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Segunda Parte

Tratamiento

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5. Terapia: Interrupción de las pautas de la aflicción

En los dos capítulos previos, se describió las dimensiones múltiples de la experiencia y las pautas
subjetivas que emplea el individuo para relacionar la experiencia. Es de particular importancia el
reconocimiento subyacente que la experiencia humana está pautada en un extenso grado y que los
mecanismos repetitivos para responder a las exigencias de la vida son evidentes en todas las personas. Ya
sea que denominemos a esas pautas de respuesta, “personalidad”, “carácter”, o por algún otro nombre, es
importante apreciar la pauta de la experiencia. La esencia del diagnóstico es la habilidad para detectar
pautas y evaluar su grado de relativa funcionalidad. La terapia puede ser considerada en un principio como
la interrupción de las pautas, en cualquier nivel que el clínico y el cliente estimen deseable o necesario, y
después el desarrollo subsiguiente de pautas diferentes, más funcionales.
Las pautas que van a ser interrumpidas, como blanco del proceso terapéutico, deben ser vistas
primero como disfuncionales en alguna forma, requiriendo de la terapia con el propósito de cambiarlas.
Segundo, la pauta a ser interrumpida también debe ser vista como cambiable, es decir, tener el potencial
para el cambio en respuesta a una intervención significativa. ¿Pueden cambiarse todas las pautas? El debate
continúa en algunos círculos, pero uno no puede negar realistamente que hay muchos trastornos para los
cuales no hay un tratamiento efectivo conocido. El clínico debe considerar esta cuestión de un modo
conservador. Es un problema difícil, por cierto que a todos los individuos debe dárseles la oportunidad para
efectuar cambios, pero mantener la esperanza que habrán cambios significativos cuando es muy probable
que no haya ninguno, es una creación de falsas esperanzas cruel.
Al considerar el proceso de la psicoterapia como un proceso de interrupción y construcción de
pautas, deben elaborarse algunos puntos. Primero, en el uso de la palabra “pauta”, se está implicando que
la esencia de uno, o la integración holista de cuerpo, mente y espíritu, es totalmente singular. El mundo
subjetivo de cada persona es una urdimbre de predisposiciones biológicas y los efectos de la socialización.
Segundo, las pautas implican una predisposición a actuar y reaccionar en formas particulares, aunque no
necesariamente predecibles (ya que muchas pautas son inconscientes). Tercero, las pautas no pueden ser
consideradas totalmente independientes de sus contextos asociados. Una pauta que sirve muy bien a un
individuo en un contexto puede ser la fuente de la incomodidad extrema en otro contexto. Cuarto, una
pauta se desarrolla inicialmente y es modificada repetidamente como un subproducto inevitable de la
respuesta a las experiencias a las cuales uno está expuesto. La implicación es que el individuo puede no
tener experiencias con los complementos u opuestos polares de esas experiencias a las cuales ha sido
expuesto. En consecuencia, no hay un marco de referencia para construir una respuesta mejor o más
realista. Para el clínico no enterado, esa falta de respuesta, particularmente cuando el clínico describe o
exige la respuesta deseada (v.g., la forma en que el cliente “debiera” manejar las cosas), y se encuentra
con una aparente sordera, el cliente puede aparecer como “resistente”. Sin embargo, no puede asumirse

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con seguridad que el cliente es resistente. Por el contrario, el clínico puede apreciar mejor que el cliente
simplemente no tiene el marco de referencia necesario para producir la respuesta deseada, especialmente
en base a una señal. La meta de la terapia puede ser, entonces, la construcción de un marco de referencia
(v.g., extraer, organizar y hacer disponibles los recursos necesarios del individuo) a través de experiencias
obtenidas directamente o indirectamente con la terapia.
La depresión ha sido descrita por algunos como un desequilibrio. Algunos representan esto como un
desequilibrio en el nivel biológico, otros en el nivel cognitivo, otros en el nivel emocional, y otros en el nivel
social. El marco de la depresión como un desequilibrio me ha sido muy útil en mi experiencia. Cada una de
las pautas descritas en el capítulo previo es simplemente una forma de describir cómo un individuo dado
tiende a actuar y reaccionar a las diversas posibilidades que le ofrece la vida. Unas pocas pautas, si es que
hay alguna, son funcionales en si mismas o independientemente disfuncionales de los resultados que ellas
crean. Esta idea es importante en sus implicaciones, que cuando una pauta específica es el blanco de la
terapia con el propósito de interrumpirla, la pauta no es extinguida para siempre. Por el contrario, la pauta
es interrumpida en un momento particular en un lugar particular, y una nueva pauta es catalizada a través
de los diversos mecanismos de la terapia. A través de la nueva acción por si misma y sus consecuencias, el
individuo descubre la posibilidad de respuestas diferentes y mejores. El terapeuta puede estar satisfecho
con una resolución situacionalmente específica, o puede usar esas oportunidades para una enseñanza más
amplia de la implicación de la resolución: el cambio es posible cuando uno busca y usa alternativas.
El cliente deprimido en particular está en esa forma debido a que, en algunos niveles, se siente
“pegado” en alguna pauta dolorosa. El clínico astuto puede ver con facilidad donde está atascado el
individuo y puede usar el proceso terapéutico para permitir que el cliente experimente formas alternativas
de mirar o hacer las cosas para obtener equilibrio. El concepto de “equilibrio” como una meta de la terapia
en particular y la vida en general, ha sido bien elaborado en otros lugares (Beletsis, 1986; Polster y Polster,
1973; Satir, 1983). Es suficiente decir aquí que cuando es evidente un desequilibrio, el clínico está en la
posición de ser capaz de catalizar directa o indirectamente la experiencia en una dirección complementaria
para intervenir terapéuticamente.
¿Cómo comienza el cambio? Dado que hay algunos cientos de tipos de psicoterapias reconocida
actualmente, no hay mucho consenso en respuesta a esa interrogante. Sin embargo, si uno observa la
estructura de la terapia como opuesta al contenido de un modelo particular de psicoterapia, hay un sólido
consenso por el concepto de la terapia como interrupción y construcción de pautas. Cuando el desequilibrio
es el problema y el equilibrio la solución, las siguientes estructuras de intervención, que comprenden a las
intervenciones descritas a lo largo de este libro, pueden ser útiles:

1. Amplificar una pauta y alentar la resistencia a ella, catalizando el cambio de fuerza en otra dirección.
2. Hacer extremadamente inconveniente la continuación de una pauta particular, necesitándose el desarrollo
de una nueva.
3. Fomentar el acting out de una pauta opuesta a una pauta polar, estimulando el equilibrio como un
resultado.
4. Usar hipnosis para facilitar la integración experiencial más rápida de aprendizajes claves.

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5. Asignar tareas para la casa y experiencias estructuradas para catalizar la integración de aprendizajes
claves.

Esas pautas están simplemente descritas aquí, pero son el punto central de muchas intervenciones
descritas en los capítulos siguientes.
Cuando la terapia implica el uso de las estructuras mencionadas más arriba, la interrupción de una
pauta particular inevitablemente tienen consecuencias en dimensiones múltiples, interrelacionadas. Las
pautas de la experiencia individual descritas en el capítulo previo y los diversos métodos para interrumpir
pautas presentados en lo que resta de este libro, son descritas cada una en forma individual. Sin embargo,
el lector no debe inferir que están muy separadas unas de otras. De hecho, las pautas están estrechamente
relacionadas, y el clínico que está familiarizado con esas pautas advertirá probablemente que ocurren en
grupos. En el capítulo previo se comentó dónde el individuo depresivo promedio podría encontrarse respecto
a una pauta particular. Al verlo en agrupaciones, es probable que un individuo que se ve como “víctima”
también esté orientado al pasado, tenga un estilo de pensamiento global y concreto, no esté diferenciado de
otros significativos y sea intrapunitivo.
La condición del cliente puede deteriorarse y la intervención terapéutica puede ser peligrosa si
la(s) pauta(s) disfuncional(es) clave(s) no es(son) identificada(s) adecuadamente, o se les responde en forma
inadecuada. En el caso ejemplo citado en el Capítulo 2, la cliente fue descrita como sufriendo una depresión
significativa asociada con pérdidas. El terapeuta la trató sin advertir que ella tenía una poderosa orientación
temporal disfuncional hacia el pasado, y la trató haciendo que se concentrara aun más en el pasado. Al
reforzar el foco de la cliente en el pasado, no se construyó ninguna posibilidad futura concreta. Al
concentrarse en la cuestión de la pérdida, no se le otorgó poder para buscar nuevas posibilidades en sus
relaciones actuales o futuras. El terapeuta había reforzado inadvertidamente la pauta más depresiva en la
vida de la cliente. En forma predecible, ella empeoró con el tiempo, no mejoró.
El refuerzo inadvertido de la(s) pauta(s) patógenas es claramente un peligro al hacer psicoterapia.
El terapeuta que acepta con facilidad las metas abstractas del cliente (v.g., “realizarse a si mismo”)
simplemente refuerza una pauta peligrosa. El terapeuta que la trata solamente en base a la lógica y la
racionalidad no advierte que los síntomas no son la consecuencia de racionalidad, ni que el inconsciente no
responde particularmente a las leyes de la lógica. El terapeuta que busca la dependencia, que anima
inadvertidamente al cliente para que se pegotée a él, apreciará las cartas que le envían sus pacientes
cuando están de vacaciones, como por ejemplo, “Estoy teniendo una época genial... Me gustaría que usted
estuviera aquí para decirme por qué.” El clínico debe ser principalmente un observador, y construir
cuidadosamente su acercamiento alrededor de las pautas que existen en el cliente y sus necesidades
futuras, más que correr el riesgo de reforzar inadvertidamente las pautas disfuncionales, no reconocidas.
Esta clase de enfoque en terapia está, por consiguiente, centrado en el cliente, exigiendo al clínico que
responda a las necesidades y limitaciones del cliente, más que integrarlo al sistema de creencias preferido
preexistente en el clínico.

RESUMEN

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La premisa principal de este capítulo se refiere a la necesidad de identificar e interrumpir esas
pautas del cliente que causan o mantienen la depresión. La meta terapéutica principal es suministrar
estrategias que interrumpan las pautas antiguas y provean, directa o indirectamente, nuevas pautas que
harán más funcional al individuo. Como se describió en este capítulo, las estrategias intentan enseñar
complementos a las pautas existentes para facilitar el logro de equilibrio en el individuo. A menudo, las
estrategias son construidas de modo que el cliente pueda experimentar las limitaciones de la pauta actual o
que los beneficios de la nueva pauta no son amenazantes, incluso en una forma impersonal. Esto se logra a
través del uso de contextos que no están particularmente emocionalmente cargados, sino que son análogos
(en diversos grados) a las situaciones “pesadas” a mano.
El resto de este libro presenta las pautas más significativas para tratar con los individuos
deprimidos, con ejemplos de caso y discusiones de las estrategias terapéuticas relacionadas.

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6. Comenzando con el futuro

El importante rol de las expectativas en psicoterapia ha sido bien descrito en la literatura. Para que
el cliente experimente expectativas positivas, debe haber una dimensión del individuo que sea capaz de
experimentar algún grado de orientación al futuro. Además, las experiencias asociadas con el futuro deben
ser suficientes para generar pensamientos y sentimientos positivos respecto al futuro, así como también
proveer motivaciones para los comportamientos positivos. Algún grado de habilidad para orientarse hacia el
futuro está presente en todos los individuos, aunque varía marcadamente en cada persona. Quizá usted, el
lector, pueda advertir si encuentra fácil o difícil responder a interrogantes como estas:

1. ¿Se imagina lo que estará haciendo dentro de cinco años?


2. ¿Cómo se sentirá cuando descubra que ya no estará más incómodo por una cuestión previamente
problemática?
3. ¿Puede imaginar formas en las cuales pueda usar las ideas y estrategias presentadas en este libro para
ayudarse a si mismo y a otros en su trabajo futuro?

