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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena.

Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018


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OMAR GARMENDIA G.

MEMORIA AJENA. BARQUISIMETO,


COTIDIANIDAD Y CRÓNICA

LA UTOPÍA CONCRETABLE, Ediciones


Venezuela

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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“Memoria Ajena. Barquisimeto,


Cotidianidad y Crónica”.

República Bolivariana de Venezuela,


Año MMXVIII
© Omar Garmendia.
Email: garmendiaomar@gmail.com

Esta producción intelectual está


amparada por la vigente Ley sobre el
Derecho de Autor de la República
Bolivariana de Venezuela y los
pertinentes tratados internacionales
suscritos.

LA UTOPÍA CONCRETABLE, Ediciones.


VENEZUELA.

Blog spot:
lautopiaconcretableediciones.blogspot.com/
Email:
utopiaconcretable@gmail.com

Diseño de la cubierta: Arq. Kira Moreno


Chirinos.

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OMAR GARMENDIA G.

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Venezolano, nacido en Barquisimeto en 1951. Su


formación académica está enormemente vinculada a la
Universidad Pedagógica Experimental Libertador
(UPEL-IPB). En ésta se hizo Doctor en Educación y
Magister en Lingüística; asimismo ejerce docencia de
postgrado. Es Profesor Titular de la Universidad
Centroccidental Lisandro Alvarado en la cual ejerce la
cátedra de Lenguaje
Instrumental y Comunicación y
también docencia de postgrado.
En esta institución venezolana,
es Investigador en el área de la
historia de la educación,
dialectología, lexicografía del
español y lexicografía histórica,
con dedicación especial en la
crónica histórica.
Ha dictado ponencias y
conferencias en institutos de educación superior; tiene
artículos publicados en la prensa de su país, revistas
especializadas y dos libros editados:
- Lisandro Alvarado y la lexicografía científica en
Venezuela (2007). Universidad Centroccidental
Lisandro Alvarado. Ediciones del Rectorado.
- Diccionario de María Lionza. Visión lexicográfica
de un mito venezolano (2012). Editorial Académico-
Española.

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ÍNDICE GENERAL

PRÓLOGO (p. 13)

INTRODUCCIÓN (p. 15)

CAPÍTULO 1.- LA CIUDAD ORIGEN, ESTRUCTURA URBANA Y


POBLACIONAL (p. 17)
1.1.- EL ORIGEN DE UN NOMBRE: ¿QUÉ SIGNIFICA BARQUISIMETO? (p. 17)
1.2.- FUNDACIÓN (p. 18)
1.3.- ¿Y QUÉ HABÍA ANTES DE EXISTIR BARQUISIMETO EN SU SITIO ACTUAL? (p. 19)
1.4.- DÍA DE BARQUISIMETO (p. 22)
1.5.-SI LA FUNDACIÓN FUE EN MAYO… ¿POR QUÉ SE CELEBRA EL 14 DE
¿SEPTIEMBRE COMO DÍA DE BARQUISIMETO? (p. 22)
1.6.- ¿Y DÓNDE QUEDABA ESA CIUDAD? (p. 23)
1.7.- LA CIUDAD (p. 23)
1.8.- LA PLAZA MAYOR (p.23)
1.9.- LA TRAMA URBANA (p. 29)
1.10.- LAS TRANSFORMACIONES DE LA CIUDAD (p. 30)
1.11.- ESQUINAS Y CALLES (p. 34)
1.12.- LA ESQUINA DEL LEÓN Y LA VIVEZA CRIOLLA (p. 35)
1.13.- DIRECCIONES RARAS (p. 36)

CAPÍTULO 2.- LA CASA (p. 39)


2.1.- MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN. (p. 43)
2.2.- CÓMO NOS VEÍAN LOS QUE VENÍAN DE AFUERA. (p. 43)
2.3.- LAS CASAS SE VEÍAN MUY BONITAS. (p. 44)
2.4.- LA CASA Y EL PATIO. (p. 46)
2.5.- ENTRE PORTONES Y ALDABONES. (p. 47)
2.6.- JARDINES, LOS DE ANTES. (p. 48)
2.7.- LA CASA-QUINTA. (p. 48)
2.8.- LAS CASAS DE GOBIERNO EN BARQUISIMETO. (p. 49)
2.9.- LA CASA DE LAS MUÑECAS. (p. 52)
2.10.- LA CASA DONDE LLEGÓ SIMÓN BOLÍVAR. (p. 53)
2.11.- LA CASA DE LAS SILVEIRA. (p. 54)
2.12.- LA CÁRCEL LAS TRES. (p. 55)

CAPÍTULO 3.- LA VIDA SOCIAL (p. 57)


3.1.- LA VIDA GALANTE (p. 59)
3.2.- UNA DESCALABRADA VELADA (p. 59)
3.3.- AQUELLOS VIEJOS CLUBES (p. 60)
 El Club Unión (p. 60)
 El Centro Social (p. 61)
 El Country Club (p. 61)
 La Mesa Alemana y la lista negra (p. 62)
3.4.- A PASEAR (p. 63)

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3.5.- LE DIO UN SOPONCIO (p. 64)


3.6.- URBANIDAD (p. 64)
3.7.- SE BATIERON A DUELO EN LA LAGUNA DE LOS PATOS (p. 65)
3.8.- LA VISITA (p. 66)
3.9.- VAMOS A MISA (p. 67)
3.10.- AL ENTIERRO (p. 68)
3.11.- ASPECTO DE LA GENTE (p. 69)
3.12.- NO CONOCÍA LAS GALLINAS (p. 70)
3.13.- LA MODA FEMENINA (p. 71)
3.14.- EL SOFÁ EN LA RABADILLA (p. 72)
3.15.- PARA SER BELLA HAY QUE VER ESTRELLAS (p. 74)
3.16.- UN HÁLITO DE TOMILLO (p. 75)
3.17.- ¿Y DE QUÉ SE ENFERMABA LA GENTE? (p. 75)

CAPÍTULO 4.- TRANSPORTE (p. 77)


4.1.- EL TRANVÍA (p. 78)
4.2.- CABALLOS CANSADOS (p. 81)
4.3.- LA AVENTURA COTIDIANA DE UN PASEO EN TRANVÍA (p. 81)
4.4.- LA PLAZA DE LA ESTACIÓN (p. 83)
4.5.- EL CABALLO CONTRA LA MÁQUINA (p. 84)
4.6.- EL PACIENTE MELANCÓLICO (p. 85)
4.7.- CONDUCIR UN AUTOMÓVIL (p. 87)
4.8.- CHOCÓ CUANDO LLEGABA A SU CASA (p. 89)
4.9.- LAS BOMBAS DE GASOLINA EN BARQUISIMETO (p. 90)
4.10.- PRIMERA RIFA DE UN AUTOMÓVIL EN BARQUISIMETO (p. 91)
4.11.- A PROPÓSITO DEL "MACADAM" (p. 91)
4.12.- POR ESOS MALOS CAMINOS (p. 92)
4.13.- LLEGA EL TREN (p. 93)
4.14.- BREVE RESEÑA Y DATOS HISTÓRICOS SOBRE EL FERROCARRIL EN
BARQUISIMETO (p. 95)

CAPÍTULO 5.- EL TEATRO (p. 99)


5.1.- PRIMERAS REPRESENTACIONES TEATRALES (p. 101)
5.2.- ANTECEDENTES DEL TEATRO (p. 101)
5.3.- LA FRANCIA Y EL CUARARASCUASCUÁS (p. 104)

CAPÍTULO 6.- SERVICIOS PÚBLICOS (p. 106)


6.1.- CALIDAD DEL AGUA (p. 107)
6.2.- ¿QUÉ PASÓ CON EL BOSQUE MACUTO? (p. 108)
6.3.- EL BOSQUE MACUTO: HISTORIA DORADA (p. 109)
6.4.- EL BOSQUE MACUTO: HISTORIA OSCURA (p. 112)
6.5.- EL COMIENZO DE LA DESTRUCCIÓN DEL BOSQUE MACUTO COMENZÓ CON UN
BAILE (p. 115)
6.6.- INAUGURACIÓN DE LA CAJA DE AGUA EL 19 DE DICIEMBRE DE 1929 (p. 116)
6.7.- ALUMBRADO PÚBLICO: DE LA VELA A LA ELECTRICIDAD (p. 117)
6.8.- EUSTOQUIO GÓMEZ Y UN APAGÓN EN BARQUISIMETO (p. 119)
6.9.- TELÉFONOS EN BARQUISIMETO (p. 119)
6.10.- LAGUNAS, QUEBRADAS Y DRENAJES DE BARQUISIMETO (p. 120)
6.11.- ESCÁNDALO EN BARQUISIMETO POR BAÑARSE EN LA LAGUNA DE LA MORA
(p. 124)

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CAPÍTULO 7.- CULTURA MUSICAL EN BARQUISIMETO (p. 125)


7.1.- ¿CÓMO NACIÓ EL BAMBUCO HENDRINA? (p. 126)
7.2.- FRANCO MEDINA (p. 127)
7.3.- FRANCO MEDINA Y EL CORO DE LOS DOCTORES (p. 128)
7.4.- BRINDIS DE SALAS EN BARQUISIMETO (p. 129)
7.5.- LA RETRETA Y EL LOCO ARCHIBALDO (p. 132)

CAPÍTULO 8.- DIVERSIONES POPULARES (p. 135)


 Una tángana que terminó con muertos en el cine Bolívar (p. 137)

CAPÍTULO 9.- LA ACTIVIDAD AGROPECUARIA (p. 143)


 Las casas de hacienda (p. 145)

CAPÍTULO 10.- LA ACTIVIDAD COMERCIAL (p. 147)


10.1.- EL MERCADO (p. 149)
10.2.- ESE MERCADO QUEDA MUY LEJOS (p. 150)
10.3.- UN MERCADO LLENO DE MURCIÉLAGOS (p. 151)

 ALGUNAS NOTAS AL PIE DE PÁGINA (p. 153)

APOYOS DOCUMENTALES (p. 155).

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PRÓLOGO
Hemos estado advirtiendo ahora más que antes, que cuando se trata de
caracterizar el género literario llamado crónica, brota un sinnúmero de versiones no
siempre trazando en ello, coherencias, coincidencias. Un tanto por el contrario,
casi todo el mundo dice del asunto, algo que por un lado resulta “más de lo
mismo”, y por otro, eventualmente aporta.

In péctore no sabemos si lo que en este prólogo decimos está en uno o en otro de


los segmentos a los cuales acabamos de hacer referencia… No nos cabe a
nosotros mismos, ser ubicados. Sin petulancia expresamos, no obstante, que tal
valoración cabe a lo que el maestro y filósofo venezolano Núñez Tenorio (1933-
1998) solía llamar “la crítica histórica”.

Vemos que la idea que con más constancia aparece en los intentos por
caracterizar la crónica, encarna la noción de que trata hechos sociales a manera de
sucesión en el tiempo. Como quiera que usualmente se hace comparación entre
este género y la teoría-histórica, pues estos factos son asumidos en términos de lo
local, de lo pequeño, de lo pueblerino. De acuerdo a esta tradición de ver la cosa,
lo global y los lazos complejos que esta dimensión traza con lo concreto, ha de ser
más bien competencia de la historiología. La crónica sería, entonces, una suerte
de relatoría de hechos acontecidos a nivel de lo regional, resaltando –así- lo
ordinal, lo sucesivo.

Este estilo de valorar lo cronístico suele, curiosamente, dejar por fuera asuntos de
una importancia enorme como la cronología de pensamientos-hechos-signos y la
cronología de emociones-hechas-signos. Imaginamos lo que ello disgustará a los
psiquiatras, psicólogos, gnoseólogos (filósofos del conocimiento), lingüistas, en fin.
Gente ésta, tan dada a los partos y devenires en cuanto a lo cognitivo (hecho
signo) y lo emocional (hecho signo), involucrando en ello, realidades y fantasías,
reproducidas (permítasenos decirlo así) tanto en el cerebro como en el corazón.
Hay que recalcar que cuando hacemos referencia al signo aludimos a piezas
doradas como la palabra; el olor; al gesto; el gusto; el silencio; las disposiciones de
paredes, muebles, adornos, íconos, en fin.

Permítannos contar de seguido, lo siguiente… En un día equis del año 1973


oímos decir algo al literato venezolano (1908-1985) Miguel Otero Silva, lo cual nos
llamó en demasía la atención. Expresó unas palabras como que si a la sazón se le
estuviera demandando una prefiguración acerca del sentido de la poesía a
instancias de tiempos de mejores vientos humanos. En verdad no era una
entrevista. Se trataba, sí, de un discurso formal ante la Academia Venezolana de la
Lengua. En primer lugar, mostraba Silva estos temores…
“¿Vamos hacia el aislamiento infranqueable de la poesía, transformada
en conjunto de textos descifrables privativamente por los propios
poetas o por quienes posean las claves confidenciales de su
comprensión? ¿La aparición en el futuro de una sociedad más justa
traerá consigo la reconciliación del poeta con el hombre común a través

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de una distinta concepción del arte que en la actualidad no logramos


intuir?
Luego sentenciaba: “Algún desenlace habrá, protesto yo en nombre de todos, menos la
muerte de la poesía”.

Bien. Podemos ahora decir aquí… Alguna cosa será la crónica, gritamos en
nombre de lo cotidiano de los hechos, de las ideas y de las emociones… Alguna
cosa será, reiteramos, menos la simpleza muda de cómo estas cosas se ordenan
“una por una” en el tiempo.

El doctor Omar Garmendia nos presenta aquí su trabajo Memoria Ajena.


Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica. ¡Mil veces bienvenido!

En tal esfuerzo cronístico, Garmendia nos muestra, ciertamente, los hechos de los
cálidos días del Barquisimeto del siglo XVI y de los siguientes, hasta algo así como
la mitad del XX. Ah, pero también nos presenta la efervescencia de los giros que
las ideas y las pasiones dieron al fragor de la cotidianidad. Cotidianidad, además,
que es asumida como amada, como bella, como ente sujeto a crítica… ¡como
militante!

En cada letra, muestra Garmendia cómo la barquisimetanidad es cultura


hispanoamericana hecha Barquisimeto. No hay amago de redundancia que pueda
conspirar con esta expresión valorativa; no. ¡Quién más que un barquisimetano
que ha sentido abajo las húmedas piedras en su nado por el ceniciento río de su
ciudad!

Seguro estamos que Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica será


una referencia diamantina en el medio memorialístico de este pueblo tan pleno de
pasados interesantes y singulares, y tan demandante de futuros dialécticamente
superiores.

Alexander Moreno.
Docente universitario de filosofía del conocimiento.

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INTRODUCCIÓN

El paralelo y el meridiano del universo también pasan por Barquisimeto. Nuestra


historia citadina está hecha de aventuras y evocaciones en el escenario de actores,
testimonios, documentos y profusas voces que nos hablan de la imagen del
Barquisimeto y la barquisimetaneidad, definida esta como el particular modo de
vivir la cotidianidad como respuesta ante la presencia de la realidad.

El objetivo primordial al que se quiere llegar no sería otro sino la aproximación, o


diríamos mejor travesía, a la vida cotidiana de la ciudad tradicional desde sus
inicios en la lejana fundación hasta los años cercanos a la mitad del siglo XX y el
panorama general de la vida social, costumbres y actividades corrientes del
barquisimetano, su casa de habitación y de comercio, haciendas y negocios e
instituciones. La intención de estas páginas es trasmitir los contenidos aquí
vertidos en una visión general y didáctica sobre la pequeña y grande historia de
nuestro terruño, con el fin de que los lectores de las nuevas generaciones, jóvenes
y adultos, puedan conocer aquellos aspectos que forman parte de nuestra
idiosincrasia.

El primer aspecto es el teatro de los acontecimientos: la ciudad y quienes viven


en ella. Los sucesos parroquianos y provinciales desde épocas pretéritas
determinan el desenvolvimiento de la vida de la ciudad en torno a la Plaza Mayor y
el templo, que representan la memoria y el espejo donde se miraban nuestros
antepasados.

Luego veremos la casa urbana, es decir la intimidad, el hogar, rico o pobre y las
funciones que cumple cada estancia hogareña en la ciudad calurosa.

La vida social está representada en las costumbres ciudadanas y personales, en


los mitos y ceremonias privadas y públicas, en las modas tanto femeninas como
masculinas, dónde y cómo se divertían, las tertulias, los entierros, las procesiones y
las cofradías como reflejo de la manera de ser y de vivir.

Posteriormente vienen las casas comerciales y las actividades económicas que


hacían posible que la ciudad subsistiera y se desarrollara. El mercado, la pulpería y
la bodega son los sitios que proveen los objetos e insumos necesarios para la vida
tanto en la casa como en la calle y es el lugar de relación cotidiana y directa entre
los ciudadanos que animan los días de mercado.

La actividad agrícola y la hacienda representan la base de la economía y el


significado social de la aristocracia agraria se refleja en el poder, bien sea político y
económico. La prosperidad de la ciudad dependerá de la actividad agropecuaria
por ser esta la que abastece el comercio local y proporciona la fuerza de trabajo.

Por último veremos los servicios públicos y privados, profesiones y oficios que
hacen posible que la ciudad funcione como un ente civilizado. Las comunicaciones

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como signo de progreso con la llegada de los primeros coches, tranvías,


ferrocarriles, automóviles y la construcción de carreteras que hacen posible la
expansión económica y urbanística. El acueducto como valoración inestimable en
una ciudad seca. Otros servicios como el alumbrado público y el teléfono van al
mismo ritmo que la evolución material y social a la par que la ilustración de sus
ciudadanos.

Es de esperar que esta pequeña y sencilla obra sea de utilidad y a la vez sirva de
estímulo para que nuevos pareceres, ideas y opiniones confluyan en la ampliación y
enriquecimiento de estos afanes.

O.G.G.

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CAPÍTULO 1:
LA CIUDAD.
Origen, estructura urbana y
poblacional
1

Para ese entonces la ciudad era apenas un


embrión que a la hora del crepúsculo se
preparaba para sumirse en las tinieblas de la
noche. Una ciudad que había comenzado a ser
construida en un lugar hacia el sur de la
planicie aluvial que bordea al valle del río
Turbio. El punto de nacimiento lo marcaba el
cuadrilátero de la Plaza Mayor, el centro físico y
original desde donde iría creciendo en forma
equidistante alrededor de esa médula, en un
sistema reticular tipo tablero de ajedrez, con
calles trazadas a cordel. Era ya el cuarto
traslado, desde los ubérrimos días de Buría.

Desde esos días, sólo la espera haría que


estos montes retraídos y huraños se llenaran
de pueblos en las riberas de los ríos de tonos
movibles y aguas centelleantes. Desde otrora, Reproducción de una página del
pobladores caquetíos colmaban la comarca de libro Indianische Historia, de
este valle del bariqui, nombre de un pigmento Nikolaus Federmann escrito en
natural de la feraz cuenca. En una época el rey idioma alemán en 1530, donde
Felipe había ordenado aquí la fundación de las aparece la palabra
ciudades coloniales acometida por los Variquecemeto mencionada por
conquistadores y colonizadores desde los primera vez.
inicios mismos del descubrimiento de América.
Esto formaba parte de las disposiciones generales que sobre el Nuevo Mundo
emitió la Corona en las llamadas Leyes de Indias.

1.1.- EL ORIGEN DE UN NOMBRE: ¿QUÉ SIGNIFICA


BARQUISIMETO?
El nombre de Barquisimeto o “Variquecemeto”, voz caquetía, aparece transcrito
por vez primera en la relación de viajes de Nicolás de Fédermann, escrito en
alemán en 1530. Fédermann fue el primer europeo que contempló el esplendoroso
valle del Turbio. El primer significado atribuido a este vocablo aparece en la
Relación Geográfica de la Nueva Segovia de Barquisimeto de 1579: “la ciudad se

1
Gorsem, Erdmann (1965). Barquisimeto. Una ciudad Mercantil en Venezuela. Caracas: Editorial Arte.
(p. 27). Fecha de hoy: 01-12-2017.

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llama Barquisimeto porque está junto a un río que trae el agua turbia, que parece
ceniza, la cual los indios caquetíos llaman “barisi” que significa “ceniza” y por esa
razón se llama el río Barquisimeto, que quiere decir “agua cenicienta”. 2 Sin
embargo, de acuerdo con Renato Agagliate (2002) el nombre “barisi” proviene de
una "planta trepadora bignoniácea llamada barquí, barquís, bariquí, bariquiís o
barique, en lengua caquetía, de flores purpuráceas, aunque también hay blancas y
una sapindácea de flor blancuzca y fruto rojo" (p.p. 40-41). Crece en hondonadas,
bajíos, cañadas. Las hojas, al secarse, adquieren color rojizo, y que además
presenta "zarcillos". Es muy común en Venezuela y también le dicen aguacatico,
bejuco mulato, azucarito, cafecito y coralito. Esta planta la utilizaban los indios para
pintarse en algunas situaciones y tenía propiedades medicinales. Los caquetíos se
untaban con la pasta que hacían con ella por todo el cuerpo cuando trabajaban o
viajaban, pues les servía como protector solar (¡el protector solar ya existía antes
del siglo XVI en nuestro suelo!). También la usaban en ceremoniales de sacrificio
con jóvenes doncellas de 15 años para hacer que lloviera. Embadurnaban a la
ofrendada con el colorante rojo y luego la degollaban en una piedra de sacrificios
(Amador Camejo Octavio refiere que se había encontrado tiempo atrás en el bosque
Macuto una piedra para tales fines). En el baile de Las Turas, los tureros se pintan
la cara con este colorante.

Expone Agagliate que el barisi tiene sabor dulce, por lo que, luego de un
documentado análisis lingüístico correspondiente de la palabra Barquisimeto, esta
sería "Bariqui Semetu". Semetu significa "dulce" en lengua achagua emparentada
con la caquetía, por lo que la palabra Barquisimeto significaría “barquís dulce”, (hay
que recordar que al barquís o bariqui le dicen azucarito), de modo que se trataría
de un fitónimo, es decir el nombre se derivaría de una planta y no de un río (el
Turbio).

1.2.- FUNDACIÓN

2
Ver “Algunas notas al pie de página” a partir de la p. 153.
3
http://eduardoramoslaynes.blogspot.com/2012/03/fundacion-de-ciudades-espanolas-en-el.html
Hoy es 15/10/16.

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Los españoles, tan apegados al orden legal y al documento escrito, fueron los
primeros descubridores y conquistadores que fundaron las iniciales ciudades
americanas. Lo hacían de acuerdo con ciertas normas y procedimientos que para
tales efectos figuraban en las disposiciones, ordenanzas e instrucciones dictadas
sobre salubridad, defensa, comunicaciones, alimentación y otros aspectos, que
permitían el asentamiento de la futura ciudad en las mejores condiciones de vida
para los pobladores, tal como rezan las Instrucciones del rey Felipe II en las
“Ordenanzas generales de descubrimiento y nueva población” de 1573:

Elíjase la provincia, comarca, tierra que sea de poblar, teniendo


consideración a que sean saludables, lo cual se conocerá en la copia que
hubiere de hombres viejos y mozos y de buena complexión, disposición
y color, y sin enfermedades, y en la copia de animales sanos y de
competente tamaño y de sanos frutos y mantenimientos. (Gormsen, E.
(1965, p. 33).

Para el asiento de la ciudad se escogía en la medida de lo posible los lugares


donde las circunstancias ambientales, geográficas y topográficas resultaran ser las
más convenientes, sobre todo en cuanto a la cercanía de los acuíferos, tales como
ríos, manantiales, lagos y lagunas, además de la proximidad o vecindad de
poblados indígenas, asegurándose de esta manera una mano de obra estable para
el trabajo en siembras y sementeras (Troconis de Veracoechea, Ermila, 1977,
p.15).

1.3.- ¿Y QUÉ HABÍA ANTES DE EXISTIR BARQUISIMETO EN SU


SITIO ACTUAL?
El primer europeo que vio por primera vez las fértiles tierras del valle de nuestro
actual río Turbio fue un alemán: Nicolás Féderman (Nikolaus Federmann), nacido
en la Ciudad Imperial Libre de Ulm del Sacro Imperio Romano en 1505 (otros
afirman que en 1501) y muerto en Valladolid (España) en 1542. Fue un explorador
y cronista que participó en la conquista española como parte de un acuerdo con
Carlos I de España para explorar y usufructuar los territorios que hoy corresponden
a Colombia y Venezuela.

Al servicio de la familia de banqueros Welser de Augsburgo, Féderman fue


enviado a Venezuela y nombrado Teniente de Gobernador y Alcalde de Coro desde
1535 hasta 1539. Desde Coro recorrió parte del occidente de Venezuela que lo
llevaría hasta el valle de Variquecemeto. Escribió una narración de su expedición
con los primeros apuntes etnográficos de numerosas tribus de Venezuela, titulada
Indianische Historia (Historia indiana), publicada en 1557.

En el libro “Historia indiana”, o “Primer viaje de Nicolás de Fédermann” se narra


con todo detalle la travesía efectuada por este conquistador alemán desde su
salida de Coro el 12 de septiembre de 1530 hasta el 31 de octubre de ese mismo
año cuando llegan al valle del río Barquisimeto (Variquicemeto).

De Coro a Barquisimeto recorrió las agrestes y xerófilas tierras de diferentes


naciones indígenas: jirajaras, ayamanes, cayones, ajaguas y caquetíos. Sabido es

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que esas naciones de antiguas etnias tenían un modo de vida distanciado entre
ellas, por lo que permanecían en constantes disputas y guerras entre sí, aunque
establecían ciertas relaciones de comercio e intercambio de bienes de consumo.

Valle del Turbio.


4

No solamente se diferenciaban estos pueblos por sus características guerreras de


defensa de sus territorios y sus desavenencias entre sí, sino que también se
distinguían por las distintas lenguas que cada pueblo o nación hablaba.
Fédermann, en su relación de viaje, refiere los innumerables obstáculos que debió
afrontar para poder entenderse con sus interlocutores por medio del uso de
diferentes intérpretes indígenas que conocían las lenguas para poder comunicarse
entre ellos.

Los territorios ocupados por estos conglomerados aborígenes comprendían en


forma general extensas zonas desde Barquisimeto hasta Siquisique, Bobare,
Matatere, Aguada Grande, San Miguel, Moroturo, El Caimito, Quíbor, Río Tocuyo,
Carora, Curarigua, Barbacoas, Chabasquén e incluso Acarigua y Araure.

El tránsito de Fédermann por el valle del Turbio caquetío, debió hacerlo por la
margen sur desde donde actualmente se encuentra Buenavista hasta la zona de
Tarabana, llamado sitio de Barquisimeto, pasando por Macuto y la hacienda El
Molino. De ahí, por tierras de Cabudare, pero siempre al sur del río Turbio,
continuaría por Los Rastrojos, La Miel, Gamelotal, y seguiría la dirección de lo que
después se convirtió en el Camino Real a San Carlos hasta donde el río Buría y el
río Barquisimeto se unen formando el río Cojedes, sitio que llamaron en el período
colonial, el Desembocadero, punto de encuentro para continuar hacia Los Llanos,
Borburata, Valle de las Damas, Coro.

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https://sites.google.com/site/comunidadelturbio/home Fecha de hoy: 03-12-2017

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Al llegar al sitio de Variquecemeto que en lengua caquetìa significa aguas


cenicientas o pigmentadas, Fédermann consiguió el más importante centro
poblacional caquetío en el espacio geohistórico aborigen del valle del Turbio. Se
maravilla ante lo que sus ojos veían y lo describe como una tierra de las más bellas
que había visto en Indias: “Las montañas terminan a tres leguas de la aldea de que
acabo de hablar5; encontramos del otro lado uno de los más bellos países de
Indias, habitado por una nación que lleva el nombre de Caquetíos” (Arcaya, Pedro
M., 1916, p. 58).

El clima era algo cálido en una llanura que los indios llamaban sabana, plano y
con pocos árboles. El viento del este junto con las lluvias duraba hasta octubre. El
viento del norte hasta abril y era el causante de catarros.

Calcula Fédermann que los indios caquetíos asentados en las riberas del Turbio
eran unos 4.000, distribuidos en 23 pueblos de “gentes bien proporcionadas y
fuertes por quienes fui bien recibido” (Fédermann, 1535). El alemán estuvo 14 días
entre ellos, acompañado de 226 personas, entre españoles y caquetíos de Coro, lo
cual nos da una idea de la capacidad y el crecimiento económico alcanzado,
gracias a la utilización del río para el riego permanente de los cultivos del maíz.

“...Cuando alcancé el primer pueblo o aldea de esta provincia de


Variquecemeto, encontré allí gran número de indios, aproximadamente
unos cuatro mil, gentes bien proporcionadas y fuertes, por quienes fui
bien recibido. Permanecí en sus pueblos, en número de 23, situados a
orilla de este río, durante 14 días…” (Fédermann, op. cit.).

Los caquetíos de Variquecemeto, al decir de Fédermann, eran “insolentes y


hábiles”, bien proporcionados, fuertes los hombres y muy bellas sus mujeres y su
espacio sociocultural y geohistórico estaba sustentado en una agricultura de riego
por bucos y acequias, poseían poblaciones fortificadas, guerreaban con otras
etnias enemigas con el fin de mantener exclusivamente para ellos las ricas y
fértiles tierras del valle del gran río Variquecemeto, pues “…han obligado a todas
las naciones circunvecinas, merced a su poderío, a abandonar el llano y a retirarse
a las montañas para poder poseer la más bella llanura y el lugar más fértil"
(Federmann, op. cit), en un proceso de federación de aldeas y cacicazgos, aunado
ello una red de intercambios comerciales con los caquetíos de Coro, proveedores
de la sal por medio de los aborígenes xaguas.

Vivían en aldeas con una o dos calles y sus casas podían alojar entre cinco y ocho
familias. Sembraban maíz y yuca, auyama y batatas, Cazaban báquiros, conejos y
venados, dantas, culebras, zorros, tigres y cachicamos. Tenían también miel de
abejas.

Esto fue, entre otras muchas cosas, lo que vieron los asombrados ojos españoles,
contado por un alemán y deslumbrados por el más bello paisaje que jamás se
había visto hasta entonces por un europeo, el valle de nuestro hoy venido a menos
río Turbio.

5
Se refiere a Cazaridi, actual Buenavista.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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1.4.- DÍA DE BARQUISIMETO


En 1552 se fundó Nueva Segovia de Buría por parte de Juan de Villegas, cuyo
nombre completo era Juan Ruiz de Villegas y Maldonado, conquistador natural de
Segovia, España, nacido en 1509. No se sabe la fecha precisa del acontecimiento
genésico de nuestra ciudad. Hay seis días perdidos en la historia en el que en
alguno de ellos se fundó el centro poblado. Los españoles fundadores de ciudades,
de acuerdo con las costumbres establecidas en las Leyes de Indias, elaboraron un
acta de fundación, el cual hasta los momentos se encuentra extraviado.

Por informaciones indirectas se puede deducir la fecha aproximada de la


fundación en base a una carta del colonizador enviada desde El Tocuyo al Rey
Felipe II el 29 de abril de 1552: “Quedo de partida aquí a diez días en nombre de
Vuestra Majestad ir en aquella comarca a fundar la Nueva Segovia”.

Anteriormente, el 24 de febrero de 1548 Villegas había fundado el pueblo de


Nuestra Señora de la Concepción de Borburata y en sus comarcas se había
descubierto ricas minas de oro. Al mando de Damián del Barrio sale un contingente
de soldados a la provincia de Nirgua en esa época, donde de acuerdo con las
informaciones se encontraban los yacimientos del precioso metal, llegando al río
Buría, donde luego fundaría Juan de Villegas el Real de Minas de San Felipe de
Buría, en la región situada actualmente en la Parroquia Buría del Municipio Simón
Planas del estado Lara.

El descubrimiento de estas minas de oro indujo al establecimiento de un nuevo


poblado, Nueva Segovia de Buría, distante unas seis leguas de los yacimientos en
la zona actualmente ocupada por el estado Yaracuy. De manera que fue el oro el
que hizo que la Nueva Segovia se hubiera establecido inicialmente como un
campamento o centro de operaciones para el trabajo esclavo de extracción del vil
metal.

El investigador Luis Silvano Pratlong Bonicel, mejor conocido como el hermano


Nectario María, luego de un análisis del documento (carta de Villegas) y la
confrontación con otros infolios y en el sitio del acontecimiento fundacional,
establece que ha debido ser en la segunda quincena de mayo de 1552, ni antes
del 15 ni después del 20.

1.5.- SI LA FUNDACIÓN FUE EN MAYO… ¿POR QUÉ SE


CELEBRA EL 14 DE SEPTIEMBRE COMO DÍA DE
BARQUISIMETO?
El Día de Barquisimeto, el 14 de Septiembre de cada año, es la fecha que data el
día cuando Juan de Villegas hace la repartición de encomiendas e indígenas que
poblaban la región en 1552, entre 39 de los compañeros conquistadores: 35
españoles, 3 alemanes y un portugués. El reparto se hizo por 239 títulos de
encomiendas de 12.558 indios de diversas etnias habitantes de esos agrestes
parajes.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Dicho “Día de Barquisimeto” fue establecido durante el gobierno del general


Marcos Evangelista Pérez Jiménez con motivo de la festividad del Cuatricentenario
de Barquisimeto, cuando decreta la celebración del Aniversario por la Integridad
Nacional el 14 de septiembre de 1952, construyendo una serie de monumentos y
obras públicas, entre las que se cuentan el Obelisco.

1.6.- ¿Y DÓNDE QUEDABA ESA CIUDAD?


Juan de Villegas, al llegar a Buría, escoge el mejor sitio para establecer la ciudad,
disponiendo el lugar para la Plaza Mayor de 100 varas por 100 varas, la iglesia y
los solares cuadrados de 50 x 50 varas para un total de entre 15 y 20 manzanas,
de acuerdo con la cantidad de gente avecindada. No eran casas lujosas desde
luego, apenas hechas de paja, cañas y bahareque.

De acuerdo con el hermano Nectario María, se hallaba Nueva Segovia “situada a


un tiro de ballesta6 en la margen derecha del río Buría, en un punto que debe
fijarse entre la confluencia del río Cayvare (Cayuare) con el Buría y la de esta última
con la del río Barquisimeto, pero más cerca de la boca del Cayvare que la del
Buría”.

En exploraciones en la zona el hermano Nectario ubicó vestigios que indicaban la


presencia de asiento de viviendas, así como evidencias de sepulturas humanas,
pues fueron varios los fallecidos quienes fueron inhumados allí.

En ese lugar permanecieron por cuatro años, antes de mudarse al segundo


asiento en las inmediaciones del Valle del Turbio en 1556, tomando así el nombre
de Nueva Segovia de Barquisimeto por estar junto al río llamado así en lengua
indígena. Pero esto no lo llegó a ver Juan de Villegas, pues falleció en Buría el 11 de
agosto de 1553 a los 44 años y allí fue sepultado.

1.7.- LA CIUDAD
Aquí estamos entonces, en este espacio abierto necesario para la futura
expansión de la ciudad. A lo lejos las azules serranías, intocadas, intactas a nuestro
afán, se van haciendo verdes en la medida que se acercan y los ríos y quebradas
vibran rumorosos invitando a la frescura. El primer paso: trazado de las calles,
cuadras y disposición de las casas, sobre todo en espacio planos, donde también
jugaba un papel no menos importante la dirección de los vientos, el movimiento del
sol, el paraje sano y estable, libre de pantanos maláricos, tierras aptas para la
siembra, disponibilidad de materias primas tales como minerales, especies
maderables para la construcción de viviendas y otros menesteres.

1.8.- LA PLAZA MAYOR


Toda una ceremonia caracterizaba la traza de la célula primitiva de la ciudad que
era, como en todas las fundaciones coloniales, una plaza o terreno en torno a la

6
Un tiro de ballesta, de acuerdo con la Historia general y natural de las Indias del cronista Gonzalo
Fernández de Oviedo equivalía a 349 metros o la doceava parte de una lengua castellana de 4.190 metros.
( Tercios de Flandes: http://ejercitodeflandes.blogspot.com/2012/06/ballesta-ballestero.html )

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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cual se irían anexando las cuadras o vía públicas. Aunque no se tiene el acta de
fundación de Nueva Segovia de Buría por haberse extraviado, la ceremonia ha
debido ser semejante a la descrita en la declaración de Sebastián Díaz de Alfaro,
presente en la fundación de Caracas por Diego de Lozada, quien a su vez estuvo en
la fundación de Nueva Segovia:

…mandó poner una picota donde habría de ejecutarse la justicia (el


centro de la plaza) y subió en su caballo con todas sus armas y echó
mano a su espada y rodeados de todos los pobladores, dijo en altas
voces, como en aquel sitio poblaba en nombre de Dios y de su Majestad
un ciudad, a la cual ponía por nombre de Santiago de León, y que si
hubiese alguna persona que lo quisiera contradecir, que saliera en lo
pedir, que él lo defendería, y en señal de posesión, con la espada
desnuda dio al mismo tiempo un golpe sobre el madero, y todos los
circunstantes a una voz contestaron: Viva el Rey, Nuestro Señor.
Repetida esta ceremonia, al final de la tercera vez con la mayor
solemnidad, Losada declaró fundada la ciudad de Santiago de León de
Caracas7

Representa la Plaza Mayor el centro físico y urbano más representativo del


trazado cuadricular. La plaza es el comienzo de la ciudad y por ende su más
antiguo sitio. A su alrededor se levantarían las construcciones y edificios reales de
los poderes públicos, civiles, militares
y religiosos: la iglesia catedral, el
ayuntamiento, las casas reales y la
cárcel se construían, a veces con
ligeras variantes, en solares cuyos
frentes dan a la plaza.

Primer plano de Nueva Segovia de


Barquisimeto correspondiente al tercer
asiento de 1563. (Del original insertado en la
Relación Geográfica de Nueva Segovia de
Barquisimeto de 1579).

7
Querales, Ramón (2003). La comarca mancillada. p.p. 200-201.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Podían también pertenecer a ese conjunto otros edificios, como el palacio


episcopal, la casa parroquial, la residencia del gobernador o de la autoridad civil de
alto rango y algunas casas de familias principales (Gasparini, Graziano, 1961).

Somos la singularidad, lo apartado. En la ciudad de Barquisimeto llama la


atención que la iglesia no se encuentre ubicada a un lado de la Plaza Mayor, sino
en la esquina noroccidental del cuadrilátero que conforma la manzana de la plaza.
Iglesia pequeña, poco fieles. Los terremotos ya habían cobrado varias veces con
estragos su construcción. Desde su edificación desde el año de 1700, el último
cuerpo del campanario quedó derruido y hubo que colocar las campanas un poco
más abajo, en el cuerpo inferior de la torre. Al cementerio se ingresaba por una
puerta y entre el camposanto y el campanario había un corredor con arcadas,
techado, con el piso empedrado, denominado “De Profundis”, donde se velaba a
los muertos insolventes.

El espacio existente al sur de la iglesia constituía al principio parte del centro de


la ciudad en su último traslado8, mientras que la actual plaza Bolívar (antes
llamada plaza Miranda), se formó con la demolición y remoción de los escombros
de las construcciones existentes, producto del terremoto de 1812 y además de la
necesidad de extenderse hacia el norte, por lo que el punto original de la ciudad
aparece desplazada hacia la orilla (Gormsen, Erdmann, op. cit. p. 34). La Plaza
Mayor de Barquisimeto quedaba entonces en la cuadra comprendida entre las
carreras 15 y 16 y las calles 25 y 26. Parte de ese terreno de la Plaza Mayor es el
que hoy vemos frente al edificio del Museo de Barquisimeto, carrera 15 de por
medio.

El cuadrilátero histórico comenzó a construirse no antes de 1700, en la última


mudanza desde el valle del Turbio y estaba circunscrito por una serie de
edificaciones e instituciones que se agrupaban en torno a la Plaza Mayor. Luego la
ciudad fue creciendo lentamente. De acuerdo con el documento más antiguo
conocido hasta hoy, donde figura el plano que los alcaldes de Nueva Segovia
elaboraron para la encuesta general ordenada por el rey Felipe II en 1579, es decir
siete años, dos meses y nueve días que los habitantes de Nueva Segovia de
Barquisimeto habían tomado la determinación de comenzar a construir en la
meseta frente al valle. Se observa que las primeras casas se comenzaron a
construir en los alrededores de la iglesia y la plaza o solar junto a ella.9

Apenas unas pocas calles: de Santiago, de Mar, de Damas, de San Cristóbal y la


calleja de El Tocuyo. La calle de San Cristóbal es la actual calle 25; la calle de
Santiago corresponde a la carrera 16; la calle de Mar y la calleja de El Tocuyo son
las carreteras hacia el este y el oeste, respectivamente; la calle de Damas es la que
conduce al Valle de las Damas, hacia el Yaracuy y Cojedes. Pocos vecinos, como
consta asimismo en el citado plano10. La llamada Plaza Mayor quedaba entonces a

8
Ver “Algunas notas al pie de página” a partir de la p. 153.
9
De acuerdo con el estudio del cronista Ramón Querales, plano y descripción son de épocas
diferentes. Mientras la descripción es de 1579, el plano pudo haberse elaborado 17 años
antes, a finales de 1562 o principios de 1563, correspondiente al tercer asiento de la ciudad
(Querales, Ramón , 2003. La Comarca Mancillada).
10
Desde los días de Buría, de acuerdo con Querales, R. (2003), la población inicial de la
fundación en 1552 estaba compuesta por 64 personas españolas, entre encomenderos con sus

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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un lado de la iglesia de la Concepción y lo que es hoy la plaza Bolívar era en


tiempos pretéritos una manzana con casas construidas11.

En el año de 1779 el obispo Martí, con motivo de su visita pastoral a


Barquisimeto (ya se llamaba así, obviando el Nueva Segovia) hizo practicar un
censo de la ciudad, dando un resultado local de 814 habitantes y un global de unas
8.000 almas en toda la provincia. Todavía existía el Hospital de San Lázaro12.

22 años más tarde, en 1801, el cronista Eliseo Soteldo en sus Crónicas de


Barquisimeto refiere el estado en que se haya la ciudad entre 1801 y 1810. Nos
dice que Barquisimeto tenía en ese entonces unos 10.000 habitantes y tenía seis
calles longitudinales que discurrían de este a oeste. La ciudad no pasaba de donde
está el barrio de Altagracia. La última calle longitudinal y que de ahí en adelante era
la sabana hacia el norte, era la calle Real, llamada después Libertador y
actualmente la carrera 19, que era donde se encontraban las pulperías (Soteldo,
Eliseo, 1952, p. 15).

Durante los siglos XVIII y XIX


Barquisimeto fue una ciudad pequeña
y silenciosa que había crecido muy
poco. Lo que pudiera llamarse el
centro de la ciudad o casco urbano
estaba compuesto por unas 20 o 25
manzanas. Había muchos terrenos,
solares baldíos y corrales donde en el
futuro, en muchas ocasiones, los circos
y teatros ambulantes llegarían para
representar sus actos.

Comparada con otras ciudades Croquis de Barquisimeto en el año 1813, un


venezolanas, Barquisimeto no tendría año después del terremoto de 1812. Autor:
diferencias significativas en cuanto a su Oswaldo Silveira.
estratificación social y desarrollo Fuente: Fototeca de Barquisimeto.
demográfico en la tranquilidad del
kilómetro de largo de la ciudad, la cual se podía atravesar a pie en 10 minutos.

Las iglesias existentes son la de Concepción, San Francisco, Altagracia (que para
esa fecha estaba situada frente al sitio que una vez ocupó la cárcel pública y años

mujeres e hijos. Los vecinos que aparecen como dueños de los solares en el plano de 1579
suman un total de 26, sin embargo, de acuerdo con la Relación de ese mismo año eran 32. Esta
discrepancia numérica se explica porque plano y Relación son de épocas distintas y aluden a
realidades y aun espacios geográficos diferentes.
11
El espacio en donde se ubica la actual plaza Bolívar de Barquisimeto estuvo ocupado con
viviendas durante la Colonia, las cuales se derrumbaron a causa del terremoto en 1812. En
1852 el padre Macario Yépez pidió a sus antiguos dueños la donación de esos espacios para ser
demolidas las ruinas y construir la nueva plaza de la Concepción.
12
Ver “Algunas notas al pie de página” a partir de la p. 153.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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después el Asilo Corazón de Jesús)13 y la de la Paz. Hay dos en construcción: San


Juan y San José. El cementerio estaba situado en donde hoy está la iglesia de
Altagracia actual.

En 1812 la ciudad sufre un desastre telúrico: el terremoto del 26 de marzo,


Jueves Santo, a las cuatro y siete minutos de la tarde que arrasó con todos los
templos y casi todas las casas de la ciudad.

El terremoto coincide con la llegada de la guerra de independencia y el


subsiguiente estancamiento en el crecimiento de la ciudad. En el transcurso de los
años las guerras civiles y de la Federación destruyeron las vidas y las haciendas,
las poblaciones y las industrias. El erario público era forzosamente utilizado para
gastos de guerra. A esto se le añade las epidemias y las enfermedades como el
cólera morbus14, el paludismo, el tifus, la viruela brava, la tuberculosis esputante,
el tétanos, el sarampión, la tosferina, la difteria, la gastroenteritis, el vómito negro y
las perforadoras niguas. Es así que por todos estos factores políticos y naturales se
impidió por un largo tiempo el desarrollo material y demográfico de Barquisimeto.

Las ruinas que dejó el terremoto permanecieron en el mismo lugar durante


muchos años, como vestigios terrestres de una catástrofe, en medio de solarones
enmontados con vegetación silvestre. Para dar una idea de la pobreza y las
dificultades que reinaban en esa mala hora, puede destacarse el hecho de que los
templos, edificios sacros de importancia en cuanto a construcción y usos y a los
que se le daba cierta prioridad para la reconstrucción, estuvieron en ruinas hasta el
punto de que la principal iglesia de la ciudad, el templo de la Concepción, derribado
por el terremoto, se reedificó y fue puesto de nuevo en servicio en 1853, es decir
que se tardó 41 años para levantarlo de nuevo15.

Esto tiene su explicación porque la reconstrucción de templos y casas se hacía a


fuerza de sacrificios y ahorros de muchas familias y particulares y, en el caso de los
templos, por medio de limosnas, diezmos, obras pías y al trabajo de personas con
conocimientos de albañilería, teniendo en cuenta que para esa época cada iglesia
se levantaba según la tradición constructiva heredada de los españoles, en los
quehaceres de maestros de obra y alarifes de cuchara criolla.

