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En el siglo xix las ciencias naturales habían avanzado mucho y los médicos eran muy estimados,
contaban con ingresos satisfactorios que les permitían tratar gratuitamente a los pobres. A comienzos de
ese siglo, el burgués enriquecido no estaba muy interesado en la suerte de sus semejantes. Pero la
concentración de los obreros en lugares inhóspitos e insalubres, viviendo en condiciones de extrema
pobreza, hizo que las grandes epidemias amenazaran de nuevo y cuando ocurrió la del cólera en la
década de los años 30, la burguesía reconoció de inmediato que las malas condiciones de salud del
proletariado industrial amenazaban su propia existencia.
El año 1848 fue un año de revoluciones en Alemania, Inglaterra, Francia e Italia. En Alemania,
Salomón Newman había argumentado que el Estado se había comprometido a proteger la propiedad de
todas las personas y que la única propiedad de los pobres era su fuerza de trabajo, que dependía por
completo de su salud. Mientras, Rudolph Virchow, un científico que tomó parte en el movimiento
revolucionario, pavimentó el camino para importantes reformas médicas al sentenciar que “Los médicos
son los abogados naturales de los pobres, y los problemas sociales caen en gran medida, dentro de su
jurisdicción”, y promovió los enfoques sociales de las causas de las enfermedades.
En esa propia segunda mitad del siglo, Jules Guerin (Francia) introducía el término de medicina
social, en la Gazette Medícale. Otros científicos del momento dirigirían también su atención a la
reconceptualización de la medicina, entre ellos William Farr (Inglaterra) y Puccinotti (Italia). El nuevo
concepto, aunque utilizado de forma ambigua, trataba de señalar que la enfermedad estaba relacionada
con los “problemas sociales” y que el estado debería intervenir en la solución de los problemas de salud.
► Es en este contexto con la Revolución Industrial en Inglaterra, surge un nuevo movimiento higiénico,
que logró establecer una comisión, en 1843, para estudiar el estado sanitario del país, cuyos resultados
condujeron a que se dictara la primera Ley de Salud Pública, en 1848.
Años más tarde, durante la guerra de Crimea (1854), Inglaterra veía aumentar las bajas de sus tropas,
no a causa de las heridas en los campos de batalla, sino por enfermedades provocadas por la falta de
higiene, no aislamiento de los enfermos y alimentación inadecuada. Es allí donde una joven de la alta
burguesía londinense, Florence Nightingale, demostraría sus capacidades organizativas en el campo de la
salud pública como administradora de hospitales y precursora del uso de las estadísticas sanitarias. Su
nombre ha quedado en la historia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo honra con la
conmemoración el día de su natalicio, 12 de mayo, el Día de los hospitales. Fue también la fundadora de
la enfermería profesional.
En el siglo xx se contaba con un grupo destacado de médicos que no solo habían arribado a un nuevo
enfoque sociológico de la medicina, sino que defendían esta nueva conceptualización teórica para lograr
que un mayor número de profesionales, e incluso instituciones estatales, lo incorporaran a la práctica
médica, a favor de las grandes poblaciones. Entre ellos se encuentran, Alfred Grotjahn (Berlín), cuyos
trabajos van a ocupar los espacios de las tres primeras décadas del siglo,
Winslow (1920) y Henry Sigerist, el más notable de los historiadores médicos (Europa y EE.UU.) quien
definió, en Inglaterra, en 1945, las cuatro tareas principales de la medicina:
- La promoción de salud.
- La prevención de las enfermedades.
- La recuperación del enfermo.
- La rehabilitación.
También pertenecen a este grupo de estudiosos, George Rosen (EE.UU.) y A.F. Serenko (antigua
URSS) en la segunda mitad del propio siglo.
El término medicina social, en su concepción “moderna” se corresponde con las nuevas formas pro -
ductivas que se estaban desarrollando en Europa. No obstante, se utilizó poco y reapareció en Inglaterra
en la década de los años 40, coincidiendo con la creación del sistema nacional de salud. A partir de ahí se
difunde en Europa; pero no logra penetrar en EE.UU. pues el ambiente del mccartysmo relacionaba todo
lo “social” con el socialismo, de manera que los norteamericanos se vieron obligados a emplear el
término de medicina preventiva, que incluía temas sociales.