Cada una de esas preguntas requiere que alguna parte de usted imagine y experimente en alguna
forma posibilidades futuras basadas en las implicaciones de las interrogantes. Algunas personas tendrán
expectativas elaboradas, otras tendrán una respuesta empobrecida indicando que poco o nada es generado
internamente como un fundamento para las posibilidades futuras. ¿Cómo es que una persona experimenta
esas ricas expectaciones, mientras que otros individuos no? Uno puede especular respecto a la clase de
factores de socialización que fomentan una orientación temporal como opuesta a otra. Por ejemplo, si uno
fuera alentado raramente o nunca a planear y ejecutar comportamientos orientados a metas, si uno fuera
saboteado de inmediato por otros en la construcción de un plan, uno podría aprender con facilidad que no
hay que construir metas y trabajar en pos de ellas, puesto que “ellas nunca ocurren”. Para esos individuos,
el futuro parece totalmente impredecible, y la vida debe vivirse siempre un día a la vez.
En el caso de los individuos deprimidos, la orientación temporal dominante es usualmente hacia el
“pasado.” En otras palabras, el pasado es el marco de referencia para el futuro, y lo que el individuo hace,
por lo tanto, es extender hacia los contextos futuros los daños y dolores del pasado. Estructuralmente, ese
procedimiento podría denominarse un “auto-hipnosis negativa” (Araoz, 1985). Al derramar esa negatividad
en las posibilidades futuras, el individuo deprimido crea efectivamente una parálisis de si mismo. A los ojos
de la mayoría de los clínicos, esto aparece como las “expectativas negativas” y la “desesperanza” que son
los distintivos comunes de la depresión.
La falta de posibilidades futuras positivas es una fuente clave de la aparente inhabilidad del cliente
deprimido para “despegarse”. Es también una fuente de ansiedad para el cliente, ya que es verdaderamente
un situación conflictiva. La persona está, en esencia, en un conflicto de “evitación-evitación”, donde todas

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las opciones parecen potencialmente negativas y dañinas, o parece que no opciones en lo absoluto. En
consecuencia, el cliente deprimido puede parecer también ambivalente ante el clínico, buscando ayuda por
un lado, pero sin tener un marco de referencia interno que sugiera que algo podría cambiar para mejor.
Este parece ser el momento adecuado para una digresión, para reiterar ciertos puntos tocados
previamente. Los típicos síntomas depresivos de las expectativas negativas, desesperanza, ambivalencia y
apatía han sido discutidas como los rasgos asociados con la pauta de una orientación temporal
primariamente orientada al pasado. Al revisar las tablas del Capítulo 3, en el cual son descritas los síntomas
depresivos en las diversas dimensiones de la experiencia, el lector puede comenzar ahora a identificar cómo
los desequilibrios en las pautas descritas en el Capítulo 4, se manifestarán en esas pautas sintomáticas. Esta
es la esencia de ser capaz de reconocer las pautas que requieren interrupción y reformulación.
Ya que el individuo deprimido tiene en forma típica expectativas negativas hacia el futuro, el
clínico tiene que tener un número de metas para el cliente al inicio del tratamiento:

1. Aceptar las comprensiones que el cliente tiene de su situación como una representación válida del mundo
del cliente (y permitir, en consecuencia, la construcción de rapport).
2. Identificar cuáles dimensiones de la experiencia están en el percatarse del cliente y cuáles no.
3. Evaluar cuáles pautas subjetivas que están presentes en la experiencia del cliente son disfuncionales o
desequilibradas.
4. Establecer un contexto para la terapia en el cual las comunicaciones directas o indirectas del clínico le
sugieran al cliente la probabilidad de cambios futuros (“construcción de expectativa”).

Variará de acuerdo al estilo individual de cada cliente cómo cada clínico traducirá los pasos
enunciados más arriba a la práctica clínica real. Claramente, para lograr los pasos, el clínico querrá
información de parte del cliente que suministra una definición de lo siguiente: (1) el sistema de creencias
del cliente (debido a las razones que se discutirán en detalle en el capítulo siguiente); (2) metas personales
(incluidas su estructura, contenido, claridad y facilidad para alcanzarlas); (3) logros previos y métodos
usados para obtenerlos; (4) terapia previa y su utilidad o carencias; y (5) experiencias actuales de
incomodidad, incluidos todos los problemas sintomáticos relacionados. En base a una entrevista hábil en
esas áreas, el clínico puede obtener mucha información respecto a las expectativas del cliente, los recursos
conscientes e inconscientes disponibles para la terapia, y el diagnóstico de la configuración de las pautas
específicas en ese cliente.
La experiencia individual de la depresión es un estado de aflicción que es generalmente muy
evidente para el clínico desde el comienzo. En la presencia de las expectativas negativas y las
interpretaciones negativas de la experiencia, encontradas generalmente en los individuos deprimidos (Beck,
1983), parece especialmente importante ser capaz de demostrarle al individuo deprimido, casi
inmediatamente, que hay, de hecho, algo que puede hacerse para ayudarlo. En una fase inicial del
tratamiento, el clínico dispuesto a emplear acercamientos directivos puede usar una variedad de estrategias
diseñadas para suministrar algún grado de alivio inmediato de algunos de los aspectos más problemáticos de

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las pautas depresivas, particularmente la ansiedad, perturbaciones del sueño y cualquier expectativa
negativa que desmotive a la terapia en si misma.
Como fue señalado en el Capítulo 2, los diversos acercamientos hipnóticos y estratégicos tienen la
capacidad de ser aplicados ya sea en una forma en que estén orientados a los síntomas o a los
psicodinamismos subyacentes. El uso de esos acercamientos no presume la superioridad de un tipo de
intervención sobre la otra, ya que ambos estilos han probado por si mismos ser los más capaces para generar
cambios terapéuticos significativos. Tempranamente en el tratamiento, sin embargo, el clínico puede
escoger los acercamientos más generales, orientados a los síntomas, que pueden suministrar alivio al cliente
mientras que están “sembrándose” a la vez los cambios más extensos. En otras palabras, los conceptos y
experiencias que serán valiosos para construir sobre ellos después, son introducidos tempranamente para
generar una familiaridad que permitirá que sean aceptados más fácilmente después.
Los clínicos con una orientación más tradicional reconocen a menudo la necesidad de impactar casi
inmediatamente al cliente deprimido, pero optan por usar medicamentos como una forma de construir
receptividad. En algunos casos, los medicamentos pueden ser la mejor vía para estabilizar lo suficiente al
individuo para permitir que la psicoterapia tenga alguna oportunidad de éxito. Los medicamentos pueden
reducir los síntomas severos que inhiben la oportunidad del cliente para construir una relación provechosa
con el clínico. Además, los medicamentos pueden ayudar al cliente a alcanzar metas de corto plazo que
construyen un impulso positivo sobre el cual basar el tratamiento posterior. Sin embargo, uno debe proceder
cautelosamente con los medicamentos, debido al mensaje implícito que puede afirmarle al cliente que de
verdad está desamparado para efectuar cambios personales. Igualmente, el clínico debe ser cuidadoso de no
sobrecargar al cliente con una elaboración innecesaria de la naturaleza extensa del trabajo que hay por
delante. Después de todo, es probable que el cliente ya esté respondiendo globalmente a todos sus
problemas, incluso amplificándolos al punto de encontrarlos insuperables. Parte de la construcción de
expectativas implica asegurarle al cliente que los problemas son verdaderamente manejables, cuando son
enfocados en una forma competente.
La depresión, desde un punto de vista intrapersonal, es un estado de agitación e incomodidad,
implicando ansiedad y una perseveración de sentimientos y pensamientos negativos. A menudo, el cliente es
consciente solamente de lo que parece ser un conjunto inútil de síntomas, y el alivio de los síntomas es la
meta del cliente para buscar tratamiento. Para responder a esos intereses inmediatos, el uso de pautas
hipnóticas puede ser unas muy efectivas “interruptores de pautas” sobre las cuales construir intervenciones
terapéuticas más intensas.

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*
D1
Hipnosis para la reducción de síntomas
La interrupción de síntomas a través de hipnosis puede lograrse incluso a través de la más simple de
las inducciones hipnóticas que lleve al cliente a un estado de relajación. A través de la “Hipnosis para la
reducción de síntomas” que acepta y utiliza la propia experiencia del cliente, el mundo subjetivo del cliente
no es desafiado; por el contrario, es usado como una base para promover el reconocimiento que el cliente
quiere experimentarse a si mismo de un modo diferente. Afirma la habilidad del cliente para experimentar
comodidad a pesar de los problemas a ser tratados, fomentando una interrupción de esas perseveraciones
negativas usuales. El proceso de trance podría ser como sigue:

Usted vino aquí por una razón... realmente buscando experimentarse a si mismo en una forma diferente... y
puede experimentarse a si mismo en una forma diferente... en una forma más cómoda... y hay una parte de
usted que realmente sabe cómo sentirse bien... y esto puede ocurrir durante un rato, ya que usted ha
tenido la oportunidad para experimentarlo... o quizá parece como si hubiera sido un rato... pero ahora
mismo no tiene que decir nada... no tiene que hacer nada... y puede... tomarse el tiempo.. para colocar
una cómoda distancia entre usted... y todos los asuntos del día... y cuán calmada puede ser toda la
habitación que usted necesita... todo el tiempo en el mundo que usted necesita ahora mismo... para
experimentar sensaciones placenteras de los músculos relajándose... y partes de su cuerpo colocándose más
pesadas... mientras los pensamientos se hacen más livianos.... y los sentimientos están cambiando en
formas que pueden sentirse realmente bien... y puede dejar que eso ocurra solo y experimentarse lo
suficientemente diferente para descubrir que la consciencia cambia, y los sentimientos cambian... y no
necesita pensar en cuánta comodidad seguirá... o cuánto durará...

El mensaje implícito al cliente es que es posible un cambio en la experiencia, que tiene la habilidad
para relajarse, pensar positivamente y obtener acceso a los aprendizajes relevantes y experiencias dentro
de si mismo. Puede ser una profunda experiencia para el cliente el descubrir o redescubrir la habilidad para
relajarse y experimentar alivio de la ansiedad asociada a la depresión, aunque sea temporalmente. A
muchos clientes no se les ha hablado en un modo apoyador durante mucho tiempo, de modo que pueden ser
muy removidos por la experiencia. Las cintas grabadas de la sesión, que se pueden entregar a los pacientes,
pueden suministrar una fuente de apoyo entre las sesiones.
El uso de técnicas hipnóticas simples puede interrumpir la espiral de ansiedad y permitir la
eventual construcción de habilidades de auto-manejo con auto-hipnosis. El cliente aprende que tiene la
habilidad para hacer contacto con su self interno en una forma constructiva. Esos contactos pueden haber
sido evitados previamente, debido a la presunción que “todo lo que hay es dolor.” Al hacer cómodo “irse
hacia adentro”, el clínico está sembrando las posibilidades para el reconocimiento posterior que hay muchas
dimensiones del self, cada una con capacidades potencialmente positivas, si se desarrollan en una forma
constructiva. Cuando la espiral de ansiedad ha sido interrumpida y reducida, además, a través de la

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evolución de las habilidades de la relajación hipnótica, también hay una buena oportunidad para que el
cliente duerma mejor y regrese a otras funciones vegetativas más normales. Una menor incomodidad interna
puede aliviar la confianza de la persona en pautas de afrontamiento destructivos (como la ingesta excesiva
de alcohol o comida), y por consiguiente aumentando más su sentido de control de si mismo. (Esta directiva
está descrita en el contexto clínico en el Caso 3 en el Apéndice B.)

D2
Reencuadre: Desde lo inútil a lo útil
El “reencuadre” implica transformar lo que parece ser una desventaja en una ventaja para
promover una perspectiva diferente. Cada vez que un cambio en la percepción altera las reacciones o las
interpretaciones de un evento, ha ocurrido un reencuadre.
En el caso del individuo deprimido, puede encuadrar la depresión como algo totalmente inútil, una
experiencia dolorosa que existe sin una razón aparente. La tendencia es entonces culparse a si mismo no
solamente por tener el problema, si no que también por la falta aparente de habilidad para controlarlo. La
culpa naturalmente sólo compone el problema.
El reencuadre en esta fase inicial del tratamiento puede ser hecho con o sin el beneficio de una
inducción formal de trance. Puede ofrecerse al cliente una perspectiva diferente de la depresión a través de
las sesiones, como la siguiente:

Y a usted no le gusta la forma en que se siente... pero los sentimientos cambian... las perspectivas
cambian... y es importante saber que... debido a que cada sentimiento tiene un propósito diferente, una
capacidad diferente... la capacidad para amar... es una capacidad maravillosa que permite relaciones
estrechas, de protección... y la habilidad para sentirse confiado en un punto de vista particular permite la
estabilidad y una gran consciencia de si mismo... y los sentimientos fastidiosos lo obligan a uno a
madurar... y sentir esos sentimientos que usted denomina “depresivos” también tiene un propósito...
aunque usted no lo ha comprendido aun... y no se ha dado cuenta realmente aun que esos sentimientos le
presentan una oportunidad... una oportunidad para redescubrirse y descubrir ... su habilidad para
cambiar... para madurar... y crecer más... y las aflicciones del crecimiento son solamente pasajeras... y
en general se olvidan pronto... importantes signos de cambio... y después se dejan atrás... necesarios en
su tiempo... se hacen innecesarios muy pronto después...