13
Se sabe que Altagracia funcionó como iglesia parroquial después del terremoto de 1812
hasta 1865, cuando es restaurada la antigua Catedral (iglesia de San Francisco). Era a su vez la
“Iglesia del Sagrario”, por lo que en sus archivos se encuentran libros de bautizos de la antigua
Catedral, mientras funcionó como parroquia provisional.
14
La epidemia de cólera se inició en 1855 y finalizó en 1856 coincidiendo con la primera
procesión de la Divina Pastora de Santa Rosa. Esta epidemia causó más de 900 víctimas y tuvo
que habilitarse el cementerio llamado de Los Colerientos en las afueras de la ciudad, hacia el
noroeste.
15
El convento de San Francisco, fundado en 1578 y ubicado frente a la plaza Lara actual, en el
sitio que hoy ocupa el Colegio Diocesano, comenzó a ser reconstruido inmediatamente
después del terremoto en el sitio donde hoy se sitúa el Centro de Historia Larense. La capilla
del antiguo convento se reedificó para ser destinada a ser la primera catedral de Barquisimeto,
inaugurada en 1865.

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Eso es lo que tenemos ante la vista de los moradores y transeúntes de la ciudad:


la desolación, las ruinas dejadas por el terremoto en montículos de tapias y muros
de las antiguas casas. Diez años después, en 1822, el viajero norteamericano-
irlandés William Duane (1760–1835) describe el aspecto de la urbe a su paso por
Barquisimeto y Mérida:

"A los pocos días tuve oportunidad para observar de cerca la ciudad de
Barquisimeto, y para oír diversas noticias acerca de ella. (…). Nada
queda en la actualidad de los antiguos muros de las casas, y lo único que
sobresale a cierta altura son los montones de tierra formados por las
ruinas de las tapias, con las cuales estaban construidas todas las
residencias. Hoy solo eran verdaderas tumbas que había adquirido su
actual posición inclinada a causa de la forma irregular en que se
amontonaron los escombros de los edificios derrumbados, y entre los
cuales quedaron sepultados no sólo los habitantes de la ciudad sino
también un batallón de setecientos hombres. Aquel montón de ruinas
aparecía intacto, a excepción de algunos sitios por los cuales se había
tratado de penetrar a las sepulturas de las personas que tenían
reputación de gente opulenta. Los únicos vestigios perceptibles de
aquella ciudad (que contaba, según se dice, unos ocho mil habitantes), y
que se advierten a simple vista, son las alturas de sus ruinas, a las que la
lluvia ha venido dando una configuración redondeada. Solo escaparon
quienes se encontraban ausentes en viajes de negocios o estaban en sus
haciendas situadas hacia la parte del valle…”. (William Duane: Viaje a la
Gran Colombia en los años 1822-1823.Tomo 1. (p.p. 233-234).
Colección Venezolanista).

Sólo unas pocas casas habían quedado en pie, otras sufrieron descalabros y
fueron reparadas; algunas fueron reconstruidas en otros sitios. El hospital de San
Lázaro, diagonal a la iglesia la Concepción por la actual carrera 16 entre calles 26 y
27 fue trasladado al fortín denominado El Campamento, situado en la entrada de la
ciudad por el este, a orillas de las faldas de la planicie, frente al valle del río Turbio.
Asimismo, la parroquia de la Concepción se ubicó temporalmente en la capilla de
Altagracia situada en la calle de la Corrección, frente a la antigua cárcel o
correccional, en la actual carrera 18 esquina sureste de la calle 21.

Nueve fueron las casas que permanecieron en pie al sobrevivir al terremoto de


1812. Estas fueron:

 La que fue Casa de Gobierno, ubicada en la carrera 19, esquina noroeste de


la calle 22, donde años después, en 1854, fue asesinado al gobernador
Martín María Aguinagalde.
 La casa donde se alojó el Libertador en la actual carrera 19 entre calles 21 y
22, acera norte. Esta casa, que originalmente era una sola, fue dividida
posteriormente en dos para servir de residencias tanto al doctor Eladio del
Castillo y del señor Walterio Pérez, respectivamente.
 La llamada casa del balconcito, ubicada en la carrera 19 entre calles 22 y
23, acera sur. Esta casa fue demolida para construir en ese sitio la oficina
de una entidad bancaria.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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 La casona del alcalde Francisco de Paula Escalona, la cual corresponde en


la actualidad a la sede del Museo Bolivariano Casa de las Silveira en su
parte norte.
 La casa de alto ubicada frente al templo de la Concepción, donde
funcionaría tiempo después el Palacio Episcopal, hoy demolido.
 La casa que perteneció a don Felipe Limardo, ubicada en la calle 24 con
esquina de la carrera 15. Esta casa fue adquirida por las hermanas de la
congregación de San José de Tarbes para construir el colegio Inmaculada
Concepción. En el sitio que ocupaba esa casa, actualmente se encuentra el
teatro y el estacionamiento del colegio.
 La casa donde funcionó el colegio San Agustín, en la esquina noroeste de la
carrera 16 con calle 29, calle de por medio de la iglesia de La Paz.
 Posiblemente también haya resultado ilesa al terremoto de 1812 la casa
donada por el Libertador a la madre de los hermanos Ramos. Esta vivienda
estaba situada en la carrera 19 con la esquina suroeste de la calle 26 y
tiempo después fue demolida para construir la sede donde funcionó el
Centro Social.

1.9.- LA TRAMA URBANA


Los espacios públicos existentes en la trama urbana anteriores al terremoto lo
fueron la plaza Mayor o Principal de la ciudad, al sur de la iglesia la Concepción, tal
como lo describe el obispo Mariano Martí en 1779, así como también la antigua
plaza del Convento, la cual se convirtió en cementerio, hoy plaza Lara. La antigua
capilla del convento se transformó en la primera catedral de la ciudad. También
estaba la explanada que luego daría lugar a la actual plaza Rafael González
Pacheco, mejor conocida como plaza San Juan, así como también la plazuela
conocida como Wohnsiedler, asentada frente a la iglesia de La Paz.

La iglesia de Altagracia fue construida por los mulatos a finales del siglo XVIII y
para 1850 estaba ubicada en la antigua calle de la Corrección, en la esquina
formada por la actual carrera 18 con calle 21. La cárcel de la Corrección,
denominado posteriormente Cuartelito, resistió en parte el terremoto de 1812 y
años después fue sede del Asilo de Ancianos regentado por las Hermanitas de los
Pobres. Anteriormente se hablaba de una capilla de palma más hacia el sur, cerca
del puente Bolívar, pero no se ha podido establecer fecha.

La plaza de Altagracia estaba diagonal al templo y tenía en su centro un botalón


de dura madera de guayacán denominado Poste de la Pública Vergüenza y era el
lugar donde se ejecutaba a los criminales y se exponía a la picota durante seis
horas de mordaza a los que incumplieran el Bando del Buen Gobierno que
establecía la específica prohibición de jurar y blasfemar.

En 1806, de acuerdo con el cronista Eliseo Soteldo, se construyó el puente de la


Santísima Trinidad, llamado después Bolívar, y costó 1540 pesos. El alarife que lo
construyó se llamaba Bartolomé Rodríguez (Soteldo, E. (1952). p.16). Este puente
fue destruido a causa de las torrenciales lluvias ocurridas dos años después
(Gormsen, Erdmann, op.cit. p.45). Existía en el centro de la plaza de Altagracia el
Poste de la Pública Vergüenza, donde eran expuestos a la picota a seis horas de

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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mordaza a todo aquel que quebrantara el bando del buen gobierno que dictaba la
prohibición de jurar y blasfemar.

En 1779 el obispo Mariano Martí en su visita a la ciudad describía la iglesia de


una sola nave con fachada en obra limpia y todavía no había sido colocado el
portón principal. Existe un documento de 1850 donde Teresa Anzola ubica una
casa de su propiedad (esquina noroeste de la carrera 18 con calle 21), diagonal a
la plazuela de Altagracia, calle de por medio.

La actual iglesia de Altagracia está ubicada donde anteriormente funcionaba el


cementerio, en la calle 20 entre carrera 19 y avenida 20. Posee algunas imágenes
de la antigua iglesia con las cuales se celebraban las festividades del “Tránsito de
la Virgen entre el 1° y el 15 de agosto, traídas por las carmelitas desde 1854.

Los cementerios existentes eran los de San Juan (de los ricos), la Paz, de
Altagracia y los de la Concepción, donde hoy se encuentra el despacho parroquial,
por el lado este de la iglesia y otro frente al mismo templo. Frente a la iglesia de
San Francisco, hoy plaza Lara estuvo otro cementerio, como se dijo anteriormente.
Otro cementerio fue el de las Ánimas o de San José (de los pobres), ubicado en la
actual carrera 26 con calle 26, donde hoy funciona la escuela Ayacucho y la Casa
del Maestro.

El Campamento fue una fortificación de tipo militar que se encontraba al


sureste de la ciudad, ubicado en un saliente o promontorio natural a orillas del
talud que baja por la cuesta del río Turbio, hacia el sur del hoy llamado Zanjón
Barrera. Esta construcción resistió al terremoto de 1812 y defendía la entrada a la
ciudad y donde se presume que en ese sitio el Capitán y Mariscal de Campo
Gutierre de la Peña levantó el refugio o campamento para las tropas durante el
enfrentamiento contra Lope de Aguirre en 1561. Esta fortificación fue usada
provisionalmente como sede del hospital de Santiago, luego del terremoto.

1.10.- LAS TRANSFORMACIONES DE LA CIUDAD


Las transformaciones urbanísticas que iba sufriendo la fisonomía ciudadana se
van haciendo de acuerdo con los sucesos históricos y sociales que de alguna
manera eran motivados por el progreso económico y social de las clases más
pudientes:

Los aristócratas locales manejaban los Cabildos. En El Tocuyo, los Alvarado,


Garmendia, Yépez, Anzola; en Barquisimeto los Galíndez, Álamo, Perera, Planas,
Parra, Andrade, Alvarado, Mujica. En Carora los Álvarez, Riera, Oropeza,
Aguinagalde, Zubillaga, Montesdeoca, todos ellos en concepto justificado de
Vallenilla Lanz (Disgregación e integración, p. 90), “llenaban a cabalidad las
funciones sociales de la élite, su papel de clase dirigente y protectora de la
comunidad; fundando pueblos, erigiendo iglesias, casas consistoriales, puentes,
mercados, fuentes públicas, cárceles, mataderos; velando por la seguridad
pública, persiguiendo bandidos del llano, fomentando la agricultura, abriendo
caminos, limpiando ríos, casi siempre de propio peculio…” (Guerrero, Luis Beltrán
(1985: 103).

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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La población de Barquisimeto se incrementa porque llegan muchos forasteros y


mercaderes de las provincias cercanas. Para 1873, Barquisimeto tenía 6.850
habitantes; para 1891 se incrementa a 9.093. Más tarde, en 1926 ya era de
12.109 y para 1936 llegaba a 36.429. En 1941 sube a 54.176 y ya para 1950 era
de 105.108. En todo ese lapso señalado, la población de Venezuela había variado
entre 1.784.194 a 5.034.83816.

El carácter mercantil de la ciudad le viene desde hacía muchos años atrás. El


comercio y en general las actividades económicas se desarrollaron con gran auge
debido fundamentalmente a la posición geográfica de la ciudad, encuentro de
caminos hacia los llanos, los Andes y el mar, hacia donde iban o llegaban
mercaderes con mercancías de otras provincias, en largas recuas de mulas. Para el
año de 1877 Barquisimeto tenía solo 12 calles transversales de norte a sur, las
cuales eran: del Campamento, de Falcón, de Sucre, de Bolívar, de Catedral, de la
Concepción. Del Obispo, de las Escuelas, de Turén, de las Trincheras, de Lima, de la
Clara.

Las calles longitudinales que discurren de este a oeste son nueve, comenzando
desde la que queda más cerca del río: calle del arzobispo Villarroel, de la Paz, del
Ilustre Americano, de Ayacucho, del Libertador, del Comercio, de Márquez, de
Bruzual y del Carmen.

En un detallado plano de Barquisimeto de 1913 levantado por los alumnos del


Instituto La Salle de Barquisimeto, elaborado como aplicación de la clase de
geometría leída a los cursantes del año filosófico 1913-1914, se consignan unas
16 calles longitudinales y unas ocho transversales de ese entonces, como se
observa a continuación:

16
Datos tomados a partir del censo de 1873 a 1950, de acuerdo con lo expresado por Gormsen, Erdmann
(1965). Obra citada. p. 67, tabla 5.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Plano de Barquisimeto de 1913. Elaborado por estudiantes del


Instituto La Salle. Fuente: Fototeca de Barquisimeto.

Croquis de Barquisimeto en el año 1915.


Fuente: Fototeca de Barquisimeto.

Para 1915 las calles transversales han aumentado a 15 y siguen siendo nueve
las longitudinales. Barquisimeto ya posee una estación de ferrocarril en las afueras,
hacia el norte.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Hasta 1920 no todas las calles estaban empedradas y la mayoría eran de tierra.
La calle del Comercio estaba adoquinada en toda su extensión y parcialmente la
carrera 19. Empedradas estaban las calles transversales desde la calle 20 con
carrera 19 hasta la carrera 21. La calle 30 desde la Comercio hasta la estación del
ferrocarril estaba empedrada. Las aceras eran de ladrillo con bordes de laja. El
cemento en las aceras comenzó durante la presidencia del general Diógenes
Torrellas Urquiola y continuó con el general David Gimón.

Fue en 1920 cuando el macadam para pavimentar las calzadas fue utilizado por
primera vez en Barquisimeto por el general Rafael María Velasco Bustamante. No
era concreto propiamente dicho, sino una superficie con tres capas de diferentes
agregados, colocando la más gruesa abajo y la más fina arriba para luego
compactarla y se dejaba a los lados una franja empedrada. Era como una carretera
de arena compactada. El asfalto vendría muchos años después. Este proceso fue
inventado por el ingeniero escocés John Loudon Mc Adam (1756-1836) y por eso
se le llama macadam, por su apellido. Esta primera macadamización fue de corto
alcance, pero más tarde el general Eustoquio Gómez la utilizó para casi todas las
calles.

El aspecto de la ciudad que existió en los años correspondientes al cambio de los


siglos XIX y XX todavía es reconocible en los lugares cercanos a la hoy plaza Lara,
es decir el llamado casco histórico tradicional, cuyas casas construidas alrededor
de las iglesias antiguas han conservado su aspecto. El término histórico en este
caso sería relativo, pues representaría a lo sumo de unos 80 a 100 años, pues el
estilo colonial en realidad se siguió imitando hasta esas fechas, por lo que las
casas aparentan una mayor edad.

El advenimiento del siglo XX llega al mismo tiempo que los grandes inventos que
en ese momento se están desarrollando en el mundo, lo que trae un nuevo
concepto del vivir. El automóvil, el cine silente, el fonógrafo y otros grandes
inventos transforman las costumbres de las personas en el mundo entero. Se
difunden las revistas de moda y publicaciones donde aparecen retratados los
grandes artistas del celuloide frente a sus quintas en el lejano Hollywood., trayendo
esto como consecuencia una fiebre de imitación en cuanto a vestimentas,
costumbres y estilos de vida de otras latitudes.

Con la llegada de Eustoquio Gómez a Barquisimeto en 1929, la parte occidental


de la ciudad, que para esa época era sabana y matorral con una que otra casa
diseminada sin planificación, de bahareque y paja, comienza a ser urbanizada y
trazarse nuevas calles y eliminando los viejos empedrados. Se construyen las
primeras casas-quintas que se conocieron en la ciudad, producto de la moda
importada de Estados Unidos. Este hecho representa un rompimiento en cuanto al
uso tradicional de los materiales de construcción y una nueva visión de la
disposición espacial de los ambientes hogareños. Desaparece el alero y el zaguán y
el jardín, que antes estaba en el interior de la vivienda tradicional, ahora es sacado
al exterior, porque existe el criterio urbanístico que postula que el jardín debe ser
para agradar al transeúnte que pasa por la calle.

Durante las décadas de los años 20 y 30 la crisis económica mundial impide en


cierto grado la consolidación y crecimiento de esos nuevos espacios. La ampliación

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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en realidad fue mínima, tomando en cuenta que dentro de esa área se encuentra el
parque Ayacucho, que representa un signo de prosperidad. Es en ese tiempo que
comienza a decaer el estilo colonial tradicional como método constructivo con el
uso de nuevos materiales y en el centro de la ciudad ya se comienzan a levantar los
primeros modestos edificios.

1.11.- ESQUINAS Y CALLES


La toponimia de las esquinas nace como referencia a sucesos y personajes que
ocuparon la vida social de distintas épocas. En un viejo plano de Barquisimeto
denominado Plano histórico de la ciudad de Barquisimeto, elaborado por el doctor y
general Gumersindo Jiménez, publicado en el año de 1877 figuran las calles
anotadas anteriormente. Se presentan además los nombres de las esquinas de ese
entonces (1877).

La calle del Arzobispo Villarroel, llamada así por fray Gaspar de Villarroel, del cual
Oviedo y Baños dice que la ciudad

…cuenta entre sus hijos al Ilustrísimo Señor D. Fray Gaspar de


Villarroel, Arzobispo de Las Charcas, ilustre honroso de su patria y
honor esclarecido de su patria. Nació en la ciudad de Barquisimeto,
estudió en Lima, entró en la religión de San Agustín y profesó en El
Callao. Por su ciencia y virtudes fue nombrado Obispo de Arequipa y
más tarde Arzobispo de Las Charcas o La Plata en el Perú en el año de
1658. Escribió varias obras: Del gobierno pacífico y la de Tautología. 17

De acuerdo con R.D. Silva Uzcátegui (1959: 29), esta calle del Arzobispo tenía a
lo largo de su extensión de este a oeste las siguientes esquinas: de Limardo, del
Hospital, de la Cárcel Vieja, de Macuto, de Juan Pérez, de Curazao, de la Sanareña,
del Suspire.

La calle de la Paz tiene las esquinas: de la Azotea, del Mamoncito, de la Sacristía,


del Palacio (Episcopal), de la Sociedad, de Filadelfo, de la Paz.

La calle del Ilustre Americano con las esquinas: de los Tuntunes, del Arco de
Bolívar, de Paya, del Puente Bolívar, del Padre Raldíriz, de Guillén, de Férguson, del
Paneraso, de Sierra, de Sandoval, de Unda, de los Artesanos, de Urbinata.

La calle de Ayacucho con las esquinas: del Maestro Tiburcio, de Oviedo, de la


Cárcel, de Fortoul, del Sol, del Mercado, de Álamo, del Tamarindo, de Tovar.

La calle del Libertador tiene las esquinas: de Goyo, del Registro, del Padre
Escalona, de Planas, de Olivares, de la Casa de Gobierno, del Banco, de los Unidos,
del Bajío, del Judío, de los Cardones.

17
Ibídem. p. 111.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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La calle del Comercio con las esquinas: de Valdez, de la Torta, de Altagracia, de


Luna, de Don Serapio, de Villoria, de Rosales, del Rebote, de Montes, de Yánez, de
Sánchez, de la Quiboreña, de Rivero, de Luego, del Muerto, de Buenos Aires.

La calle de Márquez tiene las siguientes esquinas: de la Clara, del Totumo, de


Paradas, de la Sucia, de la Máquina, de Gudiño, de Perera, del Castillo, de
Alejandro, del Disimulo, de don Casimiro, de Amaro, de Daza, de Ruiz.

La calle de Bruzual con las esquinas: del Silencio, de Piña, de Gil, de Bravo, de
San José.

La calle del Carmen con las siguientes esquinas: de las Romero, de Romualda, de
La Mora, de a Chanito, de la Chalincita.

Algunas esquinas de la ciudad han tenido nombres bastante llamativos: "El León
de Nicaragua”, carrera 17 con calle 19; "La Mano Abierta”, carrera 19 con Vargas;
"La Mascota”, avenida 20 con calle 37; "Los Miserables”, carrera 21 con calle 25;
"La Cruz Aparecida”, carrera 22 con Vargas; "El Trueno”, carrera 23 con calle 27;
"Donde la burra tumbó a mi tía”, carrera 24 con calle 27; "Alto del venado”, "Pele el
ojo”, o "El tiro de la Iguana”, carrera 25 con calle 28; "El peligro amarillo”, avenida
Venezuela con calle 29; "Boca del Infierno”, carrera 27 con calle 22.

El nombre de esquina de Gradillas, situada en el cruce de la carrera 19 con calle


28, le viene dado porque cuando el general Torrellas Urquiola y el general David
Gimón hicieron construir las aceras de esa calle en 1920, fue menester hacer unos
peldaños o gradas para poder subir o bajar de ellas. De ahí derivó el nombre de
gradillas. Anteriormente dicha esquina se llamaba en 1877 del Bajío, de acuerdo
con el plano histórico de Barquisimeto de Gumersindo Giménez. Se le llamó El Hoyo
en 1902 y del Barrialito entre 1912 y 1915.

1.12.- LA ESQUINA DEL LEÓN Y LA VIVEZA CRIOLLA

La esquina del león existió en la hoy avenida 20 con calle 23, esquina suroeste.
Debe su nombre al hecho de que el dueño de la casa que hacía de esquina tenía
un negocio de telas y mercería. Un día contrató a un pintor para que le realizara un
aviso para el establecimiento al que le quería poner por nombre “El León”, por lo
que deseaba que le pintara al frente de su negocio la figura de dicho felino.

Hechos los arreglos con el artesano, este le pregunta al dueño del negocio cómo
quería que le pintara el león, si suelto o amarrado.
­ ¿Y qué diferencia hay? -pregunta el dueño.
­ Si es amarrado le va a salir más caro que el suelto.
­ Bueno, si la cosa es así, píntelo suelto.

Se dispone el pintor a elaborar el trabajo encomendado y a los tres días ya estaba


estampada la figura del león en la pared, para la satisfacción plena del dueño del
negocio. Al pasar unas dos semanas, un día cayó un torrencial aguacero y el león

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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pintado en la pared se borró de la misma por efecto del agua. El reclamo del dueño
no se hizo esperar y mandó a llamar al artista.

­ Mire usted, que el león lo pintó con materiales de muy mala calidad y con el
primer aguacero se desapareció.
­ Claro, señor, porque si usted me hubiera mandado a pintar el león “amarrado” lo
pintaba al óleo, pero como me dijo que lo pintara “suelto”, lo hice con pintura de
agua, por lo que con la primera lluvia el león se fue…

1.13.- DIRECCIONES RARAS

En 1922 el periódico “Notas” de Juan Guillermo Iribarren, en su edición Nº 852


del 30 de noviembre, publica un plano con la nomenclatura propuesta para ese
entonces, que no tuvo aceptación general, porque la gente se seguía guiando por el
sistema antiguo. Este sistema adoptado era semejante al de Caracas, el cual
consiste en designar las calles con números y por puntos cardinales.

El 13 de noviembre de 1922 el Concejo Municipal acuerda implantar la nueva


nomenclatura de las calles barquisimetanas, cuyo punto de partida se establece
desde el centro oficial de la ciudad, el cual corresponde al Teatro Juares:

ACUERDO
Considerando
Que la ciudad ha crecido a un ritmo acelerado y se hace necesario un
sistema de Nomenclatura funcional y acorde con ese crecimiento.
Acuerda18
1. Procédase a practicar la Nomenclatura oficial de la ciudad adaptando
el sistema de Avenidas, partiendo del centro oficial de la ciudad, que se
sitúa en el teatro y se fijan como matrices las calles “Libertador” y
“Juares”, de donde partirá la numeración a derecha e izquierda, en
números arábigos, estampándose en cada esquina el nombre del viento
que corresponde a la orientación de acuerdo con el plano que se ha
levantado a este objeto-
2. Publíquese.
Julio Irigoyen.

Conforme con esta nomenclatura, la avenida veinte tomó la designación


de Calle Este 1 hacia el extremo este de la ciudad y Calle Oeste 1 a partir de la
misma calle 25 hacia el oeste.

La actual carrera 19 se designaba Avenida Este a partir de la misma calle


25 hacia el este y Avenida Oeste también a partir de la misma calle 25 hacia el

18
Querales, R. y Aranguren, A. (2005). Cronología documentada del teatro Juares, p. 83.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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oeste. La carrera 18 se denominaba Calle Este 2 desde la calle 25 hacia el este


y Calle Oeste 2 también desde la calle 25 hacia el oeste.

De esta manera todas nuestras actuales carreras se designaban Calles Este,


desde la calle 25, que era un eje de esta nomenclatura, hacia el este de la ciudad;
y las Calles Oeste desde la misma calle 25 pero hacia el extremo oeste.

Las calles que estaban al norte de la carrera 19, que era el otro eje de la
nomenclatura, se designaban con números impares y las que estaban al
sur con números pares. A su vez, la actual calle 25 se denominaba Avenida Norte a
partir de la carrera 19 en dirección hacia la actual avenida Libertador, y Avenida
Sur desde la misma carrera 19, hacia la cuesta del río Turbio; así, todas las calles
que quedan al sur de la carrera 19 se llaman Calles Sur y las que quedan al norte
de la misma carrera 19 se designan Calles Norte, distinguiéndose con números
impares las que van desde la calle 25 hacia el este y con números pares las que
van de la misma calle 25 hacia el oeste (Lameda Acosta, I.E. Barquisimeto, sus
calles y sus esquinas. El Impulso, 18-05-1975. p. A-3).

¿Complicado? Con razón a la gente no le gustaba y por ese motivo seguían el


sistema antiguo por nombres y en la actualidad con números de calles y carreras.

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CAPÍTULO 2:
LA CASA
19

La construcción de viviendas
de todo tipo en las ciudades
coloniales venezolanas guarda
una relación formal con el uso
social a la cual está destinada.
En general las viviendas
comunes y corrientes se
levantaban de un solo piso o
planta, debido a las
experiencias desagradables
con los terremotos, así como
por los materiales terrosos y
leñosos utilizados en la
construcción, lo que no
garantizaba la solidez necesaria en contra de los elementos telúricos y la
intemperie.

Nuestros sistemas constructivos, por lo precarios, eran sencillos y prácticos, igual


así los materiales como el barro y la madera en lo fundamental. Barro en las
paredes, en los pisos, columnas y techos. La piedra como soporte era utilizada muy
poco en las casas venezolanas de origen español, mientras que en las de piedra
mayormente se usaba en la tradición indígena, principalmente andina.

Las condiciones socioeconómicas de la colonia en nuestro país imponían un tipo


de construcción sin suntuosidades, sencilla y limitada a los materiales
proporcionados por el medio natural. La Corona de España mantuvo a las
provincias venezolanas en el más grande abandono por la falta de riquezas,
metales preciosos y, en general, por la pobreza de los habitantes, que, dedicados a
la agricultura y la cría, era poco lo que podían disponer para los lujos y la
abundancia. Esta situación habría de reflejarse en la arquitectura y la construcción
de las casas, que lógicamente no podían rivalizar con las construcciones de los
Virreinatos del Perú y México en el uso de materiales de construcción lujosos como
la piedra y el mármol.

19
La teja, elemento constructivo de las casas de antaño.
https://www.google.co.ve/search?q=tejas&tbm=isch&source=iu&ictx=1&fir=GxVStTKHEuxoyM%253A%
252CHDZhZ6WXZ6u-bM%252C_&usg=__0ctAv575qTikgEWNDNo-
oIaYUWI%3D&sa=X&ved=0ahUKEwiwydf_se7XAhXDTN8KHQfmCCEQ9QEIPTAF#imgdii=VLXovwzlcRfA-
M:&imgrc=jf4bStKYppjjtM: Fecha de hoy: 03-12-2017.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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El ladrillo, la teja, el adobe, la tapia, el bahareque, junto con los elementos


herbáceos y leñosos y, en algunos casos, el cuero y el hierro, formaban parte de los
componentes estructurales y decorativos de nuestras casas.

En atención a que en los tiempos iniciales el territorio de lo que hoy conforma el


país llamado Venezuela era una Capitanía General, solitaria, pobre y alejada de los
centros de poder y riqueza de las capitales virreinales, los conquistadores y
colonizadores tuvieron que adaptarse a esta situación de penuria y escasez,
además de la falta de tecnología apropiada para acometer las grandes empresas
de construcción y fundación de las ciudades.

20

En este sentido es comprensible que en


Venezuela los conquistadores y
constructores de ciudades se vieran en la
necesidad de utilizar sistemas
constructivos indígenas, pues estas
fueron las primeras viviendas vistas y
quizá habitadas por los propios
españoles. Luego, a su vez los indígenas
construyeron nuevas viviendas para los
españoles, añadiendo nuevos elementos
establecidos por los europeos, logrando
imponerse esta, en una mezcla que
fusionó los dos sistemas de construcción
enmarcados dentro de las
manifestaciones culturales del mestizaje.

Las descripciones, informes, censos y cuestionarios elaborados por los alcaldes


para la encuesta general ordenada por Felipe II en 1579 y un poco más tarde por la
histórica visita pastoral efectuada por el obispo Mariano Martí, entre 1771 y 1784,
se puede deducir que el uso de paredes de bahareque y adobes, así como los
techos de teja y paja, soportados por armaduras de horcones, ya era aceptada y
aplicada en las primeras casas coloniales.

El hermano Nectario María refiere el informe del obispo Martí acerca del estado
de la construcción de la iglesia parroquial de Quíbor:

La fábrica de dicha iglesia (parroquial de Quíbor) -escribe el obispo


Martí- es de paredes de adobes y tapia, cubierta de tejas, de mediana
capacidad y de muy corta duración, tanto por insubsistencia de sus
materiales, como por estar rendidas algunas maderas del techo
(Nectario María, 1942).

De la misma manera, escribió el padre Aguado, referido por Silva


Uzcátegui, acerca de la facilidad y rapidez con que se hacían las primitivas casas:

20
Detalle del techo de la casa de las Silveira. Foto de la colección particular del autor. Fecha de
hoy: 11 de marzo de 2014.

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…nadie se debe maravillar de que una ciudad… (se refiere a


Barquisimeto) se haya mudado tantas veces y con tanta facilidad,
porque como para hacerse una casa de las que en estos vecinos
moraban no fue menester muchos materiales de cal, piedra ni ladrillos,
sino solamente varas de arcabuco y paja de la sabana con mucha
facilidad hacían y deshacían una casa de estas… (Silva Uzcátegui (1959,
p. 18).

Aunque esas primeras viviendas se construyeran con maderas, paja, tejas y


tapias de barro, y a pesar de la existencia de estos recursos de relativa abundancia
y la piedra suficiente para las construcciones, es posible que los movimientos
sísmicos influyeran en buena medida en la idea de construir de bahareque antes
que de piedra u otro material resistente.

Hoy en día Barquisimeto ya no posee casas o monumentos auténticamente


coloniales que nos puedan referir a un pasado de herencia española, pues estos
edificios desaparecieron con el terremoto de 1812. Las casas de las familias
pudientes correspondían al tipo de construcción española sobre todo las de la Baja
Andalucía, es decir de las zonas calientes de España. Sin embargo, la tradición en
este sentido, basada más que todo en la utilización de ciertos materiales de
construcción y diseños de estructuras heredadas de España y otros países
europeos, se conservó inclusive hasta muy introducido el siglo XX.

Las casas urbanas se construyen de acuerdo a sistemas constructivos y


distributivos que reflejan normas y estilos de vida establecidos. Hasta muy entrado
el siglo XX la tradición hace que se sigan utilizando materiales naturales en la
construcción de casas. Durante todo ese tiempo se continuó empleando en la
construcción de casas ciertos elementos herbáceos y leñosos, así como también de
origen animal y de la tierra. Barro, piedras, rafas de mampostería y ladrillos,
cañabrava, paja, hojas de palma y maderas recias de varias clases, materiales
estos relativamente baratos que proporcionaba el ambiente natural. Algunos de
ellos eran procesados en manufacturas primitivas en las numerosas lagunas que
existían en la periferia de la ciudad, donde se fabricaban adobes de barro, ladrillos
y tejas cocidas en hornos.

Las clases sociales determinan la función y uso doméstico de acuerdo al


momento histórico y el gusto imperante. En la época de Guzmán Blanco, un eterno
enamorado de París, imperó el gusto por el boato, el lujo, el arte galante de vivir, lo
que se traduce, con mayor intensidad, en la Caracas finisecular, en una moda
constructivista muy de estilo europeo, afrancesado y elegante en las formas.

A Barquisimeto, es decir a la provincia lejana y atrasada, llegó tímidamente este


estilo guzmancista con la construcción de la Plaza Miranda (hoy Plaza Bolívar) con
un enrejado ornamental de hierro, de reminiscencias parisinas y se construye,
aunque no totalmente, el Teatro Juares, con fachada estilo renacentista, inspirada
en la moda europea. Ese gusto continúa hasta muy entrado el siglo XX con el
Parque Ayacucho, con ese gusto elegante que caracteriza a los faroles, los bancos
de mármol, el grupo estatuario, los jardines y el enrejado ornamental traído
precisamente de París, propio de una época esplendorosa.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Con el tiempo la ornamentación, los portones, las ventanas, los jardines, aleros y
balcones van sufriendo una evolución en su estilo. El antiguo alero de tejas
salientes es sustituido por el cuerpo ático y la cornisa, decorados con profusión de
encajes, arabescos con formas de rosetones, flores de lis y gárgolas. Se comienzan
a utilizar las
baldosas y
mosaicos de
mármol y
porcelana
decorada en los
pisos y medias
paredes de los
zaguanes. Se
pone de moda la
escalera de
caracol y la
ventana de hierro
sustituye a la
ventana colonial
de balaustres
contorneados de
madera.
Quinta Villa Carmen de don Roseliano Octavio, que estuvo
ubicada en la avenida 5 de julio (calle30). 21

De acuerdo con Gormsen (1965, p. 81), en Venezuela se puede observar una


insistencia en las formas habituales de construcción hasta bien entrado nuestro
siglo, así que difícilmente se puede deducir la edad de los edificios por el estilo de
construcción. Esto duró solamente mientras no se conocía otra cosa y se
satisfacían las necesidades prácticas, no teniendo esto nada que ver con el
tradicionalismo, sobre todo mientras se transforma la ciudad, por lo menos en el
centro, con edificios de varios pisos.

En una ciudad calurosa, aunque de clima benigno, las casas se construyen altas
para que circule el aire. Una casa característicamente barquisimetana de dueños
de clase alta tenía en la primera mitad del siglo XIX en la parte de afuera un gran
portón y piso empedrado para la entrada de los caballos, mulas y burros. Había un
albañal que recogía el agua de lluvia desde el patio hasta la calle.

Los cuartos se comunican entre sí y todos tienen las puertas orientadas hacia el
jardín interno, corredor de por medio. El piso es de ladrillos por lo general, aunque
algunas más aristocráticas tienen losetas de mármol en el comedor, con mesa
redonda, armario y alacena, vajilla con monograma y copas, como en la casa de
Don Serapio García, rico hacendado de la ciudad, situada en la antigua calle
Libertador (hoy carrera 19), cercana a la Plaza de Altagracia.

21
De la colección personal del autor.

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2.1.- MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN


Nuestros sistemas constructivos, por lo precarios, eran sencillos y prácticos. Igual
así los materiales: barro y madera en lo fundamental. Barro en las paredes, en los
pisos, columnas y techos. La piedra como soporte era utilizada muy poco en las
casas venezolanas de origen español, mientras que en las de piedra mayormente
se usaba en la tradición indígena, principalmente andina.

Las condiciones socioeconómicas de la colonia en nuestro país imponían un tipo


de construcción sin suntuosidades, sencilla y limitada a los materiales de
construcción proporcionados por el medio natural. La Corona de España mantuvo a
las provincias venezolanas en el más grande abandono por la falta de riquezas,
metales preciosos y, en general, por la pobreza de los habitantes, que dedicados a
la agricultura y la cría, era poco lo que podían disponer para los lujos y la
abundancia. Esta situación habría de reflejarse en la arquitectura y la construcción
de las casas, que lógicamente no podían rivalizar con las construcciones de los
Virreinatos del Perú y México en el uso de materiales de construcción lujosos como
la piedra y el mármol.

El ladrillo, la teja, el adobe, la tapia, el bahareque, junto con los elementos


herbáceos y leñosos y, en algunos casos, el cuero y el hierro, formaban parte de los
componentes estructurales y decorativos de nuestras casas.
22

2.2.- CÓMO NOS VEÍAN LOS QUE VENÍAN DE AFUERA


El naturalista y explorador alemán Karl F. Appun viajó por toda Venezuela durante
casi diez años, desde 1849 a 1858. "Under den Troppen" (En los Trópicos), editado
en 1871 en idioma alemán, reúne las más importantes anotaciones de viaje por
nuestro país y América. Entre las abigarradas descripciones naturalistas de la fauna
y la flora, se asoman a ratos interesantes observaciones de la forma de ser del
venezolano de ese entonces y su modo de vida, lo que constituye un valioso
documento testimonial que registra el tiempo histórico en que los Monagas
gobernaban el país. Ese libro de Appun apenas fue conocido por los venezolanos en
1961 cuando se traduce del alemán al castellano, en lo referente a la parte que
habla de Venezuela. Appun murió en Guyana a la edad de 52 años, en 1872.

Extraemos de ese libro Under den Troppen, la breve descripción que hace de
Barquisimeto a su paso por estos lares:

"Después de Valencia, Barquisimeto es la mayor ciudad del interior de


Venezuela, y muy parecida a Valencia en cuanto a estilo de casas, las
calles malas, los edificios derruidos y las diferentes plazas muy
deterioradas. Tiene algunas iglesias muy bellas, construidas por los
españoles, y unos edificios lindos; pero la estructura de la ciudad se
planeó en tiempos antiguos y las calles son tortuosas y sinuosas, y chozas
y casas están entremezcladas. Sin embargo, comparado con las ciudades
pequeñas, como por ejemplo Quíbor, El Tocuyo, etc., no causa en su

43
OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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totalidad una impresión desagradable. El comercio de Barquisimeto es


importante, ya que de allí van caminos hacia todas las otras ciudades del
interior y el camino principal de Puerto Cabello y de Caracas desemboca
allí. Los comerciantes mismos de Barquisimeto proveen con artículos
europeos a muchos marchantes de las ciudades más pequeñas del
interior, de modo que un bienestar considerable reina en la ciudad"
(Appun, K. 1872, pp. 343-344).

Esta opinión de Appun contrasta con lo expresado acerca de la ciudad descrita


por Soteldo23 a comienzos del siglo XIX, “tendida de este a oeste y un poco
descolgada sobre la falda del Turbio”, con “seis calles rectas, empedradas y con
aceras de laja”. Esta disparidad de opiniones es explicable porque aun cuando, de
acuerdo a lo expresado por Appun, que las “calles son tortuosas y sinuosas y las
chozas y casas están entremezcladas”, la realidad era que las casas no estaban
alineadas al nivel del borde de la calzada, a pesar de estar en calles rectas, pues
las viviendas sobresalían unas de otras.

Para 1877 Gumersindo Giménez asevera que la ciudad presenta varias


edificaciones en estado deplorable y debido a esto la ciudad no muestra una
imagen de prosperidad. Aquella ciudad de calles “tiradas a cordel”, para Sievers en
1888 es consideraba como algo semejante a lo dicho por Appun en “tanto es más
fea la ciudad, calle largas y uniformes, mal conservadas y su empedrado
insoportable, máxima monotonía, ninguna plaza pública que se destaque, en fin,
nada digno de atención…”. (Gormsen, Erdmann, (1965, p.47). El mismo Appun se
quejaba de no haber podido conseguir una posada de regulares condiciones para
poder pasar la noche.

2.3.- LAS CASAS SE VEÍAN MUY BONITAS


De acuerdo con los testimonios tanto de viajeros como de los habitantes de las
ciudades venezolanas, la apariencia general de las casas y edificaciones de variada
naturaleza era catalogada de elegantes, bellas y sólidas. El historiador y cronista
Oviedo y Baños, habitante de Caracas en 1723, así lo atestigua cuando afirma
“…sus edificios son los más bajos, por recelo de los temblores, algunos de ladrillos,
y lo común de tapias, pero bien dispuestos y repartidos en su fábrica…” (Becco, H.
1993, Iribarren, M. 2010).

Alexander von Humboldt en su visita a Caracas en 1799, asimismo acota


observaciones sobre la altura de las casas y los terremotos. Francisco Depons entre
1801 y 1804 también refiere sobre la hermosa apariencia de las casas y asegura
que ”las casas particulares son bellas y bien construidas; (…) después de
enjalbegadas lucen tan bien como si fuesen de sillería (…) el maderamen, bien
tramado, es sumamente elegante y de excelentes maderas (…)” (Becco, íbid).
Semejantes descripciones se hicieron también sobre algunas casas de
Barquisimeto por viajeros que pasaron por nuestros predios, como el del naturalista
y explorador alemán Karl F. Appun, ya señalado en este capítulo, quien viajó por
toda Venezuela durante casi diez años, desde 1849 a 1858.

23
Soteldo, Eliseo (1952). Crónicas de Barquisimeto. 1801-1854., p. 15.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Pero una cosa piensa el burro y otra quien lo va montando. Resulta que es muy
diferente la opinión de un viajero ocasional que la de quienes vivieron y sufrieron a
diario las vicisitudes de estas casas, bien sean de ladrillos, adobes o piedras. Hay
quienes critican sobre todo la calidad de lo construido. En los techos las cañas se
amarran con cabuyas que en poco tiempo se rompen, dejando aberturas entre las
cañas, por donde van cayendo pelotas de barro seco, terrones y polvo que ensucian
la casa y los muebles, así como los goterones a causa de las lluvias. A esto se le
añadía la preocupación constante de que los techos se derrumbarían en cualquier
momento, bien sea por una tempestad o un terremoto.

A Doña Josefa Aristiguieta le cayó en estas noches una lluvia de tierra en la


cabeza mientras dormía en su aposento. Salió corriendo pensando que era un
temblor. A don Timoteo García a la hora del almuerzo también le cayó un
terrón desprendido del techo en el plato del sancocho que estaba consumiendo
y le salpicó la cara y el liquilique, con tan mala suerte que al levantarse de la
mesa le cayó otro en la cabeza y salió al patio refunfuñando, mientras se
sobaba el chichón que irremediablemente se le formó.

Para completar este cuadro, hay que reseñar las graciosas bregas que se daban
cotidianamente en las casas entre sus habitantes y las puertas y ventanas. Las
puertas se descuadran, se secan, se abren, se tuercen, bien sea por mala
construcción o calidad de las maderas. Esta diaria batalla con las puertas y
ventanas hacía que la gente inventara una serie de “mañas” para abrirlas:
golpeando con la rodilla, empujando media hoja, moviéndolas de un lado o con el
consabido puntapié en la parte baja.

Toda esta situación llevaba a que al cabo de un tiempo (unos ocho o diez años)
se hacía necesario reparar y en algunos casos cambiar techos, tejas y vigas y hasta
puertas y ventanas carcomidas por el comején y la humedad. Lo mismo sucedía
con las paredes, que siendo hechas de barro, eran tan frágiles que no se podía
colocar un clavo ni colgarse un objeto pesado porque se desprendía el mismo,
produciendo descalabros y arrastrando pedazos de tapia. A todo esto, hay que
añadir la incómoda y desagradable cohabitación con infinidad de alimañas y
sabandijas como cucarachas, hormigas, arañas, bachacos, taras, murciélagos,
tuqueques, ratas, ratones y hasta culebras y rabipelados.

En fin, sería como pedir demasiado que estas casas fabricadas de barro y
maderas resistieran el paso de los años sin contratiempos, por lo que no se les
podía exigir durabilidad como las casas de piedra europeas hechas para durar
siglos. Los alarifes de cuchara criolla puede que no hubieran tenido la mejor y más
resistente tecnología constructiva en cuanto al tiempo y los terremotos, pero aun
con todas sus limitaciones disponían de lo mejor que podían, y hoy podemos
percibir que es casi por puro milagro que algunas de nuestras edificaciones aún
permanezcan en pie (Iribarren, 2010, op cit.).

Las casas más modestas por lo general no tienen zaguán, pero en las casas
solariegas, además del portón poseen el entreportón, de romanilla de madera más
liviana que el portón de la calle, con celosías o decoraciones caladas para la
ventilación en su parte superior, colocado casi siempre a media pared para que
circule el aire fresco. Además de romanilla algunos entreportones llevan figuras

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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labradas y vidrios coloreados. El postigo sirve para ver quién llega y toca la puerta.
A veces otra puerta da al zaguán: la del escritorio del dueño, para así tratar éste
sus negocios sin necesidad de que los visitantes entraran forzosamente en
contacto con los sitios de estar íntimo. La iluminación es por candiles de aceite de
tártago o de marrano, que se apagan temprano. Pronto llegará la electricidad.

Es costumbre dejar abierto todo el día el portón exterior, que de haber


permanecido cerrado interrumpiría la ventilación. Los pisos de los zaguanes se
decoran con empedrados formando motivos geométricos utilizando para ello
adoquines, huesos, lajas y ladrillos. Es de hacer notar que las fachadas de las
casas a menudo tienen importancia desde el punto de vista arquitectónico y por su
significación social. Los mantuanos de la colonia colocaban el blasón familiar en la
fachada de sus casas y un nicho con el santo patrono del hogar.

La caballeriza es techada y tiene puesto para dos o tres caballos con su


correspondiente “batea” para el alimento de las bestias, En algunas casas hay
unas dos o tres vacas y algunas cabras y chivos, así como también gallinas,
cochinos, pavos y otros animales domésticos como pájaros de todas clases, loros,
pericos, perros, morrocoyes y quizás peces. El estanque y el aljibe almacenan agua
de lluvia o cuando la traen en chirguas, tanto en mulas como por robustos
aguadores desde Macuto y el río Turbio.

2.4.- LA CASA Y EL PATIO


La casa colonial se desarrolló a partir del atrio romano. El “principio del patio”
define la disposición de las estancias y dormitorios que carecen de ventanas hacia
la calle. El patio es la solución para el clima tropical. Fuente luz y aire y espacio
para actividades familiares. El patio es el centro de la casa y enlace de las
habitaciones. En la colonia el patio principal estaba empedrado y tenía una pila o
aljibe en el centro. Con el correr de los años esos patios se van transformando con
la colocación de tinajones con algunas plantas sembradas que venían a hacerle
compañía a la vieja pila española y poco a poco se va eliminando el empedrado,
sucediendo esto ya en la época republicana (Gasparini, 1961, op. cit).

Los dormitorios se abren hacia un corredor que a su vez rodea al patio. En la


habitación principal se aplican detalles decorativos. Las puertas son de dos hojas
con trabajos de labrado en el lado de afuera. Hacia el interior se anexa otro patio
en parecidas circunstancias, con la cocina o fogón y las habitaciones de la
servidumbre, y mucho más atrás, si hay lugar disponible, se hallan los corrales con
árboles frutales, caballerizas y huertos (Gormsen, op. cit. p. 20).

