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Tabla de contenidos
Introducción
I. La Crisis global en una Era de incertidumbre
II. La necesidad de configurar un nuevo orden mundial
III. La necesidad de un nuevo paradigma para América del Sur
IV. Escenarios regionales de salida de la crisis
V. La centralidad de las políticas públicas
VI. El aumento de la coordinación y de las capacidades estatales a diversos niveles
VII. A modo de conclusiones
Bibliografía
Introducción
En esta primera clase, el Profesor Daniel García Delgado expondrá los
lineamientos generales de la Crisis global desatada en el año 2008 y los impactos
socioeconómicos y políticos que generó en distintos ámbitos. En segundo lugar, dará
cuenta del nuevo orden mundial y de la necesidad de repensar un nuevo paradigma
regional para América del Sur. En tercer lugar, esbozará algunos escenarios regionales
y remarcará la centralidad de las políticas públicas. Finalmente, analizará las
capacidades estatales y brindará algunas reflexiones finales. Hacia el final de esta clase,
encontrará una guía de preguntas a modo de repaso de los principales contenidos de
esta clase. La bibliografía será enviada por su Tutora en el Anuncio de esta clase.
I. La Crisis global en una Era de incertidumbre
Esta primera clase analiza el diagnóstico sobre la Crisis global desde 2008 a la
actualidad resaltando algunas de sus principales características, a pesar de ser una crisis
muy reciente y de presentar una complejidad manifiesta.
La primera idea que surge es que la crisis global generó una era de incertidumbre,
no sólo porque se deslegitimaron los golpes institucionales y las teorías vigentes, sino
también porque nadie sabe a ciencia cierta cómo y cuándo se saldrá definitivamente de
la misma y cómo afectará a los diversos países y regiones. En algún sentido, la crisis
inicialmente financiera e iniciada en los Estados Unidos ha cuestionado todas las
teorías, y en particular la ortodoxa y neoclásica, así como ha revitalizado las
perspectivas neodesarrollistas y neokeynesianas sobre el rol del Estado. Su principal
característica es la incertidumbre en cuanto a su profundidad y duración y en cuanto a si
las medidas implementadas serán suficientes y sobre qué sectores y sociedades recaerán
sus principales consecuencias.
Sostenemos que la misma crisis tiene una dimensión ética, porque la responsabilidad ha
sido del mundo desarrollado y en particular de los Estados Unidos, pero vemos que los
costos son pagados no sólo por los trabajadores sino también por los países en
desarrollo que se ven doblemente perjudicados, tanto por las condiciones recesivas del
nuevo escenario mundial como por el nuevo proteccionismo central. Asimismo la crisis
no ha sido causada sólo por un problema de codicia y corrupción o de moral individual,
sino que es producto de las reglas de juego del capitalismo y de una 'cancha' asimétrica
para estimular estas conductas, de las bajas normativas que estimulaban y hasta
premiaban la especulación y el apalancamiento financiero sobre activos ficticios, y que
en suma, fomentaban la concentración y la creciente desigualdad.
La tercera idea es que la crisis además de ser global fue también la crisis de un relato
y de una hegemonía del modelo neoliberal y de la globalización unipolar que se intentó
imponer al mundo en las últimas tres décadas. Es decir, no sólo involucró una
dimensión económica y financiera sino también una dimensión política: como crisis de
dominación, y junto con ello, del relato configurado por el economicismo, la Escuela
de Chicago, el Consenso de Washington, la Teoría Económica
Neoclásica
Asimismo esta crisis de hegemonía que abarca al conjunto de países del BRIC's1 que
interpelan sobre la necesidad de medidas globales que tengan equidad, sustentabilidad
en las soluciones para el conjunto: el pasaje de una multipolaridad económica a una
multipolaridad política.
Por estas tres razones de la crisis -la incertidumbre, su carácter global y el inicio del
replanteo del orden mundial- se genera un debate tanto sobre la estrategia de
superación, sobre el modelo de desarrollo en Argentina y en la región, las
características de un rumbo que tenga como objetivos una sociedad más justa y
equilibrada. Porque la misma no solo deslegitima el mercado como mejor regulador,
sino que cambia las reglas del juego del comercio mundial que regían en la última
década y porque afecta las condiciones de funcionamiento de lo que hasta entonces
había sido un modelo exitoso de salida de la crisis nacional del 2001-02: el modelo
'productivista'.
