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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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OMAR GARMENDIA G.
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ÍNDICE GENERAL
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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PRÓLOGO
Hemos estado advirtiendo ahora más que antes, que cuando se trata de
caracterizar el género literario llamado crónica, brota un sinnúmero de versiones no
siempre trazando en ello, coherencias, coincidencias. Un tanto por el contrario,
casi todo el mundo dice del asunto, algo que por un lado resulta “más de lo
mismo”, y por otro, eventualmente aporta.
Vemos que la idea que con más constancia aparece en los intentos por
caracterizar la crónica, encarna la noción de que trata hechos sociales a manera de
sucesión en el tiempo. Como quiera que usualmente se hace comparación entre
este género y la teoría-histórica, pues estos factos son asumidos en términos de lo
local, de lo pequeño, de lo pueblerino. De acuerdo a esta tradición de ver la cosa,
lo global y los lazos complejos que esta dimensión traza con lo concreto, ha de ser
más bien competencia de la historiología. La crónica sería, entonces, una suerte
de relatoría de hechos acontecidos a nivel de lo regional, resaltando –así- lo
ordinal, lo sucesivo.
Este estilo de valorar lo cronístico suele, curiosamente, dejar por fuera asuntos de
una importancia enorme como la cronología de pensamientos-hechos-signos y la
cronología de emociones-hechas-signos. Imaginamos lo que ello disgustará a los
psiquiatras, psicólogos, gnoseólogos (filósofos del conocimiento), lingüistas, en fin.
Gente ésta, tan dada a los partos y devenires en cuanto a lo cognitivo (hecho
signo) y lo emocional (hecho signo), involucrando en ello, realidades y fantasías,
reproducidas (permítasenos decirlo así) tanto en el cerebro como en el corazón.
Hay que recalcar que cuando hacemos referencia al signo aludimos a piezas
doradas como la palabra; el olor; al gesto; el gusto; el silencio; las disposiciones de
paredes, muebles, adornos, íconos, en fin.
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Bien. Podemos ahora decir aquí… Alguna cosa será la crónica, gritamos en
nombre de lo cotidiano de los hechos, de las ideas y de las emociones… Alguna
cosa será, reiteramos, menos la simpleza muda de cómo estas cosas se ordenan
“una por una” en el tiempo.
En tal esfuerzo cronístico, Garmendia nos muestra, ciertamente, los hechos de los
cálidos días del Barquisimeto del siglo XVI y de los siguientes, hasta algo así como
la mitad del XX. Ah, pero también nos presenta la efervescencia de los giros que
las ideas y las pasiones dieron al fragor de la cotidianidad. Cotidianidad, además,
que es asumida como amada, como bella, como ente sujeto a crítica… ¡como
militante!
Alexander Moreno.
Docente universitario de filosofía del conocimiento.
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INTRODUCCIÓN
Luego veremos la casa urbana, es decir la intimidad, el hogar, rico o pobre y las
funciones que cumple cada estancia hogareña en la ciudad calurosa.
Por último veremos los servicios públicos y privados, profesiones y oficios que
hacen posible que la ciudad funcione como un ente civilizado. Las comunicaciones
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Es de esperar que esta pequeña y sencilla obra sea de utilidad y a la vez sirva de
estímulo para que nuevos pareceres, ideas y opiniones confluyan en la ampliación y
enriquecimiento de estos afanes.
O.G.G.
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CAPÍTULO 1:
LA CIUDAD.
Origen, estructura urbana y
poblacional
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Gorsem, Erdmann (1965). Barquisimeto. Una ciudad Mercantil en Venezuela. Caracas: Editorial Arte.
(p. 27). Fecha de hoy: 01-12-2017.
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llama Barquisimeto porque está junto a un río que trae el agua turbia, que parece
ceniza, la cual los indios caquetíos llaman “barisi” que significa “ceniza” y por esa
razón se llama el río Barquisimeto, que quiere decir “agua cenicienta”. 2 Sin
embargo, de acuerdo con Renato Agagliate (2002) el nombre “barisi” proviene de
una "planta trepadora bignoniácea llamada barquí, barquís, bariquí, bariquiís o
barique, en lengua caquetía, de flores purpuráceas, aunque también hay blancas y
una sapindácea de flor blancuzca y fruto rojo" (p.p. 40-41). Crece en hondonadas,
bajíos, cañadas. Las hojas, al secarse, adquieren color rojizo, y que además
presenta "zarcillos". Es muy común en Venezuela y también le dicen aguacatico,
bejuco mulato, azucarito, cafecito y coralito. Esta planta la utilizaban los indios para
pintarse en algunas situaciones y tenía propiedades medicinales. Los caquetíos se
untaban con la pasta que hacían con ella por todo el cuerpo cuando trabajaban o
viajaban, pues les servía como protector solar (¡el protector solar ya existía antes
del siglo XVI en nuestro suelo!). También la usaban en ceremoniales de sacrificio
con jóvenes doncellas de 15 años para hacer que lloviera. Embadurnaban a la
ofrendada con el colorante rojo y luego la degollaban en una piedra de sacrificios
(Amador Camejo Octavio refiere que se había encontrado tiempo atrás en el bosque
Macuto una piedra para tales fines). En el baile de Las Turas, los tureros se pintan
la cara con este colorante.
Expone Agagliate que el barisi tiene sabor dulce, por lo que, luego de un
documentado análisis lingüístico correspondiente de la palabra Barquisimeto, esta
sería "Bariqui Semetu". Semetu significa "dulce" en lengua achagua emparentada
con la caquetía, por lo que la palabra Barquisimeto significaría “barquís dulce”, (hay
que recordar que al barquís o bariqui le dicen azucarito), de modo que se trataría
de un fitónimo, es decir el nombre se derivaría de una planta y no de un río (el
Turbio).
1.2.- FUNDACIÓN
2
Ver “Algunas notas al pie de página” a partir de la p. 153.
3
http://eduardoramoslaynes.blogspot.com/2012/03/fundacion-de-ciudades-espanolas-en-el.html
Hoy es 15/10/16.
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Los españoles, tan apegados al orden legal y al documento escrito, fueron los
primeros descubridores y conquistadores que fundaron las iniciales ciudades
americanas. Lo hacían de acuerdo con ciertas normas y procedimientos que para
tales efectos figuraban en las disposiciones, ordenanzas e instrucciones dictadas
sobre salubridad, defensa, comunicaciones, alimentación y otros aspectos, que
permitían el asentamiento de la futura ciudad en las mejores condiciones de vida
para los pobladores, tal como rezan las Instrucciones del rey Felipe II en las
“Ordenanzas generales de descubrimiento y nueva población” de 1573:
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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que esas naciones de antiguas etnias tenían un modo de vida distanciado entre
ellas, por lo que permanecían en constantes disputas y guerras entre sí, aunque
establecían ciertas relaciones de comercio e intercambio de bienes de consumo.
El tránsito de Fédermann por el valle del Turbio caquetío, debió hacerlo por la
margen sur desde donde actualmente se encuentra Buenavista hasta la zona de
Tarabana, llamado sitio de Barquisimeto, pasando por Macuto y la hacienda El
Molino. De ahí, por tierras de Cabudare, pero siempre al sur del río Turbio,
continuaría por Los Rastrojos, La Miel, Gamelotal, y seguiría la dirección de lo que
después se convirtió en el Camino Real a San Carlos hasta donde el río Buría y el
río Barquisimeto se unen formando el río Cojedes, sitio que llamaron en el período
colonial, el Desembocadero, punto de encuentro para continuar hacia Los Llanos,
Borburata, Valle de las Damas, Coro.
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https://sites.google.com/site/comunidadelturbio/home Fecha de hoy: 03-12-2017
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El clima era algo cálido en una llanura que los indios llamaban sabana, plano y
con pocos árboles. El viento del este junto con las lluvias duraba hasta octubre. El
viento del norte hasta abril y era el causante de catarros.
Calcula Fédermann que los indios caquetíos asentados en las riberas del Turbio
eran unos 4.000, distribuidos en 23 pueblos de “gentes bien proporcionadas y
fuertes por quienes fui bien recibido” (Fédermann, 1535). El alemán estuvo 14 días
entre ellos, acompañado de 226 personas, entre españoles y caquetíos de Coro, lo
cual nos da una idea de la capacidad y el crecimiento económico alcanzado,
gracias a la utilización del río para el riego permanente de los cultivos del maíz.
Vivían en aldeas con una o dos calles y sus casas podían alojar entre cinco y ocho
familias. Sembraban maíz y yuca, auyama y batatas, Cazaban báquiros, conejos y
venados, dantas, culebras, zorros, tigres y cachicamos. Tenían también miel de
abejas.
Esto fue, entre otras muchas cosas, lo que vieron los asombrados ojos españoles,
contado por un alemán y deslumbrados por el más bello paisaje que jamás se
había visto hasta entonces por un europeo, el valle de nuestro hoy venido a menos
río Turbio.
5
Se refiere a Cazaridi, actual Buenavista.
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1.7.- LA CIUDAD
Aquí estamos entonces, en este espacio abierto necesario para la futura
expansión de la ciudad. A lo lejos las azules serranías, intocadas, intactas a nuestro
afán, se van haciendo verdes en la medida que se acercan y los ríos y quebradas
vibran rumorosos invitando a la frescura. El primer paso: trazado de las calles,
cuadras y disposición de las casas, sobre todo en espacio planos, donde también
jugaba un papel no menos importante la dirección de los vientos, el movimiento del
sol, el paraje sano y estable, libre de pantanos maláricos, tierras aptas para la
siembra, disponibilidad de materias primas tales como minerales, especies
maderables para la construcción de viviendas y otros menesteres.
6
Un tiro de ballesta, de acuerdo con la Historia general y natural de las Indias del cronista Gonzalo
Fernández de Oviedo equivalía a 349 metros o la doceava parte de una lengua castellana de 4.190 metros.
( Tercios de Flandes: http://ejercitodeflandes.blogspot.com/2012/06/ballesta-ballestero.html )
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cual se irían anexando las cuadras o vía públicas. Aunque no se tiene el acta de
fundación de Nueva Segovia de Buría por haberse extraviado, la ceremonia ha
debido ser semejante a la descrita en la declaración de Sebastián Díaz de Alfaro,
presente en la fundación de Caracas por Diego de Lozada, quien a su vez estuvo en
la fundación de Nueva Segovia:
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Querales, Ramón (2003). La comarca mancillada. p.p. 200-201.
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Ver “Algunas notas al pie de página” a partir de la p. 153.
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De acuerdo con el estudio del cronista Ramón Querales, plano y descripción son de épocas
diferentes. Mientras la descripción es de 1579, el plano pudo haberse elaborado 17 años
antes, a finales de 1562 o principios de 1563, correspondiente al tercer asiento de la ciudad
(Querales, Ramón , 2003. La Comarca Mancillada).
10
Desde los días de Buría, de acuerdo con Querales, R. (2003), la población inicial de la
fundación en 1552 estaba compuesta por 64 personas españolas, entre encomenderos con sus
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Las iglesias existentes son la de Concepción, San Francisco, Altagracia (que para
esa fecha estaba situada frente al sitio que una vez ocupó la cárcel pública y años
mujeres e hijos. Los vecinos que aparecen como dueños de los solares en el plano de 1579
suman un total de 26, sin embargo, de acuerdo con la Relación de ese mismo año eran 32. Esta
discrepancia numérica se explica porque plano y Relación son de épocas distintas y aluden a
realidades y aun espacios geográficos diferentes.
11
El espacio en donde se ubica la actual plaza Bolívar de Barquisimeto estuvo ocupado con
viviendas durante la Colonia, las cuales se derrumbaron a causa del terremoto en 1812. En
1852 el padre Macario Yépez pidió a sus antiguos dueños la donación de esos espacios para ser
demolidas las ruinas y construir la nueva plaza de la Concepción.
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Ver “Algunas notas al pie de página” a partir de la p. 153.
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Se sabe que Altagracia funcionó como iglesia parroquial después del terremoto de 1812
hasta 1865, cuando es restaurada la antigua Catedral (iglesia de San Francisco). Era a su vez la
“Iglesia del Sagrario”, por lo que en sus archivos se encuentran libros de bautizos de la antigua
Catedral, mientras funcionó como parroquia provisional.
14
La epidemia de cólera se inició en 1855 y finalizó en 1856 coincidiendo con la primera
procesión de la Divina Pastora de Santa Rosa. Esta epidemia causó más de 900 víctimas y tuvo
que habilitarse el cementerio llamado de Los Colerientos en las afueras de la ciudad, hacia el
noroeste.
15
El convento de San Francisco, fundado en 1578 y ubicado frente a la plaza Lara actual, en el
sitio que hoy ocupa el Colegio Diocesano, comenzó a ser reconstruido inmediatamente
después del terremoto en el sitio donde hoy se sitúa el Centro de Historia Larense. La capilla
del antiguo convento se reedificó para ser destinada a ser la primera catedral de Barquisimeto,
inaugurada en 1865.
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"A los pocos días tuve oportunidad para observar de cerca la ciudad de
Barquisimeto, y para oír diversas noticias acerca de ella. (…). Nada
queda en la actualidad de los antiguos muros de las casas, y lo único que
sobresale a cierta altura son los montones de tierra formados por las
ruinas de las tapias, con las cuales estaban construidas todas las
residencias. Hoy solo eran verdaderas tumbas que había adquirido su
actual posición inclinada a causa de la forma irregular en que se
amontonaron los escombros de los edificios derrumbados, y entre los
cuales quedaron sepultados no sólo los habitantes de la ciudad sino
también un batallón de setecientos hombres. Aquel montón de ruinas
aparecía intacto, a excepción de algunos sitios por los cuales se había
tratado de penetrar a las sepulturas de las personas que tenían
reputación de gente opulenta. Los únicos vestigios perceptibles de
aquella ciudad (que contaba, según se dice, unos ocho mil habitantes), y
que se advierten a simple vista, son las alturas de sus ruinas, a las que la
lluvia ha venido dando una configuración redondeada. Solo escaparon
quienes se encontraban ausentes en viajes de negocios o estaban en sus
haciendas situadas hacia la parte del valle…”. (William Duane: Viaje a la
Gran Colombia en los años 1822-1823.Tomo 1. (p.p. 233-234).
Colección Venezolanista).
Sólo unas pocas casas habían quedado en pie, otras sufrieron descalabros y
fueron reparadas; algunas fueron reconstruidas en otros sitios. El hospital de San
Lázaro, diagonal a la iglesia la Concepción por la actual carrera 16 entre calles 26 y
27 fue trasladado al fortín denominado El Campamento, situado en la entrada de la
ciudad por el este, a orillas de las faldas de la planicie, frente al valle del río Turbio.
Asimismo, la parroquia de la Concepción se ubicó temporalmente en la capilla de
Altagracia situada en la calle de la Corrección, frente a la antigua cárcel o
correccional, en la actual carrera 18 esquina sureste de la calle 21.
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La iglesia de Altagracia fue construida por los mulatos a finales del siglo XVIII y
para 1850 estaba ubicada en la antigua calle de la Corrección, en la esquina
formada por la actual carrera 18 con calle 21. La cárcel de la Corrección,
denominado posteriormente Cuartelito, resistió en parte el terremoto de 1812 y
años después fue sede del Asilo de Ancianos regentado por las Hermanitas de los
Pobres. Anteriormente se hablaba de una capilla de palma más hacia el sur, cerca
del puente Bolívar, pero no se ha podido establecer fecha.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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mordaza a todo aquel que quebrantara el bando del buen gobierno que dictaba la
prohibición de jurar y blasfemar.
Los cementerios existentes eran los de San Juan (de los ricos), la Paz, de
Altagracia y los de la Concepción, donde hoy se encuentra el despacho parroquial,
por el lado este de la iglesia y otro frente al mismo templo. Frente a la iglesia de
San Francisco, hoy plaza Lara estuvo otro cementerio, como se dijo anteriormente.
Otro cementerio fue el de las Ánimas o de San José (de los pobres), ubicado en la
actual carrera 26 con calle 26, donde hoy funciona la escuela Ayacucho y la Casa
del Maestro.
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Las calles longitudinales que discurren de este a oeste son nueve, comenzando
desde la que queda más cerca del río: calle del arzobispo Villarroel, de la Paz, del
Ilustre Americano, de Ayacucho, del Libertador, del Comercio, de Márquez, de
Bruzual y del Carmen.
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Datos tomados a partir del censo de 1873 a 1950, de acuerdo con lo expresado por Gormsen, Erdmann
(1965). Obra citada. p. 67, tabla 5.
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Para 1915 las calles transversales han aumentado a 15 y siguen siendo nueve
las longitudinales. Barquisimeto ya posee una estación de ferrocarril en las afueras,
hacia el norte.
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Hasta 1920 no todas las calles estaban empedradas y la mayoría eran de tierra.