En las puertas y ventanas los huecos tienen dintel formado por tablas gruesas
colocadas horizontalmente. En las puertas y postigos se utiliza la modalidad de
carpintería decorativa. El país ofrece gran variedad de maderas. El cedro se utiliza
para trabajos de calidad, para piezas sometidas a mayores esfuerzos, lo que dio
preferencia a las maderas duras o de corazón.

Los corredores rodean al patio por sus cuatro costados. Cuando la superficie es
reducida se desarrolla en tres lados. En las casas más modestas sólo dos lados en
forma de L: el que comunica con el zaguán y el que corre a lo largo de las

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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habitaciones. Los corredores pueden ser adintelados o lucir arcos. Los soportes son
columnas cilíndricas.

Otros patios, aunque no tenían la importancia representativa del principal, no


dejaron de ejercer una definida función de utilidad para el desenvolvimiento de las
labores domésticas. En esos lugares trabajan las personas de servicio, donde está
la cocina con campana y fogón. Se lava y se asolea la ropa y están las habitaciones
de los sirvientes. En el interior del país hay un solo traspatio de dimensiones
amplias (Gasparini, 1961: 123-133).

2.5.- ENTRE PORTONES


Y ALDABONES

Es posible que todavía consigamos


algunos tesoros en cuanto a portones
y a sus herrajes se refiere, campo este
poco estudiado en nuestra ciudad. El
portón es un elemento que le añade
valor arquitectónico a la edificación a
la cual pertenece. Además de ser el
punto de entrada a la casa, simboliza
el grado y poder social del propietario. Aldabón del portón de la casa de las Silveira.24

Los portones de las iglesias coloniales suelen ser de dos pesadas hojas de
dimensiones monumentales, de entre tres y siete metros de altura y cuatro o cinco
de anchura. Al ser las puertas muy grandes y pesadas, se incorpora el postigo, una
pequeña puerta sostenida por bisagras, utilizada para el acceso de las personas en
el uso cotidiano de entrada o salida de las personas. Las puertas grandes se abrían
durante la misa o para la salida y entrada de las andas de las procesiones
religiosas y para otros acontecimientos especiales y los días de fiesta.

Los portones de las casas privadas son más pequeños, construidos a escala
humana. Hay otras puertas para la entrada y salida de las caballerías, carruajes y
carretas. (Hostnig, R. 2010). Las puertas y portones dan entrada al zaguán y
ostentan en la parte exterior, la que da hacia la calle, tallados, adornos, aldabas y
aldabones, bocallaves, argollas, tiradores, picaportes, llamadores, clavos de
fundición artística y otros herrajes de bronce o hierro que le proporcionan estética y
a la vez un aspecto de solidez, de acuerdo con las posibilidades económicas de los
dueños.

24
Colección particular del autor. Fecha de hoy: 11 de marzo de 2014.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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2.6.- JARDINES, LOS DE ANTES


¿Cuáles plantas se cultivaban en los tiempos pretéritos en nuestros jardines?
Los jardines coloniales estaban llenos de distintas variedades de plantas y flores.
Jardines y huertos proporcionaban no sólo belleza, sino también plantas
medicinales. Arístides Rojas, cuenta que en su época de infancia y juventud en
Caracas había pocos jardines. En cambio, Oviedo y Baños al describir el valle
caraqueño afirma que hay "tanta variedad de flores que admira su abundancia todo
el año". Ambos tienen razón. La Caracas de don Arístides estaba llena de ruinas y
escombros dejados por el terremoto de 1812, aunado a los desastres de la guerra,
por lo que se hace difícil imaginar la ciudad que describe Oviedo y Baños, lleno de
vergeles por doquier.

Reconstruyamos la imagen de cómo eran esos jardines de antaño y de hoy


también. La Colonia nos legó el jazminero de España y la República la orquídea o
Flor de Mayo. Toronjil, jazmín del Cabo, rosales y limoneros, granados, manzanilla y
palmas, llenaban los espacios de los patios de las casas. ¿Cuáles otras habían y
cuál era su utilidad? ¿Cuáles era las más comunes? ¿Cuáles mitos o costumbres se
asociaban a dichas plantas? Demos un paseo por ese jardín.

Además de proporcionar luz y ventilación, algunos patios poseían fuentes o pilas


y aun acequias, que junto con el sonido del agua, acompañaban a las flores y sus
aromas. La vistosidad de las plantas, le daban encanto, vistosidad y gracia a los
salones, corredores y estancias de la casa, así como engalanar fiestas, domingos
familiares, saraos, veladas, tertulias y banquetes.

En el jardín romántico no podía faltar el mirto de los poetas para atraer el canto
de los pájaros. La flor de reseda, rosas, jazmines, claveles, tulipanes, cayenas,
trinitarias, isoras, cañas de la India, berberías, helechos y palmas, reminiscencias
de los espléndidos y generosos jardines llevados por lo árabes a España y Europa y
luego trasladados y trasplantados a nuestra América, fueron los testigos de las
vivencias y recuerdos de ese nuestro mundo.

El jardín era también la botica o farmacia, que proveía las plantas medicinales y
alimenticias: yerbabuena, mejorana malojillo, romero, llantén, hinojo, vainilla,
sauco. Más allá, cerca de la cocina o por los pretiles del patio interior estaba la
zábila y la totuma guindando del clavo, haciéndole compañía el viejo tinajero y
bernegal con líquenes. En el huerto, los limoneros, granadas, lechosas, cambures y
aguacates.

2.7.- LA CASA-QUINTA
El concepto de casa-quinta nos viene de la colonia española, referida a aquella
vivienda alejada de los centros urbanos y que servía para el descanso y
alejamiento del ruido y del tráfago humano. Sus características de ruralidad en un
principio la colocaban ligada a la huerta y las plantaciones, pero luego, con el paso
del tiempo, la casa-quinta se vuelve urbana, no como edificio menor, sino como una
manera de ver la vida, una evolución de los gustos arquitectónicos en un nuevo tipo
de vivienda con nuevas estructuras y distribuciones de la casa urbana, ornamentos,
elementos prefabricados de madera, planta simétrica, paredes de mampostería,

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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techos de tablas y tejas o metálicos, galerías perimetrales con balaustres de


madera, modificaciones de orden técnico, constructivo y estilístico, alejada del
modelo tradicional de la estructura básica de las casas coloniales.

La modernidad ansiada por el venezolano de fines del siglo XIX pronto habría de
sacrificar recuerdos, memorias y antigüedades como es el caso de la época de
Guzmán Blanco con la construcción de la Guzmania en las cercanías de la Guaira,
que representa ese cruce de tiempos del olvido como condición para alcanzar el
modernismo.

El advenimiento del siglo XX llega al mismo tiempo que los grandes inventos que
hasta ese momento se están desarrollando en el mundo. El automóvil, el cine
silente, el fonógrafo y otros artefactos transforman las costumbres de las personas
en el planeta entero. Se difunden las revistas de modas y publicaciones donde
aparecen retratados los grandes artistas del celuloide frente a sus casas y quintas
en el lejano Norte, trayendo esto como consecuencia una fiebre de imitación en
cuanto a vestimentas, costumbres y estilos de vida de otras latitudes.

Barquisimeto no escapó a este reto. Para 1915 en la sección “Edificios”, del libro
“Barquisimeto. Organización política, comercio, industrias, agricultura y cría.
Informaciones útiles. Directorio general” (p. 46), se menciona la “casa-quinta del
señor H. Lammers, en la calle Wohnsiedler”, entre otras construcciones
particulares “modernas”, como la casa de tres pisos del general Ignacio A. Ortiz y la
de dos pisos del señor Domingo González, ambas en la calle del Comercio.

Con la llegada de Eustoquio Gómez a Barquisimeto en 1929, la parte occidental


de la ciudad, que para esa época era sabana y matorral con una que otra casa
diseminada sin planificación, comienza a ser urbanizada y a trazarse nuevas calles.
Durante la década de los años 20 y 30 la crisis económica mundial había impedido
en cierto grado la consolidación y crecimiento de nuevos espacios. La ampliación
en realidad fue mínima, tomando en cuenta que dentro de esta área se encontraba
el Parque Ayacucho que representaría un signo de prosperidad.

Este hecho representa en cierta forma, un rompimiento con los viejos conceptos
urbanísticos en uso. Se comienzan a construir en las inmediaciones del parque las
primeras casas-quintas, producto de la moda importada de Estados Unidos y en el
centro de la ciudad los primeros y modestos edificios.

Es en ese tiempo que comienza a decaer el estilo colonial tradicional y el uso de


los materiales de construcción, junto con una nueva disposición espacial de los
ambientes hogareños. Desaparece el zaguán y el alero; el jardín, que antes estaba
ubicado en el interior de la vivienda es sacado al exterior porque existe el criterio
urbanístico que postula que el jardín –y la casa misma- debe ser para agradar al
transeúnte que pasa por la calle.

2.8.- LAS CASAS DE GOBIERNO EN BARQUISIMETO


Desde la época colonial las más importantes ciudades de Venezuela
poseían un Cabildo como representante legal de la ciudad y el órgano de la
autonomía municipal, por medio del cual los vecinos velaban por los problemas

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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administrativos, económicos y políticos de la jurisdicción. La sede del Cabildo se


construía casi siempre frente a la Plaza Mayor.

Una de las casas de gobierno más antiguas fue la que ocupó el gobernador
Martín María Aguinagalde, quien fue asesinado en la misma en el año de 1845,
Quedaba en la carrera 19 esquina de la calle 22. Pocos testimonios de cronistas
refieren la existencia de esta sede gubernamental.

La residencia que
ocupaba el despacho
del gobernador, el
Poder Judicial, la
Diputación Provincial
y el Concejo Municipal
desde la época del
héroe epónimo
general Juan Jacinto
Lara fue construida a
fines de 1844, de
acuerdo con don Raúl
Azparren (1972).
Quedaba en la
antiguamente
llamada Calle Real,
después Libertador y hoy carrera 19 entre calles 24 y 25, donde una vez estuvo
años después el hotel Pérez Correa, al lado del Palacio de Gobierno de la calle 25
esquina de la carrera 19. 25

El presidente del Gran Estado Barquisimeto (al fusionarse los estados


Barquisimeto y Yaracuy), general Jacinto Fabricio Lara (hijo del prócer) (enero 1877-
mayo 1879) adquirió una casa de dos pisos que ya tenía varios años en desuso y
casi en escombros, que una vez sirviera de teatro, gallera, juegos de dados y
naipes, carpintería (se fabricaban urnas y catres), posada, peluquería, salón de
billar y cantina. Esta casona estaba situada en la carrera 19 con esquina de la calle
23, a una cuadra y media de la que había comprado su padre, que fue destinada a
cuartel y hospital militar, mientras la de Corral y Mayor era refaccionada para ser
convertida en la Casa de Gobierno por el año de 1882.

Esta casa de gobierno fue luego derribada por el presidente del estado general
Rafael María Velasco en el período de 1920 hasta 1925 y levantó una nueva sede
de gobierno, con amplios corredores y un gran patio central, la cual fue inaugurada
el 19 de diciembre de 1922 alegrado con un rumboso baile amenizado por el
músico valenciano Rafael Romero (padre de Aldemaro Romero, músico, compositor
y director de orquesta)., la Inspectoría de Vehículos y el Cuartel de Policía. Años
después se instaló la Jefatura de Servicio de Conscripción Militar y luego funcionó
la escuela Jiménez. , pasando a ser luego patrimonio de Fundalara hasta que en
1978 fue demolido para construir la actual sede de la gobernación.

25
Foto tomada del libro electrónico de Alexander Moreno, Barquisimeto en Primera Persona. Año 2007-

50
OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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26

En esta casa despachó el


general Eustoquio Gómez hasta
el año 1933, luego de que este
último gobernante construyera el
llamado Palacio de Gobierno de
la calle 25 con carrera 19,
inaugurado con otro baile que
tocó la Mavare el 19 de diciembre
de 1933.

Este Palacio de Gobierno construido por Eustoquio Gómez en realidad había sido
decretado por el presidente de la república general Cipriano Castro en su visita a
Barquisimeto a inicios de 1908. En esa oportunidad la Diputación Provincial le
solicita la construcción de un palacio que sirviera de sede al gobierno del estado e
incluso se le señala el terreno donde podría construirse: una plazoleta denominada
“La Hidalguía”, llamada así porque durante mucho tiempo estuvo colocado un aviso
o valla publicitaria de unos cigarrillos con ese nombre.

Los planos de esa Casa de Gobierno fueron realizados por el ingeniero Luis
Muñoz Tébar. Un segundo piso estaría destinado a la Asamblea Legislativa, que hoy
es el actual “Salón Martín María Aguinagalde”. Pero ese año de 1908 sería el
último del mandato de Castro, pues en diciembre de ese año el general Juan
Vicente Gómez se hace del poder, quedando, por lo tanto, interrumpida la
construcción del Palacio de Gobierno durante 22 años, convirtiéndose en un
cascarón desvencijado y ruinoso, con la estructura a medio hacer.

En 1922 llega Eustoquio


Gómez a Barquisimeto y le
correspondió ejecutar el viejo
proyecto del Luis Muñoz Tébar.
Fue el ingeniero Roland
Coultroux quien procedió a
hacer pruebas de resistencia
de paredes y bases de la
edificación y se construyó el
Palacio de Gobierno siguiendo
los planos de Muñoz Tébar. El
segundo piso se reservó para
un salón de recepciones y el
pintor inglés Walter Beck pintó 27

el techo del mismo, que hoy es el salón Martín María Aguinagalde.

Mientras se construía el nuevo Palacio de Gobierno, Eustoquio Gómez


despachaba en otras viviendas: en el hotel Universal, en la carrera 19 esquina

26
Ídem.
27
Ídem.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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suroeste de la calle 24; luego en la vieja casa del general Torrellas Urquiola, al lado
del Palacio Episcopal en la calle 26 frente a la iglesia Concepción; en la quinta de la
familia Salom en la carrera 16 entre calles 26 y 27 y por último en la conocida casa
de la carrera 17 con calle 25, diagonal a la plaza Bolívar (propiedad del general
Pedro Lizarraga).

Se contrataron los mejores alarifes para construir la obra y ebanistas y


carpinteros para hacer las puertas y ventanas y se le pusieron mosaicos a los pisos
por parte de la fábrica de don Agustín Alvarado. Una vez engalanado el Nuevo
Palacio de Gobierno, fue inaugurado con la debida pompa el 19 de diciembre de
1933, en coincidencia con los 25 años de las bodas de plata de la Rehabilitación
Nacional, faltando
dos años para la muerte de Juan Vicente Gómez y del propio Eustoquio en 1935.

2.9.- LA CASA DE LAS MUÑECAS


La llamada Casa de las Muñecas, que estaba ubicada en la carrera 17 con la
calle 20, esquina sureste, fue construida por el señor Juan Antonio Fonseca a partir
del año 1932 y su construcción duro 17 años aproximadamente. El señor Fonseca
y su familia la habitaron hasta 1954
La importancia de esta casa deriva no porque haya sucedido un acontecimiento
histórico de relevancia, sino del hecho de que su arquitectura ecléctica representó
algo insólito para su época en los años 30.

28

El maestro Fonseca, dueño de esa casa, era


el constructor de Eustoquio Gómez y muchas
de las edificaciones que bordean el Parque
Ayacucho y sus cercanías fueron de su
hechura o participó en su construcción.

Los elementos de esas casas, tales como


molduras, columnas, cornisas, ventanas,
escaleras de caracol, ornamentos, arcos,
balcones, flores de lis y otros, los aprovechó
Fonseca para su casa de habitación,
seguramente inspirado en postales, cromos y
fotografías de casas exóticas, pero adaptadas a su imaginación. Las llamadas
"cariátides", que ostentan su portal, de reminiscencias griegas, es un ejemplo de
ello.

También está el hecho de poseer un jardín exterior como las viviendas que
rodean el Parque Ayacucho y además de tener el primer piso de platabanda que se
conoció en la ciudad. Imaginemos la atención que debía llamar una casa como esa
prácticamente "en medio de la sabana", fuera de todo estilo conocido hasta ese
entonces que era el colonial. De ahí su importancia. Era todo un compendio de los
sistemas constructivos de una época en cuanto a estilo, materiales de construcción

28
Ídem.

52
OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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como el cemento romano y materiales tradicionales como el adobe, ornamentos,


planta física, entre otros.

2.10.- LA CASA DONDE LLEGÓ EL LIBERTADOR


29

La casa donde llegó, fue agasajado y


pernoctó el Libertador Simón Bolívar
en su segunda visita a nuestra
ciudad el 14 de agosto de 1821,
estuvo situada en la llamada Calle
Real, luego Libertador y hoy carrera
19 entre calles 21 y 22, acera norte.
En pleno barrio de Altagracia. Esta
casa pertenecía a don Juan de
Amaral y posteriormente fue dividida
en dos, adquiridas luego por don
Walterio Pérez y el doctor Eladio del
Castillo. Estas casas fueron demolidas posteriormente.

La casa del doctor Eladio del Castillo tenía una placa en la fachada, en donde se
hacía referencia a la visita del Libertador, aunque en realidad tal acontecimiento se
efectuó fue en la casa situada justo al lado izquierdo, donde quedaba el zaguán de
la casa de don Juan de Amaral, la cual originalmente era una sola construcción,
antes de ser dividida.

Fue una casa histórica e


importante, pues en el zaguán de
esa casa descrita se reunió el
Estado Mayor del Libertador y se
dio el acuse de recibo de la
Constitución de Cúcuta que habría
luego de firmar el propio Bolívar
ese mismo año. También en esa
casa Bolívar ofreció construir para
Barquisimeto su primer acueducto

30

La Constitución de Cúcuta,
también conocida como
Constitución de la Gran Colombia o
Constitución de 1821 fue el resultado del Congreso de Cúcuta que se desarrolló el

29
Foto tomada del libro de Raúl Azparren, Barquisimeto, paisaje sentimental de la ciudad y su
gente. 1972.
30
Cama donde habría dormido el Libertador en su visita a Barquisimeto. Colección particular
del autor.

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30 de agosto de 1821 y cuyo objetivo principal fue crear la República de Colombia


mediante la unificación de la Nueva Granada (Colombia y Panamá) y Venezuela.
Ocurrió después de la Batalla de Carabobo (24 de junio de 1821), que dio
oficialmente la independencia a Venezuela y luego de la liberación de Caracas,
Cartagena, Popayán y Santa Marta.

2.11.- LA CASA DE LAS SILVEIRA


31

La Casa de Las
Silveira, hoy sede del
Museo Histórico
Bolivariano Casa de Las
Silveira, evoca una de
las últimas y viejas
casonas de las que
sobrevivieron al
terremoto de 1812 y
sus habitantes, las
hermanas Blanca,
Emma y María Silveira,
marcaron pauta en la
historia cultural de
Barquisimeto. Historias,
leyendas y tradiciones orales han circulado en torno a este inmueble, algunas de
ellas no comprobadas con certeza. La casona perteneció a Domingo de Alvarado,
integrante del Congreso Constituyente que declaró la Independencia y fue hospital
de sangre durante la guerra independentista.

En la casa funcionó el despacho del Alcalde de 2da. Elección de la ciudad don


Francisco de Paula Escalona y la oficina de las Rentas Municipales en la Colonia.
Se cuenta que el Libertador Simón Bolívar en su visita a Barquisimeto fue
obsequiado con un baile en su honor en el salón principal de esa vivienda el 14 de
agosto de 1821 y en ella bailó Simón Bolívar con la niña María del Rosario Guzmán
Briceño.

Antaño este antiguo caserón había pertenecido a Domingo de Alvarado,


integrante del Congreso Constituyente que declaró la independencia de Venezuela.
También funcionó la oficina de rentas municipales en la Colonia. Fue sede del
seminario San Agustín y fue cárcel real, con un sótano donde se recluía a los presos
por temor a los terremotos.

Estuvo habitada esta casa desde 1860 por los descendientes maternos de doña
Palmacia Barrios de Yépez, que, de acuerdo a las tradiciones orales de la familia,
llevaba el apellido Barrios por uno de los fundadores de Barquisimeto, don Damián
del Barrio.

31
http://correodelara.blogspot.com/2014/09/el-barquisimeto-de-ayer-hoy-y-siempre.html
Fecha de hoy: 15 de enero de 2018.

54
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2.12.- LA CÁRCEL LAS TRES TORRES


32

Construida a
finales de siglo
XIX con la
intención de
sustituir la
antigua cárcel de
la Corrección que
estaba ubicada
en la carrera 18
cruce con calle
21. En 1896 el
general Aquilino
Juares,
gobernador de
ese entonces,
encomendó al
ingeniero Luis
Muñoz Tébar la edificación de esa obra, la cual se levantó en un terreno ubicado en
la carrera 15 entre calles 31 y 32. Las bases y cimientos estaban hechas de
calicanto y las paredes eran de tierra pisada de 50 centímetros de espesor y tres
metros de altura. Sus divisiones internas comprendían salas de hombres y mujeres,
menores de edad, arrestados comunes y con sentencia, así como un tétrico espacio
para los permanentes presos políticos con salas de torturas y de penurias. Fue
demolido en 1946.

32
Foto tomada del libro electrónico de Alexander Moreno, Barquisimeto en Primera Persona.

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CAPÍTULO 3:
LA VIDA SOCIAL

33 34

El siglo XIX es el siglo del romanticismo. Todo hogar con aureola de honorabilidad
y de prestigio social debía tener entre sus integrantes un “doctor y general”, un
médico, un abogado o miembro de un alto cargo de prestigio, privado o público,
pero también un poeta, un músico o un pintor. En las tertulias y reuniones, ahora
llamadas “soiree”, de acuerdo con la moda del gusto por lo francés, el poeta es el
convidado principal. El joven, la señora o señorita de la casa confecciona un álbum
de versos escritos para ser leído en las reuniones.

Daniel Mendoza, poeta y escritor de costumbres nacido en Calabozo en 1823


describe el ambiente de su época en la crónica denominada Los muchachos a la
33
Polisson, el sofá en la rabadilla.
https://www.google.co.ve/imgres?imgurl=http%3A%2F%2Fwww.blog.dentelle-et-habit.com%2Fwp-
content%2Fuploads%2F2013%2F06%2FPolisson_3_1.jpg&imgrefurl=http%3A%2F%2Fwww.blog.dentelle-et-
habit.com%2F%3Fp%3D807&docid=mEvR9hEeeTQglM&tbnid=erUBSNKiy9tjhM%3A&vet=10ahUKEwjejOTu3_DX
AhVBhOAKHV2TCEgQMwgyKA4wDg..i&w=754&h=1019&hl=es-
419&bih=669&biw=1280&q=polisson&ved=0ahUKEwjejOTu3_DXAhVBhOAKHV2TCEgQMwgyKA4wDg&iact=mrc&
uact=8
34
Crinolina.
https://www.google.co.ve/search?hl=es-
419&tbm=isch&source=hp&biw=1280&bih=669&ei=eNMmWo3VO7CJ_QafsIjYCA&q=crinolina&oq=crinolina&gs_
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moda. Pepito, imberbe de no más de 14 años, pertenece a la especie de los poetas


hogareños, que en borroneadas hojas muestra sus poemas a las visitas:

-En ese caso –dijo el papá-, léele las poesías que compusiste a imitación
de Zorrilla.
-No, papá; miente usted dos veces: primero, porque cree que es un
animal, y segundo, porque, aun cuando fuera, no ha habido imitación:
Zorrilla y yo hemos coincidido en algunas cosas. 35

El centro de la vida social de la familia es la sala de la casa, donde se recibe a las


visitas de cierta intimidad y es un lugar de mucho respeto, donde el protagonista es
la cortesía, la compostura y la urbanidad. Hay alfombras que cubren la sala y se
colocan los mobiliarios principales: el pesado sofá y los sillones a los lados. Luego
viene el comedor, de esplendorosa caoba en las casas señoriales, sillas de brazo
con asiento de vaqueta son de gran tono, aparatosos armarios y en las casas más
ricas, abigarradas vajillas y cubiertos de plata labrada y de oro, con monograma de
los dueños.

En las residencias donde hay bibliotecas, estas pueden ser abiertas o


encristaladas. Y si el dueño de la casa tiene despacho, hay escritorios con tintero,
pluma de ave y las respectivas arenillas para secar la tinta. En las casas ricas las
salas lujosas están cubiertas de espejos con elaborados marcos de hojilla de oro,
cenefas con cortinas de damasco en las ventanas y puertas, asientos rellenos de
cerda con labores, bordados y filetes dorados.

El mobiliario en general sufre cambios de acuerdo con los gustos. En


Barquisimeto la gente rica usa sillas y pesados muebles de cuero repujado y clavos
plateados. Hay afición por los paravanes, tapetes y plantas. El estilo que impera es
el Luis XV a finales de siglo XIX y continúa tardíamente a principios del XX.
Hay pianos verticales cubiertos por un chal, cubreteclado bordado y taburete con
rosca. También mesas con faldas, mesas de labor, cajones de sastre, relojes,
candelabros, adornos sobre repisas, retablos y figuras de santos, jaboneras de
plata o de porcelana, esponja y cajas de polvos, frascos, perfumes y vaporizadores.

En la habitación principal la puerta debe estar siempre abierta. Los aposentos de


la casa deben conservar una pulcritud primorosa y no debe permitirse la entrada
sino a quien visita o es recibido en agasajo. En la habitación se encuentra la
encopetada cama nupcial, en la que hay colchas de damasco, profusión de
almohadas rellenas de plumas de ganso y adornadas de encajes. A un lado de la
habitación se encuentra el armario de luna, símbolo de opulencia burguesa. A
veces en el dormitorio o en local adjunto está la mesa de tocador con faldas de
satén y un tapete cubriendo el mármol, junto con la peinadora de reluciente espejo,
con frascos, pomos, perfumes, cepillos y demás afeites para las ostentosas damas.
Sobre este o sobre un soporte especial, aparte, se sitúa el aguamanil con jofaina y
jarra,

35
Mendoza, Daniel, en Picón Salas, Mariano (1980). Antología de costumbristas.

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El gusto por lo exquisito y las modas imperantes van cambiando según los años,
pero el humilde tinajero con bernegal, líquenes y helechos permanece durante
muchos años en su sitio, por lo general cerca del fogón de topias.

3.1.- LA VIDA GALANTE


En cambio, la vida social galante se hace en los grandes salones sociales y en el
teatro, principalmente. En las casas o en locales apropiados para ello, los bailes,
las verbenas, los banquetes y las veladas artísticas son la oportunidad para pasar
el rato, para ver y ser vistos. Damas y caballeros llevan sus mejores galas. Las
mujeres con sombreros gigantes y flores; los hombres con relucientes pumpás,
bastones y leontinas, se abren paso entre el público culto para asistir a las veladas
artístico-literarias, en donde se escenifican cuadros vivos, conciertos de piano y
violín, escenificaciones de teatro y recitales de poesía y canto.

3.2.- UNA DESCALABRADA VELADA


En el día de ayer, varias damas de nuestra sociedad han protagonizado
una deliciosa velada artístico-literaria como un obsequio a la sociedad
barquisimetana en este año de 1884. Para llevar a cabo tan lucido
acontecimiento se dispuso una interesante exposición pictórica y un
recital poético acompañado por las cadenciosas notas musicales de tres
de nuestras más excelsas pianistas que ha dado la urbe, amén de un
suculento banquete alusivo al acto, cuyo menú estuvo compuesto por
melón glacé au Clicot rose, escalopes de dorades à la parisienne y foie
grass de Strasbourg en croutes, rociado con vinos como Chablis
Moutonne, Mouton Rothschild 1881 y la infaltable champaña Veuve
Clicot Ponsardin. El acto se realizó en los espaciosos salones de la
Escuela de Artes de nuestra ciudad, donde se congregó lo más granado
de los círculos intelectuales y gubernamentales por invitación expresa
de su digno Director.
Desde los altos poderes del Estado a la cabeza del Presidente y de la
Iglesia por su Señoría Ilustrísima y Obispo de la Diócesis, hasta los
caballeros pertenecientes a la élite galante que acompañaba al pensil
poético de nuestras damas, todos hicieron acto de presencia para
contemplar el agraciado producto de la imaginación, el talento de las
pintoras y las finas ejecuciones declamatorias y musicales de las
concertantes invitadas.
Luego del discurso de rigor por parte del Presidente del Estado, los
concurrentes pasaron al salón contiguo al vestíbulo para contemplar
con ingenua admiración los dibujos y cuadros, llevando los asistentes
las más gratas impresiones y satisfacciones por las obras exhibidas.
Más tarde se pasó al salón del banquete donde se dio comienzo al
recital por parte de la hermosa y joven señorita Amalia González,
llamada no sin razón el “Ruiseñor de Barquisimeto”, con la ejecución
preliminar de un aria de Rigoletto, acompañada al piano por su
hermana y no menos talentosa Eleuteria. Luego entra en escena la
distinguida, refinada y lánguida poetisa doña Martina Franceschi, de

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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grandes y melancólicos ojos pardos, tez blanca y de alto talle, quien se


disponía a recitar un poema de su propia inspiración.
Suenan los acordes del piano y de sus lacrimosas notas se desprende la
palabra de la connotada rapsoda. Apenas dio comienzo a sus líricas
notas, cuando un perro desde la acera frente a la calle comenzó a ladrar
insistentemente, mientras los tiesos invitados, con gestos de
reprobación se miraban los unos a los otros.
La trovadora intentaba declamar con voz más fuerte para ahogar los
incómodos ladridos del cánido, haciendo que sus quejas líricas se
transfiguraran en un mascullo confuso e ininteligible, acompañado por
los ladridos. Insistió con sus versos y durante unos largos 20 minutos
las cadenas de rimas se fueron desgranando una a una, tratando de
hacer caso omiso a los censurables aullidos del intransigente
cancerbero. Cuando la dama terminó de perorar, inmediatamente el
perro cesó sus ladridos.
El vejatorio acontecimiento causó la natural desazón no sólo entre los
oyentes del recital, sino en la atribulada dama, quien presa de una
irreprimible vergüenza y desconsuelo, sintió un frío que le comenzaba
por los pies y fue subiendo por la cabeza hasta desplomarse
desvanecida y tendida en los multicolores mosaicos del salón, con tan
mala suerte que se derrumbó sobre don Antonio Galíndez, caballero de
ilustres prosapias, con bastón, leontina y pumpá, derrumbándose este a
su vez sobre doña Cleotilde Barragán, quien fue golpeada en la cabeza
con el bastón de don Antonio.
Doña Cleotilde, a su vez, con el sobresalto y el dolor por el bastonazo
proferido por don Antonio, con la punta del paraguas que llevaba la
doña, casi le saca un ojo a don Heraclio Palafox y Durán, venerable
anciano de nuestro ilustre procerato local, quien llevando sus manos a
los ojos, perdió el equilibrio y logró amortiguar su caída al caer sobre
los robustos y generosos pechos de doña Graciana Álvarez, lo que lo
salvó de una fractura segura en alguno de sus huesos.
Doña Graciana intentó incorporarse aferrándose de la punta del mantel
de la mesa donde estaban los condumios del buffet acomodado para la
velada. Fue así que toda la vajilla, copas de cristal de Baccarat y platería,
junto con el lechón y los crêpes cayeron en una confusión estrepitosa y
la crema chantillí embadurnó los finos encajes de los vestidos de las
damas y los sombreros de los caballeros.
Al final todos se fueron refunfuñando y lo único que quedaba era que
los empleados de limpieza terminaran de sacar el champagne
derramado con haragán.

3.3.- AQUELLOS VIEJOS CLUBES


 EL CLUB UNIÓN
El más antiguo club de que se tenga noticias en nuestra ciudad, como el primer
centro de entretenimiento, fue el Club Unión fundado en 1905. En él hacía vida
social la aristocracia barquisimetana, a comienzos del gomecismo.

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El cronista Hermann Garmendia señala dónde funcionó: “en una casa de


construcción reciente, ubicada en la calle Libertador entre las calles Catedral y
Lara” (actualmente carrera 19 entre calles 23 y 24); quiénes podían ingresar: “en
el Club Unión se congregan las clases dominantes (…). Es el único centro clasista
de expansiones sociales”; y la distinción que significaba pertenecer a él: “Ser
miembro de este centro social constituye un honor” (Garmendia, Hermann , 1995) .
Y no era para menos. En el Club Unión sólo entraban los llamados “Hombres de
Trabajo”, como los denominaba el presidente de la república Juan Vicente Gómez.
“Hombres de trabajo” significaba: aquellos que no tenían las malas e impúdicas
ideas de alzarse contra el gobierno. No en vano el nombre de este club aparecía en
el famoso lema de “Unión, Paz y Trabajo”. Este club cesó en sus funciones hacia
1939.

 EL CENTRO SOCIAL

Fundado el 13 de febrero de 1921. Estuvo conformada por profesionales jóvenes


y sectores de la burguesía, algunos inconformes con el régimen gomecista, por lo
que exhibían una mentalidad liberal y progresista, lo que provocó que Juan Vicente
Gómez los tildara de conspiradores. Se celebraban carnavales con comparsas, se
proyectaban películas, bailes con la orquesta Billo’s Caracas Boys (1943) y contó
con un equipo de basketball femenino (algo insólito en la época), el llamado “Club
de Solteros” y otorgó un premio especial en la Gran Feria Exposición de 1940. Para
1948 se constituyó una sociedad civil para la venta de acciones a mil bolívares
cada una con el fin de construir un “suntuoso edificio”.

 EL COUNTRY CLUB

Luego de la desaparición del Club Unión, surge casi inmediatamente el Country


Club. Con la llegada de los patrones culturales de los EEUU como instrumento
transculturizador, las costumbres, modas y hasta el habla de los barquisimetanos
van sufriendo cambios. En la ciudad se construyen las primeras casas-quintas, se
difunden las revistas de modas y publicaciones donde aparecen retratados los
grandes artistas del celuloide frente a sus quintas en el lejano Hollywood, trayendo
esto como consecuencia una fiebre de imitación en cuanto a vestimentas,
costumbres, alimentación y estilos de vida de otras latitudes.

Estos nuevos hábitos culturales llegaron con el petróleo. Con el one step y el
foxtrot se manifestaba el American Way of Life en nuestra ciudad. Los inventos
modernos traen un nuevo concepto del vivir. La Venezuela agraria va quedando
atrás. El léxico viejo pervive con el moderno: pulpería, tinaja, jamuga, misia, cede el
espacio a palabras con nuevo espíritu: pantry, living, clóset, autopista, gandola, es
decir, palabras que nos refieren a la modernidad y el progreso.

El 11 de febrero de 1940 se anuncia la inauguración y apertura de la piscina (el


periódico decía que esos muchachos sanos y fuertes que han nadado con gracia y
dominio absoluto de la naturaleza, constituyen una gran lección de venezolanidad)
y ya se habla de la construcción definitiva de la sede (que fue inaugurada en 1941
con un vermouth danzante). En ese año ya se incluían prácticas, deportes y

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costumbres yankys. En 1940 se elige a la Miss Primavera (en un país donde no hay
primavera, pero que era costumbre hacerlo en EEUU) y la realización de un cocktail
danzante, siendo esta la primera festividad realizada en el Country Club. Se
presentan orquestas como la Lecuona Cuban Boys y la de Luis Alfonso Larrain, con
Elisa Soteldo, Trino Finol y Manolo Monterrey. Los miembros del club pagaban una
cuota de 12 bolívares mensuales, cantidad apreciable en aquel entonces, que sólo
podía ser costeada por quienes tenían mejores condiciones económicas.

 LA MESA ALEMANA Y LA LISTA NEGRA


La Lista Negra era una nómina de firmas y personas creada por los gobiernos
norteamericano e inglés, donde figuraban los nombres pertenecientes o
sospechosos de pertenecer a ciudadanos de sus países enemigos, especialmente
Alemania, y con las cuales se prohibía toda clase de contacto financiero y
comercial.

En Barquisimeto existió un club que frecuentaba la colonia alemana en nuestra


ciudad. Hay dudas entre algunos cronistas sobre la fecha de su fundación, entre
principios del siglo XX y 1922. Estas controversias surgen debido a criterios
documentales inespecíficos que los cronistas utilizaron, repitiendo historias que se
divulgaban en obras que no citaban como fuentes, lo que imposibilitaba la
ubicación de la información correcta. De acuerdo con Fulgencio Orellana (1990), La
Mesa Alemana era un centro de reunión de los empleados de la casa Blohm y Cia.,
firma esta establecida en Barquisimeto a finales del siglo 19, lo que puede dar una
idea de la fecha en que fue fundado dicho club.

Raúl Azparren (s/f), afirma que fue establecida en 1922 y ofrece detalles de los
fundadores, quienes eran altos empleados de Blohm: H. Thormanhlem Riehl, H.
Thiel, W.Flor y Max Eckstein. Más tarde se agregaron E. Schonoegass, B. Sydow, J.
Van Belen y W. B. Taylor (que no era alemán, sino curazoleño).

Creada como un centro de recreación y esparcimiento, en este club (situado en la


esquina de la avenida veinte con la calle 28, diagonal al antiguo Beco, hoy Centro
Comercial Socialista I), se conocieron por vez primera los juegos de tennis y la
primera cancha de boliche (bowling) de nueve palos. En entrevista publicada por el
periodista Francisco “Larry” Camacho en marzo de 2003 al señor Ernest Simonis,
quien había llegado a Barquisimeto en 1937, este ciudadano alemán testimonia
que la Mesa servía también como residencia y dormitorio para algunos
trabajadores de Blohm, de lo que se desprende que era un club sin formalismos
como lo tenían otros de la ciudad.

Se bebía cerveza alemana, se jugaba a las cartas y se escuchaba y se tocaba


música alemana con sinfonía o armónica, como por ejemplo Ada Du Mein Lieb
Vaberland. Había comida alemana enlatada de ese país y se realizaban bailes
folklóricos como el vals vienés. Cuando estalló la II guerra mundial muchos de los
alemanes que había en Barquisimeto, no sólo los empleados de Blohm, sino otros
que eran mecánicos y agricultores, debieron irse de la ciudad para ocultarse de la
llamada Lista Negra, extendida por todo el mundo, por temor a ser perseguidos y
tomados como agentes de Adolf Hitler. Por este motivo, La Mesa tuvo que cerrar en
1939.

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Hubo otros clubes en Barquisimeto, como el Rotary Club, el Club de Leones, el


Club del Comercio, el Club América y otros tantos más.

3.4.- A PASEAR

La dama soltera joven no sale jamás sola a la calle y si lo hace


debe ir acompañada del padre, madre o hermano. Si resulta
imperativo que deba salir a la calle sin compañía, ha de llevar
entre sus manos algún paquete o azafate para que la gente crea
que va en alguna diligencia familiar o visitar a algún enfermo. Las
actividades “propias de su sexo” como la aguja y la labor ocupan
la mayor parte de las horas: adornos, pespuntes, festones,
bordados. La mujer debe ser discreta y no debe tener tratos con
ningún hombre para no dar oportunidad a la maledicencia y el
chisme.

A las novias sólo podía visitárseles los domingos y aun entre novios las
intimidades son difíciles bajo la mirada acechante de la chaperona. Lo más que se
podía hacer era “robar un beso”, que era dárselo pudorosa y castamente en la
mejilla. En las visitas la niña debe permanecer en silencio y solo hablar si le
preguntan. En los paseos debe ir delante del grupo No puede mirar a los hombres
ni tampoco reír mucho.

Para 1801 estaba prohibido en Barquisimeto a las mujeres y los menores de


edad salir a la calle después del anochecer sin el acompañamiento de sus padres,
maridos o encargados, tampoco salir con embozo ni pararse en las esquinas, bajo
pena de tres pesos de multa y ocho días de cárcel. Asimismo los pulperos no
podían consentir reuniones en las puertas de sus comercios (Soteldo, 1952, p.
p.18).

Además estaba lo de los bailes. Bailar es muy malo, pues es la ocasión para
disipar la moral, el decoro, la dignidad y el honor de las damiselas. Los padres
deben cuidar la conducta de los jóvenes en cuanto al ludibrio y los excesos
perniciosos. La decencia no es cuestión de juegos y algunos bailes están prohibidos
por ser instrumento del diablo.

Resulta que en los siglos XVIII y principios del XIX los bailes socialmente
aceptados por la gente decente eran aquellos que se desarrollaban sin contacto
físico entre las parejas. Apenas sí se podían tocar las manos al dar el saludo y los
giros y por lo general se hacían en grupo. Pero cuando apareció el vals, por primera
vez las parejas tenían un contacto real entre los cuerpos. Por primera vez en la
historia de los bailes de salón de las sociedades elegantes, la mano izquierda del
hombre se colocaba en la cintura de la mujer, la mano derecha suavemente
posada sobre el hombro izquierdo de la dama, la mano izquierda de ella apoyada
sobre el brazo derecho de su pareja y las cabezas de ambos ligeramente giradas
hacia la izquierda. Ese abrazo íntimo del vals en que un hombre sosteniendo a una
mujer en sus brazos en una pista de baile en público, con sus rostros a milímetros
de distancia, con esos rápidos y revoltosos movimientos, ya era demasiado, era el

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propio baile indecente y lascivo que llevaba por el camino al infierno al decir de las
viejas beatas.

Los curas y hasta obispos y arzobispos expresan sus reservas ante el baile
profano debido a que es “fuente de corrupción, muestra de pública liviandad y
agente de Satán”36. Y hace exclamar en 1806 al arzobispo doctor Francisco Ibarra
en Carta Pastoral en Caracas: “¡Oh infeliz Provincia de Caracas, pues en ti ha
plantado ya el Demonio Asmodeo la pública deshonestidad encubierto su honor a
pretexto de esos bailes! ¡Oh desdichados moradores a quienes amenaza la ira del
Omnipresente con tanta desvergüenza ofendido!”37.

3.5.- LE DIO UN SOPONCIO


Ayer, a eso de las 10 de la noche de este 10 de mayo de 1880, menuda
chamusquina se formó en el hogar de don Amenodoro del Nogal y su
esposa doña Heliotrope al enterarse que su hija Demetria había bailado
un vals en la fiesta que dio don Emeterio del Rincón y Valverde en su
hacienda, con motivo del regreso de su primogénito don Joseph René
desde París. El jovenzuelo, acostumbrado a las fiestas en los salones
elegantes de la Ciudad Luz, trajo y enseñó el nuevo baile denominado
vals, desconocido hasta entonces entre nosotros.
A doña Heliotrope le dio un soponcio, mientras que don Amenodoro
recriminaba a su hija por su reprobable proceder y ordenó que fuese
encerrada en su habitación durante una semana, se confesara y
asistiera a misa todos los días y luego ser recluida a un convento por
tres meses. Muy heridos en su moral se mostraban los integrantes de la
familia, luego de que su chaperona Policarpa había traído casi que a
rastras desde la fiesta a la niña y con duras expresiones les contó lo
sucedido.
-¡El vals, no! –exclamaba don Amenodoro. Le había dicho a Demetria
que podía bailar contradanzas, minués, cotillones, polcas y cuadrillas.
Pero el vals no, ¡eso sí que no! ¡Qué desgracia! ¡Qué escándalo! ¡Qué
bochorno!
Luego del soponcio de doña Heliotrope, don Amenodoro se lamentó
amargamente de la desgracia ocurrida a la familia por culpa de su
descocada hija Demetria.

3.6.- URBANIDAD
La conducta social descalifica a quienes se les cataloga como “no civilizados”, por
lo que se debe poseer una gestualidad, tono de voz, porte, etiqueta y hasta una
manera de caminar y de comportarse en el hogar, los saraos, el teatro, en la calle o
en el paseo. Diversos manuales de urbanidad38 aparecen cercanos al final de la
primera mitad del siglo XIX en los cuales se regula la sociabilidad. El “pulimiento”,

36
Iturrieta, Elías, op.cit. p. 97.
37
Ibídem.
38
Ver “Algunas notas al pié de página” a partir de la p. 153.

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la “formalidad”, las “buenas maneras”, la “etiqueta” son ahora las palabras que
han de manejarse para estar a tono con la civilización. Ser moderno es vivir como
los habitantes de las grandes ciudades de Francia, Inglaterra o los Estados Unidos.
Para quienes no están acostumbrados ni han vivido en ambientes de
modernización, “hay que lavarlos a domicilio, con minúsculas pastillas de jabón”
(…). Tal es el propósito de los manuales de urbanidad que entonces pululan” (Pino,
2008, p. 218)39.

A veces algunos deciden irse a las manos (o a las armas) y dirimir sus
pendencias. Una manera elegante de hacerlo es batiéndose a duelo.

3.7.- SE BATIERON A DUELO EN LA LAGUNA DE LOS PATOS


En el día de ayer, 16 de junio de 1870, los eminentes jurisconsultos y
prósperos hacendados doctores Basilisco Fontanero y Anselmo Desto,
dispusieron poner fin a sus rencillas personales luego de protagonizar
un altercado el día anterior a las puertas de la sede de los tribunales de
esta ciudad.
Bien es sabido por todos los vecinos que ambos personajes son de
fuerte carácter y rivales en intereses económicos y comerciales. Se
acusaban mutuamente de la apropiación indebida de algunos burros
cargados con cinco bultos de 30 papelones cada uno, provenientes de
sus trapiches cercanos al río Turbio.
Es el caso que en la mañana de ayer en la entrada del tribunal
coincidieron los dos juristas, uno saliendo y el otro entrando. Sucedió
que no hubo acuerdo en torno a quién tenía preferencia de paso, si don
Basilisco o don Anselmo.
-¡Yo no le doy el paso a imbéciles como usted! – le soltó Basilisco.
-¡Y yo sí! -le respondió don Alselmo, socarronamente.
Cada uno argumentaba sus razones y se espetaban improperios y
palabras subidas de tono, hasta pasar por las alusiones a sus
progenitoras y declaraciones sobre las dudas de la hombría de cada
quien, llegando en última instancia a irse a las manos y empujones,
alegando cada uno lo machos que eran y lo bueno que eran para las
lides cuerpo a cuerpo. Acto seguido, don Basilisco retó a don Anselmo a
batirse a un duelo para dirimir de una buena vez por todas el ultraje al
honor y lavar los insultos y ofensas que ambos discutían.
De acuerdo con las costumbres, el retado a duelo debía escoger las
armas, por lo que el rival de don Basilisco se decidió por la espada. Acto
seguido nombraron a los padrinos de la pugna y se escogió el sitio de la
laguna de Los Patos, pintoresco paraje ubicado en la afueras de la
ciudad, donde ese mismo día, en horas del mediodía, debía efectuarse el
combate.
Llegado el día y la hora fijadas y en posesión de las armas, con la
correspondiente orden de inicio de la contienda, ambos personajes,
colocados en posición y dando los correspondientes pasos hacia
adelante, se fueron acercando blandiendo sus espadas.