Referencias:
1- Brasil, Rusia, India y China
II. La necesidad de configurar un nuevo orden mundial
La situación se tornó compleja, en un escenario donde se registró un intenso activismo
estatal para salvar bancos inyectando dinero, a empresas multinacionales -
particularmente las automotrices- y subsidiando consumos en algunos países y en
algunos casos regiones enteras como la Unión Europea, al actuar contracíclicamente
para promover reactivación a partir del gran derrumbe. Las respuestas de fuertes
inyecciones de dinero no parecen hasta ahora haber surtido los efectos deseados y la
crisis financiera continúa desplegando sus manifestaciones deletéreas tanto en la
perdida de activos como en los empleos. En este sentido, la desconfianza en los bancos
y la incertidumbre de la información cotidiana genera conductas que desincentivan las
inversiones, retraen el consumo y el ahorro en títulos públicos. Asimismo, genera
interrogantes acerca de ¿cómo disciplinar al mercado financiero en función de lo
productivo? O ¿cómo restablecer el equilibrio entre la misión reguladora del Estado, la
capacidad de generar riqueza del mercado y la voz de la sociedad, de los individuos, las
familias y los trabajadores en esta nueva situación?
Lo cierto es que la crisis global promueve un consenso novedoso sobre los problemas
de falta de regulación del actual sistema financiero y de gobernanza mundial. Esto
parece suceder tanto en los países centrales como en los países emergentes -en
particular sobre los paraísos fiscales y los fondos de cobertura. Se trata de saber cómo
"limpiar" de activos tóxicos el sistema, y cómo crear un nuevo orden internacional-.
Pero lo cierto es que el nuevo orden global y las instituciones a las que se aspira tienen
distintos contenidos de acuerdo sea la visión y los intereses de los países desarrollados
o la visión y los intereses de los países en desarrollo.
En este punto pueden diseñarse por lo menos tres escenarios sobre la superación de la
misma, más allá de algunas tesis sobre el fin del capitalismo o del fin de la
globalización o si de la globalización basada en el libre mercado. Probablemente nos
dirijamos a otra forma de globalización no basada en el libre mercado ni en la
unipolaridad, y a otro sistema económico mundial con mercado pero más regulado y en
diversos niveles.
En ese sentido, para que esa negociación del G 20 resulte justa, se requiere en lo
inmediato que el Fondo Monetario Internacional (FMI) devuelva sin condicionamientos
los fondos que se fueron de los mercados emergentes por la crisis internacional; que se
amplíe su capital para los préstamos nuevos y se permita, a países como la Argentina
comprar con moneda local -pesos- bonos emitidos por el FMI para ampliar su
financiamiento futuro. Porque no sólo es necesario decidir cómo regular a los mercados
financieros y a los paraísos fiscales, sino que además urge "restablecer" el crédito en el
planeta, pues sin esta acción los países entran en crisis, las empresas no invierten y la
rueda de la economía comienza a entrar en un círculo vicioso.
Y asimismo, se trata de iniciar algún acuerdo sobre las reformas sobre la ONU2 , porque
la continuidad de la desaceleración del crecimiento, del malestar por el desempleo
puede profundizar los conflictos sociales y disparar nuevas guerras. Se requiere
legitimar instituciones hoy vaciadas de credibilidad. Democratizar la globalización
significa -a diferencia de la governanza global cosmopolita- modificar los equilibrios
de poder y de decisión tanto en los Organismos multilaterales como en esta institución.
Porque el dilema es: o las finanzas y las relaciones de fuerzas desnudas vuelven a
imponer un juego de suma cero para las democracias y la gobernabilidad de la mayoría
de los países, o la política propone otra lógica de bien común global y de regulación
para finanzas en función tanto de la producción como del equilibrio social y ambiental
del planeta.