La calle del Comercio estaba adoquinada en toda su extensión y parcialmente la
carrera 19. Empedradas estaban las calles transversales desde la calle 20 con
carrera 19 hasta la carrera 21. La calle 30 desde la Comercio hasta la estación del
ferrocarril estaba empedrada. Las aceras eran de ladrillo con bordes de laja. El
cemento en las aceras comenzó durante la presidencia del general Diógenes
Torrellas Urquiola y continuó con el general David Gimón.
Fue en 1920 cuando el macadam para pavimentar las calzadas fue utilizado por
primera vez en Barquisimeto por el general Rafael María Velasco Bustamante. No
era concreto propiamente dicho, sino una superficie con tres capas de diferentes
agregados, colocando la más gruesa abajo y la más fina arriba para luego
compactarla y se dejaba a los lados una franja empedrada. Era como una carretera
de arena compactada. El asfalto vendría muchos años después. Este proceso fue
inventado por el ingeniero escocés John Loudon Mc Adam (1756-1836) y por eso
se le llama macadam, por su apellido. Esta primera macadamización fue de corto
alcance, pero más tarde el general Eustoquio Gómez la utilizó para casi todas las
calles.
El advenimiento del siglo XX llega al mismo tiempo que los grandes inventos que
en ese momento se están desarrollando en el mundo, lo que trae un nuevo
concepto del vivir. El automóvil, el cine silente, el fonógrafo y otros grandes
inventos transforman las costumbres de las personas en el mundo entero. Se
difunden las revistas de moda y publicaciones donde aparecen retratados los
grandes artistas del celuloide frente a sus quintas en el lejano Hollywood., trayendo
esto como consecuencia una fiebre de imitación en cuanto a vestimentas,
costumbres y estilos de vida de otras latitudes.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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en realidad fue mínima, tomando en cuenta que dentro de esa área se encuentra el
parque Ayacucho, que representa un signo de prosperidad. Es en ese tiempo que
comienza a decaer el estilo colonial tradicional como método constructivo con el
uso de nuevos materiales y en el centro de la ciudad ya se comienzan a levantar los
primeros modestos edificios.
La calle del Arzobispo Villarroel, llamada así por fray Gaspar de Villarroel, del cual
Oviedo y Baños dice que la ciudad
De acuerdo con R.D. Silva Uzcátegui (1959: 29), esta calle del Arzobispo tenía a
lo largo de su extensión de este a oeste las siguientes esquinas: de Limardo, del
Hospital, de la Cárcel Vieja, de Macuto, de Juan Pérez, de Curazao, de la Sanareña,
del Suspire.
La calle del Ilustre Americano con las esquinas: de los Tuntunes, del Arco de
Bolívar, de Paya, del Puente Bolívar, del Padre Raldíriz, de Guillén, de Férguson, del
Paneraso, de Sierra, de Sandoval, de Unda, de los Artesanos, de Urbinata.
La calle del Libertador tiene las esquinas: de Goyo, del Registro, del Padre
Escalona, de Planas, de Olivares, de la Casa de Gobierno, del Banco, de los Unidos,
del Bajío, del Judío, de los Cardones.
17
Ibídem. p. 111.
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La calle de Bruzual con las esquinas: del Silencio, de Piña, de Gil, de Bravo, de
San José.
La calle del Carmen con las siguientes esquinas: de las Romero, de Romualda, de
La Mora, de a Chanito, de la Chalincita.
Algunas esquinas de la ciudad han tenido nombres bastante llamativos: "El León
de Nicaragua”, carrera 17 con calle 19; "La Mano Abierta”, carrera 19 con Vargas;
"La Mascota”, avenida 20 con calle 37; "Los Miserables”, carrera 21 con calle 25;
"La Cruz Aparecida”, carrera 22 con Vargas; "El Trueno”, carrera 23 con calle 27;
"Donde la burra tumbó a mi tía”, carrera 24 con calle 27; "Alto del venado”, "Pele el
ojo”, o "El tiro de la Iguana”, carrera 25 con calle 28; "El peligro amarillo”, avenida
Venezuela con calle 29; "Boca del Infierno”, carrera 27 con calle 22.
La esquina del león existió en la hoy avenida 20 con calle 23, esquina suroeste.
Debe su nombre al hecho de que el dueño de la casa que hacía de esquina tenía
un negocio de telas y mercería. Un día contrató a un pintor para que le realizara un
aviso para el establecimiento al que le quería poner por nombre “El León”, por lo
que deseaba que le pintara al frente de su negocio la figura de dicho felino.
Hechos los arreglos con el artesano, este le pregunta al dueño del negocio cómo
quería que le pintara el león, si suelto o amarrado.
¿Y qué diferencia hay? -pregunta el dueño.
Si es amarrado le va a salir más caro que el suelto.
Bueno, si la cosa es así, píntelo suelto.
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pintado en la pared se borró de la misma por efecto del agua. El reclamo del dueño
no se hizo esperar y mandó a llamar al artista.
Mire usted, que el león lo pintó con materiales de muy mala calidad y con el
primer aguacero se desapareció.
Claro, señor, porque si usted me hubiera mandado a pintar el león “amarrado” lo
pintaba al óleo, pero como me dijo que lo pintara “suelto”, lo hice con pintura de
agua, por lo que con la primera lluvia el león se fue…
ACUERDO
Considerando
Que la ciudad ha crecido a un ritmo acelerado y se hace necesario un
sistema de Nomenclatura funcional y acorde con ese crecimiento.
Acuerda18
1. Procédase a practicar la Nomenclatura oficial de la ciudad adaptando
el sistema de Avenidas, partiendo del centro oficial de la ciudad, que se
sitúa en el teatro y se fijan como matrices las calles “Libertador” y
“Juares”, de donde partirá la numeración a derecha e izquierda, en
números arábigos, estampándose en cada esquina el nombre del viento
que corresponde a la orientación de acuerdo con el plano que se ha
levantado a este objeto-
2. Publíquese.
Julio Irigoyen.
18
Querales, R. y Aranguren, A. (2005). Cronología documentada del teatro Juares, p. 83.
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Las calles que estaban al norte de la carrera 19, que era el otro eje de la
nomenclatura, se designaban con números impares y las que estaban al
sur con números pares. A su vez, la actual calle 25 se denominaba Avenida Norte a
partir de la carrera 19 en dirección hacia la actual avenida Libertador, y Avenida
Sur desde la misma carrera 19, hacia la cuesta del río Turbio; así, todas las calles
que quedan al sur de la carrera 19 se llaman Calles Sur y las que quedan al norte
de la misma carrera 19 se designan Calles Norte, distinguiéndose con números
impares las que van desde la calle 25 hacia el este y con números pares las que
van de la misma calle 25 hacia el oeste (Lameda Acosta, I.E. Barquisimeto, sus
calles y sus esquinas. El Impulso, 18-05-1975. p. A-3).
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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CAPÍTULO 2:
LA CASA
19
La construcción de viviendas
de todo tipo en las ciudades
coloniales venezolanas guarda
una relación formal con el uso
social a la cual está destinada.
En general las viviendas
comunes y corrientes se
levantaban de un solo piso o
planta, debido a las
experiencias desagradables
con los terremotos, así como
por los materiales terrosos y
leñosos utilizados en la
construcción, lo que no
garantizaba la solidez necesaria en contra de los elementos telúricos y la
intemperie.
19
La teja, elemento constructivo de las casas de antaño.
https://www.google.co.ve/search?q=tejas&tbm=isch&source=iu&ictx=1&fir=GxVStTKHEuxoyM%253A%
252CHDZhZ6WXZ6u-bM%252C_&usg=__0ctAv575qTikgEWNDNo-
oIaYUWI%3D&sa=X&ved=0ahUKEwiwydf_se7XAhXDTN8KHQfmCCEQ9QEIPTAF#imgdii=VLXovwzlcRfA-
M:&imgrc=jf4bStKYppjjtM: Fecha de hoy: 03-12-2017.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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20
El hermano Nectario María refiere el informe del obispo Martí acerca del estado
de la construcción de la iglesia parroquial de Quíbor:
20
Detalle del techo de la casa de las Silveira. Foto de la colección particular del autor. Fecha de
hoy: 11 de marzo de 2014.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Con el tiempo la ornamentación, los portones, las ventanas, los jardines, aleros y
balcones van sufriendo una evolución en su estilo. El antiguo alero de tejas
salientes es sustituido por el cuerpo ático y la cornisa, decorados con profusión de
encajes, arabescos con formas de rosetones, flores de lis y gárgolas. Se comienzan
a utilizar las
baldosas y
mosaicos de
mármol y
porcelana
decorada en los
pisos y medias
paredes de los
zaguanes. Se
pone de moda la
escalera de
caracol y la
ventana de hierro
sustituye a la
ventana colonial
de balaustres
contorneados de
madera.
Quinta Villa Carmen de don Roseliano Octavio, que estuvo
ubicada en la avenida 5 de julio (calle30). 21
En una ciudad calurosa, aunque de clima benigno, las casas se construyen altas
para que circule el aire. Una casa característicamente barquisimetana de dueños
de clase alta tenía en la primera mitad del siglo XIX en la parte de afuera un gran
portón y piso empedrado para la entrada de los caballos, mulas y burros. Había un
albañal que recogía el agua de lluvia desde el patio hasta la calle.
Los cuartos se comunican entre sí y todos tienen las puertas orientadas hacia el
jardín interno, corredor de por medio. El piso es de ladrillos por lo general, aunque
algunas más aristocráticas tienen losetas de mármol en el comedor, con mesa
redonda, armario y alacena, vajilla con monograma y copas, como en la casa de
Don Serapio García, rico hacendado de la ciudad, situada en la antigua calle
Libertador (hoy carrera 19), cercana a la Plaza de Altagracia.
21
De la colección personal del autor.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Extraemos de ese libro Under den Troppen, la breve descripción que hace de
Barquisimeto a su paso por estos lares:
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Soteldo, Eliseo (1952). Crónicas de Barquisimeto. 1801-1854., p. 15.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Pero una cosa piensa el burro y otra quien lo va montando. Resulta que es muy
diferente la opinión de un viajero ocasional que la de quienes vivieron y sufrieron a
diario las vicisitudes de estas casas, bien sean de ladrillos, adobes o piedras. Hay
quienes critican sobre todo la calidad de lo construido. En los techos las cañas se
amarran con cabuyas que en poco tiempo se rompen, dejando aberturas entre las
cañas, por donde van cayendo pelotas de barro seco, terrones y polvo que ensucian
la casa y los muebles, así como los goterones a causa de las lluvias. A esto se le
añadía la preocupación constante de que los techos se derrumbarían en cualquier
momento, bien sea por una tempestad o un terremoto.
Para completar este cuadro, hay que reseñar las graciosas bregas que se daban
cotidianamente en las casas entre sus habitantes y las puertas y ventanas. Las
puertas se descuadran, se secan, se abren, se tuercen, bien sea por mala
construcción o calidad de las maderas. Esta diaria batalla con las puertas y
ventanas hacía que la gente inventara una serie de “mañas” para abrirlas:
golpeando con la rodilla, empujando media hoja, moviéndolas de un lado o con el
consabido puntapié en la parte baja.
Toda esta situación llevaba a que al cabo de un tiempo (unos ocho o diez años)
se hacía necesario reparar y en algunos casos cambiar techos, tejas y vigas y hasta
puertas y ventanas carcomidas por el comején y la humedad. Lo mismo sucedía
con las paredes, que siendo hechas de barro, eran tan frágiles que no se podía
colocar un clavo ni colgarse un objeto pesado porque se desprendía el mismo,
produciendo descalabros y arrastrando pedazos de tapia. A todo esto, hay que
añadir la incómoda y desagradable cohabitación con infinidad de alimañas y
sabandijas como cucarachas, hormigas, arañas, bachacos, taras, murciélagos,
tuqueques, ratas, ratones y hasta culebras y rabipelados.
En fin, sería como pedir demasiado que estas casas fabricadas de barro y
maderas resistieran el paso de los años sin contratiempos, por lo que no se les
podía exigir durabilidad como las casas de piedra europeas hechas para durar
siglos. Los alarifes de cuchara criolla puede que no hubieran tenido la mejor y más
resistente tecnología constructiva en cuanto al tiempo y los terremotos, pero aun
con todas sus limitaciones disponían de lo mejor que podían, y hoy podemos
percibir que es casi por puro milagro que algunas de nuestras edificaciones aún
permanezcan en pie (Iribarren, 2010, op cit.).
Las casas más modestas por lo general no tienen zaguán, pero en las casas
solariegas, además del portón poseen el entreportón, de romanilla de madera más
liviana que el portón de la calle, con celosías o decoraciones caladas para la
ventilación en su parte superior, colocado casi siempre a media pared para que
circule el aire fresco. Además de romanilla algunos entreportones llevan figuras
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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labradas y vidrios coloreados. El postigo sirve para ver quién llega y toca la puerta.
A veces otra puerta da al zaguán: la del escritorio del dueño, para así tratar éste
sus negocios sin necesidad de que los visitantes entraran forzosamente en
contacto con los sitios de estar íntimo. La iluminación es por candiles de aceite de
tártago o de marrano, que se apagan temprano. Pronto llegará la electricidad.
En las puertas y ventanas los huecos tienen dintel formado por tablas gruesas
colocadas horizontalmente. En las puertas y postigos se utiliza la modalidad de
carpintería decorativa. El país ofrece gran variedad de maderas. El cedro se utiliza
para trabajos de calidad, para piezas sometidas a mayores esfuerzos, lo que dio
preferencia a las maderas duras o de corazón.
Los corredores rodean al patio por sus cuatro costados. Cuando la superficie es
reducida se desarrolla en tres lados. En las casas más modestas sólo dos lados en
forma de L: el que comunica con el zaguán y el que corre a lo largo de las
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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habitaciones. Los corredores pueden ser adintelados o lucir arcos. Los soportes son
columnas cilíndricas.
Los portones de las iglesias coloniales suelen ser de dos pesadas hojas de
dimensiones monumentales, de entre tres y siete metros de altura y cuatro o cinco
de anchura. Al ser las puertas muy grandes y pesadas, se incorpora el postigo, una
pequeña puerta sostenida por bisagras, utilizada para el acceso de las personas en
el uso cotidiano de entrada o salida de las personas. Las puertas grandes se abrían
durante la misa o para la salida y entrada de las andas de las procesiones
religiosas y para otros acontecimientos especiales y los días de fiesta.
Los portones de las casas privadas son más pequeños, construidos a escala
humana. Hay otras puertas para la entrada y salida de las caballerías, carruajes y
carretas. (Hostnig, R. 2010). Las puertas y portones dan entrada al zaguán y
ostentan en la parte exterior, la que da hacia la calle, tallados, adornos, aldabas y
aldabones, bocallaves, argollas, tiradores, picaportes, llamadores, clavos de
fundición artística y otros herrajes de bronce o hierro que le proporcionan estética y
a la vez un aspecto de solidez, de acuerdo con las posibilidades económicas de los
dueños.
24
Colección particular del autor. Fecha de hoy: 11 de marzo de 2014.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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En el jardín romántico no podía faltar el mirto de los poetas para atraer el canto
de los pájaros. La flor de reseda, rosas, jazmines, claveles, tulipanes, cayenas,
trinitarias, isoras, cañas de la India, berberías, helechos y palmas, reminiscencias
de los espléndidos y generosos jardines llevados por lo árabes a España y Europa y
luego trasladados y trasplantados a nuestra América, fueron los testigos de las
vivencias y recuerdos de ese nuestro mundo.
El jardín era también la botica o farmacia, que proveía las plantas medicinales y
alimenticias: yerbabuena, mejorana malojillo, romero, llantén, hinojo, vainilla,
sauco. Más allá, cerca de la cocina o por los pretiles del patio interior estaba la
zábila y la totuma guindando del clavo, haciéndole compañía el viejo tinajero y
bernegal con líquenes. En el huerto, los limoneros, granadas, lechosas, cambures y
aguacates.
2.7.- LA CASA-QUINTA
El concepto de casa-quinta nos viene de la colonia española, referida a aquella
vivienda alejada de los centros urbanos y que servía para el descanso y
alejamiento del ruido y del tráfago humano. Sus características de ruralidad en un
principio la colocaban ligada a la huerta y las plantaciones, pero luego, con el paso
del tiempo, la casa-quinta se vuelve urbana, no como edificio menor, sino como una
manera de ver la vida, una evolución de los gustos arquitectónicos en un nuevo tipo
de vivienda con nuevas estructuras y distribuciones de la casa urbana, ornamentos,
elementos prefabricados de madera, planta simétrica, paredes de mampostería,
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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La modernidad ansiada por el venezolano de fines del siglo XIX pronto habría de
sacrificar recuerdos, memorias y antigüedades como es el caso de la época de
Guzmán Blanco con la construcción de la Guzmania en las cercanías de la Guaira,
que representa ese cruce de tiempos del olvido como condición para alcanzar el
modernismo.
El advenimiento del siglo XX llega al mismo tiempo que los grandes inventos que
hasta ese momento se están desarrollando en el mundo. El automóvil, el cine
silente, el fonógrafo y otros artefactos transforman las costumbres de las personas
en el planeta entero. Se difunden las revistas de modas y publicaciones donde
aparecen retratados los grandes artistas del celuloide frente a sus casas y quintas
en el lejano Norte, trayendo esto como consecuencia una fiebre de imitación en
cuanto a vestimentas, costumbres y estilos de vida de otras latitudes.