39
Pino Iturrieta, Elías (2008). Ideas y mentalidades de Venezuela. Caracas: Alfa.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Luego de unos sonoros choques de armas, la situación debía definirse


en poco tiempo con el triunfo de uno sobre el otro. Pasaron unos cinco
minutos y ya los acalorados rivales decididamente arremetían contra
cada quien, esquivando con maestría cada ataque.
Resulta que, de repente, de las orillas del remansado lago, apareció un
toro bravo espoleado por los movimientos y relumbrones de los
metales bajo el sol del mediodía. Acercándose el toro, los duelistas
comprendieron que el astado venía con sus propias malas intenciones a
embestirlos, por lo que los jurisconsultos pusieron los pies en polvorosa
para intentar subirse al primer árbol que consiguieran, luego de largar
las espadas, echando por tierra las diferencias ideológicas que los
separaban.
Una vez encaramados en el árbol, con el toro abajo, presto a acornar al
primero que descendiera, los jurisconsultos comenzaron a gritarle
durante media hora al miura que le aplicarían todo el peso de la ley, el
código policial y penal por los cargos de agresión, intento de asesinato
en grado de frustración, privación ilegítima de la libertad, acoso y
secuestro, amenazándolo con detención por flagrancia en la cárcel
pública con juicio sumario y expedito.
De nada sirvieron las imprecaciones y los anatemas expresados por los
doctores. El toro hizo caso omiso de tales amenazas y permaneció
bufando al pie del árbol, mientras los machotes borlados temblaban de
miedo con la sola perspectiva de ser empitonados por los puntiagudos y
relucientes cachos.
Al caer la tarde, el bovino decidió retirarse. Aprovechando esta
situación, los juristas salieron en carrera hacia el primer botiquín
abierto que consiguieron frente a la plaza de Altagracia.
Estuvieron bebiendo los destilados y surtidos licores hasta altas horas
de la noche, cuando salieron, ya borrachos, trastabillando por las
solitarias calles, mientras Basilisco le decía a Anselmo:
-Compadre, tremendo susto nos echó el bicho ese.

3.8.- LA VISITA
Hay que anunciar las visitas temprano en la mañana con el criado que lleva
el recado para participar la misma y solicitar el permiso para hacerla. El doméstico
tiene que hacer algo de ruido al llegar a la puerta de la casa para que no se piense
que se trata de espiar conversaciones o de conocer los secretos del hogar. Las
normas de urbanidad prescriben que las visitas deben de hacerse desde la hora del
Ángelus hasta las ocho de la noche, o más temprano, desde las cinco hasta las
seis, y no debe pasar de veinte minutos. Si la visita es de mucha confianza puede
extenderse hasta una hora. Las señoras no deben ir solas a las visitas, sino
acompañadas de un caballero o de un séquito de cinco esclavos40.

40
Escalona, Eunice (1989). Temas venezolanos de navidad. Caracas: Academia Nacional de la Historia.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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3.9.- VAMOS A MISA


Para asistir a misa la mujer se va vestida de negro categórico y cubierta la cabeza
con mantilla o velo recogido sobre la frente, manifestando de este modo aires de
modestia y recato. En tiempos de la Colonia, españoles de origen, blancos criollos,
mulatos y negros definen las contrastadas diferencias sociales entre sexos y
edades. Eloy G. González en Diciembre antiguo habla de las quisquillosas y
temibles abuelas que van ataviadas de pies a cabeza de ajorcas y amplias y
sonoras basquiñas de tafetán o de raso, adornadas de oro y plata, velada la cabeza
con mantilla española, seguida de cuatro o cinco esclavos. Las jóvenes llevan ricos
o pobres velos “para recatar el pudor, y mostrar devoción” (p.81). Algunas llevan
reclinatorio y otras una pequeña esclava que no pasaba de unos once años de
edad, quien era la que recibía los porrazos de la airada mantuana cuando a esta se
le escapaba, y por lo tanto se sentía en el aire circundante, el volátil e inoportuno
efluvio proveniente de los albañales de su bajo vientre. A dichas muchachitas, se
las llamaba las “paga peos”.

Cofradías y hermandades de blancos y mulatos sostienen la devoción por medio


del culto a las imágenes: Dolores, San Pedro, San Juan Nepomuceno, Jesús
Nazareno, la Candelaria, los Remedios, el Carmen, las Mercedes, las Ánimas, Santa
Ana y muchas otras más. Hay que llevar los pendones corporales, además de los
hábitos azules, blancos, negros, púrpuras, morados, marrones.

Muchas eran las cofradías existentes en la ciudad y cada parroquia tenía la suya.
La iglesia parroquial albergaba a las cofradías del Santísimo Sacramento; la de
Jesús Nazareno: la del Rosario; la de las Ánimas; la de Santa Lucía; la del Cristo de
la Misericordia; la de Nuestra Señora de las Angustias y la de la Soledad. En el
templo de la Paz participaban las cofradías de Nuestra Señora de los Dolores y la
de San Francisco (Soteldo, Eliseo (1952), op. cit. p.14).

La iglesia es el sitio y la misa es el momento para encontrarse con los


admiradores, novios y amantes. Es la oportunidad para intercambiar miradas y
esquelas amorosas. Esa falta de respeto por el recinto sagrado, estimulado por la
imaginación y la fantasía de los elegantes de la población con el fin de aprovechar
estas ocasiones, es la provocación pecaminosa para ciertos jóvenes lujuriosos que
acuden solícitamente los domingos al atrio de la iglesia. Ocurre que la mantilla
oculta el rostro, y los ojos negros y las largas pestañas de la mujer quedan a veces
al descubierto, lo que hace olvidar a muchos la devoción que deben tener en misa.
Nunca falta la posibilidad de que la mantilla se suelte o se deslice, lo cual obliga a
su dueña, como es natural, a elevar graciosamente ambos brazos sobre la cabeza
para arreglarla mejor, y entonces dejar ver, como por casualidad, el busto y el
rostro.

Los artículos de costumbres comentan -y critican- las cínicas intenciones de los


“lechuguinos”41 al no más pisar los pavimentos sagrados. El cronista Luis D.
Correa, desde la capital, en el periódico Mosaico al escribir el cuadro costumbrista
Un día festivo en Caracas, se queja de que mientras se balanceaban las campanas

41
En la acepción coloquial, lechuguino es el joven imberbe que se mete a galantear aparentando ser
hombre hecho y derecho. En tono despectivo es el joven que se compone mucho y sigue rigurosamente la
moda. (Real Academia Española. http://dle.rae.es).

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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tocando a misa, las bellas se dirigían presurosas al templo buscando la ocasión


más propicia a sus antojos. Y es que “los ojos de nuestras morenas, alegres y
brillantes, hacían al paso más perturbaciones que las que lograran en otros días
bajo el velo de la mantilla, rica en blondas, no menos que en tapujos” 42.

Y mientras los afligidos espíritus de los demás fieles –continúa el cronista- se


esforzaban en luchar valerosamente contra los arrebatos del demonio, mientras
iban a oír misa con la devoción y el profundo respeto que los pueblos cultos brindan
a los actos religiosos, siendo que los templos no son teatros, sino lugares santos de
veneración y recogimiento, “¿por qué da aquel pisaverde la espalda al santuario,
fijando en Luisa su mirada insolente en el instante mismo de la solemne
ceremonia?” “¿Por qué se agita ese corrillo de burlones en torno de Eugenio, cuyos
ojos trafican de lechuguino en lechuguino?”

Al salir del templo hay que hacer grandes esfuerzos para abrirse paso con los
codos -dice el cronista- “por medio de una cohorte de lechuguinos que habían
hecho sitio en la puerta de la iglesia con el propósito de hacer desfilar a las damas,
estrechándolas y oprimiéndolas con un descoco sin ejemplo en las historias del
pepitismo”, (Picón-Salas, 1980: 70-72).

3.10.- AL ENTIERRO
A los entierros se va de casimir negro. De luto rígido a los funerales de algún
hermano de las cofradías. Si se es pobre se recurre al Cajón de las Ánimas, de las
hermanitas de la Caridad.

A los ricos se les lleva al cementerio en el tétrico coche fúnebre de la funeraria. Lo


llevan dos caballos de color azabache, cubiertos con una manta negra y un
penacho de plumas en la cabeza ondeando a la brisa. Va a paso lento el rocinante,
mientras al pescante va el cochero, de poblados mostachos, de levita y pumpá,
serio y circunspecto.

Si el difunto es pobre, que eran muchos, el coche va sin lujos. Apenas un cajón
descuadrado y sin color tirado por un caballo enflaquecido, que emprende veloz
carrera por las empedradas calles de la ciudad adormilada. Tiene sentido: más
rápido que entierro de pobre, expresa el dicho popular43.

Al morir un rico, cosa que sucedía pocas veces al año pues no era muchos, su
cuerpo era sepultado en la Capilla de Nuestra Señora del Carmen en la iglesia
Inmaculada Concepción, amortajado con el hábito del seráfico San Francisco, con
entierro cantado en misa mayor y honras al siguiente día y que lo acompañasen los
venerables curas, sacristán mayor y las honorables cofradías, hermandades y
comunidades.

42
Picón Salas, Mariano (1980). Obra citada. (p.71).
43
Pereira, Carlos (1973). Anécdotas de humor larense. (p.p.28-31).

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3.11.- ASPECTO DE LA GENTE


Los ricos llevan grandes sombreros, tanto de copa para los
hombres como de plumajes exóticos para las mujeres.
Vestidos enormes para las damas y los caballeros de frac o
para los anticuados la levita, la cual va desapareciendo. En
la crónica Diciembre antiguo44 de Eloy González se dice que
en la capital Caracas los hombres llevan casaca redonda de
distintos colores, chaleco bajo tejido de oro o seda bordada,
pantalón corto, de terciopelo, zapatos bajos con hebilla de
oro o adornada de piedras preciosas, sombrero de tres
picos. En algunos casos espada de plata. O de oro si se es
muy rico.

Pumpá y camarita es lo más elegante. Algunos usaban


leontina y monóculo. En los pies botines o borceguíes. Los
menos pudientes o menos gastadores, refiere Rafael Bolívar
en 1890, llevan su ropa dominguera… camisa limpia,
corbata de plastrón, chaleco aplomado, paltó levita de color marrón y los
pantalones color hierro oxidado.

Desde el año 70 se usaban las camisas Garibaldi, de colores chillones “que


parecían de lana”, y se vulgarizaron de tal modo que hasta los aguadores se la
ponían y no faltó quien las convirtiera en dormilonas. De las Garibaldi derivó el
liquilique (liquiliqui entre nosotros), debido al sastre cubano Emilio Tornes.
Comenzó con dibujos, letras góticas, adornos de trenzas de color, bordados, buena
tela, mejor corte y miles de aderezos más, por lo que la gente progresista y
pudiente ya no desdeñaba su uso, sobre todo para montar a caballo o estar en la
casa. Ahora era una prenda más fresca, más propio para los cuerpos endebles y
flacos nacidos para el ardiente sol de los trópicos. 45

Hasta 1920 los hombres llevan calzoncillos largos y sujetan con cinta el calcetín,
lo que hace posible que se vea esa prenda interior al cruzarse las piernas. Hay un
pudor grande de mostrar la pantorrilla. A pesar de las ligas o cintas que mantienen
la tirantez del calcetín, hay quien llega a seguir la moda de llevarlos arrugados o
acordeonados.

El encendedor se comienza a utilizar en 1913. El reloj de pulsera en 1918, así


como la maquinita de afeitar y la máquina de escribir. Hasta 1910 y desde
mediados de siglo, la moda masculina va simplificándose cada vez más: de la levita
holgada y amplia se pasa a la chaqueta y el saco o paltó, denominado
“americana”, que se convertirá en la característica prenda contemporánea del siglo
XX.

Se usan cuellos postizos, los cuales van evolucionando para hacerse menos altos
y menos duros. La corbata de varias vueltas y lazos da paso a la corbata moderna.
La bota charolada de 1885 cede su presencia a los borceguíes con botones y
tiempo después por el zapato bajo y con cordones.

44
Escalona, Eunice, Obra citada. (p. 82).
45
Picón Salas, Mariano, Obra citada. . (p, 318-319).

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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El gusto por lo francés adquiere tonos tragicómicos con las conductas de la élite
que vive como si no estuviéramos aquí:

3.12.- NO CONOCÍA A LAS GALLINAS


Don Sindulfo Pantaleón Bergamota, hacendado y hombre de trabajo,
rudo y zafio de curtida piel por el sol del Valle del Turbio, mantenía a
su familia con las determinaciones que su hombría le dictaba. Con su
vozarrón intimidaba al que se le ocurriese discrepar o contradecir sus
resoluciones. Jugador de gallos, coleador de los buenos y en ocasiones
tamunanguero en los convites con garrote y aguardiente, era la viva
estampa del hombre machote, de esos “con botas, correa y sombrero”,
que no dejaba títere con gorra en cuestiones de mujeres. No en balde lo
llamaban el “Gallo Enamorao”.
Don Sindulfo tiene un hijo predilecto, llamado Timoteo, el mayor, a
quien intentaba enseñar las duras faenas del campo desde su más tierna
infancia. Lo llevaba al gallinero a buscar los huevos del día, a ordeñar
las vacas y cabras que lactaban los requerimientos hogareños, a atender
las siembras, a lidiar con los peones en el trapiche y además, cuando ya
era un poco más hombrecillo, lo llevaba junto a sus correrías a lo Juan
Charrasqueado a visitar a sus medio hermanos de la comarca, mientras
el padrote se encargaba de hacer otros. En fin, don Sindulfo aspiraba
que su retoño fuera igual a su padre: macho y vernáculo.
Como todo progenitor orgulloso de su hijo, determinó enviarlo a
estudiar ciencias agrícolas a París, Francia, con la firme esperanza de
que al llegar Barquisimeto, se ocupara de sus haciendas, las tecnificara
y las hiciera progresar. 12 años estuvo Timoteo en la Ciudad-Luz,
mientras su padre lo esperaba con anhelo.
Luego de esos años de espera, por fin llegó el gran día de su regreso.
Desde el balcón de su residencia vio llegar el Packard 526 Phaeton de
1928 por el adoquinado piso de la entrada y entró dando una elegante
curva antes de detenerse frente al portón de la hacienda. Don Sindulfo
esperaba ver a un hombre hecho y derecho como él, de aspecto varonil
y de carácter fuerte, pero en su lugar vio a un muchachón paliducho, de
engominado cabello y mechón rebelde sobre la frente. El bastón de
empuñadura de plata aprisionado por unas blancas e inmaculadas
manos, señal de ociosidad de tales extremidades superiores, la
vestimenta de elegante petimetre y la mirada lánguida y despreocupada
de desocupado cortesano y ademanes raros, le hicieron desechar como
un baño de agua fría sus pretensiones de padre arrecho.
Al otro día, luego del descanso nocturno y largo despertar, su aya
Burgundófora lo llama al desayuno y Timoteo –que ahora se hacía
llamar Timothée- no quiere comer arepas, caraotas y huevos fritos, sino
croissants, crêpes, brioches, confiture, baguettes y café au lait y para el
almuerzo viennoiseries, choucroute garnie, coq au vin y vino Pineau des
Charentes.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Al ver el viejo morrocoy de la casa le decía “morrocuá”. Al llegar al patio


de las gallinas el joven, con la mirada perdida, con modulada vocecita y
la manito quebrada, le pregunta a su padre:
-¿Qué aves son esas?
Y aquí fue cuando don Sindulfo con un machete afilado cortó un
chaparro del monte y a chaparrazo limpio se lo llevó arrastrado por el
empedrado del zaguán. -¿Y es que este muchacho del carrizo ya no
conoce las gallinas? –dijo desaforado y encolerizado, mientras se lo
llevaba a una pelea de gallos y luego a unos toros coleados.

3.13.- LA MODA FEMENINA


La moda femenina va por otros meandros. Hasta comienzos del siglo XX para una
mujer poder ser bella la usanza femenil imponía una permanente tortura y suplicio.
Los patrones que imperaban en la moda partían de principios puramente estéticos,
soslayando factores considerados secundarios, tales como la comodidad e incluso
el bienestar físico y la salud. El corsé era la exacta representación de las
costumbres que sobre la expresión femenina se manifestaban en la mortificación,
la poca libertad y los serios trastornos en el organismo al comprimir órganos del
cuerpo y sus efectos en la salubridad y la vida doméstica.

El corsé, cuyo origen se remonta a la época del


Renacimiento, era un tieso atavío, cuya rigidez se debía a
guías metálicas o barbas de ballena, que distorsionaba la
forma femenina y hacía que el pecho sobresaliera por encima
del corsé. El corsé es el encargado tanto del aspecto
femenino de “cintura de avispa” y también de los
desvanecimientos de ellas, hasta el punto que lo primero que
se hace frente a una desmayada es aflojar o soltarle esa
ceñida prenda, para que pudiera respirar mejor. Más tarde, la
llamada moda Imperio, fue liberando a las mujeres de la
opresión de los vestidos que tenían como objetivo enaltecer el pecho.

En este sentido, se puede considerar que en los años del cambio de siglo,
durante la denominada "Belle Époque" (1890- 1910), la forma de vestir de la
mujer apuntaba más a un objeto decorativo que a una persona. La riqueza, la

ostentación y extravagancia destacaban el patrón de la moda de ese entonces,


enmarcado dentro del ideal de la mujer suntuosa, solemne
y aparatosa.

Hasta principios del siglo XIX la moda femenina sigue


siendo la falda larga. Las mujeres van tapadas de la
cabeza a los pies. Lo único que se les ve es el rostro
cuando no está cubierto por el velo en la iglesia, las manos
cuando no llevan guantes y la punta de los zapatos cuando
caminan. Las mujeres deben levantarse un poco las faldas
y recoger la cola del vestido con la mano izquierda para
poder atravesar las calles. Hay que saberlas levantar con

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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gracia para no barrer con ella el sucio del piso. Los sombreros gigantes con plumas
de avestruz, flores y frutos, siguen usándose.

En el siglo XIX cambia hasta la manera de peinarse. Los peinados del siglo
anterior fueron reemplazados por numerosas propuestas que tenían que ver, en la
mayoría de los casos, con el uso de adornos. Se usaba un pañuelo doblado en
diagonal y amarrado sobre la frente para imitar los turbantes que venían del
oriente, blondas, adornos de plumas y flores y sartas de pedrería, moños de cinta y
peinetas de carey adornadas con diseños calados, rasos, velillos, sayas de sedas,
crespones, lazos, bouquets También se empezaron a usar rizos y trenzas, paños
bordados, cintas y otros accesorios como sombrillas y abanicos. A partir de 1830
venían con las pantallas pintadas de paisajes y flores En la segunda mitad del siglo
XIX, los ricos empezaron a encargar ropa directamente de París lo que sofisticó los
hábitos de la moda.

En 1854 las mujeres usan miriñaque, que le daba volumen a las faldas con
complicadas armaduras metálicas o de mimbre. Las faldas sobre el miriñaque
parecían flotar y ondear y los plisados caían de los hombros, eliminando la
sensación de rigidez que daba el corsé. El vestido constaba de un cuerpo, a veces
adornado con piezas de tela bordada, lazos y encajes y su falda podía verse abierta
en la parte delantera dejando ver las enaguas ricamente decoradas. Las mangas
llegaban hasta el codo, a menudo terminadas con volados. Se usan chales de
Cachemira, sombrero de crespón rosa, paja, flores, crinolinas románticas.

3.14.- EL SOFÁ EN LA RABADILLA


La influencia francesa impuso la llegada de la falda, aunque la crisis económica
en España propició que las prendas fueran mucho más discretas y sobrias. Sin
embargo, a finales del siglo XIX el polisson logró imponerse, lo que acentuó el
trasero de las mujeres incluso de forma exagerada.

La crinolina era una armazón de anillos metálicos flexibles que sustituían a las
enaguas. Con el tiempo la crinolina se fue aligerando y desplazándose hacia atrás,
transformándose en la parte posterior del traje en un abultamiento conseguido
mediante el polisson (que algunos llamaban el “sofá en la rabadilla”), que más
tarde desaparecerá, y será sustituido por un simple plegado de tela y una cola
larga. Con el miriñaque, la crinolina y el polisson se presentaban algunos
problemas: las mujeres no cabían por las puertas, no podían sentarse en las
butacas de los teatros, ni subir ni entrar a los coches. Se hacía imposible abrazar
a una mujer.

La crinolina de los años cincuenta era como una campana, cuyo badajo era el
cuerpo de la mujer. El embarazoso y pesado artilugio, obligó a los modistos a crear
algo más confortable y desahogado, siempre dentro del arquetipo de mujer
concebida como muñeca de porcelana. A mediados de los sesenta del siglo XIX, la
crinolina se abrevia por delante y se prolonga en la espalda, lo que le permite a la
dama ser tomada del brazo y bailar con comodidad. Para esos años entra en la
moda el zapato femenino, que se llevaba oculto y del que puede verse la punta al
caminar o bailar. En 1866 la crinolina es sustituida por enaguas con aros en la
parte baja. En 1869 comienza a llevarse bajo las crinolinas los pantalones de

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encajes, de largo hasta algo más de las rodillas. (Historia de la moda.


http://www.edym.com/CD-tex/01mod/Cap01-1.htm)

Desde el polisson (1882-1891), el cuello de Médicis y la manga de jamón


(1890), de la falda campana (1898), de la falda larga, medias negras y sombrero
grande, se pasa a las túnicas superpuestas y rectas, donde el talle ya no está
deformado por el corsé. Los talles disimulan las caderas en vestidos de una sola
pieza. Los guantes son imprescindibles para las manos femeninas ya que hasta el
siglo XIX una mujer decente nunca salía a la calle sin llevar guantes puestos. Las
mujeres usan el ridículo, bolso de grandes proporciones donde llevan de todo:
pañuelos, guantes, abanicos y otros accesorios.

¿El escote? Se tiene que saber llevar. Sugerente, insinuante, seductor, sin
mostrar demasiado para no parecer vulgar es la actitud de quien lo lleva. ¿Para
provocar? Si es de pico profundo significa atrevimiento, por lo que se procura que
no baje demasiado. En este caso se debe colocar la mano o el abanico para subirlo
discretamente. El escote cuadrado lo llevan las mujeres mayores, pues trasmite
seguridad, poder y decencia.

Lo último en la moda romántica consiste en que la falda sube para permitir ver
los zapatos de piel de cabritilla y las medias, y luego volvió a bajar y se pasó al
uso de botas. Las telas preferidas eran transparentes como el organdí, y la
muselina en colores blanco rosado, violeta y celeste.

Desde 1900, en los inicios del siglo XX, con la aparición del automóvil se
manifiesta una nueva forma de vestir expresada como la necesidad para resistir el
viaje en la sensación de la época: el Ford modelo T. Desde París la moda impone
abrigos de lino y sombreros anudados con voluminosas bufandas. Se confeccionan
y se usan vestidos de dos piezas en lino y algodón para el diario, sastres de
popelina opaca y organdí transparente para la tarde y trajes de seda de cuello alto
para la noche. Hay un interés por las faldas hasta el piso que sólo a finales de la
década dejarán ver una pequeña parte de los tobillos

En la primera década del siglo XX las mujeres se quitan el corsé y abandonan la


falda larga y toman una silueta sin curvas, cuello con pinzas y talle bajo o sin
cintura. La aparición de las blusas escotadas, en 1913, hizo que se llamasen
“camisas de neumonía”. El traje de chaqueta inventado por un sastre inglés en
París en 1881, para 1914 se convirtió en el uniforme urbano de las mujeres. En
1914 llega el primer sostén, pero su uso se generalizará más tarde en los años
cincuenta.

La figura tipo “barril con mangas” se hace habitual con el énfasis en la línea de
cintura baja y una banda ancha estilo faja de smoking. Para el día se usan vestidos
de rayón o de fibras naturales como lino, lana, seda y algodón, en tonos morados
neutros, cafés y azules. En el año 1915 la moda enseñó los tobillos femeninos.
Hacia finales de la década, la falda con todo y refajo llega ya hasta la mitad de la
pantorrilla.

A pesar de los movimientos de negación con la cabeza, las voces reprobatorias,


reproches y refunfuños de las abuelas tomando el atol en su mecedora, para 1920
la falda asciende hasta la rodilla. La moda de asistir a los centros sociales de la

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ciudad es la falda corta para el día en vermouth y para la noche en las cenas
danzantes en los exclusivos clubes de la ciudad.

Con la Gran Depresión económica del año 1930 que afectó las economías de
todo el mundo, la ropa se toma más ligera y libre para privilegiar las siluetas
naturales y delgadas acompañadas del pelo ondulado hasta los hombros. Se
recurre al uso de telas de algodón para confeccionar vestidos de talle y accesorios
tales como cadenas y brazaletes, carteras acolchadas y flores falsas en la solapa
de la chaqueta. En 1934 se comercializa el cierre de cremallera masculino. En
1939 la mujer comienza a usar pantalón.

La abertura lateral en la falda, el corte asimétrico, el escote curvo, los sombreros


alargados y los trajes de chaqueta y falda hechos a la medida para enfatizar las
caderas son los diseños más comunes que aparecen en el año de 1940. La moda
se impone con el uso del casquete tipo aviador y adornos florales. Por primera vez
las mujeres, sobre todo las jóvenes, usan una ropa más deportiva e informal,
compuesta por pantalones con enormes camisas y medias cortas, pulseras en el
tobillo, botas y faldas tejidas.

Hacia 1950 hace su aparición el strapless en seda


natural o nylon sobre el vestido, con adornos de tul,
mantas y lazos, brocados, satén y tafetán en texturas
naturales y sintéticas. Hace furor una falda ancha
elaborada con muchos metros de tela y acompañada
por un cinturón apretado o la estrecha plisada hasta la
rodilla o un poco más arriba. Las faldas y los pañuelos
ostentan dibujos hechos a mano, aplicaciones,
lentejuelas y brillantes. Se usan blusas de manga corta,
suéteres de manga larga con botones y apliques de
lana. Para la noche vestidos en forma de corazón.

3.15.- PARA SER BELLA HAY QUE VER ESTRELLAS


“El destino de las mujeres es ser bellas” expresaba Ana Teresa Ibarra de Guzmán,
esposa del general Antonio Guzmán Blanco, Presidente de la República, comentario
expresivo de la cultura mantuana de la preocupación de que sus hijas tengan
“buen cutis y nariz perfilada” (González, 2007)46.

Para 1892 publicaciones dirigidas a las féminas sirven de guía y norma para la
belleza. En el número 1 del 1º de enero de 1892 de El Cojo Ilustrado se obsequia a
las bellas lectoras caraqueñas y de toda Venezuela la traducción de los más
notables capítulos de un libro de la baronesa Staffe, autora de El Tocador47, que
trata acerca del arte de conducirse en sociedad. En dichas páginas se expone que
la coquetería es permitida hasta ciertos límites, no bastando ser mujer honrada y
buena madre para conseguir de su marido la permanencia en el hogar, sino que
también ha de ser mujer bonita y agradable.

46
González, M. (2007). Antonio Guzmán Blanco. Biblioteca Biográfica Venezolana. El Nacional Caracas.
47
Staffe, baronesa de (1892). El Tocador, en El Cojo Ilustrado. Nº 1, 1º de enero. Caracas: Empresa El
Cojo.

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Las virtudes de ser bellas -continúa diciendo la baronesa Staffe- se consiguen con
poco esfuerzo, ya sabiendo escoger para el tocado aquellos colores que armonicen
bien con la cara y las líneas que forman el rostro y el cabello, procurando que este
último se peine de suerte que la fisonomía adquiera un aire de lánguida candidez.
Se deben usar calzados elegantes que realcen la belleza del pie. Los brazos
pueden servir de segura seducción. Se permite el uso de mangas anchas que dejen
percibir los contornos del brazo y aun la morbidez del codo. Se debe aprisionar con
delicadeza el cinturón al talle esbelto y proscribir aquellos vestidos no ceñidos o sin
forma que hagan ver el cuerpo como si fuera de una sola pieza, sin contornos.

3.16.- UN HÁLITO DE TOMILLO


Pero la coquetería también tiene sus peligros. Para el hombre siempre habrá
otra que podrá parecer más bella que la esposa, por lo que esta debe saber
aprovechar sus dones naturales y realzarlos con el cuidado de su personalidad y su
tocado. Una mujer ridículamente vestida y sin gracia augura un porvenir
desgraciado, aun siendo muy bello el presente, en el lenguaje de la Baronesa.

…tenemos el deber de aparecer con gracia y bellas cosas ante los ojos
de nuestro marido que es nuestra vida; y es por este medio que él nos
amará mejor y por más tiempo. ¿Y no vale esto que le dediquemos
algún esfuerzo? Estad seguras que por más dulce y tranquilos que le
hagamos el hogar, él se dejará fascinar, cuando menos lo esperemos,
por alguna otra más hábil que nosotras. Y si esto no acontece, creed
que si nos permanece fiel será el deber que le retiene a nuestro lado,
no el amor, siendo necesario que se deba esto a lo uno y a lo otro, sin
que puede él hallar desventajas al compararnos con las demás
mujeres (Staffe, 1892: 10).

Remata la baronesa en su tratado que es para el compañero de la vida de la


mujer que se debe reservar todas las graciosas coqueterías femeninas, y es para él
que se debe ser bella y cuidadosa, “exhalando siempre un hálito de tomillo”.

3.17.- ¿Y DE QUÉ SE ENFERMABA LA GENTE?


Indigestiones, viruelas, golondrinos, almorranas, histeria, nervios, sofocos,
favores, flatos y bilis, estaban entre los padecimientos más conocidos a través del
siglo decimonono. Para sustos, agua con algunas gotas de vinagre. Los remedios
derivan de la farmacopea criolla, en su mayoría de los vegetales y minerales. La
leche de burra refuerza la sangre y activa los jugos gástricos. Hay remedios
externos como sinapismos, cataplasmas, fomentos de manzanilla para los pies. Los
tísicos toman “Jarabe de Ambrosín”.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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CAPÍTULO 4:
TRANSPORTE

48

En el siglo XIX las comunicaciones entre Barquisimeto y los pueblos vecinos se


hacían en caballos o en mula, propias, prestadas o alquiladas. Los pobres van en
burro o a pie.

Las mujeres usan el galápago, silla de montar especial para ellas. En complicada
e insegura forma de montar, la pierna izquierda se coloca entre los dos picos de
adelante y la derecha se apoya en el estribo. De esta forma la mujer va sentada de
medio lado y es sostenida por detrás con un soporte de hierro que va sujetado al
galápago.

Era la forma de montar “como mujer” y se necesitaba una falda larga o faldón
porque una de las piernas, la que va entre los dos picos, se coloca un poco alta en
la silla para evitar que se vea la pantorrilla y el pudor en este caso es importante, a
pesar de la poca estabilidad que representa. Las querellas, enfados y disgustos por
parte de las féminas no se hacían esperar. Que si dolores en la rabadilla,
calambres en las piernas, dolores de cintura, exclamaciones y grititos de fastidio y
contrariedad: “que me caigo”, “que me voy de medio lado”, “que el caballo brinca
mucho”.

Para 1880 las calesas están de moda en Barquisimeto. Son de cuatro ruedas con
capacete y son tiradas por un caballo. Las tres primeras pertenecieron al doctor
Antonio María Pineda, a don Vicente Campos y don Jesús M. González. Los coches
de la ciudad tienen dos caballos. Los vehículos de tracción de sangre más
pequeños solo uno, llamados quitrines, que son de dos ruedas y sin capacete, muy
usados por los médicos. Existe también el faetón, carruaje de cuatro ruedas que se
48
Ícono tomado de la red. Enero de 2018.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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puede cubrir a voluntad con capota. La gente se queja, sobre todo las mujeres, por
lo difícil que es entrar en él pues hay que subir por encima de una rueda sirviendo
de estribo el cubo de esta. Una forma más cómoda de hacerlo era colocar los
estribos más bajos, reduciendo el diámetro de las ruedas. Otras opciones son la
berlina, el landó y el victoria, carruajes de lujo.

Los coches de viaje largo son de tres caballos y tienen capacidad para seis
pasajeros. Un viaje en coche es todo un acontecimiento. Además de los pasajeros,
hay que atender el equipaje y las distintas necesidades que son atendidas por los
espoliques o asistentes, quienes se encargan de ensillar y desensillar las bestias,
bañarlas y refrescarlas, llevar equipajes y avíos, además de esperar a los patrones
si la permanencia se prolongaba en algún sitio a pernoctar (Cordero, 1990:33-34).
Se viaja con dificultad y se hace el recorrido con exasperante y aparatosa lentitud,
sobre todo en la temporada de invierno y se transita de día porque hay que cruzar
ríos crecidos. Durante la época de sequía es preferible viajar de noche para evitar
el sol canicular.

Para los caballos se vende malojo, paja de Guinea y paja del Pará. Dos o tres
bolívares la carga de paja llevada a domicilio. El malojo vale cuatro por ser mejor
forraje, más alimento. Los vendedores se encuentran por el Manteco, por la
Estación, por Paya y la Mora.

Hay diferentes empresas de coches de alquiler. Por lo general cobraban una tarifa
de acuerdo con la distancia y la calidad del servicio. Para principios de siglo el
cochero Graciano Sasso es el más solicitado por las personas y familias que van a
viajar. Otros cocheros eran su hijo José Sasso. También un español de nombre
Antonio San Miguel Pagés. Por La Mora está un isleño llamado Lucas Rodríguez.

De acuerdo con Silva Uzcátegui (1959: 226), los precios de los viajes en coche de
tres caballos en 1880 eran:

Barquisimeto-Cabudare y haciendas cercanas…………………..5 pesos


Barquisimeto-Santa Rosa………………………………………..3 pesos
Barquisimeto-El Tocuyo………………………………………. 30 pesos
Barquisimeto-Duaca……………………………………………20 pesos
Barquisimeto-Aroa……………………………………………..40 pesos
Barquisimeto-San Felipe……………………………………….40 pesos
Barquisimeto-Guanare………………………………………...150 pesos

Con razón la gente prefería viajar a caballo y no tomar coches de alquiler.

4.1.- EL TRANVÍA
En la década de los años veinte todavía se apreciaba en el cuadro citadino el
tranvía de caballos. El precursor del tranvía fue el ómnibus de ruedas de madera
guarnecidas con llantas de hierro como los coches y las carretas. Fue traído a esta
ciudad alrededor de 1891. Las familias lo alquilaban para ir a recibir va algún
familiar que llegaba de Caracas por el ferrocarril Bolívar. Los asientos del ómnibus

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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eran de madera y estaban colocados a los laterales, como en los vagones del
ferrocarril de Barquisimeto a Tucacas.

A este mismo tipo de vehículo de tracción de sangre, si le colocamos los carriles


de hierro, tendremos el tranvía de caballos. Este fue inaugurado en septiembre de
1897 por el General Aquilino Juares. Hacía el recorrido desde la estación del
ferrocarril a la Plaza de Altagracia por la calle 30 y la calle del Comercio (avenida
20), con un ramal a través de la calle 23 hasta la iglesia de San Francisco
(Catedral). Con la llegada de la era del automóvil el tranvía de caballos fue
desplazado, eliminando en un principio el servicio de pasajeros, quedando luego
para el transporte de mercancías de algunas casas comerciales, hasta ser
eliminado en 1925.
49

El tranvía de caballos
está íntimamente ligado a
la aparición del ferrocarril
en nuestra ciudad. El
Ferrocarril Bolívar,
propiedad de “The Bolivar
Railway Company Limited”,
llega a Barquisimeto el 18
de enero de 1891, cuando fue inaugurado el ramal hasta la estación El Hacha por
el presidente de la República Dr. Raimundo Andueza Palacio. Hubo cinco días de
fiesta.

Los primeros servicios ferroviarios de pasajeros por medio de tranvías tirados por
caballos se conocieron en el mundo en 1807 en Inglaterra, inicialmente para el uso
del transporte de mercancías. Esta tecnología en 1832 se introduce en Nueva York,
y de ahí de extiende por casi todos los países del mundo.

Las comodidades que traía el transporte público en Venezuela provienen de la


época de Guzmán Blanco. Los signos de la “Belle Epoque” se manifestaban no sólo
en la arquitectura de las ciudades y el embellecimiento de las mismas, con sus
calles y bulevares, sino también en la moda y las costumbres. Asimismo, el
transporte citadino, con el uso de los coches, calesas y quitrines que circulaban por
la ciudad, tanto privados como de de alquiler, mostraban los influjos del modo de
vivir en la modernidad. Aunque ya funcionaban en algunos de los países europeos,
los tranvías de caballos fueron inaugurados durante el guzmanato. El 28 de octubre
de 1882 se inauguró el tranvía de caballos en Venezuela. Para tal efecto "La
Empresa Tranvías de Caracas" fue objeto de contratación por parte del gobierno.
Para 1891 ya circulaban en Caracas 31 tranvías de caballos.

En septiembre de 1897 se inicia el servicio de tranvías de caballos en


Barquisimeto. En realidad, había existido el proyecto, o más bien la idea, de
construir una o varias líneas de tranvías de caballos, tal como se propone en un
documento de fecha 10 de octubre de 1890 expedido por Rafael María Lugo
dirigido al entonces gobernador del estado Lara doctor Riera Aguinagalde. En dicho
escrito se expone la petición del otorgamiento de un contrato para la creación de

49
Ídem.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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varias líneas de tranvía, que partiendo de una estación central se comunicara fácil
y rápidamente con distintos puntos de la ciudad.

Una noticia publicada en El Cojo Ilustrado del 1º de octubre de 1897 reseña la


puesta en servicio del tranvía de caballos en Barquisimeto. Informa el conocido
semanario caraqueño que el ingeniero constructor era el doctor Andrés Palacios
Hernández. Asimismo también publica algunas fotografías del sistema y el grabado
de uno de los vagones de hierro con doce asientos de madera, fabricados y
suministrados por la firma Orenstei & Koppel, de Berlín:

Puede vanagloriarse el Estado Lara del desarrollo progresivo que en


estos últimos años ha alcanzado, debido a la fraternal asociación que la
iniciativa particular y la del poder han establecido para hacer más
fecundos sus esfuerzos. El Tranvía de Barquisimeto es una nueva obra
de utilidad pública que acaba de inaugurarse en el Estado. La línea ha
sido construida bajo la competente dirección del ingeniero doctor
Andrés Palacios Henández, y los materiales fueron escogidos por la
Empresa en la acreditada casa de los señores Orenstei & Koppel, de
Berlín. (El Cojo Ilustrado, Nº 139, 1º de octubre de 1897).

Se trataba de un vagón tirado por dos caballos. La estación de salida era la Plaza
Bolívar de ese entonces (hoy Plaza Lara). Luego recorría la calle Catedral (23)
hasta llegar a la calle Comercio (hoy Boulevard 20). A causa de la demanda de
pasajeros y traslado de mercancías, desde esa esquina (llamada de Villoria, calle
23 con avenida 20), se desprende un ramal que llegaría a 4 cuadras más abajo, es
decir hasta la iglesia de Altagracia. Desde la esquina de Villoria, el tranvía toma una
cerrada curva en dirección oeste por toda la calle Comercio, por el lado sur de la
calzada hasta llegar a la calle 30. Desde aquí se dirige hacia el norte en dirección a
la estación del ferrocarril, en los terrenos donde hoy están emplazadas la
Comandancia de Policía y la Catedral de Barquisimeto. Las instalaciones de la
estación del ferrocarril poseían del lado oeste un esmerado y cuidado jardín
cercado, el cual era admirado por los concurrentes y viajantes.

Es de hacer la observación que Barquisimeto no vivió la era de los tranvías


eléctricos, como en Caracas, Maracaibo, Carúpano y Valencia. ¿Ameritaba nuestra
ciudad la instalación de tranvías eléctricos? En Caracas, a partir de 1905 una
compañía inglesa consigue un contrato para la explotación de los tranvías
eléctricos. La United Electric Trainways of Caracas Limited se organizó para
electrificar el sistema de tranvías y el primero funcionó en Caracas fue en 1907.
Para ese tiempo los tranvías de caballos ya tenían diez años de funcionamiento en
Barquisimeto, pero comparado con Caracas, era una ciudad de poco crecimiento
físico y densidad poblacional. Todavía era una ciudad pequeña y las distancias eran
relativamente cortas entre los distintos centros urbanos. A esto se le añade el
factor limitante de la capacidad de generación eléctrica para hacer operar el
sistema.

¿Cómo podían los caballos arrastrar el peso del vagón del tranvía y el de 12
personas que iban a bordo? La tracción animal, bien sea por caballos o mulas,
podía arrastrar más peso gracias a la característica básica del principio físico que a
su vez había hecho posible el desarrollo del transporte por ferrocarril. Dicho

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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principio físico no es más que el roce. El bajo coeficiente de


rozamiento entre carril y rueda, es lo que que permite un consumo energético
mucho menor respecto a los transportes sobre pavimento con ruedas de madera,
tal como era utilizado por las carretas, así luego emplearan llantas de goma o
neumáticos (los cuales vendrían mucho después). La superficie de los carriles era
mucho más lisa que la de las calles y carreteras de entonces, bien sean de tierra,
empedradas o macadamizadas, haciendo mucho más suave la marcha que la de
los carruajes corrientes y con menor esfuerzo.

4.2.- CABALLOS CANSADOS


Los esforzados y fatigados caballos criollos eran los héroes anónimos de esta
historia y nadie se acuerda de ellos. Debajo del conocido mamón de la Plaza Bolívar
(denominada hoy Plaza Lara) y en los solares contiguos de algunas casas, como la
del doctor Eliodoro Pineda, solían descansar e interrumpir por unas horas su
fatigoso esfuerzo consuetudinario de acarrear personas y mercancías en un ir y
venir interminable, por las vías metálicas y brillantes por el sol del mediodía. Varios
de estos caballitos pastaban en los sombreados malojos debajo de las erguidas
maporas del bosque Macuto.

Con el paso del tiempo, a estos equinos les salía jubilación. Flacos y cansados,
seguramente fueron vendidos por lotes al mejor postor, si es que antes no morían
de mengua y enfermedades.

4.3.- LA AVENTURA COTIDIANA DE UN PASEO EN TRANVÍA


Veamos una estampa cotidiana de la aventura de montarse en un
tranvía de caballos. ¿Está usted en la estación terminal de la iglesia de
San Francisco y quiere dirigirse a la estación del ferrocarril? Pues debe
esperar primero a que arreen las bestias para luego ser enganchadas al
vagón. Después de escuchar los gritos y maldiciones ásperas e
intemperantes de los caballistas y palafreneros por la negativa de los
nobles brutos a ser sujetados al vagón, viene el trabajo de colocar los
correspondientes arneses, bridas y correajes, alinear a los equinos en
medio de las vías y disponerlos al trabajo. El conductor y sus ayudantes
son las especies de la creación más exclusivistas que existen. Se podrá
pensar que, según ellos, los vagones no llevan pasajeros sino puestos.
Luego de las expresiones subidas de tono por parte de los hombres que
maniobran con los cuadrúpedos, viene la operación por parte de los
pasajeros de subirse al vagón. Resulta que los asientos son pequeños y
angostos y pareciera que fueron diseñados sólo para personas flacas. Si
se es mujer y lleva atuendos como largas y anchas faldas de miriñaque,
enormes sombreros, chales, carrieles y paraguas, sumado esto al peso
completo de su anatomía, la maniobra se complica. Este fue el caso de
Doña Robustiana Dolores de Barriga y Panza, que tuvo que ser subida a
la plataforma con la ayuda de 4 fornidos peones y precisó pagar el
pasaje por dos puestos. Y si se montan unos 3 o 4 abultados y
voluminosos caballeros más, con bastón y camarita incluidos, todo
termina en el acabose. Por más foetazos y golpes en las ancas dados al

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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animal y entre pujidos, resoplidos y relinchos del flaco rocinante, este


no puede avanzar por exceso de equipaje.
Resueltos estos inconvenientes, el tranvía por fin puede partir en su
viaje cotidiano rumbo a la estación del ferrocarril. Sigue por la calle
Catedral, pegado a la acera oeste, a paso de caballo (¡3 kilómetros por
hora!). La sombra proyectada por las casas alivia un poco la canícula y
casi llegando a la esquina de la calle Ilustre Americano, hace una
primera parada. Resulta que un burro sabanero está atravesado en las
vías, interrumpiendo el lento paso del carricoche. Entre el griterío y
exclamaciones del conductor, alguien intenta convencer al jumento de
que debe quitarse de ahí. Un abogado le espeta al burro unos artículos
del Código Civil y otros alusivos a la libertad de circulación y tránsito,
de no menoscabar los derechos de las personas y otras menudencias,
pero el burro continúa impertérrito y mirando lejos, mientras mastica
unas olorosas hierbas que crecen en la orilla de la calle. Por fin, un
pequeño grupo de niños logra apartar al solípedo a fuerza de
empujones y pedradas, entre la algarabía de la pandillita de rapaces que
se aleja por las calles aledañas.
Doscientos largos metros esperan todavía para llegar a la calle del
Comercio. Los corceles ya están sudando la gota gorda y la gente saluda
al paso del tranvía, con una leve inclinación de cabeza y la mano puesta
en el ala del sombrero. Pasa por el Capitolio, en la esquina de Bolaños,
donde los transeúntes ataviados de pumpá y leontina acuden a sus
diligencias en la sede los Poderes Públicos. Algunos pasajeros se apean
y otros suben. Los caballos respiran. Unos metros más y ya están en la
esquina de Villoria.
Aquí los rieles doblan en una elegante curva en dirección a la calle del
Comercio. Surge otro inconveniente: el vagón se descarrila. El
cambiavías que permite desviar el paso hacia la iglesia de Altagracia
estaba mal ajustado y se produce la pequeña calamidad. Con el carro
atascado los caballos no pueden avanzar. Los pasajeros, con
disimulados refunfuños y contrariados por el ya conocido
inconveniente de todos los días, pues eso sucedía a cada rato, apelan a
la acostumbrada santa paciencia y resignación y deben bajarse del
carricoche con los consabidos gestos de la contrariedad. El propio
conductor recoge por las riendas a los caballos desconcertados y
despreocupados por el accidente y con la ayuda de algunos de los
viajeros y ocasionales transeúntes intentan colocar de nuevo el tranvía
en su lugar. Luego de unos cuantos pujidos masculinos, en medio de
órdenes y contraordenes, por fin todo vuelve a la normalidad.
Ahora los caballos no quieren avanzar. El poco alimento y el excesivo
trabajo los tienen desganados. El conductor saca una larga vara de
carrizo que lleva en la punta un manojo de hierba y la coloca por
delante de las cabezas de los jamelgos, tratando estos de alcanzar la
paja, y con eso reanudan la marcha.
La gente ya se cansa. Los hombres se secan el sudor de la frente con sus
pañuelos sacados de la manga. Las mujeres despliegan los abanicos y
dicen:
-Esta cafetera va demasiado lenta.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Otras se quejan de que no caben en los asientos, que se caen, que hay
mucha brisa, que se levanta tierra y les ensucian los encajes de organdí
de las faldas, que no ven la hora de llegar, que los caballos expulsan
gases y riegan cagajones por las calles…
-La verdad es que a pie como que se llega más rápido a la
estación del ferrocarril, dijo el médico Aquiles Castro, conocido urólogo
de la ciudad, quien iba de pasajero, con un ademán de fastidio.
Y vistos los medios de transporte usuales: coches, carretas y caballos,
propios, alquilados o prestados, no deja de ser cierto, pensaban los que
llegaron a la estación a pie, mucho antes que los tranvías de caballos. ¿A
quién le quedan ganas?

