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Para este análisis se tiene que distinguir los hechos o datos probatorios, según permitan la
inducción hecho-delito. Se propone llamar prueba al hecho probatorio experimentado en el
presente del que se infiere el delito u otro hecho del pasado, e indicio al hecho probado del
pasado que se infiere del delito u otro hecho del pasado que a su vez tenga el valor de un indicio.
¿Qué es lo que prueba, el hecho de que Juan testifique que ha visto salir a Pedro blandiendo un
cuchillo ensangrentado de la casa de Luis poco antes de que éste fuese encontrado muerto? Es
prueba probable según la sinceridad que acreditemos a Juan, del hecho que éste ha visto a Pedro
salir con un cuchillo en la mano de la casa de Luis poco antes de que éste fuera encontrado
muerto. Este segundo hecho, es sólo un indicio, probable según la fiabilidad que atribuyamos a la
vista de Juan, del hecho de que Pedro ha salido realmente de la casa de Luis en las sospechosas
circunstancias referidas por Juan. Y este tercer hecho es de nuevo solamente un indicio probable
según la plausibilidad de los nexos causales establecidos por nosotros, del hecho de que Pedro ha
asesinado a Luis. Tenemos en ésta historia, no una sino tres inferencias inductivas: la que del
testimonio de Juan induce como verosímil que él ha visto la escena que describe; laque de tal
indicio induce como verosímil que Pedro ha tenido el comportamiento sospechoso que describe
Juan; la que de este indicio induce como verosímil la conclusión de que Pedro asesinó a Luis. Si
además no hemos escuchado el testimonio de Juan de viva voz sino que disponemos sólo del acta
en la que se transcribió, también el testimonio resulta degradado a indicio, y a las tres inferencias
debemos añadir una cuarta: la que va del acta al hecho, del cual el acta es solamente prueba de
que en el pasado Juan ha declarado cuanto ha sido descrito sin que sus deposiciones hayan sido
malentendidas, distorsionadas o constreñidas. Ninguna de las conclusiones de estas cuatro
sucesivas inferencias o argumentos inductivos es indubitablemente verdadera. Sólo se puede decir
que cada una de ellas esmás o menos razonable, plausible o probablemente verdadera. Juan pudo
haber mentido,o pudo haber confundido a Pedro con Pablo. Pedro podría aducir que estaba
siguiendo alasesino, y que por una desafortunada coincidencia llegó a la casa de Luis poco después
deque lo encontró muerto. Sin contar que si el testimonio se extrae de un acta podría
haber declarado que no vio a Pedro, sino a alguien muy parecido a Pedro, y esto fuemalentendido
por el oficial secretario que tomó la declaración. Es claro que cuanto mayor es el número de las
inferencias necesarias para inducir de la prueba la conclusión de laresponsabilidad por el delito de
que es causa, menor es el grado de probabilidad de la15 inducción probatoria.
Basta que la defensa aduzca una contraprueba que desmienta unasola de las inferencias de la
serie para interrumpir la cadena y desmontar todo elrazonamiento, por ejemplo demostrando que
Pedro se encontraba en otro lugar, o queLuis murió de manera accidental, etc.Respecto del delito,
las pruebas recogidas en un proceso casi nunca son pruebas directassino indirectas, es decir,
pruebas de indicios a su vez directos o indirectos. Mientras las pruebas son objeto de experiencia
directa, los indicios son hechos del pasado y son másdirectos respecto de la hipótesis explicativa
final, pero las pruebas son más directasrespecto de la experiencia probatorio inicial. 4.
Las pruebas legales positivas son aquellas en presencia de lascuales la ley prescribe que considere
probada la hipótesis acusatoria aunque tal “prueba”contraste con su convicción; las pruebas
legales negativas son aquellas en ausencia de lascuales la ley prescribe al juez que considere no
probada la misma hipótesis aunquecontraste con su libre convicción. Equivalen a una garantía
contra la convicción erróneao arbitraria de la culpabilidad, asegurando normativamente la
necesidad de la prueba y la presunción de inocencia hasta prueba en contrario.Hay tres
condiciones exigidas para la justificación de inducción judicial: 1) cómogarantizar la necesidad de
la prueba o verificación; 2) cómo garantizar la posibilidad de lacontraprueba o confutación; y 3)
como garantizar, contra la arbitrariedad y el error, ladecisión imparcial y motivada sobre la verdad
procesal fáctica.La hipótesis acusatoria debe ser confirmada por una pluralidad de pruebas o
datos probatorios, debe ser formulada de tal modo que implique la verdad de varios
datos probatorios y la explicación de todos los datos disponibles, para efecto de justificar
lainducción de la culpabilidad o de la inocencia.Más importante que la necesidad de la prueba es
la garantía del contradictorio, esto es, la posibilidad de la refutación o de la contraprueba. La
garantía de la defensa consiste precisamente en la institucionalización del poder de refutación de
la acusación por partedel acusado. A tal fin, todas las implicaciones de la hipótesis deben ser
explicitadas oensayadas, de modo que sean posibles las pruebas y contrapruebas.La tercera
condición o garantía de la verdad fáctica se refiere a la imparcialidad de laelección realizada por el
juez entre hipótesis explicativas en competencia. Para que seacepte como verdadera, la hipótesis
acusatoria debe ser confirmada por varias pruebas yno ser desmentida por alguna contraprueba,
sino que debe prevalecer con las demáshipótesis en conflicto con ella. Cuando no resultan
refutadas, la duda se resuelve a favor del reo. Este principio equivale a una norma de clausura
sobre la decisión de la verdad procesal fáctica.Estas tres garantías, junto con la estricta legalidad o
verificabilidad de las hipótesisacusatorias, aseguran la estricta jurisdiccionalidad del proceso penal.