Barquisimeto no escapó a este reto. Para 1915 en la sección “Edificios”, del libro
“Barquisimeto. Organización política, comercio, industrias, agricultura y cría.
Informaciones útiles. Directorio general” (p. 46), se menciona la “casa-quinta del
señor H. Lammers, en la calle Wohnsiedler”, entre otras construcciones
particulares “modernas”, como la casa de tres pisos del general Ignacio A. Ortiz y la
de dos pisos del señor Domingo González, ambas en la calle del Comercio.
Este hecho representa en cierta forma, un rompimiento con los viejos conceptos
urbanísticos en uso. Se comienzan a construir en las inmediaciones del parque las
primeras casas-quintas, producto de la moda importada de Estados Unidos y en el
centro de la ciudad los primeros y modestos edificios.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Una de las casas de gobierno más antiguas fue la que ocupó el gobernador
Martín María Aguinagalde, quien fue asesinado en la misma en el año de 1845,
Quedaba en la carrera 19 esquina de la calle 22. Pocos testimonios de cronistas
refieren la existencia de esta sede gubernamental.
La residencia que
ocupaba el despacho
del gobernador, el
Poder Judicial, la
Diputación Provincial
y el Concejo Municipal
desde la época del
héroe epónimo
general Juan Jacinto
Lara fue construida a
fines de 1844, de
acuerdo con don Raúl
Azparren (1972).
Quedaba en la
antiguamente
llamada Calle Real,
después Libertador y hoy carrera 19 entre calles 24 y 25, donde una vez estuvo
años después el hotel Pérez Correa, al lado del Palacio de Gobierno de la calle 25
esquina de la carrera 19. 25
Esta casa de gobierno fue luego derribada por el presidente del estado general
Rafael María Velasco en el período de 1920 hasta 1925 y levantó una nueva sede
de gobierno, con amplios corredores y un gran patio central, la cual fue inaugurada
el 19 de diciembre de 1922 alegrado con un rumboso baile amenizado por el
músico valenciano Rafael Romero (padre de Aldemaro Romero, músico, compositor
y director de orquesta)., la Inspectoría de Vehículos y el Cuartel de Policía. Años
después se instaló la Jefatura de Servicio de Conscripción Militar y luego funcionó
la escuela Jiménez. , pasando a ser luego patrimonio de Fundalara hasta que en
1978 fue demolido para construir la actual sede de la gobernación.
25
Foto tomada del libro electrónico de Alexander Moreno, Barquisimeto en Primera Persona. Año 2007-
50
OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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26
Este Palacio de Gobierno construido por Eustoquio Gómez en realidad había sido
decretado por el presidente de la república general Cipriano Castro en su visita a
Barquisimeto a inicios de 1908. En esa oportunidad la Diputación Provincial le
solicita la construcción de un palacio que sirviera de sede al gobierno del estado e
incluso se le señala el terreno donde podría construirse: una plazoleta denominada
“La Hidalguía”, llamada así porque durante mucho tiempo estuvo colocado un aviso
o valla publicitaria de unos cigarrillos con ese nombre.
Los planos de esa Casa de Gobierno fueron realizados por el ingeniero Luis
Muñoz Tébar. Un segundo piso estaría destinado a la Asamblea Legislativa, que hoy
es el actual “Salón Martín María Aguinagalde”. Pero ese año de 1908 sería el
último del mandato de Castro, pues en diciembre de ese año el general Juan
Vicente Gómez se hace del poder, quedando, por lo tanto, interrumpida la
construcción del Palacio de Gobierno durante 22 años, convirtiéndose en un
cascarón desvencijado y ruinoso, con la estructura a medio hacer.
26
Ídem.
27
Ídem.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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suroeste de la calle 24; luego en la vieja casa del general Torrellas Urquiola, al lado
del Palacio Episcopal en la calle 26 frente a la iglesia Concepción; en la quinta de la
familia Salom en la carrera 16 entre calles 26 y 27 y por último en la conocida casa
de la carrera 17 con calle 25, diagonal a la plaza Bolívar (propiedad del general
Pedro Lizarraga).
28
También está el hecho de poseer un jardín exterior como las viviendas que
rodean el Parque Ayacucho y además de tener el primer piso de platabanda que se
conoció en la ciudad. Imaginemos la atención que debía llamar una casa como esa
prácticamente "en medio de la sabana", fuera de todo estilo conocido hasta ese
entonces que era el colonial. De ahí su importancia. Era todo un compendio de los
sistemas constructivos de una época en cuanto a estilo, materiales de construcción
28
Ídem.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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La casa del doctor Eladio del Castillo tenía una placa en la fachada, en donde se
hacía referencia a la visita del Libertador, aunque en realidad tal acontecimiento se
efectuó fue en la casa situada justo al lado izquierdo, donde quedaba el zaguán de
la casa de don Juan de Amaral, la cual originalmente era una sola construcción,
antes de ser dividida.
30
La Constitución de Cúcuta,
también conocida como
Constitución de la Gran Colombia o
Constitución de 1821 fue el resultado del Congreso de Cúcuta que se desarrolló el
29
Foto tomada del libro de Raúl Azparren, Barquisimeto, paisaje sentimental de la ciudad y su
gente. 1972.
30
Cama donde habría dormido el Libertador en su visita a Barquisimeto. Colección particular
del autor.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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La Casa de Las
Silveira, hoy sede del
Museo Histórico
Bolivariano Casa de Las
Silveira, evoca una de
las últimas y viejas
casonas de las que
sobrevivieron al
terremoto de 1812 y
sus habitantes, las
hermanas Blanca,
Emma y María Silveira,
marcaron pauta en la
historia cultural de
Barquisimeto. Historias,
leyendas y tradiciones orales han circulado en torno a este inmueble, algunas de
ellas no comprobadas con certeza. La casona perteneció a Domingo de Alvarado,
integrante del Congreso Constituyente que declaró la Independencia y fue hospital
de sangre durante la guerra independentista.
Estuvo habitada esta casa desde 1860 por los descendientes maternos de doña
Palmacia Barrios de Yépez, que, de acuerdo a las tradiciones orales de la familia,
llevaba el apellido Barrios por uno de los fundadores de Barquisimeto, don Damián
del Barrio.
31
http://correodelara.blogspot.com/2014/09/el-barquisimeto-de-ayer-hoy-y-siempre.html
Fecha de hoy: 15 de enero de 2018.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Construida a
finales de siglo
XIX con la
intención de
sustituir la
antigua cárcel de
la Corrección que
estaba ubicada
en la carrera 18
cruce con calle
21. En 1896 el
general Aquilino
Juares,
gobernador de
ese entonces,
encomendó al
ingeniero Luis
Muñoz Tébar la edificación de esa obra, la cual se levantó en un terreno ubicado en
la carrera 15 entre calles 31 y 32. Las bases y cimientos estaban hechas de
calicanto y las paredes eran de tierra pisada de 50 centímetros de espesor y tres
metros de altura. Sus divisiones internas comprendían salas de hombres y mujeres,
menores de edad, arrestados comunes y con sentencia, así como un tétrico espacio
para los permanentes presos políticos con salas de torturas y de penurias. Fue
demolido en 1946.
32
Foto tomada del libro electrónico de Alexander Moreno, Barquisimeto en Primera Persona.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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CAPÍTULO 3:
LA VIDA SOCIAL
33 34
El siglo XIX es el siglo del romanticismo. Todo hogar con aureola de honorabilidad
y de prestigio social debía tener entre sus integrantes un “doctor y general”, un
médico, un abogado o miembro de un alto cargo de prestigio, privado o público,
pero también un poeta, un músico o un pintor. En las tertulias y reuniones, ahora
llamadas “soiree”, de acuerdo con la moda del gusto por lo francés, el poeta es el
convidado principal. El joven, la señora o señorita de la casa confecciona un álbum
de versos escritos para ser leído en las reuniones.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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-En ese caso –dijo el papá-, léele las poesías que compusiste a imitación
de Zorrilla.
-No, papá; miente usted dos veces: primero, porque cree que es un
animal, y segundo, porque, aun cuando fuera, no ha habido imitación:
Zorrilla y yo hemos coincidido en algunas cosas. 35
35
Mendoza, Daniel, en Picón Salas, Mariano (1980). Antología de costumbristas.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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El gusto por lo exquisito y las modas imperantes van cambiando según los años,
pero el humilde tinajero con bernegal, líquenes y helechos permanece durante
muchos años en su sitio, por lo general cerca del fogón de topias.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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EL CENTRO SOCIAL
EL COUNTRY CLUB
Estos nuevos hábitos culturales llegaron con el petróleo. Con el one step y el
foxtrot se manifestaba el American Way of Life en nuestra ciudad. Los inventos
modernos traen un nuevo concepto del vivir. La Venezuela agraria va quedando
atrás. El léxico viejo pervive con el moderno: pulpería, tinaja, jamuga, misia, cede el
espacio a palabras con nuevo espíritu: pantry, living, clóset, autopista, gandola, es
decir, palabras que nos refieren a la modernidad y el progreso.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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costumbres yankys. En 1940 se elige a la Miss Primavera (en un país donde no hay
primavera, pero que era costumbre hacerlo en EEUU) y la realización de un cocktail
danzante, siendo esta la primera festividad realizada en el Country Club. Se
presentan orquestas como la Lecuona Cuban Boys y la de Luis Alfonso Larrain, con
Elisa Soteldo, Trino Finol y Manolo Monterrey. Los miembros del club pagaban una
cuota de 12 bolívares mensuales, cantidad apreciable en aquel entonces, que sólo
podía ser costeada por quienes tenían mejores condiciones económicas.
Raúl Azparren (s/f), afirma que fue establecida en 1922 y ofrece detalles de los
fundadores, quienes eran altos empleados de Blohm: H. Thormanhlem Riehl, H.
Thiel, W.Flor y Max Eckstein. Más tarde se agregaron E. Schonoegass, B. Sydow, J.
Van Belen y W. B. Taylor (que no era alemán, sino curazoleño).
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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3.4.- A PASEAR
A las novias sólo podía visitárseles los domingos y aun entre novios las
intimidades son difíciles bajo la mirada acechante de la chaperona. Lo más que se
podía hacer era “robar un beso”, que era dárselo pudorosa y castamente en la
mejilla. En las visitas la niña debe permanecer en silencio y solo hablar si le
preguntan. En los paseos debe ir delante del grupo No puede mirar a los hombres
ni tampoco reír mucho.
Además estaba lo de los bailes. Bailar es muy malo, pues es la ocasión para
disipar la moral, el decoro, la dignidad y el honor de las damiselas. Los padres
deben cuidar la conducta de los jóvenes en cuanto al ludibrio y los excesos
perniciosos. La decencia no es cuestión de juegos y algunos bailes están prohibidos
por ser instrumento del diablo.
Resulta que en los siglos XVIII y principios del XIX los bailes socialmente
aceptados por la gente decente eran aquellos que se desarrollaban sin contacto
físico entre las parejas. Apenas sí se podían tocar las manos al dar el saludo y los
giros y por lo general se hacían en grupo. Pero cuando apareció el vals, por primera
vez las parejas tenían un contacto real entre los cuerpos. Por primera vez en la
historia de los bailes de salón de las sociedades elegantes, la mano izquierda del
hombre se colocaba en la cintura de la mujer, la mano derecha suavemente
posada sobre el hombro izquierdo de la dama, la mano izquierda de ella apoyada
sobre el brazo derecho de su pareja y las cabezas de ambos ligeramente giradas
hacia la izquierda. Ese abrazo íntimo del vals en que un hombre sosteniendo a una
mujer en sus brazos en una pista de baile en público, con sus rostros a milímetros
de distancia, con esos rápidos y revoltosos movimientos, ya era demasiado, era el
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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propio baile indecente y lascivo que llevaba por el camino al infierno al decir de las
viejas beatas.
Los curas y hasta obispos y arzobispos expresan sus reservas ante el baile
profano debido a que es “fuente de corrupción, muestra de pública liviandad y
agente de Satán”36. Y hace exclamar en 1806 al arzobispo doctor Francisco Ibarra
en Carta Pastoral en Caracas: “¡Oh infeliz Provincia de Caracas, pues en ti ha
plantado ya el Demonio Asmodeo la pública deshonestidad encubierto su honor a
pretexto de esos bailes! ¡Oh desdichados moradores a quienes amenaza la ira del
Omnipresente con tanta desvergüenza ofendido!”37.
3.6.- URBANIDAD
La conducta social descalifica a quienes se les cataloga como “no civilizados”, por
lo que se debe poseer una gestualidad, tono de voz, porte, etiqueta y hasta una
manera de caminar y de comportarse en el hogar, los saraos, el teatro, en la calle o
en el paseo. Diversos manuales de urbanidad38 aparecen cercanos al final de la
primera mitad del siglo XIX en los cuales se regula la sociabilidad. El “pulimiento”,
36
Iturrieta, Elías, op.cit. p. 97.
37
Ibídem.
38
Ver “Algunas notas al pié de página” a partir de la p. 153.
64
OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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la “formalidad”, las “buenas maneras”, la “etiqueta” son ahora las palabras que
han de manejarse para estar a tono con la civilización. Ser moderno es vivir como
los habitantes de las grandes ciudades de Francia, Inglaterra o los Estados Unidos.
Para quienes no están acostumbrados ni han vivido en ambientes de
modernización, “hay que lavarlos a domicilio, con minúsculas pastillas de jabón”
(…). Tal es el propósito de los manuales de urbanidad que entonces pululan” (Pino,
2008, p. 218)39.
A veces algunos deciden irse a las manos (o a las armas) y dirimir sus
pendencias. Una manera elegante de hacerlo es batiéndose a duelo.
39
Pino Iturrieta, Elías (2008). Ideas y mentalidades de Venezuela. Caracas: Alfa.
65
OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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3.8.- LA VISITA
Hay que anunciar las visitas temprano en la mañana con el criado que lleva
el recado para participar la misma y solicitar el permiso para hacerla. El doméstico
tiene que hacer algo de ruido al llegar a la puerta de la casa para que no se piense
que se trata de espiar conversaciones o de conocer los secretos del hogar. Las
normas de urbanidad prescriben que las visitas deben de hacerse desde la hora del
Ángelus hasta las ocho de la noche, o más temprano, desde las cinco hasta las
seis, y no debe pasar de veinte minutos. Si la visita es de mucha confianza puede
extenderse hasta una hora. Las señoras no deben ir solas a las visitas, sino
acompañadas de un caballero o de un séquito de cinco esclavos40.
40
Escalona, Eunice (1989). Temas venezolanos de navidad. Caracas: Academia Nacional de la Historia.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Muchas eran las cofradías existentes en la ciudad y cada parroquia tenía la suya.
La iglesia parroquial albergaba a las cofradías del Santísimo Sacramento; la de
Jesús Nazareno: la del Rosario; la de las Ánimas; la de Santa Lucía; la del Cristo de
la Misericordia; la de Nuestra Señora de las Angustias y la de la Soledad. En el
templo de la Paz participaban las cofradías de Nuestra Señora de los Dolores y la
de San Francisco (Soteldo, Eliseo (1952), op. cit. p.14).
41
En la acepción coloquial, lechuguino es el joven imberbe que se mete a galantear aparentando ser
hombre hecho y derecho. En tono despectivo es el joven que se compone mucho y sigue rigurosamente la
moda. (Real Academia Española. http://dle.rae.es).
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Al salir del templo hay que hacer grandes esfuerzos para abrirse paso con los
codos -dice el cronista- “por medio de una cohorte de lechuguinos que habían
hecho sitio en la puerta de la iglesia con el propósito de hacer desfilar a las damas,
estrechándolas y oprimiéndolas con un descoco sin ejemplo en las historias del
pepitismo”, (Picón-Salas, 1980: 70-72).
3.10.- AL ENTIERRO
A los entierros se va de casimir negro. De luto rígido a los funerales de algún
hermano de las cofradías. Si se es pobre se recurre al Cajón de las Ánimas, de las
hermanitas de la Caridad.
Si el difunto es pobre, que eran muchos, el coche va sin lujos. Apenas un cajón
descuadrado y sin color tirado por un caballo enflaquecido, que emprende veloz
carrera por las empedradas calles de la ciudad adormilada. Tiene sentido: más
rápido que entierro de pobre, expresa el dicho popular43.
Al morir un rico, cosa que sucedía pocas veces al año pues no era muchos, su
cuerpo era sepultado en la Capilla de Nuestra Señora del Carmen en la iglesia
Inmaculada Concepción, amortajado con el hábito del seráfico San Francisco, con
entierro cantado en misa mayor y honras al siguiente día y que lo acompañasen los
venerables curas, sacristán mayor y las honorables cofradías, hermandades y
comunidades.
42
Picón Salas, Mariano (1980). Obra citada. (p.71).