4.4.- LA PLAZA DE LA ESTACIÓN


Una de las pocas diversiones que tenían los barquisimetanos de ese entonces,
con veinte mil habitantes, consistía en los paseos que se hacían a la estación
ferroviaria, especialmente las parejas de enamorados que ahí se daban cita,
acompañados, claro está, de las correspondientes chaperonas. El pasaje, si se
quiere, resultaba costoso para algunos: medio real (un medio).

La avenida que conducía a la estación del ferrocarril Bolívar, se llamaba


Independencia, que era el nombre que tenía la plaza (antes Castro), luego 5 de
Julio y Las Ciencias y más tarde otra vez 5 de Julio. Por la parte oeste de la plaza
La Estación discurrían los rieles del tranvía. Un ramal conducía hacia los almacenes
del ferrocarril por tranvías de carga. Ese ramal se originaba en la propia estación y
sus vagones llegaban a las casas comerciales importadoras de mayor prestigio en
la ciudad como lo eran Lindheimer, Blohm y Calderón e hijos. Existió otro ramal “de
servicio” que partía desde la calle 30 hacia la calle 36 por la calle del Comercio,
hacia un sitio donde estaban los talleres y oficinas del tranvía, al que llamaban “La
Cochera”, donde guardaban los vagones y les daban el mantenimiento necesario.

Los rieles que conducían a la estación propiamente dicha, estaban dispuestos en


una recta de unos setecientos metros. En la casa frente a la plaza existió un
botiquín perteneciente a Humberto Segnini Macías, músico que acompañaba a
Antonio Carrillo en la Estudiantina que dirigiera el maestro y de la que formó parte
Napoleón Lucena. Con los caballos propiedad de sus clientes se efectuaban
carreras en el terreno frente al botiquín en la parte norte y de este a oeste. También
existió un terreno donde se jugó por vez primera el beisbol (San Simón B.B.C).

Los lunes y los jueves, muy temprano en la mañana, la estación de Barquisimeto


se llena de gente que llega en tranvía de caballos y en coches con el fin de despedir
a algún pariente o amigo, pues a las siete de la mañana salía un tren para Tucacas.
Igualmente, en esos mismos días, a las 5 de la tarde los pasajeros del tranvía
salían a recibir a los viajeros que llegaban al terminal ferroviario procedentes de
Tucacas.

Al desaparecer el sistema de tranvías, todo el material rodante y casi todos los


antiguos rieles fueron desmantelados por la compañía propietaria. No obstante, en
la actualidad sólo queda un minúsculo recuerdo en la calzada por donde una vez
estuvieron los rieles. Se trata de un pequeño tramo colocado hace pocos años

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cuando se adoquinó parte del casco histórico de Barquisimeto. Un recordatorio sin


identificación, sin una información, placa o hito histórico por donde los transeúntes
y los carros absortos transitan sin sospechar siquiera que una vez hubo un tranvía
de caballos en Barquisimeto y del cual no quedó nada.

4.5.- EL CABALLO CONTRA LA MÁQUINA


Para los primeros años del siglo XX ya se comienza a oír sobre un acontecimiento
que va a hacer cambiar totalmente el modo de vivir en la ciudad: el automóvil. En la
lucha del caballo contra la máquina, todavía existe el anticuado que cree que la
humanidad nunca va a salir de un caballo. En ese pleito quienes terminan
desapareciendo son los coches y los caballos. El automóvil entra victorioso en la
vida barquisimetana. Los coches y los caballos irán retirándose a menesteres más
modestos, como los cortejos fúnebres.

El primer automóvil que llegó al estado Lara no llegó a posar sus llantas en
Barquisimeto. Ni siquiera llegó por sus
propios medios de fuerza mecánica. Este
automóvil arribó primero al puerto de
Tucacas en 1904 a bordo de un vapor
procedente de Puerto Cabello, adonde
había llegado proveniente de Europa. Del
puerto de Tucacas es enviado por el
ferrocarril Bolívar hasta Duaca. Era de
fabricación francesa, probablemente un
Panhard Levassor y había la
circunstancia de que el primer vehículo
que existió en Venezuela para esa fecha
lo había traído doña Zoila de Castro, esposa 50

del Presidente de la República, Cipriano Castro, en 1904, de modo que podría


suponerse que este automóvil ha debido ser si no el segundo, uno de los primeros
en Venezuela.

En Duaca el automóvil fue objeto de un recibimiento apoteósico y el Eco


Industrial, periódico barquisimetano, anuncia que próximamente sería exhibido en
Barquisimeto, pero con el entusiasmo, la novelería de los paseos por Duaca y sus
alrededores, se consumió todo el combustible. El carburante nunca llegó. Luego se
entabló una demanda contra el propietario del vehículo y éste fue enviado por el
ferrocarril Bolívar hasta Barquisimeto y quedó guardado en la ferretería de J.
Hanser, donde permaneció dos años, es decir, hasta 1906.

El cronista Julio Nervo apunta en el Eco Industrial su lamento por la despedida del
vehículo de nuestra ciudad:

50
Primer Ford que llegó a Barquisimeto.
https://www.google.co.ve/search?hl=es-
419&biw=1280&bih=669&tbm=isch&sa=1&ei=g2EsWtzoFOSR_Qa7_p74Aw&q=Primer+Ford+en+Barq
uisimeto&oq=Primer+Ford+en+Barquisimeto&gs_l=psy-
ab.3...182774.192281.0.194087.27.26.0.1.1.0.210.3161.0j25j1.26.0....0...1c.1.64.psy-
ab..0.13.1583...0j0i67k1j0i8i30k1.0.Oi5Q66fuVN4#imgrc=T5g-YYc1X7eoeM:

84
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El automóvil que está enfermo en esta ciudad y privado por


consiguiente de paseos, lo embarcaron ayer para Caracas, en busca de
mejores aires para su salud quebrantada; y ver que tan bien le fue en
Duaca, seguramente que por la temperatura igual a la de Caracas y
parecida a la de Europa, de donde es oriundo. El calor de aquí le hizo
mal y se fue en solicitud de otros aires. Lástima que no hubiéramos
tenido el orgullo de verlo corretear por nuestros paseos. El mal de esta
tierra. (Nervo, J. El Eco Industrial, 30 de junio de 1906).

4.6.- EL PACIENTE MELANCÓLICO


Cuando salió el paciente que no dormía, sólo quedaba uno por atender. Lo
hizo pasar y lo invitó a recostarse en el mullido diván. Lo vio completo,
vestido todo de negro brillante. Le preguntó a qué se debía la visita a su
consultorio. El paciente se deslastró en una retahíla de dolencias como
dispepsias, constipaciones y, a veces, que sus evacuaciones eran irregulares,
con contenidos gaseosos, desvergonzados. ¡Ayúdeme, doctor! llegó a
exclamar el enfermo, con un rechinar de coyunturas que al facultativo le
sonaron como ecos de tornillos y bielas acongojadas. Tomó algunos datos
previos al paciente como temperatura, presión, palpaciones para descubrir
algún temblorcillo en el carapacho y el nivel de fluidos corporales. Notó una
leve cojera del lado izquierdo.
- ¿Cuál es su nombre –le preguntó.
- Panhard Levassor.
-¿Nació usted en Francia, señor?
- Sí, doctor, en París, Avenue de Ivry, de donde son mis padres.
- ¿Y qué es lo que siente?
- Pues, verá doctor, extraño el corretear por las calles de la Place Saint
Michel, cuando íbamos rumbo a la rue Mouffetard y las encantadas
callejuelas del mercado de la Place Contrescarpe. En verano paseaba con las
ventanas abiertas por los lados de la Ile Saint Louis y La Tour d’ Argent
donde la brisa chocaba contra mi frente al descubierto, levantando una
polvareda de arena fina. En primavera el fresco viento del norte me
reconfortaba y sentía que la vida me hablaba de la felicidad.
-Pero de pronto –continuó el aquejado- alguien me arrancó de mi lar nativo
sin saber por qué y sin poder moverme por mi mismo me embarcaron desde
el puerto de Le Havre hasta el trópico, a un lugar extraño y caluroso.
Llegamos un día a un puerto que llamaban La Guaira y me desarmaron. Me
quitaron los zapatos y mi gorra y no me dieron mi alimento, sino que por el
contrario lo depositaron en unos envases metálicos. Ahora, después de todos
los vaivenes de la mar, me encuentro en esta ciudad que llaman Duaca, a la
que me trajeron en ferrocarril desde un puerto que denominan Tucacas.
Aquí en este poblado me maltrataron, Todos se me subían encima, los niños
brincaban y me ensuciaban con sus embarrados pies. Me llevaron por calles
de amargura, me dolían las extremidades con tanta piedra, idas y venidas.
Sufrí mucho. Un día dejaron de darme comida y en medio de la algarabía de
unas damiselas que daban grititos de estupefacción, quedé paralizado y no
pude más. El calor, el cansancio y el peso de tanta gente me quebraron el
espinazo y claudiqué.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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El doctor, escuchando atentamente al atribulado estoico, se llevó el borde


del puño cerrado al mentón, en actitud pensativa. Luego de hacer el examen
físico rutinario correspondiente y de haberle hecho abrir la boca de par en
par para observar los conductos nerviosos que partían del corazón, auscultar
con el estetoscopio los ruidos internos del vientre mecánico, el galeno no
observó males graves en su anatomía, excepto por su cojera. Llegó a la
conclusión que los padecimientos e indisposiciones del doliente no eran
físicos sino del espíritu. Garabateó un récipe ininteligible, le recomendó que
pasara unas vacaciones en Barquisimeto y Caracas y que luego se regresara
a su tierra. Para curarle la cojera, sólo le inyectó un poco de aire
comprimido, apenas unas tres libras de presión, en el neumático delantero
izquierdo. Sufre usted de melancolía –dijo.

Hubo que esperar siete largos años para ver recorrer por las calles de
Barquisimeto otro automóvil. Así fue que a finales de enero de 1913 dos ricos
propietarios, los señores Ignacio Ortiz y Francisco Agüero, al regresar de un viaje a
Europa, trajeron dos automóviles franceses, uno marca Clement Bayard, propiedad
de Ortiz y el otro un De Dion Buttton, de Agüero.

Toda una novedad consistían los recién llegados automóviles. Todos querían
verlos, tocar sus relucientes superficies recalentadas por el canicular sol. Los
hombres se interesaban por el funcionamiento y su mecánica y hasta uno preguntó
si comía y meaba. Los niños, curiosos y tímidos se acercaban con cierto temor y
cuando el dueño encendía el motor con la manivela salían corriendo espantados.
Los perros ladraban cuando traqueteaban por los empedrados de las calles. Las
viejas se persignaban a su paso.

En los viajes por los polvorientos caminos de la aridez larense había que tener
cuidado y paciencia con los arreos de burros que apuraban el paso con los toques
de claxon y había que parar constantemente debido a distintas averías o peripecias
del camino. En los viajes se invertía mucho tiempo y era pesadísimo el recorrido a
causa del calor, el polvorín de tierra que se levantaba y entraba a chorrerones por
todas partes en verano y el deseo vehemente de terminar con esa tortura cuanto
antes y finalizar el viaje.

Era toda una proeza emprender un viaje por las llamadas carreteras, que en
realidad, para esa época no eran más que angostos caminos hechos al paso. Los
conductores deben ingeniárselas para sortear los innumerables e inesperados
obstáculos y situaciones a los que era esperable enfrentarse. En la estación
lluviosa los lodazales y los ríos crecidos podían interrumpir el paso durante
semanas enteras.

Distintas anécdotas y aventuras se vivían en esas inciertas travesías. Se cuenta


el caso del primer viaje a Carora en automóvil en 1914, que representó toda una
maniobra de aventura de trabajosos incidentes y ocurrencias, pues para una
distancia de 120 kilómetros se tardó tres días. En el primero su propietario solo
pudo llegar hasta Quíbor. En la segunda jornada con la ayuda de tres ayudantes
llegaron hasta el río Tocuyo. Al otro día tuvo que ser remolcado el carro por una
yunta de bregados bueyes, comprometidos en atravesar el río, para así llegar al
anochecer pasadas las ocho a Carora. Luego de esta fatigosa y enojosa travesía el

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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dueño decidió vender allí mismo el vehículo y se regresó en una mula a


Barquisimeto.

El tercer automóvil llegado a la ciudad lo trajo Edgar Anzola desde Puerto Cabello.
Fue el primer Ford que llegó a Barquisimeto y lo hizo el 14 de febrero de 1913.
Schael (1982), refiere este hecho en el testimonio del propio Anzola, quien narraba
que:
Estando en Barquisimeto recibí el telegrama de los hermanos Martínez,
propietarios del Central Yaritagua: “estamos dispuestos adquirir
automóvil si Ud. nos lo pone en la finca. Fdo. Amor Fiel Martínez,
Yaritagua, marzo 2-1913”. Era un desafío. No me intimidé. “Convenido.
Edgar Anzola”, fue mi respuesta. Tengo muy presente cómo se
arremolinó la gente, de a pie y de a caballo, en lo alto de la calle que da a
la “Cuesta de Santa Rosa”. Aseguraban que siendo tan empinada, difícil
me iba a ser llegar sano y salvo abajo. Pero la fe puesta en mi automóvil
era grande; el día convenido, a las ocho y treinta de la mañana, me
coloqué al volante y me lancé confiado. Ante la admiración del público
reunido sorteé el peligro y tomé la vía hacia el Yaracuy. El Ford y yo
llegamos en perfecto estado a la finca de los hermanos Ojeda (p.38).

Dos años después, a principios de 1915, ya había en Barquisimeto 11 o 12


automóviles que convivían con caballos, mulas, burros, carretas, coches y un
tranvía de caballos.

4.7.- CONDUCIR UN AUTOMÓVIL

51

51
Chofer de los años 20.
https://www.google.co.ve/search?hl=es-
419&biw=1280&bih=669&tbm=isch&sa=1&ei=T0ksWp3kDcyFmQGxtLCYAw&q=chofer+l+1910&oq=chofer+l+191
0&gs_l=psy-ab.3...29289.29289.0.29955.1.1.0.0.0.0.280.280.2-1.1.0....0...1c.1.64.psy-
ab..0.0.0....0.M5A6cBEdYEg#imgrc=Nm-1JY8lbkFjLM:

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Hay que saber conducir un automóvil. Por lo general los vendedores son los
encargados de enseñar el arte de conducir. Las personas de categoría todavía se
resisten a aprender a manejar automóviles porque “es lo mismo que ser cochero”.

Luego de su llegada de Nueva York en este año de 1908, el doctor,


general y opulento hacendado don Trifón Astulfo Arrechedera esperó
unos días más para acercarse a la estación del ferrocarril Bolívar a e ir
al encuentro del automóvil Ford modelo T de dos asientos sin capota
que había comprado en la metrópolis por la cifra de 850 dólares.
Entusiasmo y curiosidad produjo la llegada del extraño y novedoso
aparato a nuestra ciudad, considerado hasta ese momento como un
juguete para los ricos.
En los inicios del automovilismo los caminos y carreteras eran usados
fundamentalmente por el transporte de tracción animal. Diseñado para
resistir las toscas trochas y en la plena seguridad de librarlos del barro
producto de los chaparrones del invierno tropical, los primeros
vehículos a motor tenían necesariamente que estar adaptados para los
malos caminos o cuando había que atravesar un río por falta de
puentes. Por ese motivo los carros debían tener más fuerza que
velocidad, lo que no impedía que a veces se sufriera algún atasco, con el
consecuente disgusto y los malos ratos que se expresaban en el estado
de ánimo, reniegos, blasfemias y movimientos del lenguaje corporal.
Cuando permaneció en los Estados Unidos, don Trifón había aprendido
a conducirlo y conocer su funcionamiento. Sin embargo, todavía se
resistía a conducir él mismo el automóvil con el pretexto de que para un
hombre de su posición social “era lo mismo que ser cochero”. Aun así
tuvo que hacerlo al no conseguir un chofer quien lo condujera por no
haber nadie en Barquisimeto que supiera de su funcionamiento y
conducción.
Un día el Ford de don Trifón Arrechedera quedó atorado en un lodazal
mientras iba camino a su hacienda-trapiche en Yaritagua, por lo que no
tuvo más remedio que seguir a pie, refunfuñando y maldiciendo hasta
llegar a su casa con los borceguíes de charol llenos de barro y el apellido
atravesado.

El chauffeur de 1915, dice Hermann Garmendia (1969:16-17), es un hombre de


los barrios populares y es visto con curiosidad en los pueblos, donde es recibido
como un héroe. El chofer de estos años parece un “húsar de opereta” con zapatos
brillantes, polainas y guantes de cabritilla, casquete de cuero o cachucha de
casimir, anteojos de aviador, paltó marrón.

En 1920 aparece el autobús. Sale de la Plaza Bolívar y llega a estación del


ferrocarril Bolívar. Resulta que la gasolina es cara. No se consiguen repuestos y el
chofer tiene un sueldo alto: por lo tanto el autobús tiene que ser retirado de la
circulación.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Para 1929 ya circulan en Barquisimeto 345 automóviles y 87 camiones en la


ciudad

Automóviles y camiones matriculados en la Inspectoría de Vehículos del estado Lara 52


(1929)
Marcas Automóviles Camiones
Ford 102 14
Chevrolet 68 55
Dodge Brothers 36 6
Studebaker 19 -
Buick 18 -
Hudson-Essex 17 -
Nash 15 -
Willys-.Knigt 11 -
Overland 9 -
Oakland 7 -
Chrysler 6 -
Flint 5 -
Velie 4 -
Perles 3 -
Cadillac 3 -
La Salle 3 -
Moon 3 -
Chandler 3 -
Packard 2 -
Gray 2 -
Rugby 2 -
Marcas diversas 7 12

Totales 345 87

4.8.- CHOCÓ CUANDO LLEGABA A SU CASA (1922)


Alcohol más velocidad son malos compañeros. Eso le sucedió anoche al
joven Altagracio Marimondo, miembro de la selecta sociedad de nuestra
urbe, cuando salió de una encerrona de tres días bebiendo aguardiente
con los amigos. Estuvieron esas noches bailando ritmos variados, como
guasas, merengues rucaneados, tangos y foxtrot en un club de los
suburbios de la ciudad y por querer lucirse con unas damas de
generosos escotes y escasas reputaciones, las invitó a pasear en su
moderno automóvil.

52
Automóviles y camiones matriculados en la Inspectoría de Vehículos del estado Lara (1929). Fuente:
Guía General de Venezuela (1929). p. 405.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Así, en medio de las risitas y grititos desvergonzados de las descocadas,


hizo algunas maniobras arriesgadas como la del soltar el volante y dar
algunas curvas cerradas. Por último, para hacer demostración de sus
improvisadas dotes de chauffeur, aceleró su vehículo por las terrosas
calles a lo máximo que daban las bielas del estridente motor, a la
imprudente velocidad de 40 km/h, con las concomitantes
consecuencias que habrían de esperarse.
Luego del accidente, el patiquín, tambaleante y balbuceando, juró
solemnemente que ya no iba a beber más... ni menos tampoco.

4.9.- LAS BOMBAS DE GASOLINA EN BARQUISIMETO


Desde 1910, en la Venezuela de esa época, la situación del parque automotor
era de franca precariedad. Al ser los vehículos importados junto con los repuestos,
la gasolina, aceites y lubricantes, sin hablar de los choferes y mecánicos
extranjeros que supieran del funcionamiento y reparación de automóviles, lo único
que se escuchaba eran quejas y reclamos a este respecto.

La gasolina se expendía en latas de un galón y hasta en envases de 18 o 20 litros


y se podían adquirir en las pulperías, al igual que ciertos repuestos y accesorios.
Las cajas de 18 litros “sello azul” de 73 octanos se vendían en 20 bolívares y la
"sello rojo" a 23, de 79 octanos. Hasta bien avanzado el año 30, en Venezuela se
consumía la gasolina Wico, que traía la West India Oil CO. Un tambor Wico de 36
litros valía 70 bolívares. Todo automovilista tenía la obligación, de llevar su propio
combustible, porque no en todos los poblados se vendía y no había ni una sola
bomba o surtidor de gasolina en esos largos trayectos.

En 1925-1930, la Standard Oil Co. implantó las primeras bombas en los garajes y
sitios estratégicos de Caracas, así como a la entrada y salida de las poblaciones en
el interior del país. Las bombas instaladas por las petroleras funcionaban por
gravedad. Era necesario escurrir la manguera a fin de vaciar todo el contenido en el
tanque. Existían las bombas manuales de gasolina fabricadas por Gilbert & Baker
de 40 litros. Su cilindro superior de vidrio se llenaba bombeando con una palanca
en la parte inferior del artefacto que, al mover la bomba de succión, llenaba el
cilindro de vidrio. Se succionaba la gasolina desde un tanque subterráneo, cuya
capacidad total no iba nunca más allá de los dos mil litros. Al abrir la válvula de la
manguera, la gasolina bajaba por gravedad, a través del tubo de descarga.

En Barquisimeto se instalaron estos surtidores. Uno de ellos ubicado hacia el lado


norte del Mercado Municipal, por la carrera 17 haciendo esquina con la calle 25
(esquina sureste). En una especie de glorieta estaba colocado el surtidor de
gasolina con el nombre de Lagopet, compañía radicada en Maracaibo. Otro surtidor
de gasolina estaba ubicado por el lado sur del Mercado Municipal en la carrera 16
esquina de la calle 24. Esteban Ramón París era el beneficiario de concesiones
petroleras en la época de Juan Vicente Gómez (Schael, Guillermo J. 1982,2008).

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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4.10.- PRIMERA RIFA DE UN AUTOMÓVIL EN BARQUISIMETO


(1908)
El 27 de marzo del presente año de 1908 se efectuó la rifa de un automóvil
con motivo de la recaudación de fondos para el beneficio del Asilo de
Ancianos, dirigido por el noble caballero don Nicéforo Matamoros. Es de
advertir que esta es la primera vez que se sortea un vehículo automotor en
nuestra ciudad. Ello se debe a instancias de un caritativo personaje de la
región, quien ha preferido escudarse en el anonimato con la desprendida
donación del aparato.
Debido a lo costoso del mencionado vehículo, el valor de cada número de
la rifa ha resultado algo elevado, por lo que el tal sorteo está destinado
exclusivamente a las distinguidas damas y caballeros de nuestra selecta
sociedad, quienes son los que disponen de los medios para participar en él.
Demás está decir que el entusiasmo desbordado ante tal evento se
compagina con los caritativos fines al que está destinado.
Llegado el providencial día, la ventura quiso que quien resultara favorecida
por la diosa fortuna en esta invaluable oportunidad, fuera doña Robustiana
Dolores de Barriga y Panza, dama destacada e importante de nuestra
sociedad, quien a pesar de su buena suerte, luego de recibir el ansiado
premio, al querer penetrar en el automóvil para disfrutar de esta comodidad
con ruedas, la misma comenzó a llorar y gimotear pues no pudo ingresar al
auto gracias los 250 kilos con que contaba su humanidad.
Con ayuda de algunos amigos y sus familiares, en medio de esforzados
pujidos y sudorosos empujones, intentaron hacerla entrar a la fuerza por la
portezuela del carro, con el negativo resultado de que ni siquiera pudieron
lograr que subiera al estribo del mismo y menos aún que penetrara al
interior del auto por no caber en el asiento, ni del pasajero ni del chofer,
además de que en medio de las maniobras a la doña se le escapó un díscolo
efluvio gasífero, que como un gracioso sonido de corneta causó hilaridad
entre los asistentes.
Contradicciones de la vida. Desconsolada y triste, la doña comenzó a llorar
desconsoladamente con lastimeros gritos y alaridos su contrapuesta mala
suerte, a pesar de haber sido favorecida por la misma.

4.11.- A PROPÓSITO DEL “MACADAM”


Hasta 1920 no todas las calles de Barquisimeto estaban empedradas y la
mayoría eran de tierra. La calle del Comercio estaba empedrada en toda su
extensión y en forma parcial la carrera 19 o Libertador. Empedradas estaban las
calles transversales desde la calle 20 con carrera 19 hasta la carrera 21. La calle
30 desde la Comercio hasta la estación del ferrocarril Bolívar estaba empedrada.
Las aceras eran de ladrillos con bordes de laja. El cemento en las aceras comenzó
a utilizarse durante la presidencia del general Diógenes Torrellas Urquiola y
continuó con el general David Gimón.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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4.12.- POR ESOS MALOS CAMINOS

Consustanciado con el automóvil y aun con el ferrocarril se encuentra el tráfico


carretero. Desde las relaciones de Federmann ya se tenía el conocimiento de los
antiguos caminos de sal de los indios cayones, los cuales sirvieron de guía para su
viaje desde Coro hacia el país ignoto e inexplorado que se abría ante los noveles
conquistadores y exploradores. Los escollos y dificultades ante las feraces estepas
y la lucha frente a los elementos telúricos y la aridez, las subidas y bajadas por las
serranías, la falta de agua y alimentos, no eran más importantes que la
preocupación de defenderse frente a belicosos indígenas desde el camino de la
costa en Coro hasta el valle del río Turbio en Barquisimeto..

Tan insegura era la vida que desde 1600 los comerciantes y viajeros que se
trasladaban desde Barquisimeto hacia Valencia, luego de atravesar la fatigosa e
incómoda serranía de Nirgua, barrialosa en época de lluvias, debían hacerlo
acompañados de una guardia armada por los ataques de los soberbios y orgullosos
jirajaras. 150 años después de Federmann, en 1688 se informa desde Nueva
Segovia que todavía se sigue tratando de refrenar los robos y muertes por parte de
los aborígenes y la gente española siempre vive con las armas en la mano (Nectario
María, 1952).

Pero esas no eran esas las únicas quejas e inquietudes de los comerciantes y
viandantes de esos remotos tiempos. Otros descontentos y disgustos provenían del
mal estado de las carreteras y caminos, rosario de críticas y demandas que venían
arrastrándose desde los informes de Pimentel en 1572, Olavarriaga en 1720 y que
continuaron hasta 1828 con Revenga y Sievers hasta los días de este siglo.

Es de observar que en estado Lara se construyeron entre 1870 y 1880 los tramos
carreteros de Barquisimeto a El Tocuyo, Acarigua y Yaritagua. Desde antes Carora
se comunicaba casi que exclusivamente con Coro, por las antiguas vías carreteras
que la comunicaban por el puerto de la Vela. Estas primeras carreteras no eran,
desde luego, grandes obras de la técnica y la ingeniería. Se trataba más que todo
de sendas imprevistas y azarosas en medio de llanadas de arena, cardones y
tunas, con algunos obstáculos orográficos e hidrográficos, atravesando pendientes
y dando a veces grandes rodeos para evitar zanjones y barrancas, así como ríos y
quebradas por falta de puentes.

Dalton, en la descripción de un viaje en carruaje de El Tocuyo a Barquisimeto en


1918 expresa que “El “camino” es meramente una senda casual por las llanuras
de arena y grava, pero llena su objeto, y uno puede hacer el viaje en un raro
vehículo, con aspecto más bien de diligencia…, llegando a Barquisimeto empolvado
y dolorido” (Gormsen, Erdmann (1965), op.cit. p. 57). Por su parte Silva Uzcátegui
(1941, p. 280), afirma que los coches eran utilizados más bien por mujeres,
prefiriendo los hombres cabalgar sobre sus propios caballos, como machos que se
respetan, lo que los hacía más independientes, pues no estaban sometidos a los
caprichos de algún cochero y además era más rápido.

Muchas veces tales caminos no eran adecuados para carretas y carruajes, por lo
que el uso de cabalgaduras (burros, mulas y caballos), además de los cargadores
indígenas desde la época de Federmann y las encomiendas, había sido el único

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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medio de transporte durante los primeros 350 años de la conquista, colonización y


poblamiento en las rutas de importación y exportación de mercancías hasta
principios del siglo XVII, como eran la sal, maíz, trigo y más tarde tabaco, azúcar,
papelón, ganado y derivados de la cría como el cuero de chivo y cabras para la
manufacturas de cordobanes53, así como también algodón, textiles (lienzo Tocuyo),
fibra de cocuiza y artesanías.

Hasta hace poco más de 150 años eso fue lo que se conoció en aquellos remotos
días en que todo viaje y servicio de cargas se hacía por medio de arreos de burros
por precarios caminos.

4.13.- LLEGA EL TREN

El Ferrocarril Bolívar llega a Barquisimeto el 18 de enero de 1891, cuando fue


inaugurado el ramal hasta la estación El Hacha por el presidente de la República
Dr. Raimundo Andueza Palacio.
Hubo cinco días de fiesta.

Las personas pueden viajar


ahora de acuerdo a sus
diferencias sociales, esto es,
conforme a la suma que se
pague. Los lunes y los jueves,
muy temprano en la mañana, la
estación de Barquisimeto se
llena de gente que llega en
tranvía de caballos y en coches
con el fin de recibir o despedir a
algún pariente o amigo. A las siete 54

de la mañana sale un tren para Tucacas. Se almuerza en El Hacha. Se llega a


Tucacas a las cinco de la tarde.

Un viaje en ferrocarril hace que las mujeres y los hombres tengan que llevar entre
los efectos del equipaje una cobija de lana o chamarra que se lleva al hombro, que
servirá más tarde como colchón para acostarse en el vapor que navega hacia
Puerto Cabello. Las mujeres llevan el carriel terciado, inflado de pañuelos,
abanicos, vaso y otros enseres. Se viaja mucho y en mucho tiempo (demasiado,
dicen los pasajeros). Máquina diabólica, ¡Quince kilómetros por hora! Una locura,
dicen algunos. Ni siquiera puede contemplarse el paisaje, dicen otros.

53
Manufactura de cuero fino, elaborado en la única curtiembre de cueros de chivo que había
en Barquisimeto. El cuero de chivo era un producto de exportación importante y en su
procesamiento se utilizaba la vaina del dividive (Caesalpinia coriaria) por contener altos
contenidos de tanino, componente básico para el proceso de curtiduría (Gormsen, Erdmann,
op. cit. p.131). El cordobán es el cuero de cabra/chivo, ligero y suave, obtenido mediante el
uso de sustancias especiales, entre ellas los taninos. Este cuero se utilizaba para el repujado y
para el uso de zapatería fina.
54
Ferrocarril Bolívar. Foto de E. Reyes Yanes.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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El que viaja a Barquisimeto con destino a Caracas, tiene que quedarse en


Tucacas. Hotel Unión de Madama Aret. Paseos de noche por las tropicales calles
del puerto y sus muelles. Al día siguiente, a las seis y media de la mañana se
embarca el viajero en uno de los vapores que hacen la travesía a Puerto Cabello:
“Barquisimeto”, “La France”, “San Felipe”. A veces, cuando los vapores seguían
otros rumbos o estaban en mantenimiento, hacía el servicio la goleta “Nereida” y
otras embarcaciones que hacían el trasbordo de Tucacas a Puerto Cabello.

La viajera Jenny de Tallenay describe en 1880 esas noches en Tucacas como


“muy románticas y agradables”, aunque haya sido en una posada tosca y cerril y
con visitas nocturnas de cangrejos (Gormsen, Erdmann, op.cit. p. 53).

Y es que eran cinco horas de viaje en tales bateles “eméticos”. La gente tiene que
acostarse al zarpar el barco para no marearse. Los más fuertes permanecen en
cubierta, encima de la carga. Adentro hay un camarote común con literas, aire
viciado y olor rancio a pescado y vómitos. Se llega a Puerto Cabello a las once de la
mañana. El tren que sale de este último puerto hacia Caracas lo hace al día
siguiente a las ocho de la mañana. La llegada a Caracas es a las cinco de la tarde.
El viaje de Barquisimeto a Puerto Cabello dura doce horas. El viaje de Barquisimeto
a Caracas duraba entonces tres días y dos noches, algo así como 58 horas y media
en camino, aunque en realidad con un tiempo de recorrido ferrocarrilero de 22
horas y media, pues el resto del tiempo se invertía en las pernoctas en Tucacas y
Puerto Cabello.

Dicho esto no queda más que decir cuán grande era el progreso de viajar en
ferrocarril y ahorrarse el esfuerzo de tener que cabalgar durante días enteros con
sus noches, durmiendo en alojamientos y cotarros más o menos incómodos o
menos agradables como los que describiera Madame de Tellenay.

La visita que hizo el general Cipriano Castro a Barquisimeto en 1908 con motivo
de una visita oficial está catalogada como la más rápida: 16 horas y 35 minutos.
Sube en la estación de Caño Amarillo en Caracas, embarca en La Guaira por la
noche en un barco de guerra, llega a Tucacas en horas tempranas de la mañana y
luego a Barquisimeto en el ferrocarril Bolívar.

En 1880 Manuel María Ponte describe cómo es el viaje en ferrocarril en ocasión


de un viaje que hiciera desde Caracas a El Tocuyo:

El ferrocarril es como el vapor, malo bajo todo respecto, sumamente


sucio e inseguro y reina la desatención en toda la línea (…) No se
diferencian las clases sino por la suma que se paga, pues las personas
viajan confundidas en democrática igualdad, a la par que el cobre, en
vagones de carga más o menos incómodos.

La verdad es que no hay derecho. Los asientos de los vagones para pasajeros son
laterales, como los del tranvía de caballos. Además hay paradas donde le place al
conductor, bien sea para “hacer vapor” o para comprar algunas “manos” de
cambures y otras granjerías en ciertos lugares a lo largo de la vía. Hay quienes
llevan velas para medio alumbrarse en las noches porque la compañía
ferrocarrilera priva de luz a los pasajeros, para economizar.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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4.14.- BREVE RESEÑA Y DATOS HISTÓRICOS SOBRE EL


FERROCARRIL EN BARQUISIMETO

Los estudios para la construcción del primer ferrocarril de Barquisimeto se


iniciaron en 1890. La primera locomotora que llegó a las inmediaciones de la
ciudad, en período de pruebas, lo hizo el 30 de septiembre de 1890.

El Eco Mercantil reseña este acontecimiento, en crónica de Leopoldo Torres:

En la tarde del 30 arribó a inmediaciones de esta ciudad, la primera


locomotora del ferrocarril en medio de una multitud ávida de ver
este acontecimiento tan esperado. El Eco Mercantil desea vivamente
que esta obra sea fecunda en bienes para los pueblos del estado.

El primer tramo de Barquisimeto- El Hacha fue inaugurado el 18 de enero de


1891. La empresa fabricante se llamaba “The South Western of Venezuela Railway
Limited” (Ferrocarril Sur Oeste de Venezuela). Era una compañía inglesa con sede
en Liverpool, administrada por Mr. Arthur Thomas. Contaba con las estaciones:
Barquisimeto, El Cují, Paso de Tacarigua, El Eneal, Duaca, Licua, Limoncito,
Caraquitas, Agua Fría, Cayures, San José, El Hacha.

En El Hacha se hacía trasbordo al Ferrocarril Bolívar, pero éste no estaba


preparado para el servicio de pasajeros. Antes de ser construido el ramal
Barquisimeto-El Hacha, había que viajar a caballo o en coche hasta la estación de
La Luz, pequeño poblado cabecera del Municipio Aroa del distrito Sucre, término de
la carretera que sale desde Barquisimeto. En La Luz reina el movimiento. Hay casas
de comercio donde llegan y salen viajeros, conductores de coches y arrieros que
traen productos de los diferentes lugares productivos del estado Lara, Los Andes y
los llanos. Desde La Luz se tomaba el tren que venía de las minas de Aroa e iba
para Tucacas.

En 1832 la sucesión Bolívar remata las tierras de las minas de Aroa. Como estas
pertenencias estaban bajo hipoteca para el servicio de nuestra independencia,
pasan a manos de “The South American Cooper Limited”, con quien estaban
hipotecadas. El cobre había que transportarlo en recuas hasta el río Aroa, vía fluvial
hasta el puerto de “Las Canoas”, en Boca de Aroa. Años después consiguen con
una compañía inglesa la construcción de un ramal ferroviario Tucacas-Minas para
transportar el mineral de cobre. Esta empresa era “The Bolivar Railway Company
Limited”. Se inician los trabajos en 1872 con picas, puentes y colocando
durmientes importados, de acero corrugado llamados “tortugas”. Se construye en
un período de cinco años.

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55

El 7 de febrero de 1877 Venezuela ve por vez primera un ferrocarril, para gloria


de Aroa. El primero en abordar dicho tren fue el general Antonio Guzmán Blanco y
su comitiva, para inaugurar el primer ferrocarril internacional de Venezuela.
Cruzaron las estaciones Santa Bárbara, Alambique, Palma Sola, Yumare, Boquerón,
El Hacha y La Luz, que fue el centro poblado donde la comitiva iba a ser recibida, ya
que la última etapa era Pueblo Nuevo (Aroa) y aquí sólo había chozas a orillas de la
quebrada ocupadas por obreros mineros.

Con el tiempo este caserío sería el pueblo de Aroa. Aroa fue el primer pueblo en
Venezuela en tener un ferrocarril internacional, luz eléctrica, encuentros deportivos
de béisbol y tenis, un distrito médico-asistencial, un taller mecánico, un laboratorio
químico-metalúrgico, el único teleférico de América del Sur, una planta de fundición
y donde se conoció la primera huelga de obreros (Segura, Daniel,1975).

55
Ferrocarril Bolívar. Fuente: El Cojo Ilustrado. 1898.

96
OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Estaciones del ferrocarril 56


Ramal Barquisimeto-Tucacas
Barquisimeto-El Cují-Paso de Tacarigua- El Eneal-Duaca-Licua-Limoncito-
Caraquitas-Agua Fría-Cayures-San José-El Hacha-Boquerón-Yumare-Palma
Sola-Alambique-Santa Bárbara-Tucacas.

Ramal Tucacas-Minas de Aroa


Tucacas-Quiebra Vara-Alambique-Palma Sola-Yumare-El Hacha-La Luz-Pueblo
Nuevo-Minas de Aroa.

Ramal Palma Sola-San Felipe


Palma Sola-Las Rositas-Los Cañizos-Marín-San Felipe

56
Fuente: Guía General de Venezuela (1929). pp. 396-397.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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CAPÍTULO 5:
EL TEATRO
Al teatro asisten dos públicos absolutamente diferentes: los de abajo y los de
arriba. Los del patio y los del “gallinero”. El gallinero está destinado a “los
bienaventurados, tales como las hermandades descalzas y cofradías de
alpargata”57. Allí están los que protestan, los que irrumpen en delirantes ovaciones
a destiempo y los que con siseos mandan a callar una tos impertinente. Abajo está
la galantería, el refinamiento y el buen tono. Se habla en voz baja, se ostentan
elegantes vestidos y celestiales escotes. Hasta es posible acercarse a las divas.

En 1905 los cronistas de las actividades culturales se quejan de los que fuman
en el teatro y de los que no se quitan el sombrero e interrumpen la vista durante las
actuaciones de los artistas “por una que otra pava de terciopelo, paño, pajilla o
cualquier cuero de gallinero”, de los que profieren escandalosos gritos como si
fuera un circo y es además mala educación y falta de cultura. Otros expresan su
indignación ante la escasez de sillas, quedándose muchos en la incómoda
situación de no encontrar dónde sentarse.

¿Es caro ir al teatro? El afán de figurar siempre lo ha sido. En la capital Caracas


en 1906 el palco y sofá de primera fila es lo más costoso: seis bolívares. En el patio
cinco bolívares. En la galería o gallinero tres reales (Bs, 1.50). Hay funciones a
mitad de precio los “lunes populares”. En Caracas, los abonos para 12 funciones
de la ópera eran 96 bolívares para Palco y Sofá de primera (Bs. 8 por función).
Sofá de 2da. Y 3ra. 78 bolívares (Bs. 6.50 por función). El Patio 66 bolívares
(Bs.5.50 por función).

En 1905 el Eco Industrial en Barquisimeto anuncia los precios de las entradas a


las funciones teatrales de ese entonces: palco con seis entradas a 2,25 pesos; el
sofá a 3 reales: el patio a 2 reales y la galería a 1 real. (Querales, R. y Aranguren, T.
(2005, p. 29). Para 1916, los precios para presentación en el teatro Juares, de
acuerdo con el diario El Heraldo, eran los siguientes:

Asiento palco caballeros Bs. 2,00


Asiento palco damas Bs. 1,50
Asiento rojo caballeros Bs. 1,50
Asiento rojo damas Bs. 1,00
Patio caballeros Bs. 1,00
Entrada general Bs. 0,75
Galería Bs. 0,25
58

57
Bolet Peraza, Nicanor. El teatro del maderero. Cuadros caraqueños, en Picón Salas, Mariano
(1980). Antología de costumbristas (p.198).
58
Querales, R. y Aranguren, T. (2005), p. 51.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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En el caso de las funciones cinematográficas en 1920, los precios que se


anunciaban en El Heraldo eran: palco Bs. 1,00; balcón y patio Bs. 0,50: galería Bs.
0,25. 59

Antes de existir el Teatro Juares en Barquisimeto, los espectáculos dramáticos,


musicales, variedades y hasta títeres y circos, se escenificaban en lugares
improvisados, bien sea en el interior de las casas de familia durante alguna reunión
social o velada, o también en solares de esas mismas casas o en terrenos vacíos.
Muchos teatros ambulantes o improvisados se presentaban en esos lugares que
eran varios en la ciudad.

Los maromeros son los precursores de los circos que vendrán más tarde. La
gente se divierte con el vuelo de pecho y los trapecios para los saltos mortales.
Como los maromeros se instalaban en los solares de las casas y se presentaban al
aire libre, el equipo de trabajo que utilizaban era bastante simple. Bastaban unos
soportes o tijeras para sostener la cuerda o el alambre, un palo recto y alto para el
vuelo de pecho y por supuesto los trapecios para hacer las maromas mortales.

Algunos más audaces son los que se atreven a hacer el vuelo de pecho. Consiste
este en atar una cuerda a un mástil de unos diez a doce metros de altura. La
extremidad libre de la cuerda se amarra a un lugar a varios metros del mástil. El
maromero o acróbata se subía a lo alto del palo y se tendía de pecho sobre un tubo
que corría a lo largo de la cuerda y se dejaba llevar a gran velocidad hasta llegar al
extremo inferior de la cuerda.

Hay osados que se lanzan desde lo más alto de la torre de la Concepción hasta el
centro del terreno que hoy ocupa la Plaza Bolívar, por medio de un mecate bien
tenso. Se utilizaba un tubo de suela con el que se deslizaba llevando dos banderas
en las manos. Abajo lo intercepta un par de cobijas.

Años después que los grupos de maromeros y otros espectáculos de diversión


como domadores, osos bailarines y otros precursores de los circos, comenzaron a
llegar conjuntos más especializados y mucho más numerosos como equilibristas,
malabaristas, payasos, magos y músicos excéntricos.

En 1876 aparecen los aeronautas voladores en globo. El aeronauta Fonseca


entusiasma a los barquisimetanos. Fue el primer hombre en elevarse en globo en
nuestra ciudad y se cree que en el país. Hicieron en el centro de la plaza de
Altagracia un horno con leña. La parte inferior del globo es colocado en la boca del
horno. El globo se fue inflando y Fonseca se elevó y voló hasta una casa que
quedaba en la calle del Comercio entre las calles 27 y 28 (Silva U. op. cit. p.79).

En 1855, la iluminación en las casas donde de presentaban espectáculos se


hace con candiles de aceite de tártago o de coco. Se venden pasas, galletas,
almendras y dulces de fabricación casera, tales como los confites envueltos en
cartuchos de papel de estraza, floretas hechas de tomaticos criollos y azúcar,
figuritas de alfeñique y papeloncitos de azúcar con agua de azahar.

59
Ibídem. p.73.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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5.1.- PRIMERAS REPRESENTACIONES TEATRALES

Desde mediados del siglo XIX se hacían representaciones teatrales en la


ciudad e incluso se formaban grupos de teatro compuestos por artistas
aficionados, que se presentaban en las reuniones sociales o bien en teatros
improvisados para tal fin en solares y corrales de las casas y a veces en carpas que
traían algunas compañías de teatro, tal como lo hacen los circos (Silva. Uzcátegui,
1959: 91).

Las compañías dramáticas de aficionados son las encargadas de hacer teatro en


instalaciones improvisadas. Desde hacía muchos años atrás, se presentaban estos
grupos que colocaban en escena obras de dramaturgos aficionados también,
venezolanos y extranjeros. La más antigua representación de que se tenga noticia
escrita (El Independiente, 1º de enero de 1845) es la del estreno de Cora o Los
Hijos del Sol, del señor Agostini y El fanatismo druida o La Sacerdotisa, del señor
P.R. Castillo (Silva Uzcátegui, ibid. p.p. 93-94).

La primera pieza teatral hecha en Barquisimeto por barquisimetanos e


interpretada por actores aficionados se escenificó en 1880. Se titula Veinte mil
pesos por un abanico, comedia joco-seria en dos actos y en prosa. Su autor es
Vicente Fortoul. Otra obra de teatro escrita por un barquisimetano fue Percances de
un criador, de género festivo, que se estrenó a finales del siglo XIX en un teatro
provisional denominado El Pato, que funcionaba en hoy carrera 23 entre calles 27 y
28, frente a donde funcionó durante muchos años el diario El Impulso.

Se deduce de todo esto que la idea de construir un teatro en Barquisimeto ya era


un deseo que se remontaba desde muchos años atrás, cuando desde mediados de
siglo se hacían representaciones teatrales en la ciudad.

