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Los Movimientos

Si deseas aventurarte dentro de ti mismo, debes encontrar la posición física


correcta, sino no serás capaz de mantener tu esfuerzo por largo tiempo. Sólo
cuando todas las partes del cuerpo están relajadas y centradas alrededor de un
eje que esto es posible. Una columna vertical mantiene la cabeza y los órganos
internos en una única línea que la conecta con el centro de atracción de la
tierra. Entonces es posible reunir la atención de todas las partes del cuerpo en
un lugar, sin tenerla dispersa entre las diferentes extremidades y órganos de
percepción. Así, lo que antes era una sensación de consciencia ordinaria,
fragmentada y a menudo ilusoria, se convierte en una vibración central
extremadamente sensitiva a la que se puede llamar verdaderamente “una
sensación de sí mismo”.

En esta posición se puede alcanzar un nivel de atención muy especial, que


trae consigo una sensación diferente de las dos naturalezas humanas: la que
pertenece al mundo externo y la que pertenece a la misteriosa fuente de la vida
misma. Todos los procesos que se producen en la vida cotidiana del cuerpo
pertenecen a la primera naturaleza. Una vez que reconozcamos la facilidad
con la que nos olvidamos de mantener nuestra atención, sumergiéndonos en el
funcionamiento habitual de nuestros pensamientos, y aceptemos el amplio
surtido de nuestras alegrías y sufrimientos, tendremos un claro indicador del
sabor y la cualidad del mundo más ordinario.

Cuando los pensamientos y la imaginación desaparecen y solo las


vibraciones del cuerpo son el centro de nuestra atención, el otro mundo se
vuelve accesible. Aquí, todos los motivos de deseo y curiosidad se vuelven
completamente irreales y aparece un nuevo tipo de pensamiento, liberado de
forma y compuesto de una energía pura y frágil.

Es posible pertenecer a estos dos mundos a la vez, pero para que esto suceda
se debe establecer una nueva relación entre ambos; el actual estado de cosas,
donde lo externo se lo lleva todo para sí, debe ser revertido. La naturaleza
inferior debería estar al servicio de la superior, porque un elemento pasivo
debe siempre servir al que es activo.

Gurdjieff siempre consideró los Movimientos como una parte esencial de


su enseñanza. En un primer vistazo, éstos parecen sólo ejercicios de atención,
pero más tarde también pueden ser entendidos como un lenguaje en el sentido
de que, a través de gestos simbólicos y otros signos, posturas y
desplazamientos, se expresan leyes cósmicas difíciles de percibir a través de
los sentidos ordinarios, además de estar más allá del alcance de nuestra
comprensión actual. Algunos Movimientos parecen ofrecer de forma bastante
clara un vehículo transmisor de conocimiento que el pensamiento racional no
puede alcanzar, a niveles superiores del ser humano que ordinariamente no
puede asir. Se puede sentir que sucede cierto tipo de proceso alquímico que,
no solamente nos da destellos del “camino”, sino que nos capacita para
movernos en esa dirección.

Al principio, el único problema que surge trabajando con los Movimientos


es el adoptar la postura correcta y la sucesión de gestos y desplazamientos que
van con ellos. En esta etapa, la atención debe estar enfocada en las diferentes
partes del cuerpo que tienen que representar los múltiples movimientos,
simultáneamente o en rápida sucesión. Esto es bastante dificultoso, pero
pronto será preciso otro esfuerzo: el momento de la cualidad más refinada
posible de atención hacia la sensación de uno mismo como un todo. Durante
cierto período de tiempo, nuestro acceso a esta demanda adicional de atención
será torpe. No obstante, el doble esfuerzo de atención a veces aparece,
trayendo consigo un sabor fugaz de libertad que, a pesar de durar poco, es tan
memorable que ansiosamente se busca otra vez.

Una vez que este tipo de trabajo comienza a ser posible, los Movimientos
ya no son controlados sólo en referencia a una imagen mental, sino que
dependen de la aguda sensación de uno mismo que mana de un nivel de
atención más activo. Se podría decir entonces que el Movimiento se
manifiesta a través de mí, no por mí. Esto lo cambia todo.

