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“Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de
ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.
No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así
podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” Romanos 12:1-2
(Nueva Versión Internacional)
“¿No han aprendido aun que sus cuerpos es el hogar del Espíritu Santo que Dios les dio, y que
él vive en ustedes? Sus propios cuerpos no les pertenecen a ustedes. Porque Dios los compró a
un gran precio. Así que, usen cada parte de sus cuerpos para darle gloria a Dios porque él la
posee.” 1 Corintios 6:19-20 (Paráfrasis “La Biblia Viviente”)
“Siempre tengo al Señor delante de mí. Cuando él está a mi lado, no puedo ser conmovido. Por
eso es que mi corazón está contento y mi alma se regocija. Mi cuerpo descansa seguro.” Salmo
16:8-9 (GWT)
Tres Razones por los que Debemos vivir para adorar a Dios.
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Más que músico, ministro – I.C.E.C.
Eugene Peterson escribió: "La adoración no satisface nuestro hambre por Dios, sino que despierta
nuestro apetito". Cuanto más vemos de Jesús, más sabemos que aun hay más por descubrir. Cuanto
más toca nuestras vidas, más nos damos cuenta de cuán fervorosamente necesitamos que Él
consuma cada parte de nosotros. La adoración también origina tanto preguntas como respuestas.
Cada vislumbre que tenemos de Jesús, así tan maravillosa como es, es solo una gota en el océano. Y
cuanto más vislumbres tengamos, más comenzaremos a descubrir cuán inmenso es el océano.
Somos personas que "buscamos descubrir más de Él", corazones que lo adoramos en un viaje difícil
pero gratificante. Un día alcanzaremos nuestro destino final; pero por ahora, cada paso de nuestro
caminar con Dios es un pequeño anticipo de la gloriosa herencia que tenemos por delante.
Muchas veces es muy alentador ver cuánto hemos avanzado en nuestro camino. En un muelle, las
personas marcan las filigranas como recordatorios de los niveles alcanzados por la marea en ese
lugar. De la misma manera, es muy bueno reflexionar en las cimas y depresiones que tuvimos en
nuestro andar. Cuando miro hacia atrás, comienzo a ver las marcas de la gracia de Dios durante toda
mi vida. Cuanto más lejos miro, más veo cuánto Él ha formado y sanado mi corazón.
Hay otra razón por la que probablemente permanecemos como adoradores insaciables en esta vida.
Comenzamos a ver al mundo a través de los ojos del cielo. Cuanto más vemos la perfección de Dios,
más notamos la imperfección que nos rodea. Los verdaderos adoradores se mueven con cuidado,
toman conciencia de cómo está el mundo en el que viven y desean marcar una diferencia dentro de
la injusticia, la pobreza y el dolor que los rodean. Un adorador de Jesús no puede hacer la vista
gorda a todas esas cosas.
Hay una santa y a veces dolorosa frustración que se introduce justo en el corazón del adorador
insaciable. Todo nuestro ser sabe que "las cosas no pueden seguir en este rumbo". Debemos ser
intercesores, personas que vean la brecha y se pongan allí. Dios nos impartió su corazón de
restauración y un ardiente deseo por ver su amor y su justicia sanando las naciones. Pero si
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realmente vamos a tener integridad en nuestra adoración, en algún momento este deseo deberá
transformarse en acción: compartir nuestra comida con el hambriento, vestir al desnudo y satisfacer
las necesidades de los afligidos (ver Isaías 58:7, 10). No podemos ser adoradores que simplemente
se la pasan caminando por allí, ignorando la realidad de este mundo quebrantado. Dios desea
llevarnos al lugar en el que podamos unirnos a su corazón que se duele por los demás, un lugar
donde el hacerlo todo ya no sea simplemente una opción más.
Anhelo ser un adorador que sea un ejemplo a seguir por los demás, no solo con mis labios, sino con
mi vida. Dios dejó muy claro que la adoración y la justicia son inseparables.