5.2.- ANTECEDENTES DEL TEATRO

El primer teatro de que se tiene noticia era una casa de dos pisos que fue
adaptada para que funcionara como teatro, a la vez que como gallera, carpintería,
posada, peluquería, salón de billar, juegos de envite y azar y cantina. Era de Don
Ramón Corral y Mayor, y funcionaba en la hoy carrera 19 con la esquina de la calle
23, esquina noroeste. Duró hasta 1877, cuando la vivienda fue vendida al
Presidente del estado general Jacinto Lara.

El primer teatro era una barraca improvisada. Se jugaba a los dados, a


los gallos, a los naipes, se hacían catres y urnas, se masticaban
empanadas y chicharrones, se tomaba chocolate y mistela, se jugaba
también al billar, pues ya allí se había establecido la primera mesa de
billar traída a la ciudad, y se hablaba mal de los gobernantes, de los
curas, de las solteronas y de las viudas, de las solteras y las
divorciadas, de las beatas y de las damas de calidad, y hasta se
molestaba al Sol cuando no llovía, y se renegaba de la lluvia, cuando

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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caía a torrentes días y noches, entumeciendo la ciudadela mal


iluminada por faroles parpadeantes. (Macías Mujica, Eligio, 1963, p.
62).

Los comienzos del teatro Juares como idea surgen durante el gobierno del doctor
Raimundo Andueza Palacio, quien como presidente de la República, efectuó una
pomposa gira oficial a Barquisimeto en el año de 1891. Sin embargo, ya un año
antes, en 1890, la Asamblea Legislativa del Estado había decretado la construcción
de un teatro para la ciudad y “se destina (…) la suma de veinte y ocho mil
trescientos cincuenta y dos bolívares a que según la Ley de Presupuesto ascienden
los diversos suplementos insolutos que se le han hecho al Gobierno Nacional por el
Tesoro del Estado” (Gaceta Oficial del Estado Lara, Nº 206 del 10-05-1890). Se
expide la resolución donde se nombra una junta y se asigna el presupuesto con que
se compra el terreno. En enero 1891 el ingeniero Luciano Urdaneta, elabora los
planos y los publica el 4 de febrero de ese año en el Boletín del M.O.P. 1890-9160.
Esta obra no llegó a realizarse tal vez porque no tuvieron éxito las gestiones
realizadas por el Presidente del Estado para recuperar los fondos que serían
necesarios para emprender la obra de construcción del edificio para el teatro.

Fue Germán Giménez como Ministro de Obras Públicas quien escoge el sitio para
ser construido, donde había una pequeña casa de bahareque y un corral de chivos,
por ser el “centro físico” de la ciudad y además, a propósito de estas actividades
teatrales, donde se acostumbraba a escenificar obras de manera improvisada. Pero
luego sobreviene la Revolución Legalista en 1892, acaudillada por el general
Joaquín Crespo. Hubo que desviar el resto de la asignación para la construcción del
teatro para gastos militares.

Aunque el proyecto del teatro no pudo llevarse a cabo de forma inmediata, fue
durante el gobierno del general Aquilino Juares cuando comienza a materializarse
la construcción del teatro. El 1° de enero de 1895, en mensaje ante la Asamblea
Legislativa, el general Juares decía: “La ciudad de Barquisimeto es el asiento del
gobierno (…) ha llegado a la altura en cultura, como en desarrollo comercial y
reclama un teatro que no solo sea ornamento artístico, sino también centro donde
la sociedad barquisimetana vaya a contemplar el recio batallar de las pasiones,
contra el muro inconmovible de las virtudes”.

Un año más tarde, el mismo presidente del estado en su mensaje de fecha siete
de enero de 1896 informa que “ha logrado que el Gobierno Nacional ceda a la
Municipalidad un terreno de su propiedad, a fin de iniciar la construcción del
teatro”. Sin embargo, aun siendo propiedad del municipio el terreno destinado a la
construcción del teatro, este no puede ser iniciado debido a que la partida
asignada para tales efectos (Bs. 40.000) se utilizó íntegramente para finalizar la
construcción de la cárcel de Las Tres Torres”.

60
Luciano Urdaneta era hijo del prócer de la independencia Rafael Urdaneta, graduado en la
Escuela de Puentes y Calzadas de París y autor de los planos del Capitolio Federal y otras
notables obras de ingeniería, tales como el acueducto de Macarao y el dique de Caujarao
(Cardot, Carlos F. Crónicas Barquisimetanas. El Teatro Juares. El Impulso, 3-5-1966).

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Es a comienzos del año de 1897 cuando por fin se inician las obras de
construcción.

Y ya que hablo de teatro permitidme que os llame muy severamente la


atención sobre el particular. Nadie ignora que el teatro es una de las
primeras necesidades de los pueblos, porque a la vez que es un centro
de reunión, de visuales la más agradable, levanta el espíritu, mejora las
costumbres, disipa las preocupaciones y pone de manifiesto en mayor o
menor grado la cultura de un pueblo. Mas hay que pasar por la
contradicción de que sus beneficios no pueden, sino después de haber
satisfecho otras aspiraciones que aparentan ser de obligada
preferencia: por lo que teniendo ya suficiente número de planteles
educacionales, templos religiosos en demasía, mercado, cárcel, cuartel,
hospital, telégrafo, teléfono, mejoramiento de las calles, alumbrado de
primera condición, bellísimos paseos, banda de música y por sobre todo
eso una afluencia permanente de personas extrañas, hace notabilísima
falta ese monumento de atracción, de adorno, en que tanto vosotros
como yo debemos interesarnos para que nuestra época se destaque con
el correr de los tiempos, como la más entusiasta en alcanzar el
estandarte del progreso y en conducir el fanal de la civilización.
(Mensaje a la Asamblea Legislativa, 1° de enero de 1897)

Le correspondió al doctor Luis Muñoz Tébar la dirección de las obras del teatro a
comienzos del año 1897 con un presupuesto estimado de Bs. 180.000.

En Mensaje a la Legislatura el 1° de enero de 1898, el general Juares expresaba


la satisfacción de la obra cumplida por su solidez, su forma arquitectónica y sus
notables características, como lo eran la novedosa curva inferior que favorecía la
visual de los palcos, su espacioso escenario y su altura desde la fosa de la
orquesta hasta la tramoya, su eficaz ventilación, la distribución de agua y
disposición de las salidas en caso de incendio o siniestro.

Pero sigue la mala suerte. Cuando sobreviene la revolución del general José
Manuel Hernández (el Mocho Hernández), la terminación del teatro fue paralizada,
aunque para ese entonces ya era utilizable, siendo apenas más que una especie de
galpón. Pero siempre hay algún oportunista. Desde el techo del teatro se divisa una
gran extensión del cerro Manzano, por lo que en tiempos de guerras civiles fue
utilizado como fortaleza. En el año de 1904 el Concejo Municipal crea una junta
especial que se encargaría de terminar de construir el teatro, para lo cual se creó
un impuesto. Fue un proceso lento, hasta que finalmente
quedó terminado el teatro, con fachada tipo neoclásico, inspirada en el Teatro de la
Ópera de Buenos Aires. Los primeros años de funcionamiento el teatro se llamaba
Municipal, pero en 1912 fue cambiado por el nombre de su primer constructor:
Teatro Juares.

No habían pasado 54 años luego de la inauguración del nuevo teatro cuando ya


se manifestaban los síntomas del deterioro. La falta de mantenimiento, el hecho de
tener paredes de tapia y adobes y otros materiales deleznables utilizados en la
época en que no se conocía el cemento, el efecto de la humedad, la intemperie y el
tiempo transcurrido, hicieron que partes de la ornamentación de la fachada se

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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fueran cayendo a pedazos. Luego la carcoma hizo el resto. Parecía ya una


edificación enferma y agredida, por lo que se hizo necesario prácticamente
reconstruir todo el teatro, pues las paredes ya no resistían el peso de la estructura.

61

En resumen,
parece que esa
demolición-
remodelación-
reconstrucción
tuvo cierta
justificación,
aparte de otras
causas, pero
que hizo que se
optara por una
transformación
total o del
teatro desde la
parte interna con la ampliación del proscenio, elevación de la altura desde el
vestíbulo con caída en pendiente y aumento de la capacidad de espectadores,
hasta la parte externa, con la colocación de las escaleras (gradas) en la entrada
para darle cierta altura (el teatro antiguo estaba a nivel de la calle), la utilización de
mármol en la fachada y otros elementos decorativos tanto internos como externos.

Con respecto al por qué no se reconstruyó el teatro con las mismas


características del anterior, habría que tomar en cuenta la mentalidad de los
nuevos tiempos de los años 50.cuando entra con todo ímpetu la modernidad con
sus novísimos materiales de construcción y estilos arquitectónicos de avanzada,
que si bien hace que luzca imperdonable que hayan derribado esa joya del teatro
antiguo que provenía del siglo XIX, se hizo imperativo demolerlo por la causa que
fuere, económicos, políticos o de otra índole.

Fue durante la celebración del Cuatricentenario de Barquisimeto, cuando el


gobernador del estado para esa época (1952), doctor Carlos Felice Cardot, hizo
demoler la fachada del teatro. Luego se le coloca el mármol exterior durante la
gobernación del doctor Esteban Agudo Freytez, sucesor de Felice Cardot.

5.3.- LA FRANCIA Y EL CUARASCUASCUÁS


Indisolublemente ligado al teatro se encuentra el hotel La Francia, cuyo
propietario era el francés Louis Leroux, donde se hospedan los artistas. Era el lugar
de más categoría y sitio de reunión luego de las presentaciones en el teatro Juares.
Los galanes y viejos verdes recibían a las bailarinas, divas y cupletistas para
conversar a la luz de las lámparas de alcohol y beber alguna copa de oporto. Era el
edificio La Francia, donde estaba ubicada la más concurrida y famosa botillería de
la ciudad y que en alguna ocasión fue hotel, fábrica de embutidos, venta de
gasolina y repuestos para automóviles y hasta banco y casino.

61
Foto tomada del libro electrónico de Alexander Moreno, Barquisimeto en Primera Persona.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Muchas cosas sucedieron en el viejo edificio, demolido entre 1943 y 1944. En la


segunda planta del inmueble se instaló un casino donde se jugaron dinerales y
haciendas en la ruleta, los dados y la lotería. El humo de los cigarros rebosaba y se
dispersaba como muchos sueños hasta calle. Fortunas enteras se ganaron y se
perdieron en esos salones. Alegrías y desgracias salieron de allí. Desde la calle se
escuchaba la voz del que cantaba los números de la lotería, con sus curiosos
apelativos: si salía el 44 decía “el cuarás cuás cuás”; si el 55 era el que asomaba
voceaba: “sin cuero nacen los sapos”, entre otros nombres curiosos de los
guarismos.

También circuló y se contó mucho dinero, pues allí funcionó una agencia del
Banco Nacional, el cual cerró sus actividades en 1844 al declararse en quiebra. A
fines del siglo 19 en La Francia se destapó la primera botella de cerveza.

La botillería pasaba a menudo de dueño en dueño, pero siempre fue lugar de


preferencia entre los asiduos y eufóricos clientes, artistas y músicos que llegaban a
nuestra pequeña urbe, mientras afuera, en la calle, esperaba el soñoliento caballo
y el elegante landó. Muchos recordaban el suceso trágico y lleno de conjeturas
misteriosas que corrían de boca en boca cuando uno de los dueños del
establecimiento se quitó la vida.

Por las noches en la blanca pared de la fachada de La Francia, se proyectaban


películas con un proyector colocado en la azotea del teatro Juares para entretener
al público antes de las funciones.

Por mucho tiempo el hotel La Francia, junto con el hotel Central de la Negra
Susana estuvo asociado con las actividades del teatro Juares y sirvió de
alojamiento a los elencos de artistas de las compañías de teatro y zarzuelas,
músicos, magos, cantantes, bailarinas, tiples, divas, por lo que era el encuentro
entusiasta para el comentario sobre la obra presentada y el brindis consecuente
con las hermosas estrellas de las tablas e intentar siquiera algún amorío con
alguna de ellas.

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CAPÍTULO 6:
SERVICIOS PÚBLICOS

Barquisimeto siempre ha sido una ciudad seca con sus fuentes de agua limitadas
y lejanas. La población de Barquisimeto desde su fundación en la planicie aluvional
en su definitivo asiento por el año de 1579 se abastecía en primer lugar de
manantiales que existían en varias zonas aledañas, tales como el zanjón de
Cárdenas (actual Concha Acústica), así como el Bosque Macuto y el bosque de
Titicare y aun de las aguas del río Turbio. El transporte de agua se hacía desde esos
sitios a lomo de mula o por medio de fornidos aguadores en panzudas tinajas o
pimpinas.

Otros reservorios de agua eran los aljibes de las casas donde se almacenaba
agua de lluvia y las lagunas de las muchas que había en la ciudad, donde las
personas lavaban sus ropas y saciaban la sed tanto de ellas como de los rebaños
de animales. Tales manantiales y lagunas con el crecimiento de la población y su
concomitante demanda ya no daban abasto para satisfacer las necesidades de la
comunidad y en otros casos se contaminaban por distintas causas y por los
vertidos de aguas negras de la ciudad.

La construcción de acueductos para ese entonces no requería sino de estudios


topográficos bastante elementales para abrir un canal, buco o la instalación de una
tubería rústica que condujese las aguas desde una fuente que podía ser un río,
quebrada o manantial de modo que pudiera ser conducida directamente a la
población o a un estanque alto de almacenamiento y de allí por una precaria red de
distribución. En todo caso, puesto que el criterio que prevalecía era el de proveer
agua a bajo costo, demás está decir que la idea de la potabilidad del agua no se
conocía y el agua se consumía tal como se recibía de las fuentes disponibles.

Fue el Libertador Simón Bolívar en su paso por la ciudad de Barquisimeto en


1821, cuando decreta la construcción del primer acueducto para nuestra ciudad y
envía a Juan Galíndez a la isla de San Tomas para comprar los materiales y equipos
necesarios, los cuales tenían que ser encargados a Europa. En ese viaje Galíndez
fallece, por lo que tal proyecto no pudo llevarse a cabo.

Tras largos años de espera, es en 1838 cuando se intentó traer agua a


Barquisimeto por primera vez por un sistema de buco. La toma estaba situada en el
río Turbio a la altura del Garabatal, Es de hacer notar que en esa época no existía
tubería para traer el agua, y la forma que se hacía era creando una cañería de cal,
ladrillo y piedra. Esa obra se paralizó.

Para 1873 el presidente de la república Antonio Guzmán Blanco designó al


ingeniero Luis Mario Montero la construcción del acueducto, decretado el 10 de
noviembre de ese año y puesto en servicio el 5 de julio de 1876. Este acueducto en
la práctica quedó inutilizable por la inestabilidad de los suelos en gran parte de su

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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recorrido. El canal principal no era sino una zanja abierta sobre rellenos y en
terrenos sin consolidar, llenos de fisuras que provocaban la pérdida de agua por
filtración y el hundimiento de una gran parte del cauce del buco o zanja.

En ese año de 1876 se refaccionaron los trabajos para corregir la situación y


dicho acueducto fue inaugurado en 1890. El material utilizado para su
reconstrucción fue el hierro fundido. El agua provenía del bosque de Titicare,
adquirido por el municipio con dinero de las arcas nacionales para una población
de 9.093 habitantes. Los planos y proyectos los realizó el Dr. Jesús Muñoz Tébar,
por mandato del Dr. Raimundo Andueza Palacio, Presidente Constitucional de
Venezuela.

Se construyó la primera Caja de Agua y se dotó a la población del líquido


indispensable para sus necesidades. Para la fecha del primer acueducto de
Barquisimeto ejercía la gobernación del estado Lara el general Tesalio Fortoul. La
tubería de este acueducto llegaba a la fuente situada frente al templo de La Paz.

6.1.- CALIDAD DEL AGUA

El "Boletín del Hospital de Caridad" fue creado por el doctor Pineda el 3 de


septiembre de 1888, publicándose mensualmente. En 1912 cambia el nombre a
"Boletín Científico". Sufrió interrupciones desde enero de 1914 a 1921 a causa
de la primera. guerra mundial. Tenía de 6 a 8 páginas y costaba 1 bolívar.

En uno de los números del "Boletín Científico" (1912), el doctor Pineda publica un
artículo denominado "El agua del acueducto de Barquisimeto", en donde expone lo
siguiente:

"El agua del acueducto de Barquisimeto no es potable porque tiene más


de 61 centigramos de sales por litro, mucho más de 50 centigramos que
es el límite máximo; porque tiene 55 centigramos de sales de cal,
cuando el máximo es 17; porque tiene carbonato de magnesia que
la hace más desagradable, ligeramente purgante, sobre todo para los
forasteros; y porque tiene una gran cantidad de substancias orgánicas
solubles e insolubles y microorganismos. Se le puede considerar, más
bien, como un agua mineral cálcica-magnésica ligeramente
ferruginosa".

Este análisis fue luego ratificado en Hamburgo, Alemania.

Es de observar que en el citado Boletín aparece como causa de muerte la


enteritis y la disentería en pacientes tanto masculinos como femeninos, lo que
estaría ligado, presumiblemente, al consumo del agua, aparte de las diarreas que
producía en los visitantes que llegaban de otros pueblos y las consiguientes idas,
venidas y carreritas a la letrina.

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6.2.- ¿QUÉ PASÓ CON EL BOSQUE MACUTO?


Barquisimeto ha sido desde tiempos ancestrales una ciudad austera de agua por
su ubicación topográfica, en la meseta aluvional en donde los barquisimetanos
resolvieron mudarse a partir de su tercer y cuarto traslado desde el año de 1562,
luego de la destrucción de Nueva Segovia por parte de las huestes incendiarias de
Lope de Aguirre. En este sentido, el agua ha sido uno de los factores que de una
forma u otra han impedido desde entonces el crecimiento de la incipiente ciudad y
su desarrollo.

El ubérrimo valle del río Turbio, a los pies de la meseta, se mostraba como el
tesoro más apetecido en cuanto a fuentes del vital líquido desde tiempos pasados.
Los habitantes necesariamente debían bajar hasta él para abastecerse del
hidráulico recurso, acarreándolo en chirguas por esforzadas mulas o a hombros de
fortachones peones que subían por las empinadas vereditas que llevaban a la
ciudad. En un documento de 1591, a raíz de la defraudada construcción de la
iglesia de Nueva Segovia, ubicada en su cuarto asiento o traslado, que, de acuerdo
con Querales (2003), citando al hermano Nectario María, correspondía al sitio de
Samurubana, se dice que no pudo terminarse su construcción, ni siquiera los
cimientos, debido a “lo mucho que cuesta juntar los materiales y no haber agua en
la dicha ciudad y traerse de fuera en cabalgaduras de mulas y caballos” (p. 225).

Sin embargo, Ya era conocido desde la época colonial que en algunos puntos de
la extensa y descombrada meseta existían manantiales, pero que por su naturaleza
no podían abastecer las necesidades siempre crecientes de la población. El
llamado zanjón de Cárdenas y la hoy denominada Pila Lara, eran algunos de esos
sitios que manaban corrientes cristalinas de subterráneas fuentes. De modo que, al
establecerse la ciudad de Barquisimeto en su última y definitiva ubicación, pronto
la exigencia ante la escasez del agua habría de sentirse a parir de los inicios del
siglo XIX.

No obstante que a duras penas la ciudad crecía y pese a los estragos producidos
por el terremoto de 1812, los surtidores naturales y abundantes de agua se
encontraban a poca distancia de la pequeña urbe, frente a la espléndida vista del
valle del Turbio y a los pies del cerro El Manzano: los fecundos bosques de Macuto
y Titicare. En ese boscaje de virgilianos entornos, corrían riachuelos y hasta arroyos
y quebradas de rumorosas corrientes, provenientes de ricos, frescos e hidráulicos
veneros.

Pero este poético paraje también tenía sus entuertos. La zona denominada
Macuto era una hacienda dedicada al cultivo de árboles frutales, de café y caña de
azúcar, los cuales se daban con facilidad debido a la riqueza acuífera presente en
la zona. Resulta que para 1896 se planteaba por parte de algunos inversionistas la
instalación de la primera compañía de luz eléctrica que se conoció en la ciudad. La
fuerza motriz debía de proceder precisamente de la quebrada de Macuto, por
medio de un desvío de sus aguas hacia la hacienda El Molino, donde se instaló
una planta hidroeléctrica.

El 5 de julio de 1896 se inaugura el servicio de luz eléctrica en la plaza Bolívar y


Miranda solamente los jueves y domingos, días de retreta en las mencionadas

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plazas. La iluminación de las calles se inauguró el día 11 de septiembre de


ese mismo año. No había servicio para las casas particulares. Esto trajo sus
consecuencias posteriormente. Había quejas por parte de algunos hacendados,
quienes alegaban que las aguas de Macuto estaban destinadas para el riego de
sus haciendas, y que la disminución del caudal de agua perjudicaba la producción
agrícola de sus propiedades. En 1899 la planta hidroeléctrica fue destruida por las
fuerzas liberales que tomaron Barquisimeto con motivo del movimiento
insurreccional del general José Manuel Hernández (el Mocho Hernández) y porque
el Gerente de la empresa era el general Ezequiel Garmendia, solidario de la causa
hernandista. De acuerdo con Chiarilli (1996), fueron los propios hacendados por
medio de sus peones, quienes habían eliminado la planta eléctrica que según ellos
perjudicaba sus haciendas de caña. Demás está decir que el advenimiento del siglo
XX sorprende entonces a los barquisimetanos sin luz eléctrica y usando de nuevo
los faroles de kerosén. Vuelve otra vez el oficio del farolero.

6.3.- EL BOSQUE MACUTO: HISTORIA DORADA


Cuando algún intruso
intentaba entrar en el
Bosque Macuto se
conseguía con el ceño
fruncido de Juan Colorao.
El área era protegida por
un celador y guardamonte,
quienes se encargaban de
custodiar y mantener el
bosque. Pero nunca
faltaban unos muérganos,
abusadores y
aprovechados que cuando
62 se adoptaban medidas a
favor de la protección del bosque se provocaban reacciones contrarias, razón por la
cual esto no obstaculizó la obtención de leña y el corte de cañabrava para usarlo
en el techado de casas.

Desde antaño y desde su fundación, el agua ha encarnado un problema para la


ciudad de Barquisimeto, tanto por la escasez de los recursos hídricos como por la
falta de acueducto. Había, por lo tanto, y por obligación forzosa, hacer el trabajoso
traslado diario hacia la quebrada de Macuto, con las infaltables hileras de
resignados y pacientes burros portando chirguas para así poder satisfacer las
necesidades de agua de la población y nutrir los aljibes. No era fácil. En época de
crecidas recurrían a mecates para atravesar las procelosas y agitadas aguas del río
Turbio. A más de un burro se lo llevó la crecida.

62
Bosque Macuto desde el río Turbio. https://www.google.co.ve/search?hl=es-
419&biw=1280&bih=620&tbm=isch&sa=1&ei=fmssWqrOOseUmQHt5pvQDg&q=Barquisimeto+antiguo+bosque+
Macuto&oq=Barquisimeto+antiguo+bosque+Macuto&gs_l=psy-
ab.3...7155.12182.0.12631.14.14.0.0.0.0.138.1691.0j14.14.0....0...1c.1.64.psy-
ab..0.1.137...0i30k1.0.weGS8bqvq0Q#imgrc=m4EtIW2DGRbDNM:

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Tres reales le pagaban a Juan Colorao en su función de celador y guardamonte en


su constante recorrido por la impenetrable selva, como heredero de una tradición
de origen colonial seguido en la época republicana, en el celoso afán por parte de
los barquisimetanos de cuidar y resguardar el valioso reservorio del fluido cristalino
preservador de la vida.

Fue Pedro Francisco Amaral en 1813, gobernador provisional para ese entonces,
quien se dispone a sanear la frondosidad, “sondear el fondo del bosque,
expurgando su maleza y nombrar un celador". Sucesivos gobernadores, siguiendo
la atención que el bosque solicitaba hicieron lo propio, tanto así que logró llegarse a
acuerdos con los dueños de las haciendas por donde pasaban las aguas tributarias
para así aumentar el caudal de agua. Por los distintos litigios suscitados en esa
época sobre las aguas de la quebrada de Macuto, para 1832 con la instalación de
la Diputación Provincial de Barquisimeto, se crea la Ordenanza de Policía del 3 de
noviembre de 1832, en lo que vendrá a ser la primera legislación sobre riego que
tuvo vigencia en la Provincia, la cual establecía previsiones concretas en cuanto a
la utilización de acequias y los aspectos relacionados con los desechos y estacadas
de los ríos. En efecto, en el artículo 93 del citado reglamento se establecía que:

“Todo propietario de un fundo tendrá acción para sacar agua de los ríos
y conducirla a sus posesiones para el riego de sus sementeras abriendo
el cauce necesario, siempre que no perjudique en el terreno ni con el
agua a los que tengan ya establecidas sus tomas…” (Ordenanza de
Policía, 3 de noviembre de 1832).

Como de costumbre, nunca faltaban los inconformes. Algunos hacendados,


montados en magníficos ejemplares caballares, sobre repujados y olorosas sillas
de montar y escudándose en subterfugios acomodaticios y etiquetas almidonadas,
objetaban la fulana ordenanza de policía creada por la Diputación Provincial, por
contradecir la Ley Fundamental del Derecho de Propiedad, por lo que esta
legislación fue sufriendo modificaciones con el pasar del tiempo para precisar con
más exactitud el derecho de riego, adaptado a nuevas circunstancias y para
atender apremiantes requerimientos a que dieron lugar el uso y la costumbre
(Chiarilli, op.cit. 1996).

Sin embargo, y pese a las diferencias y opuestos pareceres de los hacendados y


propietarios de tierras, quedó determinado que las aguas de la quebrada de
Macuto eran de propiedad común, aunque con mayor beneficio para ellos como
privilegiados, por lo que habría que repartir el agua en base a un mandato legal, tal
como lo establecía la Ordenanza de Policía, parágrafo 2 del Art. 134:
“Perteneciendo al común en el cantón de Barquisimeto las aguas de la
quebrada de Macuto, se distribuirán en justa proporción entre las que
pueden gozar del beneficio del riego, haciendo razonable preferencia
entre los hacendados y cañeros-conuqueros, atendida la antigüedad con
que se hayan establecido los primeros, siendo de igual tiempo por el
orden de posesiones…”. (Ordenanza de Policía, 3 de noviembre de
1832).

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Para 1842 siendo Gobernador de la Provincia don Bernabé Planas, se acuerda el


4 de mayo limpiar de hojarasca del bosque, cercar el perímetro, cerrar la entrada y
nombrar un ayudante del celador. En ese año se hizo la donación a la
municipalidad de Barquisimeto de los fundos pertenecientes a la Hacienda Macuto,
haciendo énfasis en no “tocar el terreno, celando que no se corten árboles, bejucos
y cañas bravas, ni se talen los montes, en manera alguna…”, como una exigencia
de la Diputación Provincial.

Y fue gracias a don Bernabé Planas y con la acción conservacionista de don Juan
de Dios Ponte, lo que fue la hacienda Macuto con el tiempo fue convertida por el
Concejo Municipal en un bosque exuberante, pleno de árboles con gruesos troncos
y de diferentes especies. Se reforestó el bosque con el fin de aumentar el caudal de
sus aguas recónditas, de las cuales se surtía ciudad. A ellos se les debe la
reaparición de las aguas de la quebrada, ya que las vertientes de la misma se
habían agotado, sus veneros se habían secado, producto de las continuas talas y
quemas realizadas en la zona. Y con ello se manifestaba el deseo de conservar,
para el consumo de la población, las aguas allí producidas, así como también el de
asegurar el riego de las haciendas productoras de caña de azúcar y frutos de la
tierra con que se alimentaban y sustentaban los barquisimetanos.

Para 1845 el Gobernador de la Provincia el general Jacinto Lara, decretó una


nueva ordenanza (Ordenanza de Riego por Acequia) que modifica sustancialmente
estas disposiciones injustas y monopolistas, cuyo artículo 28 establece que las
aguas del río Turbio y de la quebrada de Macuto pertenecen al común por lo que
“ningún hacendado o labrador tendrá en ellas riego exclusivo”.

El licenciado Andrés Guillermo Alvizu, siendo presidente del Concejo Municipal,


dicta en agosto de 1857 una Resolución de “Conservación y Mejoras del Bosque
Macuto”. En dichos pliegos reglamentarios se establecía no sólo la determinación
legal de propiedad del bosque y sus terrenos por parte del municipio, sino también
sobre el nombramiento y funciones del guardamonte:

“Artículo 1°: Los terrenos de Macuto, pertenecientes a las rentas


municipales, estarán al cuidado y vigilancia de un guardamonte, quien no
permitirá la entrada a ellas a persona alguna sin previo acuerdo del
Concejo Municipal…” (Resolución de Conservación y Mejoras del Bosque
Macuto, agosto de 1857).

A su vez, el artículo 4° fijaba las taxativas funciones que debía ejercer como
celoso cancerbero el funcionario, por lo que:

“El Guardamonte de Macuto ejercerá las funciones siguientes, además


de las que dispone el artículo primero de este acuerdo: aprehender y
arrestar hasta por 24 horas al que se introduzca dentro de los Bosques
de Macuto sin su consentimiento y previa autorización del Concejo
Municipal”. (Resolución de Conservación y Mejoras del Bosque Macuto,
agosto de 1857).

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Una de las personas que logró obtener un permiso por parte de las autoridades
para ingresar al bosque fue el doctor Eliodoro Pineda, quien acompañado de un
amigo fue a bañarse en los hondos pozos del entonces cuidado bosque, en donde
se decía que había gordas guabinas y parsimoniosos peces en sus claras aguas.

Esta es la historia si se quiere dorada del bosque en sus mejores años. Veamos
ahora la historia oscura y deslustrada.

6.4.- EL BOSQUE MACUTO: HISTORIA OSCURA


Fue la escasez de leña en Barquisimeto lo que impulsó a buscar este combustible
en el bosque Macuto. Con ello se inaugura la despedida de nuestro bosque. La leña
era utilizada para alimentar los caliginosos hornos para producir los materiales de
construcción de gran demanda, como lo eran los ladrillos, las tejas y la cal, que
junto con la madera y la caña amarga eran de uso extensivo en una ciudad en
crecimiento

Para evitar esto desde antaño se había adoptado una serie de medidas tendentes
a prevenir la incursión de agentes foráneos al mismo que perjudicaran de una
manera u otra el uso de sus suelos. Estas medidas eran de tipo preventivas, que ya
se venían cumpliendo desde la época de Juan de Dios Ponte en 1832, Estas
disposiciones sobre el bosque Macuto se correspondían con el proceder de las
generaciones de antaño de proteger, cuidar y defender al bosque del abandono y
de los intrusos. Pero que no pudo impedir que los aprovechadores furtivos y las
invasiones a los predios del bosque hicieran cada vez mayores los cortes de leña,
caña brava y maderas aprovechables (Chiarilli, 1996, op.cit.).

El Concejo Municipal desde 1842 ya vislumbraba la importancia que


representaba para los barquisimetanos las aguas de la quebrada de Macuto como
potencial acuífero tras la búsqueda por solventar el problema del agua en
Barquisimeto hasta 1888, cuando se concreta este sueño tan anhelado, al crearse
el acueducto para la ciudad con las aguas provenientes del Bosque Macuto y de
Titicare.

Por otro lado, el uso del bosque como área recreacional procedía desde hacía
muchos años atrás. Se recuerda el agasajo organizado por el entonces gobernador
general Carlos Liscano e integrantes de la sociedad de notables de Barquisimeto el
23 de agosto de 1908, para agasajar la llegada del presidente de la República
general Cipriano Castro, quien hizo su entrada a la ciudad por el ferrocarril Bolívar.

Desde entonces, el Bosque Macuto fue utilizado única y exclusivamente para la


realización de determinados actos o agasajos sociales. Perdurando esta rigurosa
restricción hasta la muerte del General Juan Vicente Gómez (1908-1935) (Chiarilli,
1996. op.cit.). Los sábados y domingos iban dispuestos los barquisimetanos de
entonces a hacer fiestas y pachangas, en donde la gente bailaba al compás de
conocidas orquestas, entre ellas la Pequeña Mavare.

Vicencio Pérez Soto en el año de 1935 decreta al Bosque Macuto como área
recreacional, y no sólo eso, sino que propone la construcción de una piscina
utilizando las aguas de la quebrada de Macuto. Esto viene a significar un cambio

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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radical en la vida del bosque. A partir de esta fecha, el mismo, se hace público para
la comunidad.

La construcción de estas piscinas trajo como lógica consecuencia la creación de


veredas y nuevas vías de penetración a las profundas y antes protegidas
densidades del bosque, otrora resguardadas por el celo riguroso de Juan Colorao.
Esto trajo como resultante, la alteración ecológica de la fauna y la flora del ámbito
natural. A su vez, esta situación contribuyó a que a poco a poco se fueran agotando
y contaminando muchas de las fuentes naturales de aguas y las numerosas
lagunas que empapaban las raíces de los gigantescos chaguaramos levantados allí,
en el alma del propio bosque.

De manera pues que, entre los años de 1930 hasta 1948 el Bosque Macuto
funcionó como área de esparcimiento y diversión de los barquisimetanos. Desde
1948 a 1950 el Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS) pasa a administrar
los acuíferos para así abastecer de agua a la ciudad con la instalación de las
primeras bombas succionadoras de los fluidos torrentes para alimentar y aumentar
el caudal líquido del para entonces precario y obsoleto acueducto de Barquisimeto,
cuyas aguas provenían de Macuto y Titicare.

Las primeras bombas funcionaban con gasoil y luego se instalaron las accionadas
por electricidad. Cada pozo tenía una profundidad de entre 40 y 60 metros y se
extraían unos 80 litros de agua por segundo. Para la construcción e instalación de
dichos dispositivos hubo que sentenciar al bosque con la tala y destrucción de unos
2.800 metros cuadrados de árboles y arbustos.

No se hicieron esperar las protestas de la Junta Protectora del Bosque y aun de


los agricultores aledaños al mismo. A pesar de ello las bombas fueron instaladas
alegándose que tal medida era provisional (¡en un país en donde lo provisional se
hace permanente!), en un momento en que la escasez de agua era aguda para esa
época, pues la ciudad crecía vertiginosamente, por lo que esas instalaciones de
pozos precipitaron el agotamiento de los acuíferos. Al final y por la necesidad de
este preciado líquido para los barquisimetanos, se aceptó la extracción del agua de
Macuto, con la condición de que el INOS se encargaría de su preservación y cuido,
promesa que no fue cumplida dando paso al deterioro del bosque Macuto (Chiarilli,
op.cit.1996).

Aquí comenzó la decadencia del bosque. Los pozos ocasionaron la expedita


mengua de los nacimientos de agua y los cantarinos arroyos y lagunas que se
formaban. Los altos chaguaramos sembrados desde hacía años a instancias de
don Bernabé Planas y don Juan de Dios Ponte fueron muriendo por la disminución
de la capa freática y la imposibilidad de que sus raíces alcanzaran el agua
necesaria para su mantenimiento y resistencia. A esto se aunaba el menoscabo y
quebranto que los usuarios y visitantes de las piscinas y sus encantadoras
adyacencias provocaban en la flora y fauna con el ruido y la basura. El resultado de
estas acciones junto con la alta y continua explotación forestal, la sedimentación y
secado de los antes humedecidos terrenos y el empobrecimiento del ecosistema
aceleraron la caída libre del final del bosque Macuto. A esto se le añade la creación
de asentamientos humanos no regulados aledaños al bosque Macuto, que han
contribuido tanto al deterioro del paisaje como la acumulación de basuras y la
escorrentía de aguas negras y deforestación.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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En 1959, y ante la preocupación existente ante la inminente catástrofe


anunciada, la Sociedad Amigos de Barquisimeto, cuyo presidente era para ese
entonces don Raúl Azparren y cuando ejercía como gobernador del estado el
doctor Anselmo Riera Zubillaga, propuso la compra para el municipio de todas las
haciendas desde los límites del Bosque Macuto hasta San Miguel, junto con la
propuesta de la construcción de un nuevo acueducto para la ciudad, gestiones
estas que con los años pudieron materializarse. La intención de esto era intentar
hacer frente a la contaminación y declinación del propio bosque con la
reforestación y siembra de árboles y diferentes especies vegetales y la ampliación
del ámbito de las espesuras de las naturales enramadas. Hasta el día de hoy este
último aspecto no se ha cumplido.

En 1974 se presentaron los primeros casos de infección de leishmaniasis


(Leishmania Mexicana Venezuelensis) a causa del mosquito transmisor de esta
patología que proliferó por la falta de control de plagas. Esto representó la
conmoción y el acabose del bosque, que alejó aún más a la ciudadanía y los
órganos oficiales, transformándose en un lugar inhóspito y abandonado. Para
completar este cuadro desolador, el bosque Macuto sufrió a causa de malévolas
manos una serie de incendios provocados durante los años 90-92, dándole así la
estocada final de la tristeza.

¿Está todo perdido? ¿Desaparecerá para siempre este pulmón vegetal de gran
riqueza ecológica? ¿Es posible recuperar este espacio geográfico emblemático de
nuestra ciudad, celebrado y cantado por nuestros poetas? Muchos planes y
proyectos efectivamente se intentaron para, a largo plazo, devolverle la lozanía,
verdor y vitalidad al antiguo bosque. Esos hermosos y esperanzadores planes sólo
quedaron en el papel.

Fue a partir de 1981 cuando se inicia un proyecto de “Parque Botánico Bosque


de Macuto Don Raúl Azparren”, auspiciado por la gobernación del estado Lara y el
Instituto Nacional de Parques, como un homenaje a esta personalidad que dedicó
ingentes esfuerzos por la conservación del bosque y múltiples ideas, proyectos y
realidades para nuestra ciudad.

El 27 de septiembre de1992 se decreta el bosque como “Parque de Recreación


de Campo Abierto y de Uso Intensivo” administrado por el Ministerio del Ambiente y
el Instituto Nacional de Parques. En 1998 se crea la Fundación Bosque Macuto y el
13 de diciembre de 2007 se inaugura el Parque Temático Bosque Macuto para
proporcionar servicios recreativos y de esparcimiento, para el goce y disfrute de la
ciudadanía.

A pesar de ello, todavía estamos en deuda con nuestros ancestrales padres del
bosque: desde la época de los indómitos caquetíos, dueños absolutos de esta joya
natural y desde los años augurales de don Bernabé Planas y Juan de Dios Ponte,
¿podrá al fin descansar en paz el alma de Juan Colorao?

Siendo presidente de la Asamblea Legislativa don Martín María Aguinagalde se


adquirieron algunas parcelas sembradas de caña que estaban en el área del
bosque Macuto con el propósito de llevar agua a Barquisimeto, es decir la creación
de un acueducto para la ciudad. La finca principal, sembrada de árboles frutales y

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café, situada justo en donde estaban los manantiales de la quebrada de Macuto,


propiedad del señor José Antonio Vásquez, se convirtió en la manzana de la
discordia y querellas por las continuas llorantinas de los propietarios de las
haciendas cercanas al querer defender con empeño e insistencia sus supuestos
derechos comunales del libre uso del agua, tanto de la quebrada Macuto como del
propio río Turbio (Chiarilli, 1996. íbid).

6.5.- EL COMIENZO DE LA DESTRUCCIÓN DEL BOSQUE


MACUTO COMENZÓ CON UN BAILE
El uso del bosque Macuto como sitio de esparcimiento se correspondía con el
proceder de las generaciones de antaño de proteger, cuidar y defender al bosque
del abandono y de los intrusos. Para ello se decretaron resoluciones y acciones
con ese fin. A pesar de ello Vicencio Pérez Soto en el año de 1935 decreta al
Bosque de Macuto como área recreacional, y no sólo eso, sino que propone la
construcción de una piscina utilizando las aguas de la Quebrada de Macuto.

Ese uso del bosque como área recreacional provenía, sin embargo desde hacía
muchos años atrás. Se recuerda el agasajo organizado por el entonces gobernador
el general Carlos Liscano e integrantes de la sociedad de notables de Barquisimeto
el 23 de agosto de 1908, para agasajar la llegada del presidente de la República
general Cipriano Castro, quien hizo su entrada a la ciudad por el ferrocarril Bolívar.

Luego de que el general Castro a su llegada y después de haber lanzado por las
calles de Barquisimeto
monedas de oro a la
pobrería (hecho sin
precedentes en Venezuela),
el agasajo llevado a cabo
en el Bosque Macuto contó
con la asistencia de las
más altas personalidades
representativas de la
sociedad barquisimetana
de entonces. Hubo un
magnífico almuerzo
campestre, fuegos
artificiales en pleno bosque
y exquisita música.

63

En lo que respecta al marco del picnic varios poetas locales recitaron sus mejores
versos, como el tenor Rafael Soteldo. En fin, los líridas le resaltaron su
personalidad con poesías, los intelectuales la prosa lisonjera, y los artistas del
pentagrama le brindaron música (Chiarilli, 1996, op.cit).

63
Foto tomada del libro electrónico de Alexander Moreno, Barquisimeto en Primera Persona.

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A pesar de ello, desde esa fecha (1908) y desde mucho antes, se habían cuidado
muy bien los barquisimetanos de no intervenir de ninguna manera el natural
encanto del boscaje, no permitiendo la introducción y construcción de elementos
que involucraran materiales no adecuados o extraños al entorno, como lo era, por
ejemplo, del uso del cemento.

La primera colocación de una construcción de cemento en el bosque Macuto, se


efectuó precisamente durante la época gomecista. Ello dio origen al comienzo de la
destrucción del Bosque Macuto. Fue a propósito de un baile ofrecido al general
José Vicente Gómez a Barquisimeto. Las agrias críticas de la colectividad
barquisimetana y de los cremosos figurantes de la sociedad, celosos de su bosque
y de la conservación de sus aguas desde la época de don Juan de Dios Ponte no se
hicieron esperar. Soterradas voces comentaban el despropósito de haber
construido esa especie de círculo de cemento romano para que el general José
Vicente Gómez, segundo vicepresidente de la República e hijo de Juan Vicente
Gómez, pudiera echar un pie.

Y así no más, terminado el bailoteo, así como llegó, se marchó con la fresca e
insolente actitud del descarado.

Desde entonces, el Bosque Macuto fue utilizado única y exclusivamente para la


realización de determinados actos o agasajos sociales. Perdurando esta rigurosa
restricción hasta la muerte del General Juan Vicente Gómez (1908-1935) (Chiarilli,
1996).

6.6.- INAUGURACIÓN DE LA CAJA DE AGUA EL 19 DE


DICIEMBRE DE 1929

Para los años de cambio de siglo del XIX al XX, Barquisimeto contaba con 9 calles
longitudinales por 13 transversales. Para 1922 ya contaba con dos avenidas
principales, 11 calles longitudinales y 21 calles transversales. Ya desde 1908, en la
época de Juan Vicente Gómez, se había decretado que el suministro de agua o de
acueducto era un servicio público de prestación obligatoria y gratuita por parte del
Estado a sus ciudadanos.

Para 1914 se solicitó un estudio al ingeniero Luis Eduardo Power sobre


abastecimiento de agua a Barquisimeto y las reformas propuestas como correctivos
se publicaron en el llamado informe Power.

En 1925 se construyó el primer almacenamiento de agua de Barquisimeto,


llamado “caja de agua”, situado en el sector que hoy precisamente se sigue
llamando “Caja de Agua”. El agua provenía del bosque de Titicare con ramales
limitados hasta la Plaza de San Jose y la Plaza Bolívar. Posteriormente hubo una
caja de agua o tanque subterráneo en el Parque Ayacucho que surtía a parte de la
población de Barquisimeto cuando el agua escaseaba en la ciudad. Fue inaugurado
el día 17 de diciembre de 1933.

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Para 1928 se decretó


la ampliación del
acueducto de la ciudad
y se designó para tales
trabajos al Dr. Coutroc
de nacionalidad
francesa. El 19 de
diciembre de 1929,
fueron inauguradas en
todo el país, una serie
de obras públicas. En el
Estado Lara tuvo gran
importancia la
inauguración del
Acueducto de
Barquisimeto, que vino
a dar un impulso
importante al desarrollo
y la salubridad de la
64 región. El evento fue
presidido por Eustoquio
Gómez.

Para 1930 el agua se traía de Agua Blanca, en las cercanías de Río Claro.
Barquisimeto tenía para ese entonces, de acuerdo con el censo de 1927, la
cantidad de 23.190 habitantes y para 1935 ya tenía 36.190. Para 1940 el agua se
trae desde Guamacire por medio de una galería filtrante y las correspondientes
tuberías para llevar agua Barquisimeto.

En 1936 había sido creada la División de Obras Hidráulicas del MOP,


posteriormente esta división fue elevada de rango a Dirección Obras Hidráulicas y
Sanitarias. En 1943 esta dirección se disolvió para dar paso a la creación del INOS,
pasando todos los proyectos y obras sanitarias a esta última institución.

6.7.- ALUMBRADO PÚBLICO: DE LA VELA A LA ELECTRICIDAD

A mediados de siglo XIX existe la vela de sebo y la lámpara de aceite. La lámpara


de petróleo (kerosene) aparece en la década de 1860. Los fósforos en 1890. La
electricidad llega por primera vez a Barquisimeto en julio de 1896, aunque al
principio la gente le tiene recelo. En cuestiones de progreso lo imposible no existe.

El servicio de alumbrado público fue establecido en Barquisimeto en abril de


1842, por el entonces gobernador de la provincia don Bernabé Planas. Cuando no
había alumbrado público, los propios vecinos debían poner una vela de sebo o un
candil de aceite vegetal para alumbrar la lobreguez de la noche. El sistema de
iluminación de 1842 se hacía por candiles de latón con manteca de marrano, de
pestilente humo, y por candiles de aceite de tártago. La gente acostumbra celebrar

64
Ídem.

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con triquitraques y cohetes la inauguración de los faroles en las esquinas de las


casas y negocios.

Desde 1860 ya se conocen las primeras lámparas de kerosén. El petróleo y sus


primeros yacimientos fueron descubiertos en 1859 en Pennsylvania (EEUU). En las
décadas de 1870-80, de un uso restringido al principio, se pasa al uso generalizado
de lámparas y faroles de kerosén.

En 1896 se establece la luz eléctrica ubicada en la hacienda El Molino y la fuerza


motriz procedía de la quebrada de Macuto. Esta luz era de arco voltaico, con fama
de tener una de las mejores iluminaciones del país. El cinco de julio de 1896 se
inaugura el servicio de luz eléctrica en la plaza Bolívar y Miranda solamente los
jueves y domingos, días de retreta en las mencionadas plazas. La iluminación de
las calles se inauguró el día 11 de septiembre de ese mismo año. No había servicio
para las casas particulares.

