieron dar una explicación del origen de la filosofía e instituir sus fronteras. En el
caso de Platón, el asombro es la disposición primera del conocimiento en un doble
sentido: antecede al deseo de conocimiento y también lo posibilita. El asombro pone en
movimiento las tres partes que integran el alma y gracias a este movimiento llega al
descubrimiento de la verdad.
El asombro se asume como un estado del alma que se distingue de otros porque posibilita
el conocimiento filosófico de tal manera que puede ser considerado como una apertura al
saber.
el asombro es para Platón una figura divina, pero también la representación de un estado
que predispone a la búsqueda del conocimiento. La filosofía, semejante a la divinidad
Iris, tiene como fuente de generación al asombro. A ambas concierne el tener un papel
intermedio entre los hombres y los dioses. A la filosofía corresponde el estudio del
conocimiento de lo más divino, por su parte Iris tiene la tarea de transmitir los mensajes
de los dioses a los hombres.
Para las religiones, la verdad es dogmática y absoluta. No se la puede refutar. Una verdad
absoluta puede existir en este plano de la existencia. Para las filosofías, por el contrario,
ninguna verdad absoluta puede existir en este plano. En consecuencia, no se puede
hablar más que de verdades relativas, y de un acceso a lo verdadero por una ascensión
progresiva, a través de la toma de conciencia de nuestra propia ignorancia.
Los filósofos antiguos habían descubierto también que, aunque no se llegase a una
verdad, esta ascensión indica una experiencia de orden individual intransmisible, pues la
vivencia puede tan sólo vivirse pero no transmitirse. En cambio, el método para que cada
cual pueda tener acceso a ella por sus propios esfuerzos sí es transmisible.
23. SOBRE EL FUNDAMENTO ÚLTIMO
El fundamento cierra, mientras que el ser abre. Tomarlos como sinónimos hace que uno
deponga frente al otro, que fue lo que según Heidegger ocurrió en nuestra cultura
occidental de raíz metafísica: el ser devino fundamento. Olvidamos al ser. Olvidamos el
abismo.
a) El principio de identidad afirma que “todo ente es idéntico a sí mismo. Con esto no se
dice que todo ente sea “igual” a sí mismo, porque no es lo mismo la identidad que la
igualdad. En efecto 2+2 es igual 4, pero no idéntico a 4; mientras que 2+2 es idéntico a
2+2, y 4 es idéntico a 4. Por tanto, si entre dos entes no se encuentra diferencia ninguna,
no se tratará de dos entes sino de uno solo; este es el llamado principio de identidad de
los discernibles enunciado por Leibniz.
b) El principio de contradicción sostiene que ningún ente puede ser al mismo tiempo
“P” y “no-P”. Con la letra “P” se simboliza cualquier predicado posible (como por ejemplo:
“papel”, “justicia”, “piano” etc.) y con “no-P” su negación (es decir, todo lo que no sea
papel, justicia, piano respectivamente). El principio señala claramente que ningún ente
puede ser al mismo tiempo, por ejemplo, “papel y no-papel”, si bien ello puede ocurrir en
tiempos distintos, porque si se quema la hoja de papel, esté deja de ser papel, y se
convierte en cenizas (no-papel).
c) El principio de tercero excluido dice que “todo ente necesariamente tiene que ser P o
no-P”. Para retomar el ejemplo anterior: todo ente tiene que ser “Papel” o “no-Papel”
(entendiendo po no-Papel todos los infinitos entes que haya, menos el papel); porque, en
efecto, si se trata de cenizas, será no-Papel; si se trata de un ángel, será no-papel, etc.
Como forzosamente se tiene que tratarse de las dos posibilidades – o P o no-P –
excluyéndose absolutamente una tercera, por ello el principio se llama “tercero excluido”.
La duda exige, al menos, disponer de dos opciones, de dos cosas o de dos posibilidades
entre las que se pueda elegir. Quien utiliza un monóculo reduce la realidad al espacio
circunscrito por ese agujero, y puede muy bien ver solo ‘una’ cosa, y, por tanto, no puede
dudar.
La lógica, como la matemática, trata de apartar los aspectos formales de sus contenidos
concretos. A la matemática no le importa si lo que se suman son cinco manzanas o cuatro
árboles. Se suman números que destacan la condición cuantitativa de cualquier ente.
29. DEVENIR
El devenir significa el ser como proceso; todas las maneras de llegar a ser, el cambio, el
acontecer, el ir siendo, el movimiento, etc.
El hecho de que todas las cosas cambien es el que provoca la necesidad de encontrar un
principio que lo explique, porque el cambio resulta incomprensible para la razón.