El reencuadre, si se desea, también puede lograrse en forma metafórica, describiendo la


experiencia de otro individuo que enfrento estructuralmente circunstancias similares, como en el siguiente
ejemplo:

Y conocí a un hombre... no muy distinto a usted... que se encontraba en una situación... no muy distinta a
la suya... en el exterior, el parecía tenerlo todo... un buen trabajo, un buen matrimonio y una buena
familia... pero en su interior, sabía que estaba perdiendo algo... debido a que se sentía muy infeliz... y

*
Los cuadros de las Directivas están numerados para una referencia más fácil. La lista completa de las directivas puede
encontrarse en el Apéndice A.

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realmente no sabía por qué... al principio... y se sentía seguro que no había una base legítima para sentirse
mal... lo cual lo hacía sentirse peor... respecto a sentirse mal... pero cuando el tomó tiempo sólo para si
mismo... para relajarse... para distanciarse de las exigencias usuales... y permitir a su mente vagar... la
forma en que la mente consciente lo hace... fue capaz de descubrir partes de si mismo que había
olvidado... como las ambiciones de la juventud... los recuerdos de la niñez... y las expectativas... y lo que
pareció sin un propósito al principio.. se transformó en una maravillosa oportunidad para explorar... y
descubrir... partes de si mismo que había olvidado que podía disfrutar... y no es maravilloso descubrir las
necesidades y habilidades de uno... y lo bien que él usó las señales desde su interior para descubrir nuevas
posibilidades...

En realidad, la depresión es una señal de precaución que es necesario el cambio en algún nivel para
construir o restaurar un equilibrio saludable en el mundo del cliente. Si el clínico está consciente en esta
primera fase de las dinámicas asociadas, puede desarrollar aun más la metáfora para incluir problemas
paralelos y soluciones paralelas para que las considere el cliente. La depresión puede servir como una señal
que una relación requiere redefinición, que necesita hacerse (o hacerse de nuevo) una decisión importante,
una necesidad que hay que tratar, una necesidad de reconocer sentimientos, o alguna otra dimensión de la
experiencia requiere un ajuste. La depresión es también un escape normal y saludable para los pesares y
otros estreses significativos. Reencuadrar una depresión como una experiencia natural cargada con
posibilidades positivas puede motivar al cliente a comenzar a pensar respecto a hacer cambios positivos
como opuestos a simplemente mantenerse atragantado por el zumo del descontento. (Esta directiva es
descrita en el contexto clínico en los Casos 1 y 2 en el Apéndice B.)

CONSTRUCCION DE UNA ORIENTACION FUTURA POSITIVA:


PROGRESION DE EDAD HIPNOTICA

La progresión de edad como un fenómeno de trance básico implica orientar experiencialmente al


cliente hacia experiencias futuras. El proceso de la progresión de edad puede ser dirigida con efectividad
incluso en estados de trance relativamente leves. El cliente es orientado primero a experiencias futuras y
después guiado por el clínico en un esfuerzo para que se absorba experiencialmente en esas experiencias.
De este modo, el cliente es capaz de experimentar sentimientos, pensamientos, sensaciones,
comportamientos, interacciones y eventos que en realidad no han ocurrido todavía. Si la experiencia es lo
suficiente absorbente e impactante, es integrada como una experiencia no muy distinta a las demás
experiencias, lo cual puede servir como un marco de referencia para iniciar cambios deseables.

D3
Cambios para lo mejor
El énfasis en este capítulo está colocado en la necesidad de construir expectativas positivas para el
futuro, como una parte de toda psicoterapia, pero particularmente con los clientes deprimidos para quienes
el futuro es a menudo un vacío sombrío. Los métodos más directos para efectuar esto implica la estrategia

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de orientar al cliente a las consecuencias beneficiosas de efectuar cambios. En una fase inicial del
tratamiento, los cambios específicos no necesitan ser específicos todavía, pero pueden ser descritos en una
forma general que solamente parezca específica. Podrían ofrecerse sugestiones como las siguientes:

Usted ha descrito la incomodidad que lo ha llevado a buscar ayuda... y quiere sentirse en una forma
diferente... y realmente no sabe que puede... pero rápidamente descubrirá que lo sabía desde hace
tiempo... que cuando hace algo diferente a lo que ha venido haciendo... el resultado también será
diferente... y puede ir hacia adelante en el tiempo... lo que ya está ocurriendo hace rato ya que trabajamos
en conjunto... y puede tomar un momento... para estar completamente allí... siendo capaz de revisar
decisiones que ha hecho recientemente... en una forma diferente... y puede revisar las consecuencias
positivas de esas decisiones... en todas las dimensiones dentro de usted... y descubrir con placer que es
muy capaz... de cambiar pensamientos y sentimientos... y que puede disfrutar el alivio por el cual ha
trabajado tanto... y por qué no mirar más hacia adelante por más cambios aun... ese sentirse bien...
mientras descubre más y más formas de usar lo que ha aprendido para continuar madurando más
firmemente...

El cliente es animado a experimentar escenarios sugeridos en una forma lo más sensorialmente


posible, con la atención colocada en donde sean posibles las experiencias de relajación, comodidad, orgullo,
satisfacción, etc., desarrollando esas sentimientos lo mejor posible y continuar haciéndolos disponibles
como recursos para hacer uso de ellos. La progresión en el tiempo ocurre en el curso de las sesiones de
trance que pueden permitir al cliente experimentar cambios en diversas dimensiones de él. De este modo,
los aprendizajes útiles que formalmente requerirían largos períodos de tiempo para ser adquiridos pueden
alcanzarse a una velocidad acelerada.
La experiencia de la hipnosis presupone la presencia de disociación, ya que el estado de trance es,
por definición, un estado disociado. A medida que el cliente experimenta la progresión de edad, el énfasis
está en la experiencia de los resultados exitosos basados en los cambios hechos activamente en beneficio
propio. A través del uso cuidadoso de la disociación, el cliente puede ser disociado temporalmente de los
efectos de las experiencias pasadas negativas. En esencia, esto se logra indirectamente ya que es una
orientación futura la que es amplificada, relegando el pasado a un rol menor, a lo más, en el proceso. La
disociación, ya sea en la esfera temporal o en alguna otra, permite que el clínico amplifique una dimensión
en el percatarse y, al hacerlo, disminuir otras. Cuando es minimizada la usual orientación hacia el pasado a
través de la absorción del individuo en las posibilidades futuras y los logros, las opciones actuales
(conscientes e inconscientes) pueden ser hechas en una forma que las permita. En esencia, el clínico está
facilitando una “profecía de autocumplimiento.” Como resultado, el cliente es capaz de experimentar un
elevado grado de confianza en que los esfuerzos actuales valen la pena, una fuente positiva de motivación
para continuar en la vía de la recuperación. (Esta directiva es descrita en el contexto clínico en los casos 3 y
4 del Apéndice B.)

59
D4
...Alargando el status quo
Otra técnica de estrategia de progresión de edad implica orientar experiencialmente al cliente a las
consecuencias futuras de no hacer cambios en su vida. La progresión puede implicar amplificar el percatarse
del cliente hacia la mantención de alguna pauta destructiva (v.g., relación, comportamiento) evidente en el
estilo de vida del individuo, o puede implicar experimentar los efectos de permanecer ambivalente o
inmovilizado respecto a alguna decisión de ayuda hacia si mismo. En ambos casos, el cliente es orientado a
algún tiempo futuro en el cual es estimulado a absorberse experiencialmente en los pensamientos o
sentimientos intrapersonales asociados con el contexto, o con las consecuencias interpersonales de la
mantención de las pautas actuales.
Quizá el ejemplo mejor conocido de esta estrategia terapéutica particular es el caso de Ebenezer
Scrooge, en el clásico de Charles Dickens, Un Cuento de Navidad. Scrooge, un viejo excéntrico y miserable,
no era conmovido por el espíritu navideño y el énfasis en el amor por toda la humanidad. Una Navidad fue
visitado por tres fantasmas, los espíritus de la Navidad Pasada, la Navidad Presente y la Navidad Futura. El
espíritu de la Navidad Futura llevó a Scrooger a su tumba y a través de las calles de la villa en la época de su
muerte. La amargura y frialdad de los recuerdos que tenían otros de él, remeció tanto a Scrooger que
experimentó una sublevación emocional y una subsiguiente transformación en un hombre bondadoso y
generoso. La progresión de edad a la época de su muerte y la experiencia de las consecuencias negativas de
mantener su antigua forma de vida, motivó a Scrooger a cambiar. Ninguno de los momentos de alegría que
había encontrado previamente había tenido algún impacto en él.
Es aparente que algunas personas son motivadas más fácilmente al experimentar posibilidades
positivas, mientras que otros son más fácilmente motivados por la evitación de las posibilidades positivas.
Como otro ejemplo, algunas personas dejan de fumar debido a un genuino deseo de verse y sentirse mejor,
mientras que otros no lo consideran hasta que sus médicos les dan ásperos consejos o hasta que les
muestran una radiografía de sus pulmones. La falta de habilidad para experimentar posibilidades futuras con
algún grado emocional significativo es la piedra angular para las pautas impulsivas, particularmente las
auto-destructivas. La necesidad presente para engancharse en el comportamiento impulsivo está disociada
de las consecuencias futuras por haberlo llevado a cabo. (Esta directiva es descrita en el contexto clínico en
el Caso 3 en el Apéndice B.)

D5
Pseudo-Orientación en el tiempo de Erickson
Erickson (1954) describió una estrategia que implica orientar al cliente a un contexto futuro donde
éste puede evaluar la calidad de la vida, reflejada en cualquier cambio exitoso hecho recientemente, y
describe al clínico que catalizadores hubo para esos cambios. Si puede emplearse exitosamente la amnesia,
el cliente puede no tener el recuerdo consciente de haber descrito cambios útiles y lo que alcanzó con ellos.
El cliente está, en esencia, suministrando información respecto al tipo de aprendizaje y experiencias que

60
necesita para tener éxito en terapia. El clínico puede usar esta información para construir trances
terapéuticos y tareas.
Esta estrategia particular, cuando funciona, opera en base a la presuposición que el cliente ya tiene
una idea de lo que necesita hacer, pero no tiene disponibles los recursos para hacer posible que haga lo que
le gustaría hacer. El clínico que opera basado en la creencia que toda persona tiene los recursos necesarios
para el cambio, sabe que su labor es suministrar el contexto para el cambio, más que proveer consejos
específicos.
En el siguiente ejemplo que ilustra esta estrategia particular, el cliente es guiado al trance y
después es inmerso en un contexto futuro para revisar los cambios y describir su origen:4

Clínico: Y ¿cuánto tiempo ha pasado desde que finalizó nuestro trabajo juntos?
Cliente: Alrededor de seis meses.
Clínico: ¿Y cómo se ha sentido?
Cliente: Bien... lo he estado haciendo bien... sintiéndome totalmente bien.
Clínico: ¿Qué ha sucedido que le ha permitido continuar sintiéndose tan bien?
Cliente: Conjeturo que fui capaz de dejarlo irse... lo necesitaba pero no era capaz de hacerlo... pero ahora sí.
Clínico: ¿De quién me está hablando?
Cliente: Mi hijo... mi hijo... yo quería que se quedara conmigo... un poco más. Aun es un estudiante
universitario... pero necesitaba hacer su propia vida.
Clínico: ¿El se mudó o todavía está viviendo con usted?
Cliente: Se mudó... a su propio lugar. Lo adora... pero aun lo echo de menos. Solamente han sido un par de
meses.
Clínico: Y puede continuar echándolo de menos... e incluso puede disfrutar echándolo de menos... sabiendo
que a él le gusta su vida... la vida que usted le dio... que es la que él disfruta... y puede mirar hacia
atrás, hacia los cambios... las decisiones que usted tomó... y ha aprendido algo valioso, ¿cierto?
Cliente: No haberlo perdido.
Clínico: Correcto.
Cliente: Y saber que tengo que hacer mi propia vida ahora... mis amigos, mi carrera, mi vida.
Clínico: ¿Y cómo supo todo esto?
Cliente: Aprendí que no puedo tenerlo por siempre... y que mi vida es mía y la de él es suya... y quizá algo
que hablé con usted... o que quizá fueron sus pacientes en la sala de espera, me di cuenta... me
recuerdo pensando... ellos buscan respuestas... y probablemente ya saben lo que debieran hacer... pero
no tienen las agallas... y ese pensamiento persistía en mi... y yo quería pensar que tenía las agallas...
Clínico: ¿Y las tenía? ¿No las tenía?
Cliente: Creo que sí... porque él está haciendo su propia vida.

