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Comunicación Consciente: Tu Bienestar Emocional Depende de Esta

Habilidad
El bienestar emocional surge desde la capacidad de comunicar de manera clara
qué deseas en la vida. La comunicación consciente no se trata de un don innato
sino de una destreza que se puede aprender. Si actualmente no eres bueno
expresando tus necesidades, se debe a que has aprendido de personas que no
eran competentes.
El principio clave para una comunicación consciente es facilitar lo más posible que
otra persona pueda satisfacer tu necesidad simplemente preguntándote qué
determinado comportamiento la hará realidad. No obstante, cuando las personas
se sienten vulnerables, generalmente lo compensan volviéndose exigentes y
amenazadoras, ya que creen que el carácter fuerte aumentará sus probabilidades
de obtener lo que desean. La mitad de las veces este comportamiento tiene el
efecto contrario. Mi exigencia hacia ti implica que tienes menor valor que yo y, por
lo tanto, tengo derecho a que me obedezcas.
Aunque cedas ante mis demandas, probablemente lo harás con resistencia y
rencor. Tarde o temprano, no tendrás predisposición para cumplir mis órdenes y
dejarás de satisfacer mis necesidades. Este principio se aplica a todas las
relaciones, entre las que se encuentran aquellas con nuestros socios comerciales,
compañeros de trabajo, amigos, hijos y padres.
Comunicación Consciente: El Proceso Más Efectivo
Practicar la comunicación consciente: ampliando el trabajo intuitivo del psicólogo
Marshall Rosenberg, aquí te mostramos un proceso simple que puedes seguir
para convertirte en un maestro de la comunicación consciente.
1. Identifica el suceso que activó tu disgusto emocional. Describe qué
sucedió, lo más objetivamente posible. Explica los hechos como si fueras un
observador ajeno. Por ejemplo, decir: “mi esposo nunca es puntual” es menos útil
que decir: “acordamos encontrarnos en el teatro a las 19hs. pero no apareció
hasta las 19:30hs.”.

2. Asume la responsabilidad de tus sentimientos. Cuando describas tus


sentimientos, elige palabras que expresen las sensaciones que estás
experimentando, tales como “me siento triste, solo, frustrado o celoso”. Evita
utilizar palabras que remarquen una sensación de victimización: “me siento
abandonado, traicionado o rechazado”. Cuando asumes la responsabilidad de tus
sentimientos, estás informando en lugar de culpar a las personas que están en tu
vida”.
3. Identifica qué es lo que necesitas y no estás recibiendo. Cuando somos
niños, tenemos cuidadores que tratan de adivinar qué necesitamos ya que no
podemos identificar nuestras necesidades ni comunicarlas nosotros mismos.
Como adultos, subconscientemente esperamos que nuestros seres amados sepan
qué necesitamos y que espontáneamente nos lo provean. Esto no ocurre con
frecuencia. Lo más probable es que tus necesidades sean satisfechas si las
expresas tu mismo y las comunicas claramente.
4. Pide lo que deseas. ¿Qué determinados comportamientos o acciones
complacerán tus necesidades? Por ejemplo, si quieres recibir más atención de
parte de tu pareja, no le pidas que pase más tiempo contigo; pregúntale si quiere
salir a caminar luego de cenar o ir al cine el sábado por la noche. Expresa tu
necesidad de manera tal que sea un pedido en lugar de una exigencia. Todos
poseemos un impulso inherente a oponer resistencia a una exigencia,
independientemente de que nuestra autoestima se eleve cuando cumplimos los
pedidos.
Si bien este proceso no garantiza que siempre obtendrás lo que desees,
aumentará considerablemente las posibilidades de que te sientas cómodo y
tranquilo por más tiempo y que sientas angustia emocional en menos ocasiones.

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