La década de los 70 enfrentó grandes contradicciones al nivel internacional, tanto en lo económico, lo
social y lo político, que provocó el despertar a la realidad en amplios sectores de la población en el mun -
do entero. Los profesionales de la salud no pudieron quedar al margen, como tampoco pudieron hacerlo
sus instituciones internacionales y regionales, y mucho menos las de sus propias naciones. En la reunión
de Alma Ata, en 1978, la comunidad internacional propuso una nueva estrategia para alcanzar la salud
para todos en el año 2000: la atención primaria. Esta propuesta fue el detonador de la toma de conciencia
al nivel mundial de los apremiantes problemas que involucran a millones de personas.
Ese gran epidemiólogo norteamericano que fue Milton Terris, quien había planteado en 1988, su
nuevo concepto de salud, daba a conocer ese propio año su nueva definición de salud pública, la cual
sería publicada años más tarde (1992) en la Publicación Científica No. 540 de la OPS: “La salud pública
es la ciencia y el arte de prevenir las dolencias y las discapacidades, prolongar la vida y fomentar la salud
y la eficiencia física y mental, mediante esfuerzos organizados de la comunidad para sanear el medio
ambiente, controlar las enfermedades infecciosas y no infecciosas, así como las lesiones, educar al
individuo en los principios de la higiene personal, organizar los servicios para el diagnóstico y
tratamiento de las enfermedades y para la rehabilitación, así como desarrollar la maquinaria social que le
asegure a cada miembro de la comunidad un nivel de vida adecuado para el mantenimiento de la salud”.
Todo este debate teórico trajo por consecuencia la necesidad de redefinir a la salud pública. Así, Julio
Frenk (México) precisaba que era: “La aplicación de las ciencias biológicas, sociales y de la conducta al
estudio de los fenómenos de salud en las poblaciones humanas”.
Un eminente médico argentino, pediatra, sociólogo, profesor e investigador en el campo de la salud,
Juan César García, expuso claramente su concepto de medicina social: “Es un campo del conocimiento
científico que se ocupa de los aspectos sociales relacionados con el proceso salud-enfermedad y con los
servicios de sa Para estudiar la salud pública cubana se utiliza la propia periodización de la historia
nacional: colonia, república y revolución. Los antecedentes históricos de la salud pública actual se
corresponden con los dos primeros periodos.
Durante el periodo colonial, el municipio y la Iglesia Católica fueron las instituciones, civil y
eclesiástica respectivamente, que tuvieron a su cargo la protección de la salud de la población antes de
que se fundaran las primeras organizaciones que pudieran llamarse propiamente de salud pública.
En 1525 se funda el primer hospital en Santiago de Cuba, y más tarde otros en La Habana (1538 y
1544) y Bayamo (1544). En 1634 nace la primera organización de la salud pública en la Isla, el Real
Tribunal del Protomedicato de La Habana. En 1792 se había graduado de doctor en medicina, en la Real
y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana, Tomás Romay Chacón, quien al año siguiente
ingresa como miembro honorario en la Real Sociedad Económica de Amigos del País. En 1804 aplica por
primera vez en Cuba la vacuna contra la viruela. A partir de 1807, con la finalidad de auxiliar en sus
funciones sanitarias al protomedicato, fueron creadas las Juntas de Sanidad: una central en La Habana y
otras subalternas en las capitales de provincias y otras ciudades del país.
En 1825 se pone en práctica una forma de atención médica estatal, dirigida a las personas en sus
propios domicilios, con el nombre de Facultativo de Semana, dependiente de la Junta Superior de
Sanidad, que se mantuvo hasta 1871, en que esta función pasa a ser desempeñada por las Casas de
Socorro, que sobrevivirían hasta el inicio del periodo revolucionario.
En 1833, se sustituye el Real Tribunal del Protomedicato de La Habana por la Junta Superior
Gubernativa de Medicina y Cirugía y la Junta Superior Gubernativa de Farmacia, las que más tarde
serían integradas a las Juntas de Sanidad. Fueron creadas, también, las Juntas de Beneficencia y Caridad.
Posteriormente, la integración de estas tres juntas, dará lugar a la organi zación de la salud pública en
Cuba hasta el final de la dominación española.
La Guerra de los Diez Años obligó al sistema de salud pública colonial a subordinarse a la sanidad
militar del ejército español. Un poco después, en el periodo entre guerras, se produce una verdadera
recuperación de la organización de la salud pública colonial. Por esta época, el doctor Carlos Juan Finlay
y Barrés da a conocer al mundo científico, en 1881, su descubrimiento de la teoría metaxénica del
contagio de enfermedades infecciosas y las medidas para la erradicación de la fiebre amarilla. A este
periodo corresponden también la erradicación del cólera, a partir de 1882; la introducción de la
vacunación antirrábica; la reactivación de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales,
creada en 1861 por el destacado médico cirujano doctor Nicolás José Gutiérrez; el mejoramiento del plan
de estudios de la Facultad de Medicina; y la fundación de la Sociedad de Higiene y la Revista de
Higiene, entre otros muchos logros.