43
Pereira, Carlos (1973). Anécdotas de humor larense. (p.p.28-31).
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Hasta 1920 los hombres llevan calzoncillos largos y sujetan con cinta el calcetín,
lo que hace posible que se vea esa prenda interior al cruzarse las piernas. Hay un
pudor grande de mostrar la pantorrilla. A pesar de las ligas o cintas que mantienen
la tirantez del calcetín, hay quien llega a seguir la moda de llevarlos arrugados o
acordeonados.
Se usan cuellos postizos, los cuales van evolucionando para hacerse menos altos
y menos duros. La corbata de varias vueltas y lazos da paso a la corbata moderna.
La bota charolada de 1885 cede su presencia a los borceguíes con botones y
tiempo después por el zapato bajo y con cordones.
44
Escalona, Eunice, Obra citada. (p. 82).
45
Picón Salas, Mariano, Obra citada. . (p, 318-319).
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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El gusto por lo francés adquiere tonos tragicómicos con las conductas de la élite
que vive como si no estuviéramos aquí:
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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En este sentido, se puede considerar que en los años del cambio de siglo,
durante la denominada "Belle Époque" (1890- 1910), la forma de vestir de la
mujer apuntaba más a un objeto decorativo que a una persona. La riqueza, la
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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gracia para no barrer con ella el sucio del piso. Los sombreros gigantes con plumas
de avestruz, flores y frutos, siguen usándose.
En el siglo XIX cambia hasta la manera de peinarse. Los peinados del siglo
anterior fueron reemplazados por numerosas propuestas que tenían que ver, en la
mayoría de los casos, con el uso de adornos. Se usaba un pañuelo doblado en
diagonal y amarrado sobre la frente para imitar los turbantes que venían del
oriente, blondas, adornos de plumas y flores y sartas de pedrería, moños de cinta y
peinetas de carey adornadas con diseños calados, rasos, velillos, sayas de sedas,
crespones, lazos, bouquets También se empezaron a usar rizos y trenzas, paños
bordados, cintas y otros accesorios como sombrillas y abanicos. A partir de 1830
venían con las pantallas pintadas de paisajes y flores En la segunda mitad del siglo
XIX, los ricos empezaron a encargar ropa directamente de París lo que sofisticó los
hábitos de la moda.
En 1854 las mujeres usan miriñaque, que le daba volumen a las faldas con
complicadas armaduras metálicas o de mimbre. Las faldas sobre el miriñaque
parecían flotar y ondear y los plisados caían de los hombros, eliminando la
sensación de rigidez que daba el corsé. El vestido constaba de un cuerpo, a veces
adornado con piezas de tela bordada, lazos y encajes y su falda podía verse abierta
en la parte delantera dejando ver las enaguas ricamente decoradas. Las mangas
llegaban hasta el codo, a menudo terminadas con volados. Se usan chales de
Cachemira, sombrero de crespón rosa, paja, flores, crinolinas románticas.
La crinolina era una armazón de anillos metálicos flexibles que sustituían a las
enaguas. Con el tiempo la crinolina se fue aligerando y desplazándose hacia atrás,
transformándose en la parte posterior del traje en un abultamiento conseguido
mediante el polisson (que algunos llamaban el “sofá en la rabadilla”), que más
tarde desaparecerá, y será sustituido por un simple plegado de tela y una cola
larga. Con el miriñaque, la crinolina y el polisson se presentaban algunos
problemas: las mujeres no cabían por las puertas, no podían sentarse en las
butacas de los teatros, ni subir ni entrar a los coches. Se hacía imposible abrazar
a una mujer.
La crinolina de los años cincuenta era como una campana, cuyo badajo era el
cuerpo de la mujer. El embarazoso y pesado artilugio, obligó a los modistos a crear
algo más confortable y desahogado, siempre dentro del arquetipo de mujer
concebida como muñeca de porcelana. A mediados de los sesenta del siglo XIX, la
crinolina se abrevia por delante y se prolonga en la espalda, lo que le permite a la
dama ser tomada del brazo y bailar con comodidad. Para esos años entra en la
moda el zapato femenino, que se llevaba oculto y del que puede verse la punta al
caminar o bailar. En 1866 la crinolina es sustituida por enaguas con aros en la
parte baja. En 1869 comienza a llevarse bajo las crinolinas los pantalones de
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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¿El escote? Se tiene que saber llevar. Sugerente, insinuante, seductor, sin
mostrar demasiado para no parecer vulgar es la actitud de quien lo lleva. ¿Para
provocar? Si es de pico profundo significa atrevimiento, por lo que se procura que
no baje demasiado. En este caso se debe colocar la mano o el abanico para subirlo
discretamente. El escote cuadrado lo llevan las mujeres mayores, pues trasmite
seguridad, poder y decencia.
Lo último en la moda romántica consiste en que la falda sube para permitir ver
los zapatos de piel de cabritilla y las medias, y luego volvió a bajar y se pasó al
uso de botas. Las telas preferidas eran transparentes como el organdí, y la
muselina en colores blanco rosado, violeta y celeste.
Desde 1900, en los inicios del siglo XX, con la aparición del automóvil se
manifiesta una nueva forma de vestir expresada como la necesidad para resistir el
viaje en la sensación de la época: el Ford modelo T. Desde París la moda impone
abrigos de lino y sombreros anudados con voluminosas bufandas. Se confeccionan
y se usan vestidos de dos piezas en lino y algodón para el diario, sastres de
popelina opaca y organdí transparente para la tarde y trajes de seda de cuello alto
para la noche. Hay un interés por las faldas hasta el piso que sólo a finales de la
década dejarán ver una pequeña parte de los tobillos
La figura tipo “barril con mangas” se hace habitual con el énfasis en la línea de
cintura baja y una banda ancha estilo faja de smoking. Para el día se usan vestidos
de rayón o de fibras naturales como lino, lana, seda y algodón, en tonos morados
neutros, cafés y azules. En el año 1915 la moda enseñó los tobillos femeninos.
Hacia finales de la década, la falda con todo y refajo llega ya hasta la mitad de la
pantorrilla.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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ciudad es la falda corta para el día en vermouth y para la noche en las cenas
danzantes en los exclusivos clubes de la ciudad.
Con la Gran Depresión económica del año 1930 que afectó las economías de
todo el mundo, la ropa se toma más ligera y libre para privilegiar las siluetas
naturales y delgadas acompañadas del pelo ondulado hasta los hombros. Se
recurre al uso de telas de algodón para confeccionar vestidos de talle y accesorios
tales como cadenas y brazaletes, carteras acolchadas y flores falsas en la solapa
de la chaqueta. En 1934 se comercializa el cierre de cremallera masculino. En
1939 la mujer comienza a usar pantalón.
Para 1892 publicaciones dirigidas a las féminas sirven de guía y norma para la
belleza. En el número 1 del 1º de enero de 1892 de El Cojo Ilustrado se obsequia a
las bellas lectoras caraqueñas y de toda Venezuela la traducción de los más
notables capítulos de un libro de la baronesa Staffe, autora de El Tocador47, que
trata acerca del arte de conducirse en sociedad. En dichas páginas se expone que
la coquetería es permitida hasta ciertos límites, no bastando ser mujer honrada y
buena madre para conseguir de su marido la permanencia en el hogar, sino que
también ha de ser mujer bonita y agradable.
46
González, M. (2007). Antonio Guzmán Blanco. Biblioteca Biográfica Venezolana. El Nacional Caracas.
47
Staffe, baronesa de (1892). El Tocador, en El Cojo Ilustrado. Nº 1, 1º de enero. Caracas: Empresa El
Cojo.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Las virtudes de ser bellas -continúa diciendo la baronesa Staffe- se consiguen con
poco esfuerzo, ya sabiendo escoger para el tocado aquellos colores que armonicen
bien con la cara y las líneas que forman el rostro y el cabello, procurando que este
último se peine de suerte que la fisonomía adquiera un aire de lánguida candidez.
Se deben usar calzados elegantes que realcen la belleza del pie. Los brazos
pueden servir de segura seducción. Se permite el uso de mangas anchas que dejen
percibir los contornos del brazo y aun la morbidez del codo. Se debe aprisionar con
delicadeza el cinturón al talle esbelto y proscribir aquellos vestidos no ceñidos o sin
forma que hagan ver el cuerpo como si fuera de una sola pieza, sin contornos.
…tenemos el deber de aparecer con gracia y bellas cosas ante los ojos
de nuestro marido que es nuestra vida; y es por este medio que él nos
amará mejor y por más tiempo. ¿Y no vale esto que le dediquemos
algún esfuerzo? Estad seguras que por más dulce y tranquilos que le
hagamos el hogar, él se dejará fascinar, cuando menos lo esperemos,
por alguna otra más hábil que nosotras. Y si esto no acontece, creed
que si nos permanece fiel será el deber que le retiene a nuestro lado,
no el amor, siendo necesario que se deba esto a lo uno y a lo otro, sin
que puede él hallar desventajas al compararnos con las demás
mujeres (Staffe, 1892: 10).
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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CAPÍTULO 4:
TRANSPORTE
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Las mujeres usan el galápago, silla de montar especial para ellas. En complicada
e insegura forma de montar, la pierna izquierda se coloca entre los dos picos de
adelante y la derecha se apoya en el estribo. De esta forma la mujer va sentada de
medio lado y es sostenida por detrás con un soporte de hierro que va sujetado al
galápago.
Era la forma de montar “como mujer” y se necesitaba una falda larga o faldón
porque una de las piernas, la que va entre los dos picos, se coloca un poco alta en
la silla para evitar que se vea la pantorrilla y el pudor en este caso es importante, a
pesar de la poca estabilidad que representa. Las querellas, enfados y disgustos por
parte de las féminas no se hacían esperar. Que si dolores en la rabadilla,
calambres en las piernas, dolores de cintura, exclamaciones y grititos de fastidio y
contrariedad: “que me caigo”, “que me voy de medio lado”, “que el caballo brinca
mucho”.
Para 1880 las calesas están de moda en Barquisimeto. Son de cuatro ruedas con
capacete y son tiradas por un caballo. Las tres primeras pertenecieron al doctor
Antonio María Pineda, a don Vicente Campos y don Jesús M. González. Los coches
de la ciudad tienen dos caballos. Los vehículos de tracción de sangre más
pequeños solo uno, llamados quitrines, que son de dos ruedas y sin capacete, muy
usados por los médicos. Existe también el faetón, carruaje de cuatro ruedas que se
48
Ícono tomado de la red. Enero de 2018.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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puede cubrir a voluntad con capota. La gente se queja, sobre todo las mujeres, por
lo difícil que es entrar en él pues hay que subir por encima de una rueda sirviendo
de estribo el cubo de esta. Una forma más cómoda de hacerlo era colocar los
estribos más bajos, reduciendo el diámetro de las ruedas. Otras opciones son la
berlina, el landó y el victoria, carruajes de lujo.
Los coches de viaje largo son de tres caballos y tienen capacidad para seis
pasajeros. Un viaje en coche es todo un acontecimiento. Además de los pasajeros,
hay que atender el equipaje y las distintas necesidades que son atendidas por los
espoliques o asistentes, quienes se encargan de ensillar y desensillar las bestias,
bañarlas y refrescarlas, llevar equipajes y avíos, además de esperar a los patrones
si la permanencia se prolongaba en algún sitio a pernoctar (Cordero, 1990:33-34).
Se viaja con dificultad y se hace el recorrido con exasperante y aparatosa lentitud,
sobre todo en la temporada de invierno y se transita de día porque hay que cruzar
ríos crecidos. Durante la época de sequía es preferible viajar de noche para evitar
el sol canicular.
Para los caballos se vende malojo, paja de Guinea y paja del Pará. Dos o tres
bolívares la carga de paja llevada a domicilio. El malojo vale cuatro por ser mejor
forraje, más alimento. Los vendedores se encuentran por el Manteco, por la
Estación, por Paya y la Mora.
Hay diferentes empresas de coches de alquiler. Por lo general cobraban una tarifa
de acuerdo con la distancia y la calidad del servicio. Para principios de siglo el
cochero Graciano Sasso es el más solicitado por las personas y familias que van a
viajar. Otros cocheros eran su hijo José Sasso. También un español de nombre
Antonio San Miguel Pagés. Por La Mora está un isleño llamado Lucas Rodríguez.
De acuerdo con Silva Uzcátegui (1959: 226), los precios de los viajes en coche de
tres caballos en 1880 eran:
4.1.- EL TRANVÍA
En la década de los años veinte todavía se apreciaba en el cuadro citadino el
tranvía de caballos. El precursor del tranvía fue el ómnibus de ruedas de madera
guarnecidas con llantas de hierro como los coches y las carretas. Fue traído a esta
ciudad alrededor de 1891. Las familias lo alquilaban para ir a recibir va algún
familiar que llegaba de Caracas por el ferrocarril Bolívar. Los asientos del ómnibus
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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eran de madera y estaban colocados a los laterales, como en los vagones del
ferrocarril de Barquisimeto a Tucacas.
El tranvía de caballos
está íntimamente ligado a
la aparición del ferrocarril
en nuestra ciudad. El
Ferrocarril Bolívar,
propiedad de “The Bolivar
Railway Company Limited”,
llega a Barquisimeto el 18
de enero de 1891, cuando fue inaugurado el ramal hasta la estación El Hacha por
el presidente de la República Dr. Raimundo Andueza Palacio. Hubo cinco días de
fiesta.
Los primeros servicios ferroviarios de pasajeros por medio de tranvías tirados por
caballos se conocieron en el mundo en 1807 en Inglaterra, inicialmente para el uso
del transporte de mercancías. Esta tecnología en 1832 se introduce en Nueva York,
y de ahí de extiende por casi todos los países del mundo.
49
Ídem.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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varias líneas de tranvía, que partiendo de una estación central se comunicara fácil
y rápidamente con distintos puntos de la ciudad.
Se trataba de un vagón tirado por dos caballos. La estación de salida era la Plaza
Bolívar de ese entonces (hoy Plaza Lara). Luego recorría la calle Catedral (23)
hasta llegar a la calle Comercio (hoy Boulevard 20). A causa de la demanda de
pasajeros y traslado de mercancías, desde esa esquina (llamada de Villoria, calle
23 con avenida 20), se desprende un ramal que llegaría a 4 cuadras más abajo, es
decir hasta la iglesia de Altagracia. Desde la esquina de Villoria, el tranvía toma una
cerrada curva en dirección oeste por toda la calle Comercio, por el lado sur de la
calzada hasta llegar a la calle 30. Desde aquí se dirige hacia el norte en dirección a
la estación del ferrocarril, en los terrenos donde hoy están emplazadas la
Comandancia de Policía y la Catedral de Barquisimeto. Las instalaciones de la
estación del ferrocarril poseían del lado oeste un esmerado y cuidado jardín
cercado, el cual era admirado por los concurrentes y viajantes.
¿Cómo podían los caballos arrastrar el peso del vagón del tranvía y el de 12
personas que iban a bordo? La tracción animal, bien sea por caballos o mulas,
podía arrastrar más peso gracias a la característica básica del principio físico que a
su vez había hecho posible el desarrollo del transporte por ferrocarril. Dicho
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Con el paso del tiempo, a estos equinos les salía jubilación. Flacos y cansados,
seguramente fueron vendidos por lotes al mejor postor, si es que antes no morían
de mengua y enfermedades.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Otras se quejan de que no caben en los asientos, que se caen, que hay
mucha brisa, que se levanta tierra y les ensucian los encajes de organdí
de las faldas, que no ven la hora de llegar, que los caballos expulsan
gases y riegan cagajones por las calles…
-La verdad es que a pie como que se llega más rápido a la
estación del ferrocarril, dijo el médico Aquiles Castro, conocido urólogo
de la ciudad, quien iba de pasajero, con un ademán de fastidio.
Y vistos los medios de transporte usuales: coches, carretas y caballos,
propios, alquilados o prestados, no deja de ser cierto, pensaban los que
llegaron a la estación a pie, mucho antes que los tranvías de caballos. ¿A
quién le quedan ganas?
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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El primer automóvil que llegó al estado Lara no llegó a posar sus llantas en
Barquisimeto. Ni siquiera llegó por sus
propios medios de fuerza mecánica. Este
automóvil arribó primero al puerto de
Tucacas en 1904 a bordo de un vapor
procedente de Puerto Cabello, adonde
había llegado proveniente de Europa. Del
puerto de Tucacas es enviado por el
ferrocarril Bolívar hasta Duaca. Era de
fabricación francesa, probablemente un
Panhard Levassor y había la
circunstancia de que el primer vehículo
que existió en Venezuela para esa fecha
lo había traído doña Zoila de Castro, esposa 50
El cronista Julio Nervo apunta en el Eco Industrial su lamento por la despedida del
vehículo de nuestra ciudad:
50
Primer Ford que llegó a Barquisimeto.
https://www.google.co.ve/search?hl=es-
419&biw=1280&bih=669&tbm=isch&sa=1&ei=g2EsWtzoFOSR_Qa7_p74Aw&q=Primer+Ford+en+Barq
uisimeto&oq=Primer+Ford+en+Barquisimeto&gs_l=psy-
ab.3...182774.192281.0.194087.27.26.0.1.1.0.210.3161.0j25j1.26.0....0...1c.1.64.psy-
ab..0.13.1583...0j0i67k1j0i8i30k1.0.Oi5Q66fuVN4#imgrc=T5g-YYc1X7eoeM:
84
OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Hubo que esperar siete largos años para ver recorrer por las calles de
Barquisimeto otro automóvil. Así fue que a finales de enero de 1913 dos ricos
propietarios, los señores Ignacio Ortiz y Francisco Agüero, al regresar de un viaje a
Europa, trajeron dos automóviles franceses, uno marca Clement Bayard, propiedad
de Ortiz y el otro un De Dion Buttton, de Agüero.