Los griegos comenzaron a filosofar por el asombro, sobre todo por el asombro al cambio,
por el hecho de que las cosas pasen de ser al no-ser y viceversa. Un árbol pequeño,
gracias al crecimiento, pasa de ser pequeño, y, por lo tanto, no ser grande, a ser grande y
no ser pequeño. Y el cambio o devenir se manifiesta en múltiples fenómenos de la vida.
Heráclito expresó de modo metafórico que la realidad no es más que el devenir, una
incesante transformación. La más famosa comparación es la del curso de un río: “no
podemos bañarnos dos veces en el mismo río, porque cuando regresemos a él, sus
aguas continuamente renovadas, ya son otras, y hasta su lecho y sus riveras se han
transformado, de modo que no hay identidad estricta entre el río del primer momento y el
de nuestro regreso a él. Aun siendo imperceptible, todo cambia, como lo hace la montaña
y el mármol«
Para Aristóteles, el devenir es un hecho que no se puede negar ni reducir a otros hechos;
ni ser considerado substancia, ni tener un solo significado; porque el problema del devenir
incluye la cuestión de las diferentes causas; y hay tantos tipos de devenir como
significados hay de la palabra es.
30. EL ENIGMA
El primer paso, por tanto, debe ser dudar de todo lo que creemos y rechazar inicialmente
todo aquello de lo que sea posible dudar. Este primer paso se denomina duda metódica
porque es resultado de la aplicación des primer precepto del método: no admitir jamás
ninguna cosa como verdadera en tanto no la conociese con evidencia.
Esta duda no debe ser considerada como real, sino como un instrumento metódico para
alcanzar su objetivo: la intuición de una idea clara y distinta, evidente por tanto, sobre la
que no exista ninguna posibilidad de duda. Encontrar, en suma, una verdad que pueda
ser el punto de partida del edificio del conocimiento.
La duda radical es aquella que no espera obtener respuesta porque duda de todo, esto es
el escepticismo.
Una de las dificultades del análisis relacional consiste en el hecho de que sólo se puede
aprehender los espacios sociales bajo la forma de distribuciones de propiedades entre
individuos. De allí que el sociólogo deba romper con el sentido común y construir el objeto
de su estudio. La duda radical es el punto de partida del trabajo científico, pues las
representaciones compartidas por todos, las representaciones oficiales, nos dan un objeto
preconstruido.
A partir de allí es posible la construcción del objeto científico: «La construcción del objeto
–al menos en mi experiencia de investigador– no es algo que se opera de un golpe, por
una suerte de acto teórico inaugural; se logra por un programa de observaciones o de
análisis a través del cual lo que se efectúa no es un plan que se diseña con anticipación, a
la manera del ingeniero: es un trabajo de largo aliento, que se cumple poco a poco, por
retoques sucesivos, por toda una serie de correcciones, inspiradas en lo que se denomina
el oficio, es decir ese conjunto de principio prácticos que orientan las elecciones a la vez
pequeñas y decisivas»
Descartes llegó a la conclusión de que «pienso, luego existo» era una verdad
fundamental, segura, clara y distinta, una verdad de la que era imposible dudar y, en tanto
inmune a toda duda, una verdad candidata a ser fundamento seguro y firme de todo
nuestro conocimiento.
Se llama certeza a una actitud hacia una determinada proposición. Cuando creemos algo
con certeza, no tenemos dudas de ello. Descartes quería un fundamento firme para las
ciencias y este fundamento solo lo podían dar las verdades de las que no cabía la
posibilidad de dudar, es decir, las certezas. Así que Descartes, que buscaba una primera
verdad que fundamentara todo el conocimiento, elaboró un método para descubrir
certezas.
35. DESAPROPIACIÓN
La filosofía insta a salirse de nuestros propios límites y trascender al saber, al amor por el
conocimiento. Buscar más allá de las fronteras físicas aquello que nos asombre y nos
permita sentirnos colmados.
El predominio de la razón se entronizó de tal manera que sobre ella se sentó el paradigma
de la modernidad y se implementó el método científico netamente racional, con el
propósito de estudiar la naturaleza, dominarla y modelar la vida individual y colectiva. Con
el dominio supremo de la razón se tuvo la vana ilusión de la consecución de la genuina
libertad humana.
La idea de la razón había caído bajo el dominio del progreso técnico, y el método
experimental era considerado como el modelo de la actividad racional, es decir, como
un procedimiento que altera al mundo de modo que las potencialidades inherentes a él se
hagan libres y actuales.
El escepticismo es la doctrina que asegura que la verdad no existe y que, en caso de que
exista, el ser humano es incapaz de conocerla.