La guerra independentista de 1895, la reconcentración de Weyler y el férreo bloqueo naval impuesto
por los EE.UU., al final de la contienda, agravó la situación epidemiológica del pueblo de Cuba. Con una
población diezmada, y en la mayor insalubridad todas las ciudades y pueblos, prácticamente sin
organización de salud pública, la metrópoli española se vio obligada a abandonar a su antigua colonia.
El Gobierno Interventor Norteamericano, actuando en defensa de la salud de su propia población,
puesta en contacto con la Isla a través del comercio entre esta y, fundamentalmente, los pueblos costeros
del sur, lleva a cabo una importante labor de higienización a lo largo de todo el país; toma enérgicas
medidas contra las enfermedades trasmisibles y logra reorganizar la salud pública, todo con la
participación de los médicos del país. Funda la primera Escuela de Enfermeras, en 1899, en el Hospital
“Nuestra Señora de las Mercedes”, con la contribución de las enfermeras norteamericanas que habían
acompañado al ejército y, al año siguiente, como parte de la reforma universitaria, encomendada al
eminente profesor cubano, Enrique José Varona, fue enriquecido el plan de estudios de medicina y se
creó la Escuela de Cirugía Dental.
Al instaurarse la República el 20 de mayo de 1902, se nombra al doctor Diego Tamayo Figueredo,
Secretario de Gobernación, quien, inmediatamente nombró al doctor Carlos J. Finlay al frente de los
servicios de Sanidad y al ilustre higienista doctor Manuel Delfín Zamora, en los servicios de
Beneficencia.
Los salubristas cubanos, bajo la dirección de Finlay (1902-1908), logran disminuir la mortalidad por
tétanos infantil a partir de 1903; erradicar la fiebre amarilla definitivamente en 1908; establecer de
manera permanente la vacunación contra la viruela; y elaborar una avanzada legislación en materia
sanitaria. Más tarde, al discutirse una nueva ley sobre la estructura del poder ejecutivo en la Comisión
Consultiva, se aprobó una Secretaría de Sanidad y Beneficencia, que unía los Departamentos Nacionales
de Sanidad y Beneficencia, y que entró en funciones el 28 de enero de 1909. Este fue el primer
Ministerio de Salud Pública de Cuba, y del mundo.
En este periodo se destaca el eminente salubrista e infectólogo cubano, doctor Juan Guiteras Gener,
de prestigio internacional, primer biógrafo de Finlay, fundador de la Revísta de Medicina Tropical en
Cuba, Director Nacional de Sanidad hasta su destitución por las maniobras de Crowder, durante el
gobierno de Alfredo Zayas. Fundador de la Escuela de Salubristas Cubanos y Primer Presidente de la
Federación Médica de Cuba.
Desde la primera mitad del siglo xix habían comenzado a fundarse casas de salud privadas y, en la
segunda mitad, las asociaciones regionales españolas de ayuda mutua fundan también casas de salud
mutua- listas, ambas consolidan su labor en el siglo xx. Estos dos llamados sistemas de salud, privado y
mutualista, tendrían a su cargo, con el sistema nacional de salud estatal, la atención médica de la
población cubana. Más tarde, la Secretaría de Sanidad y Beneficencia cambió su nombre, por el de
Ministerio de Salubridad y Asistencia Social, con la nueva Constitución de 1940.
A fines de ese periodo, la oligarquía gobernante contaba con un sistema de salud privado, que le
brindaba una excelente medicina asistencial; la pequeña y media burguesía y la propia aristocracia
obrera, disponían de un sistema de salud mutualista que contaba con 242 unidades, de las cuales 96
estaban en la capital de la República, cuya calidad era variable, pero podía catalogarse como buena en las
principales; la inmensa mayoría del proletariado y el campesinado solo tenían acceso a un sistema de
salud estatal integrado por 97 unidades hospitalarias en toda la nación, mal equipadas, con un
presupuesto para gastos asistencia- les y preventivos insuficientes; pero el campesinado de las zonas más
apartadas del país, ni siquiera podía contar con eso.
Al triunfo de la Revolución Cubana, el 1ero de enero de 1959, existían los tres sistemas nacionales de
salud: estatal, privado y mutualista. De ellos el único que pasó inmediatamente al poder revolucionario
fue el estatal, el cual sufriría muy temprano importantes transformaciones.
Este periodo inicial contó con el Comandante doctor Julio Martínez Páez (1908-2000), como primer
Ministro de Salubridad y Asistencia Social, nombrado el 6 de enero 1959.
Al nombrar Ministro de Salubridad y Asistencia Social al doctor Martínez Páez, el Comandante Fidel
Castro le dijo: “... Hay mucho que hacer. Después del triunfo será mayor el trabajo a realizar. No
podemos defraudar la confianza que el pueblo de Cuba ha puesto en nosotros. Hay que establecer, y tú de
eso sabes más que yo, porque eres médico, medidas a fondo para darle más bienestar y salud al pueblo.
No hay que esperar que las enfermedades lleguen con su amenaza tétrica, hay que prevenirlas, hay que
evitarlas. Desde ahora hay que ir elaborando los planes sanitarios, como los económicos, los sociales y
educacionales, y coordinarlos todos con eficacia funcional y reivindicadora”.
El destacado médico y profesor, comandante guerrillero, asumió su responsabilidad como ministro de
Salubridad y Asistencia Social, encontrándose con una situación social precaria, evidenciada en los
indicadores de salud y educación. El 23,6 % de los mayores de diez años eran analfabetos; 1 000 000
personas eran semianalfabetas; 600 000 niños carecían de escuelas y 10 000 maestros se encontraban sin
trabajo.
El presupuesto de salud era de $ 22 670 965, del cual correspondía un percápita de apenas $ 2,26
dedicado a la atención de la salud del pueblo, lo que equivalía a una dieta diaria de $ 0,40 para el
enfermo. Esto se traducía, según las estadísticas sanitarias de 1959, en los indicadores de esperanza de
vida al nacer y la elevada mortalidad, especialmente infantil y materna, así como por enfermedades
trasmisibles:
- Esperanza de vida al nacer (62,3 años).
- Mortalidad infantil (40,0 x 1 000 n.v).
- Mortalidad materna (118,2 x 10 000 n.v).
Entre las principales concepciones expresadas por el líder de la Revolución Cubana, se destacaron las
siguientes:
- Situaciones de salud nuevas o que han resurgido, que exigen nuevas y diferentes atenciones en los
servicios.
- Necesidad de que la atención primaria fuera asumida fundamentalmente por los policlínicos,
convirtiéndose en centros de la más alta calidad y se transformaran en el policlínico de la familia.
- Que los hospitales se consagraran en lo esencial a problemas de salud más complicados.
- Enriquecer las unidades de atención de salud con la búsqueda de tecnologías médicas de la más alta
calidad.
- Utilizar como estrategia fundamental y trascendental el desarrollo y perfeccionamiento del
conocimiento, incrementando el número de máster y doctores en ciencias, desde el policlínico.
- Desarrollar un proceso de transformación en la Enseñanza Superior de Ciencias Médicas,
comenzando desde el primer año en los policlínicos, para formar profesionales de la salud con una
mayor compenetración y compromiso con la comunidad.
Especial atención se puso en cumplir con estos objetivos de la Batalla de Ideas, trabajando la esfera de
los valores éticos sociales y profesionales en el sector salud, el cumplimiento de los compromisos
contraídos por la solidaridad con otros pueblos hermanos, fortaleciendo el PIS y la constitución del
Contingente Internacional de Médicos “Henry Reeve”, como retribución a la solidaridad del “Inglesito”,
que luchara junto a los cubanos en nuestra Guerra de Independencia.
El 19 septiembre 2005 se realizó el acto de constitución del Contingente Internacional de Médicos
Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias “Henry Reeve”. Este contingente está
concebido para prestar atención en cualquier lugar del mundo en el que se presente una situación de
catástrofe. Está constituido por cientos de profesionales, entre los cuales muchos son médicos y
enfermeras de la familia.
Finalizando la primera década del siglo xxi, asume la dirección del Ministerio de Salud Pública un
joven médico, que tiene en su haber una reciente experiencia de directivo de salud y dirigente partidista,
el doctor Roberto Morales Ojeda. (1967), nombrado el 23 de julio 2010.
Promovido a ministro de Salud Pública en julio del año 2010, a partir del VI Congreso del PCC.
El actual ministro ha asumido la tarea de aplicar las orientaciones de la Política Social del VI
Lineamiento General de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, específicamente los
números:
140: Continuar preservando las conquistas de la Revolución, tales como el acceso a la atención médica,
la educación, la cultura, el deporte, la recreación, la tranquilidad ciudadana, la seguridad social y la
protección mediante la asistencia social a las personas que lo necesiten.
144: Brindar particular atención al estudio e implemen- tación de estrategias en todos los sectores de la
sociedad para enfrentar los elevados niveles de envejecimiento de la población.
Por su parte, el Consejo de Ministros ha establecido claramente las Funciones Rectoras del Ministerio
de Salud Pública:
- Ejercer el control y la vigilancia epidemiológica de las enfermedades y sus factores de riesgo.
- Ejercer el control y la vigilancia sanitaria de todos los productos que pueden tener influencia sobre la
salud humana.
- Regular y controlar la aprobación, ejecución y evaluación de las investigaciones biomédicas o de
cualquier tipo que se realice directamente con seres humanos.
- Normar las condiciones higiénicas y el saneamiento del medio ambiente en aquellos aspectos que
puedan resultar agresivos a la salud humana y controlar su cumplimiento a través de la inspección
sanitaria estatal.
- Regular el ejercicio de la medicina y de las actividades que le son afines.
- Ejercer la evaluación, el registro, la regulación y el control de los medicamentos de producción nacio-
nal y de importación, equipos médicos y material gastable y otros de uso médico.
El Consejo de Ministros también se ha referido a las funciones específicas del Ministerio de Salud
Pública:
- Planificar y ejecutar las acciones de promoción, prevención, curación y rehabilitación de la salud
humana.
- Organizar los servicios de atención médica preventiva y curativa para toda la población.
- Organizar los servicios de salud como parte de la asistencia social destinada a ancianos, impedidos
físicos y mentales, y otros tributarios de otro tipo de atención.
- Elaborar y mantener el sistema de información estadística en materia de salud a los efectos de
satisfacer sus propias necesidades como organismo y los otros organismos nacionales e
internacionales.
- Organizar, dirigir y controlar, el proceso de formación específica, perfeccionamiento y educación
continuada de los profesionales y técnicos propios de la actividad.
- Dirigir las actividades de comercialización, distribución y almacenamiento de artículos y equipos
médicos.
- Dirigir la actividad de comercialización de los servicios de salud, asistencia técnica, la formación y
especialización de personal extranjero, así como software y literatura científica afines con la actividad
propia.
La actual etapa de la salud pública cubana se caracteriza, por tanto, por las tareas derivadas de los
Lineamientos Económicos y Sociales del Partido y la Revolución, especialmente los referidos a la
educación, pues el sector tiene también la misión de formar a sus propios recursos humanos, según los
números:
145: Continuar avanzando en la elevación de la calidad y rigor del proceso docente educativo, jerarquizar
la superación permanente, el enaltecimiento y atención del personal docente, y el papel de la familia en la
educación de niños y jóvenes. Lograr una mejor utilización y aprovechamiento de la fuerza de trabajo y
de las capacidades existentes.
148: Reordenar gradualmente la red escolar. Mantener en la enseñanza media y media superior el mínimo
indispensable de estudiantes internos y disminuir los gastos por conceptos de transporte, alimentación y
base material de vida.
En cuanto a la misión específica del sector salud, el centro de atención de la alta dirección del sector está
definida en los Lineamientos números:
154: Elevar la calidad del servicio que se brinda, lograr la satisfacción de la población, así como el
mejoramiento de las condiciones de trabajo y la atención al personal de la salud. Garantizar la utilización
eficiente de los recursos, el ahorro y la eliminación de gastos innecesarios;
155: Reorganizar, compactar y regionalizar, a partir de las necesidades de cada provincia y municipio, los
servicios de salud, incluyendo la atención de urgencias y el transporte sanitario. Garantizar que el propio
Sistema de Salud facilite que cada paciente reciba la atención correspondiente con la calidad necesaria;
156: Consolidar la enseñanza y el empleo del método clínico y epidemiológico y el estudio del entorno
social en el abordaje de los problemas de salud de la población, de manera que contribuyan al uso
racional de los medios tecnológicos para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades;
157: Continuar propiciando los espacios de educación para evitar la automedicación de la población e
implementar otras medidas que coadyuven al uso racional de los medicamentos;
158: Prestar la máxima atención al desarrollo de la medicina natural y tradicional, 159: Fortalecer las
acciones de salud en la promoción y prevención para el mejoramiento del estilo de vida, que contribuyan
a incrementar los niveles de salud de la población con la participación intersectorial y comunitaria
160: Garantizar que la formación de especialistas médicos brinde respuesta a las necesidades del país y a
las que se generen por los compromisos internacionales.
Bibliografía
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