A su vez, este efecto presentó diferencias significativas según los países y fue de
particular gravedad en México y América Central, dada su total dependencia del
mercado norteamericano y el peso, en el nivel de ingresos de los sectores más
desfavorecidos, de las remesas de los migrantes. Pero toda la región se vió afectada por
la reducción del precio y el volumen de las exportaciones y las crecientes dificultades
para financiar un déficit en cuenta corriente que sólo temporalmente pudo ser sostenido
mediante la utilización de las reservas o el recurso a los organismos
multilaterales de crédito.
Tal vez la propagación de la crisis encontró a América Latina mejor posicionada que
Asia o Europa del Este. Sin embargo, la misma ha golpeado de lleno a la economía
brasileña en el cuarto trimestre del año 2008, en el cual su PBI cayó el 3,6% en
comparación con el tercer trimestre de ese mismo año y afectó el precio de las
commodities y el nivel de crecimiento de la región.
Sin embargo, enfrentar la crisis también en bloque hubiera sido más conveniente que
hacerlo país por país. Sobre todo, pensar que no solo es suficiente para superarla contar
con equilibrios macroeconómicos nacionales (gasto público, tipo de cambio, ahorro
interno) y menor dependencia del crédito externo. Las soluciones no son sólo
macroeconómicas y economicistas, sino también y fuertemente políticas, y no son solo
nacionales sino regionales y globales. Sobre todo en un mundo que requiere masa
crítica para negociar con algún poder para tener expectativas de cambios en las reglas
de juego de la governanza global y donde los bloques del G7 no están de acuerdo y
prima la incertidumbre sobre lo que sucederá.
En cierta forma el keynesianismo inicial fue pensado para países centrales en una era de
predominio de los Estados nación y del industrialismo. Y si bien coincidiendo en la
necesidad de un mayor protagonismo del Estado en obra pública para reactivar y actuar
contracíclicamente en la actualidad, es necesario también considerar que los países de
América del Sur sufrieron y siguen sufriendo la crisis mundial fuertemente por dos
tipos de restricciones externas: una contracción muy fuerte del comercio mundial y
disminución de sus exportaciones, junto a la continuidad del endeudamiento externo, el
menor crédito y la fuga de capitales.
Siguiendo esta última perspectiva, los temas del proteccionismo y el keynesianismo que
marcan el debate y las propuestas en el centro, podrían ser problematizados tomando
cierta distancia. Por un lado, criticando el proteccionismo reciente de los países
industrializados en detrimento de los países en desarrollo. Es decir, si bien
discursivamente aperturistas para afuera, pero protegiendo antes con barreras
paraarancelarias su producción agraria, ahora se vuelven proteccionistas en lo industrial
poniendo trabas a las producciones de acero y otros insumos de los países emergentes,
y en lo financiero, resolviendo los problemas de insolvencia con fuerte inyección de
dinero en sus bancos y empresas, pero manteniendo las fuertes exigencias del FMI de
las deudas de los emergentes y no regulando la fuga de dinero de los mismos.
Asimismo, los Organismos Multilaterales con sus recientes disculpas por haber
monitoreado los países en desarrollo más que a los centrales -donde verdaderamente
estalló la gran crisis- en realidad siguen escondiendo que estas instituciones fueron
hechas como herramientas financieras del poder sistémico y que hasta ahora siguen
siendo funcionales a éste, así siguen insistiendo hoy en varios países del G7 que: "las
condicionalidades de los préstamos no se negocian".
Por otro lado, en cuanto al debate en torno del keynesianismo, se escucha una
comparación habitual entre la crisis actual y la del '30; y pareciera sugerirse en varias
posturas que la solución a los problemas del presente está en la vuelta a las políticas del
pasado. Así como los referentes de la emergencia neoliberal fueron por ejemplo
Friedman, y la escuela monetarista, pareciera que la única referencia para enfrentar la
crisis global sería Keynes. Pero, la coyuntura política, económica tecnológica y social
de esta década es bien diferente a la de mediados del siglo pasado. Inclusive la
resolución de la industrialización sustitutiva y el Estado de Bienestar que surgió en la
región, estuvo más asociado a gobiernos populares industrializantes, al contexto de la
Segunda Guerra Mundial, y a las doctrinas estructuralistas cepalianas y desarrollistas.