4
(N.T.) Para ver ejemplos de la técnica hipnótica de esta estrategia, se sugiere revisar el Capítulo “Confusión”
(desorientación en el tiempo), en M. Pacheco, Hipnoterapia Ericksoniana: Nivel Básico (2a. Edición), Instituto Milton H.
Erickson de Santiago, 1996; y la estrategia “Incubando Curación Mente/Cuerpo”, descrita en M. Pacheco, Psicobiología de
la Curación Mente/Cuerpo: Las técnicas terapéuticas de Ernest L. Rossi y David B. Cheek. Un análisis bibliográfico,
Instituto Milton H. Erickson de Santiago, 1995.

61
En base al intercambio mencionado más arriba, es aparente que la cliente se percató, en algún
nivel, que sería indicado un cambio en el área de la relación con su hijo. Las sesiones posteriores implicaron
suministrar retroalimentación y experiencias que podían solidificar la nueva pauta de respuesta a la
independencia de su hijo con una nueva respuesta de aceptación. Este cambio fue significativo en la
experiencia de la cliente y fue una base útil sobre la cual construir otros cambios significativos.

D6
Metáforas respecto a las expectativas y la ambivalencia
La mayoría de los acercamientos descritos hasta aquí han sido directos en su estilo y estructura.
Mientras que los acercamientos que comprometen directamente al cliente en la interacción y se relacionan
directamente con las situaciones específicas del cliente son bastante aplicables, también es cierto que
muchos clientes (especialmente cuando están en medio de la depresión) se sienten incapaces de tratar
directamente con aquello que experimentan como problemas abrumadores. En esos casos, puede ser útil la
pauta conocida como “metáfora terapéutica.” Zeig (1980a) describió las capacidades prácticas de la
metáfora en el diagnóstico, el establecimiento de rapport, en la construcción e ilustración de un punto,
sugerencia de soluciones, brindar un reconocimiento de si mismos a los clientes, siembra de ideas, aumento
de la motivación, y disminución de la resistencia. Se han elaborado diversos trabajos respecto a la
aplicabilidad de las metáforas y construcción de guías para su construcción y entrega (Gordon, 1978;
Lankton y Lankton, 1983; Rosen, 1982).
Las metáforas implican a menudo el uso de otras personas (clientes anteriores, miembros de la
familia u otros que ejemplifican un punto) con las cuales el cliente puede identificarse y aprender de ellas.
Las metáforas que simplemente describen a otros individuos con problemas similares que han alcanzado
resultados positivos pueden sugerir en forma indirecta que es posible la recuperación de la depresión, y esto
puede construir motivación para participar en el proceso de tratamiento. Esas metáforas no pueden ser
aceptadas, sin embargo, si el marco de referencia del cliente es de “desamparo personal” (Seligman, 1983).
En ese caso, el cliente mantiene la creencia que mientras que otros pueden tener éxito, “Yo sé que no
puedo.” Cuando el desamparo personal es evidente, o incluso se sospecha su existencia, el uso de metáforas
que describen el éxito de otros puede agregarse a la depresión del cliente, y ser contraindicado.
Las metáforas que construyen expectativa en la primera fase del tratamiento necesitan aparearse
[matching] lo más cercanamente posible con la experiencia de desamparo y desesperanza del cliente, y
cualquier otro aspecto significativo de su realidad. En el ejemplo siguiente, se usó un acercamiento
metafórico para validar la comprensión del cliente respecto a su propia experiencia (depresión y confusión
respecto a sus orígenes) y sembrar la idea que el cambio no es solamente posible, si que es considerado
esperanzadoramente inevitable:

Trabajé con otra cliente que estaba muy infeliz con su vida, y ella no sabía por qué... En la superficie, todo
parecía estar bien en su vida... tenía una linda familia, lindas posesiones, una linda vida... pero ella sabía
que había algo muy profundo que necesitaba atención... no sabía conscientemente exactamente qué era...
no todavía... pero creía que las personas podían cambiar... y sentirse mucho mejor... aunque no sabía

62
cómo... todavía... y estaba muy insegura al principio... y ella había hecho todo bien... y sus sentimientos le
eran muy incómodos... Parece que la experiencia de la depresión no es más incómoda que la de uno
mismo... y han habido muchos cambios que usted ha experimentado a través del curso de su vida... algunos
planeados... otros que no han sido planeados... y con cada nueva fase de la vida desarrollándose ante
usted... ha encontrado formas para cambiar con los tiempos cambiantes... y a veces usted olvida eso...
entonces por qué no tomar tiempo ahora para recordar esas épocas de cambio... que fueron
verdaderamente importantes en términos de quién es usted... y cuán agradable es descubrir que posee
algunos recursos maravillosos en su interior... profundamente dentro suyo... que puede usar ahora... a
medida que entra en un nuevo período de cambios... que puede brindarle muchos buenos sentimientos...
que pueden desarrollarse un día a la vez... la forma en que los cambios siempre parecen ocurrir...

En esta metáfora se hace referencia a los cambios por los cuales uno atraviesa como función del
desarrollo natural de la vida a través del tiempo. Las metáforas que dan acceso al cliente, en una forma no
amenazante, al reconocimiento que ha efectuado cambios exitosos anteriormente bajo condiciones difíciles,
pueden ser útiles para establecer expectativa positiva.
Las metáforas que toman en cuenta la ambivalencia del cliente puede ser usado para construir
motivación para la acción, un ingrediente fundamental en la terapia de los individuos deprimidos. Pueden
emplearse metáforas que resaltan los resultados positivos del intento de nuevos acercamientos, y metáforas
que resaltan los resultados negativos de permanecer indeciso o pasivo ante decisiones en un tiempo crítico.
Es importante apreciar que el objetivo de esas metáforas es construir motivación y expectativa y no frustrar
más al cliente, el cual sabe que necesita emprender alguna acción positiva pero se siente incapaz de
hacerlo. La siguiente metáfora fue usada exitosamente con un cliente que estaba angustiado y se deprimió
progresivamente ante la decisión de dejar su hogar para ir a una universidad lejos, o vivir en su casa y asistir
a una universidad local:

Tuve un amigo llamado Will [Voluntad] que recientemente estuvo en una situación casi idéntica a la suya...
y está dándose cuenta solamente ahora... cuánto aprendió de si mismo... y qué lo hace sentirse realmente
bien... Will estaba intentando efectuar la difícil decisión de elegir a cuál universidad asistir... había un
programa que era muy tradicional... que enfatizaba los enfoques más antiguos y conservadores... y quedaba
convenientemente cerca de su casa, donde podía vivir con sus padres... los cuales querían mantenerlo a
resguardo en casa... y él realmente no sentía que podía disgustarlos y mudarse... y el otro programa era uno
mucho más nuevo y mucho menos conservador y estrecho... y estaba en otra ciudad... y él pensaba que
debiera ser conservador... pero quería aprender muchas cosas, que estaban más allá de lo que ofrecía el
programa en la universidad cercana... y realmente no podía decidir a cuál programa incorporarse... y ambos
programas eran positivamente muy posibles... y ambos tenían plazos fijos para incorporarse y no
coincidían.... y no podía decidir... y cuando le preguntaron que dijera cuáles eran sus intenciones...
realmente no pudo decidir... y cuándo le solicitó más tiempo al director del programa de la segunda
universidad para considerar sus planes, la del programa menos conservador en la otra ciudad... le
respondieron que era obvio que no estaba interesado y que ya no tendría su vacante... y terminó en el
programa más conservador... viviendo en su casa... y se siente muy entrampado allí... y creo que él ha

63
aprendido mucho respecto a tomar decisiones... cuando la oportunidad de elegir está ahí... y antes que las
decisiones sean tomadas en su lugar...

En ese ejemplo, diversas características diferentes de la depresión fueron tomadas en cuenta en


forma indirecta: ambivalencia; responsabilidad inapropiada por los padres; culpa inapropiada; la pérdida de
una oportunidad importante debido a la indecisión y el temor; la afirmación que uno necesita saber cuál es
el mejor interés para uno y actuar en base a esa información; así como otras pautas que pueden transmitir
mensajes importantes en una forma memorable debido al contenido paralelo de la metáfora con los
intereses del cliente.
Las metáforas pueden ser usadas apropiadamente en cualquier fase de la terapia y pueden ser
consideradas como herramientas particularmente valiosas para aumentar la motivación y construir
expectativas positivas. La siguiente es otro ejemplo de una metáfora motivadora, que contiene el mensaje
que “un debe trabajar para tener éxito” y “uno obtiene lo que merece.”

Usted probablemente ha escuchado el antiguo refrán, “Nada es gratis en la vida,”... y usted sabe lo
suficiente para apreciar... que colocar... energía.... y tiempo... son ingredientes necesarios del éxito...
dejando ir... cómodamente... el marco mental... de hacer las cosas sin costo... sin esfuerzo... que quiere y
espera algo a cambio de nada... y hay una historia particular... que se ha convertido en una de mis
favoritas... y sonará muy específica al principio... pero toma un significado más general cada vez que usted
la escucha... y será esa clase de historia... que funciona en la misma forma... como otras historias que
usted ha escuchado un millón de veces y continúa disfrutando cada vez... en una forma diferente... es la
historia de un leñador... y otro hombre... hace muchos, muchos siglos atrás... que acudieron a un juez para
arreglar su disputa... el juez le pidió al leñador que explicara... su presencia... y el leñador dijo
lentamente... y con una tranquila determinación... “He pasado todo el día... trabajando mucho... para
ganar mis monedas de plata... y este hombre piensa que merece la mitad... y me niego a darle la mitad...
me levanté antes del amanecer esta mañana... cargué mi burro... caminé millas a través del bosque...
descargué mi burro... comencé a hachar los árboles, con golpes agotadores... Fui yo quién llevó el hacha...
Fui yo quién trozó la madera... fue yo quien la amarró... y la cargó sobre el burro... fui yo quien sudó bajo
el calor del sol... y a quien le dolió la espalda... y yo merezco la paga”... y el juez se dirigió al otro, al que
se merecía la mitad de la paga... y el hombre dijo... “Si no fuera por mi, el trabajo del leñador hubiera
tomado el doble de tiempo... yo fui quien se lamentó por el peso del hacha... yo fui quien puso los árboles
en curso cuando cayeron en la dirección correcta… yo fui quien gritó a la mula cuando no quería moverse...
yo fui quien se quejó por el calor del sol... y sin mi... el trabajo hubiera sido el doble de largo”... El juez
sentó una de sus sentencias... tomó una bandeja de plata... y tiró de la bolsa con monedas de plata del
leñador, el cual, enojado, intentó recuperarla... sin éxito... y después el juez... tomó una moneda de la
bolsa... y la dejó caer sonoramente... sobre la bandeja de plata... y después otra moneda... fue dejada
caer... ruidosamente sobre la bandeja... y después otra... y otra... y con cada moneda... el leñador se
enojaba aun más... mientras que el otro hombre sonreía codiciosamente... y cuando la bolsa estuvo vacía
hasta la mitad... el leñador intentó recuperarla... y el juez impidió su esfuerzo... y el otro hombre sonreía
con más codicia aun... y el juez continuó dejando caer moneda tras moneda, hasta que toda la bolsa estuvo
vacía... el leñador estaba furioso... pensando que el juez le quitaría sus ganancias... el otro hombre estaba
deleitado... y entonces, con un rápido movimiento... el juez echó todas las monedas en la bolsa... y se la

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arrojó al leñador... se volvió hacia el otro hombre y dijo... “Hiciste el sonido del trabajo... y ahora has
escuchado los sonidos de la paga”... y poco a poco... a medida que usted piensa en los sonidos del trabajo...
y la ilusión del esfuerzo... podría ocurrirle... en un nivel muy profundo... que lo que uno piensa que está
haciendo... puede ser muy diferente... a la recompensa que uno obtiene o no... y me pregunto... y usted
puede preguntarse... si ya es el tiempo... para hacer el trabajo... o si ya es tiempo de hacer los sonidos del
trabajo... y solamente usted lo sabrá... y lo que eso significa para usted... puede ignorarlo... o simular que
yo no le he hablado... o puede comprender intuitivamente... por qué el leñador... se merecía lo que
obtuvo... tome su tiempo para procesar esos pensamientos... y deje que una parte de usted vaya hacia
adelante en el tiempo.... hacia mañana y al día siguiente... y todos los días siguientes... y descubra para
usted mismo... si es tiempo de trabajar... o si es tiempo de hacer sólo los sonidos del trabajo...