Toda una novedad consistían los recién llegados automóviles. Todos querían
verlos, tocar sus relucientes superficies recalentadas por el canicular sol. Los
hombres se interesaban por el funcionamiento y su mecánica y hasta uno preguntó
si comía y meaba. Los niños, curiosos y tímidos se acercaban con cierto temor y
cuando el dueño encendía el motor con la manivela salían corriendo espantados.
Los perros ladraban cuando traqueteaban por los empedrados de las calles. Las
viejas se persignaban a su paso.
En los viajes por los polvorientos caminos de la aridez larense había que tener
cuidado y paciencia con los arreos de burros que apuraban el paso con los toques
de claxon y había que parar constantemente debido a distintas averías o peripecias
del camino. En los viajes se invertía mucho tiempo y era pesadísimo el recorrido a
causa del calor, el polvorín de tierra que se levantaba y entraba a chorrerones por
todas partes en verano y el deseo vehemente de terminar con esa tortura cuanto
antes y finalizar el viaje.
Era toda una proeza emprender un viaje por las llamadas carreteras, que en
realidad, para esa época no eran más que angostos caminos hechos al paso. Los
conductores deben ingeniárselas para sortear los innumerables e inesperados
obstáculos y situaciones a los que era esperable enfrentarse. En la estación
lluviosa los lodazales y los ríos crecidos podían interrumpir el paso durante
semanas enteras.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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El tercer automóvil llegado a la ciudad lo trajo Edgar Anzola desde Puerto Cabello.
Fue el primer Ford que llegó a Barquisimeto y lo hizo el 14 de febrero de 1913.
Schael (1982), refiere este hecho en el testimonio del propio Anzola, quien narraba
que:
Estando en Barquisimeto recibí el telegrama de los hermanos Martínez,
propietarios del Central Yaritagua: “estamos dispuestos adquirir
automóvil si Ud. nos lo pone en la finca. Fdo. Amor Fiel Martínez,
Yaritagua, marzo 2-1913”. Era un desafío. No me intimidé. “Convenido.
Edgar Anzola”, fue mi respuesta. Tengo muy presente cómo se
arremolinó la gente, de a pie y de a caballo, en lo alto de la calle que da a
la “Cuesta de Santa Rosa”. Aseguraban que siendo tan empinada, difícil
me iba a ser llegar sano y salvo abajo. Pero la fe puesta en mi automóvil
era grande; el día convenido, a las ocho y treinta de la mañana, me
coloqué al volante y me lancé confiado. Ante la admiración del público
reunido sorteé el peligro y tomé la vía hacia el Yaracuy. El Ford y yo
llegamos en perfecto estado a la finca de los hermanos Ojeda (p.38).
51
51
Chofer de los años 20.
https://www.google.co.ve/search?hl=es-
419&biw=1280&bih=669&tbm=isch&sa=1&ei=T0ksWp3kDcyFmQGxtLCYAw&q=chofer+l+1910&oq=chofer+l+191
0&gs_l=psy-ab.3...29289.29289.0.29955.1.1.0.0.0.0.280.280.2-1.1.0....0...1c.1.64.psy-
ab..0.0.0....0.M5A6cBEdYEg#imgrc=Nm-1JY8lbkFjLM:
87
OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Hay que saber conducir un automóvil. Por lo general los vendedores son los
encargados de enseñar el arte de conducir. Las personas de categoría todavía se
resisten a aprender a manejar automóviles porque “es lo mismo que ser cochero”.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Totales 345 87
52
Automóviles y camiones matriculados en la Inspectoría de Vehículos del estado Lara (1929). Fuente:
Guía General de Venezuela (1929). p. 405.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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En 1925-1930, la Standard Oil Co. implantó las primeras bombas en los garajes y
sitios estratégicos de Caracas, así como a la entrada y salida de las poblaciones en
el interior del país. Las bombas instaladas por las petroleras funcionaban por
gravedad. Era necesario escurrir la manguera a fin de vaciar todo el contenido en el
tanque. Existían las bombas manuales de gasolina fabricadas por Gilbert & Baker
de 40 litros. Su cilindro superior de vidrio se llenaba bombeando con una palanca
en la parte inferior del artefacto que, al mover la bomba de succión, llenaba el
cilindro de vidrio. Se succionaba la gasolina desde un tanque subterráneo, cuya
capacidad total no iba nunca más allá de los dos mil litros. Al abrir la válvula de la
manguera, la gasolina bajaba por gravedad, a través del tubo de descarga.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Tan insegura era la vida que desde 1600 los comerciantes y viajeros que se
trasladaban desde Barquisimeto hacia Valencia, luego de atravesar la fatigosa e
incómoda serranía de Nirgua, barrialosa en época de lluvias, debían hacerlo
acompañados de una guardia armada por los ataques de los soberbios y orgullosos
jirajaras. 150 años después de Federmann, en 1688 se informa desde Nueva
Segovia que todavía se sigue tratando de refrenar los robos y muertes por parte de
los aborígenes y la gente española siempre vive con las armas en la mano (Nectario
María, 1952).
Pero esas no eran esas las únicas quejas e inquietudes de los comerciantes y
viandantes de esos remotos tiempos. Otros descontentos y disgustos provenían del
mal estado de las carreteras y caminos, rosario de críticas y demandas que venían
arrastrándose desde los informes de Pimentel en 1572, Olavarriaga en 1720 y que
continuaron hasta 1828 con Revenga y Sievers hasta los días de este siglo.
Es de observar que en estado Lara se construyeron entre 1870 y 1880 los tramos
carreteros de Barquisimeto a El Tocuyo, Acarigua y Yaritagua. Desde antes Carora
se comunicaba casi que exclusivamente con Coro, por las antiguas vías carreteras
que la comunicaban por el puerto de la Vela. Estas primeras carreteras no eran,
desde luego, grandes obras de la técnica y la ingeniería. Se trataba más que todo
de sendas imprevistas y azarosas en medio de llanadas de arena, cardones y
tunas, con algunos obstáculos orográficos e hidrográficos, atravesando pendientes
y dando a veces grandes rodeos para evitar zanjones y barrancas, así como ríos y
quebradas por falta de puentes.
Muchas veces tales caminos no eran adecuados para carretas y carruajes, por lo
que el uso de cabalgaduras (burros, mulas y caballos), además de los cargadores
indígenas desde la época de Federmann y las encomiendas, había sido el único
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Hasta hace poco más de 150 años eso fue lo que se conoció en aquellos remotos
días en que todo viaje y servicio de cargas se hacía por medio de arreos de burros
por precarios caminos.
Un viaje en ferrocarril hace que las mujeres y los hombres tengan que llevar entre
los efectos del equipaje una cobija de lana o chamarra que se lleva al hombro, que
servirá más tarde como colchón para acostarse en el vapor que navega hacia
Puerto Cabello. Las mujeres llevan el carriel terciado, inflado de pañuelos,
abanicos, vaso y otros enseres. Se viaja mucho y en mucho tiempo (demasiado,
dicen los pasajeros). Máquina diabólica, ¡Quince kilómetros por hora! Una locura,
dicen algunos. Ni siquiera puede contemplarse el paisaje, dicen otros.
53
Manufactura de cuero fino, elaborado en la única curtiembre de cueros de chivo que había
en Barquisimeto. El cuero de chivo era un producto de exportación importante y en su
procesamiento se utilizaba la vaina del dividive (Caesalpinia coriaria) por contener altos
contenidos de tanino, componente básico para el proceso de curtiduría (Gormsen, Erdmann,
op. cit. p.131). El cordobán es el cuero de cabra/chivo, ligero y suave, obtenido mediante el
uso de sustancias especiales, entre ellas los taninos. Este cuero se utilizaba para el repujado y
para el uso de zapatería fina.
54
Ferrocarril Bolívar. Foto de E. Reyes Yanes.
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Y es que eran cinco horas de viaje en tales bateles “eméticos”. La gente tiene que
acostarse al zarpar el barco para no marearse. Los más fuertes permanecen en
cubierta, encima de la carga. Adentro hay un camarote común con literas, aire
viciado y olor rancio a pescado y vómitos. Se llega a Puerto Cabello a las once de la
mañana. El tren que sale de este último puerto hacia Caracas lo hace al día
siguiente a las ocho de la mañana. La llegada a Caracas es a las cinco de la tarde.
El viaje de Barquisimeto a Puerto Cabello dura doce horas. El viaje de Barquisimeto
a Caracas duraba entonces tres días y dos noches, algo así como 58 horas y media
en camino, aunque en realidad con un tiempo de recorrido ferrocarrilero de 22
horas y media, pues el resto del tiempo se invertía en las pernoctas en Tucacas y
Puerto Cabello.
Dicho esto no queda más que decir cuán grande era el progreso de viajar en
ferrocarril y ahorrarse el esfuerzo de tener que cabalgar durante días enteros con
sus noches, durmiendo en alojamientos y cotarros más o menos incómodos o
menos agradables como los que describiera Madame de Tellenay.
La visita que hizo el general Cipriano Castro a Barquisimeto en 1908 con motivo
de una visita oficial está catalogada como la más rápida: 16 horas y 35 minutos.
Sube en la estación de Caño Amarillo en Caracas, embarca en La Guaira por la
noche en un barco de guerra, llega a Tucacas en horas tempranas de la mañana y
luego a Barquisimeto en el ferrocarril Bolívar.
La verdad es que no hay derecho. Los asientos de los vagones para pasajeros son
laterales, como los del tranvía de caballos. Además hay paradas donde le place al
conductor, bien sea para “hacer vapor” o para comprar algunas “manos” de
cambures y otras granjerías en ciertos lugares a lo largo de la vía. Hay quienes
llevan velas para medio alumbrarse en las noches porque la compañía
ferrocarrilera priva de luz a los pasajeros, para economizar.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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En 1832 la sucesión Bolívar remata las tierras de las minas de Aroa. Como estas
pertenencias estaban bajo hipoteca para el servicio de nuestra independencia,
pasan a manos de “The South American Cooper Limited”, con quien estaban
hipotecadas. El cobre había que transportarlo en recuas hasta el río Aroa, vía fluvial
hasta el puerto de “Las Canoas”, en Boca de Aroa. Años después consiguen con
una compañía inglesa la construcción de un ramal ferroviario Tucacas-Minas para
transportar el mineral de cobre. Esta empresa era “The Bolivar Railway Company
Limited”. Se inician los trabajos en 1872 con picas, puentes y colocando
durmientes importados, de acero corrugado llamados “tortugas”. Se construye en
un período de cinco años.
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55
Con el tiempo este caserío sería el pueblo de Aroa. Aroa fue el primer pueblo en
Venezuela en tener un ferrocarril internacional, luz eléctrica, encuentros deportivos
de béisbol y tenis, un distrito médico-asistencial, un taller mecánico, un laboratorio
químico-metalúrgico, el único teleférico de América del Sur, una planta de fundición
y donde se conoció la primera huelga de obreros (Segura, Daniel,1975).
55
Ferrocarril Bolívar. Fuente: El Cojo Ilustrado. 1898.
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56
Fuente: Guía General de Venezuela (1929). pp. 396-397.
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CAPÍTULO 5:
EL TEATRO
Al teatro asisten dos públicos absolutamente diferentes: los de abajo y los de
arriba. Los del patio y los del “gallinero”. El gallinero está destinado a “los
bienaventurados, tales como las hermandades descalzas y cofradías de
alpargata”57. Allí están los que protestan, los que irrumpen en delirantes ovaciones
a destiempo y los que con siseos mandan a callar una tos impertinente. Abajo está
la galantería, el refinamiento y el buen tono. Se habla en voz baja, se ostentan
elegantes vestidos y celestiales escotes. Hasta es posible acercarse a las divas.
En 1905 los cronistas de las actividades culturales se quejan de los que fuman
en el teatro y de los que no se quitan el sombrero e interrumpen la vista durante las
actuaciones de los artistas “por una que otra pava de terciopelo, paño, pajilla o
cualquier cuero de gallinero”, de los que profieren escandalosos gritos como si
fuera un circo y es además mala educación y falta de cultura. Otros expresan su
indignación ante la escasez de sillas, quedándose muchos en la incómoda
situación de no encontrar dónde sentarse.
57
Bolet Peraza, Nicanor. El teatro del maderero. Cuadros caraqueños, en Picón Salas, Mariano
(1980). Antología de costumbristas (p.198).
58
Querales, R. y Aranguren, T. (2005), p. 51.
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Los maromeros son los precursores de los circos que vendrán más tarde. La
gente se divierte con el vuelo de pecho y los trapecios para los saltos mortales.
Como los maromeros se instalaban en los solares de las casas y se presentaban al
aire libre, el equipo de trabajo que utilizaban era bastante simple. Bastaban unos
soportes o tijeras para sostener la cuerda o el alambre, un palo recto y alto para el
vuelo de pecho y por supuesto los trapecios para hacer las maromas mortales.
Algunos más audaces son los que se atreven a hacer el vuelo de pecho. Consiste
este en atar una cuerda a un mástil de unos diez a doce metros de altura. La
extremidad libre de la cuerda se amarra a un lugar a varios metros del mástil. El
maromero o acróbata se subía a lo alto del palo y se tendía de pecho sobre un tubo
que corría a lo largo de la cuerda y se dejaba llevar a gran velocidad hasta llegar al
extremo inferior de la cuerda.
Hay osados que se lanzan desde lo más alto de la torre de la Concepción hasta el
centro del terreno que hoy ocupa la Plaza Bolívar, por medio de un mecate bien
tenso. Se utilizaba un tubo de suela con el que se deslizaba llevando dos banderas
en las manos. Abajo lo intercepta un par de cobijas.
59
Ibídem. p.73.
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El primer teatro de que se tiene noticia era una casa de dos pisos que fue
adaptada para que funcionara como teatro, a la vez que como gallera, carpintería,
posada, peluquería, salón de billar, juegos de envite y azar y cantina. Era de Don
Ramón Corral y Mayor, y funcionaba en la hoy carrera 19 con la esquina de la calle
23, esquina noroeste. Duró hasta 1877, cuando la vivienda fue vendida al
Presidente del estado general Jacinto Lara.
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Los comienzos del teatro Juares como idea surgen durante el gobierno del doctor
Raimundo Andueza Palacio, quien como presidente de la República, efectuó una
pomposa gira oficial a Barquisimeto en el año de 1891. Sin embargo, ya un año
antes, en 1890, la Asamblea Legislativa del Estado había decretado la construcción
de un teatro para la ciudad y “se destina (…) la suma de veinte y ocho mil
trescientos cincuenta y dos bolívares a que según la Ley de Presupuesto ascienden
los diversos suplementos insolutos que se le han hecho al Gobierno Nacional por el
Tesoro del Estado” (Gaceta Oficial del Estado Lara, Nº 206 del 10-05-1890). Se
expide la resolución donde se nombra una junta y se asigna el presupuesto con que
se compra el terreno. En enero 1891 el ingeniero Luciano Urdaneta, elabora los
planos y los publica el 4 de febrero de ese año en el Boletín del M.O.P. 1890-9160.
Esta obra no llegó a realizarse tal vez porque no tuvieron éxito las gestiones
realizadas por el Presidente del Estado para recuperar los fondos que serían
necesarios para emprender la obra de construcción del edificio para el teatro.
Fue Germán Giménez como Ministro de Obras Públicas quien escoge el sitio para
ser construido, donde había una pequeña casa de bahareque y un corral de chivos,
por ser el “centro físico” de la ciudad y además, a propósito de estas actividades
teatrales, donde se acostumbraba a escenificar obras de manera improvisada. Pero
luego sobreviene la Revolución Legalista en 1892, acaudillada por el general
Joaquín Crespo. Hubo que desviar el resto de la asignación para la construcción del
teatro para gastos militares.
Aunque el proyecto del teatro no pudo llevarse a cabo de forma inmediata, fue
durante el gobierno del general Aquilino Juares cuando comienza a materializarse
la construcción del teatro. El 1° de enero de 1895, en mensaje ante la Asamblea
Legislativa, el general Juares decía: “La ciudad de Barquisimeto es el asiento del
gobierno (…) ha llegado a la altura en cultura, como en desarrollo comercial y
reclama un teatro que no solo sea ornamento artístico, sino también centro donde
la sociedad barquisimetana vaya a contemplar el recio batallar de las pasiones,
contra el muro inconmovible de las virtudes”.