37. SOFÍSTICA
* Inaugurar la distinción entre lo que viene dado por”physis” o naturaleza y lo que viene
dado por “ nomos” o convicción . La physis son las leyes naturales y por lo tanto ajenas al
acuerdo humano y por lo tanto necesario. El “nomos” hace referencia a las leyes
establecidas por el acuerdo o convicción humana y por lo tanto contingente, es decir, que
podrían ser de otra manera.
* Adoptar una posición relativista y escéptica en el ámbito del conocimiento y en el ámbito
ético-político, esto lleva a algún sofista a declararse abiertamente agnóstico en materia de
la religión.
38. CINISMO
La secta cínica tuvo por fundador a Antistenes, discípulo de Sócrates, de quien tomó la
rígida sobriedad que llevó todavía más adelante que su modelo. En vez de imitar la
prudencia que caracterizaba a su maestro, afectaba una virtud severa que sólo respiraba
orgullo. Presentábase en público cubierto con una mala capa, la barba larga y
descuidada, y apoyado en un palo. Desechaba todas las comodidades de la vida,
despreciaba las riquezas, la reputación, las dignidades, en una palabra, todo lo que
buscan los hombres con más avidez.
Tenía por máximas que la virtud solo basta para la felicidad; que quien la posee no tiene
que desear más que el valor; que consiste siempre en acciones y nunca en palabras; que
toda ciencia y arte son inútiles; que el filósofo debe acomodarse a las leyes de la
naturaleza y no a las de los hombres, y que siendo solamente él capaz de distinguir lo que
merece alguna afección, si trata de casarse debe escoger una mujer digna de su amor
para reproducirse en sus hijos. Pero esta última máxima no tardó en caer en desuso entre
sus sectarios, quienes prefiriendo el título de cosmopolitas al de ciudadanos, sacudieron
la dependencia consiguiente a los vínculos del himeneo y justificaron el nombre de cínicos
(en griego perros) que caracterizaba perfectamente la impudencia de que hacían alarde.
Vivimos en situaciones. Hay toda una discusión en filosofía sobre la naturaleza del ser
humano, pero en especial sobre la posibilidad de pensarnos por fuera de las situaciones.
Como si hubiese una naturaleza humana que para ser justamente naturaleza, como
sinónimo de esencia, no debería verse condicionada por las diferentes formas en que
luego esa esencia acaece en el mundo.
2) Aquellas que me exceden, en el sentido de que frente a ellas no puedo hacer nada.
Ante todo hay que llamar la atención sobre una característica general del método, o,
mejor, sobre el tono general del mismo, que es al mismo tiempo propio de la personalidad
de Sócrates: la ironía. En griego ironía significa “disimulo”, o la acción de interrogar
fingiendo ignorancia. En Sócrates se trata de su especial actitud frente al interrogado:
disimulando hábilmente la propia superioridad, manifiesta Sócrates su falta de
conocimiento acerca de tal o cual tema, y finge estar convencido del saber del otro, con
objete de que le comunique ese supuesto saber; para terminar, según se verá,
obligándolo intelectualmente a que reconozca su propia ignorancia. De manera que la
ironía califica la actitud de Sócrates frente a la presunción del falso saber, y resulta del
contraste entre el alto ideal que Sócrates tiene del conocimiento, y la orgullosa ignorancia
o jactancia del interrogado.
Sócrates con esta frase expresaba que su sabiduría no se basaba en hacer conocimiento
sobre algo, sino que declaraba su ignorancia sobre diferentes saberes. Así, Sócrates no
se describía como portador del saber, sino como alguien con la voluntad de aprender
cada día más.
Esta frase propone la idea de que el individuo no tiene la verdad absoluta, y que es
importante que este tenga la disponibilidad y voluntad de aprender, así como de adquirir
nuevos saberes.
Asimismo, se trata de tomar una posición en la que una persona reconoce los límites de
su conocimiento sobre algún tema determinado, buscando aprender constantemente,
evitando hablar como si conociera todo, cuando se ignora el contenido del mismo.
Para finalizar, el ignorante cree saberlo todo, cree tener la razón e, incluso, es ignorante
de su propia ignorancia. Por el contrario, el sabio reconoce que aún hay mucho por
aprender de los otros y del entorno, si desea ampliar sus conocimientos y ganar nuevas
perspectivas sobre un tema.
El hecho de reconocer que los conocimientos no tienen límites, que no todo está
plasmado o dicho, es lo que separa a los sabios de los verdaderos ignorantes.
43. HERMENÉUTICA
La hermenéutica valora el papel de las emociones, pero no por ello es una vuelta al
irracionalismo romántico. Es una visión perspectivista de la realidad que estudia cómo se
produce la comprensión, especialmente la comprensión de textos, sin ignorar ninguno de
los elementos que se producen en ese proceso. La verdad histórica o la experiencia
artística, los sentimientos o la tradición, son aspectos que intervienen en la comprensión y
que, según defiende la hermenéutica, no han de ser despreciados ni ignorados. Por eso el
método hermenéutico puede ser visto como una revalorización de las humanidades.