RESUMEN

Las estrategias descritas en este capítulo están ampliamente basadas en la hipnosis, con un énfasis
en la construcción y guía de asociaciones del cliente. Mientras que algunas de las estrategias implican
hipnosis formal, v.g., un procedimiento hipnótico abiertamente identificado, la mayoría de ellas pueden ser
usadas sin la presencia de una inducción hipnótica formal. Es posible usar las habilidades de uno como
comunicador para introducir ideas significativas, presentarlas a un compás manejable, y adaptarlas lo más
posible a la personalidad y necesidades del cliente.
La construcción de expectativa, como un modo de comprometer a la persona en el proceso de
tratamiento, aumenta la probabilidad de una terapia exitosa; y es el punto de comienzo para cualquier
psicoterapia. Parece difícil exagerar lo vital que es esta fase de construcción de expectativa para la terapia.
Las pautas presentadas en este capítulo son aquellas que han probado ser útiles en el tratamiento de los
individuos deprimidos; haciéndolas potencialmente muy valiosas el hecho que la ausencia de expectativas
positivas puede estorbar el tratamiento efectivo o puede llevar al cliente a abandonar el tratamiento en
forma prematura.

65
7. Facilitación de la flexibilidad:
Déjeme contar las formas

La capacidad de los seres humanos para formar generalizaciones a partir de una única experiencia,
es potencialmente una ventaja y una desventaja. Por un lado, el desarrollo de una pauta estereotipada para
tratar con las exigencias rutinarias de la vida, nos permite el lujo de de no tener que pensar respecto a una
experiencia familiar cada vez, como si fuera nueva. Si usted tuviera que pensar cómo abrir una puerta cada
vez que abre una, o cómo atar los cordones de sus zapatos cada vez que necesita hacerlo, esas tareas
simples requerirían un extraordinario monto de atención. Por otro lado, una vez que se ha establecido una
pauta generalizada para tratar con algunas dimensiones de la vida (no necesariamente limitadas a tareas
simples como abrir puertas o amarrarse lo zapatos), puede desarrollarse una fuerza que configura por si
misma la experiencia del individuo.
Los intentos para bloquear o cambiar de ruta a la fuerza de la pauta, a través de terapia formal o
intentos informales para cambiarla totalmente, a menudo terminan en la recurrencia frustrante de la pauta
establecida. En diversas formas, el reconocimiento de la tendencia a mantener pautas, ha sido
generalmente tratado en la literatura acerca de la “resistencia”. La consideración típica ha sido el énfasis
en que la resistencia es una propiedad casi inevitable de ese cliente individual. Las numerosas explicaciones
que la explican van desde “El cliente realmente no quiere (no está preparado) para cambiar” o “El cliente
está beneficiándose realmente con la patología.” Las reformulaciones respecto a la naturaleza de la
resistencia en la literatura de la terapia estratégica, proponen un punto de vista diferente, que da énfasis a
la naturaleza interpersonal y las consecuencias de la resistencia, al tiempo que ofrece estrategias para su
manejo apropiado. (Para una consideración detallada de este tópico, ver Lankton y Lankton, 1983; y Zeig,
1980a.)
Al observar las pautas de los individuos que buscan psicoterapia para la depresión, es fácilmente
aparente que aquellas están dañadas en alguna forma. Quizá las pautas interfieren con la habilidad para
pensar racionalmente o en una forma clara, respecto a algunos aspectos de la vida (como es sugerido en los
modelos cognitivos y del desamparo aprendido). Quizá las pautas interfieran con la habilidad para formar
una relación saludable con otros (como se sugiere en los modelos interpersonales), o quizá generan
comportamientos que son dañinos o inefectivos para el individuo. No obstante las consecuencias de las
pautas en una dimensión específica de la experiencia, las consecuencias son negativas pues éstas mantienen
inadvertidamente la pauta. La necesidad y motivación a cambiar está claramente en el cliente. Sin
embargo, la pauta disfuncional permanece. Un comienzo es tener una orientación positiva futura, o
expectativa positiva, como se sugirió en el capítulo previo.
El siguiente paso en la secuencia es uno que va más allá de sus límites e implica cada una de las otras
fases de la psicoterapia. Este paso es identificado como la facilitación de la flexibilidad. Una vez que ha sido

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plantada la semilla del reconocimiento que el cambio es posible, es probable que el cliente experimente un
cambio en la percepción, iniciando la esperanza que habrá una forma para resolver efectivamente los
problemas que lo llevaron a terapia. Si la expectación positiva es impartida tempranamente, como se ha
sugerido en este volumen, el cliente está entonces en la posición de ser capaz de considerar que puede
haber formas alternativas de ser. Por cierto que es probable que el cliente ha considerado eso antes, pero
las soluciones no fueron nunca descubiertas o fueron ignoradas por ser, en alguna forma, muy exigentes,
cuyas demandas excedían la habilidad percibida para hacerles frente. Con la ayuda del clínico, el cliente
puede llegar a un estado de buena disposición para tomar en consideración la posibilidad de desarrollar
alternativas provechosas. Al cliente debe dársele el mensaje que son posibles las nuevas formas de
pensamiento, sentimiento y respuesta y, en consecuencia, nuevos resultados. Además, el clínico está
suministrando el mensaje simultáneo que al desarrollar nuevas formas de respuesta a situaciones antiguas,
se asegura la habilidad para ir más allá de las limitaciones previas. Idealmente, el clínico puede modelar
actitudes y comportamientos que contienen mensajes, tales como:

1. Hay muchas formas “correctas” para alcanzar una meta.


2. Si usted está haciendo algo que no funcione, v.g., no está logrando lo que usted quiere para si mismo,
entonces haga algo distinto, en lugar de hacer más de lo mismo.
3. Independiente de lo que es familiar para usted, ¿cuál sería la mejor respuesta (v.g., cuál es la que más le
ayuda a alcanzar el resultado deseado) en ese contexto particular que le interesa?
4. El cambio es inevitable, y avanzar quiere decir dejar algo atrás.

Cada uno de esos mensajes tiene el tema común del desarrollo de una respuesta diferente a las
exigencias de la vida. En base a la discusión previa, es obvio que es precisamente la inhabilidad para
generar una respuesta, la caracteriza la naturaleza rígida y fija de las pautas depresiógenas. Esas
“rigideces” pueden ocurrir en cualquiera o en todas las dimensiones descritas en el Capítulo 3. La rigidez en
el pensar, el sentir, o el comportarse puede ser vista como la base para la patología, un reflejo de la falta
de habilidad del individuo (o una habilidad limitada) para cambiar junto con el cambio de los tiempos. Como
ha sido señalado en diversas fuentes (Erickson, Rossi y Rossi, 1976; Haley, 1973; Samko, 1986), los
desórdenes mentales parece que se desarrollan con más frecuencia cuando los individuos no permiten que
los cambios ocurran naturalmente a través del tiempo, e intenta mantener la estabilidad del status quo
incluso para su propio perjuicio.
¿Qué factores influencian la habilidad de uno para desarrollar flexibilidad como un recurso
evolutivo, y, similarmente, qué alienta el desarrollo de la rigidez como un mecanismo para manejar la vida
de uno? Esas son preguntas simples, pero son muy amplias en su alcance para poder dar una respuesta
definitiva. Es posible, sin embargo, considerar algunos de los factores significativos.

VALORES, CREENCIAS Y RIGIDEZ

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Quizá la barrera más poderosa para el desarrollo evolutivo personal está profundamente enraizada
en el sistema de valores que tiene en alta estima a la estabilidad y la tradición. Un valor que, en esencia,
alienta un deseo sincero para mantener la estabilidad frente a los cambios, y que se ha entrelazado con
diversos valores relacionados, tales como el valor de cumplir con un ideal o una meta a pesar de las
circunstancias cambiantes, y el valor de lo que ha sido por sobre lo que puede ser. Una característica en
común con los individuos deprimidos vistos por el autor en su práctica clínica, es la mantención de un
profundo conjunto de valores y expectativas respecto a cómo “debieran” ser las cosas, en base a lo que ha
sido aprendido previamente. Los valores mantenidos en un nivel profundo son el fundamento para las
actitudes y creencias conscientes que configuran la percepción del mundo que tiene el individuo, y dictan el
grado de posibilidades abiertas al individuo. (Para una discusión más detallada del rol de los valores en el
tratamiento, ver Yapko, 1985a.) Ciertos sistemas de creencias fomentan la diversidad y la flexibilidad en el
pensamiento, mientras que otros alientan la rigidez. Muchas de las creencias que tienen la capacidad para
predisponer a la depresión están incluidos en las pautas de distorsiones cognitivas descritas muy bien por
Beck (1983). La creencia que los sentimientos de uno son un reflejo adecuado de la experiencia, como un
ejemplo de distorsión cognitiva, es una creencia que puede fomentar considerables dificultades, ya que la
subjetividad de los sentimientos puede tener poca relación con la realidad más objetiva. Hay numerosos
sistemas de creencias que son similarmente dañinos en su potencial para distorsionar la experiencia. Tres de
esos sistemas de creencia son: “Querer es poder”, “Todas las cosas suceden por una razón” y “Hay una sola
forma correcta de vivir.”

“Querer es poder”
Junto con la creencia corolario que “si al principio no tiene éxito, inténtelo de nuevo”, son dos
creencias que tienen una capacidad equivalente para motivar o frustrar. A menudo el cliente invierte un
monto creciente de si mismo en una causa de corto plazo, creyendo que a través de la determinación y
compromiso, el éxito será posible. Es infortunado que, con frecuencia, tal gasto de emoción y energía no sea
lo suficiente. Por último, el resultado debe ser uno que sea posible alcanzar. A menudo, simplemente no es
posible.
Considere el caso de una psicoterapeuta que sufrió el tormento de tener un hijo que fue
diagnosticado como esquizofrénico crónico. Como clínica, ella estaba muy consciente de las alternativas
actuales de tratamiento y su eficacia relativa. La condición crónica de su hijo requirió montos masivos de su
tiempo, energía y dinero. Ella había tratado con la cruda realidad de tener un hijo que era incapaz de cuidar
de si mismo, que estaba continuamente escapándose de cada una de las muchas residencias destinadas a
cuidarlo, incluida su propio hogar, y que simplemente estaba deteriorándose en su condición. Ella también
estaba tratando con los sentimientos de inadecuación que ella, una psicoterapeuta, tenía un hijo
esquizofrénico, y que a pesar de su dedicación personal y perspicacia profesional era incapaz de hacer
alguna diferencia significativa en la condición de su hijo. El resultado fue que se deprimió. En sus intentos
desesperados por hacer una diferencia, idealmente poder curar a su hijo, esta mujer sensible y perspicaz,
cayó en la trampa de creer que debía haber una forma. Sus pautas, aunque la dañaban mucho, estaban

68
obviamente bien intencionadas, y su determinación y compromiso eran admirables. Un hijo esquizofrénico
es mucho más fácil de tratar cuando se trata del hijo de otro; el lector debe recordar que la realidad
resultante de todos los diversos tratamientos intentados era la frustrante falta de progreso.
La terapia con la madre fue breve, intensa y útil. Se concentró en la exploración del sistema de
valores, considerando la presencia de la creencia que se puede cuando se quiere, y puede llevarse a una
nueva comprensión poderosa, así como también a un cambio genuino en respuesta. En varias sesiones de su
terapia en las que se usó hipnosis, le fueron dadas sugestiones y metáforas que dieron énfasis a dejar a las
personas que sean como son. También se le impartieron directivas para llevar a cabo, que fueron diseñadas
para resaltar la necesidad de saber cuando soltar. Cuando ella abandonó la creencia que podía hacer
unilateralmente un diferencia (v.g., “curar” a su hijo), también abandonó la depresión. La situación
continuó entristeciéndola y frustrándola, pero fue capaz de comenzar a concentrarse en sus propios
talentos, para su propio beneficio, en lugar de caer en un apasionamiento con su hijo. No dejó de cuidarlo,
ni lo ignoró. Simplemente comenzó a dejar ir las creencias que la estaban dañando.

