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Doble Reflejo

¿Alguna vez te has cruzado con alguien que tenga miedo de un espejo? Hasta

hace poco me parecía increíble… “Tan solo es un espejo, estúpidos” pensaba.

Sin embargo, y tal vez como una de esas irónicas lecciones que el destino se

encarga de hacernos aprender, he empezado a desarrollar ese extraño miedo;

con solo un poco de investigación en la red descubrí que recibe el nombre de

eisoptrofobia.

¿Por qué apareció esa fobia? ¡Excelente pregunta! O por lo menos lo sería si

alguien fuese a leer esto, tonto de mi y mis vanas esperanzas de que estas

memorias sobrepasen mi escritorio, pero tal vez sea lo adecuado responder al

interrogante; quizá algún día alguien encuentre estos papeles y decida leerlos…

No entiendo porqué decidiría eso, pero aún así la humanidad es extraña con lo

que se me permite soñar en que tal vez eso pueda suceder; la probabilidad no

es cero, como diría algún fanático de la probabilidad.

Todo es culpa de aquel sueño, he estado experimentándolo durante largas y

tortuosas semanas, los primeros días despertaba un poco nervioso pero

divertido, posteriormente empecé a despertar sudando y con la respiración

agitada; no entiendo qué significa ese sueño… pero me aterra.

Empieza con un cielo totalmente oscuro diferente al cielo nocturno normal, no

hay estrellas, indicios de luna o nubes que la oculten; es simple pero

profundamente negro. Me levanto-en el sueño- y veo un débil poste de luz

unos pocos metros delante; camino hasta allí y observo como al lado del poste

hay un espejo que muestra la elegante ropa que llevo. Un esmoquin negro con

un pequeño pañuelo rojo que sobresale levemente del bolsillo del chaleco y mi

cabello castaño corto, peinado adecuadamente.


Desvío la mirada y observo como el suelo bajo mis pies parece estar hecho de

vidrio totalmente traslucido; al otro lado y como si fuese otra reflexión, un

títere de madera me observa y sigue mis movimientos, puedo ver los hilos que

lo controlan, más no logro ver al titiritero. En el rostro del juguete no hay

ninguna emoción tallada, su rostro tiene la forma de un cubo con tres

pequeños huecos circulares que hacen las veces de ojos y boca.

Su gesto neutral me intimida un poco por lo que decido empezar a caminar,

retrocediendo la mirada solo se observa la total oscuridad provocada por lo

inmutable del cielo, tan solo me queda ir hacía adelante donde aparentan

haber algunas edificaciones y más espejos, sin embargo, la imagen de mi reflejo

se desvanece a cada paso que doy hasta llegar a ellos.

No me detengo, en realidad no puedo detenerme… mis pasos se suceden uno

tras otro sin que mi conciencia sea capaz de evitar la sucesión; a medida que

me alejo del poste la iluminación total sigue disminuyendo, gradualmente

hasta casi no ser capaz por donde voy, y sin embargo, mis pies no se detienen,

siguen guiándome a ritmo armónico sobre aquel traslucido sendero que gracias

a la oscuridad del cielo, ha dejado de mostrarme a ese extraño e intimidante

títere.

Camino ininterrumpidamente durante un tiempo prolongado en oscuridad

casi total hasta que a lo lejos veo una luz débil que parece emerger del suelo,

no quiero ir pero no logro detener mis pasos. Con un ritmo invariable me

acerco y observo un espejo que me refleja.

Hay algo diferente.

Agacho la mirada y aquel suelo traslucido ya no me muestra aquel extraño

títere que me miraba incesantemente, en su lugar se encuentra ahora un

hombre vestido con un elegante esmoquin… ¡Soy yo! Al otro lado del suelo me

observo a mi mismo, me siento caer pero algo me lo impide, tan solo en ese
momento se esclarecen ante mis ojos unos hilos que parecen eternos

sosteniéndome. Dirijo mi mirada al espejo y el cuadro se completa, en la

reflexión veo un títere. El títere, inmutable y pasivo. Tan solo está allí quieto,

aumentando mi ritmo cardiaco si es que aún lo poseo.

Deseo correr.

Nada sucede, he perdido total control de “mi cuerpo”, ni siquiera puedo quitar

la mirada del espejo, mi desesperación aumenta… intento gritar pero no surge

ningún sonido. De repente mis piernas empiezan a moverse de nuevo, me alejo

de aquel espejo y el pequeño foco de luz que parecía estar del lado del

verdadero yo.

Otra vez no puedo detenerme, pero esta vez no quiero hacerlo… quiero

alejarme, huir, desaparecer; la luz empieza a amainar de nuevo pero esta vez

mis pasos se aceleran en la oscuridad. En un momento estoy corriendo sin

dirección aparente en la oscuridad, la verdad es que no puedo ver hacía donde

me dirijo pero sigo avanzando cada vez más rápido.

Un tiempo después vuelvo a caminar, se ve de nuevo un poste de luz y un

espejo a su lado, fútilmente intento detener mi andar pero inevitablemente

alcanzo su lugar y mi cuerpo se detiene justo ahí. Mi mirada se dirige al

espejo, veo de nuevo mi esmoquin y mi cabello castaño, me alegro por un

segundo sin embargo siento que aún no poseo el control de mi cuerpo, mis ojos

se dirigen al suelo y observo al títere, quiero irme de ahí.

Pero eso no sucede.

Mi desesperación aumenta cuando mi cuerpo empieza a caminar de nuevo, los

ciclos se suceden una y otra vez… destruyendo la cordura en mi mente, me

ahogo en la impotencia, no puedo controlarme, tan solo observar como sucede


una y otra vez esa infernal transformación con la que pierdo mi humanidad.

Nunca debí interesarme en tus investigaciones. Te odio; Moebius.

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