La verdad hermenéutica es modesta, pues rehúye de pensar por adelantado y de
controlar el curso del diálogo. No desea producir un resultado por adelantado. El método
hermenéutico tiene estructura de conversación y los resultados alcanzados no pertenecen
únicamente a la persona investigadora, dado que son fruto de una conversación entre sus
preguntas provisionales y los materiales a los que se aproxima.
La religión es una actividad humana que suele abarcar creencias y prácticas sobre
cuestiones de tipo existencial, moral y sobrenatural. Hay religiones que están organizadas
de formas más o menos precisas, mientras que otras carecen de estructura formal; unas y
otras pueden estar más o menos integradas en las tradiciones culturales de
la sociedad o etnia en la que se practican
* En un primer momento se plantea una cuestión que, en el caso del uso que Sócrates
hizo de este método, podía expresarse con preguntas del siguiente tipo ¿qué es la
virtud?, ¿qué es la ciencia?, ¿en qué consiste la belleza?;
La idea básica del método socrático de enseñanza consiste en que el maestro no inculca
al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea un receptáculo o cajón vacío
en el que se puedan introducir las distintas verdades; para Sócrates es el discípulo quien
extrae de sí mismo el conocimiento. Este método es muy distinto al de los sofistas: los
sofistas daban discursos y a partir de ellos esperaban que los discípulos aprendiesen;
Sócrates, mediante el diálogo y un trato más individualizado con el discípulo, le ayudaba a
alcanzar por sí mismo el saber.
Hacer filosofía es crear conceptos, así como hacer pintura es crear líneas y colores.
Hacer filosofía es crear conceptos porque los conceptos no son algo que preexista.
Lo que está dado, al límite, podremos siempre llamarlo un flujo. Son los flujos los que
están dados, y la creación consiste en desglosar, recortar, organizar, conectar los flujos,
de tal manera que se diseñe o se realice una creación alrededor de algunas
singularidades extraídas de los flujos. Los conceptos, no son algo que esté dado de
entrada, y en este sentido es necesario definir la filosofía como una actividad de creación:
creación de conceptos. Esta definición parece convenir perfectamente a Leibniz, quien
precisamente, con una filosofía de apariencia fundamentalmente racionalista, se lanza en
una especie de creación exuberante de insólitos conceptos como pocas veces se da en la
historia de la filosofía.
La realidad es concebida según el sujeto y su percepción. Lo que para unos puede ser
malo, para otros es todo lo contrario, por lo que se dice que las cosas son relativas.
La verdad absoluta no existe, sino que existen interpretaciones múltiples de los hechos.
Foucault se apoya en la tesis de Nietzsche: «No hay hechos, hay interpretaciones», para
decir que el poder crea la verdad, por lo que ante un hecho, cada individuo crea su
interpretación del mismo, esto es, su propia verdad. Sin embargo, es el poder, el que
dispone de los medios para imponer su interpretación a los demás.
Para Nietzsche se filosofa con el martillo cuando se lleva a cabo una crítica de la
metafísica y de la moral. La crítica tiene como objetivo la transvaloración de todos los
valores, concebida ésta como inversión de los valores supremos. La transvaloración se
convierte en una crítica de la moral al interpretar a toda metafísica originándose a partir de
una intención y desde una perspectiva moral que es falsa porque está basada en errores.
El aspecto negativo de la crítica se transforma en afirmativo cuando la transvaloración
realiza una inversión del error básico de toda tesis de la religión y de la moral (confusión
de la causa con la consecuencia) y obtiene así una nueva valoración.
Puede ser que la filosofía no sea más que un género literario, una forma de escribir e
incluso una forma especial de conectar ideas o de transitar el pensamiento. Un género
literario en el sentido de constituir una de las tantas maneras en que el ser humano
construye significado aunque también emoción.
Hacerse preguntas existenciales o cuestionarlo todo no nos acerca a ningún lado ni nos
hace mejores o más profundos que nadie. Solo nos coloca en otra de las tantas
perspectivas que vamos abriendo en esta búsqueda sin fin. Tiene el mismo valor que la
poesía, por ejemplo.
50. LA CAVERNA
El mito de la caverna es una alegoría que abarca varios elementos que comporta la teoría
de las ideas de Platón y un análisis dividido en 3 dimensiones:
El mundo sensible, cuya experiencia se vive mediante los sentidos. Son múltiples,
corruptibles y mutables.