“Todas las cosas suceden por una razón”


Una de las características más interesantes de los seres humanos es su necesidad de dar un sentido
a las cosas. Cuando ocurre un evento, se inicia una búsqueda de relaciones entre la causa y el efecto. Las
personas pueden no tener bases objetivas para la formulación de una teoría y cuando llegan a la conclusión
de la habilidad satisfactoria de ésta para explicar algo, que una vez pareció satisfactorio, generalmente se
detiene la búsqueda de la verdad. Cuando no hay medios objetivos para explicar algo (v.g., una explicación
que no es probable, confiable o válida), se inicia la conjetura. Creen en conjeturas es lo que se conoce
comúnmente como “fe”. Si uno cree en una visión fantástica, que todas las cosas ocurren por un propósito,
conocido o desconocido, es cuando de inmediato se da la respuesta de comenzar la búsqueda de “la razón”
cuando ocurre algo. En muchos casos, las atribuciones para un evento pueden ser muy negativas y pueden
desencadenar la experiencia de la depresión.
Considere el ejemplo de una cliente que sufría depresión, ansiedad, y miedo, después de un asalto
físico brutal y no provocado. La cliente, una mujer de 35 años, comenzó el tratamiento con el autor
inmediatamente después que había ocurrido el asalto. Había estacionado su auto en un estacionamiento
público en su camino rumbo al gimnasio. Aparentemente de la nada, un hombre emitió un grito salvaje y
corrió hacia ella, obviamente en una crisis psicótica. Ella fue incapaz de defenderse y fue muy golpeada
físicamente. En las horas y días que siguieron, tenía mucho dolor debido a sus heridas considerables y
padecía un choque emocional. Era incapaz de dormir, interpretando cada sonido en la casa como un intruso
que esperaba atacarla, y mostrando otros signos similares de estrés post-traumático.
Después de un par de sesiones concentradas en la construcción de rapport y el uso de
acercamientos psicológicos para el manejo del dolor, fue desafiada la creencia depresiógena que el ataque
había ocurrido por alguna razón. Ella había perseverado en la idea que había una razón, que había un
mensaje en el ataque. Especulaba que quizá debería haber estado en su casa en lugar del gimnasio, y quizá
era una señal que no era lo suficientemente buena como esposa o madre. Intentar buscar y encontrar un

69
significado para esa poderosa experiencia era, por cierto, algo natural para ella, pero también era un
agravante para una situación ya delicada. Cuando se descubrió que el asaltante había tenido diversas
hospitalizaciones psiquiátricas, con comportamiento agresivo como denominador común, esto no hizo
tambalear su creencia que había sido el blanco por alguna razón. La terapia implicó sobrecargar esta
creencia al pedirle que generara tantas explicaciones posibles para el ataque que ella pudiera encontrar. Lo
hizo y fue realmente muy fácil sacarla de una explicación particular y comunicar que si había una razón, uno
nunca sabría realmente cuál había sido. Tan pronto como la culpa y el proceso de culparse a si misma
disminuyeron, también disminuyeron la depresión, la ansiedad y el miedo.

D7
Sobrecarga de razones
La “Sobrecarga de razones” es una estrategia que requiere que el cliente genere al menos una
docena de interpretaciones o explicaciones de una experiencia. Esto fuerza al cliente a desarrollar un
sistema más flexible para considerar las cosas y desde una variedad de perspectivas. Como resultado, se
facilita la habilidad para disociar los sentimientos negativos de una explicación o interpretación.

“Sólo hay una forma correcta de vivir”


Quizá mientras más rígido sea el sistema de creencias, este es el prejuicio subyacente en un amplio
nivel, culpable de las dificultades personales o intrapersonales (por decir lo menos) en una pequeña escala.
No se puede escapar de la tremenda presión ejercida sobre cada individuo para que se adapte a los
estándares arbitrarios establecidos por otros. El mensaje es, en esencia, “Vive como yo lo hago y como
espero que lo hagas, o corres el riesgo de mi desaprobación o incluso mi rechazo.” Para quien siente que su
yo es lo suficientemente fuerte como para soportar la presión, el problema es menor. Pero, para quien se
siente fácilmente culpable y valora la aceptación de otros por sobre la auto-validación, la depresión es una
consecuencia común. Someter el yo de uno para ajustarse a las expectativas de otra persona es un camino
seguro hacia la depresión, puesto que tan pronto como la imagen de si mismo de uno descansa en las manos
de otro, uno deja de ser un individuo, con todo lo que el término implica.
Considere el caso de un joven de 26 años que había estado muy deprimido por cerca de un año
antes que lo viera el autor. Estaba sin trabajo, viviendo de la generosidad de los amigos, y quejándose que
no estaba motivado para trabajar por si mismo para salir de su apuro. Ante la insistencia de su madre, había
asistido a un Seminario a lo largo de la adolescencia, con la meta de convertirse eventualmente en un
sacerdote. En su familia muy religiosa, encabezado por una madre viuda, el sentido de la obligación para
acatar las expectativas de la madre era muy intenso. A la edad de 20 años, descubrió que ya no podía
aceptar más la idea de dedicar su vida al sacerdocio, y abandonó el Seminario. Esto no fue nada fácil. La
turbulencia emocional, la culpa, y la ansiedad fueron considerables. Al considerar su situación, la atadura
en la cual se encontraba era evidente. No estaba viviendo “adecuadamente”, al haber desobedecido a su
madre, así como a si mismo. No podía aprobar sus propias acciones, puesto que ella no las aprobaba,
además que él tenía la idea que la forma correcta de vivir la vida implicaba necesariamente hacer feliz a su

70
madre; estaba atrapado en una circunstancia muy depresiva. La terapia implicó la construcción de un
percatarse de las diferencias individuales y el reconocimiento que hay muchas formas “correctas” para vivir.

D8
Estilos de vida válidos
Al indicar a este cliente que confeccionara una lista de “Estilos de vida válidos” de acuerdo a su
criterio, se le solicitó, enseguida, que construyera otra lista con los grupos específicos de personas que sin
duda desaprobarían ese estilo de vida. Esta actividad estructurada lo llevó a una intensa discusión de la
necesidad de auto-validar un estilo de vida de su propia elección. Al reconocer que lo que es válido para un
individuo, no lo es para otro, encontró que era más fácil aceptar la responsabilidad de hacer elecciones en
beneficio propio y asumir todas las consecuencias que acompañan a esa responsabilidad. (Esta directiva está
descrita en el contexto clínico en el Caso 4 del Apéndice B.)

Otras creencias
Existen muchos sistemas de creencias que pueden atrincherar rígidamente a alguien en una pauta
disfuncional. Las tres creencias anunciadas más arriba, fueron discutidas con ejemplos de casos clínicos de
sus manifestaciones para clarificar la relación entre los sistemas rígidos de creencias y la depresión. “Usted
no debiera pedir ayuda”, “Todas las cosas tienen una utilidad”, “Un acuerdo es un acuerdo y debe ser
estrictamente mantenido sin importar lo que suceda”, y muchas otras creencias semejantes tienen la
capacidad de restringir dolorosamente el grado de opciones individuales disponibles.
Las creencias establecen expectativas. Una vez que uno espera que algo ocurra en una forma
particular o se espera que alguien responda en cierta forma, uno enfrenta lo inevitable del desacuerdo. Ya
que las respuestas ideales de otras personas o del universo son menos que rutinarias, son probables los
desacuerdos y las frustraciones. En consecuencia, ¿cuál es la forma “lógica” de impedir los desacuerdos?
Ejercer mucha presión sobre las personas o la situación en un esfuerzo para obtener un resultado deseado.
¿Cuál es el problema? La persona ejerce mucha presión para hacer que algo ocurra, pero el resultado está
objetivamente controlado por factores más allá del grado de su influencia. Esta pauta es tan común entre
los deprimidos que constituye un tema principal en este libro. La flexibilidad se desarrolla cuando las
expectativas son menos prominentes y la habilidad para manejar la dirección espontánea de los eventos está
aumentada.

CREENCIAS Y RESISTENCIA A LA TERAPIA

En la medida que las creencias y los valores restringen el rango de opciones, de acuerdo a los
límites de lo que uno puede hacer o no, es evidente cómo uno también puede desarrollar un rango
disminuido de experiencias. Cuando los recursos de uno son de una naturaleza limitada por cualquier razón
(v.g., limitaciones físicas o mentales, un ambiente social empobrecido, una historia traumática), los tipos y
cualidades de experiencias apropiadas para manejar las exigencias de la vida son, obviamente, menos que

71
óptimas. En consecuencia, los pensamientos, sentimientos o comportamientos que serían las mejores (v.g.,
más adaptativos) respuestas para que exhibiera un individuo en un contexto dado, simplemente no son una
parte del repertorio de la persona. De algún modo, este punto parece eludir a los clínicos que tratan
clientes deprimidos. Se le dice a esos clientes que “busquen alternativas”, pero ellos no saben cómo
hacerlo. Se les dice que “se pongan en contacto con su rabia”, pero ésta es un sentimiento devaluado hace
mucho tiempo y no está disponible. Realmente es innecesario reiterar con más ejemplos el punto que
decirle al cliente lo que haga no le permite hacerlo. Si el cliente no tiene disponible la respuesta
potencialmente beneficiosa, como un resultado directo de la experiencia encontrada en su historia personal,
el clínico no puede esperar que el cliente demuestre tal respuesta. Desde luego, se agrega más frustración
cuando el cliente descubre que no puede hacer lo que se indicó, a pesar de no haber obstáculos visibles. Lo
que generalmente se denomina “resistencia” ocurre con frecuencia cuando el cliente no tiene el marco de
referencia experiencial a partir del cual generar las respuestas más adaptativas solicitadas por el clínico. Es
un absurdo esperar que alguien con una historia de impulsividad responda a la directiva “tómese un tiempo
y piense antes de actuar.” Pensar antes de actuar es exactamente la clase de experiencia que le falta a la
persona.
Esta visión de la resistencia sugiere una respuesta diferente del clínico. Adoptar la perspectiva que
la resistencia puede ser una comunicación de parte del cliente respecto a sus límites de su capacidad,
permite al clínico aceptar fácilmente esa comunicación como cualquier otra. Si un acercamiento no genera
la respuesta deseada en el cliente, el clínico puede fraccionar la meta en componentes más pequeños para
que los experimente el cliente. El clínico debe ser cuidadoso al dar tareas que caigan dentro de la habilidad
del cliente para experimentar éxito. El fracaso para llevar a cabo las tareas o completarlas en una forma
satisfactoria, puede incrementar la experiencia de depresión.
Una base común para lo que es percibido como resistencia está, de hecho, relacionada con la pauta
de “pensamiento global”, discutida en el Capítulo 4. Para la persona deprimida, sus problemas le parecen
tan abrumadores debido a que todos los problemas son tratados en forma colectiva (global) más que
individualmente. El clínico astuto reconocerá la necesidad de fraccionar los problemas en componentes
manejables es una habilidad que le falta al cliente, y modelará y facilitará esas pautas a través de la
experiencia de la terapia. El énfasis está en la experiencia, la clase de experiencias que son un marco de
referencia diferente y más flexible a partir del cual responder.

CONSTRUCCION DE UN FUNDAMENTO
PARA DESARROLLAR FLEXIBILIDAD

En la discusión previa, los valores, las creencias y las expectativas derivadas de aquellos, se ha
resaltado como una fuerza en la determinación del grado de posibilidades de uno. Cuando el sistema de
valores fomenta una forma rígida, estereotipada, de respuesta a las exigencias de la vida, la habilidad para
resolver problemas en forma efectiva a través del descubrimiento de soluciones que están más allá de los
límites del pensamiento y la percepción, está disminuida. También se ha puesto de relieve que la

72
construcción a través de la experiencia de un nuevo marco de referencia, más adaptativo, es una base sólida
para un cambio significativo.
En el caso del individuo deprimido, cualquier dificultad en las capacidades para resolver problemas
surgirá en una forma u otra como una aparente falta de habilidad para adaptarse a la realidad de la
situación o cambiar de acuerdo al cambio de los tiempos. En la primera situación, el individuo parecerá
“atascado”, o dando una batalla que no podrá ganar, v.g., ejerciendo control sobre algo o alguien en la
esfera de influencia de la persona. En la segunda situación, el individuo será visto como ignorando o
minimizando los ajustes sugeridos por la retroalimentación, aislándose hasta que la situación haya alcanzado
un punto peligroso que precipite la crisis, la cual a menudo es el punto de comienzo de la terapia.
Las metas en la facilitación de la flexibilidad incluyen: 1) fomentar una variedad de formas de
visualizar un evento particular; 2) enseñar una variedad de capacidades para resolver problemas, o al menos
como tomar ventaja de las capacidades de otros en lugar de permanecer “atascado”; y 3) facilitar el
descubrimiento del individuo del ese punto crítico donde uno debe dejar de ser lo que ha sido y moverse
hacia adelante con lo que puede ser. Además, la persona debe tener acceso a la habilidad de ser activo en
su propio beneficio en ese momento crítico, dando un paso hacia adelante. Esta meta en particular es la que
posee la mayor capacidad para prevenir los episodios depresivos posteriores. Obviamente, el estrés de la
vida diaria que puede desencadenar episodios depresivos nunca puede ser prevenido completamente, pero
ciertamente uno puede desarrollar la sensibilidad hacia los propios sentimientos y las señales de la situación
para saber cuándo gobernar claramente las situaciones potencialmente dañinas.
Básicamente, el problema aquí es el de “dejar ir”. Para poder avanzar un paso en el beneficio
propio, uno debe ser capaz de dejar algo atrás. Hay lados complementarios invisibles en la moneda del
cambio.6 Valores respecto a la estabilidad y las obligaciones, temor a lo no familiar, miedo al éxito, temor al
fracaso, ganancias secundarias, y un sinnúmero de otras explicaciones han surgido como explicaciones de
por qué las personas, incluso aquellas en aflicción, podrían dar un paso atrás. Cada explicación tiene un
valor potencial al considerar lo que puede estar inhibiendo a un individuo en particular, pero, por último,
sin importar la razón, el desafío está en moverse hacia adelante.
¿Cuando las personas lo “dejan ir”? ¿Bajo qué circunstancias las personas se movilizarán a pesar de
la ansiedad o miedo respecto al(los) resultado(s) potencial(es)?
Para algunas personas, las presiones externas, por decirlo así, y no existe otra opción que la
adaptación (v.g., cuando su familia se muda durante los años de la infancia). Para otros, el moverse hacia
adelante es un movimiento fluido basado en el reconocimiento (consciente o inconsciente) que están a su
disposición alternativas mucho mejores, más adaptativas. Para otros, sin embargo, tener que moverse hacia
adelante o dejarlo ir es un combate mano a mano desesperado, y el cambio no ocurrirá probablemente
hasta que la persona haya alcanzado un estado de aceptación que no hay otras alternativas. Si, por ejemplo,
consideramos nuevamente la creencia “querer es poder”, ésta se mantendrá a pesar de los repetidos

