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y la espiritualidad ignaciana I
que son para provecbo de las almas. Con este capítulo se acaba el discurso
de Sil vida que escribió. Sea pan; gloria del Señor] Amén» '.
Su fuerza en su propia experiencia, [a seguridad sentida de la
presencia y [a acción del Espíritu. La intervención de [as docenas
de confesores, directores y letrados consultados y oídos en [ar-
gas conversaciones, servirá a encaminarla y orientarla hacia ese
Espíritu.
Es precisamente esta fuerza -[a experiencia- una caracte-
rística fundamental común a Teresa y a Ignacio de Loyo[a, esas
uos vid~s paralelas. Sólo confrontando vidas (experiencias concre-
tas del Espíritu), se pueden comprender mejor [as "espiritua[ida-
des .. , como realidades sobre [as que se conceptua[iza, se discurre,
se hace teología. Los hombres de [a Compañía de Jesús que habrán
de entrar en contacto con Teresa de Jesús, o son hijos espirituales
de Ignacio de Loyo[a (así Francisco de Borjal o de alguno de sus
más directos discípulos y amigos personales.
~ Vida c. 40 .
3 SANTA TERESA DE ]ESUS y LA ESPIRITlI,\UDAD IC:-;AC IA~A 293
por o/l'a parte, gran consuelo, que en qrdtól1doseme el temor que a mi pa-
fecer causó la l1ovedad) me quedó» ~.
Urstl/a! Pues ¡lc.-s que habrá perdido el demonio por Santo Domingo y Sau
Francisco y olros fUlldadores de Ordelles, y pierde ahora por el padre Iglla-
cio~ el que lundó la CompafUah> . .. H
lB Moradas v, 4.°, 6,
IP Camino de perfección, 41, 7. El relieve Que Ignacio de Loyola da a la comunica·
ción epistolar al _saber a menudo unos de otros" (Constituciones. P. VIII. c. ' 1.0 , 9) e3
lino de sus rasgos más origInales.
~o Diario, 113.
298 l GNACIO IGLESIAS~ S. l. 8
Resumo
:!: Carta 215, 8: -Si se me echare la culpa, no es la primera vez que padezco sil!
ella, mas experiencia tengo que cuando nuestro Señor está satisfecho, todo lo allana;
'1 jamas creeré que por cosas muy graves permitirá Su Majestad que Su Compañíil
vaya contra la Orden de su Madre, pues la tomó por medio para repararla y renovarla,
cuantlmás por cosa tan leve, y si lo permitiere, temo que será posIble que lo que se
plens& ganar por una parte perderse por otra. Pleoa a Su Majestad que los del Híjo
y de la Madre sean tales que, soldados esforzados, sólo mIremos [ldonde Vil la bandera
de nuestra Rey para seoulr su voluntad: que si esto hacemos con verdad los carmelitas,
está claro que no se pueden apartar los del nombre de Jesús, de que tantas veces
soy amenazada - o
=0 Vida 23, 9.
:7 Carta 218. 4,
300 IGNACIO JCl,ESIAS, S. 1. 10
:~ Vldn 23, 2.
~~ lb . 23. 4.
:lO lb. 23. 16.
:a RIBADENEIRA. Historia de la Compañía de Jesús en los Provincias de España
y parte do las del Perú, Nueva España y Phllipinlls. lib. 1. c. VII.
~~ Vida , 23, 16.
~ Ejercicios Espirituales. 53.
~I Vida, 24. 1.
3;¡ lb .• 24, 4.
II SANTA TERESA DE JESUS y LA E~PIflITlJALIJ)AD IGNACIANA 301
- -- - - -
dejarlas", .. ", Fue bajo la dirección de este Padre cuando Teresa
I'ecibió la iluminación a la que hice referencia más arriba,
Pero sin duda la obra más profunda y más continuada la hará
el Espíritu. de manos del p, Saltasar Alvarez. "un Padre bien santo
de la Compañía-" u",y que es de los mayores amigos que ten-
go .. ~, Su sistema, que Teresa atribuye a la humildad del confe-
sor " porque con ser de mucha oración y letrado, no se fiaba de
sí- " . acarreó a Teresa "muchos trabajos .. , Ayudada por él. aunque
simultaneando otras ayudas. entre ellas la inapreciable de San
Pedro de Alcántara. vivirá Teresa los años decisivos para el inicio
de la Reforma. Le secunda pacientemente en la prueba de la es-
pera y el silencio que él le impone. y que Teresa le reconocerá
afirmando de él que -era el que más me aprovechó. a lo que me
parece u ~o.