A pesar del deseo de hacer el Movimiento solo en referencia a una imagen


mental, esto no puede tener éxito debido a que la mente no es lo
suficientemente rápida para controlar el instrumento que debe producir la
actividad física requerida. El cuerpo se cohíbe en su intento de cumplir una
demanda que no es la acostumbrada. Los Movimientos que se realizan de esta
forma, no serán ni precisos ni obedientes al tempo, apareciendo la emoción
que lo confunde todo. Tal actividad permanece a un nivel ordinario y las
contracciones habituales de la vida cotidiana se presentan como barreras a la
fluidez correcta de energía, que intenta moverse en todas las direcciones de
forma incontrolada y que es la causa principal de la falta habitual de contacto
con nuestro propio cuerpo.
Cuando la atención se dispersa de esta forma, los Movimientos, o no
pueden ser hechos o, en el mejor de los casos, se convierten en una mera
gimnasia. Si, no obstante, una cierta cantidad de atención interna es
mantenida, la energía fluye como debería a través del cuerpo, usando los
canales naturales existentes para este propósito. Esto trae una sensación de
claridad interna y los Movimientos pueden ser realizados con un sentido de
facilidad y libertad, causado en parte por la velocidad de los Movimientos
mismos, que a veces parecen ir más allá de los límites posibles del cuerpo, y
en parte por la apertura del contacto interno, debido al cambio en el fluir de la
energía.

La des-identificación con las interferencias de la mente permite una nueva


libertad de pensamiento, un mejor dominio del gesto y ayuda a mantener la
atención sobre uno mismo. La cualidad diferente de la actividad física que
entonces se vuelve posible, se torna en un funcionamiento más positivo de las
emociones. Así, se experimentan tres centros trabajando juntos a un nivel que
parece ser el mismo para todos ellos. A propósito, esta experiencia hace
posible estar en contacto con la energía específica de cada centro, a la vez que
nos hace conscientes de los hábitos mentales y físicos y de los desórdenes de
todo tipo que son la base de toda actividad interna y externa.

Este equilibrio, sin embargo, existe solo bajo la amenaza de la insidiosa


mecanicidad que está siempre ahí, esperando tomar posesión. Tan pronto
como la actividad se vuelve automática, o sea, tan pronto como un
Movimiento se vuelve conocido, los sueños encuentran su camino y cesa el
nivel necesario de atención mantenida. Entonces, o toda la atención se absorbe
en mantener la sensación sobre uno mismo o el placer de la fluidez fácil y
armónica del Movimiento nos ocupa por entero: el Movimiento pierde su
dirección verdadera y debería ser parado al instante.

Se lo debe sustituir por un ejercicio diferente para activar la atención de


nuevo y restaurarla al nivel requerido. Este abandono categórico del
Movimiento cuando la actitud interna desaparece es una de las más
desconcertantes experiencias que el participante debe aceptar.

A medida que el trabajo con los Movimientos vaya profundizándose, se


irán vivificando en nosotros partes que previamente existían más allá de
nuestra percepción ordinaria. Un nuevo mundo, envuelto en el sentido de
presencia interna evocada por los ejercicios, sustituye la niebla en la que se
haya nuestra actividad mental cotidiana, pudiendo traer consigo una emoción
trascendental.

¿Qué son exactamente los Movimientos?

Esta pregunta solo puede ser respondida con la experiencia directa de la


práctica de los mismos. Sin embargo, ciertamente se puede decir que producen
la obtención y el mantenimiento de un estado despierto. Podríamos
mantenernos satisfechos con la sensación de vida interna que conlleva este
estado, pero la “cuestión” permanece viva en nosotros y nos impele hacia
aspectos que son inmediatamente menos perceptibles. Sentimos que debemos
continuar más allá.

El sentido de vida interna y de relajación que aparece del trabajo con la


atención y con las combinaciones ordenadas de gestos y posturas, nos da un
nuevo contacto con el cuerpo y trae un sentido de ligereza y fluidez que no es
enteramente físico. Pareciera que el cuerpo es el instrumento de una nueva
fuente de vida. Este se vuelve disponible para todo lo que se le demanda y, en
este acto de servicio, encuentra libertad y una alegría que no solamente es
debido a las funciones de un movimiento armonioso, o por la mayor
participación del cuerpo, sino también la alegría de estar aquí como un todo,
en un estado de presencia de uno mismo.