6
(N.T.) Para un interesante análisis del problema estabilidad-cambio, se sugiere ver La estética del cambio, de B.
Keeney, Ed. Paidós, Barcelona, 1991

73
intentos fallidos para alcanzar una meta abierta o encubierta (como intentar cambiar a alguien o intentar
mantener el status quo en algún escenario).
El último escenario es indudablemente el más común en el tratamiento de los individuos
deprimidos. El ejemplo de la madre deprimida con un hijo esquizofrénico, descrita anteriormente en este
capítulo, es un ejemplo que puede ilustrar el punto respecto a la aceptación de la falta de alternativas
como el fundamento para dejarlo ir. Cuando esta cliente describió en detalle los muchos psiquiatras,
psicólogos, trabajadores sociales, facilidades de tratamiento residencial, y programas de tratamiento diurno
a los cuales se había acercado en un esfuerzo para obtener ayuda para su hijo, era obvio cuán apegada
estaba en el sistema de creencias “querer es poder”. No hubo necesidad de desafiarlo. Por el contrario, el
autor simplemente le preguntó cómo sabría cuando la complejidad del problema excediera la capacidad de
los sistemas de salud mental para tratarlo. Este fue un simple reencuadre. Además, se le preguntó cómo
sabría cuándo hubiera hecho el esfuerzo suficiente y cuándo estaría correcto reconocer que era el tiempo
para adoptar una forma diferente de tratar con la situación, manteniendo el aura de desesperación
debilitante. Aunque esto puede sonar simple aquí, ella nunca había pensado mucho ese tipo de
interrogantes. No había definido dónde estaba el punto para dejarlo ir, y, en consecuencia, no podía
reconocerlo ni aunque hubiera estado frente a ella. Se la estimuló para que comenzara a definir un punto
para si misma donde supiera en todas las dimensiones dentro de si misma que había hecho todo lo que podía
hacerse y que no podía hacer más. Con ese marco mental establecido, se le dio la prescripción paradojal de
consultar 100 de “ese tipo” de terapeuta y otros 100 de “esos tipos” de terapeutas, la cual catalizó el
percatarse del elevado precio que implicaba llevarla a cabo, que fue seguido rápidamente por la
transformación. Concluyó que había hecho lo que podía y que la exigencia excedía sus haberes.
Nuevamente, el cuidado por su hijo no fue disminuido; por el contrario, fue moderado con un
reconocimiento más realista de los límites superiores de su capacidad para tratar con él. Además, la
necesidad para establecer, reconocer y proteger sus propios límites fue modelada a lo largo de la terapia.

Metáforas para facilitar el “dejar ir”


La habilidad de las metáforas, o las anécdotas, para impartir perspectivas y construir una
identificación ha sido bien descrita en la literatura (Lankton y Lankton, 1983; Rosen, 1982; Zeig, 1980a). En
la primera fase del tratamiento, en el cual la facilitación de flexibilidad es considerada una meta preliminar
que antecede a las intervenciones más específicas que apuntan a los problemas del cliente individual, las
metáforas pueden ser usadas para construir una fuerza de aceptación de ideas y tácticas para relacionar la
flexibilidad y la inevitabilidad del cambio. Esas metáforas pueden ser estructuradas en al menos dos formas:
aquellas que implican transiciones universales, y aquellas que implican transiciones singulares para el
cliente y que son tomadas de su propia historia personal.

D9
Transiciones Universales

74
Las metáforas que implican “Transiciones universales” describen, esencialmente, los cambios que
han ocurrido en algún área que es de interés para el individuo. Quizá los cambios tecnológicos pueden ser
descritos en términos del progreso hacia adelante y el costo inadvertido para lograrlo, o quizá los cambios
históricos o sociales serán más impactantes; pero uno puede usar cualquier cambio universal que es más
probable que apele al cliente, en base de lo que el clínico conoce de aquel. Por ejemplo, una metáfora de
este tipo podría incluir las siguientes ideas:

No sé si usted habrá considerado esto antes... pero puede hacerlo ahora... puesto que hay conocer algo muy
importante... que toda pizca de progreso tiene un beneficio y un precio... y continuar en lo mismo tiene un
precio... si eso fuera posible... pues el movimiento hacia adelante de los cambios en el mundo ha brindado
maravillosas posibilidades para algunas... cosas que usted considera tan grandes que no considera las
implicaciones... pero si usted considera la tecnología, por ejemplo, usted ve realmente que el cambio es
una cosa maravillosa que abre nuevas posibilidades... y el costo para obtenerlo se pierde en el cambio... y
cuando usted vuela en un avión... la habilidad para viajar grandes distancias en forma rápida es posible... a
pesar de las nubes hediondas a gasolina... y cuando usa el teléfono, usted puede compartir información en
forma rápida y conveniente... pues le da algo de privacidad... y cuando conduce su auto, puede llegar a
donde va en el tiempo que usted elija... pero se producen tacos en las carreteras y el gasto puede ser
considerable... y cuando un cambio promete más beneficios que los costos... como el cambio que estará
experimentando y que no puede predecir exactamente aun... estará mucho más cómodo con el
conocimiento que moverse hacia adelante en cualquier área tiene un beneficio... y un precio... y su
sufrimiento ha sido un precio suficiente... ¿por qué no disfrutar el beneficio?

En esta metáfora, se estimula indirectamente al cliente para que piense respecto al hecho que el
cambio es inevitable, y que cual el foco está sobre el valor del beneficio, más que en la exageración del
costo, el cambio a lo menos puede ser tolerable, y a lo más puede disfrutarse. (Esta directiva está descrita
en el contexto clínico en los Casos 1 y 3 en el Apéndice B.)

D10
...Transiciones personales
Las metáforas de “Transiciones personales” que implican la descripción de transiciones
provenientes de la historia personal singular del cliente, tendrán por cierto un gran significado emocional
para el cliente. En el curso de la entrevista clínica, puede obtenerse información respecto a los cambios
específicos por lo cuales ha pasado el cliente, exitosos o no. El clínico puede desarrollar un percatarse de las
circunstancias en las cuales el cliente ha reconocido el cambio, cómo lo logró (v.g., a través de mecanismos
activos o reactivos), y cómo lo integró. (Esta directiva está descrita en el contexto clínico en los Casos 1 y 3
en el Apéndice B.) Esas anécdotas personales pueden ser insertadas en metáforas que resalten las fortalezas
de la persona como capacidades que pueden ser usadas apropiadamente en los cambios deseados en la
actualidad. Una metáfora de este tipo podría ser estructurada como sigue:

75
Quizá usted se recordará describiéndome las mudanzas que hizo su familia cuando usted estaba creciendo...
con cuánta frecuencia se encontró teniendo que acomodarse a nuevas personas, a nuevos lugares... y fue
por cierto un mundo inestable, en todo sentido, en el cual tuvo que moverse... y es por cierto excitante
querer mudarse... considerar que lo que está más allá de lo que uno ya sabe, puede ser maravilloso
experimentar... y cada vez que se mudó... y descubrió nuevos amigos... y nuevos lugares para jugar... y
nuevas formas de disfrutar con usted mismo... obtuvo algo importante... y fue una oportunidad
maravillosa... para mudarse y descubrir que puede acomodarse... y crecer... en cualquier lugar que esté...
debido a su habilidad para moverse... y agregar a lo que ya tiene como parte suya... que usted ha olvidado a
veces que aun está allí... como las partes que saben cómo explorar... y las partes que saben cómo disfrutar
nuevas experiencias.. que usted ya se ha apoyado en ellas muchas veces durante su vida...

El diálogo con el cliente en este punto respecto a experiencias específicas entregadas por la
metáfora, permite que el clínico expanda un aprendizaje particular y lo extienda a las circunstancias
actuales, como recursos para ser usados al servicio del cambio. Ese diálogo puede ser muy dramático a
veces, amplificando fortalezas y debilidades, a la vez que se ofrecen oportunidades empacar nuestras valijas
psicológicas y hacer algún viaje.

Dejándolo ir: Extendiendo los niveles


A veces es una herramienta viable en la facilitación del “dejarlo ir”, el uso de tareas simbólicas que
colocan el acento en un nivel “seguro” (v.g., sin estar emocionalmente cargado) de la experiencia. Una vez
que se ha hecho esto, el clínico puede hacer uso de sugestiones que infieren que los aprendizajes adquiridos
en una dimensión pueden ser extendidos a otras dimensiones de la experiencia, así como también
desencadenando una reacción en cadena que eventualmente impacte a la(s) dimensión(es) necesaria(s).

D11
Cómprelo y arrójelo a la basura
Puede usarse con los clientes una estrategia de “Cómprelo y arrójelo a la basura.” Esta estrategia
implica dar la directiva al cliente que vaya y compre algo barato, que lo tenga consigo durante un corto
tiempo (algunas horas), y después lo destruya y lo arroje a la basura. Dirigir a alguien a adquirir algo con la
intención de un rápido abandono, suministra una experiencia que ilustra ciertos puntos importantes,
incluidos: algo puede ser importante durante un período limitado de tiempo y después puede ser
descartado, algo no necesita ser para siempre para tener valor, y uno no necesita invertir su persona en
algo, porque, en esencia, “nada es para siempre.”

D12
Pack rat
Similarmente estructurado y especialmente diseñado para el tipo “Pack rat”, el cliente puede ser
dirigido a ir al garaje, al sótano, o al ático por un limitado período de tiempo cada día, que está diseñado

76
como un tiempo para “tenerlo y dejarlo ir”. Específicamente, se instruye al cliente para encuentre entre los
objetos que ha acumulado, aquellos que pueden ser descartados (ya sea donados o arrojados a la basura).

D13
...La mudanza
Esta puede ser una directiva poderosa, especialmente con metáforas respecto a la experiencia de
“mudarse” —cuando uno debe examinar las posesiones que se empaquetan, decidiendo que cosas
acumuladas ya no tienen ningún significado, como lo tuvieron antes y ahora son simples “cachivaches”, y
aquellas que continúan teniendo un significado y es valioso guardarlas. El énfasis de la metáfora está en los
cambios en los sentimientos a través del tiempo, los que son valiosos y los que uno ha dejado atrás. Esto
puede sembrar la idea que uno está sujeto a cambios en la percepción y la experiencia, enfatizando
nuevamente la aceptación que los cambios son inevitables. El pensamiento “todo o nada” que es una
distorsión cognitiva común en los deprimidos es fragmentado y desechado a través de experiencias en una
dimensión que puede ser extendida a otras dimensiones a través del tiempo. (Esta directiva está descrita en
el contexto clínico en el Caso 4 en el Apéndice B.)

Descubriendo la diversidad
Tom Robbins, en su novela Even Cowgirls Get the Blues (1976) afirmó que el efecto que quizá el
éxito no es todo lo valioso que puede ser. Robbins señala que cuando uno intenta algo y tiene éxito, uno
asume que ha encontrado la forma “correcta” para lograrlo. El fracaso, sugiere, puede ser más instructivo
debido a su exigencia inherente de explorar alternativas. Encontrar una vía diversa del pensamiento es
difícil de lograr para cualquiera, dadas las pautas de la mente, incluso en algunos individuos que son
claramente más creativos y expansivos que otros en sus pensamientos. Para la persona deprimida en
particular, la cual es propensa al pensamiento dicotómico y otras pautas cognitivas distorsionadas (Beck,
1983; Burns, 1980), la necesidad de desarrollar un percatarse de la naturaleza gris del mundo, en lugar de la
versión en blanco y negro, es a menudo una parte básica del tratamiento.