La planta hidroeléctrica fue destruida en 1899 por las fuerzas liberales que
tomaron por asalto la ciudad en ese año, con motivo del movimiento insurreccional
del general José Manuel Hernández (el Mocho Hernández).

El advenimiento del siglo XX sorprende a los barquisimetanos sin luz eléctrica y


usando de nuevo los viejos faroles de kerosén. Por esta época ya se usan las
lámparas de acetileno, pero sólo en algunas casas particulares y en el teatro.
Vuelve otra vez el oficio del farolero, que con su escalera anda por las calles justo al
anochecer, para ir encendiendo los faroles. A veces algún farolero es destituido de
su puesto por reclamar la medida completa de kerosén porque la gente se quejaba
del poco tiempo que duraban iluminados los faroles.

Para 1901 llegan al Bazar Francés de Eduardo Lindheimer la novedad de las


lámparas de alcohol. Más tarde, en 1906, un comerciante de la ciudad, Tomás
Villoria, importa una mayor cantidad de lámparas. Al principio las usan las iglesias y
las casas particulares de familias pudientes. Las demás personas siguen usando
las velas de sebo y las esteáricas que ya aparecían en el comercio local. Este
mismo comerciante coloca el 31 de diciembre de 1907 en dos cuadras de la
ciudad, a manera de ensayo, unas lámparas de alcohol. En una cuadra puso dos
faroles de 250 bujías y en otra tres de 70 bujías y propuso ante la municipalidad
sus servicios con este sistema. Debido a las trabas del gobierno a la iniciativa de
los faroles de alcohol de Tomás Villoria, estos desaparecen y se vuelve de nuevo a
la iluminación de kerosene y las velas.

En el mes de marzo de 1908, con motivo de la exhibición de una película en el


Teatro Municipal por el sistema de bioscopio, el local del teatro fue iluminado con
luz eléctrica. La planta era propiedad del industrial don Pablo Anzola. Don Lorenzo
Álvarez lanza la idea de crear una compañía de luz eléctrica para surtir al teatro, al
Palacio de Gobierno, las plazas en días de fiestas nacionales y retretas y aun en
casas particulares.

En 1913 insiste Tomás Villoria en celebrar un contrato con el Concejo Municipal


para dotar a la ciudad de alumbrado público, esta vez con la Empresa de Luz y
Fuerza Eléctrica, compañía propia, pero debido a la guerra europea se traspasó el
proyecto a una compañía de Caracas. En 1915 se comienza a probar el sistema por

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primera vez. Se inaugura en marzo de 1916, con el servicio a plena disposición.


Resulta que la luz es mala, debido a la guerra, con bombillos de 10 y 16 bujías con
un máximo de 25. La máquina funciona con hulla, pero cuando esta escasea se
utiliza carbón vegetal. Las interrupciones son frecuentes, a veces de semanas
enteras. La prensa dedica comentarios como este: “La ciudad estuvo anoche
brillantemente iluminada por una luna eléctrica o luna municipal”.

El año de 1921 trae una nueva máquina de 40 caballos, más potente. En 1924 la
Compañía celebra venta con unos industriales canadienses y toma el nombre de
“Venezuela Power Company”. El contrato fue de 25 años, al término de los cuales
la municipalidad podía adquirirla.

Para el año de 1940 algunos proyectistas de la ciudad quieren establecer una


compañía rival a la de la Power. Entre los promotores están el doctor Carlos Arapé,
Manuel Domingo Cariño, Manuel José García, Luis Flores Cazorla, Daniel Montero,
Julio López, Manuel Santana, Abraham M. Saldivia, Miguel José Tamayo y Emilio E.
Marcial. El proyecto para esta nueva compañía no llegó a concretarse.

Más tarde la compañía Power adquiere a la empresa de los hermanos Degwitz, de


Valencia, quienes habían establecido otra planta en Barquisimeto, que tenía unas
condiciones más liberales para el público. La adquiere para evitar competencia.
Hoy en día la compañía Power está inscrita como “Energía Eléctrica de
Barquisimeto”.

6.8.- EUSTOQUIO GÓMEZ Y UN APAGÓN EN BARQUISIMETO


Una noche se fue la luz en Barquisimeto y ante esa situación Eustoquio Gómez
apelo a una ingeniosa solución. Llamó y ordenó a todos los dueños de carros de
alquiler que había en la ciudad que debían mantener encendidas las luces de sus
automóviles estacionados para alumbrar las calles. En ese asunto estuvieron varias
horas. Cuando los choferes le fueron a cobrar, Eustoquio le pasó la cuenta a la
compañía eléctrica para que no se repitieran esos apagones.

6.9.- TELÉFONOS EN BARQUISIMETO


Se le debe al general Jacinto Lara como Ministro de Fomento en 1884 la
suscripción de un convenio con el general Candelario Padrón como contratista
venezolano, por medio del cual se establecería la comunicación telefónica entre las
ciudades de la República y con el exterior. La inicial compañía se llamaba
Intercontinental de Teléfonos y los equipos, instrumentos, baterías, tendidos
alámbricos y otros elementos indispensables para prestar el servicio se colocaban
en el domicilio del interesado. Por dicha instalación y su respectivo mantenimiento
no se cobraba nada con la condición de que la distancia entre la línea de la calle y
el inmueble no excediera los 1.500 metros de distancia. Los equipos eran
propiedad de la compañía.

Al principio las conexiones telefónicas no podían hacerse directamente entre los


suscriptores. El auricular estaba separado del micrófono, comunicados estos por un
cable, por lo que debían usarse las dos manos para utilizar el teléfono, lo que

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equivaldría, después de un rato, a levantar pequeñas pesas. Cada persona que


quería hablar por teléfono, debía primero conectarse con la estación central
haciendo uso de la manivela colocada a un lado de la caja del aparato y darle
vueltas unas dos o tres veces y al mismo tiempo halar hacia arriba una especie de
clavija colocada debajo de las campanillas, luego soltar la clavija, tomar el
auricular, colocárselo en el oído y hablar por la bocina. Cuando se establecía la
comunicación, desde la oficina central, una de las fatigadas recepcionistas
preguntaba: ¿número? El que llamaba daba el número (no tenía que dar el nombre
con quien deseaba comunicarse) y debía esperar unos minutos. A su vez, el
suscriptor a quien se llamaba, al oír el repique de su teléfono, levantaba el
auricular y respondía: ¿quién está ahí? Al terminar la llamada el suscriptor llamador
colgaba la bocina en su respectivo gancho y hacía sonar las campanillas con unas
vueltas de manivela para señalar a la central la finalización de la llamada.

El suscriptor pagaría por el servicio una cuota mensual de Bs, 26 con la cual
podría conversar con otros suscriptores interurbanos sin gasto adicional. Luego se
va a establecer una tarifa por llamadas en las comunicaciones de larga distancia
entre una y otra ciudad a razón de Bs. l por cada conversación de 5 minutos. Si el
suscriptor dañaba el teléfono debía pagar 40 bolívares adicionales. Si mudaba el
teléfono sin permiso de la compañía debía cancelar 75 bolívares mensuales (Rojas
Hermanos, Ob. Cit., P. 188. Rafael Ramón Castellanos Ob. Cit. P. 181. Memoria
Fomento 1884.p.336).

Al principio, todo fue alabanzas para el prodigioso invento. Más tarde empezaron
a acumularse las quejas por el servicio. Algunos se referían al detestable servicio
prestado por la Compañía: se liga una línea con otra, no se escucha nada en el
aparato y cuando llaman a la oficina para reclamar las fallas nunca hay nadie.

6.10.- LAGUNAS,
QUEBRADAS Y
DRENAJES DE
BARQUISIMETO
65

Decíamos que
Barquisimeto siempre
ha sido una ciudad
seca, pero no por eso
ha dejado de llover. La
documentación
histórica conservada a
lo largo de los años
(1562, 1808, 1933,
1981, entre otras), refieren lluvias torrenciales causantes de estragos en diferentes
partes de la ciudad.

65
Ídem.

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Debido a la topografía particular de la ciudad, desde tiempos remotos existían


varias depresiones en las cuales se depositaba agua de lluvia o de otros orígenes
formando lagunas y descargas de quebradas que a su vez alimentaban las lagunas
ya existentes. También había los zanjones que drenaban las aguas hacia el norte
en dirección a la quebrada La Ruezga y hacia el sur en dirección al río Turbio.

En la medida que la ciudad crecía y la demanda de terrenos se hacía exigente, las


lagunas y aun zanjones, como en el caso del zanjón Barrera, fueron rellenados o
utilizados como vertederos de escombros y basura o sitio de aprovechamiento de
arcillas para la fabricación de adobes, impidiendo con ello la libre circulación de las
aguas. Un ejemplo de ello es el de que hasta hace aproximadamente 100 años
existió la laguna de La Mora, cegada en 1908, siendo una de las últimas en ser
rellenadas.

Varias lagunas existían en Barquisimeto, unas naturales y otras artificiales, las


cuales eran utilizadas bien sean para la agricultura o extracción de material para la
construcción de viviendas (barro y fabricación de adobes). Las lagunas más
importantes eran la de Patarata, la Mora, la de los Álamo, denominada también las
Cuatro Lagunas, de los Muertos, la Clara, la Sucia, el pozo Angulo, los pozones de
Cantarrana, la de la calle Real, la laguna de Piedra, la de Levalle, Laguneta y otras
de menor envergadura, como las que se formaban (y en la actualidad todavía lo
hacen) cada vez que llueve fuerte en la ciudad. Una de las más conocidas se sitúa
en la carrera 19 con calle 28, denominada desde antaño con toda razón esquina
del Barrialito; asimismo, la de la carrera 22 entre calles 30 y 31; otra que se forma
en la calle 29 con carrera 22 en la esquina donde estaba el otrora Comedor
Popular, entre otras.

La laguna de Patarata o la Ciénega, ubicada hacia el noroeste de la ciudad, entre


la avenida Lara hasta llegar a los terrenos donde hoy se encuentra la urbanización
Patarata, era una inmensa laguna de dos kilómetros de longitud abarcando lo que
hoy es el Parque del Este y el Centro Comercial Las Trinitarias, hasta topar con las
colinas de Santa Elena y sectores adyacentes. En 1918 en el gobierno del General
David Gimón decretó la construcción de un terraplén para cegar gradualmente la
laguna.

La laguna de La Mora es de origen muy antiguo y ya figuraba en un mapa de


1813, es decir un año después del terremoto de ese año, situada en las afueras de
la ciudad hacia el norte. No era muy profunda, apenas era una depresión en la
superficie de la sabana, por lo que en el año 1831 por iniciativa del Alcalde
Municipal, señor Raimundo Pérez, durante la Gobernación de Bernabé Planas se
procedió a efectuar los trabajos de ahondar la laguna y así aumentar el volumen de
agua acumulada en ápoca de lluvias. Posteriormente fue excavada en algunos
años al aproximarse la estación lluviosa. El magistrado que más se distinguió en
mejorar La Mora fue el General Jacinto Lara, prócer de la Independencia en el año
1847. Esta laguna se utilizó como área de esparcimiento de la población y en 1908
por orden de las autoridades se procede a rellenarla. En 1952 bajo la
administración del gobernador Dr. Carlos Felice. Cardot se construye la Plaza Juan
de Villegas en esta área.

Las Cuatro Lagunas o de Álamo fueron cegadas en 1844. Antiguamente era una
sola laguna y unos años antes existía en ese sitio un ingenioso aparato construido a

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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propósito para llevar agua desde esa laguna hasta las obras de reconstrucción de
la iglesia de La Concepción. Este artilugio tenía el curioso nombre de “Pancraso”.
Silva Uzcátegui. (1959:264) expresa que en los cruces de las calles de Ayacucho
(carrera 18) y de Obispo (calle 26), se llamó antiguamente de la laguna de Álamo,
porque con las lluvias se formaba un enorme pozo que llegaba hasta la esquina de
la Iglesia de La Concepción y el cruce con la calle del Puente o Ilustre Americano
(carrera 17). Por orden del gobernador Jacinto Lara en 1844 al construirse un
terraplén para ampliar lo largo de las calles de Ayacucho y de Obispo, se dividió la
laguna en cuatro más pequeñas. Desde ese entonces la esquina de la laguna de
Álamo comenzó a llamarse esquina de las Cuatro Lagunas. Con el transcurrir del
tiempo se rellenó la zona y se urbanizó el sector.

La laguna de Los Muertos estaba ubicada al norte del puente Libertador en la


carrera 19 entre calles 10 y 11, donde drenaba por el zanjón o cañada que cruza el
mismo. Se llamaba “de los muertos”, porque se dice que murieron más de 1.300
patriotas en la confusa y fulminante derrota en la batalla de Tierritas Blancas,
debido a la errónea interpretación de un toque de retirada de tambor o corneta.
Después de la Batalla de Tierritas Blancas, los cadáveres fueron lanzados en la
laguna para no abrir fosas comunes.

La laguna de La Clara era muy útil para los ganados que pastaban en los
alrededores de la ciudad en las sabanas que se extienden desde la población hacia
el nordeste, hasta la quebrada de la Ruezga. Se llamaba así por sus aguas
límpidas. Las aguas de San José tenían su curso natural hacia la laguna de La
Clara, que existía entre las calles denominadas Miranda (carrera 21) y Bruzual
(carrera 22), en el sitio donde estas son cortadas por la calle Escalona (calle 19).
Las aguas desbordadas de esta laguna seguían su curso hacia los terrenos
cenagosos de la laguna de La Sucia.

El pozo Angulo era una depresión que acumulaba agua de lluvia y otras
escorrentías. Existió en la esquina conformada por la carrera 24 con calle 48, hacia
la esquina noroeste del Cementerio de Bella Vista.

Laguna de La sucia. Había por lo menos dos lagunas con ese nombre. Una de
ellas estaba situada más próxima a la ciudad, desde la esquina formada por la
carrera 21 con calle 21 (esquina de La Sucia) hasta la esquina de la carrera 21
con la calle 22 (esquina de La Máquina). Se llamaba así por ser sus aguas
pantanosas, oscuras, en terrenos cenagosos.

Los pozones de Cantarrana, ubicados en la calle 35 entre las carreras 23 y 24.


Estos pozones surgieron del aprovechamiento de la arcilla para la fabricación de
adobes destinados a la construcción de viviendas. Eran pozos profundos, lo que
constituía un peligro sobre todo para los muchachos y niños, por lo que en 1925 el
Concejo Municipal ordena la clausura y cegamiento de estos pozos.

La laguna de la Calle Real existió hasta la década de los años 30 y estaba situada
en la carrera 19 con calles 36 hasta la 38. Se alimentaba de las aguas de lluvia
que provenían del oeste.

La laguna de Piedra era un reservorio de aguas pluviales provenientes de Loma


de León. Se situaba en la zona comprendida entre las carreras 18 y 19 con calles

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43 y 49 y el agua se estancaba principalmente en la calle 43 y carrera 18 hasta la


calle 49 y desde el callejón 13-B a la carrera 19. El centro de esta laguna se
encontraba entonces donde hoy está la iglesia de San Agustín.

La laguna de Levalle tuvo su origen en los terrenos privados de una familia Orozco
en 1928, ubicados entre las carreras 18 a la 21 con calles 50 y 54. En dicha
posesión cavaron un pozo grande que luego se convertiría en laguna de Levalle.
La Laguneta, aunque no se conoce lugar exacto de su ubicación, de ella se hace
mención que en ese lugar se construyó la capilla de San Rafael y en la década de
1950 la capilla fue demolida y se construyó la iglesia de Barrio Nuevo. El terreno
destinado para levantar la capilla era anegadizo y las aguas sobrantes se dirigían a
otra laguna cercana llamada de La Vera entre los callejones 13 y 14 de esa zona.

El más importante curso de agua, después del río Turbio, es la quebrada La


Ruezga una de las más importantes de Barquisimeto, receptora del 70 % de las
aguas de lluvia y atraviesa la ciudad de oeste a este en su pendiente natural. La
quebrada La Ruezga nace en los cerros de Durigua y el cerro Portachuelo de Pavia
y en su recorrido toma como afluentes la quebrada el Mamón, Hatico, la India, el
Totumo, Mosquera, Barure, los Ranchos y el Tigre, para descargar finalmente en el
río Turbio. Además de ello, descargan el Malecón y el Bocoy.

Entre algunos de los importantes drenajes antiguos se encuentra el llamado


Bocoy, de muy antigua existencia, pues figura en el mapa de 1813, comenzaba en
la esquina del Barrialito, corría por la avenida 20 o Comercio, doblaba hacia el
norte por la calle 25 y llegaba hasta la laguna de La Mora. Actualmente recoge el
agua del centro de la ciudad y por tuberías llega hasta la avenida Los Abogados y
desde el Parque Bararida continúa como canal para descargar en la quebrada La
Ruezga.

El dren El Malecón comienza su recorrido en la quebrada La Ruezga, se dirige por


la calle 29 en forma de canal embaulado conectado a las tuberías que bajan desde
el parque Ayacucho.

Para 1970 se canalizó la quebrada La Ruezga desde la carretera que va a Duaca


en dirección a las Trinitarias y hacia la antigua carretera a Caracas (vía El Ujano),
hasta desembocar en la quebrada Guardagallo, llamada también Cardullo, hacia el
valle de las Damas.

Parte de la quebrada La Ruezga está canalizada en concreto desde el puente de


la carretera a Duaca hasta el puente del Trompillo. Es de hacer notar que en esta
canalización se rectificó el cauce, eliminando las curvas o meandros para darle una
alineación más recta, originando con ello la creación de las urbanizaciones Ruezga
Norte y Ruezga Sur.

En 1971 se desarrolla el canal de drenaje de Fundalara que descarga hacia el


norte a la quebrada La Ruezga. El canal de Fundalara recoge las aguas de lluvia de
la urbanización Los Libertadores, avenida Los Leones, avenida Venezuela y el
propio canal de Fundalara, urbanización Santa Elena y parte de la urbanización
Nueva Segovia.

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6.11.- ESCÁNDALO EN BARQUISIMETO POR BAÑARSE EN LA


LAGUNA DE LA MORA (1920)
El pasado domingo 7 de febrero de este año de 1920 la población de
nuestra ciudad se sintió escandalizada, trastornada y herida en su
moralidad, cuando dos féminas, sin recato alguno, fueron vistas
bañándose en las frescas aguas de la laguna de La Mora.
Don Onesíforo Flores del Campo, presidente de la Cofradía del Corpus
Christi, junto con la honorable matrona doña Ramona Ponte Alegre,
Secretaria Perpetua de la Sociedad del Nazareno de la de la Humildad,
no dejaron de expresar sus reprobaciones con gestos de condena y
duros epítetos, contra la conducta impropia de quienes “en paños
menores” agraviaron con su desvergüenza la decencia que siempre
había reinado en nuestra sociedad.
Inmediatamente algunas voluntarias acudieron presurosas a la laguna y
procedieron a cubrir con sendas chamarras a las impúdicas descocadas
y entre imprecaciones y amenazas de expulsión de la ciudad, las
cortesanas damiselas fueron conducidas a la policía con el fin de
acusarlas de ultraje al pudor, mientras las gentes se persignaban a su
paso por las calles.
Se trataba, como luego explicaron ellas mismas ante las autoridades,
que eran artistas que habían llegado a Barquisimeto como parte del
elenco de un circo que debía presentarse al día siguiente.
Acostumbradas como estaban a la moda de la vida europea, de donde
eran oriundas, de bañarse en vestidos de baño en mares, ríos y lagunas,
habían decidido darse un chapuzón en las plácidas ondas del
encantador remanso, pues, según manifestaron, tenían mucho calor y
deseaban refrescarse un poco, sin tomar en cuenta que tales vestiduras
de baño no eran conocidas aquí y mucho menos que las mujeres
pudieran bañarse en público, ante las miradas de propios y extraños,
mostrando brazos, tobillos y busto descubiertos, mereciendo con ello
las invectivas y dicterios de las gentes de bien.

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CAPÍTULO 7:
CULTURA MUSICAL EN
BARQUISIMETO
En los actos públicos y celebraciones oficiales organizados por el gobierno del
estado en ocasión de fiestas patrias y otros eventos, tiene distinguida presencia la
retreta. La retreta es la presentación pública de conciertos música por lo general de
carácter popular, generalmente tocada por la llamada Banda del Estado y que
acostumbraba interpretar los días jueves y domingos en las principales plazas
públicas de la ciudad.

Las retretas eran anunciadas en la prensa y a veces se presentaban dos


agrupaciones musicales y algunas tenían entre sus integrantes a algún cantante.
Podía haber presencia o no de baile, dependiendo del tipo de acto.

Hay una música para la elite, destinada a las tiesas autoridades gubernamentales
y personalidades significativas que asisten a actos protocolares en los edificios del
gobierno, generalmente tocada por bandas marciales o por la Banda del Estado,
con un programa que incluía desde el izamiento de la bandera, el himno nacional y
estadal y un repertorio “oficial” compuesto por música de matiz académico. Y hay
una música de carácter popular con bandas que ejecutan géneros bailables como
el pasodoble, el vals, la cuadrilla y la que corresponde a la música tradicional
larense. Además está la serenata.

La Edad de Oro de la música en nuestro estado puede ubicarse, de acuerdo con


el historiador R.D. Silva Uzcátegui entre los años de 1860 hasta las postrimerías
del siglo XIX.

Fueron los hermanos Torrealba -José Antonio y José Eligio- los pioneros del
movimiento artístico en Barquisimeto. Se iniciaron en el estudio de la música con
don José María Pérez, nacido en esta ciudad en agosto de 1810 e hijo de don Juan
de Dios Pérez, artista de renombre y Maestro de Capilla en el siglo XVIII. Eliseo
Soteldo en sus crónicas nos dice que José María Pérez y su hermano Fernando
Pérez fueron nombrados directores de la “Sociedad Filarmónica” en 13 de octubre
de 1852, considerada como una de las orquestas más antiguas de la ciudad. Es de
hacer notar que José María Pérez, al igual que su padre, desempeñó el cargo de
Maestro de Capilla de la iglesia de la Concepción hasta 1866, año en que ocurre su
muerte.

Los hermanos Torrealba, ambos militares, discípulos de José María Pérez,


ampliaron sus conocimientos musicales en Colombia, donde tuvieron que asilarse
por motivos políticos. Don José Antonio Torrealba, ejecutante del violín, murió
trágicamente en 1886. Don José Eligio Torrealba se dedicó a la enseñanza musical
y lo encontramos en su cátedra de música en el Colegio Yépez, fundado en 1872;
en el Colegio Nacional de Primera Categoría; en el Colegio San Agustín, creado en
1878 por el presbítero Juan Pablo Wohnsiedler. El padre Wohnsiedler era hermano
del doctor Simón Wohnsiedler, médico y músico, autor de “El Muchachito”,

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“Geranio” y “Amaranto”. Ambos eran hijos de don Jacobo Wohnsiedler, de origen


alemán, llegado al país en 1835, casado con Clemencia Morán, dama tocuyana de
familia procera.

El maestro Torrealba, incluía en sus clases de música teoría y solfeo, canto,


piano, guitarra, instrumentos de arco (violín, viola, violoncelo y contrabajo);
maderas (flauta y clarinete) y metales en general.

Entre sus discípulos figuran músicos que más tarde tuvieron destacada actuación
en nuestra ciudad, así como profesionales e intelectuales distinguidos del
Barquisimeto de entonces, entre los cuales estaban Juan Manuel Álamo, quien
estudiaba clarinete, cornetín y violoncelo; Simón Wohnsiedler en piano, flauta y
clarinete; Antonio Álamo en contrabajo, Julio Irigoyen en flauta y los estudiantes de
violín Eliodoro Pineda y Walterio Pérez y otros más. Entre los discípulos más
aventajados aparece el insigne violinista Franco Medina (Francisco de Paula
Medina), nacido en Barquisimeto en 1874. Entre la presencia y el aporte artístico
de la mujer larense, entre sus discípulas se encontraban Berenice y Adriana Álamo
Dávila, Ismenia y Estéfana Castillo, Panchita y Magdalena Seijas, entre otras.

La orquesta de conciertos bajo la dirección del maestro Torrealba estaba


integrada por los mejores músicos de entonces. Eran ellos: Félix y Simón Sánchez
Durán, Ramón, Anselmo y Simón Pérez, Tomás Giménez, Flavio Echegaray, Tomás
Barradas, Walterio Pérez y Eliodoro Pineda. Dirigía también el maestro Torrealba un
cuarteto de cuerdas (dos violines, viola y violoncelo) y según opiniones autorizadas
de la época, ejecutaba admirablemente la música de cámara. El repertorio de la
orquesta era selecto, representado en los mejores autores clásicos, partituras
religiosas y profanas de autores nativos.

Las composiciones musicales escritas por don José Eligio Torrealba fueron
numerosas, pero lamentablemente extraviadas en su totalidad. Se recuerda la
solemne Misa en Re que dedicara al doctor Wohnsiedler y que fue ejecutada por
primera vez en el templo de La Paz en el mes de octubre de 1881, con motivo de la
repartición de premios del Colegio San Agustín.

El maestro José Eligio Torrealba falleció en esta ciudad en el año de 1909. En esa
ocasión el gobierno del estado rindió un homenaje póstumo a su meritoria labor
cultural. Nuestra generación tiene una deuda contraída para con este eximio artista
del pentagrama, quien fuera nervio y propulsor de una de las épocas más
transcendentales de la historia de la música larense.

7.1.- ¿CÓMO NACIÓ EL BAMBUCO “HENDRINA”?


El bambuco “Hendrina” (o “Endrina”, escrita como variante morfológica), fue
compuesto por Napoleón Lucena, tocuyano nacido el 26 de abril de 1890. Formó
parte de la Banda del Estado Lara y fue Director de la Orquesta “Mavare desde
1915 hasta 1966 y subdirector del Instituto de Enseñanza Especial de Lara desde
1926 a 1942, en donde dictaba las cátedras de clarinete y contrabajo. Compuso
infinidad de piezas musicales, entre las que se pueden nombrar, entre otras, “Flor
de sangre”, “El Tocuyo”, “Calla corazón”, “Alma que gime”, “Josefina y “Celilia”.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Napoleón Lucena habitaba en una casa situada en la carrera 16, hacia el oeste
de la plaza de La Paz o Wohnsiedler. En esa vivienda ensayaba la orquesta Mavare
y luego en otra que el mismo Lucena construyó en la esquina diagonal al templo de
La Paz, carrera 16 con calle 29, donde el músico regentaba una venta de discos
fonográficos.

El maestro Napoleón Lucena tenía por alumna de bandolina y piano a la joven


hija de un curazoleño, don Piert M. Hage, empleado a cargo de la facturación en la
empresa “Calderón e hijos” y tesorero de la logia masónica N° 50. La citada joven
se llamaba Ana María Hage Hendrina y era una muchacha de alba piel, rubios
cabellos y ojos azules. Como discípula de Lucena, este compuso algunas lecciones
y melodías para que después de aprendidas las ejecutara al piano como rutina
escolar.

Cierto domingo, reunidos el maestro Lucena con algunos amigos, luego de oír las
notas musicales interpretadas por la aprendiz, le sugirieron al director de la Mavare
que procurara reunir tales piezas de enseñanza musical y las arreglara en una sola
composición. Fue así como nació “Hendrina”, tomando segundo apellido de la
gentil hija de Holanda.

Frente a la plaza La Paz por la calle 29, en una de las humildes viviendas de esa
zona, vivía el poeta y tipógrafo Juan Manuel Rojas a quien Lucena solicitó
escribiera unos versos adaptados al ritmo del bambuco-canción para luego
entregárselos con gran afecto a la agraciada señorita. La pieza musical como tal
fue estrenada el 31 de diciembre de 1932 en el teatro Juares, alcanzando de
inmediato gran notoriedad, convirtiéndose en la actualidad en el himno sentimental
del estado Lara y Barquisimeto en particular.

La casa que habitaba Ana María Hage Hendrina quedaba en la carrera 17 entre
calles 29 y 30, acera norte, de la cual sólo existen unos minúsculos vestigios de la
tal edificación.

¿Y qué pasó con Hendrina? Es sugestivo pensar que aquella nívea doncella que
inspiró al poeta Juan Manuel Rojas el drama de amor y tormento que se entrelaza
en las estrofas de la letra del bambuco de Napoleón Lucena, tal vez nunca llegó a
saber de la legendaria fama que obtuvo la pieza musical y la huella que dejó en
nuestra ciudad inspirada en ella. Ana María Hage Hendrina murió octogenaria en la
isla de Puerto Rico.

7.2.- FRANCO MEDINA


Entre los discípulos más aventajados de don Eligio Torrealba estuvo Francisco de
Paula Medina (Franco Medina) quien inició sus estudios de violín a la edad de cinco
años. Francisco de Paula Medina Jiménez nació en Barquisimeto el 30 de marzo de
1874 y muere en Milán ciudad de Italia en noviembre de 1960. Sus padres fueron
Don Lorenzo Medina y Doña Isidora Jiménez. Vivió en Barquisimeto en la Avenida
20 (antigua calle del Comercio) con calle 27.

Hubo la circunstancia de tener que fabricar un instrumento especial que se


adaptara a sus pequeñas manos infantiles. Ese violín lo elaboró el presbítero

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Santos Valenzuela Silva, cura de la iglesia La Concepción, quiboreño de nacimiento,


pintor, escultor y profesor de Bellas Artes en el Colegio San Agustín. A los seis
meses de estudios, el pequeño prodigio ofreció su primer concierto en el colegio de
don Pedro Andrade y fue todo un acontecimiento artístico en la ciudad. Medina
efectuó estudios de bachillerato en el Colegio Nacional de Barquisimeto y luego de
medicina, en cuyo curso logró hacer hasta el quinto año. Pero el mayor anhelo de
su vida era el de dedicarse a la música.

En 1896 se presentó en el Colegio Federal en concierto donde también


participaron artistas de renombre como Berenice Álamo, Trina Fréytez y Romelia
López, excelentes pianistas; Otilio Ramos en la flauta y Virgilio Soteldo, chelista.
Acompañó con su exquisita voz Adriana Álamo.

Al perfeccionar sus estudios musicales, Medina viajó a Italia en el año de 1900,


con una pensión del gobierno del general Cipriano Castro. A su llegada a Milán,
sucedió que en el Conservatorio de Música ya no admitía más alumnos, pero
hicieron una excepción con él, sometiéndolo a rigurosos exámenes y pruebas
donde ejecutó difíciles trozos musicales. Ante el asombro del jurado designado,
este optó por aceptarlo dada su extensa cultura musical, adquirida totalmente en
esa pequeña ciudad de entonces que era Barquisimeto.

A los cinco años de estudios, ya Medina tenía establecida una Escuela de Música,
al frente de la cual estuvo durante 25. Ya se había dado a conocer en los círculos
musicales europeos como famoso ejecutante de violín, pedagogo, compositor y
director de orquestas operáticas y sinfónicas. En 1908 obtuvo un premio por el
texto de su “Método practico per lo estudio del violino, de Franco Medina”.

El maestro Franco Medina volvió a Venezuela sólo en dos oportunidades, en


1926 y 1930, año este último cuando fuera nombrado director de la Escuela de
Música y Declamación de Caracas, cargo que mantuvo por espacio de tres años. A
Barquisimeto vino en 1933 y fundó su Escuela “Nicolo Paganini”. En 1940 asume
la dirección de la Escuela del Estado. Regresó a Italia, falleciendo en Milán en
1960, donde aún reposan sus restos.

Entre sus obras y composiciones musicales figuran óperas, música de cámara, de


concierto, un Poema Sinfónico-Coral escrito para el primer centenario de la muerte
del Libertador. También transcribió para violín y piano obras basadas en temas
folclóricos como “Dámele Betún”, “La Perica” y temas indígenas como su “Danza
del Caroní”.

7.3.- FRANCO MEDINA Y EL CORO DE LOS DOCTORES


Además de las clases que dictaba en el Colegio Nacional de Primera Categoría,
Franco Medina dirigía el famoso “Coro de los Doctores”, que aunque no tenía un
carácter coral sino más bien instrumental, se le denominaba así por estar integrado
casi en su totalidad por profesionales de la medicina y del derecho. Entre sus
integrantes se contaban los doctores Luis María Castillo, abogado ilustre: Leopoldo
Torres Heredia, abogado; Rafael Rudecindo Fréytez Pineda, médico de destacada
trayectoria; Eliodoro Pineda , violinista y Tomás Barradas, tenor ambos abogados;
Antonio Álamo, abogado, escritor, cronista y ejecutante del contrabajo; Juan Manuel

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Álamo Dávila, Nemecio Paiva y Carlos Castillo, todos abogados; Otilio Ramos,
flautista y comerciante, Walterio Pérez, violinista y profesor de francés y Rafael
Garcés, comerciante.

Como aspecto curioso, se cuenta que Eliodoro Pineda, a la edad de seis años
tocaba el violín con mucha perfección, hasta tal punto que su padrino, el padre
Ildefonso Escalona le exigió que tocara su primera misa de aguinaldo en la iglesia
de Altagracia, obteniendo en premio media morocota.

7.4.- BRINDIS DE SALAS EN BARQUISIMETO (1897)


Profunda impresión y entusiasmo ha producido en nuestra ciudad la
visita y presentación del extraordinario violinista Brindis de Salas. El
llamado "Paganini Negro", cuyo verdadero nombre era Claudio José
Domingo Brindis de Salas y Garrido, nacido en La Habana, Cuba, en
1852 y muerto en Buenos Aires, Argentina, el 1 de junio de 1911. Fue
recibido en la casa del doctor Eliodoro Pineda, hermano del doctor
Antonio María Pineda, el sabio del hospital La Caridad, rodeado de
poetas, músicos e intelectuales.
Brindis de Salas, aunque de cuna humilde, logró conquistar en las
grandes capitales europeas y americanas un puesto de renombre,
llegándose a calificársele como “Rey de las octavas”. Los gobiernos de
España, Francia, Italia Portugal y Austria, le otorgaron
condecoraciones y títulos. Fue nombrado Caballero de Brindis y
Barón de Salas, además de la cinta de la Legión de Honor. Franco
Medina fue su amigo en Barquisimeto y aprovechó fértiles y valiosas
enseñanzas de su arte y virtuosismo.
La fama de Brindis de Salas, niño prodigio que a los diez años ya se
presentaba como concertista ante el público, era conocida y
aplaudida en casi todas las grandes capitales europeas. Ataviado con
impecable frac y guantes blancos, atraía la atención por su correcto y
apasionado estilo. La personas quedaban embelesadas al escuchar
las octavas que salían de su violín Stradivarius y casi que
hipnotizadas cuando veían el movimiento vigoroso del arco, al cual le
colocaba en la punta un brillante, cuyos destellos dejaban una estela
de luz en la semioscuridad del escenario.
Brindis de Salas, a pesar de su prestigio y fama mundiales, era un
hombre infeliz debido al complejo sicológico de su color. En cierta
ocasión le dijo a Medina: “Mi nombre Brindis de Salas, es mi mayor
venganza, ya que si nadie me quiere por negro, que tengan que
recibirme en su “sala”, como el mejor “brindis”.
Se había casado con una baronesa alemana y tuvo dos hijos,
violinistas igual que él. Llegó a ser rico, poderoso y conoció la fama
en todos los países que visitó. En Caracas se presentó en el teatro
Guzmán Blanco. Estando en Buenos Aires, Argentina, tuvo un ataque
depresivo y se entregó al abandono. Vagaba por las calles de la
ciudad, pobre y solo. Un día entró en una casa de empeños y dejó ahí
su más precioso tesoro: el Stradivarius. El tendero, desdeñándolo por

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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creerlo un vagabundo más, le ofreció unos quince pesos por el


instrumento, con el propósito de recuperarlo en un mes.
Brindis de Salas, concertista y músico excepcional, triste y lloroso, se
despidió de su amado violín con infinidad de besos y caricias, para
luego salir del local. No volvió a vérsele más, hasta que a los días
apareció muerto en una calle de Buenos Aires, Argentina. Este
singular artista de raza negra que estuvo en Barquisimeto, cuya
triste historia hemos narrado aquí, dejó por muchos años una
impresión de emocionada maravilla, no muy alejada, quizás, por la
leyenda que acompañaba su exótico apellido.

Esa época risueña del arte musical barquisimetano y regional dio muchos artistas
del pentagrama que distribuidos a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y
principios del siglo XX, entre ellos se destacan importantes y prestigiosas
representaciones. Entre los más músicos conocidos se pueden citar a los
siguientes barquisimetanos:

Berenice Álamo Dávila (1865-1917): pianista y soprano. Discípula de Alfredo Paz


Abreu y Federico Villena.

Emma Silveira: nacida en esta ciudad en 1894, se graduó de profesora de piano


en Caracas y en 1911 formó parte del jurado que eligió la música del Himno del
Estado Lara, cuyo autor era el maestro Pedro Istúriz Meneses, director de la Banda
del Estado. Se recuerda el apoteósico concierto ofrecido por la señorita Silveira en
el Teatro Juares el 28 de octubre de 1914. Es denominada nuestra Teresa Carreño
larense. Murió trágicamente en un accidente automovilístico cerca de Tejerías
(estado Aragua) el 26 de agosto de 1932 a los treinta y ocho años.

Sus padres fueron el abogado Manuel Silveira y Palmacia Dolores Barrios Yépez.
Hermana de Blanca y María Silveira. Es considerada junto con Berenice Álamo una
de las más importantes pianistas que ha producido el estado Lara. Sus
instrumentos preferidos eran: el piano, la guitarra, el arpa, la citara, órgano,
mandolina y violín. En 1904 comienza sus estudios en el Colegio Inmaculada
Concepción cuando éste inicia actividades ese año, convirtiéndose en una de sus
alumnas fundadoras. Allí le dictaba clases de música la Hermana Marta María, pero
desde los seis años ya recibía este tipo de enseñanza de parte del profesor Claudio
Rocha. En esa institución educativa recibe el título de maestra en segundo grado
cuando tenía catorce años de edad.

Estudió música con el profesor Simón Wohnsiedler y cuando tenía diecisiete


formó parte del jurado que eligió la composición a designar como himno del Estado
Lara. Se trasladó a Caracas y se inscribió en la Escuela de Música y Declamación
de esa capital y el 19 de septiembre de 1914 recibe el título de profesora de piano.
Años más tarde sería examinadora de esa institución y en 1930 trabajaría allí como
profesora de arpa y auxiliar de la cátedra de canto. Además integró la Orquesta
Sinfónica de Venezuela. En 1916 Sucre Pérez Bonalde sobrino del poeta Juan
Antonio Pérez Bonalde instaló en Caracas un colegio en el cual Emma Silveira es
nombrada subdirectora hasta que fue clausurado el instituto. En 1921 se trasladó
a Estados Unidos donde fue profesora de música e idiomas, ya que hablaba

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francés y alemán. Regresó a Venezuela pero en 1924 nuevamente sale al exterior,


rumbo a Europa. Sus restos reposan en el Cementerio General del Sur en Caracas.

Nelly Figueroa de Hammond: discípula del maestro Franco Medina y violinista


destacada. Hizo estudios de música con el maestro Juan Bautista Plaza y obtuvo
medalla y diploma de distinción de honor en la Julliard School de Nueva York.

Otras damas también son merecedoras de mención y elogio pues consagraron su


vida a la enseñanza musical. Entre ellas está doña Felicia Pérez de Pérez, quien
hizo estudios de música en Curazao, ejerciendo después una cátedra de piano.
Casó con don Walterio Pérez, integrante del Coro de los Doctores. Doña Felicia
falleció en esta ciudad en octubre de 1919.

Le siguen Trina Castillo, María Ruiz, Sara García Sorondo, Ángela Fernández de
Soteldo, Nieves de Fortier y muchas otras más.

Dr. Simón Wohnsiedler: discípulo de José Eligio Torrealba, compositor de ritmos


valsísticos y religiosos. En 1906 escribió la música de un himno a la Divina Pastora
con letra del poeta Andrés E.Delgado, con motivo del cincuentenario de la primera
visita de la Virgen a Barquisimeto.

Virgilio Soteldo: ejecutante del violoncelo. Junto con Ramón Pérez, su maestro,
Mr. Riehl, jefe de la Casa Blohm, Rafael Franco y otros músicos, formaron parte de
la “peña musical” de la Mesa Alemana. El general Aquilino Juares le obsequió un
valioso instrumento.

Rafael Soteldo: tenor de grandes dotes vocales, compositor de música sacra.


Antonio Carrillo: llamado el Strauss larense, poeta del vals y “el mejor bandolinista
de América”, como dijera Manuel Rodríguez Cárdenas. Fue director de orquestas y
bandas e instrumentista genial de armonías valsísticas y audaces acordes. Fue
discípulo del maestro Istúriz. Murió el maestro Carrillo el 13 de julio de 1962.

Napoleón Lucena: Compositor y clarinetista. Autor del bambuco “Hendrina”.


Sucesor de don Miguel Antonio Guerra en la dirección de la Orquesta Mavare desde
el mes de febrero de 1915.

Juancho Lucena: hermano del anterior. Compositor y ejecutante del violín y


contrabajo. Dirigió en Caracas la Pequeña Mavare.

Ramón Díaz Lugo: excelente cornetinista y gran pintor del estado Lara, discípulo
de Rafael Monasterios. Fue integrante de la Banda del Estado y la Orquesta
Mavare.

Vinicio Adames (Barquisimeto, Lara, 1 de marzo de 1927 -Islas


Azores, Portugal, 3 de septiembre de 1976), inició sus estudios con Doralisa de
Medina, meritoria mujer yaracuyana, fundadora de la escuela de música “Santa
Cecilia” en Barquisimeto. Adames fue director del Orfeón Universitario de la UCV.
Murió trágicamente en un accidente de aviación.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Hergen Suárez: discípulo del maestro Franco Medina. Tenor de bien timbrada voz.
Formó parte del concurso Gran Caruso realizado en Caracas, donde obtuvo el
segundo premio. Grabó un disco de 45 rpm.

Es posible que se hayan omitido muchos destacados músicos de gran valía, pero
la intención es ofrecer un muestrario de nuestra rica tradición musical
barquisimetana que aportó en su momento su valiosa contribución.

Para cerrar esta etapa de valores musicales tenemos a Miguel Antonio Guerra,
discípulo del maestro Franco Medina y fundador de la Orquesta Mavare, la cual se
inició el 31 de diciembre de 1897 con el baile efectuado en el hogar de Aurelio
Manzano.

De izquierda a derecha (parados): Señores Víctor J. Oliveros, Pio Zavarce,


Juan Ramón Barrios, Napoleón Lucena (sentado) y Rafaelito Pérez.
Sentados: Pedro Rivero, Félix Palma, señora Doralisa de Medina, señores
Marcos Flores, Juvenal Romero y Rafael Miguel Lopez. Todos, músicos
consagrados. Año 1956.
66

7.5.- LA RETRERA Y EL LOCO ARCHIBALDO


Domingo, 8 de la noche. El maestro Carrillo dirige la Banda del Estado
con sus llorones violines, en medio de los chaguaramos engalanados
para la ocasión. Valses, polkas y uno que otro joropo que con sus notas
hacía rastrillar los pies de algunos. El Presidente del Estado asiste
puntualmente después de la última misa en Concepción y se repantiga
en la silla dispuesta para la autoridad y sus acompañantes. El público
colmaba las umbrosas caminerías de la plaza Miranda. Al lado de la
orquesta se encuentra Archibaldo, conocido loquito de la localidad, que

66
Ídem.

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vivía por los lados de la Pila Lara y en su desquicio tocaba un violín


imaginario con tal entusiasmo que hacía la delicia y las burlas de los
muchachos jóvenes y sus parejas. El loco se aparecía en cada
oportunidad donde se tocaba música en algún acontecimiento. Cuando
se interpretaba un vals o una agitada polka, Archibaldo se arrimaba
tocando su inmaterial violín con movimientos efectistas de las falanges,
golpes de arco, expresividad corporal rítmica con movimientos de
cabeza con estudiado ritmo. La gente comentaba lo habilidoso que era
con el instrumento musical inexistente pese a su condición de
desquiciado y muchos podrían suponer que tal vez podría ser un
verdadero músico frustrado por falta de instrumentos y oportunidades.
Un día, algunos asiduos concurrentes de una de las retretas, decidieron
hacer una colecta pública con el fin de comprar un violín para
obsequiarlo al desvariado personaje para compadecerse y al mismo
tiempo tratar de corresponder con la ilusoria idea de que algún talento
para la música estuviera escondido en esa mente enajenada.

En efecto, un poco antes de la retreta del domingo, Archibaldo ya tenía entre sus
manos el flamante instrumento. Lo observó con detenimiento, lo acarició de arriba
abajo, hizo vibrar varias veces las cuerdas con el arco y los sonidos le hicieron
sonreír ingenua y candorosamente, mostrando sus dientes de conejo, con la alegría
de un niño.

¡Qué suerte! –dijo-; ahora tengo dos.

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CAPÍTULO 8:
DIVERSIONES POPULARES

Para los años finales del siglo XIX si la gente quiere divertirse y celebrar alguna
fiesta hay que ir a los lugares de moda. Los domingos se pasea en tranvía y ya al
mediodía los paseantes se llegan al Champagne Frappé, en la estación del
ferrocarril. En cambio, lo que se quedan a ver películas del último invento de Edison
ocurren luego al Vitascope, de Amatto Baldasari, ubicado en la calle Libertador
diagonal a la Botica Olivares en una casa que quedaba frente al antiguo Palacio de
Gobierno construido por el general Jacinto Fabricio Lara. Como todo acontecimiento
que causa sensación, nace la referencia urbana y ciudadana como suceso oficial
digno de dejar huella y recuerdo.

“HIELO. Ya está puesta al servicio del público la maquinaria para la


fabricación de hielo, propiedad del señor don Leopoldo Torres. La
agencia principal en esta ciudad es un nuevo botiquín frente al Palacio
de Gobierno, denominado El Vitascope y donde además de hielo
encontrará el que lo visite sorbetes exquisitos, licores de primera,
tabacos, cigarrillos, dulces, etc”. (El Escudo, 4 de diciembre de 1896).

Frente a la Botica está el Vitascopito, de José Lebrón Morales.


Ya entrado el siglo, el botiquín El Chingo, de Ignacio Rodríguez, con un surtido de
licores ya tiene fama en la ciudad. Se venden exquisiteces como bombones, uvas
moscatel de Yaritagua. En tiempos de cuaresma se vendía el pescado en
escabeche marca H, enlatado en Puerto Cabello.. Este botiquín cerró en 1934.