Gracias a ellas, el proceso se configura como una contienda entre hipótesis en competencia que el
juez tienela tarea de dirimir: la carga de la prueba en apoyo de la acusación resulta integrada por
lacarga de la contraprueba o refutación de las hipótesis en competencia; el derecho dedefensa o
refutación está a su vez integrado por el poder de planteamiento de contra-hipótesis compatibles
y capaces de suministrar explicaciones alternativas; y la motivacióndel juez resulta una
justificación adecuada de la condena, si además de apoyar la hipótesisacusatoria no contradicha
por ninguna contraprueba, pueda también desmentir lascontrahipótesis. De aquí el valor de la
separación, según el esquema triangular, entreacusación, defensa y juez: la primera tiene la carga
de descubrir hipótesis y pruebas, ladefensa tiene el derecho de contradecir con contrahipótesis y
contrapruebas, mientras el juez, cuyos hábitos profesionales son la imparcialidad y la duda, tiene
la tarea de ensayar todas las hipótesis, aceptando la acusatoria sólo si está probada y
rechazándola a favor del reo, si es desmentida y también si no es desmentida por todas las
hipótesis encompetencia.
El modelo hasta aquídelineado del modelo ideal o garantista del derecho penal quizá ha creado la
impresiónde una concepción predominantemente silogística y extra-valorativa de la
cognición judicial y de la aplicación de la ley. Esto en razón de que se han analizado solamente
los poderes de denotación y de verificación en las dos inferencias teóricas: la inducciónfáctica y la
deducción jurídica. Pero aparte de estos dos poderes, existe un tercer poder que compone el
razonamiento judicial, el cual no es susceptible de verificación jurídica. Cuando el juez conoce un
delito, no se limita a aseverar o negar conforme a pruebas latesis que enuncia su comisión por
parte de un sujeto culpable. Valora para los fines de sudecisión sobre la medida o la calidad de su
pena, la gravedad específica, sus causasobjetivas y sus motivos subjetivos, con la intensidad de la
culpabilidad, es decir, con lascircunstancias específicas en las que el culpable ha actuado. Esta
individualización delhecho y su valoración configuran la llamada equidad del juicio, mediante el
poder deconnotación.18
“La equidad es la justicia del caso concreto”, dijo Aristóteles. La equidad serviría paracolmar la
distancia entre la abstracción del supuesto típico legal y la concreción del caso juzgado. Sin
embargo, esta concepción permite considerar a la equidad como unaoperación subsidiaria o
extraordinaria, no intra, sino extra o contra legem
robo por el juez; b) que los caracteres particulares y accidentales de tal hecho concreto, son
expresables en el lenguaje judicial con las palabras de la lengua común.
195. El favor rei: comprensión equitativa, valoración simpatética y graduación de las penas.
Cuanto más profunda y penetrante sea la comprensión del hecho, mayor es laatenuación de su
gravedad. La comprensión humana es simpatética. Mientras la pruebafáctica y la verificación
jurídica exigen la indiferencia y la distancia del juez del caso, lacomprensión equitativa requiere la
no indiferencia. A través de la valoración equitativa serefiere al caso concreto y a través de ella se
realiza el respeto a la persona humana juzgada, y es donde se manifiesta la sensibilidad, la
inteligencia y la moralidad del juez.El juzgador se esfuerza a prescindir en lo posible de sus
ideologías personales, sus prejuicios e inclinaciones, para comprender o participar de las
ideologías, inclinaciones ycondicionamientos del sujeto juzgado, por lo que la equidad es una
condición de laimparcialidad del juez.Esta función de la equidad es una opción política del derecho
penal mínimo.
pues está informado por criterios sustancialistas de equidaddirigidos a favorecer al reo. El Código
Penal en la imposición de las sanciones, en dondese estipulan máximo y mínimos legales de pena
para cada tipo de delito, contradiciendoel principio de derecho penal mínimo, y humilla la función
del juez, al no consentirlevalorar plenamente la posible falta de gravedad alguna de un caso
concreto respecto de lagravedad del tipo de delito abstracto valorada por la ley.
El garantismo penal
. El poder judicial de disposición consiste en la autonomía del juez, llamado aintegrar después del
hecho el supuesto legal con valoraciones ético-políticas de naturalezadiscrecional. Las acusaciones
como “inmoral”, “obsceno”, “extranjero pernicioso”,“peligroso”, “reincidente”, impiden la
verificación y la defensa. De esto se sigue unailegitimidad política estructural del poder de
disposición del juez y de sus decisiones
3. Los principios generales del derecho como criterios de orientación del poder dedisposición.
Esta ilegitimidad estructural del poder judicial es fisiológica en una ciertamedida en el moderno
estado de derecho, donde caracteriza a todos los podereslegitimados conforme a valores: la
democracia, la libertad, la satisfacción de necesidades primarias, etc, los cuales tienen rango
constitucional pero nunca son satisfechos. Pero estono exonera al juez del deber y la
responsabilidad de las decisiones. Esta es una aporía enla estructura de los sistemas penales
positivos: el deber jurídico de decidir inclusoilegítimamente como fundamento efectivo de la
legitimidad relativa (a la ley, pero no alos principios constitucionales) del poder judicial de
disposición. Estas decisiones son predominantemente juicios de valor, pero susceptibles de
argumentación y de controlconforme a criterios pragmáticos de aceptación, que no son más que
los principiosgenerales del ordenamiento, es decir, principios políticos expresamente enunciados
en lasconstituciones y en las leyes o implícitos en ellas y extraíbles mediante elaboración doctrinal.
Son ejemplos: la presunción de inocencia, in dubio pro reo, el de coherencia21