D14
Un día en el zoológico
Una directiva multidimensional que no es amenazante y sí puede disfrutarse, es pedirle al cliente
que pase “Un día en el zoológico.” Específicamente, se instruye al cliente para que vaya al zoológico con un
lápiz y papel para tomar notas detalladas de las diversas formas en las cuales los animales han evolucionado
mecanismos fisiológicos y conductuales para adaptarse a las exigencias de sus ambientes nativos. Las
estrategias brillantes que ha desarrollado la naturaleza para mantener el equilibrio, puede suministrar
algunos ejemplos fascinantes respecto a la forma en la cual verdaderamente opera el universo. Los animales
están especialmente adaptados a un hábitat particular, y a través de la evolución continua de sus
mecanismos tienen la capacidad para ayudar o dañar. Mientras más constante permanece el hábitat, el
animal puede prosperar. Si el hábitat atraviesa por cambios significativos, las capacidades adaptativas del

77
animal son probadas. En este punto crítico los animales, literalmente, se adaptarán o morirán. Hablar
respecto a las numerosas especies en peligro y cómo llegaron a estar en peligro, ofrece una oportunidad de
primera calidad para comunicar indirectamente que la vida suministra capacidades que son refinados
mecanismos de adaptación. Hay un vigoroso paralelo entre lo que ocurre en la naturaleza y los dilemas que
ocurren durante el curso de la vida de los seres humanos.
Es poco conocido que la colección de plantas del Zoológico de San Diego es considerablemente más
valiosa en dinero que la colección de animales. Las plantas también tienen la habilidad para ofrecer
comunicaciones metafóricas respecto a los peligros potenciales de echar raíces en un ambiente cambiante o
inestable. Uno puede extenderse sobre la adaptación, al señalar en la metáfora cómo los humanos han
puesto en peligro el planeta debido a su habilidad para adaptarse a climas y condiciones diversas. El
mensaje implícito es que la adaptación es crítica para la supervivencia y que la capacidad para adaptarse es
inherentemente humana. La identificación de este recurso es un paso necesario antes de extraerlo y usarlo.
(Esta directiva está descrita en el contexto clínico en los Casos 2 y 4 en el Apéndice B.)

D15
...La encuesta
Otra estrategia para facilitar el descubrimiento de las formas diversas de pensamientos es “La
encuesta.” En esta estrategia, se indica al cliente que “conduzca una investigación científica” en la cual
interrogue a otros, en una forma neutral, para describir sus posiciones y racionalidad en problemas de
importancia personal para el cliente. Se le indica crear un cuestionario o componer preguntas para una
entrevista que suministre una estructura para esa interacción, y utilizar el instrumento con personas
familiares u otras, dependiendo de cuáles tendrán, probablemente, un mayor impacto. El descubrimiento
inevitable es que los individuos pueden tener opiniones virtualmente opuesta respecto a la cuestión y tener
una racionalidad o justificación que suene razonable. Ante cada justificación, el cliente está expuesto a la
posibilidad de un “reencuadre”, y demostrar que hay muchas formas “correctas” d pensar respecto a un
problema. El pensamiento dicotómico puede ser así minimizado, y puede facilitarse una gran diversidad y
profundidad de pensamiento respecto a problema. (Esta directiva está descrita en el contexto clínico en el
Caso 1 del Apéndice B.)

D16
...Puntos de vista
Si el cliente, por cualquier razón, no desea o no es capaz de llevar a cabo una encuesta, como la
descrita arriba, una estrategia alternativa es pedirle que tome una variedad de problemas sociales, los
ordene en una jerarquía de compromiso emocional, que vaya desde la apatía personal a el compromiso
emocional ante ellos, y escriba al menos dos (más, si es posible) “Puntos de vista” sobre ese problema
particular. Además, se le solicita generar al menos media docena de argumentos en apoyo de cada uno de
los puntos de vista diferentes. Esto puede requerir, en una u otra forma, una investigación para llevar a
cabo esta tarea en forma efectiva, pero el cliente tiene una amplia oportunidad para descubrir apoyos

78
adecuados para las visiones diferentes, para derivar una confirmación de sus propios puntos de vista, y
tomar en consideración perspectivas que previamente ignoró o consideró trivial. El efecto neto es comenzar
a construir una mayor aceptación de lo que es, más que esforzarse no realista y depresiógenamente por lo
que no puede ser.
Una cognición rígida común en los deprimidos es lo que Beck (1983) ha descrito como
“interpretación negativa.” Los eventos en la vida del individuo son interpretados de acuerdo a un marco
negativo, de modo que en casi todo lo que experimentan los clientes, ya sea neutral o positivo, la conclusión
es negativa y sirve como pábulo para la depresión. (Esta directiva está descrita en el contexto clínico en el
Caso 1 del Apéndice B.)

D17
...Una variedad de interpretaciones
Para construir algo de flexibilidad en el estilo de interpretación del individuo, puede indicarse al
cliente que genere “Una variedad de interpretaciones) de los eventos cotidianos, con un número de
interpretaciones positivas, neutrales o negativas de acuerdo a la directiva del clínico. Generalmente, el
autor requerirá al menos tres interpretaciones positivas y tres neutrales para cada interpretación negativa.
Inicialmente, esta estrategia es mejor cuando se usa con experiencias rutinarias que conllevan poca o
ninguna carga emocional para el individuo (v.g., por qué el dependiente del almacén cambió con él).
Cuando el cliente ha comenzado ha practicar generando rápidamente “Una variedad de interpretaciones”
para un evento, se hace más difícil encerrarse rígidamente solamente en lo negativo. Una variación de esta
estrategia fue discutida previamente en el contexto de la creencia que “todo sucede por una razón.”
Los teóricos sistémicos han escrito extensamente respecto a la presencia de pautas que gobiernan
las reglas que mantienen un sistema. La “homeostasis” o estabilidad del sistema es una consecuencia que
solamente puede ser derivada de pautas de interacción que permiten y utilizan la retroalimentación
continua y ajuste en un modo sujeto a las reglas. Las reglas pueden ser claramente identificables y
conocidas por todos los miembros del sistema, denominadas “reglas abiertas.” O, las reglas pueden estar
ocultas, conocidas solamente por algunos o solamente en grados por otros, denominadas “reglas
encubiertas.” Algunos terapeutas familiares han descrito el proceso de la terapia como descubrir las reglas
encubiertas, haciendo que sea más eficiente el proceso de retroalimentación y ajuste del sistema. (Esta
directiva está descrita en el contexto clínico en el Caso 4 del Apéndice B.)

79
D18
Identificación de las reglas
En consideración con este aspecto de la rigidez, puede ser una directiva útil para que el cliente
“Identifique las reglas”, cubiertas y encubiertas, del sistema y los subsistemas asociados con su depresión.
Específicamente, se estimula al cliente para que piense en términos de qué reglas son las que dictan lo que
es posible y no es posible en respuesta a los problemas personales (si la depresión parece más una
experiencia intrapersonal) o en las relaciones interpersonales significativas (si las dinámicas interpersonales
parecen significativas en la etiología de la depresión). Se alienta primero al cliente a pensar respecto a las
reglas en otros contextos, tales como las reglas que dictan las interacciones en su familia de origen (v.g.,
“Nunca critiques la cocina de mamá”, “Llega siempre a tiempo a casa”) o las reglas que gobiernan el
trabajo (v.g., “Has siempre que el jefe piense que las nuevas ideas son suyas”). (Esta directiva está descrita
en el contexto clínico en el caso 2 del Apéndice B.)

D19
...Romper las reglas
Cuando el cliente se ha familiarizado con la identificación de las reglas que gobiernan las
interacciones, puede moverse hacia una fase más impactante y experiencial, de identificar y actuar las
pautas para “Romper las reglas” (y por lo tanto liberarse). Se estimula al cliente a identificar la regla,
identificar comportamientos consistentes con esa regla, e identificar comportamientos inconsistentes con
aquella. Si el cliente identifica las reglas como “convenientes”, puede describir pautas diplomáticas en uso
y luego describir pautas confrontacionales o incluso agresivas y contextos en los cuales usarlas
apropiadamente. Al serle indicado que las actúe para experimentarlas, en pequeños pasos y en contextos
seguros, el cliente puede estar configurando lentamente un rango más extenso de comportamientos
posibles.
Esta pauta puede poseer un significado especial para los clínicos. La psicoterapia es un arte y una
ciencia, que ha desarrollado algunas reglas bastante rígidas respecto a lo que es apropiado y no es apropiado
que el clínico haga. Obviamente, algunas de esas reglas son absolutamente vitales para el bienestar y el
progreso del cliente, otras sin embargo son reglas virtualmente arbitrarias, establecidas dentro de la escuela
particular de terapia y que son vestigios de su pasado. Las reglas que sugieren que el clínico siempre debe
apoyar al cliente, que siempre debe intentar calmar al cliente, etc., no son reglas que permitan otras
posibilidades potencialmente terapéuticas. Los clínicos que creen, por ejemplo, en la necesidad de apoyar
siempre a sus clientes, probablemente estarán experimentando dificultades con el uso de la confrontación
cuando ésta está indicada. Por cierto, las provocativas estrategias de clínicos como Milton que rompen las
reglas y, que sin embargo, son efectivas, sugieren poderosamente que el desarrollo puede ocurrir cuando las
reglas son identificadas e interrumpidas deliberadamente.
Como una dimensión final a considerar en el tema de la flexibilidad, el(los) mecanismo(s) que usa
el cliente para resolver problemas tiene, obviamente, una importancia primaria. El cliente “se atasca” en

80
alguna forma cuando la complejidad (o significado emocional) del problema excede la capacidad del cliente
para tratar efectivamente con aquel. La persona puede ser una maravillosa solucionadora de problemas en
otras áreas, pero experimenta un bloqueo parcial o total ante las circunstancias depresiógenas. Por otro
lado, también es posible que la persona sea notoriamente una pésima solucionadora de problemas, incapaz
de fraccionar los requerimientos globales en los pasos componentes, o quizá es incapaz de obtener
información o extraer información de la fuentes en una forma apropiada.

D20
...Un flujo de pasos
Cuando el clínico encuentra que el cliente no posee la habilidad para resolver problemas en forma
efectiva, ésta es entonces la oportunidad para resolver un problema y enseñar a resolverlos. Al comenzar
con una meta general, pueden definirse lo apropiada y lo significativa que es aquella. Después el clínico
puede instruir al cliente divida en etapas los comportamientos rutinarios orientados a metas (v.g., tomar
una ducha), etapas que se correspondan con sus partes componentes (abrir la llave, caminar hacia la ducha,
colocarse debajo del chorro de agua, etc.). Para el pensador global, encontrado a menudo en el caso de la
depresión, el desarrollo de un “Flujo de pasos” hacia una meta es precisamente lo que ha sido una barrera
para el éxito. A menudo me impresiona la frecuencia con la cual los clientes dicen “Sólo quiero ser feliz.” Si
le pregunto que quiere decir con eso, o como se siente “estar feliz”, que obtendríamos con eso, la respuesta
es una mirada de impaciencia, como si me dijera, “¿Tiene el cerebro dañado o qué? ¿No sabe lo qué es la
felicidad?” Desde luego que lo sé, pero eso no ayudará a un cliente cuya meta es tan global y no hay una
identificada una secuencia de pasos para alcanzar dicha meta. Dirigir a un cliente a identificar os pasos en
las actividades de rutina construye un marco para pensar dirigido a metas y secuencias los pasos apropiados
para catalizar el logro. La construcción de una variedad de diagramas de flujo respecto a diferentes clases
de estrategias para resolver problemas (algunas usando la lógica, otras los sentimientos, otras las opiniones
profesionales, etc.) para diferentes clases de problemas, le permite al cliente descubrir que no siempre
tiene que saber la respuesta, sólo necesita la información necesaria o la asistencia para ser capaz de
dirigirse hacia adelante.

RESUMEN

A lo largo de este capítulo se han descrito una serie de ideas y estrategias para sobreponerse a las
pautas rígidas que con frecuencia subyacen a la depresión. La meta general de facilitar flexibilidad es
continua a través de la terapia, en donde el clínico imparte continuamente el mensaje que el cambio es
posible cuando se desarrollan nuevas pautas para tratar con las exigencias que uno se enfrenta. Quizá la
razón más importante para concentrar una fase del tratamiento en la meta de facilitar flexibilidad es
construir un impulso de creatividad. Cuando las habilidades creativas de uno son llamadas a través de la

81
exposición a nuevas experiencias como aquellas directivas discutidas en este capítulo, son inevitables los
cambios en la percepción y en los estados emocionales.
Hay un viejo proverbio que ofrecer como un punto final aquí: “Déle a un hombre un pescado y le
estará dando su comida. Enséñele cómo pescar, y le estará dando un modo de subsistencia.”

82

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