En todo caso, a una tradición de pensamiento que establecía la problemática relación
centro-periferia como clave y que no estaba en el keynesianismo original. De modo
que, se trata de resaltar que los desafíos del presente implican la necesidad de
originalidad y masa crítica y no sólo repetición de fórmulas. Así no se puede resolver
esta crisis con las ideas del keynesianismo de mediados del siglo XX, ni a partir de los
ciclos capitalistas, sino que requieren de creatividad teórica y política y de un
pensamiento situado.
En este sentido, América del Sur puede ofrecer otro paradigma y no tiene por qué
seguir debates repetitivos sino buscar una orientación propia mediante matrices
neodesarrollistas, productivistas y alternativistas y experiencias políticas actuales de
inversión pública en infraestructura, en la generación directa de empleo por el Estado,
en políticas de vivienda y energía.
Asismismo, el Estado debe garantizar las inversiones que la iniciativa del mercado no
esta en condiciones de realizar. En la crisis global los países ricos están perdidos,
desorientados. Es una gran oportunidad para ampliar las bases productivas y
democratizar la economía de mercado. Como sostiene Mangabeira Unger, es necesario
"usar el poder del Estado para instrumentar la energía que hay debajo. Brasil y
Argentina tienen como atributo más importante su vitalidad. Somos países amables
pero vestimos una camisa de fuerza de instituciones copiadas que se oponen a esa
finalidad. Por eso la crisis de las potencias es una ocasión para romper la camisa de
fuerza y por eso necesitamos hacer lo que no estamos acostumbrados a hacer: innovar
en las instituciones." También puede incluirse medidas novedosas como estatización de
los fondos provisionales para generar empleo directo por el Estado, prohibición de
exportaciones de oro; inversión en obra publica con derrame territorial social, etc.
Estas capacidades existen para superar las diferencias de intereses y otras posibilidades
de aumentar los intercambios, el financiamiento para impulsar infraestructura y
empresas comunes; los intercambios compensados, (ej. políticas bilaterales pueden
llevar a lo que Brasil compra fuera de su país lo haga en la Argentina y a la inversa, el
desarrollo de inversiones estratégicas entre empresas de ambos países, sistema de cupos
de exportación para que resulte conveniente y equitativo para las partes, y aumentar
aranceles del AEC, etc. Asimismo, la solidaridad con los países menos desarrollados y
modificar asimetrías, y formalizar nuevas incorporaciones (ej. Venezuela) forman parte
también de la nueva agenda estratégica.
Referencias:
1- Tratado de Libre Comercio.
2- Unión de Naciones Sudamericanas.
3- Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
IV. Escenarios regionales de salida de la crisis
No es fácil pronosticar en la turbulencia y más aún en una era de incertidumbre pero, a
la vez, también es necesario prever qué puede pasar con la región para alumbrar los
mejores caminos: si va hacia alianzas que fortalecen una vocación agroindustrial y
dependencia financiera (ingreso de divisas por exportaciones de commodities, alimentos
y biocombustibles a por ej., China y los Estados Unidos); o hacia otras que pueden
fortalecer la producción industrial, economías más integradas y más autónomas.
Máxime cuando los organismos internacionales especializados cambian sus
predicciones semana a semana y la turbulencia de la crisis global amenaza la situación
económica, social y política (gobernabilidad) de gobiernos que hasta hace poco estaban
muy consolidados.
b) La región con alianza estratégica. Es un escenario que permite superar las actuales
diferencias comerciales y potenciar los intercambios mediante financiamiento,
compensaciones, gastos en infraestructura y emprendimientos conjuntos. El acuerdo del
MERCOSUR daría impulso y mayor dinamismo a la UNASUR1 y éste escenario es el
que surgiría de configurar una alianza estratégica que traccione un mercado interno
regional en expansión. No solo derivada de la voluntad de los gobiernos sino de la
participación de empresarios, pymes, gremios y organizaciones de la sociedad civil. Lo
cierto es que la salida definitiva de la crisis global no es sólo nacional, y que las
alianzas estratégicas son solo duraderas si se convierten en instituciones y políticas
efectivas que afecten la vida cotidiana de los ciudadanos y no sean sólo retórica.
