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La revocación de un testamento es la declaración de voluntad del

testador (expresa o tácita) por la que un testamento existente


queda sin efectos en todo o en parte.

En nuestro Derecho, el testamento es un acto esencialmente


revocable, ya que recoge la voluntad del testador en el momento de
su muerte, y por ello puede cambiar hasta ese mismo momento.
Por esta razón, no tendrán efecto las cláusulas que expresen la
voluntad de no revocarlo en el futuro.

Formas de hacer la revocación

El testamento puede ser revocado:

• Total o parcialmente.
• de forma expresa, tácita o presunta.

→ Revocación expresa

La revocación expresa opera cuando el testador hace un


testamento posterior a otro ya existente, por el que se deroga
expresamente lo dicho en el primero. De este modo:

– La revocación puede alcanzar a todo el testamento anterior, o bien


solo parte del mismo, dejando subsistente el anterior en el resto.

– Puede tratarse de un testamento que establezca nuevas normas


sucesorias, o bien de un testamento con un fin solo revocador del
anterior.

– El testamento revocador no ha de adoptar la misma forma que el


revocado; basta con que sea un testamento de cualquier tipo de los
admitidos por la ley.

Los efectos de la revocación expresa serán:

– Si se revoca totalmente el testamento anterior: se sustituye por el


nuevo; y a falta de disposiciones testamentarias, se abrirá la sucesión
intestada.
– Si se revoca al anterior sólo en parte: es eficaz en lo no revocado,
abriéndose si es necesario la sucesión intestada parcial, si no se
establecen normas sucesorias al respecto; si se establecen, se
aplicarán las de ambos testamentos, complementándose entre sí.

→ Revocación tácita

Este tipo de revocación opera cuando se otorga un testamento


posterior, pero no se deroga expresamente el anterior.
El testamento anterior queda revocado por el posterior
perfecto (sin defectos), si el testador no expresa en éste su
voluntad de que aquél subsista en todo o en parte.

Sin embargo, el testamento anterior recobra su fuerza si el


testador revoca después el posterior, y declara expresamente
ser su voluntad que valga el primero.

La revocación producirá su efecto aunque el segundo


testamento caduque por incapacidad del heredero o de los
legatarios en él nombrados, o por renuncia de aquél o de éstos.

Modernamente, muchos autores consideran que cabe una ejecución


conjunta de los dos testamentos sin que el segundo revoque al
primero en los siguientes supuestos:

– Cuando el testamento posterior sea simplemente aclaratorio


o interpretativo o se limita a hacer la partición.
– Cuando carezca de contenido patrimonial.
– Cuando del testamento posterior se pueda evidenciar la
existencia de una voluntad favorable para la subsistencia del anterior,
sin que valga la simple presunción en este sentido.

→ Revocación presunta

Este tipo de revocación del testamento anterior opera cuando sin


otorgarse nuevo testamento, se deduce de la conducta del
testador su voluntad de que el testamento otorgado quede sin
efecto.
De este modo, se presume revocado el testamento cerrado que
aparezca en el domicilio del testador con las cubiertas rotas o los
sellos quebrantados, o borradas, raspadas o enmendadas las
firmas que lo autoricen.

Este testamento será, sin embargo, válido cuando se probare haber


ocurrido el desperfecto sin voluntad ni conocimiento del testador, o
hallándose éste en estado de demencia; pero si aparecieren rota la
cubierta o quebrantados los sellos, será necesario probar además la
autenticidad del testamento para su validez.

Si el testamento se encontrare en poder de otra persona, se


entenderá que el vicio procede de ella y no será aquél válido como
no se pruebe su autenticidad, si estuvieren rota la cubierta o
quebrantados los sellos; y si una y otros se hallaren íntegros, pero
con las firmas borradas, raspadas o enmendadas, será válido el
testamento, como no se justifique haber sido entregado el pliego de
esta forma por el mismo testador.

Se basa esta forma revocatoria en la existencia de una situación de


hecho de la que se deriva una voluntad revocatoria.
Esta situación de hecho requiere los siguientes presupuestos:

– Conciencia y voluntad de quebrantar el testamento por


parte del testador.

– Decisión exclusivamente imputable al testador, ya que en


los casos de rotura del testamento que esté en poder de una tercera
persona se considerará que la rotura procede de ella.

– Capacidad para testar, ya que si el testador la ha perdido,


no valdrá la revocación, como se deduce del propio precepto, que
aunque habla sólo de estado de demencia, debe extenderse a otros
supuestos de incapacidad para testar

– Ámbito de aplicación. Lógicamente sólo es aplicable esta


forma de revocación al testamento cerrado, ya la destrucción de
la copia de un testamento abierto no tiene ningún valor revocatorio,
pues el auténtico testamento se halla en la matriz incluida en el
protocolo Notarial.

Efectos de la revocación

Su efecto fundamental es que la revocación deja sin efecto el


testamento revocado, total o parcialmente. Por ello, regirá la
sucesión el nuevo testamento, si contiene cláusulas testamentarias
al respecto; el nuevo y el antiguo en lo que sean compatibles, si la
revocación es parcial; o se abrirá la sucesión intestada, en su caso,
total o parcialmente.
Ahora bien ¿recuperará sus efectos el testamento revocado si el que
lo revoca queda después sin efecto? Sólo en el caso en que así lo
establezca el testador al otorgar un nuevo testamento.

La esencial revocabilidad testamentaria encuentra una


excepción en las llamadas cláusulas irrevocables, que son
aquellas cláusulas contenidas en un testamento que no pueden
revocarse con otro posterior.
La principal cláusula irrevocable es el reconocimiento de un hijo, si se
hizo en un testamento anterior.

Caducidad del testamento


En materia testamentaria, la caducidad supone que el testamento queda sin efecto bien por
el simple transcurso del tiempo, bien exigiéndose además la inobservancia de determinadas
formalidades complementarias exigidas para determinadas formas testamentarias.

Como regla general, no caducarán:

• Testamentos abiertos notariales


• Testamentos cerrados.

Los casos de caducidad, son:

→ Los Testamentos abiertos no notariales (sin intervención del notario): caducan si


no se elevan a escritura pública y se protocolizan en forma prevenida en la Ley.

→ El Testamento ológrafo:caducará si no se protocoliza, presentándolo con este objeto


al Juez de primera instancia del último domicilio del testador, o al del lugar en que éste
hubiese fallecido, dentro de cinco años, contados desde el día del fallecimiento. Sin este
requisito no será válido.
→ Los testamentos otorgados en casos de inminente peligro de muerte o
epidemia caducan si pasaren dos meses desde que el testador haya salido del peligro de
muerte, o cesado la epidemia.
Cuando el testador falleciere en dicho plazo, también quedará ineficaz el testamento si dentro
de los tres meses siguientes al fallecimiento no se acude al Tribunal competente para que se
eleve a escritura pública, ya se haya otorgado por escrito, ya verbalmente.

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