Un año más tarde, el mismo presidente del estado en su mensaje de fecha siete
de enero de 1896 informa que “ha logrado que el Gobierno Nacional ceda a la
Municipalidad un terreno de su propiedad, a fin de iniciar la construcción del
teatro”. Sin embargo, aun siendo propiedad del municipio el terreno destinado a la
construcción del teatro, este no puede ser iniciado debido a que la partida
asignada para tales efectos (Bs. 40.000) se utilizó íntegramente para finalizar la
construcción de la cárcel de Las Tres Torres”.
60
Luciano Urdaneta era hijo del prócer de la independencia Rafael Urdaneta, graduado en la
Escuela de Puentes y Calzadas de París y autor de los planos del Capitolio Federal y otras
notables obras de ingeniería, tales como el acueducto de Macarao y el dique de Caujarao
(Cardot, Carlos F. Crónicas Barquisimetanas. El Teatro Juares. El Impulso, 3-5-1966).
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Es a comienzos del año de 1897 cuando por fin se inician las obras de
construcción.
Le correspondió al doctor Luis Muñoz Tébar la dirección de las obras del teatro a
comienzos del año 1897 con un presupuesto estimado de Bs. 180.000.
Pero sigue la mala suerte. Cuando sobreviene la revolución del general José
Manuel Hernández (el Mocho Hernández), la terminación del teatro fue paralizada,
aunque para ese entonces ya era utilizable, siendo apenas más que una especie de
galpón. Pero siempre hay algún oportunista. Desde el techo del teatro se divisa una
gran extensión del cerro Manzano, por lo que en tiempos de guerras civiles fue
utilizado como fortaleza. En el año de 1904 el Concejo Municipal crea una junta
especial que se encargaría de terminar de construir el teatro, para lo cual se creó
un impuesto. Fue un proceso lento, hasta que finalmente
quedó terminado el teatro, con fachada tipo neoclásico, inspirada en el Teatro de la
Ópera de Buenos Aires. Los primeros años de funcionamiento el teatro se llamaba
Municipal, pero en 1912 fue cambiado por el nombre de su primer constructor:
Teatro Juares.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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En resumen,
parece que esa
demolición-
remodelación-
reconstrucción
tuvo cierta
justificación,
aparte de otras
causas, pero
que hizo que se
optara por una
transformación
total o del
teatro desde la
parte interna con la ampliación del proscenio, elevación de la altura desde el
vestíbulo con caída en pendiente y aumento de la capacidad de espectadores,
hasta la parte externa, con la colocación de las escaleras (gradas) en la entrada
para darle cierta altura (el teatro antiguo estaba a nivel de la calle), la utilización de
mármol en la fachada y otros elementos decorativos tanto internos como externos.
61
Foto tomada del libro electrónico de Alexander Moreno, Barquisimeto en Primera Persona.
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También circuló y se contó mucho dinero, pues allí funcionó una agencia del
Banco Nacional, el cual cerró sus actividades en 1844 al declararse en quiebra. A
fines del siglo 19 en La Francia se destapó la primera botella de cerveza.
Por mucho tiempo el hotel La Francia, junto con el hotel Central de la Negra
Susana estuvo asociado con las actividades del teatro Juares y sirvió de
alojamiento a los elencos de artistas de las compañías de teatro y zarzuelas,
músicos, magos, cantantes, bailarinas, tiples, divas, por lo que era el encuentro
entusiasta para el comentario sobre la obra presentada y el brindis consecuente
con las hermosas estrellas de las tablas e intentar siquiera algún amorío con
alguna de ellas.
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CAPÍTULO 6:
SERVICIOS PÚBLICOS
Barquisimeto siempre ha sido una ciudad seca con sus fuentes de agua limitadas
y lejanas. La población de Barquisimeto desde su fundación en la planicie aluvional
en su definitivo asiento por el año de 1579 se abastecía en primer lugar de
manantiales que existían en varias zonas aledañas, tales como el zanjón de
Cárdenas (actual Concha Acústica), así como el Bosque Macuto y el bosque de
Titicare y aun de las aguas del río Turbio. El transporte de agua se hacía desde esos
sitios a lomo de mula o por medio de fornidos aguadores en panzudas tinajas o
pimpinas.
Otros reservorios de agua eran los aljibes de las casas donde se almacenaba
agua de lluvia y las lagunas de las muchas que había en la ciudad, donde las
personas lavaban sus ropas y saciaban la sed tanto de ellas como de los rebaños
de animales. Tales manantiales y lagunas con el crecimiento de la población y su
concomitante demanda ya no daban abasto para satisfacer las necesidades de la
comunidad y en otros casos se contaminaban por distintas causas y por los
vertidos de aguas negras de la ciudad.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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recorrido. El canal principal no era sino una zanja abierta sobre rellenos y en
terrenos sin consolidar, llenos de fisuras que provocaban la pérdida de agua por
filtración y el hundimiento de una gran parte del cauce del buco o zanja.
En uno de los números del "Boletín Científico" (1912), el doctor Pineda publica un
artículo denominado "El agua del acueducto de Barquisimeto", en donde expone lo
siguiente:
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El ubérrimo valle del río Turbio, a los pies de la meseta, se mostraba como el
tesoro más apetecido en cuanto a fuentes del vital líquido desde tiempos pasados.
Los habitantes necesariamente debían bajar hasta él para abastecerse del
hidráulico recurso, acarreándolo en chirguas por esforzadas mulas o a hombros de
fortachones peones que subían por las empinadas vereditas que llevaban a la
ciudad. En un documento de 1591, a raíz de la defraudada construcción de la
iglesia de Nueva Segovia, ubicada en su cuarto asiento o traslado, que, de acuerdo
con Querales (2003), citando al hermano Nectario María, correspondía al sitio de
Samurubana, se dice que no pudo terminarse su construcción, ni siquiera los
cimientos, debido a “lo mucho que cuesta juntar los materiales y no haber agua en
la dicha ciudad y traerse de fuera en cabalgaduras de mulas y caballos” (p. 225).
Sin embargo, Ya era conocido desde la época colonial que en algunos puntos de
la extensa y descombrada meseta existían manantiales, pero que por su naturaleza
no podían abastecer las necesidades siempre crecientes de la población. El
llamado zanjón de Cárdenas y la hoy denominada Pila Lara, eran algunos de esos
sitios que manaban corrientes cristalinas de subterráneas fuentes. De modo que, al
establecerse la ciudad de Barquisimeto en su última y definitiva ubicación, pronto
la exigencia ante la escasez del agua habría de sentirse a parir de los inicios del
siglo XIX.
No obstante que a duras penas la ciudad crecía y pese a los estragos producidos
por el terremoto de 1812, los surtidores naturales y abundantes de agua se
encontraban a poca distancia de la pequeña urbe, frente a la espléndida vista del
valle del Turbio y a los pies del cerro El Manzano: los fecundos bosques de Macuto
y Titicare. En ese boscaje de virgilianos entornos, corrían riachuelos y hasta arroyos
y quebradas de rumorosas corrientes, provenientes de ricos, frescos e hidráulicos
veneros.
Pero este poético paraje también tenía sus entuertos. La zona denominada
Macuto era una hacienda dedicada al cultivo de árboles frutales, de café y caña de
azúcar, los cuales se daban con facilidad debido a la riqueza acuífera presente en
la zona. Resulta que para 1896 se planteaba por parte de algunos inversionistas la
instalación de la primera compañía de luz eléctrica que se conoció en la ciudad. La
fuerza motriz debía de proceder precisamente de la quebrada de Macuto, por
medio de un desvío de sus aguas hacia la hacienda El Molino, donde se instaló
una planta hidroeléctrica.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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62
Bosque Macuto desde el río Turbio. https://www.google.co.ve/search?hl=es-
419&biw=1280&bih=620&tbm=isch&sa=1&ei=fmssWqrOOseUmQHt5pvQDg&q=Barquisimeto+antiguo+bosque+
Macuto&oq=Barquisimeto+antiguo+bosque+Macuto&gs_l=psy-
ab.3...7155.12182.0.12631.14.14.0.0.0.0.138.1691.0j14.14.0....0...1c.1.64.psy-
ab..0.1.137...0i30k1.0.weGS8bqvq0Q#imgrc=m4EtIW2DGRbDNM:
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Fue Pedro Francisco Amaral en 1813, gobernador provisional para ese entonces,
quien se dispone a sanear la frondosidad, “sondear el fondo del bosque,
expurgando su maleza y nombrar un celador". Sucesivos gobernadores, siguiendo
la atención que el bosque solicitaba hicieron lo propio, tanto así que logró llegarse a
acuerdos con los dueños de las haciendas por donde pasaban las aguas tributarias
para así aumentar el caudal de agua. Por los distintos litigios suscitados en esa
época sobre las aguas de la quebrada de Macuto, para 1832 con la instalación de
la Diputación Provincial de Barquisimeto, se crea la Ordenanza de Policía del 3 de
noviembre de 1832, en lo que vendrá a ser la primera legislación sobre riego que
tuvo vigencia en la Provincia, la cual establecía previsiones concretas en cuanto a
la utilización de acequias y los aspectos relacionados con los desechos y estacadas
de los ríos. En efecto, en el artículo 93 del citado reglamento se establecía que:
“Todo propietario de un fundo tendrá acción para sacar agua de los ríos
y conducirla a sus posesiones para el riego de sus sementeras abriendo
el cauce necesario, siempre que no perjudique en el terreno ni con el
agua a los que tengan ya establecidas sus tomas…” (Ordenanza de
Policía, 3 de noviembre de 1832).
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Y fue gracias a don Bernabé Planas y con la acción conservacionista de don Juan
de Dios Ponte, lo que fue la hacienda Macuto con el tiempo fue convertida por el
Concejo Municipal en un bosque exuberante, pleno de árboles con gruesos troncos
y de diferentes especies. Se reforestó el bosque con el fin de aumentar el caudal de
sus aguas recónditas, de las cuales se surtía ciudad. A ellos se les debe la
reaparición de las aguas de la quebrada, ya que las vertientes de la misma se
habían agotado, sus veneros se habían secado, producto de las continuas talas y
quemas realizadas en la zona. Y con ello se manifestaba el deseo de conservar,
para el consumo de la población, las aguas allí producidas, así como también el de
asegurar el riego de las haciendas productoras de caña de azúcar y frutos de la
tierra con que se alimentaban y sustentaban los barquisimetanos.
A su vez, el artículo 4° fijaba las taxativas funciones que debía ejercer como
celoso cancerbero el funcionario, por lo que:
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Una de las personas que logró obtener un permiso por parte de las autoridades
para ingresar al bosque fue el doctor Eliodoro Pineda, quien acompañado de un
amigo fue a bañarse en los hondos pozos del entonces cuidado bosque, en donde
se decía que había gordas guabinas y parsimoniosos peces en sus claras aguas.
Esta es la historia si se quiere dorada del bosque en sus mejores años. Veamos
ahora la historia oscura y deslustrada.
Para evitar esto desde antaño se había adoptado una serie de medidas tendentes
a prevenir la incursión de agentes foráneos al mismo que perjudicaran de una
manera u otra el uso de sus suelos. Estas medidas eran de tipo preventivas, que ya
se venían cumpliendo desde la época de Juan de Dios Ponte en 1832, Estas
disposiciones sobre el bosque Macuto se correspondían con el proceder de las
generaciones de antaño de proteger, cuidar y defender al bosque del abandono y
de los intrusos. Pero que no pudo impedir que los aprovechadores furtivos y las
invasiones a los predios del bosque hicieran cada vez mayores los cortes de leña,
caña brava y maderas aprovechables (Chiarilli, 1996, op.cit.).
Por otro lado, el uso del bosque como área recreacional procedía desde hacía
muchos años atrás. Se recuerda el agasajo organizado por el entonces gobernador
general Carlos Liscano e integrantes de la sociedad de notables de Barquisimeto el
23 de agosto de 1908, para agasajar la llegada del presidente de la República
general Cipriano Castro, quien hizo su entrada a la ciudad por el ferrocarril Bolívar.
Vicencio Pérez Soto en el año de 1935 decreta al Bosque Macuto como área
recreacional, y no sólo eso, sino que propone la construcción de una piscina
utilizando las aguas de la quebrada de Macuto. Esto viene a significar un cambio
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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radical en la vida del bosque. A partir de esta fecha, el mismo, se hace público para
la comunidad.
De manera pues que, entre los años de 1930 hasta 1948 el Bosque Macuto
funcionó como área de esparcimiento y diversión de los barquisimetanos. Desde
1948 a 1950 el Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS) pasa a administrar
los acuíferos para así abastecer de agua a la ciudad con la instalación de las
primeras bombas succionadoras de los fluidos torrentes para alimentar y aumentar
el caudal líquido del para entonces precario y obsoleto acueducto de Barquisimeto,
cuyas aguas provenían de Macuto y Titicare.
Las primeras bombas funcionaban con gasoil y luego se instalaron las accionadas
por electricidad. Cada pozo tenía una profundidad de entre 40 y 60 metros y se
extraían unos 80 litros de agua por segundo. Para la construcción e instalación de
dichos dispositivos hubo que sentenciar al bosque con la tala y destrucción de unos
2.800 metros cuadrados de árboles y arbustos.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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¿Está todo perdido? ¿Desaparecerá para siempre este pulmón vegetal de gran
riqueza ecológica? ¿Es posible recuperar este espacio geográfico emblemático de
nuestra ciudad, celebrado y cantado por nuestros poetas? Muchos planes y
proyectos efectivamente se intentaron para, a largo plazo, devolverle la lozanía,
verdor y vitalidad al antiguo bosque. Esos hermosos y esperanzadores planes sólo
quedaron en el papel.
A pesar de ello, todavía estamos en deuda con nuestros ancestrales padres del
bosque: desde la época de los indómitos caquetíos, dueños absolutos de esta joya
natural y desde los años augurales de don Bernabé Planas y Juan de Dios Ponte,
¿podrá al fin descansar en paz el alma de Juan Colorao?
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Ese uso del bosque como área recreacional provenía, sin embargo desde hacía
muchos años atrás. Se recuerda el agasajo organizado por el entonces gobernador
el general Carlos Liscano e integrantes de la sociedad de notables de Barquisimeto
el 23 de agosto de 1908, para agasajar la llegada del presidente de la República
general Cipriano Castro, quien hizo su entrada a la ciudad por el ferrocarril Bolívar.
Luego de que el general Castro a su llegada y después de haber lanzado por las
calles de Barquisimeto
monedas de oro a la
pobrería (hecho sin
precedentes en Venezuela),
el agasajo llevado a cabo
en el Bosque Macuto contó
con la asistencia de las
más altas personalidades
representativas de la
sociedad barquisimetana
de entonces. Hubo un
magnífico almuerzo
campestre, fuegos
artificiales en pleno bosque
y exquisita música.
63
En lo que respecta al marco del picnic varios poetas locales recitaron sus mejores
versos, como el tenor Rafael Soteldo. En fin, los líridas le resaltaron su
personalidad con poesías, los intelectuales la prosa lisonjera, y los artistas del
pentagrama le brindaron música (Chiarilli, 1996, op.cit).
63
Foto tomada del libro electrónico de Alexander Moreno, Barquisimeto en Primera Persona.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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A pesar de ello, desde esa fecha (1908) y desde mucho antes, se habían cuidado
muy bien los barquisimetanos de no intervenir de ninguna manera el natural
encanto del boscaje, no permitiendo la introducción y construcción de elementos
que involucraran materiales no adecuados o extraños al entorno, como lo era, por
ejemplo, del uso del cemento.
Y así no más, terminado el bailoteo, así como llegó, se marchó con la fresca e
insolente actitud del descarado.
Para los años de cambio de siglo del XIX al XX, Barquisimeto contaba con 9 calles
longitudinales por 13 transversales. Para 1922 ya contaba con dos avenidas
principales, 11 calles longitudinales y 21 calles transversales. Ya desde 1908, en la
época de Juan Vicente Gómez, se había decretado que el suministro de agua o de
acueducto era un servicio público de prestación obligatoria y gratuita por parte del
Estado a sus ciudadanos.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Para 1930 el agua se traía de Agua Blanca, en las cercanías de Río Claro.
Barquisimeto tenía para ese entonces, de acuerdo con el censo de 1927, la
cantidad de 23.190 habitantes y para 1935 ya tenía 36.190. Para 1940 el agua se
trae desde Guamacire por medio de una galería filtrante y las correspondientes
tuberías para llevar agua Barquisimeto.
64
Ídem.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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La planta hidroeléctrica fue destruida en 1899 por las fuerzas liberales que
tomaron por asalto la ciudad en ese año, con motivo del movimiento insurreccional
del general José Manuel Hernández (el Mocho Hernández).