Y esta alianza estratégica debería trasuntarse sobre todo en una agenda común en el
debate sobre el nuevo orden mundial, tanto en lo referente a la reforma financiera
internacional en el ámbito del G202 como en la OMC4 y en la ONU5 . En la
reformulación del crédito, el control de los flujos de capitales, de los paraísos fiscales,
de las calificadores de riesgo, para que esta reforma no sea solo direccionalizada o
controlada por los países centrales. En realidad, tanto para saber en qué temas confluir
con los países desarrollados, con cuáles negociar, dado que los intereses de Estados
Unidos y la Unión Europea no son tan coincidentes, pero también para tener en claro
qué elementos no se deben resignar -por ej. un cambio drástico del FMI6 para que preste
más y sin condicionalidades; que haya regulaciones para que las casas matrices de los
bancos no retiren liquidez de sus subsidiarias en los mercados emergentes, crear un
mecanismos de tributación del sistema financiero y evitar la fuga de capitales de los
países emergentes a los títulos del Tesoro norteamericano, porque ese dinero no retorna
al mercado y no se convierte en fuente de crédito-. En síntesis, que efectivamente
existan otras reglas reactivantes en favor de la producción y del empleo, y negociar
("hacerse fuertes") a partir de apoyarse en la necesidad que tienen los países centrales
de lograr algún grado de coordinación y de consenso para poder superar los embates de
una crisis global que es sistémica y que involucró a todos.
Porque también en el nuevo orden mundial lo que se plantea es una nuevo equilibrio
entre Estado y mercados en la economía mundial, y una lucha de agendas: si se avanza
en la del desarrollo sustentable y para todos, con eliminación de asimetrías de diverso
tipo y de mayor justicia y paz, o si sigue predominando la agenda de seguridad,
estatusquoista y vinculada tanto al poder financiero como militar sistémico.
Porque lo cierto es que la perspectiva todavía dominante de los Estados Unidos sobre
América Latina tiene como centro más los problemas de fiscalización del narcotráfico y
del crimen organizado, que los problemas de desigualdad, exclusión y desarrollo.
Referencias:
1- Unión de Naciones Sudamericanas
2- Grupo de los Veinte
3- Grupo de los Veinte
4- Organización Mundial de Comercio
5- Organización de las Naciones Unidas
6- Fondo Monetario Internacional
7- Organización Mundial de Comercio
8- Organización de las Naciones Unidas
V. La centralidad de las políticas públicas
La actual centralidad de las políticas públicas y del Estado tiene mucho que ver con la
capacidad de modificar las expectativas de la sociedad ya que la incertidumbre es el
signo de la crisis global. Las mismas buscan incidir sobre las tendencias a reducir el
consumo, a preservarse o a no arriesgar, a la desinversión, a la fuga de capitales, para
buscar promover la credibilidad, la inversión, el consumo, salir del decrecimiento y
reconfigurar un círculo virtuoso del crecimiento.
En realidad, las políticas públicas no tienen sólo una dimensión técnica o económica
sino que son profundamente políticas, tanto porque configuran una estrategia, un
camino de salida, como porque hacen explícita o implícitamente alguna noción de bien
común o de equidad para adoptarlas. Asimismo, no son sólo estatales sino de
articulación con actores sociales, y finalmente, tampoco bastan por sí solos los montos
de dinero invertidos. En cierta forma cuantiosos recursos e inyección de dinero
otorgados a bancos o empresas no aseguran de por sí la resolución de la crisis, y ello es
así porque subsiste un profundo descalce entre la economía financiera y la real; por las
tendencias a auto preservarse de los países que retraen el comercio internacional, como
por la pérdida de legitimidad de las organizaciones o instituciones que coordinaban
hegemónicamente hasta ahora la economía mundial.