Para que estas vayan siempre juntas, hay tres cuestiones no resueltas dentro del corazón de los
adoradores insaciables. Primero, solo hemos vislumbrado la gloria de Dios, unas pocas gotas del
océano de su esplendor. Vivimos con una constante sed, deseando más de Él en nuestras vidas.
Segundo, vivimos sabiendo que somos personas quebrantadas, sanadas en parte pero aun muy
frágiles. Somos adoradores "inconclusos", que anhelamos que su obra en nosotros sea concluida. Por
último, estamos como peregrinos en una tierra extranjera, dolorosamente conscientes de los
problemas que nos rodean y los muchos corazones que aun no han descubierto a Jesús. Mirando a
través de los "lentes" del cielo, nuestros corazones se duelen por introducir al Reino de Dios en esas
situaciones.
Estas tres cuestiones no nos hacen peores adoradores. En cambio, moldean nuestra devoción y
fortalecen nuestra resolución de perseverar en la fe. Solo vemos en parte, aunque lo que vemos es
suficiente como para brindarnos esperanza y propósito en nuestro andar. Y mientras emprendemos
nuestra adoración aquí y ahora, miramos hacia el horizonte, confiando que un día lo imperfecto
desaparecerá y conoceremos como fuimos conocidos.
Randall Wittin hizo una encuesta a más de 400 creyentes que asistían a iglesias con grupos
de adoración bien constituidos. Se sorprendió al notar que más del 50% de los hombres
respondió que lo que menos les gustaba de sus iglesias era el tiempo de adoración. Muchos
dijeron que directamente llegaban tarde porque no soportaban lo que pasaba en sus iglesias
durante ese rato.
Un gran porcentaje usó palabras fuertes contra los directores de música, lo cual dejó entrever
que, obviamente, no estaban siendo bendecidos por ellos.
El porcentaje de mujeres que presentaron quejas fue menor. Ellas tuvieron menos críticas
hacia los músicos; sin embargo, muchas se sentían molestas por las numerosas repeticiones,
por el permanecer de pie tanto tiempo, etc.
Por otro lado, lo interesante es que todos los grupos de adoración consultados estaban muy
contentos consigo mismos. Evidentemente algo estaba fallando.
Las dos partes más importantes del culto son: primero, la respuesta del hombre hacia Dios
(oración, música, adoración, ofrenda, etc.) y segundo, pero primero en importancia, Dios
hablando a su pueblo (la exposición de la Palabra). Ambas partes resultan de gran bendición
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Debemos tener en cuenta que la alabanza puede ser un poderoso testimonio para los no-
creyentes si la presencia de Dios se puede sentir y si el mensaje se puede comprender.
La alabanza y la adoración tienen tres sentidos a- vertical, hacia Dios. b- horizontal, desde
mí hacia los que adoran conmigo c- interno, hacia mi propio corazón.
1 - Aspecto Vertical
A – Bendecir, ministrar a Dios.
Pensar solo en Dios, El es el centro del culto, nuestro objetivo es que el Señor sea
engrandecido.
A veces tenemos algunos inconvenientes para que el Señor sea el centro: pensar solo
en nuestra necesidad, admirar al líder, contemplar la ejecución de los músicos, buscar
defectos y virtudes, analizar el culto.
La pregunta correcta debería ser la siguiente: ¿Quién fue el bendecido en la
adoración?, la respuesta correcta debería ser: “Jesús”
Debemos dedicarnos a rendir nuestras alabanzas y nuestra adoración a Dios en ese
momento, es el momento de Dios.
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2 – Aspecto Horizontal
Es nuestra experiencia congregacional con Dios, de manera interactiva.
A – Promueve la unidad.
Sal. 133 1 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es que habiten los hermanos juntos en armonía!
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Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y
baja hasta el borde de sus vestiduras; 3como el rocío del Hermón, que desciende sobre los
montes de Sión, porque allí envía Jehová bendición y vida eterna.
3- Aspecto interno
Es lo que la adoración realiza en el interior del creyente.
Se refiere a las puertas del corazón, a las barreras que se levantan y no nos dejan
Expresarnos.
C- Crecemos en santidad.