Ahora vemos la posibilidad de convertirnos en instrumentos más sutiles y


de la apertura de canales para esas influencias superiores que están siempre
fluyendo a través nuestro, aunque no sean reconocidas. Una vez que estas
influencias se vuelven perceptibles, pueden ser utilizadas para alimentar partes
superiores de nosotros mismos que nos ayuden a continuar la búsqueda. Por
esto, los Movimientos pueden ser llamados, en su significado verdadero,
“Danzas Sagradas”, porque proveen un vínculo entre el nivel de vida ordinario
y ese nivel superior que se siente como medio de contacto con lo divino.

El poder de los Movimientos para materializar fuerzas de un orden superior


no es experimentado sólo por aquellos que actúan como vehículos de estas
fuerzas. El revelado de las figuras pone en juego relaciones internas especiales
que son perfectamente visibles, ofreciendo evidencias perceptibles de que los
bailarines son portadores de fuerzas inherentes en los Movimientos mismos y
son cargados con una influencia cuyos efectos pueden ser sentidos por los que
los observan. Una clase de Movimientos con larga práctica en el tiempo
irradia una “sustancia” que, aunque sea sutil, puede ser recibida a un nivel
interno de la misma forma que el color y el sonido son percibidos por nuestros
instrumentos ordinarios de percepción.

Así, para quien practica los Movimientos, se convierten en una búsqueda


que posibilita vivirlos realmente y sentir el poder que produce hacerlo de esta
forma. A este nivel, nos llevan a obtener ese mundo al que, la oración y la
meditación incitan otros caminos, pero que en éste incluye y hace uso del
aparato humano por entero.

En el hombre, como en el universo, todo esta en movimiento. Nada está quieto


o permanece lo mismo. Nada dura por siempre o acaba completamente. Todo
lo que vive, evoluciona o declina en un incesante movimiento de energia. Las
leyes subyacentes de este proceso universal eran conocidas por las ciencias de
la antiguedad, las cuales asignaban al hombre su lugar apropiado en el orden
cósmico. De acuerdo a Gurdjieff, las danzas sagradas, transmitidas durante
siglos, incorporaban los principios de este conocimiento, al cual se podía
acceder de un modo directo y dinámico.

Todas las manifestaciones de la vida del hombre son expresadas en formas de


movimientos y actitudes, o sea posturas. Desde la más ordinaria hasta las de un
nivel superior, cada posible manifestación tiene su propio movimiento y su
propia actitud. Un pensamiento tiene un movimiento y una forma que es propia
de él. Un sentimiento tiene un movimiento y una forma que es propia de él. Para
una acción sucede lo mismo. Nuestra educación entera consiste precisamente
en aprender un completo repertorio de actitudes de pensamiento y sentimiento,
y actitudes de movimiento. Este repertorio constituye nuestro automatismo.
Pero no lo sabemos. Y aquí hay un lenguaje que no entendemos.

Nosotros creemos que somos conscientes y que nuestros movimientos son


libres. No vemos que cada movimiento es una respuesta, una respuesta a un
choque de una impresión.

Los movimientos de Gurdjieff tienen una doble meta.E Requieren una cualidad
de atención diferente, mantenida en varias partes al mismo tiempo, ellas nos
ayudan a salir de nuestro estrecho círculo de nuestro automatismo. Y a través
de una estricta sucesión de nuevas actitudes, nos conduciran a una nueva
posibilidad de pensamiento, sentimiento y acción. Si pudieramos percibir su
significado y hablar su lenguaje, los Movimientos nos revelarian otro nivel de
entendimiento.
En esta disciplina, la consciencia del movimiento requiere total atención. La
cualidad de esta atención nos llama a experimentar el estado de Preséncia. A
través de los Movimientos, cuando todas las energías en nuestro interior están
relacionadas, se produce una nueva energía. Podemos sentirla. Tiene otra
cualidad, otra fuerza, y consciencia que ordinariamente no tenemos, se trata de
un nivel más elevado, la consciencia del verdadero Yo soy.

Fuente: “La Realidad de Ser” – Jeanne de Salzmann

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