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El triunfo del helenismo

Durante mucho tiempo, Egipto acogió a un gran número de mercenarios y


mercaderes asiáticos y griegos desde el 525 a.c. esto se dio durante la
invasión de los persas. Habían llegado para trabajar como colonos o bien como
servidores de imperios extranjeros.

Con la llegada de Alejandro Magno (332 a.c.), las relaciones entre griegos y
egipcios cambiaron radicalmente. En los tres siglos siguientes, una dinastía de
reyes griegos (ptolemaica), gobernó Egipto, y los colonizadores griegos
empezaron a ocupar los principales puestos de la administración y el comercio
egipcios.

Alejandro Magno funda una nueva capital Alejandría, la cual se convierte en el


centro de la vida intelectual de Egipto en la época ptolemaica, con la fundación
de la Biblioteca y el Instituto de Investigación (el “palacio de las Musas” o
“museo”) por parte de Ptolomeo I y Ptolomeo II ( siglo III a.c.).

Si bien el Egipto Ptolomeo fue una gran potencia política y económica, la


sociedad egipcia se estancó, lo cual se puede ver vislumbrar en los templos
dedicados a los antiguos dioses los cuales se mantuvieron como
construcciones indestructibles, cada vez más debilitados, contra la modernidad
clásica. El nuevo clasismo terminaría por imponerse en todo el este del
Mediterráneo, y va a tomar más fuerza con la llegada del imperio romano
(apodera de Egipto ptolemaico en el año 30ª.c.).

La irrupción del cristianismo significó el fin de la civilización egipcia antigua. La


nueva fe fue creciendo en popularidad, hasta que finalmente el emperador
Teodosio proclamó en 348 d.c. un edicto por el que quedaban clausurados
todos los templos paganos que se encontraban en sus dominios.

Comercio internacional y viajes

La adquisición de productos y servicios extranjeros era casi un monopolio del


rey, y si bien hubo épocas en que los egipcios podían comerciar con el exterior,
el faraón podía limita o revocar este derecho fácilmente en cualquier momento.
Los nubios y cananeos opuestos a este tipo de presiones eran sometidos
mediante campañas militares de castigo.

En cuanto que más allá de la esfera del Imperio, el intercambio de productos


fue adquiriendo con el tiempo dimensiones que podríamos calificar de
relaciones comerciales. Egipto contaba con una gran riqueza de recursos,
poseía alimentos, oro cobre, malaquita, piedras preciosas, natrón (solido) y
diversos minerales en abundancia, pero carecía de madera, hierro, plata,
estaño y plomo. La madera la traían de las costas libanesas ya que Egipto
mantenía buenas relaciones con la ciudad de Biblo.
Los mercaderes que dirigían el comercio en Egipto eran tanto egipcios como
extranjeros. En el nivel más alto, el faraón tenia a sus plenipotenciarios,
quienes cumplían funciones como diplomáticos, con encargos comerciales
como labor secundaria. Luego se encontraban los “agentes” enviados por otras
instituciones, como los templos, que viajaban hasta Oriente Medio con
misiones específicas, como la búsqueda de esclavos. En la época de mayor
esplendor del imperio, el templo de Amón contaba con multitud de “agentes” y
una flota comercial de ochenta y tres barcos en el Mediterráneo.

De todas las partes del Mediterráneo llegaban cobre, aceite, madera aromática,
troncos, resina, ungüentos, vino, opio y productos manufacturados. Mientras
que Egipto exportaba en abundancia en sentido contrario: cereales, natrón y
metales preciosos.

Había pocos mapas de carretera como los de hoy, los viajeros debían llevarlos
con ellos o recordarlos de memoria, los itinerarios y sus paradas. Las
distancias en puntos de rutas podían variar ligeramente, pero en un día de
marcha solían hacerse entre 16 y 19 km. Así los viajes entre Egipto y las costas
fenicias, Chipre y el Egeo se hacía por mar, mientras que para llegar a Sudán
se remontaba el Nilo o bien se seguía la ruta de los “cuarenta días”(a través de
los oasis de Sahara). La embarcación más común para la navegación marítima
era el “barco de Biblo”, llamado así por su puerto de destino. Los marineros
tenían que memorizar un itinerario fijo o periplo. un consecuencia un viaje
rápido del Egeo a Egipto podía durar cinco días, y la travesía del Nilo desde el
Delta hasta la frontera con Nubia duraba unas tres semanas. A menudo los
barcos y los comerciantes enlazaban un viaje con otro, y la duración de las
expediciones podía aumentar.

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