Dios es “Santo” y los que pasan tiempo con el adquieren esa característica.
El estar cerca de Dios hace que el explore tu corazón y que el Espíritu Santo pueda
redargüir y tratar con nuestro interior, y en los momentos de adoración nuestro corazón
esta mas predispuesto a la entrega, por eso podemos decir que “Adoración es
transformación”
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Debemos aspirar a ser usados de la primera forma, es la que más agrada a Dios, y la que
mayor bendición nos trae a nosotros.
Max Lucado escribió en su libro “Sobre el yunque” una oración que refleja a un hombre que
quiere ser usado por Dios, que quiere ser una herramienta dispuesta y preparada para Dios.
Esta debe ser nuestra constante oración acompañada de una gran resolución de corazón de
no ser simplemente un “músico”, sino algo más profundo y espiritual, acorde a lo que Dios
esta buscando ser un “ministro”. No somos “profesionales”, somos “ministros de Dios”.
La Unción es lo que marca la diferencia. La Unción es como el aceite que hace más usable a
una herramienta. Es el ingrediente que lo cambia todo. Sin Unción la alabanza y la adoración
serian desabridas.
La diferencia entre un cantante secular y un ministro de Dios es la Unción. Entendemos por
Unción la presencia de Dios en nuestro servicio, Dios inmiscuido, metido en mi servicio.
(No fluye uno solo, son dos los que fluyen Dios y yo)
Un hermano que cante puede hacer saltar, gritar, llorar a una congregación con sus
canciones, pero jamás podrá provocar un verdadero encuentro con Dios. Un hermano lleno
de la presencia de Dios en su corazón quizá no haga saltar, ni gritar a nadie, pero
seguramente hará que esas personas se encuentren con su Dios en adoración.
No es por emoción que llegamos a Dios, sino a través de nuestro espíritu en unión con el
Espíritu Santo de Dios.
A través de las emociones quizá se pueda llegar al corazón del hombre, pero jamás al
corazón de Dios, si tenemos en cuenta que la adoración es un encuentro de corazones en
amor.
No podemos considerarnos buenos ministros siendo almáticos (que se maneja por
emociones), un buen ministro puede tener momentos almáticos, pero por encima de ello es
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esencialmente espiritual. (Trata de alcanzar el espíritu del hombre para unirlo en amor al
Espíritu de Dios).
Un ministro se maneja por presencia y no por emociones.
Dios ha levantado hombres y mujeres para guiar al pueblo, cuando el pueblo no tuvo quien
lo guiara la Biblia dice que “cada uno hacia lo que mejor le parecía” (Jue. 1:9), Dios ha
puesto sus hombres para guiar a la iglesia en adoración.
Los ministros deben buscar el desarrollo en su vida de algunas claves que hacen que la
Unción y la presencia de Dios se desarrollen y fluyan en y a través de sus vidas.
Por otro lado, estas claves entre otras conforman el corazón de un adorador.
Nadie puede dar lo que no tiene.
Dependencia.
No soy yo el que marca el camino, es Dios. No es mi habilidad técnica lo que marcará
el éxito, es Dios a través de mí. Depende de Dios.
Esto es tomar el control para perderlo, quizá empezar teniendo “la manija”, para
luego perderla y que el Espíritu Santo la tome.
Cuando el Espíritu Santo tiene el control pasan cosas espirituales, sorprendentes y
diferentes.
La única manera de no caer en la rutina y la monotonía es perder el control para que
el Espíritu de Dios lo tenga.
Atención.
Todo trabajo requiere de atención (estar atento, ojos bien abiertos), a todo lo que
sucede en el momento de ministración en la plataforma (señas, cambios, respuesta de
la congregación, etc.), pero por encima de ello atento a lo que Dios quiere hacer en
cada momento. Se puede decir que se requiere “atención natural”, para responder a
cosas técnicas y “atención espiritual” para responder a los movimientos de Dios.
Cuando cometemos errores puede que algo espiritual no ocurra.
Flexibilidad.