¿Cómo está el país respecto de la crisis? Por un lado esta mejor posicionado que otras
veces. Tiene fortalezas en cuanto al nivel de Reservas del Banco Central. Se mantiene
el superávit fiscal y comercial; no se tiene bancos públicos o privados con activos
contaminados y posee abundantes recursos naturales y energía. A la vez existe un nivel
de decisión política significativo que genera un paquete contracíclico y toma iniciativas
bastantes parecidas a los que otros países hacen, tanto países de la región como
desarrollados.
Pero a la vez, tiene debilidades: una fuerte desaceleración del producto, problema de
restricción externa para la obtención de divisas y fuga de capitales; cuantiosos pagos de
deuda externa y maniobras especulativas sobre el tipo de cambio. Está fuera del
mercado de capitales voluntario y se prolonga un conflicto permanente e irresuelto con
el campo que es, además, el principal sector exportador. Por último, si bien hay un
estilo político concentrado, los medios tienden a promover un clima de inseguridad y
descontrol que aumentan la incertidumbre.
Pero tal vez el principal problema no sea económico-financiero sino político, la falta de
un consenso sobre una estrategia unificada frente a la crisis. Porque parece estar en
juego nuevamente un debate que parecía resuelto en los años previos de alto
crecimiento sobre el modelo económico o rumbo a adoptar. Vuelven a contraponerse
como dos bloques alternativos, la posibilidad de volver a un modelo de especialización
aggiornado a las actuales circunstancias, de base agroindustrial, especialmente con los
biocombustibles, de más ajuste del gasto público para salir de la crisis, credibilidad
externa, seguridad jurídica y nuevos estilos políticos, un cambio de modelo.
Se trata de una situación difícil y, a la vez, novedosa, donde han quedado cuestionadas
casi todas las teorías y predicciones y en la cual se pueden proponer cuatro criterios
que pueden tener amplio consenso: la defensa de lo productivo, del empleo y de lo
social (superar la crisis con equidad), y que no sean los más débiles o vulnerables los
que vuelvan a pagar la crisis, es fundamental ya que la Argentina cuenta con 15
millones de pobres, cerca del 40 % del empleo no registrado y los jóvenes duplican las
estadísticas de pobreza, no registración y desocupación.
La estrategia del gobierno para contrarrestar los efectos de la crisis global se inició
mediante la aplicación de políticas activas para favorecer el crédito y el consumo, las
que junto con la inversión privada y pública son los grandes promotores del desarrollo.
Se estimuló una estrategia de medidas contracíclicas para mantener la producción y
trabajo de la economía real (medidas de apoyo a la demanda a través del apoyo
crediticio a diversos rubros, tales como automóviles, electrodomésticos y turismo).
La nueva situación parece requerir de políticas sociales con más impacto y visibilidad,
como podría ser encarar aumentos salariales, políticas universales de ingresos sobre
niñez a nivel nacional y de capacitación de jóvenes, y un plan de vivienda masivo,
porque la vivienda, es 'la casa', el domicilio, el barrio, la posibilidad de la familia, del
enraizamiento y del acceso al crédito personal.
El éxito de una estrategia contra cíclica exitosa parece radicar en la buenas políticas
públicas, pero también en ampliar los márgenes de los consensos posibles. La búsqueda
de consensos, del diálogo social y de la cooperación en política, se contrapone a estilos
políticos fuertemente extendidos de concebir la política exclusivamente como
relaciones de fuerza o de presiones sectorialistas extremas. Pero para esta ampliación de
los niveles de concertación hay que superar culturas políticas y económicas
cortoplacistas, sectorialistas y rentísticas que no ha favorecido continuidades
significativas en nuestra historia. Como señala Aldo Ferrer, "El país tiene una tradición
en esa incapacidad de resolver sus conflictos y en la destrucción sistemática de sus
procesos de acumulación."