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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El año de 1921 trae una nueva máquina de 40 caballos, más potente. En 1924 la
Compañía celebra venta con unos industriales canadienses y toma el nombre de
“Venezuela Power Company”. El contrato fue de 25 años, al término de los cuales
la municipalidad podía adquirirla.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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El suscriptor pagaría por el servicio una cuota mensual de Bs, 26 con la cual
podría conversar con otros suscriptores interurbanos sin gasto adicional. Luego se
va a establecer una tarifa por llamadas en las comunicaciones de larga distancia
entre una y otra ciudad a razón de Bs. l por cada conversación de 5 minutos. Si el
suscriptor dañaba el teléfono debía pagar 40 bolívares adicionales. Si mudaba el
teléfono sin permiso de la compañía debía cancelar 75 bolívares mensuales (Rojas
Hermanos, Ob. Cit., P. 188. Rafael Ramón Castellanos Ob. Cit. P. 181. Memoria
Fomento 1884.p.336).
Al principio, todo fue alabanzas para el prodigioso invento. Más tarde empezaron
a acumularse las quejas por el servicio. Algunos se referían al detestable servicio
prestado por la Compañía: se liga una línea con otra, no se escucha nada en el
aparato y cuando llaman a la oficina para reclamar las fallas nunca hay nadie.
6.10.- LAGUNAS,
QUEBRADAS Y
DRENAJES DE
BARQUISIMETO
65
Decíamos que
Barquisimeto siempre
ha sido una ciudad
seca, pero no por eso
ha dejado de llover. La
documentación
histórica conservada a
lo largo de los años
(1562, 1808, 1933,
1981, entre otras), refieren lluvias torrenciales causantes de estragos en diferentes
partes de la ciudad.
65
Ídem.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Las Cuatro Lagunas o de Álamo fueron cegadas en 1844. Antiguamente era una
sola laguna y unos años antes existía en ese sitio un ingenioso aparato construido a
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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propósito para llevar agua desde esa laguna hasta las obras de reconstrucción de
la iglesia de La Concepción. Este artilugio tenía el curioso nombre de “Pancraso”.
Silva Uzcátegui. (1959:264) expresa que en los cruces de las calles de Ayacucho
(carrera 18) y de Obispo (calle 26), se llamó antiguamente de la laguna de Álamo,
porque con las lluvias se formaba un enorme pozo que llegaba hasta la esquina de
la Iglesia de La Concepción y el cruce con la calle del Puente o Ilustre Americano
(carrera 17). Por orden del gobernador Jacinto Lara en 1844 al construirse un
terraplén para ampliar lo largo de las calles de Ayacucho y de Obispo, se dividió la
laguna en cuatro más pequeñas. Desde ese entonces la esquina de la laguna de
Álamo comenzó a llamarse esquina de las Cuatro Lagunas. Con el transcurrir del
tiempo se rellenó la zona y se urbanizó el sector.
La laguna de La Clara era muy útil para los ganados que pastaban en los
alrededores de la ciudad en las sabanas que se extienden desde la población hacia
el nordeste, hasta la quebrada de la Ruezga. Se llamaba así por sus aguas
límpidas. Las aguas de San José tenían su curso natural hacia la laguna de La
Clara, que existía entre las calles denominadas Miranda (carrera 21) y Bruzual
(carrera 22), en el sitio donde estas son cortadas por la calle Escalona (calle 19).
Las aguas desbordadas de esta laguna seguían su curso hacia los terrenos
cenagosos de la laguna de La Sucia.
El pozo Angulo era una depresión que acumulaba agua de lluvia y otras
escorrentías. Existió en la esquina conformada por la carrera 24 con calle 48, hacia
la esquina noroeste del Cementerio de Bella Vista.
Laguna de La sucia. Había por lo menos dos lagunas con ese nombre. Una de
ellas estaba situada más próxima a la ciudad, desde la esquina formada por la
carrera 21 con calle 21 (esquina de La Sucia) hasta la esquina de la carrera 21
con la calle 22 (esquina de La Máquina). Se llamaba así por ser sus aguas
pantanosas, oscuras, en terrenos cenagosos.
La laguna de la Calle Real existió hasta la década de los años 30 y estaba situada
en la carrera 19 con calles 36 hasta la 38. Se alimentaba de las aguas de lluvia
que provenían del oeste.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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La laguna de Levalle tuvo su origen en los terrenos privados de una familia Orozco
en 1928, ubicados entre las carreras 18 a la 21 con calles 50 y 54. En dicha
posesión cavaron un pozo grande que luego se convertiría en laguna de Levalle.
La Laguneta, aunque no se conoce lugar exacto de su ubicación, de ella se hace
mención que en ese lugar se construyó la capilla de San Rafael y en la década de
1950 la capilla fue demolida y se construyó la iglesia de Barrio Nuevo. El terreno
destinado para levantar la capilla era anegadizo y las aguas sobrantes se dirigían a
otra laguna cercana llamada de La Vera entre los callejones 13 y 14 de esa zona.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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CAPÍTULO 7:
CULTURA MUSICAL EN
BARQUISIMETO
En los actos públicos y celebraciones oficiales organizados por el gobierno del
estado en ocasión de fiestas patrias y otros eventos, tiene distinguida presencia la
retreta. La retreta es la presentación pública de conciertos música por lo general de
carácter popular, generalmente tocada por la llamada Banda del Estado y que
acostumbraba interpretar los días jueves y domingos en las principales plazas
públicas de la ciudad.
Hay una música para la elite, destinada a las tiesas autoridades gubernamentales
y personalidades significativas que asisten a actos protocolares en los edificios del
gobierno, generalmente tocada por bandas marciales o por la Banda del Estado,
con un programa que incluía desde el izamiento de la bandera, el himno nacional y
estadal y un repertorio “oficial” compuesto por música de matiz académico. Y hay
una música de carácter popular con bandas que ejecutan géneros bailables como
el pasodoble, el vals, la cuadrilla y la que corresponde a la música tradicional
larense. Además está la serenata.
Fueron los hermanos Torrealba -José Antonio y José Eligio- los pioneros del
movimiento artístico en Barquisimeto. Se iniciaron en el estudio de la música con
don José María Pérez, nacido en esta ciudad en agosto de 1810 e hijo de don Juan
de Dios Pérez, artista de renombre y Maestro de Capilla en el siglo XVIII. Eliseo
Soteldo en sus crónicas nos dice que José María Pérez y su hermano Fernando
Pérez fueron nombrados directores de la “Sociedad Filarmónica” en 13 de octubre
de 1852, considerada como una de las orquestas más antiguas de la ciudad. Es de
hacer notar que José María Pérez, al igual que su padre, desempeñó el cargo de
Maestro de Capilla de la iglesia de la Concepción hasta 1866, año en que ocurre su
muerte.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Entre sus discípulos figuran músicos que más tarde tuvieron destacada actuación
en nuestra ciudad, así como profesionales e intelectuales distinguidos del
Barquisimeto de entonces, entre los cuales estaban Juan Manuel Álamo, quien
estudiaba clarinete, cornetín y violoncelo; Simón Wohnsiedler en piano, flauta y
clarinete; Antonio Álamo en contrabajo, Julio Irigoyen en flauta y los estudiantes de
violín Eliodoro Pineda y Walterio Pérez y otros más. Entre los discípulos más
aventajados aparece el insigne violinista Franco Medina (Francisco de Paula
Medina), nacido en Barquisimeto en 1874. Entre la presencia y el aporte artístico
de la mujer larense, entre sus discípulas se encontraban Berenice y Adriana Álamo
Dávila, Ismenia y Estéfana Castillo, Panchita y Magdalena Seijas, entre otras.
Las composiciones musicales escritas por don José Eligio Torrealba fueron
numerosas, pero lamentablemente extraviadas en su totalidad. Se recuerda la
solemne Misa en Re que dedicara al doctor Wohnsiedler y que fue ejecutada por
primera vez en el templo de La Paz en el mes de octubre de 1881, con motivo de la
repartición de premios del Colegio San Agustín.
El maestro José Eligio Torrealba falleció en esta ciudad en el año de 1909. En esa
ocasión el gobierno del estado rindió un homenaje póstumo a su meritoria labor
cultural. Nuestra generación tiene una deuda contraída para con este eximio artista
del pentagrama, quien fuera nervio y propulsor de una de las épocas más
transcendentales de la historia de la música larense.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Napoleón Lucena habitaba en una casa situada en la carrera 16, hacia el oeste
de la plaza de La Paz o Wohnsiedler. En esa vivienda ensayaba la orquesta Mavare
y luego en otra que el mismo Lucena construyó en la esquina diagonal al templo de
La Paz, carrera 16 con calle 29, donde el músico regentaba una venta de discos
fonográficos.
Cierto domingo, reunidos el maestro Lucena con algunos amigos, luego de oír las
notas musicales interpretadas por la aprendiz, le sugirieron al director de la Mavare
que procurara reunir tales piezas de enseñanza musical y las arreglara en una sola
composición. Fue así como nació “Hendrina”, tomando segundo apellido de la
gentil hija de Holanda.
Frente a la plaza La Paz por la calle 29, en una de las humildes viviendas de esa
zona, vivía el poeta y tipógrafo Juan Manuel Rojas a quien Lucena solicitó
escribiera unos versos adaptados al ritmo del bambuco-canción para luego
entregárselos con gran afecto a la agraciada señorita. La pieza musical como tal
fue estrenada el 31 de diciembre de 1932 en el teatro Juares, alcanzando de
inmediato gran notoriedad, convirtiéndose en la actualidad en el himno sentimental
del estado Lara y Barquisimeto en particular.
La casa que habitaba Ana María Hage Hendrina quedaba en la carrera 17 entre
calles 29 y 30, acera norte, de la cual sólo existen unos minúsculos vestigios de la
tal edificación.
¿Y qué pasó con Hendrina? Es sugestivo pensar que aquella nívea doncella que
inspiró al poeta Juan Manuel Rojas el drama de amor y tormento que se entrelaza
en las estrofas de la letra del bambuco de Napoleón Lucena, tal vez nunca llegó a
saber de la legendaria fama que obtuvo la pieza musical y la huella que dejó en
nuestra ciudad inspirada en ella. Ana María Hage Hendrina murió octogenaria en la
isla de Puerto Rico.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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A los cinco años de estudios, ya Medina tenía establecida una Escuela de Música,
al frente de la cual estuvo durante 25. Ya se había dado a conocer en los círculos
musicales europeos como famoso ejecutante de violín, pedagogo, compositor y
director de orquestas operáticas y sinfónicas. En 1908 obtuvo un premio por el
texto de su “Método practico per lo estudio del violino, de Franco Medina”.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Álamo Dávila, Nemecio Paiva y Carlos Castillo, todos abogados; Otilio Ramos,
flautista y comerciante, Walterio Pérez, violinista y profesor de francés y Rafael
Garcés, comerciante.
Como aspecto curioso, se cuenta que Eliodoro Pineda, a la edad de seis años
tocaba el violín con mucha perfección, hasta tal punto que su padrino, el padre
Ildefonso Escalona le exigió que tocara su primera misa de aguinaldo en la iglesia
de Altagracia, obteniendo en premio media morocota.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Esa época risueña del arte musical barquisimetano y regional dio muchos artistas
del pentagrama que distribuidos a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y
principios del siglo XX, entre ellos se destacan importantes y prestigiosas
representaciones. Entre los más músicos conocidos se pueden citar a los
siguientes barquisimetanos:
Sus padres fueron el abogado Manuel Silveira y Palmacia Dolores Barrios Yépez.
Hermana de Blanca y María Silveira. Es considerada junto con Berenice Álamo una
de las más importantes pianistas que ha producido el estado Lara. Sus
instrumentos preferidos eran: el piano, la guitarra, el arpa, la citara, órgano,
mandolina y violín. En 1904 comienza sus estudios en el Colegio Inmaculada
Concepción cuando éste inicia actividades ese año, convirtiéndose en una de sus
alumnas fundadoras. Allí le dictaba clases de música la Hermana Marta María, pero
desde los seis años ya recibía este tipo de enseñanza de parte del profesor Claudio
Rocha. En esa institución educativa recibe el título de maestra en segundo grado
cuando tenía catorce años de edad.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Le siguen Trina Castillo, María Ruiz, Sara García Sorondo, Ángela Fernández de
Soteldo, Nieves de Fortier y muchas otras más.
Virgilio Soteldo: ejecutante del violoncelo. Junto con Ramón Pérez, su maestro,
Mr. Riehl, jefe de la Casa Blohm, Rafael Franco y otros músicos, formaron parte de
la “peña musical” de la Mesa Alemana. El general Aquilino Juares le obsequió un
valioso instrumento.
Ramón Díaz Lugo: excelente cornetinista y gran pintor del estado Lara, discípulo
de Rafael Monasterios. Fue integrante de la Banda del Estado y la Orquesta
Mavare.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Hergen Suárez: discípulo del maestro Franco Medina. Tenor de bien timbrada voz.
Formó parte del concurso Gran Caruso realizado en Caracas, donde obtuvo el
segundo premio. Grabó un disco de 45 rpm.
Es posible que se hayan omitido muchos destacados músicos de gran valía, pero
la intención es ofrecer un muestrario de nuestra rica tradición musical
barquisimetana que aportó en su momento su valiosa contribución.
Para cerrar esta etapa de valores musicales tenemos a Miguel Antonio Guerra,
discípulo del maestro Franco Medina y fundador de la Orquesta Mavare, la cual se
inició el 31 de diciembre de 1897 con el baile efectuado en el hogar de Aurelio
Manzano.
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Ídem.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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En efecto, un poco antes de la retreta del domingo, Archibaldo ya tenía entre sus
manos el flamante instrumento. Lo observó con detenimiento, lo acarició de arriba
abajo, hizo vibrar varias veces las cuerdas con el arco y los sonidos le hicieron
sonreír ingenua y candorosamente, mostrando sus dientes de conejo, con la alegría
de un niño.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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CAPÍTULO 8:
DIVERSIONES POPULARES
Para los años finales del siglo XIX si la gente quiere divertirse y celebrar alguna
fiesta hay que ir a los lugares de moda. Los domingos se pasea en tranvía y ya al
mediodía los paseantes se llegan al Champagne Frappé, en la estación del
ferrocarril. En cambio, lo que se quedan a ver películas del último invento de Edison
ocurren luego al Vitascope, de Amatto Baldasari, ubicado en la calle Libertador
diagonal a la Botica Olivares en una casa que quedaba frente al antiguo Palacio de
Gobierno construido por el general Jacinto Fabricio Lara. Como todo acontecimiento
que causa sensación, nace la referencia urbana y ciudadana como suceso oficial
digno de dejar huella y recuerdo.
En 1875 la ciudad se divierte con las primeras manifestaciones del cine. Primero
fue el cosmorama, una caja cerrada con unos grandes vidrios de aumento, que
colocada convenientemente a la luz del sol se veía una serie de figuras y cuados
móviles como paisajes, barcos navegando en el océano, vistas de tropas y soldados
y otras más. Las imágenes eran fijas, pero los cuadros se iban cambiando. El costo
era de Bs. 0,25 la vista de cinco minutos.
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Esto no quiere decir que esta haya sido la primera función del cinematógrafo,
pues ya en algunas casas particulares y corrales se habían dado funciones con
aparatos que proyectaban películas.
Las películas de moda en 1908 son las que han cosechado más éxitos en Europa
y América: La toma de Puerto Arturo, La historia de un pierrot y Corazón y patria. El
aparato que exhibía estas películas se llamaba bioscopio, de origen inglés, que
funcionaba gracias a un generador de electricidad que era movido por una máquina
de vapor.
Pero nunca faltan las críticas. En 1909, el Eco Industrial del dos de noviembre
hace algunas críticas a la función de un kinetoscopio, según lo referido por Silva
Uzcátegui:
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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En las tardes de fines de semana se ofrecían corridas de toros. Era un cine al aire
libre y la primera película que se proyectó en la noche de su inauguración fue
Presagio. Amenizaba las veladas la orquesta Mavare. También se presentaban
obras de teatro, zarzuelas y operetas y posteriormente boxeo. La entrada más
económica costaba un medio (Bs. 0,25) en la parte llamada paraíso, situada en lo
más alto de la construcción que poseía gradas de madera. En el Circo-Cine Arenas
se proyectó la primera película de largo metraje que se conoció en la ciudad.
También fue protagonista en 1936 de una tángana a causa de la interrupción de
una película que se proyectaba en ese momento denominada El blanco trágico.
Alguien sale raudo a avisar a la policía, cuyo cuartel quedaba al lado del Palacio
de Gobierno en la calle 25. Cuando llegan los gendarmes, daba la casualidad que a
esa hora estaba saliendo el público del Cine Arenas de ver la película “La
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Primavera”, que por supuesto no tenía nada que ver con la protesta de los airados
asistentes en el cine Bolívar. Los policías, por equivocación embisten sus fuerzas
de choque contra los inocentes espectadores de “La Primavera”.
Los Milagros de la Divina Pastora fue hecha con amigos y conocidos de la ciudad.