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Significa capaz de cambiar, esto es que más allá de mi programa, estoy dispuesto a
cumplir el programa de Dios. Cuando soy capaz de suprimir algo estipulado por mí
para hacer algo diferente, entonces soy flexible, aun cuando lo haya recibido orando.
(Lista de cantos, orden de culto, orientación del culto, etc.), la flexibilidad es
espiritual, esta basada en motivos espirituales y no emocionales.
Sensibilidad.
Es la capacidad de sentir, oír y ver a Dios, moviéndose en su mismo sentido. El
ministro sensible siempre estará abierto a dejarse llevar por el Espíritu de Dios en
cada reunión, sabiendo que allí esta la voluntad de Dios para ese momento. La
sensibilidad siempre predispone a buscar a Dios para que al encontrarlo caminemos
juntos con El. La sensibilidad requiere de atención (ver a Dios para seguirlo), y de
Flexibilidad (dejar mi programa para hacer el de Dios)
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Soy parte de un todo, no somos pequeñas islas, somos un equipo. Tengo una función
especifica que cumplir, si yo fallo perjudico al resto. Un predicador tiene su mensaje,
se prepara en oración solo y ministra, la plataforma tiene muchos componentes que
deben prepararse, si uno de ellos no esta a la altura que se requiere para ministrar se
nota en todo el equipo, aunque de afuera no se distinga quien. No es una persona la
que no esta a la altura, es el equipo. Esto nos motiva a ser responsables tanto en
nuestra tarea como en nuestra preparación espiritual.
Cuando tengo un concepto de equipo, tengo más disposición para mantener la unidad.
Por amor y por causa de nuestro servicio, podemos tolerar fallas, caracteres,
personalidades, conflictos. La unidad es clave para no matar la Unción.
Así como la Biblia dice que toda casa dividida no permanecerá, todo grupo dividido
contra sí mismo no permanecerá y matara la Unción.
Al tener un concepto claro de equipo y unidad no existe esa feroz competencia de
lugares y/o habilidades, sino que por el contrario existe un apoyo y respaldo total del
uno hacia el otro aun cumpliendo iguales funciones.
Debemos tener en claro que en el grupo de adoración son muchos los componentes,
pero no hay rangos de autoridad, simplemente tenemos diferentes funciones, esto nos
ayuda a ver que no somos una jerarquía sino un equipo.
Como dice la Palabra de Dios, nos preferimos los unos a los otros.
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Ningún músico puede llegar a creerlo si no se toma tiempo para escuchar y observar
lo que está pasando más allá de su propio éxtasis.
No es cantar lo que el músico quiere, o la gente quiere, sino lo que Dios quiere.
La orientación es siempre hacia la congregación, nos debemos a ellos, estamos para
bendecirlos, facilitarle el acercamiento a Dios.
El ministro no es un exhibicionista es un facilitador.
Si algo se debe exhibir no es justamente nuestra persona, sino la persona de Nuestro
Señor Jesucristo en nosotros, deben verlo a El a través de nosotros, Jesús debe ser el
único exhibido.
Busca ser grande no famoso, Madonna es famosa, Teresa de Calcuta es grande, esta
es la diferencia entre servilismo y servicio.
La grandeza es interna no externa, debo ser no tener.
La unción no es para famosos, es para servir mejor, cuanto más servís más Unción.
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Más que músico, ministro – I.C.E.C.
No podemos forzar a la gente a cantar lo que a nosotros nos gusta o a lo ultimo del
mercado musical evangélico.
Debemos buscar canciones de acuerdo a lo que Dios esta haciendo, a como
Dios se esta moviendo.
Un consejo sano: Si el mensaje es un llamado a la santidad, no cante “hay
victoria…”
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Consejos prácticos:
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¿Por que somos capaces de vivir de esta manera, de negarnos tanto, de apartarnos de todo
aquello que nos desvía de Dios, por que nos consagramos, nos negamos a los aplausos y al
reconocimiento, por que dejamos de pensar en nosotros y pensamos en los demás, por que
nos rendimos?
Como canta Marcos Witt “Es por ti” Señor Jesús.
Walter Haberl
Pr Walter A. Haberl
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