Lo cierto es que hasta ahora la governanza global era dominada por el BRIC´s1 como
por lo sistémico de la crisis. De allí que por primera vez en las últimas reuniones del G-
202 , se promoviera una serie de medidas consensuadas entre países desarrollados y en
desarrollo, sobre inyección de fondos al Fondo Monetario Internacional, regulación de
paraísos fiscales, mayor regulación sobre hedge funds e iniciado un debate sobre el
cambio del patrón monetario internacional. No obstante, lo acordado en la reunión
todavía está distante de un bien común global, ya que el apoyo directo a los sectores
populares y trabajadores pudo ser tanto o más importante del que se le está asignando a
los bancos y financieras, que fueron en realidad los causantes de la crisis. Así como la
falta de tratamiento de enfrentar las deudas externas del tercer mundo y las
condicionalidades que imponen los Organismos Multilaterales al otorgar créditos.
Resulta extraño que mientras nuestros gobiernos hacen malabarismos para pagar los
servicios de sus deudas, el hecho de no incorporar el problema de la deuda externa, que
está en el centro de las políticas económicas, sea quizás una de las faltas más
importantes del G-20.
Referencias:
1- Brasil, Rusia, India y China
2- Grupo de los Veinte
VII. A modo de conclusiones
Lo cierto es que hay un mundo en declinación, es el que ha generado la crisis global y
a hegemonizado particularmente el relato de los últimos treinta años y otro emergente,
si bien no representado o aún con baja articulación interna. Lo que no queda claro es si
el mundo emergente va a aprovechar esta oportunidad para poder generar otras reglas
de juego y hacer de la globalización algo más sustentable, o si va a facilitar al mundo
central reposicionarse. Como señalara en su momento el ex Presidente Lula: "Es
importante salvar los bancos. Pero más importante aún es proteger los empleos y alentar
a la producción. Más que frente a una grave crisis económica, estamos frente a una
crisis de civilización. Que exige nuevos paradigmas, nuevos modelos de consumo y
nuevas formas de organización de la producción. Necesitamos una sociedad en la que
los hombre y las mujeres sean protagonistas de su historia y no víctimas de la
irracionalidad que reinó en los últimos años."
- El nivel regional también es un activo. Tanto por las amplias coincidencias políticas
logradas por los actuales Presidentes, como por la coyuntura internacional de post-
crisis, es un activo a profundizar. Hacer del MERCOSUR y de la UNASUR un bloque
con presencia y agenda común es una oportunidad tanto para salir fortalecidos de la
crisis como para incidir con nuevas posibilidades en la agenda de cambio del orden
mundial.
- Los valores y memoria de una sociedad integrada y más equitativa están, pero se
necesita señalar que la superación de la crisis es una cuestión de responsabilidad del
Estado, pero también de la sociedad en su conjunto. Una responsabilidad social no solo
empresaria, ni neofilantrópica, porque se trata de evitar nuevamente la repetición del
ciclo de crisis del sector externo que se juega cada cierto número de años y que afecta
la gobernabilidad democrática y el ajuste social. Y ello es necesario, tanto para evitar
ver en las cíclicas discontinuidades de nuestra historia reciente como un destino
ineluctable; como para enfrentar el nuevo contexto teniendo presente que, generar
expectativas y confianza en la población resultan tan importantes como las medidas
concretas que se tomen en lo productivo y financiero.
Por esto, tal vez la problemática de la centralidad de las políticas públicas no sea sólo
una cuestión técnica, ni siquiera económica o política, sino también de valores, y ello
apela a una dimensión de la subjetividad. De valorar lo propio, lo realizado y de no
volver a empezar siempre de nuevo, que es una de las asignaturas pendientes de un país
que tiende a empezar de cero cada cierto número de años. La valoración de la historia,
de lo transcurrido y la construcción de una visión renovada del bien común son activos
a poner en valor, porque interesa a todos superar la crisis global con equidad, evitar
el ciclo stop and go y el escepticismo, y contar con una visión estratégica
esperanzadora que reduzca riesgos y aproveche las oportunidades.
Bibliografía sugerida
Chojo, M., (2009). "La Crisis Financiera Internacional y el G20". Artículo de opinión
publicado en el área Estado y Políticas Públicas de FLACSO Argentina.