En 1875 la ciudad se divierte con las primeras manifestaciones del cine. Primero
fue el cosmorama, una caja cerrada con unos grandes vidrios de aumento, que
colocada convenientemente a la luz del sol se veía una serie de figuras y cuados
móviles como paisajes, barcos navegando en el océano, vistas de tropas y soldados
y otras más. Las imágenes eran fijas, pero los cuadros se iban cambiando. El costo
era de Bs. 0,25 la vista de cinco minutos.

Pero el vitascope es el verdadero precursor del cinematógrafo, pues ya tiene


figuras en movimiento. Una noticia de El Cojo Ilustrado del 1° de diciembre de
1894 nos da la noticia de que Edison, en los Estados Unidos de Norteamérica,
había presentado su último invento: el kinetoscopio. El vitascope llegó a Venezuela
en 1896, es decir dos años después de esa presentación de Edison, lo que nos da
una idea de que, en ese respecto, el país y Barquisimeto en particular, la difusión
de los inventos llegaba con cierto retraso. El vitascope es entonces un
perfeccionamiento del invento de Edison. Se exhibían pequeñas películas sin
argumento, entre ellas una del mismo Edison trabajando en su laboratorio. La
película tenía 15 metros de largo.

La prensa anuncia y valora el interés del público ante el nuevo entretenimiento:

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VITASCOPE. Sensacional ha sido en esta ciudad la exhibición de


este aparato. Antenoche y anoche ha sido numerosa y selecta la
concurrencia que ha asistido a admirar el efecto sorprendente
de este invento del nunca bien ponderado Edison. (El Escudo.
Barquisimeto, 30 de octubre de 1896).
Para principios del siglo XX ya se habla de funciones de
cinematógrafo.
Esta noche tendrá lugar en el teatro la primera función del
cinematógrafo a beneficio del templo de La Paz… Mañana en la
noche tendrá lugar la segunda función. (Eco Industrial, 13 de
abril de 1901).

Esto no quiere decir que esta haya sido la primera función del cinematógrafo,
pues ya en algunas casas particulares y corrales se habían dado funciones con
aparatos que proyectaban películas.

En 1904 en el Teatro Municipal se exhiben películas con un aparato


cinematográfico. Entre ellas una de la actualidad de entonces: la guerra ruso-
japonesa.

Las películas de moda en 1908 son las que han cosechado más éxitos en Europa
y América: La toma de Puerto Arturo, La historia de un pierrot y Corazón y patria. El
aparato que exhibía estas películas se llamaba bioscopio, de origen inglés, que
funcionaba gracias a un generador de electricidad que era movido por una máquina
de vapor.

Pero nunca faltan las críticas. En 1909, el Eco Industrial del dos de noviembre
hace algunas críticas a la función de un kinetoscopio, según lo referido por Silva
Uzcátegui:

Kinetoscopio. Nos ofreció anoche no escasa de concurrencia, la segunda


función de la empresa americana con la exhibición de sus películas. De
las apreciaciones que el público ha hecho anotamos falta de luz en el
desarrollo de algunas vistas, y poca, muy poca, en el local, donde no
basta la lámpara que se prende en el centro. Las películas son buenas y
gustables, bien designada la Banda Mavare para amenizar los actos y
atención y cultura de los empresarios. (Silva Uzcátegui, R.D.
Barquisimeto, 1959).

En 1920 la prensa local anuncia que el 17 de abril quedaría abierto al público el


Teatro Cine Sequera, con patio y telón al aire libre.Se estrenó con la película La
mujer salvaje con Clara Kimbel. Tiempo después este cine pasó a otro dueño, fue
remodelado y mejorado, aunque quedó con la pantalla y los asientos al aire libre.
Pasó a llamase Teatro Cine Bolívar.

Frente a este quedaba el Circo Cine, posteriormente llamado Circo Arenas. La


orquesta Mavare acostumbraba a tocar antes de las funciones para atraer público.
El llamado Circo-Cine o Arenas de Barquisimeto fue creado en 1918 por un italiano
llamado Pascualino Petruccio, fabricante de alambiques e implementos de usos en
las haciendas papeloneras.

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Era un solar de regulares dimensiones que fue acondicionado para la


presentación de películas los días martes, jueves, sábados y domingos. En las
tardes de fines de semana se ofrecían corridas de toros.

En las tardes de fines de semana se ofrecían corridas de toros. Era un cine al aire
libre y la primera película que se proyectó en la noche de su inauguración fue
Presagio. Amenizaba las veladas la orquesta Mavare. También se presentaban
obras de teatro, zarzuelas y operetas y posteriormente boxeo. La entrada más
económica costaba un medio (Bs. 0,25) en la parte llamada paraíso, situada en lo
más alto de la construcción que poseía gradas de madera. En el Circo-Cine Arenas
se proyectó la primera película de largo metraje que se conoció en la ciudad.
También fue protagonista en 1936 de una tángana a causa de la interrupción de
una película que se proyectaba en ese momento denominada El blanco trágico.

 UNA TÁNGANA QUE TERMINÓ CON MUERTOS EN EL CINE


BOLÍVAR
Fue el 18 de enero de 1936, ya muerto Juan Vicente Gómez y su primo Eustoquio
y gobernaba el país Eleazar López Contreras. El cine Bolívar quedaba en la esquina
noreste de la carrera 18 con la calle 27. El Circo-Cine Arenas estaba justo al frente,
en la esquina sureste de la misma carrera y calle. Esa noche, en el frescor de la
noche barquisimetana, se exhibía en el cine Bolívar el filme “Soy un fugitivo”, con
Paul Muni. Mientras tanto, en el Arenas se proyectaba la película “La Primavera”,
con Janeth McDonald. La orquesta Mavare, con sus afinados y entonados acordes
amenizaba la velada. Acostumbraba a colocarse en la esquina antes de la función y
tocar algunas piezas para animar a los viandantes a asistir a la proyección. Desde
la esquina oeste lanzaban cohetones y ruidosos trabucos.

El operador coloca la cinta de película en el proyector y comienza la película “Soy


un fugitivo” con la sala abarrotada hasta los carteles. Mientras la gente se
emocionaba con las trompadas a puño limpio y sufría junto con las vicisitudes del
protagonista (al que el pueblo le decía “el taparo”), de repente se rompe la cinta,
por lo que la proyección se detiene, con las consabidas rechiflas, protestas y
silbidos escandalosos del público ávido. El operador, presuroso, intenta
recomponer la calamidad acaecida, pero la tira fílmica había sufrido daños graves
que obligó al proyeccionista tener que suprimir muchos metros del filme.

Luego de unos irritantes largos minutos, cuando recomienza la proyección, el


público nota una discontinuidad en la trama que hasta ahora habían venido
observando, pues se había suprimido una parte importante de la historia.
Inmediatamente el público defraudado y enfadado principia a protestar de tal
manera que la chispa del disgusto encendió la pira de rayos y centellas desde
donde se desató la violencia y se generó una trifulca que hizo destrozar la sala de
cine. Sillas van, sillas vienen, piedras y bastonazos y hasta tiros de revólver no se
hicieron esperar.

Alguien sale raudo a avisar a la policía, cuyo cuartel quedaba al lado del Palacio
de Gobierno en la calle 25. Cuando llegan los gendarmes, daba la casualidad que a
esa hora estaba saliendo el público del Cine Arenas de ver la película “La

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Primavera”, que por supuesto no tenía nada que ver con la protesta de los airados
asistentes en el cine Bolívar. Los policías, por equivocación embisten sus fuerzas
de choque contra los inocentes espectadores de “La Primavera”.

Ya era medianoche. La gente enardecida comienza a protestar por el atropello y


entre gritos y desórdenes, un grueso número de personas se llega hasta el garaje
“Overland” (situado en la calle 24 entre carreras 16 y 17), donde hasta ese
momento permanecía guardado el otrora temido automóvil Lincoln de estridente
claxon del fallecido general Eustoquio Gómez. Se llevan empujado el carro hasta el
sitio donde estuvo el antiguo cementerio de San José (donde actualmente está la
Casa del Maestro en la avenida Venezuela) y lo incendian.

Poco después, junto a otro grupo, se dirigen hacia la casa de habitación de la


familia Molina, ubicada en la actual carrera 19 con calle 31, quienes eran
reconocidos gomecistas, por lo que el jefe de la familia (general Molina) efectúa
algunos disparos contra la multitud, hiriendo a algunos manifestantes. Esto desató
fuertes disturbios, mientras el jefe de la policía, en el confuso incidente, mandó a
arrestar al que había disparado. Mientras el piquete policial se disponía a subir al
camión patrullero al general arrestado, una piedra, cual proyectil pétreo lanzado
por alguno de los manifestantes, vino a dar a la testa del jefe policial. Y como un
loco furioso, colérico y picado en su orgullo, con la sangre cayéndole por el rostro,
extrajo su arma de reglamento, lo cual es imitado por sus compañeros de armas y a
diestra y siniestra comienzan a disparar.

Son las cinco de la tarde. Así terminó


aquel agitado día de enero de 1936,
con 11 muertos y muchos heridos,
producto de una malhadada confusión
entre espectadores de una película,
aunado esto a los difíciles días de
transición política que se vivían en
esos tiempos en que cualquier chispa
generaba un incendio de
insospechadas consecuencias. 67

En 1928 se exhibe en Barquisimeto la primera película filmada y procesada en la


propia ciudad. Su autor: Amábilis Cordero. La película: Los milagros de la Divina
Pastora.

Los Milagros de la Divina Pastora fue hecha con amigos y conocidos de la ciudad.
Estrenada el 8 de julio de 1928 en el cine Bolívar, intervinieron 20 artistas y costó
8.000 bolívares. Constituyó todo un éxito de taquilla, pues recaudó 40.000
bolívares en la totalidad de las presentaciones en Barquisimeto y otras ciudades.
La segunda película de Amábilis Cordero se llamó La cruz de un ángel y se estrenó
el 29 de abril de 1929.

67
Foto suministrada al autor por el cronista Hermann Garmendia.

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Luego vino En plena juventud, que


quedó inconclusa. En 1933 se fila la
tragedia de la escuela Wohnsiedler. A
partir de 1939 surgen los primeros
noticieros tales como el accidente de
aviación donde murió el teniente Vicente
Landaeta Gil.

Entre los guiones se encuentran Amor


de madre; Aventuras de Pascual; Alma
llanera; El pescador de perlas; Nuestra
Señora de Coromoto; el legado de la tía
Pilar; Aventuras de un Chaplin; El beso;
Tamunangue; En el llano abajo; Rosita la
del valle; la cruz de mayo; La última
noche; El aprendiz de gitano y otros más
(Dale, Mariluz s/f. p. 7).

68

Para mediados del siglo XIX las fiestas populares son las corridas de toros
coleados, juegos de pirotecnia y globos aerostáticos. La diversión va de acuerdo
con las costumbres y moralidad de la pequeña urbe, donde las diversiones son
sencillas y populares, como lo son las tertulias en las casas de familia y en algunas
esquinas bajo el farol crepitante de los candiles de manteca de marrano y aceite de
tártago, también las veladas, bolos, circos ambulantes, juegos de salón, bailes,
tragos y cohetes.

Los llamados “juegos de prendas” eran los juegos para “pasar el rato”, para
matar las horas y entretenerse. También era el momento propicio para acercarse
los enamorados e intercambiarse cartas y tarjetas de amor. Lo jugaba la alta
sociedad caraqueña y se cuenta que Guzmán Blanco los jugaba en ratos libres de
buen humor y para no perder la oportunidad de hacerse sentirven las reuniones.

También había otros juegos “patrocinados por los impulsos de eros” y para tan
caritativos fines servían de maravilla la picota (en sociedad “la berlina), el favor y el
disfavor, acciones por mano ajena, servirse de otro como escritorio. De aquellos
sencillos e inocentes juegos salían con frecuencia rencores recalcitrantes y gruesas
represalias (Key Ayala, Santiago (1949). p. 125).

La sortija pasaba vertiginosa de mano en mano:


La sortija vaya y venga
Sin que nadie la detenga
Ni la deje detener.

Hasta que alguien la encontraba y, si no sucedía esto, pagaba una “prenda”.

Los juegos de pelota criolla en tiempos pretéritos se escenificaban en solares


apropiados para ello en la plaza del Rebote, por la plaza de la Paz y frente al colegio

68
Foto tomada del libro electrónico de Alexander Moreno, Barquisimeto en Primera Persona.

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San Agustín, como lo citan varios cronistas, entre ellos Julio Nervo y Concho
Carrasco. Los jugadores se dividían en dos bandos: los payeros y tutumeros.

En tiempos lejanos, cuando la ciudad llegaba hasta los cardonales que están
detrás del Palacio Arzobispal y en la propia plaza de la Concepción, los niños
acostumbraban a elevar papagayos. En épocas más recientes se elevaron
cigarrones, barriletes, zamuras y otros. Se hacían desafíos para tratar de cortar las
cuerdas de los papagayos con hojillas atadas a las colas.

Las carreras de caballos y las carreras de cintas eran unos de los deportes más
tradicionales que se jugaban en las fiestas patronales y cívicas. Las carreras de
caballos se hacían en la sabana y la gente decía “cazar carreras” a las
competencias por parejas y de los pueblos vecinos venían personas a competir en
dichas carreras apostando a veces grandes sumas de dinero.

Las carreras de cintas se verificaban en las calles de la ciudad. Se amarraba una


cuerda entre dos ventanas que quedaran frente a frente. Luego se cuelgan unas
cuantas cintas de colores en cuya extremidad lleva un aro de alambre. El jugador al
pasar con su caballo por debajo de la cuerda tratará de insertar una varita que lleva
en la mano por el centro del aro. Si conseguía esto el premio era colocar la cinta en
el brazo, lo que era efectuado por las bellas damas asistentes al espectáculo.

Las carreras de cintas se jugaron hasta muy entrado el siglo XX y en 1914 se


hacían con una nueva modalidad: con bicicletas.

En cambio los toros coleados y las peleas de gallos son deportes tradicionales
que eran incluidos entre los actos oficiales y civiles en medio de grandes festejos
que se realizaban en la ciudad, tales como el Centenario de la Independencia, la
inauguración del primer acueducto de la ciudad y otros eventos de envergadura. El
urbanismo y la aparición del pavimento en las calles favoreció la desaparición de
esta actividad en Barquisimeto, recordándose que los últimos espectáculos de
toros coleados se escenificaron por los lados de San Juan.

Las riñas de gallos se realizan por temporadas, porque esta actividad depende de
que los gallos tengan condiciones adecuadas de plumaje, entrenamiento, etc. Se
apuestan grandes sumas de dinero. En la ciudad hubo muchas galleras. La más
famosa existió entre las esquinas de San José e Insausti, en la calle Juares y se
llamó La Tarara.

Los rosarios de difuntos muestran la presencia de los rezanderos, personajes


especializados en las ceremonias de los aniversarios de difuntos, terminando casi
siempre los rezos con brindis y cenas.

En cambio, los rosarios de promesas a los santos se hacen en las procesiones


con los devotos y cantores entonando salves y portando farolitos de color. Luego
viene el tamunangue, actos populares y comida criolla.

La Navidad es motivo de regocijo popular desde el mismo momento de la


elaboración del pesebre, que debía estar listo para el 16 de diciembre, cuando da
comienzo las misas de aguinaldo, hasta el Día de Reyes. Hay quienes quitan el

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pesebre el dos de febrero, día de la Candelaria. Lo tradicional es hacer el pesebre


en la sala de la casa o algún corredor.

Un pesebre es motivo para una reunión social. Para eso hay que nombrar los
Capitanes del Pesebre entre los conocidos y vecinos, quienes serán los que
sufraguen los gastos de los regalos, comestibles y bebidas en la fiesta hogareña,
donde se cantan los aguinaldos y villancicos, se baila, se conversa, se hacen juegos
de salón, charadas y se obsequia chicha fermentada, resbaladera, sangría y dulces
de lechosa, confites e cilantro y azúcar. En la madrugada es la misa de aguinaldo,
con alegres repiques de campanas con sus correspondientes cohetes y trabucos en
serie. Los muchachos aprovechan para patear la bola de candela, hecha de trapos
y alambres impregnada de kerosén, haciendo que las personas y los grupos
reunidos en la plaza corran despavoridas y las muchachas dando gritos.

En las reuniones de los días navideños se acostumbra a echar compadres y


apostar aguinaldos. Se escriben los nombres de jóvenes y señoritas en pequeños
papeles. Eso sí, que tales parejas sean de la misma clase o condición social. Luego,
al sacar los papelitos de una caja, alternativamente de joven y señorita, los
nombres de las personas que iban saliendo se hacían compadres. Apostar
aguinaldos era ofrecer una apuesta si una persona podía o no podía, por ejemplo,
contestar una pregunta, resolver una charada, un trabalenguas, etc. Si perdía la
persona pagaba aguinaldo.

En los días decembrinos la gente acude entusiasmada a las misas de aguinaldo.


El templo adornado, fuegos artificiales para despertar a los más dormilones. Las
misas de aguinaldo se dan entre el 16 de diciembre hasta el día de Nochebuena,
34 de diciembre. Hay cantores de villancicos con furruco y pandero. Hay retretas en
las plazas. A principios del siglo XX se sueltan globos aerostáticos hechos con papel
de colores. Se prenden trabucos y recámaras.

En 1876, la noche de año nuevo la ciudadanía acude al Tedeum y luego a la


retreta en la plaza Bolívar. . El cañón del cuartel de la calle los Estancos, apodado
por el pueblo Burro Negro, dispara las doce salvas que anuncian la llegada del año
nuevo, mientras al vuelo se echan las campanas de las iglesias junto con la
profusión de abrazos y el estruendo de los trabucos y los cohetes.

Las demás fiestas religiosas que se celebran durante todo el año, de acuerdo con
el calendario litúrgico, corresponden a los actos piadosos de la gente católica que
va a misa, algunos diariamente, que asiste a procesiones y rosarios y visita los
monumentos el jueves santo, graves y solemnes.

Luego los feligreses asisten a las 40 horas, al Tránsito, a los Desposorios, a la


Epifanía.. Por si fuera poco, la procesión de la Divina Pastora caminando desde
Santa Rosa hasta la Catedral (San Francisco). Después las Flores de María en el
mes de mayo69.

Durante los carnavales, la primera autoridad del distrito nombra una junta
directiva que elabora el programa de festejos y la elección de la reina y sus damas
de honor, con el Presidente del estado a la cabeza. La gente se disfraza y hay

69
Silva Uzcátegui, R.D.(1959). Obra citada. p.p. 196-202.

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caramelos, confetis, serpentinas y hay grandes bailes en los centros de sociedad y


concursos de disfraces.

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CAPÍTULO 9:
LA ACTIVIDAD AGROPECUARIA

70

Desde la época de la Colonia, la actividad agrícola y pecuaria representa la base


de la economía. La prosperidad de la ciudad y su crecimiento depende en gran
medida de la actividad agropecuaria. Hay una aristocracia agraria con el doble
significado social que se refleja en la hacienda y en el poder.

Los hacendados, por lo general, además del poder político y económico, también
son detentadores de títulos universitarios y grados militares. Hay propietarios
comerciantes como Martiliano Guevara Fernández, Calderón e hijos, hermanos
Giménez y otros propietarios que se dedican a negocios de compra-venta de frutos,
instrumentos y aperos de labranza, maquinarias agrícolas, negocios con casas y
bienes raíces.
70
Foto tomada del libro electrónico de Alexander Moreno, Barquisimeto en Primera Persona.

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Hay militares y políticos con influencia en las altas esferas de la sociedad


barquisimetana, como los generales Jacinto Fabricio Lata y Carlos Liscano. Hay
gobernantes, diputados, jefes civiles, prefectos, médicos como Lisandro López,
Martín Segundo Álvarez y otros.

La actividad más importante en cuanto a la labor diaria de producción de bienes


de consumo está en la hacienda-trapiche, ingenio rústico en épocas antiguas,
movido por tracción animal, más tarde por energía hidráulica. Para 1940 ya se
usaba la energía eléctrica.

Social y políticamente, la clase dominante del Cañamelar-Trapiche, está


representada por una aristocracia terrateniente y fabricante de
papelón: una “aristocracia del papelón”, domina en la hacienda y
domina en la ciudad. Dueños de la tierra y de los talleres
manufactureros para la fabricación del papelón, viven bien, en casas
espaciosas, estudian y hasta ostentan títulos universitarios, son
miembros de la iglesia y del ejército; so factor de equilibrio político y
exhiben una mentalidad conservadora71.

En el punto más bajo de la escala social está el peón. Es quien hace funcionar el
trapiche a costa de su salud por agotamiento luego de extensas horas de trabajo
de entre 12 y 20 horas.

En las plantaciones se trabaja en base a las tareas, estableciéndose así lo que


ha de pagársele por trabajo de limpieza, desyerbe y corte con machete en un área
de 600 metros cuadrados. Una tarea se hace en tres horas. El corte de la caña,
trabajo duro, se paga a 0,37 céntimos la carreta y se pueden cortar seis carretas
por tarea. El trabajo de los cortadores de caña comienza a las tres de la mañana y
regresan a sus casas a las cuatro de la tarde.

A principios del siglo XX un peón ganaba entre 0,75 céntimos y Bs. 1,50 por
jornada de trabajo. Si trabaja tres tareas diarias puede recibir un salario entre 2,25
y 3,00 bolívares. Los niños también trabajan al igual que sus padres, en horarios
iguales. Cosas más sencillas: llevar o traer algún caballo del establo, pastoreo de
chivos y ovejas, mandadero y limpieza de la casa o trabajo en el conuco. Entre los
años 1920-25 un peón agrícola gana Bs. 1,50 por una jornada de seis de la
mañana a cuatro de la tarde. Para los años 40 la ganancia ya iba por los cinco
bolívares (López, María Victoria, 1984, op. cit. p. 119).

El trabajo en los trapiches es aún más duro: desde las siete de la noche hasta las
cinco de la tarde del día siguiente. Más de 2º horas de trabajo. El salario se paga
se paga de acuerdo con el número de bultos de 30 papelones de 1.380 gramos
cada uno. En 1920 se pagaba a Bs. 0,75 por bulto; en la década de los años 30 a
Bs. 1,50 por bulto.

71
López. María Victoria (1984). La proletarización de los campesinos en la unidad agroindustrial
azucarera. Estado Lara: 1900-1970. Tesis no publicada. s/p.

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Encima de todo esto, el peón tenía que comprar los artículos de la dieta diaria y
enseres en la pulpería de la hacienda. Cada semana se le descuenta de su salario
los comestibles apuntados en los libros y se le fían los artículos y alimentos de la
siguiente semana. Si no trabaja no come él ni su familia. Los peones no guardan
reposo por enfermedad (calenturas palúdicas, por lo general). Salen a trabajar
igual. Cuando ya es inevitable el tener que guardar cama el patrón le suministra
pastillas de quinina o jarabres y menjurjes, descontados estos luego de que el
peón se reintegra al trabajo. Si un peón muere, el patrón paga el entierro y más
tarde le cobra a la familia (López, María Victoria, op. cit. p.123).

Los caporales y encargados de las haciendas no tienen mejor suerte. Tres


bolívares diarios por una jornada sin límite de tiempo porque deben vigilar y
supervisar el trabajo, pagar a los peones, recibir quejas a nombre del propietario y
así evitar a este disgustos e incomodidades. Además del caporal, otros peones
forman parte del tren papelonero. El pailero y el fogonero trabajan 16 horas diarias
y ganan salarios miserables de supervivencia mínima. Los otros peones que
forman parte del proceso, devengan salarios de acuerdo al trabajo que se haga,
irrisorios por demás, que oscilan de Bs. 0,20 a 0,85 de salario diario por carga,
según sea metedor de caña, bagacero, emburrador, ripiero, hornallero, parrillero,l
batidor, hornero, limpiador, bullero, motorista o caporal (López, María Victoria,
1984, op. cit. p. 121).

El equipo con que funciona un trapiche para producir papelón consiste en tres,
cuatro o cinco masas para el proceso de molienda, pudiendo ser moviliza das por
burros, más que por mulas y caballos. También hay los trapiches que funcionan
con energía hidráulica y más tarde por e3lectricidad. Las pailas se colocan sobre la
fornalla, canal de fuego que hace calentar el contenido de las pailas. Son cinco,
aunque hay trapiches muy pequeños o muy antiguos que sólo tienen dos o tres
pailas o fondos. Estas cinco pailas se denominan paila de recibo o
descachazadora, concentradora, meladora, tacho de la torre, tacho de dar punto,
por donde va pasando sucesivamente el guarapo de mayor a menor según como
se vaya evaporando.

 LAS CASAS DE HACIENDA


En algunas haciendas los propietarios suelen tener residencia para así dirigir y
administrar mejor sus negocios. Las casas más ricas tienen piso de alto, columnas
toscanas y arquería. Hay patios interiores, donde alrededor de estos se disponen
los corredores exteriores como zona de descanso, casi siempre construidos a lo
largo de tres frentes. Se colocan recipientes con plantas que limitan el acceso al
corredor.

En estas casas no existió una búsqueda de valores estéticos sino que


prevaleció el concepto funcional de crear espacios cubiertos
relacionados con una forma de vida más atenta a lo útil que a los modos
estilísticos del momento (Gasaparini, Graziano (1961), op.cit. p. 76).

El origen de las haciendas de cañamelar ubicadas en el valle del Turbio


proviene de innumerables compra-ventas, remates, testamentos, permutas y
otros, pasando por períodos de improductividad, para ser desplazada incluso por

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las haciendas de café. Es a partir de 1930 cuando se dan las condiciones para la
formación del mercado para el azúcar, durante el proceso de pase de la
producción de papelón en los trapiches, a la producción de azúcar en la hacienda-
factoría o ingenio azucarero.

La hacienda Santa Bárbara se forma por anexión de terrenos adyacentes


adquiridos a varias personas por Juan Bautista Iribarren en 1858. La hacienda
Tarabana es adquirida por la familia Yepes Gil en 1920, incluyendo el bosque de
Agua Viva.

Una casa de hacienda característica de la opulencia de la clase terrateniente del


siglo XX y aun de la Colonia, es la perteneciente a don Antonio Yépez Silva y
descendientes de don Eustaquio Yépez, dueños de haciendas de caña. Es una
casa grande (hacienda Las Mercedes), con amplitud de corredores y una capilla
para cuarenta personas, con altar y santería. La hacienda Tarabana también tiene
capilla y la hacienda Santa Rita tiene un piso de alto y pulpería, al igual que la
hacienda Las Damas, del general Jacinto Lara con pulpería, 10 habitaciones y un
horno para la fabricación de tejas. Las haciendas con más hectáreas cultivadas
son la San Marcos, de los hermanos Giménez Álvarez (1955); Tarabana, de
Mariano Yepes Gil y Santa Lucía de Amor Fiel Martínez, cercana a Yaritagua. Hay
un número relativamente grande de haciendas más pequeñas, de unas 30
hectáreas, pertenecientes a medianos productores y que son a su vez
comerciantes o profesionales que invierten las ganancias de sus actividades
mercantiles y profesionales.

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CAPÍTULO 10:
LA ACTIVIDAD COMERCIAL

El rasgo de la ciudad de Barquisimeto a mediados y finales del siglo XIX es


eminentemente comercial y agrario. El comercio en Barquisimeto se desarrolló con
un gran auge debido fundamentalmente a la favorable posición geográfica de la
ciudad, encuentro de caminos hacia los llanos, los Andes y el mar, hacia donde
iban o llegaban mercaderes de otras provincias, con sus largas recuas de mulas.

La Venezuela del siglo XIX es un país agrario, de provincias aisladas


fundamentalmente vinculadas con el exterior. El interior nacional produce bienes
agrícolas o pecuarios, especialmente café, los cuales transitan de las zonas de
producción al puerto donde salen para los EE.UU. y Europa. (…). El centro-occidente
del país se comunica con Puerto Cabello (Rojas, Reinaldo, 1985, p. 3).

La actividad comercial consiste fundamentalmente en la exportación de


productos agrícolas y materias primas. Las casas importadoras se ocupan de traer
objetos manufacturados y bienes ya procesados. La sal se trae en burros desde la
Vela de Coro a Carora y desde allí hasta Barquisimeto, Quíbor y el Tocuyo. Cuando
se inaugura la carretera que conduce de Duaca a Aroa en la época del gobierno de
Jacinto Fabricio Lara en 1877, aumenta la afluencia de carga y pasajeros,
utilizando coches y recuas.

El ferrocarril representa el progreso en 1891 cuando se inaugura la etapa de la


expansión comercial. Barquisimeto ahora tiene salida hacia el mar por el puerto de
Tucacas. Este hecho amplía la actividad exportadora, principalmente café como se
acotó anteriormente, estableciéndose para esa época, alrededor de 1900, las
grandes casas comerciales que abren filiales en Barquisimeto, como Blohm de
Caracas, Boulton de Puerto Cabello y Senior de Coro, siendo estas con la de
Calderón e Hijos y García Hermanos, las que centralizan y dominan el comercio de
exportación del café y otros productos, no solamente del estado Lara, sino también
de otras entidades estadales.

Las primeras grandes casas comerciales que se establecieron después de la


construcción del ferrocarril trajeron consigo un auge económico importante para
Barquisimeto. Esto se manifestó ya en 1914 con una considerable densificación y
expansión de las áreas edificadas principalmente al oeste de Barquisimeto y una
ampliación hacia el norte buscando comunicación con la estación del ferrocarril
(Gormsem, Erdmann, 1965, op. cit. p. 81-82).

A mediados del siglo XIX, cuando ya la ciudad había comenzado a expandir e


incrementar su comercio, ya las calles que representaban la tradición citadina
como lo eran la Ilustre Americano, Regeneración y Libertador, enmarcadas dentro
de los límites que van desde la actual calle 21 al este y la calle 28 al oeste, ya se
hacían insuficientes dado el intenso desarrollo de su comercio, por lo que se
extienden a límites superiores que las demás calles paralelas, por lo que la

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necesidad hace que se forme una nueva calle más al norte, donde se establecen
comercios y negocios de compra-venta que se abren a las perspectivas futuras de
la ciudad. Nace entonces la llamada calle del Comercio:

72

La calle del Comercio, que se prolongaba ya a partir de 1870 hasta el


cruce de la actual calle 30, era, como su nombre lo indica, esencialmente
dedicada a asiento de negocios de compra y reventa. Por el que tenía
también un ámbito mayor que las demás calles paralelas. O sea, que
desde el siglo pasado (XIX), la arteria fue tomando un marcado matiz,
nítido, definido (la zona comercial) hasta el punto de que las residencias
de familias de la mejor posición económica, no estaban ubicadas allí, y
eran excepcionales las personas que vivían por esa calle.. Salvo,
naturalmente, quienes tenían como morada la parte interior de los
negocios; y estos eran, en general, las familias de comerciantes
extranjeros, los que ayudaban a las labores del patrón (Felice Cardot,
Carlos, 1967, La avenida 20.El impulso, 18-05-67, p. A-3).

Las transformaciones y el desarrollo hacia el oeste llegan con los últimos


años del gomecismo (Eustoquio Gómez) cuando se empalman y se unen las calles
al gran cuadrilátero del Parque Ayacucho. Se construyen residencias y las primeras
quintas, con esto se afirma esa extensa zona como “no comercial”, al menos para
esa época, lo que trajo como consecuencia que la propia calle del Comercio
hubiera crecido hasta Bella Vista, constituyéndose en zona residencial. Se puede

72
Foto tomada del libro electrónico de Alexander Moreno, Barquisimeto en Primera Persona.

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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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considerar entonces que la todavía llamada calle del Comercio era la más larga de
la ciudad en sentido este-oeste.

Pero sólo se cuidó de que fuera meramente comercial. En todo su curso


no se construyó ni una pequeña plazoleta, ni un templo, ni un edificio
público, ni nada que señalara alguna iniciativa distinta a la de los
propios particulares. (…). Se puede decir entonces que la calle del
Comercio fue obra de los particulares y está mayormente ligada a la
ciudadanía que a las esferas estatales o municipales, pues estas no han
realizado, posiblemente en todo el curso de la vida de la ciudad alguna
obra de progreso efectivo que los venga a vincular con la principal
arteria de la urbe (salvo, naturalmente, lpos sucesivos pavimentos que
se han puesto, los “recortes de aceras” y el alcantarillado y acueducto de
imprescindible necesidad y de obligatoria ejecución (Felice Cardot,
Carlos, op.cit, p.A-3).

10.1.- EL MERCADO

73

El centralizador de la actividad económica en cuanto a alimentos y bienes de


consumo es el mercado y la pulpería o bodega, donde la relación con el público se
hace más cotidiana y directa. De acuerdo con el cronista Ramón Querales, desde
1832 se expidieron ordenanzas por parte de la Diputación Provincial de
Barquisimeto con el fin de crear mercados públicos para la venta de productos
destinados a la alimentación de la población. Ya existían mercados de venta de
carne por el barrio de Altagracia y San Juan.

Hubo que esperar hasta 1849 cuando se expide el reglamento para la creación
de un “mercado público en esta capital en la plaza y galería de ¨Los Portales”
(Querales, R. (2010). Reparaciones a la historiografía del estado Lara, p.p 118-

73
http://viejobarquisimeto.blogspot.com/search?updated-max=2014-07-03T09:16:00-07:00&max-results=7
Hoy es 09/12/14.

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119). El principal mercado de la ciudad, mejor conocido como el de las cien


puertas, fue construido por Jacinto Fabricio Lara en 1883, demolido en 1950 para
dar paso al actual Edificio Nacional.

En el Mensaje a la Legislatura de 1883, el general Jacinto Fabricio Lara


expresaba:

Yo no puedo dejar de recomendar a vuestra benevolencia y patriótico


interés esta obra, porque si bien es cierto que ella es un monumento de
ornato y utilidad para esta población, la solidez de su construcción y la
elegancia de su moderno estilo la hacen la primera obra de arte del
estado.
Por hoy bastará que el estado quede bien en el Centenario; que se
termine la carretera a San Felipe y que se concluya el Mercado Público
de esta ciudad para que el presente año de 1883, autoridades y
ciudadanos tengamos la satisfacción de haber cumplido importantes
deberes y realizados nobles aspiraciones.

La inauguración llegó a efectuarse en 1886, tres años después del mensaje,


cuando ocupa a presidencia del estado su hermano el doctor y general Eladio Lara.

Existieron otros mercados en la ciudad, tal como lo afirma Gumersindo Giménez


en su obra Plano histórico de la ciudad de Barquisimeto, publicado en 1877,
referido por Lameda Acosta (1964): “En la esquina N-O de la Plaza Bolívar existió
una garita construida en 1826 para colocar un centinela. En la parte sur, el E de la
torre, existió una galería que sirvió de mercado por muchos años” (Lameda Acosta,
I.E. Cosas de Barquisimeto que existieron donde hoy no están. El Impulso, 01-03-
1964).

Otro mercado al que se hace referencia es el llamado de los Portales o de las


Canastillas, construido entre 1832 y 1841 y ubicado en la esquina noreste de la
carrera 18 con la calle 25 por lo que uno de los antiguos nombres de esta última
vía era Calle del Mercado.. Se le llamaba de las "canastillas", pues así se les
nombraba a los espacios que ocupaban los comerciantes para expender sus
productos. Este mercado y sus portales estuvo funcionando hasta 1883 cuando se
construye el Mercado Público de Barquisimeto (llamado de las 100 puertas) por
parte de Jacinto Fabricio Lara y demolido 67 años después en 1952 para dar paso
al actual Edificio Nacional.

10.2.- ESE MERCADO QUEDA MUY LEJOS


La gente decía que el mercado estaba construido en el más inadecuado de los
sitios, porque quienes vivían en la periferia, por la Estación o por Cruz Blanca,
tenían que caminar una gran cantidad de cuadras para poder llegar al mercado.
Esto era porque no estaba el mercado emplazado en el centro físico de la
población, adonde se llegaba desde razonables distancias más o menos
equidistantes.

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El mercado expende carne vacuna, de cerdo, verduras. Para esa época estaba
permitida la venta de carne en las bodegas y pulperías, por lo que se explica que
las personas prefirieran comprar este comestible y otros artículos en la pulpería
más cercana, antes que caminar unas cuantas cuadras para dirigirse al mercado.

10.3.- UN MERCADO LLENO DE MUERCIÉLAGOS


Ante esta realidad, el Concejo Municipal adopta una serie de medidas de tipo
coercitivas para tratar de sacar al mercado de una bancarrota segura. Para esto se
obligó en 1894 a los comerciantes de la ciudad y cerrar sus establecimientos en las
horas de mercado y haciendo llevar a los vendedores con la policía a expender sus
productos.

En realidad esa decadencia del mercado nació con el mismo mercado, luego de la
destitución del general Lara acordada por Guzmán Blanco. Los comerciantes que
ocupaban las áreas del edificio del mercado, y que eran partidarios de Lara, fueron
retirando y liquidando sus negocios, “iniciándose así el espectáculo de aquellas
puertas eternamente cerradas, dormitorio de mendigos y revolotear de mendigos”
(Anzola, David, 1964, p. 3)74.

La actividad comercial va de acuerdo con la laboriosidad de la población. La


venta al pregón se hace en las calles de la ciudad. Los productos que se venden
llegan de los campos cercanos en su mayoría. También se venden objetos y
artesanías elaborados en la propia ciudad o de los aledaños. La leña se trae de los
campos a lomo de burro. La leña se vende con sobornal, esto es un atado de leña
un poco más delgada, mezclada con chamizas. La carga cuesta 2,25 bolívares
llevada a domicilio. El carbón cuesta dos bolívares la carga. Hay que revisar los
sacos, pues la viveza criolla hace que se coloque carbón más desmenuzado en el
interior del saco, carbón este que se consume más rápidamente.

En la década de los años 20 los huevos se venden de cinco a ocho por un real. El
pernil delantero de chivo a 1,25 bolívares y a 1,75 el trasero, con costilla. Los
mangos, como hay muchos árboles en los solares de las casas y los campos
vecinos, se venden a ocho por un cuartillo (una locha). Se venden mamones,
aguacates, cotoperices, cambures, semerucos, datos. Por la mañana va el
pregonero vendiendo hortalizas. Para las 11 de la mañana aparecían los
vendedores de dulces y amasijos. Se anuncian los pirulíes, animalitos o figuras de
caramelo, ensartados con un palito a un tallo de maguey.

Había los panes de Tunja de los García, las acemitas de las Ramos, los bizcochos
salados de las Arapé, frente a la casa del doctor Eliodoro Pineda, casi al comienzo
del puente Bolívar. Don José Sanjuán García vende panes dulces en la esquina
suroeste de la plaza Miranda (hoy Bolívar). Los azafates del amasijo y los dulces
van cubiertos con una tela de paño muy blanca. Las acemitas se venden a tres por
locha. Hay una gran variedad de granjerías tales como coquitos, suspiros,
melindres, besitos, melcochitas, conservas de leche y de coco, rosquitas cubiertas
de azúcar y papeloncitos de azúcar de diversos colores (Venegas Filardo, Pascual,
1982)75.

74
Anzola, David. El antiguo mercado de Barquisimeto. El Impulso, 28-06-1955.
75
Venegas Filardo, Pascual. Pregones en las calles. El Universal, 19-11-1982, p. 1-5.

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Para fines del siglo XIX funciona la Agencia Industrial de Tomás Villoria, cuyo
padre, Trinidad, había fundado un establecimiento de víveres, que dio nombre a
una esquina. En esa Agencia Industrial se fabricaba vino, ron, sobres y cigarrillos
María, nombre de una sobrina. Después importó arados, máquinas de vapor,
trapiches, lámparas de alcohol y la novedad del momento: los gramófonos y discos
Víctor, traídos por vez primera a la ciudad.

En 1879 se instala en Barquisimeto un taller mecánico provisto de toda clase de


maquinarias para taladrar, tornear y cepillar hierro, además de una fundición de
cobre, máquinas de vapor, trillas para descerezar café. Este taller se denominaba
la Casa del Hierro y los propietarios eran Winkelmann y Ca. El nombre de este
establecimiento le viene dado porque en aquellos tiempos las ventanas de las
casas de la ciudad eran de madera y esta las tenía de hierro, siendo las primeras
que se veían en la ciudad. También tenía este local comercial una ferretería y una
molienda de maíz con máquina de vapor.

Dentro de los oficios tradicionales de Barquisimeto figura el de barbero. Además


de tener ocupada la tijera todo el día es llamado a veces para extraer alguna
muela, vendar una herida, es decir, son los resabios del viejo barbero-cirujano del
los tiempos de antes. El barbero no para. Desde la mañana los parroquianos se
afeitan en el salón de barbería, se enteran de los últimos chismes y oyen las
noticias y comentarios del hombre por lo general mejor informado de la ciudad.

El barbero debe tener un don especial para tratar con el público, debe ser de
humor fácil, alegre, no discutidor, políticamente neutral, pues hay que cuidar los
clientes, desde el más simple ciudadano hasta los policías, militares y políticos en
ejercicio. En el local hay por lo general algunos periódicos, el cuadro de una virgen,
frascos de lociones y la característica silla, de madera las más antiguas y más tarde
se usan poltronas de Viena adaptadas para tal efecto. Algunos barberos salen a
“pelar” a los muchachos a domicilio. Algunos son músicos y amenizan a veces las
sesiones de corte de pelo con sus bandolines y clarinetes.
La primera peluquería para damas funcionó en la calle Real o actual carrera
19 en el caserón de don Ramón Corral Mayor en 1884. El peluquero y barbero era
de nacionalidad francesa y se llamaba Agustín Tournaire y hacía canelones y moños
para las damas.

En los años de cambio de siglo, se introdujo por vez primera en Barquisimeto las
sillas automáticas de barbería, que sustituirían las viejas poltronas de Viena y las
sillas anchas de madera.

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ALGUNAS NOTAS AL PIE DE PÁGINA:

Nota Nro. 2:
Distintas grafías o variantes morfológicas se presentan como registros en lengua española de
la voz Barquisimeto, y aun deterioros fonéticos y erratas. Agagliate (2012, p.p. 15-17), consigna
45 de las principales grafías históricas presentes en antiguos documentos: Variquecemeto,
Variquecimeto, Varyquecimeto de Federmann; Warickssimetho, Vakustuneto de Felipe de
Hutten; Varikissuneto, Varikisineto, Varikissmer de F. de Ritter; Bariquizimeto, de Galeotto
Cey; Bariquisimeto, Relación geográfica de 1546; Barequicimeto, Las doce tablas de
Barquisimeto; Baraquiçimeto, documento de 1559; Bariquicimeto, Juan Pérez de Tolosa;
Baraquisimeto, Relación geográfica de 1578; Bariquicimeto, Barequisimeto, Pedro de Ágreda,
1559-1579; Bariquisimeto, Barquicimeto, plano de la ciudad siglo XVI; Bariquisimeto,
Bariquiçimeto, Relación geográfica 1579; Barquisimeto, Barisiquimeto, González de Arévalo;
Barquicemeto, mapa de Venezuela, 1634; Baraquicemeto, mapa de Nicolás Sansón
D,Abberville, 1650; Barquizemeto, Antonio de Herrera; Barquicimeto, plano de Nicolaum
Visscher, 1652; Barquizemete, mapa de Gerard Valk, 1654; Barquecimeto, Baraquicimeto,
Barquicimeto e indios baraquicimetos, Pedro Simón; Varaquisimeto, Baraquecimeto,
Barquiçimeto, Barqueçimeto, Barqueçimeto, Barquecimeto, Pedro de Aguado; Barquimiçeta,
Cariquiçemeto, Gonzalo Fernández de Oviedo; Barraquisimeto, Juan de Castellanos;
Barquisimeto, Encomiendas en A.G.N.; Bariquecem, mapa de Hubert Jaillot,1695;
Barquicemeti, mapa de G. De L’Isle, 1700; Barquesimeto, mapa general de Colombia;
Barquisimeto, Relación geográfica de 1546 y de 1745 y en general es el que domina en los
documentos a partir del siglo XVII.

Nota Nro. 8:
Por lo general, el lugar dispuesto para la Plaza Mayor era de 100 varas por 100 varas, la iglesia
y los solares cuadrados de 50 x 50 varas. La medida se hacía en base a la vara castellana
equivalente a unos 82 cm, por lo que 100 varas serían 82,85 mts. Sobre estas mediciones
existían muchas variaciones, tipos de medidas y aun contradicciones entre ellas. En ese lugar
permanecieron por cuatro años, antes de mudarse al segundo asiento en las inmediaciones del
Valle del Turbio en 1556, tomando así el nombre de Nueva Segovia de Barquisimeto por estar
junto al río llamado así en lengua indígena. Un tercero y cuarto traslado se hizo después de la
batalla librada contra Lope de Aguirre en 1561.

Nota Nro. 12:


Este hospital estaba situado en la esquina noroeste diagonal con la iglesia de la Concepción y
así figura en el plano original que acompañó a la “Relación Geográfica de la Nueva Segovia de
Barquisimeto” de 1579. Sin embargo, y de acuerdo con la descripción hecha por el Obispo
Mariano Martí en su visita del 11 de marzo de 1779, este lo coloca a una cuadra más hacia el
oeste, es decir en la hoy carrera 16 entre calles 26 y 27 con el frente hacia la calle 27. Tenía
techo de tejas y patio central rodeado de corredores con piso de ladrillo, uno de ellos unido a
la pared de la iglesia del hospital, denominada Nuestra Señora de los Desamparados. con
zaguán y puerta principal a la calle. El hospital tenía dos salas de enfermería separadas para
hombres y mujeres, seis camas y muebles para el servicio de los enfermos. Como dato
interesante, el Obispo afirma que no hay botica ni médico para el hospital ni tampoco en la
ciudad y que solamente hay un “curioso” que hace algunas aplicaciones a los enfermos.

Nota Nro. 38:


En Venezuela se conocieron algunos de estos manuales de comportamiento. Circulaban obras
traducidas de autores foráneos, tales como La urbanidad y cortesía universal, que se practica
entre las personas de distinción, en traducción de D. Ignacio Benito Ovalle, impresa en Madrid

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en 1744. En 1838 se ofrece en aviso de El Liberal las Lecciones de moral, virtud y urbanidad; en
1841, Lecciones de buena crianza, moral i mundo, ó educación popular de Feliciano
Montenegro y Colón, con un apéndice que incluye consejos y refranes referidos a la urbanidad;
en 1854 se expone al público el texto más utilizado y famoso de todos, editado en Caracas: el
Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos; en el cual se
encuentran las principales reglas de civilidad y etiqueta que deben observarse en las diversas
situaciones sociales; precedido de un breve tratado sobre los deberes morales del hombre, de
Manuel Antonio Carreño, y, del mismo autor, en 1855, el Compendio del Manual de urbanidad
y buenas maneras.

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