Estrenada el 8 de julio de 1928 en el cine Bolívar, intervinieron 20 artistas y costó
8.000 bolívares. Constituyó todo un éxito de taquilla, pues recaudó 40.000
bolívares en la totalidad de las presentaciones en Barquisimeto y otras ciudades.
La segunda película de Amábilis Cordero se llamó La cruz de un ángel y se estrenó
el 29 de abril de 1929.
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Foto suministrada al autor por el cronista Hermann Garmendia.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Para mediados del siglo XIX las fiestas populares son las corridas de toros
coleados, juegos de pirotecnia y globos aerostáticos. La diversión va de acuerdo
con las costumbres y moralidad de la pequeña urbe, donde las diversiones son
sencillas y populares, como lo son las tertulias en las casas de familia y en algunas
esquinas bajo el farol crepitante de los candiles de manteca de marrano y aceite de
tártago, también las veladas, bolos, circos ambulantes, juegos de salón, bailes,
tragos y cohetes.
Los llamados “juegos de prendas” eran los juegos para “pasar el rato”, para
matar las horas y entretenerse. También era el momento propicio para acercarse
los enamorados e intercambiarse cartas y tarjetas de amor. Lo jugaba la alta
sociedad caraqueña y se cuenta que Guzmán Blanco los jugaba en ratos libres de
buen humor y para no perder la oportunidad de hacerse sentirven las reuniones.
También había otros juegos “patrocinados por los impulsos de eros” y para tan
caritativos fines servían de maravilla la picota (en sociedad “la berlina), el favor y el
disfavor, acciones por mano ajena, servirse de otro como escritorio. De aquellos
sencillos e inocentes juegos salían con frecuencia rencores recalcitrantes y gruesas
represalias (Key Ayala, Santiago (1949). p. 125).
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Foto tomada del libro electrónico de Alexander Moreno, Barquisimeto en Primera Persona.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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San Agustín, como lo citan varios cronistas, entre ellos Julio Nervo y Concho
Carrasco. Los jugadores se dividían en dos bandos: los payeros y tutumeros.
En tiempos lejanos, cuando la ciudad llegaba hasta los cardonales que están
detrás del Palacio Arzobispal y en la propia plaza de la Concepción, los niños
acostumbraban a elevar papagayos. En épocas más recientes se elevaron
cigarrones, barriletes, zamuras y otros. Se hacían desafíos para tratar de cortar las
cuerdas de los papagayos con hojillas atadas a las colas.
Las carreras de caballos y las carreras de cintas eran unos de los deportes más
tradicionales que se jugaban en las fiestas patronales y cívicas. Las carreras de
caballos se hacían en la sabana y la gente decía “cazar carreras” a las
competencias por parejas y de los pueblos vecinos venían personas a competir en
dichas carreras apostando a veces grandes sumas de dinero.
En cambio los toros coleados y las peleas de gallos son deportes tradicionales
que eran incluidos entre los actos oficiales y civiles en medio de grandes festejos
que se realizaban en la ciudad, tales como el Centenario de la Independencia, la
inauguración del primer acueducto de la ciudad y otros eventos de envergadura. El
urbanismo y la aparición del pavimento en las calles favoreció la desaparición de
esta actividad en Barquisimeto, recordándose que los últimos espectáculos de
toros coleados se escenificaron por los lados de San Juan.
Las riñas de gallos se realizan por temporadas, porque esta actividad depende de
que los gallos tengan condiciones adecuadas de plumaje, entrenamiento, etc. Se
apuestan grandes sumas de dinero. En la ciudad hubo muchas galleras. La más
famosa existió entre las esquinas de San José e Insausti, en la calle Juares y se
llamó La Tarara.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Un pesebre es motivo para una reunión social. Para eso hay que nombrar los
Capitanes del Pesebre entre los conocidos y vecinos, quienes serán los que
sufraguen los gastos de los regalos, comestibles y bebidas en la fiesta hogareña,
donde se cantan los aguinaldos y villancicos, se baila, se conversa, se hacen juegos
de salón, charadas y se obsequia chicha fermentada, resbaladera, sangría y dulces
de lechosa, confites e cilantro y azúcar. En la madrugada es la misa de aguinaldo,
con alegres repiques de campanas con sus correspondientes cohetes y trabucos en
serie. Los muchachos aprovechan para patear la bola de candela, hecha de trapos
y alambres impregnada de kerosén, haciendo que las personas y los grupos
reunidos en la plaza corran despavoridas y las muchachas dando gritos.
Las demás fiestas religiosas que se celebran durante todo el año, de acuerdo con
el calendario litúrgico, corresponden a los actos piadosos de la gente católica que
va a misa, algunos diariamente, que asiste a procesiones y rosarios y visita los
monumentos el jueves santo, graves y solemnes.
Durante los carnavales, la primera autoridad del distrito nombra una junta
directiva que elabora el programa de festejos y la elección de la reina y sus damas
de honor, con el Presidente del estado a la cabeza. La gente se disfraza y hay
69
Silva Uzcátegui, R.D.(1959). Obra citada. p.p. 196-202.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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CAPÍTULO 9:
LA ACTIVIDAD AGROPECUARIA
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Los hacendados, por lo general, además del poder político y económico, también
son detentadores de títulos universitarios y grados militares. Hay propietarios
comerciantes como Martiliano Guevara Fernández, Calderón e hijos, hermanos
Giménez y otros propietarios que se dedican a negocios de compra-venta de frutos,
instrumentos y aperos de labranza, maquinarias agrícolas, negocios con casas y
bienes raíces.
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Foto tomada del libro electrónico de Alexander Moreno, Barquisimeto en Primera Persona.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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En el punto más bajo de la escala social está el peón. Es quien hace funcionar el
trapiche a costa de su salud por agotamiento luego de extensas horas de trabajo
de entre 12 y 20 horas.
A principios del siglo XX un peón ganaba entre 0,75 céntimos y Bs. 1,50 por
jornada de trabajo. Si trabaja tres tareas diarias puede recibir un salario entre 2,25
y 3,00 bolívares. Los niños también trabajan al igual que sus padres, en horarios
iguales. Cosas más sencillas: llevar o traer algún caballo del establo, pastoreo de
chivos y ovejas, mandadero y limpieza de la casa o trabajo en el conuco. Entre los
años 1920-25 un peón agrícola gana Bs. 1,50 por una jornada de seis de la
mañana a cuatro de la tarde. Para los años 40 la ganancia ya iba por los cinco
bolívares (López, María Victoria, 1984, op. cit. p. 119).
El trabajo en los trapiches es aún más duro: desde las siete de la noche hasta las
cinco de la tarde del día siguiente. Más de 2º horas de trabajo. El salario se paga
se paga de acuerdo con el número de bultos de 30 papelones de 1.380 gramos
cada uno. En 1920 se pagaba a Bs. 0,75 por bulto; en la década de los años 30 a
Bs. 1,50 por bulto.
71
López. María Victoria (1984). La proletarización de los campesinos en la unidad agroindustrial
azucarera. Estado Lara: 1900-1970. Tesis no publicada. s/p.
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Encima de todo esto, el peón tenía que comprar los artículos de la dieta diaria y
enseres en la pulpería de la hacienda. Cada semana se le descuenta de su salario
los comestibles apuntados en los libros y se le fían los artículos y alimentos de la
siguiente semana. Si no trabaja no come él ni su familia. Los peones no guardan
reposo por enfermedad (calenturas palúdicas, por lo general). Salen a trabajar
igual. Cuando ya es inevitable el tener que guardar cama el patrón le suministra
pastillas de quinina o jarabres y menjurjes, descontados estos luego de que el
peón se reintegra al trabajo. Si un peón muere, el patrón paga el entierro y más
tarde le cobra a la familia (López, María Victoria, op. cit. p.123).
El equipo con que funciona un trapiche para producir papelón consiste en tres,
cuatro o cinco masas para el proceso de molienda, pudiendo ser moviliza das por
burros, más que por mulas y caballos. También hay los trapiches que funcionan
con energía hidráulica y más tarde por e3lectricidad. Las pailas se colocan sobre la
fornalla, canal de fuego que hace calentar el contenido de las pailas. Son cinco,
aunque hay trapiches muy pequeños o muy antiguos que sólo tienen dos o tres
pailas o fondos. Estas cinco pailas se denominan paila de recibo o
descachazadora, concentradora, meladora, tacho de la torre, tacho de dar punto,
por donde va pasando sucesivamente el guarapo de mayor a menor según como
se vaya evaporando.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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las haciendas de café. Es a partir de 1930 cuando se dan las condiciones para la
formación del mercado para el azúcar, durante el proceso de pase de la
producción de papelón en los trapiches, a la producción de azúcar en la hacienda-
factoría o ingenio azucarero.
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CAPÍTULO 10:
LA ACTIVIDAD COMERCIAL
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necesidad hace que se forme una nueva calle más al norte, donde se establecen
comercios y negocios de compra-venta que se abren a las perspectivas futuras de
la ciudad. Nace entonces la llamada calle del Comercio:
72
72
Foto tomada del libro electrónico de Alexander Moreno, Barquisimeto en Primera Persona.
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considerar entonces que la todavía llamada calle del Comercio era la más larga de
la ciudad en sentido este-oeste.
10.1.- EL MERCADO
73
Hubo que esperar hasta 1849 cuando se expide el reglamento para la creación
de un “mercado público en esta capital en la plaza y galería de ¨Los Portales”
(Querales, R. (2010). Reparaciones a la historiografía del estado Lara, p.p 118-
73
http://viejobarquisimeto.blogspot.com/search?updated-max=2014-07-03T09:16:00-07:00&max-results=7
Hoy es 09/12/14.
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El mercado expende carne vacuna, de cerdo, verduras. Para esa época estaba
permitida la venta de carne en las bodegas y pulperías, por lo que se explica que
las personas prefirieran comprar este comestible y otros artículos en la pulpería
más cercana, antes que caminar unas cuantas cuadras para dirigirse al mercado.
En realidad esa decadencia del mercado nació con el mismo mercado, luego de la
destitución del general Lara acordada por Guzmán Blanco. Los comerciantes que
ocupaban las áreas del edificio del mercado, y que eran partidarios de Lara, fueron
retirando y liquidando sus negocios, “iniciándose así el espectáculo de aquellas
puertas eternamente cerradas, dormitorio de mendigos y revolotear de mendigos”
(Anzola, David, 1964, p. 3)74.
En la década de los años 20 los huevos se venden de cinco a ocho por un real. El
pernil delantero de chivo a 1,25 bolívares y a 1,75 el trasero, con costilla. Los
mangos, como hay muchos árboles en los solares de las casas y los campos
vecinos, se venden a ocho por un cuartillo (una locha). Se venden mamones,
aguacates, cotoperices, cambures, semerucos, datos. Por la mañana va el
pregonero vendiendo hortalizas. Para las 11 de la mañana aparecían los
vendedores de dulces y amasijos. Se anuncian los pirulíes, animalitos o figuras de
caramelo, ensartados con un palito a un tallo de maguey.
Había los panes de Tunja de los García, las acemitas de las Ramos, los bizcochos
salados de las Arapé, frente a la casa del doctor Eliodoro Pineda, casi al comienzo
del puente Bolívar. Don José Sanjuán García vende panes dulces en la esquina
suroeste de la plaza Miranda (hoy Bolívar). Los azafates del amasijo y los dulces
van cubiertos con una tela de paño muy blanca. Las acemitas se venden a tres por
locha. Hay una gran variedad de granjerías tales como coquitos, suspiros,
melindres, besitos, melcochitas, conservas de leche y de coco, rosquitas cubiertas
de azúcar y papeloncitos de azúcar de diversos colores (Venegas Filardo, Pascual,
1982)75.
74
Anzola, David. El antiguo mercado de Barquisimeto. El Impulso, 28-06-1955.
75
Venegas Filardo, Pascual. Pregones en las calles. El Universal, 19-11-1982, p. 1-5.
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Para fines del siglo XIX funciona la Agencia Industrial de Tomás Villoria, cuyo
padre, Trinidad, había fundado un establecimiento de víveres, que dio nombre a
una esquina. En esa Agencia Industrial se fabricaba vino, ron, sobres y cigarrillos
María, nombre de una sobrina. Después importó arados, máquinas de vapor,
trapiches, lámparas de alcohol y la novedad del momento: los gramófonos y discos
Víctor, traídos por vez primera a la ciudad.
El barbero debe tener un don especial para tratar con el público, debe ser de
humor fácil, alegre, no discutidor, políticamente neutral, pues hay que cuidar los
clientes, desde el más simple ciudadano hasta los policías, militares y políticos en
ejercicio. En el local hay por lo general algunos periódicos, el cuadro de una virgen,
frascos de lociones y la característica silla, de madera las más antiguas y más tarde
se usan poltronas de Viena adaptadas para tal efecto. Algunos barberos salen a
“pelar” a los muchachos a domicilio. Algunos son músicos y amenizan a veces las
sesiones de corte de pelo con sus bandolines y clarinetes.
La primera peluquería para damas funcionó en la calle Real o actual carrera
19 en el caserón de don Ramón Corral Mayor en 1884. El peluquero y barbero era
de nacionalidad francesa y se llamaba Agustín Tournaire y hacía canelones y moños
para las damas.
En los años de cambio de siglo, se introdujo por vez primera en Barquisimeto las
sillas automáticas de barbería, que sustituirían las viejas poltronas de Viena y las
sillas anchas de madera.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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Nota Nro. 2:
Distintas grafías o variantes morfológicas se presentan como registros en lengua española de
la voz Barquisimeto, y aun deterioros fonéticos y erratas. Agagliate (2012, p.p. 15-17), consigna
45 de las principales grafías históricas presentes en antiguos documentos: Variquecemeto,
Variquecimeto, Varyquecimeto de Federmann; Warickssimetho, Vakustuneto de Felipe de
Hutten; Varikissuneto, Varikisineto, Varikissmer de F. de Ritter; Bariquizimeto, de Galeotto
Cey; Bariquisimeto, Relación geográfica de 1546; Barequicimeto, Las doce tablas de
Barquisimeto; Baraquiçimeto, documento de 1559; Bariquicimeto, Juan Pérez de Tolosa;
Baraquisimeto, Relación geográfica de 1578; Bariquicimeto, Barequisimeto, Pedro de Ágreda,
1559-1579; Bariquisimeto, Barquicimeto, plano de la ciudad siglo XVI; Bariquisimeto,
Bariquiçimeto, Relación geográfica 1579; Barquisimeto, Barisiquimeto, González de Arévalo;
Barquicemeto, mapa de Venezuela, 1634; Baraquicemeto, mapa de Nicolás Sansón
D,Abberville, 1650; Barquizemeto, Antonio de Herrera; Barquicimeto, plano de Nicolaum
Visscher, 1652; Barquizemete, mapa de Gerard Valk, 1654; Barquecimeto, Baraquicimeto,
Barquicimeto e indios baraquicimetos, Pedro Simón; Varaquisimeto, Baraquecimeto,
Barquiçimeto, Barqueçimeto, Barqueçimeto, Barquecimeto, Pedro de Aguado; Barquimiçeta,
Cariquiçemeto, Gonzalo Fernández de Oviedo; Barraquisimeto, Juan de Castellanos;
Barquisimeto, Encomiendas en A.G.N.; Bariquecem, mapa de Hubert Jaillot,1695;
Barquicemeti, mapa de G. De L’Isle, 1700; Barquesimeto, mapa general de Colombia;
Barquisimeto, Relación geográfica de 1546 y de 1745 y en general es el que domina en los
documentos a partir del siglo XVII.
Nota Nro. 8:
Por lo general, el lugar dispuesto para la Plaza Mayor era de 100 varas por 100 varas, la iglesia
y los solares cuadrados de 50 x 50 varas. La medida se hacía en base a la vara castellana
equivalente a unos 82 cm, por lo que 100 varas serían 82,85 mts. Sobre estas mediciones
existían muchas variaciones, tipos de medidas y aun contradicciones entre ellas. En ese lugar
permanecieron por cuatro años, antes de mudarse al segundo asiento en las inmediaciones del
Valle del Turbio en 1556, tomando así el nombre de Nueva Segovia de Barquisimeto por estar
junto al río llamado así en lengua indígena. Un tercero y cuarto traslado se hizo después de la
batalla librada contra Lope de Aguirre en 1561.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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en 1744. En 1838 se ofrece en aviso de El Liberal las Lecciones de moral, virtud y urbanidad; en
1841, Lecciones de buena crianza, moral i mundo, ó educación popular de Feliciano
Montenegro y Colón, con un apéndice que incluye consejos y refranes referidos a la urbanidad;
en 1854 se expone al público el texto más utilizado y famoso de todos, editado en Caracas: el
Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos; en el cual se
encuentran las principales reglas de civilidad y etiqueta que deben observarse en las diversas
situaciones sociales; precedido de un breve tratado sobre los deberes morales del hombre, de
Manuel Antonio Carreño, y, del mismo autor, en 1855, el Compendio del Manual de urbanidad
y buenas maneras.
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OMAR GARMENDIA G. / “Memoria Ajena. Barquisimeto, Cotidianidad y Crónica” / Venezuela, 2018
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