que están eu ellos, y 110 me acuerdo ahora estar llil1gtma de 16s que he
l omado que 110 sea hija suya, porque SOIl las que 1105 cOllviellem>~.
y hasta corren con no pocas gestiones que interesan a la in-
fraestructura material de sus fundaciones_ En la mayor parte de
éstas contó Teresa ampliamente con el apoyo de algún jesuita.
Esta ayuda es más que recompensada por parte de Teresa en
el afecto, casi maternal, con que habla de sus confesores jesuitas,
en el reconocimiento que hace de ellos, en la confianza con que
los trata, lamenta sus ausencias y pide noticias de ellos y en la
libertad y finura con que les interpela y avisa, hasta preocuparse
y desvivirse por su salud H. En carta al P. Jerón imo Gracián y acon·
sejándole no abusar de exceso de trabajo, le argumenta:
«(Con todo l1Q hemos de pedir a Dios milagros y es menester que
L~lIestra paternidad mire que 110 es de hierro y que hay muchas cabez6s
perdidas en la Compaiíia por darse a mucho trabajO) t~ .
Esta relació n de Teresa y los jesuitas, pudo parecer excesiva
a algunos y, concretamente, al Visitador, P. Avellaneda, quien dejó
al P. Baltasar Alvarez, Rector de Salamanca, este aviso, que hoy
nos hace sonreir: .. No gastar tiempo con mujeres, especialmente
con monjas carmelitas, en visitas y por cartas, sed suaviter et efti-
caciter irse soltando dellas» ".
Pero es boca de este mismo confesor, P. Baltasar Alvarez , de
quien recogemos el agradecimiento a Teresa, que otros confesores
jesuitas hubieron podido hacer suyo: «Aunque el P. Baltasar Alva-
rez, escribe el P. Luis de la Puente, tenía en la.s cosas del espí-
ritu ciencia y experiencia, la Madre Teresa de Jesús volaba tan
alto, que hubo menester darse buena prisa para poderle alcan-
zar, como escribe el P. Ribera: "acuérdome que, estando yo una
vez con él en Salamanca, y hablándose allí de diversos libros espi-
rituales y del provecho de cada uno de ellos, dijo él: Todos estos
libros leí yo para entende r a Teresa de Jesús» " .
1) El primado de la oración
Puede parecer extraña la selección de este núcleo en quienes
tienen la imagen de un Ignacio extrovertido en el que prima la
acción, la misión. Pero son la acción y la misión de un contempla-
tivo, una acción y una misión ellas mismas contemplación, porque
se viven en consciente referencia a Otro que las quiete, las man-
da y envía a ellas ... Esta referencia hace que las obras, las pala-
este texoro I?scondido pues es verdad que lo hay en nosotras mesmas ... » tv.
J
2) Cristología
~ Moradas. V, 2, B.
a.. Cuenta de conciencia, 42.
~ EJerelclos Espiritualos, 230-237.
!J,:I Vida, 40, 5.
el Vida, 40. 9 Y Constituciones de l'a Compañia, P. 111. c. P, 26 {28B).
Q Ejercicios Espirituales, 234.
306 IGNACIO ICL.ESL\S, S. J.
todo acierte yo a buscar Sil voluntad y 110 permita se pierda estG> alma que
c:oo tantos .sacrificios y maneras y tmltas veces ha sacado Su Maiestad del
mlienJO y traído Ú' Sí. Amén» :1.
3) Espiritualidad misionera
JI Camino de Perfección, 1, 2.
¡: Vida, 1, 5.
8:1 Vldo, 33. 5.
a, Corta. 20. 13.
:no IG:-<ACIO IGLESIAS, S. I. 20
Resumiendo
dad entiendo que no trato con la Compañía sino como quien tiene 5115
cosas en el alma y pondría la vida por ellas, cuando entendiese 1JO descrvía
a nuestro Se/ior en 110 